785 - Domingo de Pasión

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Publicación Semanal del Instituto del Buen Pastor

Capilla Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Bogotá

DOMINGO DE PASIÓN
Año 16 - Vol. XVI - Nº 785– MARZO 26 de 2023

A quél que es de Dios, escucha las


palabras de Dios, y por eso vosotros
no escucháis, porque no sois de Dios...
Si pues, aquel que es de Dios oye las
palabras de Dios, y no las puede oír to-
do aquel que no es de Dios, pregúntese
cada uno de vosotros si el oído de su
corazón percibe las palabras de Dios, y
con esto entenderá de donde sea. La Verdad manda que deseemos la
patria celestial, que mortifiquemos los deseos de la carne, declinando la
gloria del mundo; que no deseemos lo ajeno, y que demos de lo propio.
De consiguiente cada uno de vosotros examine dentro de sí mis-
mo si esta voz de Dios ha sido atendida por el oído de su corazón, y de
esta suerte conocerá que ya es de Dios. Pues hay no pocos que ni se
dignan escuchar con los oídos corporales los preceptos de Dios. Y tam-
bién existen no pocos, que a la verdad escuchan estos preceptos con los
oídos corporales, pero no tiene el menor deseo de practicarlos. Y hay
también algunos que reciben con buena voluntad las palabras de Dios
de tal suerte que compungidos derraman lágrimas, mas después de ha-
ber llorado sus pasadas iniquidades vuelven a ellas. Estos, a la verdad,
no oyen las palabras de Dios, ya que no se dignan ponerlas en obra.
San Gregorio
Introito. Salm. 42, 1-2.— Júzga- impulsos del Espíritu Santo, se
me, Dios mío, y separa mi causa ofreció a Sí mismo inmaculado a
de la de una nación impía; del Dios, limpiará nuestra conciencia
hombre inicuo y falaz líbrame; de loas obras muertas de los pe-
porque Tú eres mi Dios y mi forta- cados para servir al Dios vivo? Y
leza. Sal. 42, 3.— Envía tu luz y tu por esto Jesús es mediador de un
verdad; ellas me guiaron, y condu- Nuevo Testamento (Alianza), para
jeron a tu santo monte y a tus ta- que interviniendo su muerte para
bernáculos. expiación aun de aquellas prevari-
caciones cometidas en tiempo del
Colecta.— Rogámoste, oh Dios primer Testamento, reciban la
omnipotente, mires propicio a tu herencia eterna los que han sido
familia; para que con tu gracia sea llamados en Jesucristo Señor
dirigida en el cuerpo, y con tu pro- nuestro.
tección sea guardada en el alma.
Por N.S.J. Gradual. Salm. 14, 9-10— Líbra-
me, Señor, de mis enemigos; en-
Epístola. Hebreos 9, 11-15.— Her- séñame a hacer tu voluntad. V.
manos: Habiendo venido Cristo ¡Señor! Tú que me libras de las
como Pontífice de los bienes futu- gentes malvadas, Tú me ensalza-
ros, atravesó por un Tabernáculo rás sobre lo que se levantan con-
más excelente y más perfecto, no tra mí; del hombre malvado me
hecho a mano, esto es, no de fa- librarás.
brica o formación semejante a la
nuestra, ni con sangre de machos Tracto. Sal. 128, 1-4.— Muchas
cabríos, ni de becerros, sino que veces me combatieron desde mi
con la propia sangre entró una juventud. V. Dígalo ahora Israel:
sola vez por todas en el Santuario, Muchas veces me combatieron
consiguiendo una redención eter- desde mi juventud. V. Pero no
na. Porque si la sangre de los ma- prevalecieron sobre mí; sobre mis
chos cabríos, de los toros, y la ce- espaldas fabricaron los pecadores.
niza esparcida de la ternera santi- V. Me hicieron sentir largo tiempo
fica a los inmundo en orden a la su crueldad; pero el Señor justo
purificación de la carne ¿cuánto cortó la cerviz de los pecadores.
más la sangre de Cristo, el cual, a

