Revista-9M-Spanish-11 Ministerio Pastoral
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Un foro de ancianos
106
9Marcas
PERFILES DE PASTORES EN LAS ESCRITURAS
RESEÑAS
Daniel Puerto
F
. B. Meyer (1847-1929) fue un pastor bautista y evangelista
inglés. En su juventud, escribió a un amigo las siguientes
palabras:
7
tres años he sido cada vez más consciente de este llamado, y mi vida ahora
podría resumirse en las palabras «separado para el evangelio de Dios». No
hay servicio más elevado; no pido otro.2
¡Este es el ministerio pastoral! Morir a ti mismo para que otros tengan vida,
morir a tus deseos, a tus aspiraciones y a tus sueños; morir a tus «derechos»
y a aquellas cosas que deseabas realizar de este lado de la eternidad para
2 Ibíd., 17-18.
8
pastorear el rebaño de Dios. Lo haces para gloria de Dios; lo haces porque
amas a Dios y porque sabes que tienes toda una eternidad por delante de ti
esperándote con deseos y deleites muy por encima de todo lo que es pasajero
y temporal.3
9
Queremos de nuevo Luteros, Calvinos, Bunyans, Whitefields, hombres dig-
nos de marcar épocas, cuyos nombres infundan terror en los oídos de nues-
tros enemigos. Tenemos una gran necesidad de ellos. ¿De dónde vendrán a
nosotros? Son regalos de Jesucristo a la iglesia, y vendrán a su debido tiem-
po. Él tiene el poder de devolvernos una edad de oro de predicadores… y
cuando la buena y antigua verdad sea predicada una vez más por hombres
cuyos labios sean tocados como con un carbón vivo del altar, esto será el
instrumento en la mano del Espíritu para traer un gran y completo aviva-
miento de la religión en la tierra. No busco ningún otro medio de convertir
a los hombres más allá de la simple predicación del evangelio y la apertura
de los oídos de los hombres para escucharlo. En el momento en que la iglesia
desprecie el púlpito, Dios la despreciará. Ha sido a través del ministerio de
predicación que el Señor siempre se ha complacido en revivir y bendecir a
Sus iglesias.4
4 Charles H. Spurgeon, Autobiography: Volume 1: The Early Years 1834-1859 [Autobiografía: volumen 1: Los
años tempranos 1834-1859] (Edinburgh, UK: The Banner of Truth Trust, 1962), v.
10
6 pasos para confirmar
un llamado pastoral
Félix Cabrera
A
continuación, comparto seis pasos o requisitos que debe-
mos tener en cuenta a la hora de confirmar si en realidad
tenemos un llamado pastoral.
¿C
Bobby Jamieson
20
John Bunyan y el
llamado pastoral
Matt Haste
E
n la esquina suroeste del prado de St. Peter del poblado in-
glés de Bedford, cerca de la calle hay una estatua de bronce
de un hombre. Los ojos del hombre están mirando hacia el
cielo y hay una Biblia en sus manos; él tiene una expresión de des-
esperación en su rostro, pero parece preparado para hablar una
palabra de verdad en cualquier momento con el fin de suplicar a
los transeúntes. Aparentemente, esa es exactamente la manera en
que John Bunyan quería ser recordado.
Su representación del pastor ideal en su famosa alegoría titu-
lada El progreso del peregrino, suplicaba la inspiración de la esta-
tua. Con su espalda hacia el mundo y su mirada hacia el cielo, el
hombre estaba entre los pocos autorizados a guiar a otros en su
camino hacia la ciudad celestial. Bunyan era un puritano típico
en su respeto y admiración del pastorado. Y con esa visión del
ministerio pastoral podríamos pensar, ¿cómo es que los purita-
nos disciernen quién fue llamado por Dios a Su gran obra?
21
EL CONCEPTO PURITANO DEL LLAMADO
El concepto puritano del llamado fue construido bajo las con-
vicciones de la Reforma acerca de la vocación. Como lo expre-
sa William Perkins, el llamado de alguien es una mayordomía
«ordenada e impuesta por Dios para el bien común».5 Según la
mente puritana, Dios designó a cada persona para una vocación
particular con el fin de cumplir Sus propósitos soberanos. Si Dios
llamaba a un hombre al pastorado, los puritanos creían que su
vida reflejaría ciertas características que confirmaban su llamado.
Un estudio de los escritos puritanos sobre el tema revela que
los puritanos no destacaban un aspecto del llamado por encima
del resto, sino que buscaban unir las características que demos-
traban la mano de preparación sabia de Dios. Cuando un hombre
cumplía con los requisitos necesarios —convicción para liderar y
enseñar, capacidad para realizar el trabajo, carácter como Cristo
y confirmación del pueblo de Dios— entonces, y solo entonces,
podía considerarse llamado al ministerio.
22
Por tanto, le pidieron a Bunyan que expusiera una «palabra de
exhortación» en una próxima reunión, lo cual a su vez fue bien
recibido. Como Bunyan reportó más adelante, «descubrí mi don
entre ellos» ya que la congregación fue «tanto afectada como con-
fortada». Luego se le pidió que predicara varias veces más y él co-
menzó a orar y ayunar por sabiduría. Cuando la iglesia lo designó
para un papel de predicación más frecuente, él confesó: «eviden-
temente encontré en mi mente un secreto que dirigía hacia ello».
Su corazón se enfocó especialmente en 1 Corintios 16:15, donde
en la versión autorizada que Bunyan leía hablaba de que los após-
toles «se dedicaron al ministerio de los santos». Al sentir que este
mismo deseo aumentaba en su propio corazón y seguir viendo
el fruto de su trabajo Bunyan concluyó: «por tanto, estas cosas
fueron otra confirmación para mí, de que Dios me había llamado
y acompañado en esta labor».6
Bunyan fue reconocido primeramente por su carácter y luego
probado para evaluar su capacidad. Mientras la iglesia confirma-
ba sus dones, él comenzó a desarrollar la convicción de que debía
servir al Señor de esta manera. La suma de esos elementos llevó
a Bunyan a concluir con el hecho de que en realidad había sido
llamado al ministerio.7 Bunyan permaneció confiado en su lla-
mado aún cuando enfrentó persecución y pasó doce años en la
cárcel de Bedford, donde se encuentra su estatua hasta el día de
hoy. Él se convirtió más adelante en uno de los predicadores más
apreciados y autores más influyentes de la era puritana, pero solo
luego de que estuvo seguro de que cumplía con todos los requisi-
tos necesarios.
6 John Bunyan, Grace Abounding to the Chief of Sinners [Gracia abundante para el mayor de los pecadores], en
Works of John Bunyan [Obras de John Bunyan] (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1991), 1:36.
7 La historia del contemporáneo de Bunyan, el pastor londinense Frances Bampfield (fallecido en 1683)
aporta una experiencia beneficiosa. Véase Frances Bampfield, A Name, an After-One [Un nombre, uno tras otro]
(London: John Lawrence, 1681).
23
LLAMADO Y CALIFICADO
La perspectiva puritana sobre el llamado no está por encima de
la crítica, pero las siguientes recomendaciones destacan la sabi-
duría que sus escritos ofrecen a los pastores de hoy. Cada punto
provee un contraste útil con el enfoque de muchos evangélicos
modernos.
Primero, los puritanos vieron el llamado al ministerio en el
contexto del desarrollo de una doctrina de la vocación. En lugar
de volver al pensamiento medieval que dividía lo sagrado de lo
secular, los puritanos reconocieron que todas las personas son
llamadas por Dios y dotadas para vocaciones específicas.
Segundo, los puritanos enfatizaron lo externo en lugar de la
confirmación interna. Ellos motivaron al hombre a considerar los
dones que Dios le había otorgado, las oportunidades que estaban
ante él y especialmente la manera en que otros respondían a su
vida, servicio y enseñanzas. Esto atribuyó la responsabilidad pri-
maria a la sabiduría colectiva de la iglesia y sus líderes en lugar de
la evaluación subjetiva del individuo.
Finalmente, el enfoque puritano era multifacético en lugar de
místico o minimalista y en lugar de simplificar más el proceso o
destacar un aspecto del llamado por encima del resto, los puri-
tanos motivaron a los jóvenes a ver el asunto a partir de diferen-
tes ángulos. Las cuatro características señaladas en este artículo:
convicción, capacidad, carácter y confirmación, permanecieron
relativamente iguales en lo que se refiere a ayudar a alguien a de-
terminar si Dios lo había capacitado para el ministerio vocacio-
nal. Y esta inclinación es paralela a una práctica que es enseñada
por otra serie de palabras claves que pueden ser familiares para
algunos lectores.
En el siglo veinte los gemólogos identificaron «cuatro Cs» que
ayudaban a clasificar la calidad de un diamante: el corte, los qui-
lates, el color y la claridad. Cada característica sirve de indicador
24
para la calificación general de la piedra, pero ninguna medida es
suficiente en sí misma para determinar el valor del diamante. Un
joyero sabio examina el diamante desde todos los ángulos, fijando
sus ojos experimentados en las potenciales imperfecciones o defi-
ciencias. Una gran marca en una categoría podría distorsionar la
evaluación de un novato porque un experto sabe como calificar la
piedra a través de las cuatro categorías.
El paralelo de los cuatro temas discutidos aquí es instructivo. Y
así como los diamantes son evaluados a través de una serie espe-
cífica de categorías establecidas, debemos también entrenar a los
jóvenes para que se evalúen a sí mismos. Rechazando un enfoque
simplista, deben observar sus vidas a partir de todos los ángulos y
buscar ayuda de otros para descubrir si Dios verdaderamente los
ha capacitado para la obra del ministerio. Bunyan y los puritanos
entendieron el alto llamado del pastorado y estuvieron dispuestos
a proteger el oficio. Ellos ofrecen un ejemplo sabio para ayudar
a hombres jóvenes a determinar si han sido llamados por Dios a
servir como pastores hoy en día.
25
El ministerio pastoral
es un desafío, pero vas
a estar bien
Owen Strachan
N
ada en la tierra es más glorioso que el ministerio pastoral.
Y nada en la tierra es más difícil.
El ministerio pastoral es el pastoreo de almas a la glo-
ria. Es un trabajo sobrenatural. Por definición, no puede haber
trabajo más pesado en el planeta. No hay nada más importante
que esto: que tú conduzcas al pueblo de Dios a conocer al Dios
vivo. Esto es, como dijo Edwards, “un asunto divino”.
Algunos podrían preguntarse en este punto si todos los llama-
dos son de igual importancia. Cabe destacar que el movimiento
que recupera una doctrina significativa del trabajo —encapsulada
en esa hermosa palabra «vocación»— es el mismo movimiento
que recupera una vista sobre el púlpito extraordinariamente ele-
vada. Mientras Lutero y Calvino sentían la necesidad de un pas-
torado recuperado, llamaron a las ovejas a ver cada minuto de su
trabajo diario como Dios lo veía e permeado con Su gloria.
26
Pero eso es un ensayo para escribir otro día. Más de 500 años
después de la Reforma, debemos recuperar el sentido de la gran-
deza del llamado pastoral. En nuestros tiempos, el pastorado es
despreciado en algunos círculos. Muchos asocian hoy en día el
papel de pastor con una especie de voceador de un carnaval es-
piritual. Los pastores se levantan, cuentan chistes, reflexionan un
rato sobre un tema espiritual y al final cierran la tienda. No ha-
cen ningún daño. No dicen nada ofensivo. No provocan olas. Son
como una hoja soplada en el mar, se van y son llevados, y nunca
se sabe si estuvieron allí.
La visión bíblica del pastorado es muy diferente. El pastor bí-
blico transita en el negocio de la eternidad. El pastor bíblico es la
figura que mira de cerca los fuegos del infierno, ve a la gente tro-
pezando borracha de esa manera, y los llama a alejarse del fuego.
El pastor bíblico es el designado por Dios para estar presente con
la gente en los momentos más sagrados de sus vidas: el matrimo-
nio, una enfermedad devastadora, el nacimiento de los niños, la
alimentación semanal de la Palabra.
Todo esto es glorioso. Todo esto está bañado en la luz del cielo.
Si pudieras ver las cosas con lentes espirituales, vistiéndote con el
equivalente de los lentes de «realidad virtual» teológica, tropeza-
rías sorprendido al vislumbrar las fuerzas del bien y de la oscuri-
dad que se despliegan ante ti. Pero aquí está la segunda verdad:
todo esto es difícil. Es agotador. El trabajo pastoral es un trabajo
espiritual. Se realiza en las primeras líneas de la gran guerra entre
Dios y el diablo. Ningún pastor puede mantenerse al margen del
conflicto, por mucho que lo deseemos. Por definición cada pastor
ministra la verdad en medio del humo y el fuego, la victoria y el
revés.
Estos retos están bien documentados y no son mi objetivo en
este momento. No necesito explicar a los pastores por qué el mi-
nisterio es un desafío. Cualquiera que haya escuchado el llamado
a trabajar en campos blancos hasta la cosecha espiritual conoce
27
los dolores de espalda, los dolores de cabeza, las heridas a veces
duraderas adquiridas en el trabajo de la iglesia. Esto es lo que creo
que los pastores (y en particular los pastores jóvenes) necesitan
escuchar: vas a estar bien. Mantén el rumbo. Sigue arando.
Los pastores una vez vieron el llamado a una iglesia como un
llamado de por vida. E. Brooks Holifield ha trazado los cambios
en la tenencia pastoral durante los últimos siglos del ministerio
estadounidense (sus libros A History of Pastoral Care in America:
From Salvation to Self-Realization [Historia del cuidado pastoral
en Estados Unidos: de la salvación a la autorrealización] y God’s
Ambassadors: A History of the Christian Clergy in America [Los
embajadores de Dios: una historia del clero cristiano en Estados
Unidos] son provechosos y los recomiendo encarecidamente).
