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Este poeta polémico e inconformista, capaz de las más

espectaculares innovaciones formales, así como de expresarse en


un tono sencillo y emotivo nos presenta en esta obra sus poemas
más representativos, extraídos de Alcoholes, Ondas, Caligramas,
Estandartes, Poemas a Madelaine y otros.
Guillaume Apollinaire

Selección poética
ePub r1.0
Titivillus 19.02.15
Guillaume Apollinaire, 1999
Traducción y selección: José Manuel López

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2
Introducción
Guillaume Apollinaire, poeta genial para muchos, violentamente criticado
por otros. ¿Quién fue ese hombre extraordinario que canta al amor con
sensualidad y lirismo, amante de la libertad y de la vida, encendido cantor
de la guerra, punta de lanza de la vanguardia poética y artística, y en
ocasiones defensor de los valores tradicionales?
Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky nació en Roma el 26 de agosto de
1880, hijo de la unión pasajera de una aristócrata polaca y de un militar
italiano (según otras versiones, su padre fue el entonces obispo de Mónaco,
Monseñor Theuret). Posteriormente adquiriría la nacionalidad francesa, con
el nombre de Guillaume Apollinaire.
Educado en Mónaco y en el sur de Francia, destacó muy pronto por sus
conocimientos de poesía moderna y por su carácter inconformista y rebelde,
lo que no le impedía obtener las mejores calificaciones en sus estudios.
Lector infatigable, su carácter se vio marcado por la vida nómada que
llevaba con su aventurera madre. En 1899 se instalaron en París. Durante un
año (1901-1902) fue preceptor en Alemania, donde se enamoró de una
joven colega inglesa, a la que después visitaría repetidas veces en Londres,
y cuyo rechazo motivaría poemas como La canción del Mal Amado o
Annie. Apollinaire conoce a Picasso y Max Jacob, y empieza a frecuentar
los círculos literarios y artísticos de la bohemia de Montmartre. Para hacer
frente a sus dificultades económicas escribe algunas novelas eróticas, como
Las once mil vergas y Memorias de un joven Don Juan, que publica bajo
seudónimo.
Poco a poco empieza a colaborar en sucesivas revistas y se inicia en la
critica de arte. De sus largas y casi diarias entrevistas con Picasso, Salmón y
Max Jacob surgiría todo el movimiento de la pintura moderna.
En 1911 es robada La Gioconda en el Museo del Louvre. Su amigo y
antiguo secretario Géry Piéret, que había robado unas estatuillas en el
museo, compromete indirectamente a Apollinaire, que es encarcelado como
sospechoso de complicidad en los robos. Sus amigos organizan la protesta y
es liberado al cabo de una semana. Esta breve estancia en prisión fue
traumatizante para él, y dio lugar a algunos poemas angustiosos (En la
Santé). Publica El bestiario o Cortejo de Orfeo. Se dedica, cada vez con
mayor pasión, a la defensa de los nuevos pintores (Los pintores cubistas,
1913).
Con varios amigos, funda Soirées de París, el órgano del arte y de la
poesía de vanguardia. Publica Alcoholes, colección que contiene poemas
escritos entre 1889 y 1913, y en los que suprime todos los signos de
puntuación. En adelante, ya no puntuará más sus versos. De Alcoholes se ha
dicho que es una de las obras capitales en la historia de la poesía moderna.
En 1914, a pesar de ser aún extranjero, se enroló voluntariamente en el
ejército. Un breve y apasionado romance fue el origen de sus Poemas a
Lou, escritos en un tono melancólico y sensual que, según André Billy,
«sobrepasan en su desorden a la más voluptuosa poesía oriental».
En la guerra, Apollinaire sufrió una gran transformación. El bohemio
parisino se convirtió en un hombre que cantaba al honor, al deber militar, al
patriotismo. El chovinismo francés le ganó por entero. En 1916 fue herido
gravemente en la cabeza. Por una extraordinaria coincidencia, el mismo día
en que fue operado apareció su obra El poeta asesinado, cuya cubierta
representaba a un caballero con el cráneo ensangrentado.
Su prestigio y su influencia alcanzaron el punto más alto. Colaboraba en
las principales revistas de vanguardia. Soñaba con un humanismo fundado
en el conocimiento del pasado y el pleno acuerdo entre la poesía y la
ciencia. En esta última época publicó Vitam impenderé amori y Caligramas
que, junto a Alcoholes, es su obra capital.
Debilitado por sus heridas y víctima de la gripe murió en París, el 9 de
noviembre de 1918.
Cuando nos enfrentamos ante la vida y la obra de Apollinaire nos surge el
interrogante de la contradicción, la contradicción flagrante que acompaña al
poeta a lo largo de su vida. No se puede despachar a Apollinaire con un
calificativo simplista. La comprensión de este poeta significa la
comprensión de la esencia de la poesía. No creo que exista nadie capaz de
dogmatizar al respecto.
La poesía, como una constante búsqueda de la Belleza (símbolo de la
perfección y de los absolutos que anhelamos: «He creído tomar toda la
belleza y sólo he tenido tu cuerpo / El cuerpo ay carece de eternidad»), se
contradice con su función de dar cauce expresivo y creativo a la
sensibilidad, al mundo de las emociones y de los afectos, y al campo
fantástico del inconsciente individual y colectivo. Considero a la fantasía
como un ingrediente más de lo existente, pero no llego a conceder ese
«estatuto de realidad» al idealismo espiritualista en que la poesía cae con
demasiada frecuencia. No es éste el momento ni el lugar adecuado para
desarrollar con precisión mis ideas al respecto; digamos simplemente que
existe un difícil equilibrio entre «realidad sensible» y fantasía, entre
realidad pluridimensional y símbolo, equilibrio que muy pocos poetas
consiguen mantener. Apollinaire tampoco lo logra. Apollinaire es el espejo
vivo de las contradicciones de la poesía y del arte, en general. Quien quiera
entender algo al respecto necesita leer y reflexionar sobre el sentido de la
vida y obra de este gran poeta.
Contradictorio Apollinaire. En sus Poemas a Lou refleja esa melancolía,
esa frustración y ese anhelo de absolutos, ese Paraíso perdido que busca
afanosamente. El idealismo y romanticismo más desatinados se alían con
una magistral construcción formal de los poemas. Sus cantos al amor y a la
libertad contrastan con su vida amorosa real, en la que convierte a la mujer
objeto de lujo, angelical, símbolo de la belleza y de lo sublime en un ser
inferior al que domina y, en ocasiones, tiraniza. Por último, el joven poeta
anarquizante y bohemio se transforma en el cantor de la guerra, en el cantor
del primer desastre mundial en la disputa por el reparto del botín colonial.
El poeta, maravillado por la sangrienta epopeya («Canto a la belleza de
todos nuestros dolores»), influenciado por la propaganda patriótica, se
inflama de chovinismo y se convierte en brillante defensor de valores
tradicionales.
Apollinaire, uno de los poetas más contradictorios en la esencial
contradicción de la poesía. Punta de lanza innovadora del movimiento
artístico de principios de siglo. Orientador y defensor de los nuevos valores
y tendencias («Jamás los crepúsculos vencerán a la aurora»), precursor
inmediato de ese movimiento fructífero que fue, y en cierto modo sigue
siendo, el surrealismo, y que entronca, al margen del campo estrictamente
poético, con numerosas ramas del arte y del pensamiento del siglo XX. Poeta
polémico e inconformista que, junto a espectaculares audacias formales, es
capaz de un extraordinario lirismo y de expresarse en un tono sencillo y
emotivo. Poeta siempre en movimiento, en una constante metamorfosis
personal. Poeta de la vitalidad, que canta a la libertad de expresión, a la
pasión desnuda, al placer y al sexo liberado. El erotismo fue uno de los
grandes resortes de su poesía.
Incapaz de utilizar el método de análisis, procedía siempre por intuición
y se dejaba guiar por su gran imaginación poética, por su maravillosa
capacidad para establecer relaciones entre ideas y cosas aparentemente
dispares; aunque se basaba siempre en el simbolismo de la imagen y la
riqueza de detalles; aunque amaba el misterio («El misterio en poesía es tan
legítimo como la claridad»), las fábulas y los mitos, Apollinaire fue siempre
un humanista que anduvo a tientas, y por diversos caminos, a la búsqueda
de este Arte Único que le permitiera expresar sin dicotomías, sin dualismos,
al hombre total. En el fondo, fue un artista que ansiaba integrar la
inteligencia y la emoción en una misma expresión poética. Apollinaire, un
hombre contradictorio en un mundo en crisis. Una obra fundamental en la
historia de la poesía moderna.

José Manuel López


Alcoholes
Desde 1904, Apollinaire pensaba reunir en un pequeño libro titulado El
viento del Rhin los poemas que había traído de su estancia en Alemania. En
varias ocasiones fue anunciada su inminente aparición. En 1908, sin
embargo, El brasero y Los esponsales habían revelado una estética nueva, a
la que el poeta mismo dio el nombre de «Onirocrítica». Pronto, bajo la
influencia de las teorías pictóricas y de los movimientos de vanguardia, se
iría orientando hacia un «modernismo» cuyo papel irá creciendo en su
poesía, sobre todo a partir de 1912.
Por otra parte, el encuentro con Marie Laurencin, en 1907, alejaba los
recuerdos de su pasado y aportaba durante unos años un cierto equilibrio a
su vida sentimental, antes de surgir los malentendidos que, sobre todo a
partir de 1912, ensombrecieron sus relaciones.
Así, Apollinaire empezó a pensar en una selección más amplia que El
viento del Rhin, y que cubriría el conjunto de su producción poética desde
1898 a 1912, seleccionada con un cuidadoso método. Así pues, eligió:
1.— Poemas antiguos, de los que fueron eliminados los menos
originales y los menos aceptados, transformando otros para darles un aire
nuevo.
2.— Rompiendo la estructura preparada para El viento del Rhin y
agrupando nueve bajo el título de Renanas.
3.— Introduciendo los poemas titulados En la Santé, recuerdo de su
paso por la prisión.
Renunciando entonces a una clasificación cronológica o temática,
adopta una disposición más flexible, comenzando por el poema más
reciente, que es a la vez una vuelta al pasado y un manifiesto poético, y
equilibrando después piezas de forma y de inspiración diferentes.
En el verano de 1912, la organización general del libro, que aún no se
llamaba Alcoholes sino Aguardiente, estaba acabada. Por fin, en abril de
1913, en las ediciones del Mercure de France aparece la edición especial de
Alcoholes. La crítica se muestra al principio severa y sorprendida. Lo más
notable es la unidad de estos poemas escritos desde los 18 a los 32 años por
un poeta que participó en las estéticas más diversas. Lejos del «milagro
ingenuo» del que hablaba André Gide, Alcoholes es, como toda obra de
arte, el fruto de una larga maduración.
Zona
Al fin estás cansado de este mundo viejo

Pastora oh torre Eiffel el rebaño de los puentes bala esta mañana

Estás harto de vivir en la antigüedad griega y romana

Aquí hasta los automóviles parecen antiguos


Sólo la religión ha quedado nueva la religión
Ha quedado simple como los hangares de Port Aviación

Sólo en Europa no eres antiguo oh cristianismo


El europeo más moderno eres tú Papa Pío X
Y a ti a quien las ventanas espían la vergüenza te impide
Entrar en una iglesia y confesarte en ella esta mañana
Lees los prospectos los catálogos los afiches que cantan en alta voz
He aquí la poesía esta mañana y para la prosa están los periódicos
Hay entregas de dos céntimos llenas de aventuras policíacas
Retratos de hombres ilustres y mil diversos títulos

He visto esta mañana una bonita calle cuyo nombre he olvidado


Nueva y limpia como la claridad del Sol
Los directores los obreros y las bellas mecanógrafas
De lunes a sábado por la calle pasan cuatro veces al día
Por la mañana tres veces la sirena brama
Una campana rabiosa ladra a mediodía
Las inscripciones de los rótulos y muros
Los letreros los avisos como loros chillan
Me conmueve de esta calle industrial
Situada en París entre la calle Aumont-Thiéville y la Avenida de Ternes

He aquí la joven calle y aún no eres más que un niño


Tu madre no te viste más que de azul y blanco
Eres muy devoto y con el más antiguo de tus compañeros Rene Délize
Nada os gusta más que la pompa de la iglesia
Son las nueve el gas está bajo entero de azul salís del dormitorio a
escondidas
Rezáis toda la noche en la capilla del colegio
Mientras que una eterna y adorable profundidad de amatista
Gira para siempre la flamante gloria de Cristo
Es el bello lirio que todos cultivamos
Es la eterna antorcha de cabellos rojizos
Es el hijo pálido y bermejo de la dolorosa madre
Es el árbol siempre frondoso de todas las oraciones
Es la doble potencia del honor y de la eternidad
Es la estrella de seis puntas
Es Dios que muere el viernes y resucita el domingo
Es el Cristo que sube al cielo mejor que los aviadores
Detenta el récord mundial de altura

Pupila Cristo del ojo


Sabe convertirse en la vigésima pupila de los siglos
Y convertido en pájaro este siglo asciende como Cristo
Los diablos en los abismos alzan la cabeza para mirarlo
Dicen que imita a Simón mago en Judea
Gritan si sabe volar que lo llamen volador[1]
Los ángeles revolotean alrededor del bello volador
Caro Enoch Elias Apolonio de Triana
Flotan en torno al primer aeroplano
A veces se apartan para dejar pasar a los que llevan la Santa Eucaristía
Estos sacerdotes que ascienden eternamente elevando la hostia
Sin posar las alas finalmente él se posa
Entonces el cielo se llena de millones de golondrinas
Raudos llegan los cuervos los halcones los búhos
De África llegan los ibis los flamencos los marabúes
El pájaro Rocho celebrado por los cuentistas y los poetas
Vuela llevando en sus garras el cráneo de Adán la primera cabeza
El águila desciende del horizonte lanzando un agudo grito
Y de América llega un pequeño colibrí
De la China provienen los pihis largos y suaves
Los cuales tienen una sola cola y vuelan en parejas
Y he aquí la paloma espíritu inmaculado
A quien escoltan el pájaro lira y el pavo real acelado
El fénix esa hoguera que a mí mismo me engendra
Y en un instante vela todo con su ardiente ceniza
Las sirenas dejando los peligrosos estrechos
Llegan las tres hermosamente
Y todos el águila el fénix los pihis de la China
Fraternizan con la voladora máquina

Ahora andas solo por París entre la multitud


Mugientes rebaños de autobuses circulan a tu lado
La angustia del amor te oprime la garganta
Como si no debieras ser amado nunca más
Si vivieras en los viejos tiempos entrarías en un monasterio
Te avergüenzas cuando te sorprendes con una oración en la boca
Te burlas de ti mismo y como el fuego del Infierno tu risa crepita
Las chispas de tu risa doran el fondo de tu vida
Es un cuadro colgado en un sombrío museo
Y a veces vas a mirarlo de cerca
Hoy vagas por París las mujeres están ensangrentadas
Era y no quiero recordarlo era en la decadencia de la belleza

Rodeada de fervientes llamas Nuestra Señora me ha mirado en Chartres


La sangre de vuestro Sagrado Corazón me ha inundado en Montmartre
Estoy enfermo al oír palabras felices
El amor que padezco es una enfermedad vergonzosa
Y la imagen que te posee te hace sobrevivir en el insomnio y en la
angustia
Pasa siempre a tu lado esta imagen
Ahora estás a orillas del Mediterráneo
Bajo los limoneros en flor todo el año
Te paseas en barca con tus amigos
Uno es de Niza otro de Mentón y dos de la Turbie
Miramos temerosos los pulpos de las profundidades
Y entre las algas nadan los peces imágenes del Salvador

Te hallas en el jardín de una posada en las cercanías de Praga


Hay una rosa sobre la mesa te sientes feliz
Y en lugar de escribir observas tu cuento en prosa
La cetoína que duerme en el corazón de la rosa

Con espanto te ves dibujado en las ágatas de Saint-Vit


Estabas mortalmente triste el día que te viste
Te pareces a Lázaro trastornado por el día
Las agujas del reloj del barrio judío se mueven en sentido contrario
Y tú retrocedes también lentamente en tu vida
Subiendo al Hradchin y por la noche escuchando
Las canciones bohemias en las tabernas

Hete aquí en Marsella rodeada de sandías

Hete aquí en Coblenza en el hotel del Gigante

Hete aquí en Roma sentado bajo un níspero del Japón

Hete aquí en Amsterdam con una muchacha que encuentras bonita y


que es fea
Debe casarse con un estudiante de Leyda
Se alquilan habitaciones en latín Cubícula locanda
Recuerdo pasé tres días allí y otros tanto en Gouda

Estás en París ante el juez de instrucción


Como un criminal te envía a prisión

Has hecho dolorosos y felices viajes


Antes de descubrir la mentira y la edad
Has sufrido de amor a los veinte y a los treinta años
He vivido como un loco y he perdido mi tiempo
No te atreves a mirarte las manos y a cada momento

Quisiera estallar en sollozos


Sobre ti sobre quien adoro sobre todo lo que te ha asustado

Miras con los ojos llenos de lágrimas a esos pobres emigrantes


Creen en Dios y suplican a las mujeres que amamanten a los niños
Llenan con su aroma el vestíbulo de la estación Saint Lazare
Tienen fe en su estrella como los reyes magos
Tienen fe en ganar dinero en Argentina
Y volar a su país después de haber hecho fortuna
Una familia lleva un edredón rojo como
Vosotros transportáis vuestro corazón
Ese edredón es tan irreal como nuestros sueños
Algunos de esos emigrantes se quedan aquí y se hospedan
En la calle des Roniers o en la calle Ecouffes en zahúrdas
Los he visto a menudo al atardecer tomar el fresco en las calles
Y se desplazan raramente como las piezas de ajedrez
Sobre todo hay judíos sus mujeres llevan pelucas
Permanecen sentadas exangües en las trastiendas
Estás de pie ante el mostrador de cinc de un bar mísero
Tomas un café de dos céntimos entre los desdichados

En un gran restaurante por la noche

Estas mujeres no son malas sin embargo tienen penas


Todas hasta la más fea ha hecho sufrir a su amante

Es la hija de un guardia municipal de Jersey

Sus manos que no había visto son duras y agrietadas

Siento una inmensa piedad por las costuras de su vientre

Ahora humillo a una pobre chica de horrible risa mi boca

Estás solo se acerca la mañana


Los lecheros hacen sonar sus bidones en las calles
La noche se aleja como una hermosa mestiza
Es Ferdine la falsa y Lea la comedida

Y bebes ese alcohol ardiente como tu vida


Tu vida que bebes como si fuera aguardiente
Caminas hacia Anteuil quieres ir a tu casa a pie
Dormir entre tus fetiches de Oceanía o de Guinea
Son Cristos de otra forma y de otra doctrina
Son Cristos inferiores de esperanzas sombrías
Adiós Adiós
Sol decapitado
El puente Mirabeau
Bajo el puente Mirabeau discurre el Sena
Y nuestros amores
¿Es preciso recordarlo?
La alegría llegaba siempre tras la pena

Llega la noche la hora suena


Los días pasan yo me quedo

Con las manos entrelazadas quedamos frente a frente


Mientras que bajo
El puente de nuestros brazos
Se cansa la onda de las eternas miradas

Llega la noche la hora suena


Los días pasan yo me quedo

El amor se va como esta agua corriente


El amor se va
Como la vida fluye lenta
Y como la Esperanza es violenta

Llega la noche la hora suena


Los días pasan yo me quedo

Pasan los días pasan las semanas


Y ni el tiempo pasado
Ni los amores vuelven
Bajo el puente Mirabeau duerme el Sena

Llega la noche la hora suena


Los días pasan yo me quedo
La canción del mal amado

a Paul Léautaud

Y cantando esta romanza


En milnovecientostres sin saber
Que mi amor al igual
Que el bello Fénix si muere una noche
Renace con el alba

Una noche de niebla en Londres


Un pillete que se parecía a mi amor
Vino a mi encuentro
Me miró de tal manera
Que bajé los ojos de vergüenza

