DEPRESION

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DEPRESION

Todo el mundo se siente triste en diferentes situaciones a lo largo de su vida. Muchas


veces como consecuencia de datos objetivos (la muerte de una persona o animal
querido, la pérdida del trabajo, problemas familiares o laborales, etc.) y en otras
ocasiones sin saber exactamente el porqué. Sin embargo, la depresión hace
referencia a una situación más grave y prolongada en el tiempo, que suele alterar la
vida social y laboral de la persona que la padece. La depresión es una de las
enfermedades más invalidantes que existen y presenta una elevada frecuencia en la
población. Afortunadamente la depresión tiene tratamiento y habitualmente se
supera.

Al menos un 15% de la población desarrolla un episodio depresivo mayor a lo largo de


su vida y de un 6 a un 8% de la población atendida en atención primaria tiene
criterios para un diagnóstico de depresión mayor. La depresión es el doble de
frecuente en mujeres y aumenta con la edad.

El primer episodio depresivo suele manifestarse a comienzos de la edad adulta y en


un 50 a un 60% de los sujetos existen recurrencias posteriores. La duración del
episodio de depresión es variable, de meses a más de un año. En los ancianos los
episodios depresivos pueden hacer creer que se trata de una demencia incipiente.

La depresión tiene tratamiento que suele ser eficaz, permitiendo la recuperación


completa del paciente sin ninguna secuela.

Tipos de depresión

La depresión puede tener varias intensidades. Además, puede alternarse con otros
estados de ánimo que motivan una clasificación distinta de la enfermedad. En general
la depresión se clasifica en alguno de los siguientes tipos:

Depresión mayor. Se define como la presencia de un ánimo deprimido a diario, con


bajo interés para realizar las actividades cotidianas, durante al menos 2 semanas.
Puede aparecer como un único episodio una vez en la vida o tratarse de episodios
repetidos.
Depresión menor. Hace referencia a pacientes con síntomas de depresión durante
más de 2 semanas, pero que no cumplen criterios estrictos de depresión mayor (ver
más adelante).
Desorden o trastorno distímico. Se trata de un estado bajo de ánimo permanente en
el tiempo, que se mantiene durante al menos 2 años. Algunas personas lo llaman
depresión crónica. Es una alteración frecuente y en ocasiones difícil de diferenciar del
síndrome depresivo mayor, pudiendo ambos coexistir. Los síntomas suelen tener una
intensidad menor. Con frecuencia se trata de pacientes pesimistas que muestran
desinterés por todo y que tienen baja autoestima, pudiendo responder
satisfactoriamente al tratamiento con antidepresivos.

Depresión reactiva. Los síntomas aparecen en relación con una situación que los ha
podido propiciar y que ha acontecido en los 3 meses previos. El paciente manifiesta
un malestar mayor del esperable para dicha situación, de ahí el nombre de depresión.

Causas de la depresión

En muchas ocasiones las causas de la depresión son desconocidas, no asociándose


con ninguna otra enfermedad ni produciéndose como reacción frente a ninguna
situación determinada. Varios de estos casos tienen un componente hereditario,
siendo frecuente que exista algún familiar que haya padecido la misma enfermedad.
Se ha demostrado que existen una serie de factores que facilitan el desarrollo de
depresión. Dentro de ellos se encuentran:
1. Abusos físicos, psíquicos o sexuales en el pasado.
2. Aislamiento social.
3. Consumo de drogas.
4. A veces los episodios de depresión aparecen en determinadas situaciones
como:
5. Acontecimientos importantes en la vida de una persona, aunque se trate de
situaciones favorables, como un cambio de trabajo, el matrimonio, obtener un
título universitario, etc.
6. En respuesta a una situación estresante, como la pérdida de un ser querido,
problemas laborales o familiares.
7. En raras ocasiones la sintomatología depresiva se asocia con otra enfermedad.
En estas circunstancias es difícil saber si la depresión es consecuencia de
saberse enfermo (cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes), es
consecuencia de la propia enfermedad (hipotiroidismo), es consecuencia de
alguna medicación administrada para tratar la enfermedad en cuestión, o
simplemente una depresión como tal que coincide en el tiempo con la
enfermedad.
8. Muchos medicamentos pueden favorecer el desarrollo de depresión. Entre
ellos:
Algunos antihipertensivos, como los beta-bloqueantes.
Antiarrítmicos.
Antiepilépticos.
Medicinas para el Parkinson.
Corticoides.
Analgésicos.
Algunos antibióticos.
9.La depresión posparto es una situación que va más allá de un cierto estado de
melancolía o tristeza que ocasionalmente aparece después del nacimiento del bebé.
Se sospecha que están implicados cambios hormonales.

