Eric R. Kandel - Psiquiatría, Psicoanálisis, y La Nueva Biología de La Mente-Ars Medica (2007) PDF
Eric R. Kandel - Psiquiatría, Psicoanálisis, y La Nueva Biología de La Mente-Ars Medica (2007) PDF
Eric R. Kandel - Psiquiatría, Psicoanálisis, y La Nueva Biología de La Mente-Ars Medica (2007) PDF
PSICOANÁLISIS, ✓
Y LA NUEVA BIOLOGIA
DE LA MENTE
PSIQUIATRIA j
PSICOANÁLISIS 3
Y LA NUEVA BIOLOGIA
DE LA MENTE
Eric R. Kandel, M.D.
Con comentarios de
Y Ars Medica
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TxidiMi'iün
Elisabct Carreras i Goícoccbea
Revisión tiauifua
María Sueiras Gil
Medico Especialista en Neurofisiologia Clínica,
Hospiial Universitari de la Valí d Hebron. Barcelona
Nota: Los autores han trabajado para asegurar que loda la tnlormación de esle libro
referente a dosis de fármacos, frecuencia y vías de administración sea exacta en el
momento de su publicación y consistente con los estándares establecidos por la U.S
Food and Dmg Administraron y la comunidad medica general No obstante, a medida que
la investigación y la práctica avanzan, los estándares terapéuticos pueden cambiar Por esta
razón, y porque pueden darse errores humanos y mecánicos, recomendamos a los lectores
que sigan el consejo del médico que esté directamente involucrado en su asistencia o en
la de un miembro de su familia.
1-os libros publicados por la American Psychiatric Publishing, lnc reflejan las opiniones y
puntos de vísta «le mis amores, que no se corresponden necesariamente con las opiniones
y poli lira de la APP1 o de la American Psyelnatric Associaiion
www.ArsXXI.com
vil
VIII Colaboradores
IX
x Prólogo
Eric llegó a la Columbia University en 1974 como direcior del Centcr for Neu-
robiology and Behavior. En 1984, el Howard Hughes Medical Institutc le pidió que,
junto con Richard Axcl y James Schwartz, creara un Howard Hughes Medical Ins-
titute in Ncural Science, dedicado a la neurocicncia, en la citada universidad. Ellos, a
su vez, convencieron a Tom Jessell y a Stcven Sicgclbaum de que se uniesen ni pro
yecto. Estos pasos sirvieron para que el Centcr for Ncurobiology and Behavior de la
universidad se convirtiera indiscutiblemente en el líder mundial en la investigación
sobre neurocicncia. Como director del centro, Eric organizó el curso de neurocicn
cia para estudiantes de medicina, que combina la biología básica del cerebro y la con
ducta con una introducción a la neurología y la psiquiatría clínicas Junto con Ja
mes Schwartz y, más tarde, con Tom Jessell, Eric redactó Principies of ncural Scien
ce, considerado en la actualidad como el libro de texto de referencia en este campo
Las investigaciones de Eric se han centrado en la base molecular de la plasticidad
sináptica del sistema nervioso central y en la relación entre esta plasticidad y las
funciones cognitivas. Estudiando las formas simples de aprendizaje de Aplysia, tan
to a nivel celular como molecular, y combinando después esta aproximación con
genética molecular y ampliándola a formas de aprendizaje en el ratón, Eric inició
el estudio de la plasticidad sináptica a largo plazo y su relación con el aprendizaje y
el almacenamiento de la memoria.
Sus descubrimientos son diversos. Proporcionó los primeros indicios claros
que muestran que el aprendizaje modifica la fuerza sináptica en sinapsis concretas
y que la memoria se relaciona con la persistencia de estas modificaciones. Además,
sus estudios entorno a la relación entre la biología molecular y la conducta ha goza
do de una extraordinaria influencia. Eric ha demostrado que la memoria a largo pla
zo difiere de la memoria a corto plazo porque requiere la activación de una cascada
de genes, y que este programa genético lleva a la formación de nuevas conexiones
sinópticas.
Tanto Eric como su trabajo constituyen un motivo de orgullo para la psiquiatría.
Ha estimulado las carreras profesionales de varios investigadores jóvenes importan
tes y, por tanto, ha contribuido enormemente a aumentar el flujo de personas e
ideas en lomo al estudio molecular del comportamiento.
Gracias a estos méritos, en 1974 fue nombrado miembro de la National Aca-
demy of Sciences y 12 instituciones universitarias le concedieron el titulo de doctor
honoris causa. Se le ha galardonado con el Premio Albert Laskcr de Investigación
Médica Básica, recibió la Medalla Nacional de Ciencia de manos del presidente
Reagan, el Premio Internacional Gairdner a la Mención de Honor en Medicina, el
Premio Harvcy de Medicina concedido por el Instituto Technion de Israel, el Pre
mio Wolf de Israel, el Premio Bristol-Myers Squibb a las Investigaciones en Ncuro-
cicncia y el Premio Hemeken de Medicina de Holanda, además del Premio Nobel de
Fisiología o Medicina.
Los ocho artículos reunidos en este libro, ya publicados anteriormente, abarcan
una serie de cuestiones en el campo de la neurobiología, la psiquiatría y el psico-
Prólogo 3
análisis y han influido noiablemente en la evolución de la psiquiatría a lo largo de
las tres ultimas décadas. El interés precoz de Eric por el psicoanálisis y su forma
ción medica le han permitido apreciar en profundidad las implicaciones de estas
investigaciones para la psicología. Al mismo tiempo, su continuo interés por la psi
quiatría ha influido considerablemente en la orientación general de su trabajo.
Para Eric es fundamental la idea de que la comprensión completa de los procesos
biológicos del aprendizaje y la memoria podrían esclarecer nuestros conocimien
tos sobre el comportamiento y sus trastornos, aspiración compartida por muchos
de los pioneros del campo de la psiquiatría, como Sigmund Freud.
Los ensayos agrupados en este libro son aportaciones primordiales que cons
tituirán una lectura muy valiosa para cualquiera que esté interesado en estos
campos de la investigación y se atesoraran como un recurso para nuestro pen
samiento sobre el futuro.
XIII
XIV Introducción
Animado por este comienzo prometedor, decidí visitar al Dr. Ewali cuando
llegué al Massachusetts Mental Health Cerner el día 1 de julio de 1960 para pre
guntarle si podía disponer de espacio y de algunos recursos para montar un la
boratorio. Me miró con asombro y, a continuación, señaló el montón de currícu-
los de otros 22 residentes que estaban a punto de empezar su formación.
«¿Quién te crees que eres?» exclamó. «¿Qué te hace pensar que eres mejor que
cualquiera de éstos?»
Me dejó totalmente desconcertado, tanto por el contenido de sus comentarios
como por el tono. En todos mis años de estudiante en Harvard y durante mi es
tancia en la Universidad de Nueva York, ninguno de mis profesores me había
hablado asi. Le aseguré que no me hacía ilusiones en cuanto a mis aptitudes
médicas en comparación con mis compañeros, pero que contaba con 3 años de
experiencia en el campo de la investigación y no quería estar inactivo.
El Dr. Ewali me pidió que me dirigiera a las salas del hospital y atendiera a los
pacientes. Dejé su despacho deprimido y confundido y. por un periodo breve,
acaricié la idea de pasarme al programa de residencia de la Boston Veterans Ad-
ministration. Jerry Lettvin, ncurobiólogo y amigo a quien conté esta conversa
ción, me apremió a hacerlo y me dijo que «trabajar en el Massachusetts Mental
Health Center es como nadar en un remolino».
Sin embargo, dada la excelente reputación del programa de residencia en
psiquiatría, decidí tragarme el orgullo y permanecer en el centro. Fue una deci
sión prudente: al cabo de unos días me dirigí al departamento de fisiología de la
Harvard Medical School y comenté mi situación a Elwood Henneman, que es
taba cursando el último año de neurofisiologia en la facultad, quien inmediata
mente me ofreció un lugar en su laboratorio. Varias semanas después, se me
acercó el Dr. Ewalt y me dijo: «Mis colegas Steven Kufflcr y Elwood Henneman
me han recomendado que te ofrezca recursos. ¿Que necesitas? ¿Cómo puedo
ayudarte?». Entonces me proporcionó lodos los recursos necesarios para que
prosiguiera mis investigaciones en el laboratorio de Henneman durante los 2 años
que me quedaban de residencia.
En aquella época, los residentes trabajaban desde las 8.30 hasta las 17.00 h y
sólo raramente tenían obligaciones más tarde o durante el fin de semana. Por
tanto, dispuse de tiempo libre para realizar una serie de experimentos muy in
teresantes y bastante originales sobre las células neuroendocrinas del hipotála-
mo. Aquellos experimentos me permitieron descubrir que las células neuroen
docrinas cuentan con todas las características electrofisiológicas de las neuro
nas convencionales. Era la primera prueba clara de que las células del cerebro
que tienen un aspecto glandular y secretan hormonas también actúan como neu
ronas con respecto a su capacidad de comunicarse mediante señales.
Desde entonces, el Dr. Ewalt siguió atentamente mis investigaciones y se des
vivió para ayudarme a formarme como científico. Cuando aún no había termina
do la residencia, me nombró para un puesto permanente de funcionario en el es-
Intraátícción XVI3
lado de Massachusctts. lo que me permitió quedarme en el centro indefinida
mente. Al cabo de 3 artos, en 1965, cuando estaba pensando en trasladarme a
Nueva York, el carismatico y muy influyente psicoanalista Grcte Bibring se reti
ro del puesto de jefe del Departamento de psiquiatría del Beth Israel Hospital
ti Dr. Ewalt y Howard Hiatt director del comité de investigación y director del
Departamento de medicina del Beth Israel I lospital respectivamente, me ofrecie
ron el puesto.
A pesar de que decidí dejar pasar aquella oportunidad para dedicarme plena
mente a la investigación, me siento profundamente en deuda con el Dr. Ewalt
por el apoyo que me brindó a mi y a otras personas vinculadas a la investigación.
El creyó que la ciencia básica podía ser importante para el futuro de la psiquia
tría. actitud que estaba rertida con el punto de vista predominante en el Massa-
chusctts Mental Health Cerner. Elvin Semrad, jefe de los servicios clínicos, así
como la mayor parte de nuestros supervisores, creían firmemente en la teoría y
la practica del psicoanálisis. Solo unos pocos colegas pensaban en términos bio
lógicos, pocos estaban familiarizados con la psicofarmacología, y la mayoría
nos desaconsejaron leer literatura psiquiátrica o incluso sobre psicoanálisis, por
que creían que deberíamos aprender de nuestros pacientes y no de los libros.
Debo añadir que. a pesar de la estrechez de miras y la falta de curiosidad
que, en general, existía en la facultad, aprendimos mucho como residentes.
Por ejemplo, contamos con una supervisión excelente para la psicoterapia indi
vidual. Ademas, aprendimos mucho unos de otros. Yo tuve la suerte de coinci
dir durante la residencia con personas de un talento intelectual extraordinario
comojudith L. Rapoport. Joseph Schildkraut, Paul Wender, Alan Hobson.
Paul Sapicr, Tony Kris, Ernest Hartmann, George Vaillant y Dan Buie; todos
ellos se convirtieron más tarde en personas destacadas en la psiquiatría estado
unidense. Nos ayudamos entre nosotros y, hasta cierto punto, también influi
mos en la facultad.
Los residentes organizaron un grupo de debate sobre psiquiatría descriptiva
que se reunía mensualmente. Tony Kris invitó a Mark Altschule. un excelente
internista de Harvard interesado por la esquizofrenia, para que lo moderara. Nos
turnábamos para aportar un articulo inédito que preparábamos para la ocasión.
En particular, recuerdo a Vaillant presentando un articulo excepcional sobre el
buen y el mal pronóstico de la esquizofrenia. Ames de que lo hiciéramos noso
tros, el Massachusctts Mental Health Ccntcr casi nunca había invitado a confe
renciantes externos a dirigirse a los residentes o a la facultad. Ello era un reflejo
de la autoconfianza de la que presumían la Universidad de Harvard y Boston en
general, bien representada por el bulo sobre la jefa de enfermeras de Boston
quien, cuando se le preguntaba sobre sus viajes, respondía: «¿Para qué voy a via
jar? Ya estoy ahí».
Kris, Schildkraut y yo empezamos a organizar encuentros y debates académi
cos a los que invitamos a personas importantes y con puntos de vista distintos
XVIII Introducción
para que se dirigieran al personal del hospital. Mientras estaba en el N1H. que
dé embelesado por una conferencia de Scymour Keiy en la que revisaba la con
tribución de la genética a la esquizofrenia Ante tal demostración, creí necesario
suprimir una serie de conferencias que íbamos a dar sobre aquel tema. En 1961,
no pude hallar a ningún psiquiatra en todo Boston que supiera algo del tema que
nos había presentado Seymour Kcty. No obstante, descubrí que Ernst Mavr. el
gran biólogo evolucionista de Harvard, era amigo del difunto Franz Kallmann.
pionero de la genética de la esquizofrenia. Mayr aceptó la invitación y nos dio
dos conferencias (espléndidas) sobre la genética de la enfermedad mental.
En mis inicios en la facultad de medicina estaba convencido del futuro pro
metedor del psicoanálisis. Sin embargo ahora, me veo cuestionándolo. No estoy
solo: comparten mi opinión Paul Wender, Alan Hobson, Judith Livant Rapoport,
Tony Kris y Erncst Hartmann. De este grupo. Tony, Erncst y yo somos proba
blemente los más «benévolos» con el psicoanálisis.
En el N1H, mis estudios sobre el hipocampo se iniciaron con muy buenas
perspectivas. El hipocampo desempeña un papel de gran importancia en el pro
ceso de almacenaje de los recuerdos de hechos y acontecimientos. No obstante,
su sistema de circuitos funcionales y neuralcs es muy complejo y me fui dando
cuenta de que, si tenía que aplicar el poder de la biología moderna al estudio de
la memoria, tendría que empezar por los ejemplos más simples de aprendizaje y
memoria, es decir, con un enfoque reduccionista radical. Por tanto, decidí que
después de 2 años en el Massachusetts Mental Health Center, pasaría un año en
París trabajando con el caracol marino Aplysia. Afortunadamente, fue una elec
ción profesional productiva y muy agradable.
En 1963 volví a Harvard como profesor auxiliar del Departamento de psi
quiatría. Pasaba toda la jornada laboral trabajando con Ap/ysia y destinaba unas
pocas horas a la semana a supervisar el trabajo psicoterapcutico de los residen
tes. Cuando pienso en aquellos tiempos me asombra ver como ha evolucionado
la psiquiatría en los últimos 40 años. Hasta no hace mucho (en 1980), algunos
psicoanalistas sostenían que la biología era irrelevante para el psicoanálisis. Dos
anécdotas ilustran este punto de vista: una de ellas está relacionada con la deci
sión que lomé al elegir mi profesión, y la otra con la relación entre la psiquiatría
y la biología.
En 1965, tomé la que probablemente fue la decisión más difícil de mi vida pro
fesional. A pesar de ser un buen terapeuta y de que disfrutaba trabajando con los
pacientes, decidí que no iba a solicitar la formación en el Boston Psychoanalytic
Insiitute tal y como había planeado (y, de hecho, tal y como hicieron muchos
de los otros residentes del centro), y que dedicaría todo mi tiempo a la investi
gación. En un momento de optimismo, y después de tomar esta decisión, mi
mujer y yo nos lomamos unas breves vacaciones. Aceptamos la invitación de
Henry Nunberg de pasar unos días en la casa de veraneo de sus padres en York-
lown Hcights (Nueva York). Henry era un buen amigo nuestro, y también cono-
■Ti
sis: una de ellas es que el psicoanálisis evoluciona como una disciplina herme
néutica centrada en la ampliación al pensamiento del importante conjunto de
conocimientos intuitivos de Freud, sin intentar determinar sus conclusiones
fundamentales. La otra es que el psicoanálisis es una fuente de abundantes
ideas que pueden comprobarse experimentalmcnte; es decir, una ciencia de la
mente de base experimental. En el último curso se requiere el psicoanálisis para
interaccionar con otras ciencias experimentales. Encuentro muy estimulante
que la capacidad para detectar cambios funcionales en el cerebro tras la psico
terapia haya proporcionado una nueva forma objetiva de evaluar los efectos de
la psicoterapia en cada paciente.
El artículo De la metapsicología a la biología molecular: estudios sobre la na
turaleza de la ansiedad es una versión ampliada de una de las Conferencias en
homenaje a John Flynn, leída en el Departamento de psiquiatría de la Yale Uni-
versity School of Medicine, que di con algunos cambios como respuesta a una
invitación de Donald Klein al American Collcge for Neuropsychopharmaco-
logy. El artículo fue publicado en 1983, y argumentaba que la psiquiatría nece
sitaba urgentemente modelos animales de los trastornos psiquiátricos. El miedo
aprendido es un primer ejemplo: pueden utilizarse animales de diversa comple
jidad evolutiva, desde los caracoles hasta los monos, para estudiar el miedo
aprendido, porque se trata de un comportamiento universal y se conserva a lo
largo de la evolución. También elaboré la hipótesis de que las moléculas y los me
canismos celulares del aprendizaje y la memoria podrían representar un alfabe
to molecular que podía combinarse de diversas maneras para producir una se
rie de comportamientos adaptados e inadaptados. Esta hipótesis acabó siendo de
utilidad para algunas de mis investigaciones posteriores.
El articulo Neurobiologia y biología molecular. el segundo encuentro se basa en
un resumen que di en el Coid Spring Harbor Symposium de 1983. al que fui in
vitado por James Watson, en aquel entonces director del Coid Spring Harbor
Laboratory. Conocí a Watson a primeros de la década de 1970, mientras esta
ba en la facultad en la Universidad de Nueva York. Le interesaba la neurocien-
cia y creyó que el Coid Spring Harbor Laboratory debería ofrecer un curso de
verano sobre el tema. Me pidió que le ayudara a organizar uno basado en
Aplysia. Tuve la suerte de convencer a JacSue Kehoc y Philippc Ascher, dos des
tacados neurobiólogos franceses que trabajaban con Aplysia, para que dirigie
ran la parte experimental del curso. También se organizaron dos conferencias
paralelas, una a cargo de Jack Byrne, Larry Squire, Kier Pearson y yo mismo, y
la otra a cargo de John Nicholls. Los cursos fueron muy estimulantes y genera
ron un interés duradero por la neurobiologia en el Coid Spring Harbor. Ante este
interés, Watson organizó un simposio en 1975 sobre La sinopsis y, más tarde,
otro en 1983, que fue histórico. Hace tiempo que los ncurocientificos son cons
cientes del crecimiento de la biología molecular, y muchos de los extraordinarios
biólogos moleculares orno Francis Crick, Scymour Benzer, Sidney Brenner y
James Watson— ya han decidido dedicarse a la ncurobiologia. Pero fue la apari
ción del ADN rccombinamc lo que hizo que la hiologia molecular empezara a te
ner una influencia determinante en el campo de la ncurobiologia. El simposio de
1083 señalo el inicio de una actividad extraordinaria en neurociencia.
El articulo Neiuociencm: un siglo de progreso y mista ios que aún perduran,
publicado en Ccll el año 2000. es un trabajo en colaboración con Tom Albright,
Tom Jcsscll v Michael Posner Se escribió ante la petición de los directores de la re
vista Cell de revisar los logros conseguidos en el campo de la biología cerebral en
el siglo x\ De algún modo, este articulo es una actualización del informe ofre
cido en el laboratorio de Coid Spring Harbor en 1083. En el 2000, el campo de
trabajo y las ambiciones de la neurociencia eran mayores y abarcaban desde los
genes hasta los procesos mentales. Nosotros destacamos la emergencia de la nue
va ciencia de la mente: una magnifica unificación de la psicología conductual,
la psicología cognitiva, la neurociencia y la biología molecular en un único
marco intelectual.
El articulo Hiologia mola alai del almacenamiento de la memoria: un diálogo
entre genes y sinopsis es la conferencia que di en el Instituto Karolinska cuando re
cibí el premio Nobel de Fisiología o Medicina el año 2000. Compartí el premio con
Arvid Carlsson y Paul Greengard. Carlsson. que descubrió que la dopamina es
un transmisor modulador fundamental en el cerebro, sugirió que la reducción
de la transmisión dopaminérgica está muy relacionada con la enfermedad de
Parkinson, mientras que el aumento de la transmisión contribuye a la esquizo
frenia. Greengard había descubierto que la dopamina actúa sobre un receptor
que aumenta la concentración del segundo mensajero AMPe y. que éste activa
una cinasa especifica, la protein-cinasa dependiente del AMPe. Esta cinasa fos-
forila varias proteínas sustrato en la célula, lo cual inicia acciones sinápticas.
Greengard explicó también que existen distintos transmisores que actúan a tra
vés de segundos mensajeros. Por mi parte, se me reconocieron los trabajos que
me permitieron descubrir que el aprendizaje depende de cambios en la fuerza
sinóptica. Una alteración transitoria en la fuerza de las conexiones sinápticas
origina la memoria a corlo plazo, mientras que la formación de nuevas conexio
nes sinápticas la amplía. En el aprendizaje están implicados ncurotransmisores
moduladores que actúan sobre los receptores para incrementar el AMPe. que
activa la protein-cinasa dependiente de AMPe, ocasionando un aumento de la
fuerza sinóptica necesaria para la memoria a corto plazo. En la memoria a lar
go plazo, la protein-cinasa dependiente de AMPe se desplaza hacia el núcleo
de la célula y estimula la activación de genes que llevan a la formación de nue
vas conexiones sinópticas.
El artículo Genes, cerebros y autoconocimiento: aspiraciones de la biología para
un nuevo lumumismo es una versión abreviada del discurso de apertura que di
ante los alumnos que se licenciaban en el Columbia University Collcge of Physi-
cians and Surgcons el año 2001. El artículo versa sobre las implicaciones de la
XXIV Introducción
XXV
XXVI Indice de capítulos
«LA PSICOTERAPIA
Y LA SINAPSIS ÚNICA»
Judith L. Rapoport, M.D.
1
2 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
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the treatment oí acute depressive episodcs. Am ] Psychiatry 1 36:555-558, 1979.
CAPITULO 1
MSI tttt
'SICOTERAPIA
L_
Y LA SINAPSIS ÚNICA1
1 Inicialmcnic, este articulo se publicó en la Nnv Engltind Jounuil of Medicine 1979; 301:
1028-1037. Copyright 1979, Massachusetts Medical Society. La traducción ha sido autori
zada. pero no revisada, por la Massachusetts Medical Society. (English work origmally pu-
blished m the New England Journal of Medicine 1979. 301: 1028-1037. Copyright 1979.
Massachusetts Medical Society. This translation was perrnuted, bul tiot reviewed, by the
Massachusetts Medical Society.)
A cargo de la División oí Neurobiology and Bchavior. Departments of Physiology and
Psychiatry. Columbia University, College of Physicians and Surgcons y el New York State
Psychiatric lnstiiutc.
Con el apoyo del Research Scientist Award (MH-18558) y las becas (Mh-26212 y NS-
12744) de los National Instiiulcs of Health.
Basado en la primera Conferencia anual en homenaje a Elvin V. Scmrad. que tuvo lugar
en el Harvard Club of Boston el 9 de junio de 1978. El Dr. Scmrad nació en 1909 en Abie,
Nebraska. Fue educado en Nebraska y se formo en psiquiatría en el Boston Psychopathic
Hospital, en el McLean Hospital y en el Boston Psychopathic lnstitule. En 1952 se incorpo
ró a la facultad de la Harvard Medical School y se convirtió en director clínico del Massa-
chusetls Mental Health Cerner. El Dr. Semrad se había jubilado hacía poco de su cargo de
profesor de psiquiatría clínica en la Harvard Medical School cuando murió repentinamen
te el 7 de octubre de 1976.
5
6 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Diversos experimentos, desde los más simples, realizados con animales de la
boratorio, a los más complejos, que han estudiado a niños pequeños, han con
firmado la existencia de una serie de etapas críticas para la evolución psicoló
gica normal. Durante estas etapas, el niño debe interaccionar con un entorno
social y perceplual normal si el desarrollo se produce sin alteraciones. A no ser que
los animales y los seres humanos se crien durante el primer año (o más) en lo
que el psicoanalista Heinz Hartmann (1958) denominó por primera vez «un
La psicoterapia y la sinapsis única 3
entorno por termino medio espcrable», la posterior evolución social y sensorial
se ve alterada, en ocasiones con consecuencias graves.
Antes de que se llevaran a cabo estudios rigurosos sobre la ausencia de la
madre, médicos y antropólogos ya habían descrito algunos ejemplos de aisla
miento social. En ocasiones, se ha descubierto a niños que vivían en un ático
o una bodega, con un mínimo contacto social, y pasaban tal vez sólo unos
minutos al día con un cuidador, una enfermera o uno de sus progenitores. A
menudo, los niños que han sufrido este tipo de desamparo en las primeras eta
pas de la infancia no hablan y carecen de sensibilidad social. Sin embargo, es
difícil determinar con exactitud el problema que sufrieron estos niños. A me
nudo se desconoce si el niño ya sufría un retraso mental al nacer. Además, se
ignora la naturaleza o el grado de aislamiento social. Sin embargo, se dispone
de estudios sobre niños criados en instituciones publicas que aportan mas da
tos relevantes.
En una serie clásica de estudios, el psicoanalista Rene Spitz comparó el de
sarrollo de unos niños criados en un orfanato para niños abandonados con
el de otros criados en la guardería de una prisión para mujeres (Spitz, 1945,
1946; Spitz y Wolf, 1947). Ambas instituciones eran razonablemente limpias
y proporcionaban alimentación y cuidados médicos adecuados. Los bebes de
la guardería eran cuidados por sus madres. Puesto que se hallaban en prisión
y alejadas de sus familias, la tendencia de las madres era darles afecto diaria
mente, durante el rato en que se les permitía estar con ellos. En cambio, en
el orfanato, los niños eran cuidados por enfermeras, en una proporción de
una enfermera por cada 7 niños. Por ello, los niños del orfanato tenían menos
contacto con otras personas que los de la guardería. Además, existían otras
diferencias entre ambas instituciones. Las cunas de la guardería eran abiertas
y permitían que los niños pudiesen ver cómo se desarrollaban las actividades
de la sala, cómo jugaban los otros bebés y cómo desempeñaban sus tareas las
madres de los bebés y el personal responsable. En el orfanato, las barras de las
cunas estaban cubiertas con sábanas que impedían a los niños ver qué ocurría
fuera y reducían considerablemente el entorno sensorial. En definitiva, los ni
ños del orfanato vivían bajo condiciones de privación tanto sensorial como
social.
Spitz hizo el seguimiento de un grupo de niños de dos instituciones desde
su nacimiento y durante los primeros años. A los 4 meses de vida, los niños del
orfanato puntuaban mejor que los de la residencia en diversos índices de desa
rrollo. Spitz dedujo de estos resultados que los factores genéticos eran los cau
santes de las diferencias entre ambos grupos. No obstante, al final del primer
año, los niños del orfanato puntuaban muy por debajo de los niños de la residen
cia y aparecieron síndromes que Spitz, como Eckstein-Schlossmann (1926), de
nominó «hospitalismo» (en la actualidad se acostumbran a denominar «depre
siones anaclíticas»). Los niños eran introvertidos, mostraban poca curiosidad o
10 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Nervio óptico
Quiasma óptico
Cintilla óptica
Cuerpo
geniculado
lateral ----
Corteza visual
Ojo derecho
Ojo izquierdo
1a Contralateral 2a Ipsolateral
Ojo izquierdo Ojo Células
&
derecho del ojo
O F O F
Grupo 1 2 3 4 5 6 7
1b 2b
Corteza '
1 s
A B 1a
| 2 semanas
Contra imtmmz
Ipso [
0 6 12 18
Area 17 Meses
normal
200 - 80 n
Visión monocular
03
3
(D 60 -
O
O
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| 100- 40 -
•3
z
20 -
0 0
1 2 3 4 5 6 7 1 2 3 4 5 6 7
Contralateral Igual Ipsolateral Contralateral Igual Ipsolateral
C1 C2
iia y la sinapsis única
Aprendizaje en adultos
Corteza visual
Normal Ojo derecho cerrado
Columnas de
dominancia ocular
0)0 0)0 0,0 0)0
izquierdo ✓ derecho ¡zquieri derecho
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Núcleo
geniculado
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A B
Habituación
Pwwm
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Neurona Interneurona
sensitiva excitadora Neurona
Piel del sifón motora
(24)
(6)
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Branquias
Control Habituados
Neurona
5 mV
motora
Neurona
sensitiva
Retención de 9 dias
I 10 mV
50 ms
A
N = 10 N = 20 N=6 N=5
(58 células) (109 células) (43 células) (30 células)
tA 100
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Control Habituados
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de 1 día de 8-10 días de 24-32 días
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Sensibilización
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motora
(6)
:íp:::::ÍSí:S;
¡lililí
A Branquias
Neurona
motora 5 mV
Neurona
sensitiva "1
I 5 mV
B 100 ms
5H1 11Ü1 a y la sinapsis única m
FIGURA 1-6. Esquema de un circuito de facilitación presináptica (A) y resta-
blecimiento de la transmisión sinóptica y la conducta mediante un estímulo de
sensibilización tras la habituación prolongada (B) (pcig opuesta)
En A. los estímulos dirigidos a la cabeza activan neuronas que excitan las interneuronas
de facilitación Las células facilitadoras, a su vez. tienen sus extremos en las terminaciones
sinópticas de las neuronas sensitivas, donde controlan la liberación del neurotransmisor.
En B se muestran el potencial sinóptico excitador no detcctable y característico de un ani
mal habituado y el potencial postsinaptico excitador detcctable y característico de un animal
sensibilizado.
(Adaptado de Carew T, Castellucci VF, Kandcl ER. Scnsilization in Aplysia: restoration oí
transmisión in synapses inactivated by long-tcrm habnuation. Science 1979; 205: 417-419.
Utilizado con la autorización pertinente.)
Se roto-
nina
Canal de Na" 1-2». t-29
o
o Adenilato o.
Canal de Ca" - cíclasa
o o o O
O o °O
Vesícula o
o
Los estudios celulares de las etapas críticas del desarrollo y del aprendizaje
han demostrado que los procesos genéticos y evolutivos determinan las conexio
nes entre neuronas; lo que no especifican es la potencia de estas conexiones. Y es
este factor —la eficacia a largo plazo de las conexiones sinápticas— el que Ínter-
)ia y la sinapsis única m
viene en los efectos del entorno como el aprendizaje. Lo que demuestran los
ejemplos estudiados hasta ahora es que el aprendizaje altera la eficacia de las vías
preexistentes, que conducen a la expresión de nuevos patrones de conducta.
Como resultado, cuando se habla con alguien y este escucha, no sólo se estable
ce un contacto visual y verbal, sino que la acción de los mecanismos neuronalcs
del cerebro de quien habla tienen un efecto evidente y, supuestamente, prolonga
do sobre los mecanismos neuronalcs de quien escucha, y viceversa. En realidad,
me atrevería a afirmar que solo si las palabras producen cambios en el cerebro
de cada uno de los interlocutores, la intervención psicoterapéutica producirá
cambios en la mente de los pacientes. Desde este punto de vista, los enfoques
biológico y psicológico coinciden. Cabe esperar que el dualismo profundamente
asentado que separó a la psiquiatría y la neurobiologia y creó actitudes de intran
sigencia y contemporización fuera únicamente una etapa transitoria en la histo
ria de la psiquiatría. No hay duda de que, en su día, a Meynert. Wagner-Jauregg
y Freud les resultó fácil apreciar filosóficamente lo que mi grupo de residentes y
yo mismo no supimos reconocer y, ahora, comprendemos mejor y quizás, con
mayor detalle: lo que denominamos mente no es más que la manifestación del
funcionamiento de nuestro cerebro.
Bibliografía
29
30 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
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CAPITULO 2
.
35
36 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Las propiedades de un oiganisino vivo (no sólo su fonna física sino también sus tenden
cias conductuales, capacidades y expectativas de futuro) son Miotcno/cs y, por tanto, nf ri-
buibles a sus genes De acuerdo con el concepto de naturaleza humana que muchos cien
tíficos asocian con el pensamiento biológico, las diferencias y similitudes individuales y
de grupo en cuanto a la forma física, las tendencias conductuales. las capacidades y las
expectativas de futuro también pueden explicarse a través de los genes... En consecuen
cia, numerosos autores rechazan la importancia del pensamiento biológico en cuanto al
comportamiento y. en su lugar, sostienen que existe algún tipo de dualismo ciurpo-mcn-
tc radical en el cual se supone que los procesos y los productos de la mente tienen muy
poco en común con los procesos y los productos del cuerpo. (Informe Anual, Ccntcr
for Advanced Studies in thc Behavioral Sciences. 1996; las cursivas sou mías.)
¿Cuál es la causa del malestar que experimentan los sociólogos? Como ocu
rre con el conocimiento en general, los conceptos biológicos son un arma de do
ble filo: pueden utilizarse con buenos o malos fines, para provecho privado o be
neficio público. En manos de personas mal informadas o malintencionadas,
la selección natural se distorsionó hasta convertirse en el darwinismo social, y la
genética se tergiversó hasta convertirse en la eugenesia. Las disciplinas que estu
dian el cerebro también han sido empleadas erróneamente, y pueden serlo de
nuevo para controlar y manipular a la sociedad. ¿Es posible garantizar que los
avances neurobiológicos servirán para enriquecer la vida humana y aumentar la
comprensión entre personas? La única manera de fomentar un uso responsable
de estos conocimientos es fundamentar estas aplicaciones de la biología en po
lítica social sobre una comprensión de la biología.