Según el pillo que silbaba


Las manos en los bolsillos
Las calles eran el Mar Rojo
Nosotros representábamos
Él los hebreos yo el faraón

Caigan ondas de ladrillos


Si no fuiste bienamada
Soy el soberano de Egipto
Su amada su hermana-esposa
Si tú no eres el único amor
Al doblar una calle ardiente
Las fachadas en fuego
Llegas de la sangrienta niebla
Donde gemían las fachadas
Una mujer se le parecía

Era su mirada inhumana


La cicatriz en su cuello al desnudo
Salió ebria de una taberna
En el momento preciso advertí
La falsedad del amor

Cuando por fin regresó


A su patria el buen Ulises
Su viejo perro lo recordaba
Junto a un tapiz de alta urdimbre
Su mujer esperaba su regreso

El esposo de Sakuntala
Cansado de vencer se alegró
Cuando la vio de nuevo más pálida
De esperar y de amor mirada melancólica
Acariciando su gacel

He pensado en esos reyes dichosos


Cuando los amores falsos y aquélla
De quien aún estoy enamorado
Mezclando sus sombras infieles
Me hicieron tan desdichado

Que abran mis votos un cielo de olvido


Oh pesares que sois mi Infierno
Por su beso los reyes del mundo
Habrían muerto celebérrimos
Y sus sombras habrían vendido

He invernado en mi pasado
Vuelve el Sol de Pascua
Para calentar un corazón más helado
Que los cuarenta de Sebaste
Menos que mi vida martirizados

Mi bella nave oh memoria mía


No hemos navegado bastante
De la aurora a la noche triste

Adiós falso amor confundido


Con la mujer que se aleja
Con aquella que perdí
El año pasado en Alemania
Y que no volveré a ver

Vía Láctea oh hermana luminosa


De los ríos de Canaán
Y de amores desnudos
Seguiremos muertos flotantes
Tu camino hacia otras nebulosas

Recuerdo otro año


Era el alba de un día de abril
Canté bienamado gozo
Canté con voz viril el amor
En la época de amor del año
Vía Láctea
Vía Láctea oh hermana luminosa
De los ríos de Canaán
Y de amorosas desnudas
Seguiremos muertos flotantes
Tu camino hacia otras nebulosas

Los demonios del destino según


El canto del firmamento nos conducen
A sones vagos de violines
Hacen danzar nuestra raza humana
En el descenso a reculones

Destinos destinos secretos


Reyes presos por la locura
Y esas tiritantes estrellas
De hembras falsas en vuestras camas
En yermos que la historia abruma

Luitpold el anciano regente


Tutor de dos principados locos
Al pensar en ellos solloza
Cuando vacilan las luciérnagas
Moscas doradas de San Juan

Cerca de un castillo sin dueña


La barca de cantos sonoros
Surcaba un lago bajo el aliento
De auras vernales y medrosas
Cisne moribundo sirena

Un día el rey en el agua de plata


Se ahogó y con la boca abierta
Regresó a la orilla flotando
Para dormir su sueño inerte
Vuelto el rostro al cielo cambiante

Junio tu Sol ardiente lira


Quema mis doloridos dedos
Triste y armonioso delirio
Ando por mi bello París
Sin atreverme en él a sucumbir

Los domingos se vuelven eternos


Y los órganos de Barbarie
Se quejan en patios sombríos
Las flores en los balcones de París
Se inclinan como la torre de Pisa

Noches de París ebrias de ginebra


Llameantes de electricidad
Los tranvías con fuegos verdes
Cantan su locura de máquinas
A lo largo de los rieles

Los cafés inundados de humo


Gritan todo el amor de sus cíngaros
De sus sifones acatarrados
Y de sus mozos con pampanilla
Para ti para ti a quien tanto he amado

Yo que conozco cantos para las reinas


Tristes endechas de mis años
Himnos de esclavo a las murenas
La romanza del mal amado
Y cantos para las sirenas
Los cólquicos
El prado es venenoso pero bello en otoño
Pastando en él las vacas
Lentamente se envenenan
El cólquico color de ojeras y de lilas
Florece allí tus ojos son como una flor
Violáceos como tus ojeras y como este otoño
Y mi vida por tus ojos lentamente se envenena

Los niños de la escuela acuden ruidosos


Vistiendo sobrevestes y tocando la armónica
Cortan los cólquicos que se asemejan a madres
Hijas de sus hijas y tienen el color de tus párpados
Que baten como las flores baten en el viento demente

El guardián del rebaño canta muy dulcemente


Mientras que lentamente y mugiendo las vacas abandonan
Para siempre ese gran prado que marchita en otoño
Palacio

a Max Jacob

Al palacio de Rosemonde al fondo del sueño


Mis soñadores pensamientos descalzos van a la fiesta
Regalo del rey el palacio como un rey desnudo se eleva
De la azotada carne de rosa de la rosaleda

Al fondo del jardín llegan mis pensamientos


Que sonríen al canto de las ranas
Tienen celos de los cipreses grandes ruecas
Y el Sol espejo de las rosas ha sido roto

El estigma sangriento de las manos contra los cristales


Qué arquero mal herido del poniente lo atravesó
La resina que vuelve agrio el vino de Chipre
Mi boca en los ágapes de cordero la probó

Sentado sobre las rodillas del adúltero rey


En la flor de su edad y en sus treinta y un años
Madame Rosemonde mira toda misteriosa
Con sus pequeños ojos redondos parecidos a los de los hunos

Dama de mis sueños con el trasero de perla fina


A cuyo oriente no igualan ni perla ni trasero
A quién esperáis pues
A soñadas visiones camino hacia el Oriente
Mis más bellas vecinas

Toc toc entrad en la antesala cae el día


La lámpara en la sombra es una joya de oro
Colgad vuestras cabezas en la percha por las trenzas
El cielo casi nocturno brilla como alfileres

Entraron en el comedor la nariz husmeada


Había un olor a grasa y socarrina
Hubieron veinte sopas tres tenían olor de orina
Y el rey comió dos huevos escalfados en el caldo

Y los marmitones trajeron la carne


Asados pensamientos muertos en mi cerebro
Mis bellos sueños muertos en tajadas bien sangrantes
Y mis recuerdos mezclados en albóndigas

Y estos pensamientos hacía miles de años


Tenían el sabor soso de grandes mamuts helados
Los huesos o visiones llegaban a las tumbas
Y bailaban su danza macabra en mi cerebro

Y todos estos manjares gritaban cosas extravagantes


Pero ¡válgame Dios!
Vientre hambriento no tiene ojeras
Y los invitados comían a doble carrillo

¡Ah Dios! lo que han gritado esos lomos de cerdo


Esos grandes pasteles esos huevos grasientos
Lenguas de fuego donde estarán mis pascuas
Para mis pensamientos de siempre de todo lugar
La casa de los muertos[2]

a Maurice Raynal

Extendiéndose por los lados la casa de los muertos


Enmarcaba el cementerio como un claustro
En el interior de sus vitrinas
Igual a las tiendas de modas
En vez de sonreír de pie
Los maniquíes gesticulaban para la eternidad

Llegado a Munich al cabo de quince o veinte días


Había entrado por vez primera y casualmente
En ese cementerio casi desierto
Y castañeaba los dientes
Ante toda aquella burguesía
Expuesta y vestida lo mejor posible
Esperando la sepultura

De pronto
Rápido como mi memoria
Los ojos se volvieron a encender
De celda vítrea en celda vítrea
El cielo se pobló de un vivaz Apocalipsis
Y la Tierra llena hasta el Infinito
Como antes de Galileo
Se cubrió de mil inmóviles mitologías
Un ángel de diamante quebró todas las vitrinas
Y los muertos se me acercaron
Con aires del otro mundo

Pero sus rostros y actitudes


Pronto se hicieron menos fúnebres
El Cielo y la Tierra perdieron
Su aspecto fantasmagórico
Los muertos gozaban
Al ver sus difuntos cuerpos entre ellos y la luz
Reían de sus sombras y las observaban
Como si realmente
Se tratase de sus vidas pasadas

Entonces los nombré


Eran cuarenta y nueve hombres
Mujeres y niños
Que embellecían a ojos vista
Y ahora me miraban
Con tanta cordialidad
Hasta tanta ternura diría
Que tomándolos como amigos
De pronto
Los invitaba a dar un paseo
Lejos de las arcadas de su casa

Y todos cogidos del brazo


Tarareando aires militares
Sí habéis sido absueltos de todos vuestros pecados
Abandonamos el cementerio

Atravesando la ciudad
Nos encontrábamos a menudo
Con parientes y amigos que se unían
A la pequeña tropa de muertos recientes
Todos eran tan alegres
Tan encantadores y tan saludables de aspecto
Que sólo alguien muy listo hubiese podido
Distinguir los muertos de los vivos

Luego en el campo
Nos separamos
Dos jinetes se unieron a nosotros
Fueron agasajados
Cortaron leña de viburno
Y de saúco
Con los cuales hicieron pitos
Que distribuyeron a los niños

Más tarde en un baile campestre


Las parejas con las manos sobre los hombros
Bailaron al son agrio de las cítaras

No habían olvidado la danza


Aquellos muertos y aquellas muertas
Se bebía también
Y de vez en cuando una campana
Anunciaba que un nuevo tonel iba a ser abierto

Una muerta sentada sobre un banco


Cerca de una mata de agracejo
Dejaba que un estudiante
Arrodillado a sus pies
Le hablara de noviazgo

Te esperaré
Toda la vida
Contestaba la muerta

Niños
De este mundo o del otro
Cantaban esas rondas
De palabras absurdas y líricas
Que sin duda son los restos
De los más antiguos monumentos poéticos
De la humanidad

El estudiante puso una sortija


En el anular de la joven muerta

He aquí la prenda de mi amor


De nuestro noviazgo
Ni el tiempo ni la ausencia
Harán olvidar nuestras promesas
Y un día tendremos una linda boda
Habrá mirto
En nuestros vestidos y en nuestros cabellos
Un lindo sermón en la iglesia
Largos discursos después del banquete
Y música
Música

Nuestros hijos
Dijo la novia
Serán más hermosos más hermosos aún
¡Ay! la sortija estaba rota
Que si fueran de plata o de oro
De esmeralda o de diamante
Serán más radiantes más radiantes aún
Que los astros del firmamento
Que la luz de la aurora
Que tus miradas novio mío
Olerán mejor aún
¡Ay! la sortija estaba rota
Que las lilas que acaban de abrirse
Que el tomillo la rosa o la brizna
De lavanda o de romero

Los músicos se habían marchado


Continuamos el paseo

A orillas de un lago
Nos divertíamos haciendo rebotar
Piedras planas
Sobre el agua que mecía apenas

Barcas estaban amarradas


En una ensenada
Fueron desatadas
Después que fuera embarcada toda la tropa
Y algunos muertos remaban
Con tanto vigor como los vivos

En la proa de la embarcación que gobernaba


Un muerto hablaba con una joven mujer
Que llevaba un vestido amarillo
Y un corpiño negro
Con cintas azules y un sombrero gris
Adornado con una pequeña pluma desrizada

Te amo
Decía él
Como el pichón a la paloma
Como el insecto nocturno
Ama a la luz

Demasiado tarde
Contestaba la mujer viva
Reprime reprime ese amor prohibido
Soy casada
Ves la sortija que brilla
Mis manos tiemblan
Lloro y quisiera morir

Las barcas habían llegado


A un lugar donde los jinetes
Sabían que un eco contestaba desde la orilla
Se le interrogaba sin cesar
Hicieron preguntas tan extravagantes
Y respuestas tan acertadas
Que era para morirse de risa
Y el muerto decía a la mujer viva
Seríamos tan felices juntos
El agua se cerrará sobre nosotros
Pero lloras y tus manos tiemblan
Ninguno de nosotros volverá

Desembarcamos y se inició el regreso


Los enamorados se amaban
Y por parejas de hermosos labios
Caminaban a distancias desiguales
Los muertos habían elegido las mujeres vivas
Y los vivos
A las mujeres muertas
Un enebro a veces
Semejaba un fantasma
Los niños desgarraban el aire
Soplando con sus mejillas huecas
En los pitos de viburno
O de saúco
Mientras que los militares
Cantaban canciones tirolesas
Contestándose como suele hacerse
En las montañas
En la ciudad
Nuestro grupo fue disminuyendo poco a poco
Se decía
Hasta la vista
Hasta mañana
Hasta pronto
Muchos entraban a las cervecerías
Algunos nos abandonaron
Frente a una carnicería canina
Para comprar en ella la cena

Pronto quedé solo con mis muertos


Que marchaban en derechura
Al cementerio
Donde
Bajo las arcadas
Los conocí
Acostados
Inmóviles
Y bien vestidos
Esperando la sepultura detrás de las vitrinas
No sospechaban
Lo que había ocurrido
Pero los vivos conservaban de ello el recuerdo
Era una felicidad inesperada
Y tan cierta
Que no temían perderla

Vivían tan noblemente


Que los que la víspera aún
Los consideraban iguales
O hasta algo menos
Admiraban ahora
Su poder su riqueza y su genio
Porque no hay cosa que os eleve tanto
Como el haber amado a un muerto o a una muerta
Se vuelve uno tan puro que se llega
En los glaciares de la memoria
A confundirse con el recuerdo
Se fortalece uno para toda la vida
Y no se necesita a nadie
Clotilde
La anémona y la aquileña
Han crecido en el jardín
Donde duerme la melancolía
Entre el amor y el desdén

Están también nuestras sombras


Que la noche esparcirá
El Sol que las obscurece
Con ellas se marchará

Las deidades de aguas vivas


Dejan sueltos sus cabellos
Pasa es preciso que sigas
A esta hermosa sombra que deseas
Poema leído en la boda de André Salmón[3]

el 13 de julio de 1909

Al ver banderas esta mañana no me he dicho


He aquí las ricas vestimentas de los pobres
Ni el poder democrático quiere ocultarme su dolor
Ni la libertad enaltecida hace que se imiten ahora
Las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
Ni las casas arden porque nos marchemos para no volver
Ni las manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotros
Ni siquiera han ahorcado a quienes no sabían aprovechar la vida
Ni siquiera se renueva el mundo volviendo a tomar la Bastilla
Sé que sólo lo cambian quienes están fundados en la poesía
Se ha empavesado París porque mi amigo André Salmón allí se casa

No conocimos en una bodega maldita


En nuestra juventud
Fumando los dos y mal vestidos esperando el alba
Encariñados encariñados de las mismas palabras cuyo sentido habrá que
cambiar
Engañados engañados pobres pequeños y no sabiendo reír aún
La mesa y dos vasos se convirtieron en un moribundo que nos lanzó la
última mirada de Orfeo
Los vasos cayeron y se rompieron
Y aprendimos a reír
Entonces partimos peregrinos de la perdición
A través de las calles a través de las comarcas a través de la razón

Le volví a ver a orillas del río en que flotaba Ofelia


Que blanca flota aún entre los nenúfares
Él iba en medio de los lívidos Hamlets
Tocando con su flauta melodías de locura
Volví a verlo cerca de un mujic agonizante contando las beatitudes
Admirando la nieve que se asemeja a las mujeres desnudas
Volví a verle haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
Que cambian el rostro de los niños y digo todo esto
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo Salmón se casa

Alegrémonos no porque nuestra amistad haya sido un río que nos ha


fertilizado
Terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
Ni porque nuestros vasos nos lanzan una vez más la mirada de Orfeo
agonizante
Ni porque hayamos crecido tanto que podrían confundir nuestros ojos
con las estrellas
Ni porque las banderas restallan en las ventanas de los ciudadanos que
están contentos desde hace cien años de tener la vida y menudas cosas que
defender
Ni porque fundados en poesía tenemos derechos sobre las palabras que
forman y deshacen el Universo
Ni porque podemos llorar sin hacer el ridículo y porque sabemos reír
Ni porque fumamos y bebemos como en otros tiempos
Alegrémonos porque director del fuego y de los poetas
El amor que llena como la luz
Todo el sólido espacio entre las estrellas y los planetas
El amor quiere que hoy mi amigo Salmón se case
El viento nocturno
Ah las cimas de los pinos crujen y entrechocan
Y se escucha el lamento del vendaval
Y en el cercano río con voces victoriosas
Los elfos tocan trompas de ráfagas o ríen
Atís Atís Atís bello y desgalichado
En tu nombre que los elfos han burlado en la noche
Porque el viento gótico bate uno de tus pinos en la noche
El bosque huye a lo lejos como una armada antigua
Cuyas lanzas oh pino se agitan en la lucha
Las aldeas obscuras ahora meditan
Como las vírgenes los viejos y los poetas
Y no despertarán al paso de ningún viandante
Ni al caer el halcón sobre blancas palomas
El eremita

a Félix Fénéon

Un descalzo eremita cerca de un blanco cráneo


Gritó Os maldigo mártires y aflicciones
Múltiples tentaciones pese a mí me acarician
Tentaciones de Luna y de palabras vanas

Muchas estrellas huyen cuando digo mis oraciones


Oh jefe de difunta Oh viejo marfil Órbitas hoyos
De narices roídas Tengo hambre Mis gritos se vuelven roncos
He aquí para mi ayuno un pedazo de queso

Oh Señor flagelad las nubes del poniente


Que os tienden en el cielo tan lindas nalgas rosas
Anochece las flores del día ya se cierran
Y en la sombra las ratas embelesan el piso

Los hombres saben tantos juegos amor y morra


El amor juego de ombligo o juego de la gran oca
La morra juego del número tan falaz de los dedos
Señor haced Señor que un día me enamore

Espero a la que me tenderá sus menudos dedos


Cuántos signos blancos en las uñas las perezas
Mentiras sin embargo espero que levante
Sus manos amorosas ante mí la desconocida
Señor qué te he hecho Mira soy unicornio
Sin embargo a pesar de su miedo lascivo
Como un muñeco querido mi sexo es inocente
De anhelo solitario y erguido como un hito

Señor abrid la desnudez de Cristo


Con ropaje talar apagad los ardores
Tantos tañidos de horas se ahogan en los pozos
Cuando Isócranas caen gotas de agua de lluvia

Velé treinta noches bajo los laureles rosas


Sudasteis sangre Cristo en Getsemaní
Crucificado contesta Di que no Yo lo niego
He esperado mucho tiempo la hematidrosis

De rodillas he escuchado golpear los latidos


Del corazón la sangre corría siempre en sus arterias
Que son viejos corales o tal vez clavariáceos
Mi aorta era perdidamente avara

Una gota cayó Sudor y su calor


Luz La sangre tan roja Me reí de los réprobos
Y finalmente me di cuenta que mi nariz sangraba
A causa de los perfumes violentos de mis flores

Me burlé del viejo ángel que no vino


Volando a tenderme un bello cáliz
Reí del ala gris y arrojo mi Cilicio
Hecho de crin sedosa por crueles tejedores

Burlándome pardiez de vulvas de papisas


De santas sin pezones marcharé hacia las urbes
Y tal vez morir en ellas por mi virginidad
Entre manos pieles palabras y promesas
A pesar de los vientos azules me levanto
Como un rayo de Luna adorado por el mar
En vano he suplicado todos los santos alígeros
Ninguno ha consagrado mis dulces panes ácimos

Y ando huyo oh noche y Lilith vocifera


Y clama inútilmente y grandes ojos veo
Trágicamente abrirse oh Noche veo tus cielos
Estrellarse tranquilas de espléndidas píldoras

Un esqueleto de candorosa reina cuelga


De un hilo de un astro apenado y severo
Por la noche los bosques son negros y muere la esperanza verde
Cuando muere el día tras un brusco estertor

Y ando huyo oh día la emoción de la aurora


Cerró los ojos fijos y de viejos rubíes
De los búhos Y se abren miradas de corderos
Y de cerdas de tetas rosadas como lóbulos

Y cuervos explayados como tildes proyectan


Una sombra vana en los campos de centeno maduro
Cerca de los burgos donde las chozas son impuras
Porque en sus techos tienen clavados búhos muertos

