Leyendas Selva 2
Leyendas Selva 2
Leyendas Selva 2
Entonces, cualquier animal u hombre que, por ignorancia o descuido, pase por su
delante ve solamente su cabeza. Pero ya será muy tarde. Porque habrá caído en
el campo imantado de la Sachamama, atraído hacia su poderosa mandíbula, para
luego ser triturado y tragado. Satisfecha su hambre, se pondrá a dormir por
una larga temporada.
De la misma manera se cuenta que los bufeos usan lo que parece dinero de
noche, pero al llegar el día son sólo hojas. También se cuenta sobre bufeos
hembras y barcos enteros con bufeos en forma humana que surcan los rios
navegables de la selva durante la noche.
EL TUNCHI MALIGNO
Vaga por las noches oscuras de la selva, como alma en pena, unos dicen que es
un ave, otros que es un brujo o un espíritu del mal “diablo” que goza
aterrorizando a la gente. Pero nadie lo ha visto, y todos lo reconocen con temor
cuando en plena oscuridad lanza al aire un silbido penetrante “fin....fin...fin...”
que por instantes se pierde en el monte a lo lejos, pero vuelve a silbar ya sobre
el techo de una casa o a la orilla del río. Todo es tan rápido que la gente solo
atina a persignarse o rezar, porque existe la creencia de que cuando silva con
insistencia, por los alrededores de un pueblo, anuncia malos presagios y cuando
lo hace sobre una casa, enfermedad o muerte.
Burlarse del tunchi o tunche, insultarlo, puede costarle caro al atrevido, ya que
lo hará enfurecer y entonces atacará con mayor insistencia, silbando...
silbando... lo perseguirá tanto que hasta el más valiente terminará entrando en
pánico, que puede llevarlo a la locura o muerte...
EL AYAYMAMA
Cuenta la leyenda que una epidemia estaba acabando con la gente de una
comunidad nativa. Que la madre de dos niños, sintiéndose con los primeros
síntomas de la enfermedad, quiso salvar del mal a sus pequeños y entonces los
llevó al monte, muy lejos y los dejó en ese lugar. Cerca de una linda quebrada,
abundante en peces y árboles frutales. Con gran pena los dejó, sabiendo que no
los volvería a ver más. Ellos jugaron, comieron frutos y se bañaron en la
quebradita, pero ya en la noche sintieron la falta de su madre y partieron en su
búsqueda pero se perdieron en el monte.
Asustados, llorando de pena decían cómo no ser aves para poder volar donde
mamá. Y el dueño del monte tuvo pena y los convirtió en avecitas y ellos
volaron, pero cuando llegaron a su pueblo vieron que ya nadie vivía, todos habían
muerto. Desde entonces no dejan de volar y volar, y cuando se posan en lo alto
de un árbol, cansados de buscar a su madre, hacen oír su canto lastimero
ayaymamá... ayaymamá...
Entonces, los más valientes, perseguían al animal encantado para ver en qué
casa se metía o hacia donde se dirigía cuando terminaba el encantamiento. La
infiel descubierta, tenía que ser llevada ante un buen curandero para que la
curara, mediante baños y sesiones de ayahuasca, liberándola del hechizo que
sufría por mantener amores prohibidos.
EL URCUTUTO
Es un búho grande que vive en lo profundo de la selva, en la copa de los árboles
más grandes, es un gran cazador nocturno. Cuenta la leyenda que ciertos brujos
maleros llegan a tener “pactos secretos” con los urcututos y entonces lo
utilizan para enviar virotes o dardos mágicos, que serán descargados sobre el
enemigo elegido, con el fin de causarle daño por venganza.
También suelen ser enviados como mensajeros, para espiar el lugar donde se
realizan las sesiones de ayahuasca, como cuidador, cuando se va a tratar a un
enfermo que el mismo brujo daña. Considerado como un animal de mal augurio
por algunos y de buena suerte para otros, es el rey de la noche.
Claro, estos brujos vivían en lo más apartado de la selva y casi siempre solos.
Dominaban los secretos para trasformarse en Runapuma, cuando sentían
necesidad de alimentarse. Hacían sus invocaciones por medio de icáros “cantos
mágicos de poder” pidiendo fuerza a los demonios del monte y entonces se
convertían en hermosos jaguares hambrientos totalmente negros. Así,
atacaban a sus víctimas, sin importarles que estuvieran armadas o en compañía
de otras personas. No le temían a nada ni nadie porque se sentían protegidos.
Satisfecho su apetito, volvían a convertirse en hombres casi normales.
Por esta razón se cree que los jaguares melánicos, totalmente negros o
yanapumas son mensajeros del más allá o poderosos brujos capaces de tomar
forma humana e incluso icarar o maldecir la comida desde lejos. Estos
otorongos negros son temidos por esa razón.