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Universidad Pedagógica Nacional

Licenciatura en filosofía

Filosofía de la religión

Juan David Ramírez Cárdenas

La religión como fase superior de la voluntad de vivir

“Quaeris quod sit ad libertatem iter? quaelibet in corpore tuo uena”. Séneca De ira III, 15,
4).

“¿Me preguntas cuál es el camino hacia la libertad? Cualquier vena de tu cuerpo”.

I.

La primera cuestión a tratar ha de ser la siguiente: ¿quién crea la religión? Sin embargo, no
debe tomarse dicha cuestión tan literalmente, puesto que se puede caer en errores tales
como pensar que la religión puede ser creada por un sujeto o alguna organización de estos.
Ahora bien, aquí dicha cuestión se trata en abstracto, es decir, se entiende que el ser
humano crea la religión, aún no nos cuestionamos si de manera social o si este tiene una
potencia natural para desarrollar dicha manifestación.

Por otro lado, se entiende que la religión es un producto humano, dado que la conciencia
que poseemos, permite diferir entre el objeto de nuestra intuición y entendimiento del
sujeto que, se supone, aprehende dicho objeto. Así, pues, se comprende que el ser humano
es religioso. Sin embargo, esto no quiere decir que solo el ser humano sea religioso, no es el
objetivo de este texto afirmar eso, más bien, este consiste en comprender por qué o para qué
el ser humano crea la religión, puesto que, conociendo el porqué de esta, es posible conocer
en qué consiste. En este sentido, no se afirma que otros seres no sean religiosos.

II.

En la tradición filosófica la naturaleza humana puede ser comprendida de manera clara y


sencilla dividida en dos partes: racional y biológica. En esta este dualismo ha sido
2

presentado en múltiples ocasiones, pero estas se diferencian en la jerarquía que se dé a


ambos elementos, es decir, se da un criterio y dado ese criterio se le da supremacía a uno u
otro aspecto, siguiendo dicho criterio.

Sin embargo, aquí se entiende la naturaleza humana desde la perspectiva schopenhaueriana


de la misma, es decir, aquella que afirma que la razón y el elemento biológico del ser
humano no son dos elementos distintos, sino de dos perspectivas para ver al ser humano, o
en otras palabras:

al sujeto del conocimiento, que por su identidad con el cuerpo aparece como individuo, ese
cuerpo le es dado de dos formas completamente distintas: una vez como representación en
la intuición del entendimiento, como objeto entre objetos (…) pero a la vez, de una forma
totalmente diferente, a saber, como lo inmediatamente conocido para cada cual y designado
por la palabra voluntad. Schopenhauer, A., El mundo como voluntad y representación I, II,
§ 18.

Es decir, por un lado, si el ser humano se aprehende con la razón, entonces se comprende
como un objeto. Por otro lado, si este se “aprehende” con el cuerpo, entonces se comprende
como voluntad. Como se puede apreciar, aquí no hay jerarquías. Así pues, el ser humano es
representación y voluntad. Esta última entendida como acto de deseo y realización del
mismo. Puesto que, aunque para la razón son dos elementos distintos esto es así porque
“solamente en la reflexión difieren el querer y el obrar: en la realidad son una misma
cosa”1.

III.

Dado que el ser humano es voluntad objetivada o, en otras palabras, cuerpo y


representación, esta última gracias al entendimiento y la intuición. Surge, entonces una
pregunta fundamental: ¿la religión es posible simplemente por la naturaleza humana? De
ser así la manifestación religiosa sería posible prescindiendo de los nexos sociales de la
humanidad. Pero desde los Australopithecus se sabe que no somos animales individuales,
sino sociales. Así, pues, desde los antepasados humanos hasta hoy se puede afirmar con
cierta seguridad que los homínidos y los homo no han sido “cuerpos aislados”. Entonces,

1
Ibid.
3

sería una abstracción afirmar que el ser humano de manera individual puede manifestarse
religiosamente. Se trata, pues de una manifestación social.

Ahora bien ¿Cómo es posible que los seres humanos (como sociedad) se hayan puesto de
acuerdo en lo que quieren y obran, en cuanto a una manifestación especifica: la religión? O
en otras palabras, ¿Cómo es posible que la voluntad haya deseado lo mismo para la
mayoría? Y, por otro lado, ¿Cómo es posible que estos se hayan puesto de acuerdo en la
representación del objeto al que se refieren de manera religiosa? Respecto a la primera
cuestión, se debe comprender que los seres humanos son voluntad objetivada, es decir, son
deseo y materialización del mismo. Sin embargo, estos no comprenden al otro como
voluntad objetivada, sino como representación, o como fenómeno, puesto que la voluntad
es inmediata del sujeto. Así, pues, solo mediante una suposición se da por sentado, que el
otro es voluntad objetivada del mismo modo que yo lo soy. Schopenhauer denomina esto
como egoísmo teórico2, entonces solo mediante una suposición es posible comprender que
hay un deseo que todos deseamos. Este deseo en cuanto a la religión se refiere es, a saber,
la esperanza. Pero esto último se tratará más adelante, solo se pretende dejar en claro que
los seres humanos como sociedad crean la religión debido a que todos tienen un deseo en
común. Así, pues, en la búsqueda de la satisfacción de dicho deseo estos se aúnan y es en
este movimiento de la voluntad que se desarrolla una nueva manifestación humana: la
religión.