Mis largos kilómetros mis tristezas plenarias


Esqueletos de dedos final de los abetos
Han perdido mi ruta y mis rosados sueños
He dormido he dormido en el suelo de los abetales

En fin oh noche atónita Oh fin de mis caminos


La ciudad apareció ante mí muy grave al son de las campanas
Y mi lujuria muere ahora que me acerco
En las calles bendije a todos con las dos manos
Oh ciudad me he burlado de tus palacios
Como trufas brotadas en azules calveros
Mis deseos se marchan en fila lentamente
Mi jaqueca piadosa se pone su capucha

Todas han venido a confesarme sus pecados


Oh Señor soy santo por designio de amantes
Zélotide y Lorie Louise y Diamante
Puedes saber oh tú el amedrentado

Eremita absuelve nuestras faltas que jamás son veniales


Oh tú puro y contrito a quien todas amamos
Comprende nuestros juegos y nuestros corazones
Y nuestros besos dulces como la espesa miel

Y absuelve las faltas púrpura como su sangre


De formarinas hadas poetisas desnudas
Ningún pobre deseo se refugia en mi pecho
Cuando en la noche veo parejas enlazadas

Sólo quiero que se cierren mis ojos


Agotada pareja en vergel palpitante
Lleno del estertor de rojos groselleros
Y de la santa saña de tantas pasiflores
El brasero (I)

a Paul-Napoleon Roinard

He arrojado en el noble fuego


Que llevo conmigo y venero
Manos vivas y hasta fuego
Ese pasado esas cabezas de muertos
Llama hago lo que tú quieres
El trocar de las estrellas
Que no es más que lo venidero
Se mezcla a los relinchos machos
De centauros en sus dehesas
Y de grandes clamores vegetales
Dónde están esas testas que poseía
Dónde está el Dios de mi juventud
El amor se ha vuelto malo
Que en el brasero renazcan las llamas
Mi alma bajo el sol se desnuda
En el llano han surgido llamas
Nuestros corazones penden de los limoneros
Las muertas testas que me aclaman
Y los astros que han sangrado
No son más que testas de mujeres
El río que con alfileres
Sobre la villa está prendido
Te fija a ella como un traje
Partiendo en el anfión sumiso
Soportas los tonos galanos
Que hacen ágiles a las piedras
Ardo en el brasero (II)
Ardo en el brasero adorablemente
Y las manos de los creyentes me vuelven a echar en él múltiple
innumerablemente
Los miembros de los intercisos arden cerca de mí
Alejad del brasero las osamentas
Me basto para la eternidad para mantener el fuego de mis delicias
Y pájaros protegen con sus alas mi rostro y el Sol

Oh Memoria Cuántas razas degeneran


Desde los Tindáridas hasta las víboras ardientes de mi felicidad
Y las serpientes son sólo cuellos de cisnes
Que eran inmortales y no cantaban
He aquí mi nueva vida
Grandes barcos pasan y vuelven a pasar
Hundo mis manos una vez más en el Océano

He aquí el barco y mi vida renovada


Sus llamas son inmensas
No hay más nada en común entre yo
Y los que temen a las quemaduras
Descendiendo (III)
Descendiendo de las alturas donde la luz piensa
Jardines girando más alto que todos los cielos móviles
El porvenir disfrazado arde atravesando los cielos

Esperamos tu buen placer oh amiga mía

Apenas me atrevo a mirar la divina mascarada

Cuando la Desirade se azule en el horizonte

Más allá de nuestra atmósfera se eleva un teatro


Que el gusano Zamir construyó sin herramientas
Y el Sol volvió a iluminar las plazas
De una ciudad marina que apareció en una ladera
En el tejado descansaban cansadas palomas

Y el rebaño de esfinges vuelve a la esfingería


A pasos cortos Él oirá el canto del pastor toda la vida
Allá arriba el teatro está construido con fuego sólido
Como los astros de que se alimenta el vacío

Y he aquí el espectáculo
Y por siempre estoy sentado en un sillón
Mi cabeza mis rodillas mis codos vano pentáculo
La llama han brotado de mí como hojas

Actores inhumanos claras bestias nuevas


Dan órdenes a los hombres domesticados

Tierra
Oh desgarrada a quien los ríos han zurcido

Preferiría noche y día en las esfíngerías


Desear saber por qué finalmente en ellas fui devorado
Renanas (noche renana) (I)
Mi vaso está lleno de un vino tembloroso como una llama
Escuchad la canción lenta de un marinero
Que cuenta haber visto siete mujeres bajo la Luna
Peinar sus cabellos verdes y largos hasta sus pies

De pie cantad más alto bailad en raudo corro


Que no oiga más el canto de los marineros
Y acercarme todas las mozas rubias
De mirada inmóvil y recogidas trenzas

El Rin está borracho donde se reflejan viñas


Todo el oro nocturno y tiembla en sus aguas
La voz no cesa nunca de cantar
A esas hadas de cabellera verde que encantan el estío

Mi vaso se ha quebrado como una brusca risa


La sinagoga (II)
Ottomar Scholem y Abraham Loweren
Luciendo fieltros verdes la mañana del sábado
Van a la sinagoga a lo largo del Rin
Y las lomas donde las viñas enrojecen

Discuten y gritan cosas que uno apenas osa traducir


Bastardo concebido durante la menstruación o Que el diablo penetre en
tu padre
El viejo Rin levanta su cara chorreante y se da vuelta para sonreír
Ottomar Scholem y Abraham Loweren están furiosos

Porque durante el sábado no se debe fumar


Mientras que los cristianos pasan con cigarros encendidos
Y porque Ottomar y Abraham aman ambos
A Lía de ojos de cordero y de vientre un poco saliente

Sin embargo después en la sinagoga el uno después del otro


Besarán la Tora quitándose sus hermosos sombreros
Entre las enramadas de la fiesta de las cabañas
Ottomar cantando sonreirá a Abraham

Cantarán en contrapunto sin ritmo y las voces graves de los hombres


Harán gemir a Leviatán en el fondo del Rin como una voz de otoño
Y en la sinagoga llena de sombreros se agitarán los lulabim
Hanoten nekamot bagoim tola’st baleumin
Ni siquiera me apiado de mí (III)
Ni siquiera me apiado de mí
Y no puedo expresar mi tortura de silencio
Todas las palabras que debía pronunciar se convirtieron en estrellas
Un íraco trata de elevarse hasta cada uno de mis ojos
Y portador de soles ardo en medio de dos nebulosas
Que he hecho a las bestias teologales de la inteligencia
Antaño los muertos volvieron para adorarme
Y esperaba el fin del mundo
Pero el mío llega silbando como un huracán
He tenido el valor (IV)
He tenido el valor de mirar hacia atrás
Los cadáveres de mis días
Marcan mi ruta y lloro
Unos se pudren en las iglesias italianas
O en pequeños bosques de limoneros
Que florecen y marchitan
Al mismo tiempo y en toda estación
Otros días han llorado antes de morir en las tabernas
Donde ardientes ramilletes giraban
En los ojos de una mulata que inventaba la poesía
Y las rosas de la electricidad se abren todavía
En el jardín de mi memoria
Otoño enfermo
Otoño enfermo y adornado
Mirarás cuando el huracán sople en las rosaledas
Cuando habrá nevado
En los vergeles

Pobre otoño
Mueres en blancura y en riquezas
De nieve y de frutos maduros
En el fondo del cielo
Gavilanes se ciernen
Sobre las ninfas sencillas de cabellos verdes y enanas
Que no han amado jamás

En los linderos lejanos


Los ciervos han bramado

Cómo amo oh estación cómo amo tus rumores


Los frutos caen sin ser recogidos
El viento y el bosque que llora
Todas las lágrimas en otoño hoja a hoja
Las hojas
Que pisamos
Un tren
Que huye
La vida
Fluye
Cuernos de caza
Nuestra historia es noble y trágica
Como la máscara de un tirano
Ningún drama azaroso o mágico
Ningún detalle indiferente
Vuelve nuestro amor patético

Y Thomas de Quincey tomando


El opio ponzoña dulce y casta
En su pobre Anne iba soñando
Pasemos pasemos ya que todo pasa
Volveré a menudo pienso

Los recuerdos son cuernos de caza


Cuyos sones se lleva el viento
Vendimiario[4]
Hombres del futuro me recordáis
Vivís en la época de los últimos reyes
Por turno morían silenciosos y tristes
Y tres veces valientes se hacían Trismegistos

Qué hermoso era París a fines de septiembre


Cada noche se convertía en una viña cuyos pámpanos
Extendían su luz por la urbe y allí arriba
Astros maduros picados por los pájaros ebrios
De mi gloria esperaban la vendimia del alba

Una noche paseando a lo largo de los muelles desiertos sombríos


Volviendo a Auteuil oí una voz
Que callaba y de vez en cuando enmudecía
A fin de que llegase también a orillas del Sena
La queja de otras voces límpidas y lejanas

Y escuchaba largo rato todos esos cantos y esos gritos


Que elevaba la canción de París en la noche

Tengo sed ciudad de Francia y de Europa y del Mundo


Venid todos manad en mi honda garganta

Y entonces vi a París ya ebrio en la viña


Vendimiaba la uva más dulce de la Tierra
Esos milagrosos granos que en las parras cantaron
Y Rennes contestó con Quimper y Vannes
Henos aquí oh París nuestras casas nuestros moradores

Esos racimos de nuestros sentidos que parió nuestro Sol


Se sacrifican para desalterarse muy ávida maravilla
Te traemos todos los cerebros los cementerios las murallas
Esas cunas llenas de gritos que no oirás
Y en las montañas o valles nuestros pensamientos oh ríos
Los oídos de las escuelas y nuestras manos juntas
De todos alargados nuestras manos los campanarios
Y te traemos también esa suave razón
Que el misterio asegura como una puerta la casa
Ese misterio cortés de la galantería
Ese misterio fatal fatal de otra vida
Doble razón más allá de la belleza
Y que ni Grecia ni Oriente han conocido
Doble razón de la Bretaña donde ola tras ola
El océano castra poco a poco el viejo continente

Y las ciudades del norte respondieron alegres

Oh París henos aquí bebidas vivientes


Las viriles ciudades donde charlan y cantan
Los metálicos santos de nuestras santas fábricas

Nuestras chimeneas engordan las nubes


Como lo hizo una vez el mecánico Ixión
Y nuestras infinitas manos
Manufacturas fábricas talleres y manos
Donde los obreros desnudos como nuestros dedos
Fabrican a destajo todo lo real
Te damos todo esto

Y Lyon respondió mientras que los ángeles de Fourviéres


Tejían un nuevo cielo con la seda de las plegarias

Calma tu sed París con las divinas palabras


Que mis labios el Ródano y el Sena murmuren
Siempre los mismos cultos de su muerte
Mira aquí los santos y haz llover la sangre

Dichosa lluvia oh gotas tibias oh dolor


Un niño mira las ventanas abrirse
Y ve racimos de testas para los ebrios pájaros

Las ciudades del Mediodía entonces contestaron


Noble París única razón viva
Que decides nuestro ánimo según tu destino
Y tú que te alejas Mediterráneo
Compartid nuestros cuerpos como se parten hostias
Esos muy grandes amores y su huérfana danza
Serán París el vino puro que tú quieres

Un continuo estertor llegaba de Sicilia


Que trocado en batir de alas significaba

Las uvas de nuestras viñas han sido vendimiadas


Y esos racimos de muertos cuyos granos alargados
Tienen el sabor de la sangre de la tierra y de la sal
Aquí están para calmar tu sed oh París bajo el cielo
Obscurecido de nubes famélicas
Que acaricia Ixión el creador oblicuo
Y donde en el mar nacen todos los cuervos de África.
Oh uvas y esos ojos húmedos Y en familia
El futuro y la vida en esos parrales se aburren

Pero dónde está la mirada clara de las sirenas


Engañó a los marinos que amaban esas aves
Ya no girará más en la roca de Escila
Donde cantaban las tres voces suaves y serenas

De pronto el estrecho había cambiado de cara


Rostros de la carne de la onda de todo
Lo que uno puede imaginarse
No sois más que máscaras sobre rostros enmascarados

Y sonreía joven nadador entre las orillas


Y los ahogados flotando sobre su nueva onda
Huían siguiéndoles las dolientes cantantes
Dijeron adiós a cima y arrecife
A sus pálidos esposos acostados en las azoteas
Y habiendo tomado vuelo hacia el ardiente Sol
Los siguieron hacia donde se hunden los astros

Cuando vino la noche llenos de ojos abiertos


Para vagar por donde silbó la hiedra este invierno
Escuché bruscamente tu voz fuerte
Oh Roma maldecí de una sola vez mis viejos pensamientos
Y el cielo y el amor guía el destino

Los vástagos brotados sobre el árbol de la cruz


Y hasta la flor de lis que muere en el Vaticano
Maceran en el vino que te ofrezco y que
Sabe a la sangre purísima de aquel que ya conoce
Otra libertad vegetal que es verdaderamente
Aunque tú no lo sepas la suprema virtud

Una corona de tirreino cayó sobre las lozas


Los jerarcas la pisan con sus sandalias
Oh esplendor democrático que palidece
Que llegue la noche real donde serán muertas las bestias
La loba con el cordero la paloma con el águila
Una multitud de reyes enemigos y crueles
Sedientos como tú en las viñas eternas
Surgirán de la tierra y vendrán por los aires
Para beber mi vino dos veces milenario

La Mosela y el Rin se unen en silencio


Es Europa que ruega día y noche en Coblenza
Y yo que vagaba por el muelle en Auteuil
Cuando las horas caían a veces como pámpanos
Cuando llegó el momento oí la plegaria
Que unía la pureza de los dos grandes ríos

Oh París tu vino es mejor que el


De nuestra orilla pero en el Norte las uvas se han dorado
Para esta sed terrible mis racimos
De vigorosos hombres sangran en el lagar
Beberás a largos tragos la sangre de Europa
Porque eres hermoso y el único que es noble
Porque es en ti que Dios tal vez devenir pueda
Y todos mis viñateros en esas bellas casas
Cuyas luces reflejan nuestras aguas nocturnas
En esas bellas casas tan blancas y tan negras
Sin saber que tú eres la realidad te loan
Pero nosotros manos líquidas unidas para el ruego
Llevamos hacia la sal nuestras ondas
Y entre nosotros la ciudad como entre unas tijeras
No refleja dormida ningún fuego en sus aguas
De donde algún lejano silbido a veces se eleva
Turbando en sus sueños a las muchachas de Coblenza

Ahora las ciudades contestaban por centenares


No distinguía más sus palabras lejanas
Y Tréves la antigua ciudad
A su voz juntaba la suya
La ciudad entera concentrada en ese vino
Que contenía los mares los animales las plantas
Las ciudades los destinos y los astros que cantan
Los hombres arrodillados en la linde del cielo

Y el dócil hierro nuestro buen compañero


El fuego que hay que amar como nos amamos a nosotros mismos
Los altivos difuntos que son uno en mi frente
El rayo que asemeja una idea naciente
Todos los nombres de seis en seis los números uno tras uno
Kilos de papel torcidos como llamas
Y aquellos que sabrán blanquear nuestras osamentas
Los versos inmortales que se aburren pacientes
Ejércitos en orden de batalla
Porque los crucifijos y mis caras lacustres
A orillas de los ojos de aquella que amo tanto
Las flores que se quejan lejos de nuestras bocas

Y todo lo que no sé expresar


Todo lo que no conoceré jamás
Todo eso todo eso trocado en ese vino puro
Del que París tenía sed
Me fue ofrecido entonces

Acciones bellos días los más horribles sueños


Vegetación Acoplamientos músicas infinitas
Movimientos Adoración dolor divino
Mundos que os parecéis y a nosotros os semejáis
Aunque os bebí no se apagó mi sed

Pero desde entonces conocí el sabor del Universo


Estoy ebrio por haber bebido todo el Universo
En mi muelle desde donde veía pasar la corriente y dormir los balandros

Escuchadme soy el gaznate de París


Y si así lo deseo beberé el Mundo de nuevo

Escuchad mis canciones de universal borrachera


Y la noche de septiembre terminaba lentamente
Los fuegos y los puentes morían en el Sena
Los astros se apagaban el día apenas nacía
Vitam impendere amori
Durante mucho tiempo, el conjunto Vitam impendere amori fue dificilísimo
de encontrar, si no se podía recurrir a la rarísima edición original de sólo
215 ejemplares. Estas líricas estrofas, editadas en 1917 con voluptuosos
dibujos de André Rouveyre, toman probablemente su título de la célebre
divisa de Rousseau «Vitam impenderé vero».
Estos tiernos cuartetos, cuya melancolía y sentido de lo trágico está
siempre implícito bajo la ligereza de las imágenes y del canto, están
considerados entre los versos más puros de Apollinaire.
No has sorprendido mi secreto
No has sorprendido mi secreto
Ya avanza el cortejo
Pero nos queda la pena
De no poder entendernos

La rosa flota al filo del agua


Las máscaras han pasado por bandas
Tiembla en mí como una sonaja
Ese pesado secreto que tú mendigas
Oh mi juventud
Oh mi juventud abandonada
Como una guirnalda mustia
Ya se acerca la estación
Y los desdenes y la sospecha

El paisaje está hecho de telas


Fluye un falso río de sangre
Y bajo el árbol florido de estrellas
Sólo pasa ahora un clown

Un rayo frío empolva y juega


Con los decorados y con tu mejilla
Un disparo un grito
En la sombra un retrato ha sonreído

El cristal del cuadro está roto


Un aire indefinible
Duda entre sonido y pensamiento
Entre recuerdo y porvenir

Oh mi juventud abandonada
Como una guirnalda mustia
Ya se acerca la estación
Las penas y la razón
Ondas
Las ventanas
Del rojo al verde todo el amarillo muere
Cuando cantan los guacamayos en los bosques natales
Batida de pihis
Hay que hacer un poema sobre el pájaro con una sola ala
Lo enviaremos en mensaje telefónico
Traumatismo inmenso
Hace manar los ojos
He ahí una bonita chica entre las jóvenes turinesas
El pobre joven se sonaba en su corbata blanca
Levantarás la cortina
Y ahora ya está se abre la ventana
Arañas cuando las manos tejían la luz
Belleza palidez insondables violetas
Intentaremos en vano descansar
Se empezará a medianoche
Cuando se tiene el tiempo se tiene la libertad
Caracolas Lotte múltiples Soles y el Erizo de mar del ocaso
Un viejo par de botas amarillas ante la ventana
Torres
Las torres son las calles
Pozos
Los pozos son las plazas
Pozos
Árboles huecos que cobijan a las alcaparras vagabundas
Los Chabinos cantan melancólicos
A las Chabinas montaraces
Y la oca cuac cuac trompetea en el norte
Donde los cazadores de ratones
Raspan las peleterías
Centelleante diamante
Vancouver
Donde el tren blanco de nieve y de fuegos nocturnos huye del invierno
Oh París
Del rojo al verde el amarillo se muere París
Vancouver Hyères Maintenon New York y las Antillas
La ventana se abre como una naranja
El hermoso fruto de la luz
Las colinas
Por encima de París un día
Combatían dos grandes aviones
Uno era rojo y el otro negro
Mientras en el cenit brillaba
El eterno avión solar

El uno era mi juventud entera


Y el otro era el porvenir
Se combatían con rabia
Igual que contra Lucifer
El Arcángel de alas radiantes

Igual que el cálculo al problema


Igual que la noche al día
Así ataca lo que yo amo
Amor mío así el huracán
Desarraiga el árbol que grita

Pero mira qué dulzura en todas partes


París como una muchacha
Se despierta lánguidamente
Sacude su larga cabellera
Y canta su bella canción

Dónde cayó mi juventud


Ya ves que llamea el porvenir
Has de saber que hablo hoy
Para anunciar al mundo entero
Que al fin ha nacido el arte de predecir

Algunos hombres son colinas


Que se elevan sobre los hombres
Y ven a lo lejos el futuro
Mejor que si fuera el presente
Más claro que si fuera el pasado

