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Una teoría ecológica para la intervención comunitaria: acceso y conservación de los recursos

RESUMEN

La ecología, ciencia relativamente nueva en biología utiliza algunos conceptos teóricos, que pueden, como una analogía,
permitir el desarrollo de una concepción ecosistémica de las conductas humanas. Esta concepción supera la noción del
sistema relacional para considerar al ser humano como un ser vivo que debe asegurarse un acceso a los recursos
materiales y sociales a través de un sistema social complejo y un medio ambiente físico, para favorecer su supervivencia, su
desarrollo y su adaptación biopsicosocial. Nuestra teoría sitúa los recursos en cuatro ecosistemas: el ecosistema familiar, el
ecosistema de la educación-trabajo y el ecosistema del ocio, incluidos todos en el ecosistema comunitario. Esta teoría
permite situar diferentes niveles de intervenciones preventivas y readaptativas en la psicología comunitaria.

PALABRAS CLAVE

Teoría ecológica. Adaptación e inadaptación biopsicosocial. Salud mental. Psicología comunitaria.

ABSTRACT

Ecology, a relatively new biological science, uses some theoretical concepts that can, by analogy, open the way for the
development of an ecosystemic understanding of human behaviour. This understanding can go beyond the relational system
to consider human beings most importantly as living beings that must assure themselves of an access to material and social
resources through a complex social system and physical environment to favour their survival, development and
biopsychosocial adaptation.

Our theory puts resources into four ecosystems: the family ecosystem, the education work ecosystem and the leisure
ecosystem, all of which are within the community ecosystem. This theory provides us with different levels ilf preventive and
readaptive interventions in the field of community psychology.

(*) El autor desea expresar su más sincero agradecimiento a Lilen Combino, B. ed. por la traducción al español del artículo
así como a Miguel Angel Dorado Mimbrero e Inmaculada Bellerín por la posterior revisión del texto.

Département des sciences du compartement humain, 1265, 7tième nie Val-D'Or (Québec), Canada, J9P 3R9. Tel.: (819)
824-9202. Fax- (819) 825-5361.

KEY WORDS

Theory ecology. Biopsychosocial adaptation and inadaptation. Mental health. Community psychology.

INTRODUCCION

En este artículo, presentaré una teoría que permita comprender la adaptación y la inadaptación biopsicosocial basada en
una perspectiva ecológica. Es obvio que este modelo es, a lo sumo, una herramienta conceptual que permite integrar
conocimientos, y examinarlos con una perspectiva particular, elaborar nuevas hipótesis, y brindar un cuadro teórico a partir
del cual se puedan elaborar estrategias de intervención. Las teorías habitualmente se asientan sobre dos aspectos distintos:
el primero, describe los aspectos dinámicos (motivación, necesidades, etc.) y el segundo presenta los aspectos
estructurales dentro de los cuales se desarrollan los aspectos dinámicos. La primera parte del artículo desarrollará la teoría
y la segunda las consecuencias prácticas de esta teoría.

Numerosas disciplinas en el campo de las ciencias humanas y de la salud, han contribuido desde principios de siglo a
esclarecer la comprensión del comportamiento humano, pero esas disciplinas han ocasionado un conjunto heterogéneo de
conocimientos, que tienen como electo que los modelos y teorías reflejen a menudo un campo de conocimientos restringido
del cual dependen, en el campo de la intervención en salud mental o en psiquiatría, los mismos problemas.

La perspectiva ecológica tal vez permite abarcar estas disciplinas y emprender una integración de conocimientos que
reflejan la complejidad del comportamiento humano. Siendo la ecología un término de moda, es una disciplina que sin
embargo no se puede asimilar a cualquier cosa: contiene premisas, conceptos y principios, que vamos a abordar de
inmediato.

La ecología se propone estudiar los medios donde viven y se reproducen los seres vivos, y las relaciones complejas que
mantienen esos seres entre ellos y con su medio. El medio de esos seres vivos se sitúa en un marco espacial y temporal;
esto correspondería al concepto de ecosistema. En estos ecosistemas, existe una organización compleja entre los
elementos abióticos (factores físicos: relieve, clima, temperatura) y los elementos bióticos (los seres vivos). Esta
organización implica una interdependencia de los elementos que se hallan en equilibrio, y cada uno de ellos trata de ocupar
un nicho ecológico que corresponde a un sitio propicio para su supervivencia, su desarrollo y su reproducción. En los
ecosistemas, los cambios son habitualmente lentos, pero todo cambio implica una modificación de la organización que le
exige a cada uno de los miembros una adaptación (transición). Algunos cambios bióticos o abióticos pueden aparecer de
pronto y producir un desequilibrio importante en la organización (perturbación). Esta nueva demanda de adaptación puede
modificar los nichos ecológicos de los miembros y hacer desaparecer algunas especies. Según el principio de la
homeostasis, los seres vivos tratarán de hallar un nuevo equilibrio.

