Casacion
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Dictadas por la Sala de Casación Civil Ante tal situación, la Sala de Casación Civil
(TSJ/SCC, sent. N.º 254, del 29- 05-18) dictó una «decisión reglamentaria» dirigida a
solucionar el problema que se había presentado con la sentencia de la Sala
Constitucional, que se copia a continuación en lo pertinente4 : Conforme a lo estatuido en
fallo de esta Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, N.º RC-510, del 28
de julio de 2017 (…) y sentencia de la Sala Constitucional de este Tribunal Supremo de
Justicia, N.º 362, del 11 de mayo de 2018 (…) con efectos ex nunc y erga omnes, a partir
de su publicación, se declaró conforme a derecho la desaplicación por control difuso
constitucional de los artículos 320, 322 y 522 del Código de Procedimiento Civil, y la
nulidad del artículo 323 eiusdem y, por ende, también quedó en desuso artículo 210
ibidem, y se eliminó la figura del reenvío en el proceso de casación civil, como regla, y lo
dejó solo de forma excepcional y, en consecuencia, esta Sala fija su doctrina, en
aplicación de la nueva redacción de dichas normas por efecto del control 3 En Francia
existen varias cámaras civiles, pero la primera decisión no es vinculante para los jueces
de instancia. De producirse un segundo recurso de casación lo conocen las cámaras
reunidas y esta sentencia que sí es vinculante cumple con la función de unificación de la
jurisprudencia. 4 Esta reglamentación precede un recurso de casación que carece de toda
relación con la cuestión. La sentencia, después de reglamentar los futuros recursos de
casación, declara perecido el recurso que había examinado. La nueva casación civil 404
Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • No 11 • 2018 difuso constitucional
declarado, y en aplicación de los supuestos descritos en la primera parte del ordinal
primero del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, la reposición de la causa en
casación solo será procedente, cuando: a. en el proceso se hayan quebrantado u omitido
formas sustanciales de los actos que menoscaben el derecho de defensa; b. por
desequilibrio procesal por no mantener el juez a las partes en igualdad de condiciones
ante la ley; c. por petición de principio, cuando obstruya la admisión de un recurso
impugnativo; d. cuando sea procedente la denuncia por reposición no decretada o
preterida; y e. por la violación de los principios constitucionales de expectativa plausible,
confianza legítima, seguridad jurídica y estabilidad de criterio, que degeneren en
indefensión, con la violación del debido proceso, derecho a la defensa y del principio de
legalidad de las formas procesales, con la infracción de los artículos 7, 12, 15, 206 y 208
del Código de Procedimiento Civil, así como de una tutela judicial eficaz, por la
observancia de un vicio grave que afecte de nulidad la sustanciación del proceso, o que la
falta sea tan grave que amerite la reposición de la causa al estado de que se verifique el
acto o la forma procesal quebrantada, en aplicación de la doctrina reiterada y pacífica de
esta Sala, que prohíbe la reposición inútil y la casación inútil (cfr., fallo N.º 848, del 10 de
diciembre de 2008…). En tal sentido, verificado y declarado el error en la sustanciación
del juicio, la Sala remitirá el expediente directamente al tribunal que deba sustanciar de
nuevo el proceso, o para que se verifique el acto o la forma procesal quebrantada, y si
está conociendo la causa el mismo juez que cometió el vicio detectado en casación, éste
no podrá continuar conociendo del caso por razones de inhibición y, por ende, tiene la
obligación de inhibirse de seguir conociendo el caso y, en consecuencia, lo pasará de
inmediato al nuevo juez que deba continuar conociendo conforme a la ley, el cual se
abocará al conocimiento del mismo y ordenará la notificación de las partes, para darle
cumplimiento a la orden dada por esta Sala en su fallo. Por lo cual, al verificarse por parte
de la Sala la procedencia de una denuncia de forma en la elaboración del fallo, en
conformidad con lo estatuido en el 405 ordinal primero del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, o verificada la existencia de un vicio de forma de orden público,
conforme a lo previsto en los artículos 209, 243 y 244 eiusdem, ya sea por
indeterminación: i. orgánica, ii. subjetiva, iii. objetiva y iv. de la controversia; por
inmotivación: a. porque la sentencia no contenga materialmente ningún razonamiento que
la apoye; b. porque las razones expresadas por el sentenciador no guardan relación
alguna con la pretensión deducida o las excepciones o defensas opuestas; c. porque los
motivos se destruyen los unos a los otros por contradicciones graves e inconciliables; d.
porque todos los motivos son falsos; e. por motivación acogida; f. por petición de principio,
cuando se de por probado lo que es objeto de prueba; g. por motivación ilógica o sin
sentido; h. por motivación aparente o simulada; i. por inmotivación en el análisis de las
pruebas; y j. Por falta de señalamiento de las normas de Derecho aplicables para la
resolución de los distintos aspectos del fallo; por incongruencia, de los alegatos de la
demanda y contestación u oposición, y de forma excepcional de los informes y
observaciones, ya sea: 1. negativa, omisiva o citrapetita; 2. positiva o activa; 3. subjetiva;
4. por tergiversación de los alegatos; y 5. mixta por extrapetita; por reposición: a. inútil y b.