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Evangelio. Jn. 8, 46-59.— En mi día; lo vio y gozó mucho. Y los
aquel tiempo: Decía Jesús a las Judíos le dijeron: Aún no tienes
turbas de los Judíos: ¿Quién de cincuenta años y ¿has visto a
vosotros me convencerá de peca- Abrahán? Jesús les dijo: En ver-
do? Si os digo la verdad ¿por qué dad, en verdad os digo, que antes
no me creéis? El que es de Dios, que Abrahán fuera criado, existo
oye las palabras de Dios. Por eso Yo. Tomaron entonces piedras
vosotros no las oís, porque no sois para lanzárselas; mas Jesús se es-
de Dios. Los Judíos respondieron: condió y salió del Templo.
¿No decimos bien que eres un
Samaritano y que estás endemo- CREDO
niado? Jesús respondió: Yo no es-
toy poseído del demonio; sino que Ofertorio. Sal. 118, 17-107.— Te
honro a mi Padre y vosotros me alabaré, Señor, con todo mi cora-
habéis deshonrado a Mí. Pero Yo zón; da el premio a tu siervo; vivi-
no busco mi gloria; hay quien la ré y guardaré tus palabras; dame
promueva y la vindique. En ver- vida según tu promesa, Señor.
dad, en verdad, os digo: que quien
observare mi doctrina, no morirá Secreta.— Rogámoste, Señor, que
jamás. Los Judíos le dijeron: Ahora estos dones, no sólo rompan los
conocemos que estás poseído de vínculos de nuestra maldad, sino
algún demonio. Abrahán murió y que nos atraigan los dones de tu
los Profetas; y tú dic es: Quien misericordia. Por N.S.J.
observare mi doctrina, no morirá
eternamente. ¿Por ventura eres Comunión. 1 Cor. 11, 24-25.—
mayor que nuestro Padre éste es el Cuerpo que será entre-
Abrahán, el cual murió, y que los gado por vosotros; este Cáliz es el
Profetas, que también murieron? nuevo Testamento en mi sangre,
Tú ¿por quién te tienes? Jesús les dice el Señor; haced esto, cuantas
respondió: Si Yo me glorifico a mí veces lo toméis, en memoria mía.
mismo, mi gloria nada vale; mi
Padre es el que me glorifica, el Poscomunión.— Atiéndenos, Se-
que vosotros decís que es vuestro ñor Dios nuestro, y defiende con
Dios, y no le conocéis; mientras perpetuos auxilios a los que has
que Yo le conozco. Y si dijese que restaurado con tus misterios. Por
no le conozco, sería tan mentiroso N.S.J.
como vosotros. Mas le conozco y
observo sus palabras. Abrahán,
vuestro Padre, deseó con ansia ver

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¡NO SE QUEDE SIN EL
SUYO! ¡APÁRTELO HOY!
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LA MORTIFICACIÓN CRISTIANA (III)
CARDENAL MERCIER SEGÚN LOS SANTOS Y MAESTROS ESPIRITUALES

EL EJERCICIO DE LA
MORTIFICACIÓN CRISTIANA
DEL ESPIRITU Y DE LA VOLUTAD

1.- Mortifica tu espíritu, prohibiéndote todas


las imaginaciones vanas, todos los pensamien-
tos inútiles o inoportunos que hacen perder el
tiempo, disipan al alma, y provocan el disgusto
del trabajo y de las cosas serias.
2.- Debes apartar de tu espíritu todo pensa-
miento de tristeza y de inquietud. El pensa-
miento de lo que podrá sucederte en el futuro
no debe preocuparte. En cuanto a los malos
pensamientos que te molestan muy a tu pe-
sar, debes hacer de ellos apartándolos, materia para ejercer la paciencia.
Si son involuntarios, no te serán sino una ocasión de méritos.
3.- Evita la terquedad en tus ideas y la obstinación en tus sentimientos.
Deja prevalecer de buena gana el juicio de los demás, salvo cuando se
trate de materias en que tienes el deber de pronunciarte y de hablar.
4.- Mortifica el órgano natural de tu espíritu, es decir, la lengua. Ejercita
de buena gana el silencio, ya sea porque la Regla te lo prescribe, o por-
que te lo impones espontáneamente.
5.- Prefiere escuchar a los demás que hablar tú mismo. Pero, sin embar-
go, habla cuando convenga, evitando tanto el exceso de hablar demasia-
do, que impide a los demás expresar sus pensamientos, como el de ha-
blar demasiado poco, que denota una indiferencia hacia lo que dicen los
demás.
6.- No interrumpas nunca al que habla, y no cortes con una respuesta
precipitada a quien te pregunta.
7.- Ten un tono de voz siempre moderado, ni brusco ni cortante. Evita los
“muy”, los “muchísimo”, los “increíblemente”, etc.; no seas exagerado en
tu hablar.
8.- Ama la sencillez y la rectitud. La simulación, los rodeos y los equívocos
calculados, que ciertas personas piadosas se permiten sin escrúpulo, des-
acreditan mucho a la piedad.
9.- Abstente cuidadosamente de toda palabra grosera, trivial o incluso

