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Anexos: Intimidación Aislamiento Abuso Emocional Coerciones y Amenazas

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Anexos

Violencia psicológica:

Son las conductas que perturben emocionalmente a la víctima, perjudicando su desarrollo


psíquico y emotivo.
La violencia psicológica se detecta con mayor dificultad. Quien ha sufrido violencia física
tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente. Sin embargo, a la víctima que
lleva cicatrices en la psiquis o alma le resulta más difícil obtener compasión y ayuda.
También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad manipuladora de su esposo que presenta a su
esposa como exagerada en sus quejas.
Se manifiestan en:

1. Intimidación

2. Aislamiento

3. Abuso emocional

4. Coerciones y amenazas
Anexos

Violencia Física:

Se refiere a los ataques que buscan agredir el cuerpo de la persona. Abarca empujones,
codazos, bofetadas, puntapié, combos, golpizas, quemaduras, fracturas, estrangulamiento.
En síntesis, toda agresión con las manos u objetos, que ocasiona desde lesiones a la
pérdida de la vida.

Pero siempre la violencia física, la más evidente, es precedida por un patrón de abuso
psicológico, que es usado sistemáticamente para degradar a la víctima, para erosionar y
aplastar la auto-estima de la mujer.

A la violencia física precede, a veces, años de violencia psicológica. La violencia psicológica


es, despreciar a la mujer, insultarla de tal manera, que llega un momento en que esa mujer
maltratada psicológicamente, ya cree que esos golpes se los merece. Y qué difícil es
convencer a una mujer de que vaya a pedir auxilio cuando cree que no lo necesita.
Anexos

Violación o violencia sexual:

Se refiere a obligar a la persona a tener y/o mantener relaciones sexuales en contra de su


voluntad, la que aparece acompañada de agresión física y/o psicológica; incluye la
obligatoriedad de prácticas sexuales no deseadas, estos actos sexuales pueden incluir:
forzar el pene en la vagina, forzar el pene en el ano o forzar el pene en la boca, forzar actos
sexuales con otras personas y otras dolorosas y humillantes actividades sexuales que no
son bienvenidas.
Es violación si la pareja usa fuerza, amenazas, o intimidación para someterte a cualquier
acto sexual, asedio sexual en espacios públicos y privados; la violación marital y la
manipulación a través de la sexualidad. Es un plano aún más íntimo, en el que la violencia
puede transformarse en la única manera de comunicación: el sexual.
Anexos

Violencia económica:

Consiste en un ejercicio de poder abusivo de quien contando con los medios económicos, se
niega a entregar el dinero para la mantención del núcleo familiar, o bien usa el dinero para
manipular e imponer su voluntad.

• Tratar de evitar que la víctima consiga trabajo o mantenga el que tiene.


• Hacer que la víctima tenga que pedir dinero prestado a otros.
• Asignarle una mesada o una mensualidad.
• Si la víctima trabaja, exigirle que le dé su sueldo para administrarlo sin permitirle
acceso al uso de las entradas financieras de la familia.
• Compensar el maltrato físico y psicológico con regalos que luego la convierte en
dependiente y es parte del círculo de violencia domestica que es el más nocivo en
países pobres como el nuestro.
Anexos

Sentido de culpa:

Por su parte, muchas mujeres víctimas también incurren en deformaciones de la atribución


de responsabilidad, culpándose a sí mismas por haber causado la violencia, por ser
incapaces de detenerla o por ser incapaces de salir de ella.
Un estudio psicológico realizado en 1989 concluía que las mujeres que seguían viviendo con
su agresor presentaban un alto índice de autoinculpación, mientras que aquellas que habían
logrado escapar pasaban en mayor medida a culpar al agresor.

Esto tiene su explicación en que las mujeres también interiorizan el código patriarcal, y se
echan a sí mismas la culpa inducidas por ideas patriarcales del tipo «si yo hubiera servido la
cena a tiempo el no me hubiese agredido». Estas ideas están reforzadas por la dependencia
psíquica y económica respecto al agresor y por la tendencia psicológica de defenderse del
sin sentido. De alguna manera, las mujeres reproducen la explicación social tan extendida de
justificar al agresor y pensar que «algo habrán hecho ellas para merecerlo».
Anexos

Relación sin salida:

A través del mecanismo reiterado de la violencia, cristaliza un proceso en el que tanto la


mujer como el hombre quedan atrapados poco a poco.
Si no se corta desde un principio, se produce una especie de encadenamiento mutuo: ella
por el miedo y la sumisión que la violencia refuerza; y él por la seguridad que le produce el
mantenimiento de sus agresiones. El control del hombre se va afianzando y ello le lleva a
atreverse más en sus agresiones, de modo que frecuentemente la violencia se hace
progresiva.
Hay una extensa literatura psicológica que intenta explicar el desarrollo de este tipo de
relaciones y en ella se encuentra la base de muchas de las terapias que pueden ayudar a las
gentes a salir de estos infiernos. Se ha llamado a esta relación síndrome de Estocolmo y
Unión Traumática, ya que la víctima protege al maltratador y se siente absolutamente ligada
a él, a la vez que su dependencia real, por aislamiento o pérdida de recursos, refuerza este
vínculo.
Paradójico. Sin embargo, no es el aspecto psicológico el que más nos interesa, ya que nos
parece más significativo destacar el carácter social de este tipo de relaciones que,
desarrollándose siempre de acuerdo a un proceso psicológico, ponen de manifiesto una
estructura social en la que todavía no se han erradicado las ideas patriarcales de dominio
masculino y sumisión femenina.
La ruptura y la separación conyugal dan lugar a buena parte de la violencia doméstica que
asola nuestra sociedad. Pero no es el divorcio el causante de la violencia sino las ideas
patriarcales de dominio de los hombres sobre las mujeres.
Anexos

La depresión:

. La violencia es muy eficaz para conseguir los objetivos que persigue, que son
fundamentalmente limitar la libertad y capacidad de actuar de las víctimas mediante el terror.
Los mecanismos que pone en marcha reducen paralelamente las defensas psicológicas de
la mujer que, muy frecuentemente, ofrece un cuadro de debilidad psíquica y deterioro de
toda su personalidad.
Se produce una disminución de los recursos personales por el amedrentamiento que se
apodera de ella, resultando frecuentemente que pierda su asertividad y se vuelva
sumamente complaciente con los deseos de los demás. La depresión acrecienta la
inseguridad y con ella la incapacidad para tomar decisiones. Hay una reducción del
rendimiento laboral y de la capacidad de concentrarse.
También habría que evaluar todos los costes que supone para la sociedad este tipo de
violencia contra las mujeres, en reducción de las capacidades y recursos humanos de miles
de mujeres disminuidas física y psíquicamente, y en daños sociales por la reducción de sus
oportunidades, y en costes directos de todos los servicios e instituciones dirigidos a prevenir,
castigar y proteger a las víctimas de la violencia.

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