Tarea Sociologia
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Id:1501-2014-00388
Los Objetivos de desarrollo sostenible son el plan maestro para conseguir un futuro sostenible
para todos. Se interrelacionan entre sí e incorporan los desafíos globales a los que nos
enfrentamos día a día, como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la
prosperidad, la paz y la justicia. Para no dejar a nadie atrás, es importante que logremos
cumplir con cada uno de estos objetivos para 2030. Si quieres saber más sobre algún tema o
objetivo en especial, pincha sobre el objetivo que te interese.
La pobreza
A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza disminuyó desde un
36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015. No obstante, el ritmo al que se produce este cambio está
disminuyendo, y la crisis de la COVID-19 pone en riesgo décadas de progreso en la lucha contra la
pobreza. Una nueva investigación publicada por el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del
Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas advierte de que las consecuencias económicas de la
pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones
de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la primera
vez que la pobreza aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990.
Más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial, aún vive en situación de extrema
pobreza a día de hoy, con dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la
educación y el acceso a agua y saneamiento, por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven
con menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el mundo, los índices de pobreza
en las áreas rurales son del 17,2 %; más del triple de los mismos índices para las áreas urbanas.
Para los que trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza una vida digna. De hecho, el 8 % de los
trabajadores de todo el mundo, y sus familias, vivían en situación de extrema pobreza en 2018. Uno de
cada cinco niños vive en situación de extrema pobreza. Garantizar la protección social de todos los niños y
otros grupos vulnerables resulta crucial para
Unos 783 millones de personas vive por debajo del umbral de pobreza internacional, con
1,90 dólares diarios.
En 2016, menos del 10 por ciento de los trabajadores de todo el mundo vivían con sus
familias con menos de 1,90 dólares diarios por persona.
En el mundo existen 122 mujeres, entre los 25 y 34 años, que viven en extrema pobreza
por cada 100 hombres del mismo grupo de edades.
Tras décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen hambre
(medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar lentamente de nuevo en 2015.
Las estimaciones actuales indican que cerca de 690 millones de personas en el mundo padecen
hambre, es decir, el 8,9 por ciento de la población mundial, lo que supone un aumento de unos
10 millones de personas en un año y de unos 60 millones en cinco años.
El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030. Si
continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superará los
840 millones de personas para 2030.
Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial para el desarrollo
sostenible.
Antes de la pandemia, se consiguieron grandes avances en la mejora de la salud de millones de personas.
En concreto, estos grandes avances se alcanzaron al aumentar la esperanza de vida y reducir algunas de las
causas de muerte comunes asociadas con la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, se necesitan más
esfuerzos para erradicar por completo una gran variedad de enfermedades y abordar un gran número de
problemas de salud, tanto constantes como emergentes. A través de una financiación más eficiente de los
sistemas sanitarios, un mayor saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico, se podrán
conseguir avances significativos a la hora de ayudar a salvar las vidas de millones de personas.
Las emergencias sanitarias, como la derivada de la COVID-19, suponen un riesgo mundial y han
demostrado que la preparación es vital. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señaló las
grandes diferencias relativas a las capacidades de los países para lidiar con la crisis de la COVID-19 y
recuperarse de ella. La pandemia constituye un punto de inflexión en lo referente a la preparación para las
emergencias sanitarias y la inversión en servicios públicos vitales del siglo XXI.
En 2020, a medida que la pandemia de la COVID-19 se propagaba por todo el planeta, la mayor parte de
los países anunciaron el cierre temporal de las escuelas, lo que afectó a más del 91 % de los estudiantes en
todo el mundo. En abril de 2020, cerca de 1600 millones de niños y jóvenes estaban fuera de la escuela.
Igualmente, cerca de 369 millones de niños que dependen de los comedores escolares tuvieron que buscar
otras fuentes de nutrición diaria.
Nunca antes habían estado tantos niños fuera de la escuela al mismo tiempo, lo que altera su aprendizaje y
cambia drásticamente sus vidas, especialmente las de los niños más vulnerables y marginados. La
pandemia mundial tiene graves consecuencias que pueden poner en peligro los avances que tanto costaron
conseguir a la hora de mejorar la educación a nivel mundial.
Se han conseguido algunos avances durante las últimas décadas: más niñas están escolarizadas, y se obliga
a menos niñas al matrimonio precoz; hay más mujeres con cargos en parlamentos y en posiciones de
liderazgo, y las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de género.
