Apoc 1
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Capítulo 1
Prólogo:
7CBA 966. ---A Juan le fue revelado el plan de Dios para siglos futuros.
Las glorias del cielo se abrieron ante su visión embelesada. Vio el trono
de Dios y oyó las antífonas de gozo que resonaban por todos los atrios
celestiales. Cuando leemos su descripción de lo que vio en su visión,
anhelamos estar con los redimidos en la presencia de Dios.
Había pasado medio siglo desde que Jesús ascendió para presentar a su iglesia
delante de Dios y para preparar mansiones para sus fieles. Todavía amaba a su
pueblo, pues vino a su anciano siervo para revelar los planes de Dios para el
futuro.
CW 29 (Carta 97, 1902). ---Nuestra lección para este tiempo es: ¿Cómo
podemos más claramente comprender y presentar el evangelio de que
Cristo vino en persona para presentar a Juan en la isla de Patmos,----el
evangelio denominado: “la revelación de Cristo Jesús”? Hemos de
presentar a nuestro pueblo una clara explicación de Apocalipsis. Hemos
de llevarles la palabra de Dios justo como está escrita, con lo mínimo de
nuestras propias explicaciones. Nadie puede por sí solo hacer esta obra.
Aunque tenemos encomendadas las más grandes e importantes verdades jamás
presentadas al mundo, somos sólo bebés, en lo que toca a entender la verdad
en todos sus contornos. Cristo es el gran maestro, y aquello que él reveló a
Juan, hemos de esforzar la mente para entender y definir con claridad.
Estamos encarando los asuntos más importantes que jamás los hombres han
sido llamados a enfrentar.
DTG 73-74. ---Las palabras del ángel: "Yo soy Gabriel, que estoy delante
de Dios," demuestran que ocupa un puesto de alto honor en los atrios
celestiales. Cuando fue a Daniel con un mensaje, dijo: "Ninguno hay que se
esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel [Cristo] vuestro príncipe.* El
Salvador habla de Gabriel en el Apocalipsis diciendo que "la declaró,
enviándola por su ángel a Juan su siervo." Y a Juan, el ángel declaró: "Yo soy
siervo contigo, y con tus hermanos los profetas." ¡ Admirable pensamiento,
que el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios es el escogido para revelar los
propósitos de Dios a los hombres pecaminosos!
DTG 11. ---Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios
tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el
pensamiento de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos,
dice: "Yo les he manifestado tu nombre"- "misericordioso y piadoso;
tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad, "-"para que el amor
con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos." Pero no sólo para sus
hijos nacidos en la tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es
un libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósito
de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual "desean mirar los
ángeles," y será su estudio a través de los siglos sin fin.
9T 138. ---La obra delineada en estos versículos indica el trabajo que se nos
pide hacer. Los términos: “Mi siervo,” “Israel,” “el siervo del Señor,”
significan cualquier a quien el Señor escoja y encomiende cierta tarea. Él los
hace ministros de su voluntad, aunque algunos que son seleccionados puedan
ser tan ignorantes de su voluntad como lo fue Nabucodonosor.
H Ap. 297. --- No hay nada más precioso a la vista de Dios que los
ministros de su Palabra, que penetran en los desiertos de la tierra para sembrar
las semillas de verdad, esperando la cosecha. Ninguno sino Cristo puede
medir la solicitud de sus siervos mientras buscan al perdido. El les imparte su
Espíritu, y por sus esfuerzos las almas son inducidas a volverse del pecado a la
justicia.
§ CS 575-576. ---La Biblia estaba destinada a ser una gula para todos
aquellos que deseasen conocer la voluntad de su Creador. Dios dio a los
hombres la firme palabra profética; ángeles, y hasta el mismo Cristo,
vinieron para dar a conocer a Daniel y a Juan las cosas que deben
acontecer en breve. Las cosas importantes que conciernen a nuestra
salvación no quedaron envueltas en el misterio. No fueron reveladas de
manera que confundan y extravíen al que busca sinceramente la verdad. El
Señor dijo al profeta Habacuc: "Escribe la visión para que se pueda leer
corrientemente." (Habacuc 2: 2, V.M.) La Palabra de Dios es clara para todos
aquellos que la estudian con espíritu de oración. Toda alma verdaderamente
sincera alcanzará la luz de la verdad. "Luz está sembrada para el justo."
(Salmo 97: 11.) Y ninguna iglesia puede progresar en santidad si sus
miembros no buscan ardientemente la verdad como si fuera un tesoro
escondido.
7CBA 965. --- [Se cita Apoc. 1: 1-2.] Toda la Biblia es una revelación, pues
toda revelación para los hombres viene a través de Cristo y toda se centra en
él. Dios nos ha hablado por su Hijo, a quien pertenecemos por creación y por
redención. Cristo; vino a Juan, desterrado en la isla de Patmos, para darle
la verdad para estos últimos días, para mostrarle lo que debe suceder
pronto. Jesucristo es el gran depositario de la revelación divina. Por
medio de él tenemos un conocimiento de lo que debemos esperar en las
escenas finales de la historia de esta tierra. Dios le dio esta revelación a
Cristo, y Cristo la comunicó a Juan.
Juan, el discípulo amado, fue el elegido para recibir esta revelación. Fue el
último sobreviviente de los primeros discípulos escogidos. En la dispensación
del Nuevo Testamento recibió esta honra, así como el profeta Daniel recibió la
misma honra en la dispensación del Antiguo Testamento.
La instrucción que iba a ser comunicada a Juan era tan importante, que
Cristo vino del ciclo para darla a su siervo, y le dijo que la enviara a las
iglesias. Esta instrucción debe ser el objeto de nuestro estudio cuidadoso y
con oración, pues estamos viviendo en un tiempo cuando hombres que no
siguen la enseñanza del Espíritu Santo introducirán falsas teorías. Esos
hombres han estado en puestos encumbrados y tienen proyectos ambiciosos
que cumplir. Procuran ensalzarse y revolucionar el desarrollo completo de las
cosas. Dios nos ha dado una instrucción especial para que estemos en guardia
contra tales personas. Ordenó a Juan que escribiera en un libro lo que
sucedería en las escenas finales de la historia de esta tierra (MS 129, 1905).
TM 115. ---Fue el León de la tribu de Judá quien quitó el sello del libro y le
dio a Juan la revelación de lo que sucedería en estos últimos días.
§ DTG 201. ---Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios,
quien trajo el mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel," a quien
envió Cristo para revelar el futuro al amado Juan; y se pronuncia una
bendición sobre aquellos que leen y oyen las palabras de la profecía y guardan
las cosas en ella escritas.
PVGM 97. ---La Palabra de Dios incluye las escrituras del Antiguo
Testamento así como las del Nuevo. El uno no es completo sin el otro.
Cristo declaró que las verdades del Antiguo Testamento son tan valiosas
como las del Nuevo.
4T 147-148. ---En tiempos antiguos Dios habló a los hombres por boca
de los profetas y apóstoles. En estos días él habla a ellos mediante los
testimonios de Su Espíritu. Nunca hubo ocasión cuando Dios instruyó a su
pueblo con tanto ahínco como ahora cuando lo instruye tocante a Su voluntad
y el curso que desearía para ellos. ¿Pero aprovecharán sus enseñanzas? Dios
no aceptará obediencia parcial; él no respaldará un compromiso con el yo.
PP 382. ---Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas.
El apóstol Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que
"profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, han inquirido y
diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo
significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba
las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de
ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.) Es la voz de Cristo la que nos habla por medio del
Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía." (Apoc. 19: 10.)
HC 380. ---Se debe enseñar a los niños a rechazar las historias triviales y
excitantes, y a buscar lecturas sensatas, que inducirán a la mente a interesarse
en los relatos bíblicos, en la historia y sus argumentos. La lectura que arroje
luz sobre el Sagrado Volumen y vivifique el deseo de estudiarlo, no es
peligrosa sino beneficiosa.
7CBA 965. ---Muchos han albergado la idea de que el libro del Apocalipsis
es un libro sellado, y no quieren dedicar tiempo a estudiar sus misterios. Dicen
que deben mantenerse contemplando las glorias de la salvación, y que los
misterios revelados a Juan en la isla de Patmos son dignos de una
consideración menor que aquéllas. Pero Dios no considera así este libro...
El libro del Apocalipsis revela al mundo lo que ha sido, lo que es y lo que ha
de venir; es para nuestra instrucción, para quienes han alcanzado los fines de
los siglos. Debe estudiarse con temor reverente. Tenemos el privilegio de
conocer lo que es para nuestra instrucción...
El Señor mismo reveló a su siervo Juan los misterios del libro del Apocalipsis,
y su propósito es que sean manifestados para el estudio de todos. En este libro
se describen escenas que ahora están en el pasado, y algunas de interés eterno
que están sucediendo alrededor de nosotros; otras de sus profecías no se
cumplirán plenamente sino en el fin del tiempo, cuando tenga lugar el último
gran conflicto entre los poderes de las tinieblas y el Príncipe del ciclo (RH 31-
8-1897).
DTG 201. ---Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios,
quien trajo el mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel," a quien
envió Cristo para revelar el futuro al amado Juan; y se pronuncia una
bendición sobre aquellos que leen y oyen las palabras de la profecía y
guardan las cosas en ella escritas.
"No hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los
profetas." Aunque "las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, . . .
las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre.' Dios nos ha
dado estas cosas, y su bendición acompañará al estudio reverente, con oración,
de las escrituras proféticas.
8T 301-302. --- El Señor hizo conocer a Juan las cosas que veía útiles para
su pueblo de los últimos días. Las instrucciones que le diera están
consignadas en el libro del Apocalipsis. Los que quieran ser colaboradores
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo manifestarán intenso interés en las
verdades contenidas en ese libro. De viva voz y por escrito, se esforzarán en
explicar las cosas maravillosas que Cristo vino a revelar.
"La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las
cosas que deben suceder presto; y la declaró, enviándola por su ángel a Juan
su siervo, el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de
Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los
que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas:
porque el tiempo está cerca." (Apoc. 1: 1-3.)
Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden deben
ocupar el primer lugar en el pensamiento de los hijos de Dios. No
debemos permitir que nuestra atención sea cautivada por otra cosa.
Un tiempo precioso pasa rápidamente y hay peligro de que muchos se dejen
robar el tiempo que debieran dedicar a la proclamación del mensaje que Dios
envió a un mundo caído. Satanás está satisfecho cuando nota cómo se dejan
desviar las mentes que debieran estar ocupadas en el estudio que concierne a
las realidades eternas.
El testimonio de Cristo, que reviste el carácter más solemne, debe ser dado al
mundo. En todo el libro del Apocalipsis se encuentran promesas preciosas y
alentadoras, así como advertencias del significado más solemne. ¿No querrán
leer el testimonio dado por Cristo a su discípulo Juan los que pretenden
poseer un conocimiento de la verdad? En él, no hay suposiciones ni
engaños científicos. Contiene verdades que atañen a nuestro bienestar
presente y futuro. ¿Por qué mezclar la paja con el grano? . . .
3SG 95-96. ---“Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero las
que son reveladas pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre.”
Hombres profesando ser y dicen al pueblo que las profecías,
especialmente de Daniel y Juan, son obscuras, y que no las podemos
entender. Pero algunos de los mismos hombres que se oponen a la
investigación de la profecía porque sea obscura, gustosamente reciben las
suposiciones de geólogos, que disputan el registro de Moisés. Si la voluntad
revelada de Dios es tan difícil de entender, ciertamente los hombres no
debieran basar su fe sobre meras suposiciones respecto a lo que él no ha
revelado. Los caminos de Dios no son lo nuestros, tampoco sus pensamientos
son como los nuestros. La ciencia humana nunca puede dar razón de Sus obras
maravillosas. Dios ordenó de tal forma que hombres, bestias, y árboles,
muchas veces más grandes que los que ahora están sobre la tierra, y otras
cosas, quedaran enterrados en ocasión del diluvio, y allí fueran preservados
para evidenciar al hombre que los habitantes del antiguo mundo perecieron
mediante un diluvio. Dios designó que el descubrimiento de estas cosas en la
tierra pudiera establecer la fe de hombres en la historia inspirada. Pero los
hombres, con su vano razonamiento, hacen mal uso de estas cosas que Dios ha
designado para dirigirlos a exaltarle. Ellos caen en el mismo error del pueblo
antediluviano---las cosas que Dios les dio como beneficio, las transformaron
en una maldición, al hacer mal uso de ellas.
Versículo 4. ---“ Juan a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, de parte del que es, del que era y que ha de venir; de parte de los
siete Espíritus que están ante su trono;”
BEcho 15 de abril, 1892. ---No es evidencia real que uno es cristiano porque
sus emociones son excitadas, o su espíritu es conmovido mediante la
presentación de la verdad. La pregunta es: ¿Estás creciendo en Cristo, tu jefe
viviente? ¿Se manifiesta la gracia de Cristo en tu vida? Dios da su gracia a los
hombres, para que así lleguen a desear más de la misma. La gracia de Dios
siempre está obrando sobre el corazón humano; y cuando es recibida, la
evidencia de su recepción aparecerá en la vida y carácter del recipiente,
pues será visto que la vida espiritual se desarrolla desde adentro.. La
gracia de Cristo en el corazón siempre promoverá la vida espiritual, y
habrá progreso espiritual. Necesitamos un Salvador personal o pereceremos
en nuestros pecados. Haga el corazón esta pregunta: ¿Estoy creciendo en
Cristo mi cabeza viviente? ¿Estoy obteniendo conocimiento avanzado de
Dios, y de Cristo Jesús, a quien él ha enviado? No vemos las plantas creciendo
en el campo, y no obstante estamos seguros que sí crecen; ¿y acaso no
podemos estar enterados de nuestra propia fuerza y crecimiento espiritual?
§ CsS 400. ---La paz de Cristo, esa paz que el dinero no puede comprar,
que el talento no puede conseguir, que el intelecto no puede obtener, es el
don de Dios. La religión de Cristo: ¿cómo podría hacer que todos
comprendieran su gran perdida si dejaran de obedecer sus principios santos en
su vida diaria? La mansedumbre y humildad de Cristo es el poder del
cristiano. Es en realidad más precioso que todas las cosas que el genio pueda
crear o la riqueza pueda adquirir. De todas las cosas que se buscan, que se
anhelan y se cultivan, no hay nada tan valioso ante la vista de Dios como un
corazón puro, una disposición llena de agradecimiento y de paz.