En el campo de la etología, que es el estudio biológico del comportamiento, la ecología comportamental ha permitido
comprender en varias especies la flexibilidad de conductas que se creían instintivas (Krebb & Davis, 1978). Pero la
perspectiva ecológica, que ha contribuido al avance de los conocimientos sobre el comportamiento social de otras especies,
¿podría ser de alguna utilidad en el caso de un ser tan complejo como el humano?. Creemos que sí.

Para empezar, el ser humano, aunque posee características que le son propias y que han ido formándose durante miles de
años de evolución, comparte con las otras especies de este planeta una característica fundamental: es un ser vivo. Como
ser vivo, a fin de preservar su integridad biológica, de desarrollarse, de reproducirse, debe asegurarse el acceso a un cierto
número de recursos, que son por otro lado limitados en contextos espaciales y temporales definidos. Lo mismo que muchas
especies sociales, su acceso a las necesidades de la vida está mediatizado por un sistema social complejo que se apoya
sobre un equilibrio entre dos fuerzas opuestas: la cooperación y la competición. La adaptación a un medio físico y social en
un ser humano está asegurada por mecanismos comportamentales muy flexibles, de los cuales la mayoría son el resultado
de un aprendizaje al contacto con su cultura (Fester & Skinner, 1957). Lo que lo caracteriza es, sin duda, esta gran
flexibilidad comportamental asegurada por sistemas nerviosos de una gran complejidad que le permite desarrollar una
representación de su propio comportamiento, de su medio-ambiente físico y social, y de sus interacciones con ellos
(Rogers, 1947).

Estas extraordinarias capacidades cognitivas le permiten elaborar estrategias muy elaboradas que pueden contener
dimensiones temporales para tener acceso a las necesidades de la vida.

Hay que entender que la perspectiva ecológica, en el contexto de los ecosistemas humanos, no puede ser utilizada como
una homología, sino más bien como una analogía. Un elemento de importancia extrema es aquel relativo a la selección
natural. En un ecosistema natural, los elementos que tienen más dificultades para adaptarse podrían, según el Darwinismo
social, ser considerados como víctimas de la naturaleza. Ello no es así en lo ecosistemas humanos, en los cuales los
individuos más vulnerables no son víctimas de la naturaleza, sino de decisiones políticas (Catalano, 1979).

Según estos ecologistas sociales, los factores abióticos de la comunidad. son esencialmente económicos, y toda
modificación de esos parámetros produce un desequilibrio al nivel de los roles, de los ambientes físicos y de las reglas
sociales que tienen como función mantener esos equilibrios. En esta concepción, los individuos que tratan de adaptarse a
nuevos roles, a nuevos ambientes y a nuevas reglas, son los más susceptibles de desarrollar comportamientos que serán
juzgados como socialmente anormales.

LAS NECESIDADES DE LA VIDA

La adaptación del ser humano está ligada en gran parte a su capacidad para obtener una situación económica que le
permita tener acceso a las necesidades de la vida. Cabe preguntarse: ¿Qué se entiende por «necesidades de la vida» en el
caso del hombre? Evidentemente, como todo ser vivo, debe satisfacer plenamente sus necesidades biológicas de base
(alimentación, vivienda, sexualidad y otros). Su nivel socioeconómico determinará en gran medida la calidad de los recursos
que le serán disponibles, lo que influenciará su bienestar. Sin embargo, las diferentes sociedades presentan a sus miembros
modelos culturales de lo que aparece como necesario para su bienestar. La integración cognitiva de esos modelos crea
necesidades no biológicas igualmente reales. La constatación de la diferencia entre los recursos de los cuales dispone el
individuo y los que le parecen necesarios es igualmente una causa de tensión importante.

La mayoría de los estudios epidemiológicos hechos en todo el mundo, tanto bajo la forma de investigación en las
comunidades como en los estudios de archivos, señalan un estrecho lazo entre la aparición de la sintomatología y las
variables socioeconómicas, siendo más vulnerables los individuos de menores ingresos (Caron, Martel y Vitaro: 1988,
Fortin, 1987). La proposición de los ecologistas parece entonces confirmar cada vez más que el acceso a los recursos y a
las necesidades de la vida está modulado por variables económicas, y que las personas de bajos ingresos son más
vulnerables a una tensión suplementaria y a veces determinante del estado de su salud.

El contexto social de apoyo está reconocido como una variable que produce un efecto paragüas entre los efectos de la
tensión (estrés) y el desarrollo de una sintomatología (Cohen y Wills: 1985). Estudios específicos referentes a la salud
mental demuestran claramente la relación entre la severidad de los desórdenes emocionales y la calidad del apoyo social
disponible (Kessler y McLeof: 1985). Varias hipótesis permiten explicar el rol del apoyo social como factor de protección. La
contribución de Weiss (1973) es particularmente interesante en la comprensión de la importancia de las relaciones sociales,
para el mantenimiento del equilibrio. El describe cinco funciones que permiten lograr las relaciones sociales, a saber: la
integración emocional, la integración social, la ocasión de sentirse útil y necesario, la autovaloración o autoestima, y la
adquisición de ayuda material concreta.