Adorno de los tiempos y de las rutas


Pasa y dura sin detenerte
Dejemos vanamente silbar a las serpientes
Contra el viento del sur
Han muerto la onda y los psilos

Orden del tiempo si las máquinas


Se pusieran al fin a pensar
En playas de piedras preciosas
Olas de oro se romperían
Y la espuma sería madre

Más bajo que el hombre vuela el águila


Es aquél quien alegra los mares
Como disipa en los aires
El vértigo de la tristeza y la sombra
Donde el espíritu alcanza al sueño

Llegó ya el tiempo de la magia


Atentos que nos aporta
Millones de prodigios
Que no han dado ninguna fábula
Pues nadie los ha imaginado

Profundidades de la conciencia
Serás explorada mañana
Y quién sabe qué seres vivientes
Serán sacados de este abismo
Con universos completos

Ved levantarse profetas


Como a lo lejos colinas azules
Sabrán cosas precisas
Como creen saber los sabios
Y nos llevarán a todas partes

La gran fuerza es el deseo


Ven que bese tu frente
Oh ligera como una llama
De la que tienes todo el sufrimiento
Todo el ardor y todo el esplendor

Llega el tiempo se estudiará


Todo lo que es el sufrimiento
No se tratará de valor
Tampoco de renunciamiento
Ni de lo que podemos hacer

Se buscará en el hombre mismo


Mucho más de lo que se ha buscado
Se escrutará su voluntad
Y la fuerza que nacerá de ella
Sin máquina y sin instrumento

Los benéficos manes vagan


Con nosotros se compenetran
Y desde que están con nosotros
Nada termina nada empieza
Mira la sortija en tu dedo
Tiempo de desiertos de encrucijadas
Tiempo de plazas y de colinas
Hago aquí juegos de manos
Donde actúa un talismán
Muerto y más sutil que la vida

Al fin he podido apartarme


De toda cosa natural
Puedo morir pero no pecar
Lo que no se ha tocado nunca
Yo lo he tocado yo lo he palpado

Y he escrutado lo que nadie


Puede en nada imaginarse
Y he sopesado muchas veces
Incluso la vida imponderable
Ahora puedo morir sonriendo

A menudo he volado tan alto


Tan alto sobre las cosas
Las rarezas y los fantasmas
Y ya no puedo admirar más
A ese chico que imita el miedo

Adiós juventud jazmín del tiempo


He respirado tu fresco perfume
En Roma sobre los carros floridos
Llenos de guirnaldas y máscaras
Y de cascabeles de carnaval

Adiós juventud Navidad blanca


Cuando la vida era una estrella
Cuyo reflejo contemplaba
En el mar Mediterráneo
Más nacarado que los meteoros

Blando como un nido de arcángeles


O la guirnalda de las nubes
Y más brillante que los halos
Emanaciones y esplendores
Única dulzura armonías

Me detengo para mirar


En el césped incandescente
Una serpiente se arrastra soy yo
Soy la flauta que toco
Y el látigo que castiga a otros

Llega un tiempo de sufrimiento


Llega un tiempo de bondad
Adiós juventud llega el tiempo
En que se conocerá el futuro
Sin morir a causa de ello

Es el tiempo de la gracia ardiente


Sólo obrará la voluntad
Siete años de pruebas terribles
El hombre se hará divino
Más puro, más vivo, más sabio

Descubrirá otros mundos


El espíritu languidece como las flores
De las que nacen frutos sabrosos
Que vemos madurar
Sobre la colina soleada

Digo lo que es en verdad la vida


Sólo yo podía cantar así
Mis cantos caen como semillas
Callad todos los que cantáis
No mezcléis la cizaña al trigo

Un barco llegó hasta el puerto


Un gran navío empavesado
Pero en él sólo encontramos
A una mujer hermosa y roja
Allí yacía asesinada

En otro tiempo mendigaba


Sólo me dieron una llama
En la que ardí hasta los labios
Y no pude ni dar las gracias
Nada puede apagar la antorcha

Dónde estás oh amigo mío


Que tan bien entrabas en ti mismo
Que sólo ha quedado un abismo
Donde me he arrojado yo mismo
Hasta las profundidades obscuras

Y oigo regresar a mis pasos


Siguiendo senderos que nadie
Ha recorrido oigo mis pasos
De continuo andando allá lejos
Lentos o raudos van o vienen

Invierno que cuidas tu barba


Nieva y yo soy desgraciado
He atravesado el cielo espléndido
Donde la vida es una música
El suelo blanco me deslumbra

Acostumbraos como yo
A los prodigios que anticipo
A la bondad que reinará
Al sufrimiento que soporto
Y conoceréis el futuro

Es de sufrimiento y bondad
Que será hecha la belleza
Más perfecta que aquella
Que venía de la armonía
Está nevando y ardo y tiemblo

Ahora estoy en mi mesa


Escribo lo que he sentido
Y lo que he cantado allá arriba
Un árbol esbelto que balancea
El viento con la cabellera volando

Un sombrero de copa se halla sobre


Una mesa cargada de frutos
Los guantes muertos junto a una manzana
Una dama se tuerce el cuello
Ante un señor que está tragándose

El baile gira al fondo del tiempo


Maté al director de orquesta
Y pelo para mis amigos
La naranja que sabe a
Maravillosos fuegos artificiales

Han muerto todos el maître del hotel


Les sirve un champaña irreal
Que espumea como un caracol
O como el cerebro de un poeta
Mientras cantaba a una rosa

El esclavo blande una espada desnuda


Semejante a las fuentes y a los ríos
Y cada vez que baja el arma
Un Universo es destripado
De donde salen mundos nuevos

El chofer está al volante


Y cada vez que en la carretera
Pita al dar la curva
Parece en la lejanía
Un Universo todavía virgen

Y el tercer nombre es la señora


Sube en el ascensor
Y sube sube siempre
Y la luz se difunde
Y esas claridades la transfiguran

Pero éstos son los pequeños secretos


Hay otros más profundos
Que pronto serán desvelados
Y harán de vosotros cien pedazos
De un pensamiento siempre único

Llora llora y volvamos a llorar


Y bajo una Luna llena
O bajo un cuarto creciente
Ah llora llora y volvamos a llorar
Hemos reído tanto al Sol

Brazos de oro soportan la vida


Penetrad en el dorado secreto
Todo es una efímera llama
Que hace florecer la adorable rosa
De donde sube un exquisito perfume
Caligramas

Poemas de la paz y de la guerra (1913-1916)

A la memoria del más antiguo de mis camaradas,


Rene Dalize
muerto en el campo del honor
el 7 de mayo de 1917

En marzo de 1918 Apollinaire publicó sus famosos poemas gráficos —o


Caligramas— que habían empezado a aparecer en 1914. Si en Alcoholes
cantaba a su juventud, sus viajes, sus amores y sus rencores de amante
despechado, en Caligramas su sensibilidad toma una tonalidad diferente.
Es un rompimiento y una apertura de horizontes nuevos. La mayor parte
de los Caligramas está formada por poemas sobre la guerra. Otros, sobre
todo sus poemas-conversaciones, datan de antes de la guerra. En cuanto a
sus caligramas propiamente dichos, ideogramas líricos o poemas
ideogramáticos, suscitaron grandes controversias. Se le ha reprochado de
simple imitación de antiguos poemas que se remontan hasta el siglo VI
antes de Cristo. Sin embargo, sus mismos detractores le reconocen
verdaderas obras de arte en algunos de ellos. Desgraciadamente, algunos
son difíciles de descifrar.
El músico de Saint-Merry
Al fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco
Pasan ante mí y se aglomeran a lo lejos
Mientras que todo lo que de ellos veo me es desconocido
Y su esperanza no es menos fuerte que la mía

No canto a este Mundo ni a los demás astros


Canto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este Mundo y de los
astros
Canto la alegría de vagar y el placer de morir errante

El 21 del mes de mayo de 1913


Barquero de los muertos
Millones de moscas aventaban un esplendor
Cuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejas
Dejó el bulevar Sebastopol y entró en la calle Aubry-le-Boucher
El hombre era joven y moreno con las mejillas color de fresa

¡Hombre! Ah Ariadna
Tocaba la flauta y la música dirigía sus pasos
Se detuvo en la esquina de la calle Saint-Martin
Tocando la tonada que yo canto y que yo he inventado

Las mujeres que pasaban se detenían a su lado


Venían de todas partes
Cuando de pronto las campanas de Saint-Merry se pusieron a sonar
El músico dejó de tocar y bebió en la fuente
Que se halla en la esquina de la calle Simon-le-Franc
Luego Saint-Merry se calló

El desconocido volvió a tocar la flauta


Y volviendo sobre sus pasos caminó hasta la calle de la Verrerie
Donde entró seguido por el tropel de mujeres
Que salían de las casas
Llegaban de las calles laterales con los ojos idos
Con las manos tendidas hacia el melodioso raptor
Él se iba indiferente tocando su tonada

Se iba terriblemente

Luego en otra parte


A qué hora saldrá un tren hacia París

En ese momento
Los palomos de las Molucas ensuciaban algunas nueces moscadas
Al mismo tiempo
Misión católica de Bôma que has hecho del escultor

En otra parte
Ella atraviesa un puente que une a Bonn con Beuel y desaparece a
través de Putzchen

Al mismo tiempo
Una joven enamorada del alcalde

En otro barrio
Rivaliza pues poeta con las etiquetas de los perfumistas

En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombres


Apenas habéis extraído un poco de grasa de su miseria
Pero nosotros que morimos de vivir lejos uno de otro
Tendemos nuestros brazos y sobre esos rieles rueda un largo tren de
mercancías
Y mientras el mundo vivía y cambiaba
El cortejo de mujeres largo como un día sin pan
Seguía en la calle de la Verrerie al feliz músico

Cortejos oh cortejos
Como antaño cuando el rey se iba a Vincennes
Cuando los embajadores llegaban a París
Cuando el delgado Suger se apresuraba hacia el Sena
Cuando el motín moría alrededor de Saint-Merry

Cortejos oh cortejos
Las mujeres desbordaban unas a otras tan grande era su número
Por todas las calles cercanas
Y se apresuraban rectas como una bala
Para seguir al músico
¡Ah! Ariadna y tú Pâquette y tú Amine
Y tú Mia y tú Simone y tú Mavise
Y tú Colette y tú la bella Geneviève
Han pasado temblorosas y vanas
Y sus pasos ligeros y apresurados seguían la cadencia
De la música pastoral que guiaba
Sus ávidas orejas

El desconocido se detuvo un momento ante una casa en venta


Casa abandonada
Con los cristales rotos
Es un edificio del siglo XVI
El patio sirve de aparcadero a coches de reparto
Allí entró el músico
Su música al alejarse se volvía lánguida
Las mujeres lo siguieron hasta la casa abandonada
Y allí todas entraron atropelladamente
Todas todas entraron sin volver la cabeza
Sin echar de menos lo que habían dejado
Lo que habían abandonado
Sin acordarse del día la vida y la memoria
Pronto no quedó nadie en la calle de la Verrerie
Excepto yo y un sacerdote de Saint-Merry
Ambos entramos en la vieja casa
Pero no encontramos allí a nadie

Cae la tarde
El ángelus suena en Saint-Merry
Cortejos oh cortejos
Es como antaño cuando el rey regresaba de Vincennes
Vino un tropel de gorreros
Llegaron vendedores de plátanos
Llegaron soldados de la guardia republicana
Oh noche
Rebaño de lánguidas miradas de mujeres
Oh noche
Tú mi dolor y mi espera vana
Oigo morir el son de una flauta lejana
Corazón y espejo
Estandartes
Llueve
Sombra
Aquí estás de nuevo cerca de mí
Recuerdos de mis compañeros muertos en la guerra
La oliva del tiempo
Recuerdos que formáis uno sólo
Como cien pieles forman una sola capa
Como esos centenares de heridas sólo hacen un artículo de periódico
Apariencia impalpable y sombría que habéis tomado
La forma cambiante de mi sombra
Un indio al acecho por toda la eternidad
Sombra te arrastras cerca de mí
Pero ya no me oyes
Ya no conocerás los poemas sublimes que canto
Mientras que yo os digo y os veo todavía
Destinos
Sombra múltiple que el Sol te guarde
Tú que amas lo suficiente para no dejarme nunca
Y que bailas al Sol sin levantar polvo
Sombra tinta del Sol
Escritura de mi luz
Arcón de penas
Un dios que se humilla
Cofre de armones
Siempre

a la señora Faure-Favier

Siempre
Iremos más lejos sin avanzar jamás

Y de planeta en planeta
De nebulosa en nebulosa
El don Juan de mil tres cometas
Incluso sin moverse de la Tierra
Busca las nuevas fuerzas
Y toma en serio a los fantasmas

Y se olvidan tantos universos


Cuáles son los grandes olvidadizos
Quién sabrá pues hacernos olvidar esta o aquella parte del Mundo
Dónde está el Cristóbal Colón a quien se deberá el olvido de un
continente
Perder
Pero perder verdaderamente
Para dejar sitio al hallazgo
Perder
La vida para encontrar la victoria
Fiesta

a André Ruveyre

Fuego artificial del acero


Qué deliciosa esta iluminación
Artificio de artificiero
Mezclar un poco de gracia al valor
Dos cohetes
Estallidos rosados
Como dos senos que se desnudan
Muestran sus puntas insolentemente
Supo amar
Qué epitafio

Un poeta en el bosque
Mira con indiferencia
Su revólver con seguro
Rosas morir de esperanza

Sueña con las rosas de Saadi


Y de repente su cabeza se inclina
Pues una rosa le repite
La blanda curva de una cadera

El aire está lleno de un terrible alcohol


Filtrado de estrellas semicerradas
Los obuses acarician el suave
Perfume nocturno donde reposas
Mortificación de las rosas
Fogonazos
Los fuegos del vivac
Los inquietos fuegos del vivac
Iluminan formas de sueño
Y el sueño entrelazado
En las ramas lentamente se eleva

Aquí están los desdenes de la pena


Desollada como un madroño
El recuerdo y el secreto
De los que sólo quedan brasas
Océano de tierra

a G. de Chirico

He construido una casa en medio del océano


Sus ventanas son los ríos que fluyen de mis ojos
Los pulpos pululan todo alrededor de las murallas
Oíd el latido de su triple corazón y su pico golpear los cristales

Casa húmeda
Casa ardiente
Estación rápida
Estación cantarina
Los aviones ponen huevos
Atención se va a echar el ancla

Atención al ancla que se echa


Sería bueno que bajaseis del cielo
La madreselva del cielo trepa
Los pulpos terrestres palpitan
Y después somos y seguimos siendo nuestros propios sepultureros
Pálidos pulpos de las olas gredosas oh pulpos de pálidos picos
Alrededor de la casa está ese océano que conoces
Y que no descansa nunca
Los dichos de amor a Linda
Apollinaire había encontrado a comienzos de 1900 a un joven con quien
pronto hizo amistad, Fernand Molina da Silva, cuyo padre era profesor de
danza. En su casa, se enamoró pronto de su hermana Linda, una graciosa
joven de dieciséis años. A ella, que no le correspondió, dedicó sus Dichos
de amor.
Linda
Tu nombre muy pagano, un poco pretencioso,
Porque es el tuyo es delicioso;
Quiere decir «bonita» en español, y como
Lo eres, se dice la verdad cada vez que se te nombra.

Este nombre suena melancólico en alemán,


En las brisas de abril, suena dulcemente
Es el tilo lírico, un árbol de leyenda
De donde, cada noche, duendes locos salen en banda

Finalmente, este raro nombre que dice tu belleza


Fue también el nombre de una ciudad antigua
Que florecía entre las más bellas rosas
En Rodas, la isla donde se arrullan las palomas

La sombra de la muy dulce está evocada aquí


Indolente, y tocando un son doliente:
Nocturno o la menor que hace desmayar su alma
De la sombra donde sus largos dedos dan muerte a una escala
Al piano que gime como una mujer desgraciada
Ciudad casi muerta
Ciudad casi muerta, oh ciudad
Que languidece bajo el Sol del verano,
Tú cuyo pútrido nombre asombra,
Tú simbolizas la muy Buena,

La muy Dulce, sin vanidad


A quien no ha comprendido nunca nadie,
La siempre Bella que se calla,
La Adorable que corono,

La muy Sombría dolientemente


Como una ciudad sombría y suave,
Entera Morena, nunca derecha

Siempre exquisitamente inclinada


He visto sus labios de anémona
Pero no el corazón de la muy Buena.

Nunca he visto Carcassonne.


La ignorancia
Ícaro
Sol, soy joven y te lo debo a ti
He arrojado mi sombra para estar más fausto
Perdón, yo no doy más sombra que una estrella
Soy el único que piensa en la inmensidad.

Mi padre me enseñó los caminos del laberinto


Y la ciencia de la Tierra y después murió
Y desde entonces he escrutado mucho el viejo temor
Del cielo móvil y me he alimentado de hierbas crudas.

Los oráculos, es verdad, desaprobaban mi celo


Pero, todo hay que decirlo, ningún dios ha intervenido
Y piadosamente me he esforzado en terminar las alas
Que un poco de cera fijan a mis desnudos hombros.

Y he tomado impulso hacia tu espléndida cara


Los horizontes terrestres se han expuesto
De los desiertos de Libia a los pantanos meótidos
Y de las fuentes del Nilo a las brumas de Thule.

Sol, vengo a acariciar tu espléndida cara


Y quiero mirar tu llama única, ciegamente,
Ícaro es celeste y más divino que Alcides
Y su brasero será tu deslumbramiento.

Un pastor
Veo un dios oblongo flotar bajo el Sol,
Ojalá se vaya el primer dios visible
Y si fuese un dios moribundo esta maravilla
Roguemos porque caiga lejos de nuestro valle.

Ícaro
Para evitar la noche, tu madre incestuosa
Dios circulas y bueno floto entre las nubes
Lejos de la Tierra donde viene, estelar y suntuosa,
La noche esta desconocida entre los desconocidos.

Y viviré por tu calor y de esperanza.


Pero, tu amor, Sol, quema divinamente
Mi cuerpo que hacer divino quiso mi ignorancia
¡Y cielo! ¡Humanos! giro deslumbrado.

Remeros
Un dios cae al mar, un dios desnudo, con las manos vacías
Con la cara de los ahogados irá hacia una isla
A pudrirse con la cara vuelta hacia el Sol espléndido.
Dos alas se mueven sobre el cielo de Ionia.
En el jardín de Ana[5]
Cierto si hubiésemos vivido en el año mil setecientos sesenta

Es la fecha que descifras Ana en este banco de piedra

Y si por desgracia yo hubiese sido alemán


Pero que felizmente hubiese estado cerca de ti
Habríamos hablado de amor de una forma imprecisa
Casi siempre en francés
Y perdidamente colgada de mi brazo
Me habrías escuchado hablarte de Pitágoras
Sin dejar de pensar también en el café que tomaríamos
Media hora más tarde.

