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Su transformación y la nuestra
Rodrigo Carmona
2016
Rodrigo Carmona
Contenido
Prólogo
Bibliografía y reconocimientos
Introducción: Cómo te ayudará este libro
Primera Parte
I) Se levanta el telón
II) Fundamentos soberanos
III) Nuestro tiempo sin Dios
IV) Una experiencia personal con Dios
V) Primeros pasos con Dios
VI) A solas con Dios
Segunda Parte
VII) Visita a Pedro
VIII) Tiempo de espera
IX) Comienza el ministerio
X) El factor Bernabé
XI) Ayuda para Jerusalén
XII) Comienzo del primer viaje misionero
Tercera Parte
XIII) Juan Marcos: Cómo recuperarse de un fracaso
XIV) Pablo establece su primera iglesia
XV) La obra crece, los problemas también
XVI) Pablo levanta líderes
XVII) Conflictos Internos
XVIII) Pablo, el escritor de cartas
XIX) Una paráfrasis de la Carta a los Gálatas
XX) El Concilio de Jerusalén
XXI) Conclusión
Notas
Nota 1: Cronología de la vida de Pablo
Nota 2: ¿Cómo estimamos la fecha de nacimiento de Pablo?
Nota 3: Los emperadores romanos durante la vida de Pablo
Nota 4: Contexto histórico de la vida de Pablo
Nota 5. ¿Cuándo se escribió la Epístola a los Gálatas?
Nota 6: Enfoque metodológico de esta obra
Prólogo
por Jorge Himitian*
Gran verdad.
Sin embargo, dos errores pueden surgir de esa afirmación. Uno
sería suponer que ya somos todo lo que necesitamos ser para que
Dios pueda usarnos como él quiere. El otro, suponer que con sólo
cursar algunos estudios o participar de conferencias podemos
convertirnos en lo que necesitamos ser para poder cumplir el
propósito de Dios para nuestra vida.
Dios quiere usarnos. No necesitamos orar para convencerlo. Él no
está limitado por nuestra falta de talentos o recursos financieros.
Dios puede multiplicar nuestros dones y proveer fácilmente los
recursos financieros que se requieran. Dios nos ha dado la
capacidad de decidir. Podemos usar nuestra voluntad para
acercarnos a Dios, o para alejarnos de El. Es por ello que la
formación de nuestra persona, nuestro carácter, obediencia y
madurez tanto personal como en la fe, son los factores que limitan
nuestro potencial para ser usados por Dios.
Caminar con Dios es un aprendizaje hacia la madurez. No se trata
de un conjunto de cursos del tipo ‘hágalo usted mismo’, que se
puedan completar en unos pocos meses.
Hay procesos que Dios utiliza para formar a sus líderes. Estudiar las
Escrituras muestra las etapas de desarrollo en un Moisés, un José,
un David o… un Pablo.
Conocer las etapas de los procesos que Dios utiliza en la formación
de sus líderes nos ayuda a percibir la continuidad de Dios obrando
en nuestro pasado para formarnos hasta llegar a adquirir un mayor
nivel de anticipación al saber que Dios nos usará en el futuro.
También nos puede ayudar a mejorar la imagen que tenemos de
nosotros mismos y de los demás.
No todos tenemos un llamado a ser apóstoles, pero sí cada uno de
nosotros tiene un llamado de Dios. El propósito de este libro es usar
el ejemplo de la vida de Pablo para entender los procesos que utiliza
Dios en nuestra formación para que seamos transformados en las
personas que estamos destinados a ser y podamos cumplir el
propósito de Dios para nuestra vida.
Todos los que estamos en el proceso de transformación
necesitamos un mapa de ruta para poder identificar a dónde nos
está llevando Dios a medida que él desarrolla sus dones en
nosotros. Cada viaje es único. Pero un mapa ayuda a la persona a
organizar lo que sucede a medida que Dios obra, anticipando el
futuro, entendiendo el pasado y respondiendo ala guía de Dios.
