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El Juego en El Espectro: © Todos Los Derechos Reservados

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EL JUEGO EN EL ESPECTRO

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En este módulo, luego de haber visto los desafíos sensoriales que
pueden presentar muchos niños con TEA, vamos a conversar sobre el
juego, aspecto esencial en el desarrollo de cada infante. También
conversaremos sobre lo que puede suceder en el juego cuando hay
desafíos en las habilidades necesarias para jugar: como por ejemplo,
la comunicación e interacción, como puede ocurrir en niños con TEA.

De todas las actividades de la vida diaria, el juego tiene un carácter


central en la vida de los niños. Durante el desarrollo, gracias a la
capacidad plástica, adaptativa y potencial de aprendizaje del cerebro,
se van dando cambios cada vez más especializados y diferenciados.

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El juego es la principal y más significativa ocupación en esta etapa de
la vida, porque es a través del juego cómo el niño adquiere destrezas
de ejecución sensoriomotoras, perceptivas, cognitivas y
socioafectivas.

El juego infantil es una actividad placentera, libre y espontánea, sin un


fin determinado, pero de mucha importancia para los niños. Las
connotaciones de placentera, libre y espontánea del juego son
fundamentales y por tal razón debemos garantizarlas con nuestro
acompañamiento.

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El juego

… Se hace simplemente por placer.

… Es elegido libremente.

… Exige una participación activa del niño, lo cual lo va a conectar con


vertientes de la cultura.

… Favorece el desarrollo social y la creatividad.

… Se halla en la base misma de la cultura.

“Conseguir que los chicos jueguen es ya una psicoterapia de


aplicación inmediata y universal, e incluye el establecimiento de
una actitud social positiva respecto del juego” D. Winnicott

Muchos autores han estudiado la actividad del juego y han tratado de


explicar su naturaleza. Hay varias teorías, cada una de las cuales
explica este fenómeno desde diversos puntos de vista.

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A continuación veremos en líneas generales el concepto de juego
desde la perspectiva de Freud, Vygotski y Piaget.

Teoría Psicoanalítica: El juego se considera como el medio para


expresar las necesidades y satisfacerlas. Mientras se juega, se
expresan los instintos; Freud vincula el juego al instinto de placer. Por
medio de las acciones lúdicas el niño manifiesta sus deseos
inconscientes y puede revivir sus experiencias traumáticas,
canalizando la angustia de las experiencias reales, reconstruyendo lo
sucedido; así puede dominar los acontecimientos y dar solución a
estos conflictos.

Teoría de Vygotski y Elkonin Vygotski (1966) Y Elkonin (1980):


explican que la actividad lúdica constituye el motor del desarrollo,
posibilitando la creación de zonas de desarrollo próximo. La acción
lúdica partiría de deseos insatisfechos que, mediante la creación de
una situación fingida, se pueden resolver. Así mismo, en el juego el
niño se conoce a él mismo y a los demás. El juego es una actividad
fundamentalmente social.

Teoría de Piaget: Jean Piaget describió los principales tipos de juego


de acuerdo al desarrollo del niño, cada uno de los cuales se va

perfeccionando conforme éste va creciendo:

Juego funcional: El niño realiza acciones motoras para explorar

diversos objetos y responder a los estímulos que recibe. Este tipo de

juego promueve el desarrollo sensorial, la coordinación motriz

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gruesa y fina, la permanencia del objeto y la posibilidad de reconocer

causa-efecto. Algunos juegos representativos en este estadio son:

dejar caer objetos, encontrar un objeto que está aparentemente

escondido, alcanzar algún objeto apoyándose de otro, agitar una

sonaja, gatear, correr, saltar, encender un juguete presionando un

botón.