Y el otoño habría sido parecido a este otoño


Que el agracejo y los pámpanos coronan
Y bruscamente a veces habría saludado con mucha reverencia
A nobles damas gordas y lánguidas

Lentamente hubiese bebido solo


En las largas veladas
El tokai espeso o la malvasía
Me habría puesto mi traje español
Para ir a la ruta por la cual
Llega en su vieja carroza
Mi abuela que se niega a comprender el alemán
Habría escrito versos llenos de mitología
Sobre tus senos la vida campestre y las damas
De los alrededores
Habría roto a menudo mi bastón
Sobre la espalda de un campesino

Me habría gustado oír música mientras comía


Jamón

Habría jurado en alemán, te lo juro


Cuando me sorprendieras besando en plena boca
A esta criada pelirroja

Me habrías perdonado en el bosque de los arándanos

Yo canturrearía un poco
Y luego habríamos escuchado largo rato los ruidos del crepúsculo.
Montparnasse
Oh puerta del hotel con sus dos plantas verdes
Verdes y que nunca
Florecerán
Dónde están mis frutos
En dónde me planté yo
Oh puerta del hotel un ángel hay ante ti
Repartiendo prospectos
Nunca tan bien se ha defendido a la virtud
Dadme para siempre un cuarto por semanas
Ángel barbudo eres en verdad
Un poeta lírico alemán
Que quiere conocer París
Conoces sus adoquines
Esas rayas sobre las cuales no se puede pisar
Y tú sueñas
Con pasar los domingos en Garches

El tiempo está pesado y tus cabellos largos


Oh pequeño poeta un poco tonto y demasiado rubio
Tus ojos se parecen tanto a esos dos grandes globos
Que flotan en el aire puro
A la aventura
Onirocrítica[6]
Las ascuas del ciclo estaban tan próximas que yo temía su ardor. Estaba a
punto de quemarme. Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades
del hombre y de la mujer. Dos animales disparejos se acoplaban acodaban
emparrados que soportaban el peso de racimos de lunas. De la garganta del
mono salieron llamas que flordelisaron el Mundo. Entre los mirtos
blanqueaba un armiño. Le preguntamos la razón del falso invierno. Me
tragué atezados rebaños. Orkenise apareció en el horizonte. Nos dirigimos
hacia esa ciudad, recordando con nostalgia los vallecitos donde los
manzanos cantaban, silbaban y rugían. Pero el canto de los campos
cultivados era maravilloso:

Por las puertas de Orkenise


Quiere entrar un carretero.
Por las puertas de Orkenise
Quiere salir un pordiosero.

Y los guardias de la villa


Corriendo tras el pordiosero:
«—¿Qué te llevas de la villa?»
«—Dejo allí mi corazón entero».

Y los guardias de la villa


Corriendo tras el carretero:
«—¿Qué traes a la villa?»
«—Mi corazón para casarme».
¡Hay muchos corazones en Orkenise!
Los guardias reían, reían,
La ruta es gris pordiosero,
El amor gris, carretero.

Los bellos guardas de la villa


Tejían diestramente.
Y las puertas de Orkenise
Se cerraron lentamente.

Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de la


mujer. El cielo amamantaba a sus gatos. Advertí entonces manchas
carmesíes sobre mi mano. Hacia la mañana los piratas anclaron nueve naves
en el puerto. Los monarcas se divertían. Y las mujeres no querían llorar
ningún muerto; preferían a los viejos reyes, más vigorosos en el amor que
los perros viejos. Un sacrificador deseó ser inmolado en lugar de la víctima.
Le abrieron el vientre. Vi en él cuatro I, cuatro O, cuatro D. Nos sirvieron
carne fresca y yo crecí súbitamente después de haber comido. Monos
semejantes a sus árboles violaban antiguas tumbas. Llamé a uno de esos
animales sobre el que brotaban hojas de laurel. Me trajo una cabeza hecha
de una sola perla. La tomé en mis brazos y la interrogué después de haberla
amenazado con arrojarla al mar si no me respondía. Esa perla era ignorante
y el mar se la tragó.
Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de
la mujer. Dos animales disparejos se amaban. Sin embargo, sólo los reyes
no morían de esa risa y veinte sastres ciegos vinieron con el fin de cortar y
coser un velo destinado a cubrir la sardónica. Yo mismo les dirigía, a
reculones. Por la tarde, los árboles emprendieron el vuelo, los monos se
quedaron inmóviles y yo me vi centuplicado. El tropel que yo era se sentó
al borde del mar. Grandes naves de oro pasaban por el horizonte. Y cuando
se hizo completamente de noche, cien llamas vinieron a mi encuentro.
Procreé cien hijos varones cuyas nodrizas fueron la Luna y la colina. Los
niños amaron a los reyes sin huesos que eran agitados en los balcones.
Llegado al borde de un río, lo tomé con ambas manos y lo blandí. Esta
espada apagó mi sed. Y la fuente lánguida me advirtió que si yo detenía el
Sol lo vería, en realidad cuadrado. Centuplicado, yo nadaba hacia un
archipiélago. Cien marineros me acogieron y, después de llevarme a un
palacio, me mataron noventa y nueve veces. Estallé de risa en ese momento
y bailé mientras ellos lloraban. Bailaba a cuatro patas. Los marineros no
osaban moverse porque yo tenía el aspecto pavoroso de un león.
A cuatro patas, a cuatro patas.
Mis brazos y mis piernas se parecían y mis ojos multiplicados me
coronaban atentamente. Me volví a levantar después para bailar como las
manos y las hojas.
Yo usaba guantes. Los isleños me llevaron a sus huertos para que
cogiera frutos semejantes a mujeres. Y la isla, a la deriva, fue a colmar un
golfo donde surgieron, seguido, de la arena árboles rojos. Un animal blando
cubierto de plumas blancas cantaba inefablemente y todo un pueblo le
admiraba sin cansarse. Volví a encontrar en el suelo la cabeza hecha de una
sola perla que lloraba. Blandí el río y la multitud se dispersó. Algunos
ancianos comían apio e, inmortales, no sufrían más que los muertos. Me
sentí libre, libre como una flor en su estación. El Sol no era más libre que
un fruto maduro. Un rebaño de árboles pacía estrellas invisibles y la aurora
daba la mano a la tormenta. Entre los mirtos se sufría la influencia de la
sombra. Todo un pueblo hacinado en un lagar sangraba cantando. Del licor
que salía del lagar nacieron hombres. Blandían otros ríos que se
entrechocaban con un ruido argentino. Las sombras salieron de los mirtos y
se fueron a los jardincillos regados por un surtidor de ojos de hombres y de
animales. El más bello de los hombres me cogió por la garganta, pero
conseguí derribarle. De rodillas, me mostró sus dientes. Los toqué. Salieron
sonidos que se transformaron en serpientes del color de las castañas y su
lengua se llamaba Santa Fabeau. Desenterraron una raíz transparente y
comieron de ella. Era tan gruesa como un nabo.
Y mi río en reposo los inundó sin ahogarlos.
El cielo estaba lleno de heces y de cebollas. Yo maldecía a los astros
indignos cuya claridad manaba sobre la Tierra. Ninguna criatura viviente
aparecía ya. Pero los cantos se elevaban por todas partes, visité ciudades
vacías y chozas abandonadas. Recogí las coronas de todos los reyes e hice
con ellas al ministro inmóvil del Mundo locuaz. Naves de oro, sin
marineros, pasaban por el horizonte. Sombras gigantescas se perfilaban
sobre las velas lejanas. Varios siglos me separaban de esas sombras. Me
desesperaba. Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del
hombre y de la mujer. Sombras disparejas ensombrecían con su amor
escarlata los velámenes, mientras mis ojos se multiplicaban en los ríos, en
las ciudades y en la nieve de las montañas.
Poemas a Lou
Una unión breve y ardiente, llena de exageración y de libertad, una
separación que no excluye, según André Rouveyre, «las confidencias
ilimitadas de una confianza y de una amistad cínicas, en las que ninguna de
sus eventuales aventuras pasionales quedaría en secreto entre ellos, sino al
contrario, aportaría a uno y a otro un nihilismo sentimental cada vez más
acusado, y una irritación cada vez más ardiente». Hoy nos suena todo esto
demasiado trágico y superado. El caso es que esto es lo que se manifiesta a
través de la correspondencia epistolar de Apollinaire con Louise de
Coligny-Chatillon —Lou—, de donde están extraídos estos poemas. Una
sensibilidad exasperada por la vida del soldado en campaña, que sólo
encuentra una fugaz satisfacción en la imaginación, ése es el clima de estos
poemas, poemas de un amor ardiente, apasionado y un tanto neurótico,
poemas también de su existencia militar, primero en el cuartel y después en
el frente.
Apollinaire conocía su valor: «Mis mejores poemas desde la guerra»,
escribía a Louise Faure-Favier, en junio de 1915.
Lou hoy quiero hablarte
Lou hoy quiero hablarte otra vez del Amor
Que sube en mi corazón como el Sol en el día
Sol que agita sus rayos como látigos
Para activar nuestras almas y unirlas
Mi amor es sólo tu felicidad
Y sólo tu dicha es mi voluntad
Tu amor debe ser apasionado de dolor
Mi voluntad se confunde con tu deseo y tu belleza
¡Ah! ¡Ah! Otra vez te veo desnuda ante mí
Adorada cautiva tú la última venida
Tus senos tienen el gusto pálido de los kakis y de los higos de la
barbarie
Caderas dulces frutos yo los amo querida

La espuma del mar de la que nació la diosa


Evoca a la que nace de mi caricia
Si caminas Esplendor tus ojos tienen el brillo
De un sable de dulce mirada presto a teñirse de sangre
Si te acuestas Dulzura te conviertes en mi orgía
Y en el sabroso plato de nuestra liturgia
Si te curvas Ardor como una llama al viento
Las quemaduras nunca son decepcionantes
Ardo en tu llama y soy de tu amor
El fénix que muere y renace cada día
Cada día
Mi amor
Va hacia ti querida
Como un tranvía
Y rechina y grita

Sobre los rieles por donde paso


La noche me envía sus violetas
Recíbelas yo te las mando
El Sol ha muerto dulcemente
Como murió el antiguo romance
De nuestros falsos amores pasados
Las violetas están trenzadas
Si de oro te coronase el día
De guirnaldas lo haría la noche
Porque me has hablado de vicio
Me has hablado de vicio en tu carta de ayer
El vicio no entra en los amores sublimes
No es más que un grano de arena en el mar
Un solo grano descendiendo en los glaucos abismos

Podemos hacer que funcione la imaginación


Hacer danzar a nuestros sentidos sobre los despojos del Mundo
Enervarnos hasta la exasperación
O revolcar nuestros cuerpos en un fango inmundo

Y unidos el uno al otro en un único abrazo


Podemos desafiar a la muerte y su destino
Cuando nuestros dientes crujan en un crujido de pánico
Podemos llamar tarde a lo que se llama mañana

Tú puedes deificar mi voluntad salvaje


Yo puedo prosternarme como ante un altar
Ante tu grupa que ensangrentará mi rabia
Nuestros amores seguirán puros como un cielo azul

Qué importa si agotados, mudos, con la boca abierta


Como dos cañones caídos de su soporte
Rotos de tanto amar nuestros cuerpos queden inermes
Nuestro amor seguirá siendo siempre lo que fue

Corazón mío ennoblezcamos la imaginación


Frecuentemente la humanidad carece de ella
En todo esto el vicio no es sino una ilusión
Que sólo engaña a las almas vulgares
3 de febrero de 1915
Fantasía sobre tu llegada
Lou mi Corazón mi Adorada
Daría más de diez años
Por tu cabellera dorada
Por tus vacilantes miradas
Por tus mechones de ámbar

Más preciosa aún


Que aquella que conocía el camino
De la gran ruta de Catay
Que recorrió entera Alejandro
Circe a quien Jasón con el látigo azotaba

La azotaba con ramas


De sauce de laurel o de olivo
La soberana movía las caderas
No esperando ya piedad
Para sus blancas nalgas

Lo que Jasón hizo a la reina


Por sus juegos de hechicería
Por su magia y su veneno
Te lo haré yo a ti querida
Cuando solos estemos en la casa

Y te haré más todavía


El amor la schlague e (y) cétera
Habrá un culo negro como un moro
Cuando llegue mi bella amante
Ven oh Lou a quien adoro

En el cuarto del placer


Adonde iré a buscarte en Nimes
Mientras nos tomemos el té
Durante las pocas horas íntimas
En las que me hará bello tu belleza

Haremos cien mil tonterías


A pesar de la guerra y sus males
Nos daremos bellas sorpresas
Los árboles en flor los ramales
Pascuas las primeras cerezas

Leeremos en el mismo lecho


En el libro mismo de tu cuerpo
—Es un libro que se lee en el lecho—
Leeremos el delicioso poema
De las gracias de tu lindo cuerpo

Pasaremos dulces domingos


Más dulces que el chocolate
Los dos jugando al juego de caderas
Por la tarde yo estaré raplaplá
Y tú pálida con los labios blancos

Un mes después te irás


La noche cubrirá la Tierra
En vano tenderé mis brazos
Oh maga del misterio
Desaparecerás Circe mía

Dónde irás hermosa mía


A París a Suiza o bien
Cerca de mi melancolía
Esa ola mediterránea
Que nunca nunca se olvida

Entonces sonarán sonarán


Las trompetas de artillería
Y nos iremos emos emos
Pequeña petiqueña querida
Hacia lo que llaman el Frente

Allí haré muchas proezas


Como hacen los demás soldados
En honor de tus bonitas nalgas
De tus suaves ojos indecisos
Y de tus divinas caricias

Pero esperando eso te espero


Espero tus ojos tu cuello tu grupa
Que no espere demasiado
La bella tropa de tus bellezas
Amiga mía de hermosos senos palpitantes

Vente ya pues te amo


Lo canto en todos los tonos
Cielo nuboso pálida noche
La Luna camina tanteando
Hay una abeja en la crema
4 de febrero de 1915
Linda extraña criatura amada
Linda extraña criatura amada
Veo tus dulces y lánguidos ojos
Morir poco a poco como un tren que entra en la estación
Veo tus senos tus pequeños senos de pezones rosados
Como esas perlas de Formosa
Que vendí en Niza antes de partir hacia Nímes
Veo tu andar ritmado de Salomé más caprichoso
Que el de la bailarina que hizo cortar la cabeza al Bautista
Tu andar ritmado como un acto de amor

Y que en el hospital auxiliar donde en Niza


Cuidabas a los heridos
Te ganó el justo apodo de la chalupa
Veo tus saltos de carpa con la grupa al aire
Cuando bajo los taburetes bailabas una especie de kolo
Esa danza nacional de Servia

Linda extraña criatura amada


Siento tu ligero y dulce olor de violeta
Siento el casi imperceptible olor de lirio de tus axilas
Siento el aroma de flor de castaño que el misterio de tus piernas
Propaga en el momento de la voluptuosidad
Perfume casi nulo y que sólo el olfato de un amante
Puede apenas percibir
Siento el perfume de rosa rosa muy suave y lejana
Que te precede y te sigue mi rosa
Linda y extraña criatura amada
Acarició la curva singular de tus caderas
Sigo con los dedos esas curvas que te han hecho
Como una estatua griega anterior a Praxiteles
Y casi como una Eva de las catedrales
Toco también la pequeña eminencia tan sensible
Que es tu vida misma en grado supremo
Cuando actúa aniquila tu voluntad entera
Es como el fuego en el bosque
Te vuelve como un rebaño enfermo
Te vuelve como un hospicio de locas
Donde el director y el médico jefe se volverían
También dementes
Te vuelve como un tranquilo canal que bruscamente se transforma
En un mar furioso y espumoso
Te vuelve como un jabón suave y perfumado
Que espumea de súbito en las manos de quien se lava

Linda extraña criatura amada


Saboreo tu boca tu boca helado de rosa
La saboreo dulcemente
Como un califa esperando con desprecio a los cruzados
Saboreo tu lengua como si fuese un pedazo de pulpo
Que se adhiere a ti con todas las fuerzas de sus ventosas
Saboreo tu aliento más exquisito que el humo
Tierno y azulado de la corteza de abedul
O de un cigarrillo de Néstor Gianaklis
O ese humo sagrado tan azul
Y que no se nombra

Linda extraña criatura amada


Oigo tu voz que me recuerda
Un concierto de cuerda dulzainas oboes flautas
Clarinetes trompas inglesas
Lejano concierto infinitamente variado
A veces te burlas y hay que reírse
Oh querida
Y si hablas lindamente
Es como el concierto de los ángeles
Y si hablas tristemente es como una diablesa
Que se queja
De amar en vano a un joven santo tan hermoso
Ante su nimbo rojo
Y que baja lentamente los ojos
Con las manos juntas
Que sostienen como una vara cruel
La palma del martirio

Linda extraña criatura amada


De este modo los cinco sentidos contribuyen a crearte de nuevo

Ante mí
Aunque estés ausente y tan lejana
Oh prestigiosa
Oh mi amada milagrosa
Mis cinco sentidos te fotografían en colores
Y estás allí toda entera
Bella
Zalamera
Y tan voluptuosa
Linda paloma graciosa paloma
Cielo cambiante oh Lou oh Lou
Mi adorada
Querida querida bienamada
Estás allí
Y te tomo por entera
Mi boca en tu boca
Como antes
Linda extraña criatura amada
Lou mi estrella
La estrella llamada Lou es tan bella tan voluptuosa como una linda
chica viciosa
Está sentada en un meteoro preparado como un automóvil de lujo
Alrededor de ella se encuentran las otras estrellas sus amigas
Alrededor del automóvil estelas se extiende el Infinito etéreo
Los rutilantes planetas aparecen uno tras otro como diosas calipigias
sobre el horizonte
La Vía Láctea sube como una polvareda detrás
Del automóvil meteoro
Guirnaldas de astros decoran el Infinito
El meteoro automóvil lujoso y arquitectural
Como un palacio
Está subido en un bólido enorme que resuena a través de los cielos que
surca con relámpagos
Multicolores y duraderos como maravillosos fuegos artificiales
Y dulces como besos eternos
Y rayos de Sol sombrean
Como hermosos árboles
Primaverales
Al diáfano camino
Oh Lou estrella llamada Lou la más bella de las estrellas
Oh reina de las estrellas
Tu reino se extiende por llanuras animadas de como los pájaros
En llanuras movedizas como un regimiento
De infantería nómada
Estrella Lou bello seno de nieve rosada
Pequeño y exquisito pezón de la dulce noche
Delicioso clítoris de la perfumada brisa de antes del alba
Los otros astros son ridículos y son tus bufones
Representan para ti comedias
Fantasmagóricas
Hacen locuras para que la estrella llamada Lou no se aburra
Y a veces las noches son mortales
La estrella llamada Lou
Atraviesa praderas de asfódelos
Y fantasmas infieles
Llueven en los abismos a su alrededor
Pero esta noche es tan bella
Yo sólo veo a la estrella que amo
Ella es el esplendor del firmamento
Y sólo la veo a ella
Es un agujerito delicioso en las nalgas de las nubes
Es la estrella de las Estrellas
Es la estrella del Amor
Oh noche oh noche dura siempre
Pero he aquí
Las gavillas de obuses deshechos
Que me ocultan
A mi estrella
Bajo los ojos hacia las tinieblas de mi bosque
Y mi inteligencia amorosa
Se hace pájaro
Para ir de nuevo a ver más alto más alto
Siempre más alto
Ese corazoncito azulado
Que es mi estrella llamada Lou
Mi dulce estrella que hace vibrar el cielo
Con palabras de amor exquisito
Que llegan en lentos aires dolientes que corresponden
Matiz tras matiz a cada cosa que pienso
Estrella Lou hazme subir hacia ti
Tómame en tu esplendor
Que quede deslumbrado y casi espantado
Que el horizonte desaparezca
Que todos los astros crezcan
Y por último hazme penetrar en tu Paraíso
Que experimente una sensación
De inefable bienestar
Que absorba con todo mi cuerpo y toda mi alma
Tu luz exquisita
Oh Paraíso mío
Poemas a Madeleine
En abril de 1915, Apollinaire escribió por primera vez a Madeleine Pages,
una joven de Oran que encontró en el tren de Niza a Marsella tres meses
antes. El tono de amabilidad y de gentileza de su correspondencia derivará
pronto hacia la intimidad y el apasionamiento. Guillaume escribe casi todos
los días a Madeleine; en agosto sería aceptado por la señora Pages como el
novio de su hija. Pasó unas cortas vacaciones en Oran, del 26 de diciembre
de 1915 al 9 de enero de 1916, pero a pesar de los deseos manifestados con
anterioridad, no se casó con Madeleine. Después de ser herido, en marzo de
1916, y de la trepanación subsiguiente, apenas volvió a escribirle y sus
relaciones se rompieron. No sabemos las razones de este rompimiento
rápido e inesperado. A las casi doscientas cartas que Apollinaire le envió en
poco más de un año, según su costumbre, el poeta añadía casi siempre sus
versos. Son tanto poemas que quiere enseñar a Madeleine o que le pide que
conserve hasta el fin de la guerra, como poemas originales en los que le
expresa su amor; entre estos últimos, han aparecido en Caligramas con
modificaciones a veces importantes; otros, entre los más apasionados, como
los poemas secretos, no formaron parte de ninguna recopilación hecha por
Apollinaire.
No se trata aquí de una poesía epistolar fácil y divertida como la que
dirigía a sus amigos, sino de una emocionante serie de «poemas de amor y
de guerra».
Las nueve puertas de tu cuerpo
Este poema es sólo para ti Madeleine
Es uno de los primeros poemas de nuestro deseo
Es nuestro primer poema secreto oh tú a quien amo
El día es dulce y la guerra es tan dulce
Si fuese preciso morir

