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I INTRODUCCION A) ELOBIETO DEESTUDIO. 1. Las cases pe meriroRA, La metéfora es un hecho que se detecta en el uso del lenguaje, tanto el literario como el especial; su identficacién y su primer anilisis directo, aunque no sis- temitico, fue realizado por Aristteles en sw-Poética, al tratar de las partes cualitativas de la tragedia y concretamente de la elocucién;
(pata de la mesa, ojo de buey), a la maetsfora poética que deseubre-un- ‘nuevo-semtide, o una nueva impresién del objeto, es decir, la creativa, En realidad ya se venlan diferenciando las dos posibilidades: Fonta- nier (1821) habfa distinguido las «metéforas de imaginacién» y las, ametiforas de uso», que corresponden a las creativas y 2 las lingtisti cas respectivamente. Algunos niegan la dénominacion de metifora para las lingifsticas (pie de Ia montaka, pata de la mesa), porque lo especifico de lameti—. forarconsisie"en crear de forma-voluntaria-y consciente-un efecto motivo; pero esta actitud implica una definicién, de metéfora baseda en el criterio de su efecio-en eHecto?, prescindiendo de su origen, de sus formas y del proceso creativo que las genera. En unos casos la ‘metifora'responde a una necesidad'del pensamiento'o del discurso y la expresién no:podria prescindir-de-ella, como ocurre en el lenguaje filoséfico o ef religioso, pues el Iéxicon no dispone de términos pro- pios para expresar conceptos abstractos o de fe, y tiene que manifes- tarlos en forma analégica, generalmente con metéforas. En otto caso la metéfora puede tomarse como unitecursovomamentaro-expresivo, del que parece que'se-podria-preseindir-pues tanto en el uso estndar como en el uso literario pueden encontrarse discursos sin metiforas, aunque en tal caso el valor Titerario, ¢ incluso también el informativo, serfa diferente, El hecho es que las:metéforas’seusan-emeltablazque “pos de lenguajes, con un arraigomés.o-menos:intenso:— Iremos viendo sucesivamente la tensién entre la fijacién y la crea- cién metaféricas, las facultades que intervienen en uno y otro caso, los procesos semidticas que siguen, y otros aspectos que in presen- tandose al desarrollar éstos. De momento vamos a delimitar los dis- tintos tipos de metéfora, en los lenguajes que la usan con mayor fre ‘cuencia, partiendo de un punto de vista doxitica y verbal, es decir,14 La metéfora teniendo en cuenta las opiniones recogidas en la lengua y las ideas gonerales adiitidas sin apenas discusion. Delimitado el objeto de este modo convencional, o al menos provisional, infentaremos luego apli- car un método cientifico para fijar en lo posible los conceptos, las de- finiciones, las teorias sobre las metéforas literarias, que son las que analizaremnos detalladamente. 2. LA METAPORA DEL HABLA COTIDIANA Las metiforas-lingaisticasuna vez codificadas, constituyen un Proceso que genera mievas-acepeiones-en=lOscIeAARINES Y son, por tanto, una fuente-de-ereaciém-léxies: Al pasar al sistema de la lengua, como acepciones propias de un término del léxicon, tales metdforas pierden sv caricterdindmico-ewerhabla y se convierten en unidailes de sistemay-se usan generalmente sin advertir su valor metaforico, como expresiones codificadas. En cuanto a su origen, admiten la misma explicacién que las metiforas literarias (expresividad, clari- dad, adomo, voluntad de estilo, necesidad, precisién...}, pues proba- Dlemente se iniciaron como tales, aunque su trayectoria se orienta ha- cia la fijacion. Desde esta perspectiva, la metéfora puede reconocerse ‘como uno de los recursos deja lengua part ampliar el4éxicon. Una segunda clase, las Uemadas sendjoras-del hala comara son: frecuent© en eT aISCuBD siegj unas veces con fines fimcionales para cubrir una necesidad de- nolativa, otras veces porque el hablante quiere dar mayor precisién 0 cexpresividad a su discurso. Aunque tienen el mismo origen, los mis- ‘mos prineipios y se manifiestan con las mismas formas que la metifo- ra creativa del discurso literario, de finalidad estética y expresiva, se caracteriza, frente a la metéfora literaria, en que HOTSEONOCE"GUIGEY tiene un uso-social-ampliamente-aceptadocpor la comunided de ha- "blantes, hasta el punto de que, si no se reflexiona, el término no