Exposición Nietzsche RENTERÍA (12917)

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 7

Gabriela Rentería Prado

Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

Exposición sobre: El nacimiento de la tragedia

En la presente relatoría abordaré El nacimiento de la tragedia, desde el


parágrafo §1 al §6 del Alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), donde nos muestra
a través de las fuerzas de lo apolíneo y lo dionisiaco, como la existencia se justifica
como fenómeno estético. Nos habla de la naturaleza del arte y su rol en la vida
humana desde la visión del ser humano como animal creador y no racional.

A lo largo de este libro Nietzsche busca ir en contra de la antigua disputa


entre arte y filosofía, donde el arte iría en contra del conocimiento, pero para él, es
realmente la mejor forma de entendimiento y aceptación de la realidad que existe. El
drama antiguo sería, pues, el arte que mejor aborda y refleja la realidad. En la
primera frase del libro nos habla de ciencia estética cosa que justamente nos pone en
cuestión, sobre la posibilidad de encontrar una teoría fundamentada dentro de la
estética. Nietzsche utilizara a Apolo y Dioniso para representar dos fuerzas duales,
principios o dinámicas fundamentales de la propia naturaleza, la fusión entre las dos
sería la forma trágica.

En lo apolíneo está la experiencia del sueño, este dios de la luz y del sol
estaría asociado con la escultura y los poderes de la curación, es él quien ilumina el
mundo interior de la fantasía y el sueño. En el sueño existen imágenes ilusorias, que
no son reflejo en sí de la realidad sino creaciones hechas por nosotros mismos. Esta
fuerza es creadora de la apariencia y de las formas individuales. En nuestro mundo
humano tendemos a crear conceptos y categorizaciones, dejando de lado la esencia
profunda de los objetos en sí mismos más allá de nuestra representación. Se podría
decir que a través de estos conceptos generamos apariencias de la apariencia que nos
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

presenta Apolo. Apolo es el escultor de nuestra realidad, el creador de esas imágenes


y el reproductor de los objetos que identificamos.

“La relación que el filósofo mantiene con la realidad de la existencia


es la que el hombre sensible al arte mantiene con la realidad del sueño; la contempla
con minuciosidad y con gusto: pues de esas imágenes saca él su interpretación de la
vida, mediante esos sucesos se ejercita para la vida.” (§1 pág. 43)

Apolo en cuanto dios de las fuerzas figurativas, conserva, sin embargo, como
escultor, la prudencia de la imagen y de lo onírico, sin dejar confundir el sueño con
la vigilia. Nietzsche utilizará una imagen de Schopenhauer para mostrar ese suceso
entre apariencia y realidad que sucede también en la vigilia.

«Como sobre el mar embravecido, que, ilimitado por todos lados,


levanta y abate rugiendo montañas de olas, un navegante está en una barca,
confiando en la débil embarcación; así está tranquilo, en medio de un mundo de
tormentos, el hombre individual, apoyado y confiando en el principium
individuationis [principio de individuación]» El mundo como voluntad y
representación, I, Pp. 416

En el mundo como voluntad y representación, encontramos al navegante en su


débil barca que confía en ella, y por lo tanto en el principio de individuación,
mientras se encuentra rodeado de un mar inmenso e imponente frente al cuál no
tiene gran posibilidad de ganar. Sin embargo, lo que debería suceder es que el mar
rompa con el principio de individuación y su pequeña creación apolínea deje de
creerse capaz de someter y superar al inmenso mar. En esta imagen vemos como lo
apolíneo se empieza a poner en común con lo dionisiaco. La barca como lo apolíneo
y el mar como lo dionisiaco.
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

Lo dionisiaco es representado por Dioniso, el dios de la fertilidad, del vino y del


exceso. Es aquel aspecto de la realidad donde la individualidad se desintegra, donde
el orden de las distinciones se pierde en la unificación. Lo dionisiaco se representa a
través de la embriaguez, donde los contornos de los objetos se disuelven y la
distinción entre las cosas se vuelve confusa, mientras la inhibición que se presenta,
separa al hombre del principio de individuación.

“Hay hombres que, por falta de experiencia o por embotamiento de espíritu, se


apartan de esos fenómenos como de «enfermedades populares», burlándose de ellos
o lamentándolos, apoyados en el sentimiento de su propia salud: los pobres no
sospechan, desde luego, qué color cadavérico y qué aire fantasmal ostenta
precisamente esa «salud» suya cuando a su lado pasa rugiendo la vida ardiente de
los entusiastas dionisíacos” (§1 pág. 45)

Lo dionisiaco es la fuerza que vuelve a unir al hombre con la naturaleza, es la


fuerza que lo reconcilia con lo que le es ajeno a sí mismo (con lo más inmediato que
hay). En un instante, esta fuerza funde la necesidad de ser el artista, de ser quién
dirige, y lo convierte en obra de arte. En espectador y actor al mismo tiempo, de
algo que no le pertenece, pero de lo cuál hace parte.

