TP Nº 6 - Barcelo-Busquet - Navarro
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TRABAJO PRÁCTICO N° 6
AÑO 2022
Docente:
Pablo Javier Davoli.
E-mail: [email protected].
Website: www.pablodavoli.com.ar.
Alumnas:
Barceló Lucía – Busquet Camila – Navarro Leila.
Modalidad:
- Escrito; digital.
- Individual o grupal (máximo: 5 integrantes).
- Sincrónico (con extensión asincrónica, en caso de resultar necesario).
- Entrega vía E-mail a la dirección de correo electrónico ut supra indicada.
Bibliografía de base:
Para la realización del presente trabajo práctico, proponemos la lectura del
Capítulo sexto del libro Etapas históricas de la educación argentina de Jorge
María Ramallo.
Se trata de un texto de 29 páginas. El mismo se encuentra disponible aquí:
http://www.argentinahistorica.com.ar/intro_libros.php?tema=26&doc=87&cap=455
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Consignas:
En base y a la luz de dicha bibliografía de base, te invitamos a ensayar respuestas fundadas
para los interrogantes formulados a continuación. A saber:
1. ¿Cuáles fueron los principales temas y cuestiones de la etapa histórica sub
examine? ¿Qué posiciones se asumieron frente a los mismos? ¿Cuáles de tales
posiciones lograron prevalecer?
2. ¿Quiénes fueron los principales actores de la época y qué posiciones sostenían
frente a las referidas cuestiones?
3. ¿Cuáles fueron los principales hitos pedagógicos del período histórico bajo
análisis y cómo incidieron en el rumbo de la educación argentina?
4. ¿Cuáles fueron los principales proyectos gubernamentales y normas jurídicas
formulados en materia educativa durante la etapa de marras? ¿Cuáles eran sus
fines y medios?
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Resolución de consignas.
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principal centro de difusión en la Escuela Normal de Paran á y en las subsiguientes escuelas
de esa modalidad diseminadas por el país, en las que se originó una nueva corriente educativa
conocida con el nombre de normalismo. Según lo explica el profesor Carlos A. Uzin, el
normalismo se caracterizó por “la valoración de lo europeo frente a lo hispano-criollo, que es
despreciado”; “la adhesión reverente al mito del progreso cientificista, que se traduce
pedagógicamente en un enciclopedismo”; y “el criterio de que el magisterio es un sacerdocio
laico, con una sacralización de la idea de patria y de sus símbolos, y un fuerte sentido de la
autoridad”
En esta etapa, la reunión del Congreso Pedagógico en 1882; la sanción de la ley 1.420 de
educación común, en 1884; de la ley 1.597 sobre universidades nacionales, en 1885; y de la
denominada ley Láinez, en 1905, fueron los hechos más significativos ocurridos en el ámbito
de la educación.
Hechos destacados
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El 25 de enero de 1881, como consecuencia de la capitalización de la ciudad de Buenos
Aires, ocurrida a fines del año anterior, se creó el Consejo Nacional de Educación, para
gobernar las escuelas primarias situadas dentro del nuevo distrito federal, que habían dejado
de pertenecer a jurisdicción provincial. Como superintendente general de educación y
presidente del Consejo, fue nombrado Sarmiento.
Las resoluciones aprobadas por el Congreso se reunieron en un solo cuerpo de doctrina, con
el nombre de Declaraciones. Las Declaraciones excluyeron a la religión como ingrediente
necesario para la formación integral de la personalidad educando, aunque destacaron la labor
formativa de la familia. Su enunciado comprende por igual a la escuela de iniciativa estatal o
privada abarca un conjunto abigarrado de propuestas doctrinarias y técnicas para el
mejoramiento de la enseñanza primaria que, sin embargo, no fueron tenidas mayormente en
cuenta en los años posteriores.
En 1883 se realizó un Censo Escolar Nacional, que reveló la existencia de una población
escolar infantil, comprensiva de los establecimientos estatales y privados.