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ociosa, pues Nuestro Señor nos advierte que nos pedirá cuenta de ellas el
día del Juicio.
10.- Por encima de todo, mortifica tu voluntad; es el punto decisivo. Do-
blégala constantemente a lo que sabes es el beneplácito divino y el orden
de la Providencia, sin tener en cuenta ni tus gustos ni tus aversiones. So-
métete incluso a tus inferiores en las cosas que no interesan a la gloria de
Dios y a los deberes de tu cargo.
11.-Considera la menor desobediencia a las órdenes e incluso a los de-
seos de tus Superiores, como dirigida a Dios.
12.- Acuérdate de que practicarás la mayor de todas las mortificaciones
cuando ames ser humillado y cuando tengas la obediencia más perfecta
hacia aquellos a quienes Dios quiere que te sometas.
13.- Ama el ser olvidado y ser tenido por nada; es el consejo de San Juan
de la Cruz y de la Imitación; no hables apenas de ti mismo ni para bien ni
para mal, sino procura, con el silencio, que se olviden de ti.
14.- Ante una humillación o una reprensión, o sientas la tentación de
murmurar, de entristecerte, di como David:”¡Más vale así! ¡Me hace bien
ser humillado!”
15.- No entretengas deseos frívolos:” Deseo pocas cosas, y lo poco que
deseo, lo deseo poco”, decía S. Francisco de Sales.
16.- Acepta con la más perfecta resignación las mortificaciones llamadas
de la Providencia; las cruces y los trabajos pertenecientes al estado en
que la Providencia te ha colocado. ”Cuanto menos hay de nuestra elec-
ción, hay más beneplácito divino”, decía S. Francisco de Sales. Quisiéra-
mos escoger nuestras cruces, tener una distinta a la nuestra, llevar una
cruz pesada que tuviese por lo menos algún brillo, antes que una cruz
ligera que cansa por su continuidad: ¡ilusión! Tenemos que llevar nuestra
cruz y no otra, y su mérito no está en su calidad, sino en la perfección con
que la llevamos.
17.- No te dejes turbar por las tentaciones, los escrúpulos ni las arideces
espirituales. “Lo que se hace durante la sequedad es más meritorio ante
Dios que lo que se hace durante la consolación”, S. Francisco de Sales.
18.- No tenemos que entristecernos demasiado por nuestras miserias,
sino más bien humillarnos. Humillarse es una cosa buena, que pocas per-
sonas comprenden; inquietarse e impacientarse es una cosa que todo el
mundo practica y que es mala, porque en esta especie de inquietud y
despecho, el amor propio tiene siempre la mayor parte.
19.- Desconfiemos igualmente de la timidez y del desánimo, que hacen
perder la energías, y de la presunción, que no es más que el orgullo en
acción. Trabajemos como si todo dependiese de nuestros esfuerzos, pero
permanezcamos humildes como si nuestro trabajo fuese inútil.

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DE LA VENERACIÓN QUE LE DEBEMOS A SAN
JOSÉ POR SU ELEVADA DIGNIDAD (II)
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

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lamandole a coadjutor de
la obra de la redencion,
segun dice San Bernardo,
quiso que autorizase con su pre-
sencia la Natividad de Jesus, a fin
de dar fiel testimonio de la gloria
que tributaron los angeles al Se-
nor por el nacimiento de su Hijo,
de la revelacion que de la misma
tuvieron los pastores, cuya reve-
lacion refirieron ellos mismos a
María y Jose al visitar al Salvador
que les fuera anunciado; y fuese
ademas testigo de la llegada de
los Magos, que guiados por la es-
trella, acudieron de remotos paí-
ses a prestar adoraciones al Nino
Jesus, conforme ellos mismos declararon: Vidimus enim stellam
ejus in Oriente, et venimus adorare eum. (Matth. II, 2) Dispuso
Dios ademas, que Jose y María le ofreciesen al recien nacido Jesus,
como lo cumplieron: tulerunt ipsum in Jerusalem, ut sisterent
eum Domino. (Luc. II, 22), presentandole en holocausto a la muer-
te por la salvacion del linaje humano, conforme en las Escrituras,
no ignoradas de María, ni de Jose, estaba ya predicha la Pasion de
Jesucristo.
De ahí es, que viendo el Senor como Herodes llevado de su
ambicion de reinar, buscaba como apoderarse de la persona del
divino Infante para darle muerte, envio a decir de su parte y por
ministerio de un angel a Jose, que tomase al Nino y a la Madre, y
se encamina a Egipto; y sin perder tiempo, recoge los instrumen-
tos de su oficio que pudo llevar consigo, los cuales debían servirle
en la tierra de Egipto para acudir al sustento de su pobre familia.
María de otra parte, lleva en brazos al Nino, con los sencillos pa-
nales que debían servir para su Hijo y entrambos cogen solos el
camino, sin siervo alguno que les acompane; y cual infelices pere-

