3 - Gianella - Tipos de Conocimiento

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Esta clasificación de enunciados analíticos y sintéticos es problemática y ha sido discutida desde

muchos contextos diferentes. Las subdivisiones que se acaban de presentar, y que se esquematizan
a continuación, son también muy discutibles, pero han sido pensadas para los fines del análisis de
cuestiones que tienen que ver exclusivamente con las teorías científicas:

a) enunciados lógicos
Enunciados analiticos b) enunciados matemáticos
c) enunciados por sinonimia
d) enunciados definicionales

a) enunciados empitricos singulares


Enunclados sintéticos b) enunciados empíricos generales
c) enunciados teóricos
d) enunciados no fácticos

III. TIPOS DE CONOCIMIENTO

El conocimiento ha sido clasificado de múltiples maneras. Para el propósito de este trabajo


interesa caracterizar el conocimiento científico, pero se analizarán también brevemente otras formas
de conocimiento como el conocimiento natural, el tecnológico y el filosófico, para establecer
similitudes, diferencias y relaciones con aquél.

1. El conocimiento natural y el científico

El conocimiento natural es el que se adquiere en forma espontánea e informal. Es


imprescindible para la supervivencía humana en el medio natural y social, y se constituye sobre
prácticas muy básicas que pasan a formar el "sentido común". El lenguaje natural es su vía de
expresión y de transmisión.
En el ámbito físico, por ejemplo, permite organizar el espacio, con sus relaciones de equilibrio,
formas, pesos y volúmenes. Aprendemos a calcular distancias, movimientos, velocidades y a
conocer nuestro cuerpo y nuestro entorno. En el orden social, sabemos interpretar a nuestros
semejantes, compartirnos actividades con otras personas en múltiples situaciones, como en lo
familiar y lo laboral y nos constituimos en seres humanos en esa compleja trama de afectos e
informaciones que nos dan identidad y pertenencia. Sabemos distribuir nuestras actividades en el
tiempo y lograr una relativa eficacia en los objetivos de la vida cotidiana personal y social.
Esa compleja trama de conocimientos espontáneos constituye la base de todo otro tipo de
conocimiento, son nuestras experiencias básicas a partir de las cuales adquirimos habilidades,
pensamos, inferirnos, comparamos, formulamos preguntas, establecemos regularidades,
hipotetizamos y valoramos.
Se trata de un campo muy rico de la experiencia humana que se adquiere informalmente y está
moldeada por nuestras disposiciones biológicas y por el orden social y cultural. Permiten una
enorme economía de pensamiento y esfuerzo, pero son también sustento de prejuicios e ideologías.
Muchas veces estos conocimientos espontáneos obstaculizan el conocimiento científico debido a
que generan estereotipos y expectativas que es difícil abandonar cuando la realidad demanda una
revisión crítica de nuestras creencias y la búsqueda de conocimientos mejor fundados.
Hay una serie de distorsiones sistemáticas en nuestras creencias ordinarias tales como relacionar
causalmente dos fenómenos por el mero hecho de que se suceden en el tiempo, confundir el
lenguaje con la realidad, y cometer la falacia naturalista que no discrimina lo que es de lo que debe
ser. Francis Bacon distingue en su teoría de los idola cuatro tipo de errores o distorsiones
recurrentes. Los idola trtbu, que son comunes a todos los seres humanos, nos llevan a suponer,
por ejemplo, que hay más orden y regularidad en la naturaleza que la que realmente existe, o a
aferrarnos a creencias aceptadas, o creer que es real aquello que deseamos (el wishfull tbinking