Tú lo ignoras virgen mía en tu cuerpo hay nueve puertas


Yo conozco siete y dos tengo ignoradas
He asaltado cuatro por ellas he entrado no esperes ya que salga
Pues he entrado en ti por tus estrellados ojos
Y por tus orejas con las Palabras que gobierno y que son mi escolta

Ojo derecho de mi amor primera puerta de mi amor


Que había bajado la cortina de su párpado
Tus pestañas colocadas delante como los soldados negros pintados en
un vaso griego cortina pesada
De terciopelo
Que ocultaba tu mirada clara
Y pesada
Como nuestro amor

Ojo izquierdo de mi amor segunda puerta de mi amor


Semejante a su amiga y casta y pesada de amor como él
Oh puerta que llevas a tu corazón mi imagen y mi sonrisa que brilla
Como una estrella semejante a tus adorados ojos
Doble puerta de tu mirada te adoro
Oreja derecha de mi amor tercera puerta
Tomándote llegué a abrir completamente las dos primeras puertas
Oreja puerta de mi voz que te ha persuadido
Te amo a ti que diste un sentido a la Imagen gracias a la Idea

Y a ti también oreja izquierda que de las puertas de mi amor eres la


cuarta
Oh vosotras orejas de mi amor yo os bendigo
Puertas que os abristeis a mi voz
Como las rosas se abren a las caricias de la primavera
Por vosotras mi voz y mi orden
Penetran en todo el cuerpo de Madeleine
En él entro hombre completo y también poema completo
Poema de su deseo que hace que yo también me ame

Ventana izquierda de tu nariz quinta puerta de mi amor y de nuestros


deseos
Por ella entraré en el cuerpo de mi amor
Entraré sutil con mi olor de hombre
El olor de mi deseo
El acre perfume viril que embriagará a Madeleine

Ventana derecha sexta puerta de mi amor y de nuestra pasión


Tú que sentirás como tu vecina el olor de mi placer
Y nuestro olor mezclado más intenso y más exquisito que una
primavera en flor
Doble puerta de las narices de mi amor te adoro a ti que prometes tantos
placeres sutiles
Tomados del arte de los vapores y las fragancias

Boca de Madeleine séptima puerta de mi amor


Te he visto oh puerta roja abismo de mi deseo
Y los soldados que ahí se encuentran muertos de amor me han gritado
que se rinden
Oh puerta roja y tierna

Oh Madeleine hay aún dos puertas


Que no conozco
Dos puertas de tu cuerpo
Misteriosas

Octava puerta de la gran belleza de mi amor


Oh ignorancia mía semejante a soldados ciegos entre los caballos de
Frisia bajo la Luna liquida de Flandes en agonía
O más bien como un explorador que muere de hambre de sed y de amor
en
Una selva virgen
Más sombría que el Erebo
Más sagrada que la de Dodona
Y que deja adivinar una fuente más fresca que la de Castalia
Pero mi amor encontrará allí un templo
Y tras haber ensangrentado el atrio donde vela el encantador monstruo
de la inocencia
Descubriré y haré brotar allí el más ardiente géiser del Mundo
Oh mi amor mi Madeleine
Ya soy el dueño de la octava puerta

Y tú novena puerta aún más misteriosa


Que te abres entre dos montañas de perlas
Tú más misteriosa aún que las demás
Puerta de los sortilegios de los que no se osa hablar
Tú también me perteneces
Suprema puerta
A mí que llevo
La llave suprema
De las nueve puertas

Oh puertas abríos a mi voz


Yo soy el dueño de la llave
El segundo poema secreto
La noche la dulce noche es hoy tan calma que sólo se oyen unos pocos
estallidos
Pienso en ti mi pantera muy pantera sí porque eres para mí todo lo
animado
Pero pantera qué digo no tú eres Pan mismo bajo su aspecto de hembra
Tú eres la imagen hembra del Universo viviente es decir eres toda la
gracia toda la belleza del Mundo
Eres aún más eres el Mundo mismo el Universo admirable según la
norma de la gracia y de la belleza
Y aún más amor mío por ti el Mundo tiene esta gracia y esta belleza que
son tuyas
Oh amada mía Deidad amada y valiente inteligencia del Universo que
me está reservada como tú me estás reservada
Y tu alma posee todas las bellezas de tu cuerpo pues gracias a tu cuerpo
me han sido al punto accesibles las bellezas de tu alma
Tu rostro las resume todas e imagino a las demás una a una y siempre
nuevas
Así me serán siempre nuevas y siempre siempre más bellas
Tu cabellera por negra que sea es la luz misma difundida en rayos tan
deslumbrantes que mis ojos no pudiéndola soportar la ven negra
Racimos de uvas negras collares de escorpiones nacidos al Sol africano
amados nidos de culebras
Qué otra cosa puedo hacer sino cantar hoy esta adorable vegetación del
Universo que eres tú Madeleine
Qué otra cosa puedo hacer sino cantar a tus bosques yo que vivo en el
bosque
Arco doble de las cejas maravillosa escritura cejas que contenéis todos
los signos en vuestra forma
Parterre de un césped donde el amor se aterra como un claro de Luna
Mis deseos como interrogadores rebaños recorren estas rimas para
descifrarlas
Escritura vegetal donde leo las frases más bellas de nuestra vida
Madeleine
Y vosotras pestañas cañas que os reflejáis en el agua profunda y clara de
sus miradas
Cañas discretas pero más elocuentes que los pensadores humanos oh
pestañas pensadores inclinados por encima de los abismos
Pestañas soldados inmóviles que veláis en torno a los preciosos
embudos que es preciso conquistar
Bellas pestañas antagonistas antenas del placer flechas de la
voluptuosidad
Pestañas ángeles negros que adoráis sin cesar a la divinidad que se
esconde es el refugio misterioso de tu vista mi amor
Oh espesura de las axilas turbadoras plantas de los cálidos invernaderos
de nuestro recíproco amor
Plantas de todos los adorables perfumes que destila tu sagrado cuerpo
Estalactitas de las umbrías grutas donde mi imaginación vaga con
delicias
Espesuras no sois la cicuta que provoca la risa sardónica y causa la
muerte
Sois el eléboro que enloquece sois la vainilla que trepa y cuyo perfume
es tan dulce
Axilas cuyo musgo retiene para exhalarlos los más dulces aromas de
todas las primaveras
Y tú vellón de cordero negro que será inmolado al delicioso dios de
nuestro amor
Vellón insolente y tan hermoso que hace aumentar divinamente tu
desnudez como Genoveva de Brabante en el bosque
Riente barba del dios frívolo y tan graciosamente viril que es el dios del
gran placer
Oh vellón triángulo isósceles eres la divinidad misma en tres lados
espesa innumerable como ella
Oh jardín del adorable amor
Oh jardín submarino de algas de corales y de erizos y de arborescentes
deseos
Sí bosque de los deseos que crece sin cesar en los abismos y más que el
empíreo
Poemas recobrados
Una parte de los mismos fue recopilada por el propio poeta: el resto lo fue
después de su muerte.
Velando
Pipas de noche pipas del día
Todo el opio oh cabelleras
Los morenos cabellos de mi amor
Y esta lentitud mientras espero
El despertar de los monstruos uno tras otro
Encuentro
Viajero mezcla en tu vida el orgullo y la bondad
Supera al enemigo y bebe a su salud

Honra a tu herramienta sin dejarla inerte


Rómpela por amor cuando te pierdas

Y desprecia esto Gozar sin llorar


La viña sin embriaguez y el campo sin cizaña
Inscripción para la tumba del pintor Rousseau
aduanero
Amable Rousseau tú nos entiendes
Te saludamos
Delaunay su mujer el señor Queval y yo
Deja pasar nuestras maletas sin registros en la puerta del cielo
Te traeremos pinceles de colores telas
Para que tus sagrados ocios en la luz real
Los consagres a pintar como cuando hiciste mi retrato
La cara de las estrellas
Te acuerdas Rousseau
Te acuerdas, Rousseau, del paisaje azteca,
De los bosques donde crecían el mango y la pina,
De los monos desparramando toda la sangre de las sandías
Y del rubio emperador que fusilaron allí.

Los cuadros que pintas, los viste en México,


Un sol rojo adornaba el frente de los bananos,
Y tú, valeroso soldado, cambiaste tu túnica
Por la pelliza azul de los valientes aduaneros.

La desgracia se cebó en tu progenitura


Perdiste a tus hijos y también a tu mujer
Y te casaste de nuevo pero con la pintura
Para hacer tus cuadros, hijos de tu espíritu.

Nos hemos reunido para celebrar tu gloria,


Estos vinos que en tu honor nos sirve Picasso,
Los bebemos porque es la hora de beberlos
Gritando todos a coro: «¡Viva! ¡Viva Rousseau!»

Oh pintor glorioso del alma República


Tu nombre es la bandera de los orgullosos Independientes
Y en el blanco mármol, salido del Pentélico,
Se esculpirá tu faz, orgullo de nuestro tiempo.

Pues ¡ea! levantémonos y choquemos nuestros vasos


Y que renazca aquí la alegría francesa;
¡Atrás, negras preocupaciones, huid frentes severas,
Bebo por mi Rousseau, bebo a su salud!
La comida
Sólo están la madre y los dos hijos
Todo está soleado
La mesa es redonda
Detrás de la silla donde se sienta la madre
Está la ventana
Por donde se ve el mar
Brillar bajo el Sol
Los cabos con sombríos ramajes de pinos y olivos
Y más cerca las quintas con techos rojos
Con techos rojos donde humean las chimeneas
Pues es la hora de la comida
Todo está soleado
Y sobre el mantel helado
La criada atareada
Pone un humeante plato
La comida no es una acción vil
Y todos los hombres deberían tener pan
La madre y los dos hijos comen y hablan
Y cantos de alegría acompañan la comida
Los alegres ruidos de cubiertos y platos
Y el claro sonido de los vasos
Por la ventana abierta llegan los cantos de los pájaros
En los naranjos
Y de la cocina llega
La viva canción de la mantequilla en el fuego
Un rayo de Sol atraviesa un vaso casi lleno de vino mezclado con agua
Oh el bello rubí que hacen el vino rojo y el Sol
Cuando el hambre está calmada
Los frutos alegres y perfumados
Terminan la comida
Todos se levantan alegres y adoran la vida
Sin desprecio por lo material
Pensando que las comidas son hermosas y sagradas
Porque hacen vivir a los hombres
El asesino
Cada mañana al levantarme
Una mujer se yergue ante mí
Se parece a todo lo que ayer
Vi del Universo

El día anterior penetré


En esta cabellera
Bosque profundo bosque obscuro
Donde crecen y se entrelazan
Las ramas de mis pensamientos
Y en las fábricas del rostro
Oh mi enemigo matinal
Se fundían y formaban ayer
Todos los metales de mis palabras

Y en sus puños que la defienden


Masas despiadadas de fundición
Reconozco reconozco
Los martinetes
De mi voluntad
El viento sopla
El viento sopla en la Isla.
Ha llovido, la hierba húmeda
Hija de aquella que él cogía soñador
Toma un gran velo rojo de hojas muertas ante
La triste tumba vacía de Jean-Jacques Rousseau
La noche desciende
La noche desciende como una humareda abatida
Estoy triste esta tarde que el frío hace triste
Los soldados cantan una vez más antes de subir

Y los que morirán mañana cantan igual que niños


Otros con el rostro serio deshojan ensaladas
Espero nuevos piojos y nuevas alertas
Espero todo el valor necesario para cumplir con el deber
Espero la banqueta de tiro
Espero el rancho nocturno
Espero que suba hasta mí la sencillez de mis granaderos
Espero el grog
Que nos calienta
En las trincheras
La noche desciende como una humareda aplastada
Las liebres corretean en los barbechos

La noche desciende como un arrodillamiento


Y los que mañana morirán se arrodillan
Humildemente
La sombra es dulce sobre la nieve
La noche desciende sin sonrisa
Sombra de los tiempos que precede y persigue al futuro
Poemas diversos
Cielo azul
Ah mi cielo azul los sueños se deshojan
Y caen junto a flores que se pudren
Sueño mientras me adormilo
Con astros apagados con tigres cobardes

No todas las rosas son rosas


No todos los sauces son llorones
Pues yo conozco puertas nunca cerradas
Y Héroes que siempre tienen miedo

Todo lo que decimos es mentira


Y ya no creo en los desmayos
Los ojos son semejantes a esponjas
Se oprime se llora y Todo es Razón.
Si se me dejara hacer
Oh tiempo oh único camino de un punto a otro
Si me dejaras hacer habría cambiado pronto
El corazón de los hombres y por todas partes habría sólo
Cosas bellas

En vez de frentes curvadas en vez de penitencias


En vez de desespero y de oraciones habría en todas partes
Relicarios copones y custodias
Brillantes en el fondo de los sueños como esas
Divinidades antiguas cuyo papel poético
Está a punto de acabarse

Si se me dejara hacer compraría


Los pájaros cautivos para devolverles la libertad
Los vería con una alegría pura
Tomar el vuelo y ni siquiera tener la idea
De una virtud llamada agradecimiento
A menos que eso no sea gratitud
Color del tiempo

Drama en tres actos y en verso


La obra teatral de Apollinaire se reduce a dos dramas y una comedia ligera.
El primero, La tetas de Tiresias, al que calificó precursoramente como
«drama surrealista», provocó una gran polémica en relación tanto a la forma
(«acabar con el odioso realismo», decía Apollinaire) como al contenido. Se
resaltó la contradicción entre el estilo vanguardista de la obra y la lección
moral que parece desarrollar. Quizás aquí empezó ya la compleja polémica
que años más tarde adquiriría toda su virulencia con el surgimiento del
surrealismo.
Color del tiempo, la obra que recogemos en esta selección, estrenada
pocos días después de la muerte del poeta, levantó no menos polémica que
la anterior. Entre sus admiradores y detractores se desencadenó una
verdadera guerra de comunicados de prensa, declaraciones y tomas de
postura, tanto estéticas como personales. En esta obra simbólica y
filosófica, centrada en el tema de la guerra y la paz, llega a conclusiones
pesimistas que son reflejo del estado anímico que en aquel tiempo
dominaba al poeta.
Personajes

Nyctor
Ansaldin de Roulpe
Van Diemen
El solitario
Mavise
Madame Giraume
Una mujer en el témpano de hielo
Voz de los muertos y de los vivos
Voz de los dioses

En 1918
Acto Primero

Escena 1

(Una plaza pública en la capital de un país que goza de paz).


Nyctor, Ansaldin, Van Diemen

Ansaldin
(Entra seguido por sus compañeros, a los que quiere llevar consigo,
mientras Nyctor hace ademán de no querer seguirle).
Por aquí por aquí venid ya
Nuestro avión está presto para volar

Van Diemen
Hermosas noches de la ciudad natal
Sólo en este momento
Siento toda vuestra dulzura

Ansaldin
Veréis será maravilloso
Nuestro viaje se anuncia bueno
Van Diemen
Aquí es donde he vivido y amado
Aquí es donde me he enriquecido

Ansaldin
Creo que ya es hora de marchar
Pues pronto el reino de la muerte
Llegará hasta aquí

Nyctor
Dejadme
Partid si es lo que queréis hacer
Pero yo me quedo
Sí La muerte reina
Pero a pesar de todo
Nuestra patria
No pertenece
A esos reinos
Donde se goza en paz de la vida
Y donde en paz se muere todavía

Ansaldin
Venid lo discutiremos después
Rápido

Nyctor
No es acaso más peligroso aún
Ir a coger la rosa azul
En los grandes jardines aéreos

Ansaldin
Venid pronto ya es tiempo de partir
La muerte llega quién no encuentra justo
Que alguien vosotros vosotros o yo
Escape a su dominación
Aún hay tiempo de partir
Pronto se vera saltar a la muerte
Sí saltará hasta aquí
Como un tigre hambriento en medio
De un perdido tropel de cautivos
Venid pronto AI sur al este y al norte
Corre la sangre de los contendientes
Y sus sombras grandes y atroces
Obscurecerán pronto el horizonte
Al oeste se encuentra el inseguro mar
Que surcan peces nuevos
En fin por encima de nuestras cabezas
Planean pájaros de metal y de madera
Amenazantes tenemos que partir
(Trata de arrastrarlos)

Nyctor
Partid si queréis yo me quedo
Pues no se debe nunca desertar

Van Diemen
Desertar la palabra es un poco fuerte
No tenemos acaso el derecho de partir
Nuestro país goza de paz
Además el ministro me ha dado
Pasaportes y autorizaciones
En fin todo lo necesario

Nyctor
Pero pueden necesitarnos
Y un presentimiento me dice
Que al partir vamos a la muerte

Ansaldin
A la vida

Van Diemen
No sabemos adónde vamos

Ansaldin
A la vida lo juro Venid

Nyctor
Sólo pensáis en mi existencia
Gracias pero yo amo el peligro
Yo soy poeta y los poetas
Son el alma de la patria

Ansaldin
Venid

Nyctor
Platón los sitúa fuera de la República
Están por encima de las leyes y de la moral
Pero un privilegio tal comporta
Muy grandes obligaciones
Y sobre todo la de expresar
Todo aquello que los demás ciudadanos
Pueden sentir de sublime
Ésta es la razón por la que es preciso que me quede

Van Diemen
Entiendo todos tus escrúpulos
Pero he reflexionado sobre nuestra situación
Si partimos salvaremos con nosotros
El alma misma de nuestra patria
Como hizo Eneas dejando Troya
Y Roma nació fruto de esta partida
Una Roma nueva crece en nosotros
Por mí hubiese evitado este viaje
Ya soy viejo es por ti por quien yo parto
Para salvar a un sabio a un poeta
Y más que a ellos a su obra
Partid partid para salvar vuestra obra
Ella es vuestra patria salvadla
Pertenece a la humanidad
Sois responsable de ella partid

Nyctor
Me rindo en fin tú ganas Sea
(Llora)

Ansaldin
Apenas queda tiempo ya Vamos

Nyctor
Llegó el momento de marchar
Lo considero con angustia
Tres hombres para un mundo nuevo
El uno es rico lo que nos ha permitido
Preparar todo para este viaje
Adiós pues Mundo donde nada es gratuito
Representa todo el pasado este ricachón
El pasado es decir la muerte
El otro es un sabio a cuyos conocimientos
Daremos vida él es el presente
Es decir la vida y la lucha
Una cosa en definitiva muy burguesa
Y el cuerpo sí la realidad
El otro al viajar con las manos vacías
Llorará por siempre llorará
Como si todo hubiera fallecido
Como si el presente estuviera muerto
Pues es el porvenir este poeta
Es decir el temor gozoso
Menos que la muerte y más que la vida
El porvenir o lo que es igual el deseo
La belleza misma o la verdad

Ansaldin
Venid

Van Diemen
No habéis olvidado nada

Ansaldin
Todo está dispuesto

Nyctor
Adiós mi hermoso país

Ansaldin
Mi nuevo motor hará maravillas
Tenemos lo suficiente como para dar dos veces
La vuelta aérea al Mundo

Van Diemen
Bien

Nyctor
Y la noche se abre mágicamente
Como un porche abierto entremos pronto
En el palacio desconocido

