Obra Abierta de Angel Leiva

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ÁNGEL LEIVA
EL AMOR Y LA TIERRA
OBRA ABIERTA INCOMPLETA
ÁNGEL LEIVA

EL AMOR Y LA TIERRA
OBRA ABIERTA INCOMPLETA

Edición Especial por 50 años de


trayectoria poética
Leiva, Angel
Del amor y la tierra / Angel Leiva. - 1a ed. - San Miguel
de Tucumán: Ediciones del Ente Cultural de Tucumán, 2017.
374 p. ; 21 x 14 cm.
ISBN 978-987-45421-3-7
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD A861

ISBN 978-987-45421-3-7

© 2017 - Ángel Leiva


© 2017 - Ediciones del Ente Cultural Tucumán
© 2017 - Diego Chein - Palabras preliminares

Diseño y maquetación: Ricardo Calvo | Ente Cultural Tucumán


Portada:Carlos Díaz | Ente Cultural de Tucumán
Ilustración de tapa: Ángel Leiva
.
Impreso en Argentina / Printed in Argentine
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cual-


quier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tra-
tamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión
sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.
Para mi mujer, Susana Jakfalvi,
por los cincuenta años compartidos Del Amor y la Tierra
ÍNDICE

PRÓLOGO......................................................................................................11

PRIMERA EDICIONES.................................................................................15

DEL AMOR Y LA TIERRA...........................................................................17

LOS CUERPOS GLORIOSOS.......................................................................73

EL PASAJERO DE LA LOCURA................................................................153

LAS EDADES Y LA MUERTE....................................................................233

CENIZAS O SEÑALES...............................................................................277

CANTARES I. DEL FUEGO Y LAS CENIZAS..........................................329

CANTARES II. DEL FUEGO Y LAS CENIZAS.........................................347

CANTO. EL FIN DE LOS TIEMPOS...........................................................365

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PALABRAS PRELIMINARES

La problemática del exilio hace tiempo que pone en


crisis las estrategias de la crítica literaria para la construc-
ción de una literatura argentina, al menos desde la gene-
ración romántica del siglo XIX. La irrupción de la más
violenta de nuestras dictaduras militares volvió a poner el
tema sobre el tapete. ¿Cómo pensar desde la construcción
de una literatura nacional a las escrituras en el exilio?
En 2011 el Ente Cultural de Tucumán publica el volumen
ilustrado por el propio autor Regreso al Sur o Las Voces del
Exilio, uno de los poemarios en los que emerge con fuerza el
compromiso del poeta con los demás y con la poesía misma.
En esta ocasión, con la publicación de los primeros cinco
libros con los que inicia su trayectoria literaria antes del exi-
lio (1967-1973) y los tres Cantares de su más reciente pro-
ducción poética (2014-2016), el Ente Cultural de Tucumán,
a través de la Dirección Artística de Letras, rinde homenaje
a la trayectoria de cincuenta años con la poesía del escritor y
pintor tucumano Ángel Leiva. Una iniciativa que, más allá
de los premios y el amplio reconocimiento internacional ate-
sorados, responde a la convicción de que se trata de una pro-
ducción cuya riqueza merece también ser leída desde las lite-
raturas latinoamericanas, la literatura argentina, y también
desde la literatura tucumana.
En estas breves palabras de presentación, no haremos sino
abrir una propuesta de lectura de la obra de Ángel Leiva que
se propone interrogar sus textos desde las problemáticas de
nuestras literaturas.
Es bien conocida, sobre todo en Estados Unidos y en

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España, la relación de la obra poética de Ángel Leiva con el
tópico del exilio. Lo que resulta sorprendente es descubrir
algunas matrices fundamentales que construyen la mirada, el
sentir y el decir del exiliado en los libros que preceden a su
exilio.
En efecto, en sus primeros libros, en aquellos que hoy ate-
soramos en esta nueva edición, encontramos ya los resulta-
dos de una búsqueda poética en torno a una identidad
migrante. Estas huellas, que pueden leerse como prefigura-
ciones a la luz de su obra posterior, requieren ser leídas tam-
bién en relación con los procesos de la literatura argentina,
con una historia que pronto pareciera resultar lejana pero
que se revela como imprescindible. No sólo el exilio, sino
también la migración y el desarraigo aparecen muy tempra-
namente en las letras argentinas y son constitutivas de la
emergencia de un campo literario moderno a fines del siglo
XIX y comienzos del XX. Sin ir más lejos, el discurso crio-
llista de la identidad nacional, que llega a ser hegemónico
hacia el Centenario de la independencia, construye como la
fuente de su propio origen el locus de una infancia rural y
provinciana que se ha perdido. Son escritores de las provin-
cias que han migrado a la capital recientemente federalizada.
Ángel Leiva ha nacido y se ha criado no sólo en el interior
del país, sino en el interior profundo, en un pueblo tucuma-
no, en el “Jardín-Simoca” al que alude en uno de los poemas
de su primer libro (Poema “Nueve” de la segunda parte titu-
lada “De la tierra”, del libro Del amor y la tierra 1967).
La melancolía, que atraviesa tanto los poemas del amor
como los de la tierra, decanta una y otra vez en esta segunda
parte, la de la tierra, en el pueblo del origen:
“Quiero marchar ahora al pueblo de mi sangre.
Quedarme junto al río del polvo de la Luna que amo tanto y

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llevarme hasta la boca, como en un blanco cementerio, las
palabras y esos nombres del pasado que nos amaron y resis-
ten desde siempre.
Quiero galopar en pelo ese caballo. Mirar junto a mi som-
bra al perro corazón acompañándonos. Abrazar la soledad
del suelo donde se alzan las chicharras del verano y estar
cantándole a la Patria. Pero también reconocer que estoy
llorándola. Quiero agotar mi vida, esto se sabe.”(Cuatro 72)
El deseo del retorno estalla en un “galopar en pelo” que
es toda infancia, experiencia de crecer en Simoca: “mi vida
es esa infancia de piernas chivateando hasta querer perder las
ropas interiores debajo de los árboles en llamas”. “Infancia
de piernas chivateando”, como cuando galopa en pelo, el
retorno no tiene nada de abstracto, sino que arrastra la mate-
rialidad de una experiencia muy concreta y localizada. No se
“chivatea” en todos lados, al menos no como en Simoca.
Lo local retorna como experiencia afectiva concreta, pero
ni en estos primeros libros, ni en los libros en los que el amor
por la tierra de origen asume una presencia aún más profun-
da, asoma siquiera una nota folklorizante. No porque no
aparezcan signos que ya han sido largamente folklorizados
en nuestro medio cultural, sino porque aparecen de otra
manera. Con todo el peso de la desarraigada, doliente y amo-
rosa remembranza de una infancia rural en un pueblo del
interior provinciano, no hay, sin embargo, folklorización. No
hay esencias en el origen.
Y es que en la escritura de Ángel Leiva también afloran y
se articulan de un modo particular las tensiones moderni-
zantes y de búsquedas identitarias localizadas que hacen a
las literaturas latinoamericanas del siglo XX. Esas formas
particulares de mezclar vanguardia con tradición, que otro
Ángel también exiliado, esta vez el gran crítico de la literatu-

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ra latinoamericana, Ángel Rama, llamótransculturación.
Resulta innegable la apropiación que el poeta hace de un len-
guaje metafórico surrealista. La constatación es pobre si no
nos preguntamos qué es lo que esta apropiación, esta bús-
queda formal, permite empezar a ser dicho.
“Escribo ahora lejos de mi casa, de mi País de siempre Y
con todos esos muertos que siempre me acompañan”. Así
comienza el poema “Los Abandonados de la tierra” con el
que se inicia la serie de diez poemas que componen la terce-
ra y última parte del libro Cenizas o Señales, la parte que se
titula “Nuevos Himnos Espirituales”. Es a ellos, a los aban-
donados de la tierra, a los que canta el poeta sus nuevos him-
nos. El segundo poema invoca la “patria del corazón, saque-
ada como el vientre de una perra”, respondiendo a la inter-
pelación de la memoria que surge en la voz de una mujer:
“Y tú, como una Mujer que siempre Espera en el País
abandonado a las Memorias, dejas salir una Palabra ronca y
seca que emociona el Alma. Te recuerdo en Un patio donde
jugaba entonces la infancia con mi sombra Y tus cabellos
crecían con las llamas y a mí me daba ahogos La Tierra.”
Nos proponemos leer lo que en este nuevo lenguaje de la
remembranza se revela como hallazgo de la construcción
poética de la subjetividad. Y así es que, movidos por nuestros
interrogantes iniciales, nos preguntamos por la patria del
corazón que el poeta construye para los abandonados de la
tierra.
“Escribo para los Abandonados de la tierra, al emigrante
que ya no espera Ver el Sol de las pasiones, pero que todavía
quiere arrancar De cada pedacito de la Noche el sexo emo-
cionado de las Estrellas y las bestias que fecundan la máqui-
na del corazón.”
Sólo con los fragmentos vívidos de la memoria, el poeta

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es capaz de reconstruir una casa para sí y para los abando-
nados de la tierra. Es una patria que no deja de retornar en la
poesía de Leiva, la patria que puede ser pensada y sentida, y
ahora intenta ser dicha, desde la experiencia del emigrado y
el desterrado.
“Y Cuando veo el mundo y casi todo está como en
penumbras Y yo te ofrezco los Himnos de las fieras. Las Islas
de ese lugar En las que vivo siempre y cada vez que vuelvo
para Regar a Mis plantitas del paraíso o del infierno.”
Los archipiélagos y las estaciones de tren que atraviesan
gran parte de la poseía de Leiva, como las homéricas islas
que Ulises recorría siempre buscando el regreso a su Itaca
natal, son los fragmentos de la memoria de los afectos con
los que la subjetividad migrante que no cesa de viajar se cons-
truye, se reconstruye y se inventa una voz en el silencio. No
es una esencia lo que desde esos orígenes pulsiona en la
poesía, sino las experiencias constitutivas que siempre vuel-
ven a necesitar ser curadas como “las costras” de las heridas
en la infancia. Como en la “Carta” que también escribe a su
madre en el mismo volumen: “mamá, qué bien calienta el
Sol, / Cuando reunidos junto al fuego / Tu guiso de fideos
huele a tierra / Tocada por la lluvia del sereno. / Pero ahora
estamos lejos”.
Nuevamente, es ésta una de esas estaciones o islas del ori-
gen a las que el poeta retorna para regar sus “plantitas del
paraíso o del infierno”. El retorno es inevitable, constitutivo
de la subjetividad del migrante:
“Cómo pueden pedirme / Que aquí en esta Ciudad/ Un
algo de Nosotros no se ponga / a arrinconarme por las calles.
/ Y aunque tu Mazamorra dulce / Se ponga a caminar entre
los Surcos / Nevados de esta boca, / Hay algo todavía que
no sabes. / Yo no canto porque la Libertad / Empiece ya a

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ser mía / Ni digo que lo que hago /Es una Suma de cosas
aprendidas. / Hablo tan sólo para curar nuestras Heridas / Y
para que cuando me Leas A solas / En el Lugar donde naci-
mos / Sin entenderlo demasiado, / Comprendas que el Niño
que cuidabas / Por entonces / No Es el mismo / Pero sigue
siendo / Como una costra más de tu cariño. / Y no te aflijas,
Mamá, / Porque la tierra para mí / Es eso que Tú vives
todavía.”
La construcción de una subjetividad migrante hecha de
los amorosos y dolientes fragmentos de una memoria siem-
pre renovada se expresa en un nuevo lenguaje para decir algo
más de las experiencias, de lo nacional y de las pertenencias
identitarias, que escritores nativistas y otros tantos exiliados
buscaron también representar por otros medios en la litera-
tura argentina.
Por estas y otras muchas razones, la obra poética de Ángel
Leiva tiene algo propio que decir en nuestras literaturas lati-
noamericana, argentina y tucumana. La vitalidad de los
Cantares con que cierra esta edición basta para demostrar
que se trata de una búsqueda poética aún en curso, una bús-
queda que, a quienes nos moviliza el crecimiento de nuestras
literaturas, todavía tiene mucho que decir.