En cierta medida, el malestar de los sociólogos procede de dos malentendidos
(que no sólo comparten los sociólogos): en primer lugar, que los biólogos opinan
que los procesos biológicos están determinados de forma estricta por los genes y,
en segundo lugar, que la única función de los genes es la transmisión inexorable de
la información hereditaria desde una generación hasta la siguiente. Estos dos
conceptos profundamente equivocados son la causa de que se crea que los genes
que son invariables e incontrolables, y no pueden ser modificados por los aconte
cimientos externos, ejercen una influencia inevitable sobre el comportamiento de
44 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
los individuos y sus descendientes. Según este punto de vista, los condicionamien
tos sociales tienen escasa influencia sobre la conducta humana, de hecho, no tie
nen ningún poder frente a la acción predeterminada c inexorable de los genes.
Esta noción fatalista y esencialmente errónea estuvo detrás de los movi
mientos de eugenesia de las décadas de 1920 y 1930. Como fundamento para
una política social, esta idea justifica el fomento del temor y la desconfianza ha
cia las personas de mentalidad más abierta. Sin embargo, esta opinión se basa
en una interpretación totalmente errónea del funcionamiento de los genes, que
podrían incluso pasar por alto los psiquiatras. El concepto de mayor importan
cia en esta cuestión es que los genes tienen una doble función.
En primer lugar, sirven como plantillas estables que pueden replicarse de ma
nera fiable. Esta función de plantilla la lleva a cabo cada gen, en todas las células
del cuerpo, incluso en los gametos. Ésta es la función que proporciona copias de
cada gen a las generaciones posteriores. La fidelidad de replicación de esta plan
tilla es elevada. Además, la plantilla no sufre los efectos de ningún tipo de expe
riencia social. Únicamente puede alterarse mediante mutaciones, las cuales son
raras y, con frecuencia, aleatorias. Es evidente que esta función transmisora de
los genes escapa a cualquier tipo de control individual o social.
En segundo lugar, los genes determinan el fenotipo: la estructura, función y
demás características biológicas de la célula en la que se expresan. Esta segunda
función del gen se denomina función de transcripción. A pesar de que casi todas
las células del cuerpo contienen todos los genes presentes en cualquier otra cé
lula, en un determinado tipo de células (ya sea un hepatocito o una neurona)
sólo se expresa (transcribe) una pequeña parte de ellos, tal vez entre el 10 y el
20%. Todos los demás genes son reprimidos eficazmente. LJn hepatocito es un
hepatocito y una célula cerebral es una neurona porque cada una de estas célu
las expresa sólo un subgrupo determinado de la población total de genes. Cuan
do un gen se expresa en una célula, controla su fenotipo; es decir, la elabora
ción de proteínas específicas que determinan el carácter de la célula.
Mientras que en la función de plantilla, la secuencia de un gen (y la capacidad
del organismo para replicarla) no se ve afectada por el ambiente, la función de
transcripción de un gen (su capacidad para controlar la elaboración de proteínas
específicas en una determinada célula) está muy regulada y esfíi regulación es sen
sible a los factores ambientales.
Los genes tienen dos regiones (fig. 2-1). La región codificadora codifica el
ARNtn, el cual, a su vez, codifica una proteína específica. La región reguladora
suele estar por encima de la codificadora y consta de dos elementos de ADN. El
elemento promotor es una zona en la que la enzima ARN polimerasa comienza a
leer y transcribir la región codificadora del ADN en ARNm. El elemento poten
ciador reconoce las señales proteicas que determinan en qué células y en qué
momento, la polimerasa transcribirá la región codificadora. Por este motivo, un
número reducido de proteínas o reguladores de la transcripción, que se unen a
lectual para la psiquiatría
-H lili VA
\ Sitio de unión Exón Intrón
A
Proteína Proteina
reguladora 1 reguladora 2
_ FTIIO
wQ
■i ■■
FTIIB 4
f-nrmzr
FTIIA
Proteina Proteína
B reguladora 2 reguladora 1
FTIlD
ftii - FTIIA
HTTTiMlí
c HACIA —►
Hn las escasas ocasiones en las que ha sido posible analizar ele manera riguro
sa los cambios persistentes en las funciones mentales, se ha demostrado que es
tas funciones causan alteraciones en la expresión de los genes. Por esta razón,
cuando se estudian notificaciones concretas que provocan estados mentales per
sistentes, ya sean normales o perturbados, también conviene identificar las alte
raciones en la expresión genética. Tal como se ha explicado anteriormente, hoy
cti día se ha demostrado claramente que la predisposición a las principales psi
cosis (la esquizofrenia y los trastornos maniaco-depresivos) es hereditaria. Es
tas enfermedades son parcialmente causadas por alteraciones de la función de
plantilla del gen, que provocan anomalías en el ARNm y las proteínas. Por este
motivo podría suponerse que, en la medida en que las enfermedades psiquiátri
cas como el síndrome de estrés postraumático se adquieren a través de la expe
riencia, también es probable que produzcan alteraciones en la función de trans
cripción de los genes, es decir, en la regulación de su expresión. No obstante, es
posible que algunas personas sean mucho más propensas a padecer este síndro
me a causa de la combinación de genes que han heredado.
El desarrollo, el estrés y las experiencias sociales son tres factores que pueden
alterar la expresión genética, porque modifican la unión de los reguladores de
transmisión entre sí y con las regiones reguladoras de los genes. Es probable que,
como mínimo, algunas enfermedades neuróticas (o componentes de las mismas)
sean producto de defectos reversibles en la regulación de los genes, que se de
berían a alteraciones de la unión de determinadas proteínas a regiones concretas
situadas por encima que controlan la expresión de ciertos genes (fig. 2-2).
52 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Proteína Proteína
/ ■" Proteín-cinasa
5-HT — AMPc dependiente de AMPc
A Aprendizaje 7 B
C1 Antes
de la estimulación
diferencial
C2 Después
de la estimulación
diferencial
listas tarcas que pueden asimilar los pacientes que no tienen memoria explíci
ta tienen en común que no requieren un estado de vigilancia o alerta consciente.
No es necesario que el paciente recuerde nada en concreto. Por esta razón, cuando
se le plantee la resolución de un rompecabezas mecánico muy complejo, es proba
ble que el paciente la asimile igual que una persona sana pero, si se le pregunta, no
recordará haber visto el rompecabezas ni haber intentado resolverlo con anterio
ridad. Cuando se le pregunte por que ha mejorado su rendimiento en alguna ta
rea concreta al cabo de diversos días de práctica es posible que el paciente respon
da: «¿De qué me está hablando? Nunca había hecho esta tarea antes».
Sin duda se trata de un descubrimiento singular. Por primera vez, es posible
analizar la base neuronal de una serie de procesos mentales. Sin embargo, este
concepto de inconsciente es distinto del de Freud. No esta relacionado con los
impulsos instintivos o los conflictos sexuales, y su información nunca penetra
en la conciencia. Todas estas pruebas constituyen los primeros retos para la neu-
rociencia psicoanalílica. ¿Dónde se localiza el otro inconsciente, si es que existe?
¿Qué propiedades ncurobiológicas tiene? ¿Cómo se transforman los impulsos in
conscientes para alcanzar la conciencia como resultado de la terapia analítica?
Es evidente que éstas no son las únicas preguntas a las que debe encontrar
respuesta el psicoanálisis, pero si se basa mas en la biología, como mínimo po
dría redefinir su utilidad como punto de vista específico de determinados tras
tornos. En el mejor de los casos, el psicoanálisis mantendría su propósito ini
cial y contribuiría a revolucionar el conocimiento de la mente y el cerebro.
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«LA BIOLOGIA Y EL FUTURO
DEL PSICOANÁLISIS»
Arnold M. Cooper, M.D.
Hoy más que nunca en sus 100 años de historia, el psicoanálisis se halla en
un estado de gran actividad clínica y teórica, de incertidumbre y de abierta po
lémica. Los psicoanalistas utilizan el término pluralismo teórico para designar
una situación actual en la que existen múltiples perspectivas que compiten por
explicar la naturaleza de la vida mental, los orígenes de la psicopatologia, la ccn-
tralidad del conflicto intrapsíquico, las causas de la resistencia al cambio y la re
lación del presente con el pasado. También es evidente que existe una polémica
continua acerca de si el psicoanálisis debería tener por objetivo incorporar todos
los tipos de metodología científica o si debería limitarse a ser una disciplina
hermenéutica. En este contexto, han fracasado los intentos de adjudicar la supe
rioridad a una u otra visión mediante información detallada de las interaccio
nes entre paciente y psicoanalista. Todas las escuelas de pensamiento analítico
—p. cj., la kleiniana, la de la psicología del ego, la relacional y la autopsicológi-
ca— defienden eficazmente su punto de vista como la mejor explicación de las
observaciones clínicas. Desde una perspectiva hermenéutica, el psicoanálisis no
puede superar, ni lo hará, los primeros descubrimientos de Freud ni las posterio
res ampliaciones y mejoras llevadas a cabo por otros. Por el contrario, Eric Kan-
dcl recurre al psicoanálisis para encontrar el modo de fortalecerse en su trabajo,
de convertirse en una fuente de ideas nuevas y de enriquecer las neurociencias.
al incorporarse a la comunidad de neurocientíficos, al tiempo que preserva y am-
63
64 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Signiund Frcud,
«Introducción al narcisismo» (1014-1007).
Sigmund Frcud,
«Mas alia del principio del placer» (1920-1955).
B7
68 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
dcr. Cien años después de su creación, se lian producido pocos avances en el mé
todo de conocimiento que consiste en escuchar atentamente a cada paciente Es
necesario reconocer que, en este momento del estudio moderno de la mente, en
el contexto de una disciplina en la que caben tantas interpretaciones distintas
por parte del observador, la observación clínica del paciente no proporciona una
base suficiente a la ciencia de la mente.
Esta visión es compartida incluso por las figuras más importantes de la co
munidad psicoanalítica. De hecho, Kurt Eisslcr (1969) escribió: «la menor im
portancia actual de las investigaciones psicoanaliticas no se debe a factores sub
jetivos de los psicoanalistas, sino a hechos históricos de mayor relevancia: el
psicoanálisis ya ha dado de sí todo lo que podía dar. Se lian reducido sus posi
bilidades de investigación, por lo menos en lo que respecta a la posibilidad de
crear nuevos modelos».
En segundo lugar, a medida que se clarifican estos argumentos, aunque histó
ricamente los objetivos del psicoanálisis han sido científicos, sus métodos rara
mente lo han sido; en todos estos años no se han podido someter sus hipótesis a
experimentos comprobables. En realidad, iradicionalmcnte el psicoanálisis ha ge
nerado hipótesis, más que comprobarlas. Como resultado de ello, no ha podido
evolucionar como lo han hecho otros campos de la psicología y la medicina.
La preocupación de la ciencia conductual moderna por controlar los sesgos
en sus investigaciones mediante experimentos a ciego no ha existido entre la
mayoría de psicoanalistas (excepciones importantes de ello son Dalil, 1974; Lu-
borsky y Luborsky. 1995. Tcller y Dahl, 1995). Salvo escasas excepciones poco
frecuentes, los datos que se recogen en las sesiones de psicoanálisis son privados:
los comentarios, las asociaciones, los silencios, las posturas, los movimientos y
otras conductas del paciente son confidenciales. De hecho, la privacidad de la
comunicación es esencial para la confianza básica generada en la situación psi
coanalítica. Y éste es precisamente el problema. En casi todos los casos, sólo se
dispone de la información subjetiva del psicoanalista sobre lo que cree que ha
ocurrido. Como ha defendido durante mucho tiempo el psicoanalista Hartvig
Dahl (1974). este tipo de testimonio basado en lo que ha dicho otro no se acep
ta como dato objetivo en la mayor parte de contextos científicos. No obstante, a
los psicoanalistas raramente les preocupa que su visión de lo que ha ocurrido en
una sesión de terapia esté sesgada o sea subjetiva.
Como consecuencia de ello, lo que Boring (1950) escribió hace práctica
mente 50 años todavía sigue siendo vigente: «Podemos afirmar, sin desdeñar en
absoluto lodo lo que se ha conseguido hasta el momento, que el psicoanálisis
ha sido precicntífico. Ha carecido de experimentos, y no ha elaborado técnicas
de control. La ausencia de control al detallar las descripciones impide diferenciar
entre la especificación semántica y los hechos».
De hecho, en el futuro, los centros formadores en psicoanálisis deberían lu
char para que por lo menos una parte de lodos los análisis supervisados fueran
i ' - AiJikj’r-.fc I."
disponibles para este upo de escrutinio. F.sio es importante no solo para el psi
coanálisis, sino también para otras arcas de investigación. Los conocimientos ob
tenidos en las sesiones terapéuticas lian inspirado en gran medida otros tipos
de investigación a|cnos a la situación psicoanalitica Un buen ejemplo de ello es
la observación directa de los niños y el análisis experimental del apego y la inte
racción entre padres e hijos Si los futuros análisis experimentales se basan en los
conocimientos obtenidos a partir de la situación psicoanalitica, es fundamental
optimizar la habilidad cicnulica ele estas situaciones.
Ln tercer lugar, .1 diferencia de otras ateas de la medicina universitaria, el
psicoanálisis tiene un grave problema de índole institucional. Los centros autó
nomos de formación psicoanalitica que han persistido v proliferado a lo largo del
último siglo han elaborado sus propias estrategias de investigación y forma
ción, que lian permanecido aisladas de otros tipos de investigación. Con nota
bles excepciones, estos centros no han proporcionado a sus alumnos o a su fa
cultad el contexto universitario adecuado para cuestionar la investigación empí
rica y universitaria
Para sobrevivir como fuerza intelectual en el ámbito de la medicina y la ncii-
rocicncia cogninva. así como en el conjunto de la sociedad, el psicoanálisis debe-
adoptar nuevos recursos intelectuales, nuevas metodologías y una nueva estruc
tura institucional que permitan llevar a cabo sus investigaciones. Varias disci
plinas medicas han crecido incorporando las metodologías y conceptos de otras
disciplinas. Por lo general, el psicoanálisis no lo ha hecho porque aun no se ha
reconocido a sí mismo como una rama de la biología, no ha incorporado a la
perspectiva psicoanalitica de la mente el enorme bagaje de conocimientos acer
ca de la biología del cerebro y el control de la conducta aparecida en los últimos
50 años. Evidentemente, cabe preguntarse por que el psicoanálisis 110 ha sido
más receptivo hacia la biología.
Los intentos por relacionar la teoría psicoanalitica con los fundamentos de la ncu-
robiologia o de agrupar en una sola teoría las hipótesis sobre la mente y las hipótesis
sobre el cerebro son estériles y solo pueden causar una confusión logua.
72 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
No veo ninguna razón para abandonar la postura adoptada por Reiscr. a pesar de
su creencia confesada en la existencia de una «unidad funcional» formada por la
mente y el cuerpo, cuando tiene en cuenta la relación cuerpo-mente:
«La ciencia de la mente y del cuerpo recurren a distintos lenguajes, distintos
conceptos (con distintos niveles de abstracción y complejidad' y distintos tipos de
herramientas y técnicas. El estudio psicológico y fisiológico simultaneo y parale
lo de un paciente que se halla en un intenso estado de ansiedad da lugar forzosa
mente a dos tipos separados y diferenciados de resultados descriptivos, medidas y
formulaciones. Ambos tipos no pueden unificarse en un lenguaje común m por re
ferencia a un marco conceptual compartido, ni tampoco se dispone de conceptos
puente que permitan establecer relaciones entre ellos y sean coherentes con am
bos. Entonces, con fines prácticos, tratamos la mente y el cuerpo como dominios
separados: en teoría, todos los datos psicofisiológicos y psicosomaticos son funda
mentalmente datos de covariancia, a partir de los cuales se demuestra una coinci
dencia entre los acontecimientos que en ambos dominios tienen lugar dentro de
intervalos de tiempo concretos y a una frecuencia superior a la probable» (Reiser,
1975, pág. 479).
Creo que es por lo menos posible que, a largo plazo, los científicos lleguen a la
conclusión que lo que Reiser describe no refleja simplemente el estado actual de la
cuestión sino que, al contrario, representa algo que es lógico o conceptualmente ne
cesario. algo que ni la evolución práctica ni la conceptual podran mitigar (Edelson.
1984).
En mis numerosos encuentros con Reiser, nunca me pareció que tuviera di
ficultades para relacionar el pensamiento con el cerebro. No obstante, lie citado
diversas veces a Edelson porque su punto de vista es representativo de la de un
número sorprendentemente elevado de psicoanalistas, e incluso coincide con el
de algunas de las últimas obras de Freud. Esta perspectiva, a la que a menudo
se hace referencia como hermenéutica en contraposición a la visión científica del
psicoanálisis, refleja una postura que ha impedido a los psicoanalistas seguir cre
ciendo intelectualmente (Roth, 1998; Shapiro, 1996).
Si quisiéramos, podríamos dejar que el psicoanálisis descansara en los laureles
de la hermenéutica. Podría seguir explicando las notables contribuciones de
Freud y sus alumnos, asi como los conocimientos acerca de los procesos menta
les y las motivaciones inconscientes que nos convierten en individuos complejos
y psicológicamente matizados (Bowlby, 1960; Erikson, 1963; A. Freud, 1936;
S. Freud, 1933 119321/1064; Hartmann, 1939/1958; Klein, 1957; Kohui. 1971;
Spiiz, 1945; Winnicott, 1954/1958). En realidad, teniendo en cuenta estas contri
buciones, pocos negarían que Freud fue el gran pensador moderno de las motiva
ciones humanas o que nuestro siglo se ha visto permanentemente marcado por la
profunda comprensión de Freud de cuestiones psicológicas que históricamente
han ocupado el pensamiento occidental —desde Sófocles a Schnitzler.
Pero si el psicoanálisis tiene que basarse en logros anteriores, es necesario que
siga siendo una filosofía de la mente, tal como Jonathan Lear (1998) y otros in-
I psicoanálisis
Procedimental (implícita)
700
Estimulo
no condicionado
100
Condicionamiento diferido
Estimulo 250
condicionado
500
Estímulo
no condicionado
100
Condicionamiento de huella
Frcud hizo una propuesta parecida. Puesto que los estímulos dolorosos se re
lacionan a menudo con estímulos neutros, simbólicos o reales, Freud postuló la
posibilidad de que el emparejamiento repetido de estímulos neutros y perjudi
ciales causara que el estimulo neutro se percibiera como peligroso y crease ansie
dad. En un contexto biológico, el argumento de Freud fue el siguiente:
1:1 trabajo de Arma Frcud, Spiiz y Harlow fue ampliado por John Bowlby.
quien empezó a concebir la interacción del niño y sus cuidadores en términos
biológicos. Bowlby (1960. 1969) formulo la hipótesis de que el niño indefenso
mantiene la proximidad de su cuidador por medio de un sistema de patrones
de respuestas emotivas y conductuales a las que denomino sistemo de apego.
Bowlby describió este sistema como algo innato instintivo o motivacional. más
parecido al hambre o la sed, que organiza los procesos de la memoria del niño y
lo lleva a buscar la proximidad y la comunicación con su madre. Desde una pers
pectiva evolutiva, el sistema de apego aumenta claramente las oportunidades del
niño de sobrevivir, permitiendo al cerebro inmaduro recurrir a las funciones ma
duras de los progenitores para organizar sus propios procesos. Ademas, el meca
nismo de apego del niño provoca respuestas cmocionalmente sensibles en sus
padres. Estas respuestas paternas amplifican y refuerzan el estado emocional po
sitivo del niño y atenúan los estados emocionales negativos, procurándole pro
tección cuando se siente desconcertado. Estas experiencias repetidas se codifi
can en la memoria proccdimental como expectativas que ayudan al niño a sen
tirse seguro.
Convendría señalar que durante los 2 a 3 primeros años de vida, cuando la
interacción de un niño con su madre es particularmente importante, el niño
confia principalmente en su sistema de memoria proccdimental lauto en huma
nos como en animales de laboratorio, la memoria declarativa se forma mas lar
de. De hecho la amnesia infantil, en la que se recuerdan poco las experiencias ele
los primeros años tic vida, no solo es evidente en humanos sino también en otros
mamíferos, como los roedores. Esta amnesia no se produce debido a la potente
represión de los recuerdos durante la resolución del complejo de Edipo, sino por
el desarrollo lento del sistema de memoria declarativa (Clyman, 1991).
Bowlln separó la respuesta de separación en dos fases: la protesta y la deses
peración. Los acontecimientos que obstaculizan la proximidad del niño al obje
to de apego provocan protesta: apego, seguimiento, búsqueda, llanto y activa
ción fisiológica aguda que dura de minutos a horas. Estas conductas sirven para
restablecer la proximidad. Cuando se recupera el contacto, desaparecen las
conductas de apego mediante un mecanismo de retroalimcntación, y se activan
otros sistemas de conducta, sobre todo la conducta exploratoria. Si la separación
es prolongada, la desesperación reemplaza gradualmente las primeras respuestas
a medida que el niño reconoce que la separación puede ser prolongada o perma
nente, y pasa de la ansiedad y la ira a la tristeza y la desesperación. Aunque se
cree que la protesta se adapta porque aumenta la probabilidad de que el progeni
tor y el niño vuelvan a encontrarse, la desesperación prepara al niño para una su
pervivencia pasiva prolongada, adquirida mediante la conservación de la energía
)• el alejamiento del peligro.
Por su parte. Levine y cois. (1957, 1962; Levine y cois., 1967), Ader y Grota
(1969) y Hofcr (1981, 1994) confirmaron la existencia de tal sistema de apego
nial:
las madres ignoraban a sus crías. Cuando estas eran adultas, mostraban un au
mento de la concentración plasmática de corticotropina (AC I H) y de la respues
ta de los glucocorticoides al estrés. De hecho, las diferencias en la interacción de
los niños con su madre, que forman parte de las que ocurren naturalmente en
el cuidado materno, son factores de riesgo cruciales para la Intuía respuesta del
sujeto ante el estrés. Este es un ejemplo notable de como las primeras experien
cias vitales alteran una respuesta biológica ante el estrés.
Los estudios de Charles Ncmcroff y Paul Plolsky demuestran que estas pri
meras experiencias vitales negativas son la causa de una mayor expresión genica
de corticoliberina (CRE), la hormona que libera el hipotálamo para iniciar la res
puesta hipotálamo-hipofiso-suprarrcnal. La separación diana de la madre duran
te las primeras 2 semanas de vida se relaciona en la rata con un aumento marca
do y persistente de la expresión del ARNm para la CRE no solo en el hipotalamo
sino también en las áreas Embicas como la amígdala y el núcleo del lecho de la
estría terminal (Meaney y cois., 1991; Nctnerofí, 1996; Plolsky y Meancy, 1993).
No obstante, los conocimientos biológicos sobre la teoría del apego no aca
ban aquí Bruce McEwen, Robert Sapolsky y cois, descubrieron que el incre
mento de las concentraciones de glucocorticoides posterior a la separación pro
longada tenía efectos adversos sobre el hipocampo (McEwen y Sapolsky, 1995;
Sapolsky, 1996). Hay dos tipos de receptores de glucocorticoides: los de tipo 1
(mincralocorticoides) y los de tipo 2 (glucocorticoides). Curiosamente ¡el hi
pocampo es uno de los pocos lugares del cuerpo donde están presentes ambos ti
pos de receptores! De hecho, el estrés repetido (o la exposición a una concentra
ción elevada de glucocorticoides durante varias semanas) causa atrofia de las
neuronas del hipocampo, que es reversible cuando se elimina el estrés o se redu
cen las concentraciones de glucocorticoides. No obstante, cuando se prolonga la
exposición al estrés o a los glucocorticoides durante varios meses o incluso años,
la afectación es permanente y se produce una perdida de neuronas del hipocam
po. Tal como podría suponerse dada la importancia del hipocampo en la memo
ria declarativa, tanto la atrofia reversible como la afectación permanente causan
una considerable alteración de la memoria. Esta falta de memoria puede delectar
se a nivel celular, y se hace evidente en el debilitamiento de un proceso denomi
nado potenciación a largo plazo, un mecanismo intrínseco que se considera vital
para el refuerzo relacionado con el aprendizaje de las conexiones sináplicas
(McEwen y Sapolsky, 1995; Squire y Kandel, 1999) (fig. 3-3). De hecho, lo que
inicialmente puede parecer una represión podría ser en realidad una amnesia real:
la afectación del sistema medial del lóbulo temporal del cerebro.
Esta serie de experimentos tiene una enorme importancia en la relación entre
los primeros procesos mentales inconscientes y los posteriores procesos menta
les conscientes. El estrés en las primeras etapas de la vida causado por la sepa
ración de la madre produce una reacción en el niño que perdura principalmen
te en la memoria proccdimental, el único sistema de memoria bien diferenciado
-vM'psicoanálisis 33
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Meses de exposición
al combate
de que el niño dispone en esta etapa, pero su acción sobre el sistema ele me
moria proccdimcntal desencadena una serie de cambios que terminan por
afectar al hipocampo y. como resultado, alteran permanentemente la memo
ria declarativa.
Los estudios con roedores tienen una importancia clínica inmediata. I.os pa
cientes con síndrome de Cushing sintetizan un exceso de glucocorticoides como
resultado de un tumor en la glándula suprarrenal, la hipófisis o la parte del hipo-
tálamo que controla esta última. Starkman y cois. (UW2) analizaron a estos pa
cientes y constataron que aquellos que habían sufrido la enfermedad durante
más de un año presentaban una atrofia selectiva del hipocampo y de perdida si
multánea de la memoria. Al parecer, se trata del mismo tipo de atrofia y perdida
de memoria características del estrés postiaumático. Bremncr y cois. (1995,
1997) observaron que los ex combatientes que padecían TEPT presentaban un
déficit de la memoria declarativa y una reducción del 8 % del volumen del hi
pocampo derecho (fig. 3-3). No obstante, en este caso, la atrofia y la pérdida de
memoria no se deben a un aumento de la concentración de glucocorticoides,
sino a otro mecanismo, ya que la concentración de glucocorticoides de estos
pacientes es inferior a la normal.
En la década de 1970. Sachar demostró por primera vez que los pacientes con
depresión presentan fenómenos parecidos en el eje hipotálamo-hipofisario (Sa
char, 1976). En más del 50 % de los pacientes con depresión, la concentración
de glucocorticoides es estable. En estudios posteriores se ha confirmado que la
concentración elevada de glucocorticoides esta relacionada con una disminución
del número de receptores de glucocorticoides y con la resistencia a la elimina
ción de cortisol por parte de la dexametasona. Los pacientes con depresión pre
sentan una reducción considerable del volumen del hipocampo y una pérdida
acusada de la memoria declarativa, lo cual coincide con los datos obtenidos en
roedores.
Ncmeroff y cois, (revisado en Ncmeroff, 1998) observaron que, en los pacien
tes con depresión, la secreción de CRF es notablemente elevada. Este hecho dio
lugar a la interesante hipótesis de que las neuronas cerebrales de estos pacien
tes que secretan CRF son hiperactivas. Cuando se inyecta CRF directamente en
el SNC de mamíferos, se producen muchos de los signos y síntomas de la de
presión, como la disminución del apetito, la alteración de la actividad del siste
ma nervioso vegetativo, la disminución de la libido y las alteraciones del sueño.
A la luz de los datos que demuestran que las experiencias desagradables en las
primeras etapas de la vida aumentan las probabilidades de padecer depresión u
otros trastornos de ansiedad en la edad adulta, Ncmeroff sugirió que esta vulne
rabilidad se debía probablemente a la hipersccreción de CRF
Es probable que estos conocimientos tengan varias aplicaciones. En primer
lugar, los modelos animales de los factores que predisponen al estrés y la depre
sión son cada vez más detallados. Estos modelos permiten identificar, en ani-
-¡ !*TWWs 'fóaSjE Olí' al:
males de laboraiorio y tal vez mas adelante en humanos, los genes activados
por la CRF que predisponen a la ansiedad. En segundo lugar, los fármacos que
bloquean las acciones de la CRE en los receptores del tejido diana pueden ser
miles en determinados tipos de depresión. Por ultimo, si se aumenta la resolu
ción, podría hacerse un seguimiento de las respuestas terapéuticas de los pacien
tes mediante técnicas de diagnóstico por la imagen aplicadas al hipocampo, y se
estudiaría en que grado se detienen o incluso se invierten las alteraciones ana
tómicas y las relaciones entre las respuestas a la psicoterapia y las concentracio
nes de CRF y de glucocorticoidcs.
pasar tic la fase anal a la genual. Frcucl no describió de una forma tan clara la ho
mosexualidad femenina, pero la consideraba la imagen especular del proceso
que se producía en los hombres. Por otra parte, Freud observo la existencia de
un elemento homosexual latente en la paranoia, el alcoholismo y la adicción a
las drogas.
Las ideas tic I retid sobre la sexualidad tienen ahora como mínimo 50 años y,
en algunos casos, 90. Lógicamente, el pensamiento psicoanahtico moderno ha
desechado algunas y todas ellas han sido modificadas. En cualquier caso, no las
comento para responsabilizar a Freud o a los psicoanalistas de defender ideas
obsoletas, sino para ilustrar que es casi seguro que cualquier conocimiento
psicológico »i clínico sobre sexualidad, independientemente de su modernidad,
podra clarificarse mechante una mejor comprensión biológica de la identifica
ción de los sexos y la orientación sexual, aunque de momento sepamos poco
al respecto. A medida que la homosexualidad ha sido más aceptada por gran
parle de la sociedad, mayor ha sido el interés de la comunidad homosexual, la
comunidad psicoanalitica y la sociedad en general por descubrir hasta qué pun
to la orientación sexual es innata o adquirida. Recientemente, se han confir
mado las observaciones de Freud y otros analistas de que algunos hombres ho
mosexuales tienden a recordar a su padre como una persona hostil o distante y
a su madre como alguien especialmente cercano (LeVay, 1997). No obstante, en
otros estudios se ha sugerido que existe una influencia genética en la orienta
ción sexual.
Este campo es complejo porque el sexo genotipico, el fcnolípico, la identifi
cación de sexos y la orientación sexual se diferencian entre sí pero están interre
lacionados. En realidad, esta complejidad puede hacer que términos como macho,
hembra, masculino y femenino sean imprecisos y deban a definirse de nuevo (Bell
y cois., 1981).
El sexo gcnotipico se determina a partir de los genes, mientras que el fenotí-
pico se determina mediante la aparición de genitales externos e internos (Bell y
cois., 1981; Gorski, 2000; Grcen, 1985). La identificación del sexo es mas sutil y
compleja y depende de la preferencia por una u otra pareja sexual. Los factores
que contribuyen a los diversos aspectos del sexo no están totalmente claros, pero
los analizaré debido a su importancia histórica para el psicoanálisis. Además,
puesto que la biología ha estudiado considerablemente la dicotomía naturaleza-
crianza, se trata de un campo en el que esta ciencia podría hacer importantes
contribuciones. Aunque la identificación del sexo y la orientación sexual son
complejas y son necesarias características que son claramente humanas y qui
zás no posibles en el estudio con animales de laboratorio, numerosos aspectos ele
la conducta sexual están más relacionados con la conducta de alimentarse y be
ber, tan esenciales para sobrevivir que se han conservado al máximo en los ma
míferos y requieren la participación del cerebro y los sistemas hormonales, e in
cluso aspectos de la conducta estereotípica. Por esta razón, hemos avanzado
94 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
jorcs muestras y se mejoran las técnicas de diagnóstico por la imagen podrá res
ponderse a estas preguntas.
Alien y Gorski (1992) constataron otra diferencia entre los varones homose
xuales y los que no lo son en la comisura anterior, una vía que comunica las re
giones izquierda y derecha del cerebro que. por lo general, es más gratule en las
mujeres que en los hombres. Alien y Gorski observaron que esta estructura
suele ser más grande en los hombres homosexuales que en los heterosexuales y
las mujeres (v. también Zhou y cois., 1995).
Otra cuestión importante es si la orientación sexual es heredada o adquirida
(Bailey y Pillard. 1991; Bailey y cois., 1993; Dorner y cois., 1991. Eckert y cois.,
1986; Hamery cois., 1993; Pillard y Weinrich, 1986; Whitman y cois., 1993). En
principio, la orientación sexual depende de los genes, cuya influencia es, como
cabría esperar, compleja. Además, también existe un componente familiar. Si
un hombre es homosexual, la posibilidad de que su hermano gemelo lo sea au
menta sustancialmente. En el caso de gemelos monocigóticos. que comparten
los mismos genes, la concordancia es del 50 %. En los gemelos bicigóticos, esta
concordancia es de aproximadamente el 25 %. En cambio, la homosexualidad
masculina en la población general es inferior al 10 %. Por lo que respecta a la ho
mosexualidad femenina, la relación genética es débil: alrededor de un 30 % de las
gemelas monocigóticas y cerca de un 10 % de las bicigóticas. Estas cifras son
aproximadamente las mismas que las referentes a otros rasgos complejos, lo
que índica que están implicados importantes factores genéticos y no genéticos.
Todos estos resultados son prematuros y sigue cuestionándose su validez en
grupos poblacionales, tanto homosexuales como heterosexuales. Sin embargo,
se dispone de los métodos para determinar las diferencias anatómicas fiables en
tre personas con distinta orientación sexual. Tal como he indicado anteriormen
te, cualquiera que sea el resultado de estos estudios, deberían incorporarse a las
teorías psicoanalíticas sobre la dinámica de la orientación sexual.
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Edad de inicio de la práctica musical
Psicofarmacología y psicoanálisis
En este momento de mi vida, no puedo imaginar llevar una vida normal sin lomar
litio y sin las ventajas de la psicoterapia El litio impide la aparición de mis seductores
pero desastrosos «subidones», reduce mis depresiones, limpia las telarañas de mi
pensamiento alterado, me apacigua, me calma, evita que arrume mi vida profesional
y mis relaciones, me mantiene fuera del hospital, me permite sentirme viva y hace po
sible la psicoterapia. Pero, sin saber cómo, la psicoterapia cura. Da cierto sentido a la
confusión, domina los pensamientos y sentimientos aterradores, me permite recupe
rar cierto control y esperanza, asi como la posibilidad de aprender de todo ello. Eos
medicamentos no pueden hacer que uno vuelva a la realidad m lo facilitan, sólo le
traen a uno de vuelta precipitadamente y con mayor rapidez de lo que a veces puede
resistirse. La psicoterapia es un santuario, un campo de batalla, un lugar en el que lie
estado psicótica, neurótica, alegre, confundida y desesperarla más allá de lo que pue
de creerse. Pero siempre es el lugar en que be creído o aprendido a creer que un dia
sería capaz de luchar contra todo esto.
