Modelo Atómico de Demócrito: Átomo

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ÁTOMO

Modelo Atómico de Demócrito


La “Teoría Atómica del Universo” fue creada por el filósofo griego
Demócrito junto a su mentor, Leucipo. En aquella época los
conocimientos no se alcanzaban mediante la experimentación, sino
mediante el razonamiento lógico, basándose en la formulación y el
debate de ideas.
Demócrito propuso que el mundo estaba formado por partículas muy pequeñas e
indivisibles, de existencia eterna, homogéneas e incmpresibles, cuyas únicas
diferencias eran de forma y tamaño, nunca de funcionamiento interno. Estas partículas
se bautizaron como “átomos”, palabra que proviene del griego atémnein y significa
“indivisible”.

Según Demócrito, las propiedades de la materia estaban determinadas por el modo en


que los átomos se agrupaban. Filósofos posteriores como Epicuro añadieron a la
teoría el movimiento aleatorio de los átomos.
ÁTOMO

El número de protones en el núcleo define a qué elemento químico pertenece el


átomo:[6] por ejemplo, todos los átomos de cobre contienen 29 protones. El
número de neutrones define el isótopo del elemento.[7] El número de electrones
influye en las propiedades magnéticas de un átomo. Los átomos pueden unirse a
otro u otros átomos por enlaces químicos (en los cuales intervienen
los electrones de dichos átomos) para formar compuestos químicos tales
como moléculas y redes cristalinas. La capacidad de los átomos de asociarse y
disociarse es responsable de la mayor parte de los cambios físicos observados
en la naturaleza y es el tema de la disciplina de la química.
Existe la antimateria, la cual está compuesta también por átomos pero con las
cargas invertidas;[8] los protones tienen carga negativa y se denominan
antiprotones, y los electrones tienen una carga positiva y se
denominan positrones. Es muchísimo menos frecuente en la naturaleza. Al entrar
en contacto con la respectiva partícula (como los protones con los antiprotones y
los electrones con los positrones) ambas se aniquilan generando un estallido de
energía de rayos gamma y otras partículas.
No toda la materia del universo está compuesta de átomos; de hecho, solo el
5% o menos del universo está compuesto por estos. La materia oscura, que
constituye según algunas estimaciones más del 20% del universo, no se
compone de átomos, sino de partículas de un tipo actualmente desconocido.
También cabe destacar la energía oscura, la cual es un componente que está
distribuido por todo el universo, ocupando aproximadamente más del 70% de
este.
INTRODUCCIÓN

Demócrito, máximo exponente de la escuela atomista griega (s. V a. C.). Retrato por Johannes


Moreelse en la actitud jocosa con la que se identificó al filósofo.

El concepto de átomo como bloque básico e indivisible que compone


la materia del universo fue postulado por la escuela atomista en la Antigua Grecia,
en el siglo V a. C., siendo Demócrito (Abdera, Tracia, c. 460 a. C.-c. 370 a. C.) uno
de sus exponentes.
Aristóteles, posteriormente, postula que la materia estaba formada por cuatro
elementos, pero niega la idea de átomo. La teoría atomista fue sin embargo
mantenida por diversas escuelas filosóficas, entre ellas la epicúrea. Para Epicuro,
los átomos son unidades indivisibles que poseen tres propiedades: forma,
tamaño y peso. Se encuentran permanentemente en movimiento y se unen
unos a otros en virtud de sus formas. Su número es infinito y la cantidad de sus
formas también es muy grande (aunque no necesariamente infinita). Las
propiedades de los cuerpos derivan de las propiedades atómicas.
Tras la Revolución científica, la escuela atomista griega fue reconsiderada por
las nuevas generaciones de científicos de mediados del siglo XIX, cuando sus
conceptos fueron introducidos para explicar las leyes químicas. Con el
desarrollo de la física nuclear en el siglo XX se comprobó que el átomo puede
subdividirse en partículas más pequeñas.[9][10]
Los átomos son objetos muy pequeños con masas igualmente minúsculas: su
diámetro y masa son del orden de la diez mil millonésima parte de un metro y
cuatrillonésima parte de un gramo. Solo pueden ser observados mediante
instrumentos especiales tales como un microscopio de efecto túnel. Más de un
99,94 % de la masa del átomo está concentrada en su núcleo, en general
repartida de manera aproximadamente equitativa entre protones y neutrones. El
núcleo de un átomo puede ser inestable y sufrir
una transmutación mediante desintegración radioactiva. Los electrones en la nube
del átomo están repartidos en distintos niveles de energía u orbitales, y
determinan las propiedades químicas del mismo. Las transiciones entre los
distintos niveles dan lugar a la emisión o absorción de radiación
electromagnética en forma de fotones, y son la base de la espectroscopia.