Respecto a la segunda pregunta, la conciencia natural o el sujeto cognoscente es moldeado


por las condiciones materiales en las que habita, puesto que “[n]o es la conciencia del
hombre lo que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina la
conciencia” (Marx, 2015, p. 288). Por otro lado, las condiciones materiales resultan
modeladas por la violencia humana. Entonces, la violencia que moldea la conciencia
natural es la que permite cierta representación de un objeto en un tiempo determinado. Esto
aplicado a la religión se entiende de tal manera que, por ejemplo, Jesucristo es visto como
el verdadero Rey de los judíos en un espacio y tiempo determinados. Debido a que Herodes
I el grande había convertido el reino de los Asmoneos, es decir, el reino de las tierras de
Judea, en un vasallaje de los romanos. Así pues, dicho reinado luego de 71 años de
autonomía (134 a. C. - 63 a. C.) pasaba a unirse con el gran Imperio romano. Esto influiría
2
Schopenhauer, A., El mundo como voluntad y representación I, IV, § 19.
4

en cierto grupo de judíos heterodoxos que consideraban a Herodes I como un traidor del
pueblo judío, por ende, no lo consideraban su rey. Es en este contexto que nace Jesús y
comienza a concretarse de manera más grande dicha heterodoxia judía. Así, pues, es
posible preguntarse qué hubiese sido de “el verdadero rey de los judíos” si este no hubiese
nacido en este contexto si no en otro.

IV.

Antes de preguntar para qué sirve la religión y que papel juega la esperanza en dicha
manifestación hay que dejar claro que: los seres humanos desean vivir, pero no saben por
qué razón y esto es porque, de hecho, no hay razones para ello, dado que estos viven por la
voluntad de vivir, la cual es una fuerza irracional que:

[E]s un afán sin objetivo ni fin. La vida del individuo (…) es un apagado anhelar y
atormentarse, un delirio onírico que transcurre a lo largo de las cuatro edades de la vida
hasta la muerte, acompañado de una suerte de pensamientos triviales. Schopenhauer, A., El
mundo como voluntad y representación I, IV, § 58.

En una palabra, la vida del individuo es desear, obtener y volver a desear, sin ningún
objetivo. La irracionalidad es, entonces el pilar más fuerte sobre el que se soporta la vida
humana. Por otro lado, la vida humana es puro sufrimiento dado que esta al ser el fenómeno
de la voluntad de vivir no es más que deseo y búsqueda de la consecución del mismo. Sin
embargo, una vez el deseo se realiza “la posesión hace desaparecer el estímulo: el deseo, la
necesidad, se hace sentir otra vez bajo una forma nueva: y si no, aparece la monotonía, el
vacío, el aburrimiento”3. Así, pues, dado que nuestra vida consiste en desear y el deseo es
dolor, entonces la vida humana es puro dolor.

Por otro lado, la voluntad es libre, en consecuencia, “el intelecto se entera de las
resoluciones de la voluntad solo a posteriori y empíricamente” 4. En consecuencia, la
voluntad de vivir no puede ser doblegada por la razón, por el contrario, la razón se ve
sometida a meditar a posteriori sobre los actos de esta. Finalmente, la voluntad de vivir
exige vivir la vida, así esta esté plagada de sufrimiento. Vivir es un acto irracional llevado a

3
Schopenhauer, A., El mundo como voluntad y representación I, IV, § 57.

4
Ibid.
5

cabo por parte de una fuerza irracional: la voluntad de vivir. La vida humana es sufrimiento
y no se puede huir de él, de hecho, la vida es impulsada por él.

V.

El ser humano desea seguir viviendo este anhelo es producido, como todo deseo, por la
voluntad de vivir. La consecuencia a la que conlleva la búsqueda de satisfacción de este
deseo es la otra búsqueda absurda de uno o varios elementos que hagan sentir algún apego
por la vida. Así, pues, si es necesario seguir viviendo, entonces debe haber un motivo para
ello, a pesar de que todos sean absurdos e irracionales. Vivir es un acto monótono y
aburrido para algunos, para aquellos que se especializan en su motivo para vivir. Para los
otros, los que no se someten a la monotonía, se someten al fracaso, pues ningún motivo será
suficiente.

Ahora bien, la pregunta correcta es, en este caso, a saber: ¿por qué un ser consciente de su
sufrimiento es capaz de soportar esto aun sabiendo que este nunca terminará? Porque este
ser es religioso. O, en otras palabras, porque tiene esperanza. Es decir, guarda en el fondo
de su ser un deseo de continuar viviendo, a pesar de todo; pues “Todo” es un valle de
lágrimas. Hay que detenerse un momento en esto, pues se dijo antes que el deseo de
continuar viviendo era la fuerza irracional denominada como voluntad de vivir, entonces lo
que se ve aquí, y lo que se concluye, es que todo esto una estratagema de la voluntad. Se
puede ilustrar esto de la misma forma en la que Hegel describía el movimiento de la
conciencia que la llevaba a la autoconciencia: “[s]e alza, pues, este telón sobre lo interior y
lo presente es el acto por el que lo interior mira lo interior” (Hegel, 2017, p. 89).