Ha descubierto que el pastorado ha pasado de ser el pilar mismo
de la estabilidad social, literalmente el trabajo que más simboliza
la presencia del pacto humano, a ser uno que refleja la cultura
empresarial estadounidense. Los pastores saltan de una iglesia
a otra, siendo la meta final de su ministerio una iglesia grande.
Esto, en demasiadas mentes, equivale a «éxito», un término que
tiene poco que ver con la solidez bíblica y mucho que ver con los
logros estadísticos.
Hay razones válidas e incluso justas para dejar una iglesia.
Pero no podemos perder de vista que el pastorado ha cambiado
como institución con el tiempo. En el pasado fue el más estable de
los llamados, pero hoy parece ser uno de los menos estables. Hay
numerosas razones que explican estos cambios en nuestro con-
texto del siglo XXI. Muchos jóvenes entran en el pastorado con
una historia de ruptura familiar. Más de lo que ellos pueden estar
conscientes, tienen la inestabilidad codificada en su identidad.
Esto es verdad incluso para aquellos que son redimidos por Cris-
to y que aparentemente han vencido la tristeza de su pasado.
El oscurecimiento de la cultura estadounidense también juega
un papel aquí. El ministerio siempre ha sido muy desafiante en
28
un mundo caído, y algunas estaciones de la historia son definiti-
vamente más difíciles que otras (ver, por ejemplo, la expulsión de
los puritanos de la iglesia inglesa). Pero en un sentido compara-
tivo, no se está haciendo más fácil en occidente. Cada vez es más
difícil, más complejo y más exigente. En términos del ambien-
te estadounidenses, la gente está entrando a iglesias con menos
entrenamiento, menos antecedentes espirituales y mayor carga
personal. Muchos jóvenes piadosos se alegran por esta situación,
y con razón. Pero no podemos pasar por alto que la mayor oscu-
ridad ha engendrado una mayor necesidad que ha engendrado
un pastorado costoso.
También debemos reconocer que vivimos en una época de
transición. La gente hace conexiones fácilmente, una verdad que
es proclamada sin fin por el complejo industrial de los medios
sociales. Pero hoy en día la gente rompe las conexiones con la
misma facilidad. Podríamos pensar que nosotros mismos no nos
vemos afectados por tales factores. Pero estamos afectados más
de lo que pensamos. (La iglesia rara vez se da cuenta de cuánta
influencia está ejerciendo exitosamente la cultura sobre ella). Hoy
en día, todos estamos intranquilos. Todos mantenemos un ojo
en el horizonte inmediato y otro en la vista más lejana. Llegamos
a algunos puntos conflictivos y nos encontramos preguntándo-
nos si deberíamos salir y encontrar algo más satisfactorio. Con
la misma fluidez con la que nos hacemos amigos y seguimos a
la gente en las nuevas tecnologías, también cambiamos nuestra
propia vida.
Hay más que decir aquí. Cada iglesia es diferente; el entorno
de cada pastor es diferente. Hay razones correctas, como ya se ha
dicho, para hacer las maletas y seguir adelante. (Por ejemplo, es
bueno ganar experiencia para tomar un rol de pastor líder). Pero
recordemos esta palabra: ya que Cristo nos ha lavado con Su san-
gre, estaremos bien. Ya que somos habitados por el Espíritu, el
Señor no nos abandonará. Ya que nuestro nombre está escrito en
29
el libro de la vida del Cordero, llegaremos a la gloria. Nos ha pa-
sado lo mejor; lo peor que podía pasarnos —morir eternamente
en el infierno— ya no puede pasarnos a nosotros. Estas verdades
que vienen de Dios son el punto de partida de un ministerio fiel
y perseverante.
Así que, joven pastor: estarás bien. No porque haya una vaga
corriente espiritual en el mundo que eleva a todos al final a la feli-
cidad general, sino porque Cristo te ha tomado en Su mano fuerte
y no te dejará ir. Mantén el rumbo. Sigue arando. El «éxito» es un
vapor; no existe realmente, y mucho de lo que constituye el éxito
se quemará el último día como un papel en un incendio. La vida
no se trata de ti; ni siquiera se trata de tu felicidad temporal. Se
trata de algo mucho más grande que tú. Es el ministerio de la ver-
dad. Se trata de la gloria de Cristo, el Hijo obediente al Padre por
el poder del Espíritu. No eres más que una minúscula molécula
en esta gran historia de redención, la historia de los siglos.
Terminemos donde comenzamos, pero con el acento en la rea-
lidad positiva de tu vocación. Nada en la tierra es más difícil que
el ministerio pastoral.
Y nada en la tierra es más glorioso.
30
La iglesia necesita
menos hombres que se
sientan «llamados» al
ministerio
Dayton Hartman
M
e acababa de graduar del seminario, con varios años de
ministerio ya en mi haber. También tenía una opinión
muy elevada de mí mismo.
Me acerqué al pastor principal de la iglesia en la que había sido
contratado recientemente y le pedí ser ordenado. Se emocionó y
organizó a un consejo de pastores para que supervisara el proce-
so. Nos reunimos en dos ocasiones. La primera reunión fue un
interrogatorio formal. Me sentí como el personaje de Jack Ni-
cholson en Cuestión de Honor, siendo interrogado en una corte
militar.
Me llegaron preguntas a diestra y siniestra, desde las teológi-
cas hasta las de filosofía del ministerio. Me gustaría poder decir
que todas mis respuestas reflejaban sabiduría y meditación, pero
31
no fue así. En cambio, manejé la barricada de preguntas con la
precisión de un niño pequeño armando un rompecabezas. Sin
embargo, la sala estaba de mi parte y la aprobación fue inevitable.
Luego vino la pregunta final: «¿Qué pasaría si dijéramos que
no?». Yo respondí: «Seguiré haciendo lo que estoy haciendo —
ojalá me hubiera detenido allí, pero no lo hice— ¿Quiénes son
ustedes para decirme lo que Dios me ha llamado o no a ha-
cer?». Pontifiqué sobre el hecho de que todo el proceso de or-
denación carecía de sentido (ya sé, si no tiene sentido, ¿por qué
lo estaba haciendo?). Estaba plenamente convencido de que mi
llamado era personal, subjetivo y, en última instancia, entre Dios
y yo. Además, creí que los requisitos bíblicos para ser anciano se
cumplían fácilmente en el momento en que experimentaba un
llamado subjetivo de parte de Dios.
Estaba equivocado.
IDENTIFICANDO A LOS FUTUROS PASTORES
En su primera carta al joven pastor Timoteo, el apóstol Pablo
explicó cómo una iglesia debe identificar a sus futuros ancianos
y pastores: «Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra de-
sea hacer» (1Ti 3:1, LBLA). Pablo no dice: «Si alguno es llamado»;
dice si alguno «aspira». Me temo que hemos tomado el lenguaje
del Antiguo Testamento sobre el llamado de los profetas y lo he-
mos superpuesto al oficio de anciano. Al contrario, debemos re-
cuperar el lenguaje bíblico de «aspira».
Necesitamos menos hombres que se sientan «llamados al mi-
nisterio» y más hombres que aspiren al cargo de anciano. Pero si
desechamos el lenguaje del llamado, ¿cómo sabemos si debería-
mos procurar el ministerio? Aquí tienes cinco indicadores:
1. Amas a la iglesia local. Ser un cristiano maduro es amar
cada vez más lo que Jesús ama. Jesús ama a Su iglesia. Si no amas
a la iglesia local, no deberías aspirar al cargo de anciano. Punto. Si
amas a la iglesia local, tal vez deberías aspirar al cargo de anciano.
32
2. Tienes un carácter piadoso. Los requisitos predominantes
para el obispado establecidos en Tito 1 y 1 Timoteo 3 tienen que
ver con el carácter. Por ejemplo, Pablo pone a prueba a los ancia-
nos en asuntos como el manejo del dinero (¿se endeudan innece-
sariamente?), la vida familiar (¿aman bien a sus esposas e hijos?)
y la respetabilidad de sus vidas (¿viven vidas irreprochables?). De
todos los requisitos que Pablo enumera, solo uno tiene que ver
con la capacidad para predicar.
3. Puedes enseñar. Los aspirantes al cargo de pastor deberían
poseer la capacidad para enseñar la Biblia. Esto no quiere decir
que tienes las capacidades para predicar como Charles Spur-
geon, simplemente significa que puedes explicar la Biblia de una
forma que el pueblo de Dios puede entenderla y aplicarla. Para
que quede claro, esto no es un don estático sino una habilidad
que puede crecer con el tiempo.
4. Sientes una carga por el pueblo de Dios. El pastorado es una
labor de suma importancia que implica consecuencias eternas.
¿Sientes el peso de pastorear al pueblo de Dios? ¿Estás preparado
para rendir cuentas al mismo Cristo por la manera en que has
llevado a cabo tu pastorado (Heb 13:17)? Consciente de este peso
e importancia, ¿aún deseas ser pastor? Probablemente es lo que
la mayoría de las personas quieren decir cuando hablan de un
«llamado».
5. ¡Has sido confirmado! No me refiero a que alguien en tu
iglesia te haya dicho al azar: «¡Deberías ser pastor!». Esto es a lo
que me refiero: ¿Han confirmado tu aspiración pastores bíblica-
mente calificados y tu iglesia local? Tal confirmación requerirá un
tiempo de prueba en base a los requisitos de la Escritura. Pocos de
los rasgos de carácter enumerados por Pablo podrían conocerse o
evaluarse inmediatamente.
Si estas cinco características están presentes en tu vida, ¡enton-
ces no hay nada que te impida procurar el ministerio pastoral!
33
ASPIRO… ¿QUÉ SIGUE?
Aquí está la forma en que puedes comenzar tu travesía:
1. ¡Pregúntale a tu pastor cómo puedes ayudar! Pastorear es
un trabajo difícil, y requiere más fuerza de voluntad de la que un
solo pastor puede brindar. Siempre hay más trabajo por hacer.
Por tanto, suponiendo que te encuentras en una iglesia sana y
bajo el liderazgo de un pastor piadoso, comunícale tu aspira-
ción a tu pastor y pregúntale cómo podrías ayudarle a él o a los
demás ancianos como una oportunidad para aprender. Como
nota aparte, si ya eres pastor, deberías tener ideas para evaluar
y preparar a los que aspiran al pastorado. Invítalos a participar
en tus rutinas de pastoreo. El discipulado es en gran medida el
proceso por el cual invitamos a otros a imitarnos como nosotros
imitamos a Cristo. Este proceso no es diferente en la forma-
ción de futuros pastores.
2. Deberías considerar tus opciones educativas teológi-
cas. Los que aspiran al ministerio pastoral deben estar equipa-
dos para la obra del ministerio, no solo en cuanto a un entrena-
miento práctico, sino en cuanto a una formación bíblica y teoló-
gica. Para algunos, eso implicará prepararse en algún seminario.
Para otros, eso puede significar participar en un programa de
capacitación pastoral que incluya un componente teológico. Yo
animaría de corazón a todos los pastores a tener una serie de
libros y textos teológicos que todos los aspirantes a ancianos
deban leer.
3. Haz que los requisitos bíblicos para el pastorado sean tu
meta diaria. Al aspirar al ministerio pastoral, nunca debemos
olvidar que la formación rigurosa ni la educación teológica es-
taban entre la lista de requisitos de Pablo. En cambio, debemos
procurar en forma humilde y habitualmente un carácter como
el de Cristo. Y esto no se detiene cuando somos ordenados. Al
contrario, se intensifica. No podemos mirar los títulos en nuestra
34
pared o el título al lado de nuestro nombre como evidencia de
estar calificados. Antes bien, debemos vigilar constante y conti-
nuamente nuestra vida y doctrina con sumo cuidado.
35
Entrevista: ¿Cómo
saber si Dios me ha
llamado al ministerio?
Jacobis Aldana
Joselo Mercado
L
a siguiente es una entrevista al pastor Joselo Mercado. Él sir-
ve en la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland.
Aprovechamos la oportunidad para preguntarle sobre
uno de los temas más comunes, especialmente entre los jóvenes
que recién conocen las doctrinas bíblicas: el llamado al ministerio.
38
JA: ¿Cuál debe ser el rol del liderazgo y la iglesia local en la
confirmación del llamado al ministerio?
JM: Ese es el rol de la iglesia local: identificar el llamado exter-
no. Es la iglesia la que comisiona a las personas llamadas. Vemos
en Hechos 13:2-3: «Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el
Espíritu Santo dijo: “Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra a
la que los he llamado”. Entonces, después de ayunar, orar y haber
impuesto las manos sobre ellos, los enviaron». Pablo pasó cerca
de 14 años desde Damasco hasta que fue enviado. Cristo resuci-
tado le dijo que lo había llamado, y él no salió hasta que la iglesia
local confirmó el llamado. Puedes sentir que Dios te está llaman-
do, pero si tus ancianos no lo ven o no piensan que es el tiempo,
no salgas.
Veo la práctica de personas abandonar iglesias locales donde
le dicen que todavía no están listos y al poco tiempo están minis-
trando por medio de algún ministerio que en una entrevista de
una hora le dijeron que estaba llamado. Eso no es confiar en Dios
y eso pone en peligro la iglesia local. 1 Timoteo 5 dice que no se
ordene a alguien de forma liguera. Es algo de mucha seriedad.
JA: ¿Tienes unas palabras finales para aquellos que sienten que
han sido llamados pero no cumplen los requisitos o no son reco-
nocidos por una iglesia?
