Unidad 6 PDF
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Acompañamiento Terapéutico
DOCENTES A CARGO
Leonardo Cecotti – Lic. En Psicología
Diego Rivero – Acompañante Terapéutico
VERSIÓN 2
Septiembre-2022
Tecnicatura en Acompañamiento Terapéutico
Int. al Acomp. Terapéutico
Unidad 6
El aporte del AT como miembro del Equipo Terapéutico. El
espacio de la supervisión.
La característica guiada del accionar del AT hace que no pueda contemplarse la posibilidad
de un trabajo independiente con el paciente, ya que así se transformaría en una simple
compañía.
El AT tiene por función llevar adelante acciones dirigidas por un equipo que lo guía. Y si
bien es el encargado de ejecutar esas directivas, no es un agente pasivo al respecto. En un
proceso de retroalimentación será quien informe los resultados de las acciones tomadas con el
paciente dándole así al psicólogo o al psiquiatra información para futuras decisiones.
El trabajo en equipo es esencial al rol del AT, porque es considerado un rol auxiliar.
La implementación del AT como miembro del equipo terapéutico, puede responder a dos
necesidades:
1. necesidad concreta del terapeuta, de poder trascender los límites del consultorio;
Se considera el trabajo en equipo como único camino posible para sostener la eficacia de
la función del AT.
Reuniones de equipo
En relación al primer aspecto, es la reunión de equipo el lugar propicio en el cual se
planifica la estrategia del tratamiento y del acompañamiento en un trabajo conjunto con
objetivos unificados.
Cada profesional desde su área de trabajo puede manifestar lo observado para que pueda
ser trabajado con el equipo en función del paciente.
Los datos que puede aportar el acompañante como miembro del grupo son muy
importantes ya que es quien se encuentra en contacto con la cotidianeidad del paciente, su casa,
la dinámica y vínculos familiares, la cultura familia.
Tomamos la definición de Kirszman y Salguero: El trabajo en equipo implica el trabajo
coordinado de un grupo de profesionales tras la consecución de un objetivo.
La puesta en marcha de un equipo de trabajo es un proceso complejo que tiene una
historia, pasa por diferentes fases, y sufre múltiples entradas y salidas. La
simple reunión de un grupo de personas para realizar una tarea no significa constituir un equipo.
El equipo exige mucho más: coordinación, comunicación entre sus miembros,
complementariedad, lealtad hacia el equipo.
La tarea encomendada debe justificar la conformación de un equipo de trabajo, dada su
envergadura, y una de las primeras labores que debe cumplir es una clara definición y
clarificación de roles.
El espacio de la supervisión
Las supervisiones son las reuniones que el AT realizara con quien dirija el trabajo con el
paciente. En las mismas el AT podrá poner en la mesa no solo las devoluciones de su trabajo,
con el paciente o las preguntas o dudas técnicas que tenga, sino que podrá poner en juego sus
vivencias personales, si está cómodo o no con su paciente, si considera que el vínculo
transferencial es acorde al proyecto del trabajo a realizar y podrá cotejar si sus expectativas van
de la mano con los pasos que se van dando en el proceso terapéutico.
El AT trabajará desde el lugar transferencial en que lo ubica el paciente, dotando a su
trabajo de la calidad necesaria, que le permita comprender al paciente y, el analista trabajará
esas emociones que el paciente deposita en el at.
Las transferencias múltiples que se entrecruzan en dispositivos clínicos conjuntos es uno
de los fenómenos más interesantes para investigar. En principio la diversidad de texturas
transferenciales da cuenta de diferentes corrientes de la vida psíquica del paciente. La
construcción, el despliegue y la disolución del vínculo transferencial operan con diferencias
sustanciales en cada vínculo. En los abordajes múltiples hay un descentramiento de la
transferencia que en algunos casos se expresa en forma disociada, o en otros se desglosa,
diversificándose con variaciones sutiles entre los distintos profesionales que asisten a un mismo
paciente. En general con los AT se gestan modalidades transferenciales fusionales o
persecutorias. Así como en el espacio analítico suelen reeditarse los vínculos parento- filiales,
en la interacción con los AT se escenifican predominantemente lazos fraternales. Hablamos de
fraternización de la escucha para aludir justamente a esta proximidad que se produce en el
vínculo con los Ats. La pérdida total de distancia en la transferencia no solamente tiene
connotación resistencial, sino que debe además ser cuidadosamente supervisada para no caer
en contra actuaciones por parte del AT.
El espacio de la supervisión
A partir de lo mencionado anteriormente es que comienza a surgir la necesidad de
clarificar algunos aspectos en relación al lugar que tiene el espacio de supervisión en la práctica
cotidiana del acompañamiento terapéutico. Nos preguntamos entonces, ¿en qué consiste dicho
espacio?, ¿cuál es su función?, ¿quiénes participan del mismo?
En relación a las dos primeras preguntas, el Dr. en Psicología, Duarte Barretto (2005), nos
ilumina al respecto:
El AT, aparentemente ofrece un límite muy tenue entre trabajo y recreación. Las fronteras
parecen ser inexistentes. Al comienzo de mi experiencia como acompañante, sentía que estas
separaciones no existían, lo que a pesar de permitirme hacer “un viaje”, también generaba en
mí su monto de angustia.
De esa forma, son incontables las situaciones y momentos en que surgió la duda: ¿será
que estoy trabajando?, ¿será que eso es un trabajo serio? ¿Ésta es mi propia locura
apoderándose de todo o estoy pudiendo lidiar con ella y la del otro? (Pág.34).
Tal es la complejidad del encuentro con otro en el ámbito de lo terapéutico, que la tarea
de supervisión permite en primer lugar, trabajar las dificultades que plantea la multiplicidad de
variables en juego y el modo en que se despliega la transferencia en nuestros pacientes, como
así también los aspectos contra transferenciales, es decir todo aquello que el acompañado
despierta en el acompañante.
Además, en este espacio se integran las diferentes transferencias que se juegan con cada
uno de los acompañantes.
Por lo tanto, la supervisión del a.t. será ese espacio donde podrá volcar sus dudas en
cuanto a lo clínico y a su posicionamiento respecto de aquello con lo que interviene. De algún
modo, el espacio de supervisión se constituye como un espacio que acompaña al acompañante.
Por lo general, dicho espacio es guiado por el Coordinador del acompañamiento, un
psicólogo o acompañante de mayor experiencia que puede ir ayudando a vislumbrar las
dificultades propias del rol.
Dicho espacio puede adoptar distintas características, dependiendo de la modalidad del
acompañamiento, y de la institución en la cual el acompañante se encuentre trabajando.
Puede constituirse como un espacio de supervisión individual o grupal. Entendiendo por
individual, al espacio constituido por el acompañante y el supervisor; grupal, al espacio en el
cual participan distintos acompañantes y un supervisor.
Los criterios de dichas elecciones son diversos, como así también las técnicas empleadas,
pueden relacionarse a la temática abordada como así también al posicionamiento teórico y ético
desde el cual se trabaje, etc.
La función fundamental del espacio de supervisión es poder ampliar la mirada, debido en
parte a la cercanía del rol, por lo que se precisa contar con un espacio que actué como
intermediario entre el impacto de lo cotidiano y el rol terapéutico en dicha trama.