mal decretada; y en torno de lo dispositivo: i. por la absolución de la instancia, al no
declarar con o sin lugar la apelación o la acción; ii. que exista contradicción entre la
motiva y la dispositiva; iii. que no aparezca lo decidido, pues no emite condena o
absolución; iv. que sea condicional o condicionada, al supeditar su eficacia a un agente
exógeno para su ejecución; y v. que contenga ultrapetita; la Sala recurre a la casación
parcial, pudiendo anular o casar en un aspecto, o en una parte la recurrida, quedando
firme, incólume y con fuerza de cosa juzgada el resto de las motivaciones no casadas,
independientes de aquella, debiendo la Sala recomponer única y exclusivamente el
aspecto casado y verter su doctrina estimatoria, manteniéndose firme el resto de la
decisión, por cuanto los hechos fueron debida y soberanamente establecidos en su
totalidad siendo, por tanto, innecesario la nulidad total del fallo; sin perjuicio de ejercer la
Sala la casación total, vista la influencia determinante de la infracción de forma de lo
dispositivo del fallo suficiente para cambiarlo. La nueva casación civil 406 Revista
Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • No 11 • 2018 Ahora bien, la facultad de
casación de oficio, señalada en el aparte cuarto del artículo 320 del Código de
Procedimiento Civil, cuya constitucionalidad ya ha sido declarada por la Sala
Constitucional (vid. sentencia N.º 116 de fecha 29 de enero de 2002…), al constituir un
verdadero imperativo constitucional, porque asegurar la integridad de las normas y
principios constitucionales es una obligación de todos los jueces y juezas de la República,
en el ámbito de sus competencias (ex artículo 334 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela), se constituye en un deber, lo que reitera la doctrina pacífica de
esta Sala, que obliga a la revisión de todos los fallos sometidos a su conocimiento,
independientemente de que el vicio sea de forma o de fondo y haya sido denunciado o no
por el recurrente, y su declaratoria de infracción de oficio en la resolución del recurso
extraordinario de casación, cuando la Sala lo verifique.
Contexto Constitucional del Instituto Casatorio.
En 1999 se refunda la República con la aprobación de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. De esta manera, se crea un Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia (artículo 2 ejusdem), lo cual implica la asunción por parte del Estado
de un conjunto de obligaciones de carácter democrático, social, legal y constitucional. Es
decir, se concibe al Estado venezolano como una entidad político territorial cuyos valores
fundamentales son la justicia y el derecho. Entonces, para reforzar estos valores que
fungen a su vez como los fines esenciales del Estado, se prevé y se le atribuye un
carácter constitucional al proceso judicial, el cual, de acuerdo a la norma suprema,
constituye el instrumento idóneo para la consecución de justicia.
A partir de estos razonamientos, se puede generar una contradicción entre los fines del
Estado y los métodos que se utilizan para cumplir tales fines. Pues si bien se le imprime
un carácter constitucional al proceso judicial para reafirmar su idoneidad como
herramienta que facilita la justicia, no es menos cierto que las mismas formas procesales
que conforman el proceso pueden eventualmente convertirse en una traba en la
consecución de justicia. Esto es, cuando hay una formalidad excesiva o un “formulismo”
como afirma Yannuzzi (2006), cituado en Casal (2006).
En estos casos, resulta necesario apoyarse en los artículos 26 y 257 constitucional,
donde se establece que no se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no
esenciales y, donde además se garantiza una justicia despojada de formalismos
innecesarios. A su vez, de las normas precitadas se desprende la voluntad y el espíritu de
la Constitución (1999), el cual se inclina hacia una justicia que favorece y le da prioridad al
derecho material por encima de las formalidades innecesarias.
Evidentemente, al hacer alusión a las formalidades no esenciales, no se quiere hacer
hincapié en las formas que revisten el debido proceso, ni en las formas que están
consagradas en el Código de Procedimiento Civil (1986), por el contrario, se alude mas
bien a aquellas formalidades que tienen un origen distinto al legal o constitucional y, en su
defecto, aquellas formalidades que no cumplen con los criterios de proporcionalidad,
objetividad, racionalidad e imparcialidad; así, el estudio realizado se hizo bajo este
enfoque constitucional.
Ahora bien, el objeto de este artículo se ubica en uno de los componentes de la tutela
judicial efectiva referido al derecho de recurrir del fallo, esto es, el recurso judicial. Los
recursos, en tanto que remedios procesales, adoptan distintas manifestaciones a saber:
apelación de fallos definitivos e interlocutorios, recurso de hecho, oposición al decreto de
cautelas, entre otros; sin embargo, en esta oportunidad se hará referencia al recurso
extraordinario de casación civil (Bello, 2010).