se siente como metifora y se usa como si el metaférico fuese su sentido Introduccién 15 propio, mantenido y proporcionado por la memoria, pues es aprendi- do por el hablante y por el oyente; por el contrario, Ja metéfora litera~ ria es creacién reconocida de un autor, y es siempre nueva y original de alguna manera, no procede de la memoria del pasado, sino de la imaginacién presente, De hecho las metéforas del habla cotidiana son pattimonio lin- gilistico de I comunidad, mientras que la metafora literaria es una ex- ptesién no comin, pertenece a un poema, a un contexto fijado, a un autor y, si se deja de sentirse asi, inicia cl camino de su lexicaliza- ci6n, para pasar al léxicon, como unidad paradigmtica. Hay, desde luego, variantes intermedias, metiforas a medio lexi- calizar, 0 metéforas creativas que han generalizado su uso y que, creadas por un autor conocido, han tenido difusién y son repetidas hasta hacerse t6picas en una cultura o en una tradicién tematica litera ria, en una época, en un estilo. Nose saberquiémfie'elprimer al que se le ocurrid compararelamor con la-Hamia, la pasién con el fuezo, pero todaclaclirica‘occidental, desde sus otigenes hasta hoy, usaesta etifor que sigue siendo literaria en innumerables variantes de for- ma y de extensidn, con asociaciones o elaboraciones nuevas. No pue- de hablarse de lexicalizacién, a pesar de la frecuencia de uso, porque lacmetéfora.signe-vivary-renovéndose con variantes y matices nue~ vos, Parece que fue Empédocies el primero (quizé el primero cono- ido) que Hamé a la vejez catardecer de la vide», y hoy seguimos usando la expresién, casi como formula habitual. G. Lakoff y M. Johnson (1980) han estudiado tas metiforas de la vida cotidiana y han comprobado su alta frecuencia y también la ten- dencia de cada época o de cada cultura a utilizar unos campos deter- minados y coneretos pata la expresin metaforica. Efectivamente po- demos verificar, a poco que nos fijemos en el lenguaje ordinario, que las metiforas utlizadas habitwalmente remtiten y donde adquieren sentido desde una determinada vision del " Vid. Garia Diaz, M.A, «Valor simbélice do la tuz natural on Ja obra do Vicente ‘Aleixandren, Archivum. XL-XLIL, Oviedo, Universidad, 1994 (pigs. 125-142).16 La metéfora mundo, integradas en el lenguaje diario de modo que no se sienten como creacién del hablante, sino como patrimonio del lenguaje gene~ ral, Asi, por ejemplo, es comin en el lenguaje diario describir-una discusién verbal como una lucha ¥-utilizar términos bélicos para de~ notar sus distintas fases © aspectos; la miayoria de los hablantes ha admnitidoesta-idemtifieacién, y describen las disputas con metiforas continuas, que cobran sentido después de aceptar, generalmente de un modo ticito, la identidad inicial: «la discusién verbal es una guerra. Destacamos en este ejemplo, que se ha repetido con frecuencia, que los pasos y las relaciones sc describen sucesivamente con metiforas ue dibujan una linea paralela a la que seria Ia descripeién de las cta~ ppas de una guerra: se habla de la estrategia de la palabra, de la victo- ria de uno de los hablantes, del cerco a que somete al otto, del ataque con razones, de asedio a los temas, del acoso de los argumentos, de posiciones inexpugnables, incluso de discusién encarnizada; y ade- mis la metaforizacién suele hacerse también reciproca, y se habla de guerra inteligente, de ataques bien pensados, ataque noble, 0 de gue- 77a sucia, ete., como si todo fuese ldgicamente posible, Y todos los hablantes lo entienden y 1o usan, Creo que después de la metéforaini- cial, que incluso puede no aflorar a la expresién y permanecer latente, los sucesivos estadios configuran-un diagrama valido-para-los-dos términos de Ta metéfora: los pasos y circunstancias de una guerra, sc hacen coincidir con los pasos y cireunstancias de una discusién y-vi- ‘ceversa. Se prolonga y se ahonda en la metifora inicial progresiva- mente y se constraye una metafora diagramética, pues sigue un es- quema de relaciones. Pero quiza esta propuesta de interpretacién presenta otra cara y puede obligar a reflexionar sobre el caricter metaférico de estos usos, pues si bien e5 claramente metaférica la identificacién que se hace entre discusién y