Elementos Accidentales de Las Obligaciones. Condición, Plazo y Cargo Cod. Civ. Com Infojus)
Elementos Accidentales de Las Obligaciones. Condición, Plazo y Cargo Cod. Civ. Com Infojus)
Elementos Accidentales de Las Obligaciones. Condición, Plazo y Cargo Cod. Civ. Com Infojus)
Condición
Se denomina condición a la cláusula de los actos jurídicos por la cual las partes subordinan su
plena eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto.
Las disposiciones de este capítulo son aplicables, en cuanto fueran compatibles, a la cláusula por
la cual las partes sujetan la adquisición o extinción de un derecho a hechos presentes o pasados
ignorados.
1. Introducción
2. Interpretación
2.1. Concepto
La condición es una modalidad de los actos jurídicos por la cual se supedita la adquisición o
pérdida de un derecho a la realización de un hecho futuro e incierto.
Las mismas reglas se aplican —en cuanto fueren compatibles— a la estipulación de las partes
en cuanto sujetan la adquisición o extinción de un derecho a hechos pasados o presentes que
ignoran. En ese caso, no se trata estrictamente de una condición sino que se la denomina
condición impropia, porque el hecho condicional ya ha sucedido. Pero, en razón de la creencia
subjetiva del agente, se toma en consideración esa situación y se la rige también por las normas
de la condición, en tanto fueran compatibles.
a) debe ser incierto. Significa que puede o no llegar. Esta es la característica esencial que
distingue la condición del plazo. El plazo, aunque incierto, es siempre fatal; en cambio, el hecho
condicional es siempre contingente. De modo que si la condición impuesta por las partes del
acto se refiere a un hecho que ocurrirá con certeza, será plazo y no condición;
b) debe ser futuro. El hecho al que se sujeta la adquisición o extinción del derecho, debe ser
futuro. Esta exigencia garantiza la incertidumbre objetiva de la condición. De ahí que un
acontecimiento pasado o presente desconocido por las partes no sería idóneo como hecho
condicional porque carecería de la incertidumbre propia de la especie.
En rigor, el desconocimiento transitorio no es suficiente para formar una condición porque
aunque las partes no lo sepan, el acto igualmente produce sus efectos desde el momento de su
celebración. (270) Sin embargo, como se anticipó, la segunda parte de esta disposición,
considera aplicables las mismas reglas de la condición —en tanto y en cuanto sean
compatibles— a la cláusula por la cual “las partes sujetan la adquisición o extinción de un
derecho a hechos presentes o pasados ignorados”. Se trata, en este caso, de la cláusula
denominada “suposición o conditio in praesens vel in praeteritum collata” o “condición
impropia”, a la cual el artículo hace extensivo el régimen de la condición salvo —por supuesto—
que su especialidad lo impida.
c) debe ser incoercible. El hecho condicional —a diferencia del cargo— debe ser incoercible, es
decir, no susceptible de compulsión por vía judicial.
Existen diversos criterios para clasificar las condiciones. La primera clasificación, y la más
importante, es la que distingue entre condiciones suspensivas y resolutorias. La diferencia está
en que las primeras son las que dan lugar al nacimiento y las segundas a la extinción de un
derecho.
Según que el hecho condicional dependa o no de la voluntad de los interesados, las condiciones
se dividen en casuales, potestativas y mixtas. Si el hecho previsto consiste en una acción o en
una omisión, se dividen en positivas y negativas.
Finalmente, según se trate de un hecho lícito o prohibido, las condiciones serán lícitas o ilícitas.
Estas últimas se clasifican en imposibles, ilícitas o contrarias a las buenas costumbres.
La condición es suspensiva cuando supedita la adquisición del derecho a la realización del hecho
previsto. Es resolutoria cuando la condición deja en suspenso la extinción de un derecho ya
adquirido.