De igual manera que los recursos materiales, los recursos sociales parecen entonces una necesidad de la vida que
contribuye al equilibrio bio-psico-social del individuo, a su desarrollo y a su bienestar.

La problemática del ser humano es entonces, según nosotros, la problemática de los seres vivos. Para sobrevivir
desarrollarse y asegurar su bienestar, el ser humano debe encontrar un nicho ecológico en sus ecosistemas, y ser capaz de
realizar los roles que le permitan tener acceso a los recursos sociales y materiales de su medio.

MODELO DE INTERVENCION COMUNITARIA EN PSICOLOGIA

En esta segunda parte de nuestro artículo, presentaremos un modelo ecológico que permita situar al individuo en sus
principales ecosistemas, examinar sus interacciones y los factores que los afectan (Figura l).

Nuestra concepción del desarrollo se adhiere a la definición de Bornfenbrenner (1979) en el sentido de que el desarrollo
implica una acomodación progresiva y mutua entre un ser humano en crecimiento y, las propiedades cambiantes de los
entornos inmediatos en los cuales evoluciona este individuo; ese proceso está afectado por las relaciones entre esos
medios, así como, por los contextos más globales dentro de los cuales esos medios están imbricados.

Hemos definido tres medios de vida sociales dentro de los cuales el individu, a través de su desarrollo, está directamente
implicado: el ecosistema familiar, el ecosistema de la educación o del trabajo, y el ecosistema de las actividades
socioculturales; tres ecosistemas en interacción que son englobados por el ecosistema comunitario. Este último ecosistema
comunitario incluye otros microsistemas con los que los individuos tienen interacciones (ej. todas las instituciones de la
comunidad); pero los tres anteriores son los más importantes para la mayoría de la población. La interacción entre el
individuo y sus ecosistemas está afectada por contextos ambientales más globales como los factores sociales, económicos,
políticos y culturales propios de la sociedad en la cual se inscriben, y por factores físicos relativos a la situación geográfica
de la comunidad.

1. El ecosistema familiar

Este ecosistema es el primer medio de vida en el cual el individuo va a evolucionar. Sus roles y situaciones se modificarán
en el curso de su crecimiento, pasando de la infancia a la adolescencia y luego a la edad adulta, donde puede recrear un
nuevo ecosistema familiar, volviéndose él mismo padre o madre. El ecosistema familiar está también en constante evolución
dado el crecimiento de los individuos que lo forman, y por los cambios que se producen a nivel de las interacciones
grupales. Este ecosistema está influenciado por factores sociales, culturales, económicos y políticos que determinarán su
tipo de organización y las modalidades de interacciones entre los diferentes miembros de la familia, así como por los tipos
de contingencias relativas a los comportamientos del individuo. Por otro lado, se inscribirá en un contexto espacial cuyos
parámetros físicos afectarán a la organización prevaleciente. Este ecosistema está, dado el carácter de sus miembros, en
interacción constante con el ecosistema de la educación y del trabajo, así como con el ecosistema de las actividades socio-
culturales (esparcimiento) y, el ecosistema de la comunidad.

2. El ecosistema educación y trabajo

El ecosistema educación es habitualmente el segundo medio social organizado dentro del cual el individuo continuará su
crecimiento y sus aprendizajes, tanto en el plano socia afectivo como en el cognitivo. El niño descubrirá en él nuevos
valores, creará nuevas interacciones sociales y desarrollará las habilidades necesarias para su crecimiento y obtención de
un nicho o de un lugar en el medio laboral.

Este ecosistema está presente para el niño y el adolescente, y su presencia se continúa en algunos individuos en la edad
adulta. El ecosistema trabajo constituye la prolongación del ecosistema educación. Además de ser un lugar de donde el
individuo extrae sus recursos económicos, constituye un medio propicio para la creación de relaciones sociales importantes,
y puede constituir un medio de autorealización y de crecimiento para el individuo, Los roles y situaciones del individuo
cambiarán en el curso de su desarrollo dentro de este ecosistema. Es obvio que el ecosistema educación y trabajo están
fuertemente influenciados por los factores sociales, culturales, físicos, económicos y políticos, así como por el marco
espacial dentro del cual éstos se inscriben. Además, este ecosistema está en interacción con los ecosistemas familiar y el
de las actividades socio-culturales.