Dios nos forma durante toda nuestra vida. Esa formación es
resultado de eventos y personas que imprimen lecciones en el
tiempo. Y de nuestra respuesta a ellos. Todos podemos identificar
incidentes críticos en nuestras vidas en los que Dios nos enseñó
algo muy importante.
La madurez es una enseñanza de por vida de las lecciones de Dios.
La tuya será única. Dios te llevará a través de varias etapas durante
toda tu vida de caminar con él.
Hoy más que nunca, la obra de Dios requiere de obreros
capacitados y maduros. La iglesia necesita de líderes como los del
pasado que puedan mostrar el camino, transmitiendo mediante sus
vidas una fe digna de ser imitada. Para poder imitar la fe de los
líderes del pasado es que estudiamos sus vidas. A medida que lo
hacemos, nos beneficiamos tanto de la manera en que Dios los
formó como de las enseñanzas que el Señor les dio. Si aplicamos
ambas cosas a nuestra vida, podremos ser imitadores de su fe.
Cómo leer este libro
En esta obra he tratado de presentar a Pablo y sus compañeros de
aventuras como hombres en medio de hombres. Mi intención es
mostrar los hechos de la vida de Pablo en la forma más simple
posible, evitando entrar en argumentaciones y controversias,
siempre que sea posible, en un tema en el que en cada punto
existen controversias.
Al escribir este libro, me he fijado como objetivo que resulte
accesible para el lector no habituado a estudios formales, pero sin
perder profundidad en la presentación de los temas. He procurado
utilizar un lenguaje directo y no asumir un conocimiento previo del
tema.
La mayor parte de lo escrito en este libro podría ser respaldado por
alguna cita. Sin embargo, esta obra no busca ser una historia de las
opiniones sobre la vida de Pablo. Me he limitado a citar en la
bibliografía las principales fuentes de esta obra y de los ministerios
que han ejercido influencia sobre ella.
Al final del libro incluyo un breve apéndice con algunas ayudas. La
primera en forma de síntesis de una página, de la cronología de la
vida de Pablo (Nota 1) que es muy útil tener a mano como
referencia a medida que se lee el libro. En la Nota 2 brindamos con
más detalle un análisis de la fecha de nacimiento de Pablo. En las
Nota 3 y Nota 4 el lector encontrará una descripción del contexto
histórico de la vida de Pablo. En la Nota 5 se discute lo que es
probablemente la principal discusión académica con respecto a la
cronología y en la Nota 6 detallamos los principales supuestos
metodológicos utilizados.
Al final de cada capítulo el lector encontrará una breve reflexión
desafiándolo a analizar la forma en que cada etapa del proceso de
transformación y maduración de Pablo puede aplicarse a nuestra
propia vida. Materiales adicionales (mapas, información relevante,
bibliografía, etc.) y mis blogs se encuentran disponibles en:
desauloapablo.com
La Biblia
La Biblia no es un tratado de teología sino una carta de amor. La
teología cristiana sólo puede basarse en la Biblia, pero la Biblia es
mucho más que una serie de conceptos teológicos. Es la historia de
la relación entre Dios y la humanidad, de su obstinado amor
persiguiendo a sus hijos.
La mayor parte de la Biblia consiste en historias de hombres y
mujeres que buscaron a Dios y, principalmente, que fueron
buscados por Dios. El resto de la Biblia tiene que ver con palabras
de Dios dirigidas a su pueblo (sea en forma de libros proféticos o de
cartas inspiradas por Dios y escritas por personas escogidas por él)
a las iglesias o a los discípulos, para formarlos. En contra de la
mentalidad occidental, tan afecta a los compartimientos estancos,
estos dos focos se mezclan permanentemente como en la vida
misma. Es difícil estudiar a fondo la vida de un personaje de la Biblia
sin comprender cómo veía y entendía a Dios y la revelación de él
recibida, o sea lo que llamamos su teología. Es una gran ayuda
conocer al autor, su historia y circunstancias para entender mejor
sus escritos. La vida de Pablo es un claro ejemplo de eso.