Dr. Diego Cheín


Director de letras
Ente Cultural de Tucumán

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PRIMERA EDICIONES

Del amor y la tierra. Versión corregida. Primera edición:


Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1970

Los cuerpos gloriosos. Versión corregida. Primera edición:


Editorial Losada, Buenos Aires, 1970

El pasajero de la locura. Versión corregida. Primera edi-


ción:Editorial Losada, Buenos Aires, 1971

Las edades y la muerte. Versión corregida y aumentada.


Primera edición: Editorial Trilce, Buenos Aires, 1973

Cenizas o señales. Versión corregida y aumentada. Primera


edición: Editorial Trilce, Buenos Aires, 1973

Cantares I. Del fuego y las cenizas. Poemario inédito

Cantares II. Del fuego y las cenizas. Poemario inédito

Canto. El fin de los tiempos. Poemario inédito

17
DEL AMOR Y LA TIERRA
(1967)

A tu memoria
DEL AMOR

21
22
EL LUGAR Y LOS DÍAS

Éstos son los días,


los lugares extremos,
donde una absurda mano
nos gobierna el Alma.

Aquí cabemos todos,


los monstruos y los ángeles.
Tengo la Voz cansada,
el cuerpo en llamaradas.

Los Ojos se me salen


como escapados de tus manos,
mientras otros
rondan al son de las palabras,
y un misterio de Dios
se confabula
con el Hombre.

Entonces tiendo a ir al Mar,


pero la Tierra todo se lo traga.
Ah, paseos aquellos
en la Infancia,
cuándo iremos a darnos de nuevo
con los Pájaros.

23
DE LA MEMORIA

II

La Memoria es un caos,
puede decirse azul
o roja como el Fuego de los años,
y hacia allí se precipita
la violencia de la carne.

Bajo el influjo de la nada,


tu locura es el reino
de un dios que ya no ama,
y hasta que por fin
el corazón se reincorpora
sobre la cuerda,
como un ciego equilibrista
tratando de salvarse.

Y vuelves a ser la noche


a medio reunirse en el cerebro.
Ahí, cuando tu Mirada
es un espejo desvelado
en el que reconozco parte
de la muerte.

Los días no lejanos


en que la Patria siempre
se nos acerca,
desolada.

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EN LA TIERRA

III

Acostado,
de narices en la Tierra,
oigo tu corazón que vive como el Mar
debajo de la niebla.
Y como si el Otoño hubiese
comenzado a hacer llorar las Hojas
por el suelo.
Y pienso, entonces : Hombre,
a ver si entramos
en acuerdo
y si es que por fin
nos entendemos entre fieras.

25
AMARCORD

IV

Están siendo las cuatro


de la tarde
y en el Hogar, ahora,
hay un olor a lluvia
que me viene subiendo
por tus faldas.

He tocado tus manos,


los oscuros cabellos
en el alba,
y ya ni sé
con qué recuerdo tuyo aborrecer
o estar amando
estas Ciudades.

Aquí hace frío


y no es que estén abiertas
las Ventanas en el campo.
Sólo sucede que el día
tiene un patio con jardines
por donde se pasean
a deshoras los caballos.
Y estás llorando
y está que pela la amargura

26
debajo de la sangre.

Están siendo las cuatro


de la tarde y, Ay,
cómo llueve todavía
por los cuatro costados
de la Casa.
O cómo tarda en llegar
esa paloma de alas blancas.

27
EN LA CIUDAD

V
La Casa duerme.
Entre viejos papeles,
estirado a lo largo de la mesa,
un Estudiante de humanidades

se busca la cabeza.
Y en la azotea,
una camisa blanca,
está siendo movida por el viento.

Hoy casi todo


me recuerda a tu cuerpo
pegado al corazón.

Bajo la frente, avanzo,


me aferro al picaporte de la puerta,
pero no sé qué cosa
me empuja hacia la Muerte.

Sólo que la Casa duerme,


que el estudiante está caído
y que alrededor del pecho
ninguna Flor silvestre
le sostiene el Pensamiento.

La Casa duerme.
Esta Ciudad es terrible
conocerla en su Silencio.

28
VERANO

VI
En el verano,
cuesta tanto dormir
que uno no sabe ya siquiera
cómo acomodar el cuerpo
en el Vacío
de las sábanas.

Y hay veces que ni tampoco


sé qué hacer con los insectos
que se encuentran detrás
de las Palabras.
Qué hacer con la mirada
que nos busca, por ahí,
deseosa de abrazarnos.

Pero sucede entonces


que Uno se pone a recordar
algunas cosas
que son como de antaño.
Cuando eran otros Ojos
y otras Manos
las que llegaban

hasta a estos sitios,


visibles o comunes
y que sólo por Amor no pueden
olvidarse.

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Así pasen los años
y otras historias vuelvan
a remover la historia de la sangre.

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RETRATOS

VII

Esta noche,
he descolgado
tu retrato de la pared vacía,
como quien junta Frutos
de una cosecha ajena.
Y me dejé caer
como los árboles
al Fuego,
ahí donde comienzan
los inviernos.

31
TIERRA

VIII

Mujer.
Tierra en el Hombre,
con estatura de nube
o bien de polvo.
Te canto en nombre
de los que solamente en ti
lo hallamos Todo.

Eres
como una Casa grande
que hay veces abandono
para Volver de nuevo
a llorar en tus velorios.

Algún día, lo sé,


me subiré
a la Historia para verte
pasar como entre
Sombras.

Y acostaré mi pecho
encima de una Piedra
por devolver al corazón
lo que ofreciste un día
a la Memoria.
Oh, leña. Ay, Fuego.
Más eterna que el agua
de la Fuente donde aún vivo.

32
VIDA

IX

Qué cuadro triste el mío,


llorando ante un espejo
partido por el medio,
representando
al Hombre en la Comedia
de otra Vida como aquella
que gastamos un día
al ir en compañía
y con tan humana Voz
que aún nos derriba
el Pensamiento.

Si me vieras,
Amor,
en esta mesa,
recortando los recuerdos
de las Fotos
de tus miembros,
con los codos de punta,
asentados en las rodillas
entre las solitarias sombras
que caminan por las calles.
Y revolviendo las Cosas
que no hicimos en la vida.

Ah, si solamente me vieras,


aquí y sonriendo
a pulmón y dentadura,

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probablemente, te dirías:
cómo nos cambia
el Mundo la tristeza,
el rostro o la alegría,
y qué tan pronto
nos vamos de esta Vida.

34
HUMANA GEOGRAFÍA

En la huerta del Alba,


he acostado mi cuerpo,
pensando en las Semillas de la tierra
y de la vida.
Y en las noches, así,
como cansado de estar viendo,
de que nada surge desde lo hondo
del Camino,
yo me subo a un estribo,
taloneo la sangre y hasta me sumo
a la muerte de tu muda Palabra
que hay veces sobrevive.

Ah, si me vieras ahora


romperme la camisa
mientras canto y con las uñas del día,
trepar la Geografía como un lobo
marino de la tierra,
tal vez te asustarías.

Y si me vieras partir de esta manera,


sé que te irías conmigo,
hasta el fondo del alma
y hacia todos los Siglos.

35
MUERTE

XI

Porque no se trata de un rostro


únicamente,
de un cuerpo que alguien hizo
a la medida de las cosas,
se trata de la muerte,
de no cerrar los ojos,
de investigar qué pasa ahora
entre Nosotros.

36
TRISTEZA AMOR

XII

Tristeza, aquí te dejo


de pie sobre el Camino
tal como un día te encontré
entre pájaros y pinos.
Sólo que desde ahora
irás atada al hilo de mi vida,
en esa Red del mundo
donde me de doy de frente
con tus Ojos y maldigo
los fósforos del día.

Aquí se dijo tanto del Amor.


Se habló bien poco, digo,
que el Hombre
es una ruina antigua, ahí,
perdido, en su Vasija de barro
y de cenizas de la tierra, viva.

La Soledad, te lo decía,
Tristeza Amor,
cuando vayas al Jardín
en donde sabíamos quedarnos,
apiádate
del Árbol y del Niño.

37
TIEMPO

XIII

Luego dirán
qué fácil es quedarse así,
dormidos junto al Río
y oír que alguien nos llama,
desde el fondo del tiempo
de la vida.

Pensar qué fácil es el Amor,


cuando el olvido llega
hasta la Casa en donde, niños,
se nos rajaba el pecho
de alegría, o qué fácil todavía
es el recuerdo
de aquellos nomeolvides,
mi, ahora y bien lejana,
Mujer en el Camino.

Qué fácil es llorar sobre una Carta


escrita y sin destino fijo
o qué fácil es todo, Corazón.
Qué sumamente fácil y terrible
es, a estas horas,
tener que acostumbrarnos
a la soledad de los caminos de la noche.

Y, qué Natural la idea de la muerte,


cuando se va la vida, tiempo abajo

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o Sol arriba.
Qué fácil es todo lo imposible.

39
INVIERNO

XIV

Este odio con el que aguardo


tus peleados cabellos en el aire
y con mis manos,
aquel jarabe
de tu Voz que estoy pensando,
lejana ya de los oídos y en otros
labios que me traen
desde entonces esas palabras
que son inolvidables
y algo más todavía
que nos hace rodar los ojos
por el aire.