Como se dijo más arriba, la condición impropia o suposición es una cláusula según la cual se
supedita la adquisición o aniquilación de un derecho a la realización de un hecho que haya
sucedido ya, aunque no se tengan noticias, o bien esté ocurriendo en el momento de convenir
la mencionada cláusula. Vélez no previó una norma semejante. En cambio, concuerda con la
opinión de Zachariae, a quien cita en la nota al art. 528 CC, en cuanto a que “un acontecimiento
pasado aunque incierto para las partes… no es una condición”. Adopta el criterio de la
incertidumbre objetiva para que esta se configure.
2.5. Prueba
La condición puede ser expresa o tácita, pero su existencia debe ser inequívoca. Solo puede
admitirse la condición tácita si surge claramente del acto. De lo contrario, la obligación o el acto
jurídico— deben considerarse puros y simples en razón de que las modalidades constituyen una
anormalidad o excepción.
Es nulo el acto sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres,
prohibido por el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la voluntad del
obligado. La condición de no hacer una cosa imposible no perjudica la validez de la obligación,
si ella fuera pactada bajo modalidad suspensiva. Se tienen por no escritas las condiciones que
afecten de modo grave la libertades de la persona, como la de elegir domicilio o religión, o
decidir sobre su estado civil.
1. Introducción
El CCyC perfecciona la redacción de los arts. 530 a 532 y 542 CC e introduce en esta disposición
importantes modificaciones. Por un lado, distingue entre aquellas condiciones que comunican
la nulidad a todo el acto y aquellas otras que solamente deben tenerse por no escritas, dejando
incólume el resto de las cláusulas. Esta distinción tiene relación con las clasificaciones de
nulidades absolutas y relativas (art. 386 CCyC) y nulidades totales y parciales (art. 389 CCyC).
Se asume que aquellas que solo afectan el interés individual son inválidas pero no comunican el
vicio a todo el negocio, de modo que basta con considerarlas por no escritas para preservar su
validez.
2. Interpretación
El artículo proporciona una nómina simplemente enunciativa de las condiciones prohibidas. Así,
dispone la nulidad de las condiciones que se basen en hechos imposibles, contrarios a la moral
y a las buenas costumbres, en concordancia con la clasificación que se establece a partir del art.
386 CCyC. Asimismo, establece la invalidez de las condiciones potestativas. La sanción que recae
sobre aquellas sujetas a un hecho imposible o prohibido es la nulidad total del acto. La excepción
es que se trate de la condición de no hacer una cosa imposible si fuera convenida bajo la
modalidad de condición suspensiva, que no afecta la validez del negocio. Tampoco se extiende
la nulidad a todo el negocio cuando se trata de condiciones que menoscaban la dignidad de las
personas, sino que simplemente se las tiene por no escritas. No obstante, si por el calibre de la
afectación a la dignidad se lesiona la moral o las buenas costumbres, el acto será nulo de nulidad
absoluta.