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grinos emprenden un viaje largo, ro-
deado de peligros, y obligados a cruzar
por regiones desiertas hasta llegar a
Egipto, en donde carecían de amigos y
de parientes y daban con gente barba-
ra y desconocida. Llegado ya a Egipto,
se afana en el trabajo día y noche, con-
forme dice San Bernardo, para pro-
veer el sustento de su santísima Espo-
sa y del divino Infante. regresa des-
pues de Egipto, al recibir nuevo aviso
del angel, que le dice: Surge et accipe
puerum et matrem ejus, et vade in te-
rram Israel. (Matth. II, 20) Jose sale
inmediatamente de Egipto y vuelve a Judea; mas avisado por se-
gunda vez por el angel, deja la residencia en Judea, temeroso de
Arquelao, que allí reinaba por muerte de su padre Herodes, y pasa
a habitar a Nazareth en la region de Galilea, en cuya ciudad fijo en
companía de su amado Jesus, su permanencia hasta la muerte, lle-
vando una vida llena de privaciones en el ejercicio de su humilde
ocupacion.
Acaecio por aquella sazon, que yendo Jose junto con María y
Jesus, jovencito entonces de doce anos, a visitar el Templo, al re-
gresar a casa, se hallo solo con María, en cuya companía juzgaba
estaría el Hijo, y echo de ver que no era así: por tres días consecuti-
vos Jose no ceso un punto de llorar, al verse separado de Jesus, que
era el amor de su corazon; pero lo que mayor angustia le causaba
era, el recelo que le atormentaba de que quizas Jesus le hubiese
abandonado por razon de algun disgusto que el tuviese recibido, y
no le considerase ya digno de conservar en su cuidado tan precioso
tesoro, conforme escribía Laspergio: Tristabatur ex humiliate, qui
arbitrabatur se indignum, cuitam pretiosus commissus esset the-
saurus. Pero llevole el consuelo al corazon al oir de la boca de Jesus
mismo, que había quedado en el Templo por los intereses de la glo-
ria de Dios. Desde entonces prosiguio Jose proveyendo a la asisten-
cia de Jesus, hasta que ocurrio su muerte, en cuyo trance obtuvo la
inefable dicha de concluir la vida entre María y Jesus, que en aquel
momento le prodigaron sus consuelos; por lo que, dice San Fran-
cisco de Sales, que debe tenerse la certidumbre, de que Jose murio
de amor, como murio tambien de amor la Virgen esposa suya.

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SANTORAL de la SEMANA
Domingo 26: Domingo de Pasión.
Misas como de costumbre:
8 y 10 am. (Cantada), 12m. y 5 pm.
6:30 pm. Vísperas y bendición con el
Santísimo Sacramento.

Lunes 27: San Juan Damasceno,


Obispo y Confesor.

Martes 28: San Juan de Capistrano,


Obispo y Confesor.

Miércoles 29: De la Feria

Jueves 30: De la Feria


5:00 pm. Hora Santa.

Viernes 31: Los Siete Dolores


de la B. V. María.
5:30 pm. Vía Crucis.
6 pm. Misa Cantada.

Sábado 1: De la Feria
4 pm. Concierto Coro Pastor Bonus

HORARIOS DE MISAS: Transversal 28A # 36 - 47


Domingos: 8 am. - 10 am. (Cantada) La Soledad - WhatsApp: 3147598654
12 m. y 5 pm. BOGOTA - COLOMBIA
www.institutodelbuenpastor.org
Lunes a Sábado: 7:15 am. - 6 pm. [email protected]

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