Lectura Escritura y Desarrollo
Lectura Escritura y Desarrollo
Lectura Escritura y Desarrollo
escritura y
desarrollo
Felipe Garrido
la lectura, de modo que pudiera recibir órdenes y no tal. Los progresos fueron más lentos que un atardecer
tuviera la tentación de contestar. tropical. Los ajustes, en cambio, fueron violentísimos.
Parece que eso ha comenzado a cambiar. Pero aun En 1910 estalló la Revolución mexicana. Diez años
donde hay cambios estos no son tan profundos ni ace- después, cuando aquel huracán de sangre y fuego se
lerados como quisiéramos. Tanto a Panamá como a Mé- aquietó, el país estaba en ruinas; sin cultivos ni fábricas
xico les falta mucho para que tengan todos los lectores ni minas ni comercio... Lo más lamentable, porque si
capaces de escribir que les hacen falta; “No para que falta eso falta todo lo demás, sin escuelas ni maestros.
todos sean escritores —Rodari—, sino para que nadie Maestros, que van antes que las escuelas. Una escuela sin
sea esclavo”. maestros es una ruina inútil. En cambio, donde haya un
maestro habrá siempre una escuela; un buen maestro
lleva en sí la escuela. Un buen maestro quiere decir un
*** maestro lector capaz de producir textos; un maestro que
lee y escribe, todos los días, porque debe hacerlo y por
Durante siglos nuestras naciones fueron analfabetas. el gusto de hacerlo.
¿Cómo podían educarse y progresar, si su gente era in- Vuelvo a aquel tiempo: la Revolución había termi-
capaz de leer y escribir? Sus economías dependían del nado y hacía falta remediar el desastre. En 1921 fue crea-
trabajo de hombres y mujeres que no tenían ningún da la Secretaría de Educación Pública (SEP). Su primer
derecho, que vivían como esclavos. ¿A quién le podía titular fue José Vasconcelos: un hombre impaciente. Ya
interesar que escribieran o leyeran? en 1920, antes de que fuera secretario de Educación, des-
de la Universidad Nacional, de la que era rector, cinco Vasconcelos encargó a Gabriela Mistral unas Lecturas
veces había convocado al pueblo para que quienes sabían para mujeres que ahora pueden parecernos machistas,
leer y escribir lo enseñaran a los analfabetos. Hubo mu- pero que entonces eran avanzadas. A un grupo de talen-
cho ruido, pocas respuestas y resultados pobres. Los tosos poetas y ensayistas casi adolescentes las Lecturas
“maestros honorarios” eran voluntarios sin paga ni pre- clásicas para niños, que buscaron recoger los más her-
paración ni organización. Vasconcelos, además, quiso mosos textos que había producido la humanidad. Editó
ser presidente, y en el intento se distrajo. Menos de tres la revista El Maestro, que llegaba a los hogares y se ocu-
años pasó al frente de la Secretaría. paba lo mismo de higiene y cultivos caseros que de poe-
Vasconcelos demostró que, si no coinciden con un sía. Publicó, y esto fue lo que más llamó la atención,
trabajo de campo sólido, callado y tenaz, las campañas una colección de 17 autores clásicos, en tirajes enormes
de alfabetización son una espectacular manera de tirar para la época y el lugar — algunos títulos llegaron a los
a la basura tiempo y recursos. Una vez que pasan, todo diez mil ejemplares—. Sus enemigos lo acusaron de dila-
queda como estaba. pidar el erario para poner a autores como Tagore, Dan-
La prioridad era que los mexicanos escribieran y le- te, Plotino y Platón en manos de gente que no sabía leer:
yeran, pero en el país faltaban libros que a Vasconcelos 80 de cada cien mexicanos. Los fines de semana el se-
le parecían indispensables; así que decidió editarlos. Co- cretario en persona salía en su automóvil a repartirlos.
menzó cuando era rector de la Universidad, y continuó La influencia de esos clásicos se extendió por todo el con-
con ellos en la SEP. Compró a diversos editores decenas tinente y vale la pena recordar un posible eco literario:
de miles de libros de geografía, historia, matemáticas, el viejo librero catalán que en Cien años de soledad rega-
español, botánica y otras asignaturas. Y encargó a cola- la libros de Séneca y Ovidio a Aureliano Segundo y sus
boradores cercanos la producción de algunos de esos amigos y del cual dice García Márquez que “su fervor
otros libros que son los que en verdad forman lectores para la palabra escrita era una urdimbre de respeto so-
y no tienen más propósito —aunque en el camino pue- lemne e irreverencia comadrera”.