Síntomas de la depresión

La depresión produce síntomas que tienen una intensidad variable entre una persona
y otra. Habitualmente no todos ellos están presentes en el mismo paciente:
• Sensación de tristeza sin sentido.
• Decaimiento.
• Indiferencia y apatía sobre el entorno.
• Irritabilidad.
• Sensación de no tener fuerzas para enfrentarse a las diversas situaciones de la
vida.
• Modificaciones en los patrones de sueño (se duerme mucho o se duerme muy
poco).
• Modificaciones en la alimentación (se come mucho o muy poco), con cambios
subsiguientes en el peso (o se engorda o se adelgaza).
• Agitación y nerviosismo o, por el contrario, enlentecimiento en todas las
acciones.
• Dificultad para concentrarse y para tomar decisiones.
• Sentimientos de culpabilidad o vergüenza.
• Pensamientos sobre la muerte.
• Los pacientes no sienten ningún placer en las actividades que realizan, suelen
tener peor humor por la mañana y tienen la sensación de que lo que les ocurre
difiere del sentimiento de tristeza. A veces los pacientes presentan síntomas
poco específicos pero que llevan a los familiares, amigos o al médico a
sospechar que puede haber una depresión. Entre estos síntomas se
encuentran:
• Deterioro del aspecto personal.
• Lentitud en los movimientos, con marcha cansina.
• Cara poco expresiva y triste.
• Tono bajo de voz.
• Facilidad para llorar.
• Problemas para dormir.
• Pesimismo generalizado.
En las personas ancianas y en los niños y adolescentes, las características clínicas de la
depresión pueden diferir de las habituales en personas de edad intermedia:

Depresión en el anciano. En estos pacientes las alteraciones del ánimo pueden ser
poco expresivas y pueden tener síntomas como pérdida de apetito, insomnio,
alteraciones de la memoria, pérdida de interés por las cosas, irritabilidad, ansiedad y
molestias vagas a varios niveles. Todo ello puede confundirse con el inicio de una
demencia.

Depresión en la infancia y adolescencia. Puede manifestarse como una depresión


característica pero a veces presentan molestias en diferentes partes del cuerpo,
pierden el control de la orina (enuresis), tienen problemas de alimentación,
comportamiento irritable y desafiante, alteraciones de la conducta y/o inician el
consumo de drogas.

¿Cómo se diagnostica?

Ante la sospecha de un síndrome depresivo se debería:


• Descartar que la depresión sea secundaria a alguna enfermedad médica o al
consumo de drogas (lo que ocurre en el 15% de los casos).
• Diferenciar entre síndrome depresivo y enfermedad bipolar, caracterizada esta
última por episodios de depresión que alternan con otros episodios en los que
el paciente se encuentra eufórico y desarrolla una gran actividad.
• Evaluar si existe riesgo de suicidio preguntándoselo directamente al paciente.
El riesgo de suicidio es mayor si:
• Se han producido intentos previos de suicidio.
• El paciente muestra una desesperanza absoluta.
• Existen enfermedades médicas intercurrentes.
• Existe abusos de sustancias.
• Existe aislamiento social.
• Puede sospecharse la posibilidad de un suicidio si:
• El paciente comienza a visitar a seres queridos.
• El paciente comienza a poner sus cosas en orden o modifica un testamento.
• Se muestra tranquilo o incluso contento en un momento de su enfermedad.
• Existe un empeoramiento en su tristeza o desesperanza.
• Piensa que no tiene sentido seguir en esta vida.
• Habla o piensa continuamente sobre la muerte.
• Habla sobre la posibilidad de suicidarse.
En estas circunstancias se debe remitir de forma urgente al paciente para valoración
psiquiátrica.

