Cuestiones de Género en Dos Filmes Hispanoamericanos Recientes: de Renate Costa Y de Mariana Rondón
Cuestiones de Género en Dos Filmes Hispanoamericanos Recientes: de Renate Costa Y de Mariana Rondón
Cuestiones de Género en Dos Filmes Hispanoamericanos Recientes: de Renate Costa Y de Mariana Rondón
UDC: 791.43:305(460)
DOI: https://doi.org/10.18485/beoiber.2017.1.12
Nicolas Balutet1
Universidad de Toulon
Francia
Resumen
Este artículo propone un análisis de dos filmes hispanoamericanos recientes: 108. Cuchillo de palo
(2010) de la documentalista paraguaya Renate Costa y Pelo malo (2013) de la directora venezolana
Mariana Rondón. Partiendo del documental en el que confluyen historia familiar e historia colectiva, se
ofrece un breve repaso de la represión anti-homosexual del gobierno de Alfredo Stroessner, antes de
mostrar cómo las dos obras tratan del tema de la búsqueda identitaria de los dos protagonistas, Rodolfo
Costa, el tío de Renate Costa, y Junior, un niño de nueve años que sueña con tener el pelo liso en la
película de Mariana Rondón. Si algunos consideran la actitud de ambos personajes como «anormal» por
trasgredir las normas heteropatriarcales vigentes en Paraguay y Venezuela, nuestro artículo expone que los
dos principales detractores, el hermano de Rodolfo Costa y la madre de Junior, tampoco obedecen
completamente a los códigos normativos de su sociedad respectiva. Por fin, la última parte muestra que los
dos filmes, aunque se focalizan en el tema de la tolerancia, formulan finales distintos: al contrario de 108.
Cuchillo de palo, la esperanza parece ausente en Pelo malo.
Palabras clave: cine hispanoamericano, homosexualidad, género, trasgresión, tolerancia.
Abstract
This article proposes an analysis of two recent Hispanic American films: 108. Cuchillo de palo
(2010) by Paraguayan director Renate Costa and Pelo malo (2013) by Venezuelan director Mariana
Rondón. Starting from the documentary in which family history and collective history converge, a brief
review of the anti-homosexual repression of the government of Alfredo Stroessner is presented, before
showing how the two works deal with the subject of the identity search of the two protagonists, Rodolfo
Costa, the uncle of Renate Costa, and Junior, a nine-year-old boy who dreams of having smooth hair in
Mariana Rondón’s film. If some consider the attitude of both characters as «abnormal» because they
transgress the heteropatriarchal norms in force in Paraguay and Venezuela, our article states that the two
main detractors, Rodolfo Costa’s brother and Junior’s mother, do not completely obey the normative
codes of their respective society either. The final section shows that the two films, although they focus on
the subject of tolerance, formulate different endings: in contrast to 108. Cuchillo de palo, hope seems
absent in Pelo malo.
Key words: Hispanic American cinema, homosexuality, gender, transgression, tolerance.
Si bien la historia familiar está muy presente en la primera obra de Renate Costa,
rápidamente entra en contacto con la historia colectiva de Paraguay, marcada por los 35
años de la dictadura del «tiranosaurio» Alfredo Stroessner (1954‒1989) y la represión que
cae sobre la población paraguaya. Nada más llegar al poder gracias a un golpe de Estado
contra el presidente Federico Chaves, el «Líder Supremo», el «Conductor Genial», el
«Héroe del Chaco» (algunos de los apodos que recibe el dictador) toma medidas que
instauran un régimen de terror. Suspende las libertades, manda a perseguir, encarcelar y
torturar a los opositores, ofrece asilo a algunos criminales nazis como Adolf Eichmann o
Josef Mengele, se lanza en el contrabando masivo de productos de exportación y el
tráfico de droga, etc. (García Alvarado y Gutiérrez Puebla 1988; Riado 1992; Rudel 1990).
Gracias a la red de pyragües, es decir, un sistema de espías (familia, amigos, vecinos, etc.)
encargados de denunciar a quienes critican al régimen o desvían de sus normas, los
paraguayos acaban encerrándose en el silencio. Es esta autocensura la que constituye, a mi
parecer, el aspecto sobresaliente de 108. Cuchillo de palo y más aún porque aborda el
tema de la homosexualidad como indica el número 108 del título que, en Paraguay,
remite a esta orientación sexual desde finales de los años 19503.