Ansaldin
Venid

Van Diemen
Estás seguro de tu aparato

Ansaldin
No lo dudéis Vamos hay que partir

Van Diemen
Y ya sabrás orientarte

Ansaldin
Sí venid subid al aparato
Creo que la atmósfera es favorable

Escena 2
(Entre cielo y tierra)
Los mismos

Nyctor
El deseo infinito que nos eleva en el cielo
Me ordena cantar Y además qué dulzura
Olvido todo lo que no sea la suave dulzura
De este viaje aéreo y me parece
Que si cantase en este momento el himno del cielo
Tomaría en mi canto un placer tan noble
Que me detendría para oírlo vibrar
En el espacio Armonía Deslumbramiento dorado
Músicas celestes Resonancias de fuego
de una ardiente luz que llega en grandes oleadas
Las ondas de mi canto asedian al silencio
Al silencio infinito y a la inmovilidad
Pero qué dulzura
La tierra se hunde
El horizonte se eleva

Ansaldin
Se eleva a medida
Que nosotros nos elevamos

Nyctor
Y nubes doradas
Juguetean en torno nuestro
Como los delfines en torno a una carena

Van Diemen
Nyctor no te inclines tanto

Nyctor
Qué son esas huellas esas largas huellas
Que por todas partes marcan el suelo
Es ésta una región volcánica

Van Diemen
Nyctor Nyctor mira hacia el cielo

Nyctor
Déjame el espectáculo es punzante
Y descendamos a una altitud
Que me permita ver

Van Diemen
Aumentemos más bien la velocidad
Subamos más alto huyamos de esos pájaros
Que parecen querer perseguirnos
Nyctor
Persiguen a aquel avión de abajo

Ansaldin
Tened cuidado pues hay flores extrañas
Que brotan bruscamente junto a nosotros

Nyctor
Antes de dejar estas regiones
Quiero ver esos sitios desolados
Y quiero conocer desde el suelo
El peligro embriagador descendamos

Ansaldin
Eso sería una gran imprudencia

Nyctor
Cobardes tenéis miedo de la muerte

Ansaldin
Yo no temo a la muerte sin embargo
No quiero estar a su merced

Van Diemen
Ninguno de nosotros tiene miedo
Bien sea descendamos

Nyctor
La magia terrible
De esta ardiente lucha
Me retendrá abajo
Sólo unos instantes
Después romperé el encanto
Y partiremos de nuevo
Van Diemen
Está bien

Ansaldin
Descendemos

Escena 3
(Campo de batalla con cruces)
Madame Giraume, después Mavise

Madame Giraume
Aquí es donde ha tenido lugar la batalla
Él cayó herido en la cabeza
(Encuentra la cruz bajo la que reposa su hijo)
Hijo mío estás aquí bajo esta cruz
Aquí estás joya mía preciosa
Aquí estás mi fruto blanco y colorado
Es mi hijo es mi niño es él
Hijo ya no eres más que esta cruz
Hijo mío mi niño eres tú
Oh hermosa fuente rosada
Aquí estás apagada para siempre
Oh tú cuya fuente estaba en mí
Hijo mío mi niño eres tú
Duermes en tu púrpura imperial
Teñida de la sangre que yo te di
Oh hijo bello lirio salido de mi carne
Floración exquisita de mi corazón
Hijo mío hijo mío ahí estás pues muerto
En tu frente una boca nueva
Ríe de todo lo que esta tarde yo sufro
Habla bajo tierra boca nueva
Qué dices boca siempre abierta
Estás muda boca demasiado roja

Mavise
Su madre está junto a su tumba
Oh novio mío tan hermoso y tan fuerte
Tú que moriste vestido de azul
Un trozo de cielo enterrado
Era hábil y mañoso
Él era fuerte y yo instruida
Él el trabajo yo el pensamiento
La Vida y el Orden en una sola pareja
Él el trabajo y yo el pensamiento
Él era fuerte y yo instruida

Madame Giraume
Y qué pesado debe estar tu cuerpo
Cedo ya ante tu recuerdo
Oh hijo mío yo te llevaba en otro tiempo
Cuando apenas pesabas nada
Y ya no tengo leche para alimentar
Tu muerte como he alimentado tu vida

Mavise
Pero mi ciencia no puede
Hacer resucitar su fuerza
Quiero acostarme junto a él
Junto a él en mi vestido negro
Estaba azul como el día
Y yo estoy más triste que la noche

Madame Giraume
Habla hijo mío responde a tu madre
Es la voz que te enseñó a hablar

Mavise
Orgullo orgullo doblégate
Orgullo que no sabes ya sufrir
Desde que todo el Mundo sufre
Pero qué me importan los demás
Él está ahí muerto y azul como el cielo
Donde enrojecen las nubes de la tarde

Madame Giraume
He hecho gestiones increíbles
Para llegar a este lugar prohibido
Y aquí te encuentro muerto hijo mío querido
Qué han hecho de ti te han matado
Todos se han puesto en obra para matarte
Y ya que odiaban mi sangre
Por qué pues para apagar la fuente
No han tomado mi vida oh hijo mío
Por qué tu vida y no la mía

Mavise
Mi amor por ti contiene todo
Las grandes razones de tu muerte
Y este porvenir que nace de ella
Pero responde responde que me amas
Oh novio mío yo soy virgen
Pero toda tu sangre en mí reposa
Me has fecundado al morirte
Y siento en mí todo el porvenir
Madame Giraume
Qué voy a hacer ahora desgraciada de mí
Desolada asesinada llorosa
Escuchad mi hijo mi hijo ha muerto
Mi hijo un racimo de uvas
Al que se ha exprimido todo el vino
Y han bebido ese vino precioso
Están borrachos ved oíd
Están todos borrachos de ese vino
De ese vino mi sangre mi sangre roja

Mavise
Al fin estamos casados
Y el futuro es nuestro hijo
Aquí están los batallones salidos
De tu muerte de tu esperanza
Sabías cuánto te amaba yo
Beso el suelo de tu tumba
Como si besara tus labios
oh maravilla la tierra me ha devuelto el beso

Madame Giraume, Mavise, voces de vivos y muertos


(Juntos)
Madame Giraume
Oh hijo mío oh hijo mío más blanco que un lirio
Hijo mío hijo mío invierno de mi alma
Oh hijo mío hostia de la patria
Oh hijo dulzura y dolor inmensos
Responde responde niño mío
Responde responde niño mío

Mavise
Muerte oh muerte oh muerte viviente
Maravillosa y cruel muerte
Mis lágrimas sangre de mi espíritu
Bañan el suelo que me ha devuelto
Su supremo beso oh lágrimas
Manad para mí gran dolor
Y la tierra como un anillo
Te rodea oh mi novio hermoso
Es el anillo de los esponsales

Voces de los vivos y de los muertos


Es el crepúsculo del amor
Y qué importan qué importan los hombres
Qué importan los abejones en el enjambre
Qué importan gloria riqueza o amor
Y qué importan qué importan los hombres
Adiós adiós todo debe morir

Escena 4
Los mismos, Nyctor, Van Diemen, Ansaldin de Roulpe

Van Diemen
Hay mujeres por aquí

Nyctor
Se oyen gritos

Ansaldin
Esto es la estancia de la muerte
Van Diemen
Señoras este es un sitio malsano
No os quedéis aquí seguidnos

Madame Giraume
Ya que no volveré a ver a mi hijo
Llevadme adonde queráis

Nyctor (A Ansaldin)
Es una compañía imprevista
La mujer es la enemiga del sueño
Y creo que voy a aburrirme mucho
Yo que nunca nunca me aburro
Ayer quizás ellas se divertían
Hoy están enteras llorosas
Mañana habrán olvidado
La muerte para sólo pensar en los vivos
Y ahí están dispuestas a seguirnos
Pero ellas son sólo dos tanto mejor
Podré si me place seguir solo

Ansaldin
Nyctor eres realmente injusto
Ellas no conocen nuestros proyectos
Suponen que queremos
Simplemente alejarlas
De este peligroso campo de batalla
Y no piensan que nosotros vamos
A ver el país divino de la paz

Nyctor
Hay que decirles pues nuestros proyectos

Ansaldin
Oh no entonces no nos seguirían
Más tarde apreciarán mejor
El inefable dulzor de la paz
Pues han sufrido

Nyctor
Miserable

Ansaldin
Y nos serán compañeras útiles

Nyctor
Si tú no les informas

Ansaldin
No

Nyctor
Voy a decirles lo que pasa

Ansaldin
Lo prohíbo si lo intentas
Te mataré no admito
Que tuerzas mis proyectos

Nyctor
No tengo voluntad Ansaldin
Y me encuentro a tu merced
Te odio he aquí la paz prometida
Y ya existe el odio entre nosotros

Madame Giraume
Mavise ven ven tú también

Mavise
Adónde

Van Diemen
Lejos de aquí

Mavise
Madre de mi novio
Te seguiré siempre y a todas partes

Nyctor
Y esta época quiere por sobrenombre
Esa terrible palabra latina «crúor»
Que significa sangre derramada

Ansaldin
Por aquí ya es hora de partir
Oigo las primeras explosiones
De lo que llaman hoy
Una preparación Venid

Voces de los muertos y de los vivos


Adiós Adiós todo debe morir
Acto Segundo

Escena 1
(Una isla desierta)
Van Diemen, Madame Giraume

Van Diemen
Qué viaje más agradable

Madame Giraume

Muy agradable dónde estamos ahora

Van Diemen
Muy cerca del ecuador en una isla africana
Que no frecuenta nunca ningún navegante
Según lo que ha dicho de ella nuestro querido Ansaldin
Es una isla desierta a menos que haya cambiado
Y esté poblada desde su exploración
Por los grandes viajeros Livingstone y Stanley
Y encontremos aquí quizás algunos negros
Serpientes y también monstruos poéticos
Que inventaremos para vuestro deleite

Madame Giraume
Qué una isla desierta en África
El ecuador serpientes y monstruos
Es posible eso pero no te estás riendo
Te burlas de mí no es cierto

Van Diemen
No es verdad

Madame Giraume
Te estás riendo

Van Diemen
Oh no

Madame Giraume
No hemos salido de mi país
Será verdad no pero hace calor
Sí hace un calor tórrido
No te estás riendo no veo por ningún sitio
Vegetación tropical

Van Diemen
Es porque no se deja ver
Al principio para distinguir
La vegetación tropical
De la que no lo es se necesitan
Algunos conocimientos de botánica
Pero con la costumbre…

Madame Giraume
Qué
El ecuador es algo increíble
Sin embargo me lo afirmas

Van Diemen

Madame Giraume
Pero qué clase de gentes sois vosotros

Van Diemen
Nosotros
Amamos la paz y huimos
De los países en los que no existe
Apiadados de vuestro desespero
Os rogamos que vinieseis con nosotros
Y vinisteis voluntariamente

Madame Giraume
Lo que me estás diciendo me aturde
Necesito habituarme a ello
Y además es cierto sí tienes razón
Qué hubiésemos hecho allá

Van Diemen
En efecto

Madame Giraume
Las mujeres están hechas para la paz
Pero dónde encontrar la paz sino
En una isla desierta

Van Diemen
Eso es

Madame Giraume
Pero estaremos aquí tan abandonados
Cinco seres solos en el Universo

Van Diemen
Unidos como los dedos de la mano

Madame Giraume
Solos completamente solos

Van Diemen
Para algunos ha llegado la hora
De soportar
La soledad
Allí de donde venimos un hombre no es nada
Allí el individuo no es más que una partícula
De seres con cuerpos enormes antiguos o nuevos
El hombre es sólo una gota en la sangre las capitales
Un poquito de saliva en la boca
Unas briznas de hierba del campo como un país
Es una simple mirada puesta en un museo
Un billete de a millón en la caja de los bancos
Un poco de vapor en los cristales de un café
Piensa pero es esclavo de las máquinas
Los trenes dictan sus leyes al hombre con el horario
El hombre ya no era nada por eso huimos
Para volver a encontrar un poco de libertad humana

Madame Giraume
Te escucho como el que escucha
A su liberador lo que dices
Me causa una alegría infinita
Un placer

Van Diemen
Ten cuidado señora
Yo no me acostumbraré nunca
A que dejes de estar triste
Tú debes recordarnos sin cesar
En el feliz dominio de la paz
Los dolores que se sufren allá

Escena 2
Ansaldin de Roulpe, Mavise

Mavise
Sí es una infamia
Nos habéis engañado
Os habéis reído
De mujeres desdichadas
Quiero ver de inmediato
A ese señor Van Diemen
Quiero que se nos devuelva
A nuestro querido país

Ansaldin
Oh yo esperaba esta cólera
Este furor eres injusta
Os hemos salvado de la muerte
Y de la tristeza más horrible
Qué habríais hecho allí dime
Simples células madrepóricas
Atolones monstruosos y dolientes
Que suben a la horrible superficie
Del trágico océano humano
Desde aquí domináis el Universo

Mavise
Qué importa el Deber
Es quedarse allí
Es el deber de las mujeres
Cuidar heridas consolar corazones

Ansaldin
Nyctor tenía pues razón
Él no quería que vinieseis

Mavise
Si lo hubierais dicho todo
Habríais obrado bien
Yo creí que simplemente
Queríais llevarnos
Fuera del campo de batalla
Y no al ecuador
Para buscar allí la paz
Pues esa paz sólo se encuentra
En los corazones
Y es lo sabes
El deber cumplido

Ansaldin
Perdóname pues al verte
Me he visto seducido y atraído
Después comprendí que igual que yo
Tú amabas ante todo a la ciencia
Y me pareció que eras
Semejante al terreno en el que lentamente
Por azar y por mil combinaciones químicas
Se forman estas piedras preciosas
Que talladas y pulidas son tan bellas

Mavise
La belleza está en todo
Deber cumplido

Ansaldin
Quieres acaso ser esclava
De los grandes discursos colectivos

Mavise
Esos grandes discursos designan
A seres verdaderos Patria
Nacionalidades o razas
De las que somos sólo una partícula
Qué decir de un glóbulo de sangre
De una simple célula del cuerpo
Quién rehusaría cumplir
Su función

Ansaldin
Sea Y sin embargo
Fuera de tus Estados policiales o no
De la sangre nace un nuevo orden
Nace una nación un gran Estado
La nación de los que no quieren
Más palabras soberanas ni más gloria
Y como los primeros cristianos
Están dispuestos en el dolor
Dispuestos a hacerse universales
Cristo adquirió para los hombres
Sus derechos espirituales
Y Francia inventó
Sus derechos filosóficos
En esta isla desierta
Proclamaremos al fin
Sus derechos físicos y políticos

Mavise
No tenemos derecho
A abandonar así
A los vivos y a los muertos

Ansaldin
Eres esclava de las palabras

Mavise
Devuélvenos a nuestro país

Ansaldin
Nace una catolicidad
Fundada sólo en la ciencia
Y el interés inmediato
De los hombres acaso no sería justo
Dime que su tranquilidad
Iría pareja con del progreso
De la industria

Mavise
Oh locura
Devuélvenos a nuestro país
Ve a buscar al señor Van Diemen
Te espero aquí

Ansaldin
Obedezco
Escena 3

Mavise
Me equivocaré yo quizá
Las mujeres sufren tanto
Y yo he sufrido tanto
Me acechan mil pensamientos
No me reconozco
Protesto contra el rapto
Que me ha traído aquí
Y en el fondo de mí misma
Me siento casi feliz
Oh vida oh inestable vida
Soy como un jardín
Al que el viento o la lluvia
Pueden de un instante a otro
Arrasar Vida pasada
Violenta y sublime
Y qué chica era yo
Iba a casarme
Y el amor está bajo tierra
Pero qué habría sido el amor
No lo sé no lo sé
Sé que soy bella
Como un campo de batalla
Todo el amor grita hacia mí
El amor de todos los hombres
El amor de todos los seres
Y de todas las máquinas
Pero puedo puedo yo amar
Yo embriagada de deber
Embriagada de asedios
De la tentación
Embriagada de resistirla
A mí ebria de lucha
Me quisieran imponer
La paz innoble y triste
De esta isla desierta
No debo partir
Es preciso que me devuelvan
A esa humanidad
Plena de amor y de odio
Pero dudo en partir
Como un nuevo deber
Ha surgido en mi alma
Ha crecido en mi corazón
Un deber ante
Este niño Nyctor
Que se mantiene apartado
Avergonzado de haber partido
Avergonzado de ser poeta
Avergonzado de estar vivo

Escena 4
Mavise, Nyctor

Nyctor
Te has extraviado Mavise

Mavise
No he rogado a Ansaldin
Que busque a Van Diemen

Nyctor
Ah estás irritada por este rapto
Lo adivino y lo apruebo
Si quieres volver allá otra vez
Es justo y yo me siento muy culpable
Pues sólo yo de los tres compañeros
Sabía el crimen que cometíamos
Trayéndoos sin deciros nada
Lejos del jardín de las explosiones

Mavise
Tu mirada me embriaga Nyctor
Y adivinas bien mis pensamientos
La humanidad entera habla
Por tu voz melodiosa
La humanidad de la que soy esposa
Desde que mi novio murió

Nyctor
Yo sólo soy un poeta una voz
Del Infinito una débil voz

Mavise
Sí hay en tu reserva
En tu gusto por la soledad
Algo Nyctor que no comprendo
Y que sin embargo me atrae escucha
A pesar de haber renunciado
A la engañosa química de los corazones
El amor era para mí un ejército
Que me asediaba que me asaltaba pero vencida
Juiciosa seguía soñando en una dicha
Fundada en el deber cumplido
Y en la libertad de buscar
La lucha sí siempre la lucha
De mi corazón contra la humanidad
De mi cerebro contra la Naturaleza

Nyctor
Y aquí estás reducida a la paz

Mavise
La sacrifico

Nyctor
Tus recuerdos

Mavise
Los sacrifico

Nyctor
Oh mujer oh mujer más mecánica
Más mecánica que las máquinas
El alma de los cañones es más sensible
Que el alma de la mujer pues no grita
En ella el instinto de la especie

Mavise
Soy una mujer muy extraña
Y tan desamparada como lo estás tú
Busco la fórmula sabia
Que contenga la omnipotencia
Permíteme Nyctor que me esclarezca
En la llama de tu cerebro
Si tú quieres uniremos
La ciencia con la poesía
Como fue al comienzo
Más no no me extravío Nyctor
No sé ya nada Nyctor ya nada
He olvidado todo todo
Y además no he adivinado nada
Si es preciso amar sin saber nada

Nyctor
Amar es sin duda la fórmula
Del poder absoluto amar
Pero quién puede amar a voluntad

Mavise
El que no huye del peligro

Nyctor
Es verdad el peligro está en la vida
Como lo sublime en el poeta
Pero qué lejos está eso del amor
Vaya aquí llega Ansaldin él te ama
Adiós

Mavise
Es esto la paz entre nosotros

Nyctor
Adiós

Escena 5
Los mismos, Ansaldin de Roulpe, el solitario
Ansaldin
He recorrido toda la isla
No te vayas Nyctor
No he encontrado a Van Diemen

Mavise
Oh no debe estar muy lejos

Ansaldin
He aquí el único habitante de la isla

El solitario
Os lo repito huid de aquí
Ese volcán dueño de esta isla
Se despierta huid en seguida
Devastará todo huid
O pereceréis conmigo
Huid Huid

Escena 6
Los mismos, Van Diemen, Madame Giraume

Ansaldin
Sí este hombre tiene toda la razón
Vagando por la isla he visto claro
El grave peligro que él nos anuncia
(El solitario está a punto de desmayarse)
Van Diemen
Qué te pasa

Madame Giraume
Este hombre se muere de hambre

El solitario
No no dejad que me reponga
Hace diez años que no he hablado
Con un ser humano

Ansaldin
Cuánta paz

El solitario
Sí si se puede llamar así
A la dura lucha con la Naturaleza
Con los animales y los insectos

Van Diemen
Ven con nosotros por qué continuar aquí

Nyctor
Sí ven

El solitario
No tengo derecho a hacerlo
El deber me retiene en esta isla

Ansaldin
Cuál es este austero deber

El solitario
El deber de expiar un gran crimen
Pero vosotros estáis ahí como jueces
Vosotros que partiréis enseguida
Oh múltiple pájaro inesperado
Voy a deciros lo que expío
Vosotros juzgaréis y después partiréis
Mientras vosotros os vais
Un fuego mortal me purificará

