Caso 2 Politica Econiomica David Diaz R

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POLITICA ECONOMICA

Caso 2

Políticas fiscales para un mundo transformado

Por Vitor Gaspar y Gita Gopinath


La actual pandemia de COVID-19 ya ha dado lugar a una respuesta de política
fiscal sin precedentes de cerca de USD 11 billones en todo el mundo. Pero los
casos confirmados y las muertes siguen aumentando con rapidez, y la
respuesta en materia de salud pública tendrá que seguir siendo la prioridad
número uno de las autoridades económicas, al tiempo que deben mantener en
vigor políticas fiscales flexibles y de apoyo y prepararse para un cambio
económico transformador. Ante la pronunciada caída del producto mundial, ha
sido necesaria una respuesta fiscal masiva para aumentar la capacidad
sanitaria, reemplazar los ingresos perdidos por los hogares y evitar quiebras a
gran escala. Pero la respuesta de política económica también ha contribuido a
que la deuda pública mundial haya alcanzado su nivel más alto jamás
registrado, hasta más del 100% del PIB mundial, por encima de los picos
alcanzados tras la Segunda Guerra Mundial.

De acuerdo con la base de datos del Monitor Fiscal de las medidas fiscales de
los países en respuesta a la pandemia de COVID-19 , que abarca una muestra
representativa de más de 50 países, el apoyo fiscal total a escala mundial
hasta el momento se ha dividido prácticamente a partes iguales en
apoyo ordinario —medidas con un efecto directo sobre el ingreso y el gasto,
tales como el aplazamiento del pago de impuestos y las transferencias
monetarias— y en apoyo extraordinario, que incluye préstamos del sector
público, aportaciones de capital y garantías públicas.

Política fiscal para la reapertura gradual del Gran Confinamiento

La necesidad de medidas fiscales no termina aquí, ya que todavía no estamos


fuera de peligro. Aun cuando muchos países están saliendo tímidamente del
Gran Confinamiento, en ausencia de una solución a la crisis sanitaria sigue
existiendo una gran incertidumbre en torno a la trayectoria de la recuperación.

La principal prioridad sigue siendo la salud pública. Las políticas que atenúan
los riesgos sanitarios contribuyen de manera importante a restaurar la
confianza y la seguridad, lo que ayuda, por tanto, a la actividad económica y al
empleo y reduce la presión sobre las finanzas públicas. Además, de cara al
futuro los procedimientos de contención temprana y focalizada supondrán un
costo fiscal y económico mucho más limitado, en comparación con el
confinamiento general. Es fundamental disponer de datos sobre resultados
socioeconómicos y sanitarios que sean precisos, oportunos y completos para
poder monitorear los brotes y reaccionar con rapidez ante los mismos, así
como para ofrecer a las personas la seguridad de que se podrán gestionar las
futuras olas de contagios.
En segundo lugar, la política fiscal tendrá que seguir siendo flexible y
proporcionando apoyo hasta que se garantice una salida segura y permanente
a la crisis. Aunque la trayectoria de la deuda pública podría moverse aún más
al alza en un escenario adverso, adelantarse a realizar una consolidación fiscal
antes de lo que se justifique presenta un riesgo incluso mayor de frustrar la
recuperación, con mayores costos fiscales en el futuro. Las autoridades
económicas deben preparar planes de contingencia que puedan adaptarse con
flexibilidad para gestionar los riesgos fiscales, económicos y sanitarios de
brotes recurrentes. Para evitar retrasos en el suministro de apoyo focalizado,
podría ser necesaria una nueva generación de estabilizadores automáticos.

En tercer lugar, la crisis será transformadora. Es probable que muchos empleos


destruidos por la crisis no se recuperen. Será necesario facilitar la transferencia
de recursos desde sectores que podrían reducirse de forma permanente, como
los viajes aéreos, hacia sectores que se están ampliando, como los servicios
digitales. El apoyo debe desplazarse desde el mantenimiento de los empleos
hacia el apoyo a las personas que reciben nueva capacitación o cambian de
sector. Será necesario distinguir las empresas con falta de liquidez, pero
solventes de las empresas insolventes. Los gobiernos pueden adoptar nuevas
medidas, como el uso de bonos convertibles y las aportaciones de capital (o
incluso nacionalizar de forma temporal) a empresas estratégicas y sistémicas.
Muchos países también tendrán que adoptar medidas con rapidez y
determinación para mejorar los mecanismos legales de resolución del
sobreendeudamiento y evitar daños económicos a largo plazo.

La necesidad de mantener el apoyo fiscal es clara, pero esto plantea la


cuestión de cómo pueden los países financiar este apoyo sin que la deuda
llegue a niveles insostenibles. En 2020, se prevé que, en comparación con la
Actualización de Perspectivas de la economía mundial de enero de 2020, los
déficits fiscales sean más de cinco veces superiores en las economías
avanzadas (EA) y más del doble en las economías de mercados emergentes
(EME), dando lugar a un salto sin precedentes de la deuda pública de,
respectivamente, 26 y 7 puntos porcentuales del PIB
.

Muchos gobiernos podrán aprovechar costos de endeudamiento en niveles


históricamente bajos, y que se proyecta que sigan así durante un período largo
de tiempo, ya la crisis está aumentando los ahorros precautorios y reduciendo
la demanda de inversión. Asimismo, con economías cuyo funcionamiento se
prevé que esté por debajo de su potencial durante un tiempo, las presiones
inflacionarias seguirán siendo débiles, al igual que la necesidad de que los
bancos centrales aumenten las tasas de interés. Se prevé que la deuda pública
se estabilice en 2021 (sin incluir a Estados Unidos y a China), impulsada por
las bajas tasas de interés y un fuerte repunte esperado de la actividad
económica en el escenario de base.

