MERLEAU PONTY - Prologo - en Fenomenologia de La Percepcion
MERLEAU PONTY - Prologo - en Fenomenologia de La Percepcion
MERLEAU PONTY - Prologo - en Fenomenologia de La Percepcion
Merleau-Ponty presenta el método fenomenológico como la única vía para comprender al hombre
como "ser en situación", como ser en el mundo vivido y percibido. Para la fenomenología, el mundo
vivido y percibido está por fuera de nosotros y antes de toda reflexión o análisis, como una presencia
inalienable, y pretende recobrar ese contacto con el mundo vivido y percibido.
La fenomenología es el estudio de las esencias y todos los problemas según ella se reducen a definir
esencias, entre ellas, la esencia de la percepción. Se trata de una filosofía que pretende colocar las
esencias en la existencia y que considera que no se puede comprender al hombre y al mundo sino a
partir de su facticidad, es decir, de los hechos. La filosofía de Merleau-Ponty es existencialista y su
intención es la de comprender al hombre y al mundo a partir de su "facticidad". Para la
fenomenología, el mundo vivido y percibido está por fuera de nosotros y antes de toda reflexión o
análisis, como una presencia inalienable, y pretende recobrar ese contacto con el mundo vivido y
percibido. La fenomenología ambiciona que la filosofía se convierta en una ciencia rigurosa y que dé
cuenta del espacio, del tiempo y del mundo vivido y percibido. Procura hacer una descripción directa
de nuestra experiencia vivida en el mundo tal cual es y sin ninguna consideración de su génesis
psicológica y de las explicaciones causales que el sociólogo o el científico puedan dar.
Desde el comienzo distingue entre la fenomenología y la filosofía que "reflexiona" sobre la realidad,
desligándola del sujeto o considerando la conciencia de este sujeto como supratemporal. Según el
autor los aspectos fundamentales, tales como la alteridad (intersubjetividad), la temporalidad, la
espacialidad, el pensamiento humano en cuanto inmerso en una situación (contingencia) y la
percepción, sólo pueden ser tratados filosóficamente según el método fenomenológico.
La percepción es el contexto de la experiencia que guía cada uno de nuestros actos conscientes. El
mundo provee un campo para la percepción y la conciencia humana asigna un sentido al mundo
percibido. No podemos separarnos de nuestras percepciones del mundo.
La ciencia no tiene ni tendrá el mismo sentido que el mundo percibido y vivido, por ser no una
descripción, sino una explicación o determinación del mismo. No soy un ser vivo con todos los
caracteres que la ciencia reconoce a estos productos de la naturaleza o de la historia. Volver a las
cosas mismas es volver a este mundo anterior al conocimiento y del que el conocimiento siempre
habla y explica y frente al cual toda determinación científica es abstracta, significativa y dependiente.
La exigencia de una descripción pura excluye tanto el procedimiento del análisis reflexivo cuanto el
de la explicación científica. Tanto Descartes como Kant postulaban que yo no podría aprehender
ninguna cosa como existente si antes no me experimento yo como existente en el acto de
aprehenderla. La conciencia y la certidumbre de mí mismo para mí mismo son condición sin la cual
no hay nada. El acto de enlace que se da en la conciencia aparece como fundamento del mundo que
enlaza. El mundo no existe en tanto no se lo piense, en tanto no se lo explique o analice. Husserl
opone a un análisis que hace reposar el mundo en la actividad sintética del sujeto, su reflexión
noemática que permanece en el objeto y explicita su unidad primordial en vez de engendrarla.