Todo lo entreveo, mientras


me encuentro descifrando
las Horas en la lengua,
y entre las cosas esas
que ellas hacen y que obedecen
al Nervio
caliente de la sangre.

Ahí, donde me subo a lo alto


de los árboles para ver el viento
y lo desangro bajo tierra
con el polvo de invierno
que entonces me dejaste.

40
VIEJO RÍO

XV

Viejo Río
de esa nación
que ocupo
por las noches
y que bramas todavía,

como si todas las aguas


del Universo
se dirigiesen
al punto de tu boca.

Sé que un día
escribiré la historia
de tu nombre
con las palabras más hermosas,
pero entonces,
ya no te navegará mi Corazón
y se habrán muerto tus pájaros,
tu desnudez, ahí,
sobre las Costas.

41
SUCEDE ENTONCES

XVI

Resulta que Uno,


hay veces,
estando solo o sin un alma
en su costado,
esto se entiende,
comienza a preguntarse:
qué hacer con estas manos
si no esperar que llueva
la Tristeza.

Qué hacer con el amor


de los teléfonos y con todo
ese Silencio que nos duele todavía
en el billete de un Tren,
el que guardamos al irnos
para siempre.

O qué hacer con las paredes


en el Vacío,
si no agarrar un lápiz
y escribir a la Tristeza.

42
AHORA

XVII

Ahora,
cuando quisiste llegar
más alto que los Árboles
o que las góticas Torres
con las que soñábamos,

vendrás a reunirte
con las furias de mi Alma.

Vendrás, te lo prometo,
porque tus manos
ya conocen el Vacío
de la sangre.

Y yo te estaré esperando
igual que siempre,
con los brazos abiertos
y extendidos, ahí,

donde la Tierra se proclama


dueña y señora de Todo
cuanto amamos.

43
AZUL

XVIII

He visto esta mañana


todo el color azul del mundo
imaginable,
en las Memorias.

Las señales tatuadas por el agua


entre solitarios salones
de la abandonada
Casa.

Y he visto también
el sueño de las hojas
entre los árboles.

La mansa oveja del amor


entre las manos, degollada.
O sólo vi también la magia

de la terrible Muerte
de pie junto a la sangre
derramada.

44
SOMOS

XIX

Como esos Libros


que noche a noche
se abren y hasta que
muchos otros ojos nos descubren,
el Secreto.

Ahí, cuando se inician


los lamentos
por la Tierra.

Somos
como otra mano abierta
debajo de la lluvia y algo más
del Pájaro que late
en la Palabra dulce que aún
no recogimos
de la Vida.

45
LLUEVE

XX

Aquí
hemos retomado
la Línea
que creímos perder
alguna tarde.

Y mientras la memoria
vaga o se diluye en torno
de la Casa sola, siento
que el Corazón

es como un punto
en las jocundas lluvias
del verano de la Tierra.

El lugar donde un día


Nosotros ya estaremos
reunidos con
la muerte.

46
COSAS

XXI

Porque por aquí las cosas


de los días pasan por el ojo
más sensible de los actos,
y tanto,
que a una vuelta
de llave, abro las Puertas
de los brazos
como quien estudia
en el hondo vacío de la noche

las formas del Espacio.


Camino y me conduzco
sobre una cuerda frágil,
entre los amargos
Laberintos sagrados
de la noche.

Oigo tus pasos en la sangre,


el desorden de las cosas
que sube por los ojos,
hasta que las palabras hablan
y todo cambia

el color de la piel cambia,


aunque lo demás
permanezca
intacto.

47
DEL FUEGO

XXII

Ahí, cuando te encuentro,


estoy más calmo. Pero no digas nada.
No quiero que me digas los días
que he faltado
en tus palabras.

Ahora tengo puesta la mirada


junto al fuego
de las memorias apartadas
en la Vida.
Ahí, donde he perdido
la cuenta de los años y quisiera,
una vez más,
dormir la cabeza
con las Piedras.

48
ME ACUERDO

XXIII

De todos esos Sitios


que todavía hay veces
nos golpean, hay Uno que recuerdo
como la primera vez que alguien
recibe un beso, así.
Sin embargo, qué poco fácil
que se nos hace olvidar,
sobre todo, si uno se recuerda
que aún tiene el corazón alegre
y no nos duelen tanto
las Ausencias.

Y mucho más
si existe todavía
esa mirada en el espejo,
cuyo dolor percibo
desde el Tiempo.

Y, sobre todo, mientras


voy a tantear la luz de nuevo
y siento que la noche
lentamente rueda,
dentro del tamaño de los Ojos
o más debajo todavía
de la horizontal simetría
de los bellos cuerpos.

49
Ahí, donde las sombras lloran
en las penumbras de la noche
y se ve la Señal
del Heredero que regresa,
para decirnos que se acercan
las malas horas
de los malos Vientos.

Hasta diríase, además,


que vino ya el Silencio
irremediable
de todos esos sitios
a los que uno más se acuerde
que nos esperan
de espaldas con los ojos abiertos
contra el cielo.

50
EXTRAÑO

XXIV

Apenas soy un gesto que Vuelve


de tus manos.
He caminado la Ciudad,
fui por los altos hornos de la tarde
llevando nuestros nombres
que son también igual
de inolvidables.

Pero en aquel año, me creyeron


absurdo por estar así, pensando
en ver cómo es que estaban
las desnudas hojas
del Árbol del verano

y con los pájaros volando


de noche por el cielo.

Mientras sentí el distante


sonido de las aguas de los mares,
y discutí con otros la pertenencia
de tus menores ropas
arrojadas a un costado de la cama
y quise explicar el Canto
por la tierra amada
o esa manera de Ser también
como las aves al ir volando,

51
en el espacio oscuro
de la nada,
y hasta que pudieron ver
el llanto derramado.

En el desbocado Río
del amor del tiempo
o del que aún sufre
y crece en las tormentas.
Me trataron como a un Hombre
extraño,
y solo porque el corazón
estuvo lleno de locura y rodeado
por tantas Soledades en el espíritu.

Luego vinieron días graves


y a tal punto que fuimos
de una vez el infinito mundo.

La Voz triste del Árbol


y la Piedra que golpea
sobre las imponentes Torres

del Buen Aire, o mientras, todavía,


el Sol era una llama
al rojo vivo en nuestra carne.

Y cuando el Agua
apenas alcanza para apaciguar
el Fuego
de las largas alucinaciones
que nos hicieran ver los peces
como barcos y a los pájaros
como caballos sueltos en el cielo.
Y Todo y Todos también estábamos
como irremediablemente
muertos en la vida.

Entre la nocturna lluvia


que entierra las Palabras
por las calles

y me palpo el corazón y siento


un Hilo del Agua que baja
por la huella de los ojos
hasta los labios,

y me doy cuenta entonces


de que estoy solo: de un modo extraño,
recordando.
DE LA TIERRA

55
56
UNO

Ha llegado la noche,
La casa se balancea suavemente
En el vapor que asciende de la Tierra

Enrique Molina

He conocido un patio. Un digno patio de tener en cuenta.


Quiero decir que he descubierto el sitio donde podré esta
noche acostar el resto del alma que nos queda.No me ha doli-
do ahora la cabeza. Ni tuve sacudones en el pecho y hasta
creo que por un mo- mento he logrado pasear los ojos, como
la tigre noche sobre las aguas lentas de los lejanos ríos del
hermoso desierto, llevándonos por los caminos de la vida.
Me hallo extasiado, ahora, desde los pies a un punto de la
lengua. Manso y amargo como el pesado buey que acuesta
sus afiebradas yuntas sobre la oscurecida senda de la tierra y
a la que yo amo todavía del modo más intenso.
Mientras tanto, descubro que este patio es Andaluz,desde los
zócalos y hasta el murallón que aún tengo enfrente y en
donde hay días que me quedo admirado de ver esas parejas
de amantes cuando pasan por el puente, solos.
Alguien, posiblemente, ahora irá a decirse «pero qué ridículo
es todo esto» y no sabrá siquiera que solamente necesito res-
pirar un poco de aire fresco. Abrir los brazos para recién
poder qudarme de boca para abajo, sosteniendo las estrellas
con el espíritu.
Y acaso como un pez sobre la blanca arena del desierto,
mientras grito: «Compañeros del alma. Artistas del silencio».
En esta noche necesito un poco del vino rojo y azul del

57
mundo que nos pertenece para quitarme el aire virulento que
dilata al pecho.
Bajo las altas horas y entre los laberintos de los techos, donde
un rostro de mujer busca la mano, pienso que es el viento de
las Erinias o Furias las que la enloquecen dentro. Las que nos
hacen morir de fuera para dentro y cuando siento entonces,
pero qué cosa formidable es la Naturaleza.
Ahora sólo pido que me dejen aquí con este poco de vida
emocionada que nos resta. Porque hoy este patio me ha traí-
do desde lejos toda la infancia azul y, como una rosa amable,
hasta la frente, el hermoso verano del recuerdo que tampoco
cesa.

58
DOS

Poco a poco voy dejando de ser tal vez yo mismo —el Otro
que antes estuvo y esperaba dentro de mi cuerpo— y como
para entregarme a cambio de unas pocas palabras ilusorias,
voy perdiendo ese mundo, hasta verme absorbido por la ruti-
na diaria o la costumbre de ser lo que no somos.
A veces sucede que hablo a solas por los parques, entre las
largas avenidas en donde aún duermen los amores recorda-
dos. Y la política del hombre me punza la memoria y estoy
pálido, porque un camino de la noche me duele hasta bajar-
me del caballo.
Busco entonces tu mano sobre el corazón y me hallo como
los rinocerontes ebrios en el agua de la cautiva luna y de las
tremendas noches del verano. Las palabras entonces resbalan
por el cuerpo.
El humo del silencio estalla en la habitación en que me
encuentro y abro con rabia las ventanas espaciosas de los
vientos. Pero soy yo quien finalmente huye.
Tengo la voz gastada. Siento que la muerte anda rondando y
pienso: Si al menos fuese un Árbol de verdad, qué perfil de
mi sombra tendría que envidiar el silencio que pesa entre las
huellas de las manos.

