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Sentencia Penal Acceso Carnal Abusivo

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REPÚBLICA DE COLOMBIA

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL


SANTA ROSA DE VITERBO

“PATRIMONIO HISTÓRICO Y CULTURAL DE LA NACIÓN”


Ley 1128 de 2007

SALA ÚNICA

Radicación: 157573189001201300096-01
Clase De Proceso: Acceso Carnal Abusivo Con Menor De 14 Años
Demandado: Timoteo Martínez Ruiz
Juzgado de Origen: Juzgado promiscuo del Circuito de Socha
Decisión: Confirma Decisión
Aprobada Acta no. 014
Magistrado ponente: Dra. Gloria Inés Linares Villalba
Sala 3ª de decisión

ACCESO CARNAL ABUSIVO CON MENOR DE 14 AÑOS- ERROR DE


PROHIBICION-Error invencible

El delito de acceso carnal abusivo con menor de catorce años-Artículos


208 y 212 de la Ley 599 de 2000.Lo que se persigue proteger no es la libertad
sexual, sino la integridad y formación sexuales de quienes aún no tienen
autonomía para dar su consentimiento a la hora de realizar actos de contenido
sexual.

Naturaleza del bien jurídico-Resulta intrascendente en este tipo de


comportamientos, el consentimiento proveniente del sujeto pasivo de la
conducta para que se estructure el tipo penal.

El error de prohibición- Obra en error de prohibición quien creyendo actuar


lícitamente vulnera el bien jurídico tutelado; esa creencia equivocada de su
actuar lícito puede provenir porque ignora que su comportamiento está
prohibido por el ordenamiento jurídico, o porque cree que lo ampara una

1
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

eximente de responsabilidad, análisis que en la actualidad se aborda en sede


de culpabilidad.

Deben contemplarse dos supuestos de error de prohibición: i) el directo


relacionado con el conocimiento que se tiene acerca de la ilicitud de la
conducta constitutiva de la infracción penal, como pudiera ser el
desconocimiento acerca de la existencia, vigencia o interpretación de la
norma y ii) el indirecto, que se estructura cuando el yerro se presenta frente
a la existencia de una causa de exclusión de la responsabilidad penal.

Según exculpe o disminuya la culpabilidad estaremos en presencia de un


error vencible e invencible:“La calidad de vencible o invencible en el error de
prohibición está directamente asociada a la posibilidad de conocer el carácter
ilícito del comportamiento

En parte alguna se tiene demostrado que el implicado haya actuado bajo el


influjo de un error invencible en el conocimiento de la conducta típica, y sí por
el contrario, que actuó con negligencia y desidia frente a la posibilidad de
conocer la ilicitud de su actuar, de manera que en forma injustificada y
reiteradamente abusó sexualmente de una niña menor de 14 años, lo que, a
todas luces, configura los delitos por los que fue juzgado.

2
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

REPÚBLICA DE COLOMBIA

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL


SANTA ROSA DE VITERBO

“PATRIMONIO HISTÓRICO Y CULTURAL DE LA NACIÓN”


Ley 1128 de 2007

SALA ÚNICA

Radicación: 157573189001-2013-00096-01
Clase De Proceso: Acceso Carnal Abusivo Con Menor De 14 Años
Demandado: Timoteo Martínez Ruiz
Juzgado de Origen: Juzgado promiscuo del Circuito de Socha
Decisión: Confirma Decisión
Aprobada Acta no. 014
Magistrado ponente: Dra. Gloria Inés Linares Villalba
Sala 3ª de decisión

Santa Rosa de Viterbo, cuatro (04) de mayo de dos mil dieciséis (2016)

I. MOTIVO DE LA DECISIÓN

La Sala se pronuncia sobre el recurso de apelación interpuesto por el


defensor público de TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ, contra la sentencia del 10
de octubre de 2014, mediante la cual el Juzgado Promiscuo del Circuito de
Socha, condenó a TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ por el delito de acceso carnal
abusivo con menor de 14 años.
II. HECHOS

La Sala acoge los hechos jurídicamente relevantes consignados en la


sentencia1, en donde expresamente se indicó lo siguiente:

“En la vereda la Cortadera del municipio de Chita, en los años de 2010


y 2011 el señor Timoteo Martínez Ruiz con edad promedio entre 44 y 45

1
Fs. 51-88 de la carpeta principal

3
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

años de edad, mantuvo una relación de pareja y convivencia


permanente con la menor de L.J.C.S., la cual para la época contaba
entre 12 y 13 años de edad, que para la fecha del 8 de julio de 2011, la
doctora Sandra Liliana Pérez Sanabria, puso en conocimiento de la
comisaria de familia de ese municipio; que la menor de trece años de
edad, presentaba un embarazo con un periodo de gestación de 3
meses producto de la relación sentimental que mantenía con el
acusado, y con el consentimiento de la madre, ya para el 20 de octubre
de 2011 el embarazo de la menor era de alto riesgo”.