Este libro se enfoca solo en una parte de la vida de Pablo, con un
claro objetivo de entender el proceso de Dios que transformó la vida
de un Saulo, perseguidor de la iglesia, en el apóstol Pablo,
destinado a tener un impacto eterno en la extensión del reino de
Dios.
El libro de los Hechos de los Apóstoles y su autor
Además de sus propios escritos y de las referencias históricas, una
de nuestras principales fuentes de información sobre la vida de
Pablo es un libro de la Biblia conocido como Hechos de los
Apóstoles, o simplemente Hechos. Este título no le fue dado por su
autor sino que le fue otorgado posteriormente. A fin de entender un
poco mejor su contexto, conozcamos algo más sobre el libro y sobre
su autor, Lucas.
Lucas era un médico gentil (quiere decir no judío) convertido al
cristianismo. Tal vez de la iglesia de Antioquia donde Pablo ministró
con Bernabé al comienzo de su ministerio apostólico (Hechos11:25-
26). Pablo lo menciona tres veces en sus cartas (por ejemplo
Filemón 1:24), llamándole a veces “el médico amado” (Colosenses
4:14). Fue el último amigo que hubo de acompañarlo en su segunda
prisión (2 Timoteo 4:11).Su profesión de médico debe haber sido de
gran utilidad en una época en que la predicación del evangelio era
recibida a menudo con azotes y pedradas.
De los cuatro evangelios que se encuentran en el Nuevo
Testamento, el de Lucas es el relato más completo de la vida de
Jesús y el que presenta el mejor orden cronológico. Fue escrito para
presentar un curso completo sobre la vida del Salvador. Desde su
nacimiento hasta su ascensión. El evangelio de Lucas es la primera
parte de una obra que se completa con Hechos, que abarca la
actividad misionera de la iglesia hasta el establecimiento de la
comunidad cristiana en Roma.
Ambos libros están dirigidos al mismo hombre, Teófilo (Lucas 1:3,
Hechos1:1). El contenido del Evangelio según Lucas concuerda
perfectamente con la denominación de “el primer tratado” que
menciona la introducción de Hechos.
El contenido de este evangelio muestra en general una gran
semejanza con el de Mateo y Marcos, y es posible que Lucas los
haya empleado como fuente, ya que según su propio testimonio
(Lucas 1:1) conocía otros relatos. Sin embargo gran parte del
material de Lucas (Lucas 9:51-18:35) no tiene paralelo en los otros
evangelios. Su crónica de los acontecimientos relativos al
nacimiento de Cristo difiere de la de Mateo en cuanto al punto de
vista y algunos detalles. Al tratar la resurrección, introduce la
jornada a Emaús que ninguno de los otros evangelios contiene
completa.
Testigos oculares han de haberle transmitido estos detalles, ya que
él no presenció los acontecimientos que describe (Lucas 1:2). En su
evangelio menciona personas de quienes puede haber obtenido su
información. El contenido de su relato nos hace pensar que María, la
madre de Jesús, pudo haberle suministrado el contenido de los
primeros dos capítulos y que María Magdalena y otras mujeres
pueden haberle contado muchas reminiscencias personales. Es muy
posible que Lucas haya viajado por Palestina durante el
encarcelamiento de Pablo en Cesárea (Hechos21:18, 27:1),
entrevistando a numerosas personas que pudieron haber sido
testigos presenciales. De la predicación de Pablo y otros apóstoles,
a los que seguramente había escuchado, derivó muchas de las
aplicaciones doctrinales que aparecen tanto en su evangelio como
en Hechos.