dan enseñarnos esto y lo otro— que enamorarnos de la Pero para formar lectores no basta con producir y
lectura: “el libro del cuento májico, del verso de luz, de repartir libros. Por supuesto tiene que haber libros en
la pintura maravillosa, de la deleitable música; el libro manos de la gente y las campañas no hacen más daño que
de la fantasía, del milagro, de la hermosura; el libro be- desperdiciar recursos, pero lo que nos hace lectores es
llo, en suma, sin otra utilidad que su belleza” —dijo que alguien nos llene el corazón y la cabeza de datos, his-
Juan Ramón Jiménez, hablando de esa clase de libros, torias y versos, que nos cuente y nos lea, nos acerque a los
cuando estaba ya transterrado en Puerto Rico. libros, nos seduzca con ellos. Lo que forma lectores es la
Sembrador silencioso:
el sol ha crecido por tus mágicas manos. ***
El campo ha escogido otro tono
y el cielo ha volado más alto. Al llegar a 1970 México tenía 48 millones de ha-
bitantes, un índice de analfabetismo de casi 26 por
ciento y un nivel de escolaridad de tres años y medio.
*** Para 2010 el analfabetismo se había reducido a 7 por
ciento, y la escolaridad había aumentado a ocho años
Veinte años después de que Vasconcelos hubo dejado y medio. Una hazaña, mayor aun si se piensa que en
su austera, enorme y alargada oficina en la Secretaría, esos cuarenta años los mexicanos pasamos de ser 48
con dos murales esotéricos —Buda, derviches, diade- millones a 112.
mas de estrellas— de Roberto Montenegro en las cabe- En el camino tomamos conciencia, con alarma, de
ceras, llegó a ocuparla Jaime Torres Bodet. Ministro de que la alfabetización es una etapa indispensable, pe-
Relaciones Exteriores, director general de la Unesco, em- ro que no basta para formar buenos lectores capaces de
bajador en Francia, Torres Bodet es, sobre todo, el ma- escribir y, en consecuencia, no alcanza a detonar los
yor de nuestros secretarios de Educación. Fue también procesos de desarrollo que el país necesita. Y, final-
un altísimo poeta. “Civilización” parece escrito para el mente, de eso se trata; de que la educación y la cultu-
doloroso tiempo que vivimos: ra, la escritura y la lectura, los libros y las nuevas tec-
nologías nos lleven a vivir mejor. Dice Vasconcelos
Un hombre muere en mí siempre que en Asia, en “Un llamado cordial”, al frente del primer núme-
o en la margen de un río ro de la revista El Maestro:
de África o de América,
El único principio que servirá a los que aquí escriben y a
1 Daniel Cosío Villegas, Ensayos y notas, Hermes, México, 1966, vo- los que seleccionan el material que ha de publicarse en
lumen I, pp. 15-16. nuestro periódico es la convicción de que no vale nada la
hacerlo, y en su mayoría lo hacen día con día por nece- entender más a fondo lo que está leyendo. Y de esa ma-
sidad y por obligación, para estudiar, trabajar o buscar nera leerá también cuando busque información, cuan-
información. Esta lectura y esta escritura utilitarias tie- do siga un tema de actualidad, cuando estudie.
nen un uso práctico inmediato y, hasta ahora, son las
que suelen transmitir nuestras escuelas. Pues en la es-
cuela lo común es que no haya lugar para la lectura y la ***
escritura que no son útiles, que no están encaminadas a
cumplir con las obligaciones escolares. Vuelvo a 2010, para llegar al estado actual del tema que
La lectura y la escritura utilitarias mantienen el ni- nos preocupa. Para ese año había en México más alfa-
vel de comprensión en umbrales tan bajos que puede betos que en 1970. Era natural, pues la población se ha-
hablarse de casi una simulación de la lectura donde se bía más que duplicado. También el número de lectores
repiten palabras que se entienden a medias, o no se en-
tienden. Y, ya se sabe, sin comprensión no hay lectura 2 Defino los diversos niveles de lectores en mi libro Para leerte me-
libro Manual del buen promotor, Conaculta, México, 2012. mos de la comprensión —o de la lectura—”, pp. 111-116.