Por La Gueya Del Matadero Memorias de La

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* por la güeya del matadero

memoria s de l a cue ca centrina


Primera edición, junio 2011.

p or l a g üeya del matadero . memoria s de l a cue ca centrina


por Luis Castro González, Karen Donoso Fritz, Araucaria Rojas Sotoconil se encuentra memoria s de l a cue ca centrina
bajo una Licencia Creative Commons: Atribución–NoComercial–SinDerivadas 3.0 Chile.

Autoedición. Santiago de Chile, 2011. Luis Castro · Karen Donoso · Araucaria Rojas
Los Chinganeros
Tipografía, diseño y estilo:
Toro, diseño cooperativo.
Flora Argemí, Conrado Muñoz, Javier Quintana.

Fotografías:
Págs. 14 y 28, Biblioteca Nacional de Chile.
Portada y págs. 46, 71 a 75, 86, 94 y 95, 116, 126 y 127, archivo personal Luis Castro González.
Págs. 146 y 147, Esteban Galindo.

Impresión y encuadernación:
Versión, producciones gráficas.

i sbn 978 – 9 56– 34 5– 416– 1

Obra financiada con el aporte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
{a}

Impreso en Chile.
A Don Fernando González Marabolí,
inmenso matarife, portentoso erudito.
Estas líneas vayan en su honor y gloria.

A todos los cuadrinos que a pata pelá,


dieron vida al Matadero:
miliqueros, huachos, tripaleros, guateros, pateros,
sangreros, malcorneros y maestros de cuadrilla.

A los rotos de pata ancha


y a los cantores de la güeya antigua.

A los entrañables recovecos del Barrio Franklin.


agr ade cimient os

Agradecemos a todos quienes crearon este libro con su testimonio: Mario, Sergio
y Flor González Marabolí, Luis Tobar, Carlos Navarro “El Pollito” y Doña Inés,
Luis y Patricia Téllez, Leonor y Carmen Jaime.

También al Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca


Nacional de Chile, al Centro Cultural de España y al Archivo de Música Popular
de la Universidad Católica por apoyar este trabajo cuando era sólo un deseo.

Al Club Social y Deportivo Comercio Atlético por cobijar las primeras luces de estas
obras, al Mercado Matadero por acogernos en esta búsqueda y a la bella casa Huemul,
por ser refugio de nuestras reflexiones, ensayos y pichangas.

Al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y Fondart Región Metropolitana


por financiar esta iniciativa.

A la tradición, por darle sentido a este canto y escritura.

* * *
índice

introdu c ción — 14 — el habl a de lo s vers o s e stá viva


Memorias de la cueca centrina

c apítulo i — 28 — santiag o , antig u a ciudad de lo s c u chillo s


Discursos sobre el barrio Matadero Franklin

c apítulo ii — 46 — a pata pel á y c on leva


Memorias de los matarifes, faena y organización

c apítulo iii — 86 — Que se cierre e ste salón, Que s on dueño s lo s c u adrino s


Sociabilidad popular en el barrio Matadero

c apítulo iv — 116 — s on lo s t ono s brill ante s, de l a chilena


Cueca centrina y Los Chinganeros
introdu cción

El habla dE los vErsos Está viva


Memorias de la cueca centrina

de sde l a última dé cada del siglo xix la visualización de lo popular 1


Ver por ejemplo Rodolfo Lenz,
como patrimonio atendible desde la academia, produjo una serie de estudios Sobre la poesía popular impresa,
Eds. Centro Cultural de España,
y compilaciones de inmensurable valor1. De diversa índole y perspectiva, ellos
Santiago 2003. Ramón Laval,
fueron extendiéndose temporalmente y cristalizándose en campos literarios, Cuentos populares chilenos, Ed.
Nascimento, Santiago 1968.
folclóricos e historiográficos. Posteriormente, Diego Muñoz, Pablo Garrido, Julio Vicuña, Romances
Antonio Acevedo Hernández, fueron algunos de los nombres que tuvieron como populares y vulgares. Recogidos
de la tradición oral chilena,
misión reconocer y tipificar sus sujetos, costumbres, sonoridades y comidas Ed. Biblioteca de escritores
de Chile, Santiago 1912.
más “genuinas” en lo que hoy nos parecen textos tan cabales como olvidados.
El sujeto popular, sería bifurcado en dos tipos identitarios basales: huaso y 2
Ver sólo a modo de ejemplo
roto, supeditados ambos a los vaivenes políticos y sociales de toda la trama del Roberto Hernández, El roto
siglo xx otorgándoles innumerables veces, nuevas fisonomías y atributos. A veces chileno. Bosquejo histórico de
actualidad, Imp. San Rafael,
revolucionario, otras sumiso, el roto fue situado como parte de un pueblo trans- Valparaíso 1929. Lautaro
Yankas, Rotos, Ed. Zig-Zag,
humante y patiperro que poblaba móvilmente todos los intersticios del territorio.
Enganchado o tratero, fue inspirador de múltiples crónicas, novelas y poesías2. imagen : Fachada del Antiguo
La historiografía, si bien le concede espacios previamente, es durante la década Matadero en Jorge Walton,
Álbum Vistas de Chile, Imp.
del ochenta del siglo x x , cuando prolifera la producción de investigaciones Barcelona, Santiago 1915.
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Santiago 1945. Nicolás sobre lo popular siendo Gabriel Salazar y Maximiliano Salinas –entre otros– Güeya 4
Palacios, Raza Chilena Libro Samuel Claro, et. ál., Chilena
escrito por un chileno y para los quienes afianzan dicho campo de estudios. Comienzan a distinguirse populares o cueca tradicional. Con las
enseñanzas de Don Fernando
chilenos, Ed. Chilena, Santiago desmarcados del proletario politizado o confinado territorialmente, esbozán- La voz güeya fue acuñada por Fernando González Marabolí, como forma de
1918. Nicomedes Guzmán González Marabolí, Ed. p uc,
comp., Autorretrato de Chile, dose un relato que concentra sus inquietudes en el peón-gañán en sus múltiples plasmar fielmente la sonoridad de cierto hablar popular. Su significado primor- Santiago 1994, p. 364, nº 566.
Ed. Zig-Zag, Santiago 1957.
facetas. Esta nueva zona investigativa, será para los años noventa mucho más dial proviene –como es evidente– de huella, vinculado esta vez con un patri- 5
inquietante y diversa: las prácticas culturales, el disciplinamiento y la crimi- Ver Manuel Guerrero y
3 monio germinado y puesto en circulación a modo de enunciado colectivo. Entrar
Si bien conocemos la proli- Carlos Miranda, La huella
feración del uso de archivos
nalidad se erigirán como ramificaciones ciertamente tributarias de las explo- en la huella, salir al camino, oficiarse en trabajos grandes, ser niño de la familia del bandolero, Ed. Letras
chilenas, Santiago 1960.
judiciales, las consideramos raciones anteriores. No obstante, observamos que los documentos utilizados son sinónimos de faenas y formas de sociabilidad que habría asumido el roto, Antonio Acevedo Hernández,
enunciativamente mediatizadas
por las estructuras institucio- para levantar estas últimas, no han surgido necesariamente desde regímenes en sus múltiples aconteceres. Todas ellas hacen referencia a un modo de vivir Retablo Pintoresco de Chile,
nales en las cuales se inscriben. Ed. Zig-Zag, Santiago 1952.
discursivos populares3. Si bien no adscribimos a la escisión rotunda entre un riguroso, colmado de códigos propios que se actualizan en un trazado-huella
patrimonio popular y uno de elite, sí observamos lineamientos distintos en el que se emprende, comparte y hereda:
sentido de su contenido y la ubicación social de sus enunciantes.
El texto que hemos construido se ha confeccionado a partir de dos premisas Conozco de sur a norte
medulares: por un lado, articularlo por medio de fuentes mantenidas en el Del mar a la cordillera
tráfico de una tradición oral y popular. Así, las cuecas componen el lazo que Y el roto que nació libre
contiene toda la extensión de esta investigación, posicionándose como fuentes Tiene una sola bandera4
pletóricas de una realidad que a continuación desciframos. Por otro lado, los
testimonios, indicios y huellas que hemos visitado quisimos estimarlos única- Se le ha relacionado como gesto que comporta peligrosidad, siendo el
mente como prácticas sociales, sin ejercer sobre ellas un juicio moral o crimi- trayecto del ajuerino y con ello, del roto-bandido5. Se le visualiza siempre con
nalizante. Los duelos a cuchillos, las casas de niñas y las faenas que remem- el fierro que mata y el puñal siempre ávido:
bramos, no las hemos asumido o descodificado como delitos y muy lejos de
ello, las atisbamos sencillamente modos de habitar. Me gusta el fierro que mata
Nos internamos en el barrio Franklin y sus intersticios; abrimos la puerta del Tengo pacto con el diablo
viejo Matadero; entramos y distinguimos el tráfago de los gloriosos cuadrinos. Zapateo en cualquier fonda
Observamos su faena, su organización para, al final de la jornada, hacer una al son que me tocan bailo
pichanga y recorrer sus salones. Oímos de cerca sus cantos, los aprehendemos,
se vuelven audibles.

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6 Con el diablo en el cuerpo remoliendas en la güeya antigua de tiempos imprecisos, que otros glosaron sin 8
Samuel Claro, Op. cit., Fernando González Marabolí,
p. 370, n º 590. Me dijo un pillo plasmar autoría. Nos queda su presencia en los versos de la “cueca centrina”, Manuscritos inéditos.
Confía hasta la muerte que hoy recogemos para esbozar una definición cantada, atiborrada de sentido
7 9
Ibídem, p. 387, n º 676. En el cuchillo y actualidad. Ella, “vigorosa y refinada” habla de la “cultura oral”8, se empalma Samuel Claro, Op. cit.,
pp. 165-166.
con la güeya del ajuerino, canalino, caminero y cuadrino. Sus memorias más
En el cuchillo, sí fieles allí se despliegan, puliéndose con el paso del tiempo, con los pasos de los 10
Rodolfo Lenz, Op. cit., p. 26.
La corcoveo mismos rotos que la portan, tañen y palmean como su más grande estandarte.
Y en la punta 'e los pie Las memorias de los gallos9, de todo guapo, cantor y habiloso. 11
Antonio Acevedo Hernández,
La zapateo La cueca: orígenes, historia y
antología, Ed. Nascimento,
Santiago 1953, p. 64.
Yo la canto y la bailo Cueca centrina
Soy roto diablo6
En los estudios del origen y la historia de la cueca chilena, se ha dado cuenta
Asumimos este aspecto mas no la circunscribimos a él, en tanto la afir- de su permanente habitar en espacios populares urbanos. Rodolfo Lenz apuntó
mamos portadora de relatos que nos dicen prácticas, indumentarias y espa- hacia 1895 que las cuecas y tonadas eran “verdaderamente populares” y que
cios propios, desprovistos de análisis moralizantes. Con más precisión, alude a por esta razón
sujetos briosos, impasibles y discretos que fundan un locus preeminentemente
libertario. Ello se inscribe en los versos que trasuntan un quiebre entre el some- «rara vez se apuntan i menos se imprimen. Andan por millares de boca en
timiento y la emancipación de la vida de la güeya: boca, en estrofas aisladas i menos a menudo en composiciones enteras; se
varían i se improvisan siempre de nuevo. Cada chileno sabe de memoria unas
Yo fui azota'o de chico cuantas estrofas al menos, i entre media docena de mujeres del pueblo casi
Pero eso ya se acabó siempre hai alguna que sepa cantar algunas cuecas i tonadas, acompañán-
Cuando me encarné en la güeya dose con algunos acordes de la guitarra»10.
Dejé de ser pan de Dio.7
Más tardíamente, el dramaturgo, periodista y escritor Antonio Acevedo
Camino móvil, rotos deslizados entre él, creando incesantemente las líneas Hernández indica respecto del roto: «la cueca es su más legítimo patrimonio
que lo hagan fugarse del trabajo, de la ley. Rotos traficando sus fatalidades y y la manifestación del arte que mejor lo interpreta»11. En tanto que Pablo

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12 Garrido, nos muestra la vivencia de la cueca entre las chinganas del siglo Lo que se describe, señala el encuentro entre dos regímenes discursivos 17
Pablo Garrido, Historial Samuel Claro, Op. cit.,
de la Cueca, Editorial xix, emergiendo de lo popular a ser “admirada por recato” por la burguesía disímiles que se confrontan y seducen, generando una fusión cultural tan pp. 193, n º 947.
Universidad Católica de
desde 185012. Este mismo proceso es descrito por Rodrigo Torres, quien da enmarañada como sorprendente. El autor nos presenta una realidad inex-
Valparaíso 1979, p. 197.
cuenta del desplazamiento que experimenta la cueca, trasladándose desde plorada que contiene en sus recovecos narrativos, el lugar que ata inescapa-
13
Benjamín Vicuña Mackenna, el ambiente popular que encarna la chingana, hacia el teatro. blemente las experiencias descritas en las cuecas –como crónicas de lo acon-
“La zamacueca y El origen de la cueca chilena por su parte, consta de muchos brazos analí- tecido–, con la misma realidad de los cantores y cultores que actualizan la
la zanguaraña”, en
El Mercurio de Valparaíso, ticos. Se le ha afirmado de raíz africana13, limeña14 e incluso mapuche15. No es, tradición constante y pluralmente. Una pieza, que habla desde la misma cueca
1 de agosto de 1882.
sin embargo, hasta la cristalización de Chilena o Cueca tradicional, donde se como enunciante, dice de sí:
14 esgrime una pormenorizada tesis sobre su origen arábico-andaluz. Este escrito,
José Zapiola, Recuerdos de
treinta años, Ed. Zig-Zag, afirma el origen de la cueca y su zalagarda en la zambra mora, fiesta de los Yo soy de abolengo moro
Santiago 1974, p. 44.
árabes que con su cultura de características “ilustradas y alegres” se habría Tengo un nombre que es postizo
15 trasladado hasta el viejo continente, dando vida así a una cultura singular. Y mi corazón es moreno
Lonco Kilapán, El origen arau-
cano de la cueca, Ed. Impresiones
Este acervo habría arribado a América en manos de moriscos analfabetos y Como el de cualquier mestizo
Universitarias, Santiago 1995. españoles de menor categoría, que no fueron considerados dignos de ser incor-
16 porados en una historia escrita de la “Conquista”. Ellos, con sus acopios de La solaza de Arabia
Samuel Claro, Op. cit., p. 77.
versos, formas de canto y desbordadas tradiciones, habrían marcado un perfil La ardiente arena
de los populares en este continente, manteniéndose en la rutilante penumbra Son el padre y la madre
de la oralidad. De la chilena
¿Cómo comprender la intrincada teoría del autor, sin asirse necesaria-
mente a un análisis lineal de la trayectoria de la cueca? Nos precisa al respecto: De la chilena, si
Dile y re dile
«A Chile llegaron los andaluces trayendo la sal y el sol de Arabia en los labios. Que nació en el desierto
[...] Ante el asombro de la población de los caseríos indígenas va pasando la La flor de Chile
bulla y la algarabía de la eterna caravana y cada vez que hacen un aro en
el camino, les quedan resonando las sonajas, campanillas y cascabeles con Y es la tabla divina
que acompañan el vocerío musical de sus cantos»16. La de Medina.17

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18 Esta herencia, se hace presente de diferentes maneras según su contexto, siempre espacios periféricos– favoreció el desarrollo del estilo de canto y la sociabilidad 20
Fernando González Marabolí, El texto más célebre de esta
“Historiología de la Cueca”, con movilidad y ostensibles diferencias. Nuestro estudioso afirma categórico: que ella implicaba, ya no materializándose como la zambra mora ni como canto construcción es de Pablo Padilla
contraportada disco y Daniel Muñoz, Cueca Brava.
morisco “puro”, sino constituyéndose como su forma revitalizada. Su re narra-
Los Centrinos Las buenas La fiesta sin fin del roto chileno.
cuecas centrinas, lp «La cueca en sí es Centrina, por cuanto aventureros andaluces impreg- ción se produjo en un ambiente laboral cincelado por las mismas exigencias Ril editores, Santiago 2008.
Emi-Odeón, Santiago 1971.
nados con la cultura árabe durante la invasión a España, se establecieron que la faena imponía: sonidos del astil, rumor de las cuadrillas, estertores de 21
19 en las zonas del Aconcagua, Valparaíso y Santiago todo ello corresponde los novillos. Al remitirnos y con ello, refrendar la definición de la cueca como Recurrentemente Don Fernando
Samuel Claro, Op. cit., p. 143. González Marabolí nombra de
a la herencia mora, puesto que se encuentra hasta en las viejas escrituras “centrina”, si bien damos cuenta de una forma musical, también lo hacemos de este modo a lo que llamamos
“periferias urbanas”. En
egipcias. […] Y como el cantar del beduino que habita en el desierto, andaba una forma poética, de canto y aún más, de vida. Nuestra pretensión es dar un Fernando González Marabolí,
en boca del pueblo andaluz la copla, la seguidilla; por ende, el canto de la testimonio fiel de las narrativas populares y orales que bullen contorneando Manuscritos inéditos.

cueca brilla con el oro y la pompa oriental de la antigua Arabia.»18 los espacios del Barrio Matadero Franklin, desde donde es posible asir las fibras
que González Marabolí manifiesta. Emplazamos nuestros decires, siempre
Desde esta declaración tan amplia como taxativa, es que se funda el corazón desde una perspectiva que rehuye la linealidad analítica y nos concentramos
investigativo del texto que a continuación desplegamos. Se consigna la preemi- en lo que las mismas memorias populares expresan, descubren y vislumbran.
nencia de un influjo cultural que elabora y estatuye sus elementos en deter- De igual modo, quisiéramos plantear algunas digresiones respecto del “resurgir
minados territorios, estableciéndose un ejercicio oscilante de depuración y de la cueca urbana”, por medio de lo que hoy llamamos genéricamente “Cueca
mixtura. Dicho traspaso, dice relación con el arraigo de un patrimonio que se Brava”. Desde hace algunos años, ésta se ha posicionado como discurso “verda-
vuelve propio por medio de la permanencia en ciertos espacios durante extensos dero” y monolítico al tratarse el cultivo y expansión de la cueca en la ciudad.
marcos epocales. En este caso, se atisba una familiaridad indiscutible entre la Reconocemos el valor de quien concita en torno a su figura la efervescencia y
cueca más “prístina” y lo que conocemos hoy como chilena o cueca tradicional. constancia de este movimiento, mas la reiteración de esta nomenclatura como
El proceso de asimilación y apropiación de esta tradición, pretende ser deve- homologación de todas las cuecas suscitadas en los barrios populares, nos parece
lado en uno de los lugares donde ella se manifestó con profusión y distinción. reductiva, pequeña, simplificadora20. De esta manera, se ha vuelto hegemónico un
Seguidamente nos cuestionamos ¿Qué aspecto de la cueca centrina se aloja relato popular que –cavilamos– jamás pretendió serlo, relegándose en esta cons-
en el Matadero? Como anuncia González, las crónicas que el roto volcó con trucción la posibilidad de narrar las otras interpretaciones que existen sobre ella
total honestidad en esta cueca, hizo que fuera relegada a un espacio social y su pervivencia en los “barrios bulliciosos de Santiago y Valparaíso”21. Nuestro
de clandestinidad primigenia y culminante19. Ser hija de de los moros margi- interés no será erigir un nuevo estereotipo que pretenda decir lo inmóvilmente
nales, hablar de tabernas y cárceles, la fueron perfilando como canto territorial “cierto” respecto de la cueca y sus formas de actualizarse en la ciudad. Abogamos
restringida a sus espacios de enunciación. El Matadero de Santiago –como otros así, por reivindicar la cueca centrina en tanto memoria, cosmología y exégesis de

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22 las recopilaciones realizadas por Don Fernando, sin confrontarla forzosamente actualización de un repertorio que por medio del canto y re escritura, se presen- 27
Nos referimos a la falsa contro- Al respecto ver la diferenciación
versia que se ha impuesto entre con discursos que hacen referencia a la creación o rúbrica de cuecas de autor y tifica atiborrándolo de sentido actual. Recurrimos por ello a la significación entre tradición y costumbre
dos discursos que no se topan, en Edward Palmer Thompson,
no a una teoría histórica y política de la cueca22. que tiene para este texto en particular la noción de güeya que explicitamos
como son el de Hernán Núñez y Costumbres en Común, Ed.
Fernando González Marabolí. previamente, como tráfico de una oralidad que insiste y para este caso, también Crítica, Barcelona 1991, p. 19.

23 se vocifera. Su localización antípoda respecto de la reproducción de valores 28


Es interesante considerar las Memorias “conservadores”, se refrenda en la misma construcción y tráfico de estas memo- Raymond Williams,
observaciones de Alessandro Marxismo y Literatura, Ed.
Portelli quien indica que la rias. Los vasos comunicantes por los que se desplaza, son espacios de trabajo Las Cuarenta, Buenos Aires
memoria tiene su propia historia, 2009, pp. 158-159.
en “Las peculiaridades de la
Muchas producciones historiográficas han cogido –ya desde hace mucho– la (o sus fórmulas para esquivarlo) y las sociabilidades populares específicas que
historia oral”, History Workshop, memoria como corpus substancial para bosquejar sus interpretaciones23. Este se suscitan entre ellos. Se concibe en un habla que discurre, voz de su devenir 29
nº 12, otoño 1981. Ver Peter Visión presentada en
Burke, Formas de historia gesto ha comportado una revaloración sistemática de un pretérito que es dicho andariego que despunta en la realidad que los atañe. Nestor García Canclini,
cultural, Alianza Editorial, Arte Popular y sociedad en
y actualizado en esa sola enunciación, ampliando o contradiciendo las más de Como observaremos, no se describen necesariamente como contribución a
Madrid 2000, p. 69. Para el América Latina, Ed. Grijalbo,
caso de Chile Mario Garcés las veces el panorama que la historia escrita presentaba. La que se rescata en la la “liberación”29 en tanto anhelo finalista y tampoco la situamos forzosamente México df 1977, pp. 74-75.
y Sebastián Leiva, El golpe
en la Legua. Los caminos de
extensión de este escrito, devela la unicidad del recuerdo que nos es reportado, como esencialmente “subversiva”30. La originalidad que presentan las memo- 30
la historia y la memoria, Ed. estando siempre agudizado y alterado en el sentir del presente. rias, se alojan en el sentido de su discurso acentuado en la forma en que éste se En referencia a relatos
lom , Santiago 2005, p. 16. folklóricos y populares ver
No adscribimos al carácter teleológico y totalizante de “memoria colectiva”24 colectiviza, siendo ciertamente señalizada desde el territorio y adoptado entre James Scott, Los dominados
y el arte de la resistencia.
24 y la concebimos no obstante, entramada por capas, segmentos, recortes25, que sí, como deseo circulante. Discursos ocultos, Eds. Era,
Jacques Le Goff, El orden
de la memoria. El tiempo asimilan o subvierten el sentido de otros relatos que le enfrentan o anteceden. Específicamente, el capítulo i , «Santiago, antigua ciudad de los cuchillos» México df 2004, p. 192.
como imaginario, Ed. Paidós,
Barcelona 1991, pp. 181-183.
Los testimonios recogidos están atravesados por la textualidad de las cuecas, se ha montado a partir de la recolección de documentos “oficiales”, de legiti-
disponiéndose algunas veces, en niveles de relatos que se superponen y en otros, midad académica y política. Ellos, siempre escritos y en el mayor de los casos
25
Michel De Certau, La encuentran. Es el caso de la materialidad del espacio, que cruza todos los aspectos sostenidos por instituciones, funcionan encadenadamente, dando cuenta de
invención de lo cotidiano. Artes
de este escrito: pabellones, callejones, el cuerpo mismo de los animales y de los una perspectiva absolutamente negativa del barrio. La reiteración en estos
de hacer, Ed. Universidad
Iberoamericana, México matarifes, evocan un recuerdo en particular que culmina por influir poderosa- documentos se hace presente en cada uno de ellos, sin necesidad de escudri-
df 2000, p. 97.
mente en el discurso-memoria que remembran26. Matarife en el Matadero, mata- ñarlos con demasiada agudeza: Matadero, muerte, borrón citadino, delitos por
26 rife en una picá, matarife del pabellón de chanchos, cincelan los múltiples nudos doquier. Rondamos desde esta primera vía al barrio Matadero.
Paul Ricoeur, La memoria, la
historia, el olvido, Ed. Fondo identitarios que los constituyen presentes tanto en testimonios como en las cuecas. En el capítulo ii , «A pata pelá y con leva», nos adentramos hacia el interior
de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, p. 191.
Nos servimos del término tradición, no desde una perspectiva conserva- del Matadero, describiendo y escrutando las labores más micro desarrolladas
dora27 o como espejo de la dominación “de una clase específica”28, sino como por sus trabajadores. Con ello, damos cuenta de su organización primaria en

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31 cuadrillas y de sus lazos sindicales. Recogemos los decires de los propios indivi- No está de más explicitar el lugar desde el que nos hicimos la pregunta
Samuel Claro, Op. cit., p. 141.
duos que se desempeñaron como matarifes, observándose desde este momento inicial: ¿Qué memorias reguardan esta geografía urbana? ¿Qué se ha dicho
un giro en el desarrollo posterior del libro, adentrado llanamente en las memo- sobre el Matadero, sus obreros y el barrio en que habitan? ¿Dónde y desde qué
rias. Testimonios y cuecas acá se encuentran, cruzan y vigorizan, descubriéndose perspectivas han sido nombrados? y aún más: ¿Han sido alguna vez narrados?
visiones que corren por un carril alternativo a los explicitados en el primer capítulo. Nos encontramos con inmensas lagunas documentales, ausencias que fueron
Por su parte, el capítulo iii «Que se cierre este salón, que son dueños los colmadas con las voces de nuestros entrevistados y los versos de las cuecas que
cuadrinos» hace referencia con más fidelidad y detalle, a las modalidades de compendiamos. Pensamos en este escrito, como el deseo de plasmar memorias,
sociabilidad asumidas por los trabajadores del Matadero y a la vida que discurre sin pretensión de fundar nuevamente una historia monolítica del barrio que
en el mismo barrio. Revisamos algunos aspectos de lo que ha sido compren- visitamos. Lo es tanto más, cuando nuestras fuentes operan como representa-
dido como sociabilidad popular, para consignar con pormenorización el caso ciones, discursos de lo acontecido y no como rígidas facticidades.
del esparcimiento y jarana del Matadero en el siglo xx. Aquí, el contrapunto
entre contenidos historiográficos y el sentido que aportan las cuecas y los testi- ¡Tire, tire cochero, pa'l Matadero!
monios, es palmario.
El capítulo iv «Son los tonos brillantes, de la chilena» tiene por objeto
introducir, esta vez desde una perspectiva musical el disco mismo y la cueca
centrina en tanto cuerpo sonoro. Se revisan las eventuales particularidades que
presenta la cueca albergada en el Matadero, haciendo alusión a los cantores y
sus especificidades estilísticas instrumentales. Desde lo estudiado por Fernando
González Marabolí, se indica el repertorio que se cantaba en el Matadero y el
que, a modo de crónica, hace referencia a él.
En último lugar, se dispone el disco «Por la Güeya del Matadero. Memorias
de la Cueca Centrina», momento en que culmina de modo vivo y audible todo el
proceso investigativo. Se presentan las cuecas ya no como opacos documentos,
sino como un “habla viva de los versos”31 exhibidas aquí, sin necesidad de media-
ción. Ellas hablan y vocean por sí solas, a través de minuciosas recopilaciones
de letras y melodías que interpretan magníficamente sus propios herederos:
Los Chinganeros del Matadero.