Debido a los numerosos temas que el libro de Hechos deja sin
respuesta, algunos observan que Lucas no buscó escribir una
historia completa de la iglesia primitiva. Más que tratar los hechos
de los doce apóstoles, Lucas se enfocó sólo en tres de ellos: Pedro,
Jacobo (o Santiago) y Juan, y de estos dos últimos sólo hizo breves
menciones. El libro de los Hechos trata fundamentalmente de los
hechos de Pedro y Pablo. A Pedro prácticamente lo descartó luego
de la conversión de Cornelio, para enfocarse más en el ministerio de
Pablo.
En Hechos, Lucas se propuso relatar los hechos tal y como
sucedieron. Existe una fuerte complementariedad entre Hechos y
las epístolas. Resulta difícil imaginar que las cartas de Pablo le
fueran desconocidas a Lucas, ya que permaneció en compañía de
Pablo mientras escribía muchas de ellas.
El estilo de redacción de Lucas era muy comprimido, y como autor
esperaba mucha atención por parte de los lectores. Generalmente
no explicaba las relaciones causa efecto ni el contexto, sino sólo los
hechos. Le dejó al lector la tarea de entender las relaciones e
implicancias de lo sucedido. Utilizó pocas palabras para describir las
situaciones y sólo podemos entenderlas cuando hacemos uso de
nuestra imaginación para posicionarnos en la escena, sin lo cual
perdemos su significado. Debido a eso, pese a que su estilo es
simple y claro, puede resultar difícil de entender por lo breve de sus
descripciones.
Hechos es un relato sencillo y no forzado de los hechos más
relevantes, descriptos con la menor cantidad posible de palabras.
Sólo busca describir los hechos tal y cómo sucedieron, sin
interpretaciones ni lecciones morales. El autor estaba seguro de que
la sola descripción de los hechos le permitiría al lector sacar sus
propias conclusiones, y que casi sería una impertinencia pretender
introducir sus puntos de vista personales en la narrativa.
Sin embargo, le resulta imposible a un autor esconderse de forma
completa, lo que emerge aún en la selección de los detalles. Por
ejemplo, Lucas, por ser griego tenía un sentimiento muy especial
por el mar, y rara vez dejó de mencionar los puertos de los que
Pablo partía o aquellos a los que arribaba. Sin embargo, a las
ciudades solo las mencionó cuándo quería indicar un campo
misionero u otro aspecto en particular.
Como Lucas era un hombre muy humilde, nunca hacía referencia
directa a sí mismo en sus libros. Nos dejó, sin embargo, una
pequeña pista para asegurar que su relato era preciso. Sabemos
que se unió al equipo de Pablo durante el segundo viaje misionero,
en la ciudad de Troas, porque hasta ese momento describía al
equipo misionero en tercera persona plural ‘ellos’ (Hechos16:8:…
cuando llegaron a Misia…), pero a partir de :11 comenzó a utilizar la
primera persona plural, el ‘nosotros’ (Hechos 16:11 …zarpamos de
Troas…).
De esta manera sabemos que más adelante se quedó en Filipo
(Hechos16:40) cuidando durante unos seis años de la iglesia
fundada por Pablo, hasta que Pablo volvió a pasar por allí (Hechos
29:6), momento en el que volvió a viajar con el equipo evangelístico
de Pablo, y siguió fiel a su lado (2 Timoteo 4:11… solo Lucas está
conmigo…) probablemente hasta que fue ejecutado.
Los estudiosos consideran que Hechos no es una obra terminada.
Un estudio detallado de la introducción original en griego parecería
indicar la intención de escribir posteriormente una tercera obra. Esto
se confirma por la manera abrupta en que termina el libro, dando la
impresión de que tal vez el autor pensaba pulir su escrito y agregar
más referencias a fechas y tiempos como vemos en su primera
obra. Un ejemplo de la exactitud de su evangelio es Lucas 3:1: En el
año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador
de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea…Si Hechos
se encuentra incompleto, la razón tal vez sea el martirio de su autor
bajo la persecución de Domiciano.