3. El ecosistema de las actividades socio-culturales (esparcimiento)

Este ecosistema constituye un conjunto de microsistemas exteriores a la familia, a la escuela o al trabajo, aunque esté en
constante interacción con estos diferentes medios. Estos microsistemas se componen de lugares de vida que el individuo
frecuenta en la realización de sus actividades deportivas, sociales, culturales... Esto engloba los amigos, las relaciones
sociales, los grupos de individuos que practican las mismas actividades recreativas. Este ecosistema está fuertemente
influenciado en nuestra sociedad por el ecosistema comunitario a cargo de la organización de los servicios de
esparcimiento, y por la situación geográfica de la comunidad. Este ecosistema se modifica constantemente a lo largo del
desarrollo de individuo, y los factores socio-culturales, económicos y políticos tienen una incidencia directa sobre él.

4. El ecosistema comunitario Factores físicos:

Representa el medio de vida geográfico dentro del cual están organizados los ecosistemas precedentes, y con los cuales
los individuos están directamente en interacción. Habitualmente constituye un medio autónomo, con ciertas características
sociales, culturales, económicas y políticas que les son propias, aunque reflejen las características de la sociedad o del país
al cual pertenece. Corresponde habitualmente a los pueblos, a las pequeñas ciudades o a los barrios de las grandes
ciudades. El ecosistema comunitario tiene como función la organización de servicios, con el fin de responder a las
necesidades de los ecosistemas familiar, educación y trabajo, y actividades socio-culturales.

5. Los factores del medio ambiente

Los principales factores ambientales que afectan al individuo y sus diferentes ecosistemas son los siguientes: políticos,
económicos, socio-culturales y físicos.

Factores políticos:

- Se refiere al modo en que se produce una toma de decisión relativa a la vida de los individuos o de las colectividades en
cuanto al tipo de sociedad, a su economía y a su organización social en una región geográfica determinada.

Factores económicos:

- Constituyen los modos de producción, de distribución y de consumo de las riquezas de una sociedad dada.

Factores socio-culturales:

- Se refiere al conjunto de normas, valores, creencias y costumbres adoptadas y compartidas por una sociedad dada.

- Se refiere a las diferentes características físicas relativas a una situación geográfica de un país, una ciudad, un pueblo. Por
ejemplo: clima, relieve, distancia, altitud, etc...

6. El individuo

El individuo posee un conjunto de características biológicas que le son propias, y que son resultantes de una herencia
genética, de influencias prenatales o sea del resultado de su interacción con el medio ambiente.

Los estudios longitudinales de Thomas, Chess & Birch (1968) sobre el desarrollo, y los de Torgensen & Kringlen (1980)
sobre los mellizos, han permitido identificar ciertas características comportamentales «ambientalmente» estables, es decir
que están presentes desde el nacimiento y que no tienen tendencia a modificarse sensiblemente en su contacto con el
medioambiente. Estas predisposiciones más bien estables, en interacción con las presiones ambientales, constituyen la
base de la construcción del «temperamento». Queremos insistir sobre dos de ellas, que nos parecen particularmente
importantes; nos referimos a la capacidad de adaptación a situaciones nuevas y a personas extrañas, y a la persistencia. En
efecto, la capacidad de adaptación a situaciones nuevas y a personas extrañas es muy importante en la perspectiva
ecológica, ya que las causas de la tensión (o estrés), concebidas según este modelo, se presentan habitualmente cuando
hay desequilibrio en los roles que las personas deben jugar.

Esto implica entonces que una persona que tiene una capacidad elevada de adaptación a situaciones nuevas va a
minimizar la tensión engendrada por el mencionado desequilibrio, adaptándose más rápidamente y fácilmente a nuevos
roles y a nuevas personas. Hay que concebir estos rasgos del temperamento como características que no son de tipo «todo
o nada», sino más bien situarlas en un continium, o sea en un margen de flexibilidad determinado biológicamente. Por otro
lado, es plausible pensar que pueden existir períodos sensibles del desarrollo que favorezcan la influencia del medio
ambiente sobre el desarrollo de estos rasgos. Sin embargo, a cantidad y calidad igual de estimulación, un individuo mejor
predispuesto se adaptará más fácilmente a nuevos roles, y minimizará su tensión.

La capacidad de ejercer ciertos roles depende también de la adquisición de las habilidades necesarias para ello; como el
aprendizaje de estas habilidades no se efectúa en un solo intento, un rasgo de persistencia favorable en un individuo
facilitará su motivación para desarrollar las competencias requeridas para cumplir con nuevos roles, y favorecerá así su
adaptación. Está también cada vez más admitido que el tipo de sintomatología que desarrollará un individuo dado en un
ecosistema dado es función de ciertas predisposiciones genéticas.

7. El repertorio cognoscitivo

Como hemos señalado anteriormente, el ser humano, en el curso de su evolución, ha desarrollado, a fines de adaptarse a
sus medios, una capacidad cognoscitiva que le permite representarse su ambiente, los recursos que están presentes, y
elaborar estrategias que le permitan tener acceso a ellos (resolución de problemas).

