Liliana Torres Sanders, Armando de Jesús Romero Monteverde y Luis Adrián Alvarado Viñas

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Liliana Torres Sanders,* Armando de Jesús Romero Monteverde*

y Luis Adrián Alvarado Viñas*

Los pericúes de Monte Cuevoso, Baja Califor nia Sur:


California
su entor no, costumbr
entorno, es y salud
costumbres

En este trabajo se exponen los resultados de un estudio transdisciplinario, realizado en un


grupo de individuos de origen prehispánico: los pericúes de Baja California Sur, México. El
objetivo de la investigación fue determinar cuáles fueron las condiciones de salud y el tipo de
padecimientos a los que estuvieron expuestos los integrantes del grupo. Se integra asimismo
información sobre el contexto en el que se desarrollaron, los recursos a los que tuvieron acce-
so, las actividades que desempeñaron, y su posible respuesta fisiológica para su adaptación al
medio.

This article presents the findings of a transdisciplinary study on a group of precolumbian in-
dividuals: the Pericúes of Baja California Sur, Mexico. One of the main goals of the study was
to determine health conditions and the kind of diseases that the members of the group were
exposed to. It also includes information on their living conditions, natural resources, activities,
and physiological adaptation to the environment.

El grupo pericú ha sido estudiado por distintas ramas de la antropología, en-


tre ellas la antropología física, mediante la cual se abordan temas como la ca-
racterización física o genética tratadas por Romano (1977) y Pompa y Padilla
(1977); prácticas taxonómicas analizadas por Pijoan et al. (2005), y las lesiones
óseas por enfermedad ya estudiadas por Jiménez Ovando y Lagunas (1986),
Rosales y Fujita (2000), Sánchez (2000), Molto (1993) y Alfaro (2006). La
arqueología también ha investigado al grupo pericú mediante la identifica-
ción de asentamientos, avances tecnológicos y sistema de enterramiento, so-
bre todo por parte de Massey (1955) y Fujita (1985). Y en cuanto a estudios
etnohistóricos, donde se marcan las diferencias entre aspectos culturales de
los grupos antiguos de la península de Baja California, se cuenta con el trabajo
de Romero (2006).

Ocupación humana de Baja California

La península de Baja California muestra evidencias de ocupación humana por


lo menos desde 9500 a. C., al menos en la parte norte conocida como Laguna
de Chápala. Eran grupos que tenían un incipiente desarrollo tecnológico y sus
actividades estaban más enfocadas a la recolección que a la caza. Posiblemente
los primeros pobladores llegaron a la península siguiendo la línea de la costa del

* Dirección de Antropología Física, INAH. [email protected]


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ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

Pacífico, atraídos principalmente por la abun- guaycuras y cochimíes: a) uso de una lengua
dancia de recursos marinos (Aschman, 1952). propia (Manriquez, 2000), b) uso del atlatl, c)
Después de las primeras migraciones hicie- la práctica del entierro secundario, generalmen-
ron su aparición grupos de filiación yumana, des- te pintando los restos óseos con rojo ocre, quizá
plazando hipotéticamente a los antiguos habi- mediante un segundo complejo ritual funera-
tantes hacia la parte más austral y ocupando un rio (Massey, op. cit.; Kate, 1979; Diguet, 1991;
extenso territorio en el desierto central. Los gru- Kirchhoff, op. cit.; Romero, op. cit.), y d) la carac-
pos desplazados posiblemente fueron los an- terística física de hiperdolicocefalia (Romano,
cestros de los guaycuras, que ocuparon la parte 1977).
meridional, y los pericúes en la región más su-
reña (Kirchhoff, 1942). Estos últimos son los
de interés para este trabajo. Contexto geográfico
En general, los hallazgos de restos humanos
en la región de Los Cabos se caracterizan funda- Los pericúes habitaron al sur de la península
mentalmente por encontrarse en cuevas poco desde Cabo San Lucas hasta 24º de latitud nor-
profundas, ubicadas en las pendientes de mon- te, que comprende gran parte de la región de
tañas o barrancos de difícil acceso y localiza- los cabos e islas adyacentes: Espíritu Santo, Ce-
ción. Las osamentas habitualmente eran entie- rralvo y San José (fig. 1). El ecosistema, y par-
rros secundarios envueltos en hojas de palma y ticularmente el nicho ecológico que habitaron
atadas con cordeles de la misma fibra, para for- los nativos de la península, se inscribe entre los
mar así bultos mortuorios. En algunos cráneos ecosistemas semidesérticos; para el grupo pe-
las falanges del mismo individuo habían sido ricú, en particular, las fuentes etnohistóricas y
introducidas por el agujero occipital a manera arqueológicas, así como las evidencias de los eco-
de receptáculos; y a excepción de algunos casos, sistemas terrestres y marinos ponen de mani-
todas las osamentas estaban pintadas de rojo fiesto que habitaron las tierras y costas más pro-
ocre (Massey, 1955). ductivas de la península. En esta región de los
cabos, de clima árido-tropical (Montúfar, 1994),
se disponía de abundante fauna, flora, agua y
Antecedente etnohistóricos recursos marinos, lo cual permitió que los gru-
pos estuvieran integrados por un mayor núme-
En el momento del contacto es-
pañol la etnia de los pericúes his- ISLA CERRALVO
LA PAZ
tóricos constaba de 3,000 miem-
bros (Romero, op. cit.) agrupados
en bandas, entre ellas los yene-
cas o yenecamun, los anicá y los
purumm. La etnia pericú como tal
desapareció en el último tercio del
siglo XVIII, cuando sólo quedaban
unos 300 miembros y todos habla-
ban la lengua española, por lo que
para esta fecha la lengua pericú
debía considerarse una lengua
muerta (ibidem).
A manera de síntesis, de este
grupo cabe destacar varios elemen-
tos culturales y morfológicos que
los diferencia de sus vecinos, los V Fig. 1 Región de Los Cabos, Baja California Sur.
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LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