TM 518. ---La paz viene con la dependencia del poder divino. Tan
pronto como el alma resuelve obrar de acuerdo con la luz que ha recibido,
el Espíritu Santo da más luz y fuerza. La gracia del Espíritu es
proporcionada para cooperar con la resolución del alma, pero no es un
sustituto para el ejercicio individual de la fe.
§ 8T 270. ---En la palabra, Dios es conocido como “el Dios eterno.” Este
nombre abarca el pasado, el presente, y el futuro. Dios existe desde la
eternidad hasta la eternidad. Él es El Eterno.
DTG 242. ---El Príncipe del cielo estaba entre su pueblo. El mayor don
de Dios había sido dado al mundo. Había gozo para los pobres; porque
Cristo había venido a hacerlos herederos de su reino. Había gozo para los
ricos; porque les iba a enseñar a obtener las riquezas eternas. Había gozo para
los ignorantes; porque los iba a hacer sabios para la salvación. Había gozo
para los sabios; pues él les iba a abrir misterios más profundos que los que
jamás hubieran sondeado; verdades que habían estado ocultas desde la
fundación del mundo iban a ser reveladas a los hombres por la misión del
Salvador.
§ 7CBA 934. --- Los ángeles actúan como agentes invisibles por medio de
seres humanos para proclamar los mandamientos de Dios. Los ángeles tienen
mucho más que ver con la familia humana de lo que muchos suponen. Y
hablando de los ángeles: "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?"
Santos ángeles se unirán en el cántico de los redimidos. Aunque no
pueden cantar por experiencia propia: "Él nos lavó en su propia sangre y
nos redimió para Dios", sin embargo, comprenden el gran peligro del cual
han sido salvados los hijos de Dios. ¿Acaso no fueron enviados ellos para
levantar una bandera contra el enemigo? Pueden simpatizar plenamente con
el glorioso éxtasis de aquellos que han vencido mediante la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio de ellos (Carta 79, 1900).
[PH086] 11 ---¿En cuál lado estáis parados? ¿Del lado de los que adoran la
bestia y su imagen? ¿Estáis conectados con aquellos que han perdido los
principios espirituales que los distinguen como hombres, y los aliaban con
Dios, y han llegado a ser subordinados secundarios, unidos con el gran
apóstata? Cristo murió para hacer posible que estéis aliados con ángeles,
herederos de Dios y coherederos con Cristo. Si sois obedientes a todos sus
mandamientos, reinaréis como reyes y sacerdotes para con Dios.
¿Escogeréis la degradante cautividad de la desobediencia y la
transgresión? ¿Os vincularéis con aquellos que anulan la ley de Dios?
1MR 113. ---En una ocasión, dirigiéndose a sus discípulos, quienes habrían
de sufrir por su causa, les hizo la promesa, diciendo: “En el mundo tendréis
aflicción: pero sed de buen ánimo; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él
se auto declaró el Ayudador de todo el que se une a su ejército, para cooperar
con él en pelear sus batallas contra enemigos visibles e invisibles. Ha
prometido que serán herederos de Dios y coherederos con Cristo, que
reinarán como reyes y sacerdotes con Dios. ¡Qué pacto es este! Los que
aceptan a Cristo, los que están dispuestos a compartir su humillación ante
el mundo, llegarán a ser miembros de la familia real, hijos del Rey
celestial. Aquellos que escogen sufrir aflicción con el pueblo de Dios en lugar
de gozar de los placeres del pecado por un tiempo, serán participantes con
Cristo en su gloria. Él les dará la dignidad de su nombre. Carta 79, 1900,
página 7. (Para el Señor William Kerr, 10 de mayo, 1900.)
5MR 339. ---El que coopera con Dios, esforzándose fielmente para
apartarse del mundo y sus influencias corruptoras, llega a ser participante de la
naturaleza divina, “habiendo escapado la corrupción que hay en el mundo
mediante la lascivia.” ¿Pueden aquellos que reconocen que son miembros de
la familia real, hijos del Rey celestial, herederos de Dios y coherederos con
Cristo, degradar una naturaleza que, mediante los méritos de Cristo, está
relacionada con los ángeles, con Cristo, sí, y con Dios mismo? ¿Pueden
aquellos que reconocen las posibilidades que están ante ellos, que saben
que son llamados para recibir una herencia inmortal, para reinar como
reyes y sacerdotes en la tierra, dejar de usar toda facultad de su ser para
llegar a ser uno con Cristo?
Versículo 7. ---“Mirad que viene con las nubes; y todo ojo lo verá, aun los
que lo traspasaron. Y todos los linajes de la tierra se lamentarán por él. ¡Así
sea! ¡Amén!”
DTG 770-771. --- Al llegar al monte de las Olivas, Jesús condujo al grupo a
través de la cumbre, hasta llegar cerca de Betania. Allí se detuvo y los
discípulos le rodearon. Rayos de luz parecían irradiar de su semblante
mientras los miraba con amor. No los reprendió por sus faltas y fracasos; las
últimas palabras que oyeron de los labios del Señor fueron palabras de la más
profunda ternura. Con las manos extendidas para bendecirlos, como si quisiera
asegurarles su cuidado protector, ascendió lentamente de entre ellos, atraído
hacia el cielo por un poder más fuerte que cualquier atracción terrenal. Y
mientras él subía, los discípulos, llenos de reverente asombro y esforzando
la vista, miraban para alcanzar la última vislumbre de su Salvador que
ascendía. Una nube de gloria le ocultó de su vista; y llegaron hasta ellos
las palabras: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo," mientras la nube formada por un carro de ángeles le recibía. Al
mismo tiempo, flotaban hasta ellos los más dulces y gozosos acordes del coro
celestial.
Versículo 8. ---"Yo Soy el Alfa y la Omega -dice el Señor Dios-, el que es, el
que era y que ha de venir, el Todopoderoso".
CsS 366-367. ---Dios desea que los que se desempeñan como misioneros
médicos del Evangelio aprendan con diligencia las lecciones del Gran
Maestro. Deben hacerlo si desean encontrar paz y reposo. Al aprender de
Cristo, sus corazones se llenarán de la paz que solamente él puede
proporcionar.
El libro que es indispensable que todos estudien es la Biblia. Estudiadla con
reverencia y temor piadoso, resulta el mayor de todos los educadores. En ella
no hay engaño. Sus páginas rebosan de verdad. ¿Deseamos obtener
conocimiento de Dios y de Cristo, a quien él envió al mundo para vivir y
morir por los pecadores? Un estudio fervoroso y diligente de la Biblia es
necesario para obtener este conocimiento.
Muchos de los libros que se amontonan en las grandes bibliotecas confunden
la mente más de lo que ayudan al entendimiento. Sin embargo, hay personas
que gastan grandes sumas de dinero en la adquisición de tales obras y
emplean años en su estudio, cuando tienen a su alcance el Libro que
contiene las palabras de Aquel que es el Alfa y Omega de la sabiduría. El
tiempo pasado en un estudio de esos libros podría emplearse mejor en conocer
a Aquel cuyo conocimiento adecuado es vida eterna. Unicamente los que
adquieren este conocimiento podrán escuchar las palabras: "Estáis completos
en él" (Colosenses 2: 10).
Estudiad más la Biblia y menos las teorías de la fraternidad médica, y gozaréis
de mejor salud espiritual. Vuestra mente estará más clara y vigorosa. Mucho
de lo que se abarca en un curso de medicina es positivamente innecesario.
Los estudiantes de medicina dedican una gran cantidad de tiempo a un
aprendizaje que es inútil. Muchas de las teorías que aprenden pueden
compararse en valor a las tradiciones y máximas enseñadas por los escribas y
fariseos. Muchas de las complicaciones con que tienen que familiarizarse
perjudican su mente.
FE 387. ---El testimonio del Alfa y el Omega respecto al castigo por hacer
de ningún efecto una sola palabra dicha por la boca de Dios, es le temible
denuncia de que ellos recibirán las plagas que están escritas en el libro; sus
nombres serán quitados del libro de la vida, y de la ciudad santa.
PP 383. --- Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir
a la tierra en forma humana. El primer rayo de luz que penetró la de
lobreguez en que el pecado había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de
él ha emanado todo rayo de resplandor celestial que ha caído sobre los
habitantes de la tierra. En el plan de la redención, Cristo es el Alfa y la
Omega, el Primero y el Ultimo.
1MS 446-447. --- No presente nadie la idea de que el hombre tiene poco o
nada que hacer en la gran obra de vencer, pues Dios no hace nada para el
hombre sin su cooperación. Tampoco se diga que después de que habéis hecho
todo lo que podéis de vuestra parte, Jesús os ayudará. Cristo ha dicho:
"Separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15: 5). Desde el principio hasta el
fin, el hombre ha de ser colaborador con Dios. A menos que el Espíritu Santo
actúe sobre el corazón humano, tropezaremos y caeremos a cada paso. Los
esfuerzos del hombre solo no son nada sino inutilidad, pero la cooperación
con Cristo significa victoria. Por nosotros mismos, no tenemos poder para
arrepentirnos del pecado. A menos que aceptemos la ayuda divina, no
podemos dar el primer paso hacia el Salvador. El dice: "Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin" (Apoc. 21: 6) en la salvación de cada alma.
Pero aunque Cristo es todo, hemos de inspirar en cada hombre una diligencia
incansable. Hemos de esforzarnos, luchar, sufrir intensamente, velar, orar para
que no seamos vencidos por el astuto enemigo. Puesto que el poder y la gracia
con los cuales podemos hacer esto provienen de Dios, siempre hemos de
confiar en Aquel que puede salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a
Dios por él. Nunca dejéis en la mente la impresión de que hay poco o nada
que hacer de parte del hombre, sino más bien enseñad que el hombre ha de
cooperar con Dios para que pueda vencer.
§ DTG 593. ---Todos los que han nacido en la familia celestial son en un
sentido especial los hermanos de nuestro Señor. El amor de Cristo liga a los
miembros de su familia, y dondequiera que se hace manifiesto este amor se
revela la filiación divina. "Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a
Dios."
7CBA 966-967. --- Juan fue dejado a solas con Dios y su fe en la escabrosa
y desolada isla. Aquí, entre las rocas y los acantilados, estuvo en comunión
con su Hacedor. Repasó su vida pasada, y ante el pensamiento de las
bendiciones que había recibido de manos de Dios, la paz llenó
su corazón. Había vivido la vida de un cristiano, y podía decir con fe:
"Mi alma está bien". No así el emperador que lo había desterrado, pues al
mirar atrás sólo podía ver campos de batallas y carnicerías, hogares desolados,
viudas sollozantes y huérfanos, como resultado de su ambicioso deseo de
preeminencia (MS 99, 1902).
H Ap 459-460. --- En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se
han expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue
calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el
mensajero escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una fiera.
Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo. Job
fue privado de sus posesiones terrenales y estuvo tan enfermo que le
aborrecieron sus parientes y amigos; pero aun así mantuvo su integridad.
Jeremías no pudo ser disuadido de decir las palabras que Dios le había
ordenado hablar; y su testimonio enfureció tanto al rey y a los príncipes que le
echaron en una inmunda mazmorra. Esteban fue apedreado porque predicó a
Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado con varas, apedreado
y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero de Dios a los gentiles. Y
Juan fue desterrado a la isla de Patmos "por la palabra de Dios y el testimonio
de Jesucristo."
6T 59. ---Al apóstol Juan en la isla de Patmos fueron reveladas las cosas
que Dios deseaba que el pueblo recibiera. Estúdiense estas revelaciones.
Aquí hay temas dignos de nuestra contemplación, lecciones amplias y
exhaustas que las huestes angélicas ahora están procurando comunicar.
Meditad en la vida y el carácter de Cristo, y estúdiese su obra intercesora.
Aquí hay sabiduría infinita, amor infinito, justicia infinita, y misericordia
infinita. Aquí existen profundidades y alturas, longitudes, y anchuras para
nuestra consideración. Lapiceros innumerables han sido empleados para
presentar al mundo la vida, el carácter, y la obra intercesora de Cristo, y no
obstante toda mente, mediante la cual el Espíritu Santo ha trabajado, ha
presentado estos temas en una luz que es nueva y con vida.
Deseamos llevar al pueblo a un entendimiento de lo que Cristo significa para
ellos y cuales son las responsabilidades que se les pide aceptar en él. Como
sus representantes y testigos, nosotros mismos necesitamos llegar a un pleno
entendimiento de las verdades salvadoras obtenidas mediante un conocimiento
experimental.
Ed 86. ---De los doce discípulos, cuatro iban a desempeñar una parte
importante, cada uno en su esfera. Previendo todo, Cristo les enseñó para
prepararlos. Santiago, destinado a morir pronto decapitado; Juan, su
hermano, que por más tiempo seguiría a su Maestro en trabajos y
persecuciones; Pedro, el primero que derribaría barreras seculares y enseñaría
al mundo pagano; y Judas, que en el servicio era capaz de sobrepasar a sus
hermanos, y sin embargo abrigaba en su alma propósitos cuyos frutos no
vislumbraba. Tales fueron los objetos de la mayor solicitud de Cristo, y los
que recibieron su instrucción más frecuente y cuidadosa.
SpM 482. ---Si veo que los que están en posiciones de responsabilidad
descuidan a los ministros ancianos, debo presentar el asunto a aquellos cuyo
deber es cuidarlos. Los ministros que han realizado fielmente su obra no han
de ser olvidados ni descuidados cuando se quebrante su salud. Nuestras
asociaciones no han de descuidar las necesidades de los que han llevado las
responsabilidades de la obra. Después de que Juan había envejecido en el
servicio del Señor fue desterrado a Patmos. Y en esa isla solitaria recibió
más comunicaciones del cielo que las que había recibido durante el resto
de su vida.
SL 72. ---Patmos, una isla desértica y sin vida en el Mar Ageo, había sido
escogida por el gobierno romano como lugar de destierro para criminales.