Ninguna pastilla puede ayudarme a resolver el problema de no querer tomar pas
tillas. igualmente, aunque la psicoterapia sea ilimitada, por si sola no sirve para impe
dir mis manías y depresiones. Necesito ambos tratamientos. Es algo extraño, deber
la vida a las pastillas, a mis propias rarezas y tenacidades, y a esta relación única, sin
gular v finalmente profunda denominada psicoterapia.
Dados estos avances, ¿por qué la práctica del psicoanálisis no ha seguido evo
lucionando? Osle declive en la aplicación de la terapia psicoanalítica es atribui-
ble principalmente a causas ajenas a ella: la proliferación de distintas formas de
=1 CJ L8J lt=i .< -UiffiTTl ro del psicoanálisis 103
psicoterapia a corto plazo (cinc proceden casi todas, en mayor o menor grado,
del psicoanálisis), la aparición de la (armacotcrapia y la influencia económica de
la contención del gasto sanitario Pero una causa importante procede del propio
psicoanálisis. Un siglo entero después de su nacimiento, el psicoanálisis sigue
sin hacer el esfuerzo necesario para obtener pruebas objetivas que convenzan a
una comunidad medica cada vez mas escéptica de que es más eficaz que el pla
cebo. De hecho, a diferencia de las diversas formas de terapia cognitiva y otras
psicoterapias de las que ahora hay pruebas objetivas convincentes, ya sea como
terapias validas por si solas o como importantes complementos de la farmacote-
rapia. todavía no se dispone de pruebas convincentes, aparte de las impresiones
subjetivas, de que el psicoanálisis funcione mejor que la terapia de orientación
no psicoanalúica o el placebo (Bachrach y cois., 1991; Cooper, 1995; Doidgc,
1997; Fonagy, 1999; Kanirowitz, 1993; Roth y Fonagy, 1996; Scligman, 1995;
Weissman y Markowitz, 1994; Wcissman y cois., 1979).
La incapacidad del psicoanálisis para proporcionar pruebas objetivas de su
eficacia como terapia ya no puede aceptarse. Es preciso convencer a los psicoa
nalistas ile la necesidad de adoptar la perspectiva realista y critica formulada
por Arnold Cooper (1995):
Agradecimientos
zos anteriores del original. Además, recibí indicaciones útiles de Nancy Andrca-
sen, Mark Barad, Roben Glick.Jack Gorman, Myron Hofcr, Antón O. Kris, Char
les Nemeroff, Russcll Nichols, David Olds, Mortimer Osiow, Chris Pittenger,
Stephen Rayport, Michacl Rogan, James Schwartz, Theodore Shapiro, Mark
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COMENTARIO
«DE LA METAPSICOLOGIA
A LA BIOLOGÍA MOLECULAR»
Donald F. Klein, M.D.
113
114 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biologia de la mente
más adelante una sintomatología crónica, de tal manera que la crisis de angus
tia acabaña siendo una exacerbación ocasional de la ansiedad crónica La feno
menología específica de la crisis, c incluso las referencias a las crisis de ansiedad,
fueron abandonadas progresivamente. Éste puede ser un ejemplo poco afortuna
do de cómo una teoría puede reducir el campo de visión de los investigadores.
El mayor empeño del artículo de Kandel de 1983 fue mostrar modelos anima
les de ansiedad humana que permitían un estudio celular y molecular La ansie
dad crónica y la ansiedad aniicipatoria en humanos se relacionaron respectiva
mente, con la sensibilización y el condicionamiento clásico aversivo. como se
demostró en el caracol marino Aplysia califonúca. En Aplysia, ambas formas de
miedo aprendido dependen de la facilitación presináptica, cuyo aumento se con
sidera un condicionamiento asociativo. Estos descubrimientos indican que
puede haber un conjunto de mecanismos sorprendentemente simple, en diferen
tes combinaciones, que subyacc bajo una amplia gama de modificaciones
conduciuales, tanto adaptativas como dcsadaptativas. Esta paráfrasis simplifica
da demuestra el enfoque riguroso e innovador que utilizo Kandel para esclarecer
el funcionamiento ncuronal, y tuvo consecuencias en el aprendizaje y el afecto.
Utilizando una tecnología avanzada, un diseño experimental adecuado y un ani
mal maravillosamente apropiado para el estudio, Kandel penetró en la «caja ne
gra» de Skinner con una experimentación causal. Tal vez Kandel, igual que
Pavlov, tenga en la pared de su laboratorio un lema que reza: «De lo mas sencillo
a lo más complejo».
Sin embargo, Kandel también afirmo que la ansiedad «puede ser adaptativa:
nos prepara ante un posible peligro |...|. La ansiedad puede ser patológica,
tanto por ser inapropiadamente intensa como por haber sido desplazada por
su asociación con acontecimientos neutros que no son peligrosos en sí mismos
ni indican ningún peligro. Así pues, la ansiedad es patológica cuando se convier
te en inadecuadamente aguda y persistente o cuando ya no sirve para advertir de
un peligro» (pág. 125). Kandel creía que considerar la ansiedad anticipatoria
como una «anomalía adquirida» era absurdo y esto reflejaba los problemas para
establecer definiciones en su época. La ansiedad anticipatoria es breve y es de
sencadenada por un signo identificable; a diferencia del miedo, no requiere la
presencia de un peligro. Sin embargo, ¿es necesariamente aprendida?
Kandel consideraba que la ansiedad anticipatoria (señal) era un tipo de con
dicionamiento aversivo, en el que la falta de un estímulo condicionado predice
la no ocurrencia del estímulo no condicionado. Por consiguiente, la falta de es
tímulo condicionado actúa como una señal de seguridad que mitiga la ansie
dad. Por el contrario, si el choque emocional se repite de improviso no puede
existir señal de seguridad y sobreviene un estado de ansiedad crónica o de sen
sibilización.
El hecho de que la ansiedad crónica sea grave y no sirva para señalar nin
gún peligro puede indicar la existencia de alteración, pero la existencia de un
«De la mei as[Gojggía a la biología molecular» 117
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DE LA ANSIEDAD A APLYSIA
Y VICEVERSA
Joseph LeDoux, Ph.D.
120
«De la ansiedad a Aplysia y viceversa» 121
123
124 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
nicas y su respuesta a los psicofármacos. Estos tipos son las crisis de angustia,
la ansiedad anticipatoria y la ansiedad crónica.
Las crisis de angustia son breves. Se trata de episodios espontáneos de miedo
sin causa manifiesta o claramente idcmificable, y se caracterizan por una sensa
ción de desastre inminente acompañada de una crisis simpática: el corazón se
acelera y la respiración se entrecorta y se hace inestable. Esta forma de ansiedad
suele responder a los antidepresivos triciclicos y a los inhibidores de la mono-
aminooxidasa (IMAO) (Klein, 1962, 1964; Shechan, 1982). I.a ctiistcdfld íintici-
patoria (o señal) también suele ser breve. A diferencia de las crisis de angustia, se
desencadena debido a la presencia de una señal, real o imaginada, que se ha re
lacionado con el peligro. Esta forma de ansiedad tiende a responder a las ben-
zodiazepinas y los p-bloqucanies como el propranolol (Goodwin y Guze, 1979;
Klein, 1981; Shechan, 1982). La ansiedad crónica es una sensación persistente de
tensión que no puede relacionarse con amenazas externas evidentes; puede ali
viarse, aunque no siempre, con benzodiazepinas (Maver-Gross, 1969).
Las crisis de angustia, que tienen lugar ele manera súbita y sin un desencade
nante aparente, no se hallan bajo un control evidente del estímulo. En cambio,
esto sí ocurre, en cierta medida, con la ansiedad anticipatoria y la ansiedad cró
nica. Esta característica indica que ambas son, al menos en parte, aprendidas.
Es decir, en ambas es preciso identificar la relación (o la ausencia de la misma)
entre un estímulo neutro y un estímulo amenazador.
La hipótesis de que la ansiedad es innata y ele que un estímulo neutro pue
de asociarse con ella a través del aprendizaje procede de dos fuentes distintas:
en primer lugar, las investigaciones realizadas en el campo de la biología com
parada y la evolutiva, iniciadas por Darwin (1873) y Romanes (1883, 1888),
han demostrado que la mayor parte de los animales, como los humanos, cuen
tan con numerosas conductas defensivas innatas, basándose en las contribu
ciones de Darwin y Romanes, William James propuso en 1893 que en los ani
males y en los humanos estas respuestas defensivas interiores eran desenca
denadas por la ansiedad, una tendencia innata a reaccionar con miedo ante
las situaciones de peligro. La confirmación experimental a la noción de que la
ansiedad puede aprenderse se debe a los descubrimientos que hizo Pavlov a
comienzos del siglo xx, según los cuales los reflejos defensivos pueden ser mo
dificados por la experiencia y ser provocados por un estímulo neutro ante
rior. Así, en 1927 Pavlov destacó la utilidad de tal aprendizaje asociativo para
la supervivencia de un animal:
Por su parle, Freud hizo una propuesta similar. Puesto que los estímulos do
lorosos suelen estar asociados a csnmulos neutros, simbólicos o reales, Freud
postuló que el emparejamiento repetido de estímulos neutros y nocivos puede
hacer que el estímulo neutro se perciba como peligroso y que origine por si solo
la respuesta de ansiedad. Situando este argumento en un contexto biológico, en
1926 Freud escribió:
la idea de que algunos aspccios de estas formas de ansiedad también son apren
didos en humanos. (Consúltese anteriores debates sobre modelos animales en
Dollard y Millcr, 1950; Estes y Skinner, 1941; Hammond, 1979; Miller. 1948;
Mowrer, 1939.)
Puesto que consideramos que la ansiedad como un rasgo característicamen
te humano, es importante revisar las pruebas de que los animales simples pue
den manifestar ansiedad y de que el miedo condicionado que presentan puede
ser similar a ciertas formas de ansiedad humana. Mi intención es demostrar que,
clásicamente, el miedo condicionado y la sensibilización a largo plazo proporcio
nan modelos de ansiedad anticipatoria y crónica, respectivamente (fig. 4-1).
En el condicionamiento clásico (pavloviano). un animal aprende a relacionar
dos estímulos, uno condicionado (EC o señal) y otro no condicionado (ENC)
(o de refuerzo). Por definición, el ENC produce en el animal un reflejo efectivo,
o una respuesta instintiva, denominada respuesta no condicionada porque apa
rece antes de que se produzca el condicionamiento. En cambio, no es necesario
que el EC produzca una respuesta refleja antes de que tenga lugar el condiciona
miento. Tras el emparejamiento repetido, el animal aprende a relacionar el EC
con el ENC y, por consiguiente, muestra respuestas condicionadas fiables ante el
EC que, a menudo, recuerdan la respuesta innata no condicionada ante el ENC.
En el experimento clásico de Pavlov, la comida (pienso) era el ENC que produ
cía la respuesta innata; la salivación refleja. Tras diversos ensayos en los que la
comida se relacionaba con un estimulo neutro (un tono), éste ocasionaba de
manera fiable la salivación. Pavlov observó que, para que la relación fuese efec
tiva, el tono y la comida debían presentarse en una secuencia precisa: el tono
tenía que preceder a la comida. Esto, como se verá más adelante, se debe a que
La señal neutra avisa de un peligro (an No hay señal que permita predecir un pe
siedad) ligro, por lo que tampoco la hay para
La ausencia de señal neutra proporciona sentir seguridad (ansiedad crónica)
seguridad (ausencia de ansiedad)
La señal neutra (EC) avisa del estímulo No hay señal neutra (EC) que permita
aversivo (ENC) predecir un estímulo aversivo (ENC)
La ausencia de EC indica que no habrá
ENC
FIGURA 4-1. Dos tipos de aprendizaje que generan dos formas de ansiedad.
Comparación de la ansiedad anticipatoria y su modelo animal, el condicionamiento aver
sivo, con la ansiedad crónica, y su modelo animal, la sensibilización a largo plazo,
De la metapsicología a la biología molecular 129
Branquias Branquias
Parapodio Parapodio
Sonda de prueba Sonda de prueba
A
Pretest (día 1)
Período Descarga eléctrica
del test —4 en la cola 15 s
5 min .S_ Descarga eléctrica
en la cabeza (ENC) 30 s
Entrenamiento (2-3 días) Gamba (EC) 90 s
3h
Par
EC
(condicionamiento) & ENC
10 Emparejados 10 ] Sensibilizados
8 ai 8
2CL c
6 ± 6
<7J tn
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vacia ante el mismo estímulo de prueba en ausencia del estimulo señal o antes
del entrenamiento. En el caso de los animales entrenados con un estímulo señal,
la señal neutra es necesaria para que se exprese la ansiedad, por tanto, se trata de
una forma de ansiedad anticipatoria. En ausencia del estimulo, los animales no
muestran temor sino al contrario: los animales sensibilizados de forma crónica y
entrenados sin un estimulo señal, muestran una sensibilidad generalmente supe
rior que no se ve afectada por la presencia o ausencia del estímulo y. por tanto,
manifiestan una forma de ansiedad crónica.
La ansiedad anticipatoria humana y la ansiedad en Aplysia también son com
parables a la vista de los efectos que ocasiona la ansiedad. Algunos conductis-
tas, como Pavlov (1927), supusieron que la ansiedad anticipatoria se debía a la
sustitución del estímulo, es decir, que la respuesta aprendida ante el estímulo
neutro previo producía la misma respuesta manifiesta, tal y como lo hace el es
tímulo doloroso. En cambio, Freud, que, de alguna manera, fue el fundador de
la psicología cogniliva moderna, creía que el peligro real produce un estado in-
138 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Ahora que sabemos que Aplysia muestra formas elementales de ansiedad tan
to anticipatoria como crónica, estamos en situación de analizar los mecanismos
celulares de ambas y examinar la relación entre ellas. Empezaré considerando
la sensibilización, el modelo animal de ansiedad crónica, porque esta forma de
ansiedad se ha estudiado con detalle a nivel celular y molecular, y me centraré en
Respuestas apetitivas
Alimentarse
Activación
defensiva Respuestas defensivas
Retraimiento de la cabeza
Retraimiento del sifón
Expulsión de tinta
Locomoción de huida
ív
Interneurona
de facilitación
Activación defensiva (miedo)
m
Jíf
O A Branquias
m ■«■ir
6 neuronas motoras .X
Control Serotonina
Neurona motora
Neurona sensitiva
2 mV
J 20 mV
A 50 ms
Control AMPc
Neurona motora
Neurona sensitiva
5 mV
J 50 mV
B 50 ms
(figura 4-9). De acuerdo con este modelo, la serotonina liberada por las neuro
nas facilitadoras actúa sobre un receptor serotoninérgico situado en la membra
na de las terminaciones prcsinápticas de la neurona sensitiva; a continuación, el
receptor activa una adenilato ciclasa sensible a la serotonina, que aumenta la
producción de AMPc en las terminaciones. Este incremento de AMPc activa una
proteín-cinasa que es la enzima habitual del lugar de acción del AMPc en todas
las células eucariotas. Las proteín-cinasas fosforilan proteínas; es decir, añaden
grupos fosforilo a determinados restos de aminoácidos en la proleína. La adición
de un grupo fosforilo cambia la carga de la proleína y la hace más negativa. Esto,
JIM O ogía molecular 143
Terminación presináptica
Sero-
lomna Receptor de serotonma
Proteina G
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Puerta de
Canal de Ca’”
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Célula postsmáptica
El mantenimiento de la ansiedad
crónica implica cambios estructurales
miento tic esta ansiedad aprendida algún cambio morfológico? Para responder
a esta pregunta, Bailcy y Chen (1983) han visualizado por microscopía electró
nica las terminaciones sinápucas de la neurona sensitiva utilizando peroxidasa
de rábano silvestre como marcador electrodenso. Sus resultados indican que,
como ocurre en otras neuronas, las vesículas sinápticas, donde probablemente se
almacena el neurotransmisor, son liberadas a expansiones varicosas de la termi
nación presináptica del axón. Las varicosidades contienen regiones especializa
das denominadas zonas activas, donde las vesículas se cargan y son transporta
das a los lugares en los que descargarán su contenido. Al comparar las neuronas
sensitivas de animales sensibilizados de manera crónica con las de animales con
trol, estos investigadores han analizado los cambios en la cantidad y la distri
bución de las vesículas sinápticas, asi como en el tamaño y la extensión de las
zonas activas. Por ejemplo, observaron que en los animales normales no todas
las varicosidades contienen zonas activas. En cambio, el numero de zonas acti
vas y el tamaño medio de cada una de ellas pueden ser modificados por la an
siedad. En las neuronas sensitivas de animales no sometidos a sensibilización,
sólo el 41 % de las varicosidades contiene zonas activas; el resto no las tiene.
Por el contrario, en los animales que han sido sensibilizados, la proporción de
zonas activas aumenta hasta el 65 %. Además, el tamaño medio de cada zona es
mayor en los animales sensibilizados que en los no sensibilizados (fig. 4-10).
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152 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
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154 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Todavía no conocemos con todo detalle los mecanismos celulares que sub-
yacen al condicionamiento aversivo utilizado como modelo de la ansiedad anti
cipatoria en Aplysia, pero ya disponemos de pruebas concluyentes de que los
mecanismos celulares del condicionamiento aversivo están relacionados con
los de la sensibilización a largo plazo (Duerr y Quinn, 1982; Hawkins y cois.,
1983; Waltcrs y Byrne, 1983). Los análisis del condicionamiento clásico de los
reflejos simples en Aplysia indican que el aprendizaje de la ansiedad señal con
lleva una forma modificada de los mismos mecanismos celulares y moleculares
(los de la facilitación prcsináptica) causantes de la ansiedad crónica. El meca
nismo de la especificidad asociativa es una forma ampliada de facilitación pre-
sináptica denominada estimulación de la facilitación prcsináptica dependiente
de la actividad. La llegada a las terminaciones de la neurona sensitiva de po
tenciales de acción que resultan de la activación de la vía del EC aumentan la
sensibilidad de estas terminaciones a los efectos de la serotonina liberada por
las neuronas de facilitación de la vía del ENC. Asi, el condicionamiento clásico
emplea una amplificación de la maquinaria molecular utilizada por la sensibili
zación. lo cual indica que podría haber un alfabeto molecular para el aprendiza
je por medio del cual las formas complejas de aprendizaje utilizan elementos de
las formas simples. Al parecer, en la ansiedad señal, estos mecanismos de faci-
ME' JE c aliaigía a la biología molecular 155
litación prcsinaptica son utilizados por dos elementos del aprendizaje en dos
puntos del circuito neuronal: un mecanismo asociativo que mantiene la especi
ficidad temporal de la modulación, y un elemento modulador que potencia los
reflejos defensivos.
El mecanismo potenciador es una modificación idéntica a la facilitación pre-
sináptica que explica la sensibilización. Como ocurre en la sensibilización, el me-
canismo modulador potencia las respuestas reflejas defensivas (como el retrai
miento de las branquias) mediante células de activación scrotoninérgica defen
siva (fig. 4-14).
Descarga/estimulación
Gamba eléctrica en la cabeza
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EC | Seroiomna -------1 ENC
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Componente asociativo
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Facilitación presináptica
dependiente de la actividad Serotomna
Interneurona de facilitación
Componente modulador
¿Cómo actúa el potencial de acción en las neuronas de la vía del EC para po
tenciar la facilitación presináptica subyacente a la asociación entre el estado de
ansiedad y una señal específica del entorno? Es evidente que la amplificación es
producida por uno o más cambios ocasionados por el potencial de acción. Du
rante el potencial de acción se producen cuatro cambios: dcspolarización, entra
da de sodio, entrada de calcio y salida de potasio. La señal podría ser la entrada
de calcio, puesto que este ion actúa sobre el AMPc de diversas maneras (Cheung,
1980). La potenciación dependiente de la actividad producida por el calcio po
dría conseguirse modulando una o más etapas de la cascada del AMPc. Por ejem
plo, el calcio podría controlar mediante la serotonina la activación de la adeni-
lato ciclasa en las células sensitivas. De acuerdo con esta hipótesis, la acción de
la neurona de facilitación serotoninérgica sería más eficaz en el condicionamien
to clásico que en la sensibilización, porque la activación de la ciclasa por parte de
la serotonina es precedida por una entrada de calcio en la neurona sensitiva. El
EaaiEP^ilogía a la biología molecular 157
calcio, quizás junto con la calmodulina. podría unirse a la adendato ciclasa, pro
duciendo un cambio conformacional que aumenta su activación por acción de la
serotonina
De hecho, podría producirse a un mecanismo de regulación presinaptica bá
sico que implique la potenciación de la liberación de transmisor mediante la fos
forilación dependiente de AMPc, que actuaría de distintas formas (convencional
y amplificada) para dar lugar a la ansiedad crónica (no señal) o anticipatoria (se
ñal). Este modelo de condicionamiento clasico también indica que estamos em
pezando a comprender nuestra capacidad de aprender las relaciones predictivas.
Creo que esta capacidad, que es fundamental para nuestra vida mental, reside en
la necesidad temporal exacta de que se produzca una señal debida a la actividad
en espiral (quizás mediante la acción del calcio) por parte del sistema adenilato
ciclasa de determinadas neuronas.
Visión general
Los modelos que he presentado confirman la importancia de la interrelación
celular de la ansiedad crónica y anticipatoria en Aplysia. Ambas formas de ansie
dad implican el reforzamiento de la conexiones por medio de la modulación de
la transmisión sináptica. En ambos casos, se potencia la liberación de transmisor
inhibiendo el canal de potasio y aumentando, por tanto, la entrada de calcio.
De hecho, estos estudios indican que existe una gramática molecular básica sub
yacente a las diversas formas de ansiedad, un conjunto de mecanismos que em
plean distintos «ladrillos» en distintas combinaciones y permutaciones. Además,
también parecen indicar que hay distintos procesos mentales, sin relación feno-
tipica alguna, podrían ser básicamente similares a nivel molecular y celular.
En este capítulo he ido más allá de los hechos intencionadamente al intentar
explicar la conducta humana mediante dalos obtenidos en estudios con anima
les. porque quería destacar dos conceptos que considero fundamentales para el
estudio futuro de los mecanismos celulares de la ansiedad. El primero es la capa
cidad que tiene la experiencia para modificar la función del cerebro alterando la
fuerza sináptica y regulando la expresión génica. El segundo es la gran utilidad
de los modelos animales para el estudio de la ansiedad. A diferencia de la esqui
zofrenia, que no consiste en una disfunción de un proceso adaptativo normal y,
por tanto, es una enfermedad mental característicamente humana, el miedo o la
ansiedad constituyen un mecanismo adaptativo general presente en animales
simples y complejos. Por tanto, hay buenas razones para creer que algunos dé
los mecanismos celulares de la ansiedad también pueden generalizarse.
Asimismo, he apuntado la posibilidad que el aprendizaje normal, la adquisi
ción aprendida de la ansiedad y su desaprendizaje mediante la intervención psi-
coterapéulica puedan causar cambios funcionales y estructurales duraderos en
158 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
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entaric
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«NEUROBIOLOGIA Y BIOLOGIA
MOLECULAR»
Eric J. Nestler, M.D., Ph.D.
163
164 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
tosis. Anualmente, este proceso se conoce con todo detalle a nivel molecular,
y se sabe que la unión de Ca:" a las proteínas diana desencadena cascadas de in
teracción proieina-proieína que controlan el tránsito y la fusión de vesículas.
A principios de la década de 1980, la noción de que la fosforilación de las
proteínas neuronalcs regulaba la conducción nerviosa y la transmisión sinápti-
ca era todavía controvertida. Actualmente, se sabe que la fosforilación proteíni-
ca es el principal mecanismo molecular mediante el cual se regulan todos los ti
pos de proteínas neuronalcs. Éstos son tan sólo algunos de los progresos de la
neurociencia durante las dos últimas décadas que no habrían sido posibles sin
las extraordinarias herramientas de la biología molecular.
Es igualmente sorprendente encontrar en el artículo de Kandel una de las
más importantes areas de conocimiento en la que se han producido avances
menos espectaculares: la comprensión de cómo los circuitos neuronalcs permi
ten las conductas complejas. Este acierto es de particular importancia para
Kandel, para mi y para muchos psiquiatras que se esfuerzan por establecer las
bases neuronales de los trastornos mentales. Claramente, se han logrado progre
sos importantes; por ejemplo, se han empleado ampliamente ratones convencio
nales con mutaciones y, más recientemente, de ratones mulantes inducibles para
una célula específica, de vectores víricos, de oligonucleótidos de hebra comple
mentaria, de ARNi (ARN de interferencia) y de otras herramientas, y hemos sido
testigos de extraordinarios progresos que han permitido vincular cada una de las
proteínas del interior de las estructuras cerebrales con una conducta compleja.
Con todo, cabe señalar que los mecanismos precisos del circuito con el que estas
proteínas, a través del funcionamiento alterado de cada una de las células ner
viosas, provocan muchos de los tipos de conducta compleja, permanecen casi
tan desconocidos como lo eran hace 20 años.
Estas consideraciones entroncan directamente con un teína central en la ele
gante descripción de Kandel en el presente volumen: ¿estamos esperando sim
plemente que se produzcan otros progresos metodológicos que permitan obte
ner una comprensión neuronal de la conducta compleja, o se trata de un enfo
que reduccionista inherentemente limitado? Estoy totalmente de acuerdo con
la idea de Kandel de que la neurociencia proporcionará un día una compren
sión de los mecanismos de la conducta compleja en situaciones tanto normales
como patológicas. Al hacer inventario de los progresos de la disciplina desde
1983, sigo tan optimista como siempre, y estoy convencido de que podremos lo
grar este objetivo. Espero ser testigo de los progresos en nuestro campo ante este
y otros retos que se presentan durante las dos próximas décadas.
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CAPITULO 5
v» >; |W
NEURGBIOLOGlA Y BIOLOGIA í
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MOLECULAR1 VA-h
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c. * - •.. n
E/ segundo encuentro
Eric R. Kandel, M.D.
167
168 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
tas en este resumen remiten principalmente a artículos de este mismo libro, es
tos artículos se han empleado como punto de partida para tratar otras cues
tiones que, para abreviar, describiré sin otras citas.
do y no puede ser tránsenlo por una proieina represora que está unida a esta
secuencia del operador. Sin embargo, el gen puede ser activado rápidamente
por una pequeña molécula señal, producto del metabolismo celular que se une a
la proteina represora y la elimina, listas pequeñas moléculas determinan en ul
tima instancia la transcripción del gen estructural La idea de que la función del
gen no esta determinada sino que puede ser regulada por el entorno mediante
pequeñas moléculas (como los inductores) proporcionó un marco intelectual
coherente para entender buena parte de la fisiología bacteriana. Además, este
modelo era la primera explicación molecular de la diferenciación celular duran
te la embriogenesis eucariota Según este planteamiento (que, como sabemos
ahora se ha simplificado un poco), todas las células del cuerpo contienen todos
los genes del genoma. De hecho, su desarrollo dependería de la activación y de
sactivación apropiadas de modelos particulares de genes en cada célula.
Para muchos investigadores, las leyes disponibles permitían explicar la mayor
parte de la biología, incluida la del desarrollo, tanto su principio come» su estu
dio en detalle. Las leyes se habían estuchado en virus y células bacterianas, pero
el código era universal y la evolución tendía a la conservación. No obstante, mu
chos autores discreparon de Monod en cuanto a que un elefante es una Esclien-
chía coli más evolucionada. Por consiguiente, estos biólogos creyeron que sólo
quedaba por cruzar una frontera: la del cerebro y el desarrollo y la biología de la
actividad mental (la cognición, la percepción, el pensamiento y el aprendizaje).
Aunque el tiempo ha demostrado que esta perspectiva era excesivamente
optimista, la neurobiologia se benefició de ello, ya que en pocos años numerosos
biólogos moleculares dedicaron su talento al campo de la ncurobiologia: Francis
CricU.J. P. Changeux, Sidney Brenncr, Scymour Bcnzcr, Cyrus Levinthal, Gunt-
her Stcnt y Marshall Nirenbcrg, entre otros. Además, su entusiasmo hizo que
muchos jóvenes (algunos de los cuales estaban en este simposio: Rcgius Kelly,
Louis Rcichardt y Douglas Fambrough) se sintieran atraídos de inmediato por
este campo y proporcionaron a la ncurobiologia nuevas perspectivas y métodos.
Este primer encuentro se caracterizó por los mismos métodos experimentales
que habían funcionado tan bien para la biología molecular: la elaboración de mode
los. la selección de preparaciones experimentales apropiadas y dotadas con abun
dante material de estudio y, lo que resultó más novedoso para la ncurobiologia, la
utilización de la genética mutacional. Un ejemplo sorprendente de una preparación
abundante en sustancias de interés neurobiológico es el órgano eléctrico de Torpedo
y la anguila utilizados inicialmente por David Nachmansohn (1959) para estudiar
los componentes bioquímicos de la transmisión colinérgica. Este material propor
cionó información estructural detallada sobre el receptor nicotínico de la acetilco-
lina (AChR), las enzimas responsables de la síntesis y la degradación de la acetilcoli-
na (ACh) y la vesícula colinérgica. Otras preparaciones fueron introducidas en la
ncurobiologia porque eran útiles para el análisis mutacional, como las lineas celula
res minórales, el ncuroblasioma y las células PCI 2. asi como organismos simples
170 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
como C. clcgans y Drosophila, cuyos ciclos vitales cortos les hacen apropiados para
un análisis genético. El interés también se centró en lincas isogénicas de peces y
ratones con las que se quiso esclarecer cómo determinan los genes la especificidad
de las conexiones en el cerebro de los vertebrados.
Sin embargo, tras el apasionamiento inicial, esta adaptación a la nueva disci
plina no fue fácil. En 1965 no existían métodos adecuados para realizar análisis
muiacionalcs del sistema nervioso. Como resultado de ello, los primeros inves
tigadores destinaron muchos esfuerzos a la elaboración de sistemas que eran
nuevos para la ncurobiología. Pasó más de una década antes de que se cumplie
ran las posibilidades y expectativas del primer encuentro, es decir, antes de que
se pasara de elaborar sistemas a dar respuesta a preguntas importantes sobre es
tos sistemas. Aunque los métodos del análisis mutacional terminaron por influir
en la ncurobiología, no pudieron aplicarse de inmediato. Como consecuencia de
ello, la influencia de la primera adaptación fue gradual, y lo que se produjo fue
más una evolución que una revolución de la ncurobiología. Posiblemente, du
rante estos años hubo momentos en que algunos de los investigadores sintieron
que la ncurobiología molecular nunca alcanzaría una lase de gran desarrollo,
una etapa de progresos rápidos similar a la que había convertido el resto de la
biología molecular en algo tan apasionante. Se producían avances continuamen
te, los problemas se caracterizaban cada vez mejor, eran más interesantes y más
accesibles, estaba creciendo el numero de estudios en todo el ámbito de la neu-
robiología, pero el progreso era lento.
Tal como ilustra este simposio, en los últimos 3 años hemos asistido a un se
gundo encuentro, que consiste en un retorno a la biología molecular. Este nue
vo interés coincide con la evolución de varias técnicas moleculares: ADN recom
binante, métodos de secuenciación de ADN y proteínas y anticuerpos tnonoclo-
nalcs. Como complemento de estos avances en biología molecular, las técnicas
de fijación de voltaje (patch-chvnp) han permitido a los elcctrofisiólogos medir
corrientes a través de cada uno de los canales iónicos.
No obstante, este segundo encuentro difiere del primero en varios aspectos
importantes. En la actualidad, la neurobiología se basa más en la biología mole
cular. El trabajo de la primera generación se ha consolidado y se dispone de nu
merosos sistemas bien definidos y estudiados para el análisis mutacional. La
ncurobiología de Drosophila y C. ciegans ha alcanzado la mayoría de edad. Y lo
que es más importante: las preguntas que actualmente pueden responderse a
nivel molecular se han esclarecido enormemente. Además, las técnicas de ADN
recombinante son aplicables a una serie más amplia de preparaciones que las del
análisis mutacional. Por otra parte, el conocimiento de que al menos algunos ge
nes de interés neurobiológico se conservan en las especies abre la posibilidad
de beneficiarse de forma sistemática de las ventajas mutacionales de Drosophila
clonando genes de Drosophila y utilizándolos para cribar las bibliotecas genómi-
cas de animales superiores.
Neurobiologia y biología molecular 171
cerebro. Para trabajar en una área particular del sistema nervioso, se tiene que
estudiar previamente su estructura y fisiología. Sin embargo, hoy en día es posi
ble empezar a trabajar en los aspectos moleculares de un problema sin sentirse
intimidado por los formidables logros de la elcctrofisiología o la precisión con
que se ha descrito la anatomía del cerebro. Puesto que. en principio, las técni
cas del ADN recombinante y los anticuerpos monoclonalcs pueden aplicarse a
cualquier sistema de interés, algunos investigadores han contribuido de manera
interesante a la ncurobiologia seleccionando sistemas en los que el detalle anató
mico y fisiológico es limitado o sencillo.
Además, esto es sólo la punta del iceberg. A medida que el progreso se acelera,
las barreras que tradicionalmcnte han separado la ncurobiologia de la biología ce
lular se reducirán aún más. Es probable que se produzcan otras dos consecuen
cias como resultado de este cambio en el panorama de la ncurobiologia. En pri
mer lugar, científicos de talento procedentes de otras áreas de la biología se sen
tirán cada vez más atraídos por la ncurobiologia porque sus problemas, de por sí
fascinantes, se plantearán de forma que su enfoque molecular será importante. En
segundo lugar, los neurobiólogos empezaremos a apreciar que algunos de estos
problemas que consideramos fascinantes no son exclusivos del sistema nervio
so, y que podrían ser más beneficiosos si se estudian en cualquier otra parte.