A pesar de estos logros, todavía existen muchas dificultades: las leyes y las normas sociales
discriminatorias continúan siendo generalizadas, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a todos los
niveles de liderazgo político, y 1 de cada 5 mujeres y niñas de entre 15 y 49 años afirma haber sufrido
violencia sexual o física a manos de una pareja íntima en un período de 12 meses.
Los efectos de la pandemia de la COVID-19 podrían revertir los escasos logros que se han alcanzado en
materia de igualdad de género y derechos de las mujeres. El brote de coronavirus agrava las desigualdades
existentes para las mujeres y niñas a nivel mundial; desde la salud y la economía, hasta la seguridad y la
protección social.
Las mujeres desempeñan un papel desproporcionado en la respuesta al virus, incluso como trabajadoras
sanitarias en primera línea y como cuidadoras en el hogar. El trabajo de cuidados no remunerado de las
mujeres ha aumentado de manera significativa como consecuencia del cierre de las escuelas y el aumento
de las necesidades de los ancianos. Las mujeres también se ven más afectadas por los efectos económicos
de la COVID-19, ya que trabajan, de manera desproporcionada, en mercados laborales inseguros. Cerca
del 60 % de las mujeres trabaja en la economía informal, lo que las expone aún más a caer en la pobreza.
La pandemia también ha conducido a un fuerte aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas. Con
las medidas de confinamiento en vigor, muchas mujeres se encuentran atrapadas en casa con sus
abusadores, con dificultades para acceder a servicios que están padeciendo recortes y restricciones. Los
nuevos datos muestran que, desde el brote de la pandemia, la violencia contra las mujeres y las niñas (y,
especialmente, la violencia doméstica) se ha intensificado.
Las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que
contribuyen al 60 % aproximadamente del PIB mundial. Sin embargo, también representan alrededor del
70 % de las emisiones de carbono mundiales y más del 60 % del uso de recursos.
La rápida urbanización está dando como resultado un número creciente de habitantes en barrios pobres,
infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados (como la recogida de residuos y los sistemas de
agua y saneamiento, carreteras y transporte), lo cual está empeorando la contaminación del aire y el
crecimiento urbano incontrolado.
El impacto de la COVID-19 será más devastador en las zonas urbanas pobres y densamente pobladas,
especialmente para el mil millón de personas que vive en asentamientos informales y en barrios marginales
en todo el mundo, donde el hacinamiento también dificulta cumplir con las medidas recomendadas, como
el distanciamiento social y el autoaislamiento.
El organismo de las Naciones Unidas para los alimentos, la FAO, advirtió de que el hambre y las muertes
podrían aumentar de manera significativa en las zonas urbanas que no cuentan con medidas para garantizar
que los residentes pobres y vulnerables tengan acceso a alimentos.
Las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la tierra, pero representan entre el 60% y el
80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono.
La rápida urbanización está ejerciendo presión sobre los suministros de agua dulce, las
aguas residuales, el entorno de vida y la salud pública.
Desde 2016, el 90% de los habitantes de las ciudades respiraba aire que no cumplía las
normas de seguridad establecidas por la Organización Mundial de la Salud, lo que
provocó un total de 4,2 millones de muertes debido a la contaminación atmosférica. Más
de la mitad de la población urbana mundial estuvo expuesta a niveles de contaminación
del aire al menos 2,5 veces más altos que el estándar de seguridad.
Cada año, se estima que un tercio de toda la comida producida (el equivalente a
1300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares) acaba
pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores y minoristas, o
estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes.
Si todo el mundo cambiase sus bombillas por unas energéticamente eficientes, se
ahorrarían 120 000 millones de dólares estadounidenses al año.
En caso de que la población mundial alcance los 9600 millones de personas en 2050,
se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos
naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales.
Si la población mundial llegase a alcanzar los 9600 millones en 2050, se necesitaría el
equivalente de casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para
mantener el estilo de vida actual.
Con el aumento del uso de minerales no metálicos en de la infraestructura y la
construcción, ha habido una mejora significativa en el nivel de vida material. La «huella
de material» per cápita de los países en desarrollo aumentó de 5 toneladas métricas en
2000 a 9, en 2017.
El 93% de las 250 empresas más grandes del mundo presentan informes en materia de
sostenibilidad.
