Poemas Romanticismo 3

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

POEMAS ROMANTICISMO 3

ULTRA (fragmento).​ ​Federico Balart RIMA LII. Bécquer RIMA LXI. ​Bécquer
[…] Olas gigantes que os rompéis bramando Al ver mis horas de fiebre
¡Oh fosa! en tus arcanos, en las playas desiertas y remotas, e insomnio lentas pasar,
que las tinieblas de la muerte enlutan, envuelto entre la sábana de espumas, a la orilla de mi lecho,
voraces los gusanos ¡llevadme con vosotras! ¿quién se sentará?
la podredumbre humana se disputan; Cuando la trémula mano
y los hombres, inquieta muchedumbre Ráfagas de huracán que arrebatáis tienda próximo a expirar,
que pulula espantosa, del alto bosque las marchitas hojas, buscando una mano amiga,
otros gusanos son, que en otra fosa arrastrado en el ciego torbellino, ¿quién la estrechará?
devoran otra horrible podredumbre. ¡llevadme con vosotras! Cuando la muerte vidríe
¡Festín abominable! de mis ojos el cristal,
Los seres a los seres devorando, Nube de tempestad que rompe el rayo mis párpados aún abiertos,
con furor insaciable y en fuego ornáis las sangrientas orlas, ¿quién los cerrará?
van el suplicio eterno enovando. arrebatado entre la niebla oscura, Cuando la campana suene
Así, en lucha jamás interrumpida, ¡llevadme con vosotras!. (si suena en mi funeral),
la muerte se alimenta de la vida, una oración al oírla,
la vida se alimenta de la muerte, Llevadme, por piedad, a donde el ¿quién murmurará?
y —¡oh pavoroso arcano! — vértigo Cuando mis pálidos restos
el ser humano en polvo se convierte, con la razón me arranque la memoria. oprima la tierra ya,
y el polvo se convierte en ser humano! ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme sobre la olvidada fosa
[...] con mi dolor a solas!. ¿quién vendrá a llorar?
¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?

CANCIÓN DE LA MUERTE. José de


Espronceda

Débil mortal no te asuste Soy la virgen misteriosa Deja que inquieten al hombre
mi oscuridad ni mi nombre; de los últimos amores, que loco al mundo se lanza;
en mi seno encuentra el hombre y ofrezco un lecho de flores, mentiras de la esperanza,
un término a su pesar. sin espina ni dolor, recuerdos del bien que huyó;
Yo, compasiva, te ofrezco y amante doy mi cariño mentiras son sus amores,
lejos del mundo un asilo, sin vanidad ni falsía; mentiras son sus victorias,
donde a mi sombra tranquilo no doy placer ni alegría, y son mentiras sus glorias,
para siempre duerma en paz. más es eterno mi amor. y mentira su ilusión.

Isla yo soy del reposo En mi la ciencia enmudece, Cierre mi mano piadosa


en medio el mar de la vida, en mi concluye la duda tus ojos al blanco sueño,
y el marinero allí olvida y árida, clara, desnuda, y empape suave beleño
la tormenta que pasó; enseño yo la verdad; tus lágrimas de dolor.
allí convidan al sueño y de la vida y la muerte Yo calmaré tu quebranto
aguas puras sin murmullo, al sabio muestro el arcano y tus dolientes gemidos,
allí se duerme al arrullo cuando al fin abre mi mano apagando los latidos
de una brisa sin rumor. la puerta a la eternidad. de tu herido corazón.