Por otro lado, este simposio también nos ha mostrado que el ADN recombi
nante y las técnicas del hibridoma, no son esquemas conceptuales. Tras la clona
ción, la neurobiología seguirá viva. Las preguntas básicas a las que se enfrenta
el estudio del cerebro siguen siendo: ¿cómo funcionan las células nerviosas del
cerebro?, ¿cómo interaccionan el pensamiento, los sentimientos, la percepción,
el movimiento y la memoria? Las nuevas técnicas serán importantes para la neu
robiología sólo si ayudan a responder a estas preguntas. Es evidente que las téc
nicas de la genética molecular serán de gran valor, pero también lo es que estas
técnicas no pueden avanzar por sí solas y que son necesarios otros enfoques.
A continuación, me gustaría abordar algunas cuestiones tratadas en el simpo
sio y utilizarlas para revisar algunos de los principales temas de la neurobiolo
gía molecular actual.
Proteínas de canal
y bombas, que permiten a los iones atravesar la membrana. Las bombas trans
portan iones de forma activa contra el gradiente electroquímico y. por tanto, re
quieren energía mctabólica. Los canales, en cambio, no requieren energía meta-
bólica, pues los iones pasan a través de ellos rápidamente y a favor del gradiente
electroquímico.
Las proteínas del canal, a su vez, se agrupan en dos clases: a) canales sin
puerta que siempre están abiertos, y b) canales con puerta que pueden abrirse y
cerrarse. Los canales dependientes de voltaje perciben el campo eléctrico y pue
den ser abiertos por cambios en el potencial de membrana. Los canales cuya
abertura se controla químicamente se abren cuando ligandos tales como un
transmisor o una hormona se unen a ellos. Cada tipo de neurona posee canales
diferentes, e incluso regiones distintas de una misma neurona pueden tener dis
tintos tipos de canales.
La comprensión actual de la señalización en las células nerviosas se origina a
partir de la hipótesis iónica formulada en términos matemáticos por Hodgkin,
Huxlcy y Katz en 1952. Según esta teoría, el reposo y los potenciales de acción
se deben a una distribución desigual de K*, Na' y Cl" a través de la membrana. La
bomba de Na' mantiene la concentración de Na' dentro del axón aproximada
mente veinte veces inferior al exterior. La membrana en reposo consta de cana
les sin puerta (denominados canales de fuga) permeables al K' y, de hecho, el po
tencial en reposo de las células nerviosas es próximo al potencial de equilibrio
del K' (aproximadamente - 80 mV). La ligera desviación del potencial de equili
brio del K' se debe a una ligera permeabilidad de los canales de fuga al Na' y al
CL. La membrana del axón puede generar un potencial de acción porque contie
ne dos canales distintos dependientes del voltaje, uno para el Na' y el otro para
el K*. Ambos están cerrados en reposo y se abren por despolarización. La des
polarización abre el canal de Na', que admite la entrada de cierta cantidad de Na*
en la célula que, a su vez, causa otra despolarización; ello abre más canales de
Na' y origina un proceso regenerativo que conduce el potencial de membrana
hacia el potencial de equilibrio de aproximadamente +55 mV. La despolarización
también abre canales de K*, pero con retraso. Los canales de K' permiten la sali
da de K’ de la célula y ello, junto con la inactivación del canal de Na', repolari
za la célula y termina el potencial de acción.
A lo largo de los últimos años, la hipótesis iónica se ha ampliado gracias al
descubrimiento de otros canales iónicos en el soma y las regiones terminales de
la neurona que no están presentes en el axón. Por ejemplo, en las terminacio
nes nerviosas y los somas hay canales de Ca" dependientes de voltaje. La aper
tura de estos canales ocasiona la entrada del Ca" necesario para la liberación
exocílica de transmisor desde las vesículas sinápticas. En las células musculares,
la apertura de los canales de Ca" es un paso crucial para el inicio de la contrac
ción. Por otra parte, además del canal de K* descrito por Hodgkin y Huxlcy
(1952), denominado el canal de K'diferido, se han hallado otros tipos de cana-
174 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Ies de K* con puerta, tanto en las terminaciones nerviosas como en el soma. En
tre ellos destacan el primer canal de K* y el canal de K‘ activado por Ca".
La transmisión sinóptica, en su forma mas simple, representa una extensión
de este conjunto de mecanismos, y se sirve de canales que están controlados
químicamente en lugar de mediante voltaje Por ejemplo, en las sinopsis ncuro-
muscularcs de los vertebrados, Fatt y Katz (1951) y Takeuchi y Takcuchi (1966)
pusieron de relieve que la transmisión sinóptica implica la apertura de un canal
por el que pasan cationes pequeños, principalmente Na* y K*, cuando la ACh se
une al canal.
farmacológico de que son necesarias dos moléculas de ACh para abrir o cerrar el
canal. Cada uno de los cuatro tipos de subunidad es codificado por un ARNm
distinto y, de hecho, por un gen distinto (Anderson y Blobel; Numa y cois.; Raf-
tery y cois.). En realidad, actualmente se han clonado todos los genes que codi
fican cada uno de los cuatro tipos de subunidades (Numa y cois.; Patrick y cois.)
y hay pruebas claras de que ambas copias de la subunidad a son transcritas a
partir de un solo gen (Numa y cois ). La diferencia bioquímica entre las dos su-
bunidades a se debe a modificaciones postraduccionalcs, aunque todavía se des
conoce la naturaleza exacta de las modificaciones (Hall y cois.; Karlin y cois.;
Lindstrom y cois.; Merlic y cois.; Numa y cois.; Raftery y cois.).
La comparación de las secuencias completas de nuclcótidos de las subunida-
dcs revela la existencia de una homología considerable entre ellas, lo cual confir
ma que todas ellas proceden de una única proteina ancestral (Numa y cois.;
Raftery y cois.). Una posibilidad evidente es que el AChR ancestral constara de
un homooligómero y que la posterior duplicación y divergencia génica llevara a
la evolución de la familia gcnica que ahora codifica para las diversas subunida
des del AChR nicotinico actual.
Los datos de la secuencia y la información inmunológtca, bioquímica y es
tructural del AChR también nos ayudan a entender cómo se orientan las sub
unidades en la membrana (Anderson y Blobel; Changeux y cois.; Fairclough y
cois.; Karlin y cois.; Numa y cois.; Patrick y cois.). Cada una de las cuatro sub
unidades es una proteina transmembrana (Anderson y Blobel; Changeux y cois.;
Raftery' y cois.). Se cree que la región aminoterminal de cada subunidad se sitúa
en el lado extracelular de la membrana, y es probable que esta región de las sub-
unidades a contenga los lugares de identificación para la ACh, que segura
mente son extracelulares. Los primeros estudios con marcadores de afinidad han
mostrado que los lugares de unión a ACh contienen restos de cisteína (Karlin y
cois ), y a partir de los datos de la secuencia ha sido posible distinguir los res
tos de cisteína que, probablemente, también son componentes de estos lugares
(Numa y cois.). Como veremos más adelante, todavía se desconoce cuál es la
disposición del extremo carboxilo (Fairclough y cois.; Numa y cois.).
Los estudios de microscopía electrónica indican que las cinco cadenas se
disponen alrededor del canal central (Fairclough y cois.; Karlin y cois.). Puesto
que la secuencia es la misma en la mayor parte de la estructura primaria de las
subunidades, es probable que cada subunidad tenga una estructura similar.
Como resultado de ello, probablemente cada subunidad contribuye de un modo
parecido a la estructura total (Fairclough y cois.; Numa y cois.). Por ejemplo, los
datos de Numa indican que cada subunidad tiene cuatro amplias regiones hidró
fobas, y se cree que cada una de ellas atraviesa la membrana una vez. Si esto es
así, cada subunidad se abre paso a través de la membrana cuatro veces (Chan
geux y cois.; Hershey y cois.; Numa y cois.; Patrick y cois.). Se ha postulado
que los dominios transmembrana hidrófobos se unen a dominios hidrófilos que
176 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
ello, los músculos esqueléticos afectos de los pacientes con miastenia grave con
tienen menos AChR que los de las personas normales. Teniendo en cuenta la im
portancia clínica del AChR. es una suerte que el receptor se conserve a lo largo
de la evolución; sus genes se han aislado tanto de humanos (Nurna y cois.) como
de Drosophila (Ballivet y cois.), donde podrían estudiarse eficazmente.
Aunque ahora conocemos abundantes detalles del AChR nicotinico, segui
mos sabiendo poco sobre cómo se expresa la estructura del canal en su función
a nivel molecular Además del problema de la selectividad iónica, del que ha
blaré mas adelante, pueden tratarse otras cuestiones clave. En primer lugar,
¿cómo se transforma la unión de la ACh en la abertura del canal? ¿Explica el
proceso de la transducción por qué la masa total del receptor de la proteina es
tan grande (250 kD) y por qué la proteína se divide en cinco cadenas? A partir
de los estudios sobre antibióticos ionofóncos (como la gramicidina A) y la bac-
teriorrodopsina (Dunn y cois.) es evidente que para formar un canal sólo se ne
cesita una cadena polipeplidica pequeña. En segundo lugar, ¿cómo se ensambla
el receptor? ¿Es necesaria la participación de proteínas o se trata de autoensam-
blaje? Y en tercer lugar, ¿cómo se regula la expresión génica de las subunidades
durante el posterior desarrollo y denervación?
Estas preguntas ilustran una cuestión a la que volvere más adelante. Determi
nar la secuencia de nucleótidos es fundamental para conseguir una comprensión
molecular del funcionamiento neuronal, pero es sólo el principio. Será esencial
combinar información derivada de las técnicas de genética molecular con los co
nocimientos obtenidos a partir de los enfoques biológico-celular, biofísico y es
tructural. En particular, los datos de la secuencia deben estar relacionados, por
un lado, con la bioquímica estructural y, por el otro, con la función. En reali
dad, no será fácil estudiar los mecanismos moleculares responsables del funcio
namiento de los canales del AChR (p. ej., cómo se produce la difusión). Esta di
ficultad surge del hecho de que, a diferencia de las moléculas orgánicas, los sus
tratos —los iones que atraviesan los distintos canales de ACh— no pueden ser
alterados para realizar estudios específicos (aunque en el caso de los canales de
Na* y K\ la mayor parte de los datos conocidos lo han sido gracias a haber utili
zado iones de distinto tamaño, forma y carga). De hecho, los trucos posibles en
el estudio de los mecanismos enzimáticos —basados en el uso de sustratos aná
logos— no puede aplicarse a los canales iónicos. Sin embargo, se han utilizado
marcadores de afinidad del canal fotoactivados para identificar las subunidades
que forman el canal del AChR (Changeux y cois., Karlin y cois.).
La mutagénesis dirigida en un sitio, que se ha utilizado en el caso de la bac-
teriorrodopsina para alterar los productos génicos en locus moleculares especí
ficos (Dunn y cois.), puede ayudar en el análisis de los canales. Mediante esta
forma de análisis de la genética molecular, podría analizarse en cada subunidad
del canal controlado por ligando cómo contribuye una secuencia peptídica
concreta a los diversos aspectos de la difusión. Es probable que el método más
178 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
y se aísla junio con dos subunidades mas pequeñas, la |), (39 kD) y la |)2
(37 kD). La subunidad fL se une a la a mediante enlaces disulfuro. Ll canal de
Na* del sarcolcma del músculo de los mamíferos esia formado por lies elemen
tos pequeños (39 kD. 38 kD y 47 kD) y un pepiido grande.
¿Qué similitudes existen entre los canales de Na* procedentes de estas diver
sas fuentes? ¿Indica la existencia de un gran péptido en cada uno de ellos que to
dos estos canales de Na* comparten una subunidad principal? Para responder a
esla pregunta será necesario determinar partes de la secuencia de aminoácidos
de este péptido de gran tamaño. Una vez que los dalos de Raftery sobre la se
cuencia parcial de aminoácidos del AChR han abierto el camino a la clonación
de esta molécula, se hace necesario conocer algunos datos de la secuencia para
pasar al siguiente nivel de análisis del canal de Na*.
El análisis molecular de los canales de K* y Ca" plantea problemas mas com
plejos porque, a diferencia del canal de Na*, hasta hace poco no se disponía de li-
gandos o anticuerpos. No obstante, las dihidroxipiridinas son una nueva clase de
fármacos que, al parecer, interaccionan específicamente con los canales de Ca*‘
(Gengo y cois.; Gould y cois.), y ello puede ser de ayuda al aislarlas. Sin embar
go, la atención se centra actualmente en el primer canal de K*. que se altera en la
Drosophila mulante denominada shakn (Jan y cois.; Salkoff). Los imitantes
sIui/ící realizan movimientos espontáneos y no funcionales en circunstancias
determinadas debido a potenciales de acción prolongados en las células de los
nervios y los músculos. Estos potenciales de acción anómalos son el resultado de
una única mutación génica que priva a este muíante de los primeros canales
de K*. Si esta mutación sólo se produjera en ratones, quizás deberíamos espe
rar un tiempo para resolverlo, pero se dispone de técnicas especificas que per
miten aislar genes mulantes en Dwsophila. Una técnica especialmente eficaz es
el marcado de transposones, en el que se muta y se marca el gen de interés me
diante la inserción de elementos genéticos (transposones) dcsplazablcs (transpo-
nibles). Un elemento genético transponible en Drosophila que es especial
mente útil es el P, porque adquiere mucha movilidad cuando los machos de
una cepa que lo portan se aparean con hembras procedentes de una cepa que no
lo posee. Este tipo de aparcamiento origina la disgenesia híbrida, un proceso
que aumenta enormemente las mutaciones en la descendencia. Puesto que el
elemento P se inserta en sitios nuevos en el genoina de la descendencia, es
tas mutaciones permiten detectar sistemáticamente las moscas disgenésicas
para la carencia fcnotípica shaher (Jan y cois.). Los mulantes shaher aislados
de este modo contienen en realidad elementos P cerca del locus shaher (Jan
y cois.). Por tanto, debería ser posible aislar el elemento P y las secuencias nu-
cleótidas de alrededor y, por tanto, aislar segmentos del gen para el primer ca
nal de K*.
El aislamiento de cualquier canal de K* podría originar el de otros canales de
K* en caso de que tengan secuencias similares. En tal caso, sería de particular in-
Efe-lfr )§3#t iologia molecular 181
las de transmisor, unirse a sitios especializados del receptor llamados zonas ac
tivas. Una vez liberado, el transmisor se difunde a través de la hendidura stnap-
tica, donde se une al receptor y abre (o cierra) los canales controlados química
mente, iniciando un flujo de corriente en la célula postsinaptica. Dependiendo
de los canales controlados por el transmisor, el flujo de corriente producirá exci
tación o inhibición.
En la actualidad tenemos algunos conocimientos acerca de los receptores y
los transmisores y los canales iónicos que controlan (p ej., Barker y cois.;
Salkmann y cois ), estamos empezando a comprender los mecanismos molecu
lares presinápticos que controlan la unión a vesículas y la liberación de trans
misor (Goldin y cois.; Kelly y cois.). Un avance conceptual considerable ha sido,
precisamente, descubrir que la liberación de la vesícula se halla estrechamente
relacionada con su movilización, el proceso mediante el cual se cargan las vesí
culas en los lugares de liberación. A su vez, la movilización de vesículas esta re
lacionada con el transporte axónico y, en su lugar de origen en el aparato de Gol-
gi del interior celular, con la distribución en la membrana. Los datos de Kelly so
bre la distribución en la membrana indican que hay dos vías para exteriorizar los
productos elaborados en el aparato de Golgi: una constitutiva y otra regulado
ra. Sólo la vía reguladora es utilizada por material almacenado en las vesículas si-
nápticas, que pasan del aparato de Golgi al axón interaccionando con elementos
de transporte específicos. Una vesícula determinada debe seleccionar, por ejemplo,
si se la transportará a las regiones terminales del axón para liberar o a la dendrita
para la inserción en la membrana dendntica. Para que las distintas vesículas se des
placen a regiones diferentes de la célula, deben cumplirse dos condiciones: a) tie
nen que existir distintos sistemas de transporte, y b) las vesículas secretoras tienen
que contar con una molécula de identificación para seleccionar el sistema apropia
do. Una vez que las vesículas han sido conducidas por transporte axónico a la ter
minación sinaptica, pueden cargarse en zonas activas para la liberación. La entra
da de Gi*' favorece la fusión de la vesícula a la membrana, supuestamente median
te la calmodulina o una proteína de unión al Ca'* similar.
determinado hasta sus células de origen. Para ello, en los estudios inmunocito-
quumcos o de hibridación m sifu pueden utilizarse anticuerpos de sondas pep-
tidicas o con la secuencia de nuclcotidos marcados (Buck y cois.; Mahon y Sche-
llcr; Roberts y cois.).
lil estudio de los precursores poliprotcinicos ha revelado una unidad subya
cente en la organización de los transmisores pcptidicos (o sus posibles candida
tos) Desde el descubrimiento de las met-encefalinas y leu-encefalinas por parte
de Hughes. Kosterlitz y sus colaboradores en 1975. se han descubierto otros
18 transmisores con actividad analgésica de tipo opioide cuando se inyectan en el
cerebro. Todos los péptidos opioidcs son extensiones del extremo carboxil tan
to de la met-cncelalinas como de la leu-cncefahna. Ademas, lodos ellos proceden
únicamente de tres precursores: prooptomelanocortina. proencefahna y prodi-
norfina (Hcrbcri y cois.; Rossier). que poseen similitudes notables. Son práctica
mente idénticos en longitud, y los péptidos biológicamente activos se hallan casi
exclusivamente localizados en la mitad carboxiterminal del precursor. El domi
nio activo de cada precursor se halla delimitado en ambos lados por pares de res
tos aminoácidos básicos, lo que origina posibles lugares de escisión para las en
zimas de tipo tripsina.
Estas semejanzas tienen dos implicaciones. En primer lugar, la existencia de
restos de aminoácidos básicos ha llevado al descubrimiento dentro de las poli-
proteínas de diversos péptidos completamente nuevos y no conocidos con an
terioridad (Buck y cois.; Evans y cois., Herbcrt y cois; Mahon y Scheller; Sut-
cliffe y cois ). De este descubrimiento se deduce una estrategia racional en la
búsqueda de nuevos péptidos: las moléculas precursoras de cada péptido cono
cido pueden clonarse y, a continuación, ser estudiadas en busca de posibles nue
vas secuencias peptidicas delimitadas a los lados por sitios de escisión básicos.
(Para conocer otra estrategia, v. Suicliffc y cois, en este libro.) En una excelente
aplicación de este método general, se descubrió un nuevo péptido en mamífe
ros codificado en el mismo gen junto con la secuencia que codifica la calcitoni-
na. La inmunocitoquímica pasó a utilizarse entonces para demostrar que este
péptido se encuentra en neuronas de la vía del gusto (Evans y cois.).
1.a segunda implicación de las semejanzas entre los transmisores peptídicos
es que cada familia puede haber evolucionado a partir de un solo gen ancestral.
Por ejemplo, dado que los péptidos opioides tienen una actividad opioide en co
mún y comparten secuencias repetidas y estructuralmente parecidas, parece pro
bable que hayan sido generados tras una serie de duplicaciones. Hcrbert y cois,
han indicado que una unidad de repetición del gen de la encefalina de 48 bases
puede ser el bloque de construcción de los tres genes de estos precursores opioi
des. La duplicación y los ajustes de este bloque de construcción pueden haber
conducido a la aparición de los diversos genes opioides actuales.
El descubrimiento de que los péptidos proceden de poliproteínas origina otra
pregunta: ¿Por qué las poliproteínas se utilizan como precursores? En principio,
186 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Para establecer conexiones con dianas específicas, las neuronas envían conos
de crecimiento axónico que se desplazan desde su lugar de origen a un soma ce
lular situado en el sino diana. Los estudios sobre el desplazamiento del cono de
crecimiento en el embrión de saltamontes indican que estos conos utilizan un
conjunto preciso de prolongaciones exploradoras para buscar su diana (Bastiani
y cois.; Bentley y cois.; Raper y cois.). Cuando emerge un miembro embrionario
de la pared del cuerpo, inicialmente está desprovisto de neuronas. Los primeros
axones que aparecen en el miembro (las primeras fibras) son los axones de las
neuronas sensitivas que emergen desde el epitelio del miembro. A medida que los
conos de crecimiento de estas primeras fibras alcanzan el sistema nervioso cen
tral, los de los primeros axones motores empiezan a emerger y se desplazan en di
rección contraria. Estos dos conjuntos de axones establecen, por tanto, la estruc
tura inicial para el posterior crecimiento axónico. Raper y cois, han propuesto
que las vías axónicas establecidas por los primeros axones se hallan marcadas de
manera diferencial en la superficie de la célula. Se cree que los conos de creci
miento tardío están determinados de manera diferencial en cuanto a su capacidad
190 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
de elegir qué vías marcadas hay que seguir (Bastiani y cois.; Raper y cois.) Algu
nas vías marcadas y fascículos axónicos pueden caracterizarse mediante anticuer
pos monoclonales específicos (Hockfield y cois.; Raper y cois.).
El análisis de los mecanismos que regulan la formación de excrecencias en las
primeras fibras y permiten la posterior formación de excrecencias en los axones
para seguir vías especificas requerirá varios métodos moleculares y mu tac tona
les. Ya se han utilizado con éxito mulantes de Drosophila para manipular la mor
fología del axón y la consiguiente formación de sinapsis (Wyman y Tilomas).
El descubrimiento de que el embrión de Drosophila tiene grandes semejanzas
con el del saltamontes es de hecho alentador, ya que sugiere que podría rccumr-
se a las numerosas técnicas experimentales y a la disponibilidad de mulantes en
Drosophila para estudiar la posible existencia y la importancia funcional de mo
léculas específicas de la superficie de la célula en las primeras fibras precursoras,
así como en los últimos axones excrecentes (Raper y cois ).
A lo largo de las dos últimas décadas, la mayor parle de los conocimientos im
portantes en ncurobiología. y todo lo que hasta ahora he revisado en el simposio,
se ha realizado en un marco conceptual de conexionismo celular. Pero, sor
prendentemente. los bioquímicos que se ocuparon por primera vez de este
campo suelen recurrir a un enfoque más general, no filosóficamente, va que por
que los bioquímicos son reduccionistas y es evidente que quieren entender como
funcionan las moléculas y las células, sino por cuestiones practicas, porque
para trabajar de un modo eficaz se requieren muchos datos que pueden obtener
se más fácilmente pulverizando el cerebro entero o regiones del mismo. No
obstante, en la mayoría de los casos, a medida que se dan cuenta de que el cere
bro no es como el hígado sino que se trata de un órgano notablemente hetero
géneo compuesto de diversos tipos y subtipos celulares, la mayor parte de bio
químicos suelen empezar a mejorar la pureza de su sistema o tratan de encontrar
uno mejor.
En este simposio se ha demostrado que, en determinadas circunstancias (a mi
parecer poco frecuentes), puede obtenerse información valiosa de estudios del
cerebro como un tejido entero. En primer lugar, estos estudios muestran que el
cerebro expresa más genes que cualquier otro tejido del cuerpo (Hahn y cois.;
Sutcliffe y cois.). Si el riñón o el hígado expresan entre 10 000 y 20.000 secuen
cias distintas de ARNm, se cree que el cerebro expresa como mínimo cuatro ve
ces esta cantidad.
Además de expresar un mayor número de genes, hay indicios de que las célu
las del cerebro hacen un uso exhaustivo de un tipo poco habitual de ARNm que
sólo aparece raramente en otras células. Mientras que en otros tejidos el ARNm
que se traduce en una proteína es poliadenilato casi invariablemente (poli[A]*),
Hahn y cois, y Chikaraishi y cois, descubrieron que el cerebro contiene un gran
número de ARNm que carecen de esta cola poli(A) (ARNm poli|A]~). También
es interesante el descubrimiento de que los mensajes poli (A)" no son abundan
tes al nacer sino que predominan sólo durante el desarrollo posnatal, lo cual in
dica que desempeñan un papel especial en las últimas etapas del desarrollo. De
hecho, a pesar de su naturaleza preliminar, es sorprendente y potencialmente
importante constatar la abundancia de ARNm poli(A)' en el cerebro y la posibi
lidad que codifique para proteínas distintas que las codificadas por los mensa
jes poli(A)*. Para confirmar de una manera convincente la importancia funcio
nal de esta forma inusual de ARNm, será necesario demostrar que estos ARNm
poli(A)" codifican proteínas distintas que los ARNm poli(A)*.
Me apresuro a añadir una reserva: no todo lo que es específico del cerebro tie
ne que ser importante. Se cree que el genoma de los mamíferos contiene unos
100.000 genes. Quizás el 30 % de estos genes es exclusivo del cerebro. Me gus
taría creer que lodos estos genes son igual de interesantes, pero dudo que sea asi.
Algunos genes específicos del cerebro serán claramente más importantes que
otros. Además, es posible que nunca seamos capaces de comprender el cerebro
Neu igíá molecular 195
por completo, en todos sus detalles. Por tanto, deberemos concentrarnos en al
gunos problemas clave y analizarlos exhaustivamente. Un corolario de este razo
namiento es que, aunque el cerebro es el órgano responsable de la actividad
mental, no todos los ARNm específicos del cerebro tienen porque codificar (o,
en realidad, es probable que codifiquen) para una proteina involucrada en una
función mental suprimí: Por otro lado, diversas funciones mentales que conside
ramos fascinantes utilizan probablemente las mismas proteínas que otras células
somáticas utilizan para distintos propósitos.
La posibilidad de que un tipo inusual de síntesis de ARNm pueda ser frecuen
te en el cerebro nos hace preguntarnos si otros procedimientos especializados
son explotados por el cerebro mas ampliamente que en cualquier otra parte del
organismo. ¿Se produce, por ejemplo, una nueva disposición genómica en el
cerebro? En los sistemas inmunitarios. varios dominios de genes funcionales son
recombinados para generar un conjunto diverso de genes de anticuerpo. La nue
va disposición de AON en las neuronas, donde se constata que es no aleatoria
ni combinatoria, también podría ser importante para expandir el potencial rela
tivo a la información del genoma del cerebro.
El cerebro expresa más genes que otros órganos, pero, como ellos, puede ad
quirir complejidad macromolecular en vías postraduccionales. Actualmente se
dispone de indicios claros sobre la existencia de como mínimo otros tres tipos de
mecanismos: a) síntesis alternativa de ARNm; b) síntesis alternativa de precur
sores de las proteínas, y c) modificaciones covalcntes de las proteínas maduras
(fosforilación, metilación, glucosilacion, etc.).
Evans y sus colaboradores han descubierto que un solo gen de la calcitonina
puede generar dos ARNm y dos productos génicos mediante la síntesis diferen
cial del ARNm. En las células del tiroides, el gen de la calcitonina transcribe un
ARNm en el que se selecciona un sitio poli(A) que forma parte del exón de la
calcitonina. En las células del cerebro, se identifica otro sitio de poliadenilación
que es adyacente al exon de un péptido (el péptido CGR), de manera que en el
cerebro sólo se transcribe el gen de este péptido y no el de la calcitonina.
Ya se ha considerado una síntesis alternativa del precursor como forma de
producir distintas familias de péptidos opioides en distintas células (Herbert y
cois.). El mismo péptido también puede existir en su forma natural y modifi
cada covalentemenic. Una modificación habitual es la fosforilación. Por lo me
nos un 10 % de las proteínas específicas del cerebro puede fosforilarsc sobre res
tos de serina o treonina. Algunas de ellas (como la proteína l o la sinapsina i)
son frecuentes en todas las células nerviosas de los vertebrados (DcGennaro y
cois.). Esta proteina está compuesta por dos péptidos de 86 kD y 80 kD y está
relacionada con las vesículas sinápticas (DeGcnnaro y cois.). Puede tratarse de
una proteína involucrada en la movilización o recuperación de vesículas, y es
especialmente interesante porque su estado de fosforilación es regulado por
diversos transmisores químicos y por actividad impulsiva. Otras fosfoproteí-
196 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
ñas están presentes en varios tipos de células (p. cj., células que reciben infor
mación dopamincrgica) y algunas son específicas de un único upo celular,
como la célula de Purkinje del cerebelo (Lcwis y cois.). A diferencia de la ubi
cuidad de la fosforilación, la mediación y la adcnilación se utilizan con una fre
cuencia mucho menor.
La complejidad del sistema nervioso reside en las diversas etapas del desarro
llo que incluyen la determinación, la diferenciación, la formación de conexiones,
la muerte celular, la eliminación de sinapsis y el ajuste preciso del resto de sinap-
sis. Estas etapas reflejan el linaje, los antecedentes precoces del desarrollo, las
posteriores interacciones competitivas y otras modificaciones epigcnéticas. A
menudo se hace referencia a la heterogeneidad resultante de las propiedades ce
lulares en el cerebro como diversidad neuronal. Aunque es una apreciación co
rrecta de un modo descriptivo, se trata de una expresión poco adecuada porque
en lugar de ser útil remite un ejemplo mucho mejor comprendido de la diversi
dad biológica: la diversidad de anticuerpos. El termino diversidad de anticuerpos
hace referencia al hecho de que los linfocitos B generan millones de anticuer
pos distintos que se unen a determinantes antigénicos diferentes. La diversidad
de anticuerpos implica una alteración en un solo producto, la intnunoglobulina.
El mecanismo genético que genera la diversidad de anticuerpos actúa sobre una
familia común de proteínas con una función conocida. En cambio, las diferen
cias entre neuronas no son siempre del mismo tipo, sino que existe un conjun
to de diferencias. Para explicar esta cuestión mencionare los distintos tipos de
funciones aparentemente independientes que contribuyen a las diferencias entre
neuronas.
En primer lugar, las neuronas difieren en su capacidad de señalización. Al
gunas generan potenciales de acción; otras no. Las primeras pueden no estar
activadas o activarse espontáneamente en ausencia de información (como las cé
lulas del nodulo sinoauricular del corazón). Las células que son espontáneamen
te activas pueden excitarse de manera regular o intermitente. Todas estas dife
rencias (y otras más sutiles) pueden depender de la familia de los canales iónicos
específicos presentes en la membrana de una neurona determinada y, como he
mos visto, las neuronas difieren en cuanto a sus canales iónicos.
En segundo lugar, las neuronas se diferencian en los transmisores químicos
que sintetizan. Algunas sintetizan un transmisor molecular pequeño, otras sin
tetizan uno y, a menudo varios transmisores pcptídicos, y otras combinaciones
de estos transmisores. La expresión de cualquier transmisor en particular, inde
pendientemente de si se trata de una molécula pequeña o de un pépiido, obliga
a la célula a un modelo completo de diferenciación. Este modelo incluye no sólo
molecular 197
ficas que hacen que las neuronas sean distintas entre si. De hecho, tan pronto
como se hayan analizado las diferencias entre neuronas, sera importante especi
ficar a qué dimensión de diversidad pertenecen estas diferencias. En particular,
debería diferenciarse, por ahora, en primer lugar la diversidad en el reconoci
miento de otras formas de diversidad, y debería buscarse principalmente en el
cerebro en desarrollo. Con todo, es lógico pensar que otras formas de diversidad
sean secundarias al reconocimiento. Quizás las células nerviosas desarrollan mo
léculas de superficie especificas tras el nacimiento con vistas al reconocimiento,
y quizás otras diferencias se deben a este marcado precoz. Pero todas estas posi
bilidades todavía tienen que demostrarse.
La enorme diversidad neuronal obliga a hacerse una de las preguntas más im
portantes de la neurobiología: ¿cómo podemos definir un tipo celular en el sis
tema nervioso? A diferencia del músculo o el hígado, el cerebro de los vertebra
dos no consta tan sólo de un gran número de células nerviosas, sino que el es
tudio más superficial de secciones histológicas con tinción de Golgi indica que
contiene muchos tipos distintos de células. Actualmente, se calcula que hay
aproximadamente entre l .000 y 10.000 tipos celulares distintos, pero podría ha
ber muchos más. Por ejemplo, las células nerviosas de la misma serie diferencia
da no se conectan con las mismas dianas. Los millones de células de Purkinje del
cerebelo se conectan no con uno sino con diversos núcleos profundos del cere
belo que son bastante distintos. ¿Deberían definirse estas subpoblaciones como
tipos celulares distintos? ¿Existe alguna característica celular relacionada con las
conexiones de salida? ¿Se diferencian también las células por la información
entrante? ¿Por su localización en el cerebelo? ¿Alguna de estas características
está relacionada con otras propiedades celulares?
A este respecto, es necesario demostrar una serie de cuestiones moleculares:
¿cómo se distingue a nivel molecular entre un tipo de célula en particular y
otro? ¿Cuántas proteínas distintas debe generar un tipo de célula? ¿A qué nivel
de regulación (transcripcional o postraduccional) se establece esta diferencia?
¿En qué medida está relacionado cada tipo de célula con el linaje celular en los
vertebrados, o con las distintas moléculas de reconocimiento? ¿Cuántos tipos de
células existen realmente en el sistema nervioso de los vertebrados?
Esta última cuestión puede explicarse muy bien mediante un ejemplo extraí
do de la retina de los vertebrados. Los estudios anatómicos que utilizan tincio
nes de Golgi (hasta hace poco, el principal método para distinguir un tipo celu
lar) han alentado durante mucho tiempo la creencia de que en la retina sólo
hay un tipo de célula amacrina (aunque, con anterioridad, Ramón y Cajal ya
había señalado que las células amacrinas podían distinguirse entre sí por las di-
Neurobiologíg y biología molecular 199
(Kidd y cois.. 1983) podría ser el descubrimiento de un tipo de genes que de
sempeñen una función particularmente importante en el control de la diferen
ciación ncuronal.
