Resumen Quimica T
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elementos, aparte de los nueve conocidos desde la antigüedad y de los cinco estudiados por los
alquimistas medievales, se incrementó de manera impresionante a partir de mediados del siglo
XVIII, a tal punto que en la primera década de 1800 se conocían unos cincuenta elementos
diferentes. Sus propiedades variaban extensamente entre sí, y no parecía existir alguna relación
entre ellos. Para esa época, algunos químicos se preguntaban cuál sería el número de elementos
existentes en la naturaleza, y por ende cuantos elementos quedaban aún por descubrir. También
algunos de ellos buscaban una manera de poner en orden los elementos ya conocidos,
esperanzados en hallar alguna razón que explicase su número, y de alguna manera justificar la
gran diversidad de propiedades que presentaban. El químico francés Louis Bernard Guyton de
Morveau (1737-1816) desarrolló en 1772, la primera tabla de sustancias “químicamente simples”,
la cual incluía todos los elementos conocidos, ordenándolos según sus nombres antiguos y
relacionándolos con los nombres que tenían para esa fecha. En 1787, junto con sus colegas
Antoine Laurent de Lavoisier (1743-1794), Claude Louis Berthollet (1748-1822) y Antoine François
de Fourcroy (1755-1808), publicaron el “Método de Nomenclatura Química”, en el cual se incluía
su tabla anterior, y en la que los nuevos nombres dados a algunos de los elementos, tenían por
objeto recordar sus propiedades más notables, independientemente de cualquier teoría. Así,
oxígeno significaba “generador de ácidos”; hidrógeno significaba “generador de agua”; ázoe (más
tarde llamado nitrógeno) significaba “sin vida”. En 1815, el químico y médico inglés William Prout
(1785-1850) estableció una teoría en la que consideró que todos los elementos químicos estaban
formados por agregados sucesivos de hidrógeno. Así, según él, sería posible dar un orden a los
elementos conocidos, ya que el peso atómico de cada elemento de esta clasificación
correspondería al peso atómico del hidrógeno multiplicado por un número entero, en orden
ascendente. Por fundamental que fuera la teoría de Prout, quedó desacreditada por las
desviaciones observadas experimentalmente entre los pesos atómicos y los números enteros, y ya
para 1860 las determinaciones más exactas de los pesos atómicos condujeron a un abandono total
de la misma. Las primeras observaciones publicadas en relación con la periodicidad química
parecen haber sido las de un profesor de química alemán, en la Universidad de Jena, llamado
Johann Wolfgang Dóbereiner (1780-1849). En 1817, reportó que había algunas “triadas” de
elementos que, al ser ordenados en orden creciente de pesos atómicos, el elemento del medio
parecía tener propiedades intermedias entre los dos de los extremos. Así, el cloro, bromo y yodo
no solo mostraban una progresiva gradación en propiedades como color y reactividad, sino que el
peso atómico del bromo parecía estar justo a medio camino entre los del cloro y el yodo.
Dóbereiner llegó a encontrar otros dos grupos de tres elementos que exhibían claras gradaciones
de propiedades: calcio, estroncio y bario; y azufre, selenio y teluro. En ambos grupos, el peso
atómico del segundo elemento, era aproximadamente el promedio de los otros dos elementos.
Pero el hecho de que la mayoría de los elementos conocidos hasta la fecha no pudieran colocarse
en ninguna triada, hizo que los químicos decidieran que los hallazgos de Dóbereiner eran mera
coincidencia:
TRIADAS DE DOBEREINER Sin embargo, estas ideas no cayeron en el total olvido, en 1827
el afamado químico alemán Leopold Gmelin (1788-1853), en la Universidad de Heilderberg, al
investigar sobre los nuevos elementos descubiertos hasta la fecha, logró encontrar otros
grupos de tres elementos que cumplían con el concepto de Dobereiner. En 1850, Max von
Pettenkofer (1818-1901), químico y bacteriólogo alemán, en la Universidad de Munich, revivió
de alguna manera la hipótesis de Prout acerca de la materia primaria, al sugerir que, entre los
elementos químicamente semejantes, las diferencias sucesivas de pesos atómicos eran
constantes o eran múltiplos de una constante. Esto en realidad equivale a afirmar que, entre
dichos elementos, los pesos atómicos pueden derivarse mediante una progresión aritmética
modificada, que depende del peso atómico más bajo y de múltiplos de un entero. En 1857, el
también químico inglés William Odling (1829-1921) ordenó los cincuenta y siete elementos
entonces conocidos en trece grupos, basándose en las semejanzas entre las propiedades
químicas y físicas, colocando a los miembros de cada grupo en orden de sus pesos atómicos.
Aun cuando este esquema situaba junto a los elementos más parecidos, no ponía de relieve
las relaciones entre los pesos atómicos y las características químicas. La ordenación de
Odling, semeja más a los grupos que hoy se utilizan en Química Analítica, ya que colocó
juntos a los elementos que formaban compuestos de solubilidades semejantes. Cada vuelta
contenía 16 elementos (ya que se tomó como referencia al oxígeno cuyo peso atómico era 16
unidades atómicas de masa) y el observó que existía una gran similaridad entre los elementos
que se encontraban uno bajo otro en la misma línea vertical (los cuales tenían entre sí, una
diferencia de 16 unidades atómicas de masa).
TORNILLO TELÚRICO DE CHANCOURTOUIS Tres años más tarde, el químico inglés John
Alexander Reina Newlands (1837-1898) reportó ante la Sociedad Química Real Inglesa, que,
al disponer los elementos químicos en una tabla, con columnas verticales de siete elementos
ordenados en orden creciente de sus pesos atómicos, las propiedades de los elementos que
quedaban en las filas horizontales tendían a ser muy semejantes. Sus colegas
contemporáneos pensaron, que lo que Newlands trataba de demostrar, era más una
coincidencia que algo significativo, por lo que lo ridiculizaron y no pudo conseguir que su
trabajo fuese publicado.