Con esto, se pretende colocar en una balanza las formas procesales que son exigidas
para el ejercicio de este recurso y, mas precisamente, la técnica casacionista; y, por otra
parte, los valores fundamentales de la norma suprema, para determinar si existe o no una
sintonía con lo que dispone la Constitución de 1999. A tal efecto, resulta necesario
consultar la teoría general de los recursos judiciales, las formalidades que revisten el
recurso casacional civil y la técnica que se exige en el ejercicio de dicho recurso.
2. El recurso judicial como forma procesal.
En este sentido, al adentrar en el tema de la teoría general de los recursos judiciales se
pone en evidencia que los actos y formas procesales están previstos para que las partes y
el juez desplieguen su actividad procesal de determinada manera, esto es, para que haya
certeza respecto la forma en que se va a desenvolver un conflicto; esta actividad, como
producto humano que es, puede perfectamente estar inficionada de errores o yerros que
se materializan a lo largo del proceso o en el mismo acto sentencial; y estos errores,
yerros o vicios pueden ser corregidos a través de lo que la doctrina denomina
impugnaciones judiciales. Es decir, se trata de un conjunto de herramientas que el
legislador dispone a favor del justiciable para que refute, ataque o cuestione cualquier
acto del proceso, bien sea de la otra parte o del mismo órgano jurisdiccional.
En este último caso, es decir, cuando el acto a impugnar emana del órgano
jurisdiccional, el medio de impugnación idóneo es el recurso judicial. Rengel-Romberg
(2016:357) sostiene que el recurso no es más que “el acto por el cual una de las partes,
prosiguiendo la controversia, tratan de anular por vía de examen, mediante un tribunal
superior, la resolución que le es desfavorable”.
Sin embargo, esta definición resulta insuficiente a los efectos de entender realmente
todo lo que abarca el recurso judicial, por ello, es menester mencionar el concepto que es
proporcionado por Bello (2010:29), quien sostiene que se trata de:
Medios de impugnación judiciales, que se hallan en la esfera de los derechos
subjetivos y constituye una emanación de los derechos constitucionales, que
pueden ejercer en el marco del proceso judicial, las partes y/o eventualmente los
terceros, contra decisiones judiciales, sean estas definitivas o interlocutorias, que
lesionan la ley o norma jurídica, bien de manera directa, cuando hay supresión de
la actividad probatoria, bien de manera indirecta, cuando la vulneración de la ley
es producto del yerro en la actividad fáctica y probatoria, al estar inficionada de
errores de procedimiento, de las dos sentencias o de juzgamiento que conducen a
un resultado defectuoso, injusto, incorrecto, ilegítimo, que causa un perjuicio o
gravamen, lo que legitima y da interés al recurrente para el ejercicio del medio
impugnación, que puede ser conocido por el mismo órgano jurisdiccional que dicta
el acto, o bien por otro superior jerárquico vertical, que tienen por finalidad obtener
la nulidad, modificación o revocación del acto sentencial defectuoso, mediante la
sustitución por otro pronunciamiento ajustado a la ley que sustituya al anterior […]
De este concepto, se desprenden todos los elementos que engloba el recurso judicial,
sin embargo, no todos van a ser desarrollados a continuación, únicamente los que
permiten entender la extensión y trascendencia del recurso; así, en primer lugar, se
observó que Bello (2010:29) alude a los recursos como “emanación de los derechos
constitucionales” Esto lo hace porque él, al igual que Hitters (2004), sostienen que el
derecho de impugnar el fallo –derecho de recurrir– es una atribución comprendida dentro
del derecho de acción y contradicción. Bajo esta óptica, al ser el derecho de acción un
derecho de rango constitucional que comprende los recursos judiciales, se empieza a
afirmar que estos remedios procesales constituyen una emanación de derechos
constitucionales. Con esto, lo que realmente se quiere comunicar es que esta institución
trastoca en el orden constitucional, es decir, existe una vinculación intrínseca entre el
recurso como medio de impugnación y el derecho al acceso a los órganos de
administración de justicia, el derecho a la defensa, el derecho al doble grado de
jurisdicción y el debido proceso.
A partir de acá se podrá catalogar los recursos judiciales como un “derecho
constitucional de configuración legal” (Bello, 2010: 31), calificativo que se utiliza para
poner de manifiesto que se trata de un derecho fundamental, cuya previsión se dejó en
manos del legislador, quien –al momento de codificar– debe acogerse a criterios de
objetividad, imparcialidad, proporcionalidad, logicidad y racionalidad. Esto, en aras de
velar por la protección de otros derechos constitucionales y para evitar la creación de
trabas en el ejercicio del derecho constitucional a recurrir del fallo. De lo contrario, se
evidenciaría un ejercicio arbitrario de la técnica legislativa, situación ante la cual debería
intervenir el órgano jurisdiccional para enervar los efectos de esta regulación
inconstitucional y, en consecuencia, eliminar la traba que impide la consecución de justicia
a través del control de la constitucionalidad.