del que hablan los ingleses). También hay distorsiones que tienen que ver con nuestras
características individuales, fruto de nuestras condiciones biológicas, mentales y de la educación
recibida, a los que denomina idola specus. Los idola fori son las distorsiones del lenguaje y la
comunicación, que llevan a confundir la existencia de un término con la realidad referida por ese
término. Por último, están los errores que vienen de la herencia filosófica y de las tradiciones: los
idola theatri, que nos llevan a adoptar ciertas ideas en forma dogmática.
En cuanto a la integración del conocimiento científico con el natural, hay distintos modos de
concebirla. Algunos sostienen la completa continuidad entre una y otra forma de conocer, otros en
cambio marcan radicales diferencias. Una solución de compromiso permite reconocer coincidencias
y continuidades así como diferencias y discontinuidades. En un famoso texto de Eddington en
defensa de la radical diferencia entre conocimiento vulgar y científico se hace referencia a dos
mesas, una es la mesa sólida y dura de nuestro conocimiento natural, la otra es un enjambre
formado por cargas eléctricas en movimiento y amplios espacios vacíos. ¿Cuál de las dos mesas es
la real?, se pregunta Eddington. Sin duda la mesa científica. Pero Hempel 13 responde a esta
dicotomía diciendo que la mesa científica pretende en última instancia dar cuenta de la mesa de
nuestra experiencia natural. No hay en definitiva dos mesas, sino un intento de explicar a través de
un modelo científico la mesa de nuestra experiencia natural.
Mientras que el conocimiento natural tiende a ser rígido y responde a estereotipos, el
conocimiento científico es crítico. Muchas de las creencias ordinarias se ven cotidianamente
refutadas y cierto conservadurismo, o atrincheramiento del sentido común, ligado algunas veces a
prejuicios y a economías de esfuerzos, no dan cuenta de las discrepancias.
El conocimiento cientfico es una modalidad de conocimiento que es interesante de considerar
en su constitución v desarrollo histórico. Sus orígenes se remontan a la Antiguedad del siglo VI
a.C., con las matemáticas de Thales Pitágoras, la física y biología de los jónicos, la historia de
Herodoto y Tucídides. Un florecimiento importante ocurrió en el denominado periodo helenístico,
en la Alejandría de los siglos III a.C. a III d.C., que permitió la confluencia del pensamiento
especulativo y teórico de los griegos con los conocimientos prácticos de otras cuituras como la
egipcia. Tuvo grandes figuras como Arquimedes. Euclides v Herón en física v en matemática, y
destacados biólogos y astrónomos. Pero la ciencia moderna surge con figuras tan significativas
como Galileo v Torricelli. en el siglo XVII. Su característica principal fue la confluencia del
pensamiento teórico con la observación y experimentación empírica.
Se puede caracterizar a la ciencia, de manera muy general, por algunos rasgos compartidos
por las distintas disciplinas científicas, y que constituyen valores o ideas regulativas.
Aunque es una frase hecha puede decirse que lo que caracteriza a la ciencia es la búsqueda de
la verdad, esto significa que cualquier otro fin estará subordinado a este fin principal que es el
acceso al conocimiento. Cabe aclarar, por otro lado. que no es lo mismo buscar la verdad, que
alcanzarla, o tener certeza acerca de ella. Es sabido que la verdad no siempre se logra en el
contexto de la ciencia.
Es también un conocimiento racional, en el sentido de que debe ser coherente y fundado en
razones, es decir, sostenido argumentativamente.