{ 26 } { 27 }
capítulo i

santiago, antigua ciudad dE los cuchillos


Discursos sobre el barrio Matadero Franklin

a diferencia de otr a s periferia s urbana s , el perímetro del Barrio 1


Ver Carlos Lavín, La chimba
Matadero Franklin no cuenta con una investigación que condense las crónicas, del viejo Santiago, Ed. Zig-Zag,
Santiago 1947. Justo Abel
leyendas o historias que a su alrededor ha circulado1. Los textos que lo invocan
Rosales, La Chimba antigua. La
son generalmente fragmentarios, no habiendo sido incorporado aún en la esfera Cañadilla de Santiago (1541-
1887), Ed. Difusión, Santiago
de historia escrita de la ciudad. Por un lado lo reconocemos como paradigma 1948. Alfonso Calderón,
del Santiago bullente y trepidante, mas al mismo tiempo lo hemos relegado a Memorial de Santiago, Ed. ril,
Santiago 2005.
una palmaria opacidad narrativa. Es por ello que las aproximaciones documen-
tales a las que hemos recurrido han sido diversas: periódicos, estudios insti-
tucionales, académicos, reglamentos, estatutos, novelas, cuentos, poesías, etc.
Cada uno contiene un acercamiento particular a este barrio, conduciéndonos
a él por caminos distintos que relatan sus relieves y fisonomías. Sin ánimos de
forzar vínculos entre ellos o de ensamblarlos en un mismo registro, hemos descu-
bierto ciertos elementos reiterados a la hora de dibujar al Matadero Franklin imagen : Calle Alberto
Romero, Población Huemul
y sus sitios colindantes. en Caja de Crédito Hipotecario,
Población Huemul: Inauguración
Decidimos articular este capítulo sin la presencia de nuestras cuecas, con el
del Sector de Beneficencia, Imp.
objeto de graficar un contrapunto que se revelará más patentemente entre ellas Barcelona, Santiago 1918.
p or l a g üe ya de l m ata de r o s a n t i a g o , a n t ig u a c i ud a d de l o s c u c hill o s

2 y las fuentes que presentaremos a continuación. Con sorpresa consignamos que «un verdadero p otrero de l a muer te » 3
Benjamín Vicuña Mackenna, Maximiliano Salinas, et. ál.,
Una peregrinación a través en éstas, se le confiere a la periferia del sector sur cierta pestilencia, crimina- Periferia, peligrosidad ¡Vamos remoliendo mi alma!
de las calles de la ciudad La vida festiva popular en
lidad y miseria que –nos dicen– ineluctablemente “le pertenece”. Se les nombra
de Santiago, Ed. Guillermo Santiago de Chile 1870-1910,
Miranda, Santiago 1902, p. 31. parte constitutiva de la “ciudad de los cuchillos”2, con sus briosos matanceros Santiago decimonónico, escindido en ciudad deleitosa3 o ciudad de los cuchillos, Ed. lom , Santiago 2007, p. 7.

y sus profusos corvos. nos ha sido relatado como dimensión poblada de rotos “desbordados”4 e “indisci- 4
Es por ello, que en este acápite más que reseñarle “históricamente”, procu- plinados”5. Ambas imágenes, nos reportan elementos que parecen contrapuestos, Maximiliano Salinas, “Comida,
música y humor. La desbordada
ramos esbozar los múltiples discursos que se han modulado en torno a nuestro no obstante, prorrumpe entre ellos la figura protagónica del sujeto popular, del vida popular”, en Rafael
Sagredo comp., Historia de la
barrio. Con consternación, consignamos que los textos referidos a la configu- ajuerino. Ellos, repletaron la ciudad de una forma de vida a la que forzosamente se vida privada en Chile. El Chile
ración de la ciudad de Santiago y sus periferias, continúa siendo acotado. Los le imbricó la noción de peligrosidad. Las fiestas, el alcohol, los juegos y sus impre- moderno 1840-1925. Ed. Taurus,
Santiago 2008, pp. 85-117.
escritos decimonónicos de Benjamín Vicuña Mackenna o Recaredo Tornero, visibles maneras de relacionarse, se superpondrían a la diversidad de crímenes y
se adicionan a los paridos con pretensiones historiográficas más nítidas como permanentes riñas que entre ellos acontecían. Su nomadismo y desterritorio, los 5
Gabriel Salazar y Julio Pinto,
los de René León Echaíz y Guillermo Feliú Cruz. En las últimas décadas del hacían inasibles, escurridizos y desde allí, amenazantes. Crónicas plurales, enun- Historia Contemporánea de
Chile. Tomo i i. Actores, iden-
xx, recogemos textos ya insoslayables, donde es posible hallar con agudeza cian la “inherente” peligrosidad de estos sujetos, siendo tempranamente visua- tidad, movimiento, Ed, lom ,
estas temáticas: Armando de Ramón, Luis Alberto Romero y Vicente Espinoza lizados: «bien raras veces se les ve en épocas de tranquilidad, cuando perma- Santiago, p. 107. Misma idea
ver en María Angélica Illanes,
vigorizan y refundan este devenir historiográfico. Contemporáneamente, nos necen en acecho en los barrios de Guangualí y la Chimba, pululan como lobos Chile Des-centrado. Formación
socio-cultural republicana y
servimos de artículos más recientes de los mismos autores, además de los de en las calles en la expectativa de saqueo cuando se ofrece alguna reyerta o revo-
transición capitalista (1810-
Patricio Gross y Mario Garcés, entre otros. lución»6. Las más paradigmáticas áreas periféricas, cristalizan en sus recodos la 1910), Ed. lom, Santiago
2003, pp. 93-101. Maximiliano
A todas luces, observamos que el mapa escriturario de Santiago no se halla “tendencia a la violencia” y “carácter agresivo”7 de estos arquetipos populares. Salinas, et. ál., El que ríe último…
monográfica, honda, ni microhistóricamente trazado. Muchos universos geográ- La presencia invariable de un arma, los tornaba un cuerpo intimidante, fluc- Caricaturas y poesías en la
prensa humorística chilena del
ficos, no cuentan aún con historias que se hayan traspasado hacia un soporte tuante, latente. «Es común oír decir que el roto es cuchillero. Sí, pero cuchillero siglo xi x , Ed. Universitaria,
Santiago 2001, pp. 265-268.
narrativo. Este primer ejercicio ensaya el acercamiento hacia uno de los barrios fino, como ajustado a un código de honor» y «es así como peleó todas las bata-
que Santiago entraña y su memoria clama. llas»8. Otras recopilaciones de cronistas indican que sus reuniones «terminaban 6
“Memorias de un oficial de
siempre en pendencias o en una lucha con puñal»9, repletando Santiago y sus marina inglés al servicio
afueras, de “rotos de alto caballo”, no más que cientos de “ladron[es] de mucha de Chile durante los años
de 1821-1829”, en José
* fama”10. En las orillas de la ciudad se actualizan, trajinan y retozan los engan- Toribio Medina (traducción
y prólogo), Viajes Relativos
chados, bandidos, “espinaceadores”11 y matanceros. Todos ellos, se emparentan
a Chile. Tomo i i : 1817-1822,
por un mismo apero: el corvo que identifica, invariablemente, su “ser popular”. Santiago 1962. El traductor

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de estas crónicas le atribuye Según señala Gabriel Salazar, la difundida construcción de mataderos muni- sus habitantes o en cualquier caso, última parada imaginaria del transeúnte. de una sociedad urbana, Ed.
estas memorias al capitán Sudamericana, Santiago 2000,
Richard Longeville Vowell. cipales a lo largo del país, fue en desmedro directo de mataderos campesinos Durante el siglo xix los conventillos y rancheríos recluidos entre estos dos p. 143. Recaredo Santos Tornero,
que operaban como “empresas populares”. Es en esta nueva institucionalidad, colosos fatales, volvían los alrededores del Matadero una mácula abominable Chile Ilustrado, Eds. El Mercurio,
7 Santiago 1872, pp 6-8.
Alberto Cabero, Chile y donde los labradores serán excluidos de la fase más lucrativa del proceso de que debía ser transformada, “remodelada”. Desde 1872 y a manos del inten-
los chilenos, Ed. Lyceum, 14
matanza para ser confinados a la mera reproducción del ganado12. Así, la zona dente de entonces, Benjamín Vicuña Mackenna se realiza –además de un sustan- Emilio Eyquem, Memoria
Santiago 1948, pp. 116-118.
elegida para el caso de Santiago fue el sur, sector que antes de ser un barrio cial rediseño de toda la ciudad–, una intervención en este sur que nos atañe: de la inspección veterinaria
8 del Matadero Municipal de
Oreste Plath, Baraja de propiamente tal, ostentaba el signo de arrabal y “borde citadino”13. En sus la avenida de los Monos (segmento de Avenida Matta), Canal de San Miguel Santiago, 1929, Imp. Cisneros,
Chile, Ed. Zig-Zag, Santiago proximidades, entre 1843 y 1847 Jacobo Vial dona dos de sus potreros y luego (Avenida Diez de Julio) y el Zanjón. Sobre esto nos revela: «Es una población Santiago 1930, p. 32.
1946, pp. 37-44.
vende a la Municipalidad de Santiago dos cuadras de sus posesiones, para el nómade […] causa de su inagotable atraso, de sus inmundicias inagotables y de 15
9 Luis Alberto Romero, Qué hacer
Guillermo Feliú Cruz,
levantamiento del Matadero Municipal14. Tres años después éste estaría funcio- su insalubridad física y moral»20, sindicándolos ya como sujetos desarraigados, con los pobres. Elite y sectores
Santiago a comienzos del nando en un polo de la capital: Placer, San Francisco, Valdivia (hoy Franklin) que no pertenecen –ni pertenecerán– al lugar en que residen. Estos arrabales populares en Santiago de Chile,
siglo xi x, Ed. Andrés Bello, 1840-1895, Ed. Sudamericana,
Santiago 1970, p. 86. y Arturo Prat serían sólo la geografía nuclear donde acontece nuestra historia, que operaban como fuerzas antiprogresistas, debían erradicarse. Al respecto, Buenos Aires 1997, p. 20.
eje de faenas y especificas sociabilidades15. La ubicación espacial que le es asig- Armando de Ramón, nos dice que luego de la “remodelación” «los rancheríos 16
10
Julio Vicuña, c oa : Jerga nada, extendía su significación hacia aspectos morales que lo determinaban: en verdad desaparecieron casi totalmente de este sector, aunque a orillas del Citado en Luis Alberto Romero,
de los delincuentes chilenos. “Urbanización y sectores popu-
Estudio y vocabulario,
ser margen de la ciudad, implicaba necesariamente situarse en el filo abismal Zanjón de la Aguada y alrededores proliferaron otras barriadas populares»21, lares. Santiago de Chile 1830-
Imprenta Universitaria, de la luminosa civilidad. Con esto, nuevos asentamientos iniciarían el pobla- observándose la renovación y concomitante persistencia del “problema” que 1875”, en Revista eur e nº 31,
Santiago 1910, p. 131. vol. xi, Santiago 1985, p. 59.
miento del sur santiaguino, conformándose desde entonces y perpetuamente, –según sus espectadores– aquejaba a la ciudad22.
11 17
Antonio Acevedo Hernández,
como mancha urbana. Problemas de insalubridad, pobreza y delitos, lo volvieron A las edificaciones emblemáticas enunciadas, se añadieron tres que para Ibídem, p. 27. También en
Croquis chilenos. Crónicas un blanco de críticas que se plasmaron consecutivamente, por más de cien el mapa y la reconfiguración del perímetro en cuestión, fueron fundamen- Armando De Ramón, Santiago
y relatos, Ed. Zig. Zag, de Chile..., pp. 143-144.
Santiago 1931, p. 85-93 años. Los juicios emergieron desde todos los ámbitos, confiriéndole inicial y tales. La instalación de la Fábrica Nacional de Vidrios, fundada en 190223, la
18
eternamente, el estatuto radical de “Potrero de la Muerte”16, “Conventillo”17 y inauguración de la Población Matadero –en Placer, entre Santa Rosa y San María Angélica Illanes, Cuerpo y
12
Gabriel Salazar, Labradores, “humano pobrerío”18. Jugaban un rol protagónico, las delimitaciones y confines Isidro24– y la Población Modelo de Huemul en 1911, reforzaron su apariencia sangre de la política. La construc-
peones y proletarios. Formación ción histórica de las visitadoras
y crisis de la sociedad popular
que se le atribuían al barrio. Por un extremo, se trazaba el flujo pestilente del de barrio obrero. La Población Huemul ocuparía el estatuto de “oasis”25, sociales (1887-1940), Ed. lom,
chilena del siglo xi x, Ed. lom, Zanjón de la Aguada que envolvía con su hedor e inopia a las precarias pobla- persistiendo en el imaginario de los habitantes de cités o conventillos como Santiago 2007, p. 11.
Santiago 2000, pp. 118-123.
ciones. En la Historia de Santiago de René León Echaíz, aparece temprano como “una utopía, un lugar hermoso”26. Primera obra de edificación propulsada 19
13 René León Echaíz, Historia de
Armando De Ramón, Santiago
límite eminentemente rural donde, en el siglo xvii, se cobraba la alcabala19. La por la Caja de Crédito Hipotecario, pretendía incentivar el ahorro en los Santiago, Ed. I. Municipalidad de
de Chile 1541-1991. Historia Penitenciaría hacía lo suyo, situándose probablemente como destino final de trabajadores de barrios próximos27. Con una prolija construcción, un Teatro Santiago, Santiago 1975, p. 158.

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20 i Sala de Conferencias, biblioteca, parroquia, centros de caridad y escuelas, representaban una “arena movediza” de la que era dificultoso escapar. Si bien comps., Santiago de Chile:
Citado en Armando De Ramón, Características Histórico
Santiago de Chile 1850-1900. pretendían la «transformación en la hábitos [sic] de vida y en las condi- quienes se allegaban lo creían una estación provisoria, éste se convertía en Ambientales 1891-1924,
Límites urbanos y segregación
ciones morales de las familias del pueblo»28. Su instalación e implementación, ghetto que los “consumía”, les “impedía salir”38. Para sus narradores, ese distin- Ed. Nueva Historia,
espacial según estratos. Revista Londres 1985, p. 89.
paraguaya de sociología n º marcó de alguna manera el devenir de “los hogares más menesterosos” que lo tivo les asigna a sus residentes un estatuto de “nómades metropolitanos”39,
42/43, Asunción 1978, p. 260. 25
colindaban. Representó, qué duda cabe, la redención del pueblo y del mismo misma condición apuntada a fines del siglo xix por Vicuña Mackenna. Otra Varios Autores. Voces de la
21 Franklin, materializándose en ella los discursos progresistas-higienistas que vez, sujetos que viven pensando en partir hacia otro sitio, donde se encuentra su ciudad Historias de barrios
Armando De Ramón, “Estudio de Santiago, Ed. lom,
de una periferia urbana, lo precedieron e impulsaron: casas-repositorios de “cultura y civilización”29. vida definitiva. Nuevamente, permaneciendo en un lugar esencialmente ajeno, Santiago 1999, p. 148.
Santiago de Chile 1850-1900”,
La caridad, aquí se depositó en un complejo “Sector de Beneficencia” que que no les pertenece. En 1957 se funda lo que sería la población La Victoria y La
Revista Historia n º 20, p uc , 26
Santiago 1985, p. 229 y 284. contaba con la institución de la “Gota de Leche” cuya función era entregar Feria40, momento en que según sus actores, «florecieron las banderas chilenas Ibídem, p. 29.

22 el alimento básico al niño, sin desvincularlo de su madre30, simbolizando a entre el polvo y la maleza»41. Los asentamientos cambiarían desde entonces 27
Luis Alberto Romero, lo relata la vez, pureza y abundancia. y se inscribirían como parte de una nueva memoria, que esta vez sí se nos ha Caja de Crédito Hipotecario,
así: «Luego de arrasados muchos Población Huemul.
ranchos en las inmediaciones Como contraparte, persistían las fábricas y el Zanjón, siendo ambas según sido gradualmente contada. Inauguración de la Sección de
del Canal San Miguel y la Beneficencia, Imp. Barcelona,
avenida de los Monos, la recons-
De Ramón «una barrera que, sin impedir el poblamiento, inhibió a los grupos Con todo, El Zanjón, Matadero, las fábricas y la Penitenciaría se encum-
Santiago 1918, p. 21.
titución de la propiedad y su sociales más elevados el trasladarse definitivamente a ella»31. Todas ellas, confor- braban como hitos doloridos y funestos del barrio. El humo bullicioso de las
posterior división regular para 28
la venta ayudaron al cambio maban un cerco aparentemente ocluido, constreñido entre sus fronteras, que industrias, el hedor de la Aguada y la belleza modelo de Huemul, nos permiten Ibídem, p. 30.
de fisonomía de la zona. Así, no podía escapar de su sino trágico e iniciático. Los ranchos del Zanjón, fueron captar la temperatura, tonos y velocidades que se deslizaban por Franklin, cons-
aparecieron “poblaciones” más 29
ordenadas, como la de Vicuña mutando hacia las “callampas” del siglo xx, proporcionando una apariencia tituyéndolo, bautizándolo barrio. Ibídem, p. 52.
Mackenna sobre la calle Santa
Rosa, o la de Valdés Ramírez
característica al barrio, ampliamente reconocida por la historiografía32. Armando Como hemos enunciado se visualiza aquí, una criminalidad radical, disgre-
30
en la calle Victoria entre San De Ramón, indica que en la década del 30, la demolición de conventillos por gada en el alcohol, la prostitución y ciertas exuberancias, que allí acontecen María Angélica Illanes,
Diego y el Parque Cousiño». Op. cit., p. 138. Ver
En Qué hacer con…, p. 36. saturación y el alza de las rentas forzaron la emigración hacia los sitios eriazos amplia, totalmente. Una identidad inextricable entre gentes pobres y su propen- también Caja de Crédito
y es entonces cuando sobreviene una nueva oleada de ocupación del Zanjón33. sión al delito, se afianza42. Contribuyen a ello, las semblanzas hechas en torno Hipotecario, Op. cit., p. 22.
23
Fábrica Nacional de Vidrios sa . Las callampas se dispusieron en «una continuidad que no parecía tener fin»34 y a los matanceros, cuadrinos o cuchilleros de entonces. Cuchillero o matancero, 31
Datos ilustrativos referentes a Armando De Ramón,
la Sociedad Anónima Fábrica
en particular, la década del 40 sería distinguida por la ampliación del área resi- eran nomenclaturas de oficios carentes aún de total especialización y territoria-
Santiago de Chile…, p. 208.
Nacional de Vidrios, Imp. dencial y la subsecuente subdivisión35. La nueva comuna de San Miguel acoge a lización, como serían posteriormente la de cuadrino o matarife. Para entonces
Gutemberg, Santiago 1904, p. 3. 32
la mayoría de las familias, que ilegalmente ocupan territorios36. Remembrado es dicho quehacer se realizaba en recintos ocasionales, incluso trayectoriales que Patricio Gross, “Segregación
24
“Vivienda”, en Armando
el incendio de 1956, donde cientos de personas perdieron sus frágiles construc- operaban de manera itinerante, peonal43. Todas ellas eso sí, hacían referencia al ambiental en Santiago 1952-
1982”, Revista eur e n º 44, vol.
De Ramón y Patricio Gross ciones. Las habitaciones del Zanjón, «mayor cordón de miseria de Santiago»37, volteo más o menos profesional de distintos tipos de animales y, evidentemente, xv, Santiago 1988, pp. 55-77.

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33 en disímiles condiciones. El semblante que ostentaban, pareció para sus distantes e s cena de sangre horrrible a se sinat o en el b arrio matadero 40
Armando De Ramón, La Armando De Ramón,
Población informal. Poblamiento escrutadores siempre repugnante. Su aspecto denotaba cierta peligrosidad, que Santiago de Chile…, p. 246.
de la periferia de Santiago
se agravaba en su flagrante “gusto” y “propensión” a la pendencia. Crónicas deci- En la calle de Chiloé
de Chile 192 0-1970, en 41
Revista e ure n º 50, vol. xvi, monónicas así los describen: Del barrio del Matadero Juan Lemuñir, Crónicas de
Santiago 1990, pp. 5-17. la Victoria: testimonio de un
Fue muerto un abastero
poblador, Ed. Documentas,
34 «Lo que le daba un aspecto siniestro era su presentación siempre ensan- El jueves según diré Santiago 1990, p. 12.
Armando De Ramón,
Santiago de Chile…, p. 141. grentada: la cara, las manos y las piernas y pies, dejaban la impresión de No sé la causa por qué 42
un hombre herido. A veces en la cara veíanse coágulos de sangre y en las Se cometió el estupor Ver un análisis entre sujeto
35 pobre y criminalidad en: Marcos
Vicente Espinoza, Para piernas, como en los brazos, estrías que dejaban la sensación de profundas Mas creo que es el licor Fernández, Prisión común,
una historia de los pobres imaginario social e identidad,
en la ciudad, Ed. Sur,
heridas. El espectáculo era peor cuando se mataba al animal en la calle, a Que estos males ha acarreado
Chile 1870-192 0, Ed. Andrés
Santiago 1988, p. 245. veces cerca de la Plaza de Armas, debajo de una ramada.»44 I por él se ha presenciado Bello y dib am , Santiago 2004.
También ver Daniel Palma,
36 Un crimen que causa horror Ladrones. Historia social y
Ibídem, p. 247. cultura del robo en Chile, 1870-
Ellos, los “siniestros” y “amantes” de sus armas, fueron indisolublemente
192 0, Ed. lom, Santiago 2011.
37 liados al perímetro de Franklin: «Estos individuos, connaturalizados con el [...]
Mario Garcés, Tomando su sitio, 43
Ed. lom , Santiago 2003, p. 121.
uso del cuchillo, son hombres verdaderamente peligrosos cuando se encuen- Para una definición paradig-
tran en estado de ebriedad, circunstancia indispensable en ellos después de Dos puñaladas mortales mática de peonaje, ver Gabriel
38 Salazar, Labradores… p. 156.
Guillermina Farías, “Lucha, las once o doce del día […]»45. La elite lo sopesa como ingénitamente delictual, Le dieron al corazón
Vida, Muerte y Esperanza.
pues dicha área acoge entre sus vías sujetos a los que les está “enquistada” la Sin tenerle compasión 44
Historia de la población La Guillermo Feliú Cruz, Santiago
Victoria”, en Varios Autores, práctica de la violencia, proveídos además del soporte simbólico que definía Estos hombres criminales en el siglo xi x, p 146.
Constructores de ciudad. Nueve Lo advirtieron asimismo,
historias del primer concurso este sector de la ciudad: el cuchillo. Por su parte, la poesía popular –empla- Más me parecen chacales Armando De Ramón y Patricio
“Historia de las Poblaciones”, zada en su vereda cultural-escritural antípoda–46 nos enuncia detallados En las iras i el furor Gross, Algunos testimonios
Ed. Sur, Santiago 1989, p. 51. de las condiciones de vida en
episodios de bandidaje y asesinatos acontecidos en el barrio. Por su porme- No temieron al Señor Santiago de Chile: 1888-1918,
39 Revista e ure n º 31, vol. xi ,
Carlos Franz, La Muralla
norización, recurrimos a los versos del gran pueta Meneses, quien refrenda Que les mandase un castigo
Santiago 1985, p. 67. «Tanto los
Enterrada (Santiago, ciudad lo que hemos insinuado: Por eso franco le digo propios chilenos como algunos
imaginaria), Ed. Planeta, extranjeros que visitaron esta
Santiago 2001, p. 105. De este suceso al lector 47 tierra estuvieron de acuerdo
en destacar las deficiencias,
injusticias, lunares, lacras, vicios,
[...] fallas, irregularidades y demás

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anormalidades que empañaban Así las cosas, el Matadero se perfilaba desde todos los frentes como una Sus dichos, paridos desde la misma experiencia y a la vez desde una atalaya Lira Popular de Juan Bautista
la sociabilidad urbana». Peralta, f on dar t-dib am ,
ultraurbanidad criminal. Fines del siglo xix, comienzos del xx: sobrevendrían teórica, le otorgaban una veracidad y legitimidad que parece imperecedera. Santiago 2006, pp. 323 y 361.
45 Ver también Adolfo Reyes,
Citado en Armando De
un sinfín de maldiciones, críticas y diatribas más. Los proyectos de construcción del “Nuevo Matadero” –promesa eternamente
En pliego: Los tres niñitos
Ramón, Estudio de una incumplida– y quienes peleaban por su concesión, asumieron los preceptos asesinados por el hambre
periferia urbana…, p. 229. [1894]. Col. Am. I, 148, mic.
higienistas como verdades inapelables. Se prometían «buenas casas, espaciosos 22; Col. Am. I, 182, mic. 28;
46 «nacer en el matadero, e s nacer par a l a muer te 48» jardines y extensos parques hasta escuela, Iglesia, restaurant y baños»54en pos Col. Lenz, 6, 12, mic. 33.
Sólo por nombrar los estudios
más paradigmáticos, ver Hıgiene, insalubridad del correcto oreo de animales y esparcimiento de trabajadores. Años después, 48
Antonio Acevedo Hernández, Carlos Franz, Op. cit., p. 109.
Los Cantores Populares Chilenos,
uno de los administradores del Matadero, Emilio Eyqumen, denuncia allí, la
Ed. Nascimento, Santiago La insalubridad sería otra arista que con insistencia emergería cuando se evocaba ausencia de control sanitario, proliferación de enfermedades y venta de carnes 49
1933. Diego Muñoz, Poesía Ver el ilustrativo texto de
Popular Chilena, Ed. Quimantú, el Matadero. Se reclamaba en su nombre, falta de progreso y asepsia, ponde- infectadas. Advierte la influencia de los discursos científicos que exponíamos Adolfo Murillo, La morta-
Santiago 1972. Juan Uribe
rándolo como impedimento, sombrío bemol de sangre antimoderno. La opera- y se acuña la idea de un «Matadero Modelo limpio y aseado»55 a diferencia del lidad en Santiago, Imp.
Echevarría, Tipos y cuadros de Cervantes, s/ n, p. 7, 8 y ss.
costumbres en la poesía popular ción era categórica: las insuficientes condiciones higiénicas, traerían consigo foco infeccioso que para entonces existía. En la década del 30 del siglo x x ,
del siglo xi x, Ed. Pineda Libros, 50
Santiago 1973. Maximiliano
enfermedades (cólera, viruela, influenza, sífilis) lo que dirigiría a la población, se evidencian e intensifican las denuncias detalladas sobre las carencias del El caso específico del
Salinas, Canto a lo divino y ineluctablemente hacia la muerte49. Las conductas del “pueblo lego” y sus vicios, Matadero. Por entonces, los aspirantes a la concesión de su re-construcción, norte salitrero en Rodrigo
religión popular en Chile hacia Henríquez, “La jarana del
1900, Ed. lom, Santiago se contradecían cabalmente con las ideas de instrucción y avance que proponía argüían sus planteamientos que no hacían más que reiterarse: «inhumano y desierto: Burdeles, prostitutas
2005. Micaela Navarrete, y pampinos en Tarapacá 1890-
esta idea, para entonces muy en boga50. La alarma fue constante y este centro de anti-higiénico», «una afrenta para la ciudad»56.
Balmaceda en la poesía popular, 1910”, en Colectivo Oficios
1886-1896, Ed. dib am, trabajo fue intervenido por el Estado, quien proporcionó un Médico Veterinario En pos de concretar dichas aspiraciones y construir el anhelado nuevo Varios, Arriba quemando el
Santiago 1993 y las colecciones sol. Estudios de Historia Social
de Lira Popular publicados quien debía fiscalizar su correcto funcionamiento. El foco infeccioso, saturado Matadero, se detallan los cambios y secciones específicas que deben implemen- Chilena: experiencias populares
por el Archivo de Literatura de enfermedades, debía ser re direccionado como regla básica de salubridad tarse. La forma de matanza era crucial, en tanto los matarifes habrían cultivado de trabajo, revuelta y autonomía
Oral y Tradiciones Populares (1830-1940), Ed. lom ,
desde 1998 a la actualidad. propiciando así, el progreso expedito de Santiago. Estos médicos, por medio del una fama de insensibilidad frente a la muerte de los animales beneficiados57. Dos Santiago 2004, pp. 111-135.