El mundo está ahí antes de cualquier análisis o reflexión que yo pueda hacer de él y sería artificial
hacerlo derivar (al mundo) de una serie de síntesis que enlazarían las sensaciones y las
perspectivas del objeto, mientras que unas y otras son justamente productos del análisis y no
deben ser realizadas antes de él. Lo real hay que describirlo, no construirlo o constituirlo. Lo real
existe antes de toda construcción o constitución, pues lo real es un tejido sólido que no espera
nuestros juicios. El mundo no es un objeto del cual yo posea la ley de su constitución o construcción
por medio de mi yo, es el campo de todos mis pensamientos y de todas mis percepciones. La verdad
no habita solamente en el hombre interior. Varias veces insiste en esta idea: el mundo hay que
describirlo, no reconstruirlo o construirlo. Por eso, la base de nuestro conocimiento está en
nuestro contacto con el mundo que se da por la percepción. A través de la percepción lo existente
en el mundo se hace presente a la conciencia del sujeto como una realidad patente. Esto no quiere
decir —como veremos más adelante— que Merleau-Ponty adopte ante el problema del
conocimiento una postura realista. Para él —al igual que para Husserl— no se trata de descubrir el
mundo tal como es en sí, sino tal como se presenta en mi conciencia. Durante mucho tiempo, la
reducción fenomenológica fue presentada como el retorno a una conciencia trascendental, ante la
cual el mundo se presenta como transparencia absoluta y unidad de valor indiviso para las
conciencias. Para el idealismo trascendental el mundo es único, aquello idéntico que nos
representamos, en tanto somos todos una única luz y participamos del mundo sin dividirlo. El
análisis reflexivo ignora el problema del otro y el problema del mundo porque hace aparecer en mí el
poder de ir a una verdad universal de derecho.
Para Husserl hay un problema del otro. Si yo soy para mí y si el otro es para sí y si somos el uno para
el otro, es menester que aparezcamos el uno para el otro. Además de la perspectiva del PARA SÍ (la
perspectiva mía sobre mí mismo y la perspectiva del otro sobre sí mismo) existe una perspectiva del
PARA EL OTRO (la perspectiva mía sobre el otro y la perspectiva del otro sobre mí) La dialéctica del
ego y del alter ego es posible si el ego y el alter ego están definidos por su situación y no están
liberados de toda inherencia, si la filosofía no se acaba con el retorno al YO y si descubro por la
reflexión no sólo mi presencia ante mí mismo sino también la posibilidad de un espectador ajeno.
Aun en el momento mismo en que tengo la vivencia de mi existencia y en ese punto extremo de la
reflexión sobre sí mismo, estoy expuesto a la mirada de los otros como hombre entre los hombres.
Hasta hoy el cogito devaluaba la percepción de mí del otro y del otro sobre mí, enseñando que el yo
sólo es accesible a sí mismo, puesto que me definía por el pensamiento que tengo de mí mismo y
que sólo yo puedo tener.
El mundo es lo que percibimos y lo que vivimos. El mundo no es lo que pienso, sino lo que percibo
y lo que vivo. El mundo fenomenológico no es el ser puro, sino el sentido que se construye en la
intersección de mis experiencias y las experiencias del otro. El sentido del mundo vivido es
inseparable de la subjetividad y de la intersubjetividad.
Según el autor, desde esta perspectiva es más fácil comprender la reducción fenomenológica.
Husserl es el autor de este método usado por la fenomenología, en el que se reemplaza la actitud
ingenua característica del hombre medio por una actitud crítica. El método consiste en poner entre
paréntesis la experiencia tal como ordinariamente nos es dada y luego realizar una serie de
reducciones por las que el sujeto que conoce suspende el juicio, primero, sobre todo lo dicho
anteriormente por la ciencia y la historia respecto a un determinado objeto; luego se prescinde de la
individualidad y existencia del objeto hasta llegar a la última reducción en la que sólo se considera el
objeto en cuanto correlativo de la conciencia, llegando así a la esencia o eidos del objeto. Merleau-
Ponty retoma esta idea, pero insistiendo en la relación que guarda el objeto conocido por el mundo
y, por tanto, en la necesidad de recuperar en la conciencia —luego de haberlo desligado de un
tiempo y espacio objetivos— lo que percibimos en el mundo. En el proceso de reducción
fenomenológica se pone en suspenso la relación del sujeto con el mundo para que lo conocido
aparezca sólo tal como se da en nuestra conciencia. Una reducción completa es imposible, admite el
autor, puesto que somos en el mundo.
Este proceso de reducción fenomenológica que parece en un primer momento alejarse del mundo y
de la existencia, no nos hace olvidar que la filosofía es un compromiso. Las esencias que nos hace
presentes la reducción son un medio, no son el objeto de nuestro conocimiento; la existencia es lo
importante, pero como está demasiado ligada al mundo, necesitamos, según Merleau-Ponty, "del
campo de la idealidad para conocer y conquistar su facticidad. (...) Se trata de reconocer la
conciencia misma como proyecto del mundo, destinada a un mundo que ella ni abarca ni posee,
pero hacia el cual no cesa de dirigirse; y el mundo como este individuo pre-objetivo cuya imperiosa
unidad prescribe al conocimiento su meta" (Ibidem. p.
17).