Revista-9M-Spanish-11 Ministerio Pastoral

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Edificando iglesias sanas

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Edición #11
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9 Marks
525 A St. NE
Washington, DC 20002

Editor Español: Daniel Puerto


Director Editorial: Jonathan Leeman
Generente Editorial: Alex Duke
Maquetado: Rubner Durais
Gerente de producción: Simona Gorton
Director Internacional: Rick Denham
Presidente de 9Marcas: Mark Dever
eBook ISBN: 978-1-955768-87-0
Contenido
NOTA DEL EDITOR
7
Daniel Puerto

EL LLAMADO AL MINISTERIO PASTORAL

6 pasos para confirmar un llamado pastoral


11
Félix Cabrera

Palabras para iglesias y aspirantes a pastores sobre el llamado


15 pastoral
Bobby Jamieson

John Bunyan y el llamado pastoral


21
Matt Haste

El ministerio pastoral es un desafío, pero vas a estar bien


26
Owen Strachan

La iglesia necesita menos hombres que se sientan «llamados» al


31 ministerio
Dayton Hartman

Entrevista: ¿Cómo saber si Dios me ha llamado al ministerio?


36 Jacobis Aldana y Joselo Mercado

LA SELECCIÓN DE PASTORES EN LA IGLESIA


LOCAL

¿Cuales son las funciones de un pastor?


42
Giancarlo Montemayor
Buscando algunos buenos hombres
47 Mark Dever y Paul Alexander

Entrevista: Levantar pastores es trabajo de la iglesia


54 Mark Dever

¿Cómo pueden los pastores desarrollar líderes?


64 Bobby Jamieson

¿Deberían los ancianos ser ordenados?


68
Benjamin Merkle

Ejemplo de votos por los ancianos


74 9Marcas

Una oración pastoral en el nombramiento de nuevos pastores


77 Paul Martin

TESTIMONIOS Y LECCIONES DEL MINISTERIO


PASTORAL

Un foro de pastores y teólogos sobre la selección de ancianos


80 Varios

Lecciones que aprendí mientras esperaba ser llamado al


96 ministerio pastoral
John Divito

8 cosas que he aprendido como pastor joven


100
Jacobis Aldana

Un foro de ancianos
106
9Marcas
PERFILES DE PASTORES EN LAS ESCRITURAS

Lecciones de las Escrituras sobre el pastorado


110
Paul Alexander

RESEÑAS

Reseña del libro ¿Soy llamado? Una convocatoria para el


160
ministerio pastoral escrito por Dave Harvey
Julio Crespo

Reseña del libro Cómo encontrar ancianos y diáconos fieles


165 escrito por Thabiti Anyabwile
Jacobis Aldana
Nota editorial

Daniel Puerto

F
. B. Meyer (1847-1929) fue un pastor bautista y evangelista
inglés. En su juventud, escribió a un amigo las siguientes
palabras:

Por razones de amistad, no quiero ocultarte, ni a nadie, la decisión a la que he


llegado. Así que, para ser franco, he decidido mi futuro camino, y seré, con
la ayuda de Dios, ministro del evangelio. Ahora puedo imaginar tu asombro,
pero es un hecho. Solo tengo que añadir que me parece la meta más noble
de la vida dedicarme por completo al único objetivo de dar a conocer a los
demás a Aquel que ha hecho tanto por nosotros.1

Años más tarde, el joven John Stott (1921-2011) escribió a su


padre, quien no estaba de acuerdo con su decisión de ser minis-
terio anglicano:

Independientemente de lo que se piense de ello, he recibido un llamado de-


finido e irresistible de Dios para servirle en la iglesia. Durante los últimos
1  Citado en: Derek J. Prime y Alistair Begg, On Being a Pastor: understanding our calling and work [Sobre ser
pastor: entendiendo nuestro llamado y obra] (Chicago, Illinois: Moody Publishers, 2004), 17.

7
tres años he sido cada vez más consciente de este llamado, y mi vida ahora
podría resumirse en las palabras «separado para el evangelio de Dios». No
hay servicio más elevado; no pido otro.2

Estos hombres, como millares más a lo largo de la historia de


la iglesia, han sido objeto de un llamado especial para servir a
Cristo: el llamado al pastorado. Pablo dijo: «Palabra fiel es esta: si
alguien aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer» (1Ti
3:1, NBLA). El deseo de ser pastor es un buen deseo para reali-
zar una «buena obra». Pero, ¿cómo sabemos si somos llamados
a ese ministerio? ¿Cómo sabe una iglesia local qué hombres han
sido llamados para llevar a cabo esa «buena obra»? ¿Cómo con-
firmamos a los «Meyers» y «Stotts» de nuestros días, aquellos que
expresan la aspiración de servir como pastores en nuestras igle-
sias locales? Todos necesitamos dirección y sabiduría, tanto los
aspirantes al servicio como los que confirmarán esa aspiración en
la iglesia local.
El ministerio pastoral debe ser considerado con la seriedad
que merece. Esta «buena obra» es para ser realizada por hom-
bres piadosos (¡no perfectos!) que han experimentado la gracia
de Dios en la salvación y que conocen el evangelio conceptual
y experimentalmente. Este servicio es para hombres que pueden
ser modelos o ejemplos (si bien, imperfectos) de amor a Cristo y
a los demás a una congregación. El ministerio es para hombres
dependientes del poder de Dios que puedan decir con Pablo: «por
la gracia de Dios soy lo que soy… he trabajado mucho… aunque
no yo, sino la gracia de Dios en mí» (1Co 15:10).
El pastor Miguel Núñez define esta obra de servicio a Cristo así:

¡Este es el ministerio pastoral! Morir a ti mismo para que otros tengan vida,
morir a tus deseos, a tus aspiraciones y a tus sueños; morir a tus «derechos»
y a aquellas cosas que deseabas realizar de este lado de la eternidad para
2  Ibíd., 17-18.

8
pastorear el rebaño de Dios. Lo haces para gloria de Dios; lo haces porque
amas a Dios y porque sabes que tienes toda una eternidad por delante de ti
esperándote con deseos y deleites muy por encima de todo lo que es pasajero
y temporal.3

Esto nos indica que esta «buena obra» no es para ociosos ni


pusilánimes. Los orgullosos y egoístas que están edificando su
propio reino tendrán serios problemas con Dios si intentan usar
su liderazgo como plataforma para agrandar su nombre. Los
hombres que no son enseñables harán mucho daño a la grey, y
los que no tienen convicciones dejarán entrar falsas doctrinas y
falsos maestros que perjudicarán al rebaño.
Cristiano que aspiras al ministerio pastoral, ¿eres realmente
llamado a esta «buena obra»? Iglesia que desea pastores piadosos
y fieles a Cristo, ¿cómo encuentras a esos hombres? Pastores de
iglesias locales, ¿cuál es tu parte en la identificación y entrena-
miento de los hombres que servirán a la iglesia como ministros del
evangelio?
El Ministerio 9Marks existe para equipar con una visión bíbli-
ca y recursos prácticos a líderes de iglesias para que la gloria de
Dios se refleje a las naciones a través de iglesias sanas. Publicamos
esta Revista 9Marcas con el objetivo de ayudar tanto a los aspi-
rantes al ministerio pastoral como a las iglesias locales responsa-
bles de identificar, entrenar y levantar a estos hombres. También
tenemos como objetivo ayudar quienes ya son pastores para que
sepan cuál es su parte en el proceso de confirmar el llamado de un
aspirante al ministerio.
Oramos para que Dios levante un ejército de hombres con
sana doctrina, piadosos, humildes y centrados en el evangelio
que sirvan como pastores de iglesias locales en el mundo de habla
hispana para la gloria de Dios y la extensión del reino de Cristo.
Hacemos eco de las palabras de Charles Spurgeon:
3  Núñez, Miguel. De pastores y predicadores (Nashville, Tennessee: B&H Publishing Group, 2019), 20-21.

9
Queremos de nuevo Luteros, Calvinos, Bunyans, Whitefields, hombres dig-
nos de marcar épocas, cuyos nombres infundan terror en los oídos de nues-
tros enemigos. Tenemos una gran necesidad de ellos. ¿De dónde vendrán a
nosotros? Son regalos de Jesucristo a la iglesia, y vendrán a su debido tiem-
po. Él tiene el poder de devolvernos una edad de oro de predicadores… y
cuando la buena y antigua verdad sea predicada una vez más por hombres
cuyos labios sean tocados como con un carbón vivo del altar, esto será el
instrumento en la mano del Espíritu para traer un gran y completo aviva-
miento de la religión en la tierra. No busco ningún otro medio de convertir
a los hombres más allá de la simple predicación del evangelio y la apertura
de los oídos de los hombres para escucharlo. En el momento en que la iglesia
desprecie el púlpito, Dios la despreciará. Ha sido a través del ministerio de
predicación que el Señor siempre se ha complacido en revivir y bendecir a
Sus iglesias.4

4  Charles H. Spurgeon, Autobiography: Volume 1: The Early Years 1834-1859 [Autobiografía: volumen 1: Los
años tempranos 1834-1859] (Edinburgh, UK: The Banner of Truth Trust, 1962), v.

10
6 pasos para confirmar
un llamado pastoral

Félix Cabrera

A
continuación, comparto seis pasos o requisitos que debe-
mos tener en cuenta a la hora de confirmar si en realidad
tenemos un llamado pastoral.

1. CUMPLIR CON LOS REQUISITOS  (1TI 3:1-7 Y TIT


1:5-9)
Un buen medidor para saber si soy llamado y apto para el minis-
terio o pastorado es evaluar si cumplo con los requisitos dados
por el apóstol Pablo en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9.
El carácter y la madurez son un requisito para el ministerio y
el pastorado. Algunos jóvenes son como una enciclopedia, pare-
ce que tienen el software Logos en sus cabezas, pero no tienen el
carácter ni la madurez para ejercer el pastorado o para hacer mi-
nisterio. No estoy diciendo que esto los descalifique para siempre
porque, gracias a Dios, la madurez y el carácter se pueden desa-
rrollar más adelante.
11
Pero definitivamente si uno no cumple con los requisitos ex-
presados en 1 Timoteo y Tito está descartado. Por ejemplo, debe
ser apto para enseñar. Por más buen deseo que tenga de ser pas-
tor, si alguien no está capacitado para enseñar es obvio que no
está calificado para el ministerio pastoral.

2. PASIÓN POR LA PROCLAMACIÓN DEL


EVANGELIO Y POR SERVIR FUERA DEL PÚLPITO
Una persona con un llamado pastoral debe tener pasión por al-
canzar a los perdidos y por compartir con la gente. No estoy afir-
mando que debe ser extrovertido pero sí debe, al menos, desear
establecer relaciones personales.
Muchos están fascinados con la enseñanza pero no con la tarea
de ser pastor. No les gusta el evangelismo, no les gusta la conse-
jería, le sacan el cuerpo a muchas de las tareas pastorales. Estoy
consciente que la tarea más importante del pastor es la proclama-
ción del evangelio, pero no es la única. Si yo no veo pasión en las
otras áreas, para mí eso es una bandera roja.

3. ESTAR BAJO AUTORIDAD Y SIRVIENDO EN LA


IGLESIA LOCAL
Mi padre siempre me decía: «Jamás serás un gran número uno si
no aprendes a ser un buen número dos».
Veo muchos jóvenes con un ímpetu en defender la sana doc-
trina, hablando de eclesiología, apologética y gastando horas de-
fendiendo sus posturas escatológicas en las redes sociales, pero
no sirven en su iglesia local.
A veces ven un papel en el piso, le pasan por el lado y no lo
recogen. Saben que hay hermanos dentro de la congregación en
necesidad, pero no son movidos a acercarse a ellos a ministrarles.
No forman parte de ministerios en su iglesia local, no participan
en evangelismo personal, y peor aún, sus pastores no pueden dar
12
fe y testimonio de una vida entregada al servicio dentro y fuera
de la iglesia.
Eso es grave. Muchos aspiran a ser primeros, pero no sirven
a sus pastores ni a sus iglesias y mucho menos a su comunidad.

4. EL TESTIMONIO DE LOS DE CERCA


¿Qué piensan la esposa, hijos, padres, hermanos, pastores y/o lí-
deres sobre el candidato a pastor?
Si los que le rodean y los que le pastorean dan testimonio de un
carácter piadoso y una pasión por Dios, esto ayuda a confirmar
que tiene el llamado.
Algunos me han dicho: «soy un gran predicador, tengo mucha
iniciativa, tengo pasión por los perdidos…» y la esposa por el otro
lado me dice todo lo contrario. Es como si estuviéramos viendo a
dos personas distintas.
¿Qué dicen sus pastores? Muchos jóvenes me llaman, escriben
y piden consejo, pero cuando les pregunto por sus pastores y lí-
deres me doy cuenta que ni siquiera desean que los contacte. Esto
es señal de que posiblemente sus pastores y líderes no están de
acuerdo o no ven el llamado.
Si los pastores que están día a día con estos jóvenes no ven
llamado, el joven puede tener todo el deseo y la pasión por Dios,
pero no está calificado para el ministerio, al menos por el mo-
mento.
Es importante que el llamado interno sea confirmado externa-
mente.

5. SER ENSEÑABLE Y HUMILDE


Debemos ver un deseo por aprender, por la lectura, por ser men-
toreado, por establecer relaciones con pastores de más experien-
cia. Santiago dijo que «Dios resiste a los soberbios, pero da
gracia a los humildes» (Stg 4:6). Una actitud de estudiante y
de discípulo es importante en aquel que aspira al pastorado.
13
En nuestra cultura hispana se nos ha enseñado incorrectamen-
te que los hombres no seamos expresivos, ni busquemos ayuda
cuando tenemos problemas. Todos llevamos el típico «macho»
en nosotros. Eso no funciona en la vida pastoral. Todo lo contra-
rio, créanme, nos lleva al fracaso y a la destrucción.
La rendición de cuentas es vital para un pastor, así que quien
aspira a serlo debe estar dispuesto desde antes a rendir cuenta
por su vida a otro(s). Debe existir un anhelo por ser enseñado,
confrontado, corregido y ministrado. Los llaneros solitarios no
sobreviven en el pastorado.

6. UN DESEO FERVIENTE DE EXALTAR Y


GLORIFICAR A CRISTO
¿Cuál es la motivación de mi llamado? La gran tentación del pas-
torado es la fama y el poder que ofrece. Un joven llamado al pas-
torado debe ser dependiente de Dios a través de la oración para
que el Espíritu Santo le ayude a que las palabras de Juan el Bau-
tista sean suyas: «Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya»
(Jn 3:30).
El fin de todos los que estamos en el ministerio debe ser hacer
famoso a Cristo hasta los confines de la tierra.
Estoy consciente que existen muchos otros requisitos impor-
tantes, pero creo que estos son los de mayor importancia para que
cada joven evalúe si en realidad tiene el llamado pastoral.

ACERCA DEL ESCRITOR


Félix Cabrera sirve como pastor de la Iglesia Bautista Ciudad de
Dios en Puerto Rico y forma parte del Consejo Pastoral de Solda-
dos de Jesucristo. Él y su esposa Denisse tienen dos hijas, Andrea
y Adriana.
14
Palabras para iglesias
y aspirantes a pastores
sobre el llamado pastoral

¿C
Bobby Jamieson

ómo pueden las iglesias responder a uno de sus


miembros que aspira el ministerio pastoral? ¿Qué
consejos hay para quienes aspiran a este servicio en
la iglesia local?

EXHORTACIÓN A LAS IGLESIAS


Comenzaré con algunas exhortaciones para las iglesias. Algunas
de estas aplican para todos los cristianos, y otras especialmente
para los pastores. Primero, no trates el sentido de «llamado» de
alguien como una tercera tabla del Sinaí. Un sentido subjetivo del
llamado de su parte no constituye una obligación a reconocer ese
llamado de tu parte. En lugar de eso, equipa, motiva, evalúa, y se
paciente con aquellos que aspiran al ministerio pastoral.
Equipa.  Pastores, creen ambientes de entrenamiento en su
iglesia para desarrollar más maestros. La escuela dominical para
15
adultos y los sermones de domingo en la noche más cortos pue-
den ser buenos contextos para esto. Y piensa sobre cómo puedes
tú personalmente discipular a hombres que aspiren al ministerio.
Motiva. Miembros y pastores, regocíjense del ministerio de los
demás y de su crecimiento en el ministerio. Deléitense del fruto
que otros tienen para el reino. Estimulen los buenos esfuerzos
de los hombres jóvenes que aspiran al ministerio, independiente-
mente de lo inestable e imperfecto que sean esos esfuerzos.
Evalúa.  Miembros de iglesia, especialmente pastores, retroa-
limenten a sus ministros aspirantes honestamente y con gracia.
Ancianos, no teman aconsejar a un hombre para que haga una
pausa—o incluso para que se detenga—de sus planes vocaciona-
les de ministerio.
Sé paciente. Dale a tus hombres tiempo para crecer y dar fruto.
Sé paciente con la enseñanza fiel pero torpe. ¿Quién sabe? Tu dis-
posición a escuchar a un maestro en desarrollo podría bendecir a
tu propia iglesia o a otros durante las décadas por venir.
Finalmente, destaca y celebra a los «ancianos laicos»—es de-
cir, a los pastores que tienen un trabajo a tiempo completo fuera
de la iglesia. Ciertamente, las iglesias deberían pagarle a cuantos
de sus pastores puedan de manera razonable. Pero no creo que
los dones de Cristo para su iglesia (Ef 4:11) están limitados a
aquellos que pueden salir completamente de otro trabajo (Hch
20:34-35).
Así que, no solo tengas ancianos, destácalos. «Pastores
principales», motiven a sus ancianos laicos a enseñar pública y
regularmente. Busquen maneras de empoderar a sus ancianos
laicos, de delegar alguna parte de su autoridad para que ellos
tengan más cosas que hacer. Miembros, busquen a los ancia-
nos laicos y no solo a los pastores a tiempo completo, para
consejería, bodas, funerales. Un pastor es un pastor indepen-
dientemente de si pasa su semana en la oficina de la iglesia o
en una oficina de seguros.
16
Pienso que una de las hipótesis más dañinas que se ha dis-
persado entre los evangélicos modernos, es que el verdadero
ministerio solo es llevado a cabo por aquellos que lo hacen a
tiempo completo. Eso no podría estar más errado. En un sen-
tido fundamental, todos los cristianos están llamados al mi-
nisterio: hablar la verdad en amor, hacer discípulos, ofrecer
nuestros cuerpos como sacrificio vivo. Y todos los ancianos
están llamados a pastorear.
Si las iglesias destacaran y celebraran a sus ancianos laicos, y
si los ancianos laicos fueran equipados y motivados a pastorear,
sería quitado un peso de las espaldas de muchos hombres. Ellos
se darían cuenta de que, en realidad, no tienen que escoger en-
tre una carrera y hacer «ministerio». Claro que hay solo unas
cuantas horas en el día, y la vida de un pastor a tiempo com-
pleto es muy diferente a la de un abogado. Y claro que algunos
hombres deberían buscar el pastorado a tiempo completo, pero
la categoría principal de la Biblia para el pastor es «anciano». La
manera en que ganas tu salario es otra cosa, basado en tus dones
y deseos y en las necesidades y recursos de una iglesia.

PALABRAS PARA LOS ASPIRANTES A PASTORES


A continuación algunas palabras para los aspirantes a pastores.
Anteriormente dije pero vale la pena repetirlo: que trates tu sen-
tido de llamado como una aspiración y no como un mandato di-
vino infalible. Con esto no estoy diciendo que la guía subjetiva no
puede jugar ningún rol, sino que se necesita más. Pablo no dice
que «si alguien se siente llamado al ministerio, una iglesia está
obligada por Dios a llamarlo». En lugar de eso dice que si alguien
desea la labor del obispado, desea algo bueno (1Ti 3:1). Y luego,
para beneficio del anciano aspirante y la congregación, él expone
los requisitos del oficio. Así que enfócate en ellos. Dale prioridad.
Por la gracia de Dios, construye tu vida a partir de las cosas que
Pablo dice que son las características de un anciano. Preocúpate
17
más de los requisitos de Dios para el oficio que de lo que una igle-
sia puede querer en un currículo.
Además, piensa en el ministerio pastoral más como un es-
pectro que como un interruptor de encendido y apagado. Los
pastores no son súper cristianos, y tener un trabajo a tiempo
completo diferente al ministerio no es un fracaso. Dios no nos
hizo a todos boca, y el pie no debería sentirse culpable por serlo.
Si vemos los otros llamados como algo inferior al pastorado,
mentimos acerca del cuerpo de Cristo y cuestionamos el diseño
sabio de Dios al ordenar los miembros de la manera en que lo
hace (1Co 12:12-26).
Otro aporte: yo sugeriría que algunos hombres que piensan
que están llamados al ministerio deberían en lugar de ello aspirar
a ser ancianos laicos. O por lo menos, aspirar a ser ancianos y de-
jar que Dios haga el resto. Si quieres enseñar la Palabra y ayudar
a los cristianos a crecer espiritualmente, ¡eso es grandioso! ¡Pare-
ce que quieres ser un anciano! Si no tienes el deseo, los dones o
la oportunidad de hacerlo a tiempo completo, ¿qué sucede? No
todo el que quiere hacer ministerio debería cambiar su carrera.
No todo el que disfruta enseñar la Biblia debería renunciar a su
trabajo y mudarse al seminario. Tu responsabilidad de proveer
para los tuyos y las necesidades de tu familia es un don divino
(1Ti 5:8). Eso no solo lo harás pastoreando.
¿Cómo entonces deberías evaluar un «llamado» al ministerio?
Cada hombre es diferente, y también cada situación. Pero en bre-
ve te motivaré a evaluar tus deseos, oportunidades, habilidades
y carácter, todos filtrados a través de la iglesia local. ¿Deseas esa
obra (1Ti 3:1)? ¿Qué tan fuerte y duradero es ese deseo? ¿Tu deseo
es comparable con la labor actual de ministerio que tus propios
pastores hacen, o solo la diversión y las partes brillantes? ¿Quieres
hacer la obra del ministerio o disfrutar el respeto del ministerio?
Considera tus oportunidades. ¿Cuáles oportunidades pastora-
les tienes actualmente? ¿Qué puedes tomar? ¿Eres del tipo de per-
18
sona que crea oportunidades pastorales independientemente de
que alguien te las otorgue? ¿Tu iglesia ha considerado oportuno
darte alguna oportunidad?
¿Y las habilidades? ¿Estás dispuesto a enseñar? ¿A dirigir? ¿A
pastorear? No necesariamente estás buscando algún fruto flore-
ciente, pero deberías por lo menos ver semillas y árboles jóvenes.
Y considera tu carácter. ¿Qué tan bien personificas los reque-
rimientos de carácter de 1 Timoteo 3 y Tito 1? ¿Cuáles son los
pecados que te dominan, y qué tan difícil es tu lucha con ellos?
¿Es el fruto del Espíritu evidente en tu vida? ¿Existe alguna mani-
festación visible de su ausencia?
En lo que se refiere especialmente a tus habilidades y carácter,
permite que la iglesia lo exprese públicamente. Considera per-
mitir que la evaluación de otros supere la tuya, especialmente si
esa evaluación es de los ancianos o de la iglesia como un todo.
Disponte a escuchar cosas difíciles de escuchar. Si alguna vez has
sido pastor, disponte a escuchar cosas aún más difíciles de escu-
char. Haz todo lo posible por buscar la afirmación significativa
de una iglesia local antes de irte al seminario o redirigir tu carre-
ra. Trabaja tan duro como puedas para no presentarte como un
hombre que se evalúa a sí mismo, se afirma a sí mismo y se envía
a sí mismo, solo que por ahora está en espera. Lo que menciono
aquí no siempre es posible, pero el objetivo mismo hace que tu
corazón tome la dirección correcta.

VOLVIENDO A LA IGLESIA—A ESCUCHAR


Si eres un pastor, aspirante a pastor, estás tratando de buscar ser
un pastor o simplemente eres un «antiguo» miembro de iglesia,
espero que hayas encontrado algo útil aquí. Levantar pastores es
el trabajo de la iglesia, de toda la iglesia. Así que si algo espero, es
que este artículo envíe a aspirantes a pastores de vuelta a la iglesia:
no solo para servir o hablar sino para escuchar.
19
ACERCA DEL ESCRITOR
Bobby Jamieson es pastor asociado en Capitol Hill Baptist
Church en Washington, DC. Es el autor, más recientemente, de
Jesus’ Death and Heavenly Offering in Hebrews [La muerte de Je-
sús y la ofrenda celestial en Hebreos].

20
John Bunyan y el
llamado pastoral

Matt Haste

E
n la esquina suroeste del prado de St. Peter del poblado in-
glés de Bedford, cerca de la calle hay una estatua de bronce
de un hombre. Los ojos del hombre están mirando hacia el
cielo y hay una Biblia en sus manos; él tiene una expresión de des-
esperación en su rostro, pero parece preparado para hablar una
palabra de verdad en cualquier momento con el fin de suplicar a
los transeúntes. Aparentemente, esa es exactamente la manera en
que John Bunyan quería ser recordado.
Su representación del pastor ideal en su famosa alegoría titu-
lada El progreso del peregrino, suplicaba la inspiración de la esta-
tua. Con su espalda hacia el mundo y su mirada hacia el cielo, el
hombre estaba entre los pocos autorizados a guiar a otros en su
camino hacia la ciudad celestial. Bunyan era un puritano típico
en su respeto y admiración del pastorado. Y con esa visión del
ministerio pastoral podríamos pensar, ¿cómo es que los purita-
nos disciernen quién fue llamado por Dios a Su gran obra?
21
EL CONCEPTO PURITANO DEL LLAMADO
El concepto puritano del llamado fue construido bajo las con-
vicciones de la Reforma acerca de la vocación. Como lo expre-
sa William Perkins, el llamado de alguien es una mayordomía
«ordenada e impuesta por Dios para el bien común».5 Según la
mente puritana, Dios designó a cada persona para una vocación
particular con el fin de cumplir Sus propósitos soberanos. Si Dios
llamaba a un hombre al pastorado, los puritanos creían que su
vida reflejaría ciertas características que confirmaban su llamado.
Un estudio de los escritos puritanos sobre el tema revela que
los puritanos no destacaban un aspecto del llamado por encima
del resto, sino que buscaban unir las características que demos-
traban la mano de preparación sabia de Dios. Cuando un hombre
cumplía con los requisitos necesarios —convicción para liderar y
enseñar, capacidad para realizar el trabajo, carácter como Cristo
y confirmación del pueblo de Dios— entonces, y solo entonces,
podía considerarse llamado al ministerio.

EL LLAMADO DE BUNYAN AL MINISTERIO


El camino recorrido por John Bunyan hacia el pastorado es una
ilustración útil de la manera en que estos principios obraron en la
vida de un hombre. Luego de varios años de su conversión, algu-
nos miembros de su iglesia local que lo observaban comenzaron a
reconocer su potencial. Tal y como él escribió en su autobiografía
espiritual titulada Grace Abounding to the Chief of Sinners [Gra-
cia abundante para el mayor de los pecadores], ellos «pudieron
percibir que Dios me había hecho digno de comprender algo de
Su voluntad en Su santa y bendita Palabra, y que me había otor-
gado la capacidad de declararla en alguna medida, de expresar a
otros lo que veía para su edificación».
5  William Perkins, A Treatise of the Vocations or Callings of Men [Tratado sobre las vocaciones o llamados de los
hombres] (Cambridge: John Legat, 1603), 2.

22
Por tanto, le pidieron a Bunyan que expusiera una «palabra de
exhortación» en una próxima reunión, lo cual a su vez fue bien
recibido. Como Bunyan reportó más adelante, «descubrí mi don
entre ellos» ya que la congregación fue «tanto afectada como con-
fortada». Luego se le pidió que predicara varias veces más y él co-
menzó a orar y ayunar por sabiduría. Cuando la iglesia lo designó
para un papel de predicación más frecuente, él confesó: «eviden-
temente encontré en mi mente un secreto que dirigía hacia ello».
Su corazón se enfocó especialmente en 1 Corintios 16:15, donde
en la versión autorizada que Bunyan leía hablaba de que los após-
toles «se dedicaron al ministerio de los santos». Al sentir que este
mismo deseo aumentaba en su propio corazón y seguir viendo
el fruto de su trabajo Bunyan concluyó: «por tanto, estas cosas
fueron otra confirmación para mí, de que Dios me había llamado
y acompañado en esta labor».6
Bunyan fue reconocido primeramente por su carácter y luego
probado para evaluar su capacidad. Mientras la iglesia confirma-
ba sus dones, él comenzó a desarrollar la convicción de que debía
servir al Señor de esta manera. La suma de esos elementos llevó
a Bunyan a concluir con el hecho de que en realidad había sido
llamado al ministerio.7 Bunyan permaneció confiado en su lla-
mado aún cuando enfrentó persecución y pasó doce años en la
cárcel de Bedford, donde se encuentra su estatua hasta el día de
hoy. Él se convirtió más adelante en uno de los predicadores más
apreciados y autores más influyentes de la era puritana, pero solo
luego de que estuvo seguro de que cumplía con todos los requisi-
tos necesarios.
6  John Bunyan, Grace Abounding to the Chief of Sinners [Gracia abundante para el mayor de los pecadores], en
Works of John Bunyan [Obras de John Bunyan] (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1991), 1:36.
7  La historia del contemporáneo de Bunyan, el pastor londinense Frances Bampfield (fallecido en 1683)
aporta una experiencia beneficiosa. Véase Frances Bampfield, A Name, an After-One [Un nombre, uno tras otro]
(London: John Lawrence, 1681).

23
LLAMADO Y CALIFICADO
La perspectiva puritana sobre el llamado no está por encima de
la crítica, pero las siguientes recomendaciones destacan la sabi-
duría que sus escritos ofrecen a los pastores de hoy. Cada punto
provee un contraste útil con el enfoque de muchos evangélicos
modernos.
Primero,  los puritanos vieron el llamado al ministerio en el
contexto del desarrollo de una doctrina de la vocación. En lugar
de volver al pensamiento medieval que dividía lo sagrado de lo
secular, los puritanos reconocieron que todas las personas son
llamadas por Dios y dotadas para vocaciones específicas.
Segundo, los puritanos enfatizaron lo externo en lugar de la
confirmación interna. Ellos motivaron al hombre a considerar los
dones que Dios le había otorgado, las oportunidades que estaban
ante él y especialmente la manera en que otros respondían a su
vida, servicio y enseñanzas. Esto atribuyó la responsabilidad pri-
maria a la sabiduría colectiva de la iglesia y sus líderes en lugar de
la evaluación subjetiva del individuo.
Finalmente, el enfoque puritano era multifacético en lugar de
místico o minimalista y en lugar de simplificar más el proceso o
destacar un aspecto del llamado por encima del resto, los puri-
tanos motivaron a los jóvenes a ver el asunto a partir de diferen-
tes ángulos. Las cuatro características señaladas en este artículo:
convicción, capacidad, carácter y confirmación, permanecieron
relativamente iguales en lo que se refiere a ayudar a alguien a de-
terminar si Dios lo había capacitado para el ministerio vocacio-
nal. Y esta inclinación es paralela a una práctica que es enseñada
por otra serie de palabras claves que pueden ser familiares para
algunos lectores.
En el siglo veinte los gemólogos identificaron «cuatro Cs» que
ayudaban a clasificar la calidad de un diamante: el corte, los qui-
lates, el color y la claridad. Cada característica sirve de indicador
24
para la calificación general de la piedra, pero ninguna medida es
suficiente en sí misma para determinar el valor del diamante. Un
joyero sabio examina el diamante desde todos los ángulos, fijando
sus ojos experimentados en las potenciales imperfecciones o defi-
ciencias. Una gran marca en una categoría podría distorsionar la
evaluación de un novato porque un experto sabe como calificar la
piedra a través de las cuatro categorías.
El paralelo de los cuatro temas discutidos aquí es instructivo. Y
así como los diamantes son evaluados a través de una serie espe-
cífica de categorías establecidas, debemos también entrenar a los
jóvenes para que se evalúen a sí mismos. Rechazando un enfoque
simplista, deben observar sus vidas a partir de todos los ángulos y
buscar ayuda de otros para descubrir si Dios verdaderamente los
ha capacitado para la obra del ministerio. Bunyan y los puritanos
entendieron el alto llamado del pastorado y estuvieron dispuestos
a proteger el oficio. Ellos ofrecen un ejemplo sabio para ayudar
a hombres jóvenes a determinar si han sido llamados por Dios a
servir como pastores hoy en día.