ESTRUCTURA ATÓMICA

fuerza nuclear, que es mucho más intensa que la fuerza electromagnética a


distancias cortas, lo cual permite vencer la repulsión eléctrica entre los protones.
[13]
Los átomos de un mismo elemento tienen el mismo número de protones, que se
denomina número atómico y se representa por Z. Los átomos de un elemento
dado pueden tener distinto número de neutrones: se dice entonces que
son isótopos. Ambos números conjuntamente determinan el nucleido.
El núcleo atómico puede verse alterado por procesos muy energéticos en
comparación con las reacciones químicas. Los núcleos inestables
sufren desintegraciones que pueden cambiar su número de protones y neutrones
emitiendo radiación. Un núcleo pesado puede fisionarse en otros más ligeros en
una reacción nuclear o espontáneamente. Mediante una cantidad suficiente de
energía, dos o más núcleos pueden fusionarse en otro más pesado.
En átomos con número atómico bajo, los núcleos con una cantidad distinta de
protones y neutrones tienden a desintegrarse en núcleos con proporciones más
parejas, más estables. Sin embargo, para valores mayores del número atómico,
la repulsión mutua de los protones requiere una proporción mayor de
neutrones para estabilizar el núcleo.[14]
Nube de electronesEditar
Artículo principal: Nube de electrones

Los cinco primeros orbitales atómicos.

Los electrones en el átomo son atraídos por los protones a través de la fuerza
electromagnética. Esta fuerza los atrapa en un pozo de potencial electrostático
alrededor del núcleo, lo que hace necesaria una fuente de energía externa para
liberarlos. Cuanto más cerca está un electrón del núcleo, mayor es la fuerza
atractiva, y mayor por tanto la energía necesaria para que escape.
Los electrones, como otras partículas, presentan simultáneamente propiedades
de partícula puntual y de onda, y tienden a formar un cierto tipo de onda
estacionaria alrededor del núcleo, en reposo respecto de este. Cada una de estas
ondas está caracterizada por un orbital atómico, una función matemática que
describe la probabilidad de encontrar al electrón en cada punto del espacio. El
conjunto de estos orbitales es discreto, es decir, puede enumerarse, como es
propio en todo sistema cuántico. La nube de electrones es la región ocupada por
estas ondas, visualizada como una densidad de carga negativa alrededor del
núcleo.
Cada orbital corresponde a un posible valor de energía para los electrones, que
se reparten entre ellos. El principio de exclusión de Pauli prohíbe que más de dos
electrones se encuentren en el mismo orbital. Pueden ocurrir transiciones entre
los distintos niveles de energía: si un electrón absorbe un fotón con energía
suficiente, puede saltar a un nivel superior; también desde un nivel más alto
puede acabar en un nivel inferior, radiando el resto de la energía en un fotón.
Las energías dadas por las diferencias entre los valores de estos niveles son las
que se observan en las líneas espectrales del átomo.

PROPIEDADES DEL ÁTOMO

niveles de energía. Este fenómeno se conoce como efecto Stark en el caso de un


campo eléctrico, y efecto Zeeman en el caso de un campo magnético.
Las transiciones de un electrón a un nivel superior ocurren en presencia de
radiación electromagnética externa, que provoca la absorción del fotón
necesario. Si la frecuencia de dicha radiación es muy alta, el fotón es muy
energético y el electrón puede liberarse, en el llamado efecto fotoeléctrico.
Las transiciones a un nivel inferior pueden ocurrir de manera espontánea,
emitiendo la energía mediante un fotón saliente; o de manera estimulada, de
nuevo en presencia de radiación. En este caso, un fotón «entrante» apropiado
provoca que el electrón decaiga a un nivel con una diferencia de energía igual a
la del fotón entrante. De este modo, se emite un fotón saliente cuya onda
asociada está sincronizada con la del primero, y en la misma dirección. Este
fenómeno es la base del láser.
Interacciones eléctricas entre protones y electronesEditar
Antes del experimento de Rutherford la comunidad científica aceptaba el modelo
atómico de Thomson, situación que varió después de la experiencia de Ernest
Rutherford. Los modelos posteriores se basan en una estructura de los átomos
con una masa central cargada positivamente rodeada de una nube de carga
negativa.[19]
Este tipo de estructura del átomo llevó a Rutherford a proponer su modelo en
que los electrones se moverían alrededor del núcleo en órbitas. Este modelo
tiene una dificultad proveniente del hecho de que una partícula cargada
acelerada, como sería necesario para mantenerse en órbita, radiaría radiación
electromagnética, perdiendo energía. Las leyes de Newton, junto con
las ecuaciones de Maxwell del electromagnetismo aplicadas al átomo de
Rutherford llevan a que en un tiempo del orden de 10 −10 s, toda la energía del
átomo se habría radiado, con la consiguiente caída de los electrones sobre el
núcleo.[20]

EL ÁTOMO
1.- El átomo en la antigüedad

Los filósofos griegos discutieron mucho acerca de la naturaleza de la materia y concluyeron


que el mundo era más simple de lo que parecía. Algunas de sus ideas de mayor relevancia
fueron:

En el siglo V a. C., Leucipo sostenía que había un solo tipo de materia y pensaba que si
dividíamos la materia en partes cada vez más pequeñas, obtendríamos un trozo que no se
podría cortar más. Demócrito llamó a estos trozos átomos (“sin división”).

