Justificacion Clase 3
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A.QUE ES EL PECADO
1. La Biblia testifica la existencia del pecado. Romanos 3:20 La primera fuente que nos
ratifica la existencia del pecado es la mima Biblia, ya que en ella nos enseña que a través de su
estudio llegamos a conocer todo aquello que a Dios le desagrada: porque por medio de la ley es
el conocimiento del pecado. Por medio de Génesis capítulo 3 entendemos como por medio de la
desobediencia de Adán el pecado entro a la vida del ser humano: “Por tanto, como el pecado
entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron”, (Romanos 5:12). Luego vemos en repetidas ocasiones la
palabra pecado que aparecen a lo largo de toda la Biblia afirmando el desagrado de Dios ante él.
De igual forma Juan nos dice que todo pecado es infracción de los mandamientos del Señor:
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”,
(1 Juan 3:4). Por tanto, el pecado es real, y no solo eso sino las mismas Escrituras nos dicen que
todo hombre es pecador: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
(Romanos 3:23).
2. La conciencia del hombre confirma la existencia del pecado. Salmo 51:3-5 La confesión
de David al reconocer su pecado nos revela que el ser humano esta consiente de su maldad.
Aquello que nos acusa cada vez que hacemos algo malo se le conoce como conciencia y esta
culpa que existe después de hacer algo malo es una evidencia que el pecado existe y la misma
necesidad que nuestra alma experimenta de confesar nuestras malas obras son una evidencia
contundente de que el pecado existe. En el Salmo 51 vemos la oración de arrepentimiento de
David por sus pecados, el mismo apóstol Pablo reconocía haber sido un pecador al cual Cristo
había salvado: “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; de los cuales yo soy el
primero”, (1 Timoteo 1:15); el justo Job acusado por su conciencia reconoció su pecado: “He aquí
que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca”, (Job 40:4); y aun los mismos
hombres inicuos acusados por su consciencia han llegado a confesar su pecado, por ejemplo, lo
hizo Faraón: “He pecado esta vez” (Éxodo 9:27), lo hizo Acán: “he pecado contra Jehová” (Josué
7:20), también Balaám lo admitió, “Yo he pecado” (Números 22:34), y aun el mismo Judas
reconoció su pecado al vender a su Maestro: “yo he pecado” (Mateo 27:4). Todo esto nos enseña
que hay una conciencia que acusa al hombre de su pecado y por tanto nos dice que este es una
realidad.
3. La naturaleza evidencia las consecuencias del pecado. Romanos 8:22 La tercera fuente
que da testimonio de que el pecado existe es la misma naturaleza la cual como Pablo dice gime a
una por su redención. Esto es así ya que por causa del pecado la naturaleza ha sufrido los
estragos y deterioro ambiental por parte de un hombre malvado que no es responsable de cuidar
su medio ambiente y solo piensa en su beneficio. Cuando Dios creo la tierra, la Biblia nos dice
que era perfecta, libre de toda contaminación y un verdadero paraíso para habitar siendo el
hombre el encargado de cuidarla. Sin embargo, ya todos sabemos cómo termino esta historia y
después de la caída del hombre, su pecado afecto no solo a la humanidad, sino aquel mundo
hermoso y perfecto que Dios había creado se ha ido destruyendo poco a poco a tal punto que hoy
vivimos en un mundo lleno de plagas y enfermedades, azotado por toda clase de catástrofes
naturales y el medio ambiente va en detrimento. Si queremos encontrar la causa raíz de este
problema llegaríamos a la conclusión que es consecuencia del pecado del hombre y por ello
decimos que la naturaleza es la tercera fuente que testifica que el pecado realmente existe.
POR QUE DIOS PERMITIO EL EPCADO Una de las más grandes preguntas sin respuesta
de todos los tiempos ha sido por qué Dios, en su infinita sabiduría y poder, pudo haber
permitido la entrada del pecado en el mundo. Filósofos, teólogos, y científicos han luchado
para resolver éste problema que obviamente está fuera del alcance de su habilidad. Quizá
lo mejor que uno puede decir es que Dios permitió que el pecado entrara en el mundo
por razones que van más allá de nuestro entendimiento. Ciertamente, Él no estaba siendo
tomado inadvertidamente. Sus propósitos sagrados no habían sido impedidos, ni Él estaba
tratando de salvar algo del naufragio imprevisto. Esto no es para decir que Dios planeó que el
pecado, con toda su maldad y sufrimiento, viniera al mundo. Solamente por los buenos propósitos
conocidos por Él, a pesar del sufrimiento que esto causaría y el horrible precio que la muerte de
su Hijo debía pagar, Dios permitió que el pecado entrara, primero en el cielo, y luego en la tierra.