ACERCA DEL ESCRITOR


Matt Haste es profesor asociado de espiritualidad bíblica y di-
rector de estudios doctorales profesionales en el Southern Baptist
Theological Seminary.

Traducido por Samantha Paz.

25
El ministerio pastoral
es un desafío, pero vas
a estar bien

Owen Strachan

N
ada en la tierra es más glorioso que el ministerio pastoral. 
Y nada en la tierra es más difícil. 
El ministerio pastoral es el pastoreo de almas a la glo-
ria. Es un trabajo sobrenatural. Por definición, no puede haber
trabajo más pesado en el planeta. No hay nada más importante
que esto: que tú conduzcas al pueblo de Dios a conocer al Dios
vivo. Esto es, como dijo Edwards, “un asunto divino”. 
Algunos podrían preguntarse en este punto si todos los llama-
dos son de igual importancia. Cabe destacar que el movimiento
que recupera una doctrina significativa del trabajo —encapsulada
en esa hermosa palabra «vocación»— es el mismo movimiento
que recupera una vista sobre el púlpito extraordinariamente ele-
vada. Mientras Lutero y Calvino sentían la necesidad de un pas-
torado recuperado, llamaron a las ovejas a ver cada minuto de su
trabajo diario como Dios lo veía e permeado con Su gloria. 
26
Pero eso es un ensayo para escribir otro día. Más de 500 años
después de la Reforma, debemos recuperar el sentido de la gran-
deza del llamado pastoral. En nuestros tiempos, el pastorado es
despreciado en algunos círculos. Muchos asocian hoy en día el
papel de pastor con una especie de voceador de un carnaval es-
piritual. Los pastores se levantan, cuentan chistes, reflexionan un
rato sobre un tema espiritual y al final cierran la tienda. No ha-
cen ningún daño. No dicen nada ofensivo. No provocan olas. Son
como una hoja soplada en el mar, se van y son llevados, y nunca
se sabe si estuvieron allí. 
La visión bíblica del pastorado es muy diferente. El pastor bí-
blico transita en el negocio de la eternidad. El pastor bíblico es la
figura que mira de cerca los fuegos del infierno, ve a la gente tro-
pezando borracha de esa manera, y los llama a alejarse del fuego.
El pastor bíblico es el designado por Dios para estar presente con
la gente en los momentos más sagrados de sus vidas: el matrimo-
nio, una enfermedad devastadora, el nacimiento de los niños, la
alimentación semanal de la Palabra.
Todo esto es glorioso. Todo esto está bañado en la luz del cielo.
Si pudieras ver las cosas con lentes espirituales, vistiéndote con el
equivalente de los lentes de «realidad virtual» teológica, tropeza-
rías sorprendido al vislumbrar las fuerzas del bien y de la oscuri-
dad que se despliegan ante ti. Pero aquí está la segunda verdad:
todo esto es difícil. Es agotador. El trabajo pastoral es un trabajo
espiritual. Se realiza en las primeras líneas de la gran guerra entre
Dios y el diablo. Ningún pastor puede mantenerse al margen del
conflicto, por mucho que lo deseemos. Por definición cada pastor
ministra la verdad en medio del humo y el fuego, la victoria y el
revés.  
Estos retos están bien documentados y no son mi objetivo en
este momento. No necesito explicar a los pastores por qué el mi-
nisterio es un desafío. Cualquiera que haya escuchado el llamado
a trabajar en campos blancos hasta la cosecha espiritual conoce
27
los dolores de espalda, los dolores de cabeza, las heridas a veces
duraderas adquiridas en el trabajo de la iglesia. Esto es lo que creo
que los pastores (y en particular los pastores jóvenes) necesitan
escuchar: vas a estar bien. Mantén el rumbo. Sigue arando.  
Los pastores una vez vieron el llamado a una iglesia como un
llamado de por vida. E. Brooks Holifield ha trazado los cambios
en la tenencia pastoral durante los últimos siglos del ministerio
estadounidense (sus libros A History of Pastoral Care in America:
From Salvation to Self-Realization [Historia del cuidado pastoral
en Estados Unidos: de la salvación a la autorrealización] y God’s
Ambassadors: A History of the Christian Clergy in America [Los
embajadores de Dios: una historia del clero cristiano en Estados
Unidos] son provechosos y los recomiendo encarecidamente).
Ha descubierto que el pastorado ha pasado de ser el pilar mismo
de la estabilidad social, literalmente el trabajo que más simboliza
la presencia del pacto humano, a ser uno que refleja la cultura
empresarial estadounidense. Los pastores saltan de una iglesia
a otra, siendo la meta final de su ministerio una iglesia grande.
Esto, en demasiadas mentes, equivale a «éxito», un término que
tiene poco que ver con la solidez bíblica y mucho que ver con los
logros estadísticos.
Hay razones válidas e incluso justas para dejar una iglesia.
Pero no podemos perder de vista que el pastorado ha cambiado
como institución con el tiempo. En el pasado fue el más estable de
los llamados, pero hoy parece ser uno de los menos estables. Hay
numerosas razones que explican estos cambios en nuestro con-
texto del siglo XXI. Muchos jóvenes entran en el pastorado con
una historia de ruptura familiar. Más de lo que ellos pueden estar
conscientes, tienen la inestabilidad codificada en su identidad.
Esto es verdad incluso para aquellos que son redimidos por Cris-
to y que aparentemente han vencido la tristeza de su pasado.   
El oscurecimiento de la cultura estadounidense también juega
un papel aquí. El ministerio siempre ha sido muy desafiante en
28
un mundo caído, y algunas estaciones de la historia son definiti-
vamente más difíciles que otras (ver, por ejemplo, la expulsión de
los puritanos de la iglesia inglesa). Pero en un sentido compara-
tivo, no se está haciendo más fácil en occidente. Cada vez es más
difícil, más complejo y más exigente. En términos del ambien-
te estadounidenses, la gente está entrando a iglesias con menos
entrenamiento, menos antecedentes espirituales y mayor carga
personal. Muchos jóvenes piadosos se alegran por esta situación,
y con razón. Pero no podemos pasar por alto que la mayor oscu-
ridad ha engendrado una mayor necesidad que ha engendrado
un pastorado costoso.
También debemos reconocer que vivimos en una época de
transición. La gente hace conexiones fácilmente, una verdad que
es proclamada sin fin por el complejo industrial de los medios
sociales. Pero hoy en día la gente rompe las conexiones con la
misma facilidad. Podríamos pensar que nosotros mismos no nos
vemos afectados por tales factores. Pero estamos afectados más
de lo que pensamos. (La iglesia rara vez se da cuenta de cuánta
influencia está ejerciendo exitosamente la cultura sobre ella). Hoy
en día, todos estamos intranquilos. Todos mantenemos un ojo
en el horizonte inmediato y otro en la vista más lejana. Llegamos
a algunos puntos conflictivos y nos encontramos preguntándo-
nos si deberíamos salir y encontrar algo más satisfactorio. Con
la misma fluidez con la que nos hacemos amigos y seguimos a
la gente en las nuevas tecnologías, también cambiamos nuestra
propia vida.
Hay más que decir aquí. Cada iglesia es diferente; el entorno
de cada pastor es diferente. Hay razones correctas, como ya se ha
dicho, para hacer las maletas y seguir adelante. (Por ejemplo, es
bueno ganar experiencia para tomar un rol de pastor líder). Pero
recordemos esta palabra: ya que Cristo nos ha lavado con Su san-
gre, estaremos bien. Ya que somos habitados por el Espíritu, el
Señor no nos abandonará. Ya que nuestro nombre está escrito en
29
el libro de la vida del Cordero, llegaremos a la gloria. Nos ha pa-
sado lo mejor; lo peor que podía pasarnos —morir eternamente
en el infierno— ya no puede pasarnos a nosotros. Estas verdades
que vienen de Dios son el punto de partida de un ministerio fiel
y perseverante.
Así que, joven pastor: estarás bien. No porque haya una vaga
corriente espiritual en el mundo que eleva a todos al final a la feli-
cidad general, sino porque Cristo te ha tomado en Su mano fuerte
y no te dejará ir. Mantén el rumbo. Sigue arando. El «éxito» es un
vapor; no existe realmente, y mucho de lo que constituye el éxito
se quemará el último día como un papel en un incendio. La vida
no se trata de ti; ni siquiera se trata de tu felicidad temporal. Se
trata de algo mucho más grande que tú. Es el ministerio de la ver-
dad. Se trata de la gloria de Cristo, el Hijo obediente al Padre por
el poder del Espíritu. No eres más que una minúscula molécula
en esta gran historia de redención, la historia de los siglos.  
Terminemos donde comenzamos, pero con el acento en la rea-
lidad positiva de tu vocación. Nada en la tierra es más difícil que
el ministerio pastoral. 
Y nada en la tierra es más glorioso.

ACERCA DEL ESCRITOR


Owen Strachan (Ph.D., Trinity Evangelical Divinity School) es
profesor asociado de teología cristiana en Midwestern Baptist
Theological Seminary en Kansas City, Missouri.

Publicado en español por Soldados de Jesucristo, en inglés por


Reformanda Ministries. Usado con permiso.

30
La iglesia necesita
menos hombres que se
sientan «llamados» al
ministerio

Dayton Hartman

M
e acababa de graduar del seminario, con varios años de
ministerio ya en mi haber. También tenía una opinión
muy elevada de mí mismo.
Me acerqué al pastor principal de la iglesia en la que había sido
contratado recientemente y le pedí ser ordenado. Se emocionó y
organizó a un consejo de pastores para que supervisara el proce-
so. Nos reunimos en dos ocasiones. La primera reunión fue un
interrogatorio formal. Me sentí como el personaje de Jack Ni-
cholson en Cuestión de Honor, siendo interrogado en una corte
militar.
Me llegaron preguntas a diestra y siniestra, desde las teológi-
cas hasta las de filosofía del ministerio. Me gustaría poder decir
que todas mis respuestas reflejaban sabiduría y meditación, pero
31
no fue así. En cambio, manejé la barricada de preguntas con la
precisión de un niño pequeño armando un rompecabezas. Sin
embargo, la sala estaba de mi parte y la aprobación fue inevitable.
Luego vino la pregunta final: «¿Qué pasaría si dijéramos que
no?». Yo respondí: «Seguiré haciendo lo que estoy haciendo —
ojalá me hubiera detenido allí, pero no lo hice— ¿Quiénes son
ustedes para decirme lo que Dios me ha llamado o no  a  ha-
cer?».  Pontifiqué sobre el hecho de que todo el proceso de or-
denación carecía de sentido (ya sé, si no tiene sentido, ¿por qué
lo estaba haciendo?). Estaba plenamente convencido de que mi
llamado era personal, subjetivo y, en última instancia, entre Dios
y yo. Además, creí que los requisitos bíblicos para ser anciano se
cumplían fácilmente en el momento en que experimentaba un
llamado subjetivo de parte de Dios.
Estaba equivocado.
IDENTIFICANDO A LOS FUTUROS PASTORES
En su primera carta al joven pastor Timoteo, el apóstol Pablo
explicó cómo una iglesia debe identificar a sus futuros ancianos
y pastores: «Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra de-
sea hacer» (1Ti 3:1, LBLA). Pablo no dice: «Si alguno es llamado»;
dice si alguno «aspira». Me temo que hemos tomado el lenguaje
del Antiguo Testamento sobre el llamado de los profetas y lo he-
mos superpuesto al oficio de anciano. Al contrario, debemos re-
cuperar el lenguaje bíblico de «aspira».
Necesitamos menos hombres que se sientan «llamados al mi-
nisterio» y más hombres que aspiren al cargo de anciano. Pero si
desechamos el lenguaje del llamado, ¿cómo sabemos si debería-
mos procurar el ministerio? Aquí tienes cinco indicadores:
1. Amas a la iglesia local. Ser un cristiano maduro es amar
cada vez más lo que Jesús ama. Jesús ama a Su iglesia. Si no amas
a la iglesia local, no deberías aspirar al cargo de anciano. Punto. Si
amas a la iglesia local, tal vez deberías aspirar al cargo de anciano.
32
2. Tienes un carácter piadoso. Los requisitos predominantes
para el obispado establecidos en Tito 1 y 1 Timoteo 3 tienen que
ver con el carácter. Por ejemplo, Pablo pone a prueba a los ancia-
nos en asuntos como el manejo del dinero (¿se endeudan innece-
sariamente?), la vida familiar (¿aman bien a sus esposas e hijos?)
y la respetabilidad de sus vidas (¿viven vidas irreprochables?). De
todos los requisitos que Pablo enumera, solo uno tiene que ver
con la capacidad para predicar.
3. Puedes enseñar. Los aspirantes al cargo de pastor deberían
poseer la capacidad para enseñar la Biblia. Esto no quiere decir
que tienes las capacidades para predicar como Charles Spur-
geon, simplemente significa que puedes explicar la Biblia de una
forma que el pueblo de Dios puede entenderla y aplicarla. Para
que quede claro, esto no es un don estático sino una habilidad
que puede crecer con el tiempo.
4. Sientes una carga por el pueblo de Dios. El pastorado es una
labor  de suma importancia  que implica consecuencias eternas.
¿Sientes el peso de pastorear al pueblo de Dios? ¿Estás preparado
para rendir cuentas al mismo Cristo por la manera en que has
llevado a cabo tu pastorado (Heb 13:17)? Consciente de este peso
e importancia, ¿aún deseas ser pastor? Probablemente es lo que
la mayoría de las personas quieren  decir cuando hablan  de un
«llamado».
5. ¡Has sido confirmado! No me refiero a que alguien en tu
iglesia te haya dicho al azar: «¡Deberías ser pastor!». Esto es a lo
que me refiero: ¿Han confirmado tu aspiración pastores bíblica-
mente calificados y tu iglesia local? Tal confirmación requerirá un
tiempo de prueba en base a los requisitos de la Escritura. Pocos de
los rasgos de carácter enumerados por Pablo podrían conocerse o
evaluarse inmediatamente.
Si estas cinco características están presentes en tu vida, ¡enton-
ces no hay nada que te impida procurar el ministerio pastoral!
33
ASPIRO… ¿QUÉ SIGUE?
Aquí está la forma en que puedes comenzar tu travesía:
1. ¡Pregúntale a tu pastor cómo puedes ayudar! Pastorear es
un trabajo difícil, y requiere más fuerza de voluntad de la que un
solo pastor puede brindar. Siempre hay más trabajo por hacer.
Por tanto, suponiendo que te encuentras en una iglesia sana y
bajo el liderazgo de un pastor piadoso, comunícale tu aspira-
ción a tu pastor y pregúntale cómo podrías ayudarle a él o a los
demás ancianos como una oportunidad para aprender. Como
nota aparte, si ya eres pastor, deberías tener ideas para evaluar
y preparar a los que aspiran al pastorado. Invítalos a participar
en tus rutinas de pastoreo. El discipulado es en gran medida el
proceso por el cual invitamos a otros a imitarnos como nosotros
imitamos a Cristo. Este proceso no es diferente en la forma-
ción de futuros pastores.
2. Deberías considerar tus opciones educativas teológi-
cas. Los que aspiran al ministerio pastoral deben estar equipa-
dos para la obra del ministerio, no solo en cuanto a un entrena-
miento práctico, sino en cuanto a una formación bíblica y teoló-
gica. Para algunos, eso implicará prepararse en algún seminario.
Para otros, eso puede significar participar en un programa de
capacitación pastoral que incluya un componente teológico. Yo
animaría de corazón a todos los pastores a tener una serie de
libros y textos teológicos que todos los aspirantes a ancianos
deban leer.
3. Haz que los requisitos bíblicos para el pastorado sean tu
meta diaria.  Al aspirar al ministerio pastoral, nunca debemos
olvidar que la formación rigurosa ni la educación teológica es-
taban entre la lista de requisitos de Pablo. En cambio, debemos
procurar  en forma humilde y habitualmente  un carácter como
el de Cristo. Y esto no se detiene cuando somos ordenados. Al
contrario, se intensifica. No podemos mirar los títulos en nuestra
34
pared o el título al lado de nuestro nombre como evidencia de
estar calificados. Antes bien, debemos vigilar constante y conti-
nuamente nuestra vida y doctrina con sumo cuidado.

ACERCA DEL ESCRITOR


Dayton Hartman es el pastor de la iglesia Redeemer en Rocky
Mount, Carolina del Norte.

Traducido por Nazareth Bello.

35
Entrevista: ¿Cómo
saber si Dios me ha
llamado al ministerio?

Jacobis Aldana

Joselo Mercado

L
a siguiente es una entrevista al pastor Joselo Mercado. Él sir-
ve en la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland.
Aprovechamos la oportunidad para preguntarle sobre
uno de los temas más comunes, especialmente entre los jóvenes
que recién conocen las doctrinas bíblicas: el llamado al ministerio.

Jacobis Aldana: Sabemos que has servido al Señor de manera


muy enérgica. Brevemente, ¿cuándo y cómo supiste que estabas
llamado a servir al Señor como pastor?
Joselo Mercado: Desde la adolescencia tenía una inclinación
de que iba en algún momento a servir a Dios de forma ministe-
36
rial. Siempre pensé que sería misionero y una de las razones para
estudiar ingeniería fue para poder entrar en países de difícil acce-
so. En aquel tiempo de mi vida tenía una eclesiología muy pobre
y caminé estas emociones solo. Pero había un deseo interno de
servir a Dios a tiempo completo.
Cuando comencé mi noviazgo con mi esposa Kathy, al mes le
dije que aunque tenía una carrera de ingeniería, siempre íbamos a
vivir como si Dios nos fuera a llamar el próximo día. Eso implica-
ba que nunca íbamos a entrar en deudas extensas para estar listos
si Dios nos llamaba. Luego de 4 años en una iglesia, en el estado
de Virginia, el pastor se me acercó a preguntarme si había consi-
derado un llamado pastoral. Hasta ese momento nunca lo había
considerado. Comenzamos a orar y Dios fue poniendo en mí no
solo el deseo de servirle a tiempo completo, sino también de ser-
vir en una iglesia local.

JA: ¿Qué aspectos básicos crees que deben estar presentes en


alguien que sospecha que ha sido llamado al ministerio?
JM: Las cualificaciones de 1 Timoteo 3:1-7. Si eso no existe en
la vida de una persona, debe trabajar en crecer en ellas antes de
considerar un llamado. El problema con el llamado es que hemos
hecho de algo objetivo, algo subjetivo. Dios ha dado guías claras
para determinar quiénes son llamados al ministerio, pero deja-
mos que las emociones sean lo que las dicten. Hasta que la perso-
na que siente que está llamada no ve esos atributos de 1 Timoteo 3
en su vida no debe considerar el ministerio, porque le hará daño
a la iglesia.
Varias cosas a considerar. Todas las  cualificaciones  de 1 Ti-
moteo son atributos que todo creyente debe mostrar, menos apto
para enseñar. Eso quiere decir que el anciano debe tener este
don. Dos cosas sobre esto: apto para enseñar, significa dado para
aprender. Si no eres un estudioso de la Biblia, no eres llamado. Lo
37
otro es que apto para enseñar significa que otros desean aprender
de ti. Si nadie desea escucharte enseñar quizás no seas llamado.
Otro aspecto es entender lo que conlleva el ministerio. Predicar
un sermón es solo cerca del 2% del tiempo que dedico al ministe-
rio semanalmente. Si deseas el ministerio por la parte pública del
mismo, no eres llamado. El pastorado es un llamado donde tu co-
razón será decepcionado muchas veces, debes estar preparado a
amar a personas que muchas veces no verán tu amor como amor.
Creo que muchos ministerios de plantación en su afán de atraer
candidatos no muestran el lado difícil del pastorado y solo mues-
tran la parte romántica del mismo. Además, tu esposa debe de
estar de acuerdo. Si ella no te ve como su pastor, no están listos.
Dos cosas adicionales. Personas dadas a la depresión, deben
considerar si Dios les ha dado el temple para ser pastores. El mi-
nisterio es muy duro en las emociones y podría ser devastador
para alguien  con esas tendencias. La persona  llamada debe ser
auto motivada, el pastorado es algo solitario, nadie te está vien-
do, nadie mira si estás trabajando en el sermón o viendo YouTu-
be. Una buena ética de trabajo es importante, por eso animo que
personas tengan trabajos que requieren trabajar fuerte antes de
entrar al ministerio.

JA: ¿Cómo puede alguien distinguir la emoción de un llamado


genuino? 
JM: La emoción es conocida por muchos como el llamado in-
terno. Según 1 Timoteo 3:1 eso es necesario. Ese versículo dice:
«Palabra fiel es esta: si alguien aspira al cargo de obispo, buena
obra desea hacer». Es bueno desear el pastorado. Sin ese fuego
interno no estás llamado, pero ese llamado interno debe  estar
acompañado por el llamado externo. Eso implica que la iglesia ve
las cualificaciones del ancianato en el candidato para confirmar
el llamado.

38
JA: ¿Cuál debe ser el rol del liderazgo y la iglesia local en la
confirmación del llamado al ministerio?
JM: Ese es el rol de la iglesia local: identificar el llamado exter-
no. Es la iglesia la que comisiona a las personas llamadas. Vemos
en Hechos 13:2-3: «Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el
Espíritu Santo dijo: “Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra a
la que los he llamado”. Entonces, después de ayunar, orar y haber
impuesto las manos sobre ellos, los enviaron». Pablo pasó cerca
de 14 años desde Damasco hasta que fue enviado. Cristo resuci-
tado le dijo que lo había llamado, y él no salió hasta que la iglesia
local confirmó el llamado. Puedes sentir que Dios te está llaman-
do, pero si tus ancianos no lo ven o no piensan que es el tiempo,
no salgas.
Veo la práctica de personas abandonar iglesias locales donde
le dicen que todavía no están listos y al poco tiempo están minis-
trando por medio de algún ministerio que en una entrevista de
una hora le dijeron que estaba llamado. Eso no es confiar en Dios
y eso pone en peligro la iglesia local. 1 Timoteo 5 dice que no se
ordene a alguien de forma liguera. Es algo de mucha seriedad.

JA: Una de las preguntas más frecuentes que recibimos sobre


el tema del ministerio es acerca de la edad apropiada ¿cuándo se
es muy joven? ¿Tiene esto que ver con ser neófito? 
JM: Nuevamente, pienso que en la cultura actual hay poca pa-
ciencia y no seguimos los procesos bíblicos. Creo que edad no
es necesariamente un indicador de que alguien esté preparado.
Pero en la mayoría de los casos alguien menor de 35 años debe
mostrar mucha madurez para ser un plantador. Cuando Pablo le
dice a Timoteo que nadie tome en poco su juventud, lo más pro-
bable era que tenía cerca de 40 años.
En nuestra cultura apreciamos la juventud y no respetamos
la madurez. Conozco gente con madurez más allá de sus años.
Pero personas que todavía están tratando de navegar su matri-
39
monio, que no muestran la madurez de ser criticados, deberían
considerar servir en formas de apoyo antes de entrar al pastora-
do. Nuevamente, una iglesia local es la que debe determinar si las
personas están preparadas. Pero para eso la iglesia debe mirar la
vida de este hombre detenidamente.

JA: ¿Tienes unas palabras finales para aquellos que sienten que
han sido llamados pero no cumplen los requisitos o no son reco-
nocidos por una iglesia?
JM: El llamado más importante del creyente es el llamado a
salvación. Es un  privilegio  servir a la iglesia como pastor, pero
por el sacerdocio de todos los creyentes eso no nos hace más san-
tos o más cercanos a Dios. Tenemos mucho del catolicismo ro-
mano, en que hemos elevado el clérigo a una forma en que llegar
a ser pastor es una afirmación del favor de Dios.
El pastorado es una forma más de servir a la iglesia. Si Dios no
te llama de esta forma, él te llamó a ser parte de Su pueblo y eso es
suficiente. Si Dios no confirma por medio de tu iglesia un llama-
do, no insistas, muchas veces eso destruye iglesias, matrimonios
y familias por una persona con ambición que no se contenta en
simplemente servir a Cristo.

ACERCA DE LOS PARTICIPANTES


Jacobis Aldana es pastor y plantador de iglesias en Santa Marta,
Colombia, es Licenciado en Artes y Estudios Teológicos del Mia-
mi International Seminary (MINTS). Sirve como Director Edi-
torial de Soldados de Jesucristo y como director de la fundación
de Estudios Bíblicos Alfa y Omega. Jacobis además es miembro
fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano.
Está casado con Keila y es padre De Santiago y Jacobo.

Joselo Mercado es miembro del concilio de Coalición por el


Evangelio. Oriundo de Puerto Rico, renuncia a su carrera de con-
40
sultoría en el año 2006 para ingresar al colegio de pastores de
Sovereign Grace Ministries. Es el pastor principal de la Iglesia
Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland. Joselo completó su
Maestría en Artes en estudios teológicos en SBTS, y está casado
con Kathy Mercado y es padre de Joey y Janelle.

41
¿Cuales son las
funciones de un
pastor?

Giancarlo Montemayor

C
uando servía como pastor, recuerdo que un pequeño niño
le dijo a mi esposa: «¡Qué divertido ser  como el pastor,
solo tiene que trabajar los domingos!». En el momento
me causó gracia, pero me hizo pensar si la iglesia misma cono-
ce cuáles son las actividades de un anciano en una iglesia local.
Aquí comparto cinco funciones de un pastor, semana tras sema-
na.

PREDICA
Bueno, ¡el niño tenía razón en un sentido! El trabajo visible de un
anciano debe centrarse en lo más importante: la predicación de
la Palabra cada domingo. Sin predicación no hay vida, y sin vida
no hay iglesia, y sin iglesia no hay pastor. Fundamentalmente,
un pastor es alguien que «es apto para enseñar» (1Ti 3:2) y que
«predica la Palabra» (2Ti 4:2). Eso es verdad para pastores nue-
42
vos y pastores experimentados. Nunca nos cansamos de predicar
y mejorar en nuestra predicación porque es lo que da vida a la
iglesia.  Spurgeon, en el apogeo de su ministerio, dijo: «todavía
estoy aprendiendo a predicar». Muéstrame a grandes pastores de
la historia de la iglesia y te mostraré a pastores que predicaban la
Palabra con fidelidad. Mateo Henry, Juan Calvino, Jeremías Bu-
rroughs, Martyn Lloyd-Jones eran pastores cuya función princi-
pal en su iglesia local era predicar. Pablo advirtió a Timoteo que
la predicación es necesaria hay personas que «teniendo comezón
de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios
deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos»
(2Ti 4:3-4). Ya hay suficientes doctores en mitología en la iglesia
de hoy, no necesitamos más. Necesitamos pastores predicadores.

PASTOREA
Etimológicamente, un pastor es alguien que cuida a las ovejas.
Es interesante que la metáfora terrenal que tenemos para esta glo-
riosa tarea es una de un pastorcillo de ovejas. Al Señor pareciera
gustarle preparar a sus siervos usando esta metáfora. Lo hizo con
Moisés por cuarenta años, luego con David durante su juventud y
lo hace con todo aquel que entra al ministerio. El Señor no nos ha
llamado a ser vaqueros que van detrás del rebaño dando latigazos.
No, el Buen Pastor nos llama a ser pastores que vayan delante de
las ovejas, mostrando el camino, orando por ellas, alimentándo-
las, aconsejándolas y sirviéndolas hasta poder entregarlas santas
cuando el Señor nos llame.
Pastor, ¿amas al Buen Pastor? Entonces,  apacienta  Sus  ove-
jas (Jn 21:17). La forma en que un anciano pastorea a sus ovejas es
directamente proporcional a su amor por el Señor.

PROTEGE
Escuché a un amigo pastor decir que nuestra tarea como ancia-
nos es «ahuyentar a los lobos, pastorear a las ovejas e ignorar a
43
las cabras». ¡Gran verdad! Parte de nuestra tarea todos los días
no es solo pastorear a las ovejas, sino ahuyentar a los lobos teo-
lógicos que andan en el rebaño. Cazar a un lobo requiere mucha
diligencia, puesto que tienen «apariencia de piedad, pero negarán
la eficacia de ella» (2Ti 3:5). Este texto parece indicarnos que el
tiempo revela si lo que se ve es real o es solo una fachada. Algo
debe estar mal cuando una oveja, en vez de balar, aúlla. «A estos
evita» (2Ti 3:5).
A veces también es tarea del pastor ignorar a las cabras. Las ca-
bras son aquellos asistentes a la iglesia que consumen demasiado
tiempo del pastor, pero no quieren comprometerse con la iglesia.
Quieren los beneficios de una oveja, pero sin estar en el rebaño.
A las cabras les gusta estar aisladas, en el monte. No les gusta ser
guiadas, ni apacentadas, pero cuando se atoran entre los matorra-
les, piden auxilio.
Los ancianos no somos llamados a pastorear a todo el mundo,
sino a la iglesia local en la que Dios nos ha puesto. Dediquemos
la mayoría de nuestro tiempo a cuidar de esas ovejas por las que
daremos cuentas. Aquellas que han hecho pacto con nosotros a
someterse a nuestro liderazgo.
Si queremos ser buenos pastores, entonces, ahuyentemos a los
lobos e ignoremos a las cabras.

PREPARA
Mark Dever suele decir que su tarea como pastor es «preparar a
la iglesia para el pastor que vendrá después» de él. Lo que quiere
decir es que a veces los ministros idolatramos el ministerio en lu-
gar de adorar solamente a Jesús. Sabes que un pastor no ha hecho
un buen trabajo cuando este muere o se va y la iglesia se cae en
pedazos o no sabe qué hacer. Un pastor visionario debe dejar lista
a la iglesia para cuando él falte. Podríamos decir que, en cierto
sentido, un buen pastor es aquel que cuando se ha ido, nadie se da
44
cuenta. Pablo le instruyó a Timoteo a buscar «hombres fieles que
sean idóneos para enseñar también a otros» (2Ti 2:2).
Se cuenta que cuando  Martyn  Lloyd-Jones dejó de pasto-
rear en Westminster debido a su salud, le preguntaron si se la-
mentaba de no poder hacerlo más, a lo que el Dr. respondió: «Por
supuesto que no, no vivo para ser predicador, vivo para Cristo».
Lloyd-Jones entendía que el ministerio pastoral es solo temporal
y debemos preparar a otros para seguir con la tarea.

