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Era un pelotudito de tan solo catorce años yendo para la hora de gimnasia, que se hacía en

el polideportivo a un par cuadras más de la secundaria, cuando Juan, mi amigo desde 5to
grado, me dijo por centésima vez
-¿Vamos a jugar un counter?
Venia rompiendo las pelotas desde temprano, me había contado que fue con su primo y
unos amigos a un “ciber”, había jugado a este juego, que seguía nombrando una y otra vez
“el counter, el counter...” y quería que vaya con él a jugar ese aparentemente mágico juego.
-¡Basta boludo, me tenes los huevos hasta el piso con eso!
-Dale, Nacho, ¡no seas puto!
El chabon no cesaba su persistencia, había quedado con la abstinencia hasta la garganta y
su cuerpo se lo reclamaba, “¡tiros, tiros y más ‘terrorist win’!” Le rugía hambriento. Juan
hacía sonar el counter, como si fuera todo, menos un juego, sonaba más como una secta
pagana a la cual se entregó sin ofrecer ningún tipo de resistencia. En esos años ya estaba
al tanto de los males que pueden causar tales sectas, y no, no me interesaba en lo más
mínimo cagar fuego en un suicidio colectivo, no, esta bien, te agradezco, muy amable, pero
no.
-¡dale boludo!, dejate de joder, vamos a jugar un partidito, que la cancha del poli esta piola
Le decía, tratando de alguna manera de persuadirlo, los dos éramos fuertes aficionados al
fútbol y al club atlético de Tigre. Yo jugaba siempre de nueve y Juan iba al arco porque se
atajaba hasta el meteorito más violento de la galaxia, era buenisimo… Pero no hubo caso.
-¡Es una mierda esa canchita, dale chabon, vamos a jugar un counter! Dale, si no va a ir
nadie seguro... ¡mira el día choto que hace, vamos a ser tres pelotudos nomas, vamos a un
ciber, dale!
Y tenía razón, era un dia de mierda para hacer gimnasia, el viento te cagaba a trompadas y
el cielo parecía presagiar lo que sería una lluvia molesta que cancelaría toda actividad al
aire libre como lo era en ese caso, el fútbol. Esa tarde realmente llamaba a renunciar a la
actividad física a favor de unirse a una secta. El counter y el calor de un ciber (nunca había
entrado realmente a un ciber en ese entonces) de repente sonaba acogedor, había mordido
el anzuelo.
-¡No traje ni un peso, chabon, basta!
Fue mi último intento de resistencia…
-¡Ta todo bien, yo te pago, después me lo devolves!
y con sus últimas palabras, me rendí ante el culto, “aguante lo que carajo sea el Counter”
pensé.
No tuvimos que buscar mucho, encontramos un ciber llamado “Cybardo” que quedaba
prácticamente enfrente del polideportivo, -super vivos nosotros…- En la actualidad se
transformó en una verdulería atendida por el mismo dueño, Ricardo “El bufa”, llamada
“Verdurardo”.
Todo esto paso en una época hoy en día lejana, donde los ciber estaban en una especie
de auge y encontrabas uno abierto sin tener que caminar mucho. No dimos muchas vueltas,
entramos al primero que vimos. Desde fuera se veía como un antro de perdición y
podredumbre. Al entrar notamos que… en efecto lo era.
El olor a tufo inundaba por completo el ambiente, era como una mezcla de olor a pata,
humedad y queso rallado. El lugar era un gran pasillo alargado, de paredes blancas y pisos
grises contaminados con mugre y polvo, ratas no había, o al menos yo ese día no vi
ninguna. Un amigo, Juan no, otro, me contó que ese ciber cerro, porque una vuelta pasó
que un rey rata cayó en la cabeza de un pobre pendejo mientras le estaba dando duro al
MU, (o el Lineage), se le armó un quilombo bárbaro a Ricardo. Para el que nunca fue a un
ciber: Por lo general, los dichosos variaban bastante en tamaño, algunos locales contaban
con diez computadoras, o “máquinas” para viciar, navegar en internet, o jugar al
buscaminas. Otras contaban con más, otras con menos. “Cybardo” tenía veinte maquinitas,
diez pegadas a la pared derecha y las otras diez por la pared izquierda y cada una estaba
separada por cubículos para que nadie vea qué carajo estabas haciendo. Para desplazarse
por el lugar no quedaba más que un pequeño corredor de la muerte. Pero antes de las
máquinas y el horripilante pasillo, estaba Ricardo en su cubículo de “poronga del pabellón”
con su máquina igualmente poronga.
-Hola, ¿dos máquinas puede ser?
El chabon no nos miró, su mirada permaneció firme al resplandor de su monitor, pero nos
escuchó.