El hecho de sentirse triste en determinados momentos de la vida o ante


determinadas circunstancias es algo habitual. Por ello, y para diferenciar la depresión
de estos momentos que pueden ser pasajeros y no precisan tratamiento, se han
buscado criterios que diferencien claramente la depresión o el trastorno distímico, de
un bajo estado de ánimo sin importancia:

Criterios para catalogar a una persona de depresión mayor


Se requiere que el paciente presente cinco o más de los siguientes síntomas durante
un período de al menos 2 semanas, considerando que al menos uno de los síntomas
debe ser el mantener un estado de ánimo depresivo (primero de los síntomas) o la
pérdida de interés o de la capacidad para el placer (segundo de los síntomas):
• Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día casi todos los días, según lo
comunica el propio paciente (se siente triste o vacío) o las personas de su
entorno (se encuentra lloroso o triste). En los niños y adolescentes el estado de
ánimo puede ser irritable.
• Disminución acusada del interés o de la capacidad para encontrar placer en
todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día casi todos los días
(según refiere el propio paciente u observan los demás).
• Pérdida significativa de peso sin hacer ninguna dieta, o aumento de peso (un
cambio del peso de más del 5 % en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito
casi todos los días. En niños hay que valorar el fracaso en conseguir el aumento
esperable del peso.
• Insomnio o hipersomnia (dormir demasiado) casi todos los días.
• Agitación o enlentecimiento en los movimientos casi todos los días (observable
por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de encontrarse lento).
• Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
• Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados casi todos los
días (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar
enfermo).
• Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi
todos los días.
• Pensamientos recurrentes de muerte (no solo temor a la muerte), ideas
recurrentes de suicidio sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un
plan específico para suicidarse.
• Los síntomas no deben asociarse a episodios maniacos que sugerirían
enfermedad bipolar u otra enfermedad distinta a la depresión.
• Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social,
laboral o de otras áreas importantes de la actividad del paciente.
• Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia
(drogas o medicamentos) o de una enfermedad médica (hipotiroidismo).
• Los síntomas no se explican por la presencia de un duelo (como consecuencia
de la pérdida de un ser querido).
Una persona puede ser catalogada de una depresión menor cuando cumple varios,
pero no todos, los criterios de la depresión mayor.

Criterios para catalogar a una persona como trastorno distímico


El paciente presenta un estado de ánimo crónicamente depresivo o triste la mayor
parte del día la mayoría de los días, manifestado por el propio sujeto u observado por
los demás, durante al menos 2 años. En los niños y adolescentes el estado de ánimo
puede ser irritable y la duración debe ser de al menos 1 año.
Presencia, mientras está deprimido, de dos (o más) de los siguientes síntomas:
• Pérdida o aumento de apetito.
• Insomnio o hipersomnia (sueño exagerado).
• Falta de energía o fatiga.
• Baja autoestima.
• Dificultades para concentrarse o para tomar decisiones.
• Sentimientos de desesperanza.
• Durante el período de 2 años de la alteración (1 año en niños y adolescentes),
el paciente no ha estado sin síntomas de los criterios 1 y 2 durante más de 2
meses seguidos.
• No ha habido ningún episodio depresivo mayor durante los primeros 2 años de
la alteración (1 año para niños y adolescentes).
• Nunca ha habido un episodio maníaco.
• Los síntomas no son debidos a los efectos directos de una sustancia (una droga,
un medicamento) o una enfermedad (hipotiroidismo).
• Los síntomas causan un malestar clínicamente significativo o deterioro social,
laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Un trastorno especial es la denominada reacción de duelo. Es una reacción común a


la muerte de una persona querida que puede requerir tratamiento. Puede haber
síntomas de depresión mayor y la duración es variable. Si se mantiene más de 2
meses puede catalogarse como depresión mayor.

