I. La Fe Profesada en El Credo: Diócesis de Pasto Itinerario Catequesis Confirmación
I. La Fe Profesada en El Credo: Diócesis de Pasto Itinerario Catequesis Confirmación
I. La Fe Profesada en El Credo: Diócesis de Pasto Itinerario Catequesis Confirmación
I. LA FE PROFESADA EN EL CREDO
Todos somos portadores de alegría. ¿Lo habíais pensado? ¿Qué eres un portador
de alegría? ¿O prefieres llevar malas noticias, cosas que entristecen? Todos somos
capaces de portar alegría. Esta vida es el regalo que Dios nos ha dado: y es
demasiado corta para consumirla en la tristeza, en la amargura. Alabemos a Dios,
contentos simplemente de existir. Miremos el universo, miremos sus bellezas y
miremos también nuestras cruces y digamos: “Pero, tú existes, tú nos hiciste así,
para ti”. Es necesario sentir esa inquietud del corazón que lleva a dar gracias y a
alabar a Dios. Somos los hijos del gran Rey, del Creador, capaces de leer su firma
en toda la creación; esa creación que hoy nosotros custodiamos, pero en esa
creación está la firma de Dios que lo hizo por amor. Qué el Señor haga que lo
entendamos cada vez más profundamente y nos lleve a decir “gracias”: y ese
“gracias” es una hermosa oración.
d. Nos preguntamos: ¿qué ha hecho Dios por el ser humano? Ha enviado a su hijo
Jesucristo para que tengamos vida por medio de él (v. 9). Juan describe en su carta
en qué consiste el amor de Dios: “no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1
Jn 4,10).
e. A leer nuestra historia de vida podemos reconocer lo que Dios ha hecho para
salvarnos. Primero, nos ha dado el don de la vida y una familia donde hemos
nacido, crecido, formado, se ha recibido cariño. Disfrutamos de la creación, el
escenario organizado por Dios y del cual somos administradores y no destructores.
f. Como personas tenemos unas tareas que cumplir. La tarea más importante es amar a
Dios sobre todas las cosas, Él es la fuente de amor. Además, amar al prójimo:
“nosotros debemos amarnos unos a otros” (Mt 22,36-40; 1 Jn 4,11).
Diálogo
a. ¿Qué significa el credo para el creyente hoy?
b. ¿En qué creemos los cristianos?
c. ¿Qué sentido tiene creer en Dios?
d. ¿Qué es lo que proporciona orientación a nuestra vida?
e. Lo que nos define como personas es la inteligencia y la capacidad de conocer la
realidad. Por eso, nos preguntamos: ¿dónde estamos? ¿de donde venimos? ¿A
dónde vamos?
2. Diseñados para amar
Momento espiritual: “Dios siempre continúa amándonos” catequesis del Papa Francisco
13 de mayo de 2020.
A Dios podemos pedirle todo, todo, explicarle todo, contarle todo. No importa si en nuestra
relación con Dios nos sentimos en defecto: no somos buenos amigos, no somos hijos
agradecidos, no somos cónyuges fieles. Él sigue amándonos. Es lo que Jesús demuestra
definitivamente en la última cena, cuando dice: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre,
que es derramada por vosotros» (Lc 22,20)… La paciencia de Dios con nosotros es la paciencia
de un papá – mamá…
b. Ser creados para amar implica capacidad de relacionarnos con Dios, consigo
mismo, los demás y la creación. Todo esto en un ambiente de respeto.
El plan de Dios para la humanidad es bueno, pero en nuestra vida diaria experimentamos
la presencia del mal: es una experiencia diaria… Adán y Eva (cf. Gn. 3,1−7) dudan de las
intenciones benévolas de Dios… la historia de Caín y Abel (cf. Gn. 4,1−16). Caín tiene
envidia de su hermano… Pienso, hoy, en la fraternidad humana...guerras por doquier… Es
importante rezar: “Señor, por favor, sálvame de mí mismo, de mis ambiciones, de mis
pasiones”… Orar sobre todo que Dios transformara nuestro corazón de piedra en un
corazón de carne (cf. Ez. 36,26).
