Posverdad
Posverdad
Posverdad
Pero la cuestión ya no es que nos mienten, sino que nosotros podemos engañarnos
muy bien a nosotros mismos y negamos la realidad.
Conocer los problemas que nos hacen equivocarnos ayuda a que podamos
detectarlos y evitarlos mejor.
Uno de estos es
El Sesgo de supervivencia (survivorship bias), y consiste en evaluar qué ocurre con los
que «sobrevivieron» a un determinado proceso sin tener en cuenta que, en realidad,
ese proceso elimina a muchos en el camino. Los que no «sobrevivieron» (no son
considerados en el análisis porque son invisibles. Sencillamente no llegaron a la meta,
que es cuando se recolecta la información. Así, se subestiman los fracasos incluso
disponiendo de los datos correctos y teniendo la intención de tomar una decisión
adecuada.
Este sesgo está presente cada vez que alguien destaca una historia de éxito y cree
que, si sigue los mismos pasos, el camino será el mismo
Para tratar de evitar este error tan frecuente, necesitamos estar atentos y
preguntarnos: ¿tenemos toda la información que necesitamos, o solo una parte?;
¿podemos acceder a la información que nos falta?
Estos errores que son inherentes al funcionamiento de nuestras mentes son conocidos
como sesgos cognitivos y son, en gran parte, responsables de muchas de nuestras
decisiones o juicios equivocados.
A la selección de hechos que apoyan nuestra postura previa se la conoce como falacia
de evidencia incompleta
Cada vez que elegimos, de una serie de datos, cuáles tener en cuenta, y descartamos
los otros solo porque no se condicen con lo que esperábamos de ellos; cada vez que
destacamos una anécdota en particular para tomar una decisión. Este comportamiento
propicia, involuntariamente, el surgimiento de posverdad: se cree que la verdad está
en aquello señalado por la evidencia parcial, o incorrecta, que se selecciona, y se
omite evaluar la totalidad de las evidencias y notar dónde está el consenso.
Podríamos tranquilamente estar ante una situación de atribuir una relación de causa y
consecuencia a dos eventos que ocurren uno poco después del otro. Aunque puede
ser que, en este caso, esa correlación se deba a que sí hay una relación de
causalidad. Quizás ese comprimido resultó efectivo. ¿Cómo saberlo?
Otra vez, no podemos confiar ciegamente en cómo pensamos. Ponemos estos errores
bajo la luz del reflector, para entender de dónde partimos, y poder, desde ahí –y,
especialmente, con humildad– encaminarnos en una dirección que funcione mejor.
Entonces, ¿en qué quedamos? Si, después de todo, la intuición puede acertar y quizá
no sea tan mala, ¿cuál es el problema? Es que la discusión no es si la intuición acierta
o no en líneas generales, sino cómo sabemos si, para un caso particular, está
acertando o no para entender la realidad, tenemos un pensamiento subjetivo, interno,
que algunas veces funciona muy bien y otras pueden fallar estrepitosamente.
logramos inventar (¿o descubrir?) una estrategia para entender la realidad que hace
exactamente lo que necesitamos: eliminar –o disminuir, al menos– la presencia de
sesgos cognitivos, y también generar respuestas que podemos seguir poniendo a
prueba a ver si se sostienen frente al ataque que seguimos haciéndoles con esta
misma metodología.
Así, la ciencia se convierte en una serie de herramientas mentales que ayudan a hacer
nuestros sesgos cognitivos a un lado, de manera de poder preguntarle al mundo cómo
es y recibir respuestas más consistentes
Con suerte, podemos aprender a reconocerlos, a estar alertas y recordar, aun así, que
suele ser mucho más fácil encontrarlos en razonamientos ajenos que en los propios.
TRIBALISMO
Parte de nuestro sentido de identidad surge de nuestra identidad social, aquella que se
basa en los grupos sociales a los que sentimos que “pertenecemos”. La identidad
social hace que, generalmente sin darnos cuenta, tengamos favoritismo por las
personas que sostienen ideas que identificamos como las de nuestros «grupos de
pertenencia» y prejuicio negativo por las que no.
