Periodo Republicano La Educación en Venezuela
Periodo Republicano La Educación en Venezuela
Periodo Republicano La Educación en Venezuela
El tema de la educación como primer deber del gobierno surge aparejado al proyecto político de los
líderes de la Revolución de Caracas en 1810. Perseguía dicho proyecto la creación de un Estado
Soberano de corte republicano y la conformación de una sociedad democrática, siendo su objeto
procurar la felicidad del conjunto social, y del gobierno instituido asegurarla, “...protegiendo la
mejora y perfección de las facultades físicas y morales (del ciudadano), aumentando la esfera de sus
goces y procurándole el más justo y honesto ejercicio de sus derechos...”, que son “..La libertad, la
igualdad, la propiedad y la seguridad...”. Con esta preceptiva de la primera Constitución, se tocaba el
fondo del problema: que no es posible que subsista la libertad y se consolide la nueva condición
republicana en la ignorancia y dentro del clima espiritual que había conformado el absolutismo por
ésta razón los líderes de la Revolución de Caracas, en la Proclamación de los Derechos del Pueblo,
el 1 de julio de 1811, declaración que contiene elementos fundamentales de la ideología animadora
de la gesta independentista, expresan que la instrucción es necesaria y que la sociedad debe ponerla
al alcance de todos. Con semejante declaratoria se daba alto rango social a la educación como factor
modelador del temperamento republicano, y se la colocaba como institución política fundamental del
nuevo Estado/Esta valoración de la educación para crear y consolidar condiciones favorables al
nuevo orden social propuesto, se origina directamente del pensamiento ilustrado, que desde fines del
siglo XVIII encontró en Tierra Firme buena acogida en hombres como A. Valverde, Baltasar de los
Reyes Marrero, Juan Agustín de la Torre, Simón Rodríguez, Francisco de Andújar, Miguel José
Sanz, Juan Antonio Navarrete, que con sus ideas y proyectos durante aquellas décadas inmediatas al
19 de abril de 1810, contribuyeron a crear y a enriquecer el acervo educacional venezolano. Los
próceres entendían que una dificultad que obstaculizaba el proceso político independentista era la
huella que había dejado en el ánimo de los criollos los valores divulgados por el absolutismo; vale
decir, por la defectuosa educación que en opinión de Miguel José Sanz y de Juan Germán Roscio, se
había impartido en el país y a los malos hábitos que creaba una educación que ordenaba las
facultades humanas para vivir bajo la condición de vasallos. Juan Germán Roscio observó este
fenómeno de mentalidad desde el primer momento y en 1820 (27 septiembre) en carta al general
Francisco de Paula Santander, desde Angostura, se lamentaba que la ignorancia haya permitido que
España nos hostilice “...con gente americana, con provisiones americanas, con caballos
americanos, con frailes y clérigos americanos y con todo americano...” y como consecuencia de
ésta convicción, expresa que desde muy temprano se dedicó “...aunque con poco fruto, a la táctica
del desengaño...”. A la luz de este testimonio, se encuentra sentido al movimiento de animación
cultural y educacional realizado durante la Primera República. Entonces se entendió que la acción
educativa era tan amplia como lo exigía la necesidad y tomaba como sujeto de su interés a la
población en general. Por eso se valieron de la prensa (Gaceta de Caracas, Semanario de Caracas, El
Patriota de Venezuela, Mercurio Venezolano, El Publicista de Venezuela, El Patriota Venezolano, y
la edición de folletos y libros doctrinarios); se crearon o se estimuló la fundación de planteles
(Universidad de Mérida, Academia Militar de Matemáticas, Escuela Pública Náutica, cátedra de
Anatomía, Academia de Instrucción de nivel medio, cátedras de esgrima y baile, de dibujo y pintura,