-¿Cuánto?
Pregunto a secas, con esa voz rasposa que delataba que fumaba como escuerzo.
-Una hora cada una…
Respondió Juan, quien había entendido la corta pregunta de Ricardo, “son todos iguales
estos tipos” me dijo después.
-Vayan a la nueve y la diez
Dijo señalando a los dos últimos cubículos de la derecha. El dinerillo cambió de manos,
porque por supuesto el ciber no era gratis, y continuó con lo suyo.
La aventura hacia el camino señalado fue breve pero tenebroso, pude sentir como poco a
poco me convertía en parte de esa penumbra de perdición que a cada paso era más
dominante. Pero también alcance a pispear rápidamente lo que estaban haciendo los otros
clientes, el ciber estaba bastante concurrido, pero no estaba lleno, quedaban algunas
compus libres. Me di una idea de lo que un ciber tenía para ofrecerme, juegos que en su
momento no conocía, el Frozen throne, el Vice city los recuerdo muy bien, después también
creo que estaba el Mu o el Lineage II, una de esas dos bazofias era pero no lo recuerdo con
claridad. Mi mente también recuerda a un pibito aun con el guardapolvo de primaria
buscando clases de educación sexual, el “putas chupando pija” en el buscador de google
del enano es algo que aún me desata una carcajada esporádica. La máquina diecinueve
estaba libre y la veinte estaba habitada por un muchacho encapuchado que parecía dormir.
No me acuerdo cual maquina me toco, pero estaba toda sucia. Había quedado el cadáver
de una gaseosa de medio litro olvidada a un costado entre el monitor y uno de los parlantes
de mierda que tenía el lugar, envolturas de caramelos por todo el teclado, estaba todo
pegoteado.
- ¡pone el counter chabon, dale pone el counter!
Juan estaba cegado por ese juego y no le importó un carajo habernos llevado a lo que pudo
ser hasta ese momento el rincón más podrido del planeta.
-¿¡y cómo hago!?
Fue una pregunta que le hice una y otra vez, primero porque no encontraba el acceso
directo, después porque no entendía cómo unirme a su partida, “¿que soronga es ‘find
server’?” Pensaba mientras miraba el menú ese que es azul con los dos policías posando
con los chumbos. El counter-strike 1.6 es un quilombo la primera vez que lo jugas y que
estuviera en inglés me complicaba demasiado la existencia. Juan aprovechó a cagarme
bastante a tiros hasta que logré tener una vaga familiarización con los controles y las reglas
del juego, comprar las armas sobre todo. Recuerdo que jugamos en una pantalla de noche,
la “assault” creo que era… Y nada, al principio recuerdo que me parecía medio como un
embole, porque el Counter se juega por equipos, hay dos, Juan era CT (los policías o
Counter-Terrorist) y yo era Terro (Terroristas), el juego es por rondas, gana el equipo que
quede en pie o el que cumpla el objetivo (plantar una bomba o rescatar rehenes), al
comienzo de cada una tenes un tiempito en el que no te podes mover, este “tiempito” es
para que puedas comprar las armas y al principio tardas un huevo porque no entendes una
pija como funciona, aparte hay una bocha de armas, el que sabe del juego te va a decir que
la mayoría son una poronga, pero esto al principio no lo sabes. Assault no es la pantalla
más grande del juego, estoy seguro que hay algunas más gigantes, sin embargo estábamos
jugando uno a uno, y de ese modo CUALQUIER pantalla del Counter es excesivamente
larga, tanto que hasta me producían cierta ñañara en el culo, igual se me pasaba cada vez
que escuchaba como Juan me pegaba un corchazo desde atrás por vigésima vez. Las
primeras rondas fueron una pesadilla sin ningún tipo de esperanza de que mi terrorista
solitario salga con vida de su fallida toma de rehenes, más que un terrorista parecía un
jugador de fútbol, no sabes como cabeceaba las balas el campeón. Las victorias de este
futbolista frustrado convertido en terrorista comenzaron a emerger cuando aprendió a
esconderse, al principio iba directo a buscar a Juan y su CT de mierda, pero no había caso,
siempre me veía siendo testigo del mismo trágico y violento final, era frustrante, la
estrategia debía cambiar. Obviamente la mejor opción fue ocultarse y esperar en los
rincones oscuros de assault y sacudirlo a tiros cada vez que su cabeza quedaba perfecta en
el marco de la mira. Cuando Juan noto que empezó a perder porque su amigo había elegido
el camino de lo que comúnmente se denomina un “camper asqueroso”, empezó a jugar más
precavido
-¡Dale puto, sali!
Me decía, mientras escuchaba los pasos de su personaje acercarse como idiota, aun no
sabiamos que caminar en el counter servia para no hacer ruido y tener una minima
oportunidad contra los campers giles como yo.