El 1° de septiembre de 1959, un famoso locutor de Radio Comuneros, Bernardo
Aranda, 25 años, es encontrado calcinado en su lugar de trabajo. La policía orienta sus
investigaciones hacia un crimen pasional y realiza una redada de 108 presuntos
homosexuales, cifra no comprobada que da el periódico paraguayo El país en su edición
del 11 de septiembre: «108 personas de dudosa conducta moral están siendo interrogadas.
Intensa acción policial. Esperan resultados» (Augsten Szokol 2013: 24). Jesús Martínez
Oliva (2016: 57) recuerda que las personas detenidas hubieran sido paseadas «por la
famosa calle Palma en el centro de la ciudad de Asunción, desnudos, rapados, cargando
piedras en la espalda y recibiendo insultos y escupitajos a su paso» y desterradas de sus
lugares de trabajo. Si Erwing Augsten Szokol pone en duda la veracidad de esta
información con argumentos convincentes (2013: 45‒46), a partir de este momento,
gracias a los periódicos progubernamentales, se desata una amplia campaña que
criminaliza la homosexualidad como trasparece, por ejemplo, en el fragmento siguiente
de El País (22 de septiembre de 1959):
3 Rocco Carbone (2015: 365) afirma que, antes de esta fecha, se asociaba el número 13 a la
homosexualidad. En este contexto, la revelación de la homosexualidad de Rodolfo Costa en el
decimotercer minuto del documental no puede ser una casualidad [00:13:29].
4 Sobre el caso Aranda, léase Carbone (2014; 2015: 364‒365), Castanon Akrami y Le Vagueresse (2014:
La búsqueda identitaria
Para poder ser quien quiere de cara a su familia a la que no abandona exiliándose
como muchos otros homosexuales, Rodolfo Costa no tiene más remedio que crearse otra
identidad, otra vida. Es así como utiliza el apodo de Héctor Torres cuando toma clases de
baile [00:20:37 > 00:21:00; 00:25:39 > 00:25:46] y trabaja en un cabaret por la noche.
De identidad se trata también en Pelo malo (2013) de Mariana Rondón6. En la Venezuela
de finales del chavismo, el joven Junior, nueve años, alto y delgado, con el pelo rizado y
encrespado, sueña con tener el pelo liso para parecerse a sus ídolos de la canción
[00:22:00 > 00:22:50]. Junto con su amiga regordeta que quiere encarnar a una Miss en
la foto de vuelta al cole [00:11:58 > 00:13:13], Junior intenta alisarse el cabello con todo
lo que está al alcance de la mano (mayonesa [00:56:57 > 00:58:00], aceite [01:14:49 >
01:15:20], etc.). Su gesto al parecer anodino tiene, sin embargo, una profunda
significación identitaria, al mismo tiempo étnica y sexual.
Como recuerdan Michel Odoul y Rémi Portrait (2015: 13), el cabello es una parte
integrante de la realidad física de una persona y, como tal, cada cultura le asocia diversas
virtudes, poderes o defectos. En el mundo occidental, el mito bíblico de Sansón muestra
que el pelo masculino simboliza la fuerza y la virilidad: la pérdida del cabello cortado por
Dalila en este relato, idéntica a una castración simbólica, no sólo humilla sino que quita su
poder al hombre. También es de suma importancia la manera de llevar el pelo que, a
ejemplo de la ropa, delimita en la cultura occidental la barbarie y la civilización (Auzou y
Melchior-Bonnet 2001: 24): una cabellera hirsuta sería una señal de bestialidad, de
salvajismo, de insumisión, de transgresión, etc. (Sméralda 2004: 61; Bromberger 2010:
155, 161; Auzépy 2014: 74, 81). Debido a esta visión del pelo, los europeos, en el
momento de la conquista del continente americano y durante el posterior período
colonial, van a desacreditar a las poblaciones indígenas y, sobre todo, con la trata
desaparición de 500, los miles de presos políticos y exiliados (Martínez Oliva 2016: 55).