La mejor introducción al libro de Hechos que recuerdo haber leído
es la de Eugene Peterson en su excelente paráfrasis The Message,
que cito a continuación (traducción propia):
Debido a que la historia de Jesús es tan impresionante (¡Dios
entre nosotros hablando un lenguaje que podemos entender, y
moviéndose para sanar y salvarnos!), existe el peligro de que
se limite solo a impresionarnos, pero dejándonos como meros
espectadores. Y que nos convirtamos en admiradores de Jesús,
pero que sólo en pocas ocasiones nos inclinemos a imitarlo.
Lucas en su relato busca impedir esto. Impedir que nos
convirtamos en simples espectadores de Jesús, en
simpatizantes de su mensaje. De los cuatro autores de los
evangelios, sólo Lucas continúa su historia sobre cómo los
apóstoles y discípulos llevaron el mensaje a la siguiente
generación. Lo destacable es que continúa siendo en su
esencia la misma historia. Lucas prosigue su narración con
apenas una pausa para cambiar de libro, pero manteniendo el
mismo estilo y vocabulario. La historia de Jesús no termina con
Jesús. Continúa en las vidas de los que creen en él. Lo
supernatural y milagroso no acaba con Jesús. Lucas deja en
claro que los cristianos sobre los que escribe no son solo
espectadores de Dios, tal como Jesús tampoco lo era. Ellos son
parte del actuar de Dios, del obrar del Señor en y a través de
sus vidas. Lo que, claro, implica que también en las nuestras.
Primera Parte
I) Se levanta el telón
Sucedía frente a ellos, pero les era tan difícil de asimilar que
parecía una visión. Estaban viendo una de las escenas más
impactantes de toda la historia de la humanidad. Y aún esta frase
resulta pobre para describirlo. Delante de sus ojos, Jesucristo
resucitado ascendía a los cielos. Lo siguieron con la mirada hasta
que una nube lo ocultó de su vista.
Al principio no podían creerlo. Parecía que solo el día anterior un
grupo de mujeres encabezadas por María Magdalena había llegado
hasta los once apóstoles con la noticia de la resurrección. Era algo
imposible, una locura. Pedro y Juan salieron corriendo hacia el
sepulcro solo para encontrar una tumba vacía. No hallaron más que
lienzos en el lugar en el que debería estar el cuerpo. El sudario que
había cubierto a Jesús estaba prolijamente enrollado en un lugar
aparte. Ángeles se presentaron con su mensaje y luego Jesús
mismo, en el camino a Emaús, los visitó para darles entendimiento
de lo que había sucedido y una vez más, compartir el pan y el vino.
Luego, casi se acostumbraron a verlo resucitado y a estar con él.
Durante cuarenta días pudieron hablarle e incluso tocarlo. Como la
vez en que el incrédulo Tomás fue invitado por Jesús a tocar sus
heridas. Tomás no pudo sino rendirse ante la verdad y reconocerlo
como su Señor y Dios.
Comieron con él, y hasta en una ocasión él mismo les preparó
comida. Fue aquella vez en que Pedro, desanimado por su propio
fracaso al haberlo negarlo tres veces, decidió volver a dedicarse a la
pesca. Y otros fueron con él. Jesús se presentó en la playa y los
condujo a otra pesca milagrosa. En el mismo lugar y de la misma
forma que la primera, aquella vez en que los había invitado a
seguirlo y convertirse en pescadores de hombres. En esta segunda
ocasión, mientras el barco regresaba, otra vez repleto de peces, él
ya los esperaba en la playa con pan y un pez asándose en las
brasas.
No sólo pudieron preguntarle; también les preguntó él. Pobre Pedro,
tres veces fue inquirido por el Señor sobre si lo amaba realmente.
Tal vez porque era Pedro el que necesitaba escuchar su propia
respuesta más que Jesús.
Tantas veces se les presentó Jesús resucitado que ni sumando todo
lo que sus discípulos pudieran escribir se completaría el relato.
Incluso una vez apareció delante de más de quinientos discípulos
juntos.