VI.

La voluntad de vivir se vale de un artilugio magnifico para impulsar y mantener


encaminado al ser humano, este es, la esperanza. La esperanza es ese acto irracional que
exige vivir la vida (igual que la voluntad). A su vez, la esperanza es el fin último de la
manifestación religiosa. El ser humano crea la religión para tener esperanza, entonces, él
crea la religión para tener esperanza.

La esperanza es irracional, puesto que es un producto de la voluntad de vivir. Se trata de la


objetivación de esta, es decir, de su acaecer en el mundo. Si vivir es un acto irracional,
6

puesto que no tiene objetivo ni fin, es aun mas irracional y absurdo, desear vivir. Pero,
precisamente, eso es la voluntad deseo de vivir. Entonces, desear vivir y vivir son
diferentes solo en el pensamiento, puesto que en la voluntad ambas son lo mismo. En
últimas, lo que se entiende comúnmente como vivir y esperanza, son la misma
manifestación de la voluntad de vivir, solo que en el pensamiento “difieren el querer y el
obrar”5.

Por otro lado, la religión es sinónimo de esperanza porque esta busca darle un manual al
individuo y a la sociedad para superar sus problemas y no perder de vista el objetivo final
de la vida. Así como son de diversas las religiones, así mismo lo son sus formas para
superar los problemas, o para eludirlos, o para disminuirlos. Así mismo, también son
diversos los objetivos finales de cada religión.

Desde este punto de vista, la religión garantiza una fuente inagotable de consuelo y paz, que
tampoco abandona al hombre en la muerte, sino que despliega toda su eficacia. En
consecuencia, la religión se asemeja a quien toma a un ciego de la mano y le guia, porque él
no ve y lo que importa es que llegue a su meta, no que lo vea todo. Schopenhauer, A.,
Parerga y Paralipómena, II, XV, §174.

La voluntad de vivir es muy astuta y como su fin es el deseo y la satisfacción de este,


entonces se vale de artimañas para realizar su cometido. En este caso, no se habla de un
deseo particular cualquiera, sino de más importante: la vida, el deseo que mantiene la
voluntad viva. La voluntad es ese monstruo que denominamos cuerpo y si este se muere
ella se va con este. Así, pues, el vehículo para lograr su fin de hacer perdurar la vida, a
pesar del sufrimiento inherente que esta acarrea es la religión, la cual sirve a los cuerpos
para tener esperanza y no perder su ansia de vivir. La religión, a su vez, se vale de la
mentira y del engaño. Tales como los mitos, alegorías y la manipulación histórica y de
escritos históricos. Además, como toda creación humana hasta ahora conocida, de la
violencia para afirmar la esperanza sobre los cuerpos. Miles de guerras han sido libradas en
nombre de miles de religiones, aun más miles de masacres han sido en nombre de miles de
religiones6.

Epilogo
5
Ibid. P. 2
6
Existen en la tierra mínimo 4200 religiones conocidas hasta ahora, pero es posible que existan muchas más.
7

En conclusión, el ser humano voluntad y representación. Como ser social crea la religión,
debido a que como se da por supuesto en el texto todos deseamos lo mismo: desear vivir o,
en otras palabras, tenemos esperanza. Mientras que la violencia por su parte crea las
condiciones para aunar a los seres humanos en cuanto a los objetos que se representan.

Sin embargo, la voluntad de vivir al ser deseo es puro sufrimiento del cual no se puede huir.
el único ser consiente de este sufrimiento que se permite seguir sufriendo gracias a un
deseo irracional es el ser humano, puesto que tiene, como se dijo antes esperanza. La
esperanza es irracional, puesto que solo es la objetivación de la voluntad de vivir en su
máxima expresión, es decir, no se trata de un deseo menor, sino del deseo fundamental, el
cual si no se desea no es posible desear más: la vida.

En últimas, El ser humano crea la religión gracias a su deseo de continuar viviendo, el cual
denomino esperanza, pero este deseo es irracional, puesto que es la mismísima voluntad de
vivir. Entonces, el ser humano crea la religión con el fin de tener esperanza, la cual solo lo
hace sufrir más, puesto que esta es un producto de la voluntad de vivir. En la religión se ve
plasmada toda la fuerza de la voluntad de vivir, es su fase superior y última en el género
humano. Es su estratagema más poderosa en el ser que es más consciente de ella.

Referencias
Hegel, G. F. (2017). Fenomenología del espíritu. Ciudad de México : Fondo de cultura
económica .
Marx, K. (2015). Antología. (H. Tarcus, Ed.) Buenos aires: Siglo veintiuno editores.
Schopenhauer, A. (2004). El mundo como voluntad y representación (Vol. I). Madrid:
Trotta.
Schopenhauer, A. (2009). Parerga y Paralipómena (Vol. II). Madrid: Trotta.

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