59
TRES

Hay días en los que desaparezco de los lugares rituales a mi


vida. Y esto es cuando la soledad es un arco de fuego que
abrasa la memoria. Un ebrio barco perseguido por las temi-
bles tormentas de las noches que descienden de los siglos.
Ahí, donde la tierra yace herida por los hombres y se oyen a
los pájaros que vuelven del olvido. Sólo una sombra soy de
lo vivido. Y una débil rama tal vez por el camino, o simple-
mente otro hombre al que la voz del átomo golpeó por esos
días en el invierno interminable de la vida.
Como una cifra exacta para el cálculo de las matemáticas y
un número más en pie que se ha dormido en la penumbra. El
sitio en el que veo mi nombre impreso con la fuerza del tajo
de un cuchillo en el vacío.
Todo se va mudando del rostro de la tierra, con la misma ple-
nitud de los sentidos. El sonido tiene la suavidad de los enca-
jes que vuelven de otros cuerpos y se posa entre las largas dis-
tancias recorridas por los ojos entre los límites del tiempo.
Confieso haber visto salvar a más de un corazón de los incen-
dios y también asistido al perfume embriagador de los océa-
nos. Ver dejar atrás el horizonte del humo de los hornos,
donde tuestan el barro y las vasijas, o mientras se oye un llan-
to de alambres telegráficos en el aire.
No tiene historias la razón, pero la Patria siempre nos convi-
da a descubrir al hombre doméstico y salvaje que conllevan
los espíritus en el destierro. Ahí, donde se pierde el Sol y la
ebria tempestad de los sagrados árboles sigue entre los hom-
bros del esclavo corazón del mundo.
Y ya ni sé qué cosas faltan por decir o ni qué hacer con la
canción que me quito el sombrero y los saludo desde el mis-
mo instante de enterrar esta agonía de vida que es tu sombra.

60
CUATRO

Una desdicha de años nos dejó sobre el camino, pero la vida


sigue. Continúa, en la resistencia atroz-inevitable, como Ella
sabe ir al paso largo o velozmente mientras la muerte de la
vejez avanza. Ahí, en donde me encuentro, en un momento
melancólico del alma y con los ojos blandos de recibir los
daños del silencio.Porque mi vida es esa infancia de piernas
chivateando hasta querer perder las ropas interiores debajo
de los árboles en llamas. En el lugar donde se funden el canto
de los pájaros y el viento que vimos partir con esa furia de la
sangre en los talones.
Y porque hay en ti como un antiguo odio de habitaciones
desoladas y otro rugir de aspas y motores de las olas del moli-
no en los desiertos. Puertas que se cierran o se abren igual
que si algo de Dios las empujara a liberar el alma.
Quiero marchar ahora al pueblo de mi sangre. Quedarme
junto al río del polvo de la Luna que amo tanto y llevarme
hasta la boca, como en un blanco cementerio, las palabras y
esos nombres del pasado que nos amaron y resisten desde
siempre.
Quiero galopar en pelo ese caballo. Mirar junto a mi sombra
al perro corazón acompañándonos. Abrazar la soledad del
suelo donde se alzan las chicharras del verano y estar cantán-
dole a la Patria. Pero también reconocer que estoy llorándo-
la. Quiero agotar mi vida, esto se sabe.

61
CINCO

Porque entre partir y No del punto que nos altera la terrible


memoria de los sueños está el deseo que nos reclama ser sin-
ceros. Y pienso que lo mejor será subirme al cerro del
corazón melancólico del invierno. Siempre de pie, como un
florido granado del cielo o de la tierra, en donde por fin mi
pasajera sombra va a mezclarse con la triste baraja de la mal-
dita vida que me juego.
Mientras un gesto, un grito, se desprende de la sangre y duer-
me entre el misterio de las Piedras o el Desierto.
Un universo de mortales heridas me arrastra la cabeza hacia
los sueños y el desvelo de lo olvidable y los recuerdos.
Las estaciones de los trenes pasan o se quedan en el raído
viento del otoño y según el río de nombres que nos devuel-
ven las tinieblas de los caminos extraviados tantas veces
junto al muelle de los puertos.
Cuando la ciudad es ya como un cerco del círculo cerrado y
donde voy a encontrarme con los lobos y los corderos de la
tierra. La Patria es un pensamiento que sacude las puertas
que se abren y se cierran con una mano muerta frente al
fuego.
El desierto es la noche donde caen los ojos sin voz hasta
morirse. Porque la canción es de los hijos de los desterrados.
Noto cómo nos duele el pecho de la primavera, ahora que un
salvaje galope de caballos viene a traerme todo el calor del
Norte y el Sur azul del tiempo, en esa borrachera de la tierra.
Esos días de la infancia y mientras la mirada del viajero se
pierde en un naufragio de la selva herida por los perros del
amanecer del tiempo.

62
SEIS

Y la mirada vive colocada en un sitio de la mano en donde el


corazón responde a los llamados de la suerte, como antaño
lo hacían las hojas de los árboles y esos pájaros nacidos de la
borrasca y de los remotos años.
Tarde, allá en la infancia, cuando la cólera del mar, que ini-
cia a los lobos solitarios en el naufragio, va a tragarse ese
chasquido de motores que regresan con el rumor antiguo de
la sangre.
El mal tiempo temido por el capitán de ruta que ordena un
grave cablegrama que logra hacer gemir el aire de la noche,
ahí donde arrojaron a las Almas a los infiernos. Sin embar-
go, la muerte está avisada y llega llena de misterio para gol-
pear por repetidas veces contra el timonel de aquellos viajes
entrañables a lo desconocido.
Una tempestad próxima al lugar de las desapariciones me
lleva a comprobar ciertas descargas en la antena de la nave.
La tierra está parada. Cae el pañol del fondo de la noche y
una lámpara de fuego se lo traga.
Los navegantes extranjeros se han tomado de las manos.
Uno a uno los veo perderse debajo de las aguas. He enco-
mendado el dolor ante la vista, pero no ocurre nada.
El cielo se abre maliciosamente sobre las espaldas. Luego se
hace un silencio tantas veces oído y explicado que el mar del
mundo vuelve a ponerse más hierático.
La fiera duerme. El canto melancólico de un pájaro nos
llama.

63
SIETE

Creo que nunca volveré a mirar el mar. Pero esas noches de


muslos extendidos en la arena seguirán apareciendo.
Cómo puedo quitármelas de lado.
Un faro apunta en la distancia hacia la roja claraboya de mi
vida. Se ha desplazado el ancla de los sortilegios.
Sobre una muerta geometría de calles ya sin luces, bailan las
aspas del motor del mundo.
Va a comenzar el viaje (el gran viaje de las mariposas viu-
das). Me hallo de narices sobre el pasto y estoy como el
mejor crucero de los días.
Siempre amé la aventura. Que las furias se apiaden de mis
fuerzas y que la maldición no quiera sorprenderme en este
trance de la vida. Vaya ruego el que me hago sabiendo del
peligro, de las promesas y los pecados que me asignan.
Dios y el diablo nos salven y que el mar vuelva a llevarme a
esos lugares donde perdí la infancia de los caminos solitarios.
El sagrado llamado de la vida.
Ahora, cuando se han quemado los hilos de la sangre y ando
ciego en el velamen materno de esta agua, mi galera de mago
abandonado se detiene en el viejo costado que me sé para
más tarde. Esta vieja abadía del bosque de mi alma, triste
circo de la tierra donde el salto del ángel de los mundos de la
muerte se prepara para alcanzar la gloria.

64
OCHO

Hay veces que me busco entre olvidados papeles que dan fe


de cuándo ha comenzado esta batalla. Estoy cantando al mar
bajo las hojas azuladas del verano. La melancolía es ese viejo
animal que siempre vuelve desde lugares sombríos y otra vez
lejanos.
Es como el polvo seco que duerme en los rincones de un
armario. O ese color del vino espeso de la sangre que va de
tanto en tanto a dilatar los hilos del cerebro.
Es una Lámpara apagada. Es esa cosa triste que nos pone en
silencio las palabras. Por eso lloro al mar que antes amé y me
amaba. Por eso estoy cantándote. Mar de mi vida. Mar del
mun- do. Mar del alma. Mar de los naufragios tutelares y del
dolor que hace a las cosas olvidadas.
Vengo de los desaparecidos caminos de la tierra para reco-
brar tu piel del monte en la neblina. Vuelvo a tu fortaleza
toruna que ha embestido la capa de los siglos terrenales y a
tu ternura de mujer violenta y temeraria.
Vuelvo al sonido, al humo, al estampido delante de la bala.
Brazos donde dormí los sueños más terribles y desperté abru-
mado por el canto de esas olas seculares.
Mar donde se acostaron los ángeles y las vírgenes que igno-
raban de la vida o el pecado. A ti te debo todo lo que escribí
y escribo. Te debo la esperanza en el camino y esta tristeza
actual de la melancolía causada por los días.
Patria perdida. Amor que afloras en lo íntimo del almay
hasta en lo solitario o en lo que está de boca para abajo, aquí,
conmigo manoseado. Te digo que nunca he vuelto a ver el
mar, ni esa gran ala de pájaro que pudo más que el corazón
o que mis fuerzas, y a la que aún puedo reconocer a través de
ese traje de nube trémula y violenta abalanzándose sobre mí

65
hasta desintegrar sus amarronados ojos de tabaco del caribe.
El verano incendia las hojas en el viento y los veleros son
como palomas asustadas disputándose el entusiasmo del
final de fiesta. Mientras yo, ahí abajo, melancólico-ovillado
entre el paisaje de las amapolas, bebo apurados tragos de cer-
veza hasta dolerme el pecho y como si en esa sola tarde fue-
ran a apagarse los sueños más amargos de la vida.

66
NUEVE

Cierta mañana permanecí mirando el verde musgo de las


hojas. Un aire quieto de palmeras silenciosas iba subiendo
por esa soledad que puede ser de allá del Sur y que se empo-
tra día a día en el ofertorio de los ojos. Los geranios bailaron
en la noche alrededor del último recuerdo en el que otro
hombre, desterrado del mar, lloró como mi corazón y aban-
doné la sombra taciturna de esas hambrientas bocas. Tarde
me dirigí hacia el punto donde perdidos gansos inflaban con
sus flautas de plumas la cabeza de un país del mundo.
El sol estuvo bajo y me asaltó de pronto la nostalgia. Todo
fue tan extraño, quiero decir tan rápido.
Mi voz buscaba entonces la canción perdida, mientras la
tempestad subía desde el ronco túnel de la noche a desatar
los nudos que habitan en la sangre. Puedo jurarlo, había en el
aire un fuerte olor a frutas cosechadas. La Tierra se paseaba
herida entre el asombro de los definitivos soles del verano.
Lejos se oyó el silbido de las ramas de los sauces y la muer-
te, como el mar, volvió a alcanzarme para decir: aquí
comienza el hombre. Entonces pasa, hombre, que es ya tiem-
po de que nos ames.
Sus palabras zumbaron afiebradas bajo el pálido círculo que
ofrece la mirada. Una respiración sin fondos fue atacando al
pecho. Los dedos recorrieron las distancias que existen entre
el cielo y el barro y hasta que, abrazado de boca contra un
árbol, yo le llamé Padre del agua.
Padre del barco. Padre del animal salvaje que habita en las
entrañas. Creo que entonces hasta lloraron los viejos gallos
en el Jardín-Simoca.
Nunca he vuelto a mirar el mar, lo juro. Lo atestiguan esas
ca- ñas de tacuara y la ciudad que inevitablemente va a oxi-

67
darme los huesos —la vida mala que me gano de este
mundo—. El recuerdo es como un arma disparada a las
espaldas y otra cita que nun- ca postergamos, acuérdate.