Juego de construcción: Surge a partir del primer año de vida y

permanece durante todo el desarrollo del niño a la par del juego

funcional. A través de este tipo de juego se promueve la creatividad,

la motricidad fina (coordinación óculo-manual), la solución de

problemas y la ubicación temporo-espacial. Algunas actividades que

representan este tipo de juegos son: apilar y alinear objetos para

formar caminos, torres o puentes, armar rompecabezas o crear una

casita con sábanas y sillas.

Juego simbólico: El niño simula situaciones y representa personajes

de la vida cotidiana y de su entorno. A través de este juego el niño

comprende y asimila lo que observa, escucha y siente, desarrolla su

creatividad, imaginación, fantasía y convivencia con sus iguales.

Juego de reglas: Este tipo de juego surge antes de los 6 años, en él

los niños establecen las normas necesarias para jugar, sin embargo,

pueden cambiar las reglas siempre y cuando el resto de los

integrantes estén de acuerdo. Es a través del juego de reglas que los

niños aprenden a respetar normas, a esperar turnos, desarrollan

tolerancia a la frustración y viven valores como el respeto. Algunos

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juegos tradicionales son: el lobo, las escondidas, lotería, el

monopoly, juegos de cartas, entre otros.

CARACTERÍSTICAS DEL JUEGO :

El juego es la actividad fundamental del niño, imprescindible para un

desarrollo adecuado, por lo que éste debe disponer de tiempo y

espacio suficiente según su edad y necesidades.

La naturaleza del juego responde a estas características:

Es la actividad propia de la infancia

Se ha de considerar como una actitud, como un modo de

interactuar con la realidad.

La finalidad del juego es intrínseca; el niño no juega con

ningún otro objetivo.

Es espontáneo, no requiere motivación ni preparación.

Es motivador en sí mismo, cualquier actividad convertida en

juego es atractiva para el niño.

Se elige libremente; los niños y niñas no se sienten obligados

a jugar, pues si esto fuera así, dejarían de hacerlo. Se trata de

una actividad espontánea, no condicionada por refuerzos o

acontecimientos externos.

En su desarrollo, hay un desenvolvimiento de todas las

capacidades físicas y psíquicas. El adulto puede obtener


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información de la evolución de niños y niñas observando

cómo juegan.

Para jugar no es preciso que haya material.

Es un recurso educativo que favorece el aprendizaje en sus

múltiples facetas.

Psicológicamente, se considera que el juego puede servir

para liberar tensiones.

Cambia con la edad, de forma que hay diferentes formas de

juego que van apareciendo conforme el niño va

evolucionando. - Tiene una función compensadora de

desigualdades, integradora y rehabilitadora.

El juego produce placer, para Freud, como vimos

anteriormente, el juego tiene una función equivalente a la

que tienen los sueños en relación con los deseos

inconscientes de los sujetos adultos. Este carácter

gratificador y placentero del juego ha sido reconocido por

diferentes autores. Piaget y Vygotski, con matices diferentes,

señalan la satisfacción de deseos inmediatos que se da en el

juego, o el origen de éste precisamente en esas necesidades,

no satisfechas, de acciones que desbordan la capacidad del

niño.

¿QUÉ PASA CON EL JUEGO EN EL ESPECTRO?

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Siguiendo a estos mismos autores, el niño con autismo puede tener
alteraciones en el juego, puede jugar con los mismos juguetes que
otro niño, pero no interactuar con él, y a menudo utiliza los juguetes
de un modo repetitivo. Debido a las funciones que cumple el juego
(comentadas anteriormente), es importante contemplar esta área en
niños con autismo.

Una de las características de los niños con TEA según el DSM, es la


aparición de patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento,
intereses o actividades que se manifiestan, por ejemplo en conductas
tales como alineación de juguetes o dificultades para compartir el
juego imaginativo o para hacer amigos.

A veces, este tipo de juegos (junto a la ausencia o dificultades en el


lenguaje) son los primeros signos de alarma para los padres/madres.

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Por tanto, el juego se convierte en una de las áreas afectadas y sobre
las que hay que trabajar en TEA, y a su vez es una de las herramientas
más valiosas para pensar intervenciones.