III. ACTUACIÓN PROCESAL RELEVANTE

3.1. El 29 de Mayo de 2013, el Juzgado Promiscuo del Circuito de Socha


avoca conocimiento de las diligencias presentadas por la Fiscalía 21
Seccional de la localidad, contra el imputado TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ,
por el delito de acceso carnal abusivo con menor de 14 años, en concurso
homogéneo y sucesivo.

3.2. El 12 de junio de 2013, el juzgado en audiencia de acusación como lo


señala el artículo 336 del C.P.P, decide declarar legalmente formulada la
acusación en contra de MARTÍNEZ RUIZ, por el delito de acceso carnal
abusivo agravado con menor de 14 años, en concurso homogéneo y
sucesivo.

3.3. El 13 de agosto de 2013, se llevó a cabo la audiencia preparatoria 2; en


donde se decidió acerca de las pretensiones probatorias elevadas por la
Fiscalía y la defensa. El 19 de mayo de 2014, el A quo dio inicio a la
audiencia de juicio oral3, diligencia suspendida y reanudada los días 28 de
agosto y 9 de septiembre de 20144.

3.4. El 10 de octubre de 2014, se llevó a cabo la audiencia de lectura de


fallo5, de carácter condenatorio.

2
Folios 9 a 13 ibídem.
3
Folios 31 a 34 ibídem.
4
Folios 43 a 44 ibídem.
5
Folios49 a 50 ibídem.

4
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

IV. LA PROVIDENCIA IMPUGNADA

El Juzgado Promiscuo del Circuito de Socha, con funciones de conocimiento


condenó a TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ al encontrar demostrada su
responsabilidad como autor responsable del delito de acceso carnal abusivo
con menor de 14 años, en concurso homogéneo y sucesivo, imponiéndole la
pena principal de ochenta (80) meses de prisión y la accesoria de inhabilidad
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por un tiempo igual al de la
pena principal. No concedió la suspensión condicional de la ejecución de la
pena, ni el beneficio de prisión domiciliaria.

Para llegar a tal conclusión, consideró que de acuerdo con las pruebas
recaudadas resultaba evidente la responsabilidad del acusado, sin embargo,
como logró acreditarse un error de prohibición de carácter vencible, debía
imponerse la pena disminuida en la mitad, acorde con lo previsto en el Art.
32 Numeral 11 del C. P.

V. RECURSO DE APELACIÓN

Inconforme con la decisión la defensa la impugna6. Sus argumentos:

5.1. El Juzgado hizo mención del problema jurídico para resolver la sentencia
condenatoria, concluyendo que aquél actuó bajo el influjo de un error de
prohibición vencible, postura con la cual no se está de acuerdo, puesto que
el error de prohibición acreditado fue de carácter invencible.

5.2. La conducta desplegada por TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ en contra de la


menor víctima, se debió a un error de prohibición invencible por las
condiciones socio económicas y culturales; por el entorno vital en que

6
Folios 90 a 99 carpeta de conocimiento.

5
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desarrollaba sus actividades en la vereda, las cuales le impedían valorar o


conocer la prohibición de su conducta; éstas circunstancias permiten concluir
que el acusado se encuentra cobijado por una de las causales de ausencia
de culpabilidad y por tanto de responsabilidad, desarrollada en la teoría del
delito como error de prohibición, faltando una categoría dogmática para que
la conducta sea considerada como punible.

5.3. Se desconoció por parte del juzgador los precedentes jurisprudenciales


contenidos en la sentencia de la Corte Constitucional C-370 de 2002 y la
sentencia 33022 de la Corte Suprema de Justicia en donde claramente se
advierte que “el conocimiento de la ilicitud de la acción, por su parte, puede
ser objeto de debate probatorio”, como claramente ocurre en este asunto en
donde al valorar las pruebas se acredita el error de prohibición.

5.4. De otro lado, con las declaraciones de Gladys Duarte, trabajadora social
y la señora María Azucena Sandoval Niño, madre de la menor víctima, se
acreditan, el lugar de residencia, acceso a la vivienda y las respectivas
condiciones en que vivía la menor y el señor Timoteo, dejando en claro que
por la situación tan precaria en la que se encontraban no tenían acceso a
educación sexual y vida reproductiva.

