Pasión Según San Juan
Pasión Según San Juan
Pasión Según San Juan
NARRADOR:
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón,
donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía
también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas
entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los
fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía
sobre él, se adelantó y les dijo:
+ ¿A quién buscáis?
C. Le contestaron:
S. A Jesús, el Nazareno.
+ Yo soy.
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y
cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
C. Ellos dijeron:
S. A Jesús, el Nazareno.
C. Jesús contestó:
C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste”.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo
sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces
Jesús a Pedro:
+ Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?
C. Él dijo:
S. No lo soy.
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se
calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús,
diciendo:
C. Jesús respondió:
C. Él lo negó, diciendo:
S. No lo soy.
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la
oreja, le dijo:
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S. ¿No te he visto yo con él en el huerto?
C. Le contestaron:
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
C. Jesús le contestó:
C. Pilato replicó:
S. ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí;
¿qué has hecho?
C. Jesús le contestó:
C. Pilato le dijo:
+ Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para
ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
C. Pilato le dijo:
S. Y, ¿qué es la verdad?
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
C. Volvieron a gritar:
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona
de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color
púrpura; y, acercándose a él, le decían:
C. Y le daban bofetadas.
S. Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato
les dijo:
S. Aquí lo tenéis.
S. ¡Crucifícalo, crucifícalo!
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el
pretorio, dijo a Jesús:
S. ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para
crucificarte?
C. Jesús le contestó:
+ No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso
el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el
César.
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal,
en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación
de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
C. Ellos gritaron:
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera”
(que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a
cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz;
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en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos”. Leyeron el letrero
muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba
escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron
a Pilato:
S. No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Soy el rey de los judíos".
C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”.
Esto hicieron los soldados.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se
cumpliera la Escritura dijo:
+ Tengo sed.
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre
a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ Está cumplido.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo
a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo
autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había
ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron
el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a
enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el
huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los
judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.