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La ley de educación común
A los efectos de contar con una ley definitiva, el presidente de la Nación, Julio A. Roca,
envió al Congreso Nacional, para su aprobación con carácter de ley, el texto del decreto
aludido, en el que se mantenía la enseñanza de la doctrina cristiana. En la Cámara de
Senadores no hubo ningún inconveniente en aceptarlo, pero en la de Diputados, luego de un
prolongado estudio por la Comisión pertinente, que mantuvo la enseñanza religiosa, al
iniciarse el debate se presentó un proyecto alternativo. El Poder Ejecutivo promulgó la ley
con el número 1.420, el 8 de julio de 1884. Por esta ley, se estableció que la enseñanza
primaria sería obligatoria y gratuita y la religión podría ser impartida por los ministros
autorizados de los diferentes cultos, fuera del horario escolar, lo que en la práctica significó el
fin de la enseñanza de la doctrina cristiana en las escuelas oficiales. En 1904 el Consejo
Nacional de Educación prohibió al personal directivo y docente “tomar ninguna participación
en esta enseñanza” y posteriormente se dispuso que la clase de religión no podría comenzar
hasta media hora después de terminada la última de la tarde o había de terminar media hora
antes que comenzaran las clases, si era por la mañana. En la nueva ley, la obligación escolar
comprendía a todos los padres, tutores o encargados de los niños. Los contenidos mínimos
abarcaban las siguientes materias: lectura y escritura; aritmética; geografía particular de la
República y nociones de geografía universal; historia particular de la República y nociones de
historia general; idioma nacional; moral y urbanidad; nociones de dibujo y música vocal;
gimnástica y conocimiento de la Constitución Nacional. Además de las escuelas comunes, se
contemplaba la existencia de jardines de infantes, escuelas para adultos y escuelas
ambulantes en la campaña.
Por decreto reglamentario del 28 de julio de 1885, se estableció que la obligación de asistir
a la escuela pública duraba seis años y que la gratuidad implicaba la obligación de proveer
textos y útiles escolares a los niños que no pudieran costeárselos. Además, se dispuso que:
“Ningún padre, tutor, patrón, director de fábrica o de cualquier otro establecimiento industrial
o comercial, podrá sustraer de la obligación escolar a los niños que estén bajo su
dependencia”. EN cuanto a la enseñanza religiosa, se estableció que: “cuando los ministros
de los diferentes cultos quisieran dar en las escuelas públicas conferencias sobre enseñanza
religiosa, se estableció que cuando los ministros de los diferentes cultos quisieran dar en las
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escuelas públicas conferencias religiosas, se dirijan a los consejos escolares, para que estos
designen el local, la hora, debiendo presenciarla mínimamente 15 alumnos.
Al mes siguiente de la promulgación de la ley 1.420, tuvo lugar la primera Asamblea de los
Católicos Argentinos, que fue presidida por Estrada. La Asamblea manifestó su preocupación
por la “creación de Escuelas Católicas y fomento y protección directa a las existentes,
combatiendo las llamadas laicas y ateas”. Asimismo, la Asamblea consideró que era deber de
los católicos “combatir la escuela laica” y “favorecer la religiosa por todos los medios a su
alcance”; que ningún católico debía enviar a sus hijos “a las escuelas dirigidas por
protestantes, o por personas que sean reconocidamente anticatólicas”; que los centros y
asociaciones católicas “deben incluir entre sus fines principales la creación y sostenimiento
de escuelas cristianas”; que las asociaciones católicas “deben tomar nota de las escuelas que
en sus respectivos lugares merezcan confianza para la educación religiosa de los niños de uno
y otro sexo, a fin de recomendarlas a las familias”; y, finalmente, que: “Conviene que las
escuelas populares católicas sean puestas bajo la dirección inmediata de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, u otras Congregaciones religiosas consagradas como ésta, por su
instituto a la enseñanza primaria”.
Intolerancia liberal
Por esta época, el rector del Colegio Nacional de Corrientes, Santiago Fitz Simón, con
motivo de la aplicación de un nuevo plan de estudios remitido por el Ministerio de
Instrucción Pública, con fecha 27 de marzo de 1884, elevó a las autoridades un interesante
informe en el que propuso que: “La educación secundaria debe tener un fin y un carácter
nacional.
Las primeras escuelas para adultos fueron creadas en 1856 en la provincia de Buenos Aires.
A mediados de 1859 se fundó en la ciudad de Buenos Aires la escuela nocturna para adultos
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que funcionó en el local de la Escuela Catedral al Sud, llamada Escuela Modelo. Se enseñaba
lectura, escritura y aritmética, en el horario de 20 a 21.
Uno de los primeros y más entusiastas propulsores de las escuelas para adultos, fue el
inspector general de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, José P Berrutti, quien en 1912
creó en La Plata la primera escuela popular nocturna de puertas abiertas, con el objeto de
estimular la concurrencia de los adultos.
En 1911, las escuelas normales fueron puestas bajo la jurisdicción del Consejo Nacional de
Educación, que debía organizar el servicio de administración e inspección que requiriera su
funcionamiento, pero en 1916 volvieron a la dependencia del Ministerio de Justicia e
Instrucción Pública. Ínterin, el plan de estudios fue nuevamente reformado y se le dio mayor
importancia a la formación pedagógica.