47
acercamiento científico a la cuestión, materializaron una serie de textos donde secciones fundamentales, una de matanza y la otra de venta, posibilitarían una
51
Micaela Navarrete y Daniel entregaron su perspectiva y ejercieron influencia en otros enunciantes de la máxima ventilación y la aplicación de aparatos eléctricos58 que alejaran a los Una interesante aproximación
Palma, Comps., Los diablos a la “modernización de la medi-
son los mortales. La obra del sociedad a los que ya pasaremos revista51. Arsenio Poupin, Jefe de la Oficina operarios de dichas prácticas. El objetivo final era siempre, eso sí, optimizar la cina” y el posicionamiento de la
poeta popular Daniel Meneses, Veterinaria del Matadero de Santiago, indica que, de los servicios públicos, «uno ganancia, «doblar la matanza y producción»59. Las costumbres arraigadas con “higiene como ciencia” en María
f on dar t-dib am, Santiago Angélica Illanes, Op. cit., p. 46.
2008, p. 524. Ver otros de los más descuidados es el que se relaciona con las condiciones científicas de las que trabajaban industriales y trabajadores significaban también una difi-
episodios en Micaela Navarrete 52
y Tomás Cornejo, Comps.,
los Matadero i servicios anexos»52. Se reclama la insuficiencia infraestructural cultad onerosa para la Inspección, en tanto este vínculo patrón-trabajador no Arsenio Poupin y Carlos
Por historia y travesura. La del espacio, su desobediencia a los “dictados de la ciencia” y su desorganización53. se regía por normas mínimas de previsión y planificación60. Fernández, Condiciones

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Científicas de los Matadero i Desde la década del 30 se discutió la aplicación del tipo de Matadero que se sitúa en el conventillo y en las periferias, mas no definiéndose como 59
servicios anexos en relación Ibídem, p. 23.
con la higiene pública, Imp. Americano o Europeo61, no siendo ninguno de los dos aplicados al modelo “social” u “obrera”, pues sus protagonistas están lejos de ser loables traba-
Cervantes, Santiago 1899, p. 6.
chileno. Los proyectos esgrimidos se incrustaron en el tiempo como compen- jadores. Novela “lumpen”63 o “hampesca” es ésta, donde quienes la habitan 60
Emilio Eyqumen, Op. cit., p. 51.
53 dios de fantasías y reclamos. Por su parte, los problemas de salubridad, la son seres perdidos, atrapados en su miserable realidad, vagantes, sin destino.
Ibídem. 61
carencia de tecnología básica y las formas de trabajo, nunca fueron modifi- Figuran en ellas, actos delictuales anidados en personajes irascibles que nos Ibídem, p. 47 y ss.
54 cados a cabalidad. Hasta su cierre definitivo, datado a comienzos de los años hablan cruenta, descarnadamente de su realidad. Historias de lupanares,
José Victorino Varela, Proyecto 62
de construcción del Matadero 70, este Matadero contaba con un cariz muy similar al que habría ostentado presencia de prostitutas y parias en ellas se vierten, consignándose un tipo de Alberto Romero, La mala
Municipal de Santiago, Imp.
El Globo, Santiago 1907, p. 1.
cincuenta años antes. escritura que opera como fuente literaria de espacios y seres radical e irrever- estrella de Perucho González,
Ed. lom , Santiago 1997, p. 19.
siblemente marginados64. Moralidades “trastocadas”, violencias y desamores
55 63
Emilio Eyqumen, se corporizan en tipos marginales desparramados entre choros, pungas y Así califica esta novela Volodia
Op. cit., p. 22-53.
«entre burdele s inf e ct os y conventillos62» palomillas. Una novela de esta laya, nos cuenta la historia de Perucho, niño Teitelboim en el prólogo de
la misma. Ibídem, p. 10.
56 Huida, fatalidad que nace en la calle Placer y cuya vida aciaga ocurre entre los límites de este
Gustavo Placier, et. ál.,
Construcción de un Matadero
barrio. Hijo del matarife Alamiro, vive el ajetreo del Matadero desde siempre, 64
Ver sobre el presidio Eugenio
para Santiago, Imp. Nascimento, Como última estación de este primer capítulo, recorremos los decires literarios con sus ojos infantiles: González, Más Afuera, Ed.
Santiago 1933, p. 3 y ss. Nascimento, Santiago 1930.
que se han pronunciando sobre el Matadero y los sitios que lo colindan, rele- Sobre el hampa mapochina
57
José Victorino Varela, Op. cit,
vando de ellos algunas temáticas que relucen como medulares. Una es la deli- «Hasta los cuajarones de sangre vagueante tenían su belleza, su fondo Alfredo Gómez Morel, El Río,
Ed. Talleres Arancibia, Santiago
p. 9. «El animal tiene que neación del barrio mismo, que se ve colmada con la criminalidad y fatalidad de atracción. Del pabellón de los lanares –unos animalitos pacíficos que 1962. Diversos cuentos en Luis
pasar forzosamente al pabellón Cornejo, Barrio Bravo, Ed. Alfa,
de matanza, tranquilo y que en él discurre. Otra, la invocación de algunos personajes que encarnan la degollaban las mujeres, los chiquillos; con una crueldad inconcebible, una
Santiago 1955. Sobre la cáfila
cubierto del mal trato con que necesidad manifiesta de huir de ese espacio de constricción. Ellas ciertamente, torpeza repugnante– pasaron al de los porcinos, cerdos gordos y solemnes hampona Armando Méndez
habitualmente los mortifican Carrasco, Chicago Chico, Ed. Flor
nuestros matanceros». enlazadas y concatenadas entre sí. que chillaban de una manera desesperada cuando asomaban la trompa por Nacional, Santiago 1962, p. 30.

58
Pesquisamos en estas literaturas, un trazado imaginario del lugar que se el zaguán resbaladizo de la muerte»65.
65
Ilustre Municipalidad de narra, dibujándose un heterogéneo mapa textual, que hace referencias a nodos Alberto Romero, Op. cit., p. 34.
Santiago. Bases y especificaciones
para la petición de propuestas barriales de interés local que en muchas ocasiones ya han desaparecido. En Nos da cuenta de una fascinación que a un tiempo le repugna, retrotra-
66
públicas relativas al proyecto esta operación, se acrecienta la posibilidad de captar una representación más yéndonos la imagen de impasibilidad de sus habitantes, delimitada entre «los Ibídem, p. 17.
definitivo y construcción
del Matadero Municipal de detallada y fina de los espacios descritos. Para ello, nos servimos especial- miasmas del Zanjón de la Aguada» y «los enjambres de moscas golosas que
Santiago, Santiago 1935, p. 28.
mente de dos novelas y dos obras de teatro. La primera de ellas de Alberto infectan al barrio»66. Todo ello, conforma un área espesa, enlutada, repleta de
Romero, La mala estrella de Perucho González se adhiere a un tipo de novela humo, de muerte.

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p or l a g üe ya de l m ata de r o s a n t i a g o , a n t ig u a c i ud a d de l o s c u c hill o s

67 En la vereda antípoda, se encuentra el paradigma de la novela social obrera: Pancho Zúñiga, en silencio, 74
Carlos Sepúlveda Leyton, Carlos Sepúlveda Leyton,
Hijuna, Ed. Austral, Carlos Sepúlveda Leyton, inaugura su trilogía con Hijuna, que habla igualmente Murió como un hombre honra'o… Op. cit., p. 82.
Santiago 1962, p. 49.
de un niño que nace y vive en el Matadero, pero con un destino muy distinto ¡Por defender a su madre
75
68 al de Perucho. Él, recorre sus rutas y nos habla de sus trabajadores, tildando Que Dios lo haya perdona'o!…74 Luis Rivano, Antología de
Ibídem. obras teatrales, Ed. Alfaguara,
su oficio –como todas las veces anteriores– de “sangriento”67 y a ellos mismos Santiago 2010, p. 147.
69 como bárbaros68. El personaje de Sepúlveda Leyton, los visualiza residiendo Obra teatral del contemporáneo Luis Rivano, Los Matarifes, vuelve a la
Ibídem, p. 64. 76
«arrinconados y acorralados en los conventillos míseros, mil veces más aban- misma temática. Presenta una familia de matarifes, que viven en un mundo Alberto Romero, Op. cit., p. 246.
70 donados que el nuestro»69, que trafagan luego de la faena, hacia las cantinas, iracundo, alcohólico. El cuchillo –nuevamente– esta vez empuñado en manos
Ibídem, p. 92. 77
únicas “casas alegres” de todo el circuito70. Prodigiosa en datos, Hijuna nos de David, matarife e hijo de uno, dio muerte al rival de su cuñado, por defen- Prisión.
71
Cárcel.
habla de un barrio verdadero, apuntándonos los nombres de sus emporios, derlo “justamente”. Ser matarife y vivir allí, parece una maldición: «¡Los Iturra 78
boticas y tiendas. vinimos al mundo hediondos a Matadero!»75, mundo del desamparo, de la Ibídem, p. 263.
72
Alberto Mery, Barrio Desde la dramaturgia, el sainete Barrio Matadero sitúa la acción en el pobreza, del sino de la muerte. 79
Matadero, Ed. Cultura, despacho El Tricolor y en un cité. El ambiente es viciado, atestado de borra- El caso de Perucho, es más radical en tanto es el mismo joven protago- Ibídem, p. 28.
Santiago 1938, p. 23.
chos pendencieros y delincuentes que han salido de la “caniasta”71. El Cheno, nista quien vuelca su vida de “cabro tragedioso”76 en la lúgubre “patilla”77.
73
Ver por ejemplo Juan Godoy,
único personaje noble de la obra, habría sido inculpado de un crimen que no Ella «cobraba esa actitud de la hembra burdelera a la que se ama como una
Angurrientos, Ed. Nascimento, cometió. Él promete venganza y se produce un duelo a cuchillos, que termina fatalidad, se ama con sus lacras, sus traiciones, su canallería baja, cruel»78.
Santiago 1959. Nicomedes
Guzmán, Los Hombres obscuros, por perjudicar a Cheno. El único escape a la sordidez –que es el barrio mismo–, Se ama la Penitenciaría, como único territorio, única esfera segura, acaso
Ed. Zig-Zag, Santiago 1961. es la muerte, por lo que decide inferirse puñaladas, con el fin de huir “de esta protectora de todo el perímetro de Franklin. Como otro de los Iturra, fatales
mala gente”72. matarifes, Perucho aspira a salir de ese barrio-abismo. Hálito, sueño culmi-
Estos elementos se reiterarán incesantemente en los textos: otra vez cuchi- nante «saltar el barranco; ¡huir! El sueño de los oprimidos, de los hosti-
llos, tabernas, golpes, muertes, fatalidad total. En Hijuna se relata el crimen gados por la vida»79.
de Pancho Zúñiga quién con un hacha mató a su madre “sin querer” y a su Como vemos, la criminalidad ingentemente presente en las fuentes oficiales,
padre lo cortó en pedazos. Como es habitual en las novelas de conventillo, se halla también en las novelas y obras teatrales que revisamos. El ejercicio delic-
se acude a los versos populares –generalmente cuecas y tonadas–73 para re tual, pródigamente incorporado a sus habitantes, se inscribe y actualiza entre
narrar lo acontecido: las arterias de esta área urbana. Es allí donde se establece una fusión narrativa
entre el territorio y su carácter principal, haciendo de él un barrio-peligroso.
Las imágenes remiten recurrentemente a pleitos a cuchillo, hombres violentos

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p or l a g üe ya de l m ata de r o

80 y fusilamientos, todo ello conjugado con la idea permanente de alcoholismo


Carlos Franz, Op. cit., p. 115.
y fatalidad que se materializa en los personajes. Se perfila una zona de la que
es perentorio escapar; como enunció Carlos Franz: «Correr más rápido que la
sombra del Matadero que avanza»80.

{ 44 }
capítulo ii

a pata pElá y con lEva


Memorias de los matarifes, faena y organización

en e ste capítulo, nos apartamos de la estructura discursiva de las fuentes 1


Peter Burke, Fomas de historia
escritas oficiales, para dar paso a las memorias esgrimidas por los propios traba- cultural, Alianza Editorial,
Madrid 2000, p. 69.
jadores del Matadero. A través de los testimonios recopilados recientemente y
de las cuecas acumuladas en el repertorio centrino, hemos intentamos recons-
truir las vivencias y experiencias laborales del Matadero Franklin, reconociendo
algunos nudos identitarios que configuran un discurso diferente al planteado
en el capítulo anterior.
Concebimos los relatos de los ex trabajadores del Matadero Franklin
como memorias en tanto construcción de un discurso sobre el pasado desde el
presente, y que tienen como hilo articulador la experiencia y los sentimientos
del testimoniante1. Este discurso se genera mediante la selección de determi-
nados acontecimientos, a los cuales se les da distintas valoraciones según los
intereses, afectos y prioridades de quien elabora dicho relato.
Por lo tanto, no es nuestro interés criticar ni poner en cuestionamiento las imagen : Federación
Nacional de Sindicato de
historias enunciadas, sino que las recibimos tal cual nos fueron entregadas,
Matarifes, archivo personal
cargadas de emotividad, subjetividad e interpretación. La memoria es siempre Luis Castro González.
p or l a g üe ya de l m ata de r o a p ata pe l á ' y c on leva

selectiva, y la reiteración de determinados acontecimientos en las entrevistas, implicaba necesariamente adquirir códigos dados por la faena de matanza, 2
Herramienta con la que
así como la valoración positiva de aquellos, nos indican puntos de encuentro respetar jerarquías y adquirir los elementos y herramientas que definían por se afilaba el cuchillo.
que son importantes de relevar en tanto configuran relatos en torno a la cons- entonces al matarife: la ropa color caqui, la faja blanca, el cuchillo, el astil 2,
*
trucción de identidad que se albergaron en los recuerdos-presentes de los mata- el punto y el hacha, además del teñido de sus ropas con la sangre del animal Ver Diagrama del Matadero
de Santiago en página 85.
rifes y sus familias. También hemos incorporado como fuentes para este capí- beneficiado.
tulo, documentación del periodo relativa a la organización de la faena en el Pero dentro del Matadero, también se manifestaron diferencias según el
Matadero, ya sean artículos de prensa y otros estudios, así como documentos del tipo de labor desarrollada, materializada asimismo en una distribución espa-
Sindicato de Matarifes, disponibles en el Archivo Nacional de la Administración. cial. Por ello es necesario hacer una visita microgeográfica al recinto para dar
cuenta de las distintas secciones.
En la década de 1910 se reconstruyeron los dos grandes pabellones de
«en l a p uer ta del matadero» matanza. El más importante de aquellos era el de vacunos, ubicado en el sector
Distribución del espacio sur, en el límite con la calle Placer y la actual calle Bío-Bío, la que por entonces
era un callejón donde se instalaban carretas y camiones para recibir la carga
Como mencionamos en el capítulo anterior, el Matadero se comenzó a construir del día. Este pabellón contaba con veinte corrales dispuestos de este a oeste,
el año 1847, sufriendo varias modificaciones en su infraestructura. La prin- con una sala de ventas y con una gran campana en el centro, cuyo sonido indi-
cipal remodelación espacial se inició en la década de 1910, pero no logró imple- caba el inicio de la jornada de trabajo*.
mentarse en su totalidad. Los pabellones continuaron en desfavorables condi-
ciones, siendo vulnerables a las inclemencias del clima. Además, la ausencia de Era un galpón grande, de material sólido, concreto. Estaba la cancha de matanza,
grandes frigoríficos hacía que la matanza fuera desarrollada durante la madru- un largo de dos cuadras, en la primera cuadra estaba la campana, la campana
gada, para suministrar la carne al resto de la ciudad durante el día, puesto que para entrar, y ahí empezaba de San Francisco para acá, uno oriente, dos oriente,
todavía hacia 1950 el Matadero Franklin era el principal centro de abasteci- tres oriente, cuatro oriente, cinco oriente, hasta el diez. Después empezaba desde
miento de este producto en Santiago. Arturo Prat para acá, todo lo contrario, uno poniente, dos poniente, hasta el
El Matadero, se nos presenta como un espacio geográficamente cerrado diez poniente. Hasta llegar a la campana... Está todo descubierto, solo está el
y a su vez, eje de la formación del barrio Franklin que se fue levantando a su corral y su puerta, y cada uno tenía su roldana donde colgaban los animales,
alrededor. Los cuadrinos, denominados así por trabajar en el cuadro blanco cada uno trabajaba en su departamento, que le llamaban, al lugar de trabajo.
del Matadero, en primera instancia se autodefinían en función de su oficio, —Mario G on z ález
pero también por la pertenencia a ese cuadrante espacial. Entrar al Matadero,

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3 El segundo pabellón correspondía a la Sección de Cerdos ubicado hacia los dirigentes y delegados del sindicato en cada uno de los documentos encon- 4
“Matadero humano”, El Siglo, Según las investigaciones de los
10 de julio de 1954, p. 8. la calle Arturo Prat, frente a la plaza Magallanes y su reconstrucción quedó trados. Su función, rango y su adscripción a cierto pabellón, eran determinantes doctores Luengo y Ponce, este
destructor poseía un “aparato
inconclusa hasta el cierre del recinto. Como la matanza de cerdos no tenía la en la categoría que ostentaban.
Hartman”, de última tecnología
misma frecuencia que la de vacunos y se concentraba en los meses de invierno, En paralelo a los pabellones de matanza, el cuadrante contaba con otros hacia la década de 1940. Sin
embargo, los entrevistados no
su pabellón era de menor tamaño que el anterior. Junto a la faena de vacunos y edificios que complementan la faena inicial. Este era el caso de las calderas reconocieron esta denomi-
cerdos, en el Matadero también se voltearon terneros, ganado ovino y equino, (para el tratamiento de guatas y tripas), ubicadas entre los pabellones de cerdo nación. Ver Miguel Ponce, La
industria de la carne en Chile
en antiguos galpones que no fueron remodelados en la reforma de comienzos y vacunos, en el sector poniente y el destructor de decomiso4, donde se proce- 1955-2 005, Ed. Puerto Palos,
Santiago 2005. Y Juan Luengo,
del siglo xx. Éstos se ubicaban en el sector oriente, hacia la calle San Francisco saban aquellos animales enfermos y en mal estado que no podían ser distri-
“El viejo Matadero Franklin
y el trabajo no fue regular en este periodo3. Un último recinto de matanza que buidos para el consumo humano. También se encontraban los edificios de la (1912-1972)” en Tecnonet n º 1,
año 8, marzo de 2002.
debemos mencionar es el Pabellón de Corderos, ubicado hacia el sector oriente administración, donde los funcionarios municipales y el veterinario jefe contro-
y datado también hacia mediados del siglo xix. Su reconstrucción se realizó laban las cuotas de matanza, cobraban los impuestos y pagaban el salario de
en 1948, cuando se reemplazó su estructura anterior por una de techo metá- los trabajadores.
lico y pavimento. Hacia el sector norte, se instaló el sector comercial del Matadero. En la
La separación espacial de las canchas de matanzas reflejaba también la dife- esquina de la intersección de las calles Franklin con Arturo Prat se ubicaban
renciación identitaria de los matarifes. Los cuadrinos de la sección vacunos, las “pilastras”, sector de fruterías y verdulerías; en calle Franklin frente a Chiloé
serían los “más fuertes” y diestros en el manejo de las herramientas, por la y en la intersección con calle San Francisco se ubicaban algunas carnicerías,
envergadura física del animal; en tanto que los pertenecientes a la sección de espacio conocido como el barrio chino. Estos últimos lugares complementan el
terneros eran más débiles e incluso, de manera peyorativa, se indicaba que esta cuadro comercial del Matadero y son un primer vínculo con el barrio, relacio-
labor podía ser desempeñada por niños y mujeres. Además de ello, se reconocía nándolo con otras áreas productivas y por sobre todo, constatando la diverdad
que los de la Sección de Cerdos ganaban más que el resto de los cuadrinos, no de elementos que allí confluían.
obstante éstos contaban únicamente con un trabajo temporal, concentrado en
el invierno, estando en desventaja con respecto a la periodicidad del trabajo.
Asimismo, la distinción por tipo de animal beneficiado, implicaba una
especie de marca perenne, mantenida incluso después del fallecimiento del *
trabajador. Hasta el día de hoy, en las criptas de los difuntos en el Mausoleo
de Matarifes se indica junto a sus nombres y fechas de nacimiento y defun-
ción, la sección a la cual pertenecían. De la misma manera aparecen calificados

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5 «hay Que l ace ar el novillo, y arriarlo a l a matanz a» a trabajar lunes, miércoles y viernes, se trabajaba tres días no más, no se traba-
Ver capítulo iv.
Trabajo y cuadrilla jaba tanto. Empezaron a salir mataderos chicos, La Florida, La Pintana, Puente
6 Alto, entonces se fue necesitando menos… Los matarifes que quedaban parados
Nano Acevedo, Los Ojos de
la Memoria, Ed. Cantoral, El toque de la campana, ubicada en el centro del pabellón de vacunos, indicaba cada aquí, se iban a trabajar a los otros mataderos. Mario G on z ález
Santiago, 1995, p. 16.
día el inicio de la jornada laboral, acontecimiento plasmado en los siguientes versos:
7 Ahí el que quería trabajar tenía cabida, porque era muy sacrificado, había
Se abrieron Mataderos particu-
lares, ver Miguel Ponce, Op. cit. Despierta pue' cuadrinito que estar a las dos de la mañana, dos y media, habían noches que tocaban la
que es hora de madrugar campana a las dos de la mañana y otras a las tres, eso dependía del día. Había
ya tocaron la campana que estar ahí, a pie pelado y en invierno, hacía frío. Jorge G on z ález
y es preciso trabajar.5
En los testimonios compilados hay consenso en precisar la rigurosidad de
Los cuadrinos llegaban al Matadero en el medio de la noche. El día ante- la faena, principalmente por el frío de la madrugada que se acentuaba en los
rior, los animales vivos habían llegado en trenes, en camiones o por transhu- meses de invierno. La infraestructura antigua y descuidada no protegía a los
mancia. Más de una crónica nos relata cómo producto de estos traslados, algunos trabajadores de las inclemencias del clima; a su vez las canchas de matanza
animales se arrancaban del grupo, provocando temor en la población: «Era habi- eran lugares húmedos, por donde corría la sangre y el agua que usaban para
tual que vehículos con animales pasaran a horas diversas por San Diego hacia enfriar el cuerpo del animal. Esta situación obligaba a los matarifes a perma-
el sur con rumbo al Matadero Franklin, no fue esa la única vez que, debimos necer a pata pelá, para no ensuciar el líquido que corría hacia las canaletas
huir despavoridos ante caballos desbocados o toros enloquecidos que trataban para ser utilizado en los subproductos de la carne, como las prietas. Sus vesti-
de huir a la vez de sus propias muertes»6. Durante la tarde, los animales eran mentas se componían por una camisa y un pantalón arremangado color caqui,
conducidos a los corrales para ser beneficiados al día siguiente. tal como se explica en el siguiente testimonio:
Hacia la década de 1950, el trabajo se llevaba a cabo desde las tres de la
madrugada hasta el amanecer, de lunes a sábado, sin embargo, ya entrada la Chaqueta caqui, pantalón caqui y una faja blanca. Y en la faja se metía la
década del sesenta y debido a la existencia de otros mataderos en la ciudad7, vaina y el astil, la cuchilla. Entonces estaba trabajando y sacaba el astil para
se fue parcelando hasta producirse sólo lunes, miércoles y viernes. afilar la cuchilla y se guardaba el astil, era muy fácil, todo de memoria se
hacía, y tenía que ser rápido para trabajar, hacer casi todo de corrido, por eso
Años atrás se trabajaba de lunes a sábado, después se empezó a descansar el era bruto el trabajo, bien pagado sí. Mario G on z ález
sábado con el cambio de directiva… Después salió otra directiva que se empezó

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En las fotografías que quedaron, se puede apreciar que la vestimenta no era Esta primera etapa de la faena también fue descrita en detalle por Fernando 8
Ver también “Hay que lacear
uniforme y si bien existía la norma del color que debían usar, ésta era respon- González Marabolí en la siguiente cueca8. el novillo” en página 134.
sabilidad de cada trabajador. Asimismo, la faja hecha de saco harinero debía
mantenerse lo más blanca posible, como signo de cuidado y limpieza. Los mata- Vamo' pillando la pata
rifes lucían ensangrentados y sucios durante su jornada laboral, pero cuidaban y degollando corderos
de bañarse y vestirse de punta en blanco una vez que terminaba la faena, para inflarlos con el fuelle
primando el estilo gardeliano del pañuelo al cuello. De esta manera, inten- metele el palo primero
taban abandonar su aspecto rudo e incluso temible, por causa de su trabajo
dentro del Matadero. Y uno raja adelante
La primera parte de la cadena laboral que realizaba la cuadrilla era la lo pela entero
matanza del animal, que en el caso de los vacunos, se ejecutaba entre dos a los vamo' echando arriba
tres personas. Mientras dos lo laceaban para sostenerlo, un tercero le daba el bajando cueros
golpe de gracia con un punto en la nunca. Estos cuadrinos debían ser los más
fuertes de la cuadrilla, ya que debían contener al animal para que no escapara. Bajando cueros, sí
Así lo describen los testimonios: tan levanta'o
pa' la venta en la vara
Nosotros cuando llegábamos laceábamos los animales, a veces los sacábamos a ya están pesa'o
dos lazos, cuando era un poquito mañoso el animal… y uno se lo atrincaba, y ahí
ya estaba indefenso el animal y ahí lo volteábamos. Ahí caía, caía aturdido el A un cargador le entrego
animal, agónico, y se le pegábamos aquí en la nuca. Ahí en seguida lo nuquea- yo los corderos
bamos bien para que pataleara bien, y ahí lo desangrábamos. Luis Tobar
La etapa siguiente, como aparece relatada en estas cuecas, consistía en
Cuando mataban, uno mataba el novillo y dos lo descueraban, porque el novillo descuerar el animal, labor realizada por otro cuadrino, que debía ser diestro con
quedaba pateando siempre, había que ponerle un cordel en una pata, pa’ abrirlo. el uso del cuchillo. Esta herramienta era especial para esta labor, pues contaba
Porque antes era así, era todo manual, todo lo del Matadero Santiago, era todo con filo por ambos costados de la hoja y la punta encorvada, por lo tanto, el
manual, todo con rondanas, cadenas, todas esas cosas… Sergio González matarife debía ser exacto en sus movimientos para no sufrir accidentes. Los
testimonios también describen este proceso:

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En la cancha de matanza, se mojaba el animal, para poder tomarlo, se toma El animal se parte… de la cancha de matanza salen dos mitades, en la sala de 9
Juan Luengo, Op. cit.
del cuello y se tiene que meter todo el brazo, en las costillas, y había que hacer venta se parte en cuatro después, dos paletas y dos piernas, cuatro cuartos, y ahí
un tajo grande… Mi papá era muy buen matarife, y nos enseñaba a nosotros, y se pone en la troya para que el dueño de carnicería compre ahí, y pasaban la
nos decía, que se mete el brazo, no importa que lo eche a perder pero que apren- carne y el industrial decía, “ya, pesen ese al señor fulano de tal”, y se pescaba
diéramos al tajo largo. Mario G on z ález (al hombro) y se lo pesaba altiro. Mario G on z ález

Posteriormente, el animal era cortado por un cuadrino hábil en el manejo El procedimiento referido era realizado con cada animal que ingresaba
del hacha y se le extraían los órganos del interior. En esta parte, intervenían en la cancha de matanza. Según las descripciones del Dr. Luengo, el Pabellón
otros trabajadores que cumplían sus funciones específicas, permitiendo que la de Vacunos podía albergar unas 350 cabezas de ganado, y entrega la misma
cuadrilla funcionara en una perfecta cadena: cifra para el pabellón de cerdos9. Los recuerdos de los matarifes, en cambio,
alteran estas cifras, planteando que una cuadrilla podía voltear entre veinte y
Cada uno tenía su rol, por ejemplo el grasero, el de las malcorna que cortaba noventa novillos diarios, valorando así la rapidez, precisión y coordinación de
las cabezas, el destripador, el de la grasa, el tripalero, cada uno tenía su pega, la cuadrilla en su conjunto.
su rol dentro de la cuadrilla de matarifes, y en ese tiempo había gente para A pesar de las diferencias en la mensura del trabajo, el esfuerzo desple-
levantar los animales en las rondanas. Mario G on z ález gado en la ardua faena fue un punto de confluencia en las memorias. La
fortaleza física y mental eran condiciones vitales para desempeñarse en estas
Por lo tanto, la labor de la matanza se complementaba con estos trabaja- labores especialmente duras, por el escenario ya relatado y que los testimo-
dores que se especializaban en el tratamiento y la venta de ciertos órganos del nios enfatizan:
animal. A los ya mencionados en el testimonio, se le suman guateros y pateros
quienes comercializaban estos productos de manera separada de la carne, distri- Se trabajaba a pie pelado y arremangado hasta acá arriba, en invierno y
buyéndolos a fábricas de cecinas, sebo, industrias farmacéuticas, saladeros o direc- verano, y metío en agua helada como hielo y cuando se congelaban los pies,
tamente a las carnicerías. Esta labor también quedó retratada en la cueca “Pata'e abríamos una guata y metíamos los pies adentro para que se caliente porque
cordero y guatita”, plasmada en el disco adjunto, la que sitúa a los guateros en la teníamos entumidos los pies. Ese era todo el remedio que se hacía, era un trabajo
venta callejera. salvaje y bruto. Para cargar la carne había que andar corriendo, se cargaba un
La faena concluía, cuando el animal era cortado en “cuatro cuartos” y se cuarto, una paleta y una pierna que eran ochenta o noventa kilos y corriendo…
disponía para ser vendido y distribuido. En ese momento, la carne era trasla- Mario G on z ález
dada a la sala de ventas, donde industriales y abasteros negociaban:

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10 Por ello, una contextura gruesa era necesaria para desempeñarse en estas sándwich de arrollado… porque era un trabajo muy bruto, se transpiraba mucho
Carlos Humberto Farías,
En homenaje al 1º Congreso labores, nadie podía pesar menos de ochenta kilos para trabajar, menos kilos de peso y daba mucha hambre. Ya después como a las siete otro desayuno, una cazuela
de Matarifes de Chile,
y no lo dejaban trabajar. Había que echarse los animales al hombro, entonces, no de ave a veces, después como a las diez el último desayuno, un churrasco o un
Santiago 1942, p. 11.
podía ser muy ñecle debía ser macizo. (Mario González). Los mismos argumentos bistec con ensalada, todo eso, se comía mucho. Era la única forma de mante-
aparecen en un discurso del año 1942, realizado por un dirigente sindical: nerse, de ser capaz de trabajar. Mario G on z ález

«Yo he venido explicando y demostrando con los hechos, que para ser mata- Otro alimento que se reitera en las memorias, emblemático del Matadero,
rife se necesita tener, como vulgarmente se dice, salud de fierro, fuerzas era la sangre cruda del novillo, una tradición arraigada en el campesinado
sobresaliente, buena vista, y buen pulso para ser diestro en el manejo del ligado a las faenas ganaderas. Según la creencia popular, esta bebida otorgaba
cuchillo y demás herramientas cortantes, punzantes y contundentes, y por fuerzas sobrenaturales a quien lo consumiera, la misma que necesitaban estos
estas cualidades mantengo la convicción de que el matarife es, y será siempre trabajadores para laburar de madrugada.
irreemplazable en el desempeño de su obra»10.
Se tomaba sangre también, y dos cortitos de cognac para pasar el gusto después…
La fortaleza, sinónimo de brutalidad en las descripciones históricas del roto La sangre cruda, te daba mucha fuerza, mucha vitamina, y se tomaba jugo de
chileno, en este caso fue rescatado como un valor para desempeñar una tarea nuca también, para sacar toda la fuerza del toro… no sé quién le enseñaría
que resultaba imprescindible para la comunidad. Por ello, la regeneración diaria a los matarifes antiguos… Si tenía el cuerpo malo, tres puños de sangre y se
del cuerpo debía ser una preocupación permanente, para mantenerse firme acababa el cuerpo malo… Mario G on z ález
y constante durante la matutina jornada laboral. La comida y los diferentes
brebajes les ayudaban a desarrollar las duras faenas anteriormente descritas. El consumo de la sangre toruna significaba apoderarse de la potencia de
En la alimentación, los matarifes destacan el consumo diario de “cuatro este animal, una aproximación frecuente y que también aparece como metá-
desayunos”, suministrado por las pensiones instaladas en las calles circundantes fora en la poesía de la cueca centrina:
al Matadero. Esta fue la primera vez que en los testimonios se menciona a las
mujeres, concebidas como ajenas al recinto y proveedoras de comida. Eran ellas, Jue ese finao niñito
quienes cada madrugada, la preparaban para los cuadrinos: Como si se echara a un saco
Con la bravura de un toro
A las dos y media de la mañana antes de entrar se tomaba el caldo de pata, Boto con caballo a un paco.
después como a las cuatro pasaban las niñas de la pensión y traían cafecito con

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11 Medía unos dos metros desplegadas en él requerían vigorizar el ideario del hombre fuerte y viril, lo que 12
Luis Castro González: “Jué Mujer con la cual tenían un
ese fina'o niñito”. Esta cueca Yo te lo digo estaba asociado al éxito en las relaciones con las mujeres. Muchas anécdotas romance fuera del matrimonio.
homenajea a un cargador
Y se podía un chancho narraban la pericia de los trabajadores en tanto utilizaban las distintas puertas
de la sección de cerdos.
Doscientos kilos. del Matadero para citar allí a sus diferentes mujeres, ya sea para entregarles
*
Ver Sociabilidad en el Barrio dinero o concretar un encuentro. Sin embargo, en ocasiones el cálculo fallaba
Matadero en página 114. Doscientos kilos, sí lo que provocaba más de algún lío con la “oficial” y la chei12.
Peso, pesao Continuando con la descripción de la faena dentro del Matadero, debemos
Macizo 'e contextura precisar el funcionamiento de la cuadrilla, entidad que constituye la unidad
Ya no hay ma' bravo básica de organización del trabajo y que también opera como una esfera de inte-
gración y lealtad de los trabajadores. Quienes deseaban iniciarse como mata-
Jue el fina'o niñito rifes, ingresaban en primera instancia como huachos, miliqueros, medios pollos, o
Como un torito11 trabajadores a la aventura y cada madrugada se situaban frente al muro prin-
cipal de la sección, con algunas herramientas de trabajo básicas, esperando el
Los licores también eran consumidos durante el trabajo, siendo usual llamado a colaborar en una cuadrilla donde faltase un cuadrino o asistir en
escapar de la faena para consumir “agua con agua” en el local de Don Floro*. labores menores como limpieza, transporte, pillaje, entre otros:
Este trago consistía en un cuarto de agua ardiente con Bilz a “vaso llenito”, y
que como otras combinaciones similares, fortalecían al trabajador, como se En la cuadrilla de nosotros teníamos unos que les decíamos los huachos…
detalla en el relato abajo inserto: eran los que no eran asindicados. Trabajadores ambulantes, huachos, porque
madrugaban, se iban por la madrugada… los poníamos en la pared, pasaban
Ahí vendían por cuarto y por medio, no eran una caña, eran un medio... o un los delegados y contaban los trabajadores y pongámosle que en el corral tres,
cuarto y un cuarto uno se tomaba, era un cuarto de chicha y un cuarto de vino, son doce trabajadores, y a veces faltaba un trabajador en esa cuadrilla,
después se creía super ratón para trabajar, entraba sacando pecho, y ahí se llegaban y sacaban un huacho y lo ponían en esa cuadrilla. Es bonito lo
trabajaba hasta como las siete, ocho. Jorge G on z ález que hacían… tan real lo que le estoy diciendo que me hubiese gustado que lo
hubiese visto. Lui s Tob ar
La fortaleza descrita, también nos apareció vinculada a la virilidad de los
trabajadores, demostrada principalmente en la relación con el sexo opuesto. Yo primero que nada, ahí pillaba, cuando era cabro. A los viejos se les arran-
El cuadro del Matadero era un espacio esencialmente masculino y las labores caban los animales, y hay animales que se dan cuenta que los van a matar, y

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13 se arrancan, incluso hay toros que han salido a la calle… Las vacas de cerro era bien respetado, capaz de pelear a balazos por cualquier cosa, entonces
Cuota de carne designada a
cada matarife por el industrial. se daban cuenta que las iban a matar, pegaban unos por arriba de los… así siempre me decía cualquier cosa o que te falte el respeto alguien me decís
de altos, saltaban por arriba de los corrales, gritaban, todos corriendo… y no más, yo soy como tu padre, tu papá está muerto, pero yo soy como tu papá.
habían toreros ahí, estaba el Miguelete, era torero, se ponía a torear altiro… Mario G on z ález
Eso se llamaba ir a la aventura, uno se ponía ahí no más y lo llamaban.
Cuando uno era muchacho, después uno va creciendo y van cayendo otras Cuadrilla y maestro representan el lazo de protección y filiación más
cosas… Jorge Gonzalez íntima dentro del Matadero. En la siguiente cueca, Mario González Marabolí
recuerda a sus compañeros de trabajo, después de cincuenta años de haber
La integración en la cuadrilla implicaba también la pertenencia al Sindicato, abandonado estas labores:
entidad máxima de organización de los trabajadores que funcionaba como su
sostén y respaldo. Esta incorporación era un paso anhelado porque aseguraba La cuadrilla Cinco Oriente
un sueldo estable e importantes beneficios sociales, como veremos en la sección del industrial “Daniel Palma”
siguiente. El pago realizado a cada trabajador era un porcentaje de la faena desa- y “El Rucio Oscar Valenzuela”
rrollada por la cuadrilla completa más las regalías13, lo que producía fuertes maestro de la matanza
lazos de complicidad entre sus integrantes, quienes bogaban por el aumento de
la producción y la obtención del máximo de beneficios al momento de extraer Ta' “El Lucho”, el “Negro Ayala”
las cuotas de carne, consideradas un derecho por los trabajadores. y el “Güaso Lalo”
Por otro lado, la cuadrilla comprendía un círculo de probidad, encabezado también “El General”
por el maestro, quien hacia comienzos del siglo xx , negociaba directamente con con “Jorge Pardo”
los industriales la cantidad de animales que se beneficiarían, el costo por ese
trabajo y las regalías que se le entregarían a los trabajadores. Si bien esta rela- Con “Jorge Pardo”, sí
ción contractual fue transformada, el maestro nunca perdió su condición de y el “Polo Galvez”
liderazgo e imagen paternalista con “sus trabajadores”, como lo recuerda uno “Enrique Valenzuela”
de nuestros matarifes: “Mario González”

Si pues, Oscar Valenzuela, el maestro de nosotros, compadre de mi papá, Cuadrilla cinco oriente
cantaba muy bonito, muy lindo… era guapo, le tenían miedo… guapo, guapo, y está presente

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Así como el trabajo en cuadrillas era una herencia de las históricas faenas «ér amos má s p oderos os Que los mineros » 14
“Decreto n º 698, 28 enero
peonales (canalinos, carrilanos, camineros e incluso de bandidaje) el vínculo Sindicato Profesional de Matarifes 1946” Fondo Ministerio de
Justicia vol. 6530. En Archivo
con el maestro también es de viejo cuño: él no sólo dirigía la faena, sino que
Nacional de la Administración.
también era quien elegía, acogía y enseñaba a los nuevos trabajadores. Por ello Al realizar una búsqueda en la literatura sobre sindicalismo en Chile, sorprende
15
el maestro era a su vez el protector que velaba por el bienestar de su cuadrilla en primera instancia que no haya referencias a la organización gremial de Sindicato profesional de
no sólo en el ámbito laboral, sino también en el familiar. los matarifes. Así mismo, la información en la literatura veterinaria sobre los Matarifes del Matadero de
Santiago, Instituto Geográfico
Esta era una jerarquía asumida dentro del Matadero, pues el maestro recibía mataderos en Chile, también es escasa. Sin embargo, en los testimonios este Militar, Santiago 1941.

el respeto de sus colegas, por su trayectoria y capacidad de resolver las labores tema emerge con notoriedad desde el primer acercamiento, siendo calificado 16
comprometidas. Según el testimonio de Luis Tobar, quien llegó a ser maestro siempre de manera positiva, remembrándose cada beneficio social como parte Periódico Matadero, 30 de
enero de 1936, p. 1.
a muy corta edad, era complicado asumir en este puesto porque: resulta que de la cobertura y poder de negociación de este organismo.
a los viejos matarifes… había que prácticamente matarlos porque era difícil. La El Sindicato Profesional de Matarifes del Matadero Municipal de Santiago 17
Patria y Trabajo, n º 1, 18 de
verdad de las cosas, tenían setenta, ochenta años, y todavía trabajaban los viejos. se configuró como organismo en asamblea abierta el 28 de noviembre de 1945 septiembre de 1931, p. 1.

Para lograrlo debió trabajar duro, aprendiendo, emprendedor, empeñoso, así los y adquirió su personalidad jurídica el 28 de enero de 1946, una vez cumplidos 18
dirigentes lo veían, porque nosotros no teníamos patrones, éramos sindicato. los requisitos decretados por ley14. Los Estatutos de este organismo, se escri- Fondo Dirección de Relaciones
Laborales, Carpeta 242. Archivo
En este testimonio, se nos revela la importancia que fue adquiriendo el sindi- bieron en base a otro documento, publicado en 1941 y que configuraría un sindi- Nacional de la Administración.
cato que logró constituirse como representante legítimo de los trabajadores y cato anterior fundado el 29 de noviembre de 193415 y que según el Periódico
19
también en vertebrador principal. Postulamos que hubo una transformación en Matadero, hacia 1936 tendría 400 socios16. Desconocemos qué sucedió con este Fondo Dirección de Relaciones
Laborales, Carpeta 83. Archivo
la relación laboral a mediados del siglo xx, dada principalmente por la nece- primer intento y las razones de su reemplazo. Nacional de la Administración.
sidad de “modernizar” el gremio, de afirmar la defensa de sus derechos y del Por otro lado, la prensa publicada en la década de 1930, da cuenta de
20
sistema de trabajo tradicional, convirtiéndose el sindicato en uno de los más otras entidades de trabajadores como el Sindicato Profesional de Operarios de Fondo Dirección de Relaciones
Laborales, Carpeta 155. Archivo
poderosos de la capital, desplegando gran poder de negociación. Matadero fundado el 2 de abril de 193117, con intereses culturales e ilustra-
Nacional de la Administración.
ción de los matarifes; y los documentos disponibles en el Archivo Nacional
de la Administración, nos indican que dentro del Matadero se constituyeron
varios órganos representativos: Sindicato Profesional de Matarifes de Equinos
* de Provincia de Santiago, fundado el 14 abril 195518, el Sindicato Profesional de
Operarios del Matadero Sección Cerdo, fundado el 14 de febrero de 194019, y el
Sindicato Profesional de Obreros Cabeceros20. Este listado es solo una muestra de

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21 la variedad de organizaciones de los matarifes que fueron creados durante el Del entretenimiento y formación de los trabajadores, se preocuparían los 23
“Estatutos del Sindicato Ibídem, p 10.
Profesional de Matarifes del siglo xx. Nuestra concentración se abocará privilegiadamente al Sindicato de Comités de Educación, orientado al perfeccionamiento de la “profesión de mata-
Matadero de Santiago”, Fondo
Matarifes fundado en 1946, y que concebía como socios «a todas las personas rifes”, el de Estudios Sociales, encargado de dar a conocer las leyes sociales y 24
Ministerio de Justicia, vol. Ibídem, p. 1.
6530. En Archivo Nacional de ambos sexos, mayores de 18 años, que cumplan con los requisitos estable- cívicas a los trabajadores; y el de Deportes, preocupado de difundir actividades
de la Administración, p. 11. 25
cidos por la ley, y que laboren en las actividades que constituyan la base profe- deportivas y la cultura física23. Ibídem, p. 11.
22 sional del Sindicato»21. Con “profesional” se enfatiza que este organismo Estos comités, deberían colaborar en cumplir los objetivos del sindicato,
Ibídem, p. 9.
agrupa a quienes ejerzan la labor de “matarife”, lo que implica el reconoci- los que podemos agrupar en tres puntos: el primero plantea que el organismo
*
Ver documento página 71.
miento formal del manejo de las artes de un oficio. Por lo tanto, el carnet debía contribuir al bienestar de los asociados24, enfatizándose que los beneficios
de socio del sindicato, no sólo servía como un pase de ingreso al Matadero sociales por ellos recibidos, eran extraordinarios comparados con otros traba-
sino también como de garante de un conocimiento adquirido*. jadores del periodo. El más recordado, sin duda, fue el tipo de régimen salarial:
El acta de la asamblea primigenia fue firmada por 32 matarifes, quienes
eligieron por directiva a Florencio Orellana, Presidente; Ricardo Cerda de la Después uno entra a ser un obrero más, uno sindicado trabajara o no trabajara
Barra, Secretario; Carlos Valenzuela, tesorero y José Cossio y Jorge Vergara, tenía el sueldo asegurado. Un día no fui porque estaba enfermo, y como estaba
directores. El cuerpo de dirigentes debía renovarse anualmente, y en su gestión sindicado, me pagaron el sueldo, lo que se ganaba ahí, con eso se pagaba el
debían ser apoyados por los Delegados (representantes de cada sección de sueldo. Todos los que estaban en la cuadrilla estaban sindicados, los que iban
matanza) y por los Comités, encargados de desarrollar un área importante a la aventura trabajaban cuando faltaba uno, porque habían otros que eran
definida por los estatutos: el Comité de Defensa de los Intereses de la Institución matarifes pero no eran sindicados, entonces esos eran trabajadores a la aventura.
tendría como objetivo principal “evitar que el Matadero sea entregado a insti- Es una historia muy bonita la del Matadero… Los que no trabajaban, los que
tuciones particulares”22, aspecto que se mantuvo siempre en tensión debido a faltaban, al otro día le tenían su paga, uno de los principales puntos del sindi-
los proyectos de modernización esbozados por las distintas administraciones cato era eso. Si alguien se enfermaba también, si alguien caía preso, también,
municipales y gubernamentales desde comienzos del siglo x x . El Comité de porque ahí las peleas a cuchilla eran pan de cada día. Jorge Gonz ález
Asistencia y Previsión Social, por su parte, estaría encargado de concretar obras
complementarias a las Leyes de Previsión, como por ejemplo, la adquisición de Esta práctica se extendía al caso de enfermedades o bien de muerte de
un Mausoleo para los Matarifes, el cual se compró en terrenos del Cementerio
algún trabajador, en ese caso la ayuda en dinero iba en beneficio de la familia
General y permitía que los restos de cada trabajador fallecido, pudiera perma-
del asociado, junto a los gastos por los funerales. Todo ello, cubierto por una
necer en un nicho durante los primeros cinco años, tras los cuales se traslada-
cuota mortuoria obligatoria que debían cancelar todos los socios25.
rían a un patio colindante.

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26 Un segundo objetivo planteaba que el sindicato debía hacer cumplir las que tenían que firmar el pliego de peticiones no más, no eran capaz. Por ejemplo,
Ibídem, p. 1.
leyes sociales, lo cual se concretó en el pago del Seguro del Servicio Social, una cuadrilla de matarifes, volteamos noventa novillos, la misma cantidad de
obligatorio para todos socios. Este pago, realizado para el antiguo fondo previ- hombres militares, no volteaban más de diez, nosotros éramos muy rápido, por

sional y asegurar la jubilación de los trabajadores, debía realizarse a través de la práctica… se trabajaba de memoria. Mario G on z ález

la Libreta de Seguro, establecido según las leyes de previsión.


Yo estaba miliqueando, y se botaron a huelga y no se podía para la matanza
Y el tercer objetivo, consistía en la representación de los trabajadores «ante
y trajeron a los milicos, porque aquí, en el este, hay un Matadero militar, al
patrones y autoridades respectivas… ante Administración y demás poderes
lado de la Peni, hay un matadero, es militar, y trajeron milicos pa' acá. El año
públicos»26, elemento que también fue relevado en las entrevistas, debido a
57, huelgas hubieron varias. En esos años, a mí me contaban los amigos que
que el sindicato logró constituirse en un ente negociador fuerte, no sólo por
a veces las huelgas, eran unidos, si quedaba la crema. Habían carretelas que
las cualidades del gremio sino también, por sus dirigentes.
salían con carne y en el Parque Cousiño, como estaban rompiendo la huelga, les
El poder de este Sindicato radicaba en que el gremio era imprescindible
echaban un bidón con creolina, y nosotros cuando queríamos hacer una huelga,
para el funcionamiento de la ciudad, puesto que su trabajo en la madru-
le trabajábamos lento, nosotros nos demorábamos pa voltear diez animales una
gada abastecía de carne a todo Santiago durante el día. Si la faena se detenía,
hora, éramos rápidos, y habían 12 0, nos demorábamos diez horas, sacábamos
había desabastecimiento, ya que no existían posibilidades de traer este
la cuenta, mientras estaban las conversaciones y si salía humo blanco, apurá-
producto desde otros puntos del país, a causa de la ausencia de frigoríficos.
bamos la matanza. Lui s Tob ar
Este elemento entonces, fue la principal arma de presión de los matarifes, aseve-
rándonos que éramos más poderosos que los mineros, era un gremio muy poderoso
Sin duda, uno de los factores que contribuyó a esta imagen del Sindicato,
a nivel nacional (Luis Tobar). La condición de sector estratégico, sumada al
fueron sus dirigentes, entre los que se destaca la figura de Florencio Orellana,
arrojo con que se ha caracterizado a los cuadrinos, tornaban a su organismo
primer presidente, fallecido tempranamente en el año 1947. Su tumba inauguró
sindical una entidad fortalecida al momento de negociar.
el Mausoleo gremial y en su honor se puso la primera placa conmemorativa:
Sobre las huelgas, los testimonios recuerdan que algunas ocasiones soldados
del ejército –trabajadores del Matadero Militar ubicado junto a la Penitenciaría–,
«Al cumplirse tres años de la fundación del Sindicato Profesional de
trataron de hacer funcionar Franklin:
Matarifes de Santiago, a un año del fallecimiento del que fuera su querido
Presidente compañero Florencio Orellana Vega Q . e. p. d. el actual direc-
Claro, tenían Matadero los militares entonces sabían trabajar y cuando se
torio y cuerpo de delegados al colocar esta placa recordatoria a su
paraban los matarifes venían los militares, pero no eran capaz de trabajar, así
memoria quieren recordar sus enseñanzas de lealtad y honradez hacia

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27 sus compañeros de clase.


“Federación Nacional de
Sindicatos de Matarifes y R. S.”, direc tiva ac tu al :
Carpeta 10, Fondo Dirección de
Carlos Valenzuela C., Tesorero. | Juan Armijo V., Secretario. |
Relaciones Laborales, Archivo
Nacional de la Administración, Jacinto Cossio A., Presidente. | Luis Obregón D. Director. |
p. 59. La abreviación “R . S.”
significa Ramos Similares.
Ricardo Cerda, Director. ¶ Santiago, 28 de enero de 1949.»

Otros dirigentes recordados fueron Alberto Guevara, apodado el limón y


José Domínguez Rivera, que presidieron el sindicato en los años cincuenta.
Rescatamos el vínculo de los trabajadores con sus dirigentes, ya que en los testi-
monios se enfatizó que ellos ordenaban a sus trabajadores, estableciendo un
comité de disciplina e incluso, participando en la selección de los maestros de
cuadrillas, ya durante los años sesenta. Creemos que este organismo fue parte
de una modernización propia de la estructura laboral, puesto que finalizaron
la etapa en que los maestros de cuadrilla comandaban las relaciones contrac-
tuales con los industriales, e inauguraron un periodo de organización autó-
noma que debía concluir en la autogestión de su trabajo, como veremos en la
última sección de este capítulo.
Las redes de solidaridad afianzadas por el sindicato, lograron dilatarse más
allá del Matadero Franklin, constituyéndose una identidad gremial extensiva
a todo el país. Este espíritu fue representado por la Federación de Sindicatos de
Matarifes y R. S., fundada el 10 de julio de 1954 y que tenía por objetivo «propi-
ciar la unidad total del gremio de matarifes y ramos similares de todo el país,
luchando por establecer iguales condiciones económicas»27. Esto se traduce en
que la identificación del espacio Matadero se extiende a la profesión “mata-
rife”, lo que implica que la solidaridad también se puede manifestar con traba- d o c ument os: Carnet
jadores de otras ciudades, como en el siguiente relato: Sindical de Fernando González
Marabolí, archivo personal
Luis Castro González.