el comportamiento que hay entre los grupos, suele considerarse formada por tres
elementos: categorización, identificación y comparación. Por un lado, nos
categorizamos, nos «separamos», según distintos criterios: clase social, religión,
nacionalidad, género, profesión, barrio en el que vivimos, equipo de fútbol del que
somos hinchas, partido que solemos votar, sistema operativo que elegimos. O incluso
nos separamos por aquello que rechazamos, unidos no por amor, sino por espanto
Así, generamos estereotipos
Por último, comparamos nuestro grupo con los demás grupos. En esta comparación, le
asignamos valores positivos a nuestro grupo y los resaltamos, mientras buscamos
cualidades negativas en los otros
Como queremos conservar la red social que nos sostiene y los vínculos que nos unen
con los miembros de nuestro grupo, esa verdad puede ser una amenaza, incluso para
la continuidad de nuestra pertenencia en ese grupo
Dejar nuestra tribu tiene un costo emocional, y a veces, también costos de otros tipos,
que pueden ser muy significativos en términos de vínculos
Quizá creemos que somos capaces de darnos cuenta de que nuestra tribu está
equivocada y de que podemos cambiar de opinión, pero no es lo que ocurre. En
realidad, nos resistimos. ¿Cómo pasa esto? Para entender cómo logramos ignorar o
contrarrestar las ideas que contradicen nuestras creencias, se investigó qué pasa en
nuestros cerebros en estos casos. Para eso, en una serie de experimentos, se les
decían a los participantes argumentos que les provocaban baja o alta resistencia y se
identificaba qué circuitos cerebrales se «encendían». Entre ellos, parece relevante una
región denominada amígdala, que está involucrada en las emociones, particularmente
en el miedo: aquella información que amenaza de alguna manera nuestra identidad,
nuestra pertenencia tribal, literalmente nos genera una respuesta de pelea o huída.
Otra vez, las emociones negativas nos hacen particularmente vulnerables a caer en la
posverdad
La mirada escéptica es más poderosa hacia afuera de la tribu que hacia adentro
La lealtad intragrupo es tan fuerte que incluso castiga a aquellas figuras del mismo
partido que deciden cambiar de postura frente a un tema
Territorio compartido
La búsqueda de la verdad toma muchas formas, desde una privada y personal hasta
una compartida, vincular y práctica en la que intentamos descubrir y habitar esa
verdad con y gracias a la ayuda de otros.
Esto seria resolver solo parte de un problema faltaría cioncidir en los territorios
Si esto fuera cierto, esperaríamos que darles la información que les falta fuera
suficiente para que cambien su postura sobre ese tema. Lo que ocurre en la realidad
es más complicado. A veces, efectivamente una persona no sabe algo, se le da
información correcta y la incorpora sin mayor inconveniente. Así aprendemos muchos
temas.
Pero otras veces, no es que la persona no sabe, sino que cree que sabe. Sostiene una
versión errónea del tema y no una ausencia de postura sobre él. Y este espejismo de
territorio, esta versión errónea, una vez instalada es muy difícil de corregir
Al criticar las ideas, separándolas de las personas que las sostienen, las ponemos a
prueba y les permitimos pulirse y mejorar, donde mejorar es que se vuelvan más
correspondientes con la realidad.
Así que sí, defiendo hablar de correcto vs. Incorrecto en los casos en los que tenemos
tantas evidencias que podemos estar prácticamente seguros de qué es lo correcto y
qué lo incorrecto. Lo defiendo también porque, cuando algo todavía no se conoce
mucho, simplemente me abstengo de asignarle esas categorías: en ese caso, no diría
que hay una verdad evidente, sino que todavía no está muy claro cuál es
Muchas veces, se observa que, si alguien ya tiene una postura sobre un tema, y esta
postura está equivocada, tratar de corregirla dándole la información correcta no logra
que cambie de opinión
En otros casos, sostener una creencia equivocada probablemente tiene más que ver
con la pasión que despierta esa creencia en la persona. Importan acá la emoción, los
valores y la desconfianza hacia el sistema, las élites o los expertos.
creo que tenemos que tener cuidado y diferenciar la persona de su idea, como antes.
Quizás llegamos a esa creencia, o a otras similares, como una respuesta defensiva a
situaciones personales críticas. Quizás encontramos en esas ideas, y en la nueva tribu
con la cual las compartimos, algo que nos reconforta, que nos da sensación de control,
de confianza, de que se nos escucha
No nos damos cuenta de que muchas veces hacemos lo contrario: tenemos una
opinión y aceptamos o rechazamos los hechos según si concuerdan o no con esa
opinión. Opinión basada en hechos vs. hechos basados en opinión.
Cuando desde «afuera» vienen hechos que ponen en crisis estos núcleos identitarios,
tanto personales como tribales, intentaremos defendernos sin darnos cuenta ni de que
lo estamos haciendo ni de cómo lo estamos haciendo
Uno de ellos es el «efecto rebote por exceso» (overkill backfire effect). En este caso,
se pretende refutar el mito con una explicación correcta que es muy compleja, extensa
y llena de detalles. Esto abruma a la otra persona, quien, entonces, prefiere quedarse
con la explicación que le provee el mito, que suele ser de estructura más sencilla
los mitos son exitosos como tales porque tienen narrativas seductoras que explican de
manera sencilla algunas observaciones o concuerdan con creencias previas de las
personas. Cuando se intenta refutarlos, los hechos a veces no tienen ese mismo poder
de seducción, con lo que, un tiempo después, los detalles se van olvidando
solemos suponer que la educación nos salvará y, muy posiblemente, en la mayor parte
de los casos sea así. Sin embargo, claramente encuentra un borde en las situaciones
en las que, por el motivo que fuere, descartamos la información si no concuerda con
nuestras posturas previas. ¿Deberíamos complementar la educación tradicional con
este enfoque de comunicación efectiva?