6 De aquí en adelante, todas las citas proceden de Rondón (2014).
negrera, a los negros y su cabello encrespado (Tilles y Gründ 2013: 81). Aunque se
sirvieron de este estigma discriminatorio como un nuevo estandarte de la lucha por sus
derechos, los movimientos identitarios negros de los años 1960‒1970, principalmente en
los Estados Unidos, difícilmente lograron borrar la idea en el subcontinente
hispanoamericano de que la belleza y el prestigio social consisten en tener el pelo liso
(Godeau 2002: 98; Sméralda 2004: 8‒9, 15, 67, 98, 153; Bromberger 2010: 143). La
expresión «pelo malo», que sirve de título a la película, bien lo demuestra. Utilizada en la
zona caribeña principalmente, sigue perpetuando criterios racistas al discriminar a quienes
tienen este tipo de cabellera.
Frente a esta situación, Junior podría manifestar la voluntad de hacerse más guapo.
Sin embargo, se alisa el pelo a escondidas de su madre. ¿Por qué actúa así? La razón
esencial procede del hecho de que el cabello sea una instancia simbólica de lo femenino,
relacionada a menudo con la seducción (Sméralda 2004: 47; Messu 2013: 93; Ribeiro
Barreto 2015: 12). Sin que entienda del todo las implicaciones de su gesto, Junior siente
que está trasgrediendo una norma cultural implícita que cuestiona su masculinidad y, de
manera subyacente, lo remite a la homosexualidad. En la película, otros elementos
refuerzan la supuesta inclinación sexual latente del niño. No juega al baloncesto con los
demás niños [00:13:57 > 00:14:20; 00:30:48 > 00:31:03; 00:35:49 > 00:36:50;
00:49:09 > 00:49:41] sino con muñecas con su amiga rechazada por todo el mundo
[01:04:40 > 01:05:39] ve los programas de Miss [00:10:20 > 00:11:09; 00:31:52 >
00:32:00] o de música y baile [00:36:50 > 00:37:11], orina sentado [00:28:26 >
00:28:54] y espía a Mario, un joven que se encarga de un quiosco y le ofrece cajas de
cerillos [00:14:07 >00:14:20; 00:18:26 > 00:18:54; 00:31:03 > 00:31:49; 00:35:49 >
00:36:50; 00:49:09 > 00:49:41] y, más tarde, le presta su sudadera [00:58:52 >
00:59:23]. Carmen, la abuela paterna de Junior, alienta su comportamiento para que no
tenga el mismo fin que su padre, matado supuestamente durante un ajuste de cuentas de
pandillas, o, de manera más egoísta para que tenga a alguien que cuide de ella [00:20:57
> 00:21:44; 01:03:16 > 01:03:36]. La abuela alisa el pelo del nieto con un secador
[00:23:12 > 00:23:33; 00:24:08 > 00:24:18], bailan juntos [00:39:12 > 00:40:06],
escuchan música kitsch [00:38:26 > 00:40:14], le confecciona un traje parecido al de
Henry Stephen [00:38:06 > 00:38:26; 00:45:26 > 00:45:54; 00:52:23 > 00:53:53],
cantante venezolano popularizado en los años 1970 por su versión en español del hit
brasileño Meu limão, meu limoeiro7, un traje que Junior acaba rechazando por parecerse
demasiado a una falda [00:53:16 > 00:53:53 ; 01:01:58 > 01:02:14], etc.
La trasgresión genérica
La segunda parte del título del documental, que recuerda el refrán En casa del
herrero, cuchillo de palo, ilustra la misma idea. Esta sentencia significa que a menudo falta
algo en un lugar donde debería ser fácil o natural encontrarlo. Por otra parte, alude al
hecho de que los hijos no hagan el mismo trabajo que sus padres. Aquí, no sólo evoca
directamente la profesión del abuelo, del padre y de los hermanos Costa sino que
refuerza también la marginalidad de Rodolfo por apartarse de la tradición familiar
[00:07:40 > 00:07:43] y preferir ejercer secretamente de bailarín, una ocupación vista
como «femenina» respecto a la dureza «masculina» de la herrería.
8 Por otra parte, parece que Mirtha Costa ha «trasgredido» también otro tabú de la sociedad
paraguaya, es decir, el aborto. En efecto, dos planos muestran la lámpara encendida de un consultorio
médico y una mujer médica o dentista mientras se escucha el comentario siguiente: «[…] soñaba con tener
una hermanita» [01:18:26 > 01:18:36].