68
DIEZ

Mi cabeza es ese absurdo movimiento oscuro que acordaron


de antemano los días con la tierra. Un lúgubre sonido de
tambor que llega, suena y huye a través de la lenta multitud
de pájaros y de hombres con sus Cosas. Y acaso sólo sea esto
un enlutado viento que pasa derribando las verdes estaciones
de los cansados ojos del silencio.
Es como un límite fijado por ese dios total que aún desco-
nozco y que emerge de entre los laberintos amargos de la
boca. Mi corazón es como un rostro —la palabra mundial y
el alma rota—. Y la memoria yace hundida en el pantano de
la noche. Hay voces que vigilan mi triste cuerpo inmóvil o tal
vez que solamente sea esa sombra del que ya no está el que
ha sido o sigue siendo, piedra y madera de la tierra virgen.

69
ONCE

Ya regresan los días y esas cosas del corazón del mundo por
las que me he portado como un ebrio loco. El mar insiste en
demostrar la imperfección de las agujas, se hace una pausa
alrededor del pecho y en la mitad del círculo del ojo cae la
noche. Es un gigante maremoto de la vida donde mueren los
barcos abrazados a sus brújulas.
La lluvia, una sola música que sale del corazón de los navie-
ros.
Escucho un grito estrepitoso que determinan las cenizas de
los leños. El alma queda circunscripta a lo que manda el
tiempo. Alguien me dice: Ya estoy cansado de esperar la
muerte y oyendo siempre de esas cosas que se sueltan a la
memoria de los que están ausentes o desaparecidos.
Tarde, en el pecho siento el aletear de un pájaro de colores
múltiples. La mirada se dobla entre los juncos. El paisaje es
hermoso y lloro y grito de alegría hasta quedarme ronco. Un
viento leve ha despertado en la cabeza y con horror contem-
plo el cuchillo temblando dentro del pulso.
Intervienen pensamientos asesinos en el espíritu. Ah, si aquel
día ese caballo, con el que supe andar peleando contra las
injusticias de lo humano, volviese a aparecer de nuevo,
ahora, me quitaría aquí mismo del medio de estas puntas de
agujas en el cuerpo. Pero todos se han ido ya y alrededor del
alma apenas si nos llora la pesada muerte.

70
DOCE

Entonces me pregunto: qué habrá sido del buen salvaje


amigo aquel, cuando viajamos en un tren de extranjería.
Mundo de lo vivido y que regresa un día, la que nunca más
ha vuelto a acostarse conmigo bajo la tormenta. Y escucho:
pero por dios, qué habremos hecho.
Solamente un sórdido silencio contesta desde el fondo del
vacío y hay en el aire un tendal de muertos en otra primave-
ra negra del camino. Cierta palabra emocionada pulsando el
instrumento bajo el pecho. Y la respuesta fue: pero qué pena
que me dan esos poetas que solamente han escrito de su pro-
pio sacrificio y como si el dolor del mundo en guerra no les
perteneciera.

71
TRECE

Sé que he sido, o mejor dicho que pude ser todo esto, gracias
a ti. Desde lo impermisible hasta la consolidación de la locu-
ra santa que siempre nos persigue. Y apenas si es que habré
conseguido ser siquiera un náufrago en esta Isla de nadie o
hacia donde todos los corazones dela tierra se dirigen. Así es
que en este estado de cosas aún febriles, me voy a permitir
por un instante desconocer toda distancia y todo límite fija-
do por el destino de la vida.
Siento que por fin he vencido a la pasión que pareciera con-
trolar el pensamiento. Y aunque sé también que entonces fui
violento hasta conmigo, tampoco valen los arrepentimientos
ni las disculpas. La memoria me duele como nunca, pero
pienso que vivir de esta manera es lo que cuesta.
Cierta noche, ebrio de tristeza y loco de poesía, me desperté
a los gritos. De los ojos salían chispas de sangre que iban a
llevar mi cuerpo junto al inmóvil río conocido.
La soledad del mundo me esperaba en los caminos y el aire
era una flor marchita en los desiertos que subían desde lo
más profundo del hastío humano. Luego se hizo un silencio
de muerte que lo que más quería era ofrecerme sus servicios
y entonces encomendé mi corazón al mundo de la lluvia y los
olvidos.
Lejos quedaba la canción, el viejo pájaro del mar. La infan-
cia, donde tal vez nos dimos a la vida y a la muerte con la
velocidad del inconsciente. Y del precioso abanico de tus
manos acariciando la cabeza. En la curva de la noche de otro
rostro que he perdido, todavía se oye la clara voz que fue a
dormirse para siempre en el melancólico invierno del jardín
de aquellos días.
CATORCE

Esta noche desciende hasta tu precipitado corazón de ado-


lescente un céntimo de sangre de la vida. Afuera sopla el
viento. Tus ojos se han dormido con los gallos amanecer y
giran en medio de la tierra, hasta fundirse en átomo y en
sombra de los días padecidos.
Vuelven a oscurecer el ancho mar del cielo las banderas y
tambores de las golondrinas pasan como en el verano.
Una ebriedad de nombres pasajeros me persigue. Se oyen
debajo de la memoria de la casa los recuerdos del camino.
Esos lugares en donde un dios colérico y sombrío fijó, entre
antiguos términos y en signos de batallas, la voz de otra
gramática envilecida.
Atrás quedan la pólvora, el cuchillo fatal que quiso darle un
punto a la retina. Á.L, te veo nuevamente. Estás parado justo
en medio de la calle del recuerdo. Así como quejándote, bajo
la hirviente soledad de sangre y tierra y sed aplacada por un
vino de nostalgias.
Estás allí, te veo, como cuando la infancia hacía un lugar
para que pudieses reír. Para que pudieses hablar. Para que
pudieses, eso. Sí. Para que pudieras, Hombre.
LOS CUERPOS GLORIOSOS
(1970)
ESTADÍA DEL CIELO
Y LOS INFIERNOS

El tribunal es alto, final y sin fronteras.


Sensible a las variaciones del azar
Como la Nube o como el Fuego.

Olga Orozco

77
78
DEL CIELO

Una procesión
de encapuchados se ha volcado
ante las mesas
para beber la sangre masacrada
del Niño y el cordero.

Yo, que solamente supe expresarme con el corazón,


antes que con las palabras,
una vez más hago el intento
por comunicarme con la especie en circunstancias
que le son desfavorables al espíritu.

Ahora estoy aquí, en el cielo, y la estadía, supongo,


ha de ser breve ya que mi verdadero sitio
está en la tierra.

Todavía no sé por qué conducta de la vida


vine a parar a esta colmena ajena a los placeres
de los hombres.
Mi cuerpo yace cubierto
por una toga pálida de invierno.
Ángeles con la cabeza gacha desfilan hacia esa escena
donde probablemente,
habrán de canonizar
a las almas débiles.

79
Yo extraño el vino con que agotaba los desvelos,
mientras los ojos de la noche acarician la desnudez
de los cabríos machos de la primavera.
En este cautiverio de la vida, he observado escenas
tan brutales que me arrastran de cabeza
hacia la pena.

Una procesión de encapuchados


se ha volcado ante las mesas,
para beber cantando la masacrada sangre
del niño y el cordero.
Los órganos
tocaron hasta el alba,
y hubo voces de sierpes en los oídos.
Hombres de pies desnudos
golpeaban sus rodillas
sobre la dura Piedra del destino
Humano.

De pronto, las voces se callaron


y vino el suplicio y el dolor eterno.
Las ebrias flautas de la noche interrumpieron
en la mansión y quise irme al infierno.
De entre las penumbras
se levantó una voz
para ofrecer su bienvenida a los que habían merecido
la gratitud del reino de los cielos.
Y como cuando llueve
sobre los secos campos de la tierra,
rugieron las gargantas y la respuesta fue:

80
Aleluya.
Yo había permanecido hasta aquí
con ojos vengativos,
entonces atronaron los gritos de perjuro,
clamaron por justicia,
se abalanzaron contra mí,
me dieron por el suelo,
pidieron una soga,
me ataron a una hoguera
y por un instante
yo también fui débil.
Imploré la Paz,
rogué a los cielos y fui absuelto
como un amargo reo.

Luego se hizo un Silencio


de tumba y cementerios;
sólo una Voz quebró el lamento
de los lobos y recién entonces
me declararon paria
y me echaron con rabia hacia el Infierno.

81
EN EL INFIERNO

Oh, víboras celestiales, devoradme


los ojos y las manos.

II

retirado del cielo por expresa voluntad


y habiéndoseme considerado
Alma blasfema,
en aquel Río del tiempo,
hoy me entrego a este palacio
de Satanás donde el desquicio
de la especie reina.

Las puertas de los prostíbulos están de par


en par abiertas a mi corazón
del ángel preferido por la tierra.

De nuevo irrumpen en el alma esas escenas.


Látigo en mano, macho y hembra
se flagelan;
yo sufro aquí como un pequeño
condenado
de la Vida.

Me siento vigilado por corsarios


que hacen ronda alrededor de un cofre lleno

82
de oro y seda.

Satanás ha vaciado en una jarra


una fuerte dosis de veneno
para que yo lo beba
en actitud de ofrenda a su mal genio;

pero como el Instinto de conservación


obró a su modo, he trocado la jarra
por un paso de danza
de mi alma suspendida
entre los encendidos Juegos de la noche.

Y puesto que soy indemne


a esta clase de materia,
me han declarado
el Preferido entre todos los hombres
y mujeres de la tierra.
Aunque yo dudo de todo esto.

Ahora soy el encargado de seleccionar

a los concursantes para los torneos del infierno,

y para ello, me valgo de la experiencia personal


y escojo entre los más jóvenes a aquéllos

83
que me parecen fuertes de corazón
y listos de cerebro.
De manera que me preparo al fin
para Vivir una gran Fiesta.

Los diestros en el arte de luchar


con sevillanas se aproximan,
me aconsejan que me cuide,
mas mi lenguaje les convence
de que Nada temo.

Poco a poco, voy convirtiéndome


en otro satanás grande y pequeño;
De todas partes llegan a traerme
sus obsequios pero el único que conservo
es una Mujer callada
de ojos negros.

El verdadero Satán creo


que comienza a darse cuenta
de mis atributos y piensa
eliminarme, cosa difícil
para un desventurado
como yo que desechó la muerte
de los cielos.
Ahora hemos pactado cierto acuerdo;
voy a alejarme del infierno,
porque mi deseo es retornar
al mundo de los hombres,

84
y porque quiero dejar aquí mi corazón
sobre la tierra.
Únicamente pido que los malditos dioses sepan
absolverme
de esta vida.