La filosofía atomista de Leucipo y Demócrito podía resumirse en:

1.- Los átomos son eternos, indivisibles, homogéneos e invisibles.

2.- Los átomos se diferencian en su forma y tamaño.

3.- Las propiedades de la materia varían según el agrupamiento de los átomos.


En el siglo IV a. C., Empédocles postuló que la materia estaba formada por 4 elementos: tierra,
aire, agua y fuego.

¿Qué es la materia?
Por materia se entienden diversos conceptos, esencialmente uno físico y uno filosófico.
Según el físico, la materia es todo aquello que ocupa un lugar en el universo, posee una
cantidad determinada de energía y está sujeto a interacciones con instrumentos de
medición y cambios en el tiempo. Filosóficamente hablando, la materia es cada uno de los
elementos constituyentes de la realidad objetiva, que pueden ser percibidos de la misma
manera por sujetos diversos.

Generalmente, se emplea el término “materia” como sinónimo de sustancia, de aquello de


lo que están hechas todas las cosas. Sin embargo, este concepto fue evolucionando ya
que muchas de las leyes del universo descubiertas por la física retan nuestro mismo
entendimiento, y consideran que la materia también puede ser un fenómeno perceptible
que se transmite en el espacio-tiempo.

Ver además: Hidrocarburos
Tipos de materia

La materia orgánica está constituida principalmente por átomos de carbono e hidrógeno..

A grandes rasgos, podemos enumerar los principales tipos de materia de la siguiente


manera:

1. Materia viviente. Compone el cuerpo de los seres vivos.


2. Materia inanimada. Compone los objetos inertes, sin vida.
3. Materia orgánica. Constituida principalmente por átomos de carbono e hidrógeno,
vinculada con la vida
4. Materia inorgánica. No es orgánica, es decir, está en estado libre en la naturaleza y
no necesariamente tiene que ver con los seres vivientes.
5. Materia simple. Compuesta por uno o pocos tipos de átomos.
6. Materia compuesta. Posee numerosos elementos de diverso tipo en su
composición y alcanza mayores niveles de complejidad.
Composición de la materia
Toda la materia, hasta donde sabemos, está compuesta por partículas invisibles, que
constituyen la materia elemental de los 118 elementos químicos conocidos en la tabla
periódica.

Estas partículas se llaman átomos y son distintos entre sí dependiendo de a qué elemento
pertenezcan, pero no en su forma o constitución sino en la cantidad o distribución de
partículas subatómicas: electrones (carga negativa), protones (carga positiva) y neutrones
(carga neutra).

De esta manera, un átomo de hidrógeno es idéntico a cualquier otro átomo de


hidrógeno en la galaxia y todos se componen de un protón y un electrón. En eso se
diferencian de un átomo de oxígeno, que se compone de ocho protones y ocho electrones.
Propiedades de la materia

El punto de ebullición es una propiedad específica de cada tipo de materia.

La materia presenta propiedades de diversa naturaleza que pueden organizarse según su


perspectiva:

1. Propiedades físicas. Dependen de la sustancia y se manifiestan en su apariencia,


su olor y sabor, su textura, su peso, su resistencia, etc.
2. Propiedades químicas. Dependen de la configuración atómica de la sustancia y se
ponen de manifiesto en su reacción con otras sustancias o compuestos, o ante
diversas formas de energía como la electricidad o el magnetismo.
3. Propiedades físico-químicas. Se trata de una perspectiva que reconcilia las dos
anteriores.
4. Propiedades generales. Son las propiedades compartidas por toda la materia,
como el peso o la masa.
5. Propiedades específicas. Son las propiedades únicas de cada tipo de materia,
como el punto de ebullición o la densidad.
Principales características de la materia

El peso es la medida en que actúa la fuerza de gravedad sobre un cuerpo.

Las principales características de la materia son:

1. Masa. La masa de las cosas es la sumatoria de la cantidad total de materia que


hay en ellas. Esto es, cuántos elementos hay contenidos en un mismo cuerpo.
También se puede ver como la resistencia que opone un cuerpo al cambio de
su movimiento. Se mide en kilogramos de acuerdo al Sistema Internacional de
Unidades (SI).
2. Peso. Es la medida en que actúa la fuerza de gravedad sobre un cuerpo u otro,
medida en Newtons (N) de acuerdo al SI. Suele confundirse con la masa, pero
es algo distinto.
3. Volumen. Es la relación del espacio definida en tres dimensiones (largo, ancho y
altura) que ocupa un cuerpo determinado, medido en metros cúbicos (m3)
según el SI.
4. Densidad. Indica qué tan juntas están las partículas de un cuerpo o una sustancia,
calculada como la relación entre su masa y su volumen. Se expresa, por ende,
en kilogramos por metro cúbico (kg/m3).
5. Temperatura. Es la medida del calor percibida en un cuerpo determinado, ya que
la energía calórica se transmite de los cuerpos más cálidos a los más fríos.
Para ello se emplean distintas escalas de temperatura: la Celsius (°C), la
Kelvin (°K) o la Fahrenheit (°F).

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