DECÁLOGO
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9. ESTAR ALEGRES: “Id adelante con alegría y con el corazón lo más abierto que
podáis; y si no podéis ir siempre con alegría, id siempre con valor y confianza”.
10. VIVIR EN ESPÍRITU DE LIBERTAD: “Yo no siento ningún escrúpulo por dejar
mi reglamento de vida cuando lo requiere el servicio de mis ovejas... Dios me concede
la gracia de amar la santa libertad de espíritu así como odiar la disipación y el
libertinaje”.
EL VALOR DE LA MUJER EN LA IGLESIA
San Pablo, quien tuvo para con la mujer una particular consideración y confianza,
no dudó en demostrar a lo largo de su vida con palabras y gestos llenos de amor y
aceptación, no solo que la mujer es la compañera que Dios quiso para el hombre
(Gen.2, 18), sino que es portadora de unas cualidades específicamente femeninas,
consideradas como autentico patrimonio para la humanidad y para la Iglesia, e
imprescindibles para sembrar el Reino de Dios por todos los confines de la tierra.
Para ser justos, habrá que reflexionar sobre el cariño y la predilección que San
Pablo siente por las mujeres que se cruzaron por el camino a lo largo de su
misión, ayudándole y colaborando como miembros activos en la formación y en
la edificación de las primeras comunidades paulinas.
De hecho, a ellas las recuerda y las saluda en sus cartas por sus nombres,
resaltando su protagonismo en la misión y reconociendo su inestimable ayuda, lo
cual indica que, con la misma dignidad que aporta reconocer que hombres y
mujeres son hijos de Dios, a pesar de que tienen características diferentes, San
Pablo supo valorar el esfuerzo y la responsabilidad de muchas mujeres necesarias
para una efectiva evangelización a favor de la comunidad cristina…