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imagen : Matarifes en reunión
sindical, archivo personal
Luis Castro González.
imagen : Fernando González
Marabolí en reunión
sindical, archivo personal
Luis Castro González.
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28 Le voy a contar algo… nosotros éramos muy poderosos, aquí en el Matadero en suceso que desataría el enfrentamiento de 1971, como veremos en la última 29
Ibídem. Nos referimos al concepto
Portales, en Valparaíso, había un Matadero chiquitito, hace treinta, cuarenta sección de este capítulo. de gremio utilizado por
Aldo Yávar en “El gremio de
años atrás. Ese matadero, cuando ya a los matarifes querían cortarle los brazos,
jornaleros y lancheros de
no llegaban animales para voltear. ¿Sabe lo que hacía la municipalidad de Valparaíso. 1837-1859. Etapa
de formación”, Historia, vol.
Valparaíso? Los estaba mandando a limpiar las plazas, a los matarifes, y eso «otro má s a l a cuenta , l a s al a ' e venta» 24, 1989, pp. 359-362.
que tenía el carnet de profesional. Entonces qué fue lo que se hizo, se juntó plata Funcionamiento y administración
a nivel de todos nosotros, y le mandábamos la plata a ellos, nosotros poníamos
de nuestro sueldo. Lui s Tob ar Desde su fundación, el Matadero fue de propiedad Municipal y si bien durante
el siglo xix se prodigó su administración a concesión privada, prontamente
La Federación Nacional, se constituyó con representantes del Sindicato la entidad edilicia retomaría el control de su funcionamiento. De esta manera,
Profesional de Matarifes de Blanqueado, de Obreros del Matadero de Viña del el Matadero operaba según los decretos y dictados del municipio de Santiago,
Mar, de Repartidores de Carne de Matadero de Santiago, de Matarifes de Puente organismo que se dedicaba a cobrar el impuesto por beneficio de animales esta-
Alto, de Matarifes y R. S. de La Florida y La Cisterna, de Matarifes y R. S. de blecido por ley, a la gestión e inversión en infraestructura y al control sani-
Talca, de Matarifes y R. S. de Conchalí, y de Matarifes del Matadero Municipal tario (este rol era ejercido por un veterinario jefe). Una vez consolidados los
de Santiago, planteándose en el futuro ampliar la cantidad de organismos incor- sindicatos, la administración también intervino en el pago de los sueldos y en
porados, e incluso, en los estatutos se incluye una cláusula en que los sindicatos la gestión del servicio de Seguro Social, ya que recuerdan los entrevistados que
de provincias pueden designar como vocero para las asambleas a trabajadores debían ir a ese edificio a poner sus estampillas en sus libretas.
de Santiago, para facilitar su representación. Por mucho tiempo, la relación entre matarifes e industriales (dueños de
La unidad de los matarifes a nivel nacional buscaba constituir un orga- los animales que se beneficiaban) fue directa y la administración ejerció un
nismo fuerte en la lucha por evitar que se privatizaran los mataderos, lo que papel bastante menor en la mediación. Este sistema era muy similar al utili-
fue definido en los estatutos como «procurar interesar al Estado para que dicte zado durante el siglo xix por el gremio de lancheros y jornaleros en el puerto
leyes que determinen que los mataderos sean de propiedad fiscal o municipal y de Valparaíso, quienes se organizaban en cuadrillas y cada una negociaba direc-
al mismo tiempo, establecer elementos de higiene y salubridad para el desem- tamente y por separado con cada comerciante29. Para el caso del Matadero, el
peño del trabajo de matanza, y para los obreros que laboren en ellos»28. Este industrial contrataba los servicios de una cuadrilla completa –no a los traba-
paso importante en su ordenamiento, opera como una respuesta a los planes jadores por separado– y hacia comienzos de siglo, el trato se realizaba directa-
de la Corporación de Fomento de la Producción (corf o), que pretendía crear mente con el maestro jefe de esos trabajadores. Luego, una vez consolidados los
una red de mataderos frigoríficos a nivel nacional reemplazando los antiguos, sindicatos, la negociación se realizaba a nivel de organizaciones, disminuyendo

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30 la libertad de los industriales de negociar individualmente el precio de la faena, recinto moderno fueron abandonadas y se concretó la creación de un nuevo 31
“Comercialización de ganado y Luis Ortega, et. ál.,
carne”, Agricultura y ganadería, ya que ese valor era establecido por el gremio en su conjunto. De este modo, la Matadero modelo para reemplazar al “Viejo Matadero Franklin”. c or f o. 50 años de reali-
Ministerio de Agricultura, zaciones, Universidad de
supervisión de las cuadrillas, la disciplina del trabajo, la productividad de la
n º 11-12, septiembre- Santiago de Chile, Santiago
diciembre de 1957, p. 23. mano de obras y otras conductas laborales eran prácticamente “autocontro- 1993, p. 144-145.

ladas” por los trabajadores, puesto que eran sus propios representantes quienes «Que ser á del matadero» 32
velaban por el buen funcionamiento. Ocaso y cierre Dr. Harry Shepherd, “Proyecto
de modernización de
Como indicamos previamente, el trabajo realizado por la cuadrilla, Mataderos Frigoríficos”, en
Miguel Ponce, Op. cit., p. 27.
constituía la primera parte del proceso global de la industria de la carne. El En 1957, el gobierno chileno encargó realizar un diagnóstico de la produc-
animal faenado, divido en carne y subproductos, tenía diferentes destinos: ción y comercialización ganadera en Chile a doctores estadounidenses. De esa 33
El primero que se construyó
la carne era instalada en la sala de ventas, donde industriales negociaban misión, surgió el Plan Nacional de Mataderos, creado por corf o en 196131, y que sirvió de modelo para
el resto, fue el Matadero
con los abasteros (dueños de carnicerías) quienes también constituían un y que tenía por objetivo la construcción de una Red de Mataderos Frigoríficos
Frigorífico de Magallanes.
gremio poderoso. El traslado de este producto era realizado por los carga- a lo largo del país.
34
dores hacia carretelas y camiones, que se instalaban en las calles interiores El diagnóstico mencionado, concluyó que todos los mataderos municipales Programa de Desarrollo
del Matadero. eran anticuados y exigían el empleo de métodos primitivos para su operación, y Ganadero. c or f o-b i r f,
1970-1973, c orf o,
Otro circuito lo recorrían los subproductos de la carne, y se dirigía hacia las que debido a la falta de maquinaria y de un conocimiento adecuado, los métodos Santiago 1969, p. 22.

fábricas colindantes al matadero, las cuales podían ser curtiembres, fábrica de para el faenamiento de la carne eran «rudimentarios, trabajosos, lentos, insa-
sebo, fábrica de cecinas, principalmente abastecidas por los triperos. En tanto lubres y antieconómicos»32. Por lo tanto, el Plan de corf o proyectó para la
que los cabeceros, malcorneros, guateros y pateros abastencían las fábricas de década siguiente la creación de trece mataderos frigoríficos33, que debían tener
harinas de huesos, a comerciantes ambulantes y también a algunas fábricas de como condición principal, ser instalados cerca de los puntos de producción
cecinas30. Este procedimiento, era ampliamente cuestionado por las investiga- ganadera, con amplias salas de refrigeración y maquinaria que permitieran el
ciones realizadas a fines de la década de 1950, por las condiciones en que salían beneficio del animal en condiciones salubres y a su vez, mantener la calidad de
los productos cárneos del Matadero y por la gran cantidad de intermediarios los subproductos. El objetivo de estas modificaciones, eran que el transporte
que existían entre el animal vivo y el consumidor. Esto se sumaba a la crítica hacia los centros urbanos consumidores lo realizara la carne ya faenada, y no el
por las malas condiciones higiénicas del recinto y a los anticuados y deterio- animal vivo, como se efectuaba hasta entonces. Además, se enfatizó en la nece-
rados edificios y pabellones de matanza. Las soluciones propuestas para lidiar sidad de que los productores ganaderos fueran propietarios de los Mataderos,
con este problema, desde comienzos de siglo xx fueron transformar y mejorar a través de cooperativas, lo que permitiría que disminuyeran los intermedia-
la infraestructura del lugar, sin embargo, las opciones de convertirlo en un rios entre el ganadero y el consumidor.34

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35 En el caso de Santiago, el Matadero que reemplazaría al Municipal sería Lo Yo me fui a practicar allá, estuve practicando cuatro años. El año 69 fui a prac- 40
Ver entrevista al adminis- Miguel Ponce. Op. cit.,
trador del Matadero, don Valledor, el cual fue concebido en la década de 1920 como “Matadero Modelo” ticar, yo tengo una foto con Eduardo Frei, tiene que estar en la biblioteca cuando pp. 235-236.
Ramón Molina Cortes, en
y fue postergado en distintas ocasiones por falta de recursos desde el muni- estamos todos con casco y todos de blanco, y afuera del Matadero le estaba dando
Periódico Matadero n º 4, 1
de marzo de 1936, p. 1. cipio35, iniciándose su construcción recién en 1947. El proyecto quedó incon- la mano al presidente Frei Montalva, cuando lo estaban inaugurando, el año 69.
36 cluso una vez más y sólo veinte años después, se retomó como parte del Plan Si claro, ese Matadero era nuestro y resulta que después cuando quisimos ir
«Comercialización de ganado Nacional mencionado36. En 1969 comenzó a funcionar en marcha blanca, con allá, ya había gente, habían más de 500 metidos ahí, qué lo que eran: Partido
y carne», Op. cit., p. 12.
matarifes de Franklin37 y en 1971 fue adquirido por s o coagro (Sociedad de Radical, Partido Comunista, Partido Socialista, y nosotros que éramos un gremio
37
Programa de Desarrollo
Construcciones y Operaciones Agropecuarias), una cooperativa estatal formada con carnet de sindicato, con carnet profesional, ojo, que nosotros teníamos carnet
Ganadero. c or f o-b i r f. por corf o, eca (Empresa de Comercio Agrícola) y enafri (Empresa nacional profesional de Matarife, no nos servía de nada. Gente que ni conocía la carne
1970-1973. c orf o,
Santiago 1969, p. 23. de Frigoríficos)38. Este proceso se desarrolló en paralelo a las vedas, que corres- ganaban más plata que nosotros, porque estaban por puro pituto.
pondían a parcializaciones del trabajo.
38
Miguel Ponce, Op. Según el testimonio de Luis Tobar, quien fue uno de los matarifes que Este proceso, descrito por Tobar como un triunfo de la organización sindical,
cit., pp. 55 y 57.
iniciaron la faena en Lo Valledor, el Sindicato había realizado gestiones fue frustrado por los vicios de las prácticas políticas de la época. Por ello, en
39 para adquirir este nuevo recinto, las que fueron frustradas por el contexto el año 1971, los obreros matarifes de Franklin se tomaron Lo Valledor, con el
Alcalde de Santiago
entre 1970 y 1972. político: objetivo de manejarlo autónomamente, consolidar la administración de los
trabajadores y asegurar los puestos de trabajo ante el inminente cierre del
El Matadero de Lo Valledor ya se llamaba s o c oa g r o, ese Matadero era Matadero Municipal. La toma se bajó al año siguiente, luego que por medio de
de nosotros, porque a nosotros nos correspondía, y de a poquito nos lo fueron las negociaciones se acordara el “pago del vacío”, una remuneración cancelada
quitando, nosotros íbamos a comprar ese matadero, el gremio de nosotros, mientras los obreros se mantenían “cesantes”, puesto que la faena en Franklin
si nosotros teníamos plata, nos íbamos a unirnos con los industriales, si ese ya se encontraba disminuida y se esperó hasta fin de año para la apertura del
Matadero era justamente para nosotros… Me acuerdo que había un alcalde, Matadero “modelo”40.
Ignacio Lagno39, era del Partido Radical, ese nos cerró las puertas para que Durante esta investigación, no logramos escudriñar hondamente el vínculo
nosotros no lo comprarámos, Ignacio Lagno se llamaba y después se empezó a político existente entre el Sindicato de Matarifes y el gobierno de la Unidad
venderle a los ferianos, empezaron a venderle los terrenos, y ahora el Matadero Popular. En los testimonios recolectados, se nos hizo hincapié en que a pesar de
lo vendieron, lo compraron ellos mismos, el de la Feria de Lo Valledor. Yo fui reconocer la militancia política de algunos dirigentes (como Fernando González
uno de los primeros en llegar a trabajar a ese Matadero… Marabolí y Ricardo Cerda, vinculados al Partido Comunista), el trabajo del sindi-
cato no se relacionaba con fórmula partidista alguna, aunque la toma realizada

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p or l a g üe ya de l m ata de r o a p ata pe l á ' y c on leva

41 entre 1971 y 1972 se vincula con las formas de presión hechas por los trabajadores Yo cuando llegué a la casa, tenía quince años, no vivíamos aquí… con quince
Para el detalle de este proceso,
ver Peter Winn, Tejedores de la como parte del proceso denominado “revolución desde abajo” por Peter Winn41. años, llegué de terno, pañuelo al cuello y con los bolsillos llenos de plata, mi
Revolución. Los trabajadores de
Como hemos señalado, no encontramos referencias de los matarifes en la mamá se puso a llorar... estaba ahí la Adriana, la Yola y se armó la fiesta.
Yarur y la vía chilena al socia-
lismo, Ed. lom, Santiago 2004. bibliografía de historia sindical, y tampoco logramos identificar en la prensa Jorge G on z ález
42 escrita acontecimientos importantes recordados por los entrevistados, como el
“La ganadería nacional y la Congreso Nacional de Matarifes, organizado durante el invierno de 1973. La Se pasaba muy bien, comíamos muy bien, y es que había mucha plata, se ganaba
comercialización de la carne”,
en Agricultura y ganadería, ausencia de estos hechos en los escritos del periodo, podría señalar la minusva- mucha plata… Un día le pregunté a un amigo, le dije cuánto ganaríamos de plata
Ministerio de Agricultura,
n º 11-12, septiembre-
loración de este sindicato, asunto que –conjeturamos– se explica en la moder- ahora en el matadero. Y me dijo que sus nietos hicieron el calculo con el precio
diciembre de 1957, p. 4. nización y erección de otros Mataderos. del cambio de la moneda, y me dijo que ganábamos entre setenta y noventa
De esta manera, la construcción del nuevo Matadero en Lo Valledor, significó mil pesos diarios de ahora… pero el trabajo era duro. Mario Gonz ález
el cierre paulatino de Franklin, al que ya no sólo la infraestructura atrasada le
ponía obstáculos, sino que también el modelo económico. Desde los años cincuenta Y nosotros trabajábamos todo el año. Nosotros trabajábamos tres veces a la
la producción de carne en el país disminuyó paulatinamente, debido a las defi- semana, tres días, y los otros días los dedicábamos a tomar, a pasarlo bien,
ciencias en la faena y al alto costo que implicaba el transporte42. Esta situación porque pasábamos con los bolsillos llenos de plata. Nosotros nos agarrábamos
se complicaba aún más, por las medidas implementadas por el Comisariato de a combo para pagar una cuenta. Lui s Tob ar
Precios y Subsistencias (s ap) y la posterior Dirección de Industria y Comercio
(dirinco), que tendía a bajar el valor de los productos de consumo básicos Lo Valledor no sólo cambiaba un régimen salarial, sino que también trans-
para los hogares. Es así, como hacia la década de 1970, el trabajo disminuyó al formaba el sistema de vida, los códigos sociales y de asociatividad que habían
nivel de no poder hacer funcionar el Matadero en los tres días determinados. desarrollado los matarifes. El trabajo manual pasó a ser mecanizado, lo que
Una vez iniciada la faena en Lo Valledor, el objetivo del gobierno fue jubilar significó que el matancero no debía necesariamente ser un hombre fuerte y
o trasladar a los matarifes, quienes serían contratados ahora con sueldo fijo, mocetón, como se caracterizó históricamente a los cuadrinos; por otro lado, los
bajo el rótulo de trabajador público. Esta nueva condición, degradaba la calidad rasgos autonómicos que le habían dado fortaleza al sindicato, se reducían a un
de salario que acostumbraron a ganar los cuadrinos en su época de oro, la que formato de industria tradicional, lo que debilitaba la representatividad y capa-
fue recordada insistentemente por los entrevistados: cidad negociadora de la organización. Tal vez el argumento principal del cambio
que representaba este nuevo matadero, era que alejaba a los cuadrinos del histó-
Había que estar ahí, a pie pelado y en invierno, hacía frío. Pero así era la cosa, rico barrio que se había erigido a su alrededor, por lo tanto, Lo Valledor no sólo
y así como se ganaba plata también, salíamos con los bolsillos llenos de plata. implicaba un cambio en la infraestructura y tecnificación del procedimiento

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p or l a g üe ya de l m ata de r o

43 administrativo y funcional de la industria de la carne, sino que también invo-


n
Según el estudio citado del Dr. f r a n k li
Luengo, esto fue en 1972, y lucraba el ocaso irrevocable de una “cultura laboral”.
c
según el sitio de dib am
Las puertas de viejo Matadero se cerraron hacia 197343, dejando atrás más a
www.memoriachilena.cl, fue
en 1975. Los entrevistados nos de ciento veinte años de historias, en los que se modificó completamente el b
precisaron que el cierre sucedió k
después del golpe de Estado.
entorno del antiguo cuadrante. El bullente barrio comercial que nació en torno
al Matadero, dejó atrás el desértico y rural paisaje de 1847, consiguiendo ser
incorporado como una extensión del centro de la capital.

san fran
c
d
A pesar del cierre de sus puertas, en la memoria de los cuadrinos perma-
b
necen vivos los recuerdos de todos sus intersticios y callejuelas. Por ello, a conti-

cisc
e n l
nuación, transitaremos por los puntos de encuentro y reunión, donde los mata- j

arturo p

o
rifes le dieron vida al Barrio Matadero Franklin.

rat
m
i
f a

g
h
pl acer

diagrama a Sección Vacunos g Hospital de animales m Cocinerías


matadero
b Sección Cerdos h Crematorio n Plaza Magallanes o de los Toros
de s antiag o
c Sección Terneros i Frigorífico Magallanes a Vega Mercado
d Sección Corderos j Administración b Pilastras
e Subproductos k Carabineros c Barrio Chino
f Calderas l Pensiones

{ 84 }
c apítulo iii

QuE sE ciErrE EstE salón, QuE son duEños los cuadrinos


Sociabilidades populares en el barrio Matadero

los e studios concerniente s a la sociabilidad popular en Chile se han 1


María Graham, Diario de su
concentrado en describir y analizar las costumbres, diversiones y relaciones residencia en Chile (1822) y
de su viaje al Brasil (1823),
sociales de rotos y peones durante el siglo xix. En dichos relatos, se ha relevado
Editorial América, s/f.,
como lugar preferente a las chinganas, instalaciones primariamente rurales que p. 268. Revisada en
www.memoriachilena.cl.
fueron invadiendo los bordes citadinos, instalándose en arrabales y caminos
de ingreso de las principales ciudades del país. Inicialmente fueron descritas 2
Carlos Bladh “La República
por cronistas como María Graham1, Carlos Bladh2 y José Zapiola3 entre otros, de Chile. 1821-1828”, en
Guillermo Feliú Cruz,
como un espacio de diversión propio de la plebe, distanciado de los cafés y
Santiago a comienzos del siglo
salones, epicentro de reunión de la elite ilustrada. Por otro lado, los estudios xi x . Crónicas de los viajeros,
Editorial Andrés Bello, 1970.
historiográficos más recientes han puesto atención en la sociabilidad peonal
como forma de trasgredir el orden social propio de la consolidación del estado 3
José Zapiola, Recuerdos
autoritario surgido en la década de 1830. Particularmente, la Nueva Historia de treinta años, Editorial
Zig-Zag, 1974, Cap. iv.
Social ha enfatizado que las modalidades de socialización y diversiones popu-
lares rurales se trasladaron junto a los rotos y peones, hacia los diversos engan-
imagen : Restorán Las Tres B,
ches que debieron emprender, siendo ellos portadores y reproductores de un Renca, archivo personal
modo de ser popular-tradicional: Luis Castro González.
p or l a g üe ya de l m ata de r o Q ue s e c ie rre e s t e s a l ón, Q ue s on d ue ñ o s l o s c u a drin o s

4 «Estos establecimientos estaban tan íntimamente ligados a la vida de los sus actividades bailes y deportes, adicionados a espacios de entretenimiento Formas de sociabilidad y
Jaime Valenzuela, “Diversiones crítica social. Colchagua,
rurales y sociabilidad popular bajos grupos rurales, que repetían sus características y su contenido en más espontáneo como restoranes y picás. 1850-1880. Ed. dib am -lom,
en Chile Central. 18 50-18 8 0”, 2000. Paulina Peralta, ¡Chile
cada lugar y acontecimiento que reuniera un número importante de esas A partir de estos espacios, penetraremos al Barrio Franklin con el fin
en Fundación Mario Góngora, tiene fiesta!: el origen del 18
Formas de sociabilidad en personas. Y ello no sólo ocurría en las faenas de la trilla o en las carreras de de atisbar el diálogo que se establece entre el Matadero, el comercio y otros de Septiembre (1810-1837),
Chile. 1840-1940, Ed. Vivaria, Ed. lom, Santiago 2007.
Santiago 19 9 2, p. 379 .
caballos, sino que también se manifestaba en las concertaciones de trabaja- lugares de encuentro que se forjaron a su alrededor8. En torno al punto prin-
dores convocadas para componer un camino, construir un puente o tender cipal de abastecimiento de carnes de la ciudad, se instalaron puestos de frutas 8
5 Maximiliano Salinas, Elisabet
Gabriel Salazar, Op. la línea férrea»4. y verduras, así como “pensiones” y cocinerías que suministraban de alimentos Prudant, Tomás Cornejo y
cit., p. 1 2 4-1 27. Catalina Saldaña, ¡Vamos
a los trabajadores durante la madrugada. De la misma forma, se multiplicaron remoliendo mi alma! La vida
6 Asimismo, la configuración de chinganas y otras diversiones populares no picás que recibían a los trabajadores después de la jornada laboral y junto a festiva popular en Santiago
Para esta interpretación ver de Chile 1870-1910. Ed.
María Angélica Illanes, “Azote,
solo representaron las manifestaciones festivas de un modo de ser peonal arrai- ellas, las infaltables casas de niñas. Así, las manzanas de predio rústico donadas lom , Santiago 2007, p. 74.
salario y ley. Disciplinamiento y gadas en una tradición pretérita, sino que también fueron asociadas a diferentes a la Municipalidad hacia 1847 se fueron transformando en un barrio repleto
rebeldía de la mano de obra en
la minería de Atacama. 1817- formas de resistencia ante el orden social y al disciplinamiento laboral nece- de nuevas industrias, tráficos comerciales, arterias enteras y pequeñas calle-
18 52”, en Chile Des-centrado.
sario para sostener un desarrollo económico en la ruta de Chile al capitalismo5. juelas que operaron como áreas de pausa y diversión.
Formación socio-cultural repu-
blicana y transición capitalista Por lo tanto, la historia social-cultural contemporánea se ha preocupado de la En este apartado, hemos optado por observar los sitios de sociabilidad a
(1810-1910). Ed. lom, Santiago,
2003, p. 25-26. Maximiliano sociabilidad popular desde las perspectivas de transgresión6 o de la construc- modo de líneas de fuga del trabajo, espacios donde se propiciaron específicas
Salinas, “¡En tiempos de chaya, ción de nación,7 reiterando la dificultad de las autoridades para contener el prácticas sociales. No las asumimos a priori como trasgresoras o subversivas y
nadie se enoja! La fiesta popular
del carnaval en Santiago de “desborde festivo popular” (utilizando fuentes oficiales como decretos, bandos, más bien las percibimos como una particular convivencia social. Ellas produ-
Chile, 1880-1910”, en Mapocho,
n º 50, Santiago 2001, pp.
partes de policía y prensa periódica) presente intrínsecamente en los lugares jeron relaciones codificadas que derivaron en figuras de organización y también
281-325.Milton Godoy, “Fiestas donde se reunía la mano de obra. de reunión voluntaria. Si bien, algunas prácticas fueron comunes a los trabaja-
y revueltas entre los mineros del
Norte Chico, 1840-19 0 0 ”, en Contrariamente a la abundancia de descripciones de sociabilidad popular dores urbanos de la primera mitad del siglo xx, consideramos aquí la manera
Luis Ortega, et. ál., Sociedad y decimonónica, existe una carencia de estudios que desarrollen esta materia en que ellas se actualizaron puntualmente en torno al barrio y a los mismos
Minería en el Norte Chico, 1840-
1930, Ed. Usach-Academia –desde la perspectiva historiográfica– para el siglo xx. Los lugares de socia- matarifes. Procuraremos sondear sus particularidades, recordar sus calles, sus
de Humanismo Cristiano,
Santiago 20 0 9 , pp. 67-96 .
bilidad se fueron transformando, abandonando el formato sub-urbano de la nombres propios y reductos concretos.
chingana y dando paso a otro tipo de recintos que materializaban los cambios
7
Para la relación del Estado- y perplejidades de la migración campo ciudad desde los años 30 en adelante.
nación y la sociabilidad
Asimismo, junto a la organización sindical de los trabajadores, fueron afian- *
popular ver Fernando Purcell,
Diversiones y juegos populares. zándose aglutinaciones vinculadas en torno a clubes sociales que incluían en

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p or l a g üe ya de l m ata de r o Q ue s e c ie rre e s t e s a l ón, Q ue s on d ue ñ o s l o s c u a drin o s