guerra, las predicaciones y adjetivaciones que se interpretan como metiforas continuadas y reefprocas, pueden haber pasado a ser usos propios del adjetivo; dependerd del concepto que se adopte sobre la categoria gramatical «adjetivo, como veremos al analizar los aspectos lingtifsticos de la metifora. De momento dire- Introduccién 7 ‘mos que més bien parece que los adjetivos que se consideran metafé- ricos se usan en los dos campos semdnticos, el de la discusién y el de Ja guerra, La analogia entre discusidm-y guerra esta en su carfoter de enfrentamiento; y en que ainbas actividades son acciones-humanas, aunque en otra parte de su contenido seméntico sean distintos, ambos términos pueden admitir algunos adjetivos descriptivos comunes: se «lefienden las posiciones aleanzadas» en la guerra y en la discusién, se «sitian los contendientes en un campo de batallay, que puede ser fisico 0 de ideas, se «avanza sobre el terreno 0 en el didlogo», se rmantienen «teorias indefendibles» o «posiciones también indefendibles estratégicamente», son «nexpugnables determinadas lineas de defensa 0 de argumentacién», etc. La ley del minimo esfuerzo que preside el uso cotidiano de la lengua, inclina a la prolongacién de analogias entre nombres con el uso mis abierto de los adljetivos y de los verbos, con Jo cual estarfamos ante una ley de las categorias lingifsicas que las hace, particularmente al adjetivo, més flexibles. Un adjetivo contiene un solo sema y puede ser aplicado a campos semanticos may diver- 50s, donde se enriquece con otros semas contextuales, de modo que, por ejemplo, «noble», que en principio indica una categoria humana, puede ser predicado de guerra, de discusion, y quiza en sentido pro- pio, no metafirico, Lo mismo podiria decirse respecto de otras metiforas continuadas ‘que parten de una analogia inicial y abren el discurso a campos des- ctiptivos, asociativos, connotativos, etc. con adjetivos comunes para los términos de una metéfora: si la vida la vemos como un camino y la argumentacién como un hilo, los dos términos de cada pareja pue- den admitir las mismas predicaciones y adjetivaciones. La mayor par- te de las veces sc trata de adjetivos de cualidades que pueden ser apli cados en diferentes regiones del ser: naturales, espirituales, humsanas, ficcionales, éticas, juridicas, sentimentales, etc, Unicamente partiendo del presupuesto de que los adjetivos pertenecen a un campo seminti= co cuyo término-eentral —término fimdante—es un-nombre, pueden verse como metaféricos sus usos con nombres de otro campo, si con- sideramos los adjetivos como expresién de cualidades que tienen apli-La metéfora cacién en diversas regiones del ser, habria que dacle otro enfoque a la metéfora continuada y a la reciproca del habla cotidiana. Por lo gene- ral las denominadas mieuiforasadjetivas, sobre todo, las del habla co- tidiana, sorrusos de adjetivos-fuera det campo en-el que-se considera {]ad0e POF su -tradicién dEUS, que pueden iniciar otras tradiciones, sin duda, Igual situacién encontramos en las Ilamadas metiforas-espaciales: de:tarvida-eotidiang=que pueden ser vistas como i icter metafGricb: si se dice que una persona es de condicién-cleyada; se parte de la idea de que el conjunto social es una estructura fisica que ocupa un lugar en el espacio; en relacin a esto y sobre el imaginario espacial que mantenga la cultura de que lo alto es mejor y lo bajo es peor, se sefia- lan posiciones privilegiadas, y se habla de clases sociales altas, me- dias, bajas, etc. teniendo en cuenta condiciones de dinero, de poder, de saber, etc. El lenguaje ordinario utiliza el término altura en refe- rencia a propiedades fisicas y lo considera virtualmente aplicable a sentimientos, ideas, palabras, estatus social, etc, y se babla de ideas po- co elevadas, sentimientas altos, posiciones equilibradas, etc.*, que implican una valoracion del espacio y de las direcciones (positive ha-~ cia arriba, negativo hacia abajo: positive a la derecha, negativo a la ‘izquierda), ideas Tel ‘giosasi(corderos a Ja derecha, cabritos a la izquierda) y de figuracio- nes teatrales que se remontan a los misterios de la Edad Media, con una disposicién del espacio escénico en el que el cielo, el premio, la bondad, etc. tiene un movimiento ascensional y se sitia arriba, mien- tras que el castigo, la maldad, el infierno, etc., est siempre abajo. La lengua parte de una metéfora inicial y mantine en el texto un parale- lismo en las atribuciones y predicaciones, que quiza no haya que con- siderar necesariamente metaféricas, sino en relacién gon el imagina- rrio espacial de ta cultura. 