Las condiciones prohibidas son aquellas que supeditan la existencia o extinción de un acto
jurídico a: a) hechos imposibles; b) hechos contrarios a la moral y a las buenas costumbres; c)
hechos prohibidos por el ordenamiento jurídico; d) hecho que dependa exclusivamente de la
voluntad del obligado: a) hechos imposibles. La imposibilidad a que se refiere es la material o
natural. En este caso, es claro que el promitente no ha tenido intención de obligarse. Así, por
ejemplo, “te daré un premio si tocas el cielo con las manos”. La imposibilidad debe apreciarse
en el momento de la celebración del negocio. Si es sobreviniente, se trata de un supuesto de
frustración de la condición. Quedan al margen de la prohibición la condición de no hacer una
cosa imposible, porque una cláusula semejante carece de influencia en el acto. En este caso, el
negocio jurídico es, desde el principio, puro y simple y, por ende, exento de toda modalidad. En
la condición resolutoria los efectos se producen en sentido inverso;
b) hechos contrarios a la moral, prohibidos por las leyes o contrarios al orden público. Es una
aplicación concreta del principio moral de la causa de los actos jurídicos. No es posible supeditar
la adquisición de un derecho a la no realización de un hecho inmoral o ilícito, por cuanto no
resultaría admisible aceptar una suma de dinero por no delinquir o para no cometer un acto
repugnante a la moral o a las buenas costumbres. En este punto, algunos autores sostienen que
esta disposición no sería aplicable a los actos de última voluntad: si el beneficiario no ha
intervenido en el acto y no ha especulado sino que de lo que se trata es de obtener el
cumplimiento de la libre y honesta voluntad del causante, no hay motivos para anular la
disposición testamentaria. Es, en cambio, admisible incluir como condición resolutoria un hecho
inmoral o ilícito. Es el caso de la revocación de una donación por ingratitud (art. 1569 CCyC), o
la promesa de pagar una suma de dinero a otro si vive correctamente y en tanto y en cuanto
continúe viviendo de ese modo. Si el que debe cumplir el hecho ilícito o inmoral es quien se
beneficia con la ocurrencia de ese hecho condicional, el acto también es nulo. Es el caso de quien
ofrece una suma de dinero a otro para robar o matar.
c) condiciones puramente potestativas. Son nulas las cláusulas que hacen depender el hecho
condicional de la exclusiva voluntad de una de las partes. Es que una previsión de este calibre
revela que las partes, en verdad, no han tenido intención de obligarse.
En esta disposición el CCyC trata de distintos supuestos en que las condiciones atentan contra
la dignidad de las personas. En rigor, son ilícitas o inmorales pero en este caso se refiere a las
condiciones que inciden directamente sobre la libertad personal o de conciencia, o someten a
un sujeto a una suerte de dominación por parte de otro.
Cabe distinguir entre las cláusulas que restringen el lugar de residencia o el domicilio por un
lapso determinado o aquellas que lo pactan en forma indefinida. Si es temporaria y fundada en
alguna razón debidamente justificada, no se considera que atenta contra la libertad de elegir
libremente el domicilio. Así —por ejemplo— vivir en el radio de la actividad que realiza una
persona, trasladarse al exterior mientras dura determinada posición en una empresa, o bien el
acuerdo al que llega el empleador con un trabajador que se independiza y se retira del trabajo
por el cual no se instalará durante cierto tiempo en determinado radio territorial para evitar la
competencia comercial.
Es una condición prohibida por atentar contra la garantía fundamental de libertad de conciencia
o de culto (arts. 14 y 20 CN).
2.2.3. Decidir sobre su estado civil
El incumplimiento de la condición no puede ser invocado por la parte que, de mala fe, impide
su realización.
1. Introducción
El CCyC recoge, en esta norma, las críticas que se habían realizado a los arts. 537 y 538 CC que,
en caso de entorpecimiento doloso o culposo, establecía que la condición debía tenerse por
cumplida. Por el contrario, el silencio de este artículo remite a la solución general que, para el
incumplimiento de la condición, establece el art. 349 CCyC. Cuando el hecho condicional no se
cumple a causa de la mala fe del obligado o de la parte promitente, se impide a estos invocar el
incumplimiento para sustraerse de sus obligaciones. Una conducta semejante genera
responsabilidad.
2. Interpretación
Esta disposición constituye un supuesto concreto del postulado genérico que menciona el art.
347 CCyC in fine al tratar cómo deben comportarse las partes mientras la condición —en rigor,
el hecho condicional— se encuentra pendiente. Dicha norma establece que “en todo supuesto,
mientras la condición no se haya cumplido, la parte que constituyó o transmitió un derecho debe
comportarse de acuerdo con la buena fe, de modo de no perjudicar a la contraparte”. Por
aplicación de este principio, la parte que de mala fe obstaculiza que tenga lugar la condición o
el hecho condicional, no puede invocar el incumplimiento de la contraria.