Si la población mundial llegase a alcanzar los 9600 millones en 2050, se necesitaría el
equivalente de casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para
mantener el estilo de vida actual.
Con el aumento del uso de minerales no metálicos en de la infraestructura y la
construcción, ha habido una mejora significativa en el nivel de vida material. La «huella
de material» per cápita de los países en desarrollo aumentó de 5 toneladas métricas en
2000 a 9, en 2017.
El 93% de las 250 empresas más grandes del mundo presentan informes en materia de
sostenibilidad.
Proteger nuestros océanos debe seguir siendo una prioridad. La biodiversidad marina es vital para
la salud de las personas y de nuestro planeta. Las áreas marinas protegidas se deben gestionar de
manera efectiva, al igual que sus recursos, y se deben poner en marcha reglamentos que reduzcan
la sobrepesca, la contaminación marina y la acidificación de los océanos. Los océanos cubren
las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, contienen el 97 por ciento del agua
del planeta y representan el 99 por ciento de la superficie habitable del planeta en
volumen.
Más de tres mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera
para su sustento.
A nivel mundial, el valor de mercado de los recursos marinos y costeros, y su industria se
estima en $ 3 billones por año o alrededor del 5 por ciento del PIB mundial.
Los océanos sirven como la mayor fuente de proteínas del mundo. Más de 3.000
millones de personas dependen de los océanos como fuente principal de proteínas.
La pesca marina emplea directa o indirectamente más de 200 millones de personas.
Los subsidios a la pesca están contribuyendo al rápido agotamiento de muchas
especies y están impidiendo los esfuerzos para salvar y restaurar la pesca mundial y los
empleos asociados a esta, causando que la pesca oceánica genere US $ 50 mil millones
menos por año de lo que podrían.
El brote de la COVID-19 resalta la necesidad de abordar las amenazas a las que se enfrentan las especies
silvestres y los ecosistemas.
En 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó de que un
aumento mundial de las epidemias zoonóticas era motivo de preocupación. En concreto, señaló que el
75 % de todas las enfermedades infecciosas nuevas en humanos son zoonóticas y que dichas enfermedades
están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.
«Con la COVID-19, el planeta ha enviado su mayor alerta hasta la fecha indicando que la humanidad debe
cambiar», ha explicado la Directora Ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.
En Trabajar con el medio ambiente para proteger a las personas, el PNUMA detalla cómo «reconstruir
mejor», mediante una base científica más sólida, políticas que contribuyan a un planeta más sano y más
inversiones verdes.
74 por ciento de los pobres son directamente afectados por la degradación de la tierra a
nivel mundial.
Entre las instituciones más afectadas por la corrupción se encuentran el poder judicial y
la policía
Se ha registrado el nacimiento del 73% de los niños menores de 5 años, pero solo el 46%
del África subsahariana ha registrado su nacimiento
Objetivo 17: Revitalizar la Alianza
Mundial para el Desarrollo Sostenible
Los ODS solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación.
Para que un programa de desarrollo se cumpla satisfactoriamente, es necesario establecer
asociaciones inclusivas (a nivel mundial, regional, nacional y local) sobre principios y valores, así
como sobre una visión y unos objetivos compartidos que se centren primero en las personas y el
planeta.
Muchos países requieren asistencia oficial para el desarrollo con el fin de fomentar el crecimiento
y el comercio. Aun así, los niveles de ayuda están disminuyendo y los países donantes no han
respetado su compromiso de aumentar la financiación para el desarrollo.
Debido a la pandemia de la COVID-19, se espera que la economía mundial se contraiga
fuertemente, en un 3 %, en 2020, lo que constituiría su peor recesión desde la Gran Depresión.
Ahora más que nunca es necesaria una sólida cooperación internacional con el fin de garantizar
que los países que poseen los medios para recuperarse de la pandemia reconstruyan mejor y
consigan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La asistencia oficial para el desarrollo se situó en $135.2 billones en 2014, el más alto
nivel antes alcanzado.
El 79 por ciento de las importaciones de países en vías de desarrollo entra a los países
desarrollados sin pagar impuestos.
El número de usuarios de Internet en África casi se duplicó en los últimos cuatro años.
El 30 por ciento de los jóvenes del mundo son nativos digitales, activos en línea durante
al menos cinco años.
Pero más de cuatro mil millones de personas no usan Internet, y el 90 por ciento de ellos
son del mundo en desarrollo.