¿Es la depresión hereditaria?

La depresión mayor antes de los 25 años tiene un componente genético, al haberse


identificado una mayor proporción de familiares con depresión por debajo de esta
edad. La presencia de depresión es también más frecuente entre familiares de
personas con enfermedad bipolar.
Si bien diversas situaciones de la vida pueden favorecer el desarrollo de depresión, el
umbral para que se produzca la enfermedad probablemente está determinado de
forma hereditaria.

¿Puede prevenirse?

La realización de una vida sana y activa se asocia con un menor riesgo de depresión.

Se pueden evitar recurrencias de la enfermedad con un tratamiento apropiado.

¿Cuál es el pronóstico?

Si la depresión no es tratada los síntomas generalmente empeoran y pueden


prolongarse durante años. Se calcula que la mitad de las personas que presentan
depresión no han sido diagnosticadas. La depresión no tratada puede incluso llevar al
suicidio, lo que ocurre en algo menos de 1 de cada 10 personas diagnosticadas de la
enfermedad.

Tratamiento de la depresión

El tratamiento está dirigido a hacer remitir el episodio de depresión y evitar nuevas


recurrencias en el futuro. La elección del tipo de tratamiento depende del diagnóstico
clínico y de la gravedad de la situación:

Depresión menor

Las opciones de tratamiento son:


Esperar y vigilar. Esta opción es probablemente la mejor para personas con afectación
leve, sin ideas de suicidio y sin alteraciones en su vida normal. El paciente es citado
cada varias semanas para ver que la enfermedad no empeora.
Psicoterapia. Es una alternativa razonable a la opción anterior en situaciones leves.
También tiene utilidad como primera aproximación a las personas con episodios
moderados o graves de depresión menor, es decir, con ideación o comportamiento de
suicidio o con afectación de su funcionalidad
Medicación. Es una opción razonable en personas con episodios moderados o graves
de depresión menor en los que la psicoterapia no funciona después de varias
sesiones o en aquellas que no tienen acceso a la misma, y en personas con episodios
leves de depresión menor que empeoran con el tiempo. Los antidepresivos no suelen
ser útiles en personas con episodios leves de depresión menor.
En cualquier caso el beneficio de cualquiera de estas opciones suele ser modesto.
Depresión mayor

En la depresión mayor no asociada a enfermedad bipolar (unipolar) se recomienda el


siguiente tratamiento:
Psicoterapia asociada a medicación. Se utiliza en las formas leves o moderada de
depresión mayor, es decir, las que no se asocian con ideas o comportamientos
suicidas o en las que el riesgo de suicidio no parece inminente, que mantienen una
capacidad de juicio adecuada, sin agresividad ni signos psicóticos. La utilización de
psicoterapia solo o de medicación solo, son también alternativas válidas. El beneficio
del tratamiento habitualmente se nota después de varias semanas. En los casos de
depresión mayor grave este suele ser también el tratamiento de entrada.
Terapia electroconvulsiva. Se utiliza en los casos de depresión mayor grave que no
han respondido al tratamiento, o como primera opción en los casos con riesgo
elevado de suicidio o negativa a comer. Consiste en inducir una crisis epiléptica
generalizada en el paciente mediante una corriente eléctrica.
Trastorno depresivo persistente (distimia)

El tratamiento de elección son los antidepresivos asociados a psicoterapia.

Tipos de tratamiento para la depresión

Tratamiento con medicamentos

El tratamiento con medicamentos tarda varias semanas en ser eficaz (entre 6 y 8


semanas), por lo que muchos pacientes lo abandonan antes de tiempo al pensar que
no les ha hecho efecto. Además, se acompaña con frecuencia de efectos adversos,
otro motivo que lleva a su abandono. Sin embargo, el tratamiento mejora el cuadro
clínico en más del 70% de los pacientes.

