Lenguaje y Comunicación - 7° Básico
Lenguaje y Comunicación - 7° Básico
Lenguaje y Comunicación - 7° Básico
7° Básico
Nombre:
Fecha:
Asignatura: Curso:
Profesor:
NOTA:
Nivel de logro:
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Más tarde cargaron el cofre con su preciosa carga hasta el río Nilo y lo
arrojaron a sus aguas en la desembocadura del Tanaitic.
a) comenzó.
b) set.
c) pergeñar.
d) plan.
Prometeo no deseaba vivir entre las nubes del Monte Olimpo. Estaba
demasiado ocupado para hacerlo. Mientras que los dioses pasaban
sus vidas en inactividad, él planeaba cómo hacer el mundo más sabio
y mejor de lo que nunca antes había sido.
"¡No lo haré!" dijo Zeus, "¡No compartiré ni una chispa con ellos!
Porque si los hombres tuvieran fuego podrían volverse fuertes y sabios
como nosotros y después nos sacarían del reino. Además, el fuego es
una herramienta poderosa y ellos son demasiado pobres e ignorantes
para confiárselo. Es mejor que nosotros en el Monte Olimpo
gobernemos el mundo sin amenazas para que todos seamos felices".
"La humanidad debe tener fuego, sin importar lo que haya decidido
Zeus", se dijo a sí mismo. Y con ese pensamiento se escabulló
silenciosamente en el dominio de Zeus y robó una chispa de su
relámpago. Prometeo tocó el extremo del largo tallo con la chispa y la
sustancia seca dentro de él prendió fuego y ardió lentamente.
Prometeo se apresuró a su propia tierra, cargando con él la preciosa
chispa escondida en el centro hueco de la planta.
Una fría mañana de invierno, Zeus miró hacia abajo desde el Monte
Olimpo y notó fogatas que ardían alegremente en los hogares de
hombres y mujeres en cada villa a lo largo de las tierras. No le tomó
mucho tiempo comprender que Prometeo lo había desobedecido y le
había dado el fuego a los hombres.
Tema:
Audiencia:
Propósito:
Ideas párrafo 1:
Ideas párrafo 2:
Ideas párrafo 3:
Ideas párrafo 4:
- ¿Pero tú no ladras?
- ¿Para qué?
- Haz como yo -le dijo una vez un gallito que sentía pena por él-. Y
lanzó dos o tres sonoros kikirikí.
El perrito volvió a intentarlo una vez, dos, tres. Lo intentaba todos los
días. Practicaba a escondidas, desde por la mañana hasta por la
noche. A veces, para hacerlo con más libertad, se iba al bosque. Una
mañana, precisamente cuando estaba en el bosque, consiguió lanzar
un kikirikí tan auténtico, tan bonito y tan fuerte que la zorra lo oyó y se
dijo: "Por fin el gallo ha venido a mi encuentro. Correré a darle las
gracias por la visita..." E inmediatamente se echó a correr, pero no
olvidó llevarse el tenedor, el cuchillo y la servilleta porque para una
zorra no hay comida más apetitosa que un buen gallo. Es lógico que le
sentara mal ver en vez de un gallo al perro que, tumbado sobre su
cola, lanzaba uno detrás de otro, aquellos kikirikí.
- ¿Una trampa?
Por allí cerca había un cuco. Vio pasar al perro y le dio pena.
- Nada.
PRIMER FINAL
SEGUNDO FINAL
TERCER FINAL
a) Aprender a ladrar.
b) Ser aceptado como es.
c) Nunca más ser amigo de las gallinas.
d) Nunca más recibir críticas de otros animales.
Ambos:
a) Soledad
b) Lucila
c) Rosalía
d) Efigenia
a) Las montañas.
b) Soledad y Lucila.
c) Rosalía y Efigenia.
d) Las que vienen.
a) Anáfora.
b) Hipérbole.
c) Comparación.
d) Personificación.
a) Errante
b) Nómade
c) Merodeador
d) Ambulante
a) Soledad
b) Lucila
c) Rosalía
d) Efigenia
a) Ironía.
b) Antítesis.
c) Comparación.
d) Hipérbaton.
a) La poesía.
b) Los sueños.
c) La respuesta.
d) El silbido.
a) Los poetas.
b) Los protagonistas.
c) Los hombres sin libertad.
d) Los seres llenos de pasión.
a) Algunos.
b) Una montaña.
c) La blanca paloma.
d) El hombre.
Lee el siguiente texto y responde las preguntas 21 a 26.