ro de miembros en comparación con sus veci- la pesca con tecnología incipiente los esteros y
nos guaycuras y cochimíes (Romero, op. cit.). bahías del Golfo de California, mientras en las
La característica orográfica más destacada en costas del Pacífico tal actividad se realizaban
la región es un conjunto de sierras que se extien- con muy poca frecuencia (Romero, op. cit.).
den de norte a sur, desde el costado oriental de En relación con el clima existe una diferen-
la Bahía de La Paz hasta Cabo San Lucas. En- cia respecto a la altitud, que va de muy seco
tre las de mayor elevación están Las Cruces, El cálido a nivel de la costa a seco cálido en las
Novillo, La Gata, La Victoria, La Laguna, Mata laderas orientales de la sierra, con distribución
Gorda, San Lorenzo y San Lázaro, y entre los pi- desde el oeste del poblado de Santiago hasta
cos o picachos con más de 2 000 msnm pueden el occidente de San José del Cabo; los climas
mencionarse el Azufrado, La Zacatosa, San Láza- secos semicálidos abarcan desde el oriente de
ro y La Aguja (INEGI, 1995). En general el relie- La Paz hasta antes de Cabo San Lucas, y circun-
ve es muy escabroso, con laderas pronunciadas dan al sistema montañoso; finalmente, los cli-
formando una serie de cañones profundos; los mas templados y de humedad media se encuen-
cañones de las laderas en dirección Oeste son tran en las partes altas de la sierra (INEGI, 1995).
abruptos y cortos, mientras los orientados hacia En la región existen varios arroyos intermiten-
el Este son menos abruptos y más prolongados tes, siendo los más importantes el San José del
(Reygadas y Velásquez, 1983). Cabo y el Santiago. El primero nace en los alre-
Dentro de este conjunto montañoso, se ex- dedores del picacho de San Lázaro y desembo-
tienden hacia el este dos áreas de poca pen- ca en la Bahía de San José del Cabo, donde for-
diente y que corresponden a los valles de San ma una laguna de aguas salobres; el segundo
Juan de Los Planes y de Santiago. Entre la cor- tiene su origen en el Cañón San Dionisio, tam-
dillera el Valle de Santiago y la costa oriental se bién recibe aportes de la sierra de la Trinidad y
localiza un pequeño macizo montañoso aislado descarga en Bahía de las Palmas. En la parte de
conocido como Sierra de la Trinidad, donde se los cañones el sustrato es rocoso y permeable, por
ubica Monte Cuevoso. Con elevaciones que so- ello se forman pequeñas cuencas y “tinajas” que
brepasan 900 msnm, pero con su altura media mantienen cuerpos de agua todo el año. Por otra
de 200 a 600 msnm, algunos de esos cerros son parte, en las laderas y partes bajas el sustrato es
conocidos por los lugareños como Cerro del arenoso y permeable, por lo que el aporte de agua
Cochi, Cerro del Venado y Cerro del Mangle inmediatamente se va a los mantos freáticos.
(Reygadas y Velásquez, op. cit.).
El territorio habitado por el gru-
po pericú consta de un sistema
montañoso cuyas elevaciones su-
peran 2,000 msnm, con laderas
pronunciadas que forman una se-
rie de cañones profundos, llanu-
ras costeras y litorales con esteros,
puntas, ensenadas y bahías (fig. 2).
Las costas del Golfo de Cali-
fornia se caracterizan por ser aguas
interiores, con abundantes este-
ros, puntas, ensenadas y bahías,
por ello resultan más tranquilas y
seguras para la navegación y la
pesca. Los informes sobre pes-
querías en la península indican co-
mo lugares más frecuentados para V Fig. 2 Sierra de la Trinidad donde se ubica Monte Cuevoso.
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ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