Este plan estuvo vigente hasta 1941, en el que se implantó un ciclo básico común al
magisterio y bachillerato, de tres años, y otro superior de formación profesional de dos años.
En 1948 se elevó a tres años la duración del ciclo superior del magisterio, pero en 1951 se
redujo nuevamente a dos. Esta estructura perduró hasta 1968 en que se suprimieron las
escuelas normales y la formación de maestros pasó al nivel terciario de la enseñanza, con el
carácter de profesorado de nivel elemental. Esta reforma mejoró la formación académica de
los futuros docentes, pero destruyó la mística y el carácter de apostolado laico que hasta
entonces había tenido el magisterio, forjado por la escuela normal.
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En 1886, con la presidencia de José B. Zubiaur —ex rector del Colegio del Uruguay y
conspicuo masón—, se constituyó en Buenos Aires la Asociación Nación al de Educación,
cuyo objetivo fue la democratización de la enseñanza.
Hacia 1890, el Colegio Nacional de Buenos Aires resultaba insuficiente para absorber la
demanda de estudiantes que pretendían ingresar en sus aulas, por lo cual se pensó en
desmembrarlo, creando dos establecimientos auxiliares en zonas equidistantes de la ciudad.
El problema fue considerado por Juan Balestra, ministro de Justicia e Instrucción Pública del
presidente Carlos Pellegrini, quien resolvió llevar a cabo el proyecto. Así fue creado, en
primer término, durante 1891, el Colegio Nacional del Sur, después Bernardino Rivadavia, y
pocos meses después, ya en 1892, el Colegio Nacional del Norte, luego Domingo Faustino
Sarmiento; y más tarde el Colegio Nacional del Oeste, después Mariano Moreno; y, por
último, el Colegio Nacional del Noroeste, luego Nicolás Avellaneda. Todos estos institutos
dependieron del Colegio Nacional de Buenos Aires o Colegio Nacional Central, hasta 1899
en que adquirieron plena autonomía.
Los Círculos de Obreros, creados en Buenos Aires por el sacerdote redentorista alemán
Federico Grote a partir de 1892, en consonancia con lo pregonado por el Papa León XIII en la
encíclica Rerum Novarum, el año anterior, con el objeto de mejorar la situación en que se
encontraban los trabajadores, incluyeron desde un principio la acción educaba, mediante la
creación de escuelas primarias diurnas para niños y de escuelas nocturnas para adultos.
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El congreso pedagógico de 1900
En el año 1900, del 2 al 9 de diciembre, tuvo lugar un nuevo Congreso Pedagógico, que no
alcanzó la repercusión del realizado en 1882, pero generó inquietudes en la docencia de la
época. Durante su transcurso se consideraron los siguientes aspectos: 1) Educación física. 2)
Educación moral. 3) Educación literaria. 4) Educación estética. 5) Educación científica. 6)
Educación industrial. 7) Legislación escolar. 8) Plan de estudios, programas y horarios. 9)
Estudios antropológicos. 10) Textos. 11) Escuelas especiales. 12) Personal docente. 13)
Intervención personal en las escuelas. 14) jubilación y pensión de maestros.
La obra de Conservación de Fe
La ley Láinez
Manuel Láinez, presentó un proyecto de ley, que fue sancionado el 19 de octubre de 1905,
con el número 4.874. Por esta ley se autorizaba al Consejo Nacional de Educación a
establecer directamente, en las provincias que lo solicitaran, escuelas elementales, infantiles,
mixtas y rurales, en las que debía darse el mínimo de enseñanza determinada por la ley 1.420.
En cuanto a los programas a que se ajustaría la enseñanza en las escuelas el horario y todo
lo que se relacionara con las disposiciones técnicas de la ley de educación común, el decreto
establece que se determinara por el Congreso Nacional de Educación.
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La Escuela Normal de Maestros Rurales
Por iniciativa del director de Enseñanza de la Provincia de Entre Ríos profesor Manuel
Pacífico Antequeda, 17 de julio de 1904, como se ve, pródigo en iniciativas escolares, se
inauguraron los cursos de la Escuela Normal de Maestros Rurales Juan Bautista Alberdi, de
la localidad de Tezanos Pinto. De acuerdo con el plan de estudios adoptado los alumnos
deberían practicar en una escuela rural modelo, para lo cual, como medida complementaria.