Lewis Sperry Chafer ha enumerado siete razones sobre el permiso divino del pecado:
1. El reconocimiento divino de la libre elección del hombre. Evidentemente es el propósito de
Dios asegurar para su propia gloria, una compañía de seres que estén poseídos de esa virtud
que es el resultado de una victoria sobre la maldad libremente elegida. Pero el hombre no puede
elegir entre el bien y el mal si no existe el mal.
2. El valor específico de seres redimidos. De acuerdo con las escrituras, Dios no es
revelado como uno que busca evitar los asuntos que surgen a causa de la presencia del
pecado en el universo. Él podría haber creado seres inocentes, no caídos, sin capacidad de
errar; pero si deseaba almas redimidas, purificadas por la sangre del sacrificio y obtenidas
a un precio infinito, la expresión de tal amor y el ejercicio de tal sacrificio sólo eran
posibles si el pecado estaba presente en el mundo.
3. La adquisición de conocimiento divino. Las criaturas de la mano de Dios deben
procurar a través de un proceso de aprendizaje, el conocimiento que Dios ha poseído
eternamente. Este sólo puede ser aprendido por experiencia y revelación. El hombre debe
aprender acerca de ambos, el bien y el mal. Debe darse cuenta de la pecaminosidad del
pecado si va a procurar de cualquier manera el conocimiento que Dios posee; pero no
puede procurar tal conocimiento a no ser que exista el pecado como una viva realidad que está
siempre demostrando su carácter pecaminoso.
4. La instrucción de ángeles. ―Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a
conocer por medio de la iglesia a los principados potestades en los lugares celestiales ...‖ (Ef.
3:10). ―. De estos versículos es posible concluir que hay ángeles observando a los hombres en
la tierra y aprendiendo hechos importantes a través de la experiencia presente de los seres
humanos. Sería tan importante que los ángeles aprendieran la verdad respecto a aquello
que es malo como lo es que aprendieran la verdad de aquello que es bueno, pero la adquisición
del conocimiento de la maldad a través de observar la experiencia humana debe ser
negada a los ángeles a no ser que la maldad sea permitida como un principio activo en el
universo.
5. La demostración del odio divino hacia la maldad. Evidentemente es de mucha importancia
para Dios el demostrar su odio hacia la maldad. El apóstol Pablo declara que Dios estaba ―...
queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder ...‖ (Rom. 9:22); pero ningún juicio, ira, o
poder en relación con el pecado podría ser descubierto aparte de la permitida presencia de
pecado en el mundo.
6. El recto juicio de toda maldad. Mucho más allá de los simples detalles de la expresión
del pecado está el hecho esencial del principio de maldad, que si ha de ser juzgado por
Dios, debe evidentemente ser traído a una demostración abierta de su verdadero carácter.
Tal demostración no podría ser asegurada con e l pecado existiendo como un evento
hipotético. Tenía que hacerse concreto y probar su verdadero carácter.
7. La manifestación y ejercicio de la gracia divina. Finalmente, y de suma importancia, en Dios
había aquello que ningún ser creado había visto jamás. Las huestes angelicales habían visto su
sabiduría, su poder y su gloria; pero nunca habían visto su gracia. No tenían ningún concepto de
la bondad de Dios al inmerecedor. Por el maravilloso acto de misericordia en el regalo de su Hijo,
como sacrificio por los pecadores, Él abrió el camino para el ejercicio de su gracia hacia aquellos
que, a causa de su pecado, merecían sólo su ira. Pero no podía haber ejercicio de la gracia
divina.
El pecado y la ley de Dios Romanos 7:7-9
Cuando Dios creo al hombre le estableció leyes que debía cumplir para vivir de manera
que agradara a su creador y que obtuviera la bendición por la obediencia a su ley. Gen 2:16
cuando el hombre desobedeció y violo la ley hubo consecuencias por su pecado. La ley de Dios
ofrece dirección, pero no justificación
Uno de los grandes problemas del pecado es su antagonismo hacia la ley de Dios. La ley
es una manifestación de su voluntad. Si decimos amar a Dios, tener comunión con Él y haber
nacidos de Él, entonces estamos en el compromiso de deleitarnos en el cumplimiento de su
voluntad, pues deseamos agradarle. El pecado es una contradicción de esa intención.
