Drácula (El Ateneo)
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A mi dulce y paciente Anne.
A mi querida Melissa.
A mi amada familia.
A Maya, por sus buenos consejos.
A Aude, a quien nunca podré agradecer lo suficiente.
D. M.
Dedico este libro a Marine, en cuya larga cabellera me inspiré para retratar a la bella Mina.
A mi familia y a todos aquellos que me acompañaron y apoyaron durante la creación del libro.
Agradezco especialmente a Maya y a Priscilla, sin quienes este Drácula no hubiera podido
salir de su misterioso castillo.
F. J.
Título: Drácula
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Título original: Drácula
Autor: Bram Stoker
Adaptación: Dominique Marion
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Ilustraciones: Jérémie Fleury
Traducción: Marcela García Henríquez de Sury
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Diseño de la presente edición: Boutique Editorial – www.boutiqueeditorial.com
© Éditions AUZOU, París (Francia), 2012, Drácula
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ISBN 978-950-02-0819-2
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Patagones 2463 - (C1282ACA) Buenos Aires, Argentina
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Tel.: (54 11) 4943-8200 Fax: (54 11) 4308-4199
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E-mail: [email protected]
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Impreso en Triñanes,
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Charlone 971, Avellaneda,
provincia de Buenos Aires,
en noviembre de 2014.
Stoker, Bram
Drácula / Bram Stoker ; adaptado por Dominique Marion; ilustrado por Jérémie Fleury. - 1a ed. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. : El Ateneo, 2014.
38 p. : il. ; 34x30 cm.
1. Narrativa Infantil y Juvenil Irlandesa. I. Marion, Dominique, adapt. II. Fleury, Jérémie, ilus. III. García
Henríquez de Sury, Marcela, trad. IV. Título.
CDD Ir823.928 2
DRÁCULA
Adaptación de Dominique Marion
Basado en la novela de Bram Stoker
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o habitación de institutriz,
Aquel día, asomada a la ventana de su
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la bella Mina estaba pensativa. NubesE bajas vagaban por el cielo,
i l e z sobre los techos de Londres.
y sombras de gran tamaño
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En la calle de tierra, n t
los
bailaban
carruajes se cruzaban levantando polvareda.
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—¡Eh! —gritó el cartero, al pie del edificio—.
¡Carta para la señorita Mina... desde Transilvania!
—¡Eh! —respondió la joven, sonriendo—. ¡Y gracias, muchísimas gracias!
Mi bien amada, cada día transcurrido aquí parece más largo sin su compañía.
Estas tierras exóticas, desde Munich hasta Budapest; estas coloridas casas; estas
personas, tan despreocupadas y supersticiosas, han superado mis expectativas.
Me siento solo, pero debo cumplir con mi trabajo de abogado del conde Drácula.
Ansío reencontrarme con usted, y así sorprendernos juntos.
Pienso en usted en todo momento; sepa que la extraño mucho.
Mina dio algunos pasos de baile, ¡el día le pareció, de repente, más llevadero!
Comenzó a escribir una carta para su amiga, Lucy Westenra, a fin de contarle
las últimas novedades.
Mientras tanto, en Transilvania, Jonathan, dentro de un carruaje que se bamboleaba
debido a los baches del camino, intentaba escribir en su diario de viaje.
El paisaje ahora había cambiado mucho. Las alegres ciudades habían dejado lugar
a austeros poblados, donde las personas se escondían detrás de persianas cubiertas
con dientes de ajo y con crucifijos.
En el último relevo, se subió a la enorme carroza negra del conde Drácula, conducida
por un hombre sombrío que escondía su rostro, bajo las miradas aterrorizadas de
los habitantes del lugar. Jonathan comenzaba a sentirse incómodo: algunos lobos de
un color gris casi negro parecían acompañarlos, escondiéndose en los bosques que
bordeaban el camino.
Poco a poco, el castillo del conde Drácula comenzaba a oscurecer el horizonte...
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Hacía ya varias semanas que Jonathan había llegado a la casa del conde.
En su habitación, proseguía febrilmente su diario.
El conde Drácula posee una piel que se asemeja al mármol, manos de dedos largos,
cual garras, y un bigote victoriano que no logra esconder sus dientes afilados.
He comido varias veces junto a él, sin haberlo visto nunca probar bocado.
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He venido hasta aquí para negociar, en su representación, una casa que desea comprar
en Inglaterra. Creía estar haciendo bien. Desgraciadamente, es un personaje extraño
y aterrador: ¡lo he sorprendido descendiendo por las paredes del castillo como si fuera
un lagarto! Duermo mal aquí, tengo sueños aterradores. Siento que he caído en una trampa,
sobre todo, desde que mis pertenencias desaparecieron misteriosamente. Creo que, en este
momento, está partiendo hacia Inglaterra; escucho que están llenando cajas con tierra.