Pero para el siervo de Dios esta sombría vivienda probó ser el portal del
cielo. Él fue apartado de las agitadas escenas de la vida y de labor activa
como evangelista, pero no fue excluido de la presencia de Dios. En su
solitaria habitación podía conversar con el Rey de reyes y estudiar más de
cerca las manifestaciones del poder divino en el libro de la naturaleza y
las páginas de inspiración. De deleitaba en meditar sobre la gran obra de la
creación y en adorar el poder del Arquitecto Divino. En años pasados había
visto los paisajes de arboladas lomas, verdes valles, y fructíferos llanos; y en
todas las bellezas de la naturaleza se había gozado en trazar la sabiduría y el
ingenio del Creador. Ahora estaba rodeado de escenas que a muchos les
parecerían sombrías y de poco interés. Pero para Juan no era lo contrario. Él
podía leer las lecciones más importantes en las piedras rasposas y sin
atracción, los misterios de las grandes profundidades, y las glorias del
firmamento. Para él todo llevaba la impresión del poder divino y declaraba su
gloria.
CS 84. ---Las persecuciones que por muchos siglos cayeron sobre esta gente
temerosa de Dios fueron soportadas por ella con una paciencia y constancia
que honraban a su Redentor. No obstante las cruzadas lanzadas contra ellos y
la inhumana matanza a que fueron entregados, siguieron enviando a sus
misioneros a diseminar la preciosa verdad. Se los buscaba para darles muerte;
y con todo, su sangre regó la semilla sembrada, que no dejó de dar fruto. De
esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del nacimiento
de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la
Reforma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en
días de Lutero, para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante
el esfuerzo de todos cuantos estén listos para sufrirlo todo "a causa de la
Palabra de Dios y del testimonio de Jesús." (Apocalipsis 1: 9, V.M.)
CS 84. ---Las persecuciones que por muchos siglos cayeron sobre esta gente
temerosa de Dios fueron soportadas por ella con una paciencia y constancia
que honraban a su Redentor. No obstante las cruzadas lanzadas contra ellos y
la inhumana matanza a que fueron entregados, siguieron enviando a sus
misioneros a diseminar la preciosa verdad. Se los buscaba para darles muerte;
y con todo, su sangre regó la semilla sembrada, que no dejó de dar fruto. De
esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del nacimiento
de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la
Reforma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en
días de Lutero, para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante
el esfuerzo de todos cuantos estén listos para sufrirlo todo "a causa de la
Palabra de Dios y del testimonio de Jesús." (Apocalipsis 1: 9, V.M.)
SL 69-72. ---El más acérrimo odio fue incitado contra Juan a causa de su
firme posición en la causa de Cristo. Él fue el último sobreviviente de los
discípulos que estuvieron íntimamente conectados con Jesús, y sus enemigos
decidieron que su testimonio debía ser silenciado. Si esto pudiera lograrse,
ellos pensaron que la doctrina de Cristo no se esparciría; y si tratado con
severidad, pronto podría se extinguida del mundo. Así fue como Juan fue
llamado a comparecer en Roma para dar razón de su fe. Sus doctrinas fueron
tergiversadas. Testigos falsos lo acusaron como elemento de conspiración,
enseñando públicamente doctrinas que derrocarían a la nación.
El apóstol presentó su fe en forma clara y convincente, con tal sencillez y
candor que sus palabras tuvieron un poderoso efecto. Sus oyentes quedaron
atónitos ante su sabiduría y elocuencia. Pero cuanto más convincente su
testimonio, cuanto más profundo el odio de los que se oponían a la verdad. El
emperador se llenó de ira, y blasfemó el nombre de Dios y el de Cristo. Él no
podía convertir el razonamiento del apóstol ni igualar el poder que atendía las
palabras de verdad, y se propuso silenciar a su fiel abogado.
Aquí vemos cuan duro el corazón llega a ser cuando se fija obstinadamente
contra los propósitos de Dios. Los enemigos de la iglesia determinaron
sostener su orgullo y poder ante el pueblo. Mediante el decreto del
emperador, Juan fue desterrado a la isla de Patmos, condenado, como él
nos dice, “por la palabra de Dios, y por el testimonio de Cristo Jesús”
(Apocalipsis 1:9). Pero los enemigos de Cristo fracasaron rotundamente
en su propósito de acallar a su fiel testigo. Desde su lugar de exilio viene la
voz del apóstol, alcanzando aun hasta el fin del tiempo, proclamando las
verdades más animadoras jamás presentadas a mortales.
6T 128. ---Cuando Juan fue separado de aquellos que amaba, y llevado
a la solitaria Patmos, Cristo sabía donde encontrar a su fiel testigo. Juan
dijo: “Yo Juan, quien también es vuestro hermano, y compañero en
tribulación, y en el reino y paciencia de Cristo Jesús, estuve en la isla que
es llamada Patmos, por la palabra de Dios y por el testimonio de Cristo
Jesús.
Versículo 10. ---“En un día del Señor caí en éxtasis, y oí detrás de mí una
fuerte voz como de trompeta.”
7CBA 967. ---El sábado que Dios instituyó en el Edén era tan precioso
para Juan en la solitaria isla como cuando estaba con sus compañeros en
ciudades y pueblos. Las preciosas promesas que Cristo había dado acerca de
ese día eran repetidas por Juan, y las reclamaba como suyas. Para él era la
señal de que Dios era suyo... El Salvador resucitado hizo conocer su presencia
a Juan en el día sábado. [Se cita Apoc. 1: 10- 1 3, 17-18.]
La persecución sufrida por Juan se convirtió en un medio de gracia. Patmos
resplandeció con la gloria del Salvador resucitado. Juan había visto a Cristo
en forma humana, con las señales de los clavos que siempre serán su gloria, en
las manos y en los pies. Ahora se le permitía contemplar de nuevo a su Señor
resucitado, revestido con toda la gloria que un ser humano pudiese contemplar
sin perder la vida. ¡Qué sábado fue aquel para el solitario desterrado,
siempre precioso a la vista de Cristo, pero ahora honrado más que nunca!
Nunca había aprendido tanto de Jesús, nunca había oído verdades tan sublimes
(YI 5-4-1900).
PP 352. ---No está lejos el tiempo en que Dios se levantará para vindicar su
autoridad agraviada. "He aquí que Jehová sale de su lugar, para visitar la
maldad del morador de la tierra contra él." (Isa. 26: 21.) "¿Quién podrá sufrir
el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar cuando él se mostrará?" (Mal. 3:
2.) A causa de su pecaminosidad, se le prohibió al pueblo de Israel acercarse al
monte cuando Dios estaba por descender sobre él para proclamar su ley, para
evitar que fuese consumido por la abrasadora gloria de su presencia. Si tales
manifestaciones de su poder señalaron el sitio escogido para la proclamación
de su ley, ¡cuán pavoroso no será su tribunal cuando venga para aplicar el
juicio de estos sagrados estatutos! ¿Cómo soportarán su gloria en el gran día
de la retribución final los que pisotearon su autoridad?
Los terrores del Sinaí debían darle al pueblo una idea de las escenas del juicio.
El sonido de una trompeta llamó a Israel a presentarse ante Dios. La voz
del arcángel y la trompeta de Dios llamarán a la presencia del Juez desde
todos los confines de la tierra tanto a los vivos como a los muertos. El
Padre y el Hijo, asistidos por una multitud de ángeles, estaban presentes en el
monte. En el gran día del juicio, Cristo vendrá "en la gloria de su Padre con
sus ángeles." "Entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán
reunidas delante de él todas las gentes." (Mat. 16: 27; 25: 31, 32.)
Becho 15 de enero, 1889. ---Y los que están en sus sepulcros oirán su voz,
y saldrán. Jesús vendrá y los ángeles de Dios con él; y la gloria de su
venida caerá sobre la vista humana como el resplandeciente relámpago o
como fuego consumidor. Descenderá con grito y con voz de gran
trompeta, y los que escuchan esa voz vivificante saldrán del sepulcro
regocijándose. Y ellos reconocerán la voz que los despierta a vida inmortal
como la de Aquel que dijo: “Venid a mí, todos los trabajados y cargados, y os
daré descanso.” Es la voz de Aquel que estuvo con ojos llorosos en el sepulcro
de Lázaro, y quien lloró sobre Jerusalém, diciendo: “O Jerusalém, Jerusalem,
que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti, cuánto quise
juntar tus hijos como la gallina junta sus hijos bajo sus alas, y no quisisteis.”
VEUC 396. ---La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión
era: "Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado"
(Isa. 58: 1). No había recibido educación en las escuelas humanas. Dios y la
naturaleza habían sido sus maestros. En la tarea de preparar el camino para el
advenimiento de Cristo, se necesitaba a uno que fuera tan valiente, como para
hacer oír su voz al igual que los profetas de la antigüedad, y amonestar a la
nación degenerada, para que se arrepintiera.
2SP 47-48. ---La condición de asuntos del gobierno cuando empezó la obra
de Juan, estaba inestable. La discordia y la insurrección prevalecían
cuando la voz de Juan se escuchó por vez primera como el sonido de una
trompeta saliendo del desierto, animando los corazones de todos los que
escuchaban con un poder nuevo y extraño. Juan valientemente denunció lo
pecados del pueblo, diciendo: “Arrepentíos porque el reino del cielo está
cerca.” Multitudes respondieron a la voz del profeta y fueron al desierto. Ellos
vieron en el sencillo vestir y apariencia del profeta una semejanza a la
descripción de los antiguos videntes, y la opinión prevaleció de que él era uno
de los profetas levantados de los muertos.
RH 29 de abril, 1875. ---El Señor hizo de la ocasión del Sinaí una escena
tremenda y sublime, de acuerdo con su exaltado carácter. Los diez
mandamientos fueron expresados en medio de truenos y fuego, y en gran
poder y gloria. La voz del Señor fue como trompeta, aumentando más y
más, y en pleno volumen fue bajando de la montaña. La tierra tembló y se
sacudió, y la misma montaña parecía estarse moviendo de su cimiento.
Los más valientes de Israel temblaron de miedo y cayeron sobre sus
rostros ante el Señor. La prepotente voz y la majestuosa gloria desplegada
en la montaña fueron para ellos lo más impresionante.
§ H Ap Muchos tienen la idea de que son responsables ante Cristo solo por
la luz y experiencia, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la
tierra. Jesús es el amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor
de ellos. Tiene toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta
los medios que ha dispuesto para la iluminación y salvación de los hombres;
dirige a los pecadores a la iglesia, que él ha puesto como un medio de
comunicar luz al mundo.
Versículo 12. ---“Me volví para ver quién hablaba conmigo. Y al volverme,
vi siete candelabros de oro,”
§ PP 359. ---Al sur, estaba el candelero de siete brazos, con sus siete
lámparas. Sus brazos estaban decorados con flores exquisitamente labradas y
parecidas a lirios; el conjunto estaba hecho de una pieza sólida de oro.
Versículo 13. ---“y entre los siete candelabros vi a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies. Tenía el pecho ceñido
con una cinta de oro.”
§ H Ap 465-466. ---Fue ricamente favorecido el discípulo amado. Había
visto a su Maestro en el Getsemaní con su rostro marcado con el sudor de
sangre de su agonía; "tan desfigurado, era su aspecto más que el de cualquier
hombre, y su forma más que la de los hijos de Adan." (Isa. 52: 14, V. M.) Le
había visto en manos de los soldados romanos, vestido con el viejo manto
purpúreo y coronado de espinas. Le había visto pendiendo de la cruz del
Calvario, siendo objeto de cruel burla y abuso. Ahora se le permite
contemplar una vez más a su Señor. Pero, ¡cuán distinta es su apariencia!
Ya no es varón de dolores, despreciado y humillado por los hombres.
Lleva vestiduras de brillantez celestial. "Su cabeza y sus cabellos eran
blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de
fuego; y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno."
(Apoc. 1: 14, 15.) Su voz era como el estruendo de muchas aguas. Su rostro
brillaba como el sol. En su mano tenía siete estrellas, y de su boca salía una
espada aguda de dos filos, emblema del poder de su palabra. Patmos
resplandeció con la gloria del Señor resucitado.
"Y cuando yo le vi -escribió Juan,- caí como muerto a sus pies. Y él puso su
diestra sobre mí, diciéndome: No temas," (Apoc. 1.17.)
Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado.
Entonces ante sus maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo.
Le fue permitido ver el trono de Dios y, mirando más allá de los conflictos de
la tierra, contemplar la hueste de los redimidos con sus vestiduras blancas.
Oyó la música de los ángeles del cielo, y los cantos de triunfo de los que
habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. En la
revelación que vio se desarrolló una escena tras otra de conmovedor interés en
la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fue predicha hasta
el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan
asuntos de gran importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios
que vivían en su tiempo y los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una
comprensión inteligente de los peligros y conflictos que los esperaban.
AO 205. --- Estas palabras proceden de los labios de Alguien que no puede
mentir. La descripción revela eterna vigilancia. Cristo está en medio de los
siete candeleros de oro, caminando de iglesia en iglesia, de congregación en
congregación, de corazón en corazón. El que guarda a Israel no duerme ni
descansa. Si el candelero fuera dejado al cuidado de agentes humanos, cuán a
menudo la luz titilaría y se extinguiría. Pero Dios no ha puesto a la iglesia en
manos de hombres. Cristo, el que dio su vida por el mundo para que todo
aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna, es el genuino
Guardián de la casa. Es el Vigilante fiel y verdadero de los atrios del templo
del Señor. Tenemos motivos para agradecer a Dios porque no dependemos de
la presencia de sacerdotes o ministros terrenales. Somos guardados por el
poder de Dios. La presencia y la gracia de Cristo es el secreto de toda vida
y luz.
[1888] 1019. ---Aquel que fue visto por Juan en visión en medio de los
candeleros de oro, se representa como caminando entre ellos, yendo de
iglesia en iglesia, de congregación en congregación y de corazón en
corazón. Aquí se ve una vigilancia incansable. Mientras los sub-pastores
pudieran dormir, o estar envueltos con asuntos de poca importancia, el que
guarda a Israel no se adormece ni duerme. Él es el verdadero Atalaya. La
presencia y gracia sustentadora de Cristo son el secreto de toda luz y vida.
Somos guardados por el poder de Dios, mediante la fe, y eso no de nosotros
mismos; es el don de Dios. ----SpTAO2a, página 26.