No existe un tipo de antidepresivo que sea claramente mejor que otro,


diferenciándose entre ellos fundamentalmente por el perfil de efectos adversos que
producen. Sin embargo algunos tratamientos les van mejor a unas personas y a otros,
otras, por lo que puede ser necesario pasar por varios antidepresivos hasta dar con el
apropiado para un determinado paciente. Frecuentemente puede ser necesario
asociar varios medicamentos.

Los fármacos más habituales son:


Antidepresivos tricíclicos (amitriptilina, imipramina, etc.). Producen efectos adversos
con frecuencia, como sequedad de boca, estreñimiento, mareos, náuseas, dolor de
cabeza, insomnio y ansiedad.
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (fluoxetina, paroxetina,
sertralina, citalopram, escitalopram, etc.). Tienen menos efectos adversos, aunque
estos son similares a los de los antidepresivos tricíclicos.
Otros (venlafaxina, mirtazapina, etc.).
Una buena respuesta previa a un antidepresivo concreto o una buena respuesta a un
determinado antidepresivo por parte de algún familiar, favorecería que se eligiera ese
mismo medicamento para el paciente. En caso de falta de respuesta, pudiera deberse
a un mal cumplimiento terapéutico. Si no fuera el caso, se debería subir la dosis de la
medicación. Se ha demostrado que la mejoría es mayor en los pacientes que realizan
varias visitas a su médico durante las primeras semanas de tratamiento, en las que
reciben apoyo con material educacional y en las que disponen de apoyo psiquiátrico
en caso de ser necesario.

En caso de que no haya respuesta, el paciente debe ser enviado a un especialista en


psiquiatría quien valorará:
Cambiar a otro tipo de medicación antidepresiva.
Combinar medicamentos antidepresivos.
Utilizar otro tipo de medicamentos (litio, antipsicóticos, etc.).
Utilizar otras técnicas:
Tratamiento electroconvulsivo.
Estimulación magnética transcraneal.
Una vez conseguida la remisión se debe mantener el tratamiento varios meses más,
entre 6 y 12 meses, para evitar recaídas. Posteriormente se debe ir descendiendo la
dosis de forma progresiva. Si la medicación se suspende bruscamente puede aparecer
malestar general, náuseas, vómitos, temblores, confusión y alteraciones del sueño.

En caso de recaída se debe de reiniciar el tratamiento, generalmente con el último


medicamento que se haya utilizado. En este caso el tratamiento debe mantenerse
durante más tiempo, en general varios años, una vez obtenida la mejoría.

En caso de que hayan existido varios episodios de depresión puede ser conveniente
mantener el tratamiento de por vida.

Psicoterapia e información al paciente


Se debe informar al paciente y a la familia sobre su enfermedad.
Se le debe indicar que existen tratamientos que suelen curar completamente la
enfermedad.
Se debe preguntar al paciente si tiene ideas de suicidio.
Durante la depresión se debe evitar que el paciente tome decisiones trascendentes.
No se debe obligar al paciente a realizar acciones o tareas para las que no se
encuentre capacitado. Las realizará cuando vaya mejorando de su enfermedad.
Se deben valorar los cambios positivos del paciente en sus actividades diarias.
Se debe buscar apoyo en familiares y personas queridas
En situaciones concretas puede recomendarse diversas técnicas de psicoterapia y
terapia cognitiva.

Otros tratamientos

En pacientes que no responden al tratamiento con medicamentos, que no pueden


tolerarlos o que tienen una depresión muy grave puede ser necesario realizar
tratamiento electroconvulsivante (electroshock).

