El Cielo
El Cielo
El Cielo
B. El humano secular dice que el único cielo que va a conocer es aquí ahora, es el cielo que uno mismo se
hace. Todos los sistemas religiosos del mundo ofrecen algún tipo de felicidad eterna a sus seguidores.
Pero ninguno de ellos ofrece un cielo como hogar, donde creyentes nacidos de nuevo, restaurado y
transformados moran con Jesucristo, sirviéndole y alabándole por toda la eternidad. Es muy lamentable
que la mente del hombre no esté en el cielo, o que no muestre casi ningún entusiasmo por el cielo
aunque las sagradas escrituras nos declara que el cielo es real. El hombre está más interesado en la
tierra que en el cielo.
C. El ser humano tiene un panorama o una imagen defectuosa sobre el cielo y por eso no se entusiasma.
Hay un historiador religioso muy respetado en una universidad americana (chicago) y él decía “Puedo
recordar de mi niñez muchos sermones y de esos tantos sermones había uno que se tituló: la geografía
del cielo y la temperatura del infierno. Ahora, la única vez que oímos hablar del cielo es cuando alguien se
muere.” Eso es triste. Hoy en día no se predica lo suficiente sobre el cielo en las iglesias. Sin embargo, el
“cielo” es mencionado más de 500 veces en las escrituras. Es un tema consistente en la Biblia y dentro de
nuestra cultura, pero el cristiano promedio conoce muy poco acerca del cielo. Lo cierto es que el cielo es
un lugar excelente, emocionante, increíble, exponencialmente mucho mejor de lo que es la tierra.
D. No hay duda que la tierra es un lugar hermoso. Sus amaneceres, la caída del sol en la playa, valles,
cascadas, bosques, ríos, océanos, el clima, la vegetación, montañas etc. Pero es un lugar caído en el
pecado. Vivimos en un mundo donde nada funciona como debería funcionar: ninguna relación es perfecta,
ningún trabajo es perfecto, ninguna persona es perfecta, Nada es perfecto en este planeta y debido a que
este mundo es todo lo que conocemos, es por eso que no nos podemos imaginar que el cielo vaya a ser
infinitamente mejor.
E. Mucha gente cree que el cielo es un lugar completamente blanco, donde les van a salir un par de alas, un
lugar donde se convertirán en un ángel que anda desnudo por ahí tirando flechitas, donde andarán
siempre con batas blancas, donde estarán sentados en una nube tocando arpa por toda una eternidad. Si
esto es lo que la gente piensa, con razón no se animan con la idea de ir al cielo. Esa es la imagen más
aburrida y descolorida de cualquier lugar, a nadie le darían ganas de ir a ese lugar por toda una eternidad.
Pero si así fuera, la biblia no nos exhortaría a poner nuestra mirada en el cielo. Colosenses 3: 2 dice:
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”
Pensar en el cielo tiene por lo menos cinco efectos prácticos sobre nuestra vida aquí en la tierra.
1) Cuando ponemos nuestra mirada en el cielo, nuestra esperanza es restaurada en los momentos de
sufrimiento y pruebas. Romanos 8: 18 dice: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”
2) Cuando ponemos nuestra mirada en el cielo, adquirimos la seguridad que Dios está en control de
todo. Apocalipsis 4: 1-3.
3) Cuando ponemos nuestra mirada en el cielo, nos recordamos que este mundo no es nuestro hogar.
Filipenses 3: 20 dice: “Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo.”
4) Cuando ponemos nuestra mirada en el cielo, nos enfocamos en la naturaleza de los verdaderos
tesoros que tendremos en el cielo. Mateo 6: 19-21
5) Cuando ponemos nuestra mirada en el cielo, sentimos un renovado fervor para servir a Dios. Si se
pone a pensar bien, el tener una mente puesta en el cielo es lo único que va a impulsarnos a servir a
Dios aquí en la tierra.
Cuando los cristianos hablamos del cielo, por lo general nos referimos al divino. Y la biblia se refiere a este cielo
con varios términos, tales como: La casa de mi Padre (Juan 14:2). La Ciudad del Dios viviente (Hebreos 12:22).