4CBA 1194. --- Nada menos que un personaje como el Hijo de Dios se
apareció a Daniel. Esta descripción es similar a la que presenta Juan cuando
Cristo se le reveló en la isla de Patmos. Ahora viene nuestro Señor con otro
mensajero celestial para enseñarle a Daniel lo que sucedería en los últimos
días. Este conocimiento le fue dado a Daniel y ha sido registrado por la
Inspiración para nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (RH
8-2-1881).
§ DTG 601. ---Así expresó Cristo su amor por sus discípulos. El espíritu
egoísta de ellos le llenó de tristeza, pero no entró en controversia con ellos
acerca de la dificultad. En vez de eso, les dio un ejemplo que nunca
olvidarían. Su amor hacia ellos no se perturbaba ni se apagaba fácilmente.
Sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que él
provenía de Dios e iba a Dios. Tenía plena conciencia de su divinidad; pero
había puesto a un lado su corona y vestiduras reales, y había tomado forma de
siervo. Uno de los últimos actos de su vida en la tierra consistió en ceñirse
como siervo y cumplir la tarea de un siervo.
Versículo 16. ---“ Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía
una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece
en toda su fuerza.”
6T 418. --- Los que sirven a Dios deben manifestar ánimo y firmeza en la
obra de salvar almas. Recordemos que hay quienes perecerán a menos que
nosotros, como instrumentos de Dios, obremos con resolución
inquebrantable. Debemos depender de continuo del trono de la gracia.
Es inexcusable que la fe de nuestras iglesias sea tan débil. "Tornaos a la
fortaleza, o presos de esperanza." (Zacarías 9: 12.) En Cristo hay fuerza para
nosotros. Él es nuestro Abogado ante el Padre. Envía sus mensajeros a todas
partes de su dominio para comunicar su voluntad a su pueblo. Anda en medio
de sus iglesias. Desea santificar, elevar y ennoblecer a sus discípulos. La
influencia de los que creen verdaderamente en él será un sabor de vida en el
mundo. Él tiene las estrellas en su diestra y es su propósito dejar que, por
intermedio de ellas, su luz brille para el mundo. Desea preparar así a su
pueblo para un servicio más sublime en la iglesia celestial. Nos ha
confiado una gran obra. Hagámosla con exactitud y resolución.
Demostremos por nuestra vida lo que la verdad ha hecho para nosotros.
8T 23. --- Cristo envía a sus mensajeros a toda parte de su dominio para
comunicar su voluntad a sus siervos. Él anda en medio de sus iglesias. Desea
santificar, elevar y ennoblecer a quienes le siguen. La influencia de los que
creen en él, será en el mundo un sabor de vida para vida. Cristo tiene las
estrellas en su diestra, y es su propósito dejar brillar por intermedio de
ellas su luz para el mundo. Así desea preparar a su pueblo para un servicio
más elevado en la iglesia celestial. Nos ha confiado una gran obra.
Hagámosla fielmente. Demostremos en nuestra vida lo que la gracia divina
puede hacer por la humanidad.
Ev 104. --- Es la verdad desnuda la que, como espada aguda de dos filos que
corta de ambos lados,
CS 735. --- En la ciudad de Dios "no habrá ya más noche." Nadie necesitará
ni deseará descanso. No habrá quien se canse haciendo la voluntad de Dios ni
ofreciendo alabanzas a su nombre. Sentiremos siempre la frescura de la
mañana, que nunca se agostará. "No necesitan luz de lámpara, ni luz del sol;
porque el Señor Dios los alumbrará." (Apocalipsis 22: 5, V.M.) La luz del sol
será sobrepujada por un brillo que sin deslumbrar la vista excederá sin
medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria de Dios y del Cordero
inunda la ciudad santa con una luz que nunca se desvanece. Los
redimidos andan en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol.
Versículo 17. ---“Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Pero él puso su
mano derecha sobre mí, y me dijo: "¡No temas! Yo Soy el Primero y el
Ultimo.”
CS 524. ---Y cuando más tarde el Hijo de Dios apareció para instruirle,
Daniel dijo: "Mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve
fuerza alguna." (Daniel 9: 18, 15, 20; 10: 8, V.M.)
Versículo 18. ---"Y Soy el que vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo por los
siglos de siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del sepulcro.”
§ 7CBA 967. ---[Se cita Apoc. l: 18-20.] Estas son afirmaciones admirables,
solemnes y significativas. Aquel que es la Fuente de toda misericordia y de
todo perdón, de toda paz y gracia, el que existe por sí mismo, el Eterno e
inmutable, fue quien visitó a su siervo desterrado en la isla llamada Patmos
(MS 81, 1900).
1MS 96. ---Los gergesenos deseaban que Cristo los dejara. Los de
Capernaum lo recibieron, y entre ellos él efectuó maravillosos milagros.
Cristo tiene todo el poder en el cielo y en la tierra. El es el gran Médico a
quien debemos acudir cuando sufrimos alguna enfermedad física o espiritual.
Mostró que poseía absoluto dominio sobre los vientos y las olas y sobre los
poseídos de demonios. Le han sido dadas las llaves de la muerte y del
infierno [sepulcro]. Le fueron sujetados los principados y las potestades,
aun estando en su humillación . . .
¿Por qué no ejerceremos mayor fe en el Médico divino? Como trabajó para el
paralítico, así actuará hoy en favor de los que lo buscan para su curación.
Tenemos gran necesidad de más fe. Estoy alarmada cuando veo la falta de fe
entre los nuestros. Necesitamos ir directamente a la presencia de Cristo,
creyendo que curará nuestras dolencias físicas y espirituales
2T 271. ---A través de todas vuestras pruebas, que nunca han sido
plenamente reveladas a otros, habéis tenido un Amigo que no falla, el cual ha
dicho: “Yo estoy con vosotros siempre, aun hasta el fin del mundo.” Mientras
estuvo sobre la tierra, siempre fue tocado por el dolor humano. Aunque ahora
ha ascendido al Padre, y es adorado por los ángeles quienes prestamente
obedecen sus mandatos, su corazón, que amó, sintió lástima, y simpatizó, no
conoce cambio. Permanece un corazón de ternura incambiable. Ese mismo
Jesús estuvo atento a todas vuestras pruebas, y no os abandonó en vuestra
lucha contra las tentaciones, las batallas contra el mal, para que finalmente
fueseis quebrantados con cargas y tristezas. Mediante sus ángeles os
susurró: “ ‘No temáis, pues yo estoy contigo.’ ‘Yo soy el que vive, y estuve
muerto; y, he aquí, vivo para siempre.’ Conozco tus pesares; los he
soportado. Estoy familiarizado con tus luchas; las he experimentado.
Conozco tus tentaciones; las he enfrentado. He visto tus lágrimas; yo también
he llorado. Tus esperanzas terrenales están destruidas; pero dejad que el ojo de
la fe se alce y penetre el velo, y allí afínquense vuestras esperanzas. La
seguridad eterna será vuestra de que tenéis un Amigo que está más cercano
que un hermano.”
O mi querida hermana, si tan sólo pudierais ver, como yo he visto, los caminos
y obras de Dios manifestadas a través de todas vuestras perplejidades y
pruebas en la primer parte de vuestra experiencia, cuando oprimida por la
mano de la pobreza, no le olvidaríais, sino que vuestro amor aumentaría,
vuestro celo en promover Su gloria sería incansable.
ML 47. ---El Espíritu Santo habría de descender sobre aquellos que aman a
Cristo. Mediante esto estarían calificados, por y en la glorificación de su
Cabeza, para recibir todo don necesario para el cumplimiento de su misión. El
Dador de la Vida sostuvo en su mano no sólo las llaves de la muerte sino
todo un cielo de ricas bendiciones. Todo poder en el cielo y la tierra le fue
dado, y habiendo ocupado su lugar en las cortes del cielo, podía dispensar
estas bendiciones a todo el que le recibe. La iglesia fue bautizada con el
poder del Espíritu. Los discípulos fueron preparados para salir y proclamar a
Cristo, primero en Jerusalem, donde la vergonzosa obra de deshonrar al
legítimo Rey había sido hecha; y luego hasta lo último de la tierra. La
evidencia de la entronización de Cristo en su obra intercesora fue dada.
§ Ev 476. ---Su error ha sido el siguiente: No bien Ud. inicia una serie de
reuniones de evangelización, comienza a escribir mucho. Ahora bien, si su
parte en la obra consiste en escribir, si Dios le ha dicho tal como ordenó a
Juan: "Escribe estas cosas", entonces dedíquese a eso, y no trate de hacer
otra cosa. Si Ud. debe pronunciar discursos, su mente no es suficientemente
vigorosa, aunque sea intensamente activa, para soportar la tensión de hablar,
realizar visitas y escribir. Ud. debiera dejar descansar su mente en gran
medida cuando se dedica a la tarea de presentar ante la gente verdades nuevas
y alarmantes, cuya aceptación incluye una cruz. Ud. debe elegir
cuidadosamente su tema, hacer sus discursos cortos y presentar con toda
claridad los puntos doctrinales importantes. . .
Para tener éxito en esta obra debe hacer una cosa a la vez, concentrar sus
facultades sobre una sola tarea. Ud. ha errado con relación a esto. Cuando
comienza a dar una serie de discursos haga que esos discursos sean su
preocupación principal. No comience a escribir cartas y artículos para los
periódicos, porque Ud. divide sus fuerzas al hacerlo así. El pastor ____ y el
pastor ____ fueron corregidos en esto. El Señor me mostró que la obra
importante de presentar la verdad estaba sufriendo en sus manos; ni la mitad
de la fuerza era aplicada a su trabajo, porque dedicaban demasiado tiempo a
escribir cartas. La obra de visitación es la parte importante de la tarea;
pero esos hermanos ocupaban su tiempo escribiendo casi constantemente, lo
cual los fatigaba, ocupaba su tiempo y no ayudaba a presentar la verdad, más
bien entorpecía esa tarea. Privaban a la gente de una exposición clara y
convincente de la Escritura y se descuidaba la parte devocional de la obra...
Versículo 20. ---"El misterio de las siete estrellas que viste en mi mano
derecha, y de los siete candelabros de oro es éste: Las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias".
RH 31 mayo, 1887. ---La obra del ministro representada por las siete
estrellas es una obra sagrada y elevada. Cuando él entretiene la idea de que
su trabajo consiste en sermonear, entonces pasa de alto, y de seguro olvida, la
obra que gira sobre al pastor de la grey. Es su trabajo encargarse de ella,
supervisar las ovejas, arreglar de tal forma los elementos de la iglesia de
modo que cada uno tenga algo que hacer.
1.
Revelación.
Gr. apokálupsis, "descubrimiento" (ver p. 733). "La revelación de Jesucristo"
puede considerarse como el título que Juan le dio a este libro. Este título
niega categóricamente el concepto de que el Apocalipsis es un libro sellado y
por lo tanto no puede ser entendido. Contiene un mensaje que Dios se
propuso que sus "siervos" en la tierra deberían oír y guardar (vers. 3), y no
podrían hacerlo a menos que primero lo entendiesen.
De Jesucristo.
Tanto en griego como en español estas palabras pueden significar que el
Apocalipsis es una revelación que se origina en Jesús o que lo revela a él. El
contexto parece implicar que la primera interpretación 746 es en este caso la
principal, porque es la revelación "que Dios le dio, para manifestar a sus
siervos". Al mismo tiempo debe recordarse la verdad del segundo significado,
porque este libro revela a Jesús en su obra celestial después de su ascensión.
En este sentido el Apocalipsis en realidad complementa a los Evangelios.
Estos registran el ministerio de Jesús en la tierra; el Apocalipsis revela su obra
en el plan de la redención a partir de ese tiempo. Cf. cap. 19: 10. En cuanto a
los nombres de Jesús y Cristo, ver com. Mat. l: l.
Le dio.
Desde la entrada del pecado toda comunicación entre el cielo y la tierra ha
sido por medio de Cristo (PP 382).
Siervos.
Gr. dóulos, "esclavo" (ver com. Rom. l: l). Los primeros cristianos a menudo
se designaban a sí mismos como "esclavos".
Que deben suceder pronto.
El pensamiento de que los diversos acontecimientos predichos en el libro del
Apocalipsis debían suceder en un futuro cercano se declara específicamente
siete veces: "Las cosas que deben suceder pronto" (cap. l: l; 22:6), "el tiempo
está cerca" (cap. 1:3) y "He aquí [o 'ciertamente'] yo vengo pronto" (cap. 3:11;
22:7, 12, 20). También hay referencias indirectas a la misma idea (cap. 6: 11;
12:12; 17: 10). La respuesta personal de Juan a estas declaraciones del pronto
cumplimiento del propósito divino fue: "Amén; sí, ven, Señor Jesús" (cap.
22:20). Por lo tanto, el concepto de la inminencia del regreso de Jesús se halla
explícito e implícito a través de todo el libro.
La segunda venida de Cristo es el gran acontecimiento culminante del
antiquísimo conflicto entre el bien y el mal que comenzó cuando Lucifer puso
en tela de juicio el carácter y el gobierno de Dios. Las declaraciones en el
Apocalipsis y en otros pasajes bíblicos respecto a la inminencia del retorno de
Cristo, deben entenderse dentro de los límites de este gran conflicto. Dios
podría haber aniquilado con toda justicia a Lucifer cuando con obstinada
impenitencia persistió en su rebelión; pero la sabiduría divina difirió la
exterminación del mal hasta que la naturaleza y los resultados del pecado se
hiciesen plenamente visibles para los habitantes del universo (PP 21-23). En
cualquiera de los diversos momentos cruciales de la historia de este mundo, la
justicia divina podría haber pregonado " ¡Hecho está!", y Cristo podría haber
venido para inaugurar su reino de justicia. Hace mucho tiempo que podría
haber culminado sus planes para la redención de este mundo. Así como se
ofreció a Israel la oportunidad de preparar el camino para el reino eterno de
Dios en la tierra cuando ese pueblo se estableció en la tierra prometida, y
nuevamente cuando volvió de su destierro en Babilonia, así también le dio a la
iglesia de los tiempos apostólicos el privilegio de completar la comisión
evangélica. Otra oportunidad semejante llegó con el gran despertar del
segundo advenimiento en el siglo XIX. Pero en todos esos casos, el pueblo
escogido de Dios no supo aprovechar la oportunidad que le fue ofrecida con
tanta bondad.