En definitiva, lo importante en esta oportunidad es dejar asentado que el derecho
constitucional a recurrir del fallo engloba el acceso a un sistema de recursos judiciales
que están destinados a controlar la actividad jurisdiccional, es decir, su contenido no se
limita a garantizar única y literalmente lo que se desprende del artículo 49 numeral 1º
constitucional, o sea, la apelación en el proceso penal, sino que se extiende a garantizarle
a las partes el acceso a un recurso previsto legalmente, para ejercerlo en contra de un
fallo judicial que ha generado agravio. Esto es: el derecho a la doble instancia.
Sobre este punto la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia ha
recalcado en sentencia número 2263, de fecha 20 de diciembre de 2000, lo siguiente:
Consiste en la efectiva posibilidad de revisión de los fallos o decisiones dictados
con ocasión de un proceso o procedimiento, esto es, de someter una causa (de
interés para quien recurre) al conocimiento posterior de un órgano de mayor
jerarquía en la pirámide organizativa del Poder Judicial.
De lo anterior se desprende que los recursos le dan continuación al proceso, pues
permiten su continuación y prolongación, en tanto que apertura una nueva fase revisiva.
Y, en este sentido, se puede ubicar el derecho recursivo en el debido proceso
constitucional previsto en el artículo 49 ejusdem, ya que se conecta con el derecho a la
defensa que faculta a todo sujeto perjudicado por una resolución judicial a exigir que el
asunto sea revisado nuevamente, siempre en la medida que la ley lo permita y todo con el
objeto de alcanzar la justicia, permitiendo esto último incluir en la base constitucional el
artículo 257 ejusdem.
Por otro lado, como se ha venido asomando, la ubicación constitucional del derecho a
impugnar decisiones judiciales también se encuentra en el artículo 26 ejusdem; Brewer
(2004:130) reafirma esto al señalar que:
De esta norma, se destaca no solo el derecho de acceder a la justicia para la
protección de sus derechos e intereses […], sino a través del uso de los recursos
y medios judiciales, el derecho a obtener la tutela efectiva de los derechos e
intereses […]
Hitters (2004) adopta esta postura y otra, es decir, no solo sostiene que existe un
derecho propiamente recursivo o de impugnación de decisiones judiciales incrustado en la
tutela judicial efectiva, sino que además conecta esta facultad con el derecho de acceso a
los órganos de administración de justicia para controlar la actividad del órgano
jurisdiccional cuando la misma no sea ajustada a derecho, por estar inficionada de errores
que impiden el fin último y constitucional del proceso, esto es, la justicia.
Cuando Bello (2010:29) sostiene que los recursos se pueden ejercer cuando una
sentencia esta “inficionada de errores de procedimiento o de juzgamiento” quiso
responder la interrogante del por qué se ejerce ese recurso. Es decir, cuáles son los
motivos que dieron lugar al ejercicio de este medio impugnativo. Precisamente, porque se
detecta en la sentencia un error, que puede ser de procedimiento o de juzgamiento. Los
errores de procedimiento, de actividad o in procedendo constituyen:
Aquellos motivos o causales que permiten la demolición del acto sentencial, bien
por haber defectos […] en la tramitación del proceso que pueden generar
indefensión, bien en cuanto a los vicios propios del acto sentencial, lo que ocurre
cuando se incumplen con los requisitos legales para el dictado de la sentencia o
bien cuando se incurren en los vicios que generan su nulidad, de manera que
estos motivos que enrostran la nulidad se refieren a yerros en el procedimiento y
“de” la sentencia […].
Es decir, los errores de actividad se materializan con la subversión del proceso, bien
por ejecutar un acto o forma procesal de una manera distinta a como lo prevé la ley, bien
por incumplir con alguno de los requisitos necesarios para el dictado de la sentencia.
Mientras que, por otra parte, los errores de juzgamiento, fondales o in iudicando, se
tratan de:
Aquellos motivos o causales que permiten la demolición del acto sentencial,
cuando existen defectos o yerros en el razonamiento lógico, racional y volitivo,
que conducen a la violación o infracción de la ley, en forma directa o indirecta, de
manera que se trata de una falla en la actividad intelectual donde la voluntad
concreta de la ley declarada en el acto sentencial, no se identifica con la voluntad
efectiva contenida en la ley, todo lo que conduce a un sentencia injusta, errónea o
defectuosa.
Con esto, quiso decir el autor que los errores de juzgamiento se configuran por una
defectuosidad en el razonamiento jurídico e intelectual del operador de justicia. Vale decir,
el juez no logra reproducir la voluntad de la ley al caso concreto, esto pasa cuando, por
ejemplo, subsume los hechos en la norma jurídica de forma equívoca, o cuando lleva a
cabo una interpretación errónea.
Por supuesto, tanto el error in procedendo como el error in iudicando conducen a un
resultado ilegítimo, injusto e incorrecto que se refleja en la sentencia desfavorable. El
perjuicio o gravamen que se genera a partir de dicha sentencia es precisamente lo que se
intenta enervar a través del recurso judicial, pues es el medio de impugnación que da
lugar a la revocación, modificación o nulidad del acto sentencial. Así, la finalidad del
recurso en un sentido genérico es rectificar las incorrecciones y deficiencias de una
decisión judicial a través de su destrucción.