JM: El llamado más importante del creyente es el llamado a
salvación. Es un privilegio servir a la iglesia como pastor, pero
por el sacerdocio de todos los creyentes eso no nos hace más san-
tos o más cercanos a Dios. Tenemos mucho del catolicismo ro-
mano, en que hemos elevado el clérigo a una forma en que llegar
a ser pastor es una afirmación del favor de Dios.
El pastorado es una forma más de servir a la iglesia. Si Dios no
te llama de esta forma, él te llamó a ser parte de Su pueblo y eso es
suficiente. Si Dios no confirma por medio de tu iglesia un llama-
do, no insistas, muchas veces eso destruye iglesias, matrimonios
y familias por una persona con ambición que no se contenta en
simplemente servir a Cristo.
41
¿Cuales son las
funciones de un
pastor?
Giancarlo Montemayor
C
uando servía como pastor, recuerdo que un pequeño niño
le dijo a mi esposa: «¡Qué divertido ser como el pastor,
solo tiene que trabajar los domingos!». En el momento
me causó gracia, pero me hizo pensar si la iglesia misma cono-
ce cuáles son las actividades de un anciano en una iglesia local.
Aquí comparto cinco funciones de un pastor, semana tras sema-
na.
PREDICA
Bueno, ¡el niño tenía razón en un sentido! El trabajo visible de un
anciano debe centrarse en lo más importante: la predicación de
la Palabra cada domingo. Sin predicación no hay vida, y sin vida
no hay iglesia, y sin iglesia no hay pastor. Fundamentalmente,
un pastor es alguien que «es apto para enseñar» (1Ti 3:2) y que
«predica la Palabra» (2Ti 4:2). Eso es verdad para pastores nue-
42
vos y pastores experimentados. Nunca nos cansamos de predicar
y mejorar en nuestra predicación porque es lo que da vida a la
iglesia. Spurgeon, en el apogeo de su ministerio, dijo: «todavía
estoy aprendiendo a predicar». Muéstrame a grandes pastores de
la historia de la iglesia y te mostraré a pastores que predicaban la
Palabra con fidelidad. Mateo Henry, Juan Calvino, Jeremías Bu-
rroughs, Martyn Lloyd-Jones eran pastores cuya función princi-
pal en su iglesia local era predicar. Pablo advirtió a Timoteo que
la predicación es necesaria hay personas que «teniendo comezón
de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios
deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos»
(2Ti 4:3-4). Ya hay suficientes doctores en mitología en la iglesia
de hoy, no necesitamos más. Necesitamos pastores predicadores.
PASTOREA
Etimológicamente, un pastor es alguien que cuida a las ovejas.
Es interesante que la metáfora terrenal que tenemos para esta glo-
riosa tarea es una de un pastorcillo de ovejas. Al Señor pareciera
gustarle preparar a sus siervos usando esta metáfora. Lo hizo con
Moisés por cuarenta años, luego con David durante su juventud y
lo hace con todo aquel que entra al ministerio. El Señor no nos ha
llamado a ser vaqueros que van detrás del rebaño dando latigazos.
No, el Buen Pastor nos llama a ser pastores que vayan delante de
las ovejas, mostrando el camino, orando por ellas, alimentándo-
las, aconsejándolas y sirviéndolas hasta poder entregarlas santas
cuando el Señor nos llame.
Pastor, ¿amas al Buen Pastor? Entonces, apacienta Sus ove-
jas (Jn 21:17). La forma en que un anciano pastorea a sus ovejas es
directamente proporcional a su amor por el Señor.
PROTEGE
Escuché a un amigo pastor decir que nuestra tarea como ancia-
nos es «ahuyentar a los lobos, pastorear a las ovejas e ignorar a
43
las cabras». ¡Gran verdad! Parte de nuestra tarea todos los días
no es solo pastorear a las ovejas, sino ahuyentar a los lobos teo-
lógicos que andan en el rebaño. Cazar a un lobo requiere mucha
diligencia, puesto que tienen «apariencia de piedad, pero negarán
la eficacia de ella» (2Ti 3:5). Este texto parece indicarnos que el
tiempo revela si lo que se ve es real o es solo una fachada. Algo
debe estar mal cuando una oveja, en vez de balar, aúlla. «A estos
evita» (2Ti 3:5).
A veces también es tarea del pastor ignorar a las cabras. Las ca-
bras son aquellos asistentes a la iglesia que consumen demasiado
tiempo del pastor, pero no quieren comprometerse con la iglesia.
Quieren los beneficios de una oveja, pero sin estar en el rebaño.
A las cabras les gusta estar aisladas, en el monte. No les gusta ser
guiadas, ni apacentadas, pero cuando se atoran entre los matorra-
les, piden auxilio.
Los ancianos no somos llamados a pastorear a todo el mundo,
sino a la iglesia local en la que Dios nos ha puesto. Dediquemos
la mayoría de nuestro tiempo a cuidar de esas ovejas por las que
daremos cuentas. Aquellas que han hecho pacto con nosotros a
someterse a nuestro liderazgo.
Si queremos ser buenos pastores, entonces, ahuyentemos a los
lobos e ignoremos a las cabras.
PREPARA
Mark Dever suele decir que su tarea como pastor es «preparar a
la iglesia para el pastor que vendrá después» de él. Lo que quiere
decir es que a veces los ministros idolatramos el ministerio en lu-
gar de adorar solamente a Jesús. Sabes que un pastor no ha hecho
un buen trabajo cuando este muere o se va y la iglesia se cae en
pedazos o no sabe qué hacer. Un pastor visionario debe dejar lista
a la iglesia para cuando él falte. Podríamos decir que, en cierto
sentido, un buen pastor es aquel que cuando se ha ido, nadie se da
44
cuenta. Pablo le instruyó a Timoteo a buscar «hombres fieles que
sean idóneos para enseñar también a otros» (2Ti 2:2).
Se cuenta que cuando Martyn Lloyd-Jones dejó de pasto-
rear en Westminster debido a su salud, le preguntaron si se la-
mentaba de no poder hacerlo más, a lo que el Dr. respondió: «Por
supuesto que no, no vivo para ser predicador, vivo para Cristo».
Lloyd-Jones entendía que el ministerio pastoral es solo temporal
y debemos preparar a otros para seguir con la tarea.
PROMUEVE LA SANTIDAD
Un hombre puede ser un gran predicador, un buen consejero y
un erudito bíblico, pero si no vive en santidad, no está calificado
para ser pastor. Cuando la Biblia habla de un pastor, no se enfoca
en sus habilidades, sino en su carácter. De las dieciséis cualidades
de un pastor en 1 Timoteo 3:1-7 solo una de ellas habla sobre su
competencia («apto para enseñar»). Todas las demás cualidades
se centran en el carácter del ministro, de las cuales «irreprocha-
ble» es la suma de ellas. Un anciano debe vivir de tal forma que
cuando vengan acusaciones (y vendrán), estas se resbalen por su
buen nombre delante de todos. Por supuesto, los ancianos son
cristianos comunes con la misma necesidad de gracia que toda la
iglesia, pero es esa misma gracia que prepara a los ancianos a vivir
de forma ejemplar el fruto del Espíritu.
Entonces, ¿qué hace un pastor en la iglesia local? Predica, pas-
torea, protege, prepara y promueve la santidad. Estas cosas
son suficientes para mantener al pastor ocupado durante la se-
mana, pero «para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no so-
mos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de
Dios, hablamos en Cristo» (2Co 2:16-17).
Que el Señor nos capacite para tan gran labor.
45
ACERCA DEL ESCRITOR
Giancarlo Montemayor es el Director Editorial de B&H Espa-
ñol. Es instructor de 9Marcas y Simeon Trust en Español. Al mis-
mo tiempo, Giancarlo estudia un PhD en Historia, en el Southern
Baptist Theological Seminary. Está casado con Marcela y tienen
dos hijos.
46
Buscando algunos
buenos hombres
Mark Dever
¿C
Paul Alexander
LO QUE UN ANCIANO NO ES
CONCLUSIÓN
Una de las dinámicas humanas más significativas en el continuo
crecimiento espiritual y la salud de la iglesia es el tipo de lide-
razgo que esa congregación está siguiendo. Cuando los hombres
bíblicamente calificados están dirigiendo una iglesia con carácter
y destreza, es una bendición profunda y amplia para la unidad, la
santidad y el crecimiento espiritual de la iglesia. Dicho de manera
algo negativa, se pueden evitar tantos errores y angustias poten-
ciales simplemente asegurando que solo aquellos hombres quie-
nes están bíblicamente calificados lleguen a ser ancianos.
52
ACERCA DE LOS ESCRITORES
Mark Dever es el pastor principal de Capitol Hill Baptist Church
en Washington, D.C. y presidente de 9Marks.
Paul Alexander es el pastor de Grace Covenant Baptist Church
en Elgin, Illinois.
53
Entrevista: Levantar
pastores es trabajo de
la iglesia
Mark Dever
LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA
9Marcas: ¿Por qué crees que levantar a la próxima generación de
pastores es responsabilidad de la iglesia local?
Mark Dever: Para comenzar, observamos esto en las Escritu-
ras. En el libro de los Hechos, Pablo y Bernabé fueron enviados
por la iglesia local. Pablo le dice a Timoteo, el pastor de Éfeso, que
confíe las verdades del evangelio a otros hombres fieles, quienes
enseñarán a otros (2Ti 2: 2). Jesús le da a la iglesia las llaves del
reino, y promete que la iglesia prevalecerá (Mt 16:18-20). En nin-
gún momento hace que la victoria de la iglesia dependa de semi-
narios financieramente viables y doctrinalmente fieles (¡y espero
que sean viables y fieles!).
No me opongo a los seminarios, aunque fueron desconocidos
entre los protestantes antes del siglo XVIII o XIX. Simplemente
54
digo que, en la Biblia, la iglesia local es una comunidad donde
se conoce a las personas, se da testimonio de su conversión y se
atestiguan sus dones. Ese es el lugar apropiado para hacer ese tipo
de declaración categórica sobre el don y el llamado de Dios en
la vida de alguien. Levantar líderes es parte de la comisión de la
iglesia.
9M: ¿Podrías resumir esto diciendo que estás intentando dar a los
aspirantes a pastores una visión de la vida cristiana «centrada en
la iglesia» o «modelo congregacional»? ¿Estás tratando de desa-
rrollar esa cosmovisión o cambio de paradigma?
MD: Precisamente. Y tenemos la intención de hacerlo cogni-
tivamente, mediante la lectura y las discusiones, pero también
experimentalmente, a medida que se unen a esa iglesia durante
unos meses.
DÓNDE COMENZAR
9M: Comenzando con el primer día de tu pastorado en CHBC,
no tenías un programa de pasantía. ¿Qué comenzaste a hacer
para ayudar a equipar futuros pastores?
MD: Tomando la preparación de mi sermón muy en serio,
orando por el evangelismo y el discipulado, tratando de modelar
esto haciendo amistades con personas no cristianas, compartien-
do el evangelio con ellos, haciéndome amigo de los miembros de
la iglesia y tratando de ayudarlos a crecer en Cristo, observando
59
quién responde a mi trabajo, quién capta el modelo y quién co-
mienza a reproducir lo que hago con los demás. Orando en par-
ticular por esos hermanos. Esa es una señal de que esa persona
debería ser un anciano, ya sea que reciba remuneración o no.
Además, tomé seriamente nuestro estudio inductivo de la Bi-
blia los miércoles por la noche. Tan pronto como llegué, todos los
domingos por la noche y los miércoles por la noche intentaba en-
tregar un libro (un buen libro) a algún asistente. Eso, lento pero
seguro, sazonó a la congregación con buenos libros. Y algunos de
esos libros, al menos, se leen. Al menos, estoy familiarizando a
toda la congregación con nombres de autores que son confiables
y que creo que los ayudarán; y notarán que otros nombres están
ausentes.
En resumen, la formación de futuros pastores se realiza a tra-
vés de pastorear y discipular fielmente a tu iglesia. Para muchos
hombres, esto puede implicar sencillamente recuperar lo que sig-
nifica pastorear y discipular bíblicamente. Los programas de pa-
santías y otros similares pueden ser útiles para equipar a futuros
líderes, pero no son necesarios. Y si no comienzas con un pasto-
reo y discipulado fiel, ni las pasantías ni los seminarios lograrán
algo significativo.
63
¿Cómo pueden los
pastores desarrollar
líderes?
Bobby Jamieson
L
a mayoría de los pastores están demasiado familiarizados
con la tiranía de lo urgente. A menudo, hay tantas goteras
que necesitan parches que parece imposible frenar y encon-
trar el tiempo necesario para entrenar a un equipo, esto es, levan-
tar nuevos líderes.
No obstante, como pastor, hay varias razones por las que
deberías estar discipulando regularmente a hombres que tie-
nen el potencial de servir como ancianos, ya sea en tu iglesia
o en otra.
Los pastores son los que están más capacitados para entrenar
a otros pastores
Los hombres que se están entrenando para el ministerio apren-
derán mejor de aquellos que están trabajando a tiempo completo.
Ganarán sabiduría práctica, sensibilidad personal y un entendi-
miento cercano del trabajo que no obtendrán de ninguna otra
forma.
La iglesia lo necesita
Como pastor, tienes que liderar en la tarea de desarrollar lí-
deres, ya sea que esos líderes vayan a servir en tu propia iglesia
como ancianos o se marchen a otro sitio. Si tú no discipulas líde-
res, ¿quién lo hará?
67
¿Deberían los
ancianos ser
ordenados?