El movimiento adventista, animado por el consejo inspirado, esperaba que
Cristo viniese muy pronto después de 1844. Cuando Jesús aún no había
aparecido a fines del siglo, se recordó repetidas veces a los creyentes
adventistas que el Señor podría haber venido antes de ese tiempo (3JT 73; 8T
115-116; 3JT 297; DTG 587-588; CS 511). Cuando se le pidió a Elena G. de
White que explicara por qué el tiempo había continuado más de lo que sus
primeros testimonios parecían indicar, respondió: "¿Cómo es el caso del
testimonio de Cristo y de sus discípulos? ¿Estaban engañados?... Los ángeles
de Dios en sus mensajes para los hombres representan el tiempo como muy
corto... ¿Pero ha fallado la Palabra de Dios? ¡Nunca! Debe recordarse que las
promesas y las amenazas son igualmente condicionales" (1MS 76-77).
Por lo tanto, es claro que aunque la segunda venida de Cristo no depende de
ninguna condición, las repetidas declaraciones de las Escrituras de que su
venida era inminente estaban condicionadas por la respuesta de la iglesia a la
exhortación de que terminara la obra de predicar el Evangelio en su
generación. No ha fallado la Palabra de Dios que declaró hace siglos que el
día de Cristo "se acerca" (Rom. 13:12). Jesús hubiera venido muy pronto si la
iglesia hubiese hecho la obra que se le encomendó. La iglesia no tenía
derecho a esperar a su Señor porque no había cumplido con las condiciones.
Ver Ev 503-505.
De modo que las declaraciones del ángel del Apocalipsis a Juan respecto a la
inminencia del regreso de Cristo para poner fin al reinado del pecado, deben
ser entendidas como una expresión de la voluntad de Dios y de su propósito.
Dios nunca ha pensado en demorar la consumación del plan de salvación;
siempre ha expresado su voluntad de 747 que el regreso de nuestro Señor no
se retarde mucho.
Estas declaraciones no deben entenderse en términos de la presciencia de Dios
de que habría una demora tal, ni tampoco a la luz de la perspectiva histórica de
lo que en realidad ha sucedido en la historia del mundo desde ese tiempo. Es
verdad que Dios sabía de antemano que la venida de Cristo sería demorada
unos dos mil años; pero cuando envió sus mensajes a la iglesia por intermedio
de los apóstoles, expresó esos mensajes en términos de su voluntad y
propósito respecto a dicho acontecimiento para que su pueblo estuviese
informado de que, en la providencia divina, no había necesidad de una
demora. Por consiguiente, las siete declaraciones del Apocalipsis respecto a la
proximidad de la venida de Cristo deben entenderse como una expresión de la
voluntad y el propósito de Dios, como promesas expresadas
condicionalmente, y no como declaraciones basadas en el conocimiento previo
de Dios. En este hecho debe hallarse sin duda la armonía entre los pasajes que
exhortan a estar preparados para la pronta venida de Cristo y aquellos períodos
proféticos que revelan cuán distante se halla en realidad el día de nuestro
Señor Jesucristo.
La declaró.
Gr. semáinÇ, "señalar", "indicar", "dar señal"; "declaró", "explicó".
Ángel.
Gr. ággelos, "mensajero". Los ángeles frecuentemente cumplen la función de
ser portadores de revelaciones divinas (cf. Dan. 8:16; 9.21; Luc. 1: 19, 26,
etc.). Este ángel ha sido identificado como Gabriel (ver com. Luc. l: 19).
Juan.
Es decir, Juan el apóstol (ver pp. 733-738; cf. com. Mar. 3:17). El
Apocalipsis es el único libro de Juan en el que éste se identifica por nombre
(ver t. V, p. 869; cf. 2 Juan l; 3 Juan l).
2.
Ha dado testimonio.
Mejor "dio testimonio". Gr. marturéÇ, "dar testimonio", "testificar". El
pretérito (emartúr'sen) muestra que el autor se refiere a lo que está por escribir
desde el punto de vista de sus lectores, para quienes la acción ya sería algo
pasado cuando recibieran el mensaje. Las epístolas de Pablo (ver com. Gál.
6:11; Fil. 2:25) presentan numerosos ejemplos de este uso del pretérito; lo
mismo se ve en escritos de autores griegos y romanos antiguos. Esta
costumbre se consideraba como un acto de cortesía para el lector. Juan
declara que es testigo, que da testimonio de todo lo que Dios te había
revelado.
Palabra.
Gr. lógos, "palabra", "declaración", "mensaje", "oráculo" (ver com. Juan 1: 1).
De Dios.
Es decir, que se origina en Dios, o es hablada por Dios. Juan se refiere a "la
revelación de Jesucristo, que Dios le dio" (vers. l). "La palabra de Dios", "el
testimonio de Jesús", y "todas las cosas que ha visto", se refieren a lo mismo:
a "la revelación" del vers. 1.
El testimonio de Jesucristo.
Puede referirse a que el libro del Apocalipsis es un mensaje proveniente de
Jesús o acerca de Jesús (ver com. vers. l). El contexto favorece la primera
interpretación; pero, por supuesto, es ambas cosas.
Los vers. 1 y 2 tipifican un típico paralelismo invertido, en el cual las líneas
primera y cuarta son paralelas, y la segunda es paralela a la tercera:
"La revelación de Jesucristo,
que Dios le dio...
La palabra de Dios....
del testimonio de Jesucristo".
Ha visto.
Mejor "vio". Vocablos que significan comunicación y percepción visual,
aparecen 73 veces en el Apocalipsis; y palabras que denotan comunicación y
percepción auditiva, 38 veces. El Apocalipsis es un informe real de lo que
Juan vio y oyó mientras estaba en visión.
3.
Bienaventurado.
Gr. makários, "feliz" (ver com. Mat. 5:3). Algunos sugieren que aquí puede
haber una alusión a Luc. 11: 28.
El que lee.
Sin duda es una referencia en primer lugar a la persona que se escogía en la
iglesia antigua para leer en público los escritos sagrados. Juan anticipa la
lectura pública del libro que ahora dirige a "las siete iglesias que están en
Asia" (vers. 4), en la presencia de los miembros reunidos de cada
congregación (cf. Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Esta práctica cristiana refleja la
costumbre judía de leer "la ley y los profetas" en la sinagoga cada sábado
(Hech. 13:15, 27; 15:21; etc.; ver t. V, pp. 59-60). La orden implícita de que
se leyera el Apocalipsis en las iglesias de Asia sugiere que sus mensajes eran
aplicables a la iglesia en los días de Juan (ver com. Apoc. 1:11).
Los que oyen.
O sea los miembros de iglesia. Nótese que hay sólo un lector en cada iglesia,
pero hay muchos que "oyen" lo que se lee. La bendición que acompañaba la
lectura del Apocalipsis en las "siete iglesias" de 748 la provincia romana de
Asia, pertenece a todos los cristianos que leen este libro con el deseo de
comprender más perfectamente las verdades que allí se registran.
Esta profecía.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "la profecía". Algunos
sugieren que Juan pide aquí específicamente que se le dé igual oportunidad a
la lectura del Apocalipsis como a los libros proféticos del AT, los cuales se
leían en la sinagoga cada sábado. Aunque la palabra "profecía", como se usa
en la Biblia, se refiere a un mensaje específico de Dios, sea cual fuere su
naturaleza (ver com. Rom. 12:6), el libro de Apocalipsis puede ser llamado
acertadamente una profecía en el sentido más estricto porque es una
predicción de acontecimientos futuros.
Guardan.
La flexión del verbo en griego implica la observancia habitual de las
admoniciones de este libro como una norma de vida. Ver com. Mat. 7:21-24.
Escritas.
Mejor "han sido escritas", con el sentido de que "permanecen escritas".
Tiempo.
Gr. kairós, "tiempo", con el significado de un momento particular, una ocasión
propicia, un tiempo establecido de antemano para un acontecimiento particular
(ver com. Mar. l: 15). Este "tiempo" que "está cerca" es el tiempo para el
cumplimiento de "las cosas en ella escritas", "las cosas que deben suceder
pronto" de Apoc. 1: 1 (ver este com.). La inminencia de esos acontecimientos
es el motivo para observar atentamente "las palabras de esta profecía". Por lo
tanto, el Apocalipsis es de importancia muy especial para los que creen que "el
tiempo" de la venida de Cristo "está cerca". Compárese con la Nota Adicional
de Romanos 13.
Está cerca.
Como vivimos en los últimos momentos del "tiempo", las profecías del
Apocalipsis tienen una importancia capital para nosotros. "Especialmente
Daniel y Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de
nuestra obra" (TM 112). "Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se
dieron en su orden, deben ocupar el primer lugar en el pensamiento de los
hijos de Dios" (3JT 279).
"Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan"
(TM 115). Mientras que el libro de Daniel presenta a grandes rasgos los
sucesos de los últimos días, el libro de Apocalipsis da vívidos detalles acerca
de dichos sucesos, de los cuales ahora se declara que están "cerca".
4.
Juan.
Ver com. vers. l. El hecho de que el escritor no sienta la necesidad de una
mayor identificación, demuestra que era bien conocido en las iglesias "en
Asia". Es también un testimonio de la autenticidad del libro porque es de
esperar que otro escritor que no fuera Juan, a quien los creyentes "en Asia"
conocían por este nombre, pretendiera tener autoridad y poder. La sencillez
con que el escritor se refiere a sí mismo coincide con la humilde actitud del
escritor del Evangelio de Juan (ver t. V, p. 869).
A las siete iglesias.
Desde aquí hasta el fin del cap. 3, el Apocalipsis se parece por su forma a una
carta antigua, o más bien a una serie de cartas. Esta sección epistolar es una
introducción al resto del libro, que se caracteriza por una sucesión de visiones
dramáticas. Para un comentario sobre el uso del número "siete" en el
Apocalipsis y acerca de las siete iglesias, ver com. cap. 1:11.
Asia.
Es decir, la provincia romana de Asia, territorio de unos 500 km de este a
oeste y 420 km de norte a sur, en la parte occidental de Asia Menor, en la
actual república de Turquía (ver t. VI, mapa frente a p. 33). En los tiempos
helenísticos esa región se transformó en el importante reino de Pérgamo,
destacado centro de la cultura helenística. En cuanto a las circunstancias en
que Pérgamo se convirtió en la provincia romana de Asia, ver t. V, p. 37. Asia
siguió siendo un centro importante de la cultura greco-romana en los tiempos
del NT. Pablo pasó muchos meses allí (Hech. I8: 19-21; 19: 1, 10), y el éxito
de sus labores en esa región es evidente porque tres de sus epístolas fueron
dirigidas a los cristianos que vivían en ese territorio (Efesios, Colosenses,
Filemón). Su primera Epístola a Timoteo, que estaba entonces a cargo de la
iglesia de Efeso y tal vez de las iglesias de toda la provincia, es una prueba de
que allí había una comunidad cristiana bien establecida. Pablo era el apóstol
de los gentiles, y es probable que los miembros de estas iglesias de la
provincia romana de Asia fueran en su mayoría gentiles.
Después de que la congregación cristiana de Jerusalén fue esparcida poco
antes de 70 d.C., parece que Asia aumentó en importancia como centro del
cristianismo. Sin duda se debió a la presencia y dirección del apóstol Juan
quien, según la tradición, residía en Efeso y viajaba por la región circundante,
"aquí para nombrar obispos, allí para poner 749 en orden iglesias enteras, y
allá para ordenar a los que eran indicados por el Espíritu" (Clemente de
Alejandría, ¿Quién es el rico que se salvará? xlii). Esta declaración parece
reflejar una relación íntima entre el apóstol y las iglesias de Asia.
Gracia y paz.
Ver com. Rom. 1:7; 2 Cor. 1:2. Se ha sugerido que este saludo derivó de una
combinación del saludo común griego jáirein, "salud" (como en Sant. l: l), y el
saludo hebreo shalom, en su equivalente griego eir'en', "paz".Jáirein
probablemente tiene relación con járis, "gracia", el término más religioso que
se usa aquí. "Gracia" y "paz" aparecen comúnmente en los saludos de las
antiguas epístolas cristianas, y juntas sin duda constituyen una forma
característica de saludo de la iglesia apostólica (Rom. 1:7; 1 Cor. 1:3; 2 Con
1:2; Gál. 1:3; Efe. 1:2; Fil. l: 2; Col. 1: 2; 1 Tes. l: l; 2 Tes. l: 2; 1 Tim. 1:2; 2
Tim. 1:2; Tito 1:4; File. 3; 1 Ped. 1:2; 2 Ped. 1:2; 2 Juan 3).
Del que es.
Gr. ho Çn, "el que es", expresión sin duda tomada de Exo. 3:14 según la LXX,
donde se usa para traducir el nombre divino YO SOY. Esta expresión implica,
como en hebreo, existencia de Dios sin límite alguno de tiempo. El texto
griego presenta un error gramatical, pues a la preposición apó, "de parte de",
"del", debe seguir el caso genitivo y no el nominativo, que se usa aquí. Sin
embargo, esto no demuestra que Juan ignoraba la gramática; su negativa de
declinar en griego la palabra que representa al Ser divino quizá fue una
manera sutil de destacar la absoluta inmutabilidad de Dios. Por el contexto de
los vers. 4 y 5 es claro que la frase en cuestión se refiere al Padre.
Que era.
Dios ha existido desde toda la eternidad (Sal. 90:2).
Que ha de venir.
O "el que viene". La tríada "que es", "que era" y "que ha de venir" indica que
la tercera frase es un sustituto futuro del verbo, que equivale a decir "que
será". Se ha sugerido que también se refiere a la segunda venida de Cristo.
Esta interpretación, verbalmente posible, no concuerda con el contexto, el cual
muestra que éste no era el pensamiento del autor.
La referencia al Padre expone su eternidad y declara que el mismo Ser que
ahora continuamente existe, siempre ha existido y siempre existirá. La
existencia personal de Dios trasciende al tiempo, pero una eternidad infinita
sólo puede ser expresada en palabras humanas por medio de términos
limitados y temporales como los que aquí emplea Juan.
Siete espíritus.