Ahora, teniendo esto en cuenta, resulta pertinente aludir a la finalidad del recurso de
casación, puesto que éste es el medio de impugnación cuya técnica se quiere desarrollar.
En concreto, se pueden destacar dos finalidades. La primera, referida a la protección del
derecho, la cual se persigue a través de la función nomofiláctica. Esta función coloca al
tribunal de casación como un guardián de la ley y del derecho. Y, la segunda, referida a la
uniformidad de la jurisprudencia, que obedece una exigencia de seguridad y certeza en el
derecho como valor fundamental (Bello, 2010).
Así las cosas, respecto los recursos judiciales en general, faltaría destacar que este
sistema de impugnación esta guiado por un conjunto de principios y directrices, tal como
el principio dispositivo, la prohibición de reformatio in peius, el principio de adecuación, el
principio de consumación entre otros; en esta oportunidad, merece especial atención el
principio de formalidad, según el cual hay un conjunto de indicadores de modo, lugar y
tiempo propios de cada recurso que deben acatarse. De esta manera, se pasan a estudiar
los actos procesales inaugurales del recurso de casación, esto es, las primeras
formalidades que hay que agotar para acceder a este recurso, referido al anuncio y la
formalización.
3. Regimen jurídico del anuncio y la formalización del recurso de casación civil.
El anuncio es el primer acto que corresponde ejecutar para poner en funcionamiento el
recurso de casación. De forma sencilla se puede definir como la manifestación de
voluntad de recurrir, tal y como afirma Duque (2000), citado por Bello (2010). Sin
embargo, al conceptualizarlo con mayor precisión se evidencia que es, de acuerdo a Bello
(2010):
La expresión o manifestación de voluntad de hacer uso del recurso de casación,
de alzarse, impugnar o cuestionar la sentencia a través de la vía extraordinaria,
para que el Tribunal de Casación fiscalice o controle la cuestión de
constitucionalidad, legalidad y justicia del caso concreto.
Por lo tanto, se trata de un acto meramente declarativo en el que se encuentra
plasmado la voluntad de un sujeto de acudir a la vía casacional para impugnar una
sentencia y someterla al conocimiento del máximo tribunal. Ahora bien, este acto procesal
tiene su fundamento en el artículo 314 del Código de Procedimiento Civil (1986),
disposición ordena que el anuncio se haga dentro del lapso de 10 días hábiles siguientes
al vencimiento de los lapsos a que se refiere el artículo 521 ejusdem, esto es, al
vencimiento de los 60 días hábiles que se le dan al operador de justicia para sentenciar
ante el mismo tribunal que profirió la sentencia recurrida.
Una vez realizado el anuncio del recurso y, en efecto, activada la competencia del
Tribunal de Casación, corresponde cumplir con el segundo acto procesal necesario para
lograr que se sustancie el recurso de casación civil, este es, la formalización. La
formalización del recurso de casación lo define Cuenca (1974), citado en Bello (2010),
como una demanda de nulidad que se ejerce en contra de una sentencia desfavorable y
transgresora de la ley. Se trata de la oportunidad procesal preclusiva para fundamentar el
recurso y hacer valer todos los argumentos jurídicos que justifican la nulidad de la
sentencia.
Por medio del escrito de formalización se debe intentar señalar con la mayor precisión
posible –y empleando la técnica correspondiente– lo que efectivamente se quiere someter
al conocimiento del tribunal casacional. Esto lo puntualiza el doctrinario Murcia (2005), al
describir que la formalización del recurso es el medio idóneo para destacar el verdadero
objeto de la casación, esto es, la pretensión en sede casacional que motiva la solicitud de
nulidad de la sentencia impugnada. Por lo tanto, la formalización del recurso viene a ser,
de acuerdo a Bello (2010:858),
El escrito dirigido al Tribunal de Casación, donde el recurrente expone, explica y
desarrolla, conforme a la técnica pertinente –no esotérica– los vicios de
procedimiento o de juzgamiento, de hecho o de derecho que enrostran el acto
sentencial, que conducen a su quiebra o nulidad.
Lo mencionado se resume a que el acto procesal mediante el cual se activa la
competencia es el anuncio. Luego de activar la competencia del tribunal casacional,
corresponde ejecutar otro acto procesal que se denomina formalización o fundamentación
para someter a su conocimiento el conjunto de argumentos de hecho y de derecho que
justifican la casación de la sentencia impugnada, se trata pues del único momento en que
el recurrente podrá plasmar los defectos procedimentales o de juzgamiento que están
inficionados en el acto de sentencia y solicitar su consiguiente nulidad, so pena de
declararse el perecimiento del recurso.