Otras recomendaciones
Los pacientes con depresión deben evitar el consumo de alcohol. Algunos de los
medicamentos para la depresión pueden aumentar sus efectos adversos si se
consumen junto al alcohol.
No existe ningún alimento o dieta que sea especialmente beneficioso o perjudicial en
esta enfermedad.
Algunos medicamentos pueden empeorar la depresión, por lo que debe evaluarse
detenidamente si son o no imprescindibles.
Los antidepresivos pueden alterar la capacidad de conducción. Los pacientes que los
consuman deben ser conscientes de este hecho, sobre todo los primeros días de
iniciado el tratamiento, cuando se haya producido un cambio de medicamento o
cuando se modifique la dosis. Estos medicamentos pueden producir somnolencia,
mareo, ansiedad o agitación, temblor, alteraciones de la visión o alteraciones del
comportamiento.
El tema central del cuento es la muerte inexplicable de Alicia, la protagonista, víctima
de un animal extraño que vive en su almohadón de plumas. Los otros dos temas que
aparecen en el título del libro, el amor y la locura, también están presentes en el
cuento, aunque de manera secundaria.

“Cuentos de amor, de locura y de muerte”, de Horacio Quiroga


Cuentos de amor, de locura y de muerte, del escritor uruguayo Horacio Quiroga, fue
publicado por vez primera en Buenos Aires en 1917.

Quiroga eligió estructurar la acción del cuento de manera similar a como lo hacía
Edgar Allan Poe en muchas de sus Narraciones extraordinarias, donde encontramos
esos finales denominados de efecto, justamente por la impresión que quieren causar
en el lector. Al igual que como sucede en “El gato negro”, por nombrar solo un cuento
del autor norteamericano, en “El almohadón de plumas” el autor se guarda para el
final un as bajo la manga con que nos sorprende a todos los lectores. La estructura
del cuento se inscribe dentro de lo que se podría denominar una forma clásica, a
saber, comienzo, nudo y desenlace. En un primer momento, la narración se centra en
la presentación de los personajes y del lugar donde transcurren los hechos, la casa.
Hay un segundo momento, el más extenso, que se centra en la enfermedad de
carácter inexplicable que sufre la protagonista; por último encontramos un tercer
momento cuyo centro de interés es el almohadón de plumas y el extraño animal que
vivía en su interior, que terminó siendo el causante de la muerte de Alicia.

Comienza el relato con una frase contundente, cargada de un sentido oximorónico:


“Su luna de miel fue un largo escalofrío”. Como lectores sabemos que se le denomina
luna de miel al período de tiempo que comienza una vez finalizada la boda y que se
extiende por un lapso de tiempo, donde generalmente los recién casados emprenden
un viaje de vacaciones. Es un tiempo de intimidad que se caracteriza por ser un
período de intensa felicidad. Cuando leemos las primeras palabras del texto, ya
podemos vislumbrar el tono que va a acompañar el relato; no sabemos nada aún
pero si una cosa tenemos en claro es que una luna de miel no se caracteriza por ser
un largo escalofrío.

La voz narrativa, omnisciente y en tercera persona, continúa dando los rasgos


grafopéyicos (rasgos físicos) y etopéyicos (rasgos del carácter) de los dos personajes
principales del cuento. De Alicia se nos dice que es rubia, angelical y tímida, mientras
que Jordán es descrito como un hombre alto, callado y de carácter duro. La intención
de Quiroga en este primer momento del relato es presentar la relación amorosa de
una pareja que se ama, pero que está marcada por la incomunicación. Se nos dice
que Alicia quería mucho a Jordán y que éste también amaba profundamente a su
esposa, pero Alicia se estremecía ante la rígida presencia de su marido, ni siquiera era
capaz de mirarlo fijamente y Jordán en su mutismo era incapaz de dar a conocer sus
sentimientos.

Quiroga sabe de antemano de qué manera y en qué circunstancias va a morir Alicia,


pero tiene que crear en el lector interpretaciones transitorias.