2 Vid. Moliner, M, Diccionario de uso, Madrid, Gredos,2* ed, 1998 Introduccion 19 Se podra también comprobar que, en determinadas culturas o eta- i de una cultura lmycesmpes-seminticgs querprovees-el-languaje ordinario, unas veces con exclusividad, otras con frecuencia mayor, de moana 5 bey tps oon tendencies pee car la naturaleza. si fr cultura tiene una vision antropocéntrica domi nante, o épocas er las que se animaliza o cosifica lo humano; a veces hay fendencia a simar-eAuh- €Spacio:concreto'los-pensamicntos, los sores ficcionales, etc. y se constituyen algunos tépicos como laei camoeni, quizé porque el hombre busca una seguridad en el mundo ‘empirico y se proporciona a si mismo una ubicaciOn, lo mas conereta posible, en el centro de un espacio que considera ideal, convirtiendo las relaciones temporales, o afectivas, en espaciales. Las causas y las interpretaciones e que dan lugar pueden ser muchas, y los hechos abi ‘estén, en la historia, basta identificarlos en cada caso e interpretarlos. ‘Creemos que por esta razén son muy frecuentes en el habla coti- diana las metaforas que identifican-Io temporal-y 1o-afective-con-to shumanas naturales y sociales en-términos-de-aceptables o-rechazables,—_ ‘segiin. medidas espaciales, es decir, todo aquello que proporvione se- uridad en las referencias fisicas o éticas al hombre, y le permitan medi desde su centro un mundo que, en caso contrario, puede pare- cerle lefano e inabarcable. sta tendencia a hacerse centro de un espacio, y a medir el mundo desde él, se advierte también en la enorme cantidad de metaforas de la vida cotidiana que aplican adjetivos conductistas a procesos natu- tales mediante los cuales encuadramos la naturaleza en una escala de relaciones y valores humanos. La metifora en estos casos implica una _wisi6irattropatgieattel entoro, al que se aplica un cédigo ético ad- Imitido socialmente a través del sistema lingiistico. Y cuando afr ‘mamos que el pensamiento anda perdido en un mundo de significa- dos, estamos sefialando espacios que acerean el mundo espiritual al ‘mundo empirico, mas fécilmente perceptible. Con frecuencia decimos que estamos alejados de tales o cuales principios, que estamos préxi- ‘mos al pensamiento de um autor, que nos envuelve Ia cultura del pais20 La metifora Introduccién 21 al que legamos, 0 que se practica una politica lingiistica de inmer- si6n, etc., y en todas estas expresiones el espacio y las relaciones es- paciales constituyen claves metaforicas, casi siempre eficaces y nada discutibles, En todo caso, las metiforas de la vida cotidiana suelen buscarse cen determinados campos-valoradossegiin-esquemas.Valiosos-en-las istintas-etapas calturales; tienden a estereotiparse para facilitar su uso y tienden a ser convencionales, lo que significa que han sido ad- mitidas en el uso general, han pasado a la competencia de los hablan- tes y comunican segiin cédigos de valor social. Es decir, son me- téforas que «estructuran el sistema conceptual ordinario de nuestra cultura, que se refleja en el lenguaje cotidiano», pero hay otras meti- foras «que estin fuera de miestro sistema conceptual convencional, metiforas imaginativas y creativas»’, sobre cuyo caricter artistico no cabe duda, y éstas son las que consideramos metéforas literarias. Si nos detuvigramos a pensar en el lenguaje que estamos utili- zando a diario para la comunicacién social, advertiriamos innumerables uusos metaforicos de este tino cotidiano, que implican una continua alteracién de las normas lingiisticas seleccionales, lo cual permite al hablante ampliar enormemente sus posibilidades expresivas. La con- crecién del lenguaje metaforico fija ideas y da forma al mundo espiri- taal o discursivo, que seria dificil de expresar directamente por falta de un imaginario propio, mediante analogias, paralelismos, compara- ciones, etc, en las coordenadas espaciotemporales