En el curso de su desarrollo, el individuo construirá entonces una representación de sus ecosistemas, de su roles y de su
propio funcionamiento en sus ecosistemas. A través de las retroacciones de su entorno sobre su capacidad de asumir
ciertos roles y de acceder a los recursos, desarrollará una representación de él mismo, de su propio valor y de su propio
funcionamiento social. Este proceso corresponde, en la corriente fenomenológica, al concepto de sí mismo, bien descrito
por Rogers (1947), retomado por Staats (1986) en su teoría integradora del Behaviorismo social y por Oppenmeier &
Oosterwegel (1989); el desarrollo de ese concepto estaría asegurado por la adquisición del lenguaje, que permitiría
entonces un etiquetado de sus propios comportamientos según una dimensión positiva-negativa.

El individuo, en el ejercicio de sus roles, percibirá entonces varias dimensiones, a saber:

a) Sus roles reales percibidos por él mismo.

b) Sus roles ideales, percibidos por él mismo.

e) Sus roles reales supuestos, percibidos por los otros.

d) Sus roles ideales supuestos, esperados por los otros.

A estas percepciones de sus roles vendrán a superponerse otras:


a) La percepción de los roles que el medio ambiente social posee del sujeto.

b) Los roles ideales que el entorno atribuye al sujeto.

Cuando todas esas percepciones de roles se superponen armoniosamente y a su vez le permiten al individuo tener acceso
a los recursos afectivos y materiales, el individuo funcionará de manera óptima. Toda diferencia entre los roles asumidos y
aquellos esperados por los otros miembros, o por él mismo, ocasionará un período de tensión producido por el ecosistema
en su intento de reencontrar su equilibrio. El individuo desarrollará una representación más o menos positiva de su
funcionamiento, según la distancia existente entre esos roles. De esta representación se desarrollará la estima de sí mismo,
que según Caplan (1964) es una dimensión fundamental de equilibrio psicológico.

La capacidad del individuo de representarse el funcionamiento de los otros miembros de sus ecosistemas y los problemas
correspondientes es igualmente una habilidad cognoscitiva fundamental: ello le permite elaborar estrategias sociales que le
favorecen el acceso a los recursos.

La adquisición de una perspectiva temporal es también una habilidad cognoscitiva muy importante. El ser humano vive en
espacios y tiempos «reales»; debe aprender a administrar su tiempo, que es limitado. Este límite implica un presupuesto
temporal que él debe repartir de manera óptima en cada uno de sus ecosistemas.

8. Los roles y las habilidades

Como hemos visto anteriormente, el equilibrio de un ecosistema está en parte asegurado por la interdependencia de los
roles asumidos por cada uno de los organismos. Los roles que el individuo tiene que asumir implican habilidades
instrumentales y sociales que se desarrollan por el aprendizaje instrumental y el modelado (Staats, 1986). Ser padre, ocupar
una función en la empresa o en los servicios, ser un amigo, necesitan habilidades particulares. La competencia para
ejercerlas favorecerá la adaptación.

Toda perturbación en un ecosistema necesita una redefinición de los roles y exige la adquisición de nuevas habilidades. La
rapidez de adquisición de las aptitudes es entonces una variable que minimizara el período de tensión necesario por la
adaptación de los nuevos roles. Además de las aptitudes específicas adecuadas a sus diferentes ideologías, dos grandes
tipos de aptitudes sociales parecen importantes: la cooperación y la competición no destructiva (Vitaro & Caron: 1985). En
efecto, en el ejercicio de sus diferentes roles, los individuos deben a menudo competir con sus iguales, a fin de tener acceso
a los recursos materiales o sociales a veces limitados, en tanto que en otros casos, la mejor estrategia consiste en cooperar
con esos mismos individuos.

LA ADAPTACIÓN Y LA INADAPTACIÓN.

La adaptación, en la perspectiva que hemos desarrollado, se realiza cuando el individuo logra ocupar nichos ecológicos en
sus ecosistemas que, por los roles que despliega, le permiten acceder a recursos socio-afectivos v eriales.

Nuestra concepción de la inadaptación está basada en el concepto de tensión (estrés) desarrollado por Selye (1974) y
retomado por varios autores, de entre los cuales Dohrenwend (1978) elaboró un modelo conceptual de inadaptación que se
apoya en el concepto de tensión psicológica. Esta autora diferencia la tensión psicológica de la psicopatología y no ve las
reacciones emotivas inmediatas de los acontecimientos causantes de la tensión como patológicas, sino más bien, como un
estado transitorio de perturbación, producido por el intento del organismo para la adaptación. Esta reacción transitoria de las
tensiones está mediada por un proceso que implica una interacción compleja de los factores situacionales y psicológicos
que determinará el cambio, ya sea hacia un crecimiento psicológico, al retorno al estado de estabilidad anterior o al
desarrollo de una psicopatología. Entre los factores situacionales, la presencia de recursos materiales y de una red de
apoyo social son buenos predictores de la adaptación, y su ausencia favorece la transición hacia un estado patológico. Los
mediadores psicológicos estarían compuestos de aspiraciones y de los valores de los individuos, y de sus competencias
personales.