Durante la temporada de lluvias y “chubas- del frío, realizar manufacturas, o por un sentido
cos” los arroyos reciben gran cantidad de agua mágico religioso: palo verde, ocotillo, cholla, car-
en un corto periodo de tiempo, provocando la dón, pitaya dulce, pitaya agridulce, mezcales,
saturación de los mismos. En las depresiones biznaga, nopales, ciruelo, copal, jojoba, damiana,
del terreno se forman pequeñas lagunas que se orégano, caribe San Miguel, zalate, yuca, jíca-
secan pasadas las lluvias, y algunas suelen man- ma del desierto y frutilla, entre otras. Muchas
tener el agua por mucho tiempo. Al desembo- se desarrollan también en los arroyos y aguas
car en el mar forman estuarios con aguas salo- perennes, donde además había tule, carrizo, be-
bres que permanecen hasta la llegada de la rro, verdolaga y quelites (Reygadas y Velásquez
nueva temporada. En el siglo XVI, en las inme- op. cit.; Montúfar, 1994; Romero, op. cit.) (figs.
diaciones de Santiago fue desecada una laguna 3 y 4).
para usar la tierra en labores agrícolas; sin em- Entre la vegetación más representativa desa-
bargo, en la parte oeste hay un pequeño aflora- rrollada en las partes altas de la sierra (Reygadas
miento de agua conocido como La Laguna. En y Velásquez, op. cit.) podemos mencionar pino
la sierra de La Laguna también existe un pe- piñonero, encino negro y encino roble, que pro-
queño cuerpo de agua permanente, y cuando ducen abundante avellana, y en zonas rocosas
se satura descarga sus aguas en el Cañón de San el maguey y la tuna roja. Es importante señalar
Dionisio. que en el caso de los bosques de coníferas esta
Por otro lado, en la región existen manantia- vegetación sólo se distribuye en las sierras de
les de aguas termales, entre ellas Agua Calien- La Laguna y la Victoria, arriba de 1 300 msnm.
te de San Jorge, Buenavista y Agua Caliente de Otro tipo de vegetación de galerías, pero en zo-
San José del Cabo. Reportadas por el naturalis- nas altas, corresponde a los arroyos y cañones
ta José Longinos en su visita a la península en donde hay humedad o aguas perennes como el
1794, estas aguas termales eran utilizadas por Cañón de San Dionisio y el Cañón de San Lá-
los “naturales” con buenos efectos para curar- zaro, regiones en las que se dispone de palma,
se “las reumas y algunos otros males que pade- carrizo, San Miguel, uva silvestre, zalate, guay-
cen de frialdades” (Bernabéu, 1994). parin, sauce, encino arroyero, encino, roble y
El régimen de lluvias es de verano, durante gueribo (ibidem).
los meses de julio, agosto y septiembre, con una La fauna de la región puede clasificarse, de
precipitación anual 100 mm3 en las partes pla- acuerdo con los dos grandes ecosistemas, en
nas y de 300 mm3 en las más inmediatas a la terrestre y marina. Como parte de la primera
sierra. Durante el invierno se dan unas cuantas tenemos a mamíferos como venado bura, conejo,
lluvias, llamadas “equipatas” por los lugareños, liebre, ardilla, tuza, ratón de campo, gato mon-
que suelen durar algunos días, pero no son in- tés, tejón, zorrillo, zorra, coyote, rata canguro,
tensas (INEGI, 1995). mapache, babisuri y puma; también destacan
reptiles como víboras de cascabel e iguanas.
Entre las aves pueden mencionarse palomas pi-
Flora y fauna tayeras y belloteras, torcazas, zopilotes, cuer-
vos, codornices, chureas, búhos, lechuzas, ga-
En la región se dispone de diversas asociacio- vilanes, halcones y patos, entre otras, además
nes vegetales: en las partes bajas es de mato- de albatros y pelícanos.
rral sarcocaule desde el oriente de La Paz hasta En cuanto a la fauna marina se encuentran
Migriño y Bahía de los Muertos; en la parte me- especies como guachinango, mero, cabrilla, sar-
dia se desarrolla selva caducifolia, y por arriba dina, sierra, mantarraya y tiburón; también se
de 1,000 msnm pueden verse bosques de encino dispone de crustáceos como camarón y lan-
y pino. En zonas bajas se distribuyen varias es- gosta; moluscos como el pulpo y el calamar, y
pecies de plantas que fueron utilizadas por los bivalvos como concha nácar, almejas y meji-
nativos, ya sea como alimento, para protegerse llones; entre los mamíferos destacan el lobo ma-
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LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

desplazamiento estacional, resi-


dencia patrilocal y evidencias de
poligamia generalizada, pues te-
nían “cuantas mujeres querían”:
cualquier hombre tenía las mis-
mas oportunidades de tener más
de una mujer y casarse con todas
las hermanas de sus esposas, si ha-
bía varias en una familia (Del Bar-
co, 1973; Clavijero, 1990; Venegas,
1947; Baegert, 1947; Romero, op.
cit.); sin embargo, como grupo
eran endógamos, y el matrimo-
nio era disuelto con facilidad y
con bastante frecuencia. El núme-
ro de mujeres que podía tener un
hombre estaba determinado por
su prestigio, es decir su habilidad
como cazador y pescador, así como
en las luchas y las carreras donde
el premio al vencedor solía ser la
mujer del otro (Del Barco, op. cit.).
Los diversos grupos se congre-
gaban en un paraje común para la
celebración de sus fiestas y ritua-
les donde era importante la figu-
ra del chamán, pues en este tipo
de sociedades tiene el poder abso-
luto sobre las fuerzas sobrenatu-
rales que dice controlar, aparte de
ser depositario de las tradiciones.
Esta estructura social debía garan-
V Figs. 3 y 4 Láminas dibujadas en 1762. tizar la permanencia y reproduc-
ción del grupo (Romero, op. cit.).
rino, delfín y la ballena gris (Del Barco, 1973;
Reygadas y Velásquez, op. cit.; Romero, op. cit.).
Vestimenta

Medio ambiente social Esta información se retoma de las crónicas je-


suíticas, pues en ellas se habla en general de “los
En cuanto a la organización social, sabemos que californios”, donde los hombres solían andar des-
eran cazadores recolectores que conformaban nudos excepto en invierno, cuando se cubrían
pequeños grupos, probablemente compuestos la espalda con una piel de venado; las mujeres,
de parientes consanguíneos y por afinidad. Se por el contrario, desde pequeñas cubrían su cuer-
agrupaban en clanes dispersos y quizá formaban po con unos faldellines elaborados con piezas
linajes dentro de una comarca definida y muy de cuero y fibras vegetales. Entre los pericúes
bien determinada por la disposición de aguajes la indumentaria de las mujeres se componía de
y alimentos. Eran seminómadas con patrón de tres piezas, dos que formaban una falda que lle-
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ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

gaba a las rodillas; la tercera pieza servía de ca- costas tenían además grandes redes para pes-
potillo para cubrir desde los hombros hasta la car. Las mujeres con hijos pequeños contaban
cintura (Del Barco, op. cit.) (fig. 5). con una batea ovalada para cargarlos, muy se-
mejante a la usada para limpiar las
semillas pero más grande y profun-
da, que llevaban con un mecapal
de piel de venado (Romero, op.
cit). Las mujeres cargaban estos ar-
tefactos cuando iban de un lugar
a otro. Los hombres llevaban el
arco, las flechas y el atlatl, así como
los nervios de venado para la cuer-
da del arco, que metían en un ca-
nuto de carrizo. También llevaban,
entre el pelo y la oreja, el palillo
con que sacaban lumbre.

V Fig. 5 Representación de una familia pericú, según el padre Tirchs.