El art. 538 CC establecía como sanción o consecuencia del repudio a la mala fe, que la condición
debía tenerse por cumplida en caso que el obligado impida voluntariamente — dolosamente—
su ejecución. Dicha disposición no hacía ninguna referencia a la culpa, de modo que los autores
entendían que esa misma consecuencia era aplicable a la parte que culposamente obstaculizaba
el cumplimiento de la condición. El CCyC hace referencia a la “mala fe” de quien impide el
cumplimiento de la condición, pero es claro que tampoco quien obra con culpa podría prevalerse
de su comportamiento culposo para enrostrar el incumplimiento a la parte inocente.
El art. 345 CCyC nada dice con relación a cuál será la suerte de la obligación sujeta a condición
suspensiva cuando la parte obligada deliberadamente entorpece su cumplimiento.
Según se infiere del art. 349 CCyC, si el acto celebrado bajo condición suspensiva se hubiese
ejecutado antes del cumplimiento de la condición y esta no se cumple, las partes deberán
restituirse el objeto con sus accesorios pero no los frutos percibidos. Esta disposición importa
que el acto jurídico se tiene por no celebrado, de modo que aquello que se hubiere entregado
teniendo en miras el perfeccionamiento del negocio, debe ser restituido por cuanto este ha
quedado desprovisto definitivamente de causa. Esta solución es aplicable cualquiera fuera la
razón por la cual no se cumplió la condición, incluso la mala fe o las maniobras obstativas
llevadas a cabo por la parte promitente u obligada.
Por supuesto, la conducta obstruccionista será antijurídica y dará derecho a la parte inocente a
reclamar el pago de los daños causados por el incumplimiento.
1. Introducción
Esta disposición constituye la diferencia más importante entre el CCyC y el CC, en materia de
condición (art. 543 CC). Se sustituye el efecto retroactivo por el principio de efecto inmediato o
hacia el futuro. Este artículo tenía otra solución en los proyectos de reforma anteriores, pero es
coherente con los lineamientos que el Código proporciona en otros institutos, en los que se
advierte una notoria resistencia a asignar efectos retroactivos.
2. Interpretación
El CCyC se hace eco de las críticas que formuló la doctrina al art. 543 CC y sigue en este punto al
Código Civil alemán (art. 158), al Código Suizo de las Obligaciones (art. 151) y al peruano (art.
117), que establecen que la condición no opera retroactivamente, salvo disposición en
contrario. Esta directiva es aplicable tanto a la condición suspensiva como a la resolutoria.
El art. 543 CC partía de la ficción de considerar que, producida la condición, el acto que contenía
esa modalidad existía desde la fecha de su otorgamiento, de modo que —como lógica
consecuencia—, los derechos correlativos nacidos a partir del cumplimiento producían efectos
desde ese entonces. Uno de los fundamentos para tomar dicha postura radicaba en la hipotética
voluntad de las partes que habrían querido darle esos efectos. Para otra opinión, asignar efectos
retroactivos a la condición es incurrir en la ficción de tratar a un derecho eventual como si fuera
un derecho actual. Por tanto —se dice— es más realista y lógico admitir que el cumplimiento de
la condición modifica la sustancia del hecho, que pasa de ser condicional a ser real, pero sin
retroactividad, a menos que las partes hubieran querido darles ese carácter. (271) De este
modo, se evitarían efectos que podrían ser injustos si se los aplica en forma absoluta ya que
pueden provocar graves y perjudiciales consecuencias para terceros. (272)
En este punto, el CCyC —recogiendo las críticas de la doctrina— se enroló en la segunda de las
posturas enunciadas y eliminó el efecto retroactivo de la condición, sin perjuicio de que las
partes, en sus negocios jurídicos, puedan convenir lo contrario. Aun así, el pacto de operatividad
retroactiva de la condición no puede perjudicar los derechos de terceros de buena fe que
hubieren adquirido derechos sobre las cosas o bienes (art. 348 CCyC).