Benjamin Merkle
E
n la mayoría de las denominaciones o iglesias, los titula-
res para los cargos son públicamente reconocidos cuando
son instalados para estos. Las preguntas que tenemos ante
nosotros, entonces son, ¿cómo entendemos el significado de este
acto? Y ¿cuándo debería realizarse?
EL SIGNIFICADO DE LA ORDENACIÓN
Para analizar el significado de reconocer públicamente a un titu-
lar de un cargo, necesitamos mirar los diferentes términos utiliza-
dos en el Nuevo Testamento para describir este proceso. Leemos
en Hechos 14:23 que Pablo y Bernabé «nombraron ancianos» en
cada iglesia en varias ciudades de Asia Menor. El término grie-
go traducido «designado» es cheirotoneo, la cual es una palabra
compuesta tomada de «mano» (cheir) y «estirar» (teinô). En el
griego clásico, la palabra significaba «elegir» o «escoger», origi-
68
nalmente levantando la mano. Con el tiempo, sin embargo, el
elemento «mano» se convirtió en una metáfora muerta.8
Por tanto, en el griego bíblico, cheirotoneo simplemente sig-
nifica designar a alguien para un oficio o designar a alguien para
una tarea específica. La única otra aparición del verbo en el Nuevo
Testamento se encuentra en 2 Corintios 8:19, donde un hermano
muy conocido fue «designado por las iglesias» para acompañar a
Pablo en su viaje. Está claro en este caso que cheirotoneo significa
designar o nombrar a uno para un puesto.9
No obstante, en el griego patrístico volvió a significar «ordenar
con la imposición de manos». Debido a este último uso, algunos
intérpretes leen este significado posterior dentro del Nuevo Tes-
tamento y sostienen que Pablo y Bernabé ordenaron a los hom-
bres al oficio de ancianos por la imposición de sus manos, lo que
indica una concesión especial de autoridad o poder eclesiástico.
Aunque la imposición de manos a menudo se asocia con el
nombramiento de ancianos, el autor transmite dicho significado
al usar un término diferente. Por ejemplo, cuando Lucas quiere
hablar de la imposición de manos, usa el verbo epitithemi más el
sustantivo «mano» (cheir) (Hch 6:6; 8:17, 19; 9:12, 17; 13:3; 19:6;
28:8; ver también 1Ti 5:22). Otros afirman que la palabra cheiro-
toneo significa votar en el contexto de Hechos 14:23. Aunque este
es un posible significado del verbo, no es probable que se base en
el contexto. Pablo y Bernabé nombraron no votaron, para elegir a
los ancianos de la iglesia.
El otro verbo usado para transmitir la idea de «nombrar»
se encuentra en Tito 1:5, donde Tito es exhortado por Pablo a
«nombrar ancianos [kathistemi] en cada ciudad» (NVI). Tanto
en el griego clásico como en el bíblico, kathistemi se usa con el
significado de nombrar a alguien para el cargo. Por ejemplo, Jesús
8 Por tanto, es poco probable que el verbo signifique «haber sido nombrado por voto popular». Ver J. M. Ross,
“The Appointment of Presbyters in Acts xiv. 23” [«El nombramiento de presbíteros en Hechos 14:23»], Expository
Times 63 (1951): 288-289; Strauch, Biblical Eldership [Liderazgo bíblico de ancianos], 137-139.
9 Para un uso similar, ver Philo, De Specialibus Legibus 1.14.78.
69
le pregunta a alguien: «¿Quién me nombró a mí juez o árbitro en-
tre ustedes?» (Lc 12:14, NVI, énfasis añadido). También leemos
acerca de cómo Faraón le mostró su favor a José, «que lo nom-
bró gobernante del país y del palacio real» (Hch 7:10, NVI, énfasis
añadido).
La imposición de manos a menudo se asocia con el nombra-
miento o la comisión de alguien para un oficio o tarea específi-
ca. Los siete que fueron elegidos para servir a la iglesia para alige-
rar las responsabilidades de los apóstoles «los cuales presentaron
ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos»
(Hch 6:6). En la iglesia en Antioquía, el Señor escogió a Bernabé
y a Pablo para realizar una tarea especial: «entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron»
(Hch 13:3).
En otro contexto, Pablo exhorta a Timoteo a no descuidar el
don que le fue dado «mediante profecía con la imposición de las
manos del presbiterio» sobre él (1Ti 4:14).10 Debería observarse
aquí, que todo el cuerpo de ancianos impuso las manos y desig-
nó a Timoteo para el servicio y no solo un anciano u obispo. Fi-
nalmente, Pablo advierte a Timoteo: «No impongas con ligereza
las manos a ninguno» (1Ti 5:22). Aunque Pablo no especifica la
instalación pública de alguien en el oficio de anciano, el contexto
trata exclusivamente con los ancianos.11
La oración y el ayuno es también asociado con la selección y el
nombramiento de líderes. Los apóstoles siguieron el ejemplo de
Jesús, quien oró toda la noche antes de elegir a Sus doce discípu-
los, los apóstoles (Lc 6:12-13). Después de que la iglesia seleccio-
nó a los siete, leemos que los apóstoles «orando, les impusieron
las manos» (Hch 6:6). De manera similar, cuando Bernabé y Pa-
10 Más tarde, Pablo indica que el don se le dio a Timoteo mediante la imposición de sus manos, lo que
probablemente indica que Pablo estaba separado del consejo de ancianos mencionado en 1 Timoteo 4:14.
11 La imposición de manos también se encuentra en la conexión de aquellos que reciben el Espíritu (Hch 8:17,
19; 19:6) y aquellos que reciben sanidad (Hch 9:12, 17, 28:8).
70
blo fueron nombrados misioneros, la iglesia ayunó y oró y luego
los envió (Hch 13:3).
El Nuevo Testamento nunca usa la palabra «ordenar» (en el
sentido moderno y técnico) en relación con un líder cristiano el
cual es instalado en un cargo.12 Por tanto, a menudo es engañoso
usar el término «ordenar» en nuestro contexto moderno si uno
tiene en mente el concepto bíblico de nombrar o instalar pública-
mente a alguien en un cargo. Hoy, la palabra «ordenar» conlleva
la idea de que una gracia especial se transfiere a través del acto de
imposición de manos. A diferencia de la tradición episcopal, la
cual afirma que la autoridad del oficio proviene del obispo apro-
bado al que es designado por la imposición de las manos; la auto-
ridad del oficio proviene de Dios, quien llama y da a los hombres
para guiar a Su iglesia (Hch 20:28; 1Co 12:28; Ef 4:11). El Nuevo
Testamento no enseña que los elegidos para dirigir a la iglesia
sean «ordenados» a un oficio sagrado y sacerdotal.
Es el deber de la iglesia reconocer a aquellos a quienes Dios ha
apartado para este importante deber. Grudem comenta: «Si uno
está convencido de que la iglesia local debería seleccionar a los
ancianos, entonces parecería apropiado que la iglesia que eligió
a ese anciano —no un obispo externo— debería ser el grupo que
confiera el reconocimiento externo en las elecciones instalando a
la persona en el oficio u ordenando al pastor».13 Strauch advierte
contra la comprensión del nombramiento de los ancianos a la luz
del sacerdocio del Antiguo Testamento:
Los ancianos y los diáconos no son nombrados para un ofi-
cio sacerdotal especial u orden clerical sagrada. En cambio, es-
tán asumiendo cargos de liderazgo o servicio entre el pueblo de
Dios. Deberíamos tener cuidado de no sacralizar estas posiciones
12 Banks, por ejemplo, escribe: «La ordenación, tal como la conocemos, no aparece en las cartas paulinas»
(R. Banks, “Church Order and Government” [«Orden y gobierno de la Iglesia»], en Dictionary of Paul and His
Letters [Diccionario de Pablo y sus cartas], eds. Gerald F. Hawthorne, Ralph P. Martin y Daniel G. Reid [Downers
Grove, IL: InterVarsity, 1993], 135).
13 Grudem, Systematic Theology [Teología Sistemática], 925.
71
más de lo que lo hacen los escritores en las Escrituras. El Nuevo
Testamento nunca envuelve la instalación de ancianos en miste-
rio o ritual sagrado. No hay rito sagrado que realizar ni ceremo-
nia especial que observar. El nombramiento para el anciano no es
un sacramento sagrado. El nombramiento no confiere ninguna
gracia especial o empoderamiento, ni uno se convierte en sacer-
dote, clérigo u hombre santo en el momento de la instalación.14
EL TIEMPO DE ORDENACIÓN
Es común para las personas recibir el título de «pastor» sin haber
sido ordenadas. Pero si el análisis anterior es correcto, entonces,
legítimamente, ser un «pastor» (o diácono) es ser «ordenado» en
el sentido de ser instalado públicamente en ese oficio. La idea de
separar el título del acto público de ser comisionado no se en-
cuentra en la Biblia. Los ancianos no son nombrados para un car-
go después que se convierten en ancianos. Pero al convertirse en
ancianos, son nombrados para el oficio.
Por tanto, ser nombrado para el oficio de anciano implica que
un hombre ha cumplido con los requisitos bíblicos, ha sido lla-
mado por Dios, ha sido aprobado por la congregación y, en con-
secuencia, ha sido reconocido públicamente como uno que ocu-
pa ese cargo. No necesariamente implica que él trabaja a tiempo
completo para la iglesia o ha estado en el seminario. Más bien,
significa que Dios ha llamado y dotado a una persona para guiar
humildemente a la iglesia. Tampoco tiene precedentes bíblicos
llamar a algunos líderes de la iglesia «pastores» antes de la orde-
nación y luego «reverendo» o «ministro» después de la ordena-
ción.
14 Strauch, Biblical Eldership [Liderazgo bíblico de ancianos], 285.
72
RESUMEN
Los ancianos deberían ser «ordenados» si por ordenación sim-
plemente nos referimos al reconocimiento público de alguien a
un cargo y ministerio en particular. Quizás un término más apro-
piado y bíblico sea «nombramiento» o «comisión». El nombra-
miento para un ministerio era frecuentemente acompañado de
oración, ayuno y la imposición de las manos. Estos actos públicos
llaman la atención sobre la seriedad e importancia del nombra-
miento. Además, los ancianos deberían ser nombrados tan pron-
to como asuman su cargo.
73
Ejemplo de votos por
los ancianos
9Marcas
C
uando la iglesia Capitol Hill Baptist Church en Washing-
ton DC instala a un nuevo anciano, los siguientes votos se
pronunciarán durante el servicio del domingo en la ma-
ñana juntos, por un anciano de la iglesia, el anciano o los ancia-
nos que están siendo nombrados y la congregación. Estos votos
también se imprimen en el boletín de la iglesia.
74
4. ¿Prometes que, si en algún momento te encuentras fuera de
este acuerdo, en relación con algunos de los estatutos de la Decla-
ración de fe y del Pacto, por tu propia iniciativa, darás a conocer a
los ancianos, el cambio que ha tenido lugar en tus puntos de vista,
desde tu aceptación de estos votos?
Sí, lo prometo.
Oración.
76
Una oración pastoral
en el nombramiento
de nuevos pastores
Paul Martin
E
sta oración fue hecha por el pastor Paul Martin en Gra-
ce Fellowship Church, en Toronto, Canadá en el nombra-
miento de tres hombres al ministerio pastoral.
79
Un foro de pastores
y teólogos sobre la
selección de ancianos
¿QUÉ LECCIONES HAS APRENDIDO, DE LA
MANERA MÁS DIFÍCIL, EN LA SELECCIÓN DE LOS
ANCIANOS?
JOHN MACARTHUR
Hay una razón vital y buena por la que Pablo dijo: «No impongas
con ligereza las manos a ninguno» (1Ti 5:22). Las calificaciones
bíblicas para los ancianos son todas características de piedad y
dones que deben demostrarse con el paso del tiempo. Un hom-
bre puede saber según sus instintos el cómo puede producir una
buena primera impresión sobre otros. Superficialmente puede
parecer entusiasta, conocedor, maduro o extremadamente dota-
do como maestro.
Pero en realidad podría tener serias fallas de carácter que lo
descalificarían como anciano, y estas a veces se vuelven muy evi-
dentes solo a través de patrones de comportamiento a largo pla-
zo. Por tanto, es vital que los líderes de la iglesia «sean sometidos
a prueba primero, y entonces ejerzan… si son irreprensibles»
(1Ti 3:10).
En nuestra iglesia, los ancianos sirven de por vida. No son ele-
gidos para un periodo en el ministerio, son reconocidos por sus
talentos y vocación. Dado que los dones y el llamado de uno no
están sujetos a cambios (Ro 11:29), la selección y el nombramien-
80
to de los ancianos no es algo que debiera hacerse a la ligera o
apresuradamente.
Además, los dones y el llamado de un anciano son, en última
instancia, mucho más importantes que cualquier capacitación
formal.
Ahora, obviamente, como presidente de un seminario, estoy
firmemente a favor de la capacitación formal. Si un hombre reco-
noce su llamado al ministerio y está dotado para enseñar, debería
buscar (tanto como sea razonablemente posible) el mejor entre-
namiento disponible para él. Debería aprovechar al máximo todas
las oportunidades para estudiar, aprender y ser mentoreado. De-
bería obtener un conocimiento profundo y cuidadoso de las Es-
crituras. Adquirir una sólida comprensión de la doctrina sana y
esencial. Aprender de forma práctica cómo ayudar a las personas
con los aspectos reales de vivir para Cristo y hacer todo lo posible
para perfeccionar sus habilidades como maestro. Mientras tanto,
sus líderes espirituales deberían hacer todo lo que esté a su alcan-
ce para ayudarlo a adquirir tal capacitación.