necesarias. ‘Ta mayor pare de tas metiforas del lenguaje cotidiano pretendew hacer concreto lo abstracto, 6 simplemente. acerear al pensamiento-y alvdiscurso-aqueilo-que wo dispone dé imaginario cronotdpico propio; el hombre se ha hecho centro espacial y temporal de todo y canon ge- neva Segiin esto, podriamos sefalar como miscfecuentes-en el habla cotidiana tres clases de metiforas: onfoldgieasespaciales'y temporsles; Vidh Lakoff, G., y Johnson, M., Metdforas dela vida eotiiana, Mactid, Cte. ea, 1986 (pig. 181), os decir, las que se refieren al ser, y las que lo sitian en sus coordena- das de espacio y tiempo, que son necesarias para el conocimiento. Larmenifora: de) habla-cotidianal'se-exprest, 1) mediante términos de referenciaereaizostensiva, verificables, sustitayendo generalmente Ja referenciatobjetiva por el tipicozde-sicinterpretacién-socini-witii en un periodo histérico y en una cultura determinada; 2) mediante serminos que sitdam-encel expacio-del-runde teal ls Vivencias humax sas.no-empirieas y de alguna manera reflejan relaciones entre fases supuestas del espirits mediante tas relaciones verificables entre las partes de los objetos del mundo empirico, es decir, las que-ColOeait eA espacios selativesen forma-de-diagramasas distancias yrelaciones centre. ideas, sentimientos.-o, en-generel, cnfes del: mundo espiritigF ea sus.relaciones-internas o-e8lGmas: y 3) mediante /FRINas GUE Pho- ‘Yeclan.cn el tiempo ins secuencias relativas del discurrirde Ta: Mienté 0 del sentimiento. En los tres casos se busca como ‘finalidad-uttima: acercar yerbalmente-al-centro empitico del hombre a sus coordena- das cronotépicas todos-los-eampos en-los que pliede- desenvolverse ‘con-tos sentides, con el pensamiento, con la imaginaciomy-com laste cultades onirieas: La telacién de ta metéfora con el sistema de lengua 0 con el uso en el habla, lo mismo que la relacién de la metéfora con la filosofia, 1s decir, la metifora fuera de los limites det lenguaje postico, consti- tuye un problema pragmatico que va més allé de la descripeién y de las clasificaciones que puedan proponerse para la metéfors, pues in- ‘ide directamente en su funcionalidad, ya que la forma y el origen no las diferencia. Es indudable que el lenguaje cotidiano-suple-commatt= forascta alo We=tnidadescISSIGe! con lo que la metifora podria ser considerada como Ia forma natural de ampliaciin del léxico, ante las necesidades del habla, pero hemos comprobado que también es un factor determinante de la flexibilidad de las categorias morfolégicas en el sistema lingiiistico, que hace del adjetivo un comodin valido en varios campos seméinticos. En este sentido podemos afirmar que 1a cteaciOn de palabras por Ta via del uso metaférico y la eapacidad de ttasladar paralelamente las predicaciones y atribuciones de un campo22, La metifora Introduccion 23 seméntico a otro, es un fenémeno vivo en todas las lenguas y es un recurso lingistico general, aunque en su origen haya tenido carscter literario. Es indudable que ef lenguaje de la filosofia esta plagado de ‘metéforas cuando expone temas metafisicos y es indudable también ‘que el habla cotidiana se expresa con metéforas abundantes. Eborigen-de-la-metéfora-tingiiistica”en la-vida:cotidianay-em Jenguajesespsciales como el filosético, el religioso, o el literario, es ‘ekmistnosy su diferencia habré que buscarla en otros ambitos, que pueden ser el del valor, la frecuencia, la finalidad, la extensién, el cconvencionalismo, la codificacién, ete. Por de pronto advertimos que la metafora de la vida cotidiamaepertenece-o-estécen:camino(de:perte= mecer-al-cédiGertiende a hacerse convencional, y deja de sentirse ‘como metifora, de modo que no-imprime-ambigiiedad-ai-diseunso: Por otra parte, es comtin, es gbjeto.de-aprendizaje y tiende 9 perder valor-expresivo, porque es la tinica forma de decir determinados con= tenidos. 3. La MErArona DEL LENGUAIE FILOSOFICO ‘La metafora forma parte del lenguaje filoséfico desde Platén has- ta hoy; responde a un intento-de-dar presenciasensiSlewiaridea! para ‘mejorar y hacer més viva la percepcién y creo que también para se~ ‘guir una linea de argumentaciOn abstracta mediante los paralelismos
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