PROMUEVE LA SANTIDAD
Un hombre puede ser un gran predicador, un buen consejero y
un erudito bíblico, pero si no vive en santidad, no está calificado
para ser pastor. Cuando la Biblia habla de un pastor, no se enfoca
en sus habilidades, sino en su carácter. De las dieciséis cualidades
de un pastor en 1 Timoteo 3:1-7 solo una de ellas habla sobre su
competencia («apto para enseñar»). Todas las demás cualidades
se centran en el carácter del ministro, de las cuales «irreprocha-
ble» es la suma de ellas. Un anciano debe vivir de tal forma que
cuando vengan acusaciones (y vendrán), estas se resbalen por su
buen nombre delante de todos. Por supuesto, los ancianos son
cristianos comunes con la misma necesidad de gracia que toda la
iglesia, pero es esa misma gracia que prepara a los ancianos a vivir
de forma ejemplar el fruto del Espíritu.
Entonces, ¿qué hace un pastor en la iglesia local? Predica, pas-
torea, protege, prepara y promueve  la santidad. Estas cosas
son suficientes para mantener al pastor ocupado durante la se-
mana, pero «para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no so-
mos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino  que  con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de
Dios, hablamos en Cristo» (2Co 2:16-17).
Que el Señor nos capacite para tan gran labor.
45
ACERCA DEL ESCRITOR
Giancarlo Montemayor es el Director Editorial de B&H Espa-
ñol. Es instructor de 9Marcas y Simeon Trust en Español. Al mis-
mo tiempo, Giancarlo estudia un PhD en Historia, en el Southern
Baptist Theological Seminary. Está casado con Marcela y tienen
dos hijos.

46
Buscando algunos
buenos hombres

Mark Dever

¿C
Paul Alexander

ómo haces para buscar ancianos y qué es exacta-


mente lo que buscas? Responder esta pregunta re-
quiere considerar qué no es un anciano y luego qué
sí es.

LO QUE UN ANCIANO NO ES

Un anciano bíblico no es simplemente un hombre de edad


avanzada
Existen muchos hombres mayores piadosos que cumplen los
requisitos del carácter para ser bíblicamente ancianos.  ¡Espero
que el Señor bendiga a nuestra iglesia con muchos más! Pero la
simple edad cronológica, aun cuando casados honran la mem-
47
bresía de la iglesia, no es suficiente para satisfacer los requisitos
descritos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. De hecho, hay algunos hom-
bres de treinta años (o incluso más jóvenes) que están más cali-
ficados para ser ancianos que algunos hombres que son el doble
de su edad. La sola experiencia de la vida no califica a un hombre
para ser anciano

Un anciano bíblico no es simplemente un exitoso hombre de


negocios
De hecho, algunos de los principios o rasgos de carácter que lle-
van a algunos hombres a la cima en el escalafón de los negocios
pueden realmente colocarlos en el último peldaño de la escala del
liderazgo de la iglesia. No estamos buscando personas que «sepan
lo que quieren y cómo obtenerlo».  Tampoco estamos buscando
personas que sepan cómo manejar a otros, recaudar dinero, ascen-
der en la escalera del éxito o cerrar un trato. El liderazgo en la iglesia
es esencialmente distinto al liderazgo en el mundo de los negocios.
La iglesia no es simplemente una empresa sin fines de lucro.
Es el cuerpo de Cristo y, como tal, es la institución corporativa
más excepcional del mundo. Opera sobre principios de doctri-
na distintivamente cristianos: servicio, santidad, fe, esperanza y
amor. Esto no es, por supuesto, decir que sea imposible ser un
anciano bíblicamente calificado y un hombre de negocios exitoso
al mismo tiempo. Es simplemente decir que el éxito y el liderazgo
en el mundo de los negocios no necesariamente o siempre son un
buen indicador para ser ancianos en la iglesia local.

Un anciano bíblico no es simplemente un miembro compro-


metido con la comunidad
Ser elegido para formar parte de un consejo municipal o del ve-
cindario es un privilegio maravilloso y una oportunidad evangelís-
tica única para cualquier creyente. Pero, aquí vamos de nuevo, no
es necesario ni suficiente para cumplir con los requisitos de ser an-
48
ciano. Un hombre puede ser el presidente de una Junta de padres y
maestros, entrenar a las ligas menores, ser concejal, guiar un grupo
de niños campistas y aún no estar calificado como anciano. Ser-
vir a la comunidad de esta manera ciertamente no impide que un
hombre califique. Pero cuando miramos a nuestro alrededor para
ver quién podría cumplir con los requisitos bíblicos, el servicio a la
comunidad por sí solo no puede ser nuestro criterio final.

Un anciano bíblico no es simplemente una «buena persona»  


Vivir en el mismo lugar y tener los mismos amigos o incluso
ser un miembro de la misma iglesia durante más de 30 años no
hace que un hombre sea un anciano. Servir en capacidad de an-
ciano en una iglesia local no debe depender de si un hombre está
dispuesto a «colaborar», o si es parte del correcto círculo social o
proviene de la parte adecuada del país (¡o región, dependiendo de
dónde viva!). La simpatía a menudo puede ser engañosa.

Un anciano bíblico no es una mujer


Los criterios establecidos en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 asu-
men el liderazgo masculino en la iglesia. El oficio de anciano es
un oficio que requiere que quienes los sostienen sean aptos para
enseñar. La enseñanza es un acto autoritativo, y las mujeres tie-
nen prohibido ejercer autoridad sobre los hombres en la iglesia
(1Ti 2:9-15). Pablo arraiga esa prohibición en el orden de la crea-
ción en Génesis 1 y 2: Adán fue creado antes que Eva, revelando
el lugar de liderazgo que Dios le dio a Adán sobre ella. Ambas
son igualmente creadas a imagen de Dios, pero Dios les ha dado
roles diferentes pero complementarios a ocupar tanto en el hogar
como en la iglesia.

Un anciano bíblico no es un político 


El oficio bíblico del anciano es un oficio electo. Pero el hom-
bre que lo ocupa no debería ser uno que haga campaña sutil o
49
abiertamente para esto, o alguien que sea notablemente expresivo
sobre la promoción de posiciones políticas en el contexto de la
iglesia local.

¿QUÉ ES, ENTONCES, UN ANCIANO BÍBLICO?


Nuestra pregunta puede ser respondida primero en términos del
oficio y segundo en términos del hombre.  El oficio de anciano
es un oficio diseñado para el liderazgo de la iglesia a través de la
enseñanza de la Palabra. El carácter del hombre que califica para
cumplir ese oficio se describe en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:6-9. Un
anciano es simplemente un hombre de carácter ejemplar, similar
a Cristo, que es capaz de dirigir al pueblo de Dios enseñándoles
la Palabra de Dios de una forma que los beneficia espiritualmen-
te. Entonces, buscamos hombres que reflejen este carácter y que
demuestren tanto una aptitud como un rendimiento para ense-
ñar la Palabra de Dios a los demás de una manera edificante. Esta
definición podría servir como una buena fotografía espiritual o
perfil del tipo de hombres que estás buscando para ser ancianos.
Cuadrantes de calificación
Una forma beneficiosa de pensar sobre los criterios para ele-
gir líderes podría ser en términos de los cuadrantes mencionados
abajo en la Figura 1. Una vez más, el llamado para ser anciano
es un llamado al liderazgo a través de la enseñanza bíblica. Esto
significa que, como mínimo, tú necesitas hombres que, ante todo,
compartan una comprensión profunda y bíblica de los funda-
mentos de la teología cristiana y el evangelio. Las áreas a consi-
derar primero son la autoridad y la suficiencia de las Escrituras,
la soberanía de Dios, la divinidad y exclusividad de Cristo y la
expiación. Ningún hombre que vacila en los fundamentos de la
doctrina bíblica debe ser considerado para ser un anciano, sin
importar cuán dotado o agradable pueda ser. La Palabra edifica la
iglesia, y como tal simplemente no puede ser sano para ninguno
50
de nuestros ancianos tener reservas sobre las verdades cristianas
fundamentales.
Una vez que se ha determinado que un candidato es sólido en
las doctrinas bíblicas centrales, es nuestra práctica confirmar que
el candidato comparte nuestros distintivos doctrinales particula-
res. Específicamente, por ejemplo, la necesidad del bautismo de
los creyentes para la membresía de la iglesia local. Estos temas,
aunque no inciden para la salvación, son importantes para la for-
ma en que hemos decidido conducir nuestra vida juntos como
iglesia.
Tales distintivos obviamente variarán dependiendo de las con-
vicciones de la congregación. Sin embargo, el principio es sim-
plemente que los líderes de una congregación deberían entender
y ser defensores concienzudos de las doctrinas distintivas de una
iglesia local. Los ancianos necesitan estar de acuerdo en estos te-
mas para que su propia unidad no se fracture y para que puedan
proporcionar una guía unificada a seguir por la congregación.

Teología central Distintivos doctrinales


Autoridad y Suficiencia de las Bautismo de creyentes
Escrituras
Congregacionalismo
La soberanía de Dios
Divinidad y exclusividad de
Cristo
La expiación

Amor por la Congregación Distintos culturales


Congregarse regularmente Roles de género en el hogar
Discipula desinteresadamente y la iglesia
Sirve consistentemente Oposición a la homosexualidad

 Fig.1. Cuadrantes de calificación.


51
Tercero, es sumamente útil asegurarse de que el candidato sea
lo suficientemente valiente como para oponerse a la cultura so-
bre ciertos temas bíblicos claros, como el papel de la mujer en la
iglesia. Un anciano debe modelar para la congregación tanto la
fortaleza como la voluntad de vivir un estilo de vida contracultu-
ral en áreas donde Cristo y la cultura están en conflicto. Si, como
anciano, un hombre se rinde ante las presiones que conforman la
cultura sobre temas bíblicos que son bien definidos, su ejemplo y
enseñanza eventualmente llevarán a la iglesia a parecerse más al
mundo.
Finalmente, necesitamos ser capaces de discernir la participa-
ción relacional del candidato en la iglesia, que él ama a la con-
gregación.  Queremos poder reconocer su amor por los demás
miembros de la iglesia, por el hecho de que ya está involucrado
en el trabajo que corresponde a los ancianos, incluso antes de que
obtenga el título. Por tanto, podríamos esperar razonablemente
que un hombre reconocido como un anciano se congrega regu-
larmente, se inicie con otros para hacerles bien espiritual y servir
a la iglesia tan fielmente como pueda.

CONCLUSIÓN
Una de las dinámicas humanas más significativas en el continuo
crecimiento espiritual y la salud de la iglesia es el tipo de lide-
razgo que esa congregación está siguiendo. Cuando los hombres
bíblicamente calificados están dirigiendo una iglesia con carácter
y destreza, es una bendición profunda y amplia para la unidad, la
santidad y el crecimiento espiritual de la iglesia. Dicho de manera
algo negativa, se pueden evitar tantos errores y angustias poten-
ciales simplemente asegurando que solo aquellos hombres quie-
nes están bíblicamente calificados lleguen a ser ancianos.
52
ACERCA DE LOS ESCRITORES
Mark Dever es el pastor principal de Capitol Hill Baptist Church
en Washington, D.C. y presidente de 9Marks.
Paul Alexander es el pastor de Grace Covenant Baptist Church
en Elgin, Illinois.

Traducido por Renso Bello.

53
Entrevista: Levantar
pastores es trabajo de
la iglesia

Mark Dever

LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA
9Marcas: ¿Por qué crees que levantar a la próxima generación de
pastores es responsabilidad de la iglesia local?
Mark Dever: Para comenzar, observamos esto en las Escritu-
ras. En el libro de los Hechos, Pablo y Bernabé fueron enviados
por la iglesia local. Pablo le dice a Timoteo, el pastor de Éfeso, que
confíe las verdades del evangelio a otros hombres fieles, quienes
enseñarán a otros (2Ti 2: 2). Jesús le da a la iglesia las llaves del
reino, y promete que la iglesia prevalecerá (Mt 16:18-20). En nin-
gún momento hace que la victoria de la iglesia dependa de semi-
narios financieramente viables y doctrinalmente fieles (¡y espero
que sean viables y fieles!).
No me opongo a los seminarios, aunque fueron desconocidos
entre los protestantes antes del siglo XVIII o XIX. Simplemente
54
digo que, en la Biblia, la iglesia local es una comunidad donde
se conoce a las personas, se da testimonio de su conversión y se
atestiguan sus dones. Ese es el lugar apropiado para hacer ese tipo
de declaración categórica sobre el don y el llamado de Dios en
la vida de alguien. Levantar líderes es parte de la comisión de la
iglesia.

9M: ¿Qué recursos tiene una iglesia local que un seminario no


tiene para los propósitos de equipar ministros?
MD: Una visión de 360 grados
​​ de la vida de alguien. Compa-
ñerismo. Varias personas que se relacionan con una determinada
persona de diferentes maneras, en lugar de ser una de las 62 per-
sonas que conoce un profesor en una clase. La iglesia local es el
centro al que Dios le ha comisionado la claridad de Su evangelio,
tanto en la predicación como en aquellos que son admitidos en la
Cena del Señor y eliminados de ella. Los seminarios no tienen tal
habilidad ni tal comisión.
Además, tienes en la iglesia local toda una secuencia de vi-
das que afectan a la persona en cuestión. Entonces él ha visto los
ejemplos —como se dice en Hebreos 13:7— de los ancianos o
líderes. Ha sido capaz de evaluarlos y ellos a él. Por tanto, hay una
experiencia natural de aprendizaje sobre la vida.

9M: ¿Un pastor y una iglesia son irresponsables al no tomar me-


didas para equipar a los futuros pastores?
MD: Bueno, mi respuesta básica es «sí». Quiero ser amable y
reconocer que hay algunas iglesias que son demasiado pequeñas
o no están equipadas. Pero básicamente, sí, deberías comprender
que levantar futuros ministros es una oportunidad que el Señor te
ha presentado y deberías desear, y orar por este trabajo.

9M: Cuando hablas sobre la importancia de que una iglesia tenga


una visión de 360 g​​ rados de la vida de una persona, estás confian-
55
do en una cierta filosofía del ministerio. ¿Qué suposiciones estás
haciendo sobre cómo funcionan el ministerio y el crecimiento
cristiano? ¿Por qué no es suficiente entrenarme en griego y ho-
milética y ponerme detrás de un púlpito, como lo puede hacer un
seminario?
MD: Esa es una buena pregunta. Asumo que el ministerio es
más que una simple proclamación.  La simple proclamación es
esencial para el ministerio, esto no es negociable. Pero, esa pro-
clamación tiene lugar en el contexto de una comunidad de perso-
nas que se conocen. Están geográficamente en el mismo lugar, se
reúnen regularmente y, como consecuencia, se conocen entre sí.
Parece ser la presuposición en el Nuevo Testamento de que la
autoridad pastoral acompaña las relaciones pastorales, como en
Hebreos 13, donde se les dice a los miembros que evalúen la vida
de los líderes (v. 7) antes de que se les diga que obedezcan a esos
líderes (v. 17). La importancia de conocerse también concuerda
con lo que escuchamos al Señor decir en Juan 13 acerca de nues-
tro testimonio: que el mundo sabrá que somos Sus discípulos por
el amor que tenemos los unos por los otros.
De ninguna manera quiero menospreciar la centralidad de
predicar la Palabra. Pero si solo predicamos la Palabra sin tener
este contexto o red relacional para el ministerio, que es la iglesia
local, entonces no sabemos cómo hacer membresía, cómo disci-
plinar, cómo discipular; tampoco vamos a ser muy buenos testi-
gos (o si lo somos, es accidental).
Los frutos del Espíritu de los que habla Pablo en Gálatas son
virtudes expresadas a otras personas. Existe un contexto relacio-
nal en la realidad de la iglesia, el cual es absolutamente perfecto
para identificar a quienes están dotados para ser ministros, desa-
fiar y empoderar a tales individuos. Así que, si puedo ser personal
por un momento, al oírte enseñar en una clase de escuela domi-
nical, esto me dice algo sobre tu habilidad para ser pastor. Al mi-
rarte discipular a otros. Al observarte ante tus propios problemas.
56
Al llevar tu estudio bíblico a la habitación de Helen en el hospital,
cuando se recuperaba de su accidente cerebrovascular. Esto me
permite saber más cosas sobre ti y estimarte como pastor. En una
forma que nunca lo reconocería, sí simplemente supiera que eras
un estudiante, en una clase en la que yo enseñaba.

SOBRE LA UTILIDAD DE LOS SEMINARIOS


9M: Sería interesante considerar las implicaciones de lo que aca-
bas de decir para las iglesias multisitio y múltiservicio. De todos
modos, ¿cómo se utilizan mejor los seminarios?
MD: Estos son un gran regalo de Dios para nosotros, al transfe-
rir información específica con mucho contenido sobre el estudio
del idioma, la teología sistemática y la historia del cristianismo
sobre los cuales la congregación local promedio probablemente
no tendrá la experiencia suficiente.
Por tanto, no pretendo sugerir que los seminarios sean malos
o inútiles. Es solo que los seminarios a menudo son usados con
el propósito equivocado. Incluso diría que son usados «habitual-
mente» con fines equivocados.  Cuando un joven evidencia los
dones para el ministerio pastoral, muchas iglesias simplemente
lo envían al seminario para que sea ministro. Y, bueno, que Dios
ayude a los seminarios en lo que eso sucede, y creo que son la
gran mayoría. No están hechos para hacer pastores. Las iglesias
hacen pastores.

9M: En un contexto urbano contemporáneo, ¿es el seminario


«necesario», «aconsejable» o algo más para un joven que se siente
llamado al ministerio?
MD:  Ciertamente no es necesario.  Y no es necesariamente
aconsejable. A veces es aconsejable.
Hemos enviado hermanos de esta congregación que no tie-
nen el beneficio de una Maestría en Divinidad de un seminario a
pastorear iglesias, pero que son personas que conocen al Señor,
57
conocen Su Palabra, lo demuestran en vidas y familias piadosas, y
también son sabios en su trato con el mundo.
Ahora, creo que una educación en el seminario habría benefi-
ciado a cualquiera de estos hombres. Pero hay muchas preguntas
prácticas que surgen: la edad de la persona, las oportunidades que
surgen para el ministerio, etc. Cada situación debe ser considera-
da individualmente.
En términos generales, si eres más joven, ve al seminario. Es
más probable que le diga a un joven de 22 años que a uno de 32
años: «Ve a estudiar tu Maestría en Divinidades». Pero incluso,
tú podrías ser mejor servido, en tu caso particular, al pasar más
tiempo con tu congregación, desarrollar relaciones más profun-
das allí, y pasar más tiempo ministrando entre ellos.

LA PRÁCTICA DE CAPITOL HILL BAPTIST


CHURCH
9M: Cuando la comparo con otras pasantías pastorales, la pasan-
tía de Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es bastante única. ¡Ni
siquiera le das a los hombres oportunidades para predicar o ense-
ñar! ¿Qué estás tratando de lograr en la pasantía de CHBC? ¿Qué
no estás tratando de lograr?
MD: Estoy tratando de lograr lo que llamamos un «campo de
entrenamiento» en eclesiología: presentar a los ministros jóve-
nes una historia de reflexión cristiana sobre lo que la Biblia dice
acerca de la iglesia. Hoy en Estados Unidos, tendemos a tener una
orientación muy pragmática. Tenemos en mente un éxito inme-
diato. Sin embargo, cuando comenzamos a hablar con cristianos
que vivieron en épocas anteriores y que vivieron en otros lugares,
encontramos siglos de reflexión sobre lo que debería ser y hacer
una iglesia que no se ajusta a dirigir una iglesia por lo que es in-
mediato y exteriormente exitoso.
Entonces, queremos fundamentalmente afectar a los ministros
en su comprensión de lo que debería ser una iglesia, y enseñarles
58
desde la Palabra las cosas que a Dios le importan, que ellos pu-
dieran no darse cuenta de que le importan a Él. Los cristianos en
el pasado han reconocido esto en gran medida. La nuestra es una
amnesia relativamente reciente, tal vez del siglo pasado.
¿Qué no estamos tratando de hacer? No estamos tratando solo
de crear pastores. Como dijiste, no les damos a los hermanos la
oportunidad de predicar durante este tiempo (sin embargo, no-
sotros como iglesia hacemos esto para nuestros miembros que
están aquí por más de algunos meses).
En cambio, apelamos formalmente con sus cerebros dándoles
todos estos materiales para que lean y para que escriban muchos
ensayos. Y les damos una muestra de la iglesia: ellos se sientan en
las reuniones de los ancianos y experimentan siendo miembros
de la iglesia durante cinco meses.

9M: ¿Podrías resumir esto diciendo que estás intentando dar a los
aspirantes a pastores una visión de la vida cristiana «centrada en
la iglesia» o «modelo congregacional»? ¿Estás tratando de desa-
rrollar esa cosmovisión o cambio de paradigma?
MD: Precisamente. Y tenemos la intención de hacerlo cogni-
tivamente, mediante la lectura y las discusiones, pero también
experimentalmente, a medida que se unen a esa iglesia durante
unos meses.

DÓNDE COMENZAR
9M: Comenzando con el primer día de tu pastorado en CHBC,
no tenías un programa de pasantía. ¿Qué comenzaste a hacer
para ayudar a equipar futuros pastores?
MD:  Tomando la preparación de mi sermón muy en serio,
orando por el evangelismo y el discipulado, tratando de modelar
esto haciendo amistades con personas no cristianas, compartien-
do el evangelio con ellos, haciéndome amigo de los miembros de
la iglesia y tratando de ayudarlos a crecer en Cristo, observando
59
quién responde a mi trabajo, quién capta el modelo y quién co-
mienza a reproducir lo que hago con los demás. Orando en par-
ticular por esos hermanos. Esa es una señal de que esa persona
debería ser un anciano, ya sea que reciba remuneración o no.
Además, tomé seriamente nuestro estudio inductivo de la Bi-
blia los miércoles por la noche. Tan pronto como llegué, todos los
domingos por la noche y los miércoles por la noche intentaba en-
tregar un libro (un buen libro) a algún asistente. Eso, lento pero
seguro, sazonó a la congregación con buenos libros. Y algunos de
esos libros, al menos, se leen. Al menos, estoy familiarizando a
toda la congregación con nombres de autores que son confiables
y que creo que los ayudarán; y notarán que otros nombres están
ausentes.
En resumen, la formación de futuros pastores se realiza a tra-
vés de pastorear y discipular fielmente a tu iglesia. Para muchos
hombres, esto puede implicar sencillamente recuperar lo que sig-
nifica pastorear y discipular bíblicamente. Los programas de pa-
santías y otros similares pueden ser útiles para equipar a futuros
líderes, pero no son necesarios. Y si no comienzas con un pasto-
reo y discipulado fiel, ni las pasantías ni los seminarios lograrán
algo significativo.

9M: A riesgo de repetición, entonces, dame una lista de cosas


para el pastor cuya iglesia está muy lejos de poder ofrecer algún
programa de pasantía estructurado. Prácticamente, ¿qué debería
comenzar a hacer ahora para equipar futuros líderes?
MD: Uno: Ora para que Dios honre a tu congregación al equi-
par ancianos a través de ti.
Dos: ora para que esos futuros ancianos puedan ser identifica-
dos y entrenados.
Tres : Prepárate para reservar parte de tus ingresos y parte del
presupuesto de tu iglesia para facilitar esta meta. Puede ser que
eso signifique ayudar a un hombre joven de una familia con esca-
60
zos recursos para obtener una buena educación, tal vez incluso a
nivel de licenciatura.
Cuatro: Prepárate para reservar tu tiempo y el tiempo de tu
iglesia para este propósito. Por ejemplo, desde mi quinto o sexto
mes en esta iglesia, tenía laicos que eran líderes en la iglesia pre-
dicando el domingo por la noche. Y luego me tomaba un tiempo
personal para hacerles comentarios de mejora. Esto les dio pasión
y les enseñó sobre la predicación.
Cinco: Lee el antiguo libro El plan maestro de la evangeliza-
ción de Robert Coleman de 1963. Realmente no es un gran libro
sobre evangelismo, pero es un gran libro sobre discipulado. Sim-
plemente nos llama a seguir a Jesús volcando nuestras vidas en
unos pocos hombres —tres o doce— y darnos cuenta del poder
de hacerlo. Tendemos a pensar que abordar las reuniones de va-
rios cientos de personas es siempre el mejor camino a seguir. Y
ciertamente hay momentos para hacerlo. Nuestro Señor se diri-
gió a grandes multitudes. Pero eso no fue todo lo que hizo, y pro-
bablemente no es lo principal que hizo.

HOMBRES QUE VALEN LA PENA OBSERVAR


9M: ¿Cómo se puede discernir entre un hombre en quien vale la
pena invertir y verter tu vida y otro que no lo vale?
MD: ¡Phillip Jensen los llamó «hombres que valen la pena
obsrvar»! Diría que la forma principal es observar la diferencia
entre los hombres que no responden a la iniciativa y muestran
poco interés y los hombres que sí responden y muestran un inte-
rés constante. Estos no siempre son los hombres dotados para el
ministerio, pero frecuentemente lo son.

9M: He conocido a chicos que disfrutaban pasar tiempo con pas-


tores, pero que finalmente no eran enseñables. ¿Hay algo más que
sea necesario que simplemente estar «disponible»?
61
MD: Ese es un buen punto. Puede haber personas a las que
simplemente les guste la relación personal pero no se muestren
receptivas.  Todavía puedes amarlos, pero no te viertes en ellos
de la misma manera. Estás tratando —particularmente si eres un
pastor o anciano—de multiplicar, no solo sumar. Deberías inten-
tar encontrar a los multiplicadores, multiplicarte en ellos y a tra-
vés de ellos.

VISIÓN A LARGO PLAZO


9M: Tú antes has dicho: «Nunca serás un padre, esposo o pastor
cristiano exitoso si no sabes cómo tener la “visión a largo plazo”».
¿Tienen los pastores de hoy la tendencia a tomar una visión a cor-
to plazo en lugar de una visión a largo plazo de las cosas?
MD: No conozco a pastores en todas partes, pero ciertamente
en una cultura prospera y de satisfacción inmediata como en Oc-
cidente, sí; porque podemos tener gratificación tan rápido cuan-
do lo deseemos.

9M: ¿Qué quieres decir cuando aconsejas a los pastores a «tener


una visión a largo plazo»?
MD: No puedes sentirte alentado o desanimado por lo que ves
en ti mismo en este momento o por lo que ves a Dios haciendo
contigo ahora. Dios no está atrapado en el tiempo; él tiene la vi-
sión a largo plazo. Y si vamos a ser sus siervos, también tenemos
que hacer eso.
Sabes con tus propios hijos que no obtienes una respues-
ta inmediata, que en tu propio matrimonio no necesariamente
la tienes. Lo que debemos hacer en nuestro matrimonio y en la
crianza de los hijos es lo mismo que debemos hacer con nuestro
pastoreo. Sabemos a dónde queremos ir, y ahora nos movemos
en esa dirección. Que otros respondan o no de inmediato como
queremos, no depende de nosotros. Seguimos avanzando en la
dirección correcta e intentamos establecer vías para eso.
62
9M: ¿Cuál es la relación entre equipar a futuros pastores y tener
una visión a largo plazo?
MD: Los futuros pastores no se forman en un día. No necesa-
riamente se identifican correctamente al principio; una vez que
los identifiques acertadamente, todo el fruto no estará allí. Hay
algunos que no crees que irán a ningún lado, otros que crees que
lo harán, pero no lo hacen.  Debes empujarlos de manera lenta
pero segura, paciente y alentadora. Y encontrarás que literalmen-
te no puedes «hacer» pastores; solo el Señor dará el crecimien-
to.  No siempre tengo razón acerca de quién será y no será un
buen pastor. Sin embargo, el Señor me permite verter lo que pue-
da. Entonces sigo adelante y el Señor bendice.

ACERCA DEL ENTREVISTADO


Mark Dever es el pastor principal de Capitol Hill Baptist Church
en Washington, D.C. y presidente de 9Marks.

Traducido por Vladimir Miramare y Renso Bello.

63
¿Cómo pueden los
pastores desarrollar
líderes?

Bobby Jamieson

L
a mayoría de los pastores están demasiado familiarizados
con la tiranía de lo urgente. A menudo, hay tantas goteras
que necesitan parches que parece imposible frenar y encon-
trar el tiempo necesario para entrenar a un equipo, esto es, levan-
tar nuevos líderes.
No obstante, como pastor, hay varias razones por las que
deberías estar discipulando regularmente a hombres que tie-
nen el potencial de servir como ancianos, ya sea en tu iglesia
o en otra.

POR QUÉ LOS PASTORES DEBERÍAN LEVANTAR


LÍDERES
Las Escrituras lo mandan
En 2 Timoteo 2:2 Pablo escribe: «Lo que has oído de mí ante
muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idó-
64
neos para enseñar también a otros». Puesto que 2 Timoteo fue
escrita no solamente para Timoteo, sino para todos nosotros
(Ro 15:4, 2Ti 3:16-17), cada pastor de una iglesia local debería
entrenar a otros hombres para que sean maestros en la iglesia.

Los pastores son los que están más capacitados para entrenar
a otros pastores
Los hombres que se están entrenando para el ministerio apren-
derán mejor de aquellos que están trabajando a tiempo completo.
Ganarán sabiduría práctica, sensibilidad personal y un entendi-
miento cercano del trabajo que no obtendrán de ninguna otra
forma.

La iglesia lo necesita
Como pastor, tienes que liderar en la tarea de desarrollar lí-
deres, ya sea que esos líderes vayan a servir en tu propia iglesia
como ancianos o se marchen a otro sitio. Si tú no discipulas líde-
res, ¿quién lo hará?

Evangeliza a generaciones futuras


Un pastor puede hacer obra misionera de futuro desarrollan-
do líderes en el presente. ¿Quién liderará tu iglesia y evangelizará
tu comunidad cuando te hayas ido? Levanta líderes ahora y con-
seguirás enviar el evangelio no solo a tu comunidad, sino también
al futuro.

CÓMO PUEDEN LOS PASTORES DESARROLLAR


LÍDERES
Pero ¿cómo puede un pastor ocupado, con escasos recursos, dis-
cipular a hombres que lleguen a ser líderes de iglesia? Aquí tienes
algunas sugerencias prácticas:
1. Comparte tu púlpito (con cuidado). Busca maneras de dar
oportunidades de predicar y enseñar a hombres más jóvenes
65
en tu congregación —hombres fiables doctrinal y pastoralmen-
te—, aun cuando no estén habituados a hablar en público.
2. Enseña a tu congregación a preocuparse por otras iglesias y
por los amplios propósitos del reino de Dios. El objetivo es
que la iglesia, como un todo, asuma la responsabilidad de le-
vantar pastores tanto para la propia congregación como para
otras iglesias. Anímalos diciéndoles que esto será para su bien
a largo plazo. Tu ánimo y liderazgo les ayudará a ser más ge-
nerosos, fieles en la oración y pacientes con hombres más jó-
venes y menos experimentados.
3. Ora públicamente por otras iglesias y pastores, mencionando
sus nombres.
4. Ora públicamente por la extensión del evangelio en otras na-
ciones, mencionando sus nombres.
5. Busca otras oportunidades para enseñar y evangelizar a hom-
bres más jóvenes; tales como clases de escuela dominical, ora-
ción pública o liderazgo de reuniones. Entrénalos. Dales con-
sejos.
6. Haz un análisis del culto semanal. Invita a los participantes del
ministerio público de la iglesia a analizar los eventos del día.
Pide opiniones acerca de tu predicación y de cómo se dirigió
la congregación. Sé un modelo en cuanto a cómo dar y recibir
tanto ánimo, como crítica de una manera piadosa. (Consejos:
Enfatiza lo bíblico, lo teológico y lo pastoral más que el estilo
o las preferencias personales. Sé honesto, pero no expreses de
una vez demasiadas críticas sobre los jóvenes y los inexpertos.
Busca evidencias de gracia y asegúrate de que los participantes
se van motivados y edificados).
7. Sé un ejemplo personal en la evangelización, siendo amigo de
los no cristianos y discipulando a los cristianos más jóvenes.
Fíjate en aquellos que empiezan a imitar tu ejemplo e invierte
específicamente en ellos.
8. Considera desarrollar un internado pastoral.
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9. Entrega muchos buenos libros. Invita a los líderes en proceso
de formación a tener conversaciones una vez que hayan leído
el libro que les diste.
10. Invita a hombres más jóvenes a tu oficina para trabajar y leer
mientras haces lo mismo.
11. Invita a los líderes en formación a que entren en el proceso de
preparación de tu sermón. Comenta el texto con uno o dos de
ellos mientras estudias. Una vez que tengas el mensaje prin-
cipal del texto, invita a alguien a pensar contigo acerca de las
aplicaciones del sermón.
12. Piensa acerca de cualquier oportunidad en tu vida y ministe-
rio para invitar a líderes en proceso de formación: comidas en
tu casa, visitas pastorales, viajes, conferencias.
13. Comenta asuntos pastorales —que no sean delicados— con
hombres más jóvenes y pregúntales su opinión. Esto les entre-
nará en el pensamiento teológico y pastoral. Incluso pueden
darte perspectivas frescas.

