Articuloooo
Articuloooo
Articuloooo
Ahora el mundo se enfrenta un reto sin precedentes para contener la propagación del nuevo coronavirus
COVID-19 y reducir al máximo la pérdida de vidas. Todas las acciones para contener la propagación del
virus nos han llevado a un cambio completo en las actividades de la vida diaria y la dinámica familiar y
social. Las semanas que han corrido desde la declaratoria de la emergencia en el país, han implicado
además del cambio de dinámicas, el compromiso de todos los habitantes para la contención y mitigación
del virus que finalmente nos lleva a superar la pandemia. Este esfuerzo colectivo implica un compromiso
individual, traducido en la aplicación de todas las recomendaciones expresas a través de los documentos
normativos y la responsabilidad ciudadana convertida en el autocuidado de todos y cada uno. En esta
responsabilidad ciudadana estamos comprometidos todos porque una sola vida humana es tan importante
que no nos podemos dar el lujo de perderla. Por otro lado, si esto lo relacionamos con la gripe española,
esta endemia como la de ahora ha afectado a un mundo sumamente globalizado e interconectado en el que
los buques, el transporte por mar y los trenes, y hoy en día los aviones, mercados y medios de transporte
son vectores de fácil propagación de los virus, donde los más pobres y vulnerables, que suelen vivir en
condiciones de hacinamiento, tener un trabajo mal pagado y escaso o nulo acceso a la atención de salud,
estuvieron mucho más expuestos a la infección y los que más riesgo sufrieron de perder la vida y sus
medios de vida. Por ello, ante esta gran situación surge la siguiente interrogante en un segmento de la
población peruana: ¿La solución del virus está en nuestras manos o depende de las vacunas para su
extinción? Considero sin olvidar ni negar las ventajas de las inmunizaciones, que la evidencia de ser
responsables con los protocolos de bioseguridad sanitaria es la mejor dosis de refuerzo que necesitamos
para vencer a la pandemia de la Covid-19.
En primer lugar, ninguna otra medida ha simbolizado mejor que la mascarilla el peligro que representaba
el virus, las recomendaciones realizadas en relación con el uso de las mascarillas han sido uno de los
aspectos más controvertidos en el manejo de la pandemia puesto que se ha pasado de recomendar su
utilización exclusivamente en todas las personas de forma generalizada en este regreso presencial a
nuestras actividades diarias. El uso de mascarillas podría estar creando inmunidad a la COVID-19 de
manera indirecta tanto en los colegios como en los centros laborales, también podrían favorecer el
contagio de un menor número de personas, así como la aparición de síntomas más leves tras el contagio.
La realidad es que, cuando los ciudadanos se encuentran en espacios públicos, el uso adecuado de
mascarillas puede beneficiar la salud pública. Centros de Salud como La Clínica Dos de mayo y el
Hospital Rebagliati sugieren que, cuando una persona infectada con una enfermedad viral respiratoria usa
mascarilla, protege a los demás de infectarse porque evita que las gotas lleguen a otras personas.
En segundo lugar, cada miembro de la familia debe seguir implementando el lavado de manos y el
contacto con el jabón debe durar mínimo 20 – 30 segundos al entrar y salir de nuestro centro de estudio y
laboral, ya que está demostrado en los estudios que este protocolo de bioseguridad reduce la cuenta
bacteriana de la piel de 90 a 95% de los gérmenes que se encuentran en las manos contaminadas. Lavarse
las manos cuantas veces sea necesario constituye un hábito saludable, y una “vacuna” económica que está
al alcance de todos. . Por tal motivo, es necesario establecer estrategias para implementar programas de
orientación educativa en salud de carácter multidisciplinar, que contribuyan a mejorar este hábito en los
distintos ámbitos de la sociedad. El cumplimiento de las medidas adecuadas de higiene de las manos es
fundamental como cultura de prevención y es un hábito que debería impregnarse permanentemente en
nuestra sociedad y no acordarnos solamente de él cuando aparece un nuevo agente infeccioso como el
coronavirus o la Gripe española que azotó la humanidad años atrás. Según la Organización Mundial de la
Salud se recomienda las buenas prácticas de higiene, como el lavado de manos tras regresar a casa y al
manipular los alimentos, esta es una de las tres principales medidas de bioseguridad para evitar los
contagios de la COVID -19, enfermedad infecciosa que ha generado y continúa generando lamentables
consecuencias en la salud y vida de las personas.
En tercer lugar, es importante que todos continúen manteniendo el distanciamiento social obligatorio ya
que, a través del acatamiento de esta norma, se permitió regresar a las clases presenciales y retomar el
trabajo empleando un nuevo estilo de vida a la cuál no estábamos acostumbrados. Por una parte, se volvió
a la semipresencialidad en los colegios presentando desafíos muy significativos tanto para las familias
como para el sistema educativo, no sabemos cómo será este nuevo escenario, pero nos permite comenzar
una nueva realidad con el distanciamiento de un metro y tal vez en una posición mejor de la que teníamos
cuando inició todo. Por otro lado, el respeto por la distancia social generó que muchas personas regresen a
su ambiente laboral y a pesar de que no puede prevenir el 100% de los contagios, siguiendo esta simple
regla los individuos pueden jugar un rol crítico en disminuir la propagación del coronavirus.
En conclusión, reafirmo que, a pesar de los beneficios que nos brindan las vacunas, la mejor dosis para
vencer al virus somos nosotros a través de nuestras acciones para mitigar la pandemia empleando un
nuevo estilo de vida tales como el uso de mascarilla, la distancia social y el lavado constante de manos
evidenciándose estos tanto en la vuelta a las clases presenciales como en el ambiente laboral. Por ello, es
nuestro deber seguir manteniendo el don innato de la responsabilidad para respetar estas medidas tan
sencillas siendo necesario llevarlas al pie de la letra, el llamado que queremos hacer a los ciudadanos,
ante esta gigantesca pandemia que nos azota, es asumir una actitud responsable. Recordemos que el virus
COVID 19, siendo poderoso, tiene un lado débil y mortal: que depende de cada uno de nosotros para
movilizarse y multiplicarse. El reto queda planteado, la responsabilidad y vacuna de la enfermedad está
en nuestras manos.