5.5. Hay que valorar el testimonio de la madre de la presunta víctima quien


en su condición de testigo refiere la existencia de casos similares al de su
hija, donde es normal que las niñas se vayan a vivir con hombres adultos y
conformen una familia. De hecho, frente a la aclaración que hiciera el
procurador, la madre aceptó que dio permiso para que la menor se fuera a
vivir con el acusado, debiendo tenerse en cuenta que la víctima además,
tiene otra niña con el señor Secundino Barón.

5.6. El juez desconoció los testimonios de Sandra Milena Pérez Sanabria,


María Azucena Sandoval Niño, Gladys Duarte, Diana Parada Moreno y Floro
Martínez Ruiz, en el sentido en que reconocieron que era común por la

6
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costumbre, cultura, pobreza y desescolarización que se presentaran este tipo


de casos.
5.7. Por lo anterior, solicita se revoque la sentencia, y en su lugar se profiera
un fallo de carácter absolutorio.

VI. TRASLADO A LOS NO RECURRENTES

6.1 Procurador Judicial Penal 166.

Sostiene que quedó probado el delito puesto que por parte de la defensa del
señor TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ, no fue controvertida la existencia de las
relaciones sexuales que sostuvo el acusado con la víctima, además aceptó
que conformó una familia, que convivían bajo el mismo techo y tenía el
consentimiento de la menor y la madre.

Respecto de la sentencia C-370 del 2002 advierte que en el caso específico


del acusado, aquél, no ostenta la calidad de indígena ni hace parte de un
grupo cultural con autoridad propia reconocida por el Estado, en la medida
en que por no pertenecer a una minoría cultural, si posee la capacidad de
comprender la ilicitud de su conducta, como quedó demostrado.

Considera que es diferente que se ignore que una conducta es delictiva, a


que ese comportamiento sea aceptado por algunos miembros de la
comunidad, sin que resulte aceptable que una menor con solo 13 años
cohabite con un señor de 46 años, puesto que la niña no tiene conciencia de
lo que puede suceder por su minoría de edad.

CONSIDERACIONES DE LA SALA

La Sala es competente para conocer y decidir el recurso de apelación, en


virtud del numeral 1º del artículo 34 e inciso final del artículo 179 de la Ley
906 de 2004, desde luego, dentro del marco delimitado por el objeto de la
7
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

impugnación.

Como quiera que el recurso de alzada se centró invocar la presencia de un


error invencible en la conducta ejecutada por el condenado, consistente en
encontrarse acreditado que aquél sostuvo relaciones sexuales con la menor
bajo el pleno convencimiento de que por ser su compañero, y cohabitar con
ella, no incurría en delito alguno, la Sala valorará las circunstancias en que
ocurrieron los hechos, con el propósito de establecer si se acreditó el error
invencible que se proclama y como consecuencia de ello resulta procedente
la absolución.

Con tal propósito se procede a precisar cómo se estructura el delito


investigado, para luego establecer en que consiste el error de prohibición y
cuál es el tratamiento actual que en la jurisprudencia nacional le confiere la
Corte Suprema de Justicia; luego enunciaremos las formas en que se puede
presentar, esto es, por vía directa o indirecta. A continuación se precisaran
las circunstancias que acreditan su condición de vencible o invencible, para
finalmente evaluar el escenario que rodeó la actuación del acusado, de cara
al conocimiento potencial que tuvo de la ilicitud de su actuar.

1. El delito de acceso carnal abusivo con menor de catorce años

Acorde con lo previsto en los artículos 208 y 212 de la Ley 599 de 2000,
quien accede con su miembro viril por vía anal, vagina u oral a una persona
menor de catorce (14) años, incurre en este tipo penal.

Frente a este tipo de comportamientos, lo que se persigue proteger no es la


libertad sexual, sino la integridad y formación sexuales de quienes aún no tienen
autonomía para dar su consentimiento a la hora de realizar actos de contenido
sexual. Dicho en otras palabras lo que se prohíbe son las relaciones sexuales
consentidas con menores de 14 años, pues de ejercitarse con violencia

8
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

estaríamos en presencia del tipo penal de acceso carnal agravado por la edad de
la víctima.