85
DE LOS MISTERIOS

Soy Orán y estoy solo.


Mi educación viene de los antiguos
Salmos y vago ahora por ofertorios
bíblicos del aire.

III

convertido en llamas de la carne


de los infiernos y los cielos
de la tierra
me he situado ante las Puertas
de los purgatorios y a pesar de haber tardado
en poder conseguir la Llave
de los misterios de este mundo,
siento que conservo todavía
la conducta de las Almas
débiles o domésticas.

Ya la noche me había anunciado,


mientras descendía de aquellas soledades
del espíritu, que habría de vivir Cosas amargas
en la vida;

mas como tengo el corazón


acostumbrado a situaciones parecidas,
contemplando esa débil
que es el cuerpo, me aventuré a dejar
los sitios reservados a los espíritus

86
malignos
y convertido en llama
de mi propia carne, atravesé los bosques
de la pena,
sacrifiqué los ojos a los sueños
y el demonio me amó.

87
ODIO ESAS SOMBRAS

IV

Amo el desorden de los ojos


y el interior derrumbe
de las Cosas no del todo distantes
o a veces tan lejanas.
Almas extrañas,
odio esas sombras de las noches
que se acercan a un sitio de la mano,
porque en ellas descubro la memoria
de quienes habitaban en la sangre.

Porque hay días en que las puertas


permanecen cerradas
al íntimo lamento de los parias,
vuelvo a escuchar
esa ilusoria música
de un piano en el verano de los bosques.

88
SIEMPRE EXISTIRÁ UNA FLAUTA

he visto entre los Manifiestos bíblicos


el principio de la creación humana,
mas el fin es eterno.

El hombre dura algo así


como millones de cuernos
que hablan con la Luna
pero también siempre
existirá una flauta para relatar las fábulas
del corazón
y otro hombre tierno que sepa oírlas.

Mirando hundirse los dientes del arado


sobre el infeliz palmo de tierra,
pongo una mano sobre el corazón
y siento el paso
de la sangre como un ruidoso río
de gusanos que corre por las venas.

Y mientras el viento cruza por el cielo


amontonado de serpientes,
un niño sale de la tierra preguntando.

89
UNA JAURÍA DE PERROS BABEA
EL CORAZÓN

VI

Sentado al borde de la tierra,


el íntimo momento de la canción
materna ha vuelto a sorprender
a las recientes fieras del cerebro.

Una jauría de perros


me babea el corazón
y siento al viento tropezar en los cabellos.

Hay silencio en la boca de los parques


y guardo un miedo antiguo
entre los dedos.

Porque yo soy la nada, el cielo y el infierno;


en esta pena vuelvo a buscar
las ebrias formas del poema
y no te encuentro.

Entonces digo: escríbeme una carta


desde el sitio del globo
en que te halles.
Huye conmigo
hacia lo definitivo de los cielos
donde toda alma terrena
parece estar enferma.
Mamá, no me abandones.

90
dispénsame tu vientre
nuevamente,
quiero cerrar los ojos para vernos
y no seguir atado dando gritos
en el Hospital de este loquero
de la tierra.

No ves que están matándome


porque insisten en que mi mal yace
en todo lo que toco y veo.
Diles que quiero
la Memoria intacta
porque en ella la locura
es un recuerdo verdadero.

Y que los espejos me persiguen


tanto como yo vuelvo hacia ellos
tratando de encontrarte
para apresar esa lluvia de la tarde,
vaya a saber ahora
si en primavera o en otoño.

91
OIGO AL DRAGÓN DEL VIENTO

VII

Permitidme, estoy vivo.


Tocadme
de este lado del cuerpo y hagan oídos
sordos al llanto.
Abrid grandes los ojos
y prestad por un momento

la debida atención
para esta pobre alma condenada
a los infiernos de la tierra.
Dejad que el humo salga
de la habitación y dando gritos
por la sangre.

Adorad esos jardines de las cóleras sagradas


porque hoy siento la poderosa mano
del cerebro que me late dentro,
y sobre el rostro de la redonda
noche en las entrañas.
Oigo al dragón del viento aproximarse
como el hambriento Lobo de la siesta
hasta la indefensa
carne de la víctima.
Por fin reconozco
que soy un ciudadano del Éxodo
y las llamas.

92
ORATORIO DEL CONVALECIENTE

VIII

puesto que el cielo y el infierno,


les están vedados a mi cuerpo,
amada Naturaleza yo te entrego
mi corazón como el enfermo grave
al lastimero llanto
de la vida.

Convaleciente todavía
de esa tremenda enfermedad
del sueño,
vuelvo mis brazos como un ebrio
molino hacia el materno vientre de la tierra
y pido: Que los ríos amamanten
la calurosa Sed que mis intestinos
aún conserva.

Que el oloroso viento de la noche


de la primavera me llame despertando
en el espíritu y que las agujas
de los tiernos relojes se detengan.

Que las plomizas nubes del invierno


lluevan sobre esas alas de cóndor
que sostienen los espíritus rebeldes.
Y que el sometimiento de los hombres
me devore la lengua.
Yo soy la Libertad y siento

93
que he roto el pacto contra todos
los emblemas.

Mi Nación es el Hombre,
entonces que las sangrientas
rosas de la primavera exploten
en las venas para llevarlas con mi vida
y con la muerte a los crepúsculos
del mundo.

Estas calles que son ya


como un hospicio para el alma,
fueron absueltas de antemano
Por la carne.

Aquí vivió mi infancia,


creció la juventud
dueña de tantos pájaros al aire.
Fijad los ojos hacia el Árbol
y me hallaréis sin dudas
con el corazón lleno de llagas.
Y que los brujos entonen su canción
desesperada, porque yo también siento
que muero como otro dios sacrificado
por la tarde.

94
SOY UN CUERPO GLORIOSO

IX

El inefable tiempo de la Visión


desaparece. Quiere decir
que los dioses comienzan a alejarse
y que la sangre sostiene la espada
de los espíritus rebeldes
y que muy pronto
habré de abrirme paso
entre la maleza de los turbios corazones
de la noche.
Por momentos,
este hecho de vivir distante
de las elucubraciones de la mente
me devuelve una asombrada calle
de la adolescencia.

Un coro de ángeles atrae a la mirada


y veo
como en el alba de los cielos,
la solitaria Luz que llama desde
la adolescencia y con el pecado
por la carne y el cementerio
de los recuerdos que se enfrentan
con el pasado
de las almas.
Tiendo los ojos
por encima del hombro
y avanzo

95
con una red pesada a las espaldas
de la tierra
que continúa llamándonos.

96
ALMAS MALDITAS

Oigo el viento que se mueve entre los árboles


y siento el latigazo de un relámpago en la sangre.
Entonces retorna el acto de la Visión
y el aire huele a cosas olvidadas.

A ustedes dioses de la vida


que nos enjuician porque
alguna vez sentimos el horror
en las entrañas,
digo que desconocen
ciertos actos capitales.

Porque cuando he matado un pájaro,


fue porque tuve celos de su libertad
para poder volar.
Y cuando escupí aquel pan,
porque mis intestinos ya se estaban
convirtiendo en una masa fría
de harina mala.

Y cuando me entregué a los prostíbulos,


Fue porque el Amor ya había vomitado
sus asexuadas bilis sobre la blanca
cabellera del espíritu olvidado.

Cuando me acusaron de ladrón,


ignoraron mi hambre libertaria.

97
Y cuando blasfemé
esos nombres de los antepasados
que nos dejaron sus señales por herencia,
fue porque observé esta tierra nuestra
que estaba ya arrastrándose
en el fango.

Cuando traicioné la amistad


Fue porque estaba ya deshecho.
La boca abierta
y los ojos muertos de hambre
por las caricias terrenales.

98
SOY DE ESPÍRITU DÉBIL

XI

Creo, según lo manifiestan


las leyes naturales de la tierra,
que viví eternamente en el pecado
de la carne.
Y que cuando reconocí
las luces de la Ciudad, hacía ya bastante
que había abandonado la paterna casa.

Tenía la piel brillosa como un arroyo


seco debajo de la luna y el corazón
ruidoso de la lluvia de la ardiente boca
como el horno de un pan en la llanura.

99
VENDRÁ ESE DÍA

XII

Hermanos míos,
cuando fui más joven,
me cortejaron condes y plebeyos;
mas el corazón estuvo
siempre solo.
Alguna vez, recuerdo, que me até
a una tribu de artistas, saltimbanquis,
alquimistas, predecesores del futuro,
Almas malditas,
y desde entonces,
anduve viajando a través de esta bola
de cristal por la que miro el destino
de vosotros, humanos.
Pueblo hambriento.

Pero vendrá ese día


en que una horquilla
descienda de los cielos y se hunda
entre los numerosos Sismos de las noches

blancas y que la sangre corra,


con la inocencia de las pobres criaturas
y que tengamos que huir
por los jardines del sueño
y la esperanza.

100
SIENTO LA RONCA SANGRE

XIII

Siento la Libertad del lobo y del bandido


que apuñala su sombra en el camino
de los perdidos laberintos.
Y como soy también
un alma extraviada en las Ciudades,
cada mañana suelto el corazón
en la montaña llena de ojos enemigos.
Escucho los gruñidos
de los gatos que corren por los techos
de las casas,
acorralando un pájaro
en la tormenta de la ronca sangre
de los patios.

101
A MILES DE AÑOS DE AQUEL VIAJE

Ah fortuna implacable,
hallarme aquí
aquí en este Barco
y sin saber siquiera cuándo o en qué sitio
del mar habré encontrado
mi destino de Exiliado.

XIV

Dicen
que antiguamente Ulises
atravesó la noche en busca de su patria, Ítaca
y que la fatal Memoria había perdido
entre las aguas custodiadas
por las Erinias.
A miles de años de aquel glorioso
Viaje que los cuadernos de aventuras
narran, quiero creer que Ulises u Odiseo
el Otro, nos dejaron en el mapa
de la historia con Penélope
los puntos y señales para los herederos
de la Patria,
mientras anduvo tratando
de recuperarlos con su hazaña
pero que aún yacen sepultados
en esas Aguas que, ahora, mi alma
también va como dejando atrás
entre las Islas del conocimiento

102
sobrehumano.

Mi secreto es encontrar su itinerario,


mas no para llegar y tocar la Isla
(territorio de su sangre y de Telémaco),
porque entiendo ha de ser Única,
sino para mirar esa otra Ítaca actual
que es la de mis años.

103
SUELTEN AMARRAS

XV

porque hasta estas Rocas ha llegado


la noticia
de que la Libertad desenfundó
los ojos como espadas y que sus iras
vuelven a reclamar y sacudir el polvo
de los enajenados días en el destierro.