Pero ahora, luego de que una nube ocultara a Jesús de sus ojos, y
de recibir las palabras de ánimo de un ángel enviado por Dios, una
sensación de vacío y desprotección los embargaba.
Siguiendo las instrucciones de Jesús, volvieron a Jerusalén y se
quedaron allí, sin tener seguridad de qué era lo que esperaban.
Comenzaron a unirse en oración. Eran un grupo de ciento veinte
discípulos, entre varones y mujeres. Se reunían en el aposento alto,
donde ahora vivían los once. Ellos no lo sabían, pero en pocos días
más, recibirían la promesa hecha por Dios a sus ancestros, que era
la misma promesa que les hiciera Jesús antes de partir. Recibirían
poder, y ya nada volvería a ser lo mismo. Ese pequeño y tímido
grupo se convertiría en la fuerza preeminente del mundo conocido y
más allá. Literalmente, el tiempo de la humanidad se dividiría en
antes y después de Cristo.
Durante esos días de oración intensa, mientras esperaban, Pedro se
puso de pie delante de todo el grupo. Luego de recordar el triste
destino de Judas, el que traicionó a Jesús, propuso nombrar a
alguien que ocupase el rol apostólico junto con los once. Alguien
que hubiese estado con ellos desde el principio del ministerio de
Jesús, desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue recibido
en el cielo. Uno que fuese testigo presencial de la resurrección junto
con los apóstoles. Eligieron dos candidatos que cumplían estos
requisitos, José el Justo y Matías. Oraron, y siguiendo la tradición
judía, echaron suertes. La suerte cayó sobre Matías, que fue desde
entonces contado con los once apóstoles.
Mientras tanto, Dios estaba preparando otro apóstol. Uno que no
reunía las condiciones propuestas por Pedro. Uno que hubiese sido
el menos probable de todos los candidatos para el grupo de
discípulos. Uno que no sólo no era seguidor de Cristo, sino que se
había erigido en uno de los peores enemigos de la iglesia del Señor.
Uno que sería en poco tiempo cómplice de la muerte del primer
mártir y pasaría a convertirse en un entusiasta perseguidor y
torturador de cristianos. Uno que en contra de toda lógica humana
sería llamado, transformado y capacitado por Dios para convertirse
en una de las mayores fuerzas de extensión del reino de Dios en
toda la historia de la iglesia. Saulo, de Tarso.
Querido lector
Quiero proponerte que estudiemos juntos cómo fue que Dios tomó a
alguien que nunca hubiese calificado y lo convirtió en su instrumento
escogido. Tú y yo somos como Pablo. A veces nos parece que no
tenemos los dones necesarios, que no estamos calificados, que
hemos desperdiciado las oportunidades que Dios nos dio, o
cometido tantos errores que arruinamos sus planes para nosotros.
Otras veces creemos que merecemos que Dios nos use, y esa
actitud traba el obrar de Dios. Todo esto le pasó a Saulo. Cualquiera
sea nuestra situación, de la misma manera en que Dios pudo obrar
a través de Pablo, puede hacerlo a través de nosotros para cumplir
su propósito en nuestra vida… si lo dejamos.
Ven, te invito a que escribamos este libro juntos. Al final de cada
capítulo habrá algunas preguntas y te animo a que tú propongas las
respuestas para tu vida.
En desauloapablo.com podrás compartir con los otros lectores y
conmigo tus respuestas y comentarios para cada capítulo. También
verás las respuestas de los demás, y mi participación en la
conversación.
II) Fundamentos soberanos
Arrepentimiento
¿Qué significa arrepentirse? Cambiar de actitud. La palabra en el
original en griego es ‘metanoia’ que quiere decir cambio de mente o
de propósito (ver Marcos 1:14-15). Es necesario cambiar de actitud
hacia Dios, y no meramente lamentar haber realizado algunas malas
acciones. Esto se diferencia del remordimiento, que es la inquietud,
el desasosiego que queda después de haber hecho algo malo. El
arrepentimiento predicado por Jesús no se basa en sentirnos mal
por lo que hemos hecho, sino en cambiar nuestra actitud y valores
por los del reino de Dios.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado
(Mateo 4:17).