Van Diemen
Habla

Nyctor
Habla

El solitario
Después que mis compatriotas
Injustamente me oprimieron
Cobré venganza traicionándolos
Después fui justamente condenado
Mientras navegaba el barco
Hacia el lugar adonde iba deportado
Conseguí evadirme a nado
Y no tengo ya derecho a partir
Yo mismo he elegido mi prisión
Cuando se tiene conciencia del crimen
No se evade uno de prisión
En tanto no se haya expiado
Y yo aún no he expiado
He llevado una admirable vida
En su salvajismo una vida
De luchas de las que fui siempre vencedor
Dejadme dejadme pues adiós
Yo he querido elegir el castigo
Y no evitarlo Adiós huid
Adiós yo soy sólo un criminal

Nyctor
Lo fuiste

El solitario
Qué oigo Gracias

Van Diemen
Pero si quieres expiar
No tienes derecho a morir
Es preciso vivir y sufrir

El solitario
Es cierto eso

Ansaldin
Ven con nosotros

El solitario
Quiénes sois vosotros

Ansaldin
Hombres que ven en ti a un hombre
Como los demás mientras lejos
Los demás hombres se matan entre sí

El solitario
Dónde ocurre eso

Van Diemen
Allá lejos En todos los países

El solitario
Oh alegría
Oh alegría se puede pues verter su sangre
Se puede morir honorablemente
Se puede morir gloriosamente
Llevadme a los países sangrantes
Moriré por los que he traicionado
Repararé por fin mi crimen
Jueces venidos del cielo a la isla
Queréis absolverme de mi crimen
Para que sea un hombre como los demás
Un hombre que tenga derecho a morir
Lanzando el grito del valor
Un hombre cuya sangre pueda fluir
Como un no en el que me lavaré

Van Diemen
Sí te juzgamos y tu crimen
Ha remitido ven pues con nosotros
Cuando hayamos encontrado el país
Donde yace esa paz que buscamos
Te devolveremos a los países
Donde corre la sangre

Ansaldin
Rápido venid
Rápido hay que colocar ya el aparato
Ganaremos el polo venid

Mavise
Este traidor tiene con más fuerza que nosotros
El sentimiento de su deber

Nyctor
Ah mirad el volcán lanza llamas
La lava brota es la Naturaleza
Que se declara nuestra enemiga
Ansaldin
Venid

Nyctor
Ved pues qué terrible es
Esta paz que buscamos en vano
Acto Tercero

Escena 1
(Entre Cielo y Tierra)
Nyctor, Ansaldin de Roulpe, Van Diemen, el solitario, Madame Giraume,
Mavise; (después) las voces de los dioses

Van Diemen
Es un resplandor horrible
Ansaldin subes demasiado alto
El Sol tiene hoy realmente
Un brillo que no se puede soportar

Ansaldin
Sin embargo es preciso subir más
Ved esos nubarrones que suben
Nos elevamos para huir de la tormenta

Mavise
Oh algunas tienen forma humana
Otras nubes parecen monstruos
Nyctor
Si tienes razón y desde hace un cuarto de hora
Las veo subir son los dioses Mavise
Los dioses sí todos los dioses de nuestra humanidad
Que se reúnen aquí y no hay duda de que
Es la primera vez que hacen una cosa así
Los dioses de madera de piedra y de oro los dioses sutiles
Y los del pensamiento vienen hacia el Sol
El Universo bajo su sombra oscila de terror
Y la misma atmósfera está entera turbada
Bella hendidura en la inmensidad con sus doce cuernos
Se han abierto todos los templos y todos los dioses
Han venido de todas partes para hablar al Sol
Todos son buenos incluso los que aman las víctimas
Han querido siempre la paz de sus creyentes
La mayoría aman al hombre y quisieran que fuese bueno
Quisieran que nunca se diese muerte
Quieren que sólo a ellos se inmolen las hostias
Regalos sagrados de paz entre el hombre y la vida
Hasta los más sangrientos los más crueles aman la paz
Por eso vienen todos a concertar
Con ese gran Sol que nos vivifica a todos
Mirad esos dioses son un mar desencadenado
Es un gran incendio que avanza y que ruge
He aquí los viejos genios toros con frente humana
Cuya barba fluye y peinados con mitra
Todos esos dioses monstruosos obscurecen el azul
Los dioses de Babilonia y todos los dioses de Assur
He aquí Melquarth el nauta y el moloch
El hambriento que siempre alimenta su vientre ardiente
Baal el de los múltiples nombres adorado en las costas
Ese torbellino Belcebú dios de los malvados
Y de los campos de batalla escuchad escuchad
Tanit viene gritando y Lilith se lamenta
Y sobre un trono hecho de llamas escalonadas
De ángeles espantados y de bestias celestes
Terrible y magnífico rodeado de alas de oro
De círculos luminosos con resplandor en movimiento
Jehová el celoso cuyo nombre espanta
Llega fulgurante Infinito adorable
Ahí están los dioses siempre dioses siempre dioses
Los antiguos dioses llegados de las pirámides
Las esfinges los dioses de Egipto con cabezas de animales
Los gnomos Osiris y los dioses de Grecia
Las musas las tres hermanas Hermes los Dioscuros
Júpiter Apolo todos los dioses de Virgilio
Y la trágica cruz de donde mana la sangre por oleadas
Por la frente desollada por las cinco plagas divinas
Domina al Sol que la adora temblando
Ahí están los manitús los dioses americanos
Los espíritus de la nieve y sus moscas gánicas
Los Teutatés galos las walkyrias nórdicas
También los templos indios se han vaciado
Todos los dioses reunidos lloran al ver a los hombres
Matarse entre ellos bajo el Sol que llora también

Voces de los dioses


Sol oh vida oh vida
Apacigua las cóleras
Consuela las penas
Ten piedad de los hombres
Ten piedad de los dioses
Los dioses que van a morir
Si la humanidad muere
Escena 2
(El Polo Sur)
El solitario, Nyctor, Ansaldin de Roulpe, Van Diemen, Madame Giraume,
Mavise

Van Diemen
Aquí estamos ya en el polo amigos míos
Es ésta acaso la morada de la paz
Ansaldin has prometido hacernos la vida agradable
Y temblamos de frío y de miedo

Nyctor
Ay

Mavise
A veces me gana el sueño
Como si todo se helase en mí

Madame Giraume
Yo hecho en falta un balconcito
Que diese sobre una calle tranquila
Y el lejano ruido de los tranvías
Témpanos de recuerdos helados

Mavise
Recuerdos recuerdos

El solitario
Espero
Que no nos quedaremos aquí mucho tiempo
En este desierto habéis prometido
Devolverme a mi país
A los países del gran valor individual
Nyctor
La soberana blancura que brilla
Por todas partes es la imagen de la paz
Implacablemente fría la paz
Hacia la que Ansaldin
De Roulpe nos ha traído al fin
No tardaremos en conocer
Esta paz en todo su horror

Madame Giraume
La profunda y eterna muerte

Van Diemen
Fuertes brisas acompañadas
De duros granizos mirad
Caen continuamente
Y cubriendo todo de una niebla lívida
Hecha de rocío y de humedad
Congelan la atmósfera

Nyctor
Ay

Van Diemen
Oh sí el señor Ansaldin de Roulpe
Tiene éxito con sus sabios espejismos

Ansaldin
No os impacientéis
Organizaré todo inteligentemente
Alojamiento calefacción iluminación todo
Y todo lo sacaré del hielo

Nyctor (A Van Diemen)


No hay que confiar demasiado en él
Yo creo que se ha vuelto loco
Si yo supiera conducir el avión
Nos iríamos sí Ansaldin
Está loco y nosotros no tardaremos
En volvernos locos también
La muerte nos espera Adiós Mavise
Siento que se hiela hasta mi pensamiento

Mavise
Mis palabras se hielan al salir
De mi boca

Madame Giraume
Me siento morir

Ansaldin
No desesperéis por favor
Tened todos confianza en mí
Ya estoy viendo la ciudad blanca
Que pronto se elevará aquí
Haré brillar una luz
Y todos los témpanos brillarán
Como diamantes

Mavise
Está loco

Ansaldin
Y nuestras moradas serán palacios
La Tierra dará el calor
De las profundidades una vida mágica
Nacerá aquí pronto

El solitario
Pero yo quiero
Ir a los países donde se combate
Oh recuerdos crueles recuerdos

Nyctor
El frío aumenta muriendo aquí
Tendremos el consuelo
De que no se pudrirán nuestros cadáveres
Durante siglos seguiremos intactos
Como si durmiésemos pues la muerte
No es la putrefacción
En este lugar maravilloso de la paz
Sino sólo un sueño sin fin

Van Diemen
Vamos no nos abandonemos
A la desesperación y separémonos
Para ir todos de exploración
Por mi parte entre los bloques dispersos
Voy sobre esas pendientes de cristal
A reconocer nuestro blanco reino

Escena 3
Mavise, Nyctor

Nyctor
Sus siluetas en la niebla
Son como fantasmas
Mavise
Ay
Eres cruel Nyctor sí lo eres
Has destruido toda esperanza
Ya no tenemos fe en Ansaldin
Es culpa tuya

Nyctor
Pero si está loco

Mavise
La locura ha hecho cosas grandes
La duda ha causado siempre la muerte
Debes saber que se puede utilizar todo
Incluso las auroras boreales
Que caminan espléndidas en el cielo
Arrastrando su gran capa de seda

Nyctor
Pero estamos más cerca de la muerte
Más cerca que con una metralleta
Apoyada en nuestro pecho

Mavise
Qué
Oh cobarde te desprecio El hombre
No está acaso siempre y en cualquier parte
En peligro Loco o no Ansaldin
Espera Tú sueñas con la muerte
Ya que pareces estar en tu sano juicio
Sálvanos inventa sé hombre

Nyctor
Oh noche oh espléndida noche en la que se arrastran
Las celestes bestias de fósforo
Bella música agonizante
En la redondez de la inmensidad
Gozo plenamente de la paz
De sus esplendores y de sus blancuras
Y la eternidad que las hizo nacer
No las verá nunca morir

Mavise
Ah
Se ha vuelto loco está loco
Todos se han vuelto locos

Nyctor
Creo que es
Una promesa de eternidad
El morir en esta fina paz
Me voy a pasear

Mavise
Tengo miedo de él y tengo miedo de estar sola
(Grita)
Venid todos socorro socorro

Escena 4
(Otro lugar del Polo con un témpano de hielo transparente que encierra un
cuerpo de mujer)
La mujer en el témpano de hielo, Nyctor
Nyctor (Entrando)
Qué bella es pero estoy loco
Es posible lo que veo o no es más que un sueño
Estoy viendo ante mí la belleza
La adorable belleza de mis sueños
Es más bella que en los libros
Que lo que todas las imaginaciones
De los poetas habían supuesto
Es más bella de lo que fue Eva
Más bella que fue Eurídice
Más bella que Elena y Dalila
Más bella que Didon aquella reina
Y que Salomé la bailarina
Más de lo que fue Cleopatra y que
Rosamunda en el Palacio Maravilloso
Oh belleza yo te saludo en nombre
De todos los hombres de todos los hombres
Soy yo quien te había imaginado
Soy yo quien al fin te ha inventado
Yo te he creado hija de mis sueños
Yo te adoro creación mía

Escena 5
Los mismos, Ansaldin de Roulpe

Ansaldin
Qué veo qué es esta maravilla
Pero hay ahí un fenómeno único
Se habla de milenarios mamuts
Encontrados intactos en Siberia
Es una mujer y qué belleza
Ésa es ésa es la vida inmortal
La paz armoniosamente bella
Es la ciencia perfecta y pura
Es la más bella que se pueda ver
Y sin embargo es más antigua
Que la más antigua de las bellezas
Que hayan celebrado nunca los poetas
Ella es real no es un espejismo
Está ahí detrás de ese hielo
Es la belleza la juventud misma
Y es el ser más antiguo

Nyctor
No será Eva misma acaso

Ansaldin
Qué importa su nombre es la ciencia
La que desde los orígenes
El frío de la paz ha conservado
Bella y pura para siempre

Nyctor
Y yo la amo

Ansaldin
Atrás quien ose amarla

Nyctor
Yo la adoro y ella es mía
Mía sólo mía que la vi primero
Ansaldin
Y qué me importa ella es sólo mía
Porque sólo yo podría conservarla
Soy el único en poder asegurar
La perpetuidad de su belleza

Nyctor
Yo la idealizaré

Ansaldin
Y yo la guardaré a salvo

Nyctor
Es el Ideal

Ansaldin
No es la ciencia
Pero qué gloria para un sabio
Yo la transportaré a Europa
Y qué gloria me rodeará
La gloria misma de su belleza
Ante la que palidecerán los artistas
Ante la que palidecerán los poetas
Se construirá un museo para ella
Será su palacio eterno
Donde ella pervivirá para siempre
Se transportará ese bloque de hielo
Sin cesar noche y día habrá máquinas
Ocupadas en conservarla
Fría y dura transparente como
Un diamante sí un diamante
Un inmenso diamante helado
Es el único esplendor digno
De su belleza preciosa y pura
Nyctor
Pero si no me hubieses seguido
No habrías encontrado esta mujer
Confiesa que ella es mía

Ansaldin
Mía

Nyctor
Soy yo quien la ha inventado

Ansaldin
Soy yo quien puede conservarla

Nyctor
Pero ella es hija de mis sueños
Y de mi imaginación

Ansaldin
Ella es una realidad
Ella pertenece a la ciencia
Y no a la irreal poesía

Escena 6
Los mismos, Van Diemen

Van Diemen
Ah
No estoy soñando no Qué belleza

Nyctor
Es mía

Ansaldin
No es mía

Van Diemen
Es mía sí es mía
Pues soy yo quien ha venido aquí
Y vosotros me habéis seguido gracias
A la bondad que tuve tranyéndoos
Conmigo No es verdad Responded
Sin mí os habríais quedado allá
Hela aquí la paz la bella paz
La inmóvil paz de nuestros deseos
Es mía marchad sí marchad

Ansaldin
Ella es mía

Nyctor
Ella es sólo mía

Escena 7
Los mismos, el solitario
El solitario
Oh qué bella es Es vuestra pues esta maravilla
No no Es mía sólo mía
Es mía y no vuestra
Locos engañadores Quiero
Que os vayáis Dejadme
He estado mucho tiempo solo dejadme
Quiero vivir aquí con ella
Marchaos vamos marchaos
Os he salvado a todos de la muerte
En la isla volcánica no es cierto
Dejad esta mujer solitaria
Al solitario que yo he sido
Marchaos pues por favor
Ella es mía y no vuestra

Nyctor
Eva modelo de la belleza

Ansaldin
La ciencia que no cambia

Van Diemen
Inmóvil y por siempre hermosa
Es la paz misma que buscamos

El solitario
Ya que así lo queréis será
Por ella nos batiremos

Ansaldin
Hasta la muerte

Nyctor
Sí hasta la muerte
(Se baten)

Escena 8
Los mismos, Madame Giraume, Mavise, voces de vivos y muertos

Mavise
Y he aquí esta paz que se buscaba
Esta inmóvil paz por la cual
Se baten esos desgraciados locos

Van Diemen
Ah me habéis matado Asesinos Asesinos

Mavise
Qué horror y seguiremos aún viviendo
Hasta que el frío soberano
Haciendo remolinarse un gran viento
Sobre nuestras acurrucadas siluetas
Grite desesperadamente su triunfo

Nyctor
Muero con alegría por su belleza

Ansaldin
Muero satisfecho lo he conocido todo

El solitario
Ah me ha matado mi sangre me lava

Mavise
Hela ahí esa paz tan blanca y bella
Tan inmóvil y tan muerta
Hela aquí esa paz homicida
Por la cual los hombres se baten
Y por la cual los hombres mueren

Madame Giraume
Oh hijo mío te había olvidado
Tú moriste en favor de la vida
Nosotros morimos por una paz que se parece a la muerte

Voces de los Vivos y de los Muertos


Adiós Adiós todo debe morir es preciso que todo muera
Wilhelm Albert Włodzimierz Apolinary de Kostrowicki (Roma, 26 de
agosto de 1880 – París, 9 de noviembre de 1918), conocido como
Guillaume Apollinaire o, simplemente, Apollinaire, fue un poeta, novelista
y ensayista francés. En 1912 publicó Alcoholes. Del mismo año data Los
pintores cubistas. En 1914, al estallar la primera guerra mundial, ingresó en
las filas del ejército francés como voluntario, siendo herido en 1916. De
regreso a París publicó El poeta asesinado, y en 1918, poco antes de morir,
sus famosos Caligramas. Las hazañas de un joven Don Juan fue escrita por
Apollinaire entre 1910 y 1913, es decir, en la misma época que Las once
mil vergas. Se trata de un texto radicalmente pornográfico, con toda
probabilidad escrito por encargo y para subsistir. En “El Castillo”, escenario
donde se desenvuelven las infinitas posibilidades de satisfacción del ardor
de Roger —el bello y precoz protagonista de esta obra—, Apollinaire
desarrolla toda su desenfrenada imaginación erótica, al servicio de un único
propósito: exponer al lector, como si de un pequeño fresco orgiástico se
tratara, sensaciones, deseos, perversiones, etc. El erotismo de Las hazañas
de un joven Don Juan, con su atmósfera de carnal efervescencia, forma
parte de toda una tradición, la del género pornográfico abordado por autores
literariamente consagrados.
Notas
[1]«Ladrón». «Voleur», significa las dos cosas. El juego de palabras no se
capta en castellano. (N. del T.) <<
[2]Un procedimiento curioso que Apollinaire utilizó en diversas ocasiones,
como en La casa de los muertos, consistía en componer un cuento al que
luego descomponía, cortaba y recomponía en forma de poema. (N. del T.)
<<
[3]Sobre este poema se cuenta una curiosa anécdota que revela algunos
rasgos del carácter del poeta. Philippe Soupault le manifestaba un día su
admiración por dicho poema, cuando Apollinaire le respondió: «¿Lo dices
en serio? ¡Bah! Lo escribí en el ómnibus que me llevaba a la alcaldía. Rene
Dalize venía conmigo y no cesaba de hablarme». (N. del T.) <<
[4]Se sabe poco de Vendimiario el primer poema que Apollinaire publicó
sin puntuación, uno de sus preferidos en Alcoholes. Generalmente se le
asocia con Zona, publicado un mes más tarde en la misma revista; ambos
constituyen las primeras manifestaciones de la nueva estética. Y, sin
embargo, hay grandes diferencias en la inspiración y en la forma poética de
ambos poemas. Apollinaire mismo insistirá en sus analogías, siempre
preocupado como estaba en resaltar la unidad de su obra, señalando a éstos
y otros poemas (El encantador en putrefacción, Ventanas…) como
tentativas realizadas para «habituar al espíritu a concebir un poema
simultáneamente, como una escena de la vida». (N. del T.) <<
[5] Publicado en 1913, en la revista Verso y prosa, en un volumen
consagrado a los «Poetas fantásticos». Se sabe que Apollinaire protestó
después contra esta denominación; una nota publicada después en Les
soirées de París, el 15 de mayo de 1914, precisa que si el autor de
Alcoholes ama la fantasía, su poesía es un «naturalismo superior» animado
ante todo por una «gran preocupación por la verdad». <<
[6]Este texto, que Apollinaire relacionaba con El brasero, es una ilustración
de su concepción de la poesía en 1908, «Triunfo de la falsedad, del error, de
la imaginación», «nada que se nos parezca y todo a imagen nuestra», según
sus propias fórmulas; sin embargo, Onirocrítica no es el simple relato de un
sueño, y la parte de organización poética es mayor allí que la del
automatismo psicológico. Habría que pensar en una suma de influencias
conjugadas de Baudelaire y de Max Jacob. (N. del T.) <<

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