-Veni vos, chupapija…
Nos gritábamos como dos boludos entre el sombrío bullicio del ciber. Se había largado a
llover como la concha de la lora afuera, estaba preocupado porque nuestra hora en esa
caverna mugrienta dure más que esa lluvia monstruosa.
-Fua, tan cayendo soretes de punta
Recuerdo que aprecio Juan, mientras desde mi monitor veía como su CT tiraba una
granada flashbang (de esas que en vez de volarte la mano a la estratosfera, te aturden)
afectando a nadie excepto él mismo, dándome la perfecta oportunidad para dejarlo como un
colador.
-¡Bue… esa granada es una mierda!
le había salido como el orto la jugada.
El quilombo que hacían los tiros en el counter 1.6 se escuchaban hasta la cuadra de
enfrente aún con la lluvia exhibiendo su máxima furia, y eso a los otros refugiados de la
tormenta pareció contagiarles las ganas de jugarse unas ronditas de counter. Después de
aquella victoria de blooper se nos empezó a unir gente a la partida, tengo memoria de
darme vuelta un segundo y notar que el chabon que dormía en la máquina veinte, ahora
estaba ahí, encapuchado, y jugando de CT. El juego por supuesto se puso ochenta veces
mejor después de esto, éramos 4 en cada equipo y la habilidad de cada persona en la
partida era completamente distinto uno del otro, yo por supuesto estaba en el precipicio de
la escala, pero al menos no siempre era el primero en morir y lograba acribillar a alguno que
otro, el juego era divertido a pesar de que estaba por lo general cabeceando balas, logre
olvidarme unos largos minutos de esa sensación de confinamiento que daba ese ciber del
recontra orto.
Pero de la diversión en ese lugar con olor a pata no duró mucho, tras un par de rondas
copadas apareció él, su vozarrón asmatico atravesaba sin problemas el quilombo de la
tormenta y los tiros
-¡QUE HACE BUFA, DAME UNA MAQUINA!
Era un gordo aerostático, alto, con anteojos, empapado de una mezcla de lluvia y sudor.
-¡Mmmm ESCUCHO COUNTER...!
lo oí decir mientras de reojo veía como se acercaba a su máquina imitando el olfateo de un
perro “alto payaso” pensé
-¡VICTIMAS, VICTIMAS FRESCAS!
Gritaba una y otra vez como si buscara intimidar a los ocho boludos que estábamos
jugando, creo que el único tarado que lo escuchó fui yo. “EL REY DEL COUNTER” era su
nickname en el juego. Estábamos en el mismo equipo así que lo de “víctima” no lo decía por
mi… El gordo era muy bueno con la “AWP”, (ese rifle de francotirador verde que por lo
general te hace cagar fuego de un tiro) No fallaba una, escuchar ese disparo tan
característico de la Awp significaba siempre un CT menos en pie. El primero en caer
siempre, siempre, ¡PERO SIEMPRE! Era Juancito, el gordo lo tenia de hijo y no le dejaba
dar dos pasos que ya le estaba dejando un balazo entre medio de los ojos,
-¡LA RECONCHA DEL PATO!
Juan nunca fue de bancarse las derrotas en silencio, estaba que escupía fuego por la boca,
puteaba, gritaba, cagaba a piñas al teclado, se arrancaba los pelos y los que jugaban con
nosotros se rompían de la risa al atestiguar la boludeada cósmica que Juan se estaba
comiendo por parte de un gordo forro en sus veintitantos. El gordo por supuesto que
también se estaba re cagando de risa del poco temperamento tan caricaturesco de Juan,
todo rojo, con los pelos parados, diciéndole
-¡PARA GORDO HIJO DE PUTA, TE VOY A CAGAR A PIÑAS EH, TE VOY A CAGAR A
PIÑAS!
con esos gritos de pendejo en plena pubertad que lo hacía un completo chiste
-¡ANDA RENACUAJO, APRENDE A LIMPIARTE EL CULO!
se mofaba el gordo, entre risas que dejaban a la vista como disfrutaba del sonido de los
furiosos insultos de Juan, no había remordimiento en sus acciones, amaba que su víctima
esté al borde del estallido, causarle tanta miseria simplemente con un buen disparo en la
jeta.
Los últimos quince minutos en el ciber me tocó ser testigo de cómo la humillación hacia
Juan iba en aumento, mientras que su salud mental se reducía a niveles que asustaban,
posta, verlo asi me habra causado gracia los primeros cinco minutos, pero después lo único
que sentí fue preocupación
-Calmate wachin…
Le decía por lo bajo
-No le des bola, ¿no ves que lo hace para romperte las pelotas nomas?