¿Cuál es el cambio de actitud propuesto? De una actitud
independiente y rebelde frente a Dios (“Yo hago lo que se me da la
gana”), a una actitud de obediencia y dependencia de Dios (“Estoy
sujeto a Cristo en todo”).
Bautismo en agua
Jesucristo, después de su muerte y resurrección y antes de su
ascensión, instruyó a sus discípulos:
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me
es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:18-20).
Los apóstoles, desde que recibieron el Espíritu Santo, comenzaron
a proclamar el evangelio y a bautizar a los que creían, como acto y
señal de su conversión. Los que se convertían eran bautizados por
inmersión (la palabra traducida como ‘bautizar’ quiere decir
‘sumergir’). Mediante el bautismo nos unimos a Cristo para morir en
su muerte a nuestra antigua vida, y resucitar con él a una vida
nueva (Colosenses. 2:12). Tenemos esta nueva vida, la vida de
Cristo, mediante la fe en el poder de Dios. Cristo tiene poder para
quitar nuestro corazón de piedra (rebelde) y darnos un corazón de
carne, manso y humilde (2 Corintios. 5:17; Ezequiel 36:26-27). Es
mediante el bautismo que somos hechos miembros del cuerpo de
Cristo, que es la iglesia (1 Corintios 12:13).
La fe y el arrepentimiento anteceden al bautismo (Marcos 16:16,
Hechos 8:35-38). ¿Crees que Jesucristo es el Hijo de Dios? ¿Crees
que murió por tus pecados? ¿Crees que Dios lo levantó de los
muertos? ¿Confiesas y reconoces a Jesucristo como tu Señor?
¿Has cambiado de actitud?
Por unos 2.000 años se ha hablado sobre cuál sería el ‘aguijón’ que
menciona Pablo en este pasaje. Algunos especulan que se trataba
de alguna enfermedad, ya sea muy dolorosa o humillante. Otros
opinan que se trataría de la malaria, que produce fuertes dolores de
cabeza y problemas en los ojos, y citan como respaldo algunos
versículos que podrían tener relación con problemas oculares.
La explicación que me ha parecido más consistente con el pasaje y
su contexto, es que este aguijón se refería precisamente a la
violenta persecución que se describe en el mismo pasaje. Pablo
había sufrido y continuaría sufriendo una agresiva oposición por
parte de los judíos. Inmediatamente después, en el mismo pasaje,
Pablo menciona que se goza en las “debilidades, insultos,
necesidades, persecuciones y angustias” que debía sufrir.
Fuera el que hubiese sido este agujón, sabemos que se trataba de
una fuente de debilidad permitida y utilizada por Dios. Mantuvo a
Pablo dependiendo de la gracia, perfeccionando su carácter para la
obra a la que había sido llamado. En opinión del propio Pablo, esa
debilidad terminó siendo un motivo de gloria. Gracias a ella solo le
quedaba depender de Dios, y ese era el secreto de su poder.
Luego de aquel largo tiempo de espera en Tarso, la puerta para
entrar en el ministerio al que Dios había llamado a Saulo estaba a
punto de abrirse.
Pablo estipulará los requisitos del liderazgo en las cartas que dirigirá
más adelante a dos de sus discípulos más queridos, y a los que
hemos conocido someramente: Timoteo y Tito. Por supuesto, las
cualidades a las que allí se hace referencia tienen que ver con todos
los cristianos. El énfasis está puesto en que los líderes son llamados
a ser ejemplo, a ser modelos.