El monte de Sión (Hebreos 12:22). La Jerusalén celestial (Hebreos 12:22; Apocalipsis 21:2). El Paraíso (Lucas
23:43; 2 Corintios 12:4; Apocalipsis 2:7). El Tercer Cielo (2 Corintios 12:2). Una patria mejor (Hebreos 11:16). Una
patria celestial. Una ciudad celestial (Hebreos 11:16). La Ciudad Santa (Apocalipsis 21:2).
Es relevante que la biblia declare que el comienzo de la existencia del ser humano es en un huerto que era un
lugar real y termina en una ciudad, conocida como La Nueva Jerusalén, que también es un lugar real.
Entonces, ¿es el cielo un lugar real? Claro que SI. El cielo es un lugar real, es el lugar que Jesús ha preparado
para todos aquellos que ponen su fe en Él.
I. LOS TRES NIVELES DEL CIELO (La Biblia habla de tres cielos.)
a. El primer cielo. Génesis 1:7-8 (La primera expansión). A este primer cielo es lo que llamamos el cielo de la
“atmósfera”. Este es el cielo que todos nosotros podemos ver cuando salimos al aire libre (Isaías 55:9-10)
Este cielo es la atmósfera que rodea la tierra, el dominio de las nubes y las aves (Génesis 1:20).
b. El segundo cielo. En Génesis 1:14-18) Dios colocó el sol, la luna y las estrellas en la expansión de los
cielos para alumbrar sobre la tierra. Este cielo es mencionado como el dominio de los cuerpos celestiales,
como el sol, la luna, las estrellas, los planetas y las galaxias aparte del nuestro. A esto nos referimos
como “el espacio de afuera” en donde los satélites y las naves planetarias viajan.
a. El tercer cielo. Cuando Pablo describe que es llevado al tercer cielo no dijo en donde estaba, de hecho, ni
él mismo sabía. Sólo podemos asumir que era un lugar más allá del cielo de la atmósfera y de las
estrellas, era el lugar en donde Dios habita (2 Corintios 12:2-4) No se puede decir exactamente dónde
está el tercer cielo, pero la Biblia nos indica que está arriba y más allá de lo que el telescopio más
poderoso pueda alcanzar a ver. Pero si aún no supiéramos exactamente en donde esté, podemos saber
que hay un lugar específico que el Señor nos está preparando (Efesios 4:10).
II. ¿COMO ES EL CIELO?
a. El cielo va a ser un lugar glorioso y esplendido, tanto por lo que habrá ahí, como por lo que no
habrá. La biblia dice que, “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de
hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2: 9)
b. En el libro de Job 11: 7-9 se lanza una pregunta. En realidad nadie tiene una idea exacta, ni
siquiera cercana de cómo serán las cosas en el cielo. Así que, aun los datos que comparta con
ustedes hoy son simplemente una pálida explicación de la realidad en el cielo. pero la biblia nos
da cierta información que es importante saber acerca del cielo. Entre ellas cinco cosas que no
estarán presentes y que hacen del cielo el lugar ideal para vivir eternamente: Apocalipsis 21:4
2. No habrá más tristeza. Nunca se romperá tu corazón en el Cielo. Nunca serás rechazado.
nunca te afligirás no habrá más soledad, no más luto, no más dolor, no más corazones rotos.
En verdad, la Biblia dice que Dios mismo enjugará toda lágrima de tus ojos. Pasarás billones y
trillones de años en el Cielo y no estarás triste ni un solo segundo.
3. No habrá sufrimiento. La biblia dice que “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor.” Todas aquellas cosas que le producen sufrimiento desaparecerán para siempre. En el
cielo no habrá nada que le cause sufrir a los hijos de Dios. Eso quiere decir…No más guerras.
No más injusticias. No más divorcios. No más muertes. No más hijos en drogas y/o pandillas.
Etc.
4. No habrá más pecado. Judas 1:24. El Cielo es un lugar perfecto. Eso es lo que Jesús vino a
hacer morir en la cruz, de tal forma que personas imperfectas, como tú y yo, puedan ir al Cielo.