Por supuesto, pendiente el cumplimiento de la condición, las partes pueden adoptar medidas
conservatorias o asegurativas de los derechos supeditados a la condición (art. 347 CCyC).
1. Introducción
La primera parte de la norma contiene un criterio análogo al que establecía el art. 546 CC. Vale
decir, mientras la condición suspensiva se encuentra pendiente, el titular del derecho sujeto a
esa modalidad puede solicitar medidas conservatorias, tanto sustanciales como de carácter
instrumental. La diferencia es que se dispone que esa misma solución sea aplicable a la condición
resolutoria que no estaba mencionada en la disposición citada, aunque la doctrina la
consideraba incluida. En este último supuesto, el titular puede ejercer su derecho como si fuera
puro y simple, pero la contraparte puede solicitar medidas conservatorias. Finalmente, se reitera
el principio de la buena fe en el cumplimiento de la condición, que establecía especialmente el
art. 533 CC, aunque se modifica la redacción.
2. Interpretación
Luego de disponer que mientras no ocurra el hecho condicional las partes pueden solicitar
medidas conservatorias, en la última parte, la norma reitera un postulado de alcance general, y
es que, si en el ínterin se cumple la condición, la parte que constituyó o transmitió un derecho
debe comportarse de buena fe tratando de evitar perjuicios a la contraparte.
1. Introducción
2. Interpretación
Si bien las partes pueden convenir que la condición suspensiva y la resolutoria cumplidas
tendrán efectos retroactivos, no podrán hacerlo si con ello se perjudican derechos adquiridos
por terceros de buena fe sobre las cosas o bienes. Concordantemente con este principio, los
actos de administración realizados serán válidos como así también las partes estarán autorizadas
a retener los frutos percibidos.
Si el acto celebrado bajo condición suspensiva se hubiese ejecutado antes del cumplimiento de
la condición, y ésta no se cumple, debe restituirse el objeto con sus accesorios pero no los frutos
percibidos.
1. Introducción
2. Interpretación
A raíz de los efectos ex tunc de la condición suspensiva, el CCyC establece que cuando el
acto hubiere sido ejecutado con anterioridad al cumplimiento de la condición, el acreedor tiene
la obligación de restituir el objeto que le fue entregado con todos sus accesorios con excepción
de los frutos percibidos. es una aplicación concreta de la inexistencia sobreviniente de la causa.
PLAZO
1. Introducción
El plazo es una modalidad de los actos jurídicos por la cual se posterga el ejercicio de los
derechos a que se refiere. A diferencia de la condición, su ocurrencia es inexorable aun en los
casos de plazo indeterminado o determinado incierto, que fatalmente habrán de ocurrir.
2. Interpretación
2.1. Clasificación
a) según si persigue el diferimiento en el tiempo del ejercicio de las facultades que incumben al
titular de un derecho, o bien la caducidad o extinción de este, el plazo se clasifica en suspensivo
o resolutorio;
b) el plazo determinado es aquel que ha sido fijado por las partes, por la ley o por el juez; en
cambio, es indeterminado el que no fue establecido de manera precisa. Su determinación se
logra por distintas vías. Una de ellas es ponderando la naturaleza o circunstancias de la
obligación. En otros supuestos, será necesario solicitar al juez que lo fije;
e) el plazo es expreso cuando su existencia surge de manera explícita e inequívoca del negocio
jurídico. En cambio, es tácito cuando surge implícitamente de la naturaleza y circunstancias del
acto o de la obligación;
f) según su origen, el plazo es voluntario cuando lo han fijado las partes, por ejemplo, cuando
han establecido que la entrega debe realizarse tal o cual día. Es legal cuando es la propia ley la
que lo establece. Por ejemplo, el plazo para cumplir en caso de pacto comisorio implícito. Será,
finalmente, judicial cuando lo concede el magistrado en los casos que la ley le hubiere conferido
esa potestad.