Como queda claro a partir de este análisis sobre tipos celulares, las cuestiones
planteadas sobre las neuronas no son exclusivas de los estudios moleculares del
desarrollo del cerebro, sino que también se formulan en todas las areas de la bio
logía del desarrollo. Las técnicas moleculares son muy útiles para analizar la es
tructura de cada una de las moléculas pero, de momento, sólo hemos creado téc
nicas que analizan cómo interactúan estas moléculas durante el desarrollo para
producir una célula funcional. Para una comprensión mas profunda de los me
canismos que originan los distintos tipos celulares del cerebro de los vertebra
dos, será necesario poder caracterizar y manipular con mayor precisión estos sis
temas moleculares.
Puesto que las diferencias entre neuronas son de muchos tipos, debería poder
demostrarse fácilmente la existencia de heterogeneidad molecular con tecnolo
gía de hibridoma, que puede generar anticuerpos específicos utilizando un an-
lígeno complejo. En realidad, ya se ha demostrado que esto es así. El barrido
del sistema nervioso con bibliotecas de anticuerpos tnonoclonales creadas para
el sistema nervioso muestra una heterogeneidad antigenica notable (Barnstable
y cois.; Hockfield y cois.; McKay y cois.; Zipser y cois.; lienzer. comunicación
personal). Algunos atíngenos son específicos de las neuronas, otros de las célu
las gliales, otros de los axones o de los cuerpos celulares; algunos son únicos de
un tipo celular concreto, otros son compartidos por diversos tipos celulares y, al
mismo tiempo, puede demostrarse la relación entre los distintos tipos celulares.
Estos anticuerpos han proporcionado, de hecho, marcadores magníficos para de
terminados tipos de células (p. ej., Raff y cois.) y deberían permitir el aisla
miento y la purificación final de diversas proteínas específicas de neuronas.
Esta etapa es fundamental. Nuestra comprensión de las neuronas a nivel mole
cular se halla enormemente limitada por nuestros escasos conocimientos sobre
sus proteínas importantes. El descubrimiento de varios determinantes antigéni-
cos nuevos, y la ocasión que proporcionan para descubrir nuevas proteínas, es
sólo la primera etapa y, probablemente, la más sencilla. Será más complicado
relacionar estas proteínas con su correspondiente función. Una estrategia para
conseguir este objetivo es proyectar una red amplia. Es necesario conocer las
propiedades bioquímicas de estos antígenos y su distribución en la célula. Las
nuevas técnicas moleculares pueden ayudar a reunir esta información, pero tam
bién es necesario disponer de sistemas de ensayo con los que poder analizar di-
Neurobiologta y biología molecular 201
Perspectivas
A medida que se expliquen esta última cuestión y las otras planteadas ante
riormente, estaremos afrontando en el sistema nervioso algunos de los proble
mas más complejos y profundos en biología. Los primeros investigadores pro
cedentes de la biología molecular eran muy optimistas en 1965 cuando afirma
ban todo menos la biología del cerebro podía inferirse a partir de los principios
disponibles. Con todo, llevaban razón al pensar que el sistema nervioso es una
de las últimas fronteras de la biología y que es probable que los conocimientos
sobre los mecanismos celulares y moleculares sean particularmente interesan
tes y unificadores. Para estudiar la biología molecular del cerebro, es necesario
iniciar una nueva etapa importante en una progresión filosófica con la que la
biología experimental se ha comprometido casi inexorablemente desde los es
tudios de Darwin. En la época de Darwin, era difícil aceptar que la forma hu-
Neurobiología y biología molecular 205
mana no se creó de manera única sino que evoluciono a partir de animales infe
riores. Más recientemente, ha sido motivo de controversia la idea incluso narci-
sisiicamentc más perturbadora de que los procedimientos mentales en humanos
también han evolucionado de aquellos ancestros animales y que la actividad
mental no es etérea, sino que puede explicarse desde el punto de vista de las cé
lulas nerviosas y sus interconexiones. El siguiente desafio, que este simposio y la
neurobiología moderna han abierto, es la posibilidad —en realidad, la probabili
dad— de que varias moléculas importantes para las funciones nerviosas superio-
res en humanos pueden conservarse en la evolución y hallarse en el cerebro de
animales más simples, y, además, que algunas de estas moléculas podrían no
encontrarse exclusivamente en las células del cerebro, sino que pueden ser utili
zadas en general por células de todo el cuerpo. La fusión de la biología molecu
lar y la neurobiología es, de hecho, más que una unión de métodos y concep
tos. En última instancia, la neurobiología molecular, que representa la unión de
las disciplinas, resulta de la convicción cada vez mayor de que es posible des
cribir coherentemente y de forma biológicamente unificada la actividad mental.
Agradecimientos
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206 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
207
208 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
canismos por los cuales la experiencia puede alterar el cerebro, tanto en la sa
lud como en la enfermedad
El trabajo experimental de Kandel ha socavado sin duda la división reduccio
nista en mente y cerebro propia de la perspectiva dualista, pero además envía un
mensaje adicional a la psiquiatría, mensaje que se expresa con claridad en el pre
sente ensayo, «Neurocicncia: un siglo de progreso y misterios que aún perdu
ran»; en el los autores se plantean un objetivo no menos ambicioso, resumir las
contribuciones mas relevantes de la neurocicncia a la psiquiatría desde sus ini
cios basta el presente, y plantear a modo de predicción las orientaciones que en
un futuro podrían resultar más provechosas. En la primera página del artículo,
los autores plantean y marcan las diferencias entre dos perspectivas de la ncuro-
ciencia: una perspectiva holistica de los problemas (de arriba abajo) frente a una
reduccionista (de abajo arriba). No sólo queda muy claro que ambos enfoques
son necesarios, sino que además deben interactuar si queremos avanzar en el co
nocimiento ile la cognición, la emoción, el control de la conducta y los funda
mentos de la enfermedad mental. En este punto no debería haber controversia
alguna. Sin embargo, hay que añadir que sólo se avanza si el enfoque aplicado a
un determinado problema es el correcto. La clase de reduccionismo al que hace
referencia el texto resulta un planteamiento adecuado en una fase concreta del
proceso de resolución de problemas, pero ni es un objetivo filosófico en si mis
mo ni representa un punto de vista universal. En otras palabras, el reduccionis
mo experimental de Kandel no pretende explicar la conducta humana en su con
junto. en términos de sus componentes fundamentales, células individuales,
genes, moléculas, átomos o quarks. La idea consiste en desmenuzar los proble
mas en elementos que puedan tratarse con el objetivo de entender cómo se unen
c interrelacionan dichos elementos, aun a sabiendas de que identificar y caracte
rizar las partes no significa poder explicar fenómenos de un nivel superior. (Aquí
debemos reconocer el mérito de Descartes, que ya recomendó la adopción de
esta perspectiva científica.) No es posible realizar avances sin utilizar estrate
gias reduccionistas, como el texto pone de manifiesto (sobre todo en la extensa
exposición sobre el funcionamiento del sistema visual), pero al mismo tiempo
resulta evidente que las explicaciones exclusivamente reduccionistas no respon
den a las preguntas más fundamentales.
Con frecuencia la psiquiatría ha tratado la cuestión reduccionismo-holismo
como si se tratara de opciones opuestas, en lugar de utilizarlas como formas
complementarias de enfocar un mismo problema y verlo con mayor amplitud.
Analizar los aspectos genéticos o neuropatológicos de una enfermedad mental,
desde una perspectiva reduccionista, no implica negar la importancia de la
persona en su conjunto ni del contexto psicosocial en el que el o ella funciona,
sino que es un camino efectivo hacia el conocimiento. La carrera de Kandel ilus
tra el éxito que se consigue con una aproximación disciplinada a la ciencia. Co
nociendo a Eric como le conozco, estoy bastante seguro de que lo que más le
210 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Bibliografía
Un siglo de progreso
y misterios que aún perduran
Thomas D. Albright, Ph.D.
Thomas M. Jessell, Ph.D.
Eric R. Kandel, M.D.
Michael I. Posner, Ph.D.
Introducción
El objetivo de la ncurocicncia es entender los mecanismos biológicos que per
miten la actividad mental La ncurocicncia busca comprender cómo los circuitos
neuronales que se ensamblan durante el desarrollo permiten a los individuos per
cibir el mundo que les rodea, cómo recogen esa percepción en la memoria y, una
vez almacenada, cómo pueden actuar sobre los recuerdos de esa percepción. La
ncurocicncia también intenta dilucidar las bases biológicas de nuestra vida emo
cional, es decir, cómo las emociones enriquecen nuestro pensamiento y cómo la
regulación de las emociones, el pensamiento y la acción está alterada en enferme
dades como la depresión, la manía, la esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer.
Se trata de problemas enormemente complejos, más que cualquiera de los que han
afrontado previamente otras áreas de la biología.
1 Este capitulo es la traducción del articulo Neural Science. A ccntury of progress and the
mystcries thal remain, publicado originalmente en Cdl 2000; 100: S1-S55. Reproducido
con autorización de Elsevier.
211
212 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
nal izad ora en diferentes regiones del sistema visual percibir objetos pequeños en
el mundo visual? ¿Cómo nos hacemos conscientes de esa percepi ion? ¿Como
reconstruimos una cara a nuestra voluntad, en nuestra imaginación, en un mo
mento posterior y una vez ausente la afereni la visual? ¿Cuales son los funda
mentos biológicos de nuestros actos voluntarios?
Tal y como intentan dejar claro las secciones siguientes, no se trata ya de si en
el siglo xxi se puede mejorar la comprensión de la cognición Sin duda seremos
capaces de hacerlo. La cuestión es si podremos desarrollar nuevas estrategias
para combinar los enfoques reduccionista y holísiico con el fin de crear un puen
te entre los mecanismos moleculares y los procesos mentales: una verdadera bio
logía molecular de la cognición. Si en el siglo xxi conseguimos hacer esta sínte
sis. podremos tener una idea nueva de los procesos mentales, unificada e intelec-
tualmcnte satisfactoria.
La doctrina neuronal
mente- como los axones y las dendritas se fonnaban a partir de neuronas aisladas
en un tejido de cultivo.
La segunda confusión se debió a que los anatomistas no podían ver la mem
brana celular y. por tanto, no tenían la certeza de que las neuronas estaban de
limitadas por membranas. Como consecuencia, muchos creían que el citoplas
ma de dos células contiguas no estaba separado en sus puntos de contacto y
que ambas células formaban un sincitio o red reticular. De hecho, se creta que
las neurofibrillas de una célula se extendían al citoplasma de la célula si
guiente. sirviendo de camino para el flujo de una célula a la otra. Esta idea
fue corregida intuitivamente y de forma indirecta por Ramón y Cajal a finales
del siglo xix y, definitivamente, en la década de 1950, gracias a las observacio
nes del cerebro con microscopio electrónico realizadas por Sanford Palay y
George Palade.
Ramón y Cajal afrontó estas dos cuestiones utilizando dos estrategias meto
dológicas. En primer lugar, estudió el cerebro de animales neonatos, en los que
la densidad de neuronas es baja y la expansión del árbol dcndruico es menor
Además, utilizó un método de tinción de plata especializado, creado por Gami
llo Golgi. que marca sólo algunas neuronas, pero lo hace por completo, permi
tiendo la visualización del cuerpo celular, su árbol dendrítico completo y su
axón. Con estas mejoras metodológicas, Ramón y Cajal observó que las neuro
nas son. de hecho, células pequeñas, delimitadas por membranas, y dedujo que
las células nerviosas se comunican entre sí sólo en puntos especializados que
Charles Shcrrington (1897) denominaría más larde sinapsis.
A medida que Ramón y Cajal continuó examinando neuronas de diferentes
partes del cerebro, demostró poseer una extraordinaria capacidad para sacar
conclusiones sobre sus propiedades dinámicas a partir de imágenes estáticas.
Uno de sus principales logros fue el principio de ¡a polarización dinámica. Según
este principio, la comunicación eléctrica en las neuronas es unidireccional: las
señales se propagan desde el polo receptor de la neurona, las dendritas y el cuer
po celular, al axón, y después, al polo de salida de la neurona, la terminal presi-
náptica del axón.
El principio de la polarización dinámica fue enormemente influyente por
que aportó la primera visión funcionalmente coherente de las diferentes partes
de la neurona. Además, al identificar la dirección del flujo de información en el
sistema nervioso, la polarización dinámica aportó una lógica y unas reglas que
permitieron ordenar los distintos componentes de las vías cerebrales que consti
tuyen un circuito neural completo (fig. 6-l). De esta forma, en contraste con la
caótica visión del cerebro que se desprendía de los trabajos de Golgi, Gerlach y
Deiters, que habían concebido el cerebro como una red difusa de nervios en la que
lodo tipo de interacción imaginable parecía posible, Ramón y Cajal centró su
análisis experimental en la más importante de las funciones cerebrales: el pro
cesamiento de la información.
216 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Potencial de acción
Conductancia iónica
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Neurociencia 221
una vez abierto? Siguiendo los experimentos iniciales de Knox Chandler sobre
el acoplamiento entre excitación y contracción muscular, Armstrong midió las
pequeñas corrientes de compuerta que acompañaban el movimiento en el seno
de la región transmembrana del supuesto sensor de voltaje postulado por Hodg
kin y Huxley. Ello permitió realizar a predicciones estructurales sobre el nume
ro de cargas elementales asociadas al sensor de voltaje. Además. Armstrong
descubrió que una proteólisís intracclular moderada inhibe selectivamente la
inactivación de los canales de Na* sin alterar la activación dependiente de volta
je, de lo cual se deduce que la activación y la inactivación se producen median
te procesos moleculares diferentes (aunque, como mas tarde se demostró, ciné
ticamente asociados). La inactivación refleja la acción bloqueadora de un domi
nio proteico globular, una «bola» atada a la porción intracelular del canal por
una cadena peptídica flexible. Su entrada a la boca del canal depende de la acti
vación (apertura) previa de éste. Este simple modelo «mecánico» fue confirma
do por Richard Aldrich a comienzos de la década de 1990. Aldrich demostró que
existe un péptido «bola» citoplasmático aminoterminal fijado por una cadena
flexible que forma parte del canal de K* y conlleva su inactivación, tal y como
predijo Armstrong.
Hasta la década de 1970, la medición del flujo de corriente se llevaba a cabo
con la técnica de fijación del voltaje (voltagc-clatnp) desarrollada por Colé,
Hodgkin y Huxley, que delectaba el flujo de corriente que se producía tras la
apertura de miles de canales. Los métodos de patch-clamp creados por Erwin Ne-
her y Bert Sakmann revolucionaron la neurobiologia al permitir la caracteriza-
222 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
ción de las corrientes elementales que fluyen cuando un único canal iónico,
una sola pioteina de membrana, pasa de una conformación cerrada a una abier
ta (Nchcr y Sakmann, 1976) (v. fig. 6-4 A). Este avance técnico tuvo dos conse
cuencias adicionales. En primer lugar, el patch-clamp podía aplicarse a células de
diámetros tan pequeños como 2-5 pm, mientras que el vo/tagr-d«m/> se podía
aplicar sólo a células de 50 pm o más. Se posibilitó el estucho de las propieda
des biofísicas de las neuronas del cerebro de mamíferos y el de una gran variedad
de células diferentes de las neuronas. Estos avances permitieron deducir que
prácticamente todas las células tienen en su membrana externa (c incluso en sus
membranas internas) canales de Ca*' y K' similares a las de las células nerviosas.
En segundo lugar, la introducción del patch-cUnnping también permitió el análi
sis de los canales a nivel molecular, y no solo de los canales sensibles al voltaje
como los que hemos descrito hasta ahora, sino también de los canales sensibles
a ligando que abordamos a continuación.
vAW cerrado
Va ■»WW **f>+*r±*y.+m
Uj 2 pA
A 20 ms
Receptor
|V
«i
n
Espacio
n*n extracelular
•A
l'?
v; Membrana
• * • t
•; ’^W gas----------
*/• *-••> Espacio
\v5 -> citoplasmático
En la década de 1980. Shosaku Numa, Lily Yeh Jan, Yuh Nungjan, William
Catlerall, Steven Heinemann, Peter Seeburg, Heinrich Betz y otros investigado-
Neurociencia 225
res, clonaron y expresaron canales sensibles al voltaje de Na*, Ca2* y K\ asi como
canales sensibles a ligando para ACh, GABA, glicina y glutamaio (Armstrong y
Hillc, 1998; Creen y cois., 1998; Numa, 1989). En estudios biofísicos previos
ya se habían investigado bastante estos canales y, en consecuencia, la clonación
molecular se encontraba en una posición aventajada para aportar nuevos cono
cimientos sobre la topología de membrana y las subunidades que componen las
proteínas de los canales sensibles al voltaje y a ligando (Armstrong y Hille, 1998;
Colquhoun y Sakmann, 1998). La clonación molecular reveló que todos los ca
nales sensibles a ligando tienen un diseño general común y que este diseño com
parte características con los canales sensibles al voltaje.
Basándonos en la identidad de secuencia, los canales sensibles a ligando
pueden dividirse en dos superfamilias: a) receptores de glutamaio (de tipo
NMDA [N-metil-D-aspartaiol y de tipo no-NMDA), y b) receptores de otras
moléculas transmisoras pequeñas: Ach nicotínicos, 5-hidroxitriptamina, GABA,
glicina y ATP (Green y cois., 1998) (fig. 6-6). Entre ellos, disponemos de infor
mación más detallada sobre los receptores Ach nicotinicos del músculo esque
lético (fig. 6-3 B). Este receptor se compone de cuatro subunidades diferentes
denominadas a, (3, y y existen dos subunidades a que forman parte de un canal
de cinco subunidades (a^Pyó). Las imágenes tridimensionales muestran que este
canal compuesto por cinco subunidades rodean a un poro que contiene agua
(figs. 6-3 B y 6-4). Como había indicado previamente Hille, el canal parece dividi
do en tres regiones: una región de entrada relativamente grande en la superficie ex
terna, un poro transmembrana estrecho, de un grosor de tan sólo unos pocos diá
metros atómicos, que selecciona los iones en función de su tamaño y su carga, y
una región de salida mayor en la superficie interna de la membrana plasmática.
El primero de los canales dependiente de voltaje en ser clonado, el canal de
Na* cerebral, se compone de una subunidad mayor (a) y dos menores (f3). La
subunidad u está ampliamente distribuida y es la principal subunidad forma-
dora de poros, esencial para el flujo transmembrana de Na', mientras que las
subunidades menores son reguladoras y se expresan sólo en algunos subtipos de
células (en las que participan en el ensamblaje y la inactivación de canales). La
subunidad a está compuesta por un único péptido de unos 2.000 aminoácidos y
cuatro dominios internos repetidos de estructura idéntica. Cada dominio contie
ne seis segmentos transmembrana (SI a S6) que al parecer son a helicoidales, y
un bucle P reentrante. Este último conecta los segmentos S5 y S6 y forma la boca
externa y el filtro selectivo del canal.
Los canales sensibles al voltaje de Ca2* son similares al canal de Na* en su es
tructura general. Sin embargo, cada uno de los canales de K* clonados codifica
sólo un dominio de unos 600 aminoácidos, que contienen seis regiones trans
membrana y el bucle P. Como puede deducirse de su estructura, se requieren
cuatro de estas subunidades para formar un canal funcional (bien como homo-
tetrámeros o como heterotetrámeros).
226 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Canal de Ca7-
1 4
COOH
NH
Canal de K*
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COOH
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/ Unión al ligando
I COOH
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COOH
B
227
ulutamato Membrana
celular
Intracelular
Filtro selectivo de K*
B
iJEmgsTsraiünj—
do. Cric Gouaux y sus colaboradores (Chen y cois., 1999) han clonado y expre
sado un canal dependiente de gluiainato en la cianobactcria Syna liocysfis PCC
6803, y han aportado una sorpresa más: el receptor tiene una estructura trans
membrana similar a la del canal KcsA y forma un poro selectivo para K*. De
este modo, este receptor esta relacionado tanto con los canales rectificadores de
K' como con los receptores de glutamato de las células encanólas (fig. 6-5 B)
La región cxtracelular guarda homología en su secuencia con el dominio de
unión al ligando de los receptores de glutamato, mientras que la región del
poro es similar a un canal de K* invertido. Tras estos descubrimientos, Gouaux y
colaboradores han propuesto que el receptor de glutamato de las procariotas es
el precursor de los receptores de las encartólas. Ademas, este receptor supone el
eslabón perdido entre los canales de K' y los receptores de glutamato, de lo cual
se deduce que tanto los canales iónicos sensibles a ligando como los sensibles
al voltaje tienen una estructura similar y derivan de una antepasado bacteriano
común.
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Sintaxina Sintaxina-/• de lusión?
Toxina botulínica *....
u-Letrotoxina ..........
Los mecanismos de facilitación sinaptica que se lian ofret ido como posibles expli
caciones de la memoria [..1 han resultado decepcionantes. Antes de aceptar cual
quiera de ellos como la base celular que acompaña a la formación de reflejos condi
cionados, debería ampliarse considerablcmenic el tiempo en el que se ha observado
que operan. Los repetidos fracasos de los neurofisiólogos al intentar explicar la me-
moría mediante la facilitación sináptica demuestran que. tal vez han estado buscan
do un tipo de mecanismo equivocado. (Burns, 1958; pags. 96-97.)
lugares y objetos. lisia memoria involucra al lóbulo temporal medial y a una es
tructura localizada en su interior el hipocampo. La memoria no declarativa, es
decir, la habituación, la sensibilización, el condicionamiento clásico y operativo
y varios hábitos, consiste en el recuerdo inconsciente de estrategias y habilidades
motoras y perceptivas (Squire y Zola-Morgan, 1991). En los invertebrados, estos
recuerdos se suelen almacenar en vías sensoriales y motoras especificas. En los
vertebrados, ademas, se almacenan también en tres grandes estructuras subcor-
ucalcs: la amígdala, el cerebelo y los ganglios básales (Milncr y cois., 1998).
Los estudios conductuales sobre la memoria no declarativa simple y la me
moria declarativa compleja habían mostrado previamente que ambas pasan por
un mínimo de dos fases temporalmente diferentes: una memoria a corto plazo,
que dura minutos, y una memoria a largo plazo, que dura chas o más tiempo
(Milncr, 1965, Milncr y cois,, 1998). Estas dos fases difieren no solo en su cur
so temporal, sino también en su mecanismo molecular: la memoria a largo pla
zo requiere de la síntesis de nuevas proteínas, un proceso que no es necesario
en la memoria a corto plazo. Los estudios moleculares en Aplysia y en ratones
han revelado que en ambas etapas de la memoria conductual se producen dis
untas fases moleculares de plasticidad sináptica (Abel y cois., 1997. Bourt-
chouladzc y cois . 1994, Montarolo y cois., 1986). En Aplysia, estas etapas se
han estudiado especialmente en el contexto de la sensibilización, una forma de-
aprendizaje en la que un animal refuerza sus respuestas reflejas a estímulos
previamente neutros, tras la presentación de un estimulo aversivo (Byrnc y
Kandcl. 1996; Carew y cois., 1983; Squire y Kandcl. 1999). La memoria conduc
tual a corto y a largo plazo para la sensibilización ocasiona un refuerzo a corto y
largo plazo de las conexiones sinápticas entre la neurona sensitiva y la neurona
motora que generan este reflejo. En estas conexiones, la scrotonina, un ncuro-
transmisor liberado in vivo por las ínterneuronas activadas por estímulos sensibi
lizadores, da lugar a una potenciación sináptica a corto plazo que dura minutos
y se produce como resultado de la modificación covalenic de proteínas preexisten
tes catalizada por la protcín-cinasa A (PKA) y la protcin-cinasa C (PKC) dependien
tes de AMPc. En cambio, la facilitación que dura varios días es el resultado del
desplazamiento de la PKA y la protein-cinasa activada por mitógenos (MAPK) al
núcleo de la neurona sensitiva, donde estas cinasas activan el CREB-1 (CREB.
Camp responsiva element binding) y desactivan el represor CRF.B-2, causando la
inducción de una serie de genes de respuesta inmediata y, finalmente, la creación
de nuevas conexiones sinápticas (Bartsch y cois., 1995. 1998).
El almacenamiento de la memoria no declarativa en Drosophila se produce
mediante una cascada de inducción génica similar (Dubnau y Tully, 1998; Yin y
Tully, 1996; Yin y cois., 1995), y lo mismo ocurre con la memoria espacial y la de
reconocimiento de objetos, que son formas de memoria declarativa (explícita)
que pueden ser estudiadas en ratones (Abel y cois., 1997; Bourtchouladze y
cois., 1994; Impey y cois., 1996, 1998, 1999; Silva y cois., 1998), lo cual indica
240 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
que estos mecanismos podrían estar bastante generalizados entre especies. Tan
to en Aplysia como en ratones, las manipulaciones experimentales que reducen
el nivel del represor CREB-2 o incrementan el nivel del activador CREB-1 po
tencian la facilitación sinaptica y amplifican el almacenamiento de memoria
(Bartsch y cois., 1995; Yin y cois., 1995). Asi, esta serie de mecanismos podría
ser general y participar tanto en la memoria declarativa como en la no declarati
va, y tanto en vertebrados como en invertebrados.
La necesidad de que se activara la transcripción de genes aporto una explica
ción molecular provisional para la observación conductual de que la memoria a
largo plazo precisa de la síntesis de nuevas proteínas. Este requerimiento, sin
embargo, planteó un nuevo problema; ¿como puede la activación de genes en
el núcleo conducir a cambios a largo plazo en la concciividad de las sinapsis que
están activas y no en las sinapsis inactivas? Los estudios recientes han mostra
do que esta plasticidad especifica, espacialmentc restringida, requiere la activi
dad del activador CREB-1 en el núcleo y la síntesis local de proteínas en las cé
lulas sensitivas expuestas a la scrotonina (Casadio y cois., 1999; Martin y cois.,
1998).
Esta facilitación específica de sinapsis puede ser reproducida por otra sinap
sis de la neurona. Una vez iniciada la facilitación específica de sinapsis a largo
plazo, los estímulos que por sí mismos sólo inducen una facilitación transitoria
son capaces de dar lugar a una facilitación a largo plazo y desarrollar nuevas co
nexiones cuando se aplican a una rama secundaria (Casadio y cois., 1999; Mar
tin y cois., 1998). Frey y Morris (1997) han descubierto una forma similar de
plasticidad sinaptica a largo plazo en el hipocampo. Como hemos visto, el hi
pocampo, una región esencial para la memoria declarativa, participa en el alma
cenamiento de memoria de los objetos y del espacio (Milner y cois., 1998).
En 1973, Tim Bliss y Tcrjc Lomo descubrieron que las principales vías sinapticas
del hipocampo, entre ellas la vía colateral de Schaffer, participan en la plasticidad
sinaptica a largo plazo (potenciación a largo plazo, LTP) en respuesta a una cade
na de estimulación a alta frecuencia (fig. 6-8). En los estudios posteriores de
Graham Collingridge, Roger Nicoll y otros investigadores se observó que la
LTP en la vía colateral de Schaffer depende de la activación de un receptor
NMDA para gluiamaio en la célula postsináplica (la célula piramidal de la región
CAI), lo que produce una entrada de Ca2‘ y la activación de la proteín-cinasa lia
Ca*' dependiente de calmodulina (CaMKUa) (puede consultarse una revisión
en Collingridge y Bliss, 1995).
La relación entre la LTP en la vía colateral de Schaffer y la memoria espacial
no es perfecta (p. ej., Zamanillo y cois., 1999, donde se expone esta disociación).
Sin embargo, diversos experimentos han mostrado que la interferencia de LTP
en esta vía (mediante hnoch out de genes del receptor NMDA o mediante la ex
presión de transgenes dominantes negativos) afecta tanto a la representación del
espacio por parte de las neuronas del hipocampo (células de lugar) como a la
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memoria del espacio en el animal sano (Mayfort y Kandel. 1999; Tsien y cois.,
1996) (fig. 6-9). Además, la potenciación de la LTP en la vía colateral de Schaf-
fer da lugar a una potenciación paralela del almacenamiento de memoria para
diversas tareas declarativas (Han y Stcvens, 1999; Tang y cois., 1999).
242 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Salida al discrimíname
de potenciales de acción
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1:1 priiu ipal objetivo de los estudios en ncurobiología del desarrollo ha sido
descubrir los mecanismos celulares y moleculares que permiten a las neuronas
formar conexiones precisas y selectivas con neuronas vecinas a través de las si-
napsis, una selectividad en la que se basa la función normal de estos circuitos
en el cerebro maduro. Los intentos por explicar cómo se ensamblan los circui
tos neuronales se han centrado en cuatro etapas secucnciales. En síntesis, estas
etapas son las siguientes: la especializado!! en distintos tipos de neuronas, el
crecimiento dirigido de los axones, la selección de las neuronas adecuadas con
que establecer sinapsis y, por último, el perfeccionamiento de las conexiones
mediante la eliminación de determinadas neuronas, axones y sinapsis. En los
últimos años, el estudio de estos procesos ha progresado enormemente (Cowan
y cois., 1997) y, en cierta medida, cada una de estas etapas se ha consolidado
como una disciplina experimental propia.
En este apartado de la revisión, empezaremos describiendo algunos de los
avances principales en nuestro conocimiento de los procesos que dirigen la crea
ción de conexiones neuronales, centrándonos sobre todo en los descubrimientos
celulares y moleculares de las ultimas dos décadas. A pesar de haberse produ
cido progresos sustanciales, todavía hay un vacío importante entre los estudios
de circuitos neuronales en su etapa de desarrollo y en su etapa funcional.
De hecho, en el contexto de esta revisión, podríamos cuestionar si los esfuerzos
por descifrar los mecanismos que controlan la creación de conexiones neurona
les han ayudado a comprender las funciones del cerebro maduro. De igual
modo, merece la pena considerar si los estudios del desarrollo nos ofrecerán al
guna perspectiva interesante sobre este tema en un futuro inmediato. Cuando
abordemos el progreso de los estudios sobre la formación del sistema nervioso,
intentaremos explicar por qué existe este vacio y describir cómo los progresos
técnicos recientes en la capacidad de manipular la expresión génica de las neu
ronas en formación nos podría aportar nuevos métodos experimentales que per
mitirán estudiar la función de los intrincados circuitos del cerebro maduro. De
este modo, debería ser posible establecer más relaciones entre el estudio del de
sarrollo y el de los sistemas de circuitos neuronales funcionales.
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clapos precoces del desarrollo pueden actuar más tarde en el control ele la super
vivencia neurona!. Iniciahnenic, se consideró que los factores neurotróficos pro
movían la supervivencia ncuroñal gracias a su capacidad para estimular el meta
bolismo celular. Sin embargo, actualmente sabemos que estos factores actúan
predominantemente inhibiendo un programa de suicidio celular latente Sin el
freno de los factores neurotróficos, esta vía de suicidio mata las células por apop
tosis, un proceso caracterizado por una contracción celular, una condensación
de la cromatina y, finalmente, la desintegración celular (Jacobson y cois., 1997;
Pcttmann y Hendcrson, 1998).
Los estudios genéticos de la muerte celular en C. ciegan.-i realizados por Ro
ben Horvitz y sus colaboradores (Herngarlner y Horvitz. 1994; Metzstein y cois.,
1998) supusieron un avance clave en el conocimiento de la maquinaria bioquí
mica que dirige esta muerte celular programada Se han identificado más de
una docena de genes de muerte celular (cal) en C. elegans. Entre ellos, el cecl-3
y ccd-4 tienen un papel clave. La función de ambos genes es necesaria para la
muerte de todas las células destinadas a morir por apoptosis. Un tercer gen cla
ve, el cal-9, antagoniza las acciones del ccd-3 y el ced-4, evitando la muerte ce
lular. Cabe destacar que esta vía de muerte celular esta altamente conservada en
las células de los vertebrados. El gen ccd-3 codifica una proteína relacionada con
miembros de la familia de las caspasas, proteasas de cisterna que funcionan
como cfcctorcs de muerte celular mediante la degradación de proteínas diana
esenciales para la viabilidad celular. El gen ccd-4 codifica una proteína estructu-
ralmcnte relacionada con otro factor promotor de la apoptosis en vertebrados,
denominado Apaf-1. Por su parte, el gen ccd-9 codifica una proteína relaciona
da estructural y funcionalmcntc con las proteínas de tipo Bcl-2, algunas de las
cuales también protegen a las células de la muerte apoptótica. Las proteínas de
tipo Apaf promueven el procesamiento y la activación de las caspasas, mientras
que algunas de las proteínas de tipo Bcl-2 interaccionan con las Apaf-l/ccd-4 y,
de esta forma, inhiben el procesamiento y la activación de las caspasas.
Esta vía bioquímica es crucial para la regulación de la supervivencia celular y,
al parecer, es una diana intracelular de los factores neurotróficos. El significado
práctico de esta vía de muerte celular no ha pasado desapercibido. Se están in
vestigando estrategias farmacológicas para inhibir la activación de las caspasas
con el fin de evitar la muerte ncuronal por apoptosis que se produce en varias
enfermedades neurodegenerativas.
rringion (1906) y oíros investigadores a principios del siglo x\, comentados an
teriormente, demostraron la enorme selectividad con que funcionan los circui
tos neuronalcs maduros, y permitieron deducir que su formación también po
dría ser un proceso de selección. Paralelamente, los estudios histológicos del
cerebro durante su formación, realizados principalmente por Ramón y Cajal
(1911/1955), asi como por otros autores, aportaron extraordinarias ilustraciones
de neuronas embrionarias en el proceso de extensión de dendritas y axones, apa
rentemente de forma estereotipada. Estas descripciones anatómicas aportaron
pruebas circunstanciales pero interesantes de que el ensamblaje de las conexio
nes neuronalcs se organiza tic una forma muy selectiva. A mediados del siglo xx,
muchas observaciones m vivo en organismos vertebrados simples habían mostra
do que los axones en formación se extienden de forma altamente rcproducible
(Spcidel, 19 53). Sin embargo, ni siquiera estos descubrimientos sirvieron para
aceptar cpie la especificidad evidente en las conexiones funcionales maduras se
basaba en un crecimiento axónico selectivo y en una formación selectiva de las
sinapsis.