Con la descripción de la casa, el lugar físico donde va a transcurrir la acción del


cuento, el escritor busca, y logra, llevar la atención del lector hacia posibles
interpretaciones de lo que le sucederá a la protagonista. La casa, calificada de hostil,
descrita como un palacio encantado, frío y abandonado, influye en el aspecto
psicológico de la protagonista.

En la planificación del relato, Quiroga sabe de antemano de qué manera y en qué


circunstancias va a morir Alicia, pero tiene que crear en el lector interpretaciones
transitorias de lo que va ocurriendo durante la lectura para que cuando en realidad
salga a la luz el verdadero motivo de la enfermedad y la muerte la sorpresa sea total.
En este sentido, es lógico pensar que los estremecimientos de Alicia, que derivarán en
una extraña enfermedad, se deben a las circunstancias que la rodean, como ser estar
casada con un hombre tan poco comunicativo y vivir en soledad en esa extraña casa,
resignando sus sueños de mujer sensible.

Cuando el narrador dice que “no es raro que adelgazara”, primera referencia física de
una posible enfermedad, no nos sorprende, aunque estamos muy lejos aquí de
atribuir la enfermedad a su verdadera causa.

Las dolencias de la protagonista comenzaron como una simple gripe (influenza), pero
lo extraño del caso era que no lograba superarla, y poco a poco su estado de salud
fue desmejorando.

Es significativo el pasaje que tiene lugar en el jardín de la casa donde Jordán acaricia
la cabeza de Alicia y ésta se pone a llorar. Este es el único momento del relato donde
Jordán tiene una manifestación de cariño hacia su mujer, donde la distancia
emocional por un momento se rompe. Es comprensible el llanto de la protagonista y
la actitud de dejarse proteger, fue como si Jordán con su actitud habilitara a Alicia a
manifestar todo lo que sentía y que justamente por el carácter del marido estaba
obligada a reprimir.

El médico de Jordán, en su afán de solucionar esta situación inexplicable hasta el


momento, da órdenes que en lugar de llevar a Alicia a la recuperación la llevan a un
camino vertiginoso hacia la muerte. Al no encontrar una explicación para la debilidad
que estaba sufriendo la paciente, lo único que aconseja es que descanse, y es
precisamente el descanso, el estar acostada, el estar en contacto con el almohadón,
lo que va absorbiendo gota a gota la vida de Alicia. Claro que nosotros como lectores
y a esta altura del cuento esto no lo sospechamos y, es más, vemos como lógicos los
consejos primarios del médico, quien con el espíritu científico que lo caracteriza
apunta a mitigar las dolencias aunque desconozca las causas de fondo que las
provocan.

Todo va a encajar en el cuento cuando aparezca la verdadera causa de la extraña


debilidad de Alicia, cuando aparezca el extraño animal que vivía en el almohadón.
Recién a último momento vamos a atar cabos y a entender por qué Alicia empeoraba,
por qué la enfermedad estaba vinculada con la sangre (tenía anemia), por qué la vida
se le iba gota a gota, pero como hemos referido anteriormente, vemos cómo Quiroga
ha estructurado el relato de manera de jugar todo el tiempo con nuestra
incertidumbre y guardar la sorpresa para el final, con lo que logra el efecto que pensó
desde un principio.

También encontramos otros dos pasajes significativos en este segundo momento de


la narración que merecen que nos ocupemos de ellos con algún detenimiento. En
primer lugar, la actitud de Jordán frente a su agonizante esposa, y en segundo lugar
las alucinaciones de esta última. En distintos relatos Horacio Quiroga juega con
elementos simbólicos que de alguna manera refieren a la muerte, o más
específicamente, a ceremonias que la rodean. Por ejemplo, lo hace en el cuento “A la
deriva”, donde se refiere que las paredes que rodean el río Paraná lo encajonan
fúnebremente, no podemos dejar de ver en esa metáfora la muerte en vida de
Paulino que poco más tarde se concretará, pero que allí va en su lecho fúnebre a la
deriva. En el caso de “El almohadón de plumas”, es muy clara la ceremonia fúnebre
que está viviendo Jordán, aunque Alicia todavía se encuentre con vida. El dormitorio
donde se encontraba el cuerpo de Alicia, todavía con vida, estaba en silencio y con las
luces prendidas, Jordán la visitaba y en silencio caminaba por la habitación mirando la
cama.