Pero el amor es más fuerte que el pecado, aun cuando deba sufrir (Os 11, 8):
Dios decide recrear en Israel un corazón nuevo capaz de amar de verdad (Os
2, 21ss; Jr 31, 3.20.22; Ez 16, 60-63; 36, 16-38)
Momento espiritual: Aprender a orar con la misma fe de Abrahán. Catequesis del Papa
Francisco del 3 junio de 2020.
Hay una voz que de improviso resuena en la vida de Abraham. Una voz que le invita a
emprender un camino que suena absurdo: una voz que le incita a desarraigarse de su
patria, de las raíces de su familia, para ir hacia un futuro nuevo, un futuro diferente. Y todo
sobre la base de una promesa, de la que sólo hay que fiarse. Y fiarse de una promesa no es
fácil, hace falta valor. Y Abraham se fió… Escucha la voz de Dios y se fía de su palabra. En
resumen, podemos decir que en la vida de Abraham la fe se hace historia: la fe se hace
historia. Yo me pregunto y os pregunto: ¿nosotros tenemos esta experiencia de Dios?
¿“Mi Dios”, el Dios que me acompaña, el Dios de mi historia personal, el Dios que guía mis
pasos, que no me abandona, el Dios de mis días? ¿Tenemos esta experiencia?
Pensémoslo.
Aprendamos de Abraham a rezar con fe, a dialogar, a discutir, pero siempre dispuestos a
aceptar la palabra de Dios y a ponerla en práctica. Con Dios aprendamos a hablar como un
hijo con su papá: escucharlo, responder, discutir. Pero transparente, como un hijo con su
papá. Así nos enseña a rezar Abraham.
Reconciliación y penitencia…
b. A pesar, de la presencia del mal y el dolor que causa el pecado, Dios sigue
confiando en el hombre y para salvarlo se vale del mismo hombre. Abrahán,
es un hombre que vive en Ur de los Caldeos, hoy país de Irak. Dios le dirige
su palabra salvadora y desafiante. Lo invita a dejar su tierra, patria, casa y
dirigirse a la tierra que Dios le indicará. No es fácil dar una respuesta a Dios
que le invita a dejar sus seguridades, pero Abrahán creyó en la palabra de
Dios y este acto le valió de ejemplo para toda la humanidad.
A lo largo de la historia hay personas que como Abrahán han dado una
respuesta generosa: los profetas, apóstoles, santos…
Momento espiritual: “Jesús reza con nosotros”. Catequesis del Papa Francisco del 28 de
octubre de 2020.
En la escena del bautismo Jesús reza con los pecadores del pueblo… Metamos esto en
la cabeza: Jesús es el Justo, no es pecador. Pero Él ha querido descender hasta nosotros,
pecadores, y Él reza con nosotros, y cuando nosotros rezamos Él está con nosotros rezando;
Él está con nosotros porque está en el cielo rezando por nosotros… Esta oración de Jesús,
que a orillas del río Jordán es totalmente personal —y así será durante toda su vida terrena
—, en Pentecostés se convertirá por gracia en la oración de todos los bautizados en Cristo.
Él mismo obtuvo este don para nosotros, y nos invita a rezar como Él rezaba… Para rezar es
necesaria la humildad. Ha abierto los cielos, como Moisés había abierto las aguas del mar
Rojo, para que todos pudiéramos pasar detrás de Él. Jesús nos ha regalado su propia
oración, que es su diálogo de amor con el Padre. Nos lo dio como una semilla de la Trinidad,
que quiere echar raíces en nuestro corazón. ¡Acojámoslo! Acojamos este don, el don de la
oración. Siempre con Él. Y no nos equivocaremos.
a. Jesucristo nace en una familia concreta. María y José son sus padres. Tiene
una descendencia (Mt 1,1).
b. Una vez bautizado, inició su misión. Predica el Reino de Dios, utiliza
parábolas (Mt 13) y hace milagros. Se preocupa de cómo se tratan las
personas, por eso, invita a amar a Dios y al prójimo como a sí mismo (). A los
enfermos los cura y alimenta al pueblo hambriento.
c. Llamó a unos apóstoles para que estuvieran con él y enviarlos a predicar ().