Como hemos visto hasta ahora, el desarrollo de habilidades motrices,


cognitivas y sociales van ligadas al juego en todas las etapas del
desarrollo, pero para que exista un juego funcional debemos
desarrollar la capacidad de imitación, para que exista un juego
simbólico tenemos que ser capaces de entender las representaciones
reales del mundo exterior y poder entender las claves sociales
implícitas en el juego para poder predecir nuestras conductas y la de
los demás. La mayoría de los niños con TEA no alcanzan un nivel de
imitación que les permita establecer una relación de juego funcional,
poner objetos en filas, hacer girar ruedas de autos, muestran un
desorden sensorial y de conductas repetitivas y estereotipadas que
hacen que el juego pierda su propósito, se les dificulta entender las

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normas sociales y ser empático con el otro, por lo que las dificultades
que encontrará para integrarse a los juegos en colectivo serán muy
complejas.

En general, algunas de las características son:

•Intereses restringidos: Muestran satisfacción al observar objetos que


giren o tengan luces y sonidos, es decir presentan un gusto particular
al realizar alguna acción o actividad de forma repetitiva. Por ejemplo,
disfrutan al abrir y cerrar una puerta en varias ocasiones, ver girar
trompos, enfocarse en partes de objetos, entre otras.

•Escaso o nulo uso funcional de objetos: Presentan dificultades para


usar un juguete de manera adecuada. Por ejemplo, alinear objetos o,
en vez de jugar con los carritos tienden a tirarlos y golpearlos contra
la mesa.

•Juego solitario: Suelen preferir juegos de forma individual,


presentando dificultades para involucrar a otros.

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En esta diplomatura, una de las cosas que queremos destacar, es que
no hay recetas en el trabajo con infancias. Atender a la diversidad que
se presenta en cada infante, en cada persona, es un desafío y una
obligación. El diagnóstico no define, por lo que en todo momento
debemos contemplar al niño de modo integral e individual. Si
podemos acercarnos al diagnóstico para entender ciertos
comportamientos, pero no marca un camino ni una forma de
intervenir.

Ahora bien, atendiendo lo descrito, como padres, docentes,


profesionales, adultos en general, para mejorar la interacción social a
través del juego podemos, en general:

•Tener en cuenta cuáles son sus intereses, ya que como bien sabemos,
cada niño es un ‘mundo distinto’ con características, habilidades e

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intereses diversos, por ello no todos van a responder con el mismo
entusiasmo frente a una actividad. Para esto debemos realizarnos las
siguientes preguntas: ¿Qué actividad le divierte? y ¿Con qué
actividades o juguetes permanece más tiempo?.

•Conocer el tipo de juego que le divierte. Así, nos adaptaremos a ello


teniendo en cuenta la etapa evolutiva en la que se encuentra, la cual
puede o no coincidir con su edad cronológica. Por ejemplo, los juegos
de contacto como las ‘cosquillitas’, ‘la arañita’ o ‘zen zen’ son juegos
en donde el adulto tiene un vínculo directo de interacción con el niño,
permitiendo que el contacto visual sea consistente y fomentando de
manera indirecta el lenguaje espontáneo del niño, cuando él pida
‘más cosquillas’.

•Utilizar el objeto como medio para lograr el interés del niño, pero, a
la vez, centrando la atención en la persona (madre, padre, familiar,
cuidador, etc.). Para ello, podemos volvernos más expresivos con el
rostro y cuerpo, exagerar las expresiones faciales y corporales, y usar
nuestra voz como una herramienta para captar su atención. Es decir,
utilizar al objeto como un medio para estimular la interacción o el
interés hacia la otra persona. Por ejemplo, al jugar con los animales
hacer que coman diciendo ‘ñam ñam’, al jugar con los carritos hacer
que se choquen y decir ‘pum’ o al soplar burbujas y reventarlas decir
‘poc poc’.