En Pelo malo, la violencia materna puede sorprender tanto más cuanto que la
actitud de Junior quizás traduzca nada más la voluntad de acercarse a Marta y llenar el
vacío afectivo que siente, buscar en Mario a una figura sustitutiva del padre ausente. En el
dossier de prensa francés, Mariana Rondón explica que numerosos espectadores criticaron
el comportamiento de la madre pero, para la directora, su actitud sólo demuestra el amor
que siente hacia su hijo:
Es dura porque quiere a su hijo, quiere protegerlo. Hace lo que piensa ser mejor
para él. Teme que Junior sufra por ser diferente. Corresponde muy poco a lo que
se pide a los hombres en esta sociedad machista donde hay que prestar atención a
la imagen que se envía. Quiere advertirlo. […] Marta quiere ayudar a su hijo para
que sobreviva en un mundo hostil, pero no tiene los recursos intelectuales y
emocionales para hacerlo, entonces lo hace con la fuerza, sin ninguna psicología.
(Anónimo 2013)
enganchada luego en los cables eléctricos de la calle [00:52:32 > 00:53:42], no sólo
sugiere el encierro de Rodolfo y «su incapacidad a seguir su propio camino para huir de la
familia, del barrio, de la ciudad y del país» (Castanon Akrami y Le Vagueresse 2014: 346)
sino también el propio encierro de Pedro en sus certezas. En Pelo malo, si Marta quiere
que Junior corresponda a las expectativas de su género, es decir, que demuestre su
virilidad, ella también, de manera algo irónica, trasgrede las suyas: se masculiniza a través
de su trabajo de vigilante [01:17:38 > 01:18:05 ; 01:20:28 > 01:20:48 ; 01:21:11 >
01:21:37] o cuando se acuesta con su vecino mecánico al que domina en el acto sexual
[00:41:10 > 00:45:26]. Pero, al contrario de Junior, esta transgresión femenina no parece
plantear problemas: en la sociedad venezolana actual, las mujeres están acostumbradas a
desempeñar todos los papeles frente a la ausencia de los hombres en el seno del hogar,
una situación que la película evoca perfectamente.
En esta indagación, Renate Costa puede contar ante todo con el valor de los
primeros oprimidos, es decir, los homosexuales y los travestís. No sólo algunos de ellos
llevan una voz al organizar una pequeña gay pride [00:25:47 > 00:26:56] –en este caso,
Renate Costa no se atreve a hablar con los participantes, ¿otra manifestación de
autocensura? [00:26:50 > 00:26:56]–, sino que algunos de los testimonios más
informativos proceden de homosexuales [00:22:40 > 00:25:47; 00:31:13 > 00:32:50;
00:53:46 > 00:59:26; 01:08:00 > 01:13:00] o de la famosa transexual paraguaya Liz
Paola, una pionera de la lucha por los derechos de las personas LGBT. A pesar de que le
cuesta revelar todo lo que sabe, alegando que son cosas del pasado [00:39:03 >
00:39:05], concede dos entrevistas a la directora, la primera delante de la discoteca gay
de Asunción cuyo nombre, el Trauma, es revelador del ambiente de plomo del país
[00:30:43 > 00:30:46], la segunda, en la calle donde se prostituye [01:04:32 >
01:08:00]. Liz Paola es la primera en describir a Rodolfo de manera conmovedora. Lo
recuerda llorando, evoca su generosidad porque le había comprado las hormonas que
necesitaba en su cambio de género, manifiesta un verdadero y sincero pesar por su
muerte [00:36:16 > 00:39:27].
Este relato emocionante constituye un fragmento más en el retrato de Rodolfo que
intenta hacer Renate, un retrato que parece condenado a las elipsis y a las alusiones, a
ejemplo de este espejo roto utilizado por Pedro para afeitarse [00:06:00 > 00:06:24]. A
pesar de las lagunas, los microrrelatos de los diversos entrevistados cumplen una función
decisiva: desenterrar el pasado, enfrentar los traumas de la dictadura, negarse a seguir
olvidando. Renate Costa alude a este objetivo en las primeras imágenes y palabras del
documental: «Asunción, una ciudad que le da la espalda al río. Me gusta mirar la ciudad
desde acá, es como que me señala cuánto nos cuesta mirar hacia atrás. Suelo venir mucho
al río, a darle la espalda a la ciudad, a mirar lo que ella no ve. Hay algo allí entre esa luz
y esa oscuridad, algo que todavía no logro ver» [00:00:39 > 00:01:25]. Lo confirma en
una entrevista con Anabella Bustos:
este filme ha logrado una primera victoria: abrir un debate, facilitado también por la
derrota del hegemónico Partido Colorado (de 1948 a 2008 en el poder):
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