Filosofia 1
Filosofia 1
Filosofia 1
EL FUNDAMENTO.
La Filosofía se ocupa con la totalidad del ente y aplicando el principio ontológico de la razón (Todo
tiene su razón o fundamento) nos permite aplicar este principio a la totalidad de los entes.
ENTE: es lo que es, lo que existe o puede existir. Un ente participa del ser y tiene propiedades que
le son propias por ej.: el ente es lo que es.
De ello surgen distintas preguntas: ¿Por qué hay mundo? ¿Por qué hay entes?
Y como el principio de razón dice que todo tiene su porque o fundamento entonces surge la
pregunta: ¿Por qué hay ente? Es decir, cual es el fundamento del ente en totalidad.
Todas estas preguntas nacen del asombro del hombre frente a la totalidad del ente. Por ello el
asombro o sorpresa es el origen de la filosofía y lo que impulsa al hombre a filosofar. El que algo
sorprenda, nos asombre lleva al hombre a buscar el conocimiento. Pero el asombro filosófico es el
asombro ante la totalidad del ente, ante el mundo, es un asombro libre de supersticiones y
creencias que impiden que el hombre sea capaz de formularse preguntas y lo lleven a buscar el
conocimiento.
El primero en realizar estas preguntas fue Tales de Mileto con quien hace el pensamiento racional
ya que intenta explicar la realidad en términos conceptuales, libre de toda religión y toda
mitología. El sistema filosófico que estudia el asombro es la Metafisica.
Para esta pregunta acerca del fundamento del ente en totalidad hay varias respuestas ya que
distintos filósofos tienen diferentes concepciones sin que una invalide a la otra.
La ciencia es progresiva porque cada etapa elimina o supera las anteriores y se llegan a acuerdos.
Esta duda no se la práctica por la duda misma sino como un medio instrumento o método para
llegar a la certeza. Es un método reflexivo sometido a pruebas.
Descartes dudaba de todo llegando a la conclusión de lo que no podía dudar era de que a través
de la duda pensaba y esto era una afirmación absolutamente cierta que lo llevo a la frase “pienso,
luego existo”.
El asombro lleva al hombre a formular preguntas, la pregunta lleva al conocimiento, pero esto
lleva al error y el error nos hace dudar.
El asombro y la duda despierta en el filósofo una mirada, no solamente hacia el mundo sino una
mirada que se repliega sobre sí.
La duda sobre sí mismo lo lleva a la reflexión en su forma más profunda y trágica cuando el
hombre toma conciencia de las situaciones límites. Esta expresión de situación límite fue
introducida por Karl Jaspers.
Estas situaciones límites (debo morir, debo sufrir, debo luchar) limitan al hombre, manifestando su
finitud, el tomar conciencia de las situaciones límites o de la finitud.
DEVENIR E INMUTABILIDAD
Lo que movió a los griegos a filosofar fue el asombro, ante todo asombro por el cambio, es decir
que las cosas pasen del ser al no-ser y viceversa.
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante: que el ente deviene, que
todo se transforma, en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. En
cambio, Parménides, enseña que el fundamento de todo es el ente inmutable, único y
permanente: que el ente “es” simplemente, sin cambio.
Heráclito fue entre los filósofos griegos, el que expreso del modo más vigoroso, y con gran riqueza
de metáforas “que la realidad no es sino devenir, incesante transformación: “todo fluye”, “todo
pasa y nada permanece”.
Compara la realidad con el curso de un rio: “No podemos bañarnos dos veces en el mismo rio
porque cuando regresamos a el sus aguas, continuamente renovadas, ya son otras, el rio de
Heráclito simboliza entonces el cambio perpetuo de todas las cosas, lo que se ofrece como
permanente no es nada más que una ilusión.
La palabra griega que se traduce por “mundo” es cosmos, los griegos pensaban al mundo como
una totalidad ordenada, armónica, hermosa, el mundo “siempre fue, es y será”. El cosmos es
además único: “el único para todos”
¿EN QUE CONSISTE EL MUNDO, CUAL ES SU FUNDAMENTO, LO QUE LO HACE SER TAL COMO ES?
Heráclito afirma que es “fuego siempre vivo”, el fuego puede haber sido para Heráclito símbolo
del cambio, y a la vez motor y sustancia del mismo. En cuanto al calificativo de “siempre vivo” que
se le aplica al fuego, significa, no solo la eternidad del mundo sino también que “substancia” que
es el fuego la piensa Heráclito como algo animado.
El fuego es un principio generador, autoformador, y auto ordenador inmanente a todas las cosas.
Que el fuego, que es el mundo, se enciende y se apaga “según medida”, tanto como el cambio le
preocupa a Heráclito la “medida” de ese cambio, la regla o norma a que ese devenir está sujeto. El
cambio no es un cambio puro, luego se llamará ley científica, y que Heráclito denomina Dike
(Justicia y logos).
Esa ley o norma la piensa Heráclito como un ritmo u oscilación entre opuestos, “Guerra” no es sino
un nuevo nombre para el cambio, el cambio implica el par de opuestas ser y no ser.
La “guerra” no significa entonces una armonía que da una pluralidad de cosas y acontecimientos
discordantes hace el cosmo único, bello y ordenado, y que no es sino el mundo mismo como
armonía que incesantemente se construye al mismo tiempo.
Heráclito concibió lo absoluto como proceso dialectico porque en ese proceso se realiza la unidad
de los opuestos (coincidencia de los opuestos) porque toda cosa, en su incesante cambio, reúne
en si determinaciones opuestas, es y no es.
El logos, en efecto, la unidad de los contrarios, reúne todas las cosas, puesto que es lo que las
armoniza y de la multiplicidad inagotable de ellas constituye o forma el mundo único. Y si se
quiere ir más a fondo, podría decirse que en definitiva aquello en que están propiamente reunido
los entes, en los que todos coinciden o acuerdan, es en que son: lo que reúne es el ser, y logos
nombra entonces el ser de los entes.
El logos pues, entendido como el ser en tanto dador: de unidad, es el fundamento de todo, que a
todo traspasa y domina.