Estrategias alimentarias

Sus pertenencias eran tan escasas que cuan- Los recursos alimenticios eran variados y su
do decidían cambiar de campamento las lleva- disponibilidad estaba sujeta a las condiciones
ban todos consigo, cargadas en la espalda: unas naturales. Para la ingesta de alimentos no tenían
coritas para la recolección de frutos y tostado una hora fija, comían cuando lo tenían disponi-
de las semillas; huesos como espátulas y pun- ble y cuando les daba hambre (Baegert, 1942).
zones utilizados para componer la cestería, los Las formas de preparación no eran muy elabora-
huaraches, e incluso los bultos mortuorios; un das: la preparación de las semillas se realizaba
palillo pequeño para hacer lumbre, una red gran- tostándolas en una corita con brazas incandes-
de de fibras de maguey en que las mujeres car- centes, para después molerlas entre dos pie-
gaban todo excepto la leña. Otra redecilla para dras hasta darle una consistencia de harina; el
la recolección de pitayas, raíces u otras cosas, y pescado, por ejemplo, se reducía a ponerlo en
unas más pequeñas, tejidas finamente con fibras una cama de piedras y brazas incandescentes,
de palma, para guardar pulseras y otros adornos; cubierto de ramas y de un montón de arena, y
dos tablitas de menos de 15 cm de largo y 7.5 de allí lo sacaban para comer (Del Barco, op. cit.).
cm de ancho, formadas de cierta pequeña pal- Miguel Del Barco retoma la información del
ma, entre las que guardaban las plumas de gavi- padre Antonio de Ascensión en su visita a Cabo
lán, para que no se ajaran y estuvieran en buenas de San Lucas en 1602, donde menciona la abun-
condiciones de uso para las flechas y los toca- dancia de pescados de especies muy diferen-
dos con que adornaban sus cuerpos; algunos tes, y “concuerda con estas noticias antiguas la
pedernales para fabricar puntas, y finalmente experiencia moderna. Habiéndose reconocido
el arco y las flechas (Del Barco, op. cit.; Romero, por tierra aquella costa, se ha hallado en los es-
op. cit.), el atlatl y, en su caso, una especie de teros que hay en ella una multitud admirable
puñal con un diente de tiburón inserto en la de pescados de todas las calidades y tamaños”
punta del mango (Massey, op. cit.), posiblemen- (Del Barco, op. cit.). Por otro lado, los innume-
te para enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Al- rables vestigios de concheros localizados en di-
gunos agregaban una concha marina, del tipo versas zonas a lo largo de la costa del Golfo de
mano de león, para beber o una botija elabora- California y la costa del Pacífico permiten infe-
da con piel de pelícano. Los que vivían en las rir que la práctica de la pesca y extracción de di-
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LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

versas especies de moluscos —entre ellas la en bultos mortuorios con cuerdas trenzadas del
madre perla, ostiones, mejillones, diversas es- mismo material. Cinco eran entierros secunda-
pecies de almejas y de gasterópodos— fue un rios, es decir que no hay una relación anatómi-
medio que los proveyó de sustento y materia- ca entre sus partes; en un momento dado fue-
les para la confección de sus amuletos-ador- ron entierros primarios y después removidos
nos en distintos periodos (Fujita, 1985; Rome- para una segunda inhumación; tres de estos cin-
ro, op. cit.). co individuos habían sido pintados con rojo ocre
(Massey, 1955) (fig. 6). En la parte central y
más profunda de la cueva se encontró además
Características de la cueva un entierro primario, cubierto con una estera
mortuoria tejida de fibra de palma; se trata de un impor-
tante hallazgo, pues hasta ese momento la ar-
Los entierros que ahora analizamos provienen queología no había reportado este tipo de en-
de una cueva excavada en 1947 por William tierros para la zona. En lo que respecta a los
Massey, en el sitio llamado Monte Cuevoso y objetos asociados, se encontraron cuentas de
que clasificó como BC 75, localizada en la Sie- concha de Olivella, fragmentos de un tocado he-
rra de la Trinidad cerca de la región de los ca- cho con plumas recubriendo el cráneo, y tres ar-
bos, al Sur de La Paz. Es una pequeña cueva tefactos, posiblemente puñales, de madera con
que no era conocida por los ran-
cheros de la región y por ello no B
había sido alterada. En el interior
ENTIERRO 12-7535
se encontró guano de murciélago, BURIAL 3 B.3

grava, arena y polvo, además de que ENTIERRO 12-7193


BURIAL 4 B.4 B.2

los depósitos contenían tierra car- ENTIERRO 12-7192


BURIAL 2
bonizada, conchas pulverizadas y
varios objetos de piedra. La cueva A A´
B.1
mide 2.70 m en dirección Norte- ENTIERRO 12-7191
Sur y 2.10 m de Este a Oeste, a B.5
BURIAL 1

nivel del piso no excavado. No se ENTIERRO


BURIAL 5
12-7194

encontró evidencia de haberse


utilizado como habitación, ade- DATUM ENTIERRO 12-7195
FEET BURIAL 6
más de que el espacio sólo permi- 0 1 2 3 4

tía la presencia de tres personas GROUND PLAN

en posición flexionada, por ello se SITE B.C. 75 B.6


CERRO CUEVOSO,

deduce que fue utilizada única- CABO PULMO, B.C.


B

mente como cementerio. Estaba


oculta y bloqueada por un grueso
fragmento de granito, lo cual per-
mitió preservar los materiales de SECTION A-A´
la intemperie y el saqueo. FEET