y teatro); se proyecta la organización de una Biblioteca Pública y es notable la contribución de Juan
Germán Roscio para dotarla, así como la gestión en Londres para adquirir libros; y se orienta a las
Sociedades Patrióticas de Caracas, Valencia, Puerto-Cabello y Barcelona como centros de educación
cívica: Esta estrategia, obra de Roscio, era semejante a la diseñada en Francia en los días de la
Revolución donde “...a la par de las armas marchaban los instrumentos de persuasión (...) y todo esto
más que la guillotina de Robespierre, vino a fijar el sistema...”. Lamentablemente estas iniciativas
sucumbieron a la caída de la Primera República en 1812. Los españoles también eran conscientes del
valor de estos medios de persuasión y se conocen algunas medidas que tomaron para mantener la
lealtad de los criollos, como por ejemplo, la edición del Catecismo de Ripalda con los artículos
añadidos para la enseñanza pública, obra del arzobispo de Caracas Narciso CoIl y Prat; y la
disposición del Reglamento General de Policía, título III, que ordenaba la enseñanza de la Historia
de España, en todos los planteles educacionales porque es “...muy justo y necesario que los
españoles de ambos hemisferios conozcan todos desde la infancia la dignidad, virtudes y ventajas de
la Nación y Gobierno a que dichosamente pertenecen...”. Lo anterior significa que ambos bandos
apreciaban el valor de la educación como instrumento de persuasión. En el sector patriota, y
concretamente de Simón Bolívar, múltiples son los testimonios que señalan el peligro de la
ignorancia y la debilidad en que ésta había sumido a los criollos, así como la necesidad de
construirles una nueva mentalidad y disposición de ánimo para vivir en República. Viendo el
mensaje de Bolívar al Congreso de Angostura bajo tal perspectiva, se aprecia el cabal sentido de
aquello que expresa a los legisladores, cuando les manifiesta: “...Vuestra empresa es tanto más
ímproba cuanto que teneis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por
incentivos nocivos...” y profundizando en esta dirección, corona sus proposiciones de ordenamiento
político y administrativo, recomendando la constitución de un nuevo poder público, el Poder Moral
para que cuide de la primera educación del pueblo. Dentro de esta línea de crear las instituciones
educativas del nuevo Estado y de orientarlas a los fines republicanos, se seculariza la dirección de la
instrucción pública al decretar el 21 de junio de 1820 que el gobierno de los planteles cualquiera que
haya sido el origen de su establecimiento pertenece al poder público de la República.
En 1824 con la instalación de Joseph Lancaster en Caracas, Bolívar abriga la esperanza, de que con
la presencia de este notable educador se inicia la materialización de sus ideas, ya que ambos
coincidían en que la emancipación de las mentes, tarea que solamente la educación puede efectuar
“...es la única medida que al parecer falta para coronar las libertades con la plenitud de la gloria y el
honor...”. Para confirmar esta apreciación sobre la confianza de Bolívar en el poder de la educación
para producir cambios de mentalidad, es revelador el diálogo de Bolívar con Hiram Paulding en
junio de 1824:
“...yo he hecho establecer el sistema lancasteriano en toda Colombia, y eso solo hará a la
generación venidera muy superior a la presente...”.
b) Creación de los Colegios Nacionales: entre 1832 y 1842 el gobierno central decreta la fundación
de los siguientes colegios nacionales: el de Trujillo, 1832; el de Margarita, 1833; el de El Tocuyo
1833; el de Carabobo, 1833; el de Coro, 1833; el de Cumaná, 1834; el de Guayana, 1834; el de
Barquisimeto 1835; el de Maracaibo, 1837; el de Calabozo, 1839; el de Niñas de Caracas, 1840; y el
de Barcelona, 1842; estos colegios se fundaron sobre los bienes de los conventos extinguidos y con
el auxilio de un subsidio del gobierno central.