Pero si carece del llamado y el talento que son esenciales para
ser anciano, ninguna cantidad de capacitación formal puede
equiparlo para la tarea. En otras palabras, si bien el entrenamien-
to formal es maravillosamente útil para equipar a los hombres
que de hecho están llamados al liderazgo y dotados por Dios para
el trabajo, ningún programa de entrenamiento solo puede garan-
tizar que un hombre esté en condiciones de servir como anciano.
Por tanto, me parece que el proceso de identificar a aquellos
que realmente están llamados a ser ancianos es de todos mo-
dos muy importante —y ciertamente un requisito previo— para
cualquier proceso formal de capacitación que establezcamos para
equipar a hombres jóvenes para ser pastores.
Si he aprendido algo «de la forma más difícil» a lo largo de los
años, es que la mejor manera de identificar a los ancianos poten-
ciales es en el flujo normal de la vida de la iglesia. Ellos se hacen
81
evidentes por su respuesta a lo que se enseña, por su disposición a
servir, por la abundancia de fruto espiritual en sus vidas y por las
muchas formas en que sus dones se manifiestan en la iglesia antes
de que sean elegidos para el liderazgo.
En otras palabras, nuestros programas prácticos de capacita-
ción en liderazgo no deben verse como el inicio y final de todo
el desarrollo del liderazgo. En lugar de plantear siempre tareas
de ministerio prefabricadas y encaminar a jóvenes inexpertos en
cada paso de lo que han de hacer, algunas veces es mejor darles la
libertad de demostrar de qué están hechos, al ver cómo asumen
tareas que no necesariamente son concebidas a su medida. En-
tonces podemos dar ayuda y aliento a medida que desarrollan
sus propias y particulares habilidades espirituales. Encuentro que
cuando los hombres que son dotados y llamados al liderazgo son
animados a pensar de esa manera, ellos prosperan.
MICHAEL LAWRENCE
Una de las lecciones que he aprendido y reaprendido en más de
una iglesia es el peligro de seleccionar a un hombre para servir
como anciano que tenga un historial de conflictos prolongados,
repetidos y/o no resueltos. En más de una ocasión, pasé por alto
el conflicto en la vida de un hombre, razonando que estaba justifi-
cado por las circunstancias, una parte de la inmadurez que había
quedado atrás, o que se le había impuesto siendo inocente.
Sin embargo, el hecho es que incluso cuando las circunstan-
cias o la teología reivindican su lado del conflicto, un hombre
82
puede ser pendenciero. Esto puede demostrarse en una falta de
cordialidad, una propensión a tomar posiciones rígidas cuando
no son requeridas, una incapacidad para perder amablemente,
o simplemente un amor exagerado por el debate. Cualquiera sea
la forma que adopte, la disputa es un impedimento serio para un
servicio efectivo como anciano; la falta de control es una clara
descalificación (1Ti 3:3).
Una de las razones por las que es fácil pasar esto por alto es
que los ancianos deben ser el tipo de hombres que puedan con-
tender vigorosamente por la fe, defender al rebaño de los lobos
y sus errores, y mantenerse firmes ante la presión o incluso la
persecución. Un anciano indeciso, capitulante y fácil de persua-
dir es un peligro para la salud de su congregación y la pureza del
evangelio. Y entonces buscamos hombres que hayan preparado
sus mentes para la acción (1P 1:13).
Pero si queremos cuidar al rebaño según el modelo del Buen
Pastor, y si lo hacemos incluso cuando nos sometemos el uno al
otro por temor a Cristo (Ef 5:21), entonces debemos tener cuida-
do de seleccionar a hombres que no logran combinar una forta-
leza mental con una mansedumbre de corazón. La mansedumbre
no es debilidad. Moisés y Jesús fueron descritos como mansos
(Nm 12: 3; Mt 11:28). Más bien, la mansedumbre es poder bajo
control, humildemente desplegado en beneficio de otros. Una
fortaleza mental (incluyendo la teología correcta) al servicio de
uno mismo, inevitablemente genera conflicto. Junto con la hu-
mildad y la mansedumbre, esa misma fortaleza acarrea llevar las
cargas del desalentado, restaurar amablemente al caído y distin-
gue correctamente entre el malvado y el débil.
Una historia de conflicto no debería descalificar automática-
mente a un hombre del ministerio. Pero debería invitar a una ma-
yor y cuidadosa investigación. ¿Se ha resuelto el conflicto? ¿Era
necesario? ¿Es un arma de primer o último recurso? ¿Está siempre
justificado? Estas y otras preguntas deberían explorarse hones-
83
tamente antes de seleccionar a un hombre como anciano. Pro-
verbios 15:1 señala que «la blanda respuesta quita la ira, pero la
palabra áspera hace subir el furor». En ninguna parte es más im-
portante esto que en el trabajo de un anciano.
PHIL NEWTON
El deseo de establecer un liderazgo de ancianos o de llenar el va-
cío de los ancianos que rotan puede crear problemas que pueden
llevar años en superar. A medida que nuestra iglesia avanzó ha-
cia el liderazgo de ancianos, la selección del grupo inicial resultó
desalentador. Después de enseñar ampliamente sobre las califi-
caciones de los ancianos, la iglesia pensó que los hombres que
nominaron demostraban las calificaciones bíblicas.
La pequeña lista finalmente se redujo a tres que se reunieron
con la aprobación de la iglesia. Estos completaron un riguroso
cuestionario escrito, así como entrevistas antes de la presentación
a la congregación. Sin embargo, aprendí a través del proceso que
los cuestionarios evalúan efectivamente el conocimiento de la
doctrina básica, pero carecen de la precisión para evaluar las mo-
tivaciones y las ambiciones. Estas cualidades internas son apren-
didas solamente en el crisol de la vida de la iglesia.
Cada uno de estos hombres era brillante y tenía un entendi-
miento razonable de las doctrinas básicas. Sin embargo, ninguno
tenía el nivel de compromiso necesario con la iglesia local para
transitar a través de las adversidades y los tiempos amenazantes.
Un hombre vio el papel de la predicación en la vida de la iglesia
como algo más tangencial que central. Recuerdo un diálogo muy
acalorado, aunque no desagradable, que tuvimos en la reunión
de los ancianos sobre mi exposición de 2 Timoteo 4:1-5. Dejé cla-
84
ro que, en última instancia, la audiencia principal del pastor era
Dios. Él no podía ver esto a pesar del argumento bíblico que le
era contrario. El segundo hombre «no tenía estómago» para las
controversias. Aunque era bíblicamente experto y probablemen-
te el mejor alumno de los tres, no tenía el valor de confrontar a
aquellos que necesitaban corrección. El tercer hombre se acercó
a la iglesia con una perspectiva de modelo de negocio. Cuando
las pruebas vinieron, y los números descendieron, él abandonó
el bote.
¿Qué lecciones me han enseñado estos incidentes? Primero,
instruye regularmente a la congregación sobre las calificaciones
y el corazón de un anciano. Demuestra que se necesita algo más
que conocimiento doctrinal y alta visibilidad. Segundo, cultiva
a los futuros ancianos a través de la interacción en una variedad
de entornos; por ejemplo, grupos de discipulado, oración, visitas,
comidas juntos, foros de lectura y discusión, ofreciendo crítica
a su enseñanza. Escucha la forma en que ellos interactúan con
otros. Mira cómo responden a la corrección. De esa manera, tie-
nes tiempo para observar las pasiones y ambiciones de los hom-
bres antes de que sean apartados como ancianos. Tercero, obser-
va quién y qué influyen más en los candidatos a ancianos. Cuarto,
mientras oras por discernimiento, sé consciente de que el Espíritu
Santo enciende las «alarmas» con respecto al carácter, conducta
o cualidades de aquellos que aspiran a ser ancianos. Si dudas en
aprobar a alguien, entonces no lo hagas hasta que tus reservas
sean aclaradas.
85
ED ROBERTS
(nombre real oculto por razones de seguridad)
SINCLAIR B. FERGUSON
Los ancianos pueden hacer avanzar o retrasar la salud espiritual
de una congregación. Su selección, por tanto, es vital. Los comen-
tarios abajo se limitan a responder la pregunta: ¿cómo reconoce-
mos a quien debería servir como un anciano?
1. Si bien lamentaremos colocar el nivel por debajo de los es-
tándares de las Escrituras al reconocer a los hombres llamados
87
a ser ancianos, también podemos (en nuestro celo) establecerlo
artificialmente por encima de las Escrituras, y no reconocer que
algunos de los mejores dones crecen en el ministerio.
2. Recuerda especialmente que ser «apto para enseñar» (1Ti 3:
2), con su corolario de poder «exhortar» (Tit 1:9, es decir, usar las
Escrituras para los fines para los cuales fueron dados [2Ti 3:15-
17]), no especifica un ámbito. Algunos son «capaces de enseñar»,
aunque no son adecuados para la predicación pública habitual.
3. Busca hombres cuyas vidas exhiban el espíritu y la com-
prensión intelectual de la sana doctrina. La ortodoxia con accesi-
bilidad es una excelente cualidad que deseamos ver en un anciano
(la accesibilidad lo menos que significa es que sea «hospitalario»,
Tit 1:8).
4. Plantea la pregunta más olvidada: «¿Los extraños piensan
bien de él?» (1Ti 3:7), y medita por qué esa pregunta es impor-
tante.
5. Elije aquellos que ya están «entre» la congregación, y la con-
gregación «entre» ellos (1P 5:2). Cuando se cumplan las cuali-
ficaciones morales, domésticas, ocupacionales y didácticas, pre-
gunta: «¿Este hombre ama a la iglesia y él es amado por ella?». El
compromiso con la oración colectiva es a menudo una prueba de
fuego.
6. Evita nombrar a aquellos que se comprometerían a amar a
la congregación si se les pidiera que fueran ancianos. Es mucho
mejor tener hombres que amen a los creyentes que hombres que
aman ser pastores (los primeros se convertirán en los segundos,
pero no al revés).
7. ¡Busca hombres que sean al mismo tiempo apacibles, pero
preparados para ser valientes y sufrir si es necesario, ¡colocarse
al frente para proteger y atrás para seguir! Un anciano debe es-
tar dotado para reprender bíblicamente como para restaurar con
mansedumbre (Gá 6:2). Los hombres más tranquilos, con cora-
88
zones serenos, valen su peso en oro y pueden sorprendernos con
su sabiduría.
8. Has la pregunta: «¿Estaría nuestra iglesia dispuesta, si es ne-
cesario, a pagarle a este hombre una remuneración para servir
entre nosotros como anciano?». La respuesta puede decir mucho
sobre su ministerio en la iglesia y su estima ante sus ojos.
9. Considera cuán bien la vida de un hombre se hace eco de los
principios del pastorado del Señor en el Salmo 23.
BRUCE KEISLING
He aprendido que la capacidad de la iglesia para reconocer a los
ancianos está estrechamente vinculada con la cantidad de opor-
tunidades que ellos tuvieron de enseñar en la iglesia. En nuestro
caso, en la Third Avenue Baptist Church en Louisville, Kentucky,
estábamos sin pastor en el momento en que nominamos a nues-
tra primera lista de ancianos.
Aunque no soy el pastor, la iglesia me otorgó el estatus de fac-
to como anciano y me encargó el deber de nominar a nuestros pri-
meros candidatos, para luego ser confirmados o denegados por el
voto congregacional. Comencé el proceso pidiéndole a la iglesia
que me enviara recomendaciones para su consideración. Quería
conocer a quienes estaban viendo en calidad de ancianos. No de-
bería haberme sorprendido lo que recibí, pero sí me sorprendió.
En los últimos años, nuestra iglesia ha disfrutado los domingos
por la tarde la enseñanza de devocionales de quince minutos de
más de una docena de hombres. Y esperaba una distribución de
apoyo bastante uniforme para muchos de estos hombres, dotados
para enseñar. Varios de ellos obtuvieron una o dos nominacio-
89
nes. Pero lo que encontré en medio de las recomendaciones que
me dieron, con una claridad casi común, fueron tres nombres en
particular: los tres hombres que daban no solo los breves devo-
cionales los domingos por la noche, sino que habían compartido
la responsabilidad de los sermones del domingo por la mañana
debido a la falta de un pastor, la predicación de estos tres hom-
bres para la iglesia era particularmente alentadora.
En resumen, aprendí que la concentración de oportunidades de
enseñanza (asumiendo que un individuo enseña bien) aumentará
la capacidad de una iglesia para reconocer a sus ancianos. Como
hemos considerado recomendar nuevos ancianos, hemos progra-
mado intencionalmente más oportunidades de enseñanza para
las personas que se consideran nominadas. De esa manera, noso-
tros, y la iglesia, podremos discernir su llamado.
PHILIP PEDLEY
El liderazgo plural en el cuerpo de la iglesia local es tan hermo-
so como poco común. En marzo del 2002, Dios se complació en
guiar a la First Baptist Church of Grand Cayman paso a paso para
un entendimiento del liderazgo de ancianos, y la iglesia nombró a
sus primeros ancianos en febrero de 2004. Aunque hemos enfren-
tado muchos desafíos en los últimos tres años, estos nos trajeron
la sabiduría y la fuerza del liderazgo plural. Semana tras semana
hemos descubierto que principios como la sumisión mutua y la
combinación de dones espirituales en una pluralidad de ancianos
es el diseño de Dios para la increíble tarea de pastorear el rebaño.