La Biblia dice que cuando estemos cara a cara con Jesús, nuestro carácter será cambiado
instantáneamente y será como el suyo. Tendrás tu misma personalidad, pero con el carácter
de Jesús. No habrá más pecado porque el diablo no estará en el cielo. Y un lugar sin pecado
es un lugar perfecto. Debemos estar deseosos por vivir en un lugar como ese. un lugar donde
finalmente no exista nada porque arrepentirse, donde ya no hayan más temores, no más
celos, culpas, resentimientos, no más preocupaciones, no más amargura, envidia, enojo,
rencor, ya no más soledad. Todo será perfecto.
5. No habrá más muerte. Todos seremos inmortales. A nadie le gusta pensar en la muerte, ¿Por
qué será? Todo mundo le teme porque la muerte es una de aquellas cosas que más le
produce a uno dolor. El apóstol Pablo nos dice que “cuando esto corruptible se haya vestido
de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” ¿No son esas buenas noticias?
III. LAS RECOMPENSAS EN EL CIELO
A. En muchas oportunidades la biblia menciona las recompensas en el cielo (Mateo 5:12; Lucas 6:23, 35; 1
Corintios 3:14; 9:18). Pero, ¿por qué son necesarias las recompensas? ¿No es suficiente estar en el cielo
con Dios? Será tan maravilloso experimentar a Dios, su gloria y el gozo del cielo, que es difícil entender
por qué serán necesarias las recompensas adicionales. Además, ya que nuestra fe se apoya en la justicia
de Cristo y no en la nuestra (Romanos 3:21-26), parece extraño que nuestras obras merecieran una
recompensa.
B. Dios dará recompensa en el cielo en el tribunal de Cristo, sobre la base de nuestra fidelidad a él cuando
le servimos (2 Corintios 5:10). Las recompensas mostrarán la realidad de nuestra condición como hijos
(Gálatas 4:7) y la justicia de Dios (Hebreos 6:10). Dios dará recompensa en el cielo, a fin de cumplir con la
ley de la siembra y la cosecha (Gálatas 6:7-9) y de hacer honor a su promesa de que nuestro trabajo en el
Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).
C. Una de las razones de las recompensas en el cielo, es el hecho de que Jesús comparte su recompensa
con nosotros. Pablo dijo: "Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en
la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). Nuestras vidas
están "escondidas" con Cristo, que está sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3:1-4). Morimos con él,
vivimos con él y compartimos su gozo (Romanos 6:8; Mateo 25:21). En el cielo habitaremos con él (Juan
14:1-3). Nuestras vidas están íntimamente ligadas a la vida de Jesús. La recompensa que él recibe la
comparte con todos nosotros: "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados" (Romanos
8:17).
D. Nuestras recompensas en el cielo dependen de la bondad y del poder de Dios. A través de la resurrección
de Cristo, ganamos una herencia en el cielo; en la tierra, nuestra fe es probada y redunda en alabanza,
gloria y honor cuando Cristo es revelado (1 Pedro 1:3-9). Las cosas que hacemos en esta vida sólo son
permanentes (es decir, llevadas con nosotros al cielo) si se construyen sobre el fundamento que es Cristo
(1 Corintios 3:11-15).
E. Las recompensas que obtenemos en el cielo no son como las recompensas que ganamos aquí en la
tierra. Tendemos a pensar en términos materiales, como por ejemplo: mansiones, joyas, etc. Sin
embargo, estas cosas son sólo representaciones de las verdaderas recompensas que ganaremos en el
cielo.
De esta manera, las recompensas en el cielo glorifican a Dios y nos brindan alegría, paz, y admiración
mientras consideramos la obra de Dios en y a través de nosotros. Entre más cerca de Dios estábamos en
esta vida, más centrados en él y conscientes de él, más dependientes de él y más desesperados por su
misericordia, entonces habrá mucho más para celebrar. Somos como los personajes de un cuento que
dudan, sufren pérdidas y experimentan temores, preguntándonos si algún día llegaremos a recibir
realmente los deseos de nuestro corazón. Cuando llega el final feliz y se cumple el deseo, surge una
conclusión. Las recompensas en el cielo son el final de nuestra historia terrenal, y esas recompensas
serán eternamente placenteras (Salmo 16:11).