Aun así, se recomienda actuar con prudencia. Existe una gran diferencia en los
niveles de deuda y la capacidad de financiamiento de los países, así como una
gran incertidumbre que rodea a las previsiones. Los costos de endeudamiento
pueden aumentar con rapidez, en especial para las economías emergentes y
los mercados pre emergentes, como ya fue el caso en marzo. También será
fundamental asegurar que exista una trayectoria que permita volver a balances
fiscales sostenibles en los países que entraron en esta crisis con niveles de
deuda ya elevados y bajo crecimiento. Los gobiernos tendrán que seguir planes
creíbles a mediano plazo que se basen en la mejora de la movilización de
ingresos públicos —también mediante la reducción de la elusión fiscal—, el
aumento de la progresividad fiscal en algunos casos, la fijación de precios del
carbono y una mayor eficiencia del gasto (por ejemplo, con la eliminación de
subsidios a los combustibles fósiles). La comunicación transparente de estos
planes contribuirá a contener la posible volatilidad en los mercados de deuda
soberana en la transición. Además, las instituciones internacionales deben
velar por que el acceso a la liquidez internacional no se vea interrumpido por
pánicos autoinducidos de los mercados.

La comunidad internacional asimismo debe velar por que los países en


desarrollo de bajo ingreso vulnerables, y que no tengan los recursos necesarios
para apoyar sus sistemas de atención sanitaria y mantener las fuentes vitales
de actividad, tengan acceso a financiamiento concesionario y, en algunos
casos, a donaciones. Setenta y dos países han recibido ya asistencia de
emergencia del FMI, pero será necesario mucho más apoyo bilateral y
multilateral. A su vez, las naciones más pobres necesitarán que continúe el
alivio de la deuda, entre otras cosas, a través de la iniciativa del G-20 para la
suspensión del servicio de la deuda.

Políticas fiscales tras la COVID-19


Una vez que se disponga ampliamente de una vacuna y de terapias eficaces
frente a la COVID-19, entraremos en un mundo pos-COVID-19 y
abandonaremos realmente el Gran Confinamiento. Esto solo será posible si la
solidaridad internacional permite el acceso de todas las personas a
tratamientos y vacunas, tanto en países desarrollados como en desarrollo. En
esta etapa, los gobiernos deben reorientar la política fiscal hacia el crecimiento
inclusivo, sostenible y resiliente.

Las autoridades económicas deben abordar el aumento de la pobreza y la


desigualdad, así como las debilidades estructurales expuestas por la crisis para
estar mejor preparadas ante futuros shocks. Esto requiere invertir en sistemas
sanitarios más fuertes, redes de protección social con mejores recursos y la
digitalización. Las autoridades deben apoyar activamente las inversiones
benignas para el clima, que promuevan un crecimiento más verde, con un
importante componente de empleo e impulsado por la innovación. La política
fiscal también debe abordar la desigualdad mediante el gasto dirigido al acceso
universal a la sanidad y la educación, así como sistemas tributarios
progresivos.

Es imposible predecir con gran seguridad cómo será el mundo tras la COVID-
19. Lo que está claro es que las transformaciones serán profundas.
Independientemente de cómo sea el futuro, serán necesarias políticas fiscales
que faciliten el cambio estructural, aborden las desigualdades y apoyen la
transición hacia un futuro más verde.

FUENTE: GESTIÓN
BANCO DE PREGUNTAS
1. ¿Cree usted que materia de salud pública debe ser un asunto de
prioridad?
Esta pandemia ha dado a notar las deficiencias en el sector salud de
nuestro país, poniendo en evidencia la poca o mal enfocada inversión
por parte del estado en este sector, por lo cual se debería de empezar
por fortalecer la salud en los gobiernos próximos.
2. ¿Debería de financiarse en otros sectores, ampliando así la deuda
existente?
Se deberían de financiar los sectores mas importantes de la economía y
dar facilidades de pago a los demás sectores, ya que si se llega a
financiar a todos, ocasionaría un fuerte gasto para el Pais.
3. ¿Debería optarse por otro tipo de política fiscal? ¿Por qué?
No, ya que la política expansiva fomenta el consumo e inversión y es lo
mas necesario para poder reactivar la economía
4. ¿Qué sectores cree usted que deberían de priorizarse? ¿Por qué?
Salud es el sector el cual se debería de priorizar ya que por las
deficiencias de ese mismo ha causado tantas muertes en el país.
5. ¿Qué otras medidas optarían usted?
Optaría por una disminución de el impuesto general a las ventas para
así promover la inversión privada y generar empleo lo cual es lo que se
ha perdido durante este tiempo de la pandemia
6. ¿Es inevitable endeudarse en este confinamiento? ¿Por qué?
Lo es, si, ya que muchas personas al quedarse sin trabajo han liquidado
sus ahorros además de su CTS y en algunos otros casos la AFP para
así poder pagar sus obligaciones como por ejemplo el alquiler de una
casa o departamento entre otros servicios. Una vez acabados estos
ingresos las personas se verían en la obligación de solicitar prestamos
los cuales ya serian un endeudamiento inevitable.
7. El estado a la fecha cuanto ha gastado por el problema del COVID 19.

8. Si ud fuera asesor del MEF que medidas correctivas realizaría en esta


crisis generada por la pandemia.
Disminución de IGV y otros impuestos temporalmente para poder
fomentar inversión consumo y empleo hasta que se logre una
recuperación económica.

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