9 «y en l a pl a z a ' e los t oros , de pe cho al frente » toreaduras, momento en que algunos trabajadores demostraban sus habili- 17
Eugenio Pereira Salas, Juegos Erica Paluba, “Franklin
y alegrías coloniales, Ed. Toreaduras dades por controlar y devolver al ganado prófugo a las canchas de matanza. Recuerdos de infancia”, en
Zig-Zag, Santiago 1947, p. Voces de la ciudad Historias
Pobladores y transeúntes remembran con distinción estos episodios, momento
63 y ss. René León Echaíz, de barrios de Santiago, Ed.
Historia de Santiago…, p. 133. Una actividad que se presenta tan pública en su visibilidad como críptica en en que los cuadrinos eran por ellos visibilizados: lom , Santiago 1999, p. 147.
Acontecimiento también
10 su significado son las toreaduras de los matarifes. Según registraron Eugenio recordado en Carlos Sepúlveda
Eugenio Pereira Salas, Pereira Salas y René León Echaíz, las corridas de toros han existido en Santiago «Un ruido, que se sentía más que escucharlo, procedía del pesado golpeteo Leyton, Op. cit., p. 88.
Op. cit., p. 74.
desde el siglo xvi 9. Su práctica hacia fines del xviii, era considerada aún una de cascos sobre los adoquines. Los animales a su paso iban regando con
11
René León Echaíz, Historia
“diversión honesta”10, autorizándose una plaza y otros lugares especiales donde bostas, inundando el ambiente con la hediondez correspondiente. Pero
de Santiago…, p. 133. la plebe podría asistir y de ese modo, alejarse de sus tan arraigados “excesos”. no eran ni el ruido, no menos el olor lo que nos atraía hacia esta caravana
12 Fue modificándose de un toreo a caballo por otro a pie, considerado este último fúnebre sino la eventual escapada de algún animal que se resistía a morir y
Eugenio Pereira Salas, más profesional11 y se procuró que su celebración continuara evitando “el más trataba de huir de su triste destino; era una fiesta, donde el animal obtenía
Op. cit., p. 76
remoto peligro de escándalo”12. Si alguna vez tuvo algún ápice de entreteni- todas nuestras simpatías y lo animábamos ruidosamente en su intento.»17
13
Guillermo Feliú Cruz,
miento propio de las elites, claramente ello ya no se observaba para el siglo xix.
Op. cit., p. 93 Guillermo Feliú Cruz, indica que su motor principal era “recrear al populacho”13 Por un lado, se observa cómo la empatía de los niños discurre hacia los
14 que para entonces bebía, bailaba y celebraba con “una indescriptible alegría”14, animales y su destino fatal y evidentemente, contra los célebres trabajadores
Ibídem. soslayándose la brutalidad de su ejecución. Con posterioridad, se le relacionó del Matadero. Los industriales, por su parte, eran los oponentes principales
15 discursivamente con un desborde bárbaro que para el siglo xix y comienzos de estos episodios, pues la productividad flaqueaba notoriamente, alzándose
Ver María Angélica Illanes,
del xx, parecía extemporáneo, disruptivo, siendo finalmente vencido por prin- también como perspectiva impugnante, reprobatoria. Distinto era para los
Chile Des-centrado…, p. 113-118.
cipios de profilaxia social, materializados en bandos y decretos15. mismos cuadrinos, quienes recuerdan a los que se demostraban duchos en el
16
Sady Zañartu, Calles Viejas, Se señala una apropiación por parte del pueblo de un atávico entreteni- arte toruno con admiración y orgullo, pues eran considerados sus genuinos
Ed. Gabriela Mistral, miento que arribó con los españoles avecindados en Chile. Sus vínculos con representantes:
Santiago 1975, p. 20.
los tablados y ramadas no pudo ser extirpado, tornándose un deporte popular
que reaparece con su propia leyenda y vigor en el Barrio Matadero. En algunas Y habían toreros, y eso entretenía. Habían toreros muy buenos , como el “Torito
ocasiones, el beneficio de animales se dificultaba debido a que éstos huían del Castrito”, cuando se soltaban los animales, pero los industriales se enojaban,
cuadrante de los corrales, incluso “hasta la eremita de San Miguel”16 generán- porque cuando se ponían a torear, dejaban todo el trabajo botado, los animales
dose gran expectación entre matarifes y habitantes del barrio. Ante la mirada sin descuerar…, porque todos iban a ver las toreaduras, eran buenas.
ávida de conventillos y cités que se agolpaban alrededor, acontecían las mentadas

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Los soltaban de adrede, y como que se arrancaba, cuando no le quedaba nada de ardua jornada laboral. Revisita de una práctica intempestiva, tradicional y aquí, 18
Antonio Acevedo Hernández,
lazo se ponían a gritar “Al lazo, al lazo” para que le ayuden, pero ya el novillo completamente apropiada: entorpeciendo el atareo, los mandatos del patrón, Los cantores populares
chilenos, Ed. Nascimento,
había arrancado y corría con los chunchules en los cachos, eran bravos, como la animadversión de los espectadores, vuelve siempre a irrumpir como mito
Santiago 1933, p. 24-25.
veían la sangre y los otros animales colgados se ponían más bravos. Y ahí todos orgulloso de los cuadrinos.
19
empezaban “Castrito, Castrito”, que era el torero. Castrito toreó en Madrid, tenía Sobre el dominó y los mata-
un ojito malo le pusieron el “visco” y era muy famoso en España, y era puro rifes ver “Cuando cambian
el cuchillo por el dominó”,
matarife y aprendió con el Paltoco. Fue a torear a España y fue famoso allá, él «vámonos pa ' l aba st o t o ' o e ' pa ' g a st o» La Tercera de la Hora, 29
de febrero de 1980, p. 5.
hizo una gracia y salió en los diarios de Madrid, porque toreó con un sombrero Clubes Sociales.
y nadie había toreado con el sombrero, botó la capa y se sacó el sombrero… había 20
Diario Matadero, 28 de
que ser suicida de valiente, porque el toro tiene unos cachos así, como aguja. El Barrio Matadero, se distinguió desde fines del siglo xix por hallarse en medio marzo de 1936, nº 7, p. 1.
de célebres lugares de diversión, como fueron la mentada “Fonda Popular” de
Había otro, el “Torito”. El “Torito” una vez pidió permiso para hacer el servicio Avenida Matta con San Diego o la “Fonda de Juanito el Patero”18 de calle San
militar, y el sindicato le pagaba todo, le mandaba el sueldo y la carne a su casa Diego. Afamadas cantoras y puetas se apilaron allí, entre la estridencia de la
todos los días, pongámosle setenta lucas y la recibía la mamá. Pero engañó a la zamacueca, el ponche y los juegos de azar. Fondas típicamente descritas, tomaron
directiva, porque un día en el diario La Nación salió: “Matarife del Matadero cuerpo y nombre propio en estos recovecos urbanos, donde sus moradores fueron
Municipal de Santiago salió campeón del deporte taurino de la plaza de Lima también asiduos clientes. Inmensos tramos chinganeros, fueron mutando hacia
en Perú”, y salía una foto con él. Y ganó el torneo. Entonces en la reunión, mi un tipo de sociabilidad diferente, acaso más ordenada y “enaltecedora” de sus
hermano Fernando se puso a defenderlo, cuando lo iban a echar todos estaban costumbres: los Clubes Sociales se alzaron como regazo de múltiples prácticas
de acuerdo por engañar al sindicato, y mi hermano dice: “Todo hombre, merece que sintetizaban baile, deportes y diversos pataches.
una segunda oportunidad en la vida... y el compañero llevó la honra y gloria Quizá uno de los más remembrados sea el Club Social y Deportivo Comercio
del sindicato nuestro en el extranjero” y votaron de nuevo, levanten la mano Atlético, fundado el 9 de junio de 1932. Para el año 1936 contaba con mil
quienes quiere que se quede y todos levantaron la mano. Tiene que haber sido socios, quienes cotidianamente practicaban el billar, pin pon, damas, ajedrez,
el año 48, por ahí, pero no me acuerdo… Mario G on z ález dominó19 entre otros juegos de mesa20. La “monumental obra” se radicó en
San Diego 1130, contando con salón de baile, teatro y su propio club depor-
“El Castrito” como “El Torito”, son solo dos nombres de los tantos obreros tivo. Cultivóse en él, foot ball, basket ball, ciclismo, atletismo, teniendo además
del Matadero que, como se nos devela, instigaron el escape de los animales. dos bailes mensuales y un paseo a “El Clarillo” como beneficio para sus socios.
Ninguna casualidad, sino la pura instalación de su voluntad en medio de la Siempre como instancia de “mejoramiento moral”, los clubes azuzaron la

{ 92 } { 93 }
imagen : Fernando González
Marabolí y amigos, Matadero
Franklin, archivo personal
Luis Castro González.
p or l a g üe ya de l m ata de r o Q ue s e c ie rre e s t e s a l ón, Q ue s on d ue ñ o s l o s c u a drin o s

21 creación y cuidado de sus deportistas, costeando su indumentaria y procu- Vamo' para el Abasto
Diario Matadero, 5 de abril
de 1936, n º 8, p. 1. rando su mesurado, sano esparcimiento. en Nataniel
Otro de los sitios más perennes del perímetro, es el Gremio de Abastos, llega la flor y nata
22
Se nombra la participación ubicado aún en Nataniel 1910 y fundado en 1897. De orígenes mutualistas, a remoler
del Gremio de Abastos en la
Huelga de la Carne en Sergio
albergó entre sus lindes una escuela nocturna, respondiendo a la reiterada nece-
Grez Toso, “Una mirada al sidad de ilustración popular. Dedicada a instruir a hijos del barrio obrero, duró A remoler, sí
movimiento popular desde dos
asonadas callejeras. (Santiago activa 35 años, hasta su clausura en el gobierno de Carlos Ibañez21. Gremio reco- flor de cuequero
1888-1905)”, en Cyber
nocido en el movimiento contra la abolición del impuesto al ganado argentino cantore' a la alta escuela
Humanitatis nº 41, Santiago
2007. Y Bárbara de Calisto, en 190522, los abasteros, formaron parte en la organización del Congreso Social del Matadero
“Historia de una asonada
popular: Santiago 22 de octubre
Obrero y en la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional23 Con todo, continuó
de 1905”, Tesis para optar al siendo un centro de sociabilidad e inmortalizado fue su Club de Rayuela. Esta Vamonos pa' l Abasto
grado Licenciatura en Historia,
p uc , Santiago 2001, p. 77. última, «entretención inocente y de valiosa calidad deportiva»24, fue ejercitada to' o e' pa' gasto

23
por soldados y militares preferentemente en la época colonial y su estructura
Diario Matadero, 5 de abril básica nunca mutó demasiado: lanzar tejos circulares y metálicos hacia una Se observa este deporte empalmado con el canto de la cueca y con lo que la
de 1936, n º 8, p. 2.
raya trazada con tiza en el suelo o hacia una lienza colocada a lo ancho del rodea, derrochándose sin medidas en la algarabía que cobija El Abasto. Junto
24 extremo de la cancha. Cada jugador tiene dos tejos y el éxito consiste en que a él, el Club de Rayuela Benjamín Franklin, permanecieron en la memoria de
Eugenio Pereira Salas,
Juegos y alegrías..., p. 181. caigan sobre la raya o lienza. Así se producen el “punto bordeado” y el “punto los habitantes del barrio y sus concurrentes:

25
quemado”25. Considerada “diversión común” hacia 182026, en 1947 el erudito
René Leon Echaiz, Diversiones Pereira Salas indica que «muchos clubes de aficionados a este deporte colonial Chile tiene su deporte
y juegos típicos chilenos,
Ed. Gabriela Mistral, se han fundado a lo largo del país», constatando su pervivencia. El Gremio de Que se llama la rayuela
Santiago 1974, p. 32. Abasto, fue registrado en las cuecas, más que por su histórico rol en la asonada Representa a todo un pueblo
26 obrera, por ser un centro de reunión, de jarana: Simbolismo de mi tierra.
Guillermo Feliú Cruz,
Op. cit., p. 89.
Tiremos pa' el Abasto De todos los deportes
donde 'ta el Club de Rayuela Que se practican
llegan niño 'el Matadero La rayuela es el juego
a cantar puras chilenas Que identifica

{ 96 } { 97 }
p or l a g üe ya de l m ata de r o Q ue s e c ie rre e s t e s a l ón, Q ue s on d ue ñ o s l o s c u a drin o s

Que identifica, sí Como otros deportes territorializados en el sector, la rayuela no se practi- 27


Renato González, El boxeo
Muchos cuarenta caba encerrada sobre sí, sino por el contrario, en contacto con la festividad que en Chile, Ed. Quimantú,
Santiago 1973, p. 11.
Un rayuelero tieso suscitaba. Generalmente, las apuestas no se materializaban en dinero, sino en
Corta la lienza “botellas de vino o una bebida”, licores y otras comidas que permitieran prose- 28
Luis Vitale, Interpretación
guir con el encuentro. Marxista de la Historia de
En el Franklin se juega Junto a estos dos ejes deportivos, se diseminaron otros clubes de distinta Chile, Ed. lom , Santiago
1998, p. 219. Peter de Shazo,
A la rayuela índole: Club Social, Cultural y Deportivo José Maza Fernández de Serrano; Trabajadores urbanos y sindi-
catos en Chile: 1902-1927,
Club de basket ball La Flecha; Club del Deportista Rafael Franco; El Tani,
Ed. Centro de Investigaciones
Esta cueca fue grabada en el disco Buenas Cuecas Centrinas en 1970 con Tucapel; Escalante y finalmente el Club del Matadero entre otros. De todos Diego Barrios Arana-dib am,
Santiago 2007, p. 128.
la muletilla punto y quemá, su autor Luis Téllez recuerda El Franklin hacia ellos, los que cultivaron el boxeo y el futbol, se afincaron más hondamente en
1955 como lugar donde se extendieron arduas contiendas y álgidas apuestas. esta zona urbana. 29
Renato González, Op. cit., p. 12.
La rayuela fue insertada en la métrica de una cueca, obedeciendo a la preci- El pugilismo chileno experimentó la rutilancia de su época de oro en el Barrio
sión de su ejercicio: Matadero. Deporte de origen inglés, habría llegado con los marineros al Puerto
de Valparaíso a fines del siglo xix para masificarse en la primera mitad del siglo
El primero que tira tiene que ser un gallo que tenga sangre fría, porque el tipo xx en toda la extensión del país27. Si bien fue acuñado en primera instancia por
que no le tirite la muñeca, que tire a echar vuelo inmediatamente para inti- la clase acomodada, velozmente fue conquistando el corazón de los barrios más
midar al rival y esos son los punteros, y en cambio hay otros que no son punteros populares de Santiago, como Estación Central y Mapocho. Desde entonces, su
y que necesitan más precisión, porque cuando les toca tirar, prácticamente que recorrido fue vertiginoso: cientos de centros de boxeo fueron fundados y arrai-
la cancha está llena de tejos, entonces tiene que saber caer. Entonces aquí viene gados en la memoria de sus observadores. Se estribaron múltiples leyendas en
una cosa que en la rayuela tienen un dicho que dice “faltando una, faltan torno a sus más grandes próceres: Manuel Sánchez, Luis Vicentini, Luis Ángel
todas”, o sea tu puedes ir ganando 14-0, pero si todavía no llegai a las 16, Firpo, Estanislao Loayza y Arturo Godoy, entre otros, dieron cuerpo y vida a
podís perder. Entonces hay una parte de la cueca que dice “muchos cuarenta”, los inolvidables matches del Hipódromo Circo de calle Artesanos; al Pabellón
cuando hay muchos cuarenta, ya nos tienen ganado ya y tengo que tirar yo: “un Acrópolis y el Teatro Caupolicán, de San Diego. En ellos, se cobijó a miles de
rayuelero tieso, corta la lienza”, o sea la tira y cortándose la lienza, se anula fanáticos, que desde todos los extremos de la capital, observaban ávidos a los
el juego. Y eso está en la letra. más peritos escultores del mentón. El boxeo, qué duda cabe, deviene en el deporte
popular por antonomasia, siendo reconocido como recreo propio de obreros
desde la década del 2028 y adhesivo al “espíritu peleador de la raza chilena”29.

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30 Se le vislumbra como alternativa «disciplinada a la vida desordenada de las Reliquias, glorias de antaño 34
Stefan Rinke, Cultura de Esta cueca fue grabada
masas: reforma y naciona- calles de los barrios pobres»30 pero conviene cuestionarse: ¿tuvo ese discurso Del pugilismo chileno por Los Chileneros en el
lismo en Chile 1910-193, Ed. disco La cueca brava, lp
algo de asidero en la realidad?. Fue el glorioso Manuel Sánchez
Centro de Investigaciones Emi-Odeon, Santiago 1968.
Diego Barros Arana-dib am, El púgil y San Pancracio31 de Juan Uribe Echevarría o Mano Bendita32 de El bravo Quintín Romero
Santiago 2002, p. 54. 35
Enrique Lafourcarde, son dos novelas inspiradas en este fenómeno que contra- Luis Ortega, “De pasión de
31 riamente al relato anterior, retratan el tenor popular que le habría pertenecido. De los grandes campeones multitudes a rito privado”,
Juan Uribe Echevarría, El en Rafael Sagredo y Cristian
púgil y San Pancracio, Ed. Si bien ellas se ubican alejadas de los clubes aficionados y su experiencia local, Que tuvo Chile Gazmuro, Historia de la vida
Zig-Zag, Santiago 1966. privada en Chile. El Chile
subvierten el discurso esgrimido “desde arriba”. Nos describen tongos y perver- 'Tanislao Loayza
contemporáneo. De 1925
32 siones provocados en un entorno hampesco, donde el pugilismo se corporiza Luis Vicentini a nuestros días, Ed. p uc,
Enrique Lafourcade, Mano Santiago 2007, p. 163.
Bendita, Ed. Planeta,
más indomeñable, desvirtuado y errático. Con pertinencia Hernán Adasme
Buenos Aires 1993. indica que «la narrativa chilena de box ostentará como rasgo principal el irre- Luis Vicentini, sí 36
Peter de Shazo, Op. cit., p. 128.
33 montable destino adverso de sus personajes. Tendrá al descalabro gravitando Los dos “Toritos”
Hernán Adasme, “Amarga 37
irremediable y permanente en el itinerario de los púgiles»33. En el centro de la El bravo Simón Guerra
Edgardo Marín, Centenario
leña del púgil caído:
Narrativa chilena de boxeo”, escritura lumpen, arremete nuevamente la fatalidad labrada contra la promesa Con Fernandito historia total del fútbol
en Grifo, Universidad Diego chileno: 1895-1995, Ed. rei,
Portales, n º 17, Santiago de regeneración popular, luctuosidad inherente a las prácticas populares. A Santiago 1995, p. 18-38.
diciembre de 2009, p. 19. la que primigeniamente se le presentó “reformadora” y ejemplar, se precipitó Y en el trono de honor
38
concluyentemente hacia un trazado decadente, inoculando viciosas influencias. Arturo Godoy34 Pedro Acuña, “¿La Roja de
todos?: Construcciones de
Pero, ¿qué rostro tenía este deporte en nuestro barrio? Sugerimos que el nación a través de discursos de
pugilismo amateur actualizado en las canchas del Matadero, se alejó de los dos Al fútbol, coincidentemente, se le adosó un relato similar. De procedencia raza y masculinidad(es) en el
futbol chileno: 1930-1948”,
polos interpretativos expuestos. No asimiló para sí y menos a modo de estan- portuaria35, este deporte comenzó a ser practicado por «residentes ingleses y Tesis para optar al grado
Licenciatura en Historia,
darte, la idea de “progreso” acuñado por las elites y tampoco experimentó el sus amigos de la clase alta chilena»36 posicionándose como «punta de lanza en
Universidad Diego Portales,
vértigo de su descenso narrado en la literatura. El Propa de San Francisco y la lucha de la nación contra su peor enemigo»: el alcoholismo37. Idénticamente Santiago 2009, p. 3-4.

la famae de San Ignacio con Franklin, fueron dos núcleos formadores de los que el boxeo, el fútbol operó además como implementación de un discurso
tantos matarifes aficionados al boxeo, como fue Fernando González Marabolí, nacional, racial y de género, siendo el “mejoramiento de la raza” o el alejamiento
quien dedicó muchas horas de su juventud al entrenamiento de este deporte, por parte de la juventud del «vicio, la bohemia y la prostitución»38 algunos de
compitiendo exitosamente en la Copa Fernando Llona. Los versos de cueca, los motores que se le endosaron. Respecto de su ejercicio popular, se ha indicado
una vez más evocan estas “glorias de antaño”: que tuvo como finalidad “un lucimiento individual y colectivo” y un “competir

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39 para ganar”39. Contrariamente a ello, planteamos que las pichangas pertenecían «y un primero de noviembre , t o ' ít o el s ant o día»
Eduardo Santa Cruz, “Los
comienzos de nuestro Olimpo. a un espacio convivencial amplio y fraterno, donde no cabía la competencia Romerías del Sindicato
Los deportistas como nuevas
en tanto objetivo culminante. La misma noción de pichanga, se excede de una
figuras públicas en Chile en
las primeras décadas del siglo significación puramente futbolística, para –en voz de nuestros entrevistados– Otra instancia de sociabilidad, similar en cuanto a la estructura que presen-
xx” en Revista Comunicación
y Medios, Universidad de
simbolizar ampliamente un festejo, acompañado de licores, cantos y músicas taban los clubes descritos, fueron las establecidas con periodicidad anual dentro
Chile n º 17, Santiago 2006. concitadas en un colectivo. De honda preeminencia en el barrio, es el Club Social del Sindicato Profesional de Matarifes. Además de los realizados en la Sede
40 y Deportivo Magallanes, con sede en Chiloé 184440, predecesor de Colo-Colo, del Sindicato, como aniversarios, fiesta de la primavera y otros bailes, tuvieron
Club Social y Deportivo
representó la algarabía de muchos cuadrinos e industriales. Se rememora que predominancia en los testimonios, las recordadas romerías. Realizadas cada
Magallanes, 43º Aniversario
Club Social y Deportivo cuando éste jugaba, el Matadero era ornamentado para la ocasión, llenándose primero de noviembre, ellas consistían en un gran desfile que se iniciaba en la
Magallanes, Imp. La
Unión, Santiago 1940. de banderas y festejándose el triunfo en la plaza que lleva su nombre. Eran puerta del Matadero y concluía en el Cementerio General. Esta procesión era
todos magallánicos, los de ahí de al frente, de la sección de los chanchos, eran todos minuciosamente organizada por los dirigentes, quienes invitaban a participar a
magallánicos, y la plaza que estaba aquí le pusieron Magallanes (Luis Tobar). delegaciones de matarifes de otras ciudades del país. La larga comitiva era enca-
Los entrevistados nos recuerdan el clásico que se suscitaba entre el Club del bezada por una banda, que animaba el recorrido, hasta llegar al Mausoleo de
Matadero y el Magallanes, pues, al estar ambos situados en el mismo barrio, Matarifes, donde se le rendía homenaje a los compañeros fallecidos. El siguiente
se habría producido cierta pugna por la distinción local. testimonio da cuenta de este encuentro anual:
Sugerimos que las prácticas deportivas y el sentido con el que fueron satis-
fechas, dicen relación con la búsqueda y deseo de propiciar lugares de coin- Hacían una romería linda todos los años al Mausoleo de los Matarifes, en el
cidencia con otros. Su quehacer estuvo ligado a un entusiasmo que, más que Cementerio General… la foto sería del año 55, se hacía para el 1º de noviembre.
materializar los discursos de disciplinamiento moral u homogenización racial, Ponían una banda de músicos de 40 personas…
manifestaba la sencilla voluntad de reunión.
Ud. veía pura gente joven, no se veía gente de edad. Nosotras íbamos con mi
prima y nos salíamos ahí en Victoria, antes de llegar a Av. Matta, nos salíamos
porque habíamos estado toda la mañana ahí, de las 8, ya no dábamos más
* “salgámonos Alicia”, cuando pasábamos por la casa. Nadie se daba cuenta,
venía mucha gente, algunos de provincia, venían delegaciones de provincia por
eso es que no partía la columna… entonces estaban esperando que llegaran los
trabajadores de tal parte, por ejemplo, Rancagua.

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Yo encontraba tan lindo, ellos formaban la gente, a los mas jóvenes los ponían noche fue velado en su casa. El día siguiente, sus compañeros trasladaron
adelante, y pasaba una carroza llena de coronas, llegaban delegaciones de su cuerpo hasta la sede del sindicato, ubicada en San Francisco, cerca de
tal parte, “colocan la corona los compañeros de Santiago”, así… llegábamos la puerta del Matadero, para ser homenajeado las dos noches siguientes.
como a las 8 allá, y los que andaban arreglando las columnas eran los dele- El cuarto día, saldría el cortejo fúnebre desde el sindicato, con dirección al
gados, y a nosotras nos retaban, nos decían “a ustedes las puse allá y ahora Cementerio General. La procesión también era liderada por una banda, que
están aquí”. Flor María G on z ález tocaba himnos y la marcha fúnebre:

Claro, nosotros, las romerías que hacíamos, era algo espectacular, aquí llegaban Y tenían contratado la mejor banda, era excelente… contratada por años y años.
todos, los regidores, los diputados, los senadores. Nosotros teníamos, éramos más De repente morían dos personas en la semana, y los de la banda hacían la cami-
poderosos que los mineros, era un gremio muy poderoso a nivel nacional. Las nata no más po… pero el que estaba trabajando a diario, trabajó en el día y en
hacíamos de a pié. Por todos nuestros compañeros, porque nosotros teníamos un la tarde le tocó ir a dejar a su compañero a la sepultura en el cementerio, decía
mausoleo. Lui s Tob ar mi papá “Sale tan pesado ir al cementerio dos veces de a pie”.