Debe quedar entonces claro que dada la naturaleza del bien jurídico, existe
una presunción de pleno derecho en cuanto que las víctimas (los menores
de 14 años) son incapaces, pues así lo ha previsto el legislador atendiendo el
interés superior de los niños, por manera que resulta intrascendente en este
tipo de comportamientos, el consentimiento proveniente del sujeto pasivo de
la conducta para que se estructure el tipo penal.

Ahora bien, como la discusión que plantea el libelista se relaciona con la


existencia de un error de apreciación por parte de MARTÍNEZ RUIZ, de quien se
asegura, equivocadamente creyó que al sostener relaciones sexuales con la niña,
pero llevándola a su casa como compañera sentimental, no incurría en conducta
punible alguna, tal discusión se adecúa a lo que dogmáticamente se conoce
como un error de prohibición, que impone a la Sala, sin adentrarse en los
meandros de la teoría, precisar cuál es su tratamiento en la dogmática
actual.

2. El error de prohibición.

En relación con este tipo de error se debe recordar que el mismo recae sobre
el carácter ilícito del acto, es decir sobre la conciencia de la antijuridicidad,
dicho en otras palabras, aunque el autor conoce que la acción es injusta,
erradamente la considera legítima.

Sobre este tipo de error la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia ha


enseñado:

“…De conformidad con el artículo 32.11 del Código Penal vigente, “para
estimar cumplida la conciencia de antijuridicidad basta que la persona
haya tenido la oportunidad, en términos razonables, de actualizar el
conocimiento de lo injusto de su conducta”.

9
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Una enorme discusión se ha dado en la doctrina y la dogmática, que aún no


culmina en torno de este concepto, que nuestro ordenamiento jurídico superó
con la definición trascrita, incorporada al ordenamiento jurídico, sobre lo cual
la sala ha de pronunciarse porque en ello se introdujo una modificación de
índole “copernicana” en nuestra legislación penal.

En efecto, en el estatuto penal anterior, tanto el error de prohibición como el


de tipo excluían la culpabilidad con la misma metodología, consecuente con el
causalismo natural que lo caracterizó: si el error, uno u otro, provenía de la
culpa, el hecho se convertiría en culposo y como tal se sancionaría si la ley lo
tuviere previsto como culposo. Se trata de la denominada teoría estricta del
dolo, también conocida como teoría del dolo malo, en la que el dolo y la culpa
conformaban especies de la culpabilidad y, por consiguiente, tanto el
conocimiento de la tipicidad como el de la antijuridicidad obran en condiciones
de igualdad.

En el Código Penal de 2000, el sistema adopta el concepto de injusto7, en el


cual se engloban tres elementos sustanciales del delito: la conducta, típica y
antijurídica, entendiendo éste último como primario, puesto que la razón de la
tipicidad radica en la contradicción de una conducta con lo justo (contra-ius),
por lo tanto, el legislador no podría tipificar como punible una conducta
conforme al derecho (secundumius).

En este orden de ideas, la tipicidad implica la prohibición que el legislador


describe de una conducta que quiere evitar por ser contraria al derecho y en
tal epistemología, es comprensible que el dolo y la culpa formen parte de la
conducta y ya no de la culpabilidad. De ahí la razón del artículo 21, según el
cual el dolo, la culpa y la preterintención son modalidades de la conducta
punible, como antes lo fueron especies de la culpabilidad.

Podría entonces colegirse dentro de este orden sistémico que si dentro de la


noción de injusto se incluye la conducta típica, el dolo y la culpa formarán
parte del llamado tipo subjetivo y la conciencia de la antijuridicidad formaría
parte del aspecto subjetivo de la misma, (de la antijuridicidad) todo ello, se
repite, enmarcado en un solo concepto de tipo de injusto. 8

Sin embargo, la dogmática sobre el injusto también ha distinguido dos teorías


de la culpabilidad, a saber, la teoría limitada y la teoría estricta. En la
primera, el error sobre los presupuestos de las causas de justificación o
sobre la ilicitud influyen en el dolo y por consiguiente, han de tratarse como si
fuera error de tipo, puesto que si la tipicidad es prohibición y la justificación es
permisión, el efecto de la permisibilidad anula el de la prohibición. 9

En la comprensión de la teoría estricta de la culpabilidad, el dolo, que


sistemáticamente obra en la tipicidad, es un dolo natural y, por consiguiente,
la conciencia del injusto es un estado subjetivo diferente que opera en el
proceso de la formación de la voluntad del sujeto que puede ser posterior al

7
Art. 7º. CP. Igualdad. ….”… el funcionario tendrá especial consideración cuando se trate de valorar el injusto…”.
8
“El dolo en el tipo de injusto y la malicia en la antijuridicidad”. JAIME CÓRDOBA RODA. P. 62 ss. COMENTARIOS
AL CÓDIGO PENAL ESPAÑOL. 1.972.
9
Concepto de la culpabilidad fácil de asumir para los autores de la teoría de los elementos negativos del tipo.