El plazo es un elemento accidental —o modalidad— del acto jurídico. Por tanto, quien lo alega,
carga con la prueba de su acreditación.
1. Introducción
En el CC, el plazo se presumía establecido a favor de ambas partes. Se trataba de una presunción
iuris tantum. En cambio, el CCyC modifica la solución y establece que se lo presume establecido
en beneficio del deudor. Sin embargo, deja a salvo la posibilidad de que se pueda concluir lo
contrario debido a la naturaleza de la obligación de que se trate o por otras circunstancias de las
que se pueda inferir que ha sido previsto a favor del ambas partes o bien del acreedor. Esta
modificación legislativa cambia radicalmente el eje de la cuestión e importa una innovación
relevante con relación al plazo.
2. Interpretación
El Código, recogiendo las críticas de la doctrina, establece como principio general que el plazo
se presume establecido en favor del deudor. Se trata de una presunción iuris tantum que puede
ser desvirtuada por prueba en contrario que justifique que fue establecido a favor del acreedor
o de ambas partes.
Esta solución es la que establecen algunos proyectos de reforma. Así se verifica en el Proyecto
de 1936 (art. 702); en el Anteproyecto de 1954 (art. 183). En cambio, el Proyecto de 1998 tiene
idéntico temperamento que el CC.
Muchos ordenamientos jurídicos extranjeros también disponen que la presunción rige a favor
del deudor, salvo presunción en contrario, como ocurre con el Código Civil francés (art. 1187);
el italiano (art. 1184); el alemán (art. 871); el suizo de las Obligaciones (art. 81); el de Brasil (art.
126); el mexicano (art. 2522); el boliviano (art. 778); el peruano (art. 179); y el venezolano (art.
1214).
Es un cambio trascendente porque, si el plazo está establecido a favor del deudor, este podrá
imponer el cumplimiento al acreedor antes de su vencimiento y si el acreedor rehúsa a
aceptarlo, podrá acudir al pago por consignación. Esta misma conclusión se deriva si en el acto
jurídico se menciona que fue establecido a favor del acreedor, porque este podrá exigir el pago
en cualquier momento, es decir, con anticipación o bien con posterioridad. En este caso, el
acreedor no solo dispone de las medidas conservatorias sino que tiene también a su disposición
las tendientes a lograr la ejecución de lo prometido.
En cambio, cuando en el título del acto se convino que el plazo se establecía en beneficio de
ambas partes, el principio es que deberá cumplirse el día del vencimiento del plazo, ni antes ni
después, como ocurría en el régimen anterior.
1. Introducción
El CCyC mantiene la solución del art. 571 CC, pese a modificar el principio general de que el pago
beneficia al deudor.
El pago realizado antes del vencimiento del término para efectuarlo no da derecho al solvens a
repetirlo. El deudor no puede ignorar el plazo que pactó. De allí, aun cuando el acreedor tiene
título para recibirlo, la invocación del error, por caso, en tanto se trata de un elemento accesorio
y contingente, carece de relevancia para operar la restitución de los bienes o cosas que se
entregaron en forma prematura.
2. Interpretación
Si el deudor realiza un pago anticipado, no tiene derecho a repetir lo pagado aun cuando alegue
que pagó porque ignoraba el plazo o incurrió en error en este aspecto. El pago por error se
presenta cuando se tiene una falsa noción del acto jurídico o de la obligación y de sus efectos o,
en otras palabras, cuando se paga lo que no se debe. Pero si lo pagado es debido, aun cuando
no hubiera vencido el plazo, el falso conocimiento recae sobre un aspecto simplemente
accesorio, como es el plazo. La diferente solución se justifica en razón de que el acreedor tiene
título para recibir la cosa o el bien y la cuestión del pago antes de tiempo es verdaderamente
intrascendente.
El plazo es transmisible a los sucesores universales junto con los derechos a los que accede. Si
se trata de un acto o de un crédito personal a plazo que se transmite a un tercero —sucesor
singular o particular—, el plazo incorporado igualmente se transmite.