ACERCA DEL ESCRITOR


Bobby Jamieson es pastor asociado en Capitol Hill Baptist
Church en Washington, DC. Es el autor, más recientemente, de
Jesus’ Death and Heavenly Offering in Hebrews [La muerte de
Jesús y la ofrenda celestial en Hebreos].

67
¿Deberían los
ancianos ser
ordenados?

Benjamin Merkle

E
n la mayoría de las denominaciones o iglesias, los titula-
res para los cargos son públicamente reconocidos cuando
son instalados para estos. Las preguntas que tenemos ante
nosotros, entonces son, ¿cómo entendemos el significado de este
acto? Y ¿cuándo debería realizarse?

EL SIGNIFICADO DE LA ORDENACIÓN
Para analizar el significado de reconocer públicamente a un titu-
lar de un cargo, necesitamos mirar los diferentes términos utiliza-
dos en el Nuevo Testamento para describir este proceso. Leemos
en Hechos 14:23 que Pablo y Bernabé «nombraron ancianos» en
cada iglesia en varias ciudades de Asia Menor. El término grie-
go traducido «designado» es cheirotoneo, la cual es una palabra
compuesta tomada de «mano» (cheir) y «estirar» (teinô). En el
griego clásico, la palabra significaba «elegir» o «escoger», origi-
68
nalmente levantando la mano.  Con el tiempo, sin embargo, el
elemento «mano» se convirtió en una metáfora muerta.8
Por tanto, en el griego bíblico, cheirotoneo simplemente sig-
nifica designar a alguien para un oficio o designar a alguien para
una tarea específica. La única otra aparición del verbo en el Nuevo
Testamento se encuentra en 2 Corintios 8:19, donde un hermano
muy conocido fue «designado por las iglesias» para acompañar a
Pablo en su viaje. Está claro en este caso que cheirotoneo significa
designar o nombrar a uno para un puesto.9
No obstante, en el griego patrístico volvió a significar «ordenar
con la imposición de manos». Debido a este último uso, algunos
intérpretes leen este significado posterior dentro del Nuevo Tes-
tamento y sostienen que Pablo y Bernabé ordenaron a los hom-
bres al oficio de ancianos por la imposición de sus manos, lo que
indica una concesión especial de autoridad o poder eclesiástico.
Aunque la imposición de manos a menudo se asocia con el
nombramiento de ancianos, el autor transmite dicho significado
al usar un término diferente. Por ejemplo, cuando Lucas quiere
hablar de la imposición de manos, usa el verbo epitithemi más el
sustantivo «mano» (cheir) (Hch 6:6; 8:17, 19; 9:12, 17; 13:3; 19:6;
28:8; ver también 1Ti 5:22). Otros afirman que la palabra cheiro-
toneo significa votar en el contexto de Hechos 14:23. Aunque este
es un posible significado del verbo, no es probable que se base en
el contexto. Pablo y Bernabé nombraron no votaron, para elegir a
los ancianos de la iglesia.
El otro verbo usado para transmitir la idea de «nombrar»
se encuentra en Tito 1:5, donde Tito es exhortado por Pablo a
«nombrar ancianos [kathistemi] en cada ciudad» (NVI). Tanto
en el griego clásico como en el bíblico, kathistemi se usa con el
significado de nombrar a alguien para el cargo. Por ejemplo, Jesús
8  Por tanto, es poco probable que el verbo signifique «haber sido nombrado por voto popular». Ver J. M. Ross,
“The Appointment of Presbyters in Acts xiv. 23” [«El nombramiento de presbíteros en Hechos 14:23»], Expository
Times 63 (1951): 288-289; Strauch, Biblical Eldership [Liderazgo bíblico de ancianos], 137-139.
9  Para un uso similar, ver Philo, De Specialibus Legibus 1.14.78.

69
le pregunta a alguien: «¿Quién me nombró a mí juez o árbitro en-
tre ustedes?» (Lc 12:14, NVI, énfasis añadido). También leemos
acerca de cómo Faraón le mostró su favor a José, «que lo nom-
bró gobernante del país y del palacio real» (Hch 7:10, NVI, énfasis
añadido).
La imposición de manos a menudo se asocia con el nombra-
miento o la comisión de alguien para un oficio o tarea específi-
ca. Los siete que fueron elegidos para servir a la iglesia para alige-
rar las responsabilidades de los apóstoles «los cuales presentaron
ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos»
(Hch 6:6). En la iglesia en Antioquía, el Señor escogió a Bernabé
y a Pablo para realizar una tarea especial: «entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron»
(Hch 13:3). 
En otro contexto, Pablo exhorta a Timoteo a no descuidar el
don que le fue dado «mediante profecía con la imposición de las
manos del presbiterio» sobre él (1Ti 4:14).10 Debería observarse
aquí, que todo el cuerpo de ancianos impuso las manos y desig-
nó a Timoteo para el servicio y no solo un anciano u obispo. Fi-
nalmente, Pablo advierte a Timoteo: «No impongas con ligereza
las manos a ninguno» (1Ti 5:22). Aunque Pablo no especifica la
instalación pública de alguien en el oficio de anciano, el contexto
trata exclusivamente con los ancianos.11
La oración y el ayuno es también asociado con la selección y el
nombramiento de líderes. Los apóstoles siguieron el ejemplo de
Jesús, quien oró toda la noche antes de elegir a Sus doce discípu-
los, los apóstoles (Lc 6:12-13). Después de que la iglesia seleccio-
nó a los siete, leemos que los apóstoles «orando, les impusieron
las manos» (Hch 6:6). De manera similar, cuando Bernabé y Pa-
10  Más tarde, Pablo indica que el don se le dio a Timoteo mediante la imposición de sus manos, lo que
probablemente indica que Pablo estaba separado del consejo de ancianos mencionado en 1 Timoteo 4:14.
11  La imposición de manos también se encuentra en la conexión de aquellos que reciben el Espíritu (Hch 8:17,
19; 19:6) y aquellos que reciben sanidad (Hch 9:12, 17, 28:8).

70
blo fueron nombrados misioneros, la iglesia ayunó y oró y luego
los envió (Hch 13:3).
El Nuevo Testamento nunca usa la palabra «ordenar» (en el
sentido moderno y técnico) en relación con un líder cristiano el
cual es instalado en un cargo.12 Por tanto, a menudo es engañoso
usar el término «ordenar» en nuestro contexto moderno si uno
tiene en mente el concepto bíblico de nombrar o instalar pública-
mente a alguien en un cargo. Hoy, la palabra «ordenar» conlleva
la idea de que una gracia especial se transfiere a través del acto de
imposición de manos. A diferencia de la tradición episcopal, la
cual afirma que la autoridad del oficio proviene del obispo apro-
bado al que es designado por la imposición de las manos; la auto-
ridad del oficio proviene de Dios, quien llama y da a los hombres
para guiar a Su iglesia (Hch 20:28; 1Co 12:28; Ef 4:11). El Nuevo
Testamento no enseña que los elegidos para dirigir a la iglesia
sean «ordenados» a un oficio sagrado y sacerdotal.
Es el deber de la iglesia reconocer a aquellos a quienes Dios ha
apartado para este importante deber. Grudem comenta: «Si uno
está convencido de que la iglesia local debería seleccionar a los
ancianos, entonces parecería apropiado que la iglesia que eligió
a ese anciano —no un obispo externo— debería ser el grupo que
confiera el reconocimiento externo en las elecciones instalando a
la persona en el oficio u ordenando al pastor».13 Strauch advierte
contra la comprensión del nombramiento de los ancianos a la luz
del sacerdocio del Antiguo Testamento:
Los ancianos y los diáconos no son nombrados para un ofi-
cio sacerdotal especial u orden clerical sagrada. En cambio, es-
tán asumiendo cargos de liderazgo o servicio entre el pueblo de
Dios. Deberíamos tener cuidado de no sacralizar estas posiciones
12  Banks, por ejemplo, escribe: «La ordenación, tal como la conocemos, no aparece en las cartas paulinas»
(R. Banks, “Church Order and Government” [«Orden y gobierno de la Iglesia»], en Dictionary of Paul and His
Letters [Diccionario de Pablo y sus cartas], eds. Gerald F. Hawthorne, Ralph P. Martin y Daniel G. Reid [Downers
Grove, IL: InterVarsity, 1993], 135).
13  Grudem, Systematic Theology [Teología Sistemática], 925.

71
más de lo que lo hacen los escritores en las Escrituras. El Nuevo
Testamento nunca envuelve la instalación de ancianos en miste-
rio o ritual sagrado. No hay rito sagrado que realizar ni ceremo-
nia especial que observar. El nombramiento para el anciano no es
un sacramento sagrado. El nombramiento no confiere ninguna
gracia especial o empoderamiento, ni uno se convierte en sacer-
dote, clérigo u hombre santo en el momento de la instalación.14

EL TIEMPO DE ORDENACIÓN
Es común para las personas recibir el título de «pastor» sin haber
sido ordenadas. Pero si el análisis anterior es correcto, entonces,
legítimamente, ser un «pastor» (o diácono) es ser «ordenado» en
el sentido de ser instalado públicamente en ese oficio. La idea de
separar el título del acto público de ser comisionado no se en-
cuentra en la Biblia. Los ancianos no son nombrados para un car-
go después que se convierten en ancianos. Pero al convertirse en
ancianos, son nombrados para el oficio.
Por tanto, ser nombrado para el oficio de anciano implica que
un hombre ha cumplido con los requisitos bíblicos, ha sido lla-
mado por Dios, ha sido aprobado por la congregación y, en con-
secuencia, ha sido reconocido públicamente como uno que ocu-
pa ese cargo. No necesariamente implica que él trabaja a tiempo
completo para la iglesia o ha estado en el seminario. Más bien,
significa que Dios ha llamado y dotado a una persona para guiar
humildemente a la iglesia.  Tampoco tiene precedentes bíblicos
llamar a algunos líderes de la iglesia «pastores» antes de la orde-
nación y luego «reverendo» o «ministro» después de la ordena-
ción.
14  Strauch, Biblical Eldership [Liderazgo bíblico de ancianos], 285.

72
RESUMEN
Los ancianos deberían ser «ordenados» si por ordenación sim-
plemente nos referimos al reconocimiento público de alguien a
un cargo y ministerio en particular. Quizás un término más apro-
piado y bíblico sea «nombramiento» o «comisión». El nombra-
miento para un ministerio era frecuentemente acompañado de
oración, ayuno y la imposición de las manos. Estos actos públicos
llaman la atención sobre la seriedad e importancia del nombra-
miento. Además, los ancianos deberían ser nombrados tan pron-
to como asuman su cargo.

ACERCA DEL ESCRITOR


Benjamin Merkle es profesor de Nuevo Testamento y griego en
el Southeastern Seminary de Wake Forest, Carolina del Norte.

Traducido por Renso Bello.

73
Ejemplo de votos por
los ancianos

9Marcas

C
uando la iglesia Capitol Hill Baptist Church en Washing-
ton DC instala a un nuevo anciano, los siguientes votos se
pronunciarán durante el servicio del domingo en la ma-
ñana juntos, por un anciano de la iglesia, el anciano o los ancia-
nos que están siendo nombrados y la congregación. Estos votos
también se imprimen en el boletín de la iglesia.

PREGUNTAS AL ANCIANO QUE ESTÁ SIENDO


NOMBRADO
1. ¿Reafirmas tu fe en Jesucristo como tu Señor y Salvador per-
sonal?
Sí, lo reafirmo.

2. ¿Crees que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son


la Palabra de Dios, totalmente confiables, totalmente inspiradas
por el Espíritu Santo, y es la suprema, final y única regla infalible
de fe y práctica?
Sí, lo creo.

3. ¿Crees sinceramente que la Declaración de fe y el Pacto de esta


iglesia contiene la verdad enseñada en la Sagradas Escrituras?
Sí, lo creo.

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4. ¿Prometes que, si en algún momento te encuentras fuera de
este acuerdo, en relación con algunos de los estatutos de la Decla-
ración de fe y del Pacto, por tu propia iniciativa, darás a conocer a
los ancianos, el cambio que ha tenido lugar en tus puntos de vista,
desde tu aceptación de estos votos?
Sí, lo prometo.

5. ¿Te suscribes al gobierno y a la disciplina de Capitol Hill Bap-


tist Church?
Sí, lo hago.

6. ¿Prometes someterte a tus compañeros ancianos en el Señor?


Sí, lo prometo, con la ayuda de Dios.

7. ¿Has sido persuadido, hasta donde conoces tu propio corazón,


a aceptar el oficio de anciano por amor a Dios y sincero deseo de
promover Su gloria en el evangelio de Su Hijo?
Sí, lo he sido.

8. ¿Prometes ser fiel y celoso en promover las verdades del evan-


gelio, la pureza y la paz de la iglesia, ante cualquier persecución u
oposición que pueda surgir hacia ti en ese sentido?
Sí, lo prometo, con la ayuda de Dios.

9. ¿Serás fiel y diligente en el ejercicio de todos tus deberes como


anciano, ya sea personal o familiar, privado o público, y te esfor-
zarás por la gracia de Dios para adornar la profesión del evangelio
en tu estilo de vida, y modelar con el ejemplo piadoso ante esta
congregación?
Sí, lo seré, por la gracia de Dios.

10. ¿Estás dispuesto ahora a asumir la responsabilidad personal


en la vida de esta congregación como anciano, para supervisar
75
el ministerio y los recursos de la iglesia, y dedicarte a la oración,
al ministerio de la Palabra y el pastoreo del rebaño de Dios, con-
fiando en la gracia de Dios, de tal manera que Capitol Hill Baptist
Church, y toda la iglesia de Jesucristo puedan ser bendecidos?
Sí, lo estoy, con la ayuda de Dios.

PREGUNTAS PARA LA CONGREGACIÓN


Por favor, ¿pueden los miembros de la iglesia ponerse de pie?

1. ¿Ustedes, los miembros de Capitol Hill Baptist Church, reco-


nocen y reciben públicamente a estos hombres como ancianos y
como dones de Cristo para esta congregación?
Sí, lo hacemos.
2. ¿Los amarán y orarán por sus ministerios, y trabajarán junto
a ellos con humildad y alegría, para que por la gracia de Dios
ustedes puedan cumplir la misión de la iglesia, dándoles todo el
debido honor y apoyo en su liderazgo, por lo cual el Señor les ha
llamado para Su gloria y honor?
Sí, lo haremos.

Oración.

Traducido por Renso Bello.

76
Una oración pastoral
en el nombramiento
de nuevos pastores

Paul Martin

E
sta oración fue hecha por el pastor Paul Martin en Gra-
ce Fellowship Church, en Toronto, Canadá en el nombra-
miento de tres hombres al ministerio pastoral.

Señor, sabemos que los pastores son un regalo Tuyo, nos senti-


mos humillados y llenos de gozo hoy que Tú nos has bendecido
con tres más. Nos has bendecido con tres hombres cuyas vidas
están llenas de devoción y que tienen el don y el llamado necesa-
rio para servirnos de esta manera. Gracias por esto.
Nuestra iglesia ha visto muchos hombres siendo levantados y
enviados por años, pero ninguno de ellos era apto para este cargo
sin la ayuda y carácter de sus esposas. Te agradecemos por (los
nombres de las esposas). Sabemos que estas hermanas no están
tomando el cargo hoy, pero sus esposos no podrían si ellas no es-
tuvieran apoyándolos. Bendice a estas hermanas. Dales el gozo de
77
servir a la iglesia como esposas de pastor. Te pedimos que les con-
cedas gracia para liberar a sus esposos en tiempo de necesidad,
para ayudarlos a llevar cargas que no conocen completamente y
recordar a sus esposos el evangelio.
Y Señor, ayuda a los miembros de esta iglesia a amar a estos
hombres, especialmente por ser nuevos en el cargo. Dales pacien-
cia para con ellos cuando comiencen a servir. Ayúdanos a orar
continuamente por ellos, sabiendo que su madurez espiritual será
directamente una bendición para todos nosotros. Danos un amor
para ellos que espera, cree y soporta todas las cosas.
Ayúdanos a los ancianos que estamos sirviendo a amar a es-
tos hombres, a hacer su pastorado fácil, a darles muchas opor-
tunidades y a servirles con sabiduría y amor. Fortalece nuestra
cooperación y unidad y confianza mutua. Bendícenos con humil-
de compañerismo. Evita que nos alejemos de Tu Palabra en las
decisiones, deseos y dirección.
Padre, oramos por aquellas iglesias en nuestra ciudad que ca-
recen de pastores. ¿No seguirás levantando hombres para servir a
la iglesia local en esta capacidad? Pon en el corazón de los pasto-
res existentes el entrenar más y más hombres. Si es Tu voluntad,
toma de nosotros para darles. Construye nuestra iglesia en To-
ronto y a través de todo nuestro país. Equipa y fortalece a tu más
hermosa novia.
Y Señor, gracias por los diáconos que sirven en nuestra iglesia.
Somos tan bendecidos por tener diáconos que toman tantos de-
beres para dejar que los ancianos cuiden de las ovejas de esta igle-
sia en palabra y oración. Bendícelos en su ministerio y, si es Tu
voluntad, ¡danos más diáconos también!
Te agradezco por cada miembro de esta iglesia. Gracias por su
compromiso, convicción y consagración. Gracias por el tiempo
que ellos han invertido en ayudar a afirmar a estos tres hombres.
Gracias por llenar esta iglesia con santos humildes que quieren
78
seguir a sus pastores. ¡Su obediencia y sumisión hace que nuestro
servicio sea lleno de gozo, no lleno de quejas!
Padre, haz Tu Nombre glorioso en medio de nosotros hoy.
Queremos estar ocupados contigo. No nos reunimos hoy aquí
como si esto fuera una ceremonia de graduación o algo parecido.
No estamos celebrando logros o la aprobación de algo. Estamos
reconociendo que eres grande, y que has sido notablemente bon-
dadoso con nosotros. Y creemos que estos dones vienen con mu-
cha responsabilidad. Haznos buenos y fieles administradores de
todo lo que nos has dado, Señor. 
Haz de nuestra iglesia nada, y de ti mismo todo. Amén.

79
Un foro de pastores
y teólogos sobre la
selección de ancianos
¿QUÉ LECCIONES HAS APRENDIDO, DE LA
MANERA MÁS DIFÍCIL, EN LA SELECCIÓN DE LOS
ANCIANOS?

JOHN MACARTHUR
Hay una razón vital y buena por la que Pablo dijo: «No impongas
con ligereza las manos a ninguno» (1Ti 5:22). Las calificaciones
bíblicas para los ancianos son todas características de piedad y
dones que deben demostrarse con el paso del tiempo. Un hom-
bre puede saber según sus instintos el cómo puede producir una
buena primera impresión sobre otros. Superficialmente puede
parecer entusiasta, conocedor, maduro o extremadamente dota-
do como maestro.
Pero en realidad podría tener serias fallas de carácter que lo
descalificarían como anciano, y estas a veces se vuelven muy evi-
dentes solo a través de patrones de comportamiento a largo pla-
zo. Por tanto, es vital que los líderes de la iglesia «sean sometidos
a prueba primero, y entonces ejerzan… si son irreprensibles»
(1Ti 3:10).
En nuestra iglesia, los ancianos sirven de por vida. No son ele-
gidos para un periodo en el ministerio, son reconocidos por sus
talentos y vocación. Dado que los dones y el llamado de uno no
están sujetos a cambios (Ro 11:29), la selección y el nombramien-
80
to de los ancianos no es algo que debiera hacerse a la ligera o
apresuradamente.
Además, los dones y el llamado de un anciano son, en última
instancia, mucho más importantes que cualquier capacitación
formal.
Ahora, obviamente, como presidente de un seminario, estoy
firmemente a favor de la capacitación formal. Si un hombre reco-
noce su llamado al ministerio y está dotado para enseñar, debería
buscar (tanto como sea razonablemente posible) el mejor entre-
namiento disponible para él. Debería aprovechar al máximo todas
las oportunidades para estudiar, aprender y ser mentoreado. De-
bería obtener un conocimiento profundo y cuidadoso de las Es-
crituras. Adquirir una sólida comprensión de la doctrina sana y
esencial. Aprender de forma práctica cómo ayudar a las personas
con los aspectos reales de vivir para Cristo y hacer todo lo posible
para perfeccionar sus habilidades como maestro. Mientras tanto,
sus líderes espirituales deberían hacer todo lo que esté a su alcan-
ce para ayudarlo a adquirir tal capacitación.
Pero si carece del llamado y el talento que son esenciales para
ser anciano, ninguna cantidad de capacitación formal puede
equiparlo para la tarea. En otras palabras, si bien el entrenamien-
to formal es maravillosamente útil para equipar a los hombres
que de hecho están llamados al liderazgo y dotados por Dios para
el trabajo, ningún programa de entrenamiento solo puede garan-
tizar que un hombre esté en condiciones de servir como anciano.
Por tanto, me parece que el proceso de identificar a aquellos
que realmente están llamados a ser ancianos es de todos mo-
dos muy importante —y ciertamente un requisito previo— para
cualquier proceso formal de capacitación que establezcamos para
equipar a hombres jóvenes para ser pastores.
Si he aprendido algo «de la forma más difícil» a lo largo de los
años, es que la mejor manera de identificar a los ancianos poten-
ciales es en el flujo normal de la vida de la iglesia. Ellos se hacen
81
evidentes por su respuesta a lo que se enseña, por su disposición a
servir, por la abundancia de fruto espiritual en sus vidas y por las
muchas formas en que sus dones se manifiestan en la iglesia antes
de que sean elegidos para el liderazgo.
En otras palabras, nuestros programas prácticos de capacita-
ción en liderazgo no deben verse como el inicio y final de todo
el desarrollo del liderazgo.  En lugar de plantear siempre tareas
de ministerio prefabricadas y encaminar a jóvenes inexpertos en
cada paso de lo que han de hacer, algunas veces es mejor darles la
libertad de demostrar de qué están hechos, al ver cómo asumen
tareas que no necesariamente son concebidas a su medida. En-
tonces podemos dar ayuda y aliento a medida que desarrollan
sus propias y particulares habilidades espirituales. Encuentro que
cuando los hombres que son dotados y llamados al liderazgo son
animados a pensar de esa manera, ellos prosperan.

John MacArthur es el pastor de Grace Community Church en


Sun Valley, California y es autor de numerosos libros, incluido
el folleto Answering The Key Questions About Elders [Respon-
diendo las preguntas clave sobre los ancianos] (Word of Grace
Publications, 1984).

MICHAEL LAWRENCE
Una de las lecciones que he aprendido y reaprendido en más de
una iglesia es el peligro de seleccionar a un hombre para servir
como anciano que tenga un historial de conflictos prolongados,
repetidos y/o no resueltos. En más de una ocasión, pasé por alto
el conflicto en la vida de un hombre, razonando que estaba justifi-
cado por las circunstancias, una parte de la inmadurez que había
quedado atrás, o que se le había impuesto siendo inocente.
Sin embargo, el hecho es que incluso cuando las circunstan-
cias o la teología reivindican su lado del conflicto, un hombre
82
puede ser pendenciero. Esto puede demostrarse en una falta de
cordialidad, una propensión a tomar posiciones rígidas cuando
no son requeridas, una incapacidad para perder amablemente,
o simplemente un amor exagerado por el debate. Cualquiera sea
la forma que adopte, la disputa es un impedimento serio para un
servicio efectivo como anciano;  la falta de control es una clara
descalificación (1Ti 3:3).
Una de las razones por las que es fácil pasar esto por alto es
que los ancianos deben ser el tipo de hombres que puedan con-
tender vigorosamente por la fe, defender al rebaño de los lobos
y sus errores, y mantenerse firmes ante la presión o incluso la
persecución. Un anciano indeciso, capitulante y fácil de persua-
dir es un peligro para la salud de su congregación y la pureza del
evangelio. Y entonces buscamos hombres que hayan preparado
sus mentes para la acción (1P 1:13).
Pero si queremos cuidar al rebaño según el modelo del Buen
Pastor, y si lo hacemos incluso cuando nos sometemos el uno al
otro por temor a Cristo (Ef 5:21), entonces debemos tener cuida-
do de seleccionar a hombres que no logran combinar una forta-
leza mental con una mansedumbre de corazón. La mansedumbre
no es debilidad.  Moisés y Jesús fueron descritos como mansos
(Nm 12: 3; Mt 11:28). Más bien, la mansedumbre es poder bajo
control, humildemente desplegado en beneficio de otros.  Una
fortaleza mental (incluyendo la teología correcta) al servicio de
uno mismo, inevitablemente genera conflicto. Junto con la hu-
mildad y la mansedumbre, esa misma fortaleza acarrea llevar las
cargas del desalentado, restaurar amablemente al caído y distin-
gue correctamente entre el malvado y el débil.
Una historia de conflicto no debería descalificar automática-
mente a un hombre del ministerio. Pero debería invitar a una ma-
yor y cuidadosa investigación. ¿Se ha resuelto el conflicto? ¿Era
necesario? ¿Es un arma de primer o último recurso? ¿Está siempre
justificado?  Estas y otras preguntas deberían explorarse hones-
83
tamente antes de seleccionar a un hombre como anciano. Pro-
verbios 15:1 señala que «la blanda respuesta quita la ira, pero la
palabra áspera hace subir el furor». En ninguna parte es más im-
portante esto que en el trabajo de un anciano.

Michael Lawrence es pastor asociado de Capitol Hill Baptist


Church en Washington, DC.

PHIL NEWTON
El deseo de establecer un liderazgo de ancianos o de llenar el va-
cío de los ancianos que rotan puede crear problemas que pueden
llevar años en superar. A medida que nuestra iglesia avanzó ha-
cia el liderazgo de ancianos, la selección del grupo inicial resultó
desalentador. Después de enseñar ampliamente sobre las califi-
caciones de los ancianos, la iglesia pensó que los hombres que
nominaron demostraban las calificaciones bíblicas.
La pequeña lista finalmente se redujo a tres que se reunieron
con la aprobación de la iglesia.  Estos completaron un riguroso
cuestionario escrito, así como entrevistas antes de la presentación
a la congregación. Sin embargo, aprendí a través del proceso que
los cuestionarios evalúan efectivamente el conocimiento de la
doctrina básica, pero carecen de la precisión para evaluar las mo-
tivaciones y las ambiciones. Estas cualidades internas son apren-
didas solamente en el crisol de la vida de la iglesia.
Cada uno de estos hombres era brillante y tenía un entendi-
miento razonable de las doctrinas básicas. Sin embargo, ninguno
tenía el nivel de compromiso necesario con la iglesia local para
transitar a través de las adversidades y los tiempos amenazantes.
Un hombre vio el papel de la predicación en la vida de la iglesia
como algo más tangencial que central. Recuerdo un diálogo muy
acalorado, aunque no desagradable, que tuvimos en la reunión
de los ancianos sobre mi exposición de 2 Timoteo 4:1-5. Dejé cla-
84
ro que, en última instancia, la audiencia principal del pastor era
Dios. Él no podía ver esto a pesar del argumento bíblico que le
era contrario. El segundo hombre «no tenía estómago» para las
controversias. Aunque era bíblicamente experto y probablemen-
te el mejor alumno de los tres, no tenía el valor de confrontar a
aquellos que necesitaban corrección. El tercer hombre se acercó
a la iglesia con una perspectiva de modelo de negocio. Cuando
las pruebas vinieron, y los números descendieron, él abandonó
el bote.
¿Qué lecciones me han enseñado estos incidentes?  Primero,
instruye regularmente a la congregación sobre las calificaciones
y el corazón de un anciano. Demuestra que se necesita algo más
que conocimiento doctrinal y alta visibilidad.  Segundo, cultiva
a los futuros ancianos a través de la interacción en una variedad
de entornos; por ejemplo, grupos de discipulado, oración, visitas,
comidas juntos, foros de lectura y discusión, ofreciendo crítica
a su enseñanza. Escucha la forma en que ellos interactúan con
otros. Mira cómo responden a la corrección. De esa manera, tie-
nes tiempo para observar las pasiones y ambiciones de los hom-
bres antes de que sean apartados como ancianos. Tercero, obser-
va quién y qué influyen más en los candidatos a ancianos. Cuarto,
mientras oras por discernimiento, sé consciente de que el Espíritu
Santo enciende las «alarmas» con respecto al carácter, conducta
o cualidades de aquellos que aspiran a ser ancianos. Si dudas en
aprobar a alguien, entonces no lo hagas hasta que tus reservas
sean aclaradas.

Phil Newton, autor de Elders in Congregation Life [Ancianos en


la vida de la congregación] (Kregel, 2005), es el pastor principal
de South Woods Baptist Church en Memphis, Tennessee.

85
ED ROBERTS
(nombre real oculto por razones de seguridad)

Desde la perspectiva de un plantador de iglesias, hay dos contex-


tos para reconocer a los ancianos. Primero, hay creyentes madu-
ros que deciden formar parte de la nueva iglesia y son ancianos
potenciales. Segundo, como en un entorno pionero, solo hay cre-
yentes relativamente jóvenes que nunca han ejercido liderazgo en
ninguna congregación.
Donde hay hombres maduros que han servido como líderes
en otros contextos, y han servido solo como diáconos «bajo» un
solo pastor remunerado, que no compartió el liderazgo adecua-
damente, pueden o no ser buenos candidatos. Asegúrate de que
comprendan el liderazgo plural y de que estén bíblicamente cali-
ficados.
En cualquier contexto, busco fidelidad comprobada, particu-
larmente al discipular a la propia familia. Esto no significa que los
hombres solteros no puedan ser ancianos, pero un hombre casa-
do debe modelar, enseñar y entrenar a su propia familia. Admi-
nistrar adecuadamente su propia casa es un requisito previo para
servir como anciano en la iglesia. Si un hombre no está discipu-
lando a su esposa e hijos, no sugeriría reconocerlo como anciano,
independientemente de cuán fructífero pueda ser su ministerio
en otros escenarios.
La otra área menos obvia a la cual prestar atención es su ge-
nerosidad (¿y quizás en la nuestra?). Cuando Pablo le escribe a
Timoteo, él menciona que un anciano no debe ser amante del
dinero; y en 2 Timoteo 6, dice que aquellos que son ricos en este
mundo deberían hacer el bien, ser ricos en buenas obras, ser ge-
nerosos y dispuestos a compartir. No siendo codiciosos. Pero el
deseo de servir también se menciona en 1 Pedro 5. Yo haría una
prueba de cualquier anciano potencial sobre su mayordomía fi-
86
nanciera, particularmente donaciones generosas (¡no solo su
ofrenda semanal!), independientemente de si la cultura evangéli-
ca encuentra esto aceptable o no.
Ten cuidado al reconocer a un anciano que tiene un interés
poco saludable en las disputas teológicas. Por supuesto, un ancia-
no necesita poder enseñar una sana doctrina y refutar a los que se
oponen a él, pero esto debe hacerse con cuidado, y en 2 Timoteo
somos advertidos sobre las disputas por las palabras. Así que bus-
co a alguien que se pueda enseñar y que sea capaz de enseñar con
buena teología bíblica, pero que lo haga con un espíritu manso y
una humildad teológica adecuada.
Al reconocer a los ancianos, parecería prudente reconocer a
aquellos hombres de ideas afines que pueden ministrar a perso-
nas particulares o de manera particular en la que otros ancianos
pudieran no ser tan talentosos. Es un error tener un equipo de
ancianos de ideas afines con personalidades similares, intereses
similares, situaciones familiares, antecedentes idénticos, etc. El
equipo de ancianos debe tener ideas bíblicas similares, pero no es
necesario que sean iguales entre sí, en cada área de la vida de un
hombre.