El acto de formalización debe ejecutarse conforme lo establece el artículo 317
del Código de Procedimiento Civil (1986), esto es, en el lapso de 40 días calendarios
consecutivos contados a partir del día siguiente del vencimiento del lapso que se otorga
para realizar el anuncio, ante la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia.
Dicha actuación debe cumplir con los extremos de la precitada norma, es decir, deberá el
recurrente indicar: (a) la decisión o decisiones contra las cuales se recurre; (b) los
quebrantamientos u omisiones a que se refiere el artículo 313 numeral 1º; (c) la denuncia
de haberse incurrido en alguno o algunos de los supuestos a que se refiere el artículo 313
numeral 2º, indicando en todo caso las razones que ponen en evidencia la infracción,
falsa aplicación o errónea aplicación; y, (d) las normas jurídicas que el tribunal de alzada
debió aplicar para la resolución de la controversia y no lo hizo, expresando las razones
que dan lugar a la aplicación de dicha norma. Al estar defectuoso cualquiera de estos
requisitos se deberá declarar el perecimiento del recurso, lo cual acarrea la firmeza del
fallo impugnado.
Lo desarrollado hasta el momento tiene como propósito revisar cuales son las
formalidades necesarias para activar la competencias del Tribunal Supremo de Justicia,
específicamente de la Sala de Casación Civil. El recorrido de los actos procesales
inaugurales del recurso casacional abre el camino para discutir la técnica que debe
emplearse al momento de ejecutar dichos actos. Más concretamente, lo que se quiere es
examinar los lineamientos técnico-procesales que rigen el acto de formalización; y, de
igual modo, resulta de interés la fuente de dichas técnicas.
4. Motivos casacionales: Lineamientos técnico procesales para su denuncia.
Primeramente, es menester aclarar que, para acceder de forma efectiva a una tutela
casacional en materia civil, resulta necesario delatar los vicios conforme unos “motivos”
señalados expresamente por la ley. Estos motivos constituyen las causas remotas o
específicas determinadas por la ley, en las cuales se debe apoyar la pretensión
impugnativa. De tal manera que, se refiere más bien a los errores o vicios incrustados en
la decisión judicial que permiten el acceso a un sistema de impugnación contra decisiones
de alzada. Estos vicios, errores o yerros, se clasificaron anteriormente como errores de
procedimiento y de juzgamiento para diferenciar la naturaleza del vicio y la consecuencia
jurídica que conlleva.
Así, resulta ser que cada tipo de error de procedimiento o de juzgamiento requieren de
la aplicación de una técnica especial para su delación al momento de redactar el escrito
de formalización; he ahí el punto de interés de esta investigación. A los efectos de
demostrar lo que se acaba de afirmar se tomará como ejemplo los errores de
procedimiento. A tal efecto se observa. La doctrina divide los errores de actividad de la
siguiente manera (con base al artículo 313 Nº 1 del Código de Procedimiento Civil de
1986): (a) quebrantamiento de formas sustanciales que menoscaban el derecho a la
defensa, la indefensión; (b) incumplimiento de los requisitos de la sentencia a que se
refiere el artículo 243 ejusdem; (c) por absolución de la instancia, condicionalidad,
incongruencia o indeterminación, es decir, los vicios plasmados en el artículo
244 ejusdem.
Entonces, para el ejemplo se utilizará el vicio de indefensión. De acuerdo a Bello
(2010:416), este error consiste en la “desviación, infracción, lesión, adición o preterición
de los actos debidos del proceso, sean éstos del órgano jurisdiccional o de las partes, que
puedan conducir a la indefensión”. Para delatar este vicio –y cualquier otro– en sede
casacional se requiere de la aplicación de una técnica que tiene su origen en la
jurisprudencia, ésta en particular se desprende de la sentencia número 687, expediente
número 2003-00897, de fecha 13 de abril de 2000 de la Sala de Casación Civil.
A través de esta decisión se reveló cual es la técnica que debe emplearse para
denunciar el quebrantamiento de formas sustanciales, a cuyo efecto se decidió que ello
implica necesariamente lo siguiente: (a) una explicación de cuál ha sido la forma
quebrantada u omitida y si lo ha sido por el juez de la causa o de alzada; (b) señalar como
el quebrantamiento u omisión de la forma sustancial vulneró el derecho a la defensa y/o el
orden público; (c) en caso de que dicho quebrantamiento u omisión se le atribuya al
tribunal de la causa, se debe denunciar la infracción del artículo 208 y 15 de la ley
adjetiva, así como los demás artículos que se vean especialmente vulnerados y esten
vinculados al derecho a la defensa y el orden público; (d) si, por lo contrario, se le atribuye
el quebrantamiento u omisión al tribunal de alzada, se debe delatar la violación del
artículo 15 ejusdem y las demás disposiciones vulneradas que afectan el derecho a la
defensa y las que establecen el orden público infringido; y, (e) una explicación dirigida a
constatar el agotamiento de todos los recursos en contra de dicho quebrantamiento u
omisión.