En cuanto al significado del número "siete" en el Apocalipsis, ver com. vers. 1
l. Estos siete espíritus también se describen como siete lámparas de fuego
(cap. 4:5) y como los siete ojos del Cordero (cap. 5:6). La relación de los
"siete espíritus" con el Padre y con Cristo, como que también fueran la fuente
de la gracia y paz del cristiano, implica que representan al Espíritu Santo. El
nombre de "siete" tal vez es una expresión simbólica de su perfección, y
también puede implicar la variedad de dones por medio de los cuales obra en
los seres humanos (1 Cor. 12:4-11; cf. Apoc. 3: 1).
Delante de su trono.
Es decir, delante del trono "del que es, y que era y que ha de venir". Esta
posición tal vez signifique disposición para un servicio inmediato. Ver com.
cap. 4:2-5.
5.
Jesucristo.
Ver com. vers. 1. Los otros miembros de la Deidad ya han sido mencionados
en el vers. 4.
Testigo fiel.
En el texto griego este título está en aposición con "Jesucristo", que aparece en
el caso genitivo-ablativo. Normalmente estas palabras deberían estar en el
mismo caso; sin embargo quedan, como el título divino para el Padre (ver
com. vers. 4), aquí en caso nominativo, sin cambio ninguno. Algunos
sugieren que Juan implica así la divinidad de Cristo y su igualdad con el Padre
(ver Nota Adicional de Juan 1). Cristo es el "testigo fiel" porque es el
representante perfecto del carácter, la mente y la voluntad de Dios delante de
la humanidad (ver com. Juan 1: 1, 14). Su vida sin pecado en la tierra y su
muerte como sacrificio testifican de la santidad del Padre y de su amor (Juan
14:10; ver com. cap. 3:16).
Primogénito.
Gr. prÇtótokos, "primogénito" (ver com. Mat. 1:25; Rom. 8:29; cf. com. Juan
1: 14). Jesús no fue cronológicamente el primero que resucitó de entre los
muertos, pero puede considerarse como el primero en el sentido de que todos
los que resucitaron antes y después de él, fueron liberados de las ataduras de la
muerte sólo en virtud del triunfo de Cristo sobre el sepulcro. Su poder para
poner su vida y para volverla a tomar (Juan 10: 18) lo coloca en una posición
superior a todos los otros hombres que hayan salido alguna vez de la tumba, y
lo caracteriza 750 como el origen de toda vida (Rom. 14:9; 1 Cor. 15:12-23;
ver com. Juan 1: 4, 7-9). Este título, como el que sigue, refleja el
pensamiento de Sal. 89:27.
Soberano.
O "gobernante". Este mundo pertenece legítimamente a Cristo. Cristo triunfó
sobre el pecado y recobró la heredad que perdió Adán, y es el gobernante
legítimo de la humanidad (Col. 2:15; cf. Col. 1:20; Apoc. 11: 15). En el día
final todos los seres humanos lo reconocerán como tal (Apoc. 5:13). Pero ya
sea que se lo reconozca o no, Cristo ha tomado el dominio de los asuntos
terrenales para el cumplimiento de su propósito eterno (ver com. Dan. 4:17).
El plan de la redención, que se ha convertido en una verdad histórica mediante
su vida, muerte y resurrección, ha ido avanzando paso tras paso hacia el gran
día del triunfo definitivo. Ver Apoc. 19:15-16.
Que nos amó.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "que nos ama" (BJ, BA, BC).
El amor de Dios, revelado en Jesucristo, es ahora un hecho histórico; pero él
"nos ama" ahora tanto como cuando entregó la dádiva suprema de su Hijo.
Lavó.
La evidencia textual favorece la variante "soltó"; "libertó" (BA). Esta
diferencia sin duda surgió por la similitud entre las palabras griegas lóuÇ,
"lavar", y lúÇ, "soltar". Ser "soltado" de los pecados es ser libertado del
castigo y del poder del pecado (ver com. Juan 3:16; Rom. 6:16-18, 21-22).
Con su sangre.
O "por su sangre", es decir por la muerte de Cristo en la cruz. Fue un
sacrificio vicario (ver com. Isa. 53:4-6; cf. DTG 16).
6.
Reyes y sacerdotes.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "un reino, sacerdotes" (BC),
quizá una alusión a Exo. 19:6 (cf. Apoc. 5: 10). Cristo ha constituido a su
iglesia en un "reino" y a sus miembros individuales en sacerdotes. Ser
miembro del reino es ser "sacerdote". Compárese con el "real sacerdocio" de
1 Ped. 2: 9. Los que han aceptado la salvación en Cristo, constituyen un reino
cuyo rey es Cristo. Es una referencia al reino de la gracia divina en los
corazones de los seres humanos (ver com. Mat. 4:17). Un sacerdote puede
ser considerado como uno que presenta ofrendas a Dios (cf. Heb. 5: l; 8:3), y
en este sentido todo cristiano tiene el privilegio de presentar "sacrificios
espirituales" -oración, intercesión, acción de gracias, gloria- a Dios (1 Ped.
2:5, 9). Como cada cristiano es un sacerdote, puede acercarse a Dios
personalmente, sin la mediación de otro ser humano, y también acercarse -
interceder- por otros. Cristo es nuestro mediador (1 Tim. 2:5), nuestro gran
"sumo sacerdote", y por medio de él tenemos el privilegio de llegarnos
"confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro" (Heb. 4:15-16).
A él sea gloria.
Literalmente "a él la gloria" (BJ, BC, NC), es decir, a Cristo (vers. 5). El
artículo definido que acompaña al sustantivo sugiere una gloria específica,
quizá la gloria total. Para un comentario sobre dóxa, la palabra que se traduce
"gloria", ver com. Rom. 3:23.
Imperio.
El atribuirle "imperio" a Cristo es reconocerlo como el gobernante legítimo
del universo. Después de la resurrección recibió "toda potestad... en el cielo y
en la tierra" (ver com. Mat. 28:18). Cristo merece la alabanza siempre
continua de la humanidad como agradecimiento por su triunfo sobre el pecado
y la muerte (Col. 2:15). Satanás había puesto en tela de juicio el derecho de
Cristo a la "gloria" y al "imperio", pero éstos pertenecen legítimamente a
Cristo. Con esta doxología o atribución de alabanza, termina Juan el saludo
en su carta (Apoc. 1:4-6).
Por los siglos de los siglos.
Gr. eis tóus aiÇnás tÇn aiÇnÇn, "para los siglos de los siglos" y por lo tanto,
"para siempre". En cuanto a la palabra aiÇn, ver com. Mat. 13:39. Juan no
percibe límite alguno de tiempo al derecho de Cristo a la "gloria e imperio".
Amén.
Ver com. Mat. 5:18.
7.
He aquí que viene.
Después de terminar el saludo en el vers. 6, Juan anuncia el tema del
Apocalipsis: la segunda venida de Cristo. Esta es la meta hacia la cual se
mueve todo lo demás. Es significativo que Juan use el tiempo presente, "que
viene", con lo cual destaca la certeza del acontecimiento, quizá también su
inminencia (ver com. vers. 1).
Con las nubes.
Ver com. Hech. 1:9-11.
Traspasaron.
Gr. ekkentéÇ. Esta palabra la usa Juan en su Evangelio (cap. 19:37) cuando
cita a Zac. 12:10. Los traductores de la LXX sin duda se equivocaron al leer
en Zac. 12:10 la palabra hebrea daqaru, "traspasaron", como raqadu,
"danzaron en triunfo", y así la tradujeron al griego. El Evangelio de Juan es el
único en donde se registra que el costado de Jesús fue herido por un lanzazo
(Juan 19:31-37). Este punto de similitud entre 751los dos libros es una
evidencia indirecta de que el Apocalipsis fue escrito por la misma mano que
redactó el cuarto Evangelio. Aunque Juan sin duda escribe en griego, no tiene
en cuenta la LXX en ambos casos, y da una traducción correcta del hebreo.
La afirmación de Apoc. 1:7 claramente implica que los responsables de la
muerte de Cristo serán levantados de entre los muertos para presenciar su
venida en gloria (ver com. Dan. 12:2). Durante su enjuiciamiento Jesús
advirtió a los dirigentes judíos en cuanto a este temible suceso (Mat. 26:64).
Lamentación.
Literalmente "se cortarán", referencia a la costumbre antigua de cortar o herir
el cuerpo como señal de tristeza. En sentido figurado, como aquí, describe el
dolor más bien que la acción física de herirse el cuerpo. Refleja el
remordimiento que se apoderará de los impíos (ver com. Jer. 8:20).
8.
Yo soy.
Gr. egÇ eimí (ver com. Juan 6:20).
El Alfa y la Omega.
La primera letra y la última del alfabeto griego; es como si dijéramos: "desde
la A hasta la Z". La frase indica integridad, plenitud, y tiene el mismo
significado que "el principio y el fin, el primero y el último" (cap. 22:13). En
este caso el que habla es "el Señor, el que es y que era y que ha de venir",
identificado como Dios el Padre (ver com. cap 1:4); sin embargo, en los vers.
11-18 la expresión "el Alfa y la Omega" se identifica claramente con Cristo,
quien también declara que es "el primero y el último". En el cap. 22:13 la
frase "el Alfa y la Omega" se refiere a Cristo, lo que es evidente por el vers.
16. El Padre y el Hijo comparten estos atributos eternos (ver Nota Adicional
de Juan 1).
Principio y fin.
La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras aquí y en
el vers. 11, pero su inclusión en el cap. 22:13 está establecida.
El Señor.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "Señor Dios" (BJ, BA, BC,
NC).
Que es.
Ver com. vers. 4.
Todopoderoso.
Gr. pantokrátÇr, "omnipotente". El título se repite con frecuencia en el
Apocalipsis (cap. 4:8; 11: 17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22). En Ose. 12:5
(LXX) se usa pantokrátÇr para traducir la palabra hebrea tseba'oth, "ejércitos",
comúnmente usada con Yahweh como un apelativo de Dios (ver t. 1, p. 182).
Este título recalca la omnipotencia de Dios. Cf. 1 Sam. 1: 11; Isa. 1:9; Jer.
2:19; Amós 9:5.
9.
Yo Juan.
Ver pp. 733-738.
Copartícipe vuestro en la tribulación.
Sin duda Juan no era el único que sufría persecución en ese tiempo.
El reino.
Es decir, el reino de la gracia divina (ver com. Mat. 4:17). "Es necesario que
a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hech. 14: 22).
Paciencia.
La raíz del vocablo quiere decir "permanecer debajo". "Paciencia" indica aquí
"aguante", "perseverancia", el ejercicio del dominio propio para poder
soportar una situación difícil, cuando con sólo negar la fe se podría evitar la
presión de la persecución. Los cristianos tienen en Cristo fuerza suficiente
para "aguantar" "en Jesús". Ver com. Rom. 2:7; Apoc. 14:12.
De Jesucristo.
La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "en Jesús" (BJ, BA, BC, NC).
La paciencia es una relación vital con él.
Estaba.
Mejor "vine a estar", lo que implica que Patmos no era el lugar de residencia
permanente de Juan, sino que las circunstancias lo habían llevado hasta allí.
Patmos.
Islita del mar Egeo, a unos 80 km al suroeste de Efeso. Mide unos 15 km de
norte a sur, y unos 10 km de este a oeste en su parte más ancha. Patmos es
rocosa y árida; su costa, sumamente irregular, forma muchas ensenadas.
Plinio escribió en el año 77 d. C., que la isla se usaba como una colonia penal
(Historia natural iv. 12. 23). Esto explica la declaración de Juan de que era
"copartícipe... en la tribulación". El apóstol estaba en Patmos como preso de
los romanos (ver pp. 86-90).
Victorino de Petavio (m. c. 303 d. C.) declaró unos dos siglos más tarde acerca
del Apocalipsis: "Cuando Juan dijo estas cosas estaba en la isla de Patmos,
condenado a trabajar en las minas [en latín metallum] por el césar Domiciano"
(Comentario sobre Apocalipsis, com. cap. 10: 11). La palabra latina metallum
puede referirse tanto a una cantera como a una mina, pero como Patmos tiene
canteras y no hay vestigios de que hubiera tenido minas, es probable que quiso
decir lo primero. La declaración de Plinio de que Patmos era una colonia
penal, es la de un contemporáneo de Juan bien informado, mientras que la de
Victorino, aunque probable, debe clasificarse como una tradición.
Por causa de la palabra.
El texto griego no 752 apoya la opinión de que esta frase significa que Juan
estaba en Patmos con el fin de recibir y registrar las visiones que allí le serían
dadas (ver com. vers. 2). Las frases "palabra de Dios" y "testimonio de
[respecto a] Jesucristo" se refieren a su testimonio inspirado a favor del
Evangelio durante más de medio siglo. Este había sido el único propósito que
motivaba la vida de Juan. Durante los amargos días de persecución en tiempo
de Domiciano, su intrépido testimonio fue la causa de que lo desterraran a
Patmos (ver pp. 738-739).
10.
En el Espíritu.
Literalmente "en espíritu", que puede significar "en estado de éxtasis". Juan
se abstrajo de las cosas terrenales; sólo estaba consciente de las impresiones
que le llegaban del Espíritu Santo. La percepción natural de los sentidos fue
sustituida completamente por una percepción espiritual.
Día del Señor.
Gr. Kuriak' h'méra. Se han hecho varios intentos para explicar esta frase, que
sólo aparece aquí en las Escrituras. Algunos intérpretes la hacen equivaler con
"el día de Jehová", de los profetas del AT (Joel 2: 11, 31; Sof. 1: 14; Mal. 4: 5;
cf. Hech. 2: 20). Puede concederse que estas palabras podrían tener tal
interpretación si se toman aisladamente. Los que así las explican, destacan
que el Apocalipsis centra la atención en el gran día final del Señor y en los
acontecimientos que conducen a él (ver com. Apoc. 1: 1). Estar "en el Espíritu
en el día del Señor" quizá pudiera entenderse como que significa ser
arrebatado en visión a través del tiempo para presenciar acontecimientos
relacionados con el día del Señor.