La principal lección que extraería de nuestra experiencia es
esta: la convicción sobre el liderazgo de ancianos debe estar sus-
tentada en las Escrituras y no verse como una opción pragmática
90
seleccionada de un menú de modelos para el liderazgo. Proba-
blemente el mayor peligro para el liderazgo bíblico de ancianos
en mi experiencia, es la creencia generalizada de que el pastor
o pastor principal debería ser el director ejecutivo de la iglesia
local. Podríamos llamar a esto el «modelo de negocios» del lide-
razgo de la iglesia. Debido a que es el modelo dominante en nues-
tras vidas laborales, ejerce una poderosa influencia en la iglesia de
occidente.
En lugar de tales alternativas humanas, hemos contemplado
de nuevo las palabras de Cristo sobre el liderazgo según el mun-
do: «No será así entre ustedes». Hemos aprendido lo importante
que es sumergirse en lo que las Escrituras enseñan sobre el lide-
razgo plural y ser vigilantes a las formas en que el modelo bíblico
puede ser erosionado sutilmente. Por ejemplo, los miembros que
no están totalmente comprometidos con el liderazgo de ancianos
pueden ser seducidos con «los cantos de sirena» de un liderazgo
solitario, observando las engañosas atracciones de los poderosos
pastores-predicadores que les rodean y anhelan como el antiguo
Israel a «su propio rey».
Los nuevos ancianos o pastores, aunque basados en un lideraz-
go plural, pueden necesitar adaptarse a la forma en que un princi-
pio como la sumisión mutua, la cual tiene una amplia aplicación
en diferentes culturas, debe encontrar su expresión local entre un
grupo particular de ancianos. Sabemos que ante nosotros están
los peligros del ancianato establecido: el riesgo de que la plurali-
dad relaje su vigilancia y se reduzca por grados a un club cómodo
que, en efecto, abdique el liderazgo a un pastor director.
«Mirad por vosotros», dice Pablo, «y por todo el rebaño en
que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos» (Hch 20:28). Esta
advertencia, dada específicamente a todos los ancianos de Éfeso,
es parte del discurso más extenso registrado para cualquier au-
diencia cristiana en todo el libro de los Hechos. El liderazgo es
importante.
91
Los ancianos de Éfeso sabían que el modelo divino de lide-
razgo plural se había establecido en el primer viaje misionero de
Pablo (Hch 14:23), se había ampliado en su segundo viaje (Hch
15:40-41; Fil 1:1), y ahora era profundizado en su tercer viaje. Es
casi seguro que Timoteo fue testigo de este conmovedor discurso
de despedida. Podemos imaginarlo, años después, entretejiendo
sus lecciones en su propia predicación después de leer las conoci-
das instrucciones de Pablo para ancianos y diáconos en 1 Timo-
teo 3:1-15.
THOMAS R. SCHREINER
Primero, nos fusionamos con una iglesia establecida hace unos
años. Esta iglesia tenía un número de hombres que eran amiga-
bles y agradables, pero eran doctrinalmente ingenuos o tenían
puntos de vista contrarios a lo que considerábamos esenciales
para cualquiera que sirviera como anciano. Si hubiéramos nomi-
nado a uno o más de estos hombres para ser ancianos, algunos
de los miembros más antiguos de la congregación habrían estado
contentos. Pero nos habríamos enfrentado a serios problemas en
el futuro porque habríamos sacrificado la armonía de la doctrina
y la visión.
En segundo lugar, hemos enfrentado situaciones en las que
los hombres estaban «casi» calificados para servir como ancia-
nos, pero carecían de al menos una calificación importante para
servir con nosotros. Nuevamente, fue tentador incluirlos porque
estaban involucrados en la iglesia, y los sentimientos fueron he-
ridos cuando no fueron nominados. Sin embargo, la sabiduría de
no nombrarlos se hizo evidente a medida que surgieron nuevas
92
situaciones en sus vidas que les habrían dificultado el servir con
nosotros.
Tercero, también es tentador nombrar a alguien que sea teo-
lógicamente brillante y que esté de acuerdo con la posición doc-
trinal de la iglesia. Pero debemos recordar que Pablo enfatiza es-
pecialmente las calificaciones de carácter para los ancianos (1Ti
3:1-7; Tit 1:5-9). Necesitamos ancianos que sean teológicamente
fieles y que vivan el evangelio en su vida diaria. No debemos sa-
crificar lo último simplemente porque lo primero está presente,
porque las palabras de los ancianos deben estar de acuerdo con
una vida santa.
ALEXANDER STRAUCH
Deja de pensar a corto plazo. Como un buen pastor del rebaño,
piensa y planifica a largo plazo. Busca hombres jóvenes en la ado-
lescencia y principios de sus veinte años que muestren interés
espiritual y potencial. Ellos son tus futuros líderes. Dios los ha
puesto bajo tu cuidado para moldearlos. ¡No les falles!
Comienza a darles libros para que lean. Les cambiarán la vida.
Me refiero a libros como Pensamientos para hombres jóvenes,
de Ryle. Cuando tenía quince años, el director de personal del
campamento al que asistí puso una biografía de Hudson Taylor
en mis manos. Hudson Taylor mismo era un jovencito cuando
se preparaba para las misiones. Nunca fui el mismo después de
leer la inspiradora historia de su vida y la fundación de la China
Inland Mission [Misión al interior de China]. Los libros cambian
vidas. He visto esto suceder muchas veces.
93
Además, has uso de los muchos excelentes sermones de pre-
dicadores reconocidos de la Palabra que están fácilmente dispo-
nibles para inspirar a los líderes jóvenes. Desafía sus mentes an-
tes que el mundo. Inicia con una enseñanza expositiva sobre la
epístola magistral de Pablo a los Romanos. Diles que dominen la
carta a los Romanos. En el proceso, Romanos les dominará. Y eso
es lo que tú deseas.
Otra forma de influir en los futuros líderes es llevándolos o
enviándolos a conferencias bíblicas como las conferencia para
pastores. Y enviarlos o llevarlos a viajes misioneros a corto plazo,
es otra excelente forma de ampliar sus perspectivas y expandir
sus pensamientos.
Otórgales a los líderes potenciales progresivamente, una ma-
yor responsabilidad en el servicio, el liderazgo y la enseñanza. Es-
tratégicamente abre puertas en el ministerio para ellos en la igle-
sia. Este es el mejor campo de entrenamiento. Monitorea su ser-
vicio.
Comunícate con ellos regularmente sobre cómo están. Inví-
talos, durante un período de tiempo específico, a visitar las re-
uniones de los ancianos. Este es otro campo de entrenamiento
significativo. Presenta ante ellos la idea de que el pastoreo del re-
baño comprado con sangre por Cristo, la iglesia, es un trabajo
verdaderamente satisfactorio. Es un gran llamado y un privilegio
cuidar al pueblo de Dios.
Parte de la responsabilidad de la supervisión pastoral es ver
que habrá pastores calificados para dirigir y enseñar al rebaño en
el futuro. Es tu trabajo tomar la iniciativa en este asunto, llegar
a los pastores jóvenes y potenciales, ser proactivos y no reacti-
vos, interesarte por sus vidas y su futuro, pasar tiempo con ellos,
dirigirlos y advertirles de los muchos peligros que enfrentan los
hombres jóvenes (1Ti 4:16; 2Ti 2:2, 15, 22). Continuamente ten
en cuenta que eres un ejemplo para ellos y anímalos en su propio
crecimiento espiritual. Tienes el poder de influir en las personas
94
clave para Dios y el futuro de su iglesia. Usa esa influencia o la
perderás.
Recuerdo haber visto al Dr. Vernon Grounds, canciller del
Denver Seminary, venir por el pasillo principal del seminario
al mismo tiempo que dos jóvenes estudiantes caminaban ha-
cia él. Cuando estaban a punto de pasar, el extendió sus manos
colocándolas sobre los hombros de cada uno, deteniéndolos en
seco. Mirándolos con autoridad, como si Dios estuviera hablan-
do, dijo: «Pronto la iglesia de Jesucristo descansará sobre sus
hombros; estén preparados». Luego siguió su camino, dejándolos
sin palabras. Estoy seguro de que nunca olvidaron la sorprenden-
te exhortación celestial del Dr. Grounds. Quizás, tú también, de-
berías enviar algunos rayos de luz a los jóvenes de tu iglesia.
95
Lecciones que aprendí
mientras esperaba ser
llamado al ministerio
pastoral
John Divito
E
l camino hacia el ministerio pastoral es diferente para
cada hombre. Algunos parecen atravesar la universidad y
el seminario y estar pastoreando una iglesia a sus veinte
años de edad. Otros son llamados por Dios más tarde en la vida,
en medio de la crianza de los adolescentes y el trabajo fuera de la
iglesia. A veces, los dones de un hombre son reconocidos, y él es
rápidamente llamado como pastor de una iglesia. Otras veces, el
llamado de un hombre es reconocido por sus pastores y su igle-
sia, pero él tiene que esperar una oportunidad para servir. Me he
encontrado en esta última categoría desde hace varios años. Por
muy tentador que sea mirar los caminos de otros y anhelar cómo
Dios ha estado trabajando en su llamamiento, me ha resultado
más fructífero preguntarme por qué sigo esperando. Para animar
96
a los hermanos que también esperan servir como pastores, quiero
compartir algunas de las lecciones que he aprendido.
99
8 cosas que he
aprendido como
pastor joven
Jacobis Aldana
E
l ministerio es difícil, suelen decir los mayores y la verdad
es que no importa cuán joven seas, tarde o temprano des-
cubrirás que tienen razón. Pero yo puedo agregar, el mi-
nisterio es difícil y también peligroso para aquellos que aún no
tenemos el peso suficiente de los años, la madurez que produce el
tiempo y la experiencia.
Fui puesto en el ministerio más prematuramente de lo que se
debe, por aquello de la necesidad imperante, después de todo, la
mies siempre ha sido mucha y los obreros pocos. Era el prospec-
to ideal de un pastor que renunciaría el primer año o que por lo
menos haría evidente su inmadurez pero la gracia de Dios ha sido
tan grande con aquellos bajo mi cuidado y también conmigo, que
me ha guardado y hasta aquí me ha ayudado.
Hoy se cumplen exactamente diez años desde que fui ordena-
do como pastor, miro hacia atrás con gozo y gratitud, aunque soy
100
consciente que diez años no son la gran cosa hablando del servi-
cio al Señor, puedo dar gracias a Dios por ayudar a este impetuo-
so joven a permanecer con los guantes puestos y con la voluntad
resuelta; quiero por eso compartir 8 cosas que diría a mi yo más
joven en su primer día como pastor.
6. GUARDA TU ESPALDA
«A las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a
hermanas, con toda pureza» (1Ti 5:2).
La tentaciones son una realidad para todos, pero hay un cuida-
do especial que deben tener los pastores, y sobre todo los jóvenes.
Tenemos una mayor exposición a la Internet y otras herramien-
tas que si bien son una bendición también son una ventana para
que entre la inmoralidad y el pecado sexual.
También debemos cuidar nuestro trato con las mujeres de la
congregación o fuera de ella, podemos incluso sin proponérnoslo
despertar sentimientos inapropiados si nuestro trato no es pru-
dente y cuidadoso. No necesitamos ser amargados, pero si debe-
mos buscar piedad en nuestro trato.
105
Un foro de ancianos
9Marcas
P
reguntamos a todos los ancianos que no son parte del per-
sonal de Capitol Hill Baptist Church: «Pensando en cuan-
do te convertiste en anciano, ¿qué lecciones iniciales se
destacan más al equiparte como un buen anciano?». Aquí están
sus respuestas.
RANDY ALLES
(Oficial, Cuerpo de Marina de los Estados Unidos)
Los ancianos en el Nuevo Testamento están llamados a pasto-
rear y enseñar a aquellos en la iglesia, los cuales equiparán a los
santos para edificar el cuerpo de Cristo (Ef 4:11, 1Ti 3:2). Estas
son responsabilidades claves que frecuentemente se pasan por
alto en la rutina diaria del funcionamiento de una iglesia, pero
para mí son de suma importancia. El pastoreo y la enseñanza per-
miten a los miembros de la iglesia desarrollar una madurez en el
Señor para que sean menos vulnerables a las doctrinas extrañas,
las artimañas de los hombres y el engaño. Todo esto trae gloria al
Señor y beneficios al creyente.
BILL BEHRENS
(Asesor Especial para Asuntos Comerciales y de Negocios, Depar-
tamento de Estado de los Estados Unidos)
Lo que más me ha preparado equipándome para servir a esta
congregación como anciano es la misma congregación. Es aquí
donde muchos santos humildes se preocuparon por mí y mo-
delan a Cristo, donde bajo una gran enseñanza estuve sentado,
106
donde fui discipulado primero, y tuve la oportunidad de servir y
enseñar a otros.
STEVE BOYER
(Controlador, Ejército de Salvación)
La importancia de la oración me llamó la atención poco des-
pués de convertirme en anciano. La responsabilidad por el cuida-
do de tantos miembros interpuso sobre mí, mi total dependencia
de Dios. Comenzar nuestras reuniones de ancianos con un tiem-
po saludable de oración me recordó que los ancianos deben dedi-
carse a alabar a Dios, inquirir de Dios, confesar a Dios, agradecer-
le y suplicarle en oración según Su voluntad. Entonces, observar
cómo Dios cumple Sus promesas en la vida de los miembros de
la iglesia al santificarnos, es una de mis alegrías más preciadas, ya
que veo al Espíritu Santo trabajando tangiblemente en nuestras
vidas.
JAMIE DUNLOP
(Director de Investigación, Junta Ejecutiva Corporativa)
1. La importancia de un ministerio regular de oración en nombre
de aquellos en nuestra iglesia que están sufriendo.
2. Aprender de otros ancianos el arte de hacer preguntas amables
y gentiles.
3. La importancia de escuchar bien a otros ancianos, reconocien-
do que muchas situaciones no son como aparecen.