Ed Roberts ha plantado una iglesia en los Estados Unidos y ha es-


tado plantando iglesias y desarrollando liderazgo en Asia Central
por un tiempo.

SINCLAIR B. FERGUSON
Los ancianos pueden hacer avanzar o retrasar la salud espiritual
de una congregación. Su selección, por tanto, es vital. Los comen-
tarios abajo se limitan a responder la pregunta: ¿cómo reconoce-
mos a quien debería servir como un anciano?
1. Si bien lamentaremos colocar el nivel por debajo de los es-
tándares de las Escrituras al reconocer a los hombres llamados
87
a ser ancianos, también podemos (en nuestro celo) establecerlo
artificialmente por encima de las Escrituras, y no reconocer que
algunos de los mejores dones crecen en el ministerio.
2. Recuerda especialmente que ser «apto para enseñar» (1Ti 3:
2), con su corolario de poder «exhortar» (Tit 1:9, es decir, usar las
Escrituras para los fines para los cuales fueron dados [2Ti 3:15-
17]), no especifica un ámbito. Algunos son «capaces de enseñar»,
aunque no son adecuados para la predicación pública habitual.
3. Busca hombres cuyas vidas exhiban el espíritu y la com-
prensión intelectual de la sana doctrina. La ortodoxia con accesi-
bilidad es una excelente cualidad que deseamos ver en un anciano
(la accesibilidad lo menos que significa es que sea «hospitalario»,
Tit 1:8).
4. Plantea la pregunta más olvidada: «¿Los extraños piensan
bien de él?» (1Ti 3:7), y medita por qué esa pregunta es impor-
tante.
5. Elije aquellos que ya están «entre» la congregación, y la con-
gregación «entre» ellos (1P 5:2).  Cuando se cumplan las cuali-
ficaciones morales, domésticas, ocupacionales y didácticas, pre-
gunta: «¿Este hombre ama a la iglesia y él es amado por ella?». El
compromiso con la oración colectiva es a menudo una prueba de
fuego.
6. Evita nombrar a aquellos que se comprometerían a amar a
la congregación si se les pidiera que fueran ancianos. Es mucho
mejor tener hombres que amen a los creyentes que hombres que
aman ser pastores (los primeros se convertirán en los segundos,
pero no al revés).
7. ¡Busca hombres que sean al mismo tiempo apacibles, pero
preparados para ser valientes y sufrir si es necesario, ¡colocarse
al frente para proteger y atrás para seguir! Un anciano debe es-
tar dotado para reprender bíblicamente como para restaurar con
mansedumbre (Gá 6:2). Los hombres más tranquilos, con cora-
88
zones serenos, valen su peso en oro y pueden sorprendernos con
su sabiduría.
8. Has la pregunta: «¿Estaría nuestra iglesia dispuesta, si es ne-
cesario, a pagarle a este hombre una remuneración para servir
entre nosotros como anciano?». La respuesta puede decir mucho
sobre su ministerio en la iglesia y su estima ante sus ojos.
9. Considera cuán bien la vida de un hombre se hace eco de los
principios del pastorado del Señor en el Salmo 23.

Sinclair Ferguson Sinclair Ferguson es profesor de Ligonier y


catedrático de Teología Sistemática del Reformed Theological Se-
minary.

BRUCE KEISLING
He aprendido que la capacidad de la iglesia para reconocer a los
ancianos está estrechamente vinculada con la cantidad de opor-
tunidades que ellos tuvieron de enseñar en la iglesia. En nuestro
caso, en la Third Avenue Baptist Church en Louisville, Kentucky,
estábamos sin pastor en el momento en que nominamos a nues-
tra primera lista de ancianos.
Aunque no soy el pastor, la iglesia me otorgó el estatus de fac-
to como anciano y me encargó el deber de nominar a nuestros pri-
meros candidatos, para luego ser confirmados o denegados por el
voto congregacional. Comencé el proceso pidiéndole a la iglesia
que me enviara recomendaciones para su consideración. Quería
conocer a quienes estaban viendo en calidad de ancianos. No de-
bería haberme sorprendido lo que recibí, pero sí me sorprendió.
En los últimos años, nuestra iglesia ha disfrutado los domingos
por la tarde la enseñanza de devocionales de quince minutos de
más de una docena de hombres. Y esperaba una distribución de
apoyo bastante uniforme para muchos de estos hombres, dotados
para enseñar. Varios de ellos obtuvieron una o dos nominacio-
89
nes. Pero lo que encontré en medio de las recomendaciones que
me dieron, con una claridad casi común, fueron tres nombres en
particular: los tres hombres que daban no solo los breves devo-
cionales los domingos por la noche, sino que habían compartido
la responsabilidad de los sermones del domingo por la mañana
debido a la falta de un pastor, la predicación de estos tres hom-
bres para la iglesia era particularmente alentadora.
En resumen, aprendí que la concentración de oportunidades de
enseñanza (asumiendo que un individuo enseña bien) aumentará
la capacidad de una iglesia para reconocer a sus ancianos. Como
hemos considerado recomendar nuevos ancianos, hemos progra-
mado intencionalmente más oportunidades de enseñanza para
las personas que se consideran nominadas. De esa manera, noso-
tros, y la iglesia, podremos discernir su llamado.

Bruce Keisling es Decano Asociado de Bibliotecas y Director de


la Biblioteca Ekstrom de la Universidad de Louisville.

PHILIP PEDLEY
El liderazgo plural en el cuerpo de la iglesia local es tan hermo-
so como poco común. En marzo del 2002, Dios se complació en
guiar a la First Baptist Church of Grand Cayman paso a paso para
un entendimiento del liderazgo de ancianos, y la iglesia nombró a
sus primeros ancianos en febrero de 2004. Aunque hemos enfren-
tado muchos desafíos en los últimos tres años, estos nos trajeron
la sabiduría y la fuerza del liderazgo plural. Semana tras semana
hemos descubierto que principios como la sumisión mutua y la
combinación de dones espirituales en una pluralidad de ancianos
es el diseño de Dios para la increíble tarea de pastorear el rebaño.
La principal lección que extraería de nuestra experiencia es
esta: la convicción sobre el liderazgo de ancianos debe estar sus-
tentada en las Escrituras y no verse como una opción pragmática
90
seleccionada de un menú de modelos para el liderazgo. Proba-
blemente el mayor peligro para el liderazgo bíblico de ancianos
en mi experiencia, es la creencia generalizada de que el pastor
o pastor principal debería ser el director ejecutivo de la iglesia
local. Podríamos llamar a esto el «modelo de negocios» del lide-
razgo de la iglesia. Debido a que es el modelo dominante en nues-
tras vidas laborales, ejerce una poderosa influencia en la iglesia de
occidente.
En lugar de tales alternativas humanas, hemos contemplado
de nuevo las palabras de Cristo sobre el liderazgo según el mun-
do: «No será así entre ustedes». Hemos aprendido lo importante
que es sumergirse en lo que las Escrituras enseñan sobre el lide-
razgo plural y ser vigilantes a las formas en que el modelo bíblico
puede ser erosionado sutilmente. Por ejemplo, los miembros que
no están totalmente comprometidos con el liderazgo de ancianos
pueden ser seducidos con «los cantos de sirena» de un liderazgo
solitario, observando las engañosas atracciones de los poderosos
pastores-predicadores que les rodean y anhelan como el antiguo
Israel a «su propio rey».
Los nuevos ancianos o pastores, aunque basados ​​en un lideraz-
go plural, pueden necesitar adaptarse a la forma en que un princi-
pio como la sumisión mutua, la cual tiene una amplia aplicación
en diferentes culturas, debe encontrar su expresión local entre un
grupo particular de ancianos. Sabemos que ante nosotros están
los peligros del ancianato establecido: el riesgo de que la plurali-
dad relaje su vigilancia y se reduzca por grados a un club cómodo
que, en efecto, abdique el liderazgo a un pastor director.
«Mirad por vosotros», dice Pablo, «y por todo el rebaño en
que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos» (Hch 20:28). Esta
advertencia, dada específicamente a todos los ancianos de Éfeso,
es parte del discurso más extenso registrado para cualquier au-
diencia cristiana en todo el libro de los Hechos. El liderazgo es
importante.
91
Los ancianos de Éfeso sabían que el modelo divino de lide-
razgo plural se había establecido en el primer viaje misionero de
Pablo (Hch 14:23), se había ampliado en su segundo viaje (Hch
15:40-41; Fil 1:1), y ahora era profundizado en su tercer viaje. Es
casi seguro que Timoteo fue testigo de este conmovedor discurso
de despedida. Podemos imaginarlo, años después, entretejiendo
sus lecciones en su propia predicación después de leer las conoci-
das instrucciones de Pablo para ancianos y diáconos en 1 Timo-
teo 3:1-15.

Philip Pedley, el principal asesor de políticas del jefe del servicio


civil en las Islas Caimán, es un anciano de First Baptist Church of
Grand Cayman. 

THOMAS R. SCHREINER
Primero, nos fusionamos con una iglesia establecida hace unos
años. Esta iglesia tenía un número de hombres que eran amiga-
bles y agradables, pero eran doctrinalmente ingenuos o tenían
puntos de vista contrarios a lo que considerábamos esenciales
para cualquiera que sirviera como anciano. Si hubiéramos nomi-
nado a uno o más de estos hombres para ser ancianos, algunos
de los miembros más antiguos de la congregación habrían estado
contentos. Pero nos habríamos enfrentado a serios problemas en
el futuro porque habríamos sacrificado la armonía de la doctrina
y la visión.
En segundo lugar, hemos enfrentado situaciones en las que
los hombres estaban «casi» calificados para servir como ancia-
nos, pero carecían de al menos una calificación importante para
servir con nosotros. Nuevamente, fue tentador incluirlos porque
estaban involucrados en la iglesia, y los sentimientos fueron he-
ridos cuando no fueron nominados. Sin embargo, la sabiduría de
no nombrarlos se hizo evidente a medida que surgieron nuevas
92
situaciones en sus vidas que les habrían dificultado el servir con
nosotros.
Tercero, también es tentador nombrar a alguien que sea teo-
lógicamente brillante y que esté de acuerdo con la posición doc-
trinal de la iglesia. Pero debemos recordar que Pablo enfatiza es-
pecialmente las calificaciones de carácter para los ancianos (1Ti
3:1-7; Tit 1:5-9). Necesitamos ancianos que sean teológicamente
fieles y que vivan el evangelio en su vida diaria. No debemos sa-
crificar lo último simplemente porque lo primero está presente,
porque las palabras de los ancianos deben estar de acuerdo con
una vida santa.

Thomas R. Schreiner es profesor de interpretación del Nue-


vo Testamento en el Southern Baptist Theological Seminary en
Louisville, Kentucky, y pastor de predicación en Clifton Baptist
Church.

ALEXANDER STRAUCH
Deja de pensar a corto plazo. Como un buen pastor del rebaño,
piensa y planifica a largo plazo. Busca hombres jóvenes en la ado-
lescencia y principios de sus veinte años que muestren interés
espiritual y potencial.  Ellos son tus futuros líderes.  Dios los ha
puesto bajo tu cuidado para moldearlos. ¡No les falles!
Comienza a darles libros para que lean. Les cambiarán la vida.
Me refiero a libros como Pensamientos para hombres jóvenes,
de Ryle.  Cuando tenía quince años, el director de personal del
campamento al que asistí puso una biografía de Hudson Taylor
en mis manos. Hudson Taylor mismo era un jovencito cuando
se preparaba para las misiones. Nunca fui el mismo después de
leer la inspiradora historia de su vida y la fundación de la China
Inland Mission [Misión al interior de China]. Los libros cambian
vidas. He visto esto suceder muchas veces.
93
Además, has uso de los muchos excelentes sermones de pre-
dicadores reconocidos de la Palabra que están fácilmente dispo-
nibles para inspirar a los líderes jóvenes. Desafía sus mentes an-
tes que el mundo. Inicia con una enseñanza expositiva sobre la
epístola magistral de Pablo a los Romanos. Diles que dominen la
carta a los Romanos. En el proceso, Romanos les dominará. Y eso
es lo que tú deseas.
Otra forma de influir en los futuros líderes es llevándolos o
enviándolos a conferencias bíblicas como las conferencia para
pastores. Y enviarlos o llevarlos a viajes misioneros a corto plazo,
es otra excelente forma de ampliar sus perspectivas y expandir
sus pensamientos.
Otórgales a los líderes potenciales progresivamente, una ma-
yor responsabilidad en el servicio, el liderazgo y la enseñanza. Es-
tratégicamente abre puertas en el ministerio para ellos en la igle-
sia. Este es el mejor campo de entrenamiento. Monitorea su ser-
vicio.
Comunícate con ellos regularmente sobre cómo están.  Inví-
talos, durante un período de tiempo específico, a visitar las re-
uniones de los ancianos.  Este es otro campo de entrenamiento
significativo. Presenta ante ellos la idea de que el pastoreo del re-
baño comprado con sangre por Cristo, la iglesia, es un trabajo
verdaderamente satisfactorio. Es un gran llamado y un privilegio
cuidar al pueblo de Dios.
Parte de la responsabilidad de la supervisión pastoral es ver
que habrá pastores calificados para dirigir y enseñar al rebaño en
el futuro. Es tu trabajo tomar la iniciativa en este asunto, llegar
a los pastores jóvenes y potenciales, ser proactivos y no reacti-
vos, interesarte por sus vidas y su futuro, pasar tiempo con ellos,
dirigirlos y advertirles de los muchos peligros que enfrentan los
hombres jóvenes (1Ti 4:16; 2Ti 2:2, 15, 22). Continuamente ten
en cuenta que eres un ejemplo para ellos y anímalos en su propio
crecimiento espiritual. Tienes el poder de influir en las personas
94
clave para Dios y el futuro de su iglesia. Usa esa influencia o la
perderás.
Recuerdo haber visto al Dr. Vernon Grounds, canciller del
Denver Seminary, venir por el pasillo principal del seminario
al mismo tiempo que dos jóvenes estudiantes caminaban ha-
cia él. Cuando estaban a punto de pasar, el extendió sus manos
colocándolas sobre los hombros de cada uno, deteniéndolos en
seco. Mirándolos con autoridad, como si Dios estuviera hablan-
do, dijo: «Pronto la iglesia de Jesucristo descansará sobre sus
hombros; estén preparados». Luego siguió su camino, dejándolos
sin palabras. Estoy seguro de que nunca olvidaron la sorprenden-
te exhortación celestial del Dr. Grounds. Quizás, tú también, de-
berías enviar algunos rayos de luz a los jóvenes de tu iglesia.

Alexander Strauch es un anciano de la Littleton Bible Chapel,


cerca de Denver, Colorado.

Traducido por Renso Bello.

95
Lecciones que aprendí
mientras esperaba ser
llamado al ministerio
pastoral

John Divito

E
l camino hacia el ministerio pastoral es diferente para
cada hombre. Algunos parecen atravesar la universidad y
el seminario y estar  pastoreando una iglesia a sus veinte
años de edad. Otros son llamados por Dios más tarde en la vida,
en medio de la crianza de los adolescentes y el trabajo fuera de la
iglesia. A veces, los dones de un hombre son reconocidos, y él es
rápidamente llamado como pastor de una iglesia. Otras veces, el
llamado de un hombre es reconocido por sus pastores y su igle-
sia, pero él tiene que esperar una oportunidad para servir. Me he
encontrado en esta última categoría desde hace varios años. Por
muy tentador que sea mirar los caminos de otros y anhelar cómo
Dios ha estado trabajando en su llamamiento, me ha resultado
más fructífero preguntarme por qué sigo esperando. Para animar
96
a los hermanos que también esperan servir como pastores, quiero
compartir algunas de las lecciones que he aprendido.

CONFÍA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS 


«Señor, aquí estoy, ansioso y también dispuesto, ¿por qué no me
utilizas?». «¿Por qué es tan difícil ser llamado como pastor?».
«¿Te has olvidado de mí?». Todas estas preguntas han cruzado
mi mente mientras espero. Pero todas ellas buscan sutilmente so-
cavar mi confianza en Dios y en Su soberana y sabia provisión.
Dios está en control de todo, incluso cuando las iglesias necesitan
pastores, qué buscan estas iglesias en los pastores y cómo lo bus-
can. Y en Su cuidado soberano del liderazgo de la iglesia, Dios no
es indiferente ni arbitrario: es sabio y amoroso. 
Con esto en mente, miro a Cristo. En Él, recuerdo la gloria de
Dios. Al recordar quién es Cristo y lo que Él ha hecho por mí,
puedo confiar en lo que está haciendo en las iglesias y mediante
el llamamiento de pastores. Aunque conozco bien Romanos 8:28,
es útil aplicar este versículo a las iglesias y al llamamiento pas-
toral: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas
cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a
Su propósito» (Ro 8:28). En la espera, Dios me ha enseñado a ser
paciente y a depender de Él.

CRECE EN LA GRACIA DE DIOS 


A lo largo de los años, he hecho el hábito de leer y orar de forma
regular las epístolas pastorales. Recuerdo que una vez me detuve
para reflexionar sobre el consejo de Pablo al joven Timoteo: «Ten
cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas,
porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo
como para los que te escuchan» (1Ti 4:16). Mientras pensaba en
este versículo, lo que me llamó la atención fue la necesidad de las
instrucciones de Pablo. Los que están en el ministerio siempre
están en peligro de no vigilarse de cerca a sí mismos y a su en-
97
señanza. Se necesita una vigilancia constante para evitar caer en
esta trampa satánica.
Como resultado, este es un momento para que me desarrolle
como un hombre que servirá fielmente a Dios en el ministerio
pastoral. Significa continuar creciendo en mis disciplinas espiri-
tuales, a través de la oración constante y el estudio de la Palabra
de Dios. Significa dedicarme a mi esposa y a nuestro matrimonio,
amarla y alentarla de manera sacrificial. Significa guiar bien a mi
familia, guiar a mis hijos a Cristo. Necesito usar este tiempo de
espera para entrenarme a mí mismo en la piedad.

SERVIR EN LA IGLESIA DE DIOS 


Antes de ser llamado a pastorear una iglesia, debo amar a Su igle-
sia. Después de todo, «Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo
por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamien-
to del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuera santa e inmaculada» (Ef 5:25-27). Para
amar a la iglesia como Cristo amó a la iglesia, debo participar en
la vida de la iglesia. Así que estoy agradecido por mis pastores que
me supervisan y guían en el ministerio pastoral. Con su aliento,
he predicado en los servicios de adoración, he enseñado en clases
de escuela dominical, he visitado miembros en hospitales, he diri-
gido un grupo pequeño, he asistido a reuniones de ancianos y he
desempeñado muchas otras responsabilidades.
Al mismo tiempo, también he tratado de servir a la iglesia de
maneras no tan públicas. Limpié el edificio de la iglesia, ayudé a
instalar sillas para nuestros servicios de adoración, ayudé con la
seguridad y presté servicio en la guardería. Esto no siempre ha sido
fácil para mí, ya que deseo estar en el púlpito regularmente y dirigir
al pueblo de Dios. Pero a través de este tiempo, el Espíritu Santo me
ha mostrado mi necesidad de crecer en humildad y en la piedad de
tantos miembros de la iglesia que sirven al cuerpo de Cristo.
98
DESCANSA EN EL EVANGELIO DE DIOS
Finalmente, mi espera me ha demostrado que mi identidad no
puede estar encerrada en mi ministerio o en una oficina de la
iglesia. Mi identidad está en Cristo. El apóstol Pablo me recuer-
da: «Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive,
sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la
vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí» (Gá 2:20). Incluso si nunca soy llamado a servir
como pastor, me regocijo de saber que Cristo murió por mí y
espero una eternidad para alabarlo por esa salvación tan gran-
de. Durante mis días restantes en esta tierra, quiero vivir a la luz
de este glorioso por venir. Si esto significa que Él me usará para
pastorear uno de Sus preciosos rebaños, entonces le agradeceré.
Y si eso significa que Él me usará para servirle de otras maneras,
entonces le agradeceré. Independientemente de mi futuro, me
regocijo porque mi nombre está escrito en el cielo. ¡Que mi vida
glorifique a Cristo de la manera que a Él le agrade!

ACERCA DEL ESCRITOR


John Divito actualmente se desempeña como pastor de Corners-
tone Fellowship Church en Newburgh, IN. También es Director
de las Conferencias de Pastores Africanos y miembro de la Jun-
ta del Seminario Teológico Bautista Covenant. John y su esposa
Jennifer han estado casados por
​​ 20 años y tienen cuatro hijos.
Recibió su MDiv del Southern Baptist Theological Seminary.

Publicado en español por Soldados de Jesucristo, en inglés por


Founders Ministries. Usado con permiso.

99
8 cosas que he
aprendido como
pastor joven

Jacobis Aldana

E
l ministerio es difícil, suelen decir los mayores y la verdad
es que no importa cuán joven seas, tarde o temprano des-
cubrirás que tienen razón. Pero yo puedo agregar, el mi-
nisterio es difícil y también peligroso para aquellos que aún no
tenemos el peso suficiente de los años, la madurez que produce el
tiempo y la experiencia. 
Fui puesto en el ministerio más prematuramente de lo que se
debe, por aquello de la necesidad imperante, después de todo, la
mies siempre ha sido mucha y los obreros pocos. Era el prospec-
to ideal de un pastor que renunciaría el primer año o que por lo
menos haría evidente su inmadurez pero la gracia de Dios ha sido
tan grande con aquellos bajo mi cuidado y también conmigo, que
me ha guardado y hasta aquí me ha ayudado. 
Hoy se cumplen exactamente diez años desde que fui ordena-
do como pastor, miro hacia atrás con gozo y gratitud, aunque soy
100
consciente que diez años no son la gran cosa hablando del servi-
cio al Señor, puedo dar gracias a Dios por ayudar a este impetuo-
so joven a permanecer con los guantes puestos y con la voluntad
resuelta; quiero por eso compartir 8 cosas que diría a mi yo más
joven en su primer día como pastor.

1. CUIDA DE TU ESPOSA Y TUS HIJOS


El ministerio puede convertirse para un pastor joven en un reto y
nuestra tendencia es demostrar que somos capaces, que podemos
hacerlo, que no nos quedará grande y es en ese afán que podemos
descuidar el ministerio más importante. Cuando fui ordenado te-
nía 56 días de casado y solo una semana de enterarme que sería
padre, eso sí que era un desafío. Dios cuidó mi matrimonio pero
no por mi diligencia sino por Su misericordia. Me tomó tiempo
entender que no tenía que demostrar nada a nadie; que la iglesia
podía tener a otro pastor, pero mi esposa no podía tener a otro
esposo ni mis hijos a otro padre. Invertía horas y horas en visitar
y estudiar y solo pensaba que ella en silencio me apoyaba cuando
en realidad sufría sin saber cómo decirlo.

2. HABLA MENOS Y ESCUCHA MÁS


Soy alguien que disfruta hablar, creo que a veces lo hago más de
la cuenta, pero si hay algo que necesitamos siendo jóvenes y espe-
cialmente pastores, es escuchar. Siempre pensamos que nuestras
ideas de cómo deben hacerse la cosas tienen que ser escuchadas,
queremos plantear nuevas teorías y formas, desafiar lo que ya
funciona y eso nos lleva a errar. Tenemos gente que nos lleva ven-
taja en el ministerio, que han acertado más que nosotros pero que
también se han equivocado más que nosotros y no solo a otros
pastores necesariamente, sino a toda persona que pueda aportar
valor con su experiencia a la nuestra. El liderazgo de Moisés fue
salvado por la experiencia de un anciano que no pertenecía al
pueblo (Éx 18), pero con los años y la experiencia suficiente para
101
saber qué hacer en momentos de crisis. En palabras de Santiago,
sé pronto para oír y tardo para hablar (Stg 1:19).

3. DESARROLLA CONVICCIONES FUERTES


Uno de los peligros del liderazgo joven y del liderazgo en general
tiene que ver con las convicciones. Pronto nos vemos tentados a
cambiar de una posición a otra y saltar de doctrina en doctrina. Si
te pasa como a mí, yo no inicié el ministerio con convicciones re-
formadas (o como prefieras llamarlas), las encontré en el camino.
Fue un choque casi traumático, como cuando frenas a un carro
que va a toda velocidad y pierde el rumbo yendo a cualquier par-
te, tal era mi situación. La Palabra de Dios debe ser nuestra ancla,
debemos crear convicciones profundas, no solo por el bien de
nuestra alma sino de también de aquellos que están bajo nuestro
cuidado. No queremos ser los capitanes de un barco que va de un
lado a otro. En palabras de Pablo a Timoteo: «persiste tú en lo que
has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido»
(2Ti 3:14).

4. RODÉATE DE PERSONAS SABIAS


«El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con
necios será quebrantado» (Pr 13:20).
El ministerio puede ser solitario a veces y en un joven eso es
peligroso. Necesitamos desarrollar amistades significativas, ro-
dearnos de personas que puedan ayudarnos a caminar, a ver los
huecos en el camino y hasta ayudarnos a cruzar. Debemos tener
una actitud enseñable y una disposición abierta. Sí, yo sé que en
esta era de la tecnología podemos ser tan autodidactas como se
puede, pero es más seguro si caminamos al lado de personas que
ya han hecho ese recorrido.
102
5. NO DESCUIDES LA DEVOCIÓN POR ESTUDIAR
MUCHO
No hay un conflicto entre nuestra preparación y nuestra devo-
ción. En nuestro deseo de ser competitivos queremos desarrollar
aquellos aspectos visibles de nuestro ministerio, queremos ser
mejores oradores y tener mejor dominio de las Escrituras y eso
es maravilloso, pero nada de eso puede sostenerse si descuidamos
aquellas cosas que nadie ve: la oración y la devoción personal.
Nuestra meta no es ser solo buenos expositores sino conver-
tirnos en hombres de Dios integrales, que cuidan su ministerio
público, pero también su vida privada.

6. GUARDA TU ESPALDA
«A las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a
hermanas, con toda pureza» (1Ti 5:2).
La tentaciones son una realidad para todos, pero hay un cuida-
do especial que deben tener los pastores, y sobre todo los jóvenes.
Tenemos una mayor exposición a la Internet y otras herramien-
tas que si bien son una bendición también son una ventana para
que entre la inmoralidad y el pecado sexual.
También debemos cuidar nuestro trato con las mujeres de la
congregación o fuera de ella, podemos incluso sin proponérnoslo
despertar sentimientos inapropiados si nuestro trato no es pru-
dente y cuidadoso. No necesitamos ser amargados, pero si debe-
mos buscar piedad en nuestro trato. 

7. NO TE SIENTAS INFERIOR POR LA JUVENTUD


«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pure-
za» (1Ti 4:12).
Una de mis mayores luchas como pastor joven ha sido esfor-
zarme por no parecerlo. En algún momento hasta me dejaba la
103
barba para aparentar más edad y poder tener un poco más de
credibilidad, lo confieso ruborizado. Pero he encontrado que mi
credibilidad no proviene de mi edad sino de cuán fiel sea a la Pa-
labra de Dios. Es cierto que en nuestra cultura las personas tien-
den a esperar a un pastor de caminar lento, pantalón de tela y
cabello gris, pero no debemos desarrollar nuestro ministerio bajo
la sombra del estereotipo sino motivados por ser un ejemplo de
fe, conducta, amor y pureza.

8. SIRVE A TU IGLESIA LOCAL


Finalmente, y no por eso menos importante, ama, cuida y sirve a
la iglesia en la que Dios te ha puesto. Cuando somos jóvenes nos
vemos deseosos de resultados, queremos verlos rápido y en la im-
paciencia idealizamos la iglesia y podemos ver otras más grandes
y prósperas como el lugar donde quisiéramos estar, menospre-
ciando aquella manada pequeña que Dios ha puesto a nuestro
cuidado. Una de las cosas que debemos evitar es tratar de estar
más arriba de lo que la congregación necesita. Somos los pastores
de una iglesia en particular con unas necesidades particulares y
debemos estar a la altura de dichas necesidades.
Doy gracias al Señor que me ha ayudado hasta aquí y es mi
oración que también te ayude y te sostenga a ti. Cuando miro
atrás no veo otra cosa sino Sus manos sosteniendo mis pasos y Su
ayuda incluso en mi debilidad. No he llegado al fin de mi carrera,
todavía creo que apenas estoy comenzando pero confío que esa
misma gracia seguirá siendo mi sustento.
También doy gracias por mi amada iglesia. Ellos han hecho
que este trabajo sea menos difícil de lo que debería. Ellos me han
soportado y han sido más pacientes y tolerantes de lo que se espe-
raría. Todavía hoy la mayoría de la iglesia sigue siendo mayor que
yo en edad, pero es tan amorosa y respetuosa que a veces siento
que mi cabello es gris. ¡Hasta aquí nos ha ayudado nuestro Dios!
¡Solo a Él la gloria!
104
ACERCA DEL ESCRITOR
Jacobis Aldana es pastor y plantador de iglesias en Santa Marta,
Colombia, es Licenciado en Artes y Estudios Teológicos del Mia-
mi International Seminary (MINTS). Sirve como Director Edi-
torial de Soldados de Jesucristo y como director de la fundación
de Estudios Bíblicos Alfa y Omega. Jacobis además es miembro
fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano.
Está casado con Keila y es padre De Santiago y Jacobo.

105
Un foro de ancianos
9Marcas

P
reguntamos a todos los ancianos que no son parte del per-
sonal de Capitol Hill Baptist Church: «Pensando en cuan-
do te convertiste en anciano, ¿qué lecciones iniciales se
destacan más al equiparte como un buen anciano?». Aquí están
sus respuestas.

RANDY ALLES
(Oficial, Cuerpo de Marina de los Estados Unidos)
Los ancianos en el Nuevo Testamento están llamados a pasto-
rear y enseñar a aquellos en la iglesia, los cuales equiparán a los
santos para edificar el cuerpo de Cristo (Ef 4:11, 1Ti 3:2). Estas
son responsabilidades claves que frecuentemente se pasan por
alto en la rutina diaria del funcionamiento de una iglesia, pero
para mí son de suma importancia. El pastoreo y la enseñanza per-
miten a los miembros de la iglesia desarrollar una madurez en el
Señor para que sean menos vulnerables a las doctrinas extrañas,
las artimañas de los hombres y el engaño. Todo esto trae gloria al
Señor y beneficios al creyente.