Un día les pregunta, quién es el Hijo del Hombre y Pedro da la respuesta
correcta: “tú eres el Mesías”. Jesús es el único Salvador del mundo y nos ha
hecho la promesa de la vida eterna.
d. En unos de los viajes a Jerusalén, allí es ajusticiado injustamente y condenado
a muerte de Cruz. Muere gritándole al mundo que Dios ama.
e. La muerte pareciera silenciar las enseñanzas de Jesús. Pero una mañana de
domingo, se da la noticia que cambió la historia de la humanidad. Las mujeres
que van al sepulcro a embalmar su cuerpo se encuentran con la tumba vacía y
unos ángeles dan la noticia de la resurrección.
f. La muerte de Jesús no ha sido una derrota. Su muerte en la cruz es la
salvación para toda la humanidad.
El primer don de toda existencia cristiana es el Espíritu Santo. No es uno de los muchos dones,
sino el Don fundamental. El Espíritu es el don que Jesús había prometido enviarnos… La
primera tarea de los cristianos es precisamente mantener vivo este fuego, que Jesús ha traído
a la tierra (cf. Lc 12,49), ¿y cuál es este fuego? Es el amor, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.
Sin el fuego del Espíritu las profecías se apagan, la tristeza suplanta la alegría, la costumbre
sustituye al amor, el servicio se transforma en esclavitud. Viene a la mente la imagen de la
lámpara encendida junto al tabernáculo, donde se conserva la Eucaristía. También cuando la
iglesia se vacía y cae la noche, también cuando la iglesia está cerrada, esa lámpara permanece
encendida, continúa ardiendo: no la ve nadie, pero arde ante el Señor. Así es el Espíritu en
nuestro corazón, está siempre presente como esa lámpara.
a. La palabra Espíritu viene del hebreo “ruah”, que se traduce como fuerza. El
Espíritu es la fuerza de Dios actuando en nuestras libertades. En el Antiguo
Testamento el Espíritu de Dios era dado a personas concretas entre ellos los
profetas, los jueces. La misión de las personas poseídas por el Espíritu de Dios
era guiar y corregir al pueblo de Israel.
b. Jesús es el hombre libre (Jn 8,12). Libre de los apegos materiales (Lc 9,57-
62). De los afectos de las personas (Mc 3,31-35) incluso de sí mismo (Jn
14,9). En el evangelio de san Juan Jesús promete a los discípulos el don del
Espíritu Santo.
Les enviaré otro Paráclito –defensor- (Jn 14,15);
El Espíritu recordará las enseñanzas de Jesús (Jn 1426);
Fortalecerá para dar testimonio –ejemplo- de Jesús (Jn 15,26-27)
Ilumina para reconocer el pecado, el mal (Jn 16,7-11)
El Espíritu que guía a la verdad plena (Jn 16,12-15).
c. Jesús conoce los miedos de las personas, por eso envía a la Iglesia el don del
Espíritu Santo para enriquecer la vida de las personas con sus dones y
carismas (1 Cor 12). Nos preguntamos ¿Qué dones, carismas tengo?.
d. La tarea es dejarnos conducir por el Espíritu de Dios (Rm 8,14-15). Los que
dejan actuar al don del Espíritu Santo tienen en su corazón: "amor, alegría,
paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23.mansedumbre, dominio de sí"
(Ga 5,22-23).
La Iglesia es una gran escuela de oración. Muchos de nosotros han aprendido a silabear las
primeras oraciones estando sobre las rodillas de los padres o los abuelos… En la Iglesia hay
monasterios, hay conventos, ermitas, donde viven personas consagradas a Dios y que a
menudo se convierten en centros de irradiación espiritual. Son comunidades de oración
que irradian espiritualidad… Las mujeres y los hombres santos no tienen una vida más fácil
que los otros, es más, ellos también tienen sus problemas que afrontar y, además, a
menudo son objeto de oposiciones. Pero su fuerza es la oración, que sacan siempre del
“pozo” inagotable de la madre Iglesia. Con la oración alimentan la llama de su fe, como se
hacía con el aceite de las lámparas… Sin la fe, todo se derrumba; y sin la oración, la fe se
apaga. Fe y oración, juntas. No hay otro camino. Por esto la Iglesia, que es casa y escuela
de comunión, es casa y escuela de fe y de oración.