El Mausoleo de Matarifes fue adquirido por el Sindicato en 1949 e inaugu- La carroza era con caballos, en esos años… y mucho auto, mucho taxi como de
rado con los restos de don Florencio Orellana, a quien le entregaron una tumba costumbre. Nosotras íbamos en auto. Éramos jóvenes pero no como para pegarse
vitalicia por los servicios prestados al Sindicato. Este lugar se constituyó en recinto esa tremenda caminata. Y nos cuidaban, cuando fuimos al sindicato, que nos
de peregrinación cada vez que fallecía un matarife siendo el sindicato quien orga- tocó ir dos noches, ahí nos cuidaban mientras, nos daban una caja de leche,
nizaba la ceremonia de velorio y sepultación correspondiente. Para ello, en sus nos ofrecían queque.
estatutos, se estableció como obligación una cuota mortuoria para así financiar
estos gastos, transformándose la muerte de un compañero, en un ritual en el Mi papá quiso siempre que lo velaran allá en el sindicato. Porque quería ir igual
que todo matarife debía y deseaba participar, por ser el último adiós a un colega. que los demás, con los mismos honores. A pie. Carmen y Leonor Jaime
El reconocimiento y aceptación de este ritual se manifiesta en el deseo
de los trabajadores de ser sepultados con los honores del sindicato. Este fue Según nuestra perspectiva, estas ceremonias cumplen dos funciones, vincu-
el caso de Valentín Jaime, un matarife de la sección de terneros, que le dejó ladas ambas a la reafirmación de la identidad del trabajador del Matadero. Por un
a sus hijas la indicación que tenían que llevarlo igual como él acompañó a lado, reafirma el lazo de compañerismo de los trabajadores, en tanto los velorios
muchos compañeros de allá del Matadero, salían de a pie, hasta el cementerio y desfiles eran verdaderos homenajes a quien había dado su vida a la faena ardua
(Leonor Jaime). El Sr. Jaime falleció el 4 de septiembre de 1949 y la primera y sacrificada. La opción del sindicato de decretar como “obligatoria” la cuota

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mortuoria, también es un esfuerzo por fortalecer desde la organización gremial, habitarlo y en el mejor de los casos, morar algún cité o casa del entorno, desta- 41
Marcos Fernández,
el vínculo de solidaridad entre los matarifes que se hace extensiva a sus familias. cándose eso sí, por ocuparse en una labor que le aseguraba un sueldo perma- Op. cit., p. 64.
Por otro lado, este ritual representa su aparición pública, en tanto unidad, nente y las predichas regalías. Son sujetos con trabajo fijo, de primacía sindical,
42
frente a la diversidad de profesiones y escenarios de la ciudad. Esto connota sometidos a bonanzas económicas. Marcos Fernández, “Las
puntas de un mismo lazo.
un esfuerzo: cruzar la ciudad completa, de un margen a otro. La romería nos Es preciso dar cuenta de los componentes que se confunden en esta Discurso y representación
aparece como una voluntad de demostrar su capacidad organizativa, aglutinadora jarana más espontánea, consuetudinaria y frecuente, observando cómo social del bebedor inmode-
rado en Chile 1870-1930”, en
y ser al mismo tiempo, visibilizados por otros, reafirmando en este caso, la iden- se les ha representado y bajo qué discurso se les ha trabado. Como bien Alcohol y trabajo. El alcohol y
la formación de las identidades
tidad del matarife en torno a los tópicos ya enunciados de fuerza y solidaridad. enuncia el historiador Marcos Fernández, el alcohol ha sido comprendido
laborales en Chile. Siglo xi x
como «factor identitario popular y criminal»41, signándose al ebrio como y xx , Ed. Universidad de los
Lagos, Osorno 2008, p. 94.
«holgazán, criminal, loco, enfermo y degenerado»42. Esta identidad lineal y
«cu and o t omo con cant o, b ot o el dinero» molar, ha sido particularmente reproducida en escritos historiográficos que 43
Alberto Cabero, Op. cit., p. 129.
Relatos de la abundancia. se abocan a su estudio.
¿Existiría una hebra que ate forzosamente la ebriedad con el delito? 44
Ibídem.
Nos preguntamos desde dónde analizar las picás, restoranes y casas de niñas en Pensadores y cronistas han observado abundantemente el consumo del alcohol
45
el Barrio Matadero y pensamos que sería atingente comenzar esta aproxima- como parte inherente del ser chileno. Alberto Cabero lo considera una de las Guillermo Feliú Cruz,
ción desde la identificación de los dispositivos que en ellas se conjugan. ¿Cuáles más “peligrosas pasiones de los chilenos”, opuesto radicalmente a placeres Santiago a comienzos…, p. 86.

perduran y cuáles parecen introducirse a modo de novedad? “cultos y honestos”43, vicio que provocaría la pereza y la violencia criminal44. 46
Como hemos sugerido, los clubes y el Sindicato ostentaron ribetes donde Guillermo Feliú Cruz, le asigna igualmente la nomenclatura de vicio, expli- Oreste Plath, “Aportaciones
populares sobre el vino y la
fue preferente la organización en torno a deportes y pasatiempos considerados cando su ingesta por «la ausencia del amor al hogar, sentimiento que la natu- chicha. Compilación de normas,
creencias, costumbres y motivos
virtuosos o devocionales, independiente de la manera en que estos fueron raleza vagabunda de ellos nunca conoció»45, degenerando necesariamente en de la cultura tradicional
concretados. Distantemente a ellos, los reductos enunciados se configuran en riñas cometidas en el ocaso de la fiesta popular. Usualmente, se le nombra chilena”, en Anales del Instituto
de Lingüística unc, vol. viii,
torno a elementos que parecen enraizados en formas de sociabilidad popular aquí como efecto de la carencia, producida por desamores o “miseria e igno- Mendoza 1962, p. 362.
presentes desde el siglo xix. El alcohol, la música y la comida se actualizan rancia”46. Causa o efecto primero de la violencia, se le visualiza atravesada
47
igualmente en estos espacios, ahora, sin embargo, en un contexto de confina- por su conducción hacia el desborde excedido y la ejecución de delitos. La Para el caso de la Pampa ver
Julio Pinto Vallejos, Verónica
miento territorial y estabilidad laboral marcado por la preponderancia mascu- embriaguez como hábito incorporado al peón47 permanece como sedimento Valdivia y Pablo Artaza, “Patria
lina. Los matarifes asimismo, en tanto trabajadores urbanos de la periferia, prendido y traspasado hacia la sociabilidad obrera48, que vive esta urbanidad y clase en los albores de la iden-
tidad pampina (1860- 1890)”,
estaban diferenciados del habitante paradigmático del conventillo. Podían en ciernes. Ante la pregunta, ¿para qué toma un pobre? No es extraño que en Historia n º 36, Santiago

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2003, p. 313. Y para el caso se lleve a la misma contestación: para “huir” de “tan amarga realidad”49. Su la cotidianeidad del ciclo laboral, el cual culmina diariamente en uno de 53
de la Frontera ver Leonardo Carlos Sepúlveda, Op. cit., p. 92.
León, “Tradición y modernidad: realidad laboral y eventual marginación social, parece opresora, insoportable estos locales:
vida cotidiana en la Araucanía
de ser vivida y se le homologa a la alienación. 54
(1900-1935)”, en Historia n º Patria y Trabajo n º 1, 18 de
40, Santiago 2007, p. 358 y ss. La prostitución, como el alcohol, es otra experiencia revitalizada con creces Por ejemplo estaban trabajando y se preguntaban, “ya, dónde nos juntamos”, septiembre de 1931, p. 1.

48 en los callejones del Matadero Franklin. Comprendida por las elites como “mal “donde el Negro Arenas” y ahí se pescaba la cachá de carne, de asado y partíamos, 55
Peter de Shazo, social”50 fue asumida como antesala y correlato de la delincuencia, portadora imagínate llevábamos dos corderos, entre diez, mandábamos a hacer dos corderos Diario Matadero nº 4, 1
Op. cit., pp. 129-130. de marzo de 1936, p. 1.
de corrupción moral51 imbricada allí, con la embriaguez. Música y licores eran lechones, y ahí estábamos todo el día. Se pasaba muy bien, comíamos muy bien,
49
Andrea Medina, “Vicios y
subsumidas en las casas de tambo, de yira, de niñas, nombres que asumieron por y es que había mucha plata, se ganaba mucha plata. Mario Gonz ález
Delitos en los conventillos su permanente algarabía: «Bares que nunca cerraban, pasados a chancho cocido
de la capital: 1900-1920”,
Tesis para optar al grado de y cebolla en escabeche»52. La literatura recuerda la cantina como corolario de Como expresa el testimonio expuesto, los matarifes concurrían a los
Licenciatura en Historia, diversas actividades, por ejemplo, luego de la oración «los hombres entran en las restoranes con parte de sus regalías o bien otros productos, para que fueran
p uc , Santiago 20 03, p. 105.
cantinas y en las casas alegres, resuena el arpa y las castañuelas traquetean una cocinados por los dueños. Este sistema es una dinámica particular, ya que los
50
Sobre el caso del Norte,
carcajada, alegremente, como si fueran pájaros»53. cuadrinos pagaban por el servicio de la cocina o un tipo de arriendo por el uso
ver Rodrigo Henríquez, Franklin, en torno al Matadero, se nos presenta eminentemente jaranero. del patio y las parrillas, así como el consumo de los bebestibles el cual siempre
Op. cit., p. 111 y ss.
Advertimos entonces las picás y restoranes como espacios colectivos, donde era en grandes cantidades:
51 una pluralidad de elementos son fundamentales para su actualización. Lejos
Ver Álvaro Góngora, La
prostitución en Santiago de encomiar la estructura en que se enmarca la labor del matarife, quisiéramos Claro, o carne al jugo con papitas doradas, le pasábamos la carne al dueño del
1813-1931. Visión de las elites,
Ed. Universitaria, Santiago
entrever cómo estos lugares sintetizan una forma de convivencia dispuesta bajo restoran, ya “Cuántos vienen”, “tantos”, y listo, no sacaban ni una cosa, si entre-
1999, p. 113 y ss. Daniela códigos peculiares, donde se concibe un modo de vivir. Refrendando la debi- gábamos dos corderos, ponían los dos corderos en la mesa. Tienen que cuidar
Luque, “Criminalidad, moral y
trabajo femenino en Santiago lidad de los trabajadores por la multiplicidad de bares que se disponen en su a los clientes, porque llevaban mucha plata. El matarife tenía mucha plata.
1900-1920”, Monografía
área, el Sindicato de Matarifes de la década del treinta, indica como uno de los Mario G on z ález
para Seminario Cuestión
Social en Chile, p uc , Santiago “diez mandamientos” prioritarios de los compañeros “apartarse de la cantina”54.
2009, p. 88-90 (inédito).
Con el fin de mitigar parcialmente los pleitos acontecidos dentro del estableci- Si, nosotros la llevábamos [la carne] y nos cobraban por la hechura, y se
52 miento –que portaban las más de las veces causas traídas desde los bares– se quedaban con lo que sobraba ahí, porque cuándo entre cuatro nos íbamos
Zacarías Norambuena, “Barrio
Matadero”, en Voces de la ciudad crea el Juzgado de Mataderos55. Nuevamente, desde un deber-ser trabajador, se a comer un cordero, nos comíamos la mitad y la otra mitad quedaba ahí.
Historias de barrios de Santiago,
pretende frenar el flujo desbordado que materializaban las picás y casas aledañas. Sergio G on z ález
Ed. lom, Santiago 1999, p. 11.
Estos encuentros, que no cuentan con lógica organizativa, eran parte de

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56 Los testimonios vuelven a hacer énfasis en la abundancia del salario ganado local, igual como Las Cachás Grandes, logró abrir sedes en otras comunas. En esta 58
Samuel Claro, Op. cit., Ibídem.
p. 523, n º 401. por los matarifes. Frases como “nos peleábamos para pagar la cuenta”, “pedíamos cuadra también estaba el restorán de Don Floro, recordado por el “agua con agua”.
las cervezas en caja” o “comprábamos poncheras llenas de vino”, están refi- En la misma calle Franklin, pero en la esquina de Chiloé, frente a la puerta
57
Primero Dios, después el riendo a la holgura económica que permitía no sólo satisfacer las necesidades del Matadero y a la parada de los carros, se encontraba el Chépica, uno de los
Matadero. Pasado, presente y
futuro del Barrio Franklin Placer.
propias, sino también las de los invitados. Desde este punto de vista, la sociabi- más antiguos. Alejándose del Matadero, por calle Chiloé, se encontraba el
Documental audiovisual, lidad en los restoranes se entiende sólo desde el disfrute colectivo, trasladando restorán El Manchao, fundado en 1925 y que aún permanece abierto. Recibió
Programa de Estudios
Patrimoniales y Museología, la fraternidad iniciada en el espacio del trabajo a estos recintos. La cordialidad, ese nombre por la mancha en la cara que tenía su primer dueño58 y según Mario
Universidad Academia de
entonces, se manifiesta en la invitación y se extiende más allá de los matarifes, González, ahí se vendía la mejor chicha:
Humanismo Cristiano,
Santiago 2008. integrándose personas “foráneas”, como sucedió con los músicos y cantores de
otros barrios populares. Por ello, en el repertorio de cueca centrina, se alude La Chicha del Manchao, famosa la chicha rica, buena, la del Manchao… cada
en innumerables ocasiones al hecho de “ir al Matadero”, integrado dentro de vez que llegaba el matarife, por ejemplo, llegaban dos matarifes y le tenía
los espacios de profusión de la cueca popular: los dos vasos de chicha con naranja encima, listos, porque salían de carrera
a tomarse la chicha y volvía a trabajar. Yo por ejemplo, le pedía permiso al
Tiremos pa'l Matadero maestro, don Oscar (y hace el gesto de llevarse un vaso a la boca), había que
pa' que cantemos chilenas pedirle permiso, no salía al lote.
donde hay un hombre del pueblo
que me tiene pura güena56 Por el sector oriente, en calle San Francisco, se instalaron otros recintos
como La picá de don Roberto, la del Negro Arenas y la de don Oscar. Pero el más
Si hacemos un recorrido por el barrio, los primeros restoranes que se recordado por los cantores del Matadero fue el restorán de don Víctor Carreño,
destacan son los de la calle Franklin. Entre San Diego y Arturo Prat se encon- quien tenía especial predilección por la cueca:
traba Las Cachás Grandes, denominado originalmente Fuente de Soda Miguel
Castro. Según el mito popular, se le cambió el nombre por las proporciones Era como el padrino de ahí, era como el verdadero padrino, era muy buena gente,
excesivas de los alimentos que ahí se dispensaban, ante lo cual el público solía muy buena persona, era un hombre estricto con su clientela… tenía arriba unas
pedir: véndame una cachá grande de chocolate y una cachá grande de sopaipi- piezas chicas para acostarse los que estaban cura'os, era otra cosa, ahí estaba
llas57. En esta cuadra también fueron recordados Los Chinos y Las Mundiales. abierto hasta que se fuera el último, ahí no cerraba don Víctor, si estaban los
En la cuadra siguiente, entre Arturo Prat y San Francisco, se ubicaban Las cuequeros cantando y tomando, se ponía a tomar con ellos. Era muy buena gente.
Tres B, negocio caracterizado por su patio interior en el cual se hacían asados. Este Jorge G on z ález

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59 En este recinto, se reunían los cantores que formaron el conjunto Los singularidad de los emplazamientos geográficos que le lindaban. Trazar memo- 60
Samuel Claro, Op. cit., Gilles Deleuze y Félix Guattari,
p. 523, n º 401. Centrinos del Matadero, nombre que adoptaron para la grabación del disco rias locales, repletas de detalles y elipsis que construyeron finalmente, un relato Mil Mesetas, Ed. Pre-textos,
Valencia 1980, p. 225 y ss.
Cuecas con Escándalo y posteriormente, para el único disco que grabaron en en búsqueda de lo molecular60 que lo habitó. Tal vez, el Matadero se presentó
solitario, Buenas Cuecas Centrinas. Por ello, Don Víctor Carreño quedó retra- irreductible a una Historia escrita que jamás le prestó atención, refundiéndolo
tado también en el repertorio de cuecas: incesantemente en discursos moralistas, higienistas y criminalizantes que no
le pertenecieron substancialmente. Barrio abigarrado, heterogéneo que expiró
Donde los comerciantes en gran parte con la oclusión de su eje fundamental: El Matadero. Estimamos
canta hasta el dueño que esta erradicación, concluyó por anularlo también de lo decible, confinán-
y es la mejor picada dolo al recuerdo oral de la tradición. Pulida ya por su tráfago en la güeya, se
Víctor Carreño. plasmó itinerante en las cuecas que aquí presentamos. Poblados por crónicas,
episodios y memorias propias que lo enaltecen, estos versos nos remiten a una
Víctor Carreño, sí narración de honda sociabilidad, abundancia y códigos subsumidos en sus prác-
yo te lo digo ticas sociales que solo se actualizan en colectivo, en tanto pluralidad.
que es derecho en el lote
y es flor de amigo.

Llegan muy buenos pitos


donde don Vito59.

Los lugares predichos, son sólo una muestra de los recintos que albergaron
momentos de diversión y esparcimiento de los matarifes. Junto a éstos, se instaló
también un nutrido y diversificado comercio donde sastrerías, zapaterías, sombre-
rerías, mueblerías y curtiembres, abastecían de productos básicos tanto a los
trabajadores, como al resto de los habitantes de la ciudad. Los testimonios, han
insistido en caracterizar el espacio y periodo visto como una época dorada, de
bonanza económica, de callejones agitados, afanados, vivos. Por nuestra parte,
hemos aspirado a crear, una historia parcial que respondiese fielmente a la

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49

sociabilidad En El barrio

san dieg
lo b o s
b . v il l a 18 33
aga
m. arte

MATADERO
39

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1900 — 1950
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21 20
1 2 6 N
5
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22

29
c apítulo iv

son los tonos brillantEs, dE la chilEna


Cueca centrina y Los Chinganeros*

el pre sente capítulo tiene por objetivo precisar la práctica de la cueca *


Este capítulo fue escrito con
centrina en el barrio Matadero, enfatizando las peculiaridades del canto según la colaboración del musi-
cólogo Felipe Bórquez
los conocimientos conservados en la memoria de la familia González Marabolí.
A su vez, este escrito también es una presentación del disco que Los Chinganeros
han grabado para retratar esta investigación, por lo tanto, describimos los acom-
pañamientos musicales elegidos para interpretar el repertorio de la cueca en el
Matadero, e incluimos breves reseñas sobre cada una de las cuecas interpretadas.
Hemos realizado una revisión de numerosos documentos inéditos, escritos
por Fernando González Marabolí donde plasmó su teoría sobre la cueca y la
cultura oral recibida de su padre Luis González Flores, apodado Lucho El
Porteño. Accedimos a cientos de manuscritos que incluyen versos, refranes,
dichos populares, anécdotas y datos sobre lugares, tanto heredados generacio-
nalmente desde su abuelo José Santos González, como vividos por él mismo
en su oficio de matarife. Como en el trascurso de este libro, los testimonios de
imagen : Restorán Las Tres
los hermanos González Marabolí fueron fundamentales para reconstruir las B, Renca, archivo personal
letras, melodías e historias presentes en este trabajo. Luis Castro González.
p or l a g üe ya de l m ata de r o s on l o s t on o s brill a n t e s , de l a c hile na

1 «p or el barrio matadero, d onde no canta cu alQuier a» Es importante el hecho que, debido al vasto repertorio de versos que los 6
Entre los textos más destacados “El Baucha”, The Clinic, n º 259,
están Carlos Vega, La Cueca del Matadero cantores manejaban, se practicaba la forma de canto con pies independientes 11 de Septiembre de 2008.
La forma de la cueca chilena, Ed.
entre en sí, sin que sea estrictamente necesaria una unidad narrativa en la
Universitaria, Santiago 1947. 7
Antonio Acevedo Hernández, Al intentar definir y explicar la cueca que se cultivaba en el Matadero, debemos cueca. Luis Araneda, cantor tradicional, cuenta que «las cuecas se comenzaron Documentos inéditos de
La cueca, Ed. Nascimento, Fernando González Marabolí.
Santiago 1953. Pablo Garrido,
precisar que ésta posee las características estructurales del género “cueca” chilena a cantar completas no hace ni veinticinco años. Hoy día no, poh, usted saca una
Biografía de la Cueca, Ed. del valle Central que ha sido descrita y estudiada por distintos autores desde cueca y tiene que pegar todo, se cantan enteras...»6. A este hecho, que para Luis
Ercilla, Santiago 1943. E
Historial de la Cueca, Ed. el siglo xix 1, pero a su vez posee las particularidades estilísticas distintivas de Araneda es “natural”, Fernando González Marabolí le atribuye un significado
Universitaria, Valparaíso
su práctica en los barrios populares de Santiago y Valparaíso2. Esta cueca ha trascendente, pues en sus palabras: «La cueca es una obra de arte. Los pies de
1979. Más recientemente se
ha publicado el estudio de sido definida por Fernando González Marabolí como cueca centrina y la ha la cueca los hace el pueblo separados y después, al ajustarlos bien, se completa
Margot Loyola, La cueca. Danza
de la vida y de la muerte Ed. vinculado con la herencia arábiga-andaluza, tesis explicada en el libro Chilena la obra de arte»7.
Universitaria, Valparaíso 2010. o cueca tradicional, publicado junto a Samuel Claro3. Volviendo a nuestro planteamiento original, la cueca del Matadero no tiene
2 Según González, una de las principales decantaciones estilísticas en la cueca diferencias estilísticas con la cueca centrina, sino que sus particularidades
Al respecto ver Rodrigo Torres,
centrina está dada por su interpretación, en la que intervienen cuatro cantores fueron dadas por el contexto social en el que se desplegó, lo que nos permite
“El arte de cuequear: identidad
y memoria del arrabal chileno”, que realizan un movimiento o relevo circular, es decir “por derecha”. Cada uno distinguir tres aspectos:
en Sonia Montecinos comp.,
Revisitando Chile: Identidades, es protagonista en un pie de la cueca llevando la primera voz o melodía prin- En primer lugar, las memorias de los matarifes registran un amplio número
mitos e historias, Ed. Cuadernos cipal. El que lleva la primera voz encuentra un apoyo en el resto de los cantores de cantores: más de ochenta de acuerdo con el testimonio de Mario González
Bicentenario, Santiago 2003. Y
Julio Alegría, “La cueca urbana que va haciendo segundas voces, alargando con el murmullo de su voz, la termi- Marabolí. En segundo lugar, el barrio albergó cantores no matarifes consi-
o ‘cueca chilenera’” en Revista
Araucaria de Chile, n º 14,
nación del verso. Además, interviene en ese espacio, otro cantor que hace de derados parte de las “canchas del Matadero”, como el caso del recordado
Madrid 1981, pp. 125-135. animador. Este pequeño intervalo de tiempo lo ocupa el cantor principal para comerciante Carlos Godoy Araya. Finalmente, planteamos que el funciona-
3 tomar aire y luego pegar el grito, siguiendo así con el verso sucesivo. Una vez miento del Matadero como una comunidad facilitó la mantención y transmi-
Samuel Claro, Op. cit. finalizada la cueca y para continuar con el ruedo, los cantores que entonan sión generacional entre familias. Es en este sentido, podemos hablar de una
4 las melodías siguientes deben fijarse de no repetir las ya interpretadas, siendo Escuela de Canto.
Documentos inéditos de
ésta una “ley tradicional”4. Esta habilidad, para memorizar melodías, va de Ante lo planteado, nos preguntamos ¿por qué la cueca encontró en el barrio
Fernando González Marabolí.
la mano con los diferentes matices que los cantores deben poseer, según lo Matadero un espacio de difusión? Los entrevistados coincidieron en que la
5
Ibídem. precisa González Marabolí: «esa es la cueca centrina o chilena, tiene riqueza abundancia del dinero propiciaba la diversión, aún sin importar cuánto se
de matices, de melismas y de inflexiones modulantes en su línea melódica, lo gastara en ello, lo que a su vez, habría generado un ambiente festivo donde la
cual le va dando variedad, sentimiento y alegría»5. cueca pudo desarrollarse abiertamente:

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8 …cuando llegaba un lote de cantores del Matadero a un restorán, toda la gente que agregamos el ambiente sonoro del Matadero, el que era bullicioso debido 9
Ibídem. Rodrigo Torres, Op. cit., p. 155.
se agolpaba, se llenaba el restorán, pero en todos los restauran cantaban. Una a los quejidos de los animales dispuestos a ser beneficiados. A este estilo de
vez le pregunté a un maestro mío, ¿Cuántos cantores de cueca buenos habrán canto, que González Marabolí vinculó con la herencia arábigo-andaluza, se le
en el matadero? No menos de ochenta, me contestó. Y eran todos buenos, y el denominó canto gritado, afín asimismo con el pregón de la calle9, caracterís-
que no tenía condiciones no se metía en el ruedo… tica presente en oficios materializados en determinados ejes laborales urbanos,
donde se exige la vociferación a viva voz. Los cantores del Matadero se desta-
En los restoranes cantaban los lotes, por ejemplo estaban trabajando y se pregun- caron por este estilo de canto y en las memorias se reivindica a quienes tuvieron
taban, “ya, dónde nos juntamos”, “donde el negro Arenas” y ahí se pescaba la voz melodiosa y podían llegar fácilmente a los tonos más altos, denominados
cachá de carne, de asado y partíamos, imagínate llevábamos dos corderos, entre “tonos brillantes”. De ellos, han quedado en el recuerdo los nombres de Enrique
diez, mandábamos a hacer dos corderos lechones, y ahí estábamos todo el día. Se Castillo El Pamplón, Miguel El Buey, Oscar Valenzuela, todos maestros de la
pasaba muy bien, comíamos muy bien, y es que había mucha plata, se ganaba sección de vacunos. De la misma sección encontramos a los hermanos Miguelito
mucha plata Mario G on z ález care' cacho y Manuel el macho y a uno de nuestras principales fuentes, Mario
González Marabolí.
Por su parte, Fernando González Marabolí sitúa al barrio Matadero como De la sección de corderos se destacan Enrique Ayala y El Huguito, quienes
uno de los campos fértiles donde las prácticas de la cultura popular se repro- además cantaban tango. Junto a ellos el Rucio Magallanes, y El Corderito, cantor
dujeron y transmitieron a través de la oralidad: de la casa de Doña Fidela. Este recinto, junto a la casa de Juan de la Fuente y a
la Chico Grueso fueron escenarios propicios para la difusión de cueca, existiendo
“El arte es oral y no escrito, entiéndase bien. Lo sagrado del canto se ha instrumentos especiales para su interpretación, como el piano y la batería. Era
mantenido así, porque el pueblo no deforma ni deja deformar. Es por ello regular que los dueños de estas casas contrataran a grandes cantores, como
que los antiguos cantores mantenían el canto a la rueda sólo en las cuadri- el ya mencionado y que no ejercían el oficio de matarifes, como El canaca,
llas de la güeya antigua y lejos de la mano del coloniaje extranjero”8. el Pata e' combo, Perico Alfaro y El Monigote. Las “casas de canto” de la calle
Placer fueron también muy populares, y en ellas se destaca la figura del Ocho
Desde su perspectiva, el Matadero se transforma en un lugar receptor de Monito, El Merino, que vendía flores en canasto y El Pastero. Otros cantores,
diversos oficios populares, los que ya cargaban consigo la chilena. El barrio aloja que tampoco pertenecieron al gremio de matarifes, fueron el Cabro Sebrero y
a afuerinos, peones migrantes de todo el territorio que cultivaban la cueca de El timota, comerciantes y Manuel Meneses, apodado El taita, que trabajó en la
antaño, “descendiente de la güeya que los formó”. También plantea que el canto Laguna Negra. También aparecen algunos vinculados a los industriales, como
en tonos altos y encumbrados, se relaciona con la fiereza de su trabajo, a lo Juan Órdenes, Alberto Vázquez y Don Vara, apodo de Evaristo Silva y su nieto,

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10 Carlitos López, quien quedó retratado en la cueca de Luis Araneda “Romerito «con arpa , g uitarr a y piano» 12
Los Chileneros La Cueca Brava. Rodolfo Lenz, Diccionario
lp Emi-Odeón, Santiago 1968. está tomando”10. Música e instrumentación etimológico de las voces
chilenas derivadas de lenguas
Para el periodo de fines de la década de 1960, los cantores recuerdan el
11 indígenas americanas, Ed.
Ver Los Chinganeros, Cuecas restorán Donde Don Víctor que alojaba a los lotes de cantores. Pertenecía a don En el disco que elaboramos para acompañar esta investigación, hemos querido Universidad de Chile, Santiago
de Barrios Populares, cd 1979, Primera ed. facsimilar
f on dar t, Santiago 2009.
Víctor Carreño, y ahí tenían su punto de encuentro de Luis Téllez Viera, Luis retomar el legado de la cueca centrina, tributando la música e instrumenta- 1905-1910, p. 785-788.
Téllez Mellado, Luis Araneda El Baucha y Raul Lizama El Perico, quienes bajo ción que acompañó a esta expresión cultural durante el siglo xx. Si los estu-
13
el nombre de Los Centrinos grabaron el disco Buenas cuecas centrinas, cuya dios relativos a la cueca chilena, han vinculado a su práctica el uso de instru- Juan Pablo González y
Claudio Rolle, Historia social
portada fue fotografiada en la puerta de este recinto. A este mismo restorán mentos como la guitarra y el arpa –siendo predominante esta combinación en
de la música popular en
llegaban desde otros barrios de Santiago, Carlos Navarro El Pollito eximio intér- las cantoras de las chinganas arrabaleras decimonónicas12– el uso de otro tipo Chile, 1890-1950. Ed. p uc ,
Santiago 2005, p. 312.
prete de acordeón y Mario Catalán Portilla, conocido cantor de la Vega y quien de instrumentos armónicos se ha asociado a los salones burgueses de fines del
ha sido sumariamente homenajeado en distintas cuecas11. También debemos siglo xix y su uso en ambientes urbanos públicos y semipúblicos, durante la 14
A esta teoría adhiere la escuela
relevar la figura de Rafal Andrade El Rafucho, quien mantuvo la agrupación Los primera mitad del siglo xx 13. Entonces, su transitar de un escenario a otro le de estudio del folklore chileno
surgido en la Universidad de
Chinganeros durante la década de 1980 y permitió que este nombre permane- habría permitido a la cueca enriquecer su interpretación musical14 incorporando Chile en la década de 1940.
ciera representando el legado de don Fernando González Marabolí. instrumentos como el piano y el tormento, propios de las casas de canto de las Ver Eugenio Pereira Salas, Los
Orígenes del Arte Musical en
Entre los testimonios recopilados, existe un consenso en reconocer a primeras décadas del siglo xx 15. Este tránsito marcaría también la transforma- Chile, Imprenta Universitaria,
Santiago 1941, p. 283.
Carlos Godoy Araya como uno de los más grandes cantores que tuvo el barrio. ción del canto, puesto que hacia el siglo xix quienes portarían la cueca serían
Carlos Navarro señaló que tenía “una voz melodiosa y tonos muy brillantes” las cantoras, definiendo que los hombres sólo ejecutarían la poesía popular 15
Juan Pablo González y Claudio
y una anécdota relatada por don Fernando González señala que Godoy “dejó seria acompañados del guitarrón16. Rolle, Op. cit., p. 313.
sin aliento a Mario Catalán al enfrentarse en un ruedo con él”. Curiosamente, Don Fernando González Marabolí, en sus investigaciones, se ha distan-
16
siendo Godoy uno de los mejores cantores de la época, no llegó a ser registrado ciado de esta interpretación, dando cuenta que la cueca centrina que se cultivó Rodolfo Lenz, Op. cit. Y Sobre
la poesía popular impresa en
en los discos del periodo, explicándose ello por su voz gruesa y alta, lo que no durante el siglo xx en las casas de canto y casas de remolienda, se mantuvo en
Santiago de Chile, Centro
le permitía modular finamente como era requerido por la industria discográ- el canto popular masculino, siempre urbano, oculto y subterráneo. Ha plan- Cultural de España, Santiago
2003, primera ed. 1919, p. 25.
fica. A pesar de esta carencia, hasta el día de hoy mantiene se mantiene en las teado que desde los primeros años de independencia republicana, los cantores Y Eugenio Pereira Salas, Op. cit.
memorias como uno de los más grandes. de este estilo se encontraban en las chinganas (de ahí el nombre “chinganeros”),
luego de las fondas del Parque Cousiño, para pasar por las casas de canto, bares,
* restoranes y picás de los barrios populares, plasmándose finalmente en los
discos grabados bajo este estilo entre 1967 y 1973.