El segundo pasaje que resulta significativo, además de bien logrado, es el que se


refiere a las alucinaciones de la protagonista. Este pasaje, además de mostrar cómo
se va agravando la situación debido a la gran debilidad de Alicia, muestra el trasfondo
psicológico en el pensamiento de la protagonista que aflora en forma de alucinación.
Es importante reparar en el contenido de las alucinaciones y por sobre todo en cómo
es la visión de Jordán que tiene Alicia. No hay dudas de que ese antropoide que la
miraba fijamente no era otro que Jordán y tenemos que preguntarnos por qué Alicia
vería a su marido de esta forma. Sabemos que un antropoide es un animal con forma
humana, un mono por ejemplo, pero que de todas maneras no es humano.
Reparemos ahora en el carácter de Jordán, en lo callado, en lo serio, en lo poco
comunicativo, y entenderemos por qué Alicia tiene esta visión alucinada de su
marido, ella alucina sobre sus sentimientos, pareciera que en este estado alterado se
develara la verdadera visión que Alicia tenía de Jordán.

Este segundo momento de la estructura interna del relato, el más amplio, se cierra
con la voz del narrador, quien resume algunos aspectos de la enfermedad pero que
además nombra al pasar el objeto que va a ser el centro de interés del desenlace de
la historia, el almohadón.

Es muy curioso el último párrafo del cuento, parece no formar parte de la ficción y ser
una explicación cuasi científica.

El último momento o desenlace de la historia comienza con la frase “Alicia murió por
fin”. Se dijo anteriormente que el centro de interés de este tercer momento era el
almohadón, y esto es así hasta tal punto que a Alicia ya no se la nombrará más en el
relato. Aparece la sirvienta, otro personaje secundario, ya habíamos visto al médico,
con la única finalidad de enfocar nuestra atención en el almohadón. Como lectores,
acompañamos a la sirvienta en esa mirada extrañada sobre el almohadón y el primer
plano de la atención se detendrá allí, en el objeto que escondía al causante de la
tragedia. Se establece un diálogo entre Jordán y la sirvienta cuyo único centro de
interés es el almohadón. Lo primero que llamó la atención de la sirvienta fueron las
manchas de sangre que había en el almohadón y en segundo lugar, cuando intentó
levantarlo por orden de Jordán se aterrorizó con el extraordinario peso que éste
presentaba.

El nerviosismo se apoderó de Jordán, lo vemos cortar de un tajo la funda del


almohadón ansioso por saber qué era todo aquello, a qué se debían las manchas de
sangre y aquel extraordinario peso. Luego, lo inesperado, el as bajo la manga, el
terror escondido entre las plumas que en el último momento del relato aparece para
evacuar todas nuestras dudas.

Luego de la descripción de este extraño animal, el narrador nos cuenta a modo de


explicación cuál era su modus operandi, cómo succionaba la sangre de Alicia y cómo
había pasado inadvertido para todos. Ahora, con la aparición de este animal
inesperado, se unen todos los cabos, y comenzamos a explicarnos y a entender una a
una las dolencias que aquejaban a la protagonista y que en cinco días con sus noches
la llevaron a la muerte.
Es muy curioso el último párrafo del cuento, parece no formar parte de la ficción y ser
una explicación cuasi científica de la vida y alimentación de los parásitos que viven en
las aves y que en ocasiones habitan los almohadones de plumas. Pareciera como si
Quiroga quisiera darle un toque realista a tanto desborde imaginativo, quizá lo hizo
con la intención de impresionar a algunos lectores incautos para que lleguen a
preguntarse si en verdad esto pudo suceder y reparen en los riesgos que pueden
llegar a correr como poseedores de similares almohadones.

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