1. Introducción
Existen distintos supuestos en que el beneficio del plazo caduca. El CCyC prevé que, en algunas
circunstancias el deudor pierda el beneficio del plazo. Entre otros, se encuentran sujetos a
caducidad: a) la declaración de quiebra del deudor —no basta con la apertura del concurso—;
b) la disminución de las seguridades otorgadas al acreedor para el cumplimiento de la obligación;
c) no haber constituido las garantías prometidas.
2. Interpretación
c) cuando los bienes dados en garantía —hipoteca o prenda— no fueren suficientes o cuando
se subastan para satisfacer otros créditos;
d) si el acreedor recibió una cosa en garantía que era ajena pero que creía del deudor, y el
tercero exige su restitución, aquel puede exigir se le entregue otra cosa en prenda de igual valor,
y si no lo hiciere, puede pedir el cumplimiento de la obligación principal, aunque el plazo se
encuentre pendiente.
En el CC, la caducidad del plazo operaba —entre otros supuestos— cuando el deudor se hallaba
en estado de insolvencia (art. 572 CC). Se entendía que era suficiente a tal efecto que el deudor
se encontrara en concurso preventivo. Actualmente, se requiere que se encuentre en estado de
quiebra, porque la apertura del concurso del obligado no hace caducar el plazo. Por supuesto,
la existencia del concurso dará lugar a que el acreedor verifique su crédito, sujetándose a todas
las consecuencias previstas en la legislación concursal, pero no es suficiente para hacer caducar
el plazo.
CARGO
No impide los efectos del acto, excepto que su cumplimiento se haya previsto como condición
suspensiva, ni los resuelve, excepto que su cumplimiento se haya estipulado como condición
resolutoria. En caso de duda, se entiende que tal condición no existe.
1. Introducción
El artículo define al cargo como una “obligación” accesoria y excepcional que se impone al
adquirente de un derecho. En rigor, los actos jurídicos en general pueden estar sometidos a un
cargo.
No es un hecho extraño al obligado sino que su realización depende de él. La constitución del
cargo ha de seguir la forma del acto al cual accede. Se transmite a los sucesores universales, a
menos que sea inherente a la persona.
2. Interpretación
2.1. Definición
El cargo —llamado también modo— es una modalidad accesoria y excepcional de los actos
jurídicos que se impone al adquirente de un derecho, en general, a quien recibe una liberalidad.
El clásico ejemplo que proporciona la doctrina es el legado de una cosa mueble o inmueble que
deja el causante en su testamento con imposición de que se hagan celebrar oficios religiosos
por su alma luego de su muerte.
Una de las características del cargo es que no resulta posible adquirir el derecho sin asumir al
propio tiempo el cargo.
2.2. Caracteres
a) es una obligación. El cargo es una modalidad que grava a una de las partes. Por tanto, es
susceptible de ser ejecutada en caso de que el sujeto no cumpliera con la prestación;
2.4. Clases
Es posible clasificar los cargos en simples o resolutorios. Estos últimos son los que, incumplidos,
arrastran la pérdida de la obligación principal. En este caso, el incumplimiento del cargo funciona
como condición resolutoria.
Los efectos del cargo surgen del doble carácter: constituye una obligación y es, al propio tiempo,
de carácter accesorio.