Soliloquio de Segismundo
La vida es sueño, Calderón de la Barca
a) En prisión.
b) En un sueño.
c) En un reino.
d) En libertad.
a) El rey en su reinar.
b) El pobre que padece.
c) El rico en su riqueza.
d) Todos sueñan.
a) Un sueño.
b) Un frenesí
c) Una ficción.
d) El fin del sueño.
48. ¿Qué significa la expresión “y el mayor bien es pequeño”?
a) Elogioso
b) Desdichado
c) Preso
d) Soñado
El ramo azul
Octavio Paz
Caminé largo rato, despacio. Me sentía libre, seguro entre los labios
que en ese momento me pronunciaban con tanta felicidad. La noche
era un jardín de ojos. Al cruzar la calle, sentí que alguien se
desprendía de una puerta. Me volví, pero no acerté a distinguir nada.
Apreté el paso. Unos instantes percibí unos huaraches sobre las
piedras calientes. No quise volverme, aunque sentía que la sombra se
acercaba cada vez más. Intenté correr. No pude. Me detuve en seco,
bruscamente. Antes de que pudiese defenderme, sentí la punta de un
cuchillo en mi espalda y una voz dulce:
-No se mueva, señor, o se lo entierro.
Sin volver la cara pregunté:
- ¿Qué quieres?
-Sus ojos, señor –contestó la voz suave, casi apenada.
- ¿Mis ojos? ¿Para qué te servirán mis ojos? Mira, aquí tengo un poco
de dinero. No es mucho, pero es algo. Te daré todo lo que tengo, si
me dejas. No vayas a matarme.
-No tenga miedo, señor. No lo mataré. Nada más voy a sacarle los
ojos.
-Pero, ¿para qué quieres mis ojos?
-Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules y por
aquí hay pocos que los tengan.
- Mis ojos no te sirven. No son azules, sino amarillos.
-Ay, señor no quiera engañarme. Bien sé que los tiene azules.
-No se le sacan a un cristiano los ojos así. Te daré otra cosa.
-No se haga el cursi, me dijo con dureza. Dé la vuelta.
Me volví. Era pequeño y frágil. El sombrero de palma le cubría medio
rostro. Sostenía con el brazo derecho un cuchillo de campo, que
brillaba con la luz de la luna.
-Alúmbrese la cara.
Encendí y me acerqué la llama al rostro. El resplandor me hizo
entrecerrar los ojos. El apartó mis párpados con mano firme. No podía
ver bien. Se alzó sobre las puntas de los pies y me contempló
intensamente.
La llama me quemaba los dedos. La arrojé. Permaneció un instante
silencioso.
-¿Ya te convenciste? No los tengo azules.
-¡Ah, qué mañoso es usted! –respondió. -A ver, encienda otra vez.
Froté otro fósforo y lo acerqué a mis ojos. Tirándome de la manga, me
ordenó.
-Arrodíllese.
Mi hinqué. Con una mano me cogió por los cabellos, echándome la
cabeza hacia atrás. Se inclinó sobre mí, curioso y tenso, mientras el
machete descendía lentamente hasta rozar mis párpados. Cerré los
ojos.
-Ábralos bien –ordenó.
Abrí los ojos. La llamita me quemaba las pestañas. Me soltó de
improviso.
-Pues no son azules, señor. Perdone.
Y desapareció.
Me acodé junto al muro, con la cabeza entre las manos. Luego me
incorporé. A tropezones, cayendo y levantándome, corrí durante una
hora por el pueblo desierto. Cuando llegué a la plaza, ví al dueño del
mesón, sentado aún frente a la puerta.
Entré sin decir palabra.
Al día siguiente huí de aquel pueblo.
51.¿Dónde se encontraba el protagonista al comienzo del relato?
A) En la cárcel.
B) En la calle.
C) En una posada.
D) En el campo.
A) Miedoso.
B) Preocupado.
C) Alegre.
D) Amable.
Espantos de agosto
Mientras lo hacíamos, bajo un cielo malva con una sola estrella, los
niños prendieron unas antorchas en la cocina, y se fueron a explorar
las tinieblas en los pisos altos. Desde la mesa oíamos sus galopes de
caballos cerreros por las escaleras, los lamentos de las puertas, los
gritos felices llamando a Ludovico en los cuartos tenebrosos. Fue a
ellos a quienes se les ocurrió la mala idea de quedarnos a dormir.
Miguel Otero Silva los apoyó encantado, y nosotros no tuvimos el valor
civil de decirles que no.
A) El olor a fresas.
B) La existencia del fantasma.
C) La credulidad de las personas.
D) La inmensidad del castillo.
55. ¿De qué forma el protagonista busca zafar del asalto?
A) Cronológica.
B) In media res.
C) Comienza desde el final.
D) Comienza desde el medio.
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A) grité.
B) balbucié.
C) exclamé.
D) hablé.