Déspotas, soltad las llaves de los cofres


de la sangre en la que existe ese destino
del poeta y que los Cardenales del odio
desentierren cada tanto de las hojas
del eterno Libro escrito por la Liberación
de los esclavos
y porque así solamente
encontremos un día al verdadero Dios
que existe y vive en medio de los hombres
y las calles.

Hermanos míos,
reenciendan las antorchas
de los corazones de Espartaco
y que la libertad joven, hermosa vuelva
a penetrar la noche como un trueno
de luz en los desiertos.
No, imbéciles,
no os desbandéis lo mismo que
la tempestad en el llano

104
de los espíritus rebeldes,
y porque Huir es de cobardes.

105
DIME AHORA QUIÉN ERES

XVI

Quiero saber quién nos desvela


el corazón y cuáles son los órganos
que llaman desde el glorioso sueño
de un deseo.
Serán acaso tus bárbaros
cabellos esos del miedo los que llevan
a la rastra el cuerpo por las veteadas
sombras de la Tierra herida.

Eres la noche que, vestida de doncella,


quiere cortar las rosas púrpuras de mi
pobre lengua abandonada.

Oh, animal
sin cabeza que me muerdes las palabras,
el negro pan que habita entre las sienes,
dime entonces quién eres
y si aún estoy despierto
o sueño. Ah, definitivamente, quiero
saber si ya no soy carne de desdichada
Muerte que golpea las puertas
del eterno infinito de los cielos.

106
PASA OTRO HOMBRE

XVII

Por el camino pasa otro hombre


y oigo al Río partiendo o regresando
de la tierra.
Y veo las linternas
encendidas del ebrio cazador
que hace la guerra al lince y la culebra.
Ese lugar
en el que ruge la munición del tiempo,
mientras por los cabellos cruzan
las golondrinas del desvelo
como hace muchos días yo dejaba
la Casa de otro Amor posible.

Pasa otro hombre muriéndose


por el camino y pasa todo
pero no pasa el Alma que en lo insomne
de la noche me deje en Paz dormido
con tus sueños y la vida.

Sólo una flauta gris baja del cielo


y se me ocurre, no sé, que debe estar
por empezar la primavera.

107
SOY UNA NACIÓN DE PENAS

XVIII

Ah, locura de Amor


qué te habrás hecho. Golpeaste
con tu precipitada decisión
todo cuanto es más caro al cuerpo.
Dinamitaste la belleza
en los conductos de la sangre
y hasta me despojaste del pudor
adolescente, en este infierno
de la vida. Juntos conocimos el placer
del goce de la primavera. Pero te abandoné
y me abandonaste.
Ahora comprendo que seguimos
existiendo. Porque soy como
una nación llena de penas.
Acuérdate.

108
MONÓLOGO PARA UNA SOMBRA

XIX

Quién vino a interrumpir


la dimensión del sueño.
Quién ha dejado caer sobre mi rostro
la mano del Silencio.
Y quién ha vuelto sus ojos
a la tierra y colocó esa bomba de tiempo
en el cerebro y bajo del pecho.

Quién ha dicho que se acerca


el Fin de la máquina del tiempo
que es el mundo. Y quién gime ahora
en los rincones de la casa
o grita con el corazón
lleno de furia por detrás de las puertas
de los despachos del cielo o el infierno.

Quién desnudó esa sombra debajo


de la luz de los relámpagos y atravesó
el Sexo como un hambriento cuervo
insaciable de la noche.
Y quién nos muerde
el corazón estando cada vez más solos.

109
QUIERO SER VIENTO

XX

Oh, dimensión exhausta de los Hombres,


extraviada en las alturas de la tierra
y entre las fosforescentes túnicas
del cielo de los vientos en el que busco
esa ceniza negra de los antepasados.
Qué noche nos desvela el corazón
y vuelve para ser polvo o musgo
a los cabellos de la rosada piedra.
Como el toro que embiste las estrellas.
Rueda de inútiles sangres que me traen
a investigar las tablas y las leyes
de los espíritus modernos.

110
QUÉ MANO TE ARROJÓ

XXI

Piedra furiosa echada en mi destino


vagabundo.
Abierto está mi corazón
a tus promesas y te maldigo.
No. No te arrastró ni la razón
del viento ni la lluvia a estos lugares
donde el olvido crece malamente.
Te trajo, eso sí, la Luz de ese camino
abierto y poderoso de la vida
para ser conmigo el último
de los inventos
de las aciagas noches en la tierra.

La chispa del fuego en el silencio


y la anillada luna del desierto.
Porque estás hecha de todas las pasiones
y las Naciones que apuran duros golpes
en el hígado.

Piedra fatal del universo,


asentada en la cabeza de los días,
pero qué viento de la noche te persigue
o qué mano violenta te arrojó
sobre el destino de mi vida.

111
YO ESE OTRO

XXII

Me encuentro en altamar y pareciera


que nunca hubiese estado
entre los árboles
del campo.
Soy alma vagabunda.
Voy a tener veinte años y me miro
en el lugar donde terminan
las Palabras.

A veces me parece que mi sangre


se suelta por las calles
y que hay alguien esperándome,
en la puerta.
En fin, que soy ese otro
que gime sobre un parque
abandonado por la especie
humana y que hablo con la tierra.

Soy Orán y os advierto que tengo


el corazón como el de un álamo
talado.

Siento una sed tremenda


en las entrañas pero ya se acabaron
los milagros y sé que ni siquiera
soy un santo.
Apenas, ave errante

112
y condenada. Me parece, no sé,
que hemos vivido tan poco en estos
Años.

113
PIENSO EN LA LENTA MUERTE

XXIII

Pienso en un sitio que me espera


más allá de estas costumbres
por las Cosas.
En ese espejo volador
de la conciencia que vuelve por las noches.
Y en ti, rosa de otoño, abierta
como un ebrio abanico ante mi rostro.

Y pienso en las lentas muertes de los ojos


aquellos que aún caminan conmigo
persiguiendo mariposas de sueños
por el Mundo. En las altas fiebres
desatadas del Cuerpo y donde queman
su sangre los Ángeles
del goce.

En el viento y la lluvia de los íntimos


cabellos de otra pena y de la Ira.

Pienso en las abejas


que en el panel de un largo día
nos punza el corazón o nos detiene
por antiguas aceras de recuerdos.

Y nuevamente pienso en Todo aquello


que la Memoria crea en un olvidado
punto de la tierra o el espacio donde

114
un día nacimos con la lenta muerte
amaneciendo en los talones del Viajero
inmóvil.
PARECE SER QUE ESTA ESTACIÓN ES DEL
INVIERNO

XXIV

gracias a la memoria que conservo


de los sueños,
siento que estoy sentado
ante la mesa donde antaño,

el vino de la noche corría a devorar


la dulce carne de los cerdos.

Han cesado las fraguas


y hay chispas y cenizas
por el cielo.
Sobre el oscurecido
yunque de la tierra

Escucho que golpea el corazón


de alguna fiera.
Los pensamientos
se hacen a los vientos
y pareciera
que esta Estación
es del invierno.
BALANZA DE LOS CUERPOS

117
118
CUERPO

Oh, estadios de la
Desesperación
Humana.

Tengo un frío muy grande aquí dentro


de mi Ostra y todo lo soporto
por la naturaleza.
A qué maldecir entonces las Voces
que nos llegan de la noche si casi todo
lo retengo a causa de tus bellos ojos.

Vida animal lanzándome una alianza


de fuego en el cerebro y con el mismo
secreto juego realizado debajo de la frente.
O hasta tú mismo, esa Criatura
que convierte el rostro de los mapas
en un sagrado espejo de los templos.

Pasividad de la rosa en los Jardines.

119
Arco encendido que arrojas el dardo
envenenado de victoriosas piernas
en la vida.
Me pregunto, por qué
habrías de ser tan cruel con tus devotos
los amigos de la Locura santa.

Incienso clamoroso en las Iglesias


alimentando la olorosa
presencia de la muerte en las memorias.
Y, oh, tremenda Virtud la de ese Hombre
penetrando las soledades del instinto.

Desierto de Raíces de las Piedras


donde he roto el pacto
contra Todos los emblemas y con
el Cuerpo de los amantes de la vida
que son también el tiempo.

Oh, estadios de la Desesperación Humana.

120
NOCHES

II

Oh, tú la primera
de entre todas las Voces
y entre todos los lugares, porque parece ser
también la menos feliz y porque
probablemente nos asiste
una terrible dolencia
en la memoria.

He ahí el pensamiento
gobernando las ideas del espíritu y el
espacio que asfixia
la ruta de las sangrientas
venas de los desiertos naturales.

He desplegado todas las banderas


en el Silencio y una vez más
me atrapa la lujuria del deseo
ante la tentación de estar
en los infiernos.

121
4

No hay alma que resista


a la insistencia del luminoso deseo
del sentimiento por las Cosas
de la vida.

Naturaleza abrupta.
Uniforme materia
que en ciertas circunstancias nos destroza
la necesidad de continuar viviendo.

Ascenso y descenso
del pensamiento humano
y con la ebriedad del corazón
que no se queja.

Encabritada crin del Universo,


toma la débil parte
de este Cuerpo.

122
DUEÑA NUESTRA

III

en la ofrecida flauta
de los amados cuerpos
cuando tocan la belleza,
cierro los ojos para vernos.
Aúllo y no me oyes,
tal vez porque todavía
no estás del todo repuesta del golpe
que te han dado.
El definitivo
y el que todo lo remedia y ejerce
en esta vida el poder de la memoria.

Oh, Cielos que conservo


en la mirada y a pesar de errar
el mar y la tierra.
Hay un Lugar que solamente

Nosotros dos sí conocemos


en este mundo de miserias
y de recuerdos que reímos y callamos
como niños abandonados

123
del Paraíso.

Atravieso los Parques peligrosos


de los Nervios. Y siento, oh, cólera
encendida en mi carnet de enamorado
y condenado por la condición
humana de una vida.

Club donde reinan los espíritus


Rebeldes de la creación y de las Soledades
de los escritos censurados
por la pasión de un hombre
en los exilios de la tierra.

Olas injustas del Mar


cubriéndome la frente.
Y sabiendo como sabes
que el Agua de las lluvias me atormenta
el corazón, desde el pequeño infierno
de la vida.

124
6

En donde la Verdad
nos duele porque quizá
un As de trébol nos derrota
el pensamiento.

Ya en las esperas de otro juego,


enseño mis cartas del azar
y digo y pido que regreses
desde el último lugar
donde te encuentres,
porque ya se hizo
la Hora.