10
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

conocimiento propio del dolo. 10 Por ello, es que, dentro de esta teoría,
cuando se alude a la conciencia del injusto se refiere al conocimiento
potencial, como posibilidad de conocimiento. 11 Así las cosas, esa conciencia
de antijuridicidad no opera en el campo del tipo sino en el espacio de la
culpabilidad. 12

Es por esta razón que en el tratamiento del error vencible hay una diferencia
con el tratamiento que se le da al de error de tipo, porque allí, lo convierte en
conducta culposa, pero cuando es error vencible en la ilicitud, la pena se
reducirá en la mitad, porque el dolo del tipo subsiste (artículo 32.11 del
Código Penal vigente)13”.

En síntesis, obra en error de prohibición quien creyendo actuar lícitamente


vulnera el bien jurídico tutelado; esa creencia equivocada de su actuar lícito
puede provenir porque ignora que su comportamiento está prohibido por el
ordenamiento jurídico, o porque cree que lo ampara una eximente de
responsabilidad, análisis que en la actualidad se aborda en sede de
culpabilidad.

Ahora bien, este error de prohibición puede originarse por distintas causas,
ya sea por vía directa o indirecta. Así lo ha enseñado la Corte Suprema de
Justicia:

“El error sobre la antijuridicidad de la conducta, errada creencia de que se


actúa lícitamente , puede provenir de diversas fuentes: errores de
prohibición directos: (i) desconocimiento de la existencia de la prohibición o
del mandato de acción; (ii) apreciación errónea respecto del alcance de la
norma, por ejemplo el sujeto cree que no está vigente o que no es aplicable;
errores de prohibición indirectos: (iii) equivocada creencia acerca de que
existe una causal de justificación que ampara mi comportamiento pero que en
realidad el ordenamiento jurídico no la prevé (iv) error sobre los presupuestos
fácticos de una causal que la ley sí prevé como justificante, por ejemplo, el
agente cree que está siendo objeto de una agresión, actual e inminente lo que

10
“Conforme a esta teoría, entonces, el error de prohibición invencible elimina la culpabilidad, no el dolo ni la culpa
(el injusto permanece intacto) y el error vencible sólo atenúa la culpabilidad, ya sea en relación al injusto doloso o
bien al culposo”. J. BUSTOS R. Y HORMAZÁBAL MALERÉE. Vol II. p. 371.
11
El dolo significa conocimiento de la realización del tipo y la culpa falta de cuidado respecto de esa realización. Por
tanto, la conciencia del injusto ha de tener un contenido completamente diferente al conocimiento del dolo, ya que
no hay punto de relación entre sus estructuras y objeto de referencia. Pues, si bien obedecen a situaciones
psicológicas similares, se diferencias en el plano normativo. La conciencia se forja en el plano social, es de índole
compleja por su carácter sociológico, filosófico y normativo. A la conciencia del injusto se parte de la situación
concreta producida (el injusto realizado) y sobre la base del sujeto concreto, se le puede exigir una determinada
comprensión del injusto.” Manual de Derecho Penal. Parte General. Ed. Ariel Derecho. Barcelona. 1989. p. 335
12
J. BUSTOS R. Y HORMAZÁBAL M. Lecciones de D. Penal. ob.cit. Vol, II. p. 371
13
Casación 20929 del 13 de julio de 2005, reiterada en la casación 28984 del 19 de mayo de 2008

11
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

se conoce como legítima defensa putativa, por lo que reacciona dañando


físicamente a su agresor, pensado que su acción está autorizada por el orden
jurídico en defensa de su propio derecho, en estos casos se da el tratamiento
de los errores de tipo, pues en últimas la equivocación, aunque también
normativa, principalmente recae sobre lo fáctico y en esa medida excluye el
dolo, pues si el tipo subjetivo se compone del conocimiento actual de los
hechos y de la voluntad de realizar el comportamiento, el error sobre alguno
de estos dos aspectos, afecta la tipicidad de la conducta, como no ocurre con
los errores de prohibición propiamente dichos, en tanto que éstos afectan la
culpabilidad de la acción delictiva, dejando intacto el dolo”

Dicho en otras palabras, deben contemplarse dos supuestos de error de


prohibición: i) el directo relacionado con el conocimiento que se tiene acerca
de la ilicitud de la conducta constitutiva de la infracción penal, como pudiera
ser el desconocimiento acerca de la existencia, vigencia o interpretación de
la norma y ii) el indirecto, que se estructura cuando el yerro se presenta
frente a la existencia de una causa de exclusión de la responsabilidad penal.