Antequeda dispuso que las escuelas rurales debían contar con anexos agropecuarios.
La educación especial
En esta etapa continuó vigente la acción educativa de los padres jesuitas y bayoneses, a
quienes se habían agregado dos congregaciones femeninas, llegadas al país en 1859: las
Hermanas Vicentinas o Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y las Hermanas del
Huerto.
Posteriormente, desde 1870 hasta la primera década del siglo XX, fueron llegando a nuestro
territorio, o se crearon en él, nuevas congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, la
mayoría de las cuales se dedicaron a la educación.
En 1865 se dio comienzo a la enseñanza comercial con la creación de secciones anexas a los
colegios nacionales. Veinte años después se fundó una escuela de comercio anexa al Colegio
Nacional de Rosario, que no prosperó por no tener suficiente inscripción. Y el 19 de febrero
de 1890, se creó la Escuela de Comercio de la Capital.
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por iniciativa del ministro de Justicia e Instrucción Pública, Antonio Bermejo, se creó el
Departamento.
En 1910 se habían creado las denominadas escuelas de artes y oficios, de nivel elemental,
destinadas a capacitar obreros y no formar técnicos. En 1913 se aprobó el reglamento para las
escuelas industriales de la Nación.
El 24 de agosto del año 1900, por iniciativa de Norberto Pinero, que fue su primer
presidente, se constituyó en Buenos Aires, con recursos privados, la Sociedad de Educación
Industrial. Se sostenía entonces que era necesario aliviar al obrero en el esfuerzo material que
requería su tarea y exigirle, en cambio, “mayor suma de conocimientos técnicos para manejar
los instrumentos de su industria.
El Patronato de la Infancia
En 1907, se fundaron dos escuelas de varones y una de mujeres a las que comenzó a
denominarse como escuelas patrias; además se creó un asilo externo para ambos sexos,
destinado a niños de 3 a 7 años. En las escuelas funcionaron comedores escolares, que fueron
los primeros en instalarse en la ciudad de Buenos Aires. A mediados del mismo año se creó
otra escuela patria para niños pobres.
Con el objeto de “fomentar la buena lectura”, un grupo de mujeres que formaba parte del
Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina, fundó en Buenos Aires, el 8 de
octubre de 1903, la Asociación Biblioteca de Mujeres.
La educación patriótica
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En 1908 se constituyó una comisión que elaboró un programa de enseñanza patriótica
destinado a estimular en los maestros y alumnos una mayor conciencia de sus deberes cívicos
y un sentimiento patriótico más acendrado, que preservara la identidad nacional ante la
irrupción masiva de la inmigración y la acción disgregadora del anarquismo. Para ello, se le
concedió más importancia a la conmemoración de las efemérides patrias, se instituyó la
Semana de Mayo, se estableció el Día de los Muertos por la Patria y se le otorgó mayor
relieve a la ceremonia de la Jura de la bandera. Todas estas celebraciones debían concitar,
además, la presencia de padres y alumnos, con la entusiasta y laboriosa participación de los
maestros, encargados de su organización.
Se trataba así, de promover una educación patriótica, aunque vacía de contenido religioso.
Recién en la década de 1940, con el auge del nacionalismo y el advenimiento de la
revolución militar de 1943, se introdujeron contenidos definidamente católicos. Fue por esa
época, en 1939, que se constituyó la Junta de Recuperación de las Malvinas. Y en 1942, el
Consejo Nacional de Educación publicó una Cartilla Patriótica donde incluía, además, el Acta
de la Declaración de la Independencia, el Himno Nacional y la Constitución Nacional.
También se agregaba un mapa político de la República Argentina.
Con el curso del tiempo, las sociedades populares de educación fueron reemplazadas por las
Asociaciones Cooperadoras Escolares, de fecunda labor y cuya existencia se prolonga hasta
nuestros días.
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Garro, de 1912; el plan Nelson, de 1915; y el proyecto de escuela intermedia de Saavedra
Lamas, de 1916.
El plan de Antonio Bermejo, ministro de Justicia e Instrucción Pública del presidente José
Evaristo Uriburu, proponía la división de enseñanza secundaria en dos ciclos: el primero, de
cuatro años de duración, correspondía a “la enseñanza general, integral y enciclopédica,
complementaria de la enseñanza primaria”; y el segundo, de dos años, a la enseñanza
profesional “en las más importantes de las múltiples direcciones”. Al respecto se clarificaba
que la enseñanza que se proponía en los dos últimos años sería “especial y preparatoria, en
dirección a las profesiones científicas universitarias, que se cursará en los centros donde
existen universidades, y en el resto de los colegios nacionales, la enseñanza agrícola,
comercial, ganadera, minera, etc., distribuida según las riquezas más importantes a desarrollar
en cada región del país”.