BILL BEHRENS 
(Asesor Especial para Asuntos Comerciales y de Negocios, Depar-
tamento de Estado de los Estados Unidos)
Lo que más me ha preparado equipándome para servir a esta
congregación como anciano es la misma congregación. Es aquí
donde muchos santos humildes se preocuparon por mí y mo-
delan a Cristo, donde bajo una gran enseñanza estuve sentado,
106
donde fui discipulado primero, y tuve la oportunidad de servir y
enseñar a otros.

STEVE BOYER
(Controlador, Ejército de Salvación)
La importancia de la oración me llamó la atención poco des-
pués de convertirme en anciano. La responsabilidad por el cuida-
do de tantos miembros interpuso sobre mí, mi total dependencia
de Dios. Comenzar nuestras reuniones de ancianos con un tiem-
po saludable de oración me recordó que los ancianos deben dedi-
carse a alabar a Dios, inquirir de Dios, confesar a Dios, agradecer-
le y suplicarle en oración según Su voluntad. Entonces, observar
cómo Dios cumple Sus promesas en la vida de los miembros de
la iglesia al santificarnos, es una de mis alegrías más preciadas, ya
que veo al Espíritu Santo trabajando tangiblemente en nuestras
vidas.

JAMIE DUNLOP
(Director de Investigación, Junta Ejecutiva Corporativa)
1. La importancia de un ministerio regular de oración en nombre
de aquellos en nuestra iglesia que están sufriendo.
2. Aprender de otros ancianos el arte de hacer preguntas amables
y gentiles.
3. La importancia de escuchar bien a otros ancianos, reconocien-
do que muchas situaciones no son como aparecen.
4. Reconocer que todos los cristianos (incluso los ancianos) lu-
chan y tienen una constante necesidad de aliento (Heb 3:13).
5. La utilidad de la planificación anticipada de nuestro calenda-
rio: ser estratégico con personas fuera de las relaciones regula-
res de discipulado.
6. Saber que ningún anciano está «a la altura de la tarea» de an-
cianos. Todos actuamos en debilidad y sin suficiente sabiduría,
107
dependiendo de Dios en oración para lograr Su trabajo a través
de nosotros.

BRIAN FAJITO
(co-fundador, Manas Development Group)
1 Pedro 5:2-3, fue para mí una lección recurrente. Dios en Su
gracia nos ha llamado como ancianos para ser pastores de Su re-
baño (no el nuestro). Estamos llamados a liderar con humildad
y a servir de ejemplos. Si queremos servir bien como ancianos,
debemos recordarnos continuamente que no hay lugar para el
orgullo a la luz de la cruz de Cristo, y debemos prestar atención a
las instrucciones de Pablo a Timoteo: «ten cuidado de ti mismo y
de la doctrina» (1Ti 4:16).

MICHAEL GRIFFIN
(Analista principal de programas, Oficina del Director de Inteli-
gencia Nacional de Estados Unidos)
Hay varias lecciones que aprendí cuando me convertí en an-
ciano y las recuerdo hasta este día.  Primero, me sorprendió la
forma en que siempre comenzamos cada problema difícil con las
Escrituras, trabajando hacia afuera para la aplicación práctica y
la derivación de políticas. En segundo lugar, sentado entre her-
manos piadosos en Cristo, aprendí lo esencial que es escuchar
con atención el uno al otro y ser lentos para hablar. Finalmente,
estaba (y aún estoy) abrumado por la desesperada necesidad de
respaldar todo lo que hacemos con oración, porque a menos que
Dios nos guíe, todo es en vano.

JIM HOLLENBACH
(Presidente, Estrategias de simulación)
Aunque Mark Dever tiene dones, conocimiento, experiencia
y una reputación bien ganada que supera con creces a los que
108
estamos alrededor de la mesa, confía en el plan de Dios para el
liderazgo de la iglesia local en una pluralidad de ancianos y se
somete humildemente a la sabiduría colectiva de ellos. Cuando
me encuentro pensando: «Tengo razón, a pesar de que estoy en la
minoría», las promesas de Dios y el ejemplo de Mark me animan
a vencer este orgullo pecaminoso y aceptar con alegría las deci-
siones de mis compañeros ancianos.

PAPU SANDU
(Asesor superior de litigios, Departamento de Justicia de Estados
Unidos)
Una de las lecciones más claras fue una mayor comprensión de
cuán importante es la oración para el ministerio de un anciano,
tanto la oración individual como la oración con los otros ancia-
nos. Estoy agradecido por la oportunidad de servir con hombres
tan piadosos y devotos, y eso ha tenido un gran impacto.  Una
segunda lección es la necesidad de cultivar un amor profundo
y ferviente por los miembros de nuestra congregación, un amor
que desea sinceramente verlos prosperar espiritualmente.  Eso,
creo, es fundamental para el trabajo de un anciano, y uno que
mis hermanos me han modelado muy bien.

Traducido por Renso Bello.

109
Lecciones de las
Escrituras sobre el
pastorado

Paul Alexander

[Nota del editor: En aras de brindar a los pastores buenos re-


cursos, o al menos dirigirlos hacia buenas ideas, nos complace
presentar los seminarios de capacitación pastoral del pastor Paul
Alexander para nuevos ancianos. El mismo Alexander dice que
este estudio depende y ha sido adaptado de las obras Sheperds Af-
ter My Own Heart [Pastores conforme a mi corazón] (IVP, 2006)
de Timothy S. Laniak y “Leadership” [«Liderazgo»] de A. D. Clar-
ke, en el New Dictionary of Biblical Theology [Nuevo diccionario
de teología bíblica] (IVP, 2000). Esta Revista 9Marcas presenta
la primera mitad del programa de estudios de Alexander (clases
1-4), la cual se enfoca exclusivamente en la metáfora del pastora-
do en las Escrituras. Él también enseña, en la segunda mitad de
su programa de estudios, los aspectos más prácticos del oficio de
ancianos].
110
Jeremías 3:15: «y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con
ciencia y con inteligencia».

DIOS: EL PASTOR SUPREMO


La historia completa del pueblo de Dios puede esbozarse utilizan-
do la metáfora de Dios como el pastor de Su pueblo. Desde Jacob
en Génesis hasta el éxodo de Egipto, y de allí hasta el segundo
éxodo del desierto de este mundo, Dios se revela como el pastor
de Su pueblo.

A Jacob
Para comenzar, Dios se revela a Sí mismo como el pastor de
individuos particulares, e individuos que representaban a toda la
nación de Israel, tales como Jacob.

Y [Jacob/Israel] bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia andu-


vieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que
yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos
jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres
Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra»
(Gn 48:15-16).

¿Qué quiso decir Jacob cuando dijo que Dios había sido su
pastor todos los días de su vida? Es útil recordar la promesa de
Dios para Jacob en Génesis 28, donde promete darle a Jacob la
Tierra Prometida y una gran descendencia, y luego le dice: «He
aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres,
y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya
hecho lo que te he dicho» (Gn 28:15).
La presencia de Dios y la protección de Dios fueron las formas
en las cuales Dios pastoreó a Jacob toda su vida. Así que, incluso
antes de que Israel se convirtiera en una nación, cuando Israel
111
era solamente Jacob el individuo, Dios era el pastor de Su pueblo,
proveyendo Su presencia soberana y protección omnipotente
para asegurar el cumplimiento de Sus promesas originalmente
hechas a Abraham acerca de un pueblo y lugar.

A David
Dios también pastoreó a David, otro representante israelita.
Como leemos en el Salmo 23:

«Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me


hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmi-
go; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está
rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días
de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días».

¿Cuáles son algunas de las funciones de un pastor que David


atribuye a Dios en este capítulo?
• En los versículos 1-2, Dios brinda sustento (delicados pastos,
aguas de reposo), reposo (descansar), restauración del alma
y satisfacción (nada me faltará).
• En el versículo 3, brinda dirección (por sendas de justicia).
• En el versículo 4, brinda protección y consuelo, gracias a Su
presencia y a Su vara y Su cayado (los instrumentos que el
pastor utilizaba para reunir a las ovejas y ahuyentar a los ani-
males salvajes).

A través del éxodo


Así como Dios pastoreó a Jacob y a David, dos individuos que
representaban a Israel, Dios pastoreó también a toda la nación de
Israel a través del éxodo. Por ejemplo, el salmista describe el cui-
112
dado de Dios para con el Israel colectivo y nacional en el desierto
de Sinaí como un cuidado pastoral:

Condujiste a tu pueblo como ovejas por manos de Moisés y Aarón (Sal


77:20).

Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, sino que


entregó su vida a la mortandad. Hizo morir a todo primogénito en Egipto,
las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam. Hizo salir a su pueblo como
ovejas, y los llevó por el desierto como un rebaño. Los guio con seguridad,
de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos. Los trajo
después a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó su mano
derecha» (Sal 78:50-54; ver Sal 80:1).

¿Qué aspectos del pastorado vemos en estos versículos?


• Liderazgo a través del desierto.
• Protección y seguridad en el desierto.
• Confianza para que las ovejas no temieran.
• El Señor ahuyentó a los enemigos de las ovejas con poder y
valentía.
Es importante observar aquí que toda la historia de Israel se
describe como una travesía pastoral continua. Desde los días de
Jacob, a través del éxodo de Egipto, por el desierto del Sinaí, hasta
la posesión de la Tierra Prometida, Dios se relaciona con Su pue-
blo como un pastor con sus ovejas.

A través del exilio


Viendo hacia el exilio de la nación, Isaías vio venir otro éxodo,
un éxodo fuera de la esclavitud del pecado hacia la santidad de la
nueva creación:

He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí
que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor

113
apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los lleva-
rá; pastoreará suavemente a las recién paridas» (Is 40:10-11).

El capítulo 40 de Isaías, del cual provienen estos versículos,


marca el inicio de una nueva sección en Isaías en la que Dios pro-
mete que guiará a Su pueblo a través de un nuevo éxodo. Varios
capítulos más tarde, Isaías dice: «No os acordéis de las cosas pa-
sadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo
hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez
abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad» (Is 43:18-19).
En cierto sentido, esto es exactamente lo que Dios había hecho
en el desierto del Sinaí, guiar al pueblo por una tierra desierta sin
rumbo, y proveer agua en el desierto. Pero ahora promete hacerlo
de una nueva manera. No será un éxodo físico o geográfico, sino
un éxodo espiritual fuera de la esclavitud del pecado, a través del
desierto de este mundo, a la nueva creación (ver 40:1-2). Aún así,
Dios usa el mismo lenguaje para describir la manera en que lide-
rará a Su pueblo en este segundo éxodo: «como un pastor».
Jeremías ve lo mismo: «Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y
hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: El que espar-
ció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño» (Jer
31:10). En el exilio, la labor del pastor de reunir pasa a un primer
plano. Dios reunirá a Sus ovejas dispersas en un solo lugar.
Miqueas también ve a Dios recogiendo a Sus ovejas del exilio:
«De cierto te juntaré todo, oh Jacob; recogeré ciertamente el resto
de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio
de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres» (Miq
2:12).
Más adelante, Miqueas ora: «Apacienta tu pueblo con tu ca-
yado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en
campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo
pasado» (Miq 7:14). Observa que Dios habla de proteger a sus
ovejas, que es la finalidad de un cayado. También habla de ali-
114
mentarlas. Y Miqueas conecta esta idea pastoral con el nuevo
éxodo fuera del exilio por los pecados. Será como los días en que
Israel salió de Egipto.

Resumen
Dios es, pues, el Pastor de Su pueblo. Primero, los guía a través
del árido desierto del Sinaí a la Tierra Prometida, y ahora nos guía
a través del árido desierto de un mundo pecaminoso en nuestro
camino al cielo.
¿Qué aspectos del cuidado pastoral de Dios para con Israel he-
mos visto hasta ahora?
• Proteger a las ovejas.
• Proveer para las ovejas.
• Estar presente entre Sus ovejas.
• Reunir a las ovejas.
• Y guiar a las ovejas.
Estas son actividades en las que Dios piensa y realiza cuando
utiliza la metáfora del pastorado para liderar a Su pueblo.
Entonces, como pastores subalternos, nosotros los ancianos
estamos llamados a pastorear al pueblo de Dios de la misma for-
ma:
• Bajo Su autoridad.
• A través de un mundo desierto que no es nuestro hogar.
• Hacia la Tierra Prometida del cielo, donde se encuentra
nuestra verdadera ciudadanía.
Los guiamos allí
• Al conocer nosotros el camino.
• Al mantenerlos juntos en el camino.
• Al alimentarlos con la Palabra de Dios.
• Al estar presente con ellos.
115
MOISÉS: EL PRIMER PASTOR EJEMPLAR
Veamos entonces a aquellos a quienes Dios señala como pastores
sobre Su pueblo, y comencemos con Moisés.

Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián,


llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y
se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una
zarza (Éx 3:1-2a).

Curiosamente, Moisés era en realidad pastor cuando Dios lo


llamó para sacar a Israel de Egipto. Y por el llamado de Dios, si-
guió siendo pastor, pero ahora de un rebaño mucho más grande:
«Condujiste a tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y de
Aarón» (Sal 77:20). Dios guio, pero lo hizo de la mano de Moisés
y Aarón. El liderazgo de Moisés era una extensión del liderazgo
de Dios. Como lo expresa Tim Laniak: «Moisés es la extensión del
gobierno de Dios en sus vidas, su medio de provisión, y el agente
de su rescate… [su mano] se volvió una extensión de la “mano de
Dios” liderando a Su pueblo».15
Oseas 12:13 hace la misma declaración: «Y por un profeta Je-
hová hizo subir a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado
[o cuidado]». Moisés arrojó el arbusto en las aguas amargas de
Mara, pero fue Dios quien hizo que las aguas del desierto se vol-
vieran potables para Su rebaño (Éx 15). Moisés golpeó la peña en
Masah con su vara, pero fue Dios quien hizo que el agua brotara
para que Sus ovejas bebieran (Éx 17).

Moisés como profeta


Como el pastor del pueblo de Dios, Moisés también fue un
profeta: «Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cual-
15  Timothy S. Laniak, Shepherds after My Own Heart: Pastoral Traditions and Leadership in the Bible [Pastores
conforme a mi corazón: Tradiciones pastorales y liderazgo en la Biblia] en New Studies in Biblical Theology [Nuevos
estudios de teología bíblica], 87. ed. D. A. Carson (IVP, 2006).

116
quiera a su compañero» (Éx 33:11). Fue él quien subió al Monte
Sinaí en representación del pueblo para recibir la ley. Y cuando
Dios habló ante ellos en el Sinaí, el pueblo dijo a Moisés: «Habla
tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con no-
sotros, para que no muramos» (Éx 20:19).
Como el prototipo de pastor y profeta de Israel, Moisés era la
voz de Dios para el pueblo. Ellos debían seguir su voz.
Moisés como sacerdote
Moisés también era la voz del pueblo ante Dios. Él intercedía
por ellos en presencia de Dios. Nota el cambio en la disposición
de Moisés de identificarse con el pueblo de Israel que ocurre en
sus oraciones entre los capítulos 17 y 34 de Éxodo.

Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De
aquí a un poco me apedrearán (Éx 17:4).

Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha co-
metido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones aho-
ra su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito (Éx 32:31-32).

Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en
medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra
iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad (Éx 34:9).

Moisés pasa de «este pueblo» y «su pecado» a «nosotros» y


«nuestro pecado».16 Tal identificación era primariamente una
función del rol sacerdotal de Moisés, pero no estaba desvinculada
de su rol pastoral. Dios quiere que sus pastores se identifiquen
con los problemas de sus ovejas, lo cual es exactamente lo que
vemos que hace el Príncipe de las ovejas, Jesucristo, en su encar-
nación y a lo largo de todo su ministerio terrenal.
16  Ibíd, 89-90.

117
Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque
eran como ovejas que no tenían pastor;  y comenzó a enseñarles muchas
cosas (Mr 6:34).

¿De dónde saca Jesús esa referencia «ovejas que no tenían pas-
tor»?

Moisés como líder


La alusión de Jesús en Marcos 6 «ovejas que no tenían pastor»
proviene del libro de Números.
Entonces Moisés habló al Señor, diciendo: Ponga el Señor,
Dios de los espíritus de toda carne, un hombre sobre
la congregación, que salga y entre delante de ellos, y que los
haga salir y entrar a fin de que la congregación del Señor no sea
como ovejas que no tienen pastor. Y el Señor dijo a Moisés:
Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el Espíritu,
y pon tu mano sobre él; y haz que se ponga delante del sacerdote
Eleazar, y delante de toda la congregación, e impártele autoridad
a la vista de ellos. Y pondrás sobre él parte de tu dignidad a fin de
que le obedezca toda la congregación de los hijos de Israel» (Nm
27:15-20, LBLA).
¿Cuál es el único rasgo de carácter que Dios le dijo a Moisés
que buscara en Josué? Que el Espíritu estuviera en él.
¿Qué aspecto en particular del pastorado observamos aquí? Li-
derazgo: «que los saque y los introduzca».
¿Por qué necesitaría Josué del Espíritu para hacer esa clase de
trabajo? Porque sacar e introducir al pueblo de Dios era en rea-
lidad un ejercicio para ayudarles a seguir a Dios como el Pastor
Supremo de Israel. Como Laniak resume: «El [liderazgo] huma-
no del pueblo de Dios no es más que Dios liderando a Su pueblo
por medio de un siervo ungido». Eso no hace que el líder humano
sea infalible o incapaz de ser corregido. Pero lo convierte en el
instrumento humano a través del cual Dios pastorea a Su rebaño.
118
DAVID: EL SEGUNDO PASTOR EJEMPLAR
David es presentado a los lectores como un verdadero pastor dos
veces en la narración de 1 Samuel.

Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Que-
da aún el menor, que apacienta las ovejas (1S 16:11).

Y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. Pero David
había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en
Belén (1S 17:14-15).

David, Saúl y Goliat


También vale la pena observar, la presentación del mismísimo
David ante el rey Saúl:

Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de
Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de nin-
guno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a Da-
vid: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres
muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a
Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león,
o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería,
y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la
quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba;
y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al
ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las
garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de
este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo» (1S 17:31-37).

¿Qué aspectos del pastorado sobresalen aquí?


• La protección.
• La valentía de la fe.
• La búsqueda por los perdidos (v. 34-35).
119
¿Pero a quién acredita David estas cosas? Al Señor. El Señor
fue quien lo rescató del león y el oso. Su confianza para derrotar
a Goliat no estaba arraigada en sí mismo. Estaba arraigada en la
grandeza de Dios.
¿Por qué David estaba tan seguro de que Dios le permitiría
vencer a Goliat? Porque sabía que Dios estaba comprometido con
Su gloria entre Su pueblo, y Goliat estaba trabajando en contra de
la gloria de Dios al burlarse de Su pueblo.
El hombre que es un pastor del pueblo de Dios debe saber que
es un protector de la fama de Dios, hecho en el que debe encon-
trar una gran confianza. Si Dios está completamente comprome-
tido con el honor de Su nombre, entonces defender la fama de
Dios, incluso si significa cometer suicidio profesional (o peor), es
estar en el lugar más seguro del universo.

David como gobernante


Los reyes de Israel no se parecían en nada a los faraones pa-
ganos de Egipto, a los reyes de Babilonia o a los emperadores de
Roma, con absoluto poder y sin obligaciones para con nadie. En
cambio, David y sus hijos debían ser de entre el pueblo, y su go-
bierno era una mayordomía.

Vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón y hablaron, diciendo:


Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos. Y aun antes de ahora, cuando
Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo
volvías a traer. Además Jehová te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Is-
rael, y tú serás príncipe sobre Israel» (2S 5:1-2; ver Dt 17:15).

La palabra príncipe aquí es nagid, que hace referencia no a un


rey autónomo, sino a un príncipe coronado cuya autoridad era
derivada, no inherente. La idea de ser un nagid se sitúa en paralelo
con la idea de apacentar al pueblo de Dios. Israel consigue, pues,
un rey, pero como Laniak señala: «solo bajo la condición de que
120
entienda que su rol se deriva y depende del gobierno de Jehová,
el verdadero dueño del rebaño. Los reyes, empezando por Saúl,
debían ser evaluados en términos de su capacidad de respuesta a
las palabras de ese Dueño, mediadas a través de los profetas».17
Cuando David convirtió a Jerusalén en la nueva capital, inten-
tó transportar el arca del pacto sobre una carreta nueva (ver 2S 6),
contrario al mandato de Dios de ser transportada con varas. Así
que Dios permitió que David encontrara resistencia. La carreta
nueva comenzó a tropezarse, el ayudante de David, Uza, extendió
su mano para estabilizar el Arca, y Dios le quitó la vida en el acto.
Parecía ser la forma en la cual Dios decía: «Haremos esto a mi
manera, David. Yo soy el melek (rey); tú eres el nagid (príncipe)».
En el siguiente capítulo, David expresa su deseo de construir
una casa para Dios. Pero Dios invierte la idea y dice que él cons-
truirá una casa para David. La razón por la cual Dios se opone a
la idea de David es instructiva:

¿He hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya man-
dado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edi-
ficado casa de cedro? (2S 7:7).

Dios rechazó la casa de cedro porque nunca le pidió a Su pue-


blo que le construyera una casa de cedro. Dios será quien inicie.
Él será quien controle y determine las reglas del juego. «Dios ben-
decirá a David, pero bajo Sus términos».18

Reflexiones finales
Aquí lo que está en juego recae sobre quién tiene la máxima
autoridad. Y Dios siempre se asegura de que Sus pastores subal-
ternos sepan cómo responder correctamente esa pregunta. Dios
tiene la máxima autoridad, y cada vez que esa autoridad sea de-
17  Ibíd, 102.
18  Ibíd.

121
safiada, Él aplastará al retador. Él no compartirá Su gloria con
nadie. Dios toma la iniciativa de llamar a Sus pastores, y Dios
responsabiliza a Sus pastores al bendecirlos y disciplinarlos con-
forme a Su Palabra.
Los pastores de Dios están llamados a ejercer el trabajo de Dios
de reunir, guardar, alimentar, unificar y guiar a Su rebaño a tra-
vés del desierto de este mundo en nombre de Dios. Hacen esto
al mantener al rebaño enfocado en Dios y Su Palabra. Dios es el
Rey, el Dueño de las ovejas. Nosotros, los ancianos, somos prín-
cipes adoptados, pastores subordinados sin autoridad propia. Si
alguna vez comenzamos a pastorear el rebaño de Dios contrario
a lo expuesto en Su Palabra o de una manera que ignore nuestra
responsabilidad ante Él y Su autoridad suprema sobre nosotros,
seremos los perdedores.
Toda la narrativa de la historia de Israel en el Salmo 78 termina
con una referencia al liderazgo pastoral de David.

Eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; De tras las
paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.
Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la
pericia de sus manos» (Sal 78:70-72).

Que el Señor nos conceda manos con pericia.

JEREMÍAS

El escenario (capítulo 2)
Comencemos en Jeremías, leyendo algunos pasajes que descri-
ben la situación de Israel en los tiempos de Jeremías y que utilizan
la metáfora de pastor.

Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se ale-
jaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron:

122
¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos con-
dujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y
de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó
hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto
y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable
mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían
la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas
profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por
tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros
hijos pleitearé (Jer 2:5-9).

¿Por qué la nación de Israel se alejó de Dios y olvidó Sus gran-


des obras de redención en el pasado? Porque sus sacerdotes, go-
bernantes y profetas habían sido negligentes. La palabra gober-
nantes aquí es pastores y hace referencia a los reyes. Los pastores
fueron parcialmente culpables de la apostasía del pueblo y de la
contaminación de la tierra por su transgresión de la ley. Deute-
ronomio 17:18-20 había estipulado que el rey debía escribir para
sí una copia de la ley en un libro en presencia de los sacerdotes
levitas, y que debía leerlo todos los días de su vida. Debía hacer
esto para aprender a temer al Señor y obedecer Sus estatutos y
«para que no se [elevara] su corazón sobre sus hermanos, ni se
[apartara] del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que
se [prolongara] sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de
Israel» (Dt 17:19b-20). Al escribir la ley de Dios, se suponía que
el rey aprendería a ser humilde, porque en el instante en que se
volviera orgulloso, ignoraría la autoridad de Dios sobre él y ac-
tuaría como si su autoridad real fuera inherente a él mismo y no
derivada de Dios.
La aplicación para nosotros hoy es bastante clara: hay una re-
lación directa entre nuestra humildad y cuánto nos sujetamos a
la Palabra de Dios al desempeñar nuestros roles como ancianos.
123
Nuestra autoridad está completamente ligada a lo que puede en-
señarse de la Palabra de Dios, ni una pulgada más allá.

Una promesa (capítulo 3)


Desafortunadamente, esto es exactamente lo que estaba suce-
diendo en los días de Jeremías. Los reyes pastores estaban trans-
grediendo la ley de Dios y sobrepasando los límites de su autori-
dad. En respuesta, Dios prometió darle a Su pueblo nuevos pas-
tores:

Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os


tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion;
y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con
inteligencia» (Jer 3:14-15).

¿Qué es cierto de estos nuevos pastores?


• Son regalos de Dios.
• Comparten la más sincera preocupación de Dios por Sus
ovejas.
• Y esta sincera preocupación se desarrolla con el cuidado de
alimentar a Sus ovejas sobre la ciencia e inteligencia de Dios
y Su ley, en lugar de su propia ciencia, o la ciencia de dioses
paganos y las prácticas de sus vecinos cananeos. La ciencia e
inteligencia de Dios, Su Palabra y Sus caminos nutren y sos-
tienen a las ovejas.

Pastores estúpidos (capítulo 10)


Por otro lado, los pastores que no dependen de la Palabra de
Dios son simplemente estúpidos.

Los pastores son unos estúpidos, no buscan consejos del SEÑOR; por eso
no pudieron salir adelante, y todo su rebaño está disperso (Jer 10:21, PDT).

124
En los versículos del capítulo 10 que condujeron a esta conde-
nación, Jeremías contrasta la impotencia de los ídolos y la estu-
pidez de sus adoradores con el Dios creador vivo. Los hombres
sabios de las naciones paganas son estúpidos y necios (Jer 10:8) y
«todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su
ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y
no hay espíritu en ella» (Jer 10:14). Luego en el versículo 21, dice
que los pastores de Israel son igual de estúpidos que los «sabios»
paganos porque ignoraron la Palabra del Dios viviente y comen-
zaron a adorar ídolos. Se convirtieron en aquello que adoraron.
En lugar de contemplar a Dios y volverse piadosos, miraron a los
ídolos paganos de la cultura circundante y se volvieron estúpidos.
Vale la pena hacer una pausa lo suficientemente larga para
considerar, ¿cómo sería hoy esa imitación de la cultura, especial-
mente entre aquellos que se llaman a sí mismos pastores evangé-
licos?

Malos, buenos y muy buenos (23:1-8)


En los primeros versículos de Jeremías 23, Dios promete cas-
tigar a estos pastores infieles, y luego promete reunir a su rebaño
con buenos pastores y el Buen Pastor:

¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice
Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apa-
cientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no
las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice
Jehová. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras
adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplica-
rán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni
se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. He aquí que vienen
días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como
Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será
salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le

125
llamarán: Jehová, justicia nuestra. Por tanto, he aquí que vienen días, dice
Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel
de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descenden-
cia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los
había echado; y habitarán en su tierra (Jer 23:1-8).

¿Qué cosas hacen estos pastores que los convierten en malos


pastores? Destruyen a las ovejas (v. 1), las dispersan (vv. 1, 2),
dejan que las ovejas se extravíen, las exponen al peligro y, gene-
ralmente, las desatienden (v. 2: «no las habéis cuidado»).
¿Por qué es tan malo descuidar y exponer a las ovejas al peli-
gro? Porque las ovejas son tontas e imprudentes. Necesitan di-
rección. ¿De qué manera califica Dios este tipo de descuido? Lo
califica como maldad (v. 2).
¿Qué hará Dios para resolver esta situación? Traerá a las ovejas
de vuelta a Su prado y levantará mejores pastores que cuiden de
ellas.
¿Qué harán estos mejores pastores por las ovejas?
• Las apacentarán en lugar de destruirlas, para que crezcan y se
multipliquen.
• Las reunirán en lugar de dispersarlas.
• Las vigilarán y rendirán cuentas por cada una de ellas («ni
serán menoscabadas»).
• Dios las mantendrá seguras en el rebaño en lugar de exponer-
las al peligro (v. 4 «no temerán más, ni se amedrentarán»).
Estas son categorías que debemos asociar con el trabajo de
pastorear el rebaño: apacentarlas para que puedan ser espiritual-
mente fructíferas y multiplicarse; reunirlas en el rebaño; vigilar
cada a una de ellas para que no se pierdan; mantenerlas dentro de
la seguridad del rebaño sin ninguna razón para temer a los lobos
que promueven falsas enseñanzas.
¿Pero cuál es la solución final de Dios para Su pueblo según el
versículo 5? Dios levantará un renuevo justo de la casa de David
126
para que sea rey, actúe sabiamente y haga justicia. La obediencia
justa y la actividad salvífica de este rey es lo que salvará al pueblo
del Señor de sus pecados y los hará habitar seguramente junto a
Él mientras siguen Su voz de regreso a Sus pastizales.
Dios levantará, pues, a varios pastores humanos para que diri-
jan y alimenten a Su pueblo. Pero, finalmente, será este renuevo
justo de David quien reine sobre las ovejas y sobre los pastores
subalternos a fin de establecer a Su pueblo en justicia, salvación y
seguridad. Este renuevo de David es, por supuesto, Jesucristo, el
Buen Pastor supremo de Juan 10.

El lamento de Jeremías (23:9-15)


En los versículos que siguen, escuchamos la reacción de Jere-
mías ante los líderes de su nación. Jeremías escribe:

A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos


mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó
el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque la tierra
está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los
pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía
no es recta. Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi
casa hallé su maldad, dice Jehová. Por tanto, su camino será como resbala-
deros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal
sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová. En los profetas de Samaria
he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi
pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían
adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para
que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodo-
ma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, así ha dicho Jehová de los
ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y
les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipo-
cresía sobre toda la tierra (Jer 23:9-15).

127
¿Qué está haciendo Jeremías en los versículos 9 y 10? Está la-
mentando la condición del pueblo y de la tierra.
¿Por qué? Porque Dios trajo la maldición de escasez del pacto
como resultado de la desobediencia de los profetas («a causa de la
maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se se-
caron»). La escasez aquí puede ser literal, pero también puede ser
espiritual: es una escasez de la Palabra del Señor entre los profetas
y sacerdotes. Dios dice que tanto los profetas como los sacerdotes
son impíos (v. 11), y promete juzgarlos (v. 12). En el versículo 13,
Dios trae de vuelta la imaginería pastoral al mencionar el extravío
de Su pueblo.
¿Cómo los profetas de Samaria hacen errar al pueblo de Dios
en el versículo 13? Al profetizar en nombre de Baal.
¿Cómo los profetas de Jerusalén los hacen desviarse en el
versículo 14? Al caminar en inmoralidad (adulterio) y falsedad
(heterodoxia), y al no hacer un llamado al pueblo al arrepenti-
miento «para que ninguno se convirtiese de su maldad». Llamar
a las personas al arrepentimiento es parte del pastorado bíblico y
espiritual.
Entonces, ¿de qué manera juzga Dios a estos profetas en el ver-
sículo 15? Dado que los profetas y sacerdotes son impíos según
el versículo 11 por su inmoralidad y heterodoxia, Dios los conta-
minará haciéndolos comer ajenjos y dándoles de beber agua de
hiel de Su juicio. Este es un ejemplo de lex talionis, la ley de la
retribución en la cual el castigo es acorde al delito.