Pretende además ser un saber crítico, rasgo que lo diferencia (leí conocimiento natural, que
como ya se señaló, es a veces poco crítico. Cohen y Nagel dicen en Jntroducción a la lógica y el
Método científico4 que mientras otros tipos de conocimiento apelan a la intuición, a la autoridad o a
la repetición ciega, la ciencia se caracteriza por ser crítica, como opuesta a dogmática. Ese rasgo le
permite ser autocorrectiva. Contra las creencias populares, lo que caracteriza a la ciencia no es su
absolutez o seguridad, sino su corregibilidad y su provisoriedad.
Se caracteriza también por la sistematicidad, que hace que la ciencia no sea nunca la suma de
conocimientos aislados, sino que busca su integración en distintos sistemas y estructuras complejas,
lógicamente articulados.
Es además un saber que intenta ser preciso. Logra esa precisión utilizando por un lado un
lenguaje técnico, con significados menos ambiguos que los del lenguaje natural, y por Otro lado
mediante el empleo de herramientas formales, traduciendo sus hipótesis a ecuaciones y fórmulas de
la lógica y la matemática y distintos recursos simbólicos como los cíe la química.
Otro de los rasgos de la ciencia es su carácter metódico, en el sentido de que requiere del
empleo de determinados procedimientos que gozan de confiabilidad, para la obtención y validación
de los conocimientos.
También tiene la propiedad de ser general. La ciencia busca formular leyes generales que
expresen regularidades, sin perder, en muchos casos, la singularidad. Ya Aristóteles señalaba que la
ciencia es siempre conocimiento acerca de lo general.
A diferencia del conocimiento filosófico, la ciencia acepta la existencia de supuestos que no se
cuestionan acerca de aspectos muy básicos de los objetos de estudio, su existencia, su continuidad
en el tiempo y el mejor modo de conocerlos.

2. La clasificación de las ciencias

Desde la antiguedad clásica hasta nuestros días se ha formulado una enorme y variada cantidad
de clasificaciones de las ciencias, muchas de ellas englobadas dentro de clasificaciones más amplias
del conocimiento humano en general. Algunas de ellas resultan inútiles o extravagantes a nuestros
ojos, o incluso incomprensibles. Se ha hablado de ciencias experimentales y no experimentales
sagradas y profanas. morales y positivas, naturales y sociales, duras v blandas.
Resulta claro, al comparar distintas clasificaciones el hecho de que cada una de ellas se
construye a partir de algún criterio o propiedad que se desea destacar, y que constituye el
fundamento de la clasificación. Y esto ocurre con cualquier tipo de clasificación.
En muchos casos el supuesto subyacente a la clasificación es ontológico: se da por sentado
que la realidad está formada por distinto tipo de entidades, y a partir de esa división se asigna a
cada disciplina científica el estudio de cada uno de ellos. Así, por ejemplo, si se sostiene que la
realidad está constituida por dos grandes ámbitos, lo material por un lado y lo espiritual por otro, las
ciencias podián clasificarse, consecuentemente, en ciencias de la naturaleza y ciencias del espiritu.
También ha sido frecuente clasifica; a las ciencias desde un punto de vista gnoseológico es decir,
sobre la base de supuestos acerca de cómo conoce el ser humano. Se ha afirmado, por ejemplo,
que la mente humana tiene un determinado número de "facultades" o capacidades y a partir de ellas
se han clasificado las ciencias. Un ejemplo de este tipo de criterio clasificatorio lo constituye la
clasificación de Francis Bacon, quien distingue tres facultades: la razón, la memoria y la fantasía. A
la primera le hace corresponder la ciencia propiamente dicha, subdividida en ciencia natural,
teología natural y ciencias del hombre; a la segunda le corresponde la historia y a la tercera la
poesía.
Ha habido también clasificaciones basadas en criterios metodológicos, que sostienen, por
ejemplo, que hay ciencias experimentales y no experimentales, o inductivas y deductivas.
Cuando los supuestos que dan fundamento a una clasificación son cuestionados, la clasificación
corre la misma suerte y termina siendo abandonada y reemplazada por otra. Si se cuestiona. por
ejemplo, la división irreductible cíe la realidad en naturaleza o materia y espíritu, será también
cuestionada la división de las ciencias basada en ella.
En las últimas décadas se ha impuesto la clasificación que divide a las ciencias en
formales y fácticas. Se trata de una clasificación útil para los intereses actuales de la
epistemología y la metodología y coincidente con más de un criterio sobre el que puede fundarse la
clasificación: el método empleado, el tipo de entidades y el tipo de enunciados propios de cada uno
de estos dos grupos de ciencias.

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