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17 En esta cueca, siguiendo lo señalado por González Marabolí, existiría una Bajo los principios expuestos anteriormente, el acompañamiento musical
Samuel Claro, Op. cit., p. 16.
particular dicotomía entre el cantor y el músico. El cantor de cuecas no ejecu- que hemos utilizado para este disco, se inspira en los músicos de la cueca
18 taría instrumentos armónicos, sino solamente percusiones como el pandero o urbana de mediados del siglo xx, a cuyo legado accedimos a través de las graba-
Ibídem, p. 131.
el tañador17. Esta concepción sitúa el canto en un nivel de importancia mayor ciones discográficas que ellos realizaron. Concebimos que dichas grabaciones
19
Ibídem, p. 132.
que el acompañamiento instrumental que funcionará como una base sobre la fueron la cristalización de un formato de interpretación según los parámetros
cual los cantores se apoyan y, al mismo tiempo, debe estar en sincronía con la exigidos por la industria disquera. Por ello, para conocer la actividad cotidiana
expresividad del canto. Asimismo, González señala que esto se debe a las carac- de los músicos, indagamos mediante entrevistas y conversaciones con antiguos
terísticas heredadas de la música arábigo-andaluza «la música árabe comenzó, cultores de la tradición.
se desarrolló y perduró siendo principalmente vocal, el instrumento tenía por Cada cueca se inicia con una introducción musical que se ejecuta con las
oficio acompañar la voz humana […]»18. Reforzando esta idea, dice que «el árabe funciones armónicas de tónica y dominante. Esta salida (como se le denomina
miraba con desagrado la música instrumental porque era sin poesía, sin canto entre los músicos populares), puede ser un arreglo preparado entre varios instru-
ni baile. Los instrumentos musicales fueron creados sólo para acompañar la mentos o de manera individual y cada músico posee su repertorio de salidas que
voz humana, nada más que instrumentos de sonidos cortados. Es tal como lo caracteriza. En sesiones informales, esta introducción se puede improvisar
ahora difunden un tango sin alma, porque le hacen cambios de instrumenta- y su duración puede oscilar entre uno y dos compases, tras los cuales el cantor
ción y le sacaron el canto»19. pega el grito entonando una melodía afín a la tonalidad expuesta, iniciando el
Desde este punto de vista, el acompañamiento musical tiene por función ciclo del canto que ya explicamos.
darle el énfasis y la base que el cantor necesita para desplegar su potencia La música de la cueca está emparentada estrechamente con otros ritmos
vocal. Por ello, Los Chinganeros han optado por esta disociación, en la cual el musicales modernos, que tenían espacio de difusión en la radio y en los
cantor queda libre de instrumentos armónicos y sólo se conecta con la melodía diferentes lugares de entretención. Por ello, es que muchos de los músicos
a través la base rítimica que puede generar golpeando la mesa o haciendo chocar que grabaron para las producciones cueca, tenían experiencia también en
dos platillos, cucharas, tocando pandero u otro elemento que se tenga a mano, la ejecución de otros ritmos de música popular latinoamericana (como vals
dependiendo del contexto. peruanos, tangos y boleros) o bien, norteamericana (principalmente jazz,
Por lo anterior, en el disco presentamos tres cuecas en el estilo canto a la fox-trot). Casos emblemáticos fueron el del contrabajista Ivan Cazabón y el
rueda y hemos elegido este formato para darle fuerza a la interpretación de estos pianista Rafael Traslaviña, ambos integrantes del cuartetos Los Ases Chilenos
versos que aluden al arduo trabajo desarrollado por los matarifes. Se usó como del Jazz y reconocidos músicos de los discos de cuecas urbanas. Otro caso
acompañamiento el tañador, ejecutado virtuosamente por Mario González es el acordeonista Carlos Navarro, integrante de Los Chileneros y de Los
Marabolí, articulador principal de las memorias impregnadas en este manuscrito. Chinganeros, intérprete de tangos y boleros y quien nos explicó su técnica

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imagen : Fernando González
Marabolí, Luis Araneda y
Hernán Nuñez, Restorán
Las Tres B, Renca, archivo
personal Luis Castro González.
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iniciada primariamente en el acordeón de botones para luego utilizar el acor- de acompañamiento. El arreglo de tres guitarras es propicio para darle inten- 20
La Cueca Centrina, lp
deón piano. Otros músicos que dejaron su huella en nuestro grupo fueron los sidad y un carácter melancólico a las melodías. Emi-Odeón, Santiago 1967.
arpistas Alberto Rey, del reconocido Dúo Rey Silva, a quien estudiamos vía Otro instrumento histórico es el arpa, que si bien tiene una larga tradi-
producción musical; y a José Veliz, quien grabó en el disco de Los Centrinos y ción en el canto femenino, se incorporó a la cueca urbana en la interpretación
nos entregó parte de sus conocimientos. masculina. El uso del arpa en las casas de canto, era apreciado porque su sono-
Sin duda, uno de los músicos que marcó un hito en la historia de la cueca ridad tomaba mayor volumen y color en los pisos de madera de dichas casas. En
registrada, fue Humberto Campos, cuya guitarra tiene un sello característico. el trabajo sonoro que acompaña el libro nuestro arpista tomó arreglos hechos
Su legado quedó plasmado en innumerables registros fonográficos, y sus intro- por Alberto Rey y utilizó la técnica enseñada por Jose Véliz, de la décima y
ducciones y arreglos a tres y cuatro guitarras fundaron una verdadera escuela ataques sobre pulso. Se puede apreciar su virtuosidad especialmente en las
de este instrumento. También reconocemos la herencia que dejó Roberto Parra, cuecas “Vamos niña al Matadero”, “Cuando te toque pararte”, “Jugueteando,
y sus introducciones, las que también nos inspiraron. jugueteando” y “Querer y no ser querido”.
Estamos conscientes que estos datos son una simple exposición de nues- El piano es uno de los instrumentos más enriquecidos al momento de inter-
tras experiencias en tanto músicos autodidactas, y que aún queda por hacer pretar música, puesto que se pueden hacer melodías y acordes al mismo tiempo.
una investigación profunda y extendida de los intérpretes que le dieron vida En este disco lo hemos resaltado por predominar especialmente en los salones
a la cueca urbana popular durante siglo xx . Este disco, es sólo una primera y casas de canto y se proyecta solitariamente en la introducción de “Cantemos
aproximación a un trabajo de investigación musical, en el cual pretendimos querido amigo”, inspirada en la versión de “La Corina Rojas” grabada por Los
darle importancia a cada instrumento, y permitirle su brillo propio. Chileneros20. El piano, junto a la batería, son instrumentos que permiten marcar
La guitarra ha sido históricamente el instrumento que ha acompañado la firmemente el compás.
música popular latinoamericana, principal herencia del arte musical español. El contrabajo tiene un vínculo más contemporáneo con la cueca. Se integra
Adquirió popularidad por su tamaño pequeño, fácil transporte y también su a la música popular desde el jazz para colaborar en la base rítmica. En “Manuel
rápida construcción, lo que permite que pueda ser elaborada en talleres arte- el Bonete Grande” este instrumento cobra protagonismo con una introducción
sanales locales, aumentando rápidamente su construcción. La guitarra (junto solo y un desarrollo usando distintas variaciones rítmicas y melódicas, en la
al piano, acordeón y el arpa) tiene la facultad de permitir evocar la melodía de cual hemos querido exponer la profundidad y gravedad de su sonido.
la cueca que se va a interpretar, preparándole la cancha al cantor. Otro de los instrumentos de larga presencia en la organología de la música
Para este disco, hemos grabado las cuecas “Y un cazador fue a cazar”, “Paloma popular chilena, es el acordeón, creado en la primera mitad del siglo xviii,
que vas volando”, “Y antes del toque 'e campana” y “No es el viejo Matadero” a tuvo amplia difusión en nuestro país, debido también a su tamaño pequeño
tres guitarras, usando la combinación de dos guitarras melódicas y una tercera que facilita su posibilidad de traslado. En este disco se puede apreciar su

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21 interpretación en la introducción a “Jue la gloriosa chingana”, la cual se i . tr abajo en el matadero 24


Los Centrinos, Buenas cuecas Datos obtenidos de Catálogo
centrinas, lp Emi-Odeón, inspiró en la creada por Rafael Berríos “El Rabanito” para la cueca “Plaza Estas cuecas describen el trabajo desarrollado dentro del Matadero en tres fases: discográfico. Patrimonio de
Santiago 1971. la música chilena. Recurso
O'higgins y Almendral”21. el ingreso a la jornada laboral, la matanza del novillo y la venta de los subpro-
virtual, disponible en http://
22 La batería marca una potente base rítmica que le da expresividad a todo el ductos. Las hemos interpretado en el estilo canto a la rueda, para traducir en cdisc.redinventa.cl/index.php/
Se le llamaba chimbero a un discograma/details/id/2/disc/2
tañador tocado por los cantores
conjunto, además marca las cuatro vueltas de la danza o la entrada del pie de el canto la fortaleza de los cuadrinos, posibilitado por la capacidad interpre-
del barrio de La Chimba. cada cantor. Este instrumento remite a las casas de canto, donde fue amplia- tativas de los cantores. 25
Datos obtenidos de Felipe Solís
23 mente usada y reemplazó el uso del chimbero22. Hemos seleccionado este instru- La cueca “Despierta pues cuadrinito” fue registrada anteriormente en tres Poblete, Cancionero discográfico
Para ejemplos desarrollados de cuecas chilenas. Disponible en
mento para ser parte de las cuecas interpretadas “a toda orquesta” como “José ocasiones. La primera se realizó en la década de 1940, por el conjunto Los
ver Luis Castro González, www.cancionerodecuecas.cl,
“El canto a la rueda y las María Pañuelo” y las de la temática Homenaje al Matadero, ya que éstas son Alamitos en grabación para el sello rca Víctor24. Posteriormente Los Chileneros f on dar t, 2011.
casas de canto”, en Micaela
Navarrete y Karen Donoso, Y un tributo de lo que es nuestro grupo hoy, con las historias que hemos plas- la incluyeronen el disco La cueca centrina y en 1970 fue registrada por Los 26
se va la primera. Conversaciones mado en este libro. Consideramos que el aporte de Los Chinganeros ha sido el Centrinos del Matadero en el disco Cuecas con escándalo, para el sello rca Víctor. La Cueca Centrina, lp
sobre la cueca. Ed. lom - Emi-Odeón, Santiago 1969.
dib am, Santiago 2010. poder integrar en una gran orquesta una amplia variedad de instrumentos,
27
sin perder el protagonismo del canto, principal característica de lo que hemos Dúo Rey Silva en discos Cuecas
reconocido como cueca centrina. ii . re st or ane s y picá s (1963) y Las cuecas de siempre
(1969). Segundo Zamora
En esta temática, hemos seleccionado algunas cuecas que eran populares a en Cuecas pa' los guatones
mediados del siglo xx, y que se interpretaban en restoranes y picás del barrio (1967). Y Hermanos Lagos
en Santiago de Fiesta (1966)
«del barrio matadero, los ching aneros » Matadero. Algunas de ellas fueron registradas con otras versiones como “Y un en Felipe Solís, Op. cit.

Crónicas en la cueca centrina cazador fue a cazar”, grabada primariamente por Los Quincheros con el título “El 28
cazador de patos”, a fines de la década de 193025 y posteriormente por el Dúo Registro sonoro en El pueblo
en fiesta. Músicas tradicionales
Hemos considerado necesario entregar algunos detalles de las cuecas regis- Mesías Lizama26 con la misma melodía y muletilla que usamos en este disco. de Chile cd Selección sonora y
tradas sonoramente en este trabajo, aportando datos sobre el autor o recopi- Asimismo, la copla de “Cantemos querido amigo” fue registrada por el Dúo textos Mariana León, Ignacio
Ramos, Rodrigo Torres. Archivo
lador de la letra, procedencia de la melodía, y una breve reseña que explica Rey Silva, Segundo Zamora y Los Hermanos Lagos27. La versión que hemos obte- e Música Tradicional Chilena,
Centro de Documentación
su selección. También hemos incluido la muletilla que se ha utilizado y que da nido de la familia González Marabolí, se utiliza la expresión paso mause, que e Investigación Musical,
cuenta de la forma que adoptó el canto, ya sea cueca derecha, con requiebro, hace referencia a la marcha militar. También se grabó la seguiriya de la cueca Universidad de Chile, 2007.

con muletilla corta o larga23. Hemos dividido la presentación de estas cuecas “Vamos niña al Matadero” en una versión titulada “Me gustan los matanceros”
en cuatro temáticas: interpretada por el poeta popular Lázaro Salgado28.

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29 iii . crónica s del matadero


Ver Marco Fernández,
Op. cit., p. 85-88. Estas crónicas son testimonios de distintas anécdotas comentadas por los mata-
Y Eugenio González, Op. cit.
rifes. “Don Roja del Matadero” fue un afortunado industrial, que apostó todos
sus bienes en el Derby de Viña del Mar y resultó ganador. Debido a la suerte
que tuvo en ese evento, fue apodado el “raja” Valenzuela. “Manuel el Bonete
Grande” da cuenta de la vida de los salteadores, muchos de los cuales llegaban
a remoler al Matadero.
Por otro lado, “Antes del toque'e campana”, relata un duelo recordado por
Fernando González, en el que se enfrentaron dos personajes, Cholo Pancho (un
trabajador peruano) y el Chino Pinto. Finalmente “José María Pañuelo” alude a Cuando estará mi hijo
los presos de la Isla de Más Afuera como se denominó a la colonia penal esta- en el cuadro del Matadero.
blecida en la Isla de Juan Fernández en el siglo xix 29, quienes también culti- Pana pa' los paires,
varon el arte de la chilena. gofe pa' los perros.
repertorio
Después de Dios,
iv. homenaje al barrio matadero 'ta el Matadero
Estas composiciones fueron escritas con posterioridad al cierre del Matadero, ¿o no paisano?
rememorando aquellos lugares míticos del cultivo de la cueca. “No es el viejo
Matadero”, por su parte, cristaliza el relato de un pasado glorioso y “Y al barrio
del Matadero” corresponde al homenaje que hacemos a los antiguos cantores
del barrio. “Jue la gloriosa chingana”, tiene un significado especial para el grupo,
ya que la letra y melodía fueron revisadas por Fernando González Marabolí,
quien dejó plasmado en su legado que Los Chinganeros debían grabarla. Por
ello, la elegimos para coronar nuestro disco.

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dEspiErta puEs cuadrinito hay QuE lacEar El novillo pata 'E cordEro y guatita vaMos niña al MatadEro

Despierta pue' cuadrinito Hay que lacear el novillo Pata 'e cordero y guatita Vamo' niña al Matadero
Que es hora de madrugar Y arriarlo a la matanza Va carga'o a la cabeza Que la carne está barata
Ya tocaron la campana Sujetando bien la cola Con la talla a flor de labio Cuatro cortes dan por veinte
Y es preciso trabajar Y puntiar como Dios manda Y repartiendo finezas Y una malaya de llapa

Ya vienen los cuadrinos Tirando baldes de agua Por la calle San Diego Lo primero que ofrecen
A su trabajo Para enfriarlo Viene el guatero Todo cuadrino
Con sus ricas cuchillas Pelar pata y cabeza Trae chunchules gordos Mollejas y chunchules
Pegando tajos Pa' descuerarlo Sangre 'e cordero Y un trago 'e vino

Pegando tajos, sí Pa' descuerarlo, sí Sangre 'e cordero, sí Y un trago 'e vino, sí
Son los cuadrinos Colgar primero Y es por su cuenta También ofrecen
Que ganan mucha plata Pesca la sierra y l'hacha De la calle Huemul Un pañuelito lacre
Pa' tomar vino Sacó el enre'o Sacó la venta Para ponerse

Siempre constante y fino Otro más a la cuenta Firmeza el canastero La mujer pierde el tino
Son los cuadrinos A la sala venta Son los guateros Por un cuadrino

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Letra: Recopilación Fernando González Marabolí Letra: Fernando González Marabolí Letra: Fernando González Marabolí Letra: Tradicional, recopilación Luis Castro González
Melodía: Tradicional Melodía: Familia González Marabolí Melodía: Familia González Marabolí Melodía: Familia González Marabolí
Muletilla: A pata pelá Forma: Cueca derecha o con caramba Forma: Los ayes del cante Forma: Cueca derecha o con caramba
Temática: Trabajo en el matadero Temática: Trabajo en el matadero Temática: Trabajo en el matadero Temática: Repertorio de restoranes y picás

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y un caZador FuE a caZar paloMa QuE vas volando QuErEr y no sEr QuErido JuguEtEando, JuguEtEando

Y un cazador fue a cazar Paloma que vas volando Querer y no ser querido Jugueteando, jugueteando
Patito'a la laguna Y en el pico llevas flores Y es una pena muy grande Me jugaste la traición
Salió la pata y le dijo: Adivino, adivinando Pero más pena es morir Guardaíta te la tengo
“Cazarí pero las pluma” Que también tienes amores Sin haber querido a nadie Dentro de mi corazón

Cazador silencioso La palomita blanca Si es por que te parece Como las mariposas
Qué andai haciendo Me dejo solo Que no te quiero Que andan volando
Despertando las aves Cada vez que me acuerdo Sabes que te idolatro Y así andará mi negra
Que están durmiendo Que triste lloro Que por ti muero Carabeleando

Que están durmiendo, sí Que triste lloro, sí Que por ti muero, sí Carabelando, sí
Paloma al monte Que triste llanto No digas eso Negra variable
Si el cazador te agüaita Que por una paloma No hay cosa más terrible Las penas de la vida
Detrás del bosque Yo sufro tanto Que un menosprecio No son estable

Vuela paloma al monte, Y aroma, aroma, aroma Si los dos nos querimo' Miren como hacen cosa
Detrás del bosque Blanca paloma Porqué sufrimo' Las mariposa

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Letra: Recopilación familia González Marabolí Letra: Luis González Flores, recopilación Luis Castro González Letra: Luis González Flores, recopilación Luis Castro González Letra: Luis González Flores, recopilación Luis Castro González
Melodía: Tradicional Melodía: Familia González Marabolí Melodía: Familia González Marabolí Melodía: Familia González Marabolí
Muletilla: Paisana, ay sí Muletilla: Ay, rosedá, ay libertá Muletilla: Negra del alma – bajo la palma Muletilla: Como correteando, como jugando
Temática: Repertorio de restoranes y picás Temática: Repertorio de restoranes y picás Temática: Repertorio de restoranes y picás Temática: Repertorio de restoranes y picás

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cantEMos QuErido aMigo don roJa dEl MatadEro y antEs dEl toQuE 'E caMpana ManuEl “El bonEtE grandE”

Cantemos querido amigo Don “Roja” del Matadero Y antes del toque 'e campana Manuel jué el Bonete Grande
To'íto en reunión Fortario para gastar Se vio el duelo más menta'o Saltea'or jué el ajuerino
Con una cuequita mause Salió a remoler con canto Se paraba el Chino Pinto Paró 'onde la chusma brava
Se no' alegra el corazón Y navega en alta mar. Y el Cholo Pancho Colla'o Jue la ley de los caminos

Pa' cantar esta cueca Y el jugador más grande Y en la plaza 'e los toros Pisó firme en la güeya
Hay que entonarse Pa' tóo juego De pecho al frente De pecho al frente
y echarles los repiques Fue el “raja Valenzuela” Como le hacen los buques Con el choco en la mano
De paso mause Del Matadero Se ven la suerte Se vio la suerte

De paso mause, sí Del Matadero, sí Se ven la suerte, sí Se vio la suerte, sí


No digo nada Y en carretela De madrugada Carga'o al oro
Me doy la media vuelta Van a los frutillares Se paran los cuadrinos Paraba a remoler
Paso 'e parada De Santa Elena Y a puñaladas Donde los toro

Me paro y saco pecho Corren a la chilena Ya cayó el Cholo Pancho Y asi jué el ajuerino
Tranco derecho En Santa Elena Guapo 'e los chanchos De los caminos

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Letra: Luis González Flores, recopilación Luis Castro González Letra: Fernando González Marabolí Letra: Fernando González Marabolí, Letra: Luis Castro González
Melodía: Tradicional Melodía: Familia González Marabolí recopilación Luis Castro González Melodía: Familia González Marabolí
Forma: Cueca derecha o con caramba Forma: Cueca derecha o con caramba Melodía: Familia González Marabolí Muletilla: Y así no más jué
Temática: Repertorio de restoranes y picás Temática: Crónicas del Matadero Forma: Cueca derecha o con caramba Temática: Crónicas del Matadero
Temática: Crónicas del Matadero

{ 138 } { 139 }
JosÉ MarÍa pañuElo y al barrio dEl MatadEro no Es El viEJo MatadEro JuÉ la gloriosa chingana

José María Pañuelo Al barrio del Matadero No es el viejo Matadero Jué la gloriosa chingana
Ya no es más que una bandera Jué de guapos y cantores De los cuadrinos glorioso Las canchas del Matadero
Porque volvieron los choros Y el canto jué a la alta escuela Que 'ran ciego sordo y mudo Donde esta la flor y nata
De la isla 'e “Más Afuera” Y el que reinó en los salones Guapo, cantor y habiloso De los grandes chinganeros

De las casas de yira El Oscar Arriagada Cuando tomo con canto Y el barrio Matadero
Tengo presente Voz soberana Botó el dinero Jué respeta'o
La de doña Fidela Cantor apadrona'o Porque despue' de Dios Por toda la gallá
Juan de la Fuente De la chingana 'Ta el Matadero De rotos bravos

Juan de la Fuente, sí De la chingana si 'Ta el Matadero, sí De rotos bravos, sí


Los presidiarios Los medio pito Qué tomatera Y a la alta escuela
Tienen más gorgoreo Tiene el Cato Miranda Con mujer' en Victoria Mantuvieron el arte
Que los canario Y el Corderito O en carretela De la chilena

Ya formaron los choro Guapos del Matadero Vamo' en carretela Del barrio Matadero
La rueda de oro Flor de cuequeros. Pa' Santa Elena Los Chinganeros

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Letra: Fernando González Marabolí. Letra: Luis Castro González Letra: Fernando González Marabolí Letra: Luis Castro González
Melodía: Tradicional Melodía: Familia González Marabolí Melodía: Tradicional Melodía: Familia González Marabolí
Muletilla: Ay tiquitiqui, allá va – ay ninanina naná Muletilla: Sí, ayayay – sí, ayayay Forma: Cueca derecha o con caramba Forma: Los ayes del cante
Temática: Crónicas del Matadero Temática: Homenaje al barrio Matadero Temática: Homenaje al barrio Matadero Temática: Homenaje al barrio matadero

{ 140 } { 141 }
�LOS CHINGANEROS�
por la güEya dEl MatadEro
memorias de l a cueca centrina
dire ct or gener al
Luis Castro González (voz y pandero) i . tr abajo en el matadero

1. Despierta pues cuadrinito


cant ore s
2. Hay que lacear el novillo
René Alfaro Parra (voz, pandero, platillos y tormento)
3. Pata 'e cordero y guatita
Carlos Godoy Hernández (voz)
4. Vamos niña al Matadero

mú sicos
ii . re st or ane s y picá s
Felipe Bórquez Aguilar (acordeón, piano, pandero, palmos, segunda voz)
Cristian Campos Ascencio (guitarra) 5. Y un cazador fue a cazar
Manuel Espinoza Giménez (arpa) 6. Paloma que vas volando
Marco Palma Vargas (guitarra, piano) 7. Querer y no ser querido
Rodrigo Pinto Cabezas (guitarra, segunda voz) 8. Jugueteando, jugueteando
Jorge Salinas Andrade (batería) repertorio 9. Cantemos querido amigo
Giancarlo Valdebenito González (contrabajo, segunda voz)
iii . crónica s del matadero
invitad os
10. Don Roja del Matadero
Eduardo Godoy Hernández (voz)
11. Y antes del toque 'e campana
Mario González Marabolí (cuchillo y astil, verso y dicho popular, tañador)
12. Manuel el Bonete Grande
Sergio González Marabolí (relato)
13. José María Pañuelo

produ cción mu sical


Felipe Solís Poblete iv. homenaje al barrio matadero

14. Relato
s onid o, me zcl a y ma steriz ación 15. Y al barrio del Matadero
Gonzalo González, en Estudios triana (www.estudiostriana.cl) 16. No es el viejo Matadero
g ra b a d o lo s dí a s 30 de a b ri l y 1 de m a y o 2 011 17. Jue la gloriosa chingana
ca p tura s on i d o di recto del m erca d o m a ta dero 2 2 de m a y o 2 011
C O L O F Ó N

Y
esta
primera
edición se terminó
de imprimir en el mes de
junio del año 20 11 , en medio de
grandes y diversas movilizaciones sociales
de sur a norte del país; mientras el complejo volcá-
nico Puyehue-Cordón Caulle, ubicado en la x región de Los
Lagos, entró en feroz erupción. ¶ Se imprimieron quinientos ejem-
plares en papel Bond ahuesado de 80 grs. para el interior, y papel Hilado blanco
de 180 grs. para envolver la tapa. La encuadernación es rústica. Para la composición
de los textos se utilizó la tipografía Berenjena Blanca y Berenjena Blanca Itálica, con sus
variantes versalitas y mayúsculas swash. Los títulos y destacados fueron compuestos con la tipografía
Mazúrquica en sus variantes de peso: media y pesada. Ambas fueron diseñadas en Santiago de Chile.

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