La Segunda Llegada de Jesucristo
La Segunda Llegada de Jesucristo
La Segunda Llegada de Jesucristo
Luego de dar instrucciones a Sus apóstoles, Jesús ascendió al cielo. Mientras los apóstoles
miraban hacia el cielo, dos ángeles se pararon junto a ellos y les dijeron: “…Varones galileos,
¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros arriba
al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).
Desde ese día hasta el presente, los seguidores de Jesucristo esperan con ansiedad la Segunda
Venida.
1. Purificará la tierra. Cuando Jesús venga nuevamente, vendrá con poder y gran gloria.
Ese será el momento en que los inicuos serán destruidos, todo lo que esté corrupto será
quemado y la tierra será purificada con fuego (véase D. y C. 101:24–25).
2. Juzgará a Su pueblo. Cuando Jesús venga nuevamente, juzgará a las naciones y separará
a los rectos de los inicuos (véase Mateo 25:31–46; véase también el capítulo 46 de este
libro). Juan el Revelador escribió acerca del juicio: “Y vi tronos, y se sentaron sobre
ellos, y les fue dada facultad para juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del
testimonio de Jesús y de la palabra de Dios… y vivieron y reinaron con Cristo mil
años”. Y de los inicuos dijo: “…no volvieron a vivir sino hasta que se cumplieron mil
años” (Apocalipsis 20:4–5; véase también D. y C. 88:95–98).
3. Vendrá a dar principio al Milenio. El Milenio es un período de mil años durante el cual
Jesús reinará sobre la tierra. Los justos serán arrebatados para recibir a Jesús en Su
venida (véase D. y C. 88:96); Su venida también dará comienzo al reino milenario.
(Véase el capítulo 45 de este libro).
“En el Milenio, cuando el Reino de Dios se haya establecido con poder, gloria y
perfección sobre la tierra, y el reinado de la iniquidad que por tanto tiempo ha
permanecido sea sojuzgado, los santos de Dios tendrán el privilegio de construir sus
templos, entrar en ellos y llegar a ser, en cierto sentido, columnas en los templos de
Dios [véase Apocalipsis 3:12], y oficiarán por sus muertos. Entonces nuestros amigos
vendrán a nosotros, y aun quizás algunos que ya hemos conocido aquí… Y recibiremos
revelaciones para conocer a nuestros antepasados hasta nuestro Padre Adán y nuestra
Madre Eva, y entraremos en los templos de Dios para oficiar por ellos. Entonces [los
hijos] serán sellados a [los padres] hasta formar una cadena perfecta hasta Adán, de
modo que exista una cadena perfecta del sacerdocio desde Adán hasta el fin”
(Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, págs. 349–350).
Después de que Jesucristo se levantó de los muertos, otras personas justas que habían
muerto también resucitaron y se aparecieron en Jerusalén y también en el continente
americano. (Véase Mateo 27:52–53; 3 Nefi 23:9–10). Ése fue el comienzo de la Primera
Resurrección, y hay algunas otras personas que han resucitado desde entonces. Aquellos
que ya han resucitado, y los que lo serán en el momento de Su venida, heredarán la
gloria del reino celestial (véase D. y C. 76:50–70).
Después de la resurrección de los que heredarán la gloria celestial, otro grupo resucitará:
aquellos que recibirán una gloria terrestre. Cuando todas esas personas hayan
resucitado, la Primera Resurrección habrá terminado.
Los inicuos que vivan en el momento de la segunda venida del Señor serán destruidos
en la carne y, junto con los inicuos que ya han muerto, habrán de esperar hasta la última
resurrección. Todo el resto de los muertos se levantará para encontrarse con Dios; son
los que heredarán el reino telestial o los que serán echados a las tinieblas de afuera junto
con Satanás (véase D. y C. 76:32–33, 81–112).
5. Jesucristo tomará Su lugar como Rey del cielo y de la tierra. Cuando Jesús venga,
establecerá Su gobierno sobre la tierra y la Iglesia se convertirá en parte de ese reino. El
Señor gobernará a toda la gente de la tierra en paz por un período de mil años.
Cuando Jesús vino por primera vez a la tierra, no lo hizo en gloria; nació en un humilde
establo y durmió en un pesebre de heno; no vino con grandes ejércitos como los judíos
lo esperaban de su Salvador, sino que llegó diciendo: “…Amad a vuestros enemigos…
haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan” (Mateo 5:44); fue
rechazado y crucificado. Sin embargo, no será rechazado en Su segunda venida, “…
porque todo oído lo oirá, y toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará…” que Jesús
es el Cristo (D. y C. 88:104). Él será recibido como “…Señor de señores y Rey de
reyes…” (Apocalipsis 17:14); y será llamado “…Admirable, Consejero, Dios fuerte,
Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).
El Señor utilizó una parábola para darnos una idea del momento de Su venida:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya está tierna, y brotan las hojas, sabéis
que el verano está cerca.
“Así también vosotros, cuando veáis suceder estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas”
(Marcos 13:28–29).
El Señor nos ha dado también algunas señales para hacernos saber cuando se acerque Su
llegada. Luego de revelarnos esas señales, advirtió:
“…estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo
24:42, 44).
Para más información en cuanto a cómo sabremos cuando la segunda venida de Jesús esté
cerca, véase el capítulo 43 de este libro.