Sin embargo, hay razones para rechazar esta interpretación. En primer lugar,
cuando la frase "día del Señor" claramente designa el gran día de Dios, el
texto griego siempre dice h'méra tou kuríou o h'méra kúriou (1 Cor. 5: 5; 2
Cor. 1: 14; 1 Tes. 5: 2; 2 Ped. 3: 10). En segundo lugar, el contexto (Apoc. 1:
9-10) sugiere que el "día del Señor" se refiere al tiempo cuando Juan
contempló la visión y no al tema de la visión. De modo que Juan da su
ubicación: "la isla llamada Patmos" (vers. 9); la razón por la cual está allí:
"por causa de las palabras de Dios" (vers. 9), y su estado durante la visión: "en
el Espíritu". Todas estas frases tienen que ver con las circunstancias en las
cuales le fue dada la visión, y es lógico concluir que la cuarta también
coincide al dar el tiempo específico de la revelación. La mayoría de los
expositores apoyan esta conclusión.
Aunque la expresión kuriak' heméra es única en la Escritura, tiene una larga
historia en el griego postbíblico. Como forma abreviada, kuriak' es un
término común en los escritos de los padres de la iglesia para designar al
primer día de la semana, y en el griego moderno kuriaké es el nombre del
domingo. Su equivalente latino dominica dies designa el mismo día, y ha
pasado a varios idiomas modernos como domingo, y en francés como
dimanche. Por eso muchos eruditos sostienen que kuriak' h'méra en este
pasaje también se refiere al domingo, y que Juan no sólo recibió su visión en
este día, sino que también lo reconoció como "el día del Señor" quizá porque
en ese día Cristo resucitó de los muertos.
Hay razones negativas y positivas para rechazar esta interpretación. En primer
lugar está el reconocido principio del método histórico; es decir, que una
alusión debe ser interpretada solamente por medio de evidencias anteriores a
ella o contemporáneas con ella, y no por datos históricos de un período
posterior. Este principio tiene mucha importancia en el problema del
significado de la expresión "día del Señor" tal como aparece en este pasaje.
Aunque este término es frecuente en los padres de la iglesia para indicar el
domingo, la primera evidencia decisiva de tal uso no aparece sino hasta fines
del siglo II en el libro apócrifo Evangelio según Pedro (9, 12), donde el día de
la resurrección de Cristo se denomina "día del Señor". Como este documento
fue escrito por lo menos tres cuartos de siglo después de que Juan escribió el
Apocalipsis, no puede presentarse como una prueba de que la frase "día del
Señor" en el tiempo de Juan se refería al domingo. Podrían citarse numerosos
ejemplos para mostrar la rapidez con que las palabras pueden cambiar de
significado. Por lo tanto, el significado de "día del Señor" se determina mejor
en este caso recurriendo a las Escrituras antes que a la literatura posterior.
En cuanto al aspecto positivo de esta cuestión, está el hecho de que aunque la
Escritura en ninguna parte indica que el domingo tiene alguna relación
religiosa con el Señor, repetidas veces reconoce que el séptimo día, el sábado,
es el día especial del Señor. Se nos dice que Dios bendijo y santificó el
séptimo día (Gén. 2: 3); lo constituyó como recordativo de su obra de creación
(Exo. 20: 11); lo llamó específicamente "mi día santo" (Isa. 58: 13); y Jesús se
proclamó como "Señor aún 753 del día de reposo [sábado]" (Mar. 2: 28), en el
sentido de que como Señor de los hombres era también Señor de lo que fue
hecho para el hombre: el sábado. De manera que cuando se interpreta la frase
"día del Señor" de acuerdo con pruebas anteriores y contemporáneas del
tiempo de Juan, se concluye que hay sólo un día al cual puede referirse, y ése
es el sábado, el séptimo día. Ver 2JT 411; HAp 464.
Los descubrimientos arqueológicos han proyectado más luz sobre la expresión
kuriak' h'méra. Papiros e inscripciones del período imperial de la historia
romana, hallados en Egipto y Asia Menor, emplean la palabra kuriakós (el
masculino de kuriak') para referirse a la tesorería y el servicio imperial. Esto
es comprensible, pues el emperador romano a menudo era llamado en griego
el kúrios, "señor", y por consiguiente su tesorería y servicio eran la "tesorería
del señor" y "el servicio del señor". Por lo tanto kuriakós era una palabra
familiar en el idioma oficial romano para las cosas relacionadas con el
emperador. Una de esas inscripciones procede de una época tan antigua como
lo es el año 68 d. C. De manera que es claro que este uso de kuriakós era
corriente en el tiempo de Juan (ver Adolf Deissmann, Light From the Ancient
East, pp. 357-361).
En esta misma inscripción aparece una referencia a un día al que se le dio el
nombre de la emperatriz Julia, o Livia como es mejor conocida.
En otras inscripciones de Egipto y de Asia Menor aparece con frecuencia el
término sebast', el equivalente griego de Augustus, como nombre de un día.
Sin duda éstas son referencias a días especiales en honor del emperador (ver
Deissmann, loc. cit.). Algunos han sugerido que la expresión kuriak' h'méra,
como la usa Juan, también se refiere a un día imperial; pero esto parece
dudoso por dos razones. Primero: aunque había días imperiales y el término
kuriakós se usaba para otras cosas relativas al emperador, aún no se ha
encontrado ningún caso en que kuriak' se hubiera aplicado a un día imperial.
Esto, por supuesto, no es una prueba final, porque es un argumento basado en
el silencio. Pero el segundo argumento que puede esgrimirse contra la
identificación de kuriak' h'méra de Juan con un día imperial, parece ser
concluyente: se sabe que tanto los judíos del siglo I (ver Josefo, Guerra vii.
101), como los cristianos, por lo menos en el siglo II (ver Martirio de
Policarpo 8), se negaron a llamar al César kúrios, "señor". Por lo tanto, llega a
ser extremadamente difícil pensar que Juan se hubiera referido a un día
imperial como el "día del Señor", especialmente en sin tiempo cuando él y sus
hermanos cristianos eran terriblemente perseguidos por negarse a adorar al
emperador (ver pp. 738-740). Es más probable que Juan escogiera la
expresión kuriak' h'méra para referirse al sábado, como un medio sutil de
proclamar el hecho de que así como el emperador tenía días especiales
dedicados en su honor, así también el Señor de Juan, por amor de quien ahora
sufría, también tenía su día especial. Para un estudio del origen de la
observancia del día domingo y de la designación del domingo como "día del
Señor", ver com. Dan. 7: 25 y HAp 464-465.
Algunos estudiosos han sugerido que kuriak' h'méra debe entenderse como
"domingo de pascua". Esta frase se usó posteriormente para designar a la
fiesta anual que recordaba la resurrección de Jesús. Sin embargo, esta
explicación no necesariamente se aplica al siglo I. Por lo tanto, no sirve para
aclarar este pasaje.
Como de trompeta.
La comparación con una trompeta indica la intensidad de la voz.
11.
Yo soy el Alfa.
Ver com. vers. 8. De acuerdo a los vers. 17 y 18 es claro que estos títulos se
aplican en este caso específicamente a Cristo; sin embargo, la evidencia
textual establece (cf. p. 10) la omisión de las palabras "Yo soy el Alfa y la
Omega, el primero y el último". Están omitidas en la BJ, BA, BC y NC.
En los vers. 4-10 Juan dirige a las siete iglesias su propia declaración
introductoria de las circunstancias en las cuales le fue dado el Apocalipsis.
Comenzando con el vers. 11 presenta la autorización que recibió directamente
de Cristo para escribir el Apocalipsis. Es apropiado que así lo hiciera, porque
ésta es "la revelación de Jesucristo" (vers. 1). La revelación empieza con el
vers. 11.
Un libro.
Gr. biblíon, "libro", generalmente e hojas de papiro, el tipo de libro más
común en los días de Juan. Ver t. V, p. 114.
Lo que ves.
La comunicación visual y la percepción predominan en el Apocalipsis (ver
com. vers. 2). Juan vio visiones, escenas panorámicas simbólicas, las que
describe tan plena y exactamente como es posible hacerlo 754 dentro de los
límites que impone el lenguaje humano. Muchos de esos símbolos superan a
las palabras y las experiencias humanas. Al apóstol a veces le faltan palabras
para describir apropiadamente lo que ve, como por ejemplo cuando contempla
el trono de Dios (cap. 4: 3, 6). Sin embargo, a través del Apocalipsis la
grandeza de la forma en que Dios dirige el universo, la intensidad del gran
conflicto entre Cristo y Satanás y la gloria del triunfo final, se describen más
vívida y magníficamente que en otras partes de las Escrituras.
Las siete iglesias.
El orden en que se enumeran las iglesias aquí y en los cap. 2 y 3, representa el
orden geográfico en que viajaba un mensajero que llevaba una carta desde
Patmos a esas siete ciudades de la provincia de Asia. Hay más información
acerca de la geografia de las siete iglesias en las pp. 91- 106 y en el t. VI,
mapa frente a p. 33. Se puede saber más acerca de cada una de estas iglesias
en los mensajes particulares dirigidos a ellas en los cap. 2 y 3.
Las siete iglesias son la primera de una serie de "sietes" que se hallan en el
Apocalipsis: siete espíritus (vers. 4), siete candeleros (vers. 12), siete estrellas
(vers. 16), siete lámparas de fuego (cap. 4: 5), un libro con siete sellos (cap. 5:
1), los siete cuernos y siete ojos del Cordero (cap. 5: 6), siete ángeles con siete
trompetas (cap. 8: 2), siete truenos (cap. 10: 4), un dragón con siete cabezas y
siete coronas (cap. 12: 3), una bestia con siete cabezas (cap. 13: l), siete
ángeles que tienen las siete copas que contienen las siete últimas plagas (cap.
15: 1, 7) y la bestia con siete cabezas, que se dice que también son siete
montes y siete reyes (cap. 17: 3, 9-10). Este uso repetido del número siete con
tantos símbolos diferentes, significa que esa cifra también debe entenderse en
sentido simbólico. A través de toda la Escritura el número siete, cuando se usa
simbólicamente, por lo general representa plenitud, perfección.
Por lo tanto, cuando se aplica a las siete iglesias es de esperarse que tenga un
propósito definido. Había más de siete iglesias en la provincia de Asia, pues
dos iglesias de esa región -la de Colosas y la de Hierápolis- también se
mencionan en el NT (Col. 1: 2; 4: 13). Por consiguiente, es razonable deducir
que el Señor escogió a las siete iglesias que aquí se nombran porque eran y
serían típicas de la condición de toda la iglesia en los tiempos apostólicos y
también a través de toda la era cristiana (ver p. 742; cf. HAp 466-467).
Los mensajes a las siete iglesias eran aplicables a condiciones específicas de la
iglesia en los días de Juan. Si no hubiese sido así, estos mensajes hubieran
desconcertado y desanimado a los cristianos de las iglesias de Asia cuando los
leyeran (ver com. Apoc. 1: 3). Juan hubiera resultado ser entonces un falso
profeta si los mensajes que dirigía a sus iglesias no hubiesen revelado la
verdadera condición de esas congregaciones y no hubieran sido adecuados
para sus necesidades espirituales. Estos mensajes fueron enviados en una
época en que los cristianos de Asia estaban sufriendo una gran tribulación (ver
pp. 738-740), y su firme reproche, alentador consuelo y gloriosas promesas,
deben haber tenido el propósito de responder a esas necesidades (ver HAp
462-470). Si las iglesias cristianas de Asia aceptaban y prestaban atención a
estos mensajes, estarían preparadas espiritualmente para comprender el drama
del gran conflicto descrito en el resto del Apocalipsis, y para mantener una
esperanza firme en el triunfo final de Cristo y de su iglesia.
Aunque los diversos mensajes a las siete iglesias tuvieron que haberse
aplicado en primer lugar a las iglesias de Asia de los días de Juan, también se
aplicarían a la historia futura de la iglesia (ver p. 742). Un estudio de la
historia revela que estos mensajes ciertamente son aplicables de una manera
especial a siete períodos o épocas que abarcan la historia de la iglesia hasta el
fin del tiempo.
Como ya lo hicimos notar, el número siete implica plenitud, y por esa razón
también parece razonable entender que estos mensajes en cierta medida
describen a toda la iglesia en cualquier momento de su historia, pues sin duda
cada congregación a través de la historia cristiana podría hallar que se
describían sus características y necesidades en uno o más de estos mensajes.
Por lo tanto, puede decirse que tienen triple aplicación: universal, local (en los
días de Juan) e histórica (o en períodos sucesivos). Un escritor cristiano de
alrededor del año 200 d. C. afirmó: "Juan escribe a las siete iglesias, y sin
embargo, habla a todas" (Texto latino en S. P. Tregelles, ed., Canon
Muriatorianus, p. 19). Por ejemplo, el mensaje a la iglesia de Laodicea es
particularmente apropiado para la iglesia de hoy, sin embargo, los mensajes a
las otras iglesias también contienen palabras de admonición 755 con las cuales
ella puede beneficiarse (ver 2JT 125, 187, 210, 255; 8T 98-99).
12.
Ver la voz.
Es decir, ver quién le hablaba.
Candeleros.
Gr. lujnía, "portalámparas". La vela, tal como se conoce hoy, generalmente no
se usaba en los tiempos antiguos. Las lámparas solían tener forma de una taza
poco profunda en la cual se ponía aceite y se insertaba una mecha. Por lo
tanto, los "candeleros" que vio Juan sin duda eran portalámparas en los cuales
se colocaban las lámparas.
En el vers. 20 se declara que estos candeleros representan a las siete iglesias, y
por lo tanto a toda la iglesia (ver com. vers. 11). El hecho de que sean de oro
parece indicar cuán preciosa es la iglesia a la vista de Dios. Juan ve a Cristo
que camina en medio de ellos (vers. 13-18), lo que indica su presencia
continua en medio de la iglesia (ver Mat. 28: 20; cf. Col. 1: 18).
Esta referencia a siete candeleros de oro recuerda al candelero de siete brazos
del lugar santo del santuario terrenal (Exo. 25: 31-37). Sin embargo, es obvio
que son diferentes, porque Juan vio a Cristo que andaba entre ellos (Apoc. 1:
13; 2: 1). Se dice específicamente que estos "siete candeleros" representan a
iglesias en la tierra, y por lo tanto no deben ser considerados como el
equivalente celestial del candelero de siete brazos del antiguo santuario
terrenal.
13.
Hijo del Hombre.