Durante estas 2 décadas la instrucción vive 2 momentos diferentes: el uno, decadente; el otro, con
Antonio Guzmán Blanco, de repunte y ascendente. En cuanto al primer momento el Secretario de
Fomento en la Exposición que hace en la Asamblea Nacional de Venezuela en 1863, no refiere
ninguna actividad relacionada con la instrucción pública popular, como si ésta hubiese desaparecido.
Y en materia de educación superior, refiere algunas medidas superficiales “...para reparar las cosas
al estado que tenían el 15 de marzo de 1858...”, pues “la mano atentatoria de dos dictaduras”, decía,
lo había trastornado todo. Entre estas medidas cabe citar las que dispensan las faltas y notas penales
en que habían incurrido los alumnos de las Universidades de Caracas y Mérida, como consecuencia
de los acontecimientos políticos y militares ocurridos durante la Guerra Federal. La radiografía sobre
el estado del país y de su educación durante aquellos días, se puede apreciar en el intercambio de
cartas entre el Rector de la Universidad de Mérida y el Ministro de Fomento. En efecto, el Rector
por comunicación del 15 de julio de 1863 solicita al gobierno el pago de parte de lo que se adeuda a
la Universidad desde 1848, y expresa a renglón seguido que “...tan benéfico plantel se ve próximo a
expirar participando en mucho de la miseria espantosa que caracteriza la presente época...”. El
Ministro expresa al Rector, el 17 de septiembre de 1863, que “...le causa extrema pena, no poder
disponer inmediatamente que se le abone el todo o parte de lo que se le adeuda...el gobierno ve y
palpa lo que pasa y no puede poner remedio inmediatamente a los males, porque ésos provienen de
la guerra, y la guerra amenaza todavía con todas sus calamidades...”. No obstante lo anterior, al
final de la misma década, en 1868, el ministro de fomento Nicanor Borges reactiva algunas
iniciativas, siendo la más importante la presentación al Congreso de un proyecto de ley sobre
instrucción pública que indudablemente contribuyó, junto con otras iniciativas expresadas en los
periódicos y en otras tribunas, a crear condiciones para fecundar la iniciativa que aparece 2 años más
tarde, La promulgación del decreto del 27 de junio de 1870 por universalizar la educación primaria
en forma gratuita y obligatoria. En cambio en la década de 1870, si bien las luchas y revoluciones no
se erradican del panorama nacional, una nueva tónica muy favorable a la educación se manifiesta a
nivel gubernamental, de modo que en 1873 se expresaba, lo que era voz pública, que la educación
“...como asunto de interés nacional no había ocupado en Venezuela la atención de ningún gobierno
anterior al presente...J Este esfuerzo cumplido consagra al presidente Guzmán Blanco como el
creador de la escuela pública nacional; y se materializa al final del Septenio, en 1877, con la cifra de
1.146 planteles y una matrícula de 52.191 alumnos, y crea las condiciones necesarias para r2”de
mayo de 1881 aparezca en el cuadro de la administración pública un nuevo Ministerio, el de
Instrucción Pública, cuya creación se justificaba “...para atender con singular esmero al desarrollo de
las ramas que la componen, imprimir mayor impulso a sus fuerzas generadoras, levantar más aún los
resultados adquiridos, y hacer más rápida, vigorosa y expedita la acción del gobierno federal en la
extensa esfera de la enseñanza que o se difunde n la República./Mucho (decía el ministro ni al Domi
nici a andado en este camino desde aquellos tiempos, en que el Poder Nacional contribuía con una
pequeñísima suma, de ordinario insegura, para sostener algunos colegios en las antiguas provincias,
en que la instrucción científica estaba como clausurada en las Universidades de Caracas y Mérida, y
en que la instrucción primaria, reducida a los más elementales rudimentos, se ofrecía apenas en
algún plantel municipal o particular, únicos gérmenes del porvenir, conservados con duros
sacrificios y sujetos a desaparecer las más de las veces con las vicisitudes de la política en la
inclemente atmósfera de nuestras pasadas guerras intestinas...”. En cuanto a la Universidad, no
obstante el problema de sus fincas, recibió impulso renovador con las iniciativas de Adolfo Ernst y
de Rafael Villavicencio.