0 1 2 3 4
En dicho sitio fueron encontra-
dos seis entierros indirectos,1 to- V Fig. 6 Ubicación de los entierros dentro de la cueva de Cabo Pulmo
dos ubicados en una especie de (dibujo de Massey, 1955).
“nido de hierbas,” cubiertos con
una estera de palma y amarrados mausoleo, sarcófago), un recipiente (vasijas, ollas, tapaplatos) o algún
contenedor natural (cuevas, chultunes, carcabas). Por otro lado el entierro
1
Consideramos entierro indirecto aquel directo se realiza mediante una simple excavación de forma regular o irregular,
donde el cadáver es depositado en una somera o profunda, con la única intención de depositar el cuerpo (Romano,
construcción realizada ex profeso (fosa, 1974: 86).
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ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

dientes de tiburón insertos en la punta, así co- tierro fue depositado al mismo tiempo que el
mo de cuatro atlatls y dos ornamentos de con- entierro III sobre una cama de corteza de pal-
cha nácar pulida (ibidem). ma y cubierto con el mismo material; sin embar-
go, los dos entierros estaban separados por mano-
jos de hierba o pasto. También se encontraron
Los entierros fragmentos de hilos y cordeles encima y alrede-
dor de los huesos largos, así como un artefacto
A continuación se describe cada uno de los en- de madera que podría haber sido un bastón ce-
tierros; en principio eran seis, pero después de remonial.
un análisis detallado en laboratorio se descu-
brieron los restos asociados de otros dos indivi- Entierro III (UCMA 12-7535)
duos, para identificar un total de ocho.
Corresponde al entierro secundario de un adul-
Entierro I (UCMA 12-7191) to, completo y en buen estado de conservación.
Todos los huesos estaban pintados con rojo ocre.
Entierro secundario de un adulto masculino, in- No se encontraron artefactos asociados, pero
completo: sin cráneo, con omóplatos y clavícu- los restos óseos se encontraban cubiertos con
las fragmentados; el resto en buen estado: sa- fibras de palma y los huesos de los dedos den-
cro, pelvis, húmero, radio y cúbito derechos, al- tro del cráneo, como en el entierro II.
gunas costillas, fémur derecho, y tibia y peroné
izquierdo. El esternón presenta una fractura, Entierro IV (UCMA 12-7193)
pero ésta se produjo post mortem. Al lado de esta
osamenta se encontraron algunos restos de otro Entierro secundario infantil del que únicamen-
individuo. El entierro asociado 12-7191 pertene- te se encontró el cráneo, fragmentos de costi-
ce a un adulto joven, ya que aún no terminaban llas, los huesos largos de las extremidades su-
de osificarse los huesos largos; se encontraron periores y la pelvis. Los pocos huesos revisados
fragmentos de cráneo y mandíbula; una clavícu- están en buen estado de conservación y mues-
la y omóplatos deteriorados; húmero y radio tran restos de pigmento rojo. También se en-
derechos, fragmentos de iliacos y fragmentos de contró piel, probablemente de venado, y frag-
huesos largos inferiores con inserciones muy mentos de fibras vegetales.
marcadas. Entre los materiales asociados desta-
can fragmentos de cuerdas vegetales, corteza y Entierro V (UCMA 12-7194)
fibras de palma, y una capa de hierbas. Estos pe-
queños fragmentos originalmente fueron par- Entierro primario que contiene restos óseos de
te del paquete mortuorio para cubrir los restos un adulto, encontrado en la parte central de la
óseos, pero con el tiempo se desintegró y disper- cueva. Por haberse mantenido dentro del bulto
só; los huesos fueron desordenados y añadidos mortuorio, la mayoría de huesos se encuen-
posteriormente. tran en buen estado de conservación; no esta-
ban pintados de rojo ocre, pero el cráneo pre-
Entierro II (UCMA 12-7192) senta manchas negras y rojizas que quizá se
deban a la misma mortaja, el omóplato conte-
Pertenece a un individuo adulto y es de tipo nía evidencias de probable pluma de ave.
secundario. Se encontraron (in situ) huesos lar-
gos y algunas vértebras, con el cráneo a la dere- Entierro VI (UCMA 12-7195)
cha y encima de ellos la pelvis y el omóplato.
Los huesos de los dedos estaban dentro del crá- Individuo adulto masculino, cuya deposición su-
neo, y se encontraba pintado en su totalidad giere unas segundas exequias. Se encontró el
con rojo ocre. Es importante señalar que este en- cráneo sin mandíbula, algunas vértebras y cos-
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LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

tillas, el húmero, radio y cúbito izquierdos, am- 3) Análisis paleopatológico detallado de cada
bos fémures y varios huesos del pie. Los restos esqueleto, constituido por:
en general se conservan en buen estado, aun
cuando es una de las osamentas con más lesio- a) Registro osteológico básico con infor-
nes de origen patológico; junto a dichos restos mación del número de individuos, de-
se encontraron huesos asociados. En el entierro terminación de sexo, edad y estatura.
asociado 12-7195 se identificaron algunas vérte- b) Identificación de las lesiones de origen
bras cervicales y dorsales, húmero izquierdo traumático y por enfermedad.
completo y cúbito fragmentado del mismo lado, c) Registro gráfico de zonas afectadas en
los dos primeros tercios superiores del peroné cada individuo.
derecho y ambos astrágalos. d) Identificación de padecimientos con
diagnóstico diferencial.
e) Búsqueda de etiologías.
La investigación en salud
4) Establecer redes de relación sinérgicas en-
La información obtenida a partir de las investi- tre las características biológicas, sociales
gaciones de etnólogos y antropólogos físicos re- y medioambientales.
quirió de un análisis cuidadoso que diera pie a 5) Interpretar de modo integral el tipo y ca-
las interpretaciones sobre la salud del grupo pe- lidad de vida enfocada a la salud.
ricú, por lo cual se decidió seguir los siguientes
lineamientos metodológicos:
Análisis osteológico
1) Reconocer el origen de los individuos, sis-
tema de enterramiento y técnicas de re- Con la idea de ofrecer una vista rápida de los
cuperación. resultados del análisis osteológico practicado a
2) Identificar las características sociales, cul- los ocho esqueletos, se presenta la siguiente
turales y económicas del grupo. tabla:

Núm. de Sexo Edad Estatura Lesiones por Lesiones de Lesiones por


entierro (años) enfermedad origen traumático actividad
Entierro 1 Masculino 30-35 1.66 m No Vértebra dorsal Postcraneales
12-7191 simétricas
Entierro Masculino 16-18 - Craneales No Poscraneales
12-7191 y bucales simétrticas
asociado
Entierro 2 Masculino 25-30 1.67 m Poscraneales No Poscraneales
12-7192 simétricas
Entierro 3 Masculino 20-25 1.68 m Craneales, bucales Tibia lado Poscraneales
12-7535 y poscraneales izquierdo simétricas
Entierro 4 Indeterminado 1.5-2 - No No No
12-7193
Entierro 5 Masculino 19-20 1.61 m Craneales, bucales Costillas y sacro Craneales y
12-7194 y poscraneales poscraneales del
Entierro 6 Masculino 35-45 1.64 m Craneales, bucales No Poscraneales más
12-7195 y poscraneales del lado izquierdo
Entierro Indeterminado 25-35 Entre 1.64 No No Poscraneales
12-7195 y 1.66 m (no había cráneo)
asociado

V Fig. 7 Resultados del análisis osteológico.