Por tratarse de una obligación, el incumplimiento del cargo faculta al acreedor —que puede ser
la misma persona que transmite un derecho, o bien un tercero— a ejercer las medidas
compulsivas pertinentes. Sin embargo, como el cargo —cuando es simple— es coercitivo, no
afecta la adquisición del derecho sino que dará lugar a la acción para hacer efectivo el
cumplimiento. Por supuesto, esta solución no se aplica cuando ha sido impuesto como condición
suspensiva o resolutoria. En el primer caso —cargo impuesto como condición suspensiva— el
sujeto pasivo no podrá exigir el cumplimiento de la prestación principal mientras no cumpla con
el cargo. En cambio, en caso de inejecución de un cargo resolutorio, el beneficiario tiene dos
acciones:
b) puede pedir la resolución del derecho principal. Es decir, puede entablar demanda para lograr
que dicho incumplimiento se constituya en la causa de la resolución de ese derecho. En tal caso
—esto es, si en el acto se hubiere establecido que la inejecución de los cargos afecta la
adquisición del derecho—, se trataría estrictamente de una condición. Sin embargo, existe una
diferencia importante con la condición resolutoria, pues, en este caso, sus efectos operan de
pleno derecho; en cambio, en el caso de incumplimiento de los cargos, es preciso que el juez
verifique dicha circunstancia y dicte sentencia condenatoria. Esta no será constitutiva sino
declarativa. En caso de que el cargo no sea resolutorio sino simple, producida la mora, el
acreedor puede demandar el cumplimiento por vía judicial. Si, no obstante la sentencia
condenatoria, el obligado no cumple, estará precisado a indemnizar al obligado.
En cambio, cuando el cargo fue impuesto como condición resolutoria, si el adquirente del
derecho no cumple con la obligación accesoria también le será cancelada la adquisición
2.6. Forma
Por tratarse de una obligación accesoria, está sujeta, en cuanto a la forma, a los mismos
requisitos a los que está sometido el acto principal.
El cargo se transmite a los sucesores universales del deudor, salvo que sea inherente a su
persona. Con esa misma salvedad, también se transmite por actos entre vivos (ver comentario
al art. 356 CCyC).
Se aplican aquí los efectos de las obligaciones accesorias. Por tanto, cuando se extingue la
obligación principal, se aniquila también el cargo. No se aplica esta solución en el caso inverso.
extingue siempre que el hecho no hubiere sido causado por culpa del deudor. Si, por el
Al plazo de ejecución del cargo se aplica lo dispuesto en los artículos 350 y concordantes.
Desde que se encuentra expedita, la acción por cumplimiento prescribe según establecido en el
artículo 2559.
1. Introducción
La ejecución de un cargo puede quedar diferida en el tiempo. Puede haber una fecha precisa de
ejecución o bien un plazo tácito. En este último caso, habrá de ejecutarse en el plazo que las
partes entendieron de buena fe que debía cumplirse. Si, en cambio, se trata de un plazo
indeterminado, será indispensable solicitar la designación judicial de plazo.
La acción para solicitar la fijación de un plazo prescribe y el cómputo del plazo debe realizarse a
partir del momento de la celebración del acto. De esta manera se supera la imprecisa referencia
del art. 561 CC.
2. Interpretación
En cuanto al plazo para el cumplimiento del cargo, el CCyC remite a lo que establece en el
Capítulo y la Sección respectivos. De esta forma, se reciben las críticas que había merecido el
art. 561 CC. Así, el plazo podrá ser determinado cierto o incierto, expreso o tácito, rigiendo en
tal supuesto las normas pertinentes. Se prevé, en cambio, qué ocurre cuando el término no está
expresado. Es el caso del plazo indeterminado. En este supuesto, el juez debe fijarlo teniendo
en cuenta a tal efecto la naturaleza del cargo que debe cumplirse.
2.2. Mora
2.3. Prescripción
El CCyC prevé que la prescripción de la acción para exigir el cumplimiento se rige por lo dispuesto
en su art. 2559. El plazo de prescripción comienza a computarse a partir de que la obligación se
torna exigible y el deudor incurre en mora. A tal efecto, cada hipótesis habrá de subsumirse en
lo dispuesto por los arts. 886 y 887 CCyC.
Cuando el crédito está sujeto a plazo indeterminado, el plazo de prescripción para promover la
acción de fijación de plazo se computa desde el momento de la celebración del acto. En este
caso, si prescribe la acción para pedir fijación de plazo, prescribe también la de cumplimiento.