Un punto de vista alternativo, formulado principalmente por Paul Weiss
(1941) en las décadas de 1930 y 1940, fue la denominada hipótesis ¡le resonancia,
que proponía cpie el crecimiento axonico y la formación de sinapsis ocurrían al
azar, con escasa predeterminación. Los defensores de esta hipótesis propusieron
que la especificidad de los circuitos maduros se produce principalmente mediante
la eliminación de conexiones funcionalmente inadecuadas y sólo en una fase
posterior del desarrollo. Esta perspectiva extrema, sin embargo, se hizo cada
vez menos plausible a la luz de los experimentos de Rogcr Spcrry, sobre todo
los relativos a la formación de proyecciones topográficas en el sistema retino-
tectal de los vertebrados inferiores. Los estudios de Sperry demostraron que el or
denamiento topográfico de las proyecciones axónicas retinianas al lecho (tec
uán) durante el desarrollo normal tiene un alto grado de precisión, y también
que esta especificidad topográfica se mantiene tras la rotación experimental del
tejido tccial diana, un estado en que el mantenimiento de conexiones anatómi
camente adecuadas produce circuitos neuronalcs funcionalinente erróneos
(Sperry. 1943; Hunt y Cowan, 1990) (fig. 6-11). Durante las dos décadas poste
riores, la consolidación de estos descubrimientos permitieron a Sperry, en la de
cada de 1960, formular la hipótesis de la quimioafinidad, una explicación más
plausible según la cual la aparente selectividad en la formación de las conexio
nes en desarrollo es un preciso sistema de emparejamiento de señales químicas
ente neuronas pre y postsinápticas.
Los estudios de Sperry también sirvieron para confirmar la utilidad de com
binar la manipulación embriológica y los métodos de rastreo neuroanatómico
con el fin de probar la especificidad de la conectividad ncuronal. Este plantea
miento fue ampliado en la década de 1970 por Lynn Landmesscr y sus colabo
radores, que demostraron la especificidad de las proyecciones de los axones mo-
258 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Dorsal Dorsal
Retina
Ventral Ventral
Techo
Normal
A
}— I P
A
W m
Sobreexpresión de la efrina A2
A P A Regiones de sobreexpres P
de la efrina A2 .
'
B
Mutación de la efrina A5
FIGURA 6-12. Papel de las efnnas y las Eph cinasas en la formación del
mapa retinotectal (/xtg. opuesto).
A. Los miembros tic la clase Eph cinasa de receptores tirosin-cinasa se distribuyen en
gradientes en la retina, y algunos de sus ligandos, las efrinas, se distribuyen en gradientes
en el techo óptico. Se ha indicado que estos dos gradientes moleculares son reguladores de
la topografía rctinotectal mediante la unión de las efnnas a cinasas y la consiguiente inhibi
ción del crecimiento axónico. I os niveles de cfrina A2 y cfnna A5 son mayores en el techo
posterior que en el anterior, y podrían contribuir a la inhibición de la extensión de los axo-
iu-s de la retina posterior, que son ricos en cinasa F.ph A3.
Ib Esquema que muestra las consecuencias en la expresión de cfnna A2 en una porción
del techo óptico embrionario que, normalmente, tiene concentraciones bajas de este li
gando Los axones de la retina posterior evitan lugares con sobreexpresiún de cfrina A2 y
lerminan en posiciones anormales En cambio, los axones de la retina anterior que normal
mente crecen hacia el techo posterior rico en cfrina se comportan de la forma habitual
cuando se encuentran con un exceso de cfrina A2.
C. En ratones deficientes en la función de la cfnna A5. algunos axones de la retina poste
rior terminan en regiones inadecuadas del techo.
(De estudios de O’Lcary, Flanagan. Frisen. Barbacid y otros, tal y como se resumen en
Katulel ER, Schwartz JH.Jcssell T Principies of ncurctl scicncc |4.4 cd.J. New York: Mc-
Graw-Uill, 2000.)
semanas del período criiico de los primeros días iras el parto. I ras aplicar este
procedimiento, observaron que la mayoría de las neuronas de la capa cuatro de
la corteza visual primaria sólo se activaban con las señales procedentes del ojo
que había permanecido abierto, lo cual demostraba un cambio acusado en el pa
trón de las columnas de dominancia ocular de la corteza. A un nivel anatómico,
Simón LeVay, Michael Sirykcr y sus colaboradores descubrieron que las arbori-
zacioncs terminales de los axones de las neuronas del cuerpo geniculado lateral
que recibían señales del ojo intacto eran considerablemente más extensas que
las del ojo privado de visión (Antonini y Strykcr, 1993a, 1993b; Hubcl y cois.,
1977). En varios estudios posteriores se ha confirmado la función esencial de la
actividad en la formación de las conexiones visuales, y también que el patrón
temporal de actividad aportado por los dos ojos es un parámetro importante en
el establecimiento de las columnas de dominancia ocular (Shatz, 1997). Bajo
condiciones en que ambos ojos aportan señales visuales de forma sincronizada,
la formación de las columnas de dominancia ocular también se altera (Strykcr y
Harris, 1986). En estudios adicionales se ha demostrado que para la formación
de columnas de dominancia ocular es necesario un cierto nivel de actividad en
las neuronas corticales postsinápticas (Hala y Strykcr, 1994). Tomados de for
ma conjunta, estos hallazgos han comenzado a apuntar hacia los mecanismos
por los que el estado de la actividad postsináptica de las neuronas corticales po
dría influir en el patrón de arborización de las fibras aferentes presinápticas que
penetran en la corteza.
Estas investigaciones progresaron con la propuesta de que la activación de la
subclase de receptores de glutatnato NMDA en neuronas postsinapticas podría
estar implicada en la segregación normal de las aferencias a los centros visuales
(Hofer y Constantine-Paton, 1994). Una ampliación de esta idea es que la acti
vación mediada por el receptor NMDA de las neuronas corticales libera una se
ñal retrógrada dependiente de actividad que influye en el crecimiento y el man
tenimiento de las ramas presinápticas y las terminales nerviosas. Se han propues
to distintos candidatos como mediadores de esta señal retrógrada, entre ellos el
óxido nítrico y diversos factores de crecimiento peptídicos. Muchos esfuerzos se
han dirigido también a valorar la posibilidad de que la liberación de ncurotrofi-
nas dependiente de actividad por parte de las neuronas corticales sea un paso
clave en el establecimiento de proyecciones específicas del ojo a la corteza visual.
Estas hipótesis se ha visto refrendada mediante la demostración por parte de
Carla Shatz y sus colaboradores de que la infusión local de neurotrofinas NT4 o
BDNE en la corteza en desarrollo evita la segregación de las columnas de domi
nancia ocular (Cabelli y cois., 1955). Se observan defectos del desarrollo simi
lares si se introducen en la corteza los dominios de unión al ligando de los recep
tores de neurotrofinas, presumiblemente como consecuencia de la captación de
neurotrofinas endógenas (Cabelli y cois., 1997). Por tanto, una idea interesante
que todavía no se ha demostrado, es que los factores ncurotróficos, proteínas
265
A pesar de los enormes avances de las dos últimas décadas, varias cuestiones
dificultan nuestra comprensión del ensamblaje de las conexiones sinaplicas.
Estos problemas tendrán que solucionarse antes tic que podamos entender de
forma satisfactoria el ensamblaje de los circuitos neuronales
Una de las cuestiones tiene relación con el estudio por separado de los me
canismos que determinan el destino de las neuronas y los mecanismos de con
trol de la dirección y la concctividad de los axones. Con los conocimientos ac
tuales sobre la diferenciación celular y la regulación del crecimiento axónico, no
está claro si los códigos transcripcionalcs que controlan la identidad neuronal in
terfieren en la expresión de moléculas electoras que dirigen la concctividad
axónica. Por ejemplo, en contadas ocasiones se han identificado las dianas gené
ticas de los factores de transcripción que controlan las etapas iniciales de la iden
tidad neuronal. De hecho, una búsqueda rápida de los patrones de expresión de
factores de transcripción y de los receptores axonicos para señales guia revela
pocas coincidencias claras a nivel celular. Por tanto, sigue sin conocerse en que
medida la expresión controlada de genes que codifican receptores de señales
guía de los axones depende de conjuntos tic factores implicados en aspectos
iniciales de la identidad de los subtipos neuronales. Sera necesario definir el con
junto de factores de transcripción que determinan la identidad de un subtipo
neuronal determinado y la secuencia molecular de las interacciones intercelula
res que guían al axón de la misma neurona a su diana, para resolver esta cues
tión. una tarca que se prevé laboriosa.
Asimismo, tampoco se conoce la relación entre la expresión de factores de
transcripción y otros aspectos posteriores del fenotipo neuronal como la síntesis
de neurolransmisorcs y la quimiosensibilidad. En pocas ocasiones se han vin
culado factores de transcripción específicos a la expresión de genes que contro
lan la síntesis de neurolransmisorcs (Goridis y brunet, 1999). En cualquier caso,
sigue sin determinarse la lógica general que relaciona la identidad transcripcio-
nal y la expresión de características neuronales que confieren propiedades sináp-
ticas especializadas.
Asumiendo, como parece, que estos problemas se puedan resolver relati
vamente pronto, ¿qué depara el futuro del estudio del desarrollo neuronal? Cla
ramente, habrá una interesante variación en las estrategias utilizadas para estable
cer conexiones selectivas en diferentes regiones del cerebro en formación y en
circuitos diferentes. La documentación de estas versiones aportará un conoci
miento más rico y profundo de los principios de ensamblaje de los circuitos neu-
ronalcs. Sin embargo, la reiteración de unos principios básicos en distintas regio
nes cerebrales sólo mantendrá el interés de forma transitoria y, de cualquier
modo, no aportará un puente intelectual entre los estudios del desarrollo y de
la función de los circuitos neuronales maduros.
Aplicación de los conocimientos sobre el desenrollo neuronal
al estudio ele las enjennedades ncurológicas
Un área en que. en el futuro, los estudios del desarrollo neuronal podrán ejer
cer una influencia importante es la aplicación de información sobre la diferencia
ción neuronal y la guía de los axones a los problemas generados por las enferme
dades neurodegenerativas y las lesiones traumáticas del sistema nervioso.
Como se ha comentado previamente, estamos comenzando a conocer con de
talle la relación entre la señalización inductiva y la expresión de factores de
transcripción específicos que deciden el destino celular. En algunos casos, los
detalles sobre estas vías han progresado al punto de que se ha comprobado que
bastan unos pocos factores de transcripción expresados por un determinado tipo
de neuronas del SNC para dirigir el destino de un subtipo neuronal de forma
independiente al desarrollo previo de la célula progenitora (Tanahe y cois.,
1998). Si éste es el caso de las pocas clases de neuronas en que las vías de seña
lización inductiva se han estudiado bien, parece probable que existan factores
determinantes similares en muchas otras clases de neuronas tlcl SNC. La identi
ficación de estos factores puede ser importante en el contexto de los numerosos
estudios en marcha en que se intentan identificar células germinales nerviosas
y de dirigirlas a través de vías específicas de neurogénesis (Doetsch y cois., 1999;
Johansson y cois., 1999; Morrison y cois., 1999; Panchision y cois., 1998). Uno
de los logros de estos estudios de desarrollo podría ser, por tanto, racionalizar es
trategias para reintroducir células progeniloras nerviosas con un destino delimi
tado al SNC in vivo. En principio, estos avances podrían constituir la terapia de
reemplazo celular mas eficaz en una amplia variedad de enfermedades neuro
degenerativas.
Asimismo, la información sobre las moléculas que activan o inhiben el creci
miento axónico será importante para los estudios de regeneración y reparación
axónicas. Los estudios pioneros de Albert Aguayo y sus colaboradores sobre la
capacidad regenerativa de las neuronas centrales en un ambiente celular com
puesto por células nerviosas periféricas, en lugar de centrales, reveló el potencial
de las neuronas centrales para regenerarse (Goldberg y Barres, 2000; Richardson
y cois., 1997). Estos estudios estimularon la búsqueda de moléculas expresadas
por células del SNC maduro que inhiben el crecimiento de los axones (Tatagiba
y cois., 1997) y de moléculas expresadas en el desarrollo precoz que tienen la ca
pacidad de activar el crecimiento de los axones de neuronas del SNC (Tcssier-La-
vigne y Goodman. 1996). El progreso en la identificación de factores activadores
e inhibidores del crecimiento axónico podría, por tanto, permitir la introducción
de cambios en el ambiente por el que deben proyectarse los axones en regene
ración en el SNC maduro. Son también prometedores los estudios que pretenden
clarificar las vías de transducción de señales a través de las cuales los axones res
ponden a estas señales ambientales. El conocimiento de estas vías podría per-
270 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
mitir una manipulación mas general tic las respuestas axónicas; por ejemplo, se
podría insensibilizar a los axones a factores inhibidores, o sobresensibilizarlos a
factores promotores del crecimiento axonico. Puede ser interesante también con
siderar si hay una base molecular común para las diferencias que se han obser
vado en la capacidad regcncraiiva de diferentes especies de vertebrados en estu
dios de regeneración de nervios y miembros (p. cj . Broches. 1997).
mareaje celular Por ejemplo, se pueden inyectar de forma precisa pequeñas can
tidades tic sustancias fluorescentes o radiactivas en una región cerebral y detec
tarlas en otras regiones, lo cual señala que están conectadas. Los mareajes anató
micos permiten trazar diagramas de los principales sistemas cerebrales que evo
lucionan continuamente en precisión y amplitud, y han sido indispensables para
el análisis del flujo de información en el cerebro y para entender la jerarquía de
las etapas de procesamiento de información.
dosc en las propiedades de su campo receptivo, y descubrió que los campos re
ceptivos de las células ganglionares reiinianas eran redondos y tenían diferentes
zonas concéntricas excitadoras e inhibidoras, lo que las bacía extremadamente
sensibles al contraste. De acuerdo con la organización de las propiedades de su
campo receptivo, Kuffier dividió estas células en dos grupos. Una clase de célu
las tenían una zona central excitadora rodeada de una región inhibidora (células
«con centro on»), mientras que otras tenían una región central inhibidora rodea
da de otra excitadora (células «con centro ojf»).
Más allá de la retina: los contornos visuales son detectados por neuronas
de ¡a corteza visual primaria
C
y
D
/ /
E / /
F
I I
G
de las doce a las seis, flanqueado en cada lado por áreas inhibidoras de forma
idéntica. Para este tipo de célula cortical, el estimulo excitador más efectivo es
una barra de luz con una orientación especifica, en este caso, entre las 12 y las
6 h, proyectada sobre el arca central excitadora del campo receptivo. Como esta
zona rectangular está rodeada de dos áreas inhibidoras rectangulares, el estí
mulo inhibidor más efectivo es el que estimule una o ambas zonas inhibido
ras. Una barra de luz horizontal u oblicua estimularía tanto las áreas excitato-
rias como las inhibidoras y, por tanto, sería relativamente poco efectiva. Por
consiguiente, un estímulo que resulta muy eficaz proyectado verticalmentc en
un area de la retina de forma que tenga su diana en la zona excitadora no sería
efectivo si se orientara horizonialmcnie o de forma oblicua. Otras células tienen
campos receptivos de forma similar pero con ejes de orientación diferentes
(vertical u oblicuo). Por ejemplo, el estimulo más efectivo para una célula con
un campo oblicuo seria una barra de luz dirigida de las diez a las cuatro, o de
las dos a las ocho (fig. 6-13).
La característica mas interesante de las células corticales simples es que son
mucho más restrictivas en cuanto al estimulo que requieren en comparación con
las células ganglionares retinianas o las del núcleo geniculado lateral, pues el
estimulo debe estar orientado en el eje adecuado. Para que un estímulo sea
efectivo en una célula ganglionar o del cuerpo geniculado, sólo necesita tener la
forma apropiada, en general circular, y la posición retiniana apropiada para ac
tivar los receptores correspondientes en la retina. Las células corticales simples
no sólo tienen que representar todas las posiciones retinianas y formas distintas
(líneas, barras, rectángulos), sino también lodos los ejes de orientación para
cada una de las formas. Estos hallazgos aportaron los primeros datos sobre la
causa por la cual la corteza visual (o cualquier otra corteza) necesita tantas cé
lulas para su funcionamiento normal. Se requiere que haya células que represen
ten cada área retiniana en todos los ejes de orientación para extraer la informa
ción que se presenta a la corteza. Hubel y Wicsel sugirieron que la explicación
más sencilla para las propiedades de respuesta de una célula cortical con un
campo receptivo simple era que recibían proyecciones de un grupo de células ge
niculadas que tenían las propiedades centro-on y ccniro-ojf adecuadas y las posi
ciones retinianas apropiadas.
Hay otra característica que diferencia las células de la corteza visual primaria
de las del núcleo geniculado lateral. Las neuronas del núcleo geniculado lateral
sólo responden a la estimulación de un ojo. En la corteza visual primaria se em
piezan a encontrar células que son activadas por la estimulación de cualquiera
de los dos ojos (fig. 6-14). Estas células aportan un sustrato neuronal para la in
tegración de la información de los dos ojos. Las propiedades binoculares de
este tipo son esenciales para la utilización de señales estereoscópicas en la visión
profunda de los animales, como en el caso de los primales, que tienen los ojos en
una localización frontal.
280 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
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Neurociencia 281
Los estudios neuropsicológicos llevados a cabo durante gran parte del siglo
pasado han mostrado las lesiones en un área importante (más del 30 % en huma
nos) de la corteza cerebral alteran la visión. Además, el tipo de ateración depen
de del lugar dañado: las lesiones del lóbulo temporal causan deficiencias en el re
conocimiento de objetos (llamadas «agnosias» por Sigmund Frcud) (consúlte
se una revisión en Farah, 1995), mientras que las del lóbulo parietal alteran la
capacidad de utilizar señales visuales para las acciones dirigidas espactalmcnte
(consúltese una revisión en Mesulam, 1999). Fstos primeros descubrimientos
sugirieron que las complejas propiedades celulares descubiertas en el área VI
por Hubel y Wiescl eran sólo la punta del iceberg.
En la década de 1970 se produjo un gran incremento de estudios electrofisio-
lógicos y anatómicos diseñados para estudiar la organización de la corteza visual
extraestriada, más allá del área VI. Dos investigadores, el de Semir Zeki, y el de
John Allman y John Kaas, mostraron que las neuronas extraestriadas no sólo
eran muy heterogéneas en sus propiedades de respuesta, sino que la corteza vi
sual extraestriada podía subdividirse en un gran número de módulos diferentes
de acuerdo con estas divisiones (consúltese una revisión en Van Essen, 1985).
Actualmente, se cree que la corteza visual de los monos está compuesta por
más de 30 de estos módulos (v. fig. 6-16).
Los estudios sobre la organización de la corteza visual, que suponen una
ampliación del concepto decimonónico de localización de la función, aprove
charon también la idea computacional, avanzada por el teórico David Marr
(1982), de que las operaciones de sistemas funcionales grandes (como la visión)
pueden subdividirse y asignarse a módulos específicos de una tarea. Aunque to-
282 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
davia se desconocen las tareas especificas de la mayoría de las áreas visuales ex-
tracstriadas. hay algunas excepciones notables. Es de particular interes el área vi
sual temporal medial (TM), que parece estar especializada en el movimiento.
El área TM se encuentra cerca de la unión de los lóbulos occipital, parietal y
temporal y se sabe que posee una alta proporción de neuronas que representan
la trayectoria de un estímulo visual en movimiento, lo que sugiere que desempe
ña una función importante en el procesamiento del movimiento visual (consúl
tese una revisión en Albright, 1993). Esta idea se ha visto apoyada por tres des
cubrimientos de Wilham Newsome y sus colaboradores que implican una rela
ción causal entre la actividad de las neuronas TM y el movimiento percibido.
En el primer experimento, Newsome y sus colaboradores descubrieron que la
destrucción focal del área TM en monos produce una ceguera para el movimien
to, demostrando que la TM es necesaria para la percepción del movimiento
(Newsome y Paré, 1988) (fig. 6-15). En un segundo experimento, Newsome y
Anthony Movshon obtuvieron medidas psicofísicas de la habilidad con que un
mono distinguía la dirección del movimcnto, y realizaron simultáneamente de
terminaciones elcctrofisiológicas de la sensibilidad para el movimiento de las
neuronas TM en su cerebro. La sensibilidad de determinadas neuronas estaba es
trechamente relacionada con el rendimiento en una tarea concreta, lo cual de
mostraba que la información sobre la dirección codificada por las neuronas del
TM es suficiente para explicar la estimación del movimiento por parte del mono
(Newsome y cois., 1989). Newsome y sus colaboradores dedujeron que si esto
era correcto, debería ser posible alterar la percepción de movimiento del mono
modificando artificialmente la frecuencia de disparo de las neuronas TM. En un
tercer experimento, estos investigadores utilizaron pequeñas corrientes eléctri
cas para estimular grupos de neuronas sensibles a una dirección de movimiento
común. Al hacerlo, sesgaron la estimación del mono hacia esa dirección cíe movi
miento (Salzman y cois., 1990). Por tanto, el estímulo eléctrico añade una señal
de movimiento fija a la señal recibida por TM desde la retina. Estos resultados
no sólo confirman el papel del área TM en el procesamiento del movimiento, sino
que implican además que las decisiones pueden estar basadas en la actividad de
un número relativamente reducido de neuronas.
Mono Humanos
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pios generales sobre la organización y la función del sistema visual, que tratare
mos a continuación.
Vía
dorsal
Parietal
posterior
V1/V2
Temporal
inferior
Via
ventral
Neuro Eir#. 287
distintos niveles jerárquicos (consúltese una revisión en Van Essen, 1985). Uno
de los ejemplos más claros es la proyección de la retina en el núcleo geniculado
lateral del tálamo, y más alia de éste. Diferentes tipos de células ganglionares re-
tinianas proyectan selectivamente a tres subdivisiones laminares diferentes del
núcleo geniculado lateral, conocidas como láminas parvocelular, magnocelular
y coniocelular. Cada una de estas subdivisiones lleva un único espectro de infor
mación sobre la imagen retiniana, que se mantienen separados al menos hasta
la corteza visual primaria.
Más allá de VI, las proyecciones anatómicas ascendentes dan lugar a dos vías
visuales, ambas organizadas jerárquicamente (fig. 6-16). La primera vía se extien
de dorsalmente para terminar en el lóbulo parietal e incluye el área TM y las áreas
visuales de la corteza parietal posterior (v. fig. 6-19). La segunda se extiende ven-
tralmcnte para llegar al lóbulo temporal e incluye las áreas V4 y la corteza tempo
ral inferior (consúltese una revisión en Felleman y Van Essen, 1991). Basándose
en datos neuropsicológicos, Leslic Ungcrlcider y Moriimer Mishkin concluye
ron a inicios de la década de 1980 que estas dos vías corticales participan en fun
ciones diferentes (Ungcrlcider y Mishkin, 1982). En las áreas corticales de la vía
dorsal se procesa «dónde» se localiza un objeto en el espacio visual. Estas áreas
representan el movimiento, la distancia y las relaciones espaciales entre las super
ficies del mundo visual y aportan una fuente de información crucial para iniciar y
288 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
guiar los movimientos. En cambio, las áreas de la vía ventral están relacionadas
con el «qué» es un objeto. Estas áreas representan información sobre la forma y
las propiedades de las superficies visuales, como el color o la textura, y descni
peñan una función importante en el reconocimiento de objetos (consúltese una
revisión en Milncr y Goodale, 1995). Los estudios electrofisiológicos sobre las
propiedades de respuesta de las neuronas de arcas de las vías «dónde» y «que»
han confirmado estas diferencias funcionales (fig. 6-17).
La distinción entre «qué» y «dónde» se mantiene en niveles superiores,
donde la información visual se almacena en la memoria para poder ser recupera
da posteriormente. La vía dorsal proyecta a una subdivisión de la corteza fron
tal que es básica para la memoria visual espacial En cambio, la vía ventral pro
yecta a una subdivisión diferente de la corteza frontal, relacionada con la memo
ria de reconocimiento de objetos.
A finales del siglo xix, Hermann Punk (1881) sugirió, basándose en parte en
los efectos observados en lesiones corticales, que la corteza visual podría contc-
A B C
con campos receptivos de orden superior. Los estudios de áreas visuales superio
res aportaron pruebas adicionales de la existencia de columnas funcionales y de
la validez de la propuesta de Mountcastlc. A principios de la década de 1980.
Tilomas Albright y sus colaboradores (198-4) identificaron un sistema de colum
nas funcionales en el área TM. lis interesante observar que la escala espacial de
este sistema columnar, que representa la dirección del estimulo en movimiento,
es prácticamente idéntica a la de la orientación en la corteza visual primaria, de
acuerdo con la expresión de un principio organizacional general. También se
han observado sistemas columnares en la corteza temporal inferior (Fujita y
cois., 1992).
¿Porqué las columnas son la forma preferente de estructura cortical? Mount-
castlc propuso que era necesaria una adecuada cobertura, de forma que, por
ejemplo, la maquinaria que debía detectar todas las orientaciones de contorno
esté disponible para todas las partes del campo visual representado en la corteza.
También existen ventajas computacionales (Schwartz, 1980) en la representa
ción conjunta de aspectos similares, como la capacidad de comparar y contras
tar orientaciones semejantes. Finalmente, es posible que la estructura columnar
se derive simplemente de las limitaciones durante el desarrollo, pues es mas sen
cillo conectar áreas de la corteza con propiedades similares si están cercanas
(Goodhill. 1997; Millar, 1994; Swindale, 1980)
III cerebro de los mamíferos se forma a través de un complejo proceso con di
versas etapas que se extiende desde la cinbriogénesis hasta la primera etapa del
puerperio. F1 producto final de esta secuencia es un conjunto de conexiones
anatómicas que explican las propiedades del cerebro maduro. Una vez se cono
cieron las principales características de la organización y la función del sistema
visual maduro, gracias al trabajo de Hubcl y Wiesel en la década de 1960, lógica
mente se cuestionó si estas características reflejan un plan predeterminado gené
ticamente que se iinplcmenta durante el desarrollo o bien si dependen por la
cantidad y el tipo de estimulación visual que se produce ames de que se comple
te el proceso de maduración.
listas cuestiones se han estudiado por medio de experimentos en los que a) se
analizaron las propiedades del sistema en el parto o poco después (evitando la
posibilidad de cualquier contribución de la experiencia), o b) se sometió a los
animales a una experiencia visual anormal durante el puerperio. Los primeros
experimentos del primer tipo los llevaron a cabo Hubcl y Wiesel (1963), que
descubrieron que las sensibilidades de las neuronas de la corteza visual prima
ria de cachorros de gato recién nacidos eran similares a las de los animales nía-
psí:J' 291
duros. Aunque csios hallazgos parecían indicar que existe un grado importante
de control genético. Wiescl y Hubel (1963. 1965) descubrieron también que una
experiencia visual anormal, como la oclusión prolongada de los parpados o la in
ducción de estrabismo (ambas mediante intervención quirúrgica) alteraba de
forma drástica la sensibilidad de las neuronas corticales si la intervención se rea
lizaba durante el «período crítico», que correspondía a las semanas posteriores
al nacimiento. Otros estudios han demostrado que existen relaciones estrechas
entre esos periodos críticos y sus presumibles causas y efectos, esto es. entre la
formación de conexiones anatómicas apropiadas (consúltese una revisión en
Katz y Shatz, 1996) y el desarrollo de la percepción visual (consúltese una revi
sión en Tcller, 1997).
La idea general que ha surgido de todos estos experimentos es que el sistema
visual del neonato posee un considerable grado de orden, pero que la experien
cia visual es esencial durante periodos críticos para mantener ese orden y perfec
cionarlo con el fin de lograr un funcionamiento óptimo en la edad adulta. Hubel
y Wiescl (1965) resumieron las implicaciones de esta idea: «Cabe preguntarse
si las formas más sutiles de privación no ocasionarán el deterioro de complejas
vías centrales que no se utilizaron o que se utilizaron de forma inadecuada.» Más
adelante abordamos el grado en el que esto puede ocurrir en la vida de un orga
nismo, en el contexto ele aprendizaje perceptivo.
da. Una forma de este mecanismo fue propuesta ya en 1949 por el psicólogo Do-
nald Hebb (1949). que afirmó que podían existir «ensamblajes celulares». Cada
uno de estos ensamblajes se concibió como un conjunto de neuronas que están
dinámicamente asociadas unas con otras para poder unir los aspectos que se re
presentan de forma independiente. Una característica clave de este concepto es
la capacidad de cada célula de formar parte de varios ensamblajes superpuestos,
de forma que. por ejemplo, una célula que representa el movimiento ascenden
te puede ensamblarse con otra que representa el color rojo en una ocasión, y con
otra célula que representa el color verde en otra ocasión. Esta idea de la combi
nación fue posteriormente elaborada por Horace Barlow (1972), que descubrió
que era una forma particularmente eficaz de representación porque las percep
ciones babitualmcntc «se superponen unas con otras, compartiendo partes que
persisten inalteradas de un momento a otro».
Se trataría, por tanto, de identificar un código de combinación dinámica que
pueda utilizarse para unir células de forma transitoria. Una idea implícita en la
propuesta original de Hebb, desarrollada a principios de la década de 1980 por
el teórico Christoph von der Malsburg (1981), y que posteriormente ha suscita
do una gran atención (consúltense, p. ej., las revisiones aparecidas en el número
de Neuron de octubre de 1999), es que la sincronización temporal de los patro
nes de activación neuronal podrían subyacer al problema de la integración.
Como sugirieron en 1989 Charles Gray, Wof Singcr y sus colaboradores, «la
sincronización de las respuestas oscilatorias en regiones separadas de la corteza
puede utilizarse para establecer una relación transitoria entre aspectos comunes
pero separados de un patrón» (Gray y cois., 1989). Esta solución es, en efecto,
un tablero de mando que combina conjuntos de aspectos complejos por medio
de la activación sincronizada de las neuronas que representan los aspectos indi
viduales. Gray y Singer presentaron datos interesantes para apoyar esta hipó
tesis: descubrieron que los patrones de activación temporales de parejas de
neuronas de la corteza visual estaban relacionados si los estímulos visuales sepa
rados que provocaban estos patrones eran parte de un objeto común (para los
observadores humanos). Los datos de otros estudios, sin embargo, son contra
rios a esta hipótesis de la sincronía (p. ej., Lamine y Spekreijse, 1998; consúl
tese una revisión en Salden y Movshon. 1999) y la cuestión sigue sin resolverse.
Si aceptamos, al menos como propuesta, el concepto de los ensamblajes ce
lulares dinámicos y la combinación temporal por medio de activación sincróni
ca relacionada con ellos, aparecen varias preguntas básicas: ¿cómo se «leen» los
patrones transitorios de sincronía? ¿Ocasiona la activación sincronizada una fa
cilitación sinóptica transitoria de las señales que convergen en una célula pon
tificia (o, tal vez, dada la naturaleza democrática y efímera de la hipotética
convergencia, una «célula presidencial»)? ¿Está la unión perceptiva implícita
en la actividad de la neuronas sincronizadas, que constituyen ensamblajes celu
lares flexibles para percepciones especificas? ¿Qué ocasiona el inicio de la sin-
298 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Visión y consciencia
Como hemos visto, los estudios fisiológicos han aportado numerosos datos so
bre los tipos de información visual que llevan las neuronas en diferentes fases de
procesamiento. Los estudios anatómicos también han servido para conocer el pa
trón general de las conexiones entre las diferentes etapas de procesamiento. Sin
embargo, hasta hace poco se sabía poco sobre los circuitos locales que confieren
las propiedades neuronales y median los cálculos necesarios para la percepción.
Este conocimiento es un punto de partida esencial para entender cómo integran
y almacenan las neuronas las fuentes de información visual, además de alterar su
sensibilidad para compensar modificaciones ambientales y conductuales.
El progreso en este área se ha visto favorecido por las nuevas tecnologías que
permiten el mareaje más fino de las conexiones anatómicas, junto con los mé
todos que permiten examinar la función de estas conexiones en su estado fun
cional. Por ejemplo, la microscopía óptica de la actividad neuronal, combinada
con el mareaje celular, nos está permitiendo determinar las relaciones entre la es
tructura funcional y los circuitos corticales (Malaca y cois., 1993). Las investiga
ciones de los patrones de activación sincronizados de parejas de neuronas, jun
to con las mediciones precisas de las propiedades de los campos receptivos, han
aportado una estraiegia complementaria al mareaje anatómico de los circuitos
locales (consúltese una revisión en Usrey y Reid, 1999).
Edgarcl Callaway y Lawrencc Katz aplicaron recientemente otra prometedo-
ra técnica conocida como foioesúmulación. Esta técnica, que permite examinar
el patrón y la eficacia de las conexiones sinaptieas entre neuronas en circuitos
corticales locales, utiliza una forma del ncurotransmisor excitador glutama-
to que está inactiva («enjaulada») hasta que se ilumina (Katz y Dalva, 1994).
300 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Callaway y sus colaboradores han descubierto que el patrón tle conexiones fun
cionales entre diferentes láminas de la corteza visual primaria aporta muchas
más oportunidades para establecer vínculos entre diferentes vías de procesa
miento visual que las que eran evidentes en los estudios anatómicos tradiciona
les (Callaway, 1998).
Otros métodos que permiten estudiar la relación entre los circuitos y su fun
ción podrían implicar la desactivación de algunos componentes de los circui
tos, como unas células específicas, y examinar la pérdida funcional correspon
diente. A grandes rasgos, esta estrategia es similar al método tic lesión utilizada
por la neuropsicologia durante más de un siglo para estudiar las funciones de los
grandes sistemas nerviosos. Pero, ¿es realista esperar que estos métodos se pue
dan ampliar para identificar con mayor detalle la organización y la función de los
circuitos? 1:1 hecho de que los componentes de los circuitos estén entremezcla
dos tanto anatómica como funcionalmcnic, en especial en la corteza cerebral,
parecería dificultar esta posibilidad. Sin embargo, las nuevas técnicas molecula
res que permiten la manipulación de la expresión genética y el análisis de las
diferencias genéticas de células diferentes, podrían solucionar el problema.