¿Qué extraño mal está tejiéndose aquí?
Mi querida Lucy:
Me reuniré con usted en Withby.
Ya no soporto esta soledad
acompasada con las visitas
del cartero. Cada día, pasa
a saludarme, vistiendo
su pantalón de tiro alto,
pero, bajo su sombrero
de copa, su sonrisa se
desvanece; aún no tiene
noticias de mi Jonathan...
Mina
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El caso de R. M. Renfield me intriga. Por tener reacciones violentas, se lo ha aislado en una habitación especial del asilo.
Se alimenta de moscas, lo cual es bastante desagradable. He intentado conversar con él, pero solo repite estas palabras:
«Está llegando, el amo está llegando». No sé qué puedo hacer para ayudar a este desdichado.
El médico apaga la máquina. Sobre su atestado escritorio, el Dailygraph anuncia una noticia un tanto extraña:
«El barco ruso Deméter llegó al puerto sin ningún tripulante, a excepción de su capitán, quien estaba muerto y atado al timón.
Mientras la gente intentaba abordar el navío, se vio a un lobo escapar de este. En el cuaderno de bitácora, se describe a un
monstruo que habría devorado a la tripulación. En estos últimos días, hemos lamentado la aparición de varias posibles
víctimas de la bestia en la región. ».
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Bronceadas por el sol del verano, Mina y Lucy se pasean por los jardines
y conversan como buenas amigas que son. Lucy, preocupada desde hace
unos días, le confiesa a Mina haber visto, en reiteradas ocasiones, un par
de «ojos rojos» observándola.
Por la noche, Mina sale a caminar bajo el claro de luna. Al llegar al patio
central, sorprende a una forma inclinada sobre el cuerpo inanimado de
su amiga Lucy, recostada sobre un banco. Mina grita «¡Auxilio!, ¡Auxilio!»,
y logra que la criatura se aleje.
Al día siguiente, Lucy despierta enferma. Los dos puntos rojos en su cuello
parecen ser la causa. Desconcertado, el doctor Seward envía un telegrama
a su amigo, el doctor Van Helsing, pidiéndole ayuda.
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Semanas más tarde, Mina al fin recibe noticias de Jonathan: ¡estuvo
internado en un hospital de Budapest! Entonces, la joven decide ir hasta
el barco donde su novio se encuentra. En la pequeña cabina que ocupa,
acaricia con ternura su frente.
—Me has hecho tanta falta, Jonathan, que creí perderte.
No volvamos a separarnos, ¡prométemelo!, y, por favor, ¡casémonos,
ahora mismo!
Con una sonrisa, Jonathan desliza el anillo en el dedo de Mina.
Apenas unos días más tarde, los nuevos esposos regresan a Inglaterra.
Al fin, Jonathan se siente listo para enfrentar al conde Drácula.
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El verano llega a su fin en Withby. En la casa de Lucy, el doctor
Seward continúa grabando sus informes en un gramófono.
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Los cuatro hombres bajan la cripta donde descansa Lucy. En medio de telas de araña,
abren el ataúd. De pronto, Lucy despierta e intenta morder a Arthur Holmwood,
quien empuña la estaca y pone fin a los tormentos de la joven.
Al fin, ha sido liberada del vampiro.
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Mina y yo nos hemos enterado, a nuestro regreso, de la brutal desaparición de Lucy. ¡Juro aquí mismo
reencontrarme con el conde y hacerle pagar por los crímenes cometidos! Mina se ha dirigido de inmediato
al asilo de Withby, invitada por el estimado doctor Seward, quien parece quebrantado por estos últimos
acontecimientos. Al parecer, uno de sus pacientes, conocido como R. M. Renfield, estaría vinculado
con Drácula, a quien llama «el amo».
Transcurridos varios días, el doctor Seward enciende el gramófono
para grabar un nuevo informe:
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Mina, Jonathan y sus compañeros están
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y formó una gran espiral negra que ascendió y se dispersó
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en las laderas de la montaña. Por desgracia, el pobre Quincey
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perdió la vida en la lucha, pero salimos victoriosos.
¡El conde ya no existe!
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Nueve años más tarde...
Mina, Jonathan y su hijo Quincey
pasean por las montañas de
Transilvania. Han regresado para
visitar la región, felices en medio
de esos inmensos paisajes arbolados.
Intentan olvidar esta triste historia.
Los lugareños han vuelto a sonreír y ya
no
temen salir de sus casas. Han vuelto a pin
tar
las paredes y ventanas de sus moradas, est
a vez,
con colores vivos. Jonathan lleva su diario
en la mano, y murmura al oído de Mina
:
—Quien lea estas palabras, seguramente
, no podrá creerlas...
Me hubiera gustado que también para no
sotros
no fuera más que una historia increíble
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