La diferencia fundamental entre nuestra teoría y la de Dohrenwend es que esta última propone que los recursos materiales
y sociales son factores situacionales que permiten proteger a la persona contra los efectos del estrés. La nuestra, por el
contrario, propone que es la tentativa de acceder y de conservar los recursos materiales y sociales lo que va a generar el
estrés. Nosotros atribuimos un rol mucho más importante a esos factores ya que para nosotros suponen los aspectos
dinámicos de la conducta humana y del equilibrio. Además es evidente, cuando examinamos las escalas que miden los
acontecimientos generadores del estrés (Holmes & Rahe, 1967, McCubbin & Thomson, 1987), que la mayoría implica la
pérdida de recursos sociales y materiales o cambios de roles para acceder o conservar aquellos. Creemos que, nuestra
teoría permite resolver un importante problema teórico-metodológico que proviene de la oposición entre el concepto de
apoyo social y el de estrés: cuando medimos con escalas los acontecimientos de estrés, medimos en el mismo tiempo
aspectos de la red social. Es por lo que obtenemos siempre correlaciones negativas entre los efectos del estrés y una
buena calidad de apoyo social. Además, la mayoría de las escalas se preocupan únicamente de los acontecimientos y poco
de los factores de estrés que provienen de las dificultades crónicas y cotidianas en las relaciones sociales o de los aspectos
materiales de la vida. Creemos que debe hacerse un esfuerzo conceptual por parte de los investigadores para desarrollar
nuevas escalas que midan los efectos del estrés crónico.

Por ello a partir de nuestro modelo ecosistémico proponemos que la adaptación variará según los siguientes factores:

1. La calidad de los ecosistemas.

La calidad de los ecosistemas está asegurada por la riqueza de los recursos socio-afectivos y materiales presentes en cada
uno de los ecosistemas.

Nosotros postulamos que: cuanto más ricos en recursos materiales y socio-afectivos sean los ecosistemas en los cuales se
desarrollan y evolucionan los individuos, más favorecida estará su adaptación: y al contrario, cuando más pobres sean estos
ecosistemas, más elevado será el riesgo de inadaptación.

2. La explotación equilibrada de los ecosistemas.

La noción de equilibrio se aplica a la vez entre las actividades ligadas a la adquisición de recursos materiales y socio-
afectivos y entre los diferentes ecosistemas de los cuales el individuo extrae esos recursos

Nosotros postulamos entonces que: la vulnerabilidad del individuo se acrecienta a medio y largo plazo cuando sus
inversiones están concentradas en la explotación de los recursos de un solo ecosistema

3. La estabilidad de los ecosistemas.

Según el principio de homeostasis, un sistema tiene tendencia a buscar un estado de equilibrio. El equilibrio se produce
cuando cada uno de los elementos encuentra en el ecosistema un nicho propicio para su supervivencia y su desarrollo, y
desempeña entonces un rol complementario a los otros elementos en la producción y el consumo de los recursos. Sin
embargo, pueden sobrevenir perturbaciones que rompan este equilibrio, y el sistema estará entonces en transición,
implicando un período de tensión que producirá una demanda de adaptación de cada uno de los elementos, a fin de
encontrar nuevamente un nicho apropiado. Ello implica, seguidamente, una modificación de los roles del individuo.

Podemos postular entonces que:

1. cuanto más implique la perturbación modificaciones en los roles, más se prolongará la transición en el ecosistema y más
importante será la tensión para los individuos, en particular para aquellos en quienes una demanda de adaptación a nuevos
roles sea importante;

2. cuanto más afecte la perturbación la calidad y la cantidad de los recursos disponibles, más largo será el periodo de
transición, y más importante será la tensión para los individuos, en particular para los más afectados por la escasez.

4. Las competencias sociales e instrumentales apropiadas a los roles en los ecosistemas.

El ejercicio de los diferentes roles implica el dominio de las habilidades y competencias específicas. Postulamos que:

1. toda diferencia entre las habilidades desplegadas, las esperadas por el sistema y las idealmente fijadas por el individuo-
será generadora de tensión para el conjunto de los miembros de un ecosistema, pero especialmente para los individuos que
tienen un repertorio comportamental deficitario o inapropiado y para los miembros de este sistema cuyas necesidades están
insatisfechas a causa de incompetencia o de falta de motivación para cumplir con sus roles;

2. la diversidad y la plasticidad del repertorio comportamental favorecerán la adaptación, y la pobreza y la rigidez del
repertorio serán generadoras de tensión;

3. el dominio de las habilidades instrumentales necesario para la gestión de las crisis favorecerá la adaptación, y su
ausencia amplificará la tensión ya presente.