14
ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

Lesiones por sexo y edad métricas, y otras más cargadas al lado izquierdo
del cuerpo.
Los esqueletos recuperados corresponden a
sujetos de sexo masculino; se trata de un niño
de primera infancia (1.5 a 2 años), un adolescen- Tipo de lesiones
te (16 a 18 años), un esqueleto juvenil (19 a 20
años), cuatro adultos jóvenes (entre 25 y 45 En algunos cráneos hay engrosamientos de li-
años) y un adulto medio (35 a 45 años). Con gero a medio debido a inflamaciones que se
base en la inspección para buscar lesiones, y dieron en vida, principalmente en los huesos
mediante una relación directa con la edad de frontal y parietales. También se observaron evi-
los individuos estudiados, se observa que no hay dencias de hipervascularidad, lo que se infie-
una variación importante en cuanto a cambios re de improntas venosas gruesas y profundas, así
fisiológicos provocados por alguna patología. Asi- como agujeros de diversos tamaños a los lados
mismo, la única osamenta infantil presenta evi- de la sutura sagital, afectaciones conocidas por
dencias de algún proceso patológico que alte- los patólogos, en honor a su descubridor, como
rara los restos. “corpúsculos de Pagioni” (fig. 9). Asimismo, el
Los restos óseos del joven y el adolescente diploe o capa interna del cráneo muestra en
presentan ligeras inflamaciones en huesos lar- todos los casos ligeros grados de hiperostosis
gos y reacciones periósticas (anormalidades en porótica. En la capa externa hay zonas inflama-
la capa más externa del hueso), así como evi- das que se caracterizan por un macropuntilleo
dencia de hipervascularidad craneal (huellas de que recuerda la apariencia de una cáscara de
venas y arterias inflamadas y con ramificaciones naranja, principalmente sobre la sutura sagital
que dejan su impronta en la capa interna del y ambos parietales, aunque también llegó a en-
cráneo). Uno de ellos incluso muestra cambios contrarse en frontal y occipital (fig. 10).
en la capa externa del cráneo; también hay afec- En la porción facial se observaron zonas in-
taciones en la región bucal y lesiones por en- flamadas del frontal, uno de ellos con peque-
tesopatías, es decir, afectaciones en huesos, ñas depresiones; hay macropuntilleo, sobre todo
músculos y zonas articulares por actividades en el paladar, y grandes agujeros nutricios múl-
constantes en la vida de cada individuo que re- tiples. En el sujeto del entierro 6 es evidente
quirieron de movimientos repeti-
tivos y de gran esfuerzo físico.
El sujeto de 19 a 20 años, úni-
co subadulto, presenta una afec-
tación congénita (espina bífida y
falta de osificación en quinta lum-
bar), además de golpes y fractu-
ras en costillas y sacro (fig. 8).
Tanto los adultos jóvenes como el
adulto medio muestran cambios
en cráneo y huesos largos por algu-
na infección sistémica. Hay tam-
bién patología bucal en grado seve-
ro, y en dos de ellos hay lesiones
por golpes o caídas. Las osamen-
tas corresponden a individuos muy
altos, robustos y con evidencia de
lesiones por actividades físicas se-
veras y constantes, la mayoría si- V Fig. 8 Lesión congénita, espina bífida, entierro 12-7194.
15
LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

res; en el adulto medio, además de


caries se observó el secuestro en
alveolo producido por un absceso
que carcomió el hueso. También
fue muy frecuente la aposición de
sarro o placa dentobacteriana, aun-
que en grado ligero (fig. 11).
En los huesos largos de jóvenes
y adultos hay agujeros nutricios
grandes, y algunas veces dobles.
Húmeros, cúbitos y radios con lige-
ras periostitis, así como huellas de
marcadas inserciones de múscu-
los y ligamentos. Esta forma del
hueso de inserción muscular mar-
cada también se da en el cráneo,
V Fig. 9 Bóveda interior del cráneo con corpúsculos de Pagioni, entierro
las clavículas y segmentos inferio-
V, 12-7194. res, incluidos los pies. Las piernas
son rectas, con tibias grandes, aun-
que en su mayoría muestran zo-
nas con reacción periostítica. Los
peronés con ligera curvatura de la
diáfisis y periostitis en grado lige-
ro. Los coxales también presentan
fuertes inserciones musculares,
incluso en la cavidad cotiloidea.
Las vértebras cervicales y lum-
bares muestran un colapso con
grados de ligero a medio. Algunas
regiones presentan degeneración
en vértebras y miembros de la ca-
dera (sacro y coxales), pero sólo
en el adulto medio y representa
un proceso normal por la edad. En
las costillas se encontraron callos
V Fig. 10 Macropuntilleo a manera de cáscara de naranja, entierro III, 12- óseos de fracturas consolidadas,
7535. mientras en el sacro y el cóccix del
subadulto hay evidencias de frac-
un secuestro o carcomido de hueso en la por- tura con regeneración ósea.
ción nasal y etmoidal. En la región bucal en-
contramos abrasión dentaria en todos los suje-
tos, a excepción del niño. Dicha abrasión es Diagnóstico
severa en la mayoría de los casos, hasta grado 5
según tablas de Brothwell (1981), y dañaron por Los principales padecimientos bucales detecta-
completo las cúspides, principalmente de los dos en las osamentas analizadas corresponden
molares. Había reabsorción alveolar (retracción a caries, abscesos, abrasión dental, reabsorción
de la encía) en grado ligero y también se presen- alveolar y ligera aposición de placa dentobacte-
taron caries en la cara oclusal de algunos mola- riana. En relación con enfermedades infeccio-
16
ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