Al analizar el proceso de formación del sistema educativo venezolano, se evidencia que las
vicisitudes del mismo han ido aparejadas a las propias del devenir político, las contingencias de éste
han repercutido muy sensiblemente en el cuerpo educacional y dej.do profundas huellas. Con
Guzmán Blanco el fomento de la instrucción popular, con las limitaciones que existían se siente;
pero en la medida en que se eclipsa del cielo político su figura, también se debilita el esfuerzo en pro
de la instrucción, como si la suerte de la instrucción estuviese unida a la suerte del caudillo. En
marzo de 1884 al finalizar su mandato, Guzmán Blanco deja una inscripción de 92.661 alumnos que
acudían a 1.778 planteles populares.
A Guzmán Blanco le sucede Joaquín Crespo para el bienio 1884-1886, y este mantiene en materia de
política educacional, la misma tendencia que se observa en el Quinquenio, cumpliendo de esta
manera la promesa de lealtad política al jefe del Partido Liberal. Una iniciativa que se pone en
funcionamiento en aquel bienio fue la Escuela Politécnica “...con el propósito de imprimir a la
instrucción un giro eminentemente práctico que asegure el más pronto desarrollo de intereses
industriales del país...”. A nivel de la educación universitaria, se exhibe la habilitación o acreditación
de estudios realizados al margen de las formalidades pedagógicas tradicionales, primera experiencia
en el país de la hoy llamada “educación a distancia” o “abierta”. Para apreciar el estado de la renta
de la instrucción pública, es significativo recordar que en 1885 el gobiern6de Crespo acudió a la caja
de la renta de instrucción para obtener el crédito que le permitiera sostener parte de la movilización
militar que requería para sofocar una nueva intentona revolucionaria, y dentro de esta compleja
situación político-militar el ministro de Instrucción Pimentel expresaba que el ramo no sólo se había
conservado sino que había hecho progresos notables. En efecto, el número de escuelas primarias en
1885, había ascendido a 1.934 con una matrícula de 96.868 alumnos.
Este ritmo ascendente corre peligro en 1888 cuando el presidente Juan Pablo Rojas Paúl no incluye
entre sus objetivos de política el tema de la educación; sin embargo su Ministro de Instrucción
Pública expresará que entre los asuntos preferentes del nuevo gobierno está el de atender “. . .la
libérrima institución que fundara el General Guzmán Blanco con su inmortal decreto de 27 de Junio
de 1870...”, lo que se hermana con la disposición del presidente Rojas Paúl de “...traer a la
Universidad la ciencia moderna, cueste lo que costare, y deducir de ella todas las aplicaciones
fecundas que pueda ofrecer para complementar nuestro progreso intelectual, moral y material...”.
Durante 1889 se consumará el “entierro político de Guzmán”, y es el momento cuando aparece una
juventud ilustrada, y políticamente animada que dama por un nuevo estado de cosas. Fue un año de
lucha política continuada al extremo que el presidente Rojas Paúl al engolfarse en la crisis abandona
la atención de otros sectores de la administración, y lo reconocerá al expresar que la instrucción
pública si bien requiere de una reforma total, otros asuntos han requerido la atención del gobierno y
“...no ha podido como quería, llevar a cabo aquella reforma. Alguno de los Presidentes, dice, que me
suceda será más afortunado en este particular...”. Este deseo de buena fortuna no tuvo resonancia, y
la educación queda como a la espera; otro es el interés que concentra la atención de los políticos. A
partir de este momento la educación venezolana acentuará su paso vacilante, como lo hace el cuerpo
social venezolano.