En lo apolíneo y su antítesis, lo dionisíaco, como potencias artísticas que brotan


de la naturaleza misma, sin mediación del artista humano, el artista viene pues a ser
un imitador, tanto de lo dionisiaco como de lo apolíneo, o como en el caso de la
tragedia griega, de ambas. Pero, ¿Cómo los griegos se habrán acercado tanto a estos
instintos artísticos de la naturaleza? Nietzsche empezará a divagar sobre cómo
podrían haber sido los sueños de estos hombres y afirmará, dado el ojo artístico tan
fino que poseían, que “ no será posible abstenerse de presuponer, para vergüenza de
todos los nacidos con posterioridad, que también sus sueños poseyeron una
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

causalidad lógica de líneas y contornos, colores y grupos, una sucesión de escenas


parecida a sus mejores relieves, cuya perfección nos autorizaría sin duda a decir, si
fuera posible una comparación, que los griegos que sueñan son Homeros, y que
Homero es un griego que sueña” (§2 pág. 49). La Grecia apolínea se protegía de los
excesos de Dioniso a través de la imagen de apolíneo sosteniendo la cabeza de
medusa, pero sin embargo esto no fue suficiente para detener los impulsos
dionisiacos del pueblo entero. Finalmente tuvieron que llegar a un acuerdo para
subsistir en paz y equilibrio rindiendo culto a ambas divinidades a fin de poder
relacionarlas, como consciencia e inconsciente en equilibrio, reconociendo ambas
partes de una realidad completa.

“Ahora la esencia de la naturaleza debe expresarse simbólicamente; es


necesario un nuevo mundo de símbolos, por lo pronto el simbolismo corporal
entero, no sólo el simbolismo de la boca, del rostro, de la palabra, sino el
gesto pleno del baile, que mueve rítmicamente todos los miembros.” (§2 pág.
52)

Vemos entonces una cultura donde está divinizado tanto el bien como el mal, y
donde, por lo tanto, se acepta todo aquello que nos compone como seres vivos.
Entendemos estas dos fuerzas (tal como Eros y Thanatos), como dos fuerzas
necesarias e importantes en el desarrollo de la existencia. Vemos una cultura donde
los mitos son desgarradores, donde el sufrimiento y el arrepentimiento tuvieron que
ser convertidos en arte a fin de poder ser superados. Donde el dolor fue convertido
en alabanza a la vida misma. “El mismo instinto que da vida al arte, como un
complemento y una consumación de la existencia destinados a inducir a seguir
viviendo, fue el que hizo surgir también el mundo olímpico, en el cual la «voluntad»
helénica se puso delante un espejo transfigurado. Viviéndola ellos mismos es como
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

los dioses justifican la vida humana.” (§3 pág. 55) La voluntad se contempló a sí
misma, sin reproches, y así pudo aceptarse.

Finalmente, Nietzsche aborda al mundo onírico como el espacio donde el


hombre puede realizarse de verdad. Se opone a Platón al invertir el mundo de las
ideas con la realidad inteligible. Para él la realidad no es inteligible, es lo dionisiaco,
la negación constante de nuestros impulsos y la intención de disfrazarlos por miedo
a aceptar algo potencialmente peligroso. El sueño entonces podría ser una apariencia
de la apariencia, pero no es un reflejo como tal. Los sueños y el arte serían como un
espejo de la apariencia, pero que transfigura y transforma esta misma. No producen
conocimiento, sino que buscan superación. El arte apolíneo no es una representación
ni un reflejo del mundo, logra ser arte, a pesar de su subjetividad, porque es un
suplemento para la realidad misma.

“El genio sabe algo acerca de la esencia eterna del arte tan sólo en la
medida en que, en su acto de procreación artística, se fusiona con aquel artista
primordial del mundo; pues cuando se halla en aquel estado es, de manera
maravillosa, igual que la desazonante imagen del cuento, que puede dar la vuelta a
los ojos y mirarse a sí misma; ahora él es a la vez sujeto y objeto, a la vez poeta,
actor y espectador” (§5 pág. 69)

La sátira de la tragedia griega muestra como se puede anular la necesidad de


controlarlo todo a través del entendimiento y la aceptación de lo que somos. Solo
puede crear el que olvida primero, tal como en la fuerza dionisiaca donde se olvida
la partitura, para así poder ser uno con la música. Tal vez nosotros mismos debemos
olvidar la partitura que hemos escrito a fin de entender el mundo realmente. Tal vez
nosotros debemos dejar de lado por un momento, la cultura, el lenguaje, inclusive
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

nuestra historia y nuestra percepción, a fin de poder ser uno realmente con la vida. A
fin de acercarnos a la posibilidad de leer la realidad cómo llega de forma inmediata,
sin juicios. Pues como dice nuestro autor en cuestión, las ficciones que debemos
olvidar con aquellas de las que se ha olvidado que son ficciones.

Preguntas:

¿Tendrá que ver lo dionisiaco con una búsqueda del lenguaje más allá de las
palabras? ¿De poder entender el lenguaje que tiene la naturaleza y que se expresa
como la música, de forma metafísica para nosotros que necesitamos codificar y
clasificar todo a fin de entenderlo?

La compasión consiste en poder ver más allá del principio de individuación, poder
ver el mar como parte de mi mismo y aceptar la posible muerte sin repeler aquello
que pertenece al flujo natural de las cosas. ¿El principio de individuación podría ser
visto de alguna forma como un instinto de supervivencia? No pienso que la
disolución del yo sea perder su instinto de supervivencia sino más bien ampliarlo al
todo como hacia un instinto de supervivencia universal. Es por esto que este
concepto me confunde.

Bibliografía:

- NIETZSCHE, Friedrich (2000) Ensayo de autocrítica. En: El nacimiento de la


tragedia, Madrid: Alianza Editorial.
Gabriela Rentería Prado
Seminario de Estética
Relatoría
Maria Cristina Sánchez

También podría gustarte