5. Las competencias cognoscitivas y la autoestima.

La adquisición de un repertorio cognoscitivo, permitirá al individuo localizar los recursos y los elementos perjudiciales de sus
ecosistemas, elaborar estrategias a fin de tener acceso a esos recursos y evitar los posibles peligros que estarían
presentes. Ello le permitirá desarrollar una representación de sus propios comportamientos y del de los otros miembros, de
sus esperanzas y los desafíos sociales en curso en su sistema. La adquisición de una perspectiva temporal y de habilidades
para administrar su tiempo favorecerán la adaptación. Estas últimas competencias son particularmente importantes, ya que
el ejercicio de los múltiples roles exige un desgaste temporal; una mala gestión del tiempo puede impedir que un individuo
cumpla adecuadamente con sus roles aunque posea las habilidades necesarias.

Postulamos que:

1. el dominio de las competencias cognoscitivas apropiadas a los ecosistemas favorecerá la adaptación, y su ausencia será
generadora de tensión;

2. la percepción de una diferencia entre los roles esperados, supuestos ideales y aquellos percibidos por el individuo será
generadora de tensión;

3. la diversidad y la plasticidad del repertorio cognoscitivo favorecerá la adaptación durante los cambios de roles o de
ecosistemas;

4. las habilidades cognoscitivas de gestión de las crisis disminuirá la vulnerabilidad durante la aparición de elementos de
tensión importantes;

5. una concepción positiva de sí mismo favorecerá la adaptación, y cuando ésta sea negativa, contribuirá a acentuar la
tensión ya presente en el individuo.

6. Los determinantes y las predisposiciones biológicas

Nosotros postulamos que:

1. la presencia de deficiencias físicas, provenientes de enfermedades, accidentes, causas congénitas o del proceso de
envejecimiento, volverá más problemática la adaptación y será generadora de tensión; y cuanto más limitan las deficiencias
el acceso a los recursos más intensa es la tensión;

2. la presencia de rasgos de temperamento favorables, como la facilidad de adaptación a situaciones nuevas y a personas
extrañas, así como la persistencia, favorecerá la adaptación,

3. la capacidad de resistencia a las tensiones, y el tipo de sintomatología manifestado en períodos de tensión, serán
determinados por la interacción de predisposiciones biológicas y de variables ambientales

LA INTERVENCION PREVENTIVA EN UNA PERSPECTIVA COMUNITARIA ECOSISTEMICA

Nuestro concepto de la prevención implica intervenciones que apuntan a la promoción de la calidad, la cantidad y la
diversidad de los recursos humanos y materiales en los ecosistemas, y a la promoción de competencias cognoscitivas,
instrumentales y sociales apropiadas al ejercicio de diferentes roles en la vida cotidiana y cuando sobrevienen períodos de
tensión. Ello trata de reducir las causas de tensión presentes en los ecosistemas (comunitario, familiar, trabajo-educación y
esparcimiento), y aquellos asociados a los períodos de transición.
Es obvio que una intervención eficaz debe reposar sobre el conocimiento de los factores asociados a la noción de
ecosistema rico en recursos, y a los mecanismos que le permiten enriquecerlos. El conocimiento de las aptitudes asociadas
a los diferentes roles en la vida cotidiana o en períodos de crisis es igualmente esencial en su puesta en situación. Los
conocimientos actuales sobre estos fenómenos son aún muy fragmentarios y necesitan grandes programas de
investigación.

La prevención implica entonces intervenciones sobre condiciones ambientales que favorezcan la accesibilidad a los
recursos o que sean generadoras de tensiones y las modificaciones que favorezcan el desarrollo de aptitudes individuales, y
ello desarrollando condiciones propicias en el interior de los ecosistemas que favorezcan el aprendizaje de estas aptitudes a
sus miembros. Esta prevención corresponde al concepto de prevención primaria elaborado por Caplan (1964), y excluye las
formas de intervención cuando un proceso de psicopatología está presente en el individuo. Será entonces un proceso
readaptivo o reeducativo, según la perspectiva utilizada.

Las actividades de prevención pueden apuntar varias metas:

1. El enriquecimiento de los ecosistemas en la calidad, la cantidad y la diversidad de los recursos materiales y socio-
afectivos en que ellos están disponibles para sus miembros.

- identificación e intervención sobre los factores económicos, físicos, políticos, sociales y culturales que afectan a la calidad
de los recursos presentes o que constituyen causas de tensión en los ecosistemas (nivel l);

- planificación y organización de los servicios del ecosistema comunitario según las necesidades de los otros ecosistemas y
de sus miembros (nivel 2);

- identificación y reducción de las causas de tensión en los ecosistemas (niveles 2-3).

2. La identificación y la promoción de las aptitudes instrumentales adecuadas para los diferentes roles en los ecosistemas
(niveles 3-4).

- promoción de aptitudes sociales;

- promoción de aptitudes familiares;

- promoción de aptitudes educativas y pedagógicas;

- promoción de aptitudes profesionales;

- promoción de aptitudes de gestión de la crisis;

- promoción de aptitudes generales intersistémicas.