También la Corte ha reconocido que puede revestir distintas formas, pues


según exculpe o disminuya la culpabilidad estaremos en presencia de un
error vencible e invencible:

“La calidad de vencible o invencible en el error de prohibición está directamente


asociada a la posibilidad de conocer el carácter ilícito del comportamiento14. De
esta manera:
(i) Si el juez concluye, dadas las condiciones y características del autor o partícipe
del injusto, que jamás tuvo la posibilidad de conocer la prohibición normativa, el
error será invencible.
(ii) Si está demostrada la existencia de un error (es decir, de una concreta falta de
conocimiento por parte del agente), pero desde una perspectiva normativa esta
situación carece de la solidez suficiente para destruir la posibilidad de acceder al
sentido prohibitivo de la norma (en otras palabras, la persona no sabía, pero debía
saber), el yerro será vencible, caso en el cual la pena será reducida en la mitad.
Y (iii) si el error alegado es burdo o craso, en el entendido de que de ninguna
manera podría ser excusable, no habría lugar a rebaja de la pena, así el yerro
tuviese sustento probatorio.
En el ejemplo tantas veces citado, si una persona con un estándar mínimo cultural

14Cf. Mir Puig, Santiago, Derecho penal. Parte general, B de F, Buenos Aires, 2007, pp.
542-543.
12
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

asegura tener el convencimiento de que le estaba permitido disparar a otro por


defender una ideología política, religiosa o filosófica no compartida, se trataría de
un error craso o burdo, pues según los parámetros razonables del artículo en
mención hubiera podido reflexionar acerca de lo injusto de su comportamiento y,
por lo tanto, esa falta de comprensión, aunque estuviese demostrada, le era por
completo reprobable.15 “

El marco conceptual referido nos permite llegar a la conclusión de que en


este preciso evento lo que en efecto se discute es la existencia de un error
de prohibición indirecto e invencible bajo el supuesto de que el acusado
conocía y sabía lo que hacía, pero asumió que su conducta estaba
amparada por una causa que lo exoneraba de responsabilidad penal.

Con fundamento en lo anterior, esta Sala procederá a verificar las


circunstancias que rodearon los hechos investigados para establecer si se
encuentra demostrado el error, en las condiciones alegadas por el
recurrente.

Como primer punto a dilucidar, es importante resaltar que en el proceso no


se niega la existencia del acceso carnal abusivo en la menor L.J.C.S, pues
se encuentra demostrada la tipicidad objetiva de la conducta punible, con el
registro civil de nacimiento en donde consta que la afectada nació el 26 de
noviembre de 1997, de manera que para el año 2010, fecha en que se da
inicio al suceso, alcanzaba tan sólo 12 años de edad, y además, con las
versiones de la víctima en sus citas con los profesionales que la asistieron
(pues no fue posible oír su testimonio en juicio) y la declaración de la madre
la joven, quien claramente reconoce que aquella se fue a vivir con el acusado
para esa época, que convivían como pareja y de cuya unión se procreó un
hijo.

En consecuencia, el estudio se centrará en determinar, de acuerdo a la tesis


de la defensa, si el procesado obró mediado por un error de prohibición
invencible específicamente, por considerar que su comportamiento pese a

15 Corte Suprema de Justicia, Casación radicado 35113.


13
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

ser prohibido estaba amparado por una circunstancia que justificaba su


proceder.

Frente a tal interrogante debemos recordar, que para que se predique el


carácter de invencible del error se requiere demostrar que ese yerro en el
conocimiento no habría podido superarse, así el autor hubiera empleado
todos sus esfuerzos en tal cometido, es decir con una diligencia objetiva y
subjetivamente exigible, atendiendo desde luego sus capacidades
individuales.

Por ello, y por tratarse de indagar si el acusado tuvo conocimiento potencial


de lo antijurídico de su proceder, la Sala tendrá en cuenta algunos
parámetros como pasa a verse:

(i) La apariencia de legalidad de la conducta: existen cierto tipo de


comportamientos que por su oposición respecto de valores y costumbres
culturales, se reprueban en la comunidad en general; en Colombia, aunque
existen lugares en donde los hombres conviven con adolescentes, no es
usual que una niña de escasos 12 años, de contextura delgada y con una
estatura de 1.45 mts, haga comunidad de vida con un hombre de 46 años de
edad, es decir, 34 años mayor que ella, quien además había convivido años
atrás con la madre de la joven.