vidades que implican un gran es-


fuerzo físico y representan los
más frecuentes de todos los cam-
bios fisiológicos identificados en
nuestro estudio. Su origen tiene
que ver con el esfuerzo de seg-
mentos superiores e inferiores,
con movimientos repetitivos, es-
fuerzos de traslado y subida, así
como de cargas con sobrepeso.
La fuerte inserción de músculos
en cráneo, y tendones y ligamen-
tos en brazos y piernas en forma
simétrica nos hablaría de activi-
dades físicas variadas, lo que a su
vez pudo haber propiciado la ne-
cesidad de un flujo sanguíneo más
V Fig. 11 Desgaste dental severo, entierro VI, 12-7195. rápido, con la consiguiente apari-
ción de agujeros nutricios más
sas, después de analizar inflamaciones, depre- grandes y en mayor cantidad.
siones, zonas con reacción periostítica y seg-
mentos afectados de cada esqueleto, y tras des-
cartar distintas enfermedades sistémicas que Redes de relación causa–efecto
pudieran dar el mismo cuadro, podemos afir-
mar que algunos individuos sufrieron de un tipo Al buscar la etiología de las lesiones y padeci-
de treponematosis que llegó a su tercer estadío, mientos llegamos a las siguientes inferencias:
en el cual también afecta al hueso (fig. 12) Todo entre las lesiones bucales observadas podemos
el cuadro así lo confirma. destacar la abrasión de piezas dentarias, retrac-
Los traumatismos observados corresponden ción de encía o periodontitis, caries, secuestros
a tres de las ocho osamentas ana-
lizadas, y presentan las particu-
laridades siguientes: un joven,
subadulto, con el sacro y cóccix
desviados, muy posiblemente a
causa de una caída, la cual tam-
bién produjo la fractura de una
costilla. Un adulto joven con he-
rida en tibia, en la parte baja de la
diáfisis, mas por presentar reac-
ción infecciosa y regeneración no
permitió identificar al agente cau-
sal (fig. 13). Osamenta de un in-
dividuo adulto con impacto por
instrumento punzocortante sobre
la parte posterior de una vértebra
dorsal.
V Fig. 12 Secuestro óseo en zona etmoidal, lesiones por
Como ya señalamos, las ente-
sopatías se deben a diversas acti- treponematosis, entierro VI, 12-7195.
17
LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

tar relacionados, más que con la in-


gesta de carbohidratos (causa muy
contemporánea), con una debili-
dad de los dientes por el fuerte
desgaste y un aseo poco frecuen-
te; si bien es cierto que muchos
frutos llegan a limpiar las piezas,
la falta de un aseo consciente y
frecuente propiciaría la presencia
de caries y abscesos.
El sarro acumulado entre los
dientes tiene como agente causal
las bacterias; en estos casos, qui-
zá el masticar distintas semillas y
la acumulación y permanencia de
sus fragmentos en la boca por mu-
V Fig. 13 Reacción infecciosa en tibia por traumatismo, entierro III, 12- cho tiempo llegaron a conformarlo
7535. en la dentadura.
Sobre las evidentes y marcadas
óseos por absceso, y acumulación de sarro. La entesopatías en todos los individuos, sabemos
abrasión dentaria, tan marcada en todos los adul- que se deben al hecho de realizar actividades
tos, puede tener su origen en las estrategias de muy fuertes y variadas, entre ellas caminatas en-
elaboración de alimentos, como las ya referidas tre laderas pronunciadas, una vida seminómada
por algunos cronistas. Por ejemplo, Del Barco con desplazamientos que involucraban la car-
(op. cit.) menciona que las semillas eran tosta- ga de pertenencias y recursos, así como com-
das en cestos de fibra (coras) a los que introdu- petencias de lucha y carreras, todo lo cual deja
cían brazas de carbón ardiente y se removían huellas de inserciones musculares en huesos de
hasta que se doraban, para después molerlas en la cabeza, espalda, cadera, piernas y pies. Sin
el metate. Incluso comenta que al masticar las embargo, las cargas de sobrepeso debieron ser
semillas se escuchaba el crujir de los residuos muy simétricas respecto al esfuerzo corporal en
de carbón. Asimismo, al preparar las almejas pa- conjunto, ya que las lesiones no están concen-
ra su ingesta, éstas eran cubiertas con tierra para tradas en la columna vertebral, como en otros
que se abrieran y en este proceso la almeja fil- grupos.
tra tierra al interior. Además, la concha se rom- El análisis muestra que estas osamentas co-
pía en fragmentos pequeños y era inevitable que rresponden a individuos que sufrieron en vida
éstos llegaran a la boca. golpes y fracturas, lo cual resulta explicable en
Como se ve, tenemos entonces dos situacio- función del medio en que vivían y donde los
nes que nos explican el porqué del severo des- accidentes y caídas podían ser frecuentes al
gaste de los dientes. También podemos retomar subir laderas, y correr tras animales de caza,
la propuesta de Pompa y Padilla(1984), quien además de las acostumbradas luchas. Las frac-
propone la utilización de los dientes como he- turas de costillas también podrían deberse a
rramienta de trabajo, especialmente en la ela- fuertes caídas o enfrentamientos cuerpo a cuer-
boración de cestería. po; además hay un caso de herida en la espalda
Mientras la retracción de las encías pudo te- por impacto de instrumento punzo-cortante, el
ner su origen en ciertas irritaciones de la mu- cual bien pudo ser una flecha, y el móvil una
cosa por el ph de los alimentos, o la cantidad de agresión o un accidente de la caza.
sal y arena contenidas en ellos, tanto las caries En cuanto a evidencias de infecciones pre-
como el secuestro óseo por absceso pueden es- sentes en los huesos, el diagnóstico de trepone-
18
ARQUEOLOGÍA 39 z septiembre-diciembre 2008