Soy melancólico sauce Ven y tu ardiente cabeza


que su ramaje doliente entre mis manos reposa;
inclina sobre la frente tu sueño, madre amorosa;
que arrugara el padecer, eterno regalaré;
y aduerme al hombre, y sus sienes ven y yace para siempre
con fresco jugo rocía en blanca cama mullida,
mientras el ala sombría donde el silencio convida
bate el olvido sobre él. al reposo y al no ser.
RIMA LXXIII. Bécquer​ ​ RIMA LXXVI. Bécquer
Cerraron sus ojos De la alta campana En la imponente nave
que aún tenía abiertos, la lengua de hierro del templo bizantino,
taparon su cara le dio volteando vi la gótica tumba a la indecisa
con un blanco lienzo, su adiós lastimero. luz que temblaba en los pintados
y unos sollozando, El luto en las ropas, vidrios.
otros en silencio, amigos y deudos
de la triste alcoba cruzaron en fila Las manos sobre el pecho,
todos se salieron. formando el cortejo. y en las manos un libro,
La luz, que en un vaso Del último asilo, una mujer hermosa reposaba
ardía en el suelo, oscuro y estrecho, sobre la urna, del cincel prodigio.
al muro arrojaba abrió la piqueta
la sombra del lecho, el nicho a un extremo: Del cuerpo abandonado,
y entre aquella sombra allí la acostaron, al dulce peso hundido,
veíase a intérvalos tapiáronle luego cual si de blanda pluma y raso fuera
dibujarse rígida y con un saludo se plegaba su lecho de granito.
la forma del cuerpo. despidióse el duelo.
Despertaba el día, La piqueta al hombro De la sonrisa última
y a su albor primero el sepulturero, el resplandor divino
con sus mil ruidos cantando entre dientes, guardaba el rostro, como el cielo guarda
despertaba el pueblo. se perdió a lo lejos. del sol que muere el rayo fugitivo.
Ante aquel contraste La noche se entraba,
de vida y misterio, el sol se había puesto. Del cabezal de piedra
de luz y tinieblas, Perdido en las sombras sentados en el filo,
yo pensé un momento: yo pensé un momento: don ángeles, el dedo sobre el labio,
¡Dios mío, qué solos ¡Dios mío, qué solos imponían silencio en el recinto.
se quedan los muertos!! se quedan los muertos!!
No parecía muerta;
de los arcos macizos
De la casa en hombros En las largas noches parecía dormir en la penumbra,
lleváronla al templo, del helado invierno, y que en sueños veía el paraíso.
y en una capilla cuando las maderas
dejaron el féretro. crujir hace el viento Me acerqué de la nave
Allí rodearon y azota los vidrios al ángulo sombrío
sus pálidos restos el fuerte aguacero, con el callado paso que llegamos
de amarillas velas de la pobre niña junto a la cuna donde duerme un niño.
y de paños negros. a veces me acuerdo.
Al dar de las Ánimas Allí cae la lluvia La contemplé un momento,
el toque postrero, con un son eterno; y aquel resplandor tibio,
acabó una vieja allí la combate aquel lecho de piedra que ofrecía
sus últimos rezos, el soplo del cierzo. próximo al muro otro lugar vacío,
cruzó la ancha nave, Del húmedo muro
las puertas gimieron, tendida en el hueco, en el alma avivaron
y el santo recinto ¡acaso de frío la sed de lo infinito,
quedóse desierto. se hielan sus huesos!... el ansia de esa vida de la muerte
De un reloj se oía ...................... para la que un instante son los siglos ...
compasado el péndulo ¿Vuelve el polvo al polvo?
y de algunos cirios ¿Vuela el alma al cielo? *
el chisporroteo. ¿Todo es sin espíritu
Tan medroso y triste, podredumbre y cieno? Cansado del combate
tan oscuro y yerto No sé; pero hay algo en que luchando vivo,
todo se encontraba, que explicar no puedo, alguna vez me acuerdo con envidia
que pensé un momento: algo que repugna, de aquel rincón oscuro y escondido.
¡Dios mío, qué solos aunque es fuerza hacerlo,
se quedan los muertos!! ¡a dejar tan tristes, De aquella muda y pálida
tan solos los muertos! mujer me acuerdo y digo:
?¡Oh, qué amor tan callado, el de la
muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro, tan
tranquilo!
A LA MUERTE DE TORRIJOS Y SUS RIMA LXVI. Bécquer
COMPAÑEROS. José de Espronceda ¿De dónde vengo?… El más horrible y
Helos allí: junto a la mar bravía áspero
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron de los senderos busca:
honra del libre, y con su muerte dieron las huellas de unos pies ensangrentados
almas al cielo, a España nombradía. sobre la roca dura;
Ansia de patria y libertad henchía los despojos de un alma hecha jirones
sus nobles pechos que jamás temieron, en las zarzas agudas
y las costas de Málaga los vieron te dirán el camino
cual sol de gloria en desdichado día. que conduce a mi cuna.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto ¿Adónde voy? El más sombrío y triste
lágrimas de dolor y sangre sean, de los páramos cruza;
sangre que ahogue a siervos y opresores, valle de eternas nieves y de eternas
Y los viles tiranos, con espanto, melancólicas brumas.
siempre delante amenazando vean En donde esté una piedra solitaria
alzarse sus espectros vengadores. sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

También podría gustarte