La ley de Dios
Pero, ¿cómo define Dios su ley? Esta pregunta es fundamental para nosotros, pues tiene
mucho que ver con nuestro entendimiento espiritual. En pocas palabras, las leyes de Dios son
aquellas que regulan su camino de vida y en las cuales se basará su futuro reino; son leyes
divinas y perfectas en cuanto a su propósito, equidad y aplicación. Como dice el apóstol Pablo, la
ley de Dios “es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”, al igual que “espiritual” (Romanos
7:12, 14). Y como el rey David escribió: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma”.
Las leyes bíblicas están formadas por un sistema divino de mandamientos, estatutos y
juicios que toda nación y todo ser humano debería respetar, pues Dios es el Creador de todos.
Además, las leyes de Dios definen los conceptos de justicia y pecado. Y, si las
obedecemos, siempre serán para nuestro propio beneficio (Deuteronomio 6:17-18; 7:12-14;
10:13). A pesar de los que digan tantos líderes religiosos, lay leyes de Dios no son una carga en
lo absoluto (2 Pedro 3:15-16; Mateo 11:30; 1 Juan 5:3).
A veces tendemos a ver la ley de Dios en sí misma y perdemos de vista al Dador de esa
ley. La ley es importante por razón de quien la estableció. Dios es un legislador universal, en otras
palabras, su ley abarca a todos. Nadie escapa al señorío y autoridad del Señor. No podemos es
darnos el lujo de ignorar las leyes del país en el que vivimos, pues nos encontramos bajo su
autoridad. En ese sentido, la autoridad divina comprende el mundo entero. Toda infracción de la
ley divina es un desafío a la autoridad de Dios. Sus mandamientos son una expresión de su
carácter. Pecar es amar lo contrario.
El pecado y la Ley de Dios van de la mano, porque el pecado es la transgresión de la Ley y
la Ley es la que determina donde existe el pecado. ¿Cuál es el propósito de la ley? Está en la
Biblia, Romanos 3:20, "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante
de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".
La ley es necesaria porque nos confronta y nos muestra nuestro pecado, pecado que
ofende a Dios y que atesora castigo para el día del juicio. La Ley es la que nos permite reconocer
nuestra culpa, nuestro pecado y arrepentirnos para recibir la Gracia de Dios y ser perdonados. El
verdadero creyente guarda los mandamientos (1 Juan 2:3-4, la ley de Dios se relacionan
íntimamente porque aunque la Ley no salva, sí actúa como un espejo que nos permite ver la
suciedad del pecado que hay en nosotros. Esa es la importancia de la Ley de Dios, que nos
permite ver nuestras debilidades y nuestra condición de pecado ante un Dios Santo y Justo que
no lo tolera.
¿Pero sirve la Ley para salvarnos? De ninguna manera, ella es solamente una
herramienta importante para conocer el pecado, un pecado que sin ella no tendría ningún sentido.
Pablo lo dijo: “Yo no conocí el pecado sino a través de la ley”, Romanos 7:7. Es imposible saber
lo que es malo si antes alguien no nos muestra que está mal. Y ese es el único propósito de la
Ley
EL CONCEPTO BIBLICO DEL PECADO El concepto bíblico del pecado viene de un estudio de
las palabras usadas en ambos Testamentos para definir el pecado. Los términos son numerosos,
en comparación con las palabras para denotar la gracia en la Biblia. Solamente se necesitan tres
palabras para expresar la gracia (chen y chesed en el Antiguo Testamento y charisen el Nuevo).
Por el contrario, hay por lo menos ocho palabras básicas para designar el pecado en el Antiguo
Testamento y una docena en el Nuevo Testamento. Juntas proveen los conceptos básicos que la
doctrina abarca.
Varias conclusiones se pueden sacar del estudio, de las palabras en el Nuevo Testamento.
(1) Siempre existe una norma clara contra la cual se comete el pecado. (2) En definitiva todo
pecado es rebelión contra Dios y transgresión de Sus normas. (3) El mal puede asumir una
variedad de formas. (4) La responsabilidad del hombre es definida y claramente comprendida.
Hoy más que nunca se hace necesario que la humanidad conozca su condición espiritual
ante un Dios tres veces santo, hagan lo que hagan no podrán salvarse a sí mismos, no importa
que tan bien se porten, que tan buena educación hayan recibido en sus casas (y eso es bueno)
no importa cuántas “obras buenas” hagan nada de eso le dará la salvación de sus almas. Y es
solo a través de Dios que el ser humano puede regresar a la vida, es cuando su palabra es
expuesta y el aliento de vida vivifica esos huesos secos.