Estas nuevas técnicas poseen tres características fundamentales: a) la capaci
dad de introducir nuevos genes en las neuronas, cuyos productos de expresión
alterarán la función neuronal; b) la capacidad de regular la expresión de estos
transgenes con independencia del tiempo, y c) la capacidad de regular la expre
sión de estos transgenes de forma selectiva en un tipo determinado de células. La
primera de estas técnicas ha sido el estándar en la manipulación transgénica de
células progenitoras en ratones (consúltese una revisión en Picciollo, 1999).
Hoy día es posible aplicar esta técnica a otras especies, como los primales, utili
zando la transfccción de vectores virales (Takahashi y cois., 1999). En principio,
como se ha discutido anteriormente, debería ser posible con estos medios in
troducir nuevos genes que, al expresarse, bloqueen la activación neuronal, elimi
nando del circuito las células afectadas. Los estudios recientes indican que la
sobrexpresión de canales de K' puede ser una forma eficaz de inhibir temporal
mente la conducción de potenciales de acción o su propagación a las dendritas
(Johns y cois., 1999). La segunda técnica, que también es muy empleada, utili
za varios sistemas inducibles que activan la expresión génica sólo en presencia
de factores exógenos que pueden ser añadidos por el investigador (p. ej., Nó
y cois., 1996). Este control temporal permite comparar las determinaciones
anteriores y posteriores de las contribuciones de las células afectadas. La tercera
técnica, la expresión específica de células, será clave para que estas herramientas
aporten un valor añadido a las técnicas clásicas de ablación celular. Como se ha
explicado previamente en esta revisión, esta técnica afecta a los ««promotores» de
genes que regulan la expresión de determinados genes sólo en un determinado
tipo de células. Al sustituir estos genes que normalmente son regulados por ge
nes nuevos, se puede restringir la expresión de estos transgenes a células que
Neuro afcj'ftsfe; 301
reconocen el promotor. Mark Mayford, F.ric Knndel y sus colaboradores han de
mostrado la viabilidad de estas tres técnicas utilizando manipulaciones transgé-
nicas de células progenituras en ratones para explorar las funciones de las neu
ronas htpocámpicas en relación con el almacenamiento de la memoria (Mayford
v cois., I99ó).
Podrían utilizarse técnicas parecidas para facilitar el análisis anatómico de cir
cuitos locales. Por ejemplo, en lugar de introducir y expresar un gen que inte
rrumpe la activación celular, se puede simplemente transfectar las neuronas
con genes que codifican proteínas visibles, como la GFP. El resultado final en
este caso sera un mareaje selectivo de una clase especifica de células, que po
dría utilizarse, por ejemplo, para identificar esas células en una sección de ce
rebro para su registro electrofisiológico o, simplemente, para el análisis de su
morfología celular y el de sus conexiones al microscopio óptico. Los estudios
recientes documentan la viabilidad de esta estrategia en células progenitoras
de ratones (Yoshihara y cois., 1999).
Hay muchos detalles técnicos que deben perfeccionarse, como la identifica
ción de promotores específicos de más células, quizás a través de los métodos re
pasados en la sección previa sobre el ensamblaje de conexiones neuronales, an
tes de que estos experimentos se conviertan en un método práctico para inves
tigar la organización y la función de circuitos locales en el sistema visual de los
primates. No obstante, la aparición de todas estas herramientas moleculares su
pone un potencial enorme. Sin duda, estas técnicas se convertirán en un elemen
to básico de los experimentos futuros destinados a comprender el conjunto de
los sistemas cerebrales.
Como hemos visto, una tesis central de la neurociencia moderna es que de
terminadas etapas de la formación del cerebro corresponden a etapas específi
cas en el desarrollo de las capacidades perceptivas, que se conocen como perio
dos críticos y poseen un grado extraordinario de plasticidad neuronal y percep
tiva. Recientemente, se ha descubierto que la plasticidad del sistema visual no se
restringe a estos períodos críticos del desarrollo precoz, sino que es modificable
durante la vida adulta del organismo. Las formas de esta plasticidad adulta son
muchas y variadas, pero todas pueden verse como la recalibración a partir de la
información entrante para compensar los cambios en el entono, la fidelidad de
la detección de señales (como la asociada con el envejecimiento normal, o los
traumatismos de la periferia sensorial) o el ajuste de la conducta.
Una de las formas más asombrosas y reveladoras de plasticidad neuronal
adulta es la asociada con el aprendizaje perceptivo, que es una mejora con la prác
tica de la capacidad de discriminar aspectos sensoriales. En humanos, estos fe-
302 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Una de las principales funciones del sistema visual es aportar una entrada
sensorial para guiar las acciones y moverse en el entorno. Los sistemas de con
trol visual y motor tienen en común que ambos representan el espacio. Sin em
bargo, los marcos de referencia relevantes, el espacio retiniano, en caso de la
vista, y el muscular, en el caso de la acción, son radicalmente diferentes. Enton
ces, ¿cómo guía una luz que llega a un lugar determinado de mi retina el movi
miento del brazo (o del ojo, de la pierna, etc.) hacia la fuente de la luz? Este pro
blema se hace todavía más asombroso si consideramos que el mismo movi
miento del brazo se ejecutará independientemente de la dirección a la que se esté
mirando, lo que implica que las señales rctinianas totalmente distintas pueden
generar la misma respuesta motriz. En principio, existe una serie de mecanismos
diferentes por los que podría lograrse esta transformación coordinada.
Tal vez en parte a causa de la sensación subjetiva de que el espacio es estable
independientemente de la orientación de nuestros órganos sensoriales y nues
tros músculos, se ha propuesto a menudo que el cerebro contiene una represen
tación del espacio unificada. Este mapa unificado podría representar el espacio
en un marco de referencia «centrado en el mundo» y tridimensional, por oposi
ción a las coordinadas más específicas de los órganos sensoriales (retina) y efcc-
tores (músculo). De acuerdo con esta idea, un observador tiene un mapa neu-
ronal interno de las localizaciones espaciales de lodos los objetos de la mesa
que tiene delante. Este mapa permanece coherente c invariable independiente
mente de dónde estemos mirando, o de la forma en que se oriente nuestro cuer
po. La ventaja de este sistema es que aporta una fuente de información espacial
que puede utilizarse para guiar lodos los movimientos y es independiente del es
tado de los órganos sensoriales o de los músculos. La desventaja es que, debido
a esta independencia de los órganos sensoriales y de los músculos, es extremada
mente difícil hacer cálculos respecto a un marco de referencia común.
Numerosos estudios realizados en las últimas décadas han evaluado la hipó
tesis de que el espacio se transforma desde la sensación a la acción a través de un
marco de referencia único. Los neuropsicólogos han examinado los efectos de
la lesión de regiones cerebrales localizadas entre el procesamiento visual tempra
no y el control motor, en concreto las áreas parietal y premotora de la corteza ce
rebral. La consecuencia típica de estas lesiones es la «negligencia», en la que el
individuo no percibe los estímulos que se encuentran en determinadas regiones
del espacio visual (consúltese una revisión en Mesulam, 1999) (v. fig. 6-19). (La
negligencia se distingue de la ceguera en que el paciente negligente puede ver
Neurociencia 305
brazo podría ser capaz de dirigir los movimientos del miembro hacia estímulos
que están cerca de este. De forma más general, han propuesto que numerosas
transformaciones visuales-motoras podrían depender de unos mapas espaciales
especializados centrados en partes corporales, en lugar de en un único mapa es
pacial unificado. Aunque ambos descubrimientos electrofisiológicos sugieren
prometedoras aproximaciones al estudio de las transformaciones de las coorde
nadas sensoriomotoras, dejan sin resolver muchas cuestiones. Quizas la cuestión
más difícil planteada por el estudio de Graziano y Gross concierne a la aparente
mente profunda movilidad espacial del campo receptivo visual, que se mueve a
través del espacio rctiniano con cada movimiento del brazo. ¿Cómo se rediri
gen las señales rctinianas de forma dinámica, si es que lo hacen, para renovar
continuamente el campo receptivo visual de la neurona premotora, utilizando
como guia la información sobre la posición del brazo? Estas y otras preguntas re
lacionadas serán objeto importante de investigación en los próximos años.
zas lalcs como una traducción simultánea. Esta capacidad permite incluso a in
dividuos no entrenados seleccionar objetos del entorno atendiendo sólo a cier
tos estímulos e ignorando otros. Aunque esta idea ha sido cuestionada en las
últimas cuatro décadas, incluso los más críticos la han aceptado en general. En
la próxima sección abordaremos la implementación neuronal del tipo de aten
ción selectiva estudiada por Broadbcnt.
Para hacerse una idea de cómo las áreas cerebrales participan en la selección de
un estimulo, considere la tarea de buscar un archivo en su ordenador. Si el orde
nador está lleno de archivos desordenados, tendrá que buscar uno por uno hasta
encontrar el que quiere. Esta búsqueda puede incluir movimientos oculares, pero
si los objetos están próximos, se producirán cambios en la atención sin movimien
tos oculares. Tales tareas de búsqueda visual implican la acción coordinada de los
dos circuitos cerebrales a gran escala. Uno de ellos, la vía visual ventral, que he
mos analizado en la sección previa, está relacionada con los objetos y con el reco
nocimiento de formas, y es necesaria para obtener la identidad de cada archivo. El
segundo circuito, localizado en la corteza parietal posterior de la vía visual dor
sal, se relaciona con los cambios en la atención a los lugares donde se podría en
contrar el archivo. En los primeros estudios de la vía dorsal, Michael Goldberg y
Roben Wurtz (1972) descubrieron que las células de la corteza parietal posterior
de monos alerta respondían de forma diferente a estímulos idénticos dependien
do de si el mono estaba atento al estímulo o no (fig. 6-18). Cuando sí lo estaba,
la activación de la célula era mucho más intensa que cuando el mono ignoraba el
estímulo. Estos resultados aportaron las primeras pruebas a nivel celular de que
las neuronas de la corteza parietal se relacionan con la atención a la localización
de los objetos visuales. Con la llegada de la neuroimagen, se pudieron ver las áreas
cerebrales implicadas en la atención en humanos. Este circuito incluye las
áreas oculares frontales, el colículo superior y el lóbulo parietal posterior, que es
tán también implicados en los movimientos oculares (Corbetta, 1998).
Los estudios de Robert Desimone y sus colaboradores han analizado la fun
ción de la vía visual ventral (en concreto las áreas V4 y temporal inferior) en el
control atencional. Un ejemplo típico implica, primero, establecer el estímulo se
lectivo de una neurona cortical. Supongamos, por ejemplo, que la neurona obje
to de estudio respondió bien a una barra de luz roja y débilmente a una barra
verde cuando los estímulos se colocaron solos en su campo receptivo. A conti
nuación, ambos estímulos se colocarían en el campo receptivo de la célula simul
táneamente. Si el animal hubiera sido entrenado para prestar atención al estímu
lo «bueno» (la barra roja), entonces la neurona respondería correctamente. En
Neurociencia 309
Actividad
X celular
Punto de fijación I« Luz
Estímulo visual
x
\
Actividad
celular
f m ¡i
Luz
Actividad
celular
Luz
mm
200 ms
C
Por supuesto, de alguna forma, incluso sin intentar estar atento, usted cono
ce todos los archivos que contiene su ordenador. Sin embargo, cuando se llevan
a cabo pruebas detalladas que implican realizar cambios en una escena visual
compleja, cuando se enfoca la atención en un objeto se pueden alterar otros ob
jetos de la escena, incluso mayores y más importantes, sin que el individuo se dé
cuenta del cambio que se ha producido (Rensink y cois., 1997). Por tanto, si
bien la atención puede enfocarse eficazmente en un nuevo suceso, la conscien
cia de los cambios que se producen en los lugares no atendidos es sorprendente
mente escasa. Esto es útil para distinguir entre la atención focal, que permite
analizar los detalles de una escena, y la ambiental, que forma nuestra conscien
cia general de la escena que nos rodea. Ambas forman parte de la consciencia,
pero los mecanismos ncurobiológicos en los que se basan pueden ser diferen
tes. Parece probable que la atención ambiental dependa principalmente de áreas
cerebrales posteriores. En cambio, la atención focal, que se modifica frecuente
mente entre objetos siguiendo instrucciones, puede depender de áreas más ante
riores relacionadas con el control voluntario de la acción.
Por ejemplo, un estimulo visual nuevo sirve tanto para alertar al organismo
como para orientar su atención hacia el lugar ele donde procede el estímulo. Esta
distinción se puede demostrar utilizando señales diferentes para la alerta y para la
orientación. Una señal de alerta proporciona al mono información sobre cuándo
se producirá el estimulo diana, pero no sobre donde estará localizado. Una señal
de orientación, en cambio, da información sobre donde se encontrará la diana, y
le permite fijar su atención en ese lugar. Dos circuitos cerebrales separados están
implicados en el cambio del nivel de alerta y en dirigir la atención hacia el estimu
lo. Ambos están localizados en el lóbulo parietal, pero utilizan diferentes neuro-
transmisores. Asi, el nivel de alerta es reducido por los fármacos que inhiben la
actividad de la noradrenalina, pero estos fármacos no influyen en la orientación.
En cambio, los fármacos que inhiben la actividad colincrgica alteran la orienta
ción a la señal, pero no disminuyen la alerta (Marrueco y Daviclson, 1998). Estos
estudios farmacológicos ilustran cómo puede separarse un simple acto de aten
ción en dos componentes distintos, y definir tanto los sistemas anatómicos como
los mecanismos sinópticos modulatorios que participan en él.
Otras observaciones clínicas confirman la importancia de los sistemas de la
alerta y la orientación para la percepción consciente normal de nuestro entor
no. Los idus que interrumpen el flujo sanguíneo a la corteza parietal posterior
en el lado derecho producen una incapacidad para la orientación de la atención
hacia el lado izquierdo, el opuesto a la lesión. Los pacientes que presentan estas
lesiones derechas tendrán déficit considerables en la imagen corporal y en su
percepción de las relaciones espaciales. Aunque sus sensaciones somáticas es-
ten intactas, estos pacientes no son capaces de integrar los aspectos espaciales de
todas las informaciones sensoriales del lado izquierdo de su cuerpo, ni tampoco
las del espacio externo, y no percibirán la mitad izquierda de cualquier objeto.
Por ejemplo, estos pacientes con síndrome de inatención tendrán muchas difi
cultades para copiar figuras. Este déficit puede ser tan grave que la persona
puede dibujar una flor con pétalos sólo en el lado derecho. Cuando se le pida
que dibuje un reloj, el paciente puede no dibujar los números de la izquierda c
intentar rellenar lodos los números en el lado derecho, o dibujarlos fuera del
reloj (fig. 6-19). Estas personas también podrían ser incapaces de percibir la mi
tad izquierda del cuerpo y de vestirse, desvestirse y asearse el lado afecto.
Las dificultades en la orientación similares a las citadas, pero menos acusa
das, pueden deberse a la pérdida de neuronas parietales como consecuencia de
enfermedades degenerativas como la demencia de Alzhcimer (Parasuraman y
Grecnwood, 1998). En estos casos, los estímulos dirigidos directamente al área
lesionada, que generarían normalmente una orientación de la atención, dejan de
hacerlo, y como consecuencia de ello la persona no sabrá que existen estos estí
mulos.
Muchos investigadores están de acuerdo con la idea de Francis Crick de que
la consciencia sensorial es, probablemente, el área más fácil de estudiar para
312 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
ffl ffl
ana
\0
C
FIGURA 6-19. Contribución de la corteza parietal posterior a la atención
visual.
Los tres dibujos de la derecha fueron realizados a partir de los mismos modelos de la iz
quierda por pacientes con síndrome de inatención visual unilateral debida a lesiones en la
corteza parietal posterior derecha.
(De: Bloom y Lazerson, 1988, tal y como se ilustra en Kandel ER, Schwartz JH, Jcssell T.
Principies üf ncural scicncc |4/ ed.|. New York: McGraw-l lili, 2000.)
Neurocieni 313
Imaginación
estos pacientes también tienen dificultades para acceder a los recuerdos de las
percepciones en el lado afecto. Por tanto, estos pacientes no sólo tienen proble
mas con los objetos reales, sino también los de la memoria. Además, las lesio
nes no sólo ocasionan trastornos de la relación perceptiva-cspacial; también sue
len causar trastornos de la atención dirigida (fig. 6-20 A).
También se ha creado un modelo animal de rotación mental como el descri
to anteriormente (Georgopoulos y cois., 1989). En él, se enseñó a monos a mo
ver una palanca en una dirección de 90° de una luz diana. Los registros de células
en el sistema motor muestran que, inmediatamente después de la aparición de la
luz, el conjunto de células activas nene un vector equivalente que movería la extre
midad directamente hacia la luz. Sin embargo, en un intervalo de 0,25 s, la pobla
ción de células cambia para producir un vector que esta en el ángulo correcto de
90°. Los estudios por imagen de la rotación mental en humanos han mostrado
que cuando en la rotación participa la mano se activan arcas motoras del cerebro
y también el lóbulo parietal (Parsons y Fox, 1998).
Alerta
Orientación Vigilancia
Corteza
parietal Corteza
derecha frontal derecha
Cíngulo anterior
dorsal (cognición)
— Cíngulo ventral (emoción)
En las décadas de 1970 y 1980 se hizo evidente la existencia del control eje
cutivo cuando los estudios cognitivos consiguieron separar el control conscien
te de sucesos mentales de la activación automática de los mismos sucesos (Pos-
ner, 1978). Para esta separación se utilizó la facilitación mediante una palabra
cuyo significado estaba relacionado con la palabra que debía ser adivinada. El
método es sencillo: se explica a los participantes que deben realizar una tarea re
lacionada con una palabra determinada. Por ejemplo, se les puede pedir que di
gan si la palabra tiene algún significado o no, o clasificarla como objeto animado
o inanimado. En algunos intentos, antes de mostrarles la palabra se les da otra
palabra como pista, que aparece brevemente en la pantalla sin ningún tipo de co
mentario. La pista puede estar relacionada con la palabra que aparecerá a conti-
Neuraciencia 319
nuación (p. cj., «juguete» como pista de «muñeca») o no relacionada con ella
(pista «juguete» para la palabra «paro»»). Aunque la pista no aporta ninguna in
formación directa de como responder a la palabra siguiente, se observó que las
pistas relacionadas con la palabra siguiente aceleraban el tiempo de reacción, y
las no relacionadas lo enlentecian, en comparación con una señal de atención
neutra que simplemente avisaba a la persona de que la palabra de la prueba iba a
aparecer posteriormente.
No hace falta que las personas atiendan a la pista o incluso que sean cons
cientes de que la lian observado para beneficiarse de ella. La mejoría se produce
incluso si tras la palabra de pista aparece un ruido visual que imposibilita a los
sujetos identificarla. Con todo, el efecto facilitador era algo menor que en los
intentos en los que se había atendido sin problemas a la palabra pista. Consi
deremos un ejemplo en el que se da a los participantes una serie de palabras
objetivo que pueden ser arboles o partes del cuerpo. Si se les muestran pistas
ambiguas como la palabra «palma» seguidas de un ruido que impida su iden
tificación, se produce una mejoría en el rendimiento posterior en el caso de
ambos significados de «palma» («árbol» y «mano»). Sin embargo, cuando se
presenta la palabra «palma» en un contexto de arboles y sin ambigüedad,
solo mejorará la respuesta a una palabra de la misma categoría que las pre
vias, es ílecir, «árbol» (Marcel, 198}).
James Ncely (1977) estudió la utilización consciente de pistas. En una si
tuación, se presentó como una palabra de una categoría (p. cj., «animal») y se
pidió a los sujetos que asociaran la categoría «animal» con la categoría «edifi
cio». Con las palabras que aparecían posteriormente en la categoría «edificio»,
como por ejemplo «ventana», el tiempo de reacción era mas rápido que cuan
do estas palabras pertenecían a una categoría distinta (p. cj., «lata»). El sujeto
había activado voluntariamente la categoría que se le había solicitado. Si se
le presentaba una palabra de la categoría animal, por ejemplo, «perro», poco
después, de manera que los sujetos no habían tenido tiempo de cambiar de
la categoría «animal» a la de «edificio», se lograban respuestas rápidas. Sin
embargo, si se retrasaba la palabra «perro» hasta después de que los sujetos
hubieran podido cambiar a la categoría solicitada, ante la pista «perro» el
tiempo de reacción era más lento, ya que la atención estaba en una categoría
diferente. Por consiguiente, Neeley demostró que se hace un esfuerzo cons
ciente para cambiar de categorías mediante su influencia en el tiempo de reac
ción en las pruebas.
ha observado una imensa actividad en el giro cingulado dorsal anterior (v. figu
ra 6-20 B) y, a menudo, en áreas de los ganglios básales y de la corteza frontal
lateral (Busli y cois., 1998). Por esta razón, se cree que el giro cingulado dorsal
anterior esta implicado en la atención focal o ejecutiva (Cárter y cois., 1999).
Como en los humanos, los monos rhesus entrenados para asociar números
con una cantidad se enfrentan a un conflicto al decidir cuál de dos presentacio
nes tiene un número mayor de objetos cuando existe una relación incompatible
entre ambos (p. cj., cuando un mayor numero de objetos esta formado por el
numero menor). Los monos se equivocaron mucho más cuando existía una in
compatibilidad que los humanos, a pesar de darles cientos de oportunidades
(Washburn, 1994). Al parecer, los monos tienen una menor capacidad para
evitar la interferencia aunque se les someta a un entrenamiento intensivo.
En humanos, la actividad del giro cingulado anterior se relaciona general
mente con el grado de práctica o automatización en la tarea. Quizás el mejor
ejemplo de ello sea una tarea en la que se pide a un individuo que de una uti
lidad para cada palabra de una lista (p. cj., para la palabra «martillo», «gol
pear»). Se produce un conflicto entre la lectura del nombre de la palabra en voz
alta y la tarca de dar una utilidad a la palabra. Se observó una intensa activación
del cingulado anterior cuando se presentó la lista por primera vez pero, con la
práctica, la actividad del cingulado desaparece y se activa la ínsula anterior, una
porción de la corteza que se encuentra escondida bajo el área de Broca (Raichlc
y cois., L994). Tanto la ínsula anterior como el área de Broca están relacionadas
con la tarea automática de leer una palabra en voz alta. En estudios de imagen se
han identificado dos vías diferentes que sirven para dar la utilidad de una pala
bra. Una de ella se activa cuando se requiere el pensamiento consciente para ge
nerar una palabra. En esta vía participa el cingulado junto con áreas izquierdas
laterales de la corteza y al cerebelo derecho. La otra vía, más automática, se em
plea cuando las palabras se conocen tan bien que desaparece la sensación de
búsqueda consciente. En este caso, la actividad del cingulado desaparece (al
igual que la de la corteza lateral y la del cerebelo) y, en cambio, se encuentra ac
tividad en el área de Broca y en la ínsula anterior, las estructuras que están habi-
tualmentc implicadas en la tarca automática de leer palabras en voz alta.
las áreas cognilivas y emocionales del cingulado parecen ser mutuamente inhi
bidoras (Drevets y Raichlc, 1998). De hecho, cuando aparecen emociones fuer
tes en la tarea, el «área dorsal es menos activa que el resto, mientras que las tareas
cognitivamentc conflictivas tienden a reducir la actividad del área ventral del
cingulado.
Si el área dorsal del cingulado participa en la selección de dimensiones tic
un estimulo cuando existe un conflicto entre dimensiones distintas, es lógico
pensar que el área dorsal participa también en los conflictos emocionales. He
mos discutido previamente que la orientación de la atención en la infancia sirve
al padre para distraer al niño de una experiencia angustiante. El control de la an
gustia es importante en la infancia y los padres deben regular las emociones de
sus niños y, más tarde, enseñarles a controlar sus propias emociones. Tal vez las
áreas del cerebro que controlan las emociones en la infancia adquieren la capaci
dad de realizar la misma función en respuesta a desafíos cognitivos. Si esta idea
es correcta, los niños con un mejor control emocional deberían tener más faci
lidad para regular conflictos cognitivos.
Sabemos que los niños difieren en su capacidad de controlar las emociones,
pues los padres aportan mucha información cuando se les preguntan determi
nadas cuestiones sobre la capacidad del niño de controlar la angustia, orientar
la atención y ser sensible al placer. El grado de las diferencias individuales en
la regulación se ha denominado control voluntario. En estudios con niños de 6 a
7 años se ha observado que el control voluntario se puede definir en términos
de escalas que miden la focalización de la atención, el control inhibidor, el pla
cer de baja intensidad y la sensibilidad perceptiva (Rothbari y cois., 2000). El
control voluntario es siempre inversamente proporcional al afecto negativo, de
acuerdo con la idea de que la habilidad atencional podría ayudar a atenuar el
afecto negativo. Este tipo de control también está relacionado con el rendimien
to de niños de 2 a 4 años en tareas de Stroop que requieren manejar un con
flicto (Posncry Rothbart, 1998). El control voluntario se relaciona tanto con
la empalia como con la adquisición de la conciencia, de un sentido de conduc
ta moral. Kochanska (1995) ha descubierto que las diferencias en el control vo
luntario tienen importantes consecuencias tanto para la inhibición de la con
ducta antisocial como para la adquisición de una conducta social correcta. Los
niños que pueden utilizar la atención de forma eficaz para controlar su conduc
ta son también más capaces de inhibir las respuestas prepotentes (p. ej., pegar
o robar) y tienen mayor capacidad para considerar las consecuencias de sus
acciones en los otros.
La empatia y el sentido de conducta moral o consciencia son la base de la so
cialización de los niños. La unión entre el circuito atencional del lóbulo frontal
y la consciencia podría hacer posible, al menos, imaginar cómo puede estudiar
se la conducta moral al mismo nivel neuronal que el que se explica más adelan
te en relación con algunos trastornos.
Neurociencia 323
Epílogo
la voluntad, hay otro aspecto de la consciencia que hace falla afrontar: la natura
leza de la subjetividad. El aspecto subjetivo de la consciencia es. de acuerdo
con los filósofos de la mente como Searle (1993, 1998) y Nagcl (1993), su ca
racterística clcfinitoria y el aspecto que supone el mayor reto científico. Searle y
Nagcl afirman que cada uno de nosotros experimenta un mundo de sensacio
nes privadas y únicas que parecen mucho más reales para nosotros que las de
otras personas. Todos experimentamos nuestras propias ideas, sentimientos y
sensaciones, éxitos y fracasos, alegrías y penas, de forma directa, mientras que
las ideas, sentimientos y sensaciones de otras personas sólo podemos apreciarlas
indirectamente. ¿Son el color púrpura que uno ve y el jazmín que huele idénti
cos al púrpura que los demás ven y el jazmín que los demás huelen? El hecho de
que la experiencia consciente sea personal e intensamente subjetiva plantea la
cuestión de si es posible determinar objetivamente características comunes de la
experiencia. Según esta idea, no podemos utilizar los mismos sentidos para lle
gar a una comprensión objetiva de la experiencia.
Es evidente que deberíamos estar preparados para la posibilidad de que haya
aspectos de la consciencia que no se resolverán mediante las estrategias comen
tadas en esta revisión. Tal vez algunos autores piensen que todo estudio cientí
fico de la vida puede ser ilucidado en todos sus niveles, desde el molecular hasta
el conductual, por lo que conocemos sobre el ADN. Sin embargo, otros pensarán
que hay partes de lo que significa ser un ser vivo que no pueden ser explicadas
con conocimiento detallado del ADN. Muchos aspectos de la percepción cons
ciente y del control voluntario podrán ser estudiados a todos los niveles, desde
los genes hasta la conducta. Esto podrá constituir una teoría de la consciencia,
de igual forma que el ADN sirve de base para el análisis científico de lo que cons
tituye la vida. No obstante, actualmente es difícil imaginar cómo el progreso,
aunque continúe y se intensifique, logrará solucionar todas las cuestiones rela
cionadas con la naturaleza subjetiva de la experiencia. Dejamos que los lectores
de Ccll y de Ncuron del próximo milenio determinen qué nivel de conocimien
to sobre la consciencia humana se logrará a partir de trabajos como los que he
mos comentado aquí.
Agradecimientos
Agradecemos a G. Gasic, E. Marcus y L. Pond sus útiles comentarios sobre el
manuscrito, a Harriet Ayers, Millie Pellan y Kathy MacArthur su ayuda en la
preparación del texto, y a Ira Schieren, Sarah Mack y Charles Lam por su apo
yo en la preparación de las figuras. Muchas de las ilustraciones utilizadas en
este artículo provienen de Principies of Neural Science, con permiso de Mc-
Graw-Hill. T.D.A., E.R.K. y T.M.J. son investigadores del Howard Hughes Me
dical Institutc.
327
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«BIOLOGIA MOLECULAR
DEL ALMACENAMIENTO
DE LA MEMORIA»
Charles F. Zorumski, M.D.
345
346 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
349
350 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Manto
i 1
I
i
Branquia
Estímulo Descarga/
táctil estimulo
en la cola
1.000 n
. 4 cadenas o trenes de
9 / descarga/dia durante 4 días
ig
o
o
a>
x>
<0
ü
55
9
<D 500-
T3
C
•O
o
<0
2 4 descargas aisladas
<c
ai
T5
C
•o Descarga
o / única en la cola
3
o 100-
t Control
0 1 4 7
B Días después del proceso de sensibilización
Biología molecular del almacenamiento de la memoria 353
sólo 20.000 y sus conductas más sencillas, que pueden ser modificadas mediante
el aprendizaje, pueden implicar a menos de 100 de estas células. Además de ser
pocas en número, estas son las células nerviosas más grandes del reino animal, lle
gando a 1.000 pin de diámetro, un tamaño suficientemente grande para ser vistas
a simple vista. Se pueden registrar estas grandes células fácilmente y durante ho
ras. y se puede registrar de nuevo la misma célula durante días. Además, se pueden
separar fácilmente para realizar estudios bioquímicos, de forma que a partir de una
única célula se puede obtener suficiente ARNm para formar una genotcca de
ADNc. Por último, en estas células identificadas pueden inyectarse moléculas mar
cadas, anticuerpos o productos genéticos, procedimientos que permitieron iniciar
el estudio molecular de la transducción de señales en las células nerviosas.
Irving Kupfcrmann y yo pronto describimos un reflejo de defensa muy sim
ple: la retirada de la branquia tras la estimulación del sifón, una acción similar a
la rápida retirada de la mano de un objeto ardiente. Cuando se aplica un estí
mulo táctil débil en el sifón, tanto éste como la branquia se separan a la cavidad
del manto para protegerse bajo la concha (Pinsker y cois., 1970) (fig. 7-1 A).
Kupfermann, Harold Pinsker y, más tarde, Tom Carew, Roben Hawkins y yo mis
mo encontramos que este sencillo reflejo podía modificarse mediante tres dife
rentes formas de aprendizaje: habituación, sensibilización y condicionamiento
clásico (Carew y cois., 1972; Pinsker y cois., 1970, 1973). Al estudiar estas tres
formas de aprendizaje, nos sorprendió su semejanza con formas de aprendizaje
similares en vertebrados superiores y en humanos. Como ocurre en el aprendi
zaje de vertebrados, el almacenamiento de memoria en cada tipo de aprendizaje
de Aplysia pasa por dos fases: una memoria transitoria que dura minutos y una
354 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Neurona
motora L7
Neuronas
sensoriales LE
Branquia
Branquia
Neurona
motora
Neurona /
B sensorial -
Sifón
NS
neuronas
.sensoriales
(24)
SCP
L29 -
i
Interneuronas
moduladoras
1
U Inh.
Exc. !-
NM
A
neuronas
motoras
(6)
Interneuronas
(excitadoras.
inhibidoras)
/
C Branquia
Biología molecular dsi almacenamiento de la memoria 355
mecanismo de la memoria a corlo plazo. Por último, Holger Hyden propuso que
el aprendizaje modificaba la composición de bases del ADN o del ARN. Aunque
se disculto ampliamente las ventajas de cada una de estas hipótesis, no había
ninguna prueba directa de ninguna de ellas (Kandcl, 1968).
Kupfertnann, Castcllucci, Carew, Hawkins y yo afrontamos estas ideas alter
nativas estudiando directamente cómo puede producirse el aprendizaje en un
circuito que tiene unos elementos neuronales fijos. Para estudiar este problema,
examinamos el circuito nervioso del reflejo de retirada de la branquia bajo los
efectos de la sensibilización, el condicionamiento clásico o la habituación. Nues
tros estudios aportaron pruebas claras de la hipótesis propuesta por Ramón y
Cajal, según la cual en el aprendizaje se producen cambios en la potencia de las
conexiones sinápticas entre células ituerconcciadas de forma precisa (Castc
llucci y cois., 1970; Kupfertnann y cois , 1970). Por tanto, si bien el programa de
desarrollo del organismo asegura que las conexiones entre neuronas sean de una
manera determinada, no especifica su fuerza. Y al contrario, la experiencia alte
ra la fuerza y la eficacia de estas conexiones químicas preexistentes. Bajo la pers
pectiva de estas tres formas de aprendizaje, la plasticidad sináptica surgió como
un mecanismo fundamental para el almacenamiento de información en el siste
ma nervioso, un mecanismo que se construye a partir de la estructura molecular
de las sinapsis químicas (Milner y cois., 1998).
¿Cuáles son los mecanismos moleculares por los que se establece la memo
ria a corto plazo? ¿Cómo se convierte esta en memoria a largo plazo? Inicialmen-
te, nos centramos en la sensibilización a corto plazo. Junto con James H. Sch-
wariz, descubrimos que los cambios sinápticos, al igual que la conducta a corto
plazo, se expresaban a pesar de que se inhibiera la síntesis de proteínas. Este
hallazgo nos sugirió por primera vez que la plasticidad sináptica a corto plazo
podría producirse mediante un sistema de segundo mensajero como el AMR cí
clico (AMPc) (Sclnvartz y cois., 1971). Basándonos en esta idea, Schwartz, Ho-
ward Cedar y yo descubrimos en 1972 que la estimulación de las vías modulado-
ras que participan en la facilitación heterosináptica causaba un incremento de
AMPc en el ganglio abdominal (Cedar y cois., 1972). Cedar y Schwartz (1972)
descubrieron que los neuroiransmisores scrotonina y dopamina podían estimu
lar esta acción de la estimulación eléctrica e, igualmente, provocar un incremen
to de las concentraciones de AMPc. Más tarde, Hawkins, Castcllucci, David
Glanzman y yo describimos el sistema modulador activado por un estímulo sen
sibilizador a la cola (Glanzman y cois., 1989; Hawkins y cois., 1981b; Mackey y
cois., 1989), y confirmamos que contiene interneuronas serotoninérgicas.