4. Reconocer que todos los cristianos (incluso los ancianos) lu-
chan y tienen una constante necesidad de aliento (Heb 3:13).
5. La utilidad de la planificación anticipada de nuestro calenda-
rio: ser estratégico con personas fuera de las relaciones regula-
res de discipulado.
6. Saber que ningún anciano está «a la altura de la tarea» de an-
cianos. Todos actuamos en debilidad y sin suficiente sabiduría,
107
dependiendo de Dios en oración para lograr Su trabajo a través
de nosotros.
BRIAN FAJITO
(co-fundador, Manas Development Group)
1 Pedro 5:2-3, fue para mí una lección recurrente. Dios en Su
gracia nos ha llamado como ancianos para ser pastores de Su re-
baño (no el nuestro). Estamos llamados a liderar con humildad
y a servir de ejemplos. Si queremos servir bien como ancianos,
debemos recordarnos continuamente que no hay lugar para el
orgullo a la luz de la cruz de Cristo, y debemos prestar atención a
las instrucciones de Pablo a Timoteo: «ten cuidado de ti mismo y
de la doctrina» (1Ti 4:16).
MICHAEL GRIFFIN
(Analista principal de programas, Oficina del Director de Inteli-
gencia Nacional de Estados Unidos)
Hay varias lecciones que aprendí cuando me convertí en an-
ciano y las recuerdo hasta este día. Primero, me sorprendió la
forma en que siempre comenzamos cada problema difícil con las
Escrituras, trabajando hacia afuera para la aplicación práctica y
la derivación de políticas. En segundo lugar, sentado entre her-
manos piadosos en Cristo, aprendí lo esencial que es escuchar
con atención el uno al otro y ser lentos para hablar. Finalmente,
estaba (y aún estoy) abrumado por la desesperada necesidad de
respaldar todo lo que hacemos con oración, porque a menos que
Dios nos guíe, todo es en vano.
JIM HOLLENBACH
(Presidente, Estrategias de simulación)
Aunque Mark Dever tiene dones, conocimiento, experiencia
y una reputación bien ganada que supera con creces a los que
108
estamos alrededor de la mesa, confía en el plan de Dios para el
liderazgo de la iglesia local en una pluralidad de ancianos y se
somete humildemente a la sabiduría colectiva de ellos. Cuando
me encuentro pensando: «Tengo razón, a pesar de que estoy en la
minoría», las promesas de Dios y el ejemplo de Mark me animan
a vencer este orgullo pecaminoso y aceptar con alegría las deci-
siones de mis compañeros ancianos.
PAPU SANDU
(Asesor superior de litigios, Departamento de Justicia de Estados
Unidos)
Una de las lecciones más claras fue una mayor comprensión de
cuán importante es la oración para el ministerio de un anciano,
tanto la oración individual como la oración con los otros ancia-
nos. Estoy agradecido por la oportunidad de servir con hombres
tan piadosos y devotos, y eso ha tenido un gran impacto. Una
segunda lección es la necesidad de cultivar un amor profundo
y ferviente por los miembros de nuestra congregación, un amor
que desea sinceramente verlos prosperar espiritualmente. Eso,
creo, es fundamental para el trabajo de un anciano, y uno que
mis hermanos me han modelado muy bien.
109
Lecciones de las
Escrituras sobre el
pastorado
Paul Alexander
A Jacob
Para comenzar, Dios se revela a Sí mismo como el pastor de
individuos particulares, e individuos que representaban a toda la
nación de Israel, tales como Jacob.
¿Qué quiso decir Jacob cuando dijo que Dios había sido su
pastor todos los días de su vida? Es útil recordar la promesa de
Dios para Jacob en Génesis 28, donde promete darle a Jacob la
Tierra Prometida y una gran descendencia, y luego le dice: «He
aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres,
y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya
hecho lo que te he dicho» (Gn 28:15).
La presencia de Dios y la protección de Dios fueron las formas
en las cuales Dios pastoreó a Jacob toda su vida. Así que, incluso
antes de que Israel se convirtiera en una nación, cuando Israel
111
era solamente Jacob el individuo, Dios era el pastor de Su pueblo,
proveyendo Su presencia soberana y protección omnipotente
para asegurar el cumplimiento de Sus promesas originalmente
hechas a Abraham acerca de un pueblo y lugar.
A David
Dios también pastoreó a David, otro representante israelita.
Como leemos en el Salmo 23:
He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí
que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor
113
apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los lleva-
rá; pastoreará suavemente a las recién paridas» (Is 40:10-11).
Resumen
Dios es, pues, el Pastor de Su pueblo. Primero, los guía a través
del árido desierto del Sinaí a la Tierra Prometida, y ahora nos guía
a través del árido desierto de un mundo pecaminoso en nuestro
camino al cielo.
¿Qué aspectos del cuidado pastoral de Dios para con Israel he-
mos visto hasta ahora?
• Proteger a las ovejas.
• Proveer para las ovejas.
• Estar presente entre Sus ovejas.
• Reunir a las ovejas.
• Y guiar a las ovejas.
Estas son actividades en las que Dios piensa y realiza cuando
utiliza la metáfora del pastorado para liderar a Su pueblo.
Entonces, como pastores subalternos, nosotros los ancianos
estamos llamados a pastorear al pueblo de Dios de la misma for-
ma:
• Bajo Su autoridad.
• A través de un mundo desierto que no es nuestro hogar.
• Hacia la Tierra Prometida del cielo, donde se encuentra
nuestra verdadera ciudadanía.
Los guiamos allí
• Al conocer nosotros el camino.
• Al mantenerlos juntos en el camino.
• Al alimentarlos con la Palabra de Dios.
• Al estar presente con ellos.
115
MOISÉS: EL PRIMER PASTOR EJEMPLAR
Veamos entonces a aquellos a quienes Dios señala como pastores
sobre Su pueblo, y comencemos con Moisés.
116
quiera a su compañero» (Éx 33:11). Fue él quien subió al Monte
Sinaí en representación del pueblo para recibir la ley. Y cuando
Dios habló ante ellos en el Sinaí, el pueblo dijo a Moisés: «Habla
tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con no-
sotros, para que no muramos» (Éx 20:19).
Como el prototipo de pastor y profeta de Israel, Moisés era la
voz de Dios para el pueblo. Ellos debían seguir su voz.
Moisés como sacerdote
Moisés también era la voz del pueblo ante Dios. Él intercedía
por ellos en presencia de Dios. Nota el cambio en la disposición
de Moisés de identificarse con el pueblo de Israel que ocurre en
sus oraciones entre los capítulos 17 y 34 de Éxodo.
Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De
aquí a un poco me apedrearán (Éx 17:4).
Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha co-
metido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones aho-
ra su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito (Éx 32:31-32).
Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en
medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra
iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad (Éx 34:9).
117
Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque
eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas
cosas (Mr 6:34).
¿De dónde saca Jesús esa referencia «ovejas que no tenían pas-
tor»?
Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Que-
da aún el menor, que apacienta las ovejas (1S 16:11).
Y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. Pero David
había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en
Belén (1S 17:14-15).
Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de
Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de nin-
guno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a Da-
vid: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres
muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a
Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león,
o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería,
y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la
quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba;
y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al
ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las
garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de
este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo» (1S 17:31-37).
¿He hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya man-
dado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edi-
ficado casa de cedro? (2S 7:7).
Reflexiones finales
Aquí lo que está en juego recae sobre quién tiene la máxima
autoridad. Y Dios siempre se asegura de que Sus pastores subal-
ternos sepan cómo responder correctamente esa pregunta. Dios
tiene la máxima autoridad, y cada vez que esa autoridad sea de-
17 Ibíd, 102.
18 Ibíd.
121
safiada, Él aplastará al retador. Él no compartirá Su gloria con
nadie. Dios toma la iniciativa de llamar a Sus pastores, y Dios
responsabiliza a Sus pastores al bendecirlos y disciplinarlos con-
forme a Su Palabra.
Los pastores de Dios están llamados a ejercer el trabajo de Dios
de reunir, guardar, alimentar, unificar y guiar a Su rebaño a tra-
vés del desierto de este mundo en nombre de Dios. Hacen esto
al mantener al rebaño enfocado en Dios y Su Palabra. Dios es el
Rey, el Dueño de las ovejas. Nosotros, los ancianos, somos prín-
cipes adoptados, pastores subordinados sin autoridad propia. Si
alguna vez comenzamos a pastorear el rebaño de Dios contrario
a lo expuesto en Su Palabra o de una manera que ignore nuestra
responsabilidad ante Él y Su autoridad suprema sobre nosotros,
seremos los perdedores.
Toda la narrativa de la historia de Israel en el Salmo 78 termina
con una referencia al liderazgo pastoral de David.
Eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; De tras las
paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.
Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la
pericia de sus manos» (Sal 78:70-72).
JEREMÍAS
El escenario (capítulo 2)
Comencemos en Jeremías, leyendo algunos pasajes que descri-
ben la situación de Israel en los tiempos de Jeremías y que utilizan
la metáfora de pastor.
Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se ale-
jaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron:
122
¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos con-
dujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y
de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó
hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto
y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable
mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían
la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas
profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por
tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros
hijos pleitearé (Jer 2:5-9).
Los pastores son unos estúpidos, no buscan consejos del SEÑOR; por eso
no pudieron salir adelante, y todo su rebaño está disperso (Jer 10:21, PDT).
124
En los versículos del capítulo 10 que condujeron a esta conde-
nación, Jeremías contrasta la impotencia de los ídolos y la estu-
pidez de sus adoradores con el Dios creador vivo. Los hombres
sabios de las naciones paganas son estúpidos y necios (Jer 10:8) y
«todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su
ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y
no hay espíritu en ella» (Jer 10:14). Luego en el versículo 21, dice
que los pastores de Israel son igual de estúpidos que los «sabios»
paganos porque ignoraron la Palabra del Dios viviente y comen-
zaron a adorar ídolos. Se convirtieron en aquello que adoraron.
En lugar de contemplar a Dios y volverse piadosos, miraron a los
ídolos paganos de la cultura circundante y se volvieron estúpidos.
Vale la pena hacer una pausa lo suficientemente larga para
considerar, ¿cómo sería hoy esa imitación de la cultura, especial-
mente entre aquellos que se llaman a sí mismos pastores evangé-
licos?
¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice
Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apa-
cientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no
las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice
Jehová. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras
adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplica-
rán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni
se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. He aquí que vienen
días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como
Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será
salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le
125
llamarán: Jehová, justicia nuestra. Por tanto, he aquí que vienen días, dice
Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel
de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descenden-
cia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los
había echado; y habitarán en su tierra (Jer 23:1-8).
127
¿Qué está haciendo Jeremías en los versículos 9 y 10? Está la-
mentando la condición del pueblo y de la tierra.
¿Por qué? Porque Dios trajo la maldición de escasez del pacto
como resultado de la desobediencia de los profetas («a causa de la
maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se se-
caron»). La escasez aquí puede ser literal, pero también puede ser
espiritual: es una escasez de la Palabra del Señor entre los profetas
y sacerdotes. Dios dice que tanto los profetas como los sacerdotes
son impíos (v. 11), y promete juzgarlos (v. 12). En el versículo 13,
Dios trae de vuelta la imaginería pastoral al mencionar el extravío
de Su pueblo.
¿Cómo los profetas de Samaria hacen errar al pueblo de Dios
en el versículo 13? Al profetizar en nombre de Baal.
¿Cómo los profetas de Jerusalén los hacen desviarse en el
versículo 14? Al caminar en inmoralidad (adulterio) y falsedad
(heterodoxia), y al no hacer un llamado al pueblo al arrepenti-
miento «para que ninguno se convirtiese de su maldad». Llamar
a las personas al arrepentimiento es parte del pastorado bíblico y
espiritual.
Entonces, ¿de qué manera juzga Dios a estos profetas en el ver-
sículo 15? Dado que los profetas y sacerdotes son impíos según
el versículo 11 por su inmoralidad y heterodoxia, Dios los conta-
minará haciéndolos comer ajenjos y dándoles de beber agua de
hiel de Su juicio. Este es un ejemplo de lex talionis, la ley de la
retribución en la cual el castigo es acorde al delito.
Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los
montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de
sus rediles. Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemi-
gos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia,
contra Jehová esperanza de sus padres (Jer 50:6-7).
¿Cuáles son las fallas que Dios resalta entre sus pastores en
estos versículos? Primero, los pastores hicieron errar a las ove-
jas. Se descarriaron del redil, lejos de los delicados pastos y junto
a los peligrosos acantilados de los montes y de los montes a los
collados. Los collados en Jeremías están asociados con la adora-
ción a Baal, el dios de la tormenta (ver 2:20: cometiendo adulterio
sobre todo collado alto; también, 3:2: prostitución en las alturas
desoladas). Es probable que los pastores no solo eran los reyes,
sino también los sacerdotes y posiblemente también los profetas.
19 Philip Ryken, Jeremiah and Lamentations: From Sorrow to Hope [Jeremías y Lamentaciones: del dolor a la
esperanza], de la serie Preaching the Word [Predicar la Palabra], 158. ed. R. Kent Hughes (Crossway, 2001).
130
Todos ellos guiaron al pueblo a la idolatría y lejos de la verdadera
adoración al Dios verdadero.
Segundo, hicieron que las ovejas olvidaran sus rediles.
Tercero, no las protegieron de los animales salvajes que las de-
vorarían.
¿Qué efecto tiene esto sobre los extranjeros, es decir, aquellos
que no forman parte del pueblo de Dios? ¡Los extranjeros co-
menzaron a suponer que no eran culpables de atacar al pueblo de
Dios, dado que el pueblo de Dios estaba claramente corrompido
(«No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de
justicia, contra Jehová esperanza de sus padres»)!