La técnica indicada anteriormente en consóna con la técnica exigida por la Sala de
Casación Civil en otras oportunidades, tal como en la setencia RC-007766 y RC-01-
038 de fecha 15 de noviembre de 2005 y 8 de septiembre de 2004, expediente número
04381 y 04-354, respectivamente. Ahora bien, lo que se desprende de la sentencia ut
supra son una serie de indicaciones que debe observar el formalizante del recurso
casacional si quiere acceder de forma efectiva a una tutela protagonizada por el tribunal
de casación, con ocasión a un vicio que generó indefensión.
En efecto, lo que quiere expresar la sentencia transcrita es que para formalizar un
recurso de casación civil correctamente, en base al quebrantamiento de formas
sustanciales que generan indefensión como motivo casacional, es necesario catalogarlo,
primeramente, en el artículo 313 numeral 1º del Código de Procedimiento Civil (1986),
pues se trata –se insiste– de un error de procedimiento.
Luego, el formalizante deberá hacer un señalamiento expreso de cuál ha sido la forma
o norma procesal vulnerada u omitida, indicando en todo caso el respectivo fundamento
jurídico, o sea, la disposición concreta que consagra dicha forma sustancial. A su vez, es
preciso denunciar cual ha sido el órgano jurisdiccional que incurrió en dicho
quebrantamiento u omisión, es decir, si se trata de un error del tribunal de la causa o del
tribunal de alzada, pues esto también va a ser determinante al momento de fundamentar
el recurso.
Posteriormente, resulta necesario establecer el vínculo de causalidad entre el
quebrantamiento u omisión de la forma sustancial y el estado de indefensión del
recurrente; así como también, entre la vulneración del derecho a la defensa y la decisión
desfavorable. Dicho de otra manera, es menester constatar una relación intrínseca entre
tres elementos a saber: la forma procesal violada u omitida, la indefensión y la sentencia.
Es decir, no puede tratarse de hechos o actuaciones aisladas que buscan llenar
forzadamente estas condiciones, sino, por lo contrario, la forma o norma procesal
quebrantada u omitida debe traer como consecuencia directa una afectación del derecho
a la defensa del recurrente, y, simultáneamente, el menoscabo del derecho defensivo
como consecuencia de la subversión del proceso debió incidir de forma determinante en
la decisión que arrojó el fallo. Lo que, en definitiva, se logra a través del proceso
intelectual hipotético que se trajo a colación anteriormente.
De igual modo, de las premisas jurisprudenciales reproducidas se desprende que ésta
también es la oportunidad para vincular el quebrantamiento u omisión de la forma
sustancial con el orden público, bien de forma paralela, cuando concurra con una
violación del derecho a la defensa, bien de forma separada, cuando, no siendo detectable
una violación del derecho defensivo, se opte por delatar la lesión de una norma de orden
público absoluto e inconvalidable.
Seguidamente, la técnica impuesta por la Sala de Casación Civil para el vicio en
cuestión ordena la utilización del artículo 208 del Código de Procedimiento Civil (1986),
siempre que se trate de un error producto de la actividad del juez de la causa a quo. Dicho
artículo se refiere a la nulidad de los actos procesales y al consecuente decreto de
reposición por el tribunal superior. En caso de que los errores de actividad se verifiquen
en la conducta del juez de alzada, aquem, el artículo 208 ejusdem no requiere de
delación.
Ahora, es oportuno indicar que la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, en sentencia número 159, expediente número 99816 de fecha 25 de mayo de
2000, sentó un criterio cónsono con el transcrito anteriormente, según el cual resulta
pertinente agregarle a la técnica el artículo 206 ejusdem. Esta disposición constituye un
imperativo para los jueces, consistente en el deber de procurar una estabilidad en el
proceso y evitar declarar la nulidad de actos procesales que han cumplido su cometido.
Asimismo, los actos cuya nulidad debe perseguirse son aquellos en los cuales se
incumplió con alguna formalidad esencial para su validez.
Los argumentos que apoyan la inclusión de esta disposición en la técnica casacionista
se basan fundamentalmente –de acuerdo a Bello (2010) – en que se trata de una norma
rectora en materia de nulidad de cualquier acto procesal. Este criterio tiene sus raíces en
otra sentencia de la Sala de Casación Civil, específicamente, en el caso Adriana Sofía
Cuevas Agüero y otros, contra Rose Anne Algernon de Cuevas (fecha: 14 de abril de
1999).
Siguiendo con el desarrollo de la técnica, después invocar el artículo 206 y 208 de la ley
adjetiva, corresponde, conforme el criterio vigente, hacer expresa mención del artículo 15
ejusdem; esto se hace de forma indiferente, es decir, se trate de un error en la actividad
del juez de la causa o del juez de alzada, en ambos casos, es indispensable mencionar
dicha norma. Este artículo desarrolla el deber del juez debe garantizar el derecho a la
defensa conforme al principio de igualdad procesal, según el cual, no se admite
prerrogativa o privilegio alguno a favor de ninguna de las partes en el proceso, pues esto
se traduce en una evidente discriminación. Por último, la técnica para denunciar un vicio
de indefensión exige que previamente se hayan agotado todos los recursos contra el
quebrantamiento u omisión de la forma procesal o que dicha violación atente contra el
orden público; esto, por supuesto, debe dejarse sentado en el escrito de formalización.