358 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Neurona sensorial
1
0
Corlo plazo
MAPK
CREB-1
l -
AFjl
Ubiquitín- C/EBP efi« y
hidrolasa
AMPc
AC Cinasa
0 ^persistente Crecimiento
**
>»»»••
Cola 5HT *» . •*
PKA
Canales de K* m- apCAM
A
Canales de Ca >.
A.A.A
Neurona motora
Restricciones inhibidoras
lin 1995, Bartsch descubrió que los reguladores positivos sólo explican la mi
tad del proceso, y que también existen restricciones inhibidoras de la memoria,
l a facilitación sináptica a largo plazo requiere no sólo la activación de genes
potcnciadores de la memoria, sino también de la inactivación de genes supresores
de la memoria (ftg. 7-3). Uno de ellos es el factor de transcripción ApCREB-2,
que tiene capacidad para inhibir la transcripción mediada por ApCREB-la. Si
se elimina esta inhibición, se consigue disminuir el umbral para el proceso a
largo plazo.
Por tanto, durante el almacenamiento de la memoria a largo plazo se pone
en marcha una cascada estrechamente controlada de activación de genes, en la
que los genes supresores de memoria aportan un umbral tic almacenamiento,
probablemente para asegurar que sólo se aprenden los aspectos que son signifi
cativos. Los supresores de memoria podrían permitir la modulación del almace
namiento de memoria mediante estímulos emocionales, como ocurre en los «re
cuerdos fugaces» de sucesos con carga emocional que se recuerdan con detalle,
como si la escena completa se hubiera reproducido de forma breve pero intensa
en el cerebro.
Especificidad sináptica
de la facilitación a largo plazo
C
Biología molecular del almacenamiento de la memoria 363
FIGURA 7-4. Una única neurona sensorial se conecta a varias células dia-
na (jxig o/HH-sfíi)
La necesidad tic un mecanismo iranscripcional para la memoria a largo plazo plantea otra
cuestión: ¿cual es la unidad de almacenamiento de información a largo plazo7 ¿Es una si-
napsis única, como ocurre en la facilitación a corto plazo, o la neurona completa? ¿Existe
u n mecanismo que restringe la facilitación sináptica a unas conexiones sinópticas determi
nadas?
A. Esta microlotograíia muestra un sistema de cultivo creado para estudiar la acción de dos
ramas independientes de una única neurona sensorial de Aplysia (la neurona pequeña del
centro) sobre dos neuronas motoras diferentes (neuronas grandes). Se puede aplicar sero-
tonina selectivamente a cada una de las dos ramas. El flujo de serotonina se puede moni-
torizar con la tinción de fu sí gnvn.
B. La facilitación a largo plazo es especifica de sinapsis y puede ser desencadenada en otra
rama por un estimulo que inicie el proceso a corto plazo. Cinco aplicaciones de scrotonina
en el lugar de iniciación (célula A) producen la facilitación especifica de sinapsis mostrada
en (B), que no aparece en la sinapsis de la célula B si a esa sinapsis no se le aplica seroto-
nina.
C. Dos efecios de la facilitación a corto plazo: almacenamiento de memoria a corlo plazo
cuando actúa de forma aislada, y mareaje de sinapsis especificas en la que se aplica para la
posterior captura de las proteínas necesarias para la facilitación a largo plazo cuando se
aplica junto con cinco aplicaciones en otras terminales.
(¡Al y |Bl: De: Martin KC, Casadio A. Zhu H y cois. Synapse-specific transcnplion-depen-
dent long-term faeililation of ilic sensory lo motor neuron conncction in Aplysia: a function
for local protein synihcsis in memory storage. Ccll 1998. 91: 927-938. Utilizada con auto
rización de Elsevier.)
las que se produce. La sinapsis marcada puede entonces utilizar las proteínas ac
tivadas por el factor CREB para formar sinapsis con el fin de generar cambios
duraderos en la fuerza sináplica. Por consiguiente, la lógica del proceso a largo
plazo implica una integración amplia distinta de la del proceso a corto plazo. A
largo plazo, la función de una sinapsis no depende sólo de su utilización previa,
sino también del estado de la maquinaria transa ipeional en el núcleo.
¿Cómo marca una aplicación de serotonina a la sinapsis para producir un
cambio a largo plazo? Para que los cambios estructurales se mantengan, se re
quiere la síntesis local de proteínas (Casadio y cois., 1999). El importante tra
bajo de Oswald Stexvard a principios de la década de 1980 había mostrado que
las dendritas contienen ribosomas, y que determinados ARNm son transporta
dos a las dendritas y se traducen allí (Steward, 1997). Nuestros experimentos de
mostraron que una de las funciones de estos ARNm traducidos (ocalmente era
estabilizar los cambios funcionales y estructurales específicos de sinapsis a lar
go plazo.
Cr-'-v»-
I CREB-1
l
\
\
MAPK
tv
\
(3 >
/
/ Proteínas
de crecimiento
/
AMPc
PKA
(?)
I
Oj
o
o
o
o
Vía colateral
de Schaffer
,/ CA1
A-,
CA3 A \\
Giro
dentado
Via de fibras Vía perforante
musgosas
400
o
TJ ^
M% cs Potenciación a largo plazo tardía (4 cadenas)
CO o 300
_ o
.5? &
l§- 3o 200 ti v.. Potenciación a largo plazo
q3 & temprana (1 cadena)
■o Q-
af 100
e1 A A A A
S * 0
0-
-30 0 30 60 90 120 150 180 210
Tiempo (min)
J
CX
, J
1Electores
de crecimiento
Proteína
(tPA, BDNF)
PKA
Ilo— fosfatasa 1
T
Inhibidor LJ
de la fosfatasa J
Entrada I t—
moduladora L-
T~1J
AMPc [Reguladores
I (C/EBPP)
T
Vía colateral NMDA Calcineurina A
de Schaffer
. l(Ca2'
!«■*
Jcí
ib*
.
Ca2'
Calmodulina
J
c Ca2’ y
I¿ Calmodulina
íwíp-i —cinasa
AMPA
/i
l
Biología molecular del almacenamiento de la memoria 367
Memoria explícita
Hasta ahora he analizado sólo los ejemplos más sencillos del almacenamiento
de memoria, los implicados en los reflejos, que se consideran una memoria implí
cita o de procedimiento. La memoria implícita corresponde a las habilidades per
ceptivas y motoras y se expresa a través de la ejecución, sin el recuerdo conscien
te de episodios pasados. En cambio, los recuerdos más apreciados y cercanos se de
nominan explícitos (o declarativos). Estos recuerdos necesitan de la recuperación
consciente del evento anterior y están relacionados con las personas, los objetos y
los acontecimientos. La memoria explícita implica un sistema anatómico especia
lizado del lóbulo temporal medial, y una estructura que se encuentra en su interior:
el hipocampo (Bacskai y cois., 1993; Castellucci y cois., 1978; Milner y cois., 1998)
(fig. 7-6 A). ¿Cómo se almacena la memoria explícita? Louis Flexner, Bernard
Agranoff, Sam Barondes y Larry Squire habían demostrado que la memoria explí
cita, al igual que la implícita, tiene una fase a corto plazo que no requiere la sínte
sis de proteínas y otra a largo plazo que sí la requiere (Bacskai y cois., 1992). ¿Es
tán estos dos componentes del almacenamiento de memoria representados tam
bién a nivel celular? ¿Qué reglas rigen el almacenamiento de la memoria explícita?
Hace una década, en mi sexagésimo aniversario, irte armé de valor y volví a
estudiar el hipocampo. Mario Capecchi y Oliver Smithies, al conseguir la abla-
368 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Condicionamiento contextual
Entrenamiento
Test
— • ]
'!•
Exposición
Inicio
al contexto Inicio
del sonido (CS)
de la descarga En el mismo
eléctrica contexto
A 1 h y 24 h
Anisomicina
R(AB) (ratón salvaje)
□ WT □ Salmo
n
•| 50 ■ R(AB) 50 -i ■ Anisomicina
g.£. 40 40
p
E "o 30 *p =
tu 45 30 0,002
~5 0,001
a> > 20
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¡g¡§[]S í?tsl 1 almacenamiento de la memoria 371
lado más beneficios de los que cabía esperar. Sin embargo, la complejidad de la
memoria explícita es formidable, y aún estamos empezando a explorarla Por el
momento, sabemos muy poco sobre los mecanismos moleculares que inician o
estabilizan el crecimiento de las sinapsis asociado a la memoria a largo plazo.
¿Qué moléculas señalizadoras provocan la reorganización del citocsqucleto du
rante la reinodclación sináptica? ¿Cómo se relacionan con las moléculas que
controlan la formación de las sinapsis durante el desarrollo?
Además, aquí sólo liemos abordado los mecanismos moleculares del almace
namiento de la memoria. La parte más compleja de la memoria, especialmente
de la explícita, es una cuestión de sistemas. Todavía no tenemos respuesta a im
portantes preguntas: ¿cómo interaccionan en el almacenamiento de la memoria
explícita las distintas regiones del hipocampo y del lóbulo temporal medial, el
subículum y las cortezas entorrinal, parahipocámpica y perirrinal? ¿Cómo se
transfiere la información en cualquiera de estas regiones para su consolidación
última en el neocórtcx? No conocemos, por ejemplo, por qué el almacenamien
to inicial de la memoria a largo plazo requiere la participación del hipocampo,
mientras que esta estructura no es necesaria una vez que la memoria se ha al
macenado durante semanas o meses (Milner y cois., 1998; Squire y Zola-Mor-
gan, 1991). ¿Qué información esencial envía el hipocampo al neocórtcx? Tam
bién sabemos muy poco sobre la naturaleza del recuerdo de la memoria explíci
ta (declarativa), que requiere el esfuerzo voluntario. Estas cuestiones relativas a
los sistemas no pueden resolverse empleando sólo el enfoque de abajo hacia arri
ba de la biología molecular. Será necesario adoptar también un planteamiento de
arriba hacia abajo como el de la psicología cognitiva, la neurología y la psiquia
tría. Finalmente, necesitaremos conjugar estos dos enfoques.
A pesar de estas dificultades, no cabe duda de que en un futuro próximo se
afrontarán estas y otras cuestiones sobre la biología del aprendizaje. La biología
de la mente ha cautivado la imaginación de la comunidad científica del siglo xxi
de la misma manera que la biología de los genes fascinó a los científicos del si
glo xx. A medida que el estudio biológico de la mente asuma una posición cen
tral en la biología y en la medicina, tenemos razones para esperar que la acade
mia sueca convoque a varios neurocientíficos y los premie por creer en sus pro
pias convicciones (Kentros y cois., 2001).
Agradecimientos
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Biología molecular del almacenamiento de la memoria 379
381
382 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
GENES, CEREBROS
Y AUTOCONOCIMIENTO1
Revolución en la genómica
Miembros del curso de 2001 que se gradúan, familiares y amigos de los gradua
dos. Decano Gerald Fischbach, colegas, señoras y señores: les estoy enormemen
te agradecido por haberme pedido que participe hoy en este acto, porque me da la
oportunidad de celebrar los logros académicos de esta universidad y de esta clase.
¡Tengo una gran deuda personal y científica con esta universidad! He descubierto
que esta escuela de medicina es el mejor lugar del mundo para realizar investiga
ción científica y me he beneficiado enormemente del ambiente interactivo y de
apoyo creado por la facultad y los estudiantes de la escuela. Además, a lo largo de
mis 27 años en la facultad, he disfrutado siempre enseñando a estudiantes de me
dicina, incluidos, por supuesto, los del distinguido curso que celebramos hoy. De
hecho, el libro Principios de ncurociencia, que vuestro curso ha llegado a aprender
y amar, y que es mundialmente aceptado como el libro más «pesado» y más caro de
su clase, está basado en el curso de ncurociencia que se desarrolla en esta universi
dad, para el que tuve el privilegio de participar como primer director de curso.
383
384 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Así que cuando se me pregunta cuáles son mis apiraciones tras haber recibi
do el Premio Nobel en el arto 2000, mi respuesta es clara: ¡ser elegido, por el cur
so del arto 2001, para hacer el discurso de graduación en el Collcgc oí Physicians
and Surgeons de la Universidad de Columbia! ¿Que reconocimiento más signi
ficativo y satisfactorio puede imaginarse?
Ninguna celebración es más satisfactoria para esta universidad o mas inspira
dora para la comunidad intelectual mundial que una graduación. Cada gradua
ción celebra la entrada a la categoría académica de otro curso de intelectuales.
Dado que la tarea de una gran universidad no es simplemente reproducir su pro
pia imagen sino crear nuevo conocimiento, esta implícito en las responsabilida
des de la facultad la formación de intelectuales que sean mejores de lo que noso
tros somos, más sabios, más juiciosos, con una mejor moral, mejores seres hu
manos.
Dado que pensamos que vosotros sois todas estas cosas, ¿que queda por deci
ros abora que pasáis de ser nuestros estudiantes a ser nuestros iguales? ¿Con qué
os confrontareis ahora que pasáis a la próxima etapa de vuestra vida? Y, a su vez,
¿qué podemos esperar de vosotros? Permitidme poner estas cuestiones, y vues
tros 4 artos en la facultad de medicina, en una perspectiva histórica.
En los años que habéis pasado en la facultad de medicina, los 4 remarcables
años que abarcaron la transición del siglo xx al siglo xxi, se han producido tamo
el esclarecimiento del genoma humano como un mayor conocimiento de la
biología del cerebro humano. Tenemos razones de sobra para esperar que la re
volución en la gcnómica y la ncurocicncia cambiarán radicalmente la forma en
que practicamos la medicina. Y lo harán de dos maneras. En primer lugar, la me
dicina dejará de centrarse en la población para hacerlo en el individuo, su pre
disposición a la salud y a la enfermedad. En segundo lugar, por primera vez
tendremos una biología significativa y detallada de los procesos mentales hu
manos y de las enfermedades mentales. Con suerte, vuestra generación ayudará
a unificar estas dos corrientes intelectuales, la del genoma humano y la de la
neurocicncia, para materializar la aspiración de la biología de alcanzar un nuevo
humanismo, basado en parte en los conocimientos de nuestra biología. Si esta
nueva agenda humanística avanza como queremos, la revolución gcnómica y los
nuevos conocimientos sobre la naturaleza biológica de la mente no sólo mejo
rarán los cuidados médicos, sino que también cambiarán radicalmente la forma
en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás.
La influencia de la biología en la forma en que las personas informadas pien
san sobre los demás y sobre el mundo en que viven no es en modo alguno nue
va. En la era moderna, esta influencia se hizo evidente por vez primera en 1859
con el estudio de la evolución de las especies. Darwin fue el primero en afirmar
que los seres humanos y otros animales evolucionaban gradualmente a partir
de antepasados animales bastante diferentes de ellos. También hizo hincapié en
la idea todavía más atrevida de que la fuerza que guia el cambio de la evolución
Genes, cerebros y autoconocimiento 385
variaciones genéticas humanas que explican todas las diferencias hereditarias en
tre individuos.
Actualmente sabemos que dos individuos comparten un sorprendente 99,9%
de su secuencia de ADN. Eso significa que todas las diferencias hereditarias en
tre individuos de una especie residen solamente en un 0,1% de la secuencia. La
mayoría de las diferencias entre los genomas de dos individuos son cambios muy
pequeños, en los que una base está sustituida por otra en la secuencia de nucleó-
tidos que forman un gen. Estas modificaciones se llaman cambios de base única o
polimorfismos de nucleótido tínico.
Conocemos ya unos 3 millones de estos polimorfismos, y se identificarán
más con el tiempo. Están distribuidos a lo largo del genoma y al menos el 93%
de los genes contienen al menos uno de ellos. Por tanto, por primera vez, dis
pondremos para cada gen de todas las variaciones de secuencias polimórficas
existentes. Muchas de estas carecerán de importancia, pero algunas serán funda
mentales para comprender la enfermedad.
Estas variaciones polimórficas comunes son diferentes de las mutaciones me
nos frecuentes que provocan invariablemente enfermedades hereditarias, y que
han sido objeto de estudio de la genética médica hasta ahora. Los polimorfismos
comunes a los que tendremos pleno acceso a partir de ahora no son en sí mismos
causa de enfermedad, sino que más bien influyen en la expresión de la enfermedad.
Predicen nuestra predisposición a la enfennedad en (odas sus manifestaciones, o ¡a
protección que tenemos ante ella.
Un ejemplo de ello son las mutaciones genéticas poco frecuentes en el cromo
soma 21 que causan una forma de inicio precoz de enfermedad de Alzheimer
en las personas que poseen la mutación. En cambio, hay un polimorfismo más
frecuente que no causa la enfermedad directamente, pero el 17% de las perso
nas que poseen este polimorfismo en el que cambia una base tienen un riesgo
10 veces mayor de presentar la enfermedad de Alzheimer en la edad avanzada
respecto a los individuos que no lo tienen. Otros polimorfismos genéticos pre
disponen a las personas a varias formas de diabetes, hipertensión, cáncer y enfer
medades mentales. De hecho, la tendencia a padecer una enfermedad, por ejem
plo nuestra respuesta a las infecciones, a las consecuencias del envejecimiento e
incluso nuestra longevidad en sí misma, está influenciada por polimorfismos de
nuestros genes. Como corolario, los polimorfismos también ayudarán a expli
car que las enfermedades complejas como la hipertensión, la depresión o la en
fermedad de Alzheimer no son siempre iguales, sino que existen varios subti
pos diferentes y relacionados, cada uno de los cuales requiere su propio manejo
médico individual.
¿Qué consecuencias tendrá para la práctica de la medicina clínica el conoci
miento de estas predisposiciones y subtipos? Servirá para disminuir la incerti
dumbre en el manejo de la enfennedad. Es probable que los análisis clínicos de
ADN que muestren determinados polimorfismos genéticos en nosotros mismos
Genes, cerebros y autoconocimiento 387
Medicina personalizada
La vuestra es la primera generación posgenómica. Dispondréis de informa
ción adecuada tanto del genoma humano como de las ciencias cerebrales que
os permitirá estudiar la contribución de la genética a los procesos mentales
como nunca anteriormente. De hecho, sabemos que no sólo los trastornos psi
quiátricos sino la mayoría de los patrones de conducta duraderos, desde vestir
pajarita hasta ser socialmente gregario, son el resultado de la herencia en mayor
o menor grado. Por tanto, el genoma humano no sólo nos ayudará a revolucio
nar la psiquiatría y la neurología, sino que nos permitirá un mejor conocimien
to de la conducta normal, de la manera en que funcionamos tu y yo.
Por ejemplo, el análisis de los polimorfismos genéticos podría ayudar a des
cubrir cómo interaccionan los factores genéticos con el ambiente para desarro
llar nuestras capacidades intelectuales, nuestro talento matemático y musicales
y, tal vez, incluso nuestras diferentes capacidades para la creatividad, la empatia
y el autoconocimiento. Independientemente de los detalles, podemos esperar
que el genoma revele nuevas conexiones entre la genética y el ambiente que
nuestra sociedad tendrá que abordar en algún momento.
A medida que se afronten estas y otras cuestiones, la biología y la medicina
ayudarán a transformar nuestra sociedad igual que transforman nuestro cono
cimiento de los individuos de la sociedad. Por tanto, estaréis creando un mun
do en el que será importante que cada individuo comprenda correctamente estos
nuevos conocimientos de forma que la sociedad pueda aplicarlos sabiamente.
No obstante, como todo conocimiento, el conocimiento biológico es una es
pada de doble filo. Puede utilizarse con fines adecuados o con fines malévolos,
para el beneficio común o privado. En manos de personas mal informadas o mal
intencionadas, la selección natural se utilizó como darwinismo social, y la ge
nética en forma de eugenismo. Las neurociencias también han sido utilizadas
para el control y la manipulación social, y pueden serlo de nuevo.
390 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
No creáis, por lamo, que a partir de ahora vuestros estudios han terminado. Muy
al contrano: debéis considerar que no habéis hecho sino entrar en ellos, y a menos
que vuestra vida entera sea una continua dedicación y mejora, fracasaréis pronto en
vuestra larca (...). En una profesión, como la que habéis adoptado, en que el objeto
es algo tan importante como la vida de un hombre, sois responsables incluso de los
errores de la ignorancia, a menos que hayáis aprovechado cada oportunidad para acu
mular conocimientos.
Genes, cerebros y autoconocimiento 391
Como espero que aclaren estas tres leyes, a partir de ahora deberíais estar se
guros de que os eperan los mejores días de la asistencia medica y de vuestras vi
das gracias a la formación que habéis recibido en el College of Physicians and
Surgcons de la Universidad de Colombia, estamos seguros de que seréis capaces
de contribuir, mediante vuestro conocimiento y vuestras acciones, a la aparición
de un nuevo humanismo, un humanismo más racional con un mayor respeto
del genoma y una mejor comprensión de la mente humana. Estáis iniciando una
etapa excitante de vuestras vidas y de la historia de la medicina una etapa que os
dará la oportunidad de ayudar a vuestros pacientes, a vuestra universidad y a
vuestra sociedad de formas nuevas, importantes y humanizadoras. Asi que disfru
tad del futuro, y hacedle justicia.
EPÍLOGO
393
394 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
en el cerebro, igual que otras formas de aprendizaje. De hecho, podemos ver las
consecuencias de la intervención psicotcrapéutica en algunos trastornos a par
tir de imágenes del cerebro de las personas afectadas obtenidas antes y después
de la terapia.
En estudios preliminares de imagen se ha observado que el trastorno obsesivo-
compulsivo se asocia con un incremento del metabolismo en el núcleo caudado.
Schwariz y sus colaboradores, de la Universidad de California (Los Angeles),
han descrito cómo puede invertirse este aumento del metabolismo en el núcleo
caudado, tanto aplicando una forma de psicoterapia llamada terapia de exposi
ción como administrando inhibidores selectivos de la recaptación de scrolonina
(Schwariz y cois.. 1996). Además, los estudios de imagen de la depresión mues
tran con frecuencia una disminución en la actividad basal de la región dorsolate-
ral de la corteza prefrontal y un aumento de la actividad en la región vcntrolate-
ral. dos procesos anómalos que la psicoterapia y los fármacos invierten parcial
mente, si bien en este caso los diferentes tratamientos afectan diferencialmentc
loci anatómicamente distintos del cerebro (para una revisión, v. Etkin y cois.,
2005).
Ahora estamos en situación de describir con rigor los cambios metabólicos
que se producen en el cerebro como consecuencia del tratamiento farmacológi
co y de la psicoterapia. Más aun. lo cierto es que actualmente se aplican distin
tas psicoterapias y que puede ser factible diferenciarlas según los cambios que
producen en el cerebro. Esto podría llevarnos a constatar que todas las psico
terapias efectivas operan a través de mecanismos anatómicos comunes, o por el
contrario desvelar que sus objetivos se alcanzan a través de procesos clara
mente diferenciados. Las psicoterapias efectivas pueden tener efectos secunda
rios adversos, como los fármacos, de modo que describirlas en términos de
evidencia empírica, como se ha hecho con los tratamientos farmacológicos, po
dría contribuir a maximizar la seguridad y efectividad de este tipo de tratamien
tos. Los estudios empíricos también ayudarían a predecir los resultados de in
tervenciones terapéuticas concretas y a dirigir a los pacientes hacia los trata
mientos más apropiados.
Cada vez se hace más patente que el enfoque biológico de la psiquiatría nos
permitirá alcanzar un conocimiento más profundo del comportamiento huma
no. Por ejemplo, hoy día se aplican ya planteamientos experimentales que pue
den distinguir los procesos mentales conscientes de los inconscientes. Estos
planteamientos y perspectivas no se limitan al inconsciente implícito, también
exploran el inconsciente dinámico y preconsciente, por ejemplo comparando los
patrones de activación cerebral generados por estados perceptivos inconscientes
y conscientes (como la percepción del temor) c identificando las regiones del ce
rebro implicadas en cada estado.
Finalmente, la biología puede perfilar y mejorar la doble contribución de la
psiquiatría a la medicina moderna: su capacidad de desarrollar tratamientos
396 Psiquiatría, psicoanálisis, y la nueva biología de la mente
Agradecimientos
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ÍNDICE ALFABÉTICO
DE MATERIAS
399
400 Indice alfabético de materias
Darwin, Charles, 46, 121, 126, 204, 384, Dctwilcr, Samuel, 253
387, 390 Diacilgliccrol, 230
Darv inismo social, 43, 389 Dickinson, A . 131
Dash, Pramod. 360 Dimorfismo sexual, 95, 96
Dav. M , 38 Disnea, 117, 118
DBH (dopamina (J-hidroxilasaJ, 183 Distrofia ele Beckcr. 2-15
De Camilla, Pictro, 233 - muscular de Duchcnne, 2-15
Desafereniización, 302-303 Distrofina, 2-15
— selectiva, 302 Distroglucoproteína. complejo, 2-15
Deitcrs, Otto, 214-215 Diversidad ncuronal, 196*198. 249-252
del Castillo, José, 231 Doctrina ncuronal. 214-215, 273, 295
Dclbrúck, Max. 168 Dopamina, 30, 357
Demencia, 24, 50. V también Enfermedad -síntesis, 182
de Alzhcimcr - P-hidroxtlasa (DBH). 183
Dendritas, 214-215, 364 Dostrovsky. John, 369
Dennos, W, 10 Drosophita, 164, 168, 170, 177. 180,201,
Depresión. 36. 117, 325, 381-382 204,351
Depresión anaclílica. 9 - aprendizaje y memoria, 203-204. 240
— como trastorno funcional, 24, 50 - cadherirías, 260
— eje hipotálamo-htpósfiso-suprarrcnal, 90 -desarrollo del sistema nervioso, 190
— experiencias vitales tempranas, 84, 88-90 - elemento P, 180
— farmacoicrapia para, 40. 65, 394 - genes de control del desarrollo
— genética, 40, 147-148 embrionario corporal, 252-253
— neuroimagen en, 51,395 - patrones de proyección axónica, 259
— vulnerabilidad heredada, 84, 147 - shaltci; muíame, 180
Desarrollo gonadal, 94 Dualidad terapéutica, 2-3
— infantil, «entorno promedio espcrablc»,
9. 85
— estudios de A. Frcud, 85 E
psicoanalílicos, 68-69
— experiencias tempranas y Ecclesjohn C., 217, 222
predisposición a psicopatología, Eckstein-Schlossmann, E., 9
84-91 Edelman, Gcrald. 259. 299
— interacción madre-hijo, 85 Edelson, Marshall, 71-72
— periodo crítico, 85-86 EFla (factor de elongación la), 359
— privación y, 1,8-13, 15 Efecto Stroop, 320, 322-323
— psicosexual, 92-93 Efrinas, 260, 262
— regulación emocional, 322 Ego, 76, 92
— social, 322 - psicología, 63
— moral, 77 Eichenbaum, H., 82
— psicosexual. 92-93 Eisenberg, León, 118
Descartes, Rene, 208-209 Eissler, Kurt, 70
Dcsimone. Robcrl, 309 Eje hipotálamo-hipófiso-suprarrcnal
Despolarizactón, 173 (HHS), activación inducida por
Determinismo psíquico, 68, 73-74, 78-82 estrés, 87-88
— definición, 78 ------ en crisis de pánico, 118
— del condicionamiento clásico, 79-80 --------- depresión, 90
— en psicopatología, 78-79 ELA (esclerosis lateral amiotrófica), 246
índice alfabético de materias 407
Freud, Sigmund, 25, 37-38, 57, 60-69, Genes, aprendizaje y expresión génica
71-79. 83-86, 92-93. 99-100. alterada, alteraciones estructurales
115-118, 120-122. 125. 127, en circuitos cerebrales, 53-54. 54
137-138. 138, 394 - biología molecular de la enfermedad,
— «Dudo y melancolía», 84 245-248
— «Introducción al narcisismo», 67 - cartografía, 30-31
— «Más allá dd principio del placer». - clonación, 171-172
67 - determinación de conexiones
— «Proyecto para una psicología ncuronales, 29-30, 41
científica», 394 - efectos en la conducta, 41,46-49
— concepto de ansiedad. 115, 117, - en control de la identidad neuronal,
125-127 252-253
-----------señal. 83-84, 121, 137-138, 138 -enfermedad mental, 47-48
-------- determinismo psíquico, 78-80 - específicos de subtipos neuronales, 270
-------- impulso, 92 - estructura, 44, 45
-------- inconsciencia, 75-76 - diquelado mediante transposones. 180
-------- orientación sexual y desarrollo - expresión en el cerebro, 30. 194
psicoscxual, 92-93 - función de plantilla, 44-46
— método psicoanalílico, 69 ------ transcripción, 44-45, 45
Frey, Uwe. 368 -------- factores ambientales, 51
Funciones ejecutivas, 92, 318 - genoma humano, 30. 194
— - corteza angulada anterior dorsal, - modificación de la expresión por la
320-322 conducta, 41, 49-51
— pt iming, 318-320 - mutaciones, 44, 49. 147-148, 150,
— voluntad, 318 245-248
Furshpan, Edwin, 224 - para apoptosis, 256
Fuster, Joaquín, 92 - - receptor de acctilcolina, 175
- penetración, 48
- polimorfismos, 386-387, 389
G - regulación de la transcripción, 168-169
- epigendica, 44-46
GABA (ácido Y-aminobutírico), Genética molecular, 100, 146, 167, 172,
receptores, 222, 224-225, 226 177, 247-248
Gap junctions, 181 - psiquiátrica, 31-32, 39-56. V íumbién
Género fenotípico, 94-95 Genes; Estudios genéticos
- genotípico, 94-95 Gcnómica, bases biológicas cíe la
- frente a fenotípico, 94-95 individualidad, 387-388
- identificación, 93 - individualidad de la vida mental, 389
Genes, 385 - medicina personalizada basada en,
- alelos. 48 384-386, 389-390
- alteraciones inducidas por - revolución, 383-387
farmacoterapia, 55-56 Gcnotipado, 31
-------- psicoterapia, 29-30, 41,55-56 Gcstali, perspectiva psicológica de la
- ansiedad crónica y expresión alterada función visual. 292-293
de, 146-148, 150, 152 -----------percepción, 212-213
- aprendizaje y expresión génica ------ del aprendizaje, 356
alterada. 29-30, 41, 45-46, 98. 118, Gestión de asistencia, 2-3, 57
147 Gctincr, Sonya, 305
410 índice alfabético de materias
Lobulo parietal, localización de función Memoria. 2. 16. 3l. 59. I 20. V también
de alerta y emoción. 317 Aprendizaje
— síndrome de inatención debido - a corto plazo, 152. 203-204, 239. 373
a lesiones de. 31 l. - largo plazo. 152, 239-240, 373-374
312 CREB-l, 360
-------------------- imágenes. 315 -------- restricciones inhibidoras, 361
- temporal medial en condicionamiento - ciencia cognitiva neuronal, 59-60
tardío, H l -82 - definición, 203
-------- memoria explicna. 59, 74. - de habituación, 19
239 - trabajo, 91-92
Locke.John, 79 - detenmnismo psíquico. 78-82
Locwi, Oto, 218, 222 - en Aplysia, 203-204, 210, 238-240.
Lom, Ter|c, 240 345-347, 351-357. 352
Lorenie de Nó. Rafael, 238. 289. 356 - Drosophila, 203-204, 240
Luzzani. C., 315 - explícita (declarativa), 59-60, 74-75,
75, 238,364
------ almacenamiento. 367-372, 366
M ------complejidad, 374
------desarrollo lento, 86
Mach, Ernst, 292 ------fase/s a corto y largo plazo. 367
MacKinnon, R., 227, 229 -------- tardía de potenciación a largo
Mackintosh, N.J., 132-133 plazo. 368-372, 370
Madre sustituía, 10, 85 ------ lóbulo temporal medial y mediación
Malleret, Gacl, 372 hipocámpica, 59, 74-75, 239-243,
Mangóle! .Hilde, 250 350-351,367,374
Mansuy, Isabelle, 372 ------restricciones inhibidoras, 372
Manual diagnóstico y estadístico de los - implícita (procedimental), 59, 74-75,
trastornos mentales, 208 75,238,364
MAPK (protein-cinasa activada por ------almacenamiento, 349-364
milógenos), 239, 359, 360, 365-366, ------condicionamiento del miedo, 83
368, 373 ------desarrollo moral, 77
Marañas ncuroíibrilares en enfermedad ------en la infancia, 86
de Alzhcimer, 247 - -— estrés inducido por separación
Marr, David, 281 maternal, 88
Marshall, Wade, 289 ------inconsciencia procedimental. 76
Martin. Kelsey, 361,363 ------ priming, 59,74-75. 75
Matriz extracelular, desarrollo del ------psicoanálisis, 76-78
sistema nervioso, 192 - pérdida, amnesia infantil, 86
Maturana, Humberto, 282 - atrofia del hipocampo. 88. 90
Mayeri, Earl, 186 - en depresión, 90
Mayford, Mark, 301 ------enfermedad de Alzhcimer, 247
Mayr, Ernst, 39 ------ trastorno por estrés postraumático.
McEwcn. Bruce, 88 90
Mecanismos de procesamiento de - perspectiva reductionista, 350-351.
información. 274-275 373
- defensivos, 76 - regiones cerebrales implicadas, 59,
Medicina genética, 381,384, 389-390 74-75,75
- personalizada, 384-386, 389-390 - taxonomía, 75
414 Indice alfabético de materias
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