El proyecto Magnasco
Sostenía Magnasco que era necesario cambiar “la deplorable uniformidad del viejo
sistema”. Se trataba de eliminar el enciclopedismo y orientar la oferta educativa hacia
especialidades técnicas relacionadas con el contexto socio- económico. El proyecto fue
rechazado en la Cámara de Diputados. La reforma se aplicó, no obstante, por decreto, sólo un
año, durante el cual los colegios nacionales se redujeron a nueve y en lugar de los suprimidos
se crearon escuelas técnico-prácticas especializadas en agricultura, industria, comercio y
minería.
EL plan Garro
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El plan Nelson
Este estudio, de meritoria factura, no logró los efectos que se proponía y ha quedado como
otro preclaro antecedente histórico de la reforma educativa
De acuerdo con el texto del proyecto, la enseñanza que se daría en las escuelas, colegios e
institutos sería: 1º. Prim aria, distribuida en cuatro años, a cuyo primer grado se ingresaría
con 7 años de edad y sería gratuita. 2º Intermedia, distribuida en tres años y también gratuita,
a cuyo primer grado se ingresaría con 11 años y después de aprobar los cuatro años de
enseñanza primaria. Comprendía estudios de enseñanza general y enseñanza profesional y
técnica. 3º. Secundaria, a la que ingresaría el alumno después de aprobar la escuela
intermedia y cuya duración era diferente de acuerdo con la modalidad de que se tratara:
normal, comercial, industrial, agrícola o profesional de artes y oficios. 4º. Superior o
universitaria, cuya duración, materias de enseñanza y condiciones de ingreso se regirían por
las disposiciones de la ley respectiva. Este proyecto, que apuntaba a la capacitación laboral de
los alumnos de la escuela intermedia, no prosperó porque se sostuvo que al acortarse la
escuela primaria, se desconocía el principio de obligatoriedad y, en consecuencia, el de
gratuidad.
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Ley sobre universidades nacionales
Esta ley fue complementada en 1895 por la ley 3.271, que reglamentó los estatutos de las
dos universidades existentes. En 1898, el diputado Elíseo Cantón presentó un proyecto para
reformar la ley 1.597, que no fue aprobado; y hasta 1916 se registraron quince proyectos más,
que tampoco tuvieron éxito.
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desde 1943; en tercero, el monopolio de la beneficencia ejercido por la Fundación Eva
Perón que, aunque eficaz en su cometido, ahogaba toda iniciativa privada; y, por último,
la persecución desatada por el Gobierno contra las organizaciones de la Iglesia en 1954.
Si bien a partir de 1955, con la revolución militar del 16 de septiembre de ese año
desaparecieron la mayor parte de estas causas, ya no se recuperó el nivel alcanzado hasta
entonces y la acción emprendida a principios de siglo se desvaneció lentamente.
Posteriormente, desde 1870 hasta la primera década del siglo XX, fueron llegando a
nuestro territorio, o se crearon en él, nuevas congregaciones religiosas, masculinas y
femeninas, la mayoría de las cuales se dedicaron a la educación. De Europa arribaron casi
30 congregaciones, que en su mayor proporción fueron de origen español, francés o
italiano. Las que se destacaron en la acción educativa fueron:
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Las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús de la Madre Cabrini (1895).
Colegio Santa Rosa, de Buenos Aires (1895).
Los Hermanos Maristas (1903). Colegio Champagnat (1914) y Colegio Manuel
Belgrano (1916), ambos de Buenos Aires.
Los Hermanos de la Sagrada Familia (1908). Colegio Sagrada Familia, de
Buenos Aires (1910).
Las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús (fundada en Córdoba, por la madre
Catalina María Rodríguez, en 1872). Colegio Divino Corazón, de Buenos Aires
(1893).
Las Siervas de Jesús Sacramentado (en Buenos Aires en 1876). - Las Hijas de
María Inmaculada (1879).
Las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José (en Buenos Aires por la madre
Camila de San José Rolón, en 1880).
Las Hermanas Adoratrices Argentinas (1887).
Las Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad (1898). Colegio Corazón de
María, de Buenos Aires (1898).
Estas comunidades llevaron su acción educativa a toda la extensión del país, inclusive a las
Islas Malvinas, en el caso de los salesianos, donde establecieron centros educativos en todos
los niveles y modalidades.
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