En definitiva, para denunciar en sede casacional el vicio de quebrantamiento u omisión
de formas sustanciales de actos procesales que conducen a la indefensión, es
imprescindible emplear la técnica que ha sido desarrollada con anterioridad, conforme los
criterios jurisprudenciales vigentes. Esta técnica se resume a una fórmula que facilita su
asimilación, dicha fórmula es planteada por Bello (2010) y se resume a lo siguiente: (a)
313.1 + 208 + 206 + 15 + normas procesales quebrantadas u omitidas; (b) 313.1 + 206 +
15 + normas procesales quebrantadas u omitidas.
Los números se refieren a los artículos del Código de Procedimiento Civil (1986) que
deben invocarse en cada caso. La primera fórmula se refiere a la técnica aplicable cuando
la indefensión viene dada por la actividad del juez de la causa, en tanto que la segunda
resulta aplicable cuando el juez de alzada es quien incurre en el error. La única
discrepancia que hay entre una y otra es el señalamiento del artículo 208 ejusdem, el cual
debe anunciarse solamente para delatar la actividad del juez de la causa.
La técnica para denunciar el vicio de indefensión ha sido impuesta por la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia en numerosas ocasiones; su omisión o
deficiencia trae como consecuencia la declaratoria de perecimiento del recurso. Esto lo
advierte la mencionada Sala en sentencia número 351, expediente número 00-1038, de
fecha 27 de abril de 2004 con ponencia de Ramírez Jiménez, donde se decidió:
Ahora bien, en el caso bajo análisis, el formalizante denuncia un supuesto
quebrantamiento de forma por menoscabo al derecho de defensa causado
por el Tribunal de la Alzada, siendo imperante para el recurrente en tales casos,
cumplir con los requisitos de explicar la forma quebrantada u omitida y como con
tal quebrantamiento se lesionó el derecho de defensa o el orden público, y
denunciar, además la infracción de la norma expresa contenida en la disposición
general del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil vigente.
La delación bajo examen no llena los mencionados requisitos, ya que
el formalizante no denuncia la infracción del artículo 15 del Código de
Procedimiento Civil, que consagra los principios de igualdad y de equilibrio
procesal como responsabilidad del juez; omite además, la mención de las normas
o disposiciones referentes al quebrantamiento u omisión de las formas,
limitándose simplemente a alegar la violación del derecho a la defensa de su
representado, y la supuesta infracción por la recurrida de los artículos 243 ordinal
4° y 244 eiusdem […].
Por lo tanto, teniendo la Sala establecido que:
[…] el recurso de forma por indefensión o menoscabo del derecho de
defensa, no puede ser considerado sino cuando el formalizante cumple con
el requerimiento de denunciar el artículo 15 del Código de Procedimiento
Civil, […] esta Sala desecha la presente denuncia por falta de técnica, y así
declara. (destacado propio)
LAS NORMAS SOBRE EL RECURSO DE CASACIÓN EN VENEZUELA
Tienen muchos años –más de cien– y son muy rigurosas. El recurso de casación tiene un
triple propósito, en primer lugar, garantizar que el juicio se haya el levado a cabo con las
garantías establecidas en la Constitución y la ley, es decir, el debido proceso y la tutela
judicial
"...los medios para impugnar las sentencias de nuestro CPC son "remedios
procesales que la ley concede a la parte, vencida en una de las instancias de que el
proceso se compone (o, excepcionalmente, a un tercero), para impedir que la
decisión pronunciada no en última instancia se transforme en una definitiva
declaración jurisdiccional de certeza, o para destruir la eficacia de declaración de
certeza definitiva ya inherente a la decisión pronunciada en última instancia, que
esté viciada por defectos especiales"
A través de este recurso, el Tribunal Supremo examina la aplicación del derecho que han
hecho otros Tribunales inferiores.
Los sujetos legitimados para interponer este recurso son el Ministerios Fiscal, las partes
del proceso, las personas que resulten condenadas por la sentencia y sus herederos.
1. Preparación. La preparación del recurso por escrito ante el mismo Tribunal que dictó la
resolución judicial que se desea recurrir en un plazo de 5 días desde la última notificación
de la sentencia.
Lo más normal es que una sentencia se recurra como máximo una o dos veces. El primer
recurso (apelación) acciona la segunda instancia. El segundo recurso (casación o
infracción) eleva el asunto al Tribunal Supremo.
Sentencia contradictoria
Ultrapetita
Inmotivación e incongruencia
Ø Ultrapetita
Incongruencia
Ø Omisión de pronunciamiento
sobre libelo y contestación
Negativa Ø Omisión de pronunciamiento
sobre pedimentos en el
curso del proceso
CONCLUSIÓN