Como vimos en nuestro estudio anterior, ser un pastor res-
ponsable implica saber a dónde vas con las ovejas, saber cómo
llegar allí, hacer lo mejor para asegurarte de que, efectivamente,
todas las ovejas lleguen allí, y asegurarte de que tu destino sea un
lugar seguro donde las ovejas tengan suficiente comida y agua, y
estén protegidas de los animales salvajes. Los malos pastores des-
cuidan todas estas responsabilidades. Están más impresionados
con su propia sabiduría que la de Dios. Codician más su propia
fama que la de Dios.
Como pastores del rebaño de Dios, somos responsables ante
Dios el Padre, bajo Jesucristo y por el poder de Su Espíritu de guiar
a la congregación a los delicados pastos de la Palabra de Dios y a
la verdadera adoración. Somos responsables de proteger a las ove-
jas de aquellos que quieran enseñarles falsas doctrinas (o ninguna
doctrina). Y somos responsables de guiarlas al descanso de Dios
confirmando su salvación a través de la correcta enseñanza y apli-
cación de las Escrituras de acuerdo con 1 Timoteo 4:12-16.
131
al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria. Y volveré
a traer a Israel a su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el
monte de Efraín y en Galaad se saciará su alma. En aquellos días y en
aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no apare-
cerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que
yo hubiere dejado.
EZEQUIEL
Quizás más que cualquier profeta en el Antiguo Testamento, el
profeta Ezequiel es conocido por su incisiva condenación a los
pastores de Israel.
Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que
arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron
sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron
132
mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni dis-
tinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus
ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus príncipes en medio de
ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir
las almas, para obtener ganancias injustas. Y sus profetas recubrían con lodo
suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha
dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. El pueblo de la tierra usa-
ba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y
al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese
vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para
que yo no la destruyese; y no lo hallé (Ez 22:25-30).
133
presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron per-
didas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la
faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni
quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo
yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado,
y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni
mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí
mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de
Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores;
y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas;
ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de
sus bocas, y no les serán más por comida (Ez 34:1-10).
Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis
ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está
en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de
todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscu-
ridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a
su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y
en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré, y
en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y
en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apa-
centaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré
la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y
fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré
con justicia. Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos
(Ez 34:12-17).
Conclusión
El bosquejo del pastorado que obtenemos de Jeremías y
Ezequiel es uno que consiste en reconocer que las ovejas son de
Dios y no nuestras, lo cual nos impide que usemos el rebaño para
nuestros propios fines.
• Esto implicar reunir a las ovejas esparcidas, vendar a las que
están quebradas y sanar a las enfermas, mantenerlas juntas
sin que falte ninguna.
• Esto implica proteger al rebaño de los lobos en lugar de apro-
vecharnos de ellas, y guiarlas a la seguridad y satisfacción de
su propio pastizal.
136
• Y todo esto con el fin de apacentarlas sobre el conocimiento
del carácter, la Palabra y los caminos de Dios. Se puede ha-
cer referencia de forma abreviada a todo este trabajo pastoral
con el lenguaje de alimentar a las ovejas o apacentarlas en
tierras de buenos pastos.
EL EVANGELIO DE MARCOS
En Marcos 6:34 leemos: «Y salió Jesús y vio una gran multitud, y
tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían
pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas». Aprendimos que
esa frase «ovejas sin pastor» aparece en Números 27:17, cuando
Moisés ora cerca del final de Su ministerio: «que salga delante de
ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduz-
ca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin
pastor». Dios respondería la oración de Moisés en la persona de
Josué. Claramente, se trata de una frase acerca del liderazgo.20
En el contexto de Marcos 6, ¿qué siente Jesús por la multitud?
Compasión. Esa palabra en el griego es splagknizomai. Significa
«movido en el interior» o, literalmente, «movido en las entrañas».
Hay profundidad en Su compasión. Él los ama con una preocu-
pación profunda e interna.
¿Por qué siente compasión por ellos? Porque son como ovejas
sin pastor. No tienen un líder, un señor, nadie que vaya delante
de ellos.
¿Cómo expresa Su compasión o preocupación? Les enseña mu-
chas cosas. No se convierte en su líder político o militar. No alar-
dea ni intenta quedar bien, como lo harían los líderes del mundo.
Él actúa como su pastor y líder, primordialmente, enseñándoles.
También procede a suplir sus necesidades físicas, pero lo primero
20 También ocurre en 1 Reyes, donde Micaías profetiza a Acab, rey de Israel, los resultados de la derrota militar
de Acab en manos de un rey pagano. «Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas
que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz» (1R 22:17).
137
que hace es enseñarles. Alimenta sus almas, y solamente después
de eso, alimenta sus cuerpos.
¿Qué significa esto para nosotros como pastores y líderes cen-
trados en Cristo? El pastorado está vinculado a la enseñanza, tal
como Dios dice a través del profeta Jeremías: «y os daré pastores
según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligen-
cia» (3:15).
EL EVANGELIO DE MATEO
Gobernar
Además de las claras conexiones entre David y Jesús que se
presentan en la cronología de Mateo, Jesús es presentado a los
lectores de Mateo cuando Herodes indaga acerca del lugar de na-
cimiento del Mesías. Así, Él es presentado como el cumplimiento
de la promesa del Antiguo Testamento de un pastor venidero:
Pero tú, Belén Efrata aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti
me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde
tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Por tanto, Él los abandona-
rá hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de
sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Y Él se afirmará y pastoreará su
rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su
138
Dios. Y permanecerán, porque en aquel tiempo Él será engrandecido hasta
los confines de la tierra.
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos,
y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda do-
lencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Enton-
ces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies (Mt 9:35-38).
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíri-
tus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia (Mt 10:1).
141
Esto era lo que Jesús hacía en el versículo 35 del capítulo 9:
sanar toda enfermedad y toda dolencia. El trabajo de Jesús se con-
vierte en el suyo, Él les da la bienvenida a Su misión y encomien-
da una tarea.
Compartir Su sufrimiento
Pero unos pocos versículos más tarde, les dice:
Ejercer juicio
Si continúas leyendo tu Biblia después de esta parábola, en-
contrarás que Jesús pasa a abordar en el siguiente párrafo el tema
de la disciplina de la iglesia. La disciplina de la iglesia correcti-
va, curiosamente, es uno de los medios para buscar a las ovejas
perdidas. Cuando una iglesia excluye a un miembro por algún
pecado impenitente, hace que el estatus del extraviado sea explí-
cito, o claro, por tanto, le presenta al extraviado la oportunidad
de ser restaurado. Como mínimo, protegerá al rebaño al exponer
a aquel que en realidad es un cabrito o un lobo vestido de oveja.
143
Esta autoridad de la iglesia local para juzgar a aquellos dentro
del rebaño (ver 1Co 5:12) es un anticipo del juicio de Dios entre
las ovejas y los cabritos en el día final. Como Jesús proclamó:
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles
con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de
él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor
las ovejas de los cabritos (Mt 25:31-32).
EL EVANGELIO DE LUCAS
Nuestro vistazo al Evangelio según Lucas será muy breve. En el
capítulo 15, Lucas presenta el relato paralelo de la parábola que
observamos en Mateo 18. En el cual vale la pena meditar una vez
más.
Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fari-
seos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con
ellos come. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de
vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y
nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando
la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a
sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado
mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento (Lc 15:1-7).
144
¿Describe este texto nuestro deseo como ancianos de ver a
Dios llevar a cabo la gran obra de la conversión entre nosotros y
nuestra comunidad? ¿Estamos como ancianos orando para que
un mover del Espíritu de Dios entre nosotros haga Su obra de
conversión a través de nuestras congregaciones? ¿Qué nos impi-
de orar de esta manera?
EL EVANGELIO DE JUAN
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asa-
lariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así
que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo
soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como
el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el
Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre (Jn 10:11-18).
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le
dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo:
Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió:
Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis
ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas
147
a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá
otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué
muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. Volvién-
dose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo
que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién
es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué
de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Sígueme tú (Jn 21:15-22).
HECHOS
Al dirigirse a los ancianos de la iglesia en Éfeso, el apóstol Pablo
expresa:
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu San-
to os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán
en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de
vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para
arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres
años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que
tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados
(Hch 20:28-32).
PEDRO
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por noso-
tros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo peca-
do, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía
con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa
al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos
154
a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas (1P 2:21-25).
157
APOCALIPSIS
Finalmente, ¿qué aprendemos acerca del Gran Pastor y el trabajo
de los pastores bajo Su liderazgo en el último libro de la Biblia?
Comencemos en el capítulo 7:
Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos
de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú
lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y
han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por
esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y
el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya
no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos
(Ap 7:13-17).
158
el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos
de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres,
pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que
va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y
para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha
delante del trono de Dios (Ap 14:1-5).
CONCLUSIÓN
Como ancianos subordinados al pastorado de Jesucristo, pasto-
reamos Su rebaño no simplemente a través de este mundo, sino
hacia el siguiente. Nuestra gran labor como ancianos es asegurar la
salvación de aquellos que nos escuchan y siguen (1Ti 4:16). Real-
mente no estamos aptos para semejante responsabilidad eterna,
pero nuestra «capacidad viene de Dios, quien también nos hizo
aptos como servidores de un nuevo pacto». Y Él nos hace aptos
mediante Su Palabra: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra» (2Ti 3:16-17). Alabado sea Dios
por Su gracia y por el poder de Su Palabra que nos preparan para
la tarea. Confiemos en Él completamente en este trabajo, para
que podamos experimentar Su completa fidelidad.
159
RESEÑA DEL LIBRO
Julio Crespo
164
RESEÑA DEL LIBRO
Cómo encontrar
ancianos y diáconos
fieles
ESCRITO POR THABITI ANYABWILE
Jacobis Aldana
A
precio los libros prácticos, especialmente si tienen que
ver con el ministerio y la iglesia. El oficio pastoral y de
servicio es un llamado, pero también es una dinámica,
implica cualidades, habilidades y trabajo, por lo que creo que un
libro que no se ocupe de lo práctico al hablar de ministerio, es un
libro que difícilmente será útil.
Thabiti Anyabwile es pastor de Anacostia River Church en
Washington, Estados Unidos y quien luego de una intensa expe-
riencia de ministerio cerca a Mark Dever tiene mucho que decir-
nos al respecto.
El libro responde básicamente dos preguntas: ¿A quién debe-
mos buscar para dirigir y servir en la iglesia? y ¿Qué deben hacer
para cumplir su vocación? El escritor responde estas preguntas no
solo de manera contundente sino amplia.
165
ESTE ES UN LIBRO NECESARIO
Estamos viviendo días intensos en cuanto al ministerio. Hemos
pasado del boom de las ordenaciones express de personas con
solo buenos deseos, a concentrarnos en levantar una vara dema-
siado alta en términos de la preparación académica como si fuera
el único requisito para los que sirven.
Este libro nos devuelve a la Biblia al ponernos frente a los pasa-
jes claves que hablan de los requisitos para el ministerio pastoral
y el diaconado. No es otra cosa que señalarnos lo que ya está es-
crito y cómo debe eso ser entendido en la práctica.
Los aportes que el autor hace desde su experiencia, refuerzan
además la importancia de la iglesia local no solo en la escogencia
sino en la formación de sus futuros oficiales. El ministerio no sur-
ge por arte de magia, es el resultado de una iglesia que se prepara
para eso. De modo que este no es un libro solo para candidatos
sino para cualquier miembro de iglesia.
168
¿ES TU IGLESIA SANA?
9Marcas existe para equipar a líderes de iglesias con una visión bíblica y recursos
prácticos para mostrar la gloria de Dios a las naciones a través de iglesias sanas.
Para ello, queremos ayudar a las iglesias a crecer en nueve marcas de salud que a
menudo se pasan por alto:
1. Predicación expositiva.
2. Teología bíblica.
3. Un entendimiento bíblico de las buenas nuevas.
4. Un entendimiento bíblico de la conversión.
5. Un entendimiento bíblico del evangelismo.
6. Un entendimiento bíblico de la membresía.
7. Disciplina bíblica en la Iglesia.
8. El discipulado y el crecimiento bíblico.
9. Liderazgo bíblico en la Iglesia.
Visita nuestro sitio de Internet para encontrar contenido en más de 40 idiomas y suscrí-
bete para recibir nuestra revista gratuita en línea. Para ver una lista completa de nues-
tros sitios de Internet en otros idiomas visita: 9marks.org/about/international-efforts
Libros
Básicos para
la iglesia
Clases esenciales
Las clases esenciales de Capitol Hill Baptist Church nos ayudan a entender las sutiles complejidades y las grandes verdades de nuestro
Dios, de la teología, del ministerio y de la historia, de la cual él es el autor. Diseñadas para usarse los domingos por la mañana, como
una escuela dominical, las clases esenciales están abiertas a todas las personas. Por favor, siéntete libre para usar estos materiales
de las clases esenciales en tu iglesia. Puedes imprimir y copiar todos los archivos (manuscritos, apuntes, etc.) como sea necesario,
incluso adaptándolos para tus necesidades locales (personalizando los documentos para tu congregación). Es posible que existan
enlaces en algunas de las clases que te dirijan a materiales protegidos por derechos de autor, pertenecientes a otras organizaciones.
Estudios Básicos
Roles Cristianos
Próximos Cursos
Crianza de niños
Otros
Próximos Cursos
Misiones
Conserjería Bíblica
El Cristiano en el Trabajo
Nuevo Testamento
Revistas
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