(ii) La imposibilidad de acceso a la información: la accesibilidad a las


autoridades locales o a los medios de comunicación dentro de su entorno era
posible, pues aunque se anuncia que en el sitio donde vivían, ni siquiera
tenían acceso a los servicios públicos, es claro que la vereda donde residían
no queda tan lejos del casco urbano, que el núcleo familiar se encontraba
afiliado al SISBEN luego tenían acceso a servicios de salud, luego en forma
objetiva y concreta, con una diligencia razonable bien pudo actualizar su
conocimiento en torno a la licitud de su proceder.

14
Radicado No. 152443189001-2013-00096-02

(iii) La urgencia de actuar: No se advierte ninguna circunstancia que


justificara que su decisión de convivir con la niña fuera inaplazable, al punto
que esa circunstancia le dificultara la posibilidad de acudir a los medios que
le pudieran dar información acerca de su pretensión, con mayor razón
cuando se acredita según el registro de antecedentes penales, que en el año
1996, le fue proferido un auto de detención por el delito de acceso carnal
abusivo, lo cual –con un mínimo de diligencia- lo obligaba a indagar en esta
ocasión ,sobre la licitud de su comportamiento.

(iv) La posibilidad de actualizar su conocimiento: para la Sala, la errada


percepción que se anuncia era evitable, pues no obstante las limitadas
condiciones socioculturales del autor, sus antecedentes personales en torno
a este tipo de conductas lo obligaba dentro del marco de sus posibilidades a
realizar una actividad tendiente a superarlo, y si no lo hizo fue por descuido,
negligencia o desidia y no por la imposibilidad absoluta de conocer la ilicitud
de su actuar.

De allí que no se compartan las genéricas consideraciones del recurrente en


torno a que fueron las condiciones socio económicas y culturales del autor y
su entorno vital los que explican su erróneo proceder, pues son precisamente
tales condiciones en concreto y sus antecedentes personales, los que nos
permiten arribar a una conclusión contraria .

Y aunque como con acierto lo señala el censor, con las declaraciones de la


Dra. Gladys Duarte Fuentes y María Azucena Sandoval Niño, efectivamente
se acreditan las condiciones de precariedad en que vivían la menor y el
señor MARTÍNEZ RUIZ, por la carencia de servicios públicos, ello no explica
la falta de acceso a una adecuada educación sexual y reproductiva –del
acusado que no de la niña- pues no hay que olvidar que la madre de la
víctima, convivio con MARTÍNEZ RUIZ por varios años, sin que se pueda
predicar entonces un desconocimiento absoluto acerca de lo que comporta
una vida sexual activa, reproductiva y de pareja.

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De otra parte, el hecho de que los testigos Sandra Milena Pérez Sanabria,
María Azucena Sandoval Niño, Gladys Duarte, Diana Prada Moreno y
Florentino Martínez hayan reconocido tímidamente, que es común que la
niñas se vayan a vivir con hombres mayores -lo que se explica según el
libelista por las deficientes condiciones culturales, de pobreza y
desescolarización- es una afirmación que no justifica la actuación del
acusado, pues no se puede olvidar que aquél –atendiendo sus condiciones
personales- además de haber sido procesado por una conducta de similares
contornos 18 años atrás –insistimos- convivió por varios años con la madre
de la joven, circunstancias estas que ya anunciaban que su conducta se
oponía a los valores y costumbres culturales de nuestro país y que como
consecuencia de ello lo obligaban a actuar con suma diligencia, la que no se
logró acreditar a lo largo del plenario.

Tampoco se modifican las conclusiones a las que llega la Sala cuando se


advierte por el censor que la joven ya tiene una nueva hija del señor
Secundino Barón, pues más allá de ser una afirmación carente de prueba, lo
que de ser ello probado pondría en evidencia sería nuevamente la
desentendida, despreocupada y negligente de actuación de los padres de la
joven, que la han llevado a afrontar de manera prematura la vida con
responsabilidades no propias de su edad, circunstancia que frente a ellos
genera un reproche social, pero que deviene intrascendente dentro de esta
investigación, pues en este tipo de comportamientos –como se anunció- el
consentimiento del sujeto pasivo no desvirtúa el tipo penal.

