En el siglo XVII hubo un cambio en la educación de enfocarse en las humanidades a enfocarse en las ciencias prácticas que eran más útiles para la nueva sociedad. Dos tipos de pedagogía cristiana emergieron, los Padres del Oratorio que enfatizaban la formación moral y los contenidos sobre la retórica, y los internados de la Compañía de Jesús que separaban a los niños del mundo para crear un ambiente puramente educativo. Aún hoy, las prácticas educativas mantienen la noción de que la
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En el siglo XVII hubo un cambio en la educación de enfocarse en las humanidades a enfocarse en las ciencias prácticas que eran más útiles para la nueva sociedad. Dos tipos de pedagogía cristiana emergieron, los Padres del Oratorio que enfatizaban la formación moral y los contenidos sobre la retórica, y los internados de la Compañía de Jesús que separaban a los niños del mundo para crear un ambiente puramente educativo. Aún hoy, las prácticas educativas mantienen la noción de que la
En el siglo XVII hubo un cambio en la educación de enfocarse en las humanidades a enfocarse en las ciencias prácticas que eran más útiles para la nueva sociedad. Dos tipos de pedagogía cristiana emergieron, los Padres del Oratorio que enfatizaban la formación moral y los contenidos sobre la retórica, y los internados de la Compañía de Jesús que separaban a los niños del mundo para crear un ambiente puramente educativo. Aún hoy, las prácticas educativas mantienen la noción de que la
En el siglo XVII hubo un cambio en la educación de enfocarse en las humanidades a enfocarse en las ciencias prácticas que eran más útiles para la nueva sociedad. Dos tipos de pedagogía cristiana emergieron, los Padres del Oratorio que enfatizaban la formación moral y los contenidos sobre la retórica, y los internados de la Compañía de Jesús que separaban a los niños del mundo para crear un ambiente puramente educativo. Aún hoy, las prácticas educativas mantienen la noción de que la
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EL MUNDO MODERNO Y LA ESCOLARIZACIÓN
El siglo XVII se pretendía abandonar la educación de corte humanista, desinteresada y
estética, y reemplazarla por una pedagogía acorde a una cultura práctica y especializada. Una pedagogía que privilegiaba a las matemáticas y a las ciencias naturales, llamada “ciencias reales” considerada una educación útil para la vida en la nueva sociedad. Aún hoy quedan rastros de todo ese movimiento. En el siglo XVII debemos mencionar, además, dos tipos de pedagogía cristiana. La primera es la de los Padres del Oratorio, que se distingue por su tendencia a lograr una formación moral de riguroso ascetismo, pero confiriendo, al mismo tiempo, mayor importancia a los contenidos de la enseñanza que a los ejercicios retóricos, lógicos y formales. Se trata de una pedagogía centrada en la moral, los contenidos y la práctica, que contribuye con el espíritu del capitalismo. La otra es la pedagogía de los internados de la Compañía de Jesús, una institución que separe a los niños de la vida cotidiana y sus peligros. Tiene como principal propósito instaurar un universo sólo pedagógico, sin las contaminaciones de un mundo no educativo o cargado de antivalores. Esta pedagogía poseerá dos rasgos distintivos: la separación de la escuela (y de los niños) respecto del mundo y, en el interior de los internados, la vigilancia constante e ininterrumpida. La escuela es sólo preparación para la vida futura. Las prácticas educativas son propias pedagogía moderna. Se sigue concibiendo en las prácticas educativas que la escuela y el mundo de la vida deben permanecer separados, para que la escuela no se “contamine”. Seguimos hoy pensando a la escuela como preludio de la vida, como un laboratorio que prepara a los seres humanos para la vida futura. En la lucha moderna entre razón y saber ancestral, los procesos educativos se desarrollaron principalmente en una institución: la escuela. La escolarización es una suerte de formación sociocultural que excede y que opera en las prácticas más allá de los límites de la institución escolar. En nuestro tiempo la escolarización está en crisis y la institución escolar está desbordada por la complejidad y la conflictividad sociocultural. Sin embargo, muchos de sus rasgos y sentidos fundacionales aún operan en nuestras prácticas educativas, contribuyendo a incrementar el divorcio entre la escuela y la vida y a situarnos a los educadores en las zonas de la incertidumbre.
informe de lectura sobre: “Pineau, P. (1998). ¿Por qué triunfó la escuela? o la modernidad dijo: “Esto es educación”, y la escuela respondió: “Yo me ocupo”. En VV.AA. Modernidad y Educación. s/e, pp. 306-331.