3. Clarificación de las esperanzas recíprocas en los roles, por la introducción de mecanismos de comunicación entre los
miembros de los ecosistemas (nivel 3).

4. Facilitación de las transiciones en los roles y entre los ecosistemas (nivel 3) por el desarrollo progresivo de competencias
para el ejercicio de nuevos roles y por la exposición gradual a los agentes de tensión presentes en un nuevo ecosistema.

5. Identificación y promoción de las habilidades cognoscitivas adecuadas para los diferentes roles en los ecosistemas (nivel
5).

- promoción de aptitudes específicas;

- promoción de aptitudes intersistémicas;

- promoción de aptitudes para la gestión del tiempo;

- promoción de aptitudes para la gestión de las crisis.


6. Identificación y promoción de las habilidades de gestión del estrés (niveles 5-6).

7. Identificación de las predisposiciones biológicas (ej. temperamento) y de los períodos sensibles del desarrollo (ej. lazos
emotivos) que tendrán un impacto sobre el proceso de crecimiento biológico, psicológico y social ulterior de los individuos.
Educación de los miembros de los ecosistemas para que tomen conciencia de estos factores biológicos en sus
interacciones (nivel 6).

8. Identificación de los factores de vulnerabilidad biológica, y educación de la población (nivel 6).

LA INTERVENCION REEDUCATIVA O READAPTATIVA

El proceso de readaptación apuntará principalmente a restablecer la capacidad del individuo para tener acceso a los
recursos socio-afectivos y materiales en sus ecosistemas. Apuntará entonces a restablecer el equilibrio bio-psicológico del
individuo, sus capacidades cognoscitivas, y las habilidades necesarias para el cumplimiento de los roles que le permiten
acceder a los recursos de su medio. Cuando los recursos de sus ecosistemas son deficientes o ausentes, se tratará
entonces de poner en marcha intervenciones dirigidas al enriquecimiento de estos ecosistemas, o si cabe, a su
reconstrucción.

Cuando un individuo se presenta en un servicio por un problema bio-psico-social, la primera etapa consiste en la evaluación
del problema. Nos parece esencial que tal evaluación trate tanto de los ecosistemas en los cuales el individuo evoluciona y
los contextos ambientales, como de las características y repertorios comportamentales que el individuo ha desarrollado. El
problema debe ser definido en una perspectiva ecológica, siendo el individuo indisociable de su ambiente.

El primer nivel de evaluación y de intervención trata entonces del funcionamiento fisiológico y psicofisiológico del individuo,
su capacidad de resistencia a la tensión, sus reacciones psicosomáticas frente a los problemas presentados, la
identificación de sus deficiencias físicas o neurológicas (nivel 6).

El segundo nivel de evaluación y de intervención trata del repertorio cognoscitivo, o la percepción del individuo frente a sí
mismo, y de las creencias que ha desarrollado en cuanto a su funcionamiento personal; la evaluación del repertorio
cognoscitivo debe incluir la manera en que él percibe los ecosistemas en los cuales evoluciona, y la percepción de su
funcionamiento dentro de éstos, sus capacidades de resolución de problemas y de gestión del tiempo (nivel 5).

El tercer nivel de evaluación e intervención trata del tipo de interacción que prevalece entre el individuo y los tres principales
ecosistemas: la familia, el medio escolar o del trabajo, y la organización de su esparcimiento. Se trata de evaluar y de
restablecer las competencias y habilidades para ejercer los roles exigidos. La evaluación debe tratar de determinar el tipo de
equilibrio que se ha establecido entre el individuo y sus ecosistemas.

Aún en una perspectiva reeducativa, la evaluación debe tener en cuenta que los problemas del individuo se sitúan en una
perspectiva psico-sociológica que implica el funcionamiento del individuo y de los ecosistemas familia, educación-trabajo y
esparcimiento, que están en relación estrecha con el ecosistema comunitario y los factores sociales, culturales, políticos,
económicos y físicos presentes en un medio dado, lo que corresponde a los niveles 1-2-3 de nuestro esquema explicativo.
Sin embargo, la intervención de tipo reeducativa está particularmente determinada por la evaluación de los niveles 4-5-6.
Según los resultados de la evaluación, las intervenciones podrán entonces situarse en uno de estos niveles, o en todos los
niveles a la vez.

En la perspectiva de una intervención reeducativa de tipo comunitario, un equipo debe estar en condiciones de dispensar
los servicios de evaluación y de rehabilitación que toman en consideración el aspecto ecológico de los problemas
presentados y de los servicios de intervención, tanto a nivel psicofisiológico, a nivel del repertorio cognoscitivo, y a nivel de
los repertorios comportamentales sociales relativos a cada uno de los ecosistemas.

Si finalmente esta teoría puede generar proyectos de investigación, desarrollo de nuevas teorías y ayudar a los
interventores en el campo de la salud, nuestro objetivo se habrá cumplido.

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