matosis obedece al hecho de que ésta se define queológicos y el análisis antropofísico permitie-
por inflamaciones craneales, hipervascularidad, ron establecer patrones y concordancias entre
afectación de paladar y zonas aledañas y perios- lesiones y agentes causales.
titis en los huesos largos y los pies. Se descar- Estamos conscientes de que las osamentas
tan padecimientos como Paget, tuberculosis e analizadas en nuestro estudio corresponden a
hipertiroidismo por las edades atribuidas a cada individuos que bien pudieron haber sido selec-
uno de los restos óseos, y por el hecho de que cionados para su depósito en la cueva, además
sus manos y columna vertebral no están afecta- de ser pocos, todos del sexo masculino y por
das. Además contamos con crónicas y relacio- ello no representan necesariamente las carac-
nes en las que se menciona cómo la población terísticas de la media del grupo. Sin embargo,
pericú padeció de enfermedades de transmi- al hablar de la relación salud-enfermedad estos
sión sexual porque era evidente la emergencia sujetos son evidencia de que al menos las afec-
de bubas en la piel (Sales, 1945), otro dato que ciones que presentan sí existían, de que los
apunta hacia la treponematosis. Entre las razo- hombres de varias edades sufrieron padeci-
nes para explicar la presencia de esta enferme- mientos similares, y sus lesiones pueden ser
dad en nuestro grupo de estudio puede señalar- explicadas en función de las formas en que se
se que los pericúes vivían en regiones de clima desarrollaban en su hábitat.
tropical (propicio para el desarrollo del trepo- Las características de las lesiones por enfer-
nema) y mantenían relaciones de parentesco, medad tuvieron diferencias particulares respec-
donde si bien existía la poligamia (un hombre to a las que se presentan en grupos prehispá-
podía tener varias mujeres), el parentesco se nicos del centro o sur de México, por ello es
establecía únicamente entre miembros del mis- importante difundir el patrón de padecimien-
mo grupo, con un aislamiento que propiciaba tos para pobladores que habitaron en el norte
la endogamia y en el que resultaba fácil una del Altiplano. En cuanto a salud, todo indica
transmisión directa. que su alimentación fue nutritiva, con elemen-
Y finalmente, sobre la espina bífida y la sa- tos adecuados en relación con proteínas, vita-
cralización de la quinta vértebra lumbar hay una minas, fibras y minerales; tenían actividades
afección congénita con fuerte componente he- físicas constantes y variadas, y mantuvieron
reditario, se trata de una afección que puede actitudes sociales muy de acuerdo con el apro-
presentarse en cualquier población, pero es vechamiento y disfrute del medio ambiente.
importante mostrar su presencia
en sujetos masculinos ya desde
aquella época.

Comentarios finales

Cuando los estudios de antropo-


logía forense sobre salud y enfer-
medad adoptan un carácter inter-
disciplinario, se genera una gran
cantidad de información que per-
mite realizar interpretaciones in-
tegrales y realistas a propósito
de los grupos sociales antiguos.
V Fig.14 Fuertes marcas de inserción muscular en peroné por actividad,
Fue así como la abundante infor-
mación etnológica, los datos ar- entierro II, 12-7192
19
LOS PERICÚES DE MONTE CUEVOSO, BAJA CALIFORNIA SUR: SU ENTORNO, COSTUMBRES Y SALUD

Se presentaron además otras particularida- de P. Hendrichs), México, Antigua Librería


des que llamaron nuestra atención, como la gran Robredo.
cantidad de agujeros nutricios en todos los hue-
sos analizados, sobre todo en el cráneo y los • Bernabéu, Salvador (ed.)
huesos poscraneales, un rasgo poco frecuente 1994. Diario de las expediciones a las Californias de José
en otras poblaciones prehispánicas y al que no Longinos, Madrid, 12 Calles.
podemos atribuir una sola causa, pues hay al
• Clavijero, Francisco Xavier
menos tres posibilidades: que la frecuente ac-
1990. Historia de la Antigua o Baja California, México,
tividad física, con esfuerzos musculares fuer- Porrúa.
tes, requiriera más irrigación sanguínea; que los
procesos propios de una enfermedad sistémica • Del Barco, Miguel
como la treponematosis, al requerir de más sa- 1973. Historia natural y crónica de la Antigua
lidas venosas por los cambios internos del hue- California, México, UNAM.
so, propicie el surgimiento de más agujeros
nutricios; que como variante genética del gru- • Diguet, León
po sus huesos presenten agujeros nutricios, en 1991. Fotografías del Nayar y de California 1893-1900,
su mayoría dobles o múltiples. México, INI/CEMCA.
Cada una de estas posibilidades implica más
investigación, con el propósito de identificar las • INEGI
características de la enfermedad o de la perma- 1995. Síntesis geográfica de Baja California Sur,
nencia de transmisión genética. Finalmente, México, INEGI.
reiteramos que los estados de salud y enferme-
dad de este grupo —mediante el análisis de una • Kate, Ten
estructura social y económica desarrollada en 1979. “Materiales para servir a la antropología de
Baja California”, en Revista Calafia, vol. IV,
un medio ambiente particular de Baja Califor-
núm. I.
nia— permitió establecer relaciones en cuanto
a su adaptación biológica y sus repercusiones
• Kirchhoff, Paul
fisiológicas, provocando cambios en el cuerpo 1942. “Las tribus de la Baja California y el libro del
de cada uno de sus miembros, logrando así acer- Padre Baegert”, introducción a Noticias de la
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