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•Una vez que se ha logrado el disfrute con la otra persona, estimular
el juego funcional. Es importante que el niño aprenda a utilizar los
encajes y distintos juguetes. Sin embargo, es aún más importante que
se centre más en la persona, para ello podemos realizar sonidos con
los objetos que sean motivantes para él.

•Luego, se pasará al juego de representación, en donde, le


brindaremos distintos modelos de juego. Al realizar de manera
constante estos modelos, podemos propiciar la imitación del niño
durante los mismos. Por ejemplo, al jugar con animales se pueden
realizar distintas acciones como comer, dormir, saltar, correr, entre
otras.

•Fomentar tiempos de espera en el juego, es decir que el adulto no


dirija el juego por unos segundos para observar la conducta del niño,
esperando que nos mire, entregue algún objeto, muestre una acción
o solicite. Y, esperando que él tome la iniciativa de interactuar con el
otro, de no lograrlo, se debe dirigir nuevamente la actividad.

En cuanto a consideraciones más concretas, puede servir:

Estructura. Pensar el juego de manera estructurada. Las sesiones de


juego deben separarse en partes pequeñas.

Comprensión del juego y contexto. Debemos asegurarnos que se


comprende el juego y sus reglas (si es necesario usar pictogramas,
acompañados de la orden verbal).

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Modelado. Un adulto puede modelar el juego y acompañar. Si es un
juego solitario, el adulto posteriormente se irá retirando. Si el juego
implica a iguales, pueden pasar a modelar los iguales, hasta que el
niño/a logre realizar el juego sin ayuda.

Reforzador. El juego debe ser un reforzador siempre, debe ser


agradable.

Juego en familia. El juego es una de las conductas que más tiene


lugar en la casa, en familia, ya que es el sitio donde los niños/as suelen
pasar la mayor parte del tiempo. Por tanto, la familia toma un papel
primordial en este aspecto siendo los principales agentes activos en
las intervenciones, por lo que hay que dotarles de herramientas útiles
en su día a día.

De hecho, numerosos estudios avalan la importancia de involucrar en


este sentido a los progenitores, ofrecerles herramientas y habilidades
para llevar a cabo los juegos, y además motivarlos a que jueguen con
sus hijos (Román-Oyola, Figueroa-Feliciano, Torres Martínez y
colaboradores, 2018).

Juego cooperativo. En el ámbito educativo, especialmente en etapas


infantiles, se está estudiando el uso de metodologías cooperativas.
Los resultados muestran que mejora las relaciones sociales y facilita
la inclusión de alumnado con TEA, despertando en sus compañeros
conductas prosociales, al tiempo que el niño con diagnóstico de TEA

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nos hace participes de su entorno, mejorando la cohesión del grupo
(Cuéllar, Pérez y De la Iglesia, 2015).

Otros aspectos importantes:


a. Es necesario partir de los intereses y puntos fuertes del niño/a. Por
difícil que parezca en muchas ocasiones, siempre se encuentra algún
aspecto motivador. También podemos dar a elegir entre dos
opciones.
b. En niños más pequeños, utiliza la anticipación…¡1,2 y 3! Pausa la
actividad que le gusta y espera a que solicite seguir con el juego.
c. Utiliza el juego para favorecer la comunicación. Pon juguetes u
objetos de su interés fuera de su alcance, y ayúdale a que lo pida.
d. Realiza juegos donde se precisa la interacción: cucu-tras,
cosquillas, lanzar al niño/a hacia arriba, etc.

Por todo lo mencionado, es de suma importancia valorar el juego en


los niños con TEA, porque, definitivamente, estimula el desarrollo de
la comunicación verbal y no verbal, también es facilitador de
aprendizajes y fomenta la interacción con los pares. De tal manera,
permite la asimilación de reglas de conducta y, el descubrimiento de
la vida social.

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