«Mis palabras a mi pueblo» (23:16-22)


¿Cuál es en definitiva el problema con estos falsos profetas?
Ellos se oponen a Dios, lo cual se evidencia en el hecho de que
no comunican Su Palabra. En cambio, hablan de acuerdo a sus
propias ideas.
128
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su
propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me
irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación
de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque ¿quién estuvo
en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su
palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y
la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se
apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cum-
plido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis
cumplidamente. No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les
hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto,
habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su
mal camino, y de la maldad de sus obras (Jer. 23:16-22).

¿Cómo podríamos resumir el problema que se expresa en es-


tos versículos? Los profetas hablan de sus propias fantasías y no
comunican la Palabra de Dios. Hablan sin primero recibir y es-
cuchar palabra de parte de Dios (v. 18: «Porque ¿quién estuvo en
el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra?»; v. 21: «No envié
yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos
profetizaban»).
¿Qué habrían dicho los profetas al pueblo de Dios de haber es-
cuchado primero a Dios? Habrían anunciado el mensaje de Dios
a Su pueblo (v. 22). Y lo habrían llamado a volverse de «de su mal
camino, y de la maldad de sus obras». En otras palabras, habrían
llamado al pueblo al arrepentimiento.
¡Qué terrible advertencia presenta esto a los ancianos evan-
gélicos de la actualidad! Al comentar acerca de un capítulo ante-
rior de Jeremías, el pastor de Tenth Presbyterian Church, Phillip
Ryken, reflexiona sobre lo que será el resultado de los miembros
de la iglesia cuyos pastores predican «paz, paz» donde no hay paz.
Ryken escribe:
129
Es fácil imaginar que muchas personas dirán lo mismo en el día del juicio,
cuando Jesucristo juzgará a todos los hombres, mujeres y niños de acuerdo
a sus obras. «Esperábamos paz», dirán algunos. «Mi pastor me dijo que no
habría un infierno». O «Mi consejero espiritual dijo que Dios me aceptaría
siempre y cuando hiciera mi mejor esfuerzo».19

Ancianos, ¿quieren poner a los miembros de su iglesia en esta


posición?

Ovejas perdidas (50:6-7)


Cuando los pastores de Dios abandonan, ignoran o simple-
mente dan por sentado la Palabra de Dios, el pueblo de Dios ter-
minará descarriándose. Como el mismo Señor dice a través de
Jeremías:

Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los
montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de
sus rediles. Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemi-
gos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia,
contra Jehová esperanza de sus padres (Jer 50:6-7).

¿Cuáles son las fallas que Dios resalta entre sus pastores en
estos versículos? Primero, los pastores hicieron errar a las ove-
jas. Se descarriaron del redil, lejos de los delicados pastos y junto
a los peligrosos acantilados de los montes y de los montes a los
collados. Los collados en Jeremías están asociados con la adora-
ción a Baal, el dios de la tormenta (ver 2:20: cometiendo adulterio
sobre todo collado alto; también, 3:2: prostitución en las alturas
desoladas). Es probable que los pastores no solo eran los reyes,
sino también los sacerdotes y posiblemente también los profetas.
19  Philip Ryken, Jeremiah and Lamentations: From Sorrow to Hope [Jeremías y Lamentaciones: del dolor a la
esperanza], de la serie Preaching the Word [Predicar la Palabra], 158. ed. R. Kent Hughes (Crossway, 2001).

130
Todos ellos guiaron al pueblo a la idolatría y lejos de la verdadera
adoración al Dios verdadero.
Segundo, hicieron que las ovejas olvidaran sus rediles.
Tercero, no las protegieron de los animales salvajes que las de-
vorarían.
¿Qué efecto tiene esto sobre los extranjeros, es decir, aquellos
que no forman parte del pueblo de Dios? ¡Los extranjeros co-
menzaron a suponer que no eran culpables de atacar al pueblo de
Dios, dado que el pueblo de Dios estaba claramente corrompido
(«No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de
justicia, contra Jehová esperanza de sus padres»)!
Como vimos en nuestro estudio anterior, ser un pastor res-
ponsable implica saber a dónde vas con las ovejas, saber cómo
llegar allí, hacer lo mejor para asegurarte de que, efectivamente,
todas las ovejas lleguen allí, y asegurarte de que tu destino sea un
lugar seguro donde las ovejas tengan suficiente comida y agua, y
estén protegidas de los animales salvajes. Los malos pastores des-
cuidan todas estas responsabilidades. Están más impresionados
con su propia sabiduría que la de Dios. Codician más su propia
fama que la de Dios.
Como pastores del rebaño de Dios, somos responsables ante
Dios el Padre, bajo Jesucristo y por el poder de Su Espíritu de guiar
a la congregación a los delicados pastos de la Palabra de Dios y a
la verdadera adoración. Somos responsables de proteger a las ove-
jas de aquellos que quieran enseñarles falsas doctrinas (o ninguna
doctrina). Y somos responsables de guiarlas al descanso de Dios
confirmando su salvación a través de la correcta enseñanza y apli-
cación de las Escrituras de acuerdo con 1 Timoteo 4:12-16.

Esperanza en Dios como el Pastor verdadero (50:17-20)


Rebaño descarriado es Israel; leones lo dispersaron; el rey de Asiria lo
devoró primero, Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó después.
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yo castigo

131
al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria. Y volveré
a traer a Israel a su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el
monte de Efraín y en Galaad se saciará su alma. En aquellos días y en
aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no apare-
cerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que
yo hubiere dejado.

¿Quiénes son los leones aquí? Los reyes de Asiria y Babilonia.


Y nuevamente, Israel está descarriado, lo cual es algo malo. Dios
quiere que Sus ovejas estén unidas.
¿Qué hará Dios por Israel en el versículo 19? Volverá a traer a
Israel a Sus pastos.
¿Por qué? Para que Él pueda apacentarlas y estar satisfecho.
La meta de Dios para Sus ovejas, el motivo por el cual las trae de
vuelta a Sus pastos, es que ellas puedan pastar y quedar satisfe-
chas con comer del buen pasto. Él perdonará su iniquidad y les
concederá sus deseos de conocerlo y adorarlo verdaderamente.
Que nuestra labor contribuya y no obstaculice la acción de Dios
de reunir a Sus ovejas.

EZEQUIEL
Quizás más que cualquier profeta en el Antiguo Testamento, el
profeta Ezequiel es conocido por su incisiva condenación a los
pastores de Israel.

Guiar a las ovejas al pecado (Ezequiel 22)


En el capítulo 22, él indica cómo la negligencia de los pastores
resulta en el mal comportamiento entre las ovejas.

Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que
arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron
sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron

132
mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni dis-
tinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus
ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus príncipes en medio de
ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir
las almas, para obtener ganancias injustas. Y sus profetas recubrían con lodo
suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha
dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. El pueblo de la tierra usa-
ba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y
al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese
vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para
que yo no la destruyese; y no lo hallé (Ez 22:25-30).

¿Qué fallas particulares de los profetas y sacerdotes se resaltan


aquí? En vez de proteger a las ovejas, los profetas se aprovecharon
de ellas. Se enriquecieron a sí mismos y no enseñaron acerca de la
santidad de Dios ni modelaron esa santidad en sus propias vidas.
Los príncipes también actuaron como lobos en lugar de pastores,
para aumentar sus ganancias con dinero que no era legítimamen-
te suyo. Profetizaron de su propia imaginación en lugar de espe-
rar que Dios hablara y comunicar Su mensaje.

Profecía contra los pastores (34:1-10)


Ezequiel 34 presenta lo que puede ser la denuncia más famosa
en contra de los malos pastores en la Biblia.

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los


pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor:
¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan
los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engor-
dada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles,
ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil
la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de
ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son

133
presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron per-
didas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la
faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni
quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo
yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado,
y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni
mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí
mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de
Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores;
y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas;
ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de
sus bocas, y no les serán más por comida (Ez 34:1-10).

¿Qué están haciendo mal los pastores aquí? En primer lugar,


se apacientan a ellos mismos y no a las ovejas. Actúan como si
fueran dueños de las ovejas, capaces de tratarlas como les plazca,
en lugar de como Dios les había instruido que lo hicieran: como
mayordomos, no como dueños.
En segundo lugar, no curan a las enfermas ni vendan a las per-
niquebradas.
En tercer lugar, no trajeron de vuela al redil a las que se habían
descarriado. Según el versículo 5, este descarrío ocurrió debido a
que no había pastor.
En cuarto lugar, gobernaron a las ovejas duramente (v. 4 «os
habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia»).
En quinto lugar, debido a que estaban esparcidas, las ovejas
quedaron expuestas al peligro de animales salvajes que las de-
voraron. En el versículo 6, se nos da una descripción extensa de
esta dispersión: «Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los
montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron
esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien pre-
guntase por ellas». Dios lamenta la situación en la que Sus ovejas
están dispersas y deambulando solas.
134
¿Cómo reacciona a Dios ante tal negligencia? Dice que está en
contra de esos pastores, y les demandará Sus ovejas. Los llama
para que rindan cuentas. Se opone a ellos. No permitirá que Sus
ovejas soporten esa clase de trato por parte de pastores subalter-
nos negligentes y dominantes.

Una gran salvación (34:11-17)


En los versículos que siguen a esta denuncia en contra de los
malos pastores, Dios promete una gran salvación para sus ovejas:

Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis
ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está
en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de
todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscu-
ridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a
su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y
en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré, y
en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y
en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apa-
centaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré
la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y
fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré
con justicia. Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos
(Ez 34:12-17).

¿Cuál es la solución de Dios ante el fracaso de Sus pastores


subalternos? Él mismo pastoreará el rebaño. Y observa cómo hará
esto. En el versículo 11, buscará a las ovejas que estén descarria-
das. En el versículo 12, las librará de todos los peligros de los lu-
gares donde estuvieron esparcidas. En el versículo 13, las juntará
y traerá a Su tierra, y lo hace en este orden para apacentarlas.
135
Apacentar
Nota la repetición y la detallada descripción en estos versículos
de la idea de apacentar: «y las apacentaré en los montes de Israel,
por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. En bue-
nos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará
su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos
serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis
ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor». Este pastoreo
y esta guía hacia el descanso es la meta de la búsqueda, liberación
y reunión. Todo lleva al apacentamiento y al aprisco.
Saltando algunos versículos más, leemos: «Y levantaré sobre
ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apa-
centará, y él les será por pastor» (Ez 34:23).
¿Cuál es la principal actividad de este pastor que Dios coloca
sobre el pueblo? Dios enviará a Su siervo David, sobre Su pueblo
para apacentarlas. Una vez más, la función de apacentar repre-
senta por metonimia todo lo que un pastor hace. Apacentar es
la labor principal del pastor. La razón por la que el pastor guía y
cuida a las ovejas, la razón por la que busca a las que se descarrían
y cura a las que están heridas, es para que ellas puedan llegar a los
delicados pastos y alimentarse.

Conclusión
El bosquejo del pastorado que obtenemos de Jeremías y
Ezequiel es uno que consiste en reconocer que las ovejas son de
Dios y no nuestras, lo cual nos impide que usemos el rebaño para
nuestros propios fines.
• Esto implicar reunir a las ovejas esparcidas, vendar a las que
están quebradas y sanar a las enfermas, mantenerlas juntas
sin que falte ninguna.
• Esto implica proteger al rebaño de los lobos en lugar de apro-
vecharnos de ellas, y guiarlas a la seguridad y satisfacción de
su propio pastizal.
136
• Y todo esto con el fin de apacentarlas sobre el conocimiento
del carácter, la Palabra y los caminos de Dios. Se puede ha-
cer referencia de forma abreviada a todo este trabajo pastoral
con el lenguaje de alimentar a las ovejas o apacentarlas en
tierras de buenos pastos.

EL EVANGELIO DE MARCOS
En Marcos 6:34 leemos: «Y salió Jesús y vio una gran multitud, y
tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían
pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas». Aprendimos que
esa frase «ovejas sin pastor» aparece en Números 27:17, cuando
Moisés ora cerca del final de Su ministerio: «que salga delante de
ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduz-
ca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin
pastor». Dios respondería la oración de Moisés en la persona de
Josué. Claramente, se trata de una frase acerca del liderazgo.20
En el contexto de Marcos 6, ¿qué siente Jesús por la multitud?
Compasión. Esa palabra en el griego es splagknizomai. Significa
«movido en el interior» o, literalmente, «movido en las entrañas».
Hay profundidad en Su compasión. Él los ama con una preocu-
pación profunda e interna.
¿Por qué siente compasión por ellos? Porque son como ovejas
sin pastor. No tienen un líder, un señor, nadie que vaya delante
de ellos.
¿Cómo expresa Su compasión o preocupación? Les enseña mu-
chas cosas. No se convierte en su líder político o militar. No alar-
dea ni intenta quedar bien, como lo harían los líderes del mundo.
Él actúa como su pastor y líder, primordialmente, enseñándoles.
También procede a suplir sus necesidades físicas, pero lo primero
20  También ocurre en 1 Reyes, donde Micaías profetiza a Acab, rey de Israel, los resultados de la derrota militar
de Acab en manos de un rey pagano. «Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas
que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz» (1R 22:17).

137
que hace es enseñarles. Alimenta sus almas, y solamente después
de eso, alimenta sus cuerpos.
¿Qué significa esto para nosotros como pastores y líderes cen-
trados en Cristo? El pastorado está vinculado a la enseñanza, tal
como Dios dice a través del profeta Jeremías: «y os daré pastores
según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligen-
cia» (3:15).

EL EVANGELIO DE MATEO

Gobernar
Además de las claras conexiones entre David y Jesús que se
presentan en la cronología de Mateo, Jesús es presentado a los
lectores de Mateo cuando Herodes indaga acerca del lugar de na-
cimiento del Mesías. Así, Él es presentado como el cumplimiento
de la promesa del Antiguo Testamento de un pastor venidero:

Y ellos [los principales sacerdotes y los escribas] le dijeron: En Belén de Ju-


dea, porque así está escrito por el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá,
de ningún modo eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
porque de ti saldrá un Gobernante que pastoreará  a mi pueblo
Israel» (Mt 2:5-6, LBLA).

¿De dónde proviene esta cita en el versículo 6? De Miqueas


5:2-4, que dice:

Pero tú, Belén Efrata aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti
me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde
tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Por tanto, Él los abandona-
rá hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de
sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Y Él se afirmará y pastoreará su
rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su

138
Dios. Y permanecerán, porque en aquel tiempo Él será engrandecido hasta
los confines de la tierra.

Decir que Jesús es el Pastor de Su rebaño es decir que Él es un


gobernante. Tanto Mateo como Miqueas usan la imagen pasto-
ral para comunicar gobierno o autoridad. Él tiene autoridad para
liderar al rebaño, porque se supone que Él debe saber dónde se
encuentran los delicados pastos. Y cuando las ovejas terminen de
alimentarse y estén listas para regresar a casa, se supone que Él
debe saber el camino de regreso del desierto al redil. Él las dirige
porque conoce el camino a casa.
Parte de esa autoridad gobernante, entonces, es protectora. Él
tiene la autoridad de ahuyentar a los agresores, y no teme ejercer
dicha autoridad para proteger a las ovejas. También tiene la auto-
ridad para proteger a las ovejas de sí mismas. El Buen Pastor no
se quedará de brazos cruzados viendo cómo una oveja molesta a
otra, o cómo una oveja deambula lejos de la seguridad del rebaño,
corriendo el riesgo de perderse, caerse de un acantilado o de ser
devorada por un depredador. La autoridad o gobierno del pastor
es una autoridad de protección, sustento y alimento que hace es-
forzados sacrificios por la paz y la seguridad del rebaño.

Gobernar con mansedumbre


La autoridad del pastor no debe ser ejercida con dureza o arro-
gancia, sino con mansedumbre. Considera las palaras de Jesús
en Mateo 11: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y car-
gados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga» (Mt 11:28-30). Estos versículos no nos presentan una me-
táfora pastoral, pero Jesús sí se dirige a nosotros, y en ella se nos
representa como animales.
139
¿Qué hacemos con llevar el yugo de Jesús sobre nosotros? Nos
volvemos Sus discípulos y aprendemos de Él («Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí»). La palabra aprender es man-
thano, la forma verbal del sustantivo griego mathatais o discípulo.
De manera que, cuando Jesús habla de Su relación con nosotros
como el cuidador de un rebaño de animales, la vincula con la idea
de enseñar. Él viene a nosotros como un Maestro, un Maestro
con autoridad para enseñar.
Pero ¿qué actitud asume Jesús hacia nosotros? Una actitud de
mansedumbre y humildad de corazón. La frase humilde de cora-
zón es traducida del griego tapeinos, o espíritu humilde, manso.
Jesús no viene a nosotros con una actitud altanera. No se enseño-
rea sobre nosotros como un catedrático severo. Se dirige a noso-
tros con el yugo del discipulado en un espíritu humilde.
¿Qué significa eso para nosotros como pastores del rebaño de
Dios, para los líderes de la iglesia? La mansedumbre y la autori-
dad van de la mano en el gobierno del Príncipe de los pastores;
por tanto, nosotros también debemos mantenerlas unidas al lide-
rar al rebaño. Parte de seguir el ejemplo de Jesús como el Príncipe
de los pastores consiste en aprender cómo combinar la autoridad
con la mansedumbre y la humildad.
¿Cómo hacemos morir el orgullo? Debemos pedirle a Dios que
cultive en nosotros un espíritu humilde y que destruya nuestro
orgullo. También debemos servir como Jesús sirvió, incluso has-
ta el extremo de la muerte (Fil 2:7-8). La enseñanza y el servicio
humilde es el modelo de liderazgo espiritual que Jesús establece
para Sus pastores subalternos. Esa es nuestra meta. Queremos ser
(y que la congregación nos reconozca) como hombres de espíri-
tu y corazones humildes, que enseñan la Palabra de Dios con la
autoridad espiritual que proviene de Dios, autoridad que no se
sustenta en nuestras personalidades o técnicas, sino que se deriva
de predicar Su Palabra fielmente. Así es cómo debemos expresar
nuestro amor y compasión por la congregación, de la misma ma-
140
nera como Jesús expresó el Suyo. Como pastores subordinados al
pastorado de Jesús, estamos llamados a guiar a la congregación
a que lleve el yugo del discipulado de Jesucristo y aprenda de Él.

Comisionar a pastores subalternos


Cuando llegamos a Mateo 9, encontramos el pasaje paralelo de
Marcos 6:34, pero un poco más detallado.

Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos,
y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda do-
lencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Enton-
ces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies (Mt 9:35-38).

¿Cuál es la actitud de las multitudes aquí? Desamparadas (sku-


llô: preocupadas, enojadas; despellejadas o flageladas) y dispersas
(riptô: derribadas, zarandeadas; la misma palabra que se utiliza
en Lucas 4:35 para describir la acción del demonio que derrum-
bó al hombre al suelo). Jesús ve que no tienen paz. Tal vez están
agraviadas o incluso asustadas, y parecen ser tratadas negligente-
mente. No hay quien cuide de ellas. Al igual que en Marcos 6:34,
son como ovejas que no tienen pastor. Pero aquí la reacción de
Jesús es diferente. ¿Qué hace aquí? No les enseña Él mismo. Or-
dena a Sus discípulos que oren para que obreros sean enviados a
la mies. Jesús delega parte de Su autoridad pastoral a Sus discípu-
los. Los obreros serán quienes recojan la mies. Y esto se confirma
en el próximo capítulo, donde Jesús encarga formalmente a Sus
discípulos a llevar a cabo el trabajo del pastorado.

Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíri-
tus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia (Mt 10:1).

141
Esto era lo que Jesús hacía en el versículo 35 del capítulo 9:
sanar toda enfermedad y toda dolencia. El trabajo de Jesús se con-
vierte en el suyo, Él les da la bienvenida a Su misión y encomien-
da una tarea.

Compartir Su sufrimiento
Pero unos pocos versículos más tarde, les dice:

He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes


como serpientes, y sencillos como palomas (Mt 10:16).

¿Qué advertencia comunica acerca de la naturaleza de su tra-


bajo? Que era peligroso e implicaría sufrimiento. Jesús los envió
intencionalmente como ovejas en medio de lobos. Ellos serían
traicionados, entregados a las autoridades, interrogados y azo-
tados (vv. 17-18). Debían esperar ser traicionados por sus fami-
liares, incluso hasta el punto de ser ejecutados (v. 21). Debían
esperar ser odiados por causa del nombre de Cristo (v. 22). Pero
todo esto sería para el avance del evangelio «por causa de mí, para
testimonio a ellos y a los gentiles» (Mt 10:18).
El punto es que el llamado al pastorado es un llamado al sufri-
miento. Ser enviados como obreros a la mies, ser enviados por el
Gran Pastor para llevar a cabo Su trabajo de reunir y cuidar a las
ovejas, es un llamado a sufrir. El llamado al discipulado cristiano
y el llamado a trabajar como pastores subalternos de Jesucristo,
son llamados tanto al sacrificio personal como a la exposición a
toda clase de dolor y pérdida en este mundo.

Asumir la responsabilidad por todos


Además de enfrentar el sufrimiento de Cristo, los pastores
bajo el liderazgo de Jesús cargan con la responsabilidad de asumir
responsabilidad por cada una de las ovejas del rebaño. Al contar
la parábola de la oveja perdida, Jesús dice:
142
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas,
¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija
más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no
es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de
estos pequeños (Mt 18:12-14).

Este pasaje es una respuesta a la pregunta de los discípulos en


el versículo 1 del capítulo 18 acerca de quién será el mayor en el
reino de los cielos. Jesús responde invirtiendo su idea sobre la
grandeza. En el versículo 3, dice que ellos tendrán que ser como
niños, las personas más incapaces de todas, para entrar en el rei-
no de los cielos. En el versículo 10, les dice que no desprecien a
los niños, y luego resume la parábola de la oveja perdida diciendo
que el Padre no quiere que ni siquiera uno de Sus pequeños se
pierda.
¿Qué crees que dice eso acerca del criterio de Jesús de Su rol
como el Pastor de Su pueblo? Él sabe que es responsable por cada
uno de ellos, individualmente. Se preocupa por los más débiles y
pequeños, no solo por los más fuertes y productivos. Él busca a
cada uno de los que se extravían. Así también deben hacerlo los
ancianos de las iglesias de Cristo.

Ejercer juicio
Si continúas leyendo tu Biblia después de esta parábola, en-
contrarás que Jesús pasa a abordar en el siguiente párrafo el tema
de la disciplina de la iglesia. La disciplina de la iglesia correcti-
va, curiosamente, es uno de los medios para buscar a las ovejas
perdidas. Cuando una iglesia excluye a un miembro por algún
pecado impenitente, hace que el estatus del extraviado sea explí-
cito, o claro, por tanto, le presenta al extraviado la oportunidad
de ser restaurado. Como mínimo, protegerá al rebaño al exponer
a aquel que en realidad es un cabrito o un lobo vestido de oveja.
143
Esta autoridad de la iglesia local para juzgar a aquellos dentro
del rebaño (ver 1Co 5:12) es un anticipo del juicio de Dios entre
las ovejas y los cabritos en el día final. Como Jesús proclamó:

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles
con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de
él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor
las ovejas de los cabritos (Mt 25:31-32).

Dios se reserva la prerrogativa de la separación final entre


aquellos que están en el rebaño y los que no lo están. Pero le da a
la iglesia local la autoridad para ejercer la disciplina correctiva, y
cuando se trata de expulsar a alguien de la iglesia, los ancianos di-
rigen a toda la congregación a tomar esa medida juntos. Esa es la
razón por la que Pablo exhorta a la iglesia en Corinto que «[qui-
ten] de en medio de vosotros el que cometió tal acción» (1Co 5:2).

EL EVANGELIO DE LUCAS
Nuestro vistazo al Evangelio según Lucas será muy breve. En el
capítulo 15, Lucas presenta el relato paralelo de la parábola que
observamos en Mateo 18. En el cual vale la pena meditar una vez
más.

Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fari-
seos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con
ellos come. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de
vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y
nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando
la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a
sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado
mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento (Lc 15:1-7).

144
¿Describe este texto nuestro deseo como ancianos de ver a
Dios llevar a cabo la gran obra de la conversión entre nosotros y
nuestra comunidad? ¿Estamos como ancianos orando para que
un mover del Espíritu de Dios entre nosotros haga Su obra de
conversión a través de nuestras congregaciones? ¿Qué nos impi-
de orar de esta manera?

EL EVANGELIO DE JUAN

Proteger, conocer, reunir


El Evangelio según Juan nos presenta algunas de las declara-
ciones más extensas y hermosas acerca de Jesús como nuestro
Buen Pastor. Tal como expresa Jesús en el capítulo 10:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asa-
lariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así
que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo
soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como
el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el
Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre (Jn 10:11-18).

¿Qué aspectos del carácter y la responsabilidad del Buen Pas-


tor resaltan aquí? Primero, a diferencia del asalariado, el buen
pastor se preocupa por las ovejas. De hecho, está tan preocupado
por ellas, que está dispuesto a entregar Su vida por ellas. No teme
ni es renuente a sacrificarse por el bien de Su rebaño. Se sacrifica
específicamente en Su servicio de proteger a las ovejas de los lo-
145
bos. Él pone Su vida en juego para defender a las ovejas. Se sacri-
fica de manera única al dar Su vida como una ofrenda por ellas.
Segundo, Él conoce a Sus ovejas. Sabe quiénes son Sus ovejas,
conoce la condición de Su rebaño y Su rebaño reconoce Su voz y
lo sigue confiadamente.
Tercero, Él reúne a Su rebaño y lo mantiene unido. Un solo
rebaño con un solo pastor. Lo ideal es que el rebaño permanezca
unido.
¿Qué significa todo esto para nosotros como pastores subalter-
nos de Cristo?
En primer lugar, significa que estamos llamados a proteger
al rebaño. Debemos estar pendientes de los lobos y cultivar en
nuestros corazones la disposición de defender al rebaño de esas
amenazas, incluso a nuestras expensas. Debemos orar para que
Dios plante y desarrolle en nosotros una preocupación amorosa
y protectora por la condición de las ovejas y por su seguridad de
los lobos que enseñan y practican falsas doctrinas.
En segundo lugar, como pastores, debemos trabajar por cono-
cer a las ovejas y asegurarnos de que ellas nos conozcan. El buen
pastor no es indiferente a sus ovejas. Ser un buen pastor implica
más que solo asistir a las reuniones regulares de los ancianos. Im-
plica moverse entre la congregación de una manera particular.
Debemos interactuar con la gente tanto como Dios nos permita.
Algunos de nosotros seremos mejores en esto que otros, al enta-
blar contacto con las personas por su bienestar espiritual. Esto
variará dependiendo de cada pastor, pero todos debemos esfor-
zarnos por llegar a conocer a las ovejas.
Permíteme ofrecer otras implicaciones en relación a esa se-
gunda tarea. Trabajar duro para saber cuáles ovejas en específi-
co Dios ha confiado a nuestro cuidado implica tomar en serio la
membresía de la iglesia. Por tanto, debemos tener cuidado con la
forma en la que admitimos a miembros en el rebaño, y debemos
tener cuidado con la forma en la que vemos a miembros fuera del
146
rebaño. Asimismo, conocer al rebaño implica estar al tanto de la
condición de cada oveja de manera particular y de la condición
del rebaño como un todo. No salgas corriendo después de los ser-
vicios, quédate y conversa. Llama a personas durante la semana.
Sé tan hospitalario como puedas.
Tercero, los pastores subordinados al liderazgo de Cristo de-
ben saber cómo reunir al rebaño. Queremos mantener a las ove-
jas unidas. Es peligroso que las ovejas deambulen por su cuenta.
Siempre es mejor mantenerlas juntas. Esto implica dos cosas: para
comenzar, podemos mantener al rebaño unido logrando retomar
un solo servicio dominical matutino en lugar de dividir a la con-
gregación, lo cual hace que muchos de ellos nunca puedan adorar
y crecer juntos. De igual manera, queremos promover la verdade-
ra clase de paz entre la congregación de diferentes formas: repri-
miendo las discusiones entre las ovejas, asegurándonos de que los
más fuertes no se aprovechen de los más débiles, asegurándonos
de que nuestra enseñanza y liderazgo fomente la verdadera clase
de unidad pacífica y asegurándonos de que el servicio de los diá-
conos también estimule dicha unidad.

Mayordomía, alimentación, sacrificio personal


La declaración más dramática de Jesús al comisionar a Sus
pastores subalternos tiene que ser el llamado de Jesús a Pedro
para que alimente a Sus ovejas. Leemos:

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le
dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo:
Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió:
Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis
ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas

147
a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá
otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué
muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. Volvién-
dose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo
que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién
es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué
de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Sígueme tú (Jn 21:15-22).

El verbo central para el mandato de Jesús de pastorear o apa-


centar es la palabra griega boskô, que específicamente significa
alimentar.
¿De quiénes son las ovejas que Jesús ordena a Pedro que ali-
mente? De Jesús. Las ovejas seguirán perteneciendo a Jesús. Pedro
no es su dueño. Simplemente se le ha comisionado alimentarlas
y cuidar de ellas como un pastor subalterno responsable ante el
Dueño de las ovejas.
¿Cuál es la relación entre el amor por Cristo y alimentar a Sus
ovejas? Alimentar a las ovejas de Jesús es la manera específica en
que Jesús quería que Pedro lo amara. Como pastor del pueblo
de Dios, Jesús quería que Pedro alimentara a Su rebaño como
evidencia y consecuencia del amor de Pedro por Él. Jesús se iden-
tifica íntimamente con Su pueblo. Hace algo parecido con Pa-
blo en Hechos 9, cuando le dice a Pablo, en ese entonces Saulo,
que al perseguir a la iglesia, lo estaba persiguiendo a Él. «Saulo,
Saulo, ¿por qué me [no a mi pueblo] persigues? Él dijo: ¿Quién
eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (Hch
9:4-5). Dos veces en estos versículos en Hechos, Jesús se identi-
fica con Sus ovejas. Lo mismo ocurre en Juan 21, pero aquí Jesús
se identifica con el tipo de trato opuesto que reciben Sus ovejas.
En Hechos 9, Jesús se considera perseguido cuando Su pueblo es
perseguido; en Juan 21, se considera amado cuando Su pueblo es
amado (ver Mt 25:35-40).
148
¿Qué significa esto para nosotros como pastores bajo el lide-
razgo de Jesucristo? Primero, debemos recordar que nosotros
somos simples mayordomos. Somos responsables ante Jesús por
la forma en la cual pastoreamos y alimentamos a Sus ovejas. Él
es el dueño del rebaño, nosotros somos Sus pastores subalternos
(Heb 13:17). Debemos, pues, trabajar arduamente por brindar
atención práctica e instrucción doctrinal cuando sea necesario, y
hacer todo lo que Dios nos permita a fin de presentar perfecto en
Cristo a todo hombre (Col 1:28).
En primer lugar, el encargo de Jesús a Pedro nos recuerda a
los ancianos que debemos alimentar a las ovejas. Eso puede ser
diferente para un anciano predicador como yo y un anciano que
no pertenece al equipo pastoral contratado. Para este último, ali-
mentar a las ovejas puede llevarse a cabo iniciando relaciones de
discipulado uno a uno regulares al compartir un café, un desa-
yuno o un almuerzo; liderando un estudio bíblico en casa; ense-
ñando una clase dominical; invitando a solteros o parejas jóvenes
casadas a tu hogar para cenar y conversar de temas espirituales; o
siendo una persona conocida en la congregación por ser de fácil
acceso para pedir consejería bíblica y oración. Como sea que se
vea eso en tu vida. El encargo de Jesús a Pedro será algo que te
impulse. Que tu corazón esté ansioso por alimentar a otros, en
cualquier oportunidad que Dios te dé.
Dicho eso, también debería implicar predicar ocasionalmente
frente a toda la congregación, en una que otra reunión de la igle-
sia. La congregación puede volverse innecesariamente limitada
al escuchar únicamente a un solo predicador, sin importar quién
sea. Rompe la monotonía de tener que escuchar mi voz en todos
los servicios, y permite que el rebaño vea a otros hombres mane-
jando fielmente la Palabra. Les brinda el beneficio de aprender
del pensamiento y trabajo santificado de alguien más en el texto.
Y les da a los pastores la oportunidad de perfeccionar y expandir
las habilidades para el oficio de anciano. Parte de la capacitación
149
pastoral debe ser la experiencia en alimentar formalmente a las
ovejas desde el pulpito.
En tercer lugar, el encargo de Cristo a Pedro nos recuerda a
los ancianos el llamado al sacrificio personal, Jesús no estaba sim-
plemente llamando a Pedro a un estilo de vida fácil en el campo.
Estaba llamando a Pedro a la cruz. El ministerio pastoral impli-
ca morir a nosotros mismos, a nuestra carne, a nuestra pereza, a
nuestro orgullo y a nuestro sentido de titularidad. Es un llamado
a crecer en nuestra disposición de hacer sacrificios personales por
el bien de las ovejas como una expresión de nuestro amor y leal-
tad al Dueño de las ovejas (1R 22:17).