Traté de hacerlo entrar en razón varias veces, se tenía que calmar, porque literalmente
todo el ciber se estaba cagando de risa de él y su cólera viciosa, no podía ponerse así por
un jueguito, tenía catorce años, pero eso no justificaba que se esté comportando como un
boludito.
-¡La concha de tu madre gordo, te voy a desinflar a golpes ¿me escuchaste?! ¡Te voy a
matar!
El gordo no se inmutaba, siempre le respondía lo mismo
-¡Anda renacuajo!
No se inmuto ni siquiera cuando Juan se paró abruptamente tras comerse la última bala
de la hora, lo tuve que agarrar porque iba directo a los golpes con el gordo, Tuve que pedirle
ayuda a Ricardo quien con mala gana ayudó a arrastrar a mi amigo mientras pataleaba y
continuaba dedicando poesía al Rey del counter
-¡GORDO HIJO DE MIL PUTA!, ¡¿REY!? ¡REY DE LOS PUTOS SOS VOS GORDO
TRAGASABLE Y LA RECONCHA DE TU PUTA MADRE, YA TE VOY AGARRAR EN UN
MANO A MANO Y TE VOY A CAGAR A PIÑAS, VAS A VER!
Gritaba Juan mientras el gordo carcajeaba más y más fuerte como el gordo payaso que
era.
-¡CHAU RENACUAJO, CHAU, ANDA HACERTE LA PAJA, CHAU!
Lo escuchaba decir mientras me llevaba a Juan para la salida. Aun llovía como la concha
de la lora, yo me quería matar, pero caminar bajo la lluvia al menos sirvió para que el otro
baje los veinte cambios que necesitaba bajar.
Cuando llegamos a la parada del bondi Juan ya no quería agarrarse a trompadas con un
gordo que era el doble de grande tanto en edad como físicamente, estaba silencioso y con
la mirada al piso, se lo veía notablemente avergonzado y humillado respecto a todo lo que
había pasado en Cybardo.
Juan no quiso volver a saber más nada del counter después de lo que nosotros llamamos
”El incidente de Hindenburg”, y menos con los Cybers, yo sí seguí yendo, pero me quemaba
la cabeza más con el Frozen throne. Juan simplemente se dedicó a ver los cybers
extinguirse lentamente y a quemarse la cabeza con la computadora que le regalaron un
tiempito después para su cumpleaños.
Muchos años después, cuando Cybardo ya era una verdulería, Juan me contó que un día
volvió a sentir ganas de volver a jugarse unos Counters, que sintió que lo que había pasado
en ese antro ya lo había dejado atrás, que podía darle otra oportunidad. Así que lo descargó
en su PC.
-Primero practique, me puse bots…
Los bots son como una inteligencia artificial que en teoría simula ser otro jugador en la
partida. Por lo general son bastante idiotas pero con una puntería bastante afilada.
-Pero después de un tiempo, jugar con bots empezó a ser un embole, así que empecé a
buscar servers online para cagarme a tiros con el primero que se me cruce, jugué en varios,
algunos no me gustaban porque tenían ochentas capas distintas de mods mas feos que el
carajo
Los mods como el nombre sugiere, son modificaciones generalmente hechas por los
mismos jugadores del counter, que puede reemplazar, agregar o quitar toda clases de cosas
en el juego.
-Me terminé quedando en un server cordobés donde me encontraba bastante bien parado,
me defendía bastante bien, era muy difícil que me hagan cabecear una bala y los vagos del
server eran todos más buenos que la mierda, nunca había roces violentos, todo era en plan
boludeo, nos hablábamos como si nos conocieramos de toda la vida y nada que ver, todos
vivíamos en la loma del orto pero justo se dio que nos encontramos en ese server para
pincharnos el ojete a tiros.
Me contaba Juan, lo que hasta ese momento parecía su final feliz con el Counter.
-Pero un día, volvió a pasar... el round empezaba, daba tres pasos ¡pam! tiro de Awp,
¿quien caía? yo. Empezaba el otro round, tres pasos ¡pam! otra vez caía muerto, una y otra
vez, “¡Que hijo de puta, la concha de la lora hoy ando para atrás eh! dije hablando con el
micrófono pedorro ese que tengo… Nadie dijo nada, excepto uno quien se reía y se reía con
“esa” risa...
No aclaraba nada pero aun así yo entendí al toque a qué refería con “esa” risa
-”¡Que hace renacuajo, tanto tiempo!” lo escuche decirme desde otro lado, con esa risa de
gordo asmatico asqueroso, ¡era él, ese puto gordo cara de pija!

BORRADOR 1.0 BY SUBUDUA (Brian Regert)

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