En 1908, con el arribo del vicepresidente Juan Vicente Gómez al poder éste designa a Samuel Darío
Maldonado para ocupar el Ministerio de Instrucción, quien al iniciar una etapa con otras
características, pone fin al ciclo guzmancista en la educación venezolana. Durante este nuevo ciclo
que se inicia en 1908 y concluye en 1935 se realizan esfuerzos dirigidos a la organización de la
escuela graduada, a la conformación definitiva de la educación secundaria, a la uniformidad del
régimen de estudios por la puesta en vigencia de planes y programas, a la institucionalización del
Estado-Docente, a iniciar la educación pre-escolar, las edificaciones escolares y la extensión
universitaria, que son medidas que perfilan la estructura del actual sistema educativo venezolano.
Estos esfuerzos se procuran dentro de un criterio restringido de expansión educacional.
La materialización de estos proyectos se inició de tal modo, que el presidente Rómulo Gallegos dirá
ante el Congreso el día 29 de abril de 1948, que es “...justicia reconocer que el régimen político
iniciado en el octubre revolucionario encontró en materia de educación nacional buena obra ya en
marcha...” El presidente Gallegos, como educador que era, llega a la Presidencia de la República
con grandes compromisos para con la educación y promete hacer de ésta, junto con la sanidad y con
el abastecimiento la “...preocupación predominante, una y trina...” del gobierno porque, decía, las
deficiencias en estos aspectos “...han quebrantado la salud y el vigor de la Nación...”. Durante el
trienio 1945-1948 se hicieron esfuerzos importantes para universalizar la educación y mejorar su
calidad, a través de una nueva estructuración del sistema educativo, en base a la tesis de la escuela
unificada, animada por el ministro Luis Beltrán Prieto Figueroa, que se tradujo en una Ley Orgánica
de Educación aprobada en 1948. Se dictó el estatuto orgánico de las universidades, paso importante
para conformar en el país un subsistema de educación universitaria, al definir la función universitaria
como una en toda la Nación. Lamentablemente este esfuerzo educacional del trienio no fructificó,
pues se fecundaba en medio de radicalismos conceptuales, que restaron impulso a la obra y
menguaron sus resultados, y al fin un golpe de Estado, a finales de 1948, interrumpió el proceso
iniciado. Como consecuencia de la expansión educacional del trienio, nuevos docentes sin los títulos
correspondientes se incorporaron al magisterio, lo que obligó a proyectar políticas de
profesionalización para mejorar la calidad del servicio.
El año 1957 concluye con un déficit escolar desalentador, que el gobierno del presidente Rómulo
Betancourt afrontará, de modo que al verse satisfecha la meta prevista para fines de 1959, el ministro
Rafael Pizani expresa “...ya hemos logrado ser millonarios en escolares...”. Al observar el proceso
evolutivo del sistema educativo durante estos últimos 25 años, se aprecia en primer término que el
mismo se desenvuelve sobre un escenario político homogéneo, cual es la plena vigencia del sistema
democrático, y que si bien se han alternado en la dirección política del Estado, partidos políticos de
distinto signo ideológico, la pasión por la educación los ha identificado y los esfuerzos en este
sentido han sido creciente.
La estadística señala que para el año escolar 1982- 1983, Venezuela tiene en funcionamiento 15.950
planteles (13.997 oficiales y 1.953 privados) con una matrícula de 4.746.037 alumnos (4.077.750 en
los planteles públicos y 668.287 en los privados); atendidos por 207.721 docentes (174.073 oficiales
y 33.648 privados). El esfuerzo del Estado ha sido respaldado para el mismo año por un presupuesto
legislativo por el orden de Bs. 15.595.000.000. El esfuerzo cuantitativo indicado ha sido
acompañado de importantes reformas cualitativas que se han referido a todos los aspectos del
sistema educativo, pero con limitado rendimiento.
Una nueva Ley Orgánica de Educación, promulgada en julio de 1980 por el presidente Luis Herrera
Campins, contiene las directrices ordenadoras del sistema.
Publicado por grafimania1970