HECHOS
Al dirigirse a los ancianos de la iglesia en Éfeso, el apóstol Pablo
expresa:

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu San-
to os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán
en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de
vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para
arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres
años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que
tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados
(Hch 20:28-32).

En los párrafos que preceden a estos versículos, Pablo les re-


cuerda a los ancianos que él había servido al Señor con toda hu-
mildad y con lágrimas, y pruebas que le habían sobrevenido por
causa de los judíos (v. 19). No rehuyó a declararles nada que no
fuera provechoso, enseñándoles públicamente y por las casas,
testificando tanto a judíos como a gentiles del arrepentimiento
150
para con Dios y de la fe en el Señor Jesucristo (vv. 20-21). Su
único propósito en la vida se había convertido en testificar so-
lemnemente del evangelio de la gracia de Dios (v. 24). Y luego les
asegura que, habiéndoles predicado acerca del reino de Dios, les
había declarado todo el consejo de Dios (vv. 25-27). Después de
hablar de su ministerio, Pablo comienza a ordenar a los ancianos
en Éfeso que cuiden de ellos mismos y del rebaño.
¿Cuál es, entonces, la conexión entre el ministerio de Pablo
y el ministerio de los ancianos de la iglesia local? En otras pala-
bras, ¿de qué manera este contexto de proclamación y testimonio
respalda el mandato de Pablo a los ancianos de pastorear el re-
baño de Dios? Pablo estaba modelando en su propio ministerio
apostólico cómo ser un pastor del rebaño de Dios. El pastorado
implica servicio, humildad, lágrimas, pruebas y valentía, declarar
la totalidad de las Escrituras, enseñar públicamente, enseñar por
las casas, testificar del arrepentimiento y la fe en Cristo, predicar
el reino, y declarar todo el propósito de Dios al rebaño.
Allí la palabra griega traducida mirad (v. 28) es pros-echo, que
significa estar atento a, estar consciente de, dirigir tu mente hacia
una persona o cosa. «Mirad» implica prestar mucha atención a
algo y mantenerse en guardia. Los ancianos deben atender dos
cosas: a ellos mismos y al rebaño.
¿Por qué un anciano debe prestar especial atención a sí mis-
mo? ¿No es eso egoísta? No, es responsable. Un anciano es líder
del rebaño. Si el pastor cae, las ovejas caerán con él. Por esa razón,
Pablo exhorta a Timoteo en otra parte: «Ten cuidado de ti mismo
y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a
ti mismo y a los que te oyeren» (1Ti 4:16).
¿Cómo obedecemos este mandato? Leyendo nuestras Biblias,
ayunando, orando, leyendo buenos libros teológicos que nos ins-
truyan en la doctrina bíblica y nos mantengan fieles al texto bí-
blico en nuestra enseñanza. Edificando mutuamente amistades y
relaciones de discipulado. A través de relaciones de rendición de
151
cuentas. Dando y recibiendo estímulo y críticas piadosas los unos
a los otros.
También debemos cuidar de todas las ovejas. ¿Por qué Pablo
dice «todo» el rebaño? Para ayudar a los ancianos a que eviten el
peligro del favoritismo.
¿Qué clase de cosas estamos vigilando cuando prestamos es-
pecial atención al rebaño? Según lo que dice Pablo en los versí-
culos 29 y 30, debemos cuidarnos de los falsos maestros, de las
falsas doctrinas, de los métodos y prácticas falsos que desvían
a los discípulos del rebaño. No fuimos llamados a examinar la
vitalidad de la vida social de las personas o su condición finan-
ciera. Estamos llamados a mirar su doctrina, sus prácticas y la
manera en que esas doctrinas y prácticas afectan tanto su estado
espiritual como el de otros en la iglesia. Esto es lo que significa
ser supervisores del rebaño. Supervisamos la doctrina y prácticas
de nuestras ovejas, y la forma en la cual ambas cosas impactan el
crecimiento o la atrofia espiritual de la congregación. Queremos
hacernos preguntas como estas:
• ¿Están la doctrina y las prácticas haciendo que la iglesia y
sus miembros sean más fuertes o débiles espiritualmente ha-
blando?
• ¿Están siendo alimentados sobre el mejor pasto?
• ¿Se les está dando agua pura para beber?
• ¿Se atacan unos a otros o se cuidan entre sí?
• ¿Hay cabritos entre las ovejas que dominan a los más débiles,
o los más fuertes ayudan y protegen a los más débiles?
¿De dónde provienen estos peligros, estos lobos, en los versí-
culos 29 y 30? Provienen tanto del exterior del rebaño como de
su interior. Por tanto, los ancianos tienen que estar atentos a los
peligros externos e internos.
Para seguir reflexionando sobre los peligros internos por un
momento, el anciano debe prestar atención a las relaciones dentro
de la iglesia entre líderes y seguidores naturales: «Y de vosotros
152
mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas», se-
ñala Pablo. Alguien en la iglesia, tal vez incluso un anciano, puede
levantarse y enseñar cosas que son contrarias a la sana doctrina.
¿Cómo supervisamos esa clase de dinámicas internas? Los
grupos pequeños son una forma de hacerlo. Cuando un hombre
lidera a un grupo pequeño, tiene un mejor sentido relacional de
los diferentes individuos de la congregación. Otra manera de ha-
cerlo sería brindando orientación bíblica y doctrinal clara para la
iglesia de forma general. Esto debe hacerse a través del pulpito,
la escuela dominical, la declaración de fe, el boletín informativo
de la iglesia y a través de otras avenidas. Cuanto más clara sea la
sana doctrina en una iglesia, más claros serán los desafíos a la
sana doctrina.
Ahora, para reflexionar un poco más sobre los peligros exter-
nos, recordemos lo que Pablo dice en el versículo 29: «entrarán
en medio de vosotros [desde el exterior] lobos rapaces, que no
perdonarán al rebaño». Hay personas enseñando una mala doc-
trina «allá fuera», y nosotros debemos asegurarnos de proteger al
rebaño de todas estas influencias, ya sea que las influencias pro-
vengan de una comunidad de estudios bíblicos, conferencias o
libros vendidos en la librería cristiana.
¿Cómo supervisamos tales dinámicas externas? A través de la
lectura personal de la Biblia para saturarnos de la verdad. Me-
diante la oración personal para que la luz del Espíritu Santo nos
dé la mente de Cristo al estudiar Su Palabra. Leyendo buenos li-
bros teológicos que refuercen la verdad bíblica. Leyendo libros
malos con sumo cuidado para discernir dónde se encuentran los
peligros y errores. Estudiando la historia de la iglesia para ver
dónde la iglesia ha errado en el pasado.
(Lucas llama a estos hombres «ancianos» en el versículo 17,
pero Pedro los llama «obispos» en el versículo 28, supervisores
que pastorean el rebaño). La Escritura usa estas palabras de ma-
nera intercambiable. El término griego episkopos, que se traduce
153
como obispo o supervisor, se utiliza de manera intercambiable
con presbuteros, «ancianos», al igual que con el término «pastor»,
poimen. Un anciano es un supervisor que es pastor. No hay dis-
tinción. Todos apuntan hacia el mismo oficio.
Supervisar los peligros externos e internos implica estar dis-
puestos a entrar en el incómodo territorio de amonestar a otras
personas. Como Pablo exhorta a los ancianos en Éfeso en el ver-
sículo 31: «Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de
noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada
uno». Una vez más, ¿cuál es la conexión entre el ministerio de
Pablo y el ministerio que él desea que los ancianos en Éfeso ten-
gan? Él quiere que su ministerio de amonestación sincera sea el
modelo para ellos. ¿Qué significa amonestar a alguien? La pala-
bra griega es nouth-e-teô, de nous, mente y tith-ae-me, colocar.
Amonestar es colocar algo en la mente de alguien. Es instruir, ex-
hortar o advertir, específicamente acerca de la verdad de Dios en
Cristo y las implicaciones personales y colectivas de esta verdad
para el pueblo de Dios.

PEDRO

Sufrir por el bien del nombre


Cuando Pedro usa por primera vez la metáfora de Cristo como
nuestro pastor, la utiliza en el contexto del sufrimiento de Cristo,
y el llamado de Cristo a los cristianos a seguir Sus pisadas. Pedro
escribe:

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por noso-
tros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo peca-
do, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía
con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa
al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos

154
a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas (1P 2:21-25).

El Gran Pastor se convirtió en el Cordero sacrificial. Su sufri-


miento como sustituto por todos los que se arrepienten y creen es
único. No hay nada que podamos emular aquí. Solo el sacrificio
de Cristo puede expiar el pecado. Al mismo tiempo, Pedro señala
que Cristo sufrió «dejándonos ejemplo, para que [sigamos] sus
pisadas».
De nuevo, este pasaje se dirige a los cristianos en general, pero
¿cómo podríamos aplicarlo a los pastores de manera particular?
Convertirse en pastor es un llamado al sacrificio personal, como
el de Cristo por el bienestar espiritual de las ovejas. Ser pastores
que siguen el ejemplo del Gran Pastor significa estar llamados
a sufrir por las ovejas. Como mínimo, significa estar llamados a
estar dispuestos a sufrir por su protección espiritual y progreso
en el evangelio. No debemos tener un complejo de mesías, como
si fuéramos nosotros los que debemos salvarlos. Eso no honra a
Cristo. Él recibe la honra cuando demostramos nuestra disposi-
ción de sacrificarnos por el bienestar espiritual de Sus ovejas.
Este pasaje también es un llamado a los ancianos a la santidad
personal y práctica en el contexto del sufrimiento, y no debemos
cometer ningún pecado cuando sufrimos por el bienestar espiri-
tual de Su rebaño.
¿Estamos dispuestos a sufrir por las ovejas de Cristo? ¿Cómo
desarrollamos tal disposición? Debemos pedirle al Señor que au-
mente nuestro amor y respeto por Su gloria y la forma en la cual
esta se magnifica en nuestro sufrimiento a favor del rebaño. Solo
Su Espíritu puede acrecentar nuestro amor por Cristo, desarro-
llándolo en nuestros corazones a través de Él.
La conexión entre el llamado de un anciano y la disposición a
sufrir se vuelve más clara en el capítulo 5.
155
Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y
testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria
que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando
por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por
la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo seño-
río sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del
rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona
inmarcesible de gloria (1P 5:1-4, LBLA).

La palabra «por tanto» en el versículo 1 nos conecta con el


texto anterior en el capítulo 4, donde Pedro relaciona nuestro
sufrimiento como cristianos con la gloria de Dios como nuestro
Creador y Redentor. Tal como dice el versículo 14: «Si sois vitu-
perados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque
el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros». Luego, en el
versículo 16: «pero si alguno padece como cristiano, no se aver-
güence, sino glorifique a Dios por ello». Es en este contexto del
sufrimiento cristiano y la abnegación por el bien de la gloria de
Dios que Pedro dice: «Por tanto, a los ancianos entre vosotros,
exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de
Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revela-
da: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros». Aquí, entonces,
el pastorado está explícitamente vinculado al sufrimiento por el
nombre de Cristo. En otras palabras, el llamado a pastorear el re-
baño es un llamado a sufrir por la gloria de Cristo de una manera
particular, al realizar un servicio particular al pueblo de Dios. La
disposición del anciano a sufrir por la gloria de Cristo debe ser
un modelo para los miembros de sus iglesias. Los ancianos deben
ser «los primeros en la fila», por así decirlo, que lideran al resto.

Voluntariamente y con sincero deseo


¿De qué otra forma se llama a los ancianos a pastorear el reba-
ño aquí? Al supervisar. El ejercicio de la supervisión es el partici-
156
pio que describe el mandato de pastorear. La palabra para ejercer
supervisión es episkopeô, de donde obtenemos la palabra super-
visor u obispo. Significa vigilar o cuidar. Pastoreamos a las per-
sonas al vigilarlas, prestando atención a su condición espiritual.
Los ancianos deben realizar esta supervisión voluntariamente.
Los ancianos deben hacer este trabajo con sinceridad.
Y los ancianos deben demostrar ser ejemplos para el rebaño.
¿De qué manera desea Pedro que los pastores de Dios sirvan de
ejemplo? Parece ser que a través de su humildad. Pedro les enseña
a no enseñorearse sobre las ovejas bajo su cuidado. Observa que
el siguiente mandato para todos sus lectores en el versículo 5 es
que nos revistamos de humildad, y en el versículo 6, ordena que
nos humillemos. Como escribió un comentarista: «Los ancianos
no deben entrar en el ministerio para poder mandar a otros, sino
para ejemplificar el carácter de Cristo a aquellos bajo su cargo».21
Los ancianos son ejemplos, tupoi, tipos de Cristo.
Pedro continúa diciendo aquí que «cuando aparezca el Prín-
cipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria».
Sufrir como pastores conlleva a la gloria del Príncipe de los pas-
tores. ¿Por qué menciona esto? Como un incentivo a la fidelidad.
Si estamos dispuestos a sufrir por el rebaño como Cristo sufrió y
murió, entonces tenemos que tener un horizonte que se extiende
más allá de esta vida y hasta la siguiente. No estaremos dispuestos
a sufrir si nuestros pensamientos y oraciones están llenos de las
preocupaciones de este mundo. Debemos tener el cielo en nues-
tros corazones a fin de soportar el sufrimiento por el rebaño de
una manera santa y que honre a Dios. El gozo eterno junto a Dios
es lo que mantiene nuestro sufrimiento en este mundo en la pers-
pectiva correcta.
21  Thomas R. Schreiner, The New American Commentary: 1, 2 Peter Jude (Nashville, Tennessee: B&H, 2003),
235.

157
APOCALIPSIS
Finalmente, ¿qué aprendemos acerca del Gran Pastor y el trabajo
de los pastores bajo Su liderazgo en el último libro de la Biblia?
Comencemos en el capítulo 7:

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos
de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú
lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y
han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por
esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y
el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya
no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos
(Ap 7:13-17).

El Cordero Pastor en el versículo 17 guía a Sus ovejas hacia


a fuentes de aguas de vida. Como Sus pastores subalternos, ese
también debe ser nuestro destino con las ovejas que Dios nos ha
entregado. Debemos guiar al rebaño hacia fuentes de aguas de
vida. Debemos mostrarles a Cristo crucificado en el poder del Es-
píritu con nuestras palabras, con nuestro ejemplo y con la direc-
ción a la cual llevamos a la iglesia.
Las palabras del apóstol en el capítulo 14 nos señalan los temas
que hemos estado siguiendo en su tono más glorioso, cuando el
Pastor que es el Cordero se reúne con Su rebaño.

Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion,


y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su
Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas
aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas
que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y de-
lante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender

158
el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos
de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres,
pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que
va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y
para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha
delante del trono de Dios (Ap 14:1-5).

En palabras de Laniak: «Resulta ser que la Jerusalén celestial


fue anticipada tanto por los desiertos y las dispersiones de la tra-
vesía de la comunidad como por la ciudad terrenal que lleva su
nombre. En ambas experiencias, el Cordero Pastor les estaba en-
señando cómo seguirle a su verdadero hogar» (245).

CONCLUSIÓN
Como ancianos subordinados al pastorado de Jesucristo, pasto-
reamos Su rebaño no simplemente a través de este mundo, sino
hacia el siguiente. Nuestra gran labor como ancianos es asegurar la
salvación de aquellos que nos escuchan y siguen (1Ti 4:16). Real-
mente no estamos aptos para semejante responsabilidad eterna,
pero nuestra «capacidad viene de Dios, quien también nos hizo
aptos como servidores de un nuevo pacto». Y Él nos hace aptos
mediante Su Palabra: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra» (2Ti 3:16-17). Alabado sea Dios
por Su gracia y por el poder de Su Palabra que nos preparan para
la tarea. Confiemos en Él completamente en este trabajo, para
que podamos experimentar Su completa fidelidad.

159
RESEÑA DEL LIBRO

¿Soy llamado? Una


convocatoria para el
ministerio pastoral
ESCRITO POR DAVE HARVEY

Julio Crespo

¿C ómo sé si Dios me ha llamado al ministerio


pastoral? Es la pregunta que muchos pasto-
res y aquellos que sienten un fuerte deseo
por servir en este ministerio se hacen regularmente.  Si
te estás haciendo esa pregunta, entonces ¿Soy llamado? por Dave
Harvey es para ti.
De manera muy pastoral, él guía al lector a una evaluación
completa sobre el llamado al pastorado para que al final puedas
decir sí o no a este glorioso llamado. Dr. Harvey es presidente
de Great Comission Collective (un ministerio de plantación de
iglesias), pastor por más de 30 años y fundador del ministerio
amIcalled.com. Fue responsable por la plantación de iglesias, cui-
160
do de iglesias y la expansión internacional de Sovereign Grace
Ministries. Con su experiencia como pastor y mentor de pastores,
no cabe duda que él tiene las cualidades para escribir sobre el lla-
mado pastoral.
El libro está dividido en diez capítulos y en tres partes. Al prin-
cipio de cada capítulo se da una breve historia de un «héroe» de la
fe y su llamado. El autor también sugiere, al final de cada capítulo,
algunos libros que el lector puede leer para profundizar más acer-
ca del tema del capítulo.
La primera parte del libro, titulada «Una aproximación al lla-
mado», se enfoca en lo que es un llamado. Hay tres capítulos don-
de Dr. Harvey expone lo que es un llamado, quién es el que llama
y el contexto del llamado. En el primer capítulo, «La convocatoria
como yo la veo», el Dr. Harvey define lo que es un llamado o
convocatoria y la razón por qué escribió el libro «una convoca-
toria es un llamado a salir de algo para pasar a otra cosa… está
escrito para hombres que algún día podrían ser pastores» (p. 16).
Si Dios es quien llama, uno puede entonces preguntarse: ¿a quién
llama? El autor nos muestra que «Dios no escoge al azar a aque-
llos a quienes llama; tampoco es al azar lo que los llama a hacer.
Él no nombra burócratas en Su iglesia; nombra hombres de carne
y hueso, llenos de errores y equivocaciones como tú y yo. Dios
toma a un hombre cualquiera, moldea su carácter, le otorga Su
gracia, le da pruebas, lo cuida con celo y lo arrincona en ciertas
circunstancias. Y así obtienes un pastor» (p. 18).
Aunque hay mucha controversia acerca del término llamado,
Harvey muestra que si hay un llamado a la salvación también
debe existir un llamado al ministerio pastoral. En el segundo ca-
pítulo, «Convocado para el Salvador» el autor conecta el llamado
eficaz a la salvación con el llamado al ministerio dando énfasis a
que el centro de atención en el llamado no es el llamado, sino el
que llama, Dios mismo. El autor escribe: «El llamado al ministe-
rio no solo es consecuencia del llamado a Cristo, sino que es una
161
parte intrínseca de él. De hecho, solo porque nuestro llamado a
Cristo ha sido asegurado mediante el evangelio de la cruz, po-
demos explorar el llamado al ministerio» (p. 37). En el capítulo
tres, Harvey menciona que el llamado es en la iglesia local y para
la iglesia local «La iglesia local es el contexto esencial para el mi-
nisterio pastoral. Esto significa que, si eres llamado al ministerio
pastoral, eres llamado a la iglesia» (p. 50).
La mayor parte del libro se enfoca en el carácter del que es
llamado dando diagnósticos en forma de preguntas para ver si el
lector puede contestar las preguntas que se refieren al carácter del
pastor en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Él comienza en el capítulo cua-
tro, titulado «¿Eres piadoso?», dando su punto sobre la piedad:
«el hombre llamado al ministerio no es un súper cristiano que se
rige por una ley moral diferente. No, es solo un hombre llamado
con dones que le permiten guiar al pueblo de Dios y con la gracia
que lo ayuda a ser ejemplo» (p. 71). El autor va en detalle sobre el
carácter piadoso que debe tener cada pastor que es llamado por
Dios.
En los siguientes capítulos el Dr. Harvey toca los temas del
hogar (matrimonio y crianza de hijos) en una perspectiva bíblica
siguiendo el patrón de 1 Timoteo 3:2, 4 y Tito 1:6-8. La eviden-
cia mayor del pastorado se encuentra en la habilidad de ser líder
en su hogar: «el hogar es el lugar más difícil para vivir la vida
cristiana… En ningún lugar, las expectativas más altas (ama a tu
esposa como Cristo amó a la iglesia) se encuentran con un de-
seo de desconectarse. En ningún otro lugar, un rol tan estratégico
(ser padre) encuentra tantas distracciones (entretenimiento)… el
hogar ofrece el lugar perfecto para descubrir si cumples con los
requisitos de carácter enumerados en las Escrituras para el minis-
terio» (p. 92-93).
Luego él escribe sobre las capacidades de trabajo reveladas por
la gracia de Dios con la necesidad de poder predicar y pastorear.
En el capítulo seis, Harvey muestra por qué el pastor tiene que
162
predicar y cómo un predicador se forma. En el capítulo siete, ti-
tulado «¿Puedes pastorear?», Dave Harvey analiza 1 Pedro 5:1-4
para que el lector se evalúe y pueda contestar la pregunta que
está en el título. Aquí el autor muestra el trabajo que el pastor es
llamado hacer: «Un pastor del pueblo de Dios es responsable de
cuidar de él. Es responsable de alimentarlos predicando la Pa-
labra de Dios, de aconsejarlos y de hablar con ellos día a día. Es
responsable de proteger el rebaño de los falsos profetas, de las fal-
sas doctrinas y de la influencia del mundo» (p. 130). Él continúa
evaluando al pastor en el próximo capítulo preguntando: «¿amas
a los perdidos?». Aquí, él examina 2 Timoteo 4:5, y anima al lec-
tor a preguntarse si está evangelizando. En el último capítulo de
la segunda parte el autor pregunta al lector si alguien más puede
confirmar su llamado.
Finalmente, en la tercera sección del libro, el Dr. Harvey de-
dica un capítulo para enseñar qué debe hacer el lector mientras
espera. Él da nueve pasos para que el lector se prepare para el lla-
mado y qué hacer si no es llamado al ministerio del pastor. Pasto-
ralmente, anima al lector si es llamado o no a perseverar en la fe.
Si estás luchando con la pregunta del título del libro, entonces
este libro es para ti. El libro es centrado en la Palabra de Dios. La
audiencia principal son los que están considerando o «anhelan»
el ministerio pastoral, pero también es muy útil para pastores que
ya están en el ministerio, para refrescar su mente y corazón sobre
el pastorado. También es recomendado, por el pastor Harvey, a
las esposas de los candidatos para que ellas tengan una perspecti-
va de lo que es el ministerio pastoral (p. 17).
La única pequeña crítica que se puede dar al libro es su cor-
to resumen del hogar del pastor en el capítulo cinco. El capítulo
debería abundar más y dividirse en dos capítulos diferentes: «el
pastor como esposo» y luego, «el pastor como padre», ya que el
tema es sumamente importante para el que es llamado. Esta pe-
queña crítica no significa que el autor no le da importancia al
163
hogar, todo lo contrario, Harvey muestra lo esencial que es para
el pastor prestar atención a su casa.
Además de ser un libro muy instructivo, también mantiene el
lector atento con las muchas historias personales del autor. Esta
es una ventaja para relacionarse con el lector. Como alguien que
también está dedicado a enseñar e instruir a plantadores de igle-
sias recomiendo altamente este libro a plantadores, pastores y jó-
venes en seminario que tienen un deseo fuerte para pastorear la
preciosa iglesia del Señor Jesucristo.

ACERCA DEL ESCRITOR


Julio Crespo es uno de los pastores en la Iglesia Bautista Central
y Director del Programa de Residencia en Plantación de Iglesias.
Creció en Aguada, Puerto Rico y en 1992 se unió a la Fuerza Área
donde aún sirve como Capellán Reserva en Maxwell AFB, Ala-
bama. Completó su licenciatura en Ingeniería Electrónica en la
Universidad Interamericana de Puerto Rico y posee una Maestría
en Divinidad con énfasis en la Gran Comisión del Southern Bap-
tist Theological Seminary. Está gozosamente casado con Jamilie
y es padre de cuatro hijos: Jaziel, Ezequiel, Immanuel y Odeily.

Publicado originalmente por Soldados de Jesucristo. Usado con


permiso.

164
RESEÑA DEL LIBRO

Cómo encontrar
ancianos y diáconos
fieles
ESCRITO POR THABITI ANYABWILE

Jacobis Aldana

A
precio los libros prácticos, especialmente si tienen que
ver con el ministerio y la iglesia. El oficio pastoral y de
servicio es un llamado, pero también es una dinámica,
implica cualidades, habilidades y trabajo, por lo que creo que un
libro que no se ocupe de lo práctico al hablar de ministerio, es un
libro que difícilmente será útil.
Thabiti Anyabwile es pastor de  Anacostia River Church  en
Washington, Estados Unidos y quien luego de una intensa expe-
riencia de ministerio cerca a Mark Dever tiene mucho que decir-
nos al respecto.
El libro responde básicamente dos preguntas: ¿A quién debe-
mos buscar para dirigir y servir en la iglesia? y ¿Qué deben hacer
para cumplir su vocación? El escritor responde estas preguntas no
solo de manera contundente sino amplia.
165
ESTE ES UN LIBRO NECESARIO
Estamos viviendo días intensos en cuanto al ministerio. Hemos
pasado del  boom  de las ordenaciones express de personas con
solo buenos deseos, a concentrarnos en levantar una vara dema-
siado alta en términos de la preparación académica como si fuera
el único requisito para los que sirven.
Este libro nos devuelve a la Biblia al ponernos frente a los pasa-
jes claves que hablan de los requisitos para el ministerio pastoral
y el diaconado. No es otra cosa que señalarnos lo que ya está es-
crito y cómo debe eso ser entendido en la práctica.
Los aportes que el autor hace desde su experiencia, refuerzan
además la importancia de la iglesia local no solo en la escogencia
sino en la formación de sus futuros oficiales. El ministerio no sur-
ge por arte de magia, es el resultado de una iglesia que se prepara
para eso. De modo que este no es un libro solo para candidatos
sino para cualquier miembro de iglesia.

TRES LIBROS EN UNO


Podría decir que son tres libros en uno. Está dividido de manera
muy marcada. Son tres partes y cada una de ellas aborda el tema
de las cualidades del candidato al ministerio siguiendo el mismo
esquema.
La primera parte se refiere a los requisitos para identificar
candidatos al diaconado. Se conecta de manera específica en He-
chos 6 y 1 Timoteo 3. Cualidad por cualidad, cada una de ellas
examinada con la mayor claridad posible y de manera inminen-
temente práctica.
La segunda parte sigue exactamente la misma estructura pero
esta vez para el ministerio pastoral. Se concentra en los pasajes de
Timoteo y Tito consolidando los requisitos positivos y los que un
posible candidato al pastorado debe evitar, 12 en total. Esta parte
en particular está amenizada con experiencias y comentarios de
166
otros pastores del pasado y también con las propias experiencias
del autor desde su llamado y el desarrollo de su ministerio.
La tercera parte es especial. Es acerca de lo que un buen pastor
hace: desde refutar el error, hasta vigilar a sus ovejas y la doctri-
na. No cabe duda que el libro quedaría incompleto sin esta parte.
Puedes tener buenos pastores y buenos diáconos, pero también
genuinamente equivocados acerca de cuáles son los deberes bí-
blicos de su llamado y ministerio.

ES UN LIBRO FÁCIL DE LEER


La manera en que el libro esta construido hace que sea muy fácil
de leer. Perfectamente podrías empezar leyendo acerca de los re-
quisitos de los ancianos y luego de los diáconos. Incluso podrías
buscar en el índice la habilidad o cualidad que quieres evaluar y
leerla primero.
Pero además, este libro tiene la particularidad de contar con
una sección de preguntas que hacen aterrizar de manera reflexiva
lo que cada atributo señala y cómo poder evaluar eso en un posi-
ble candidato.
Por ejemplo, hablando de el requisito ser sobrio y decoroso, en
la sección de «Preguntas y Reflexiones», el autor pregunta: «¿Es
un hombre que está a la moda? ¿es amante de las novedades, sal-
tando de una cosa a otra?». Seguidamente sugiere algunas cosas
que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar a un candidato
en esa área.
Esto hace que el libro sea dinámico. No solo estás leyendo in-
formación, estás pensando en personas, en situaciones específi-
cas, lo que hace además muy amena la lectura.

ES UN LIBRO PRÁCTICO FÁCIL DE ESTUDIAR


No todos los libros son fáciles para estudiar. Algunos son muy bue-
nos, puedes tener mucha información de ellos, pero difícilmente
pueden servirte de guía para un estudio bíblico, por ejemplo.
167
Si una iglesia está en el proceso de establecer nuevos ancianos o
diáconos, este libro puede perfectamente ser una guía para Escuela
Dominical, con ejercicios incluidos. Contiene preguntas que bien
podrían ser el cuestionario para un aspirante al ministerio.
Al mismo tiempo, el libro provee la ruta para lo que podría
ser el cuestionario de evaluación para un aspirante al ministe-
rio pastoral y el diaconado. Cada requisito que debe ser evaluado
contiene preguntas agudas, concretas y específicas de cómo debe
conducirse alguien que anhela el servicio al Señor.
Esto es una herramienta muy útil porque luego que la iglesia
lo estudia tiene las herramientas necesarias para decidir si alguien
que está en la papeleta de candidatos está capacitado o no para ser
su próximo pastor o diácono.
BONUS TRACK
En nuestra iglesia no hemos tenido el privilegio aún de tener una
ordenación para otros pastores o diáconos. Me preguntaba, ¿qué
se hace allí? ¿Cómo debe oficiarse la ceremonia? ¿Qué preguntas
se deben hacer al candidato a diácono o pastor para afirmar su
pacto? ¿Qué debe hacer la iglesia durante el acto? El apéndice de
este libro es la respuesta. Es el documento que deben seguir la
iglesia y el candidato durante el proceso de ordenación, paso a
paso, pregunta a pregunta. Muy útil.
Si en tu iglesia o tú mismo estás considerando el ministerio
pastoral y/o el diaconado, espero haber dado la información su-
ficiente para que corras a obtenerlo en las diferentes plataformas
de adquisición de libros o descargarlo para leerlo en PDF (visita
el sitio en Internet del ministerio 9Marcas para descargarlo gra-
tuitamente: es.9marks.org).

168
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