Gr. huiós anthropou. El texto griego no tiene el artículo definido. Es una
traducción exacta del kebar 'enash arameo (ver com. Dan. 7:13), y parece
tener aquí el mismo significado. Lo que se comenta de kebar 'enash se puede,
por lo tanto, aplicar a huiós anthrÇpou, pues sabemos por Apoc. 1: 11, 18 que
Aquel a quien se hace referencia, como en Dan. 7: 13, es a Cristo. El título "el
Hijo del Hombre", con el artículo definido, se usa más de 80 veces para
referirse a Cristo en el NT, mientras que la expresión "Hijo del Hombre", sin
el artículo definido, se usa para él en el NT en griego sólo en otros dos casos:
en Apoc. 14: 14, que es una clara alusión a Dan. 7: 13, y en Juan 5: 27, donde
se recalca la humanidad de Jesús.
Si se aplica el mismo principio como en el caso de kebar 'enash (ver com.
Dan. 7: 13), llegamos a la conclusión de que Juan está contemplando aquí a
Cristo en visión por primera vez. ¿Quién es este ser glorioso? No tiene la
forma de un ángel ni de otro ser celestial, sino de un hombre. Su forma es
humana a pesar de su deslumbrante brillo.
Aunque Juan escribió el Apocalipsis en griego, su manera de expresarse a
menudo es la de su arameo materno (el idioma que hablaban los judíos de
Palestina en tiempos del NT). Esto puede verse en sus expresiones
idiomáticas, y es posible que huiós anthrópou "hijo de hombre", sea una de
éstas. Si es así, "hijo de hombre" significaría simplemente "ser humano",
"hombre" (ver com. Dan. 7: 13). Los "hijos de la resurrección" (Luc. 20: 36)
son simplemente personas resucitadas, e "hijos del reino" (Mat. 8: 12) son, de
la misma manera, personas aptas para el reino. Así también "los que están de
bodas" (Mar. 2: 19) son los convidados a las bodas; los "hijos de este siglo"
(Luc. 16: 8) son los que viven para este mundo; los "hijos de ira" (Efe. 2: 3)
son los que se acarrean el castigo a causa de sus malas obras, y los "hijos de
Belial" (1 Rey. 21: 10, RVA, margen) son personas malvadas, despreciables.
Cuando el Cristo glorificado se manifestó a Juan con esplendor celestial,
todavía se le presentó con la semejanza de un ser humano. Aunque Cristo es
eternamente preexistente en su condición de segunda persona de la Deidad y
siempre lo será, tomó sobre sí la humanidad para toda la eternidad futura (ver
t. V, pp. 894-896). ¡Qué consuelo es saber que nuestro Señor, que ascendió y
fue glorificado, es aún nuestro hermano en la humanidad y, sin embargo,
también es Dios! Para una mejor comprensión de este pasaje, ver Problems in
Bible Translation, pp. 241-243.
Hasta los pies.
Un vestido largo es símbolo de dignidad.
14.
Blancos como blanca lana.
Juan trata en vano de hallar palabras para describir exactamente lo que
contempla en visión. La blancura del cabello de Aquel que aparece en visión
le recuerda a primera vista la blancura de la lana; pero no bien lo ha escrito
cuando piensa en algo aún más blanco: la nieve, y la añade para lograr una
descripción más perfecta. A su mente quizá también acudió la descripción de
Dan. 7: 9.
Llama de fuego. O una "llama ardiente", lo que hace resaltar el brillo de su
rostro y la intensidad de su mirada.
15.
Bronce bruñido.
Gr. jalkolíbanon, una sustancia de identificación incierta. Quizá un metal
parecido al oro, lustroso y radiante.756
Refulgente.
O "como encendido o acrisolado en horno". Los pies se parecían al bronce
que ha sido sometido a un calor intenso.
Muchas aguas.
En los días de Juan el estruendo del océano y el estrépito del trueno eran los
sonidos más fuertes e intensos que conocía el hombre. Su profundidad y
majestad aún no han sido sobrepujados como símbolos de la voz del Creador.
16.
Su diestra.
La mano de Dios representa aquí su poder para sostener.
Siete estrellas.
Símbolo que representa a los "ángeles" o mensajeros enviados a las siete
iglesias (ver com. vers. 20).
Salía.
La flexión del verbo en griego implica una acción continua. El poder de
Cristo obra constantemente.
Espada aguda de dos filos.
Gr. romfáia dístomos, literalmente "espada de dos bocas". La romfáia era una
espada grande y pesada de dos filos. Es la palabra que usa la LXX para
describir la espada que Dios colocó en la entrada del Edén (ver com. Gén. 3:
24) y la espada de Goliat (1 Sam. 17: 51).
La frase "espada de dos bocas" es sin duda un semitismo aunque aparece en
griego ya en el siglo V a. C. en las piezas teatrales de Eurípides; sin embargo,
se encuentra mucho antes en el AT, donde la frase equivalente en hebreo es pi
jéreb, "boca de espada" (Gén. 34: 26; 2 Sam. 15-14). Cuando el autor de
jueces cuenta la historia de Aod, dice literalmente: "y Aod se hizo para sí una
espada, y para ella dos bocas" (Juec. 3: 16). Y en Prov. 5: 4 también se habla
de una jereb pioth, "una espada de bocas", traducida como "espada de dos
filos". Esta interesante figura de dicción puede derivarse o del pensamiento de
que la espada de un hombre devora -el filo es su boca- a sus enemigos (ver 2
Sam. 11: 25; Isa. 1: 20; Jer. 2: 30), o por la forma de ciertas espadas antiguas
cuyos mangos parecían la cabeza de un animal, de cuya boca salía la hoja del
arma.
Juan repite el símbolo en los cap. 2: 12, 16; 19: 15, 21. El significado es que
como sale de la boca de Cristo, es un instrumento de castigo divino. En este
versículo parece mejor entenderlo con el mismo sentido: como símbolo de la
autoridad de Cristo para juzgar, y, especialmente, de su poder para ejecutar el
castigo. "Una espada aguda de dos filos" implica cuán penetrantes son sus
decisiones y la eficacia de sus castigos.
Como el sol.
El sol es la luz más brillante que conoce normalmente el hombre.
17.
Como muerto.
El primer efecto sobre los que recibían una visión de un ser divino revestido
con toda la gloria del cielo era privados de su fuerza física (Eze. 1: 28; 3: 23;
Dan. 8: 17; 10: 7-10; Hech. 9: 4; cf. Isa. 1: 5). Compárese con el caso de
Daniel (ver com. cap. 10: 7-10). "persona que recibía ese honor quedaba
completamente anonadada por el sentimiento de su propia debilidad e
indignidad. Un estudio del estado físico del profeta en visión, lo hace E D.
Nichol en su obra Ellen G. White and her Critics, pp. 51-61. Otros ejemplos
de la reacción emotiva de Juan ante lo que vio en visión aparecen en Apoc. 5:
4; 17: 6. Juan cayó dos veces en adoración a los pies de un ángel (cap. 19: 10;
22: 8).
No temas.
Después de que un profeta perdía su fuerza natural, era fortalecido
sobrenaturalmente, por lo general mediante el toque de una mano (Eze. 2: 1-2;
3: 24; Dan. 8: 18; 10: 8-12, 19; cf. Isa. 6: 6- 7). A menudo un visitante
celestial pronunciaba la orden: "No temas", para calmar los temores que
espontáneamente surgían del corazón humano frente a un ser tal (Juec. 6: 22-
23; 13: 20-22; Mat. 28: 5; Luc. 1: 13, 30; 2: 10).
El primero y el último.
Ver com. vers. 8. Esta expresión es sin duda una cita de Isa. 44: 6; es una
traducción directa del texto hebreo y no una cita de la LXX, como en el vers.
8.
18.
El que vivo.
Gr. ho zÇn "el Viviente", indudablemente el término común del AT 'El jai,
"Dios viviente" (Jos. 3: 10; etc.). La flexión del verbo implica una vida
continua, permanente. Esta declaración tiene un significado especial porque
Cristo había estado muerto. "En Cristo hay vida original, que no proviene ni
deriva de otra" (DTG 489; ver 729). "En él estaba la vida, y la vida era la luz
de los hombres" (ver com. Juan 1: 4).
Estuve muerto.
Literalmente "llegué a estar muerto", una referencia a la crucifixión. Una
clara indicación de que Aquel que apareció a Juan en visión era Cristo.
Vivo.
Gr. zón eimí, "viviendo estoy", es decir, tengo vida continua, vida que no
termina, vida autoexistente (ver t. V, pp. 894-896; ver com. Juan 5: 26). A
pesar de la muerte que Cristo sufrió por la raza humana, sigue siendo "el que
vive" porque es Dios. "La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente
tiene de la vida eterna" (DTG 489). Ver com. Apoc. 1: 5. Eimí, "Yo soy",
implica existencia 757 continua y contrasta notablemente con egenóm'n,
"estuve", "llegué a estar" muerto.
Por los siglos de los siglos.
Ver com. vers. 6.
Amén.
La evidencia textual establece (cf. p.10) la omisión de esta palabra.
Llaves.
Las llaves son un símbolo de poder, autoridad. Cf. com. Mat. 16: 19; Luc. 11:
52.
Hades.
Gr. Hád's, "la morada de los muertos", "el sepulcro" (ver com. Mat. 11: 23).
La resurrección de Cristo es la garantía de que los justos se levantarán "en la
resurrección en el día postrero" (Juan 11: 24) para vida eterna (ver com. Juan
11: 25; Apoc. 1: 5).
19.
Escribe.
Se repite la orden del vers. 11.
Has visto.
Lo que ha visto en visión hasta ese momento (vers. 10-18).
Las que son.
Algunos sostienen que esta frase describe la situación histórica de ese
momento, particularmente en lo que se refería a la iglesia. Creen que en
contraste con "las cosas que has visto" -la visión de Cristo (vers. 10-18)-, "las
que son, y las que han de ser después de éstas" se refieren a los verdaderos
sucesos históricos presentados simbólicamente.
Otros sostienen que "las cosas que has visto, y las que son, y las que han de
ser después de éstas", simplemente se refieren a las cosas que Juan ya había
visto en visión, lo que estaba viendo y lo que vería en el futuro (cf. vers. 11).
20.
Misterio.
Gr. must'rion, "secreto", misterio"; deriva de una palabra que describe al que
ha sido iniciado en una religión (ver com. Rom. 11: 25). La palabra
"misterio", como la usaban originalmente los cristianos, no significaba algo
que no podía ser entendido, como se entiende hoy, sino algo que sólo podían
entenderlo los iniciados, es decir los que tenían el derecho de saber. Por eso
Cristo les dijo a sus discípulos que les era "dado saber los misterios del reino
de los cielos", pero no a las multitudes (ver com. Mat. 13: 11). Pablo habla de
la resurrección como de un "misterio" (1 Cor. 15: 51), y con frecuencia
también se refiere en la misma forma al plan de salvación mismo (ver com.
Rom. 16: 25-26).
Los antecedentes judíos de esta expresión aparecen en un pasaje del Manual
de disciplina de los esenios de Qumrán (ver t. V, p. 92-93), donde dice al
hablar de la salvación: "La luz de mi corazón penetra en el misterio que ha de
ser" (1QS xi. 3; en Millar Burrows, The Dead Sea Scrols, p. 387). La palabra
"misterio" aparece repetidas veces en el documento citado. Esta expresión
también era común en las religiones paganas basadas en misterios.
"Misterio" se aplica aquí a las siete "estrellas", símbolo que hasta este
momento no se ha explicado; pero ahora este símbolo se denomina "misterio"
porque la interpretación está a punto de ser dada a conocen Por lo tanto, en el
libro del Apocalipsis un "misterio" es un símbolo oculto que está por ser
explicado a los que están dispuestos a "guardar" (ver com. vers. 3) las cosas
reveladas en este libro (cf. cap. 17: 7, 9), o a uno a quien Dios decide darlas a
conocen Los símbolos del Apocalipsis también son llamados "señales" (ver
com. cap. 12: 1 y 15: 1).
Siete estrellas.
Ver com. vers. 11, 16. Este versículo es un puente que une los vers. 12-19 con
los mensajes de los cap. 2 y 3. Explica los símbolos de los vers. 12 y 16 y
prepara el camino para los mensajes a las diferentes iglesias.
Ángeles.
Gr. ággelos, "mensajero", ya sea celestial o humano. Aggelos se aplica a seres
humanos en Mat. 11: 10; Mar. 1: 2; Luc. 7: 24, 27; 9: 52; cf. 2 Cor 12: 7. Se
ha sugerido que los "ángeles" de las siete iglesias son sus respectivos ancianos
o supervisores del tiempo de Juan, y que el Señor les dirige los mensajes para
que los transmitan a sus respectivas congregaciones. Sin embargo, con la
posible excepción de los "ángeles" de las siete iglesias, la palabra ággelos no
se refiere a seres humanos en los 75 casos en que Juan la usa en el Apocalipsis
los "ángeles" con los dirigentes de las iglesias (cf. OE 1314- HAp 468).
Siete candeleros.
ver com. vers. 12.
Siete iglesias.
Ver com. vers. 4, 11.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 CS 389; CW 175; DTG 73; Ed 185; HAp 466; 6T 128758
1-3 3JT 278; 7T 158
3 CS 389; CW 175; DTG 201; Ed 186; Ev 146-147; HAp 466; 3JT 11; PR
402; PVGM 103; 5T 15; 6T 128; TM 113, 116
5 3J 32; OE 535; PVGM 126
5-6 CS 468, 704
6 CMC 135; 2JT 179
7 CS 346, 683, 695; DTG 77 l; PE 53, 178, 292; 8T 116; TM 232
9 CS 15, 84; ECFP 64, 93; FE 109, 423; HAp 456, 460, 469; OE 18; PP 122;
7T 288; 3TS 376
9-10 MM 37; 6T 128
10 ECFP 96
10-13 HAp 464
11 HAp 467
13 2JT 351; 3JT 263; MC 326
13-15 CS 682
14 NB 73
14-15 PE 16, 286
14-17 HAp 465
14-18 ECFP 101
15 NB 73; PE 15, 34
16 OE 13; (más bajo cap. 2: 1)
17 CS 524; ECFP 103; 2JT 168
17-18 CM 18; Ed 79; TM 95
18 DTG 286, 447, 489, 623; 3JT 111; PR 180; 2T 271
18-20 HAp 467