Cómo deben ser los que presiden:
Imagen de Dios
Dependencia:
Teología:
Seguridad
Necesidad de aprobación
Auto imagen
Fuente de bienestar
Cómo ve la autoridad
Expresión de amor
Presencia de Dios
Condición
Visión
Futuro
Huérfano: Pelea por lo que pueda obtener
Hijo: Ser hijo garantiza su herencia
Hoy en día
Existen muchos casos en los que una diferencia doctrinal en cuanto
a la interpretación de lo que la Biblia dice, la práctica pastoral, la
manifestación de dones espirituales, y muchos otros temas han
generado separaciones entre amados hermanos. No todo el cuerpo
de Cristo, la completa iglesia del Señor en la tierra, entiende, piensa
y actúa de la misma manera. Pero si se trata de verdaderos
hermanos en la fe, necesitamos seguir amándolos y teniendo
comunión:
Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los
montes, y no tengo amor, nada soy (1 Corintios 13:2).
La paz romana
Sabemos que Pablo se trasladó de Tarso a Antioquia luego de
permanecer allí 10 años, aproximadamente en la época de la gran
hambruna, que ocurrió en los días del emperador Claudio (ver
Hechos 11:28; este versículo nos ayuda también a fijar el tiempo
histórico del relato).
Casi todo el mundo conocido de aquel entonces había sido unificado
bajo el poderoso Imperio Romano. La capital de ese imperio, donde
vivía el emperador, era Roma, y distaba unos 2.500 km. de
Jerusalén.
Los romanos habían dividido su imperio en provincias. Cada
provincia tenía su propio gobernador. Poncio Pilato, el que entregó a
Jesús para ser crucificado, era gobernador de la provincia romana
de Palestina. Tarso se ubicaba en la provincia romana de Cilicia. Y
la provincia a la que Pablo se dirigió en su primer viaje misionero fue
Galacia. Todas formaban parte del mismo Imperio.
Por ser tan grande el Imperio Romano, y para conservar el orden, el
emperador mantenía tropas fuertemente armadas en cada provincia.
Así, durante sus viajes apostólicos, Pablo gozaba de relativa paz y
seguridad al trasladarse por caminos pavimentados y por mar,
gracias a que el Imperio Romano vigilaba sobre los ladrones y
piratas, que hubiesen hecho muy riesgosas estas travesías en otras
épocas.
Roma era la potencia indiscutida del mundo, y el hecho de ser Saulo
un ciudadano romano le resultó un elemento esencial de
supervivencia en más de una oportunidad (por ejemplo, ver Hechos
22:25-29). Un ciudadano romano no podía ser condenado ni
castigado sin un juicio justo (Hechos 16:35-39), y tenía derecho a
apelar su caso ante el César (Hechos 25:10-12).
El idioma griego
Las naciones del mundo conocido no estaban unidas sólo por
carreteras y barcos sino porque casi todas hablaban un idioma
común, el griego, además de su propia lengua.
Alejandro el Grande había conquistado prácticamente todo el mundo
conocido para el año 326 a.c. Los griegos consideraban que su
idioma y cultura era superior a todas las otras, y creían que tenían la
misión de ‘civilizar’ al mundo. Aun después de la división del imperio
griego, luego de la muerte de Alejandro, este proceso de
helenización continuó.
Cuando los romanos comenzaron a conquistar el mundo conocido,
no resultaba para ellos una prioridad desafiar la cultura griega. Solo
buscaban tener un dominio militar y recaudar impuestos. De hecho,
su cultura estaba fuertemente influenciada por la griega. Si bien
establecieron el latín como idioma oficial del Imperio (en especial en
temas de gobierno y legales), este nunca llegó a desplazar al griego
como lengua universal.
En sus viajes misioneros, Pablo pasó por muchas naciones. Hubiera
sido imposible aprender tantas lenguas. Sin embargo, en el plan de
Dios, Pablo pudo comunicarse con ellos libremente en idioma
griego. En Hechos 21:37 encontramos a Pablo hablando griego, y al
tribuno sorprendido de que pudiese hacerlo, ya que los judíos de
Jerusalén eran mucho menos cosmopolitas, y por ende menos
propensos a hablarlo.