De otro lado, el recurrente alega que se desconocieron los precedentes


jurisprudenciales contenidos en las sentencias C-370 de 02 de la Corte
Constitucional y la sentencia de casación, radicado 33022 de la Corte Suprema
de Justicia que frente al aspecto probatorio precisa lo siguiente:

“El conocimiento de la ilicitud de la acción, por su parte, puede ser objeto de

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debate probatorio (por ejemplo, si en la actuación procesal es planteado un error


de prohibición –infra 3.1.4), y en esa medida cabría valorar aspectos objetivos
idénticos o análogos a los que sustentaron el dolo o la realización del tipo objetivo.
Pero de mayor importancia serían las circunstancias relativas a la persona (como
su condición social, económica o cultural, y, en especial, la relación comunicativa
que haya establecido con el Estado Social de Derecho).”

Con esta postura, el recurrente confunde la ratio decidendi de las dos decisiones:
(I) Frente a la sentencia de constitucionalidad, pues en ella se fijan los
términos en los que se debe analizar la inimputabilidad por diversidad
sociocultural destinada puntualmente a regular la situación de los integrantes
de los pueblos indígenas y las minorías culturales, con las circunstancias
personales de un sujeto imputable que pueden estructurar un error de
prohibición. En tal sentido, como con acierto lo advierte el representante del
Ministerio Publico, la diferencia radica en la capacidad de comprender la
ilicitud del comportamiento, pues mientras en los eventos que regula la
sentencia se exime de responsabilidad al autor por ser parte de un medio
cultural diverso que le impide comprender la ilicitud de su actuar, por tanto
inimputable, en este evento el autor es imputable, y lo que se cuestiona en
sede de culpabilidad, es el conocimiento que tiene de la norma prohibitiva.

(II) Respecto del segundo precedente jurisprudencial citado, con el que


pretende fundamentar la deficiente valoración probatoria realizada por el a
quo en torno al conocimiento de la ilicitud, es una argumentación que se
muestra equivocada, pues el hecho de que tal conocimiento sobre la
antijuridicidad del comportamiento pueda ser objeto de debate probatorio, no
significa que cualquier tipo de análisis certifique tal condición, en la medida en
que fueron precisamente las circunstancias personales del autor, dentro de la
sociedad en la que se desarrolla, así como sus condiciones sociales,
económicas, y culturales, las que llevaron a concluir que aquél bien pudo superar
ese desconocimiento de la ilicitud que se pregona.

Y es que aun admitiendo el desconocimiento de la ilicitud, resulta evidente que el


autor bien pudo acudir a las fuentes de información que le eran accesibles, lo que

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ni siquiera intentó, tampoco se encontraba en un grado de marginación social


extremo que le impidiera entender la antijuridicidad de su comportamiento; a lo
cual se suma que por sus antecedentes personales y atendidas sus particulares
condiciones, bien pudo conocer la contrariedad del derecho con su actuar, lo que
le permitía obrar de manera distinta, sin embargo, como no lo hizo; se acredita el
carácter vencible del error alegado.
Se concluye entonces que, en parte alguna se tiene demostrado que el
implicado haya actuado bajo el influjo de un error invencible en el
conocimiento de la conducta típica, y sí por el contrario, que actuó con
negligencia y desidia frente a la posibilidad de conocer la ilicitud de su actuar,
de manera que en forma injustificada y reiteradamente abusó sexualmente
de una niña menor de 14 años, lo que, a todas luces, configura los delitos por
los que fue juzgado.

Por consiguiente, sin haberse probado que, en los hechos materia de este
proceso, TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ hubiere actuado bajo el amparo de un
error invencible de prohibición, se confirmará la decisión de primera
instancia, sin más consideraciones por no resultar necesarias.

En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Decisión de la Sala Única del


Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo, administrando Justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE
PRIMERO.- Confirmar la sentencia de 10 de octubre de 2014, proferida por
el Juzgado Promiscuo del Circuito de Socha, por medio de la cual encontró
penalmente responsable, a TIMOTEO MARTÍNEZ RUIZ, como autor del
delito de acceso carnal abusivo con menor de 14 años en concurso
homogéneo y sucesivo, por el que fue juzgado.

SEGUNDO.- Contra esta decisión procede el recurso extraordinario de


casación, conforme a la ley.

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TERCERO.- Se notifica en estrados, y para su exposición se designa a la


Magistrada Ponente.

GLORIA INES LINARES VILLALBA


Magistrada Ponente

EURÍPIDES MONTOYA SEPÚLVEDA


Magistrado

LUZ PATRICIA ARISTIZABAL GARAVITO


Magistrada

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