125
ES RAZONABLE QUE PENSÉIS

IV

Qué nos gobierna


el sano quicio
para dejarnos congelados y trasportados
a otras alturas como las de las nubes
de Aristófanes.
Pero también, pregunto,
por qué necesito aclarar
el pensamiento hasta llegar a una mayor
comprensión
de lo que habéis visto
y oído en estos tiempos o después
de haber probado la cicuta con Tritón
y un gallo en esa Nada que es la Nada.

Las escrituras
pocas veces satisfacen
al instinto de la creación y hay que correr
el riesgo de penetrar en la verdad absoluta.
Aunque ésta nos destruya la Razón
del sentimiento humano.

126
3

Las causas de la vida se originan bajo los


dictados de los espíritus rebeldes.
Yo escribo
solamente por el puro placer de la locura
y una venganza: El continuar viviendo.

Ahora veo
lo finito y quiero poseerlo en el
instante o sin una explicación lógica
del todo o de la nada y porque
en el fondo del alma, lo único que encuentro
válido y real, son las desoladas rutas del
laberinto por el espíritu sigue
perseverando en el deseo de alcanzar un sueño:
lograr la ansiada
Vuelta al sitio del Paraíso. Y
yo sé que no estoy solo, en esta perspectiva de
futuro, aunque grite, y sea como el Eco de Todo
lo que no puede oírse.

El espacio del diálogo se rompe


porque la imposibilidad
de lo Real no existe. Las fronteras resultan
invisibles desde el mismo momento en que

127
la mano de la Razón del corazón
borra las fórmulas de las matemáticas
nunca del todo exactas.
La violencia contra la no violencia
desencadena Mundos en guerras nuevas que solo
por la Muerte resulte algo explicable
y siempre o cuando la lucidez humana triunfe.

128
CIUDADES NATURA

El agua se aprecia por la Sed,


La tierra, por los Océanos,
El éxtasis, por la agonía.

Emily Dickinson

Oh, Ciudad nuestra,


la más tremenda de todas
las rivales en el pecho. Mujer única de la
Belleza verdadera conocida en la ruta de los
Infatigables Huesos que caminan hacia los
embarcaderos de la angustia

Yo, tu condenada criatura


de los montes te corono
como a la más bella de las apariciones del
universo que en mi vida se suceden
y te convoco, ahora, a que
nos acompañes de vuelta en este reino
vegetal de la Poesía del viajero indómito.

129
3

Es cierto,
únicamente el Mar helado compite
con tus fuerzas del espíritu.
Encabritado perro del
Dolor donde se rompe la unidad del mal
y se fusiona el bien del universo humano
del animal que huye en estampidas.

Hastío de la vida y de la noche hacia donde


todas las torres de los culpables
se dirigen con el pensamiento de venganza
para volver a ver la tierra igual de clara que
el Agua de la Luna en el principio.
Las Olas
que desbordan el más caro de los límites
creados por el mar de las Ciudades imperiales
donde deambulamos, días de días con los
Errantes.

Y donde yo soy tuyo y tú me has


elegido, Dios acuérdate. Ni el más pesado Sol
esteriliza los sentidos si es que solamente uno
de nosotros cede
a la corneta de los vientos

130
jamás domesticados por la aurora.
Pero cómo
vencer, pregunto, si cara es la Verdad de los
testigos y por más que sufras y quieras huir
de las maldades provocadas por la tierra.

Y aunque entienda que de tus ojos se


alimentan las ideas de la
Resistencia y de la que todavía disponemos
para seguir sobrellevando todo eso que
de las Ciudades heredamos o nos han dado
las Señales.

Ah, Ciudades de contra natura


como también de lo
que ha sido ya negado a los deseos
y los sueños de los que apenas quedan
con las miserias de otras Muertes.
Las desesperaciones
o las Ruinas
de la primera Edad del hierro.

131
8

La que se desdobla
por el mundo animal o vegetal abandonados
y por los que la Razón insiste
o así lo determinan los oficios
de las reglas establecidas para los infinitos
Viajes empezados hacia los inhóspitos
lugares de la tierra.

Ahí, en donde antes


nunca estuvimos reunidos con nosotros

y Es solamente Ella la vida de la muerte


capaz de continuar
esperando un Voto de confianza por la
existencia humana y para aceptarnos
de buen modo.

10

Estamos en el Nudo de la cuerda que se


corta con el tiempo universal y con la
Inteligencia de la vida
y que por un momento Creo
que es la Tierra lo que se paraliza pero
que dura hasta el final
del Laberinto de los días y de los que

132
solamente Nosotros descendemos

11

A los abismos con la memoria puesta


en los Infiernos terrenales o Paraísos
artificiales y hasta poder entonces
descifrar las inhumanas Huellas del gran
signo de las incógnitas o del secreto enigma
de cómo sobrevivir a tantas épocas
difíciles.

12

Saber de dónde surgen


los mapas, las Ciudades
estrellas de la manzana de la gran locura
del Planeta. La imaginación que nos permite
penetrar en la perpetuidad de las nacidas
nubes del Sistema y aunque el espacio
sólo sea así de pequeño

13

Comparado con el Mundo


que es el Tiempo. Seguimos en la absoluta
incomprensión del debilitamiento
intelectual del Hombre y en la Selva natural
bajo cuyas leyes habitamos los humanos

133
y los Salvajes animales

14

Y los que también sean alabados en estos


Vuelos de la recreación de las Palabras
con la más generosa resignación de la Locura
santísima y por lo que la fantasía es superior
al sueño de las Edades y la Muerte.
Oh, riesgos
del conocimiento e innecesaria fórmula
de la teoría de lo Humano.

15

Lo mejor habría sido que las cartas


se expusiesen de antemano sobre
la mesa de los Casinos instalados ya mucho
antes de empezar el Juego desatado de los
Truenos en la vedada Ciudad sin nombre
del Memorial del fuego
y las cenizas que se lleva
el Viento.

134
VI

Entiendo poco de la vida,


mas el instinto me protege de la destrucción
y no debo ser el único.
A veces siento el placer
de la locura trillándome las venas y participo
como toda la Humanidad
debería hacerlo desde la blanda memoria
de la tierra.
Nadie está exento del peligro
de las furias
y ni todas las Filosofías también
pudieran aplicarse para alcanzar
la comprensión de la Materia de lo humano.

Y porque no
hay cabeza mejor que la que piensa
y se somete a los dictados
del corazón
con la infinita pasión de tantos hombres
y ya que ésta es quien nos señala los sitios
verdaderos en la vida.
En la sonora soledad
de los cuartos invisibles y donde carne y
espíritu se unen porque la inteligencia así lo
ha preferido.

135
LOS PODERES DE LA MEMORIA

VII

y si alguien tiene mayor poder


que la memoria
que lo grite para que su verdad pueda ser oída
en los confines de la tierra y de los Siglos.

Todo es un mal de los tiempos nuevos y


otra manera de la Visión del universo.

No existe otra razón más pura que la que nace


del olfato o de la sensibilidad tan dúctil
como la del Instinto para detectar lo que es
o no es humano.

Y si digo que parto es que no avanzo nunca,


porque el Conocimiento
de la especie es breve y lo finito lo desconocido.
Sólo la debilidad del sentimiento ordena
a los distintos órganos de la naturaleza,
lo demás es aleatorio. Pura teoría.
El Universo mueve sus palancas de fuerza
contra el sentido de las formas posibles
en el plano de la Ciencia

136
que diluye la sensibilidad
de las criaturas.

Una imagen se desdobla


y la posibilidad de comprender
Viaja hacia otras desconocidas lindes.
Conclusión: El intelecto
sufre el golpe del espíritu.

Oh, fragilidad del pensamiento


de donde precede el sentimiento por lo humano.
Estamos en el triunfo de la electrónica sobre las
cerebraciones instintivas. La sangre arde.
Hemos cesado de gemir.
Aleluya.

137
LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN

VIII

Sensaciones del Espacio conocido


junto con la convivencia y por la Voluntad
para existir y sufrir frente al agotamiento
del espíritu cuya realidad está en el alma
de los cuerpos.

Rutas navegadas en la experiencia


por la agonía recreadora. Y esterilización
de los sentidos porque la vejez de las Cosas
así dispone. Y abstinencia en el amor
porque la gula es destructora
con los supuestos Pecados capitales cometidos.

El hombre impío, desde la adolescencia


cumpliendo con los ciclos últimos.
Oh, etapas de la crueldad humana
y pobreza de la vida, hasta aquí
teníamos que llegar.

138
4

Falsa es la palabra de los ejecutivos


como engañosa lo es la actitud
de los Políticos en la Era de las ciencias.
Las modestas preocupaciones por la vida
nos limitan los espacios del libre espíritu.
Y entonces no hay ojo humano
que mejor nos guíe ni voluntad capaz
de lucha y Resistencia como la demostrada
en estos Tiempos.
Todo es Abandonado
porque la constante
búsqueda del Uno con el Otro
nunca termina de llegar.

La propiedad privada
es parte de este mundo
y con ello se ve reprimido y traicionado
el sentimiento sensitivo primitivo
de la especie.
Las leyes deberían de abolirse
porque la Verdad pena los crímenes.
Pero dónde encontrarla a ésta, ahora.

Oscuro es el porvenir de los que habitan


en el Vacío de la tierra, pero como el Dolor
de cierta gente no creo que ninguno.
Asistimos al derrumbamiento
de la sensibilidad de los sentidos y el Hielo
impera en las Ciudades, desde las más antiguas
o las nuevas y sin escapatorias.
El Fuego arde. Toda pasión
merece su reconocimiento.
SENTIR DE LA BELLEZA

141
142
I

Llegué a Madrid
desde el voluble Sur
de puertas condenadas.
Después de haber dilapidado
ciertos prolijos dones
del recuerdo.

J. M. Caballero Bonald

Entre la dificultad de pensar y el entendimiento con


nuestra propia sombra, es de justicia hacer un registro
de los cargos declarados en contra de quienes con-
tinúan huyendo del infierno de la existencia humana
de este Siglo o desde los anteriores. Somos en potencia
un producto digerible dentro de cierto grado de deses-
peración del hombre que envilece los sentidos con las
drogas que hacen mover los hilos destructores del ins-
tinto de las Madres en el vientre, desde las nueve lunas
o hasta alcanzar las cifras
astronómicas de la Culpa.

No hay tregua entre el corazón y la cabeza porque


estasdos razones marchan desunidas desde el comien-
zo de las generaciones nonatas que no es tampoco
posible de tratar con el aprecio de la Virtud por la

143
Unión de los mercantes tratadores de fortunas. Cada
verdad hiere de muerte al sentimiento animal humano
de las especies en la tierra. Entonces, localizados en el
fichero de las computadoras y los teléfonos celulares-
móviles, los términos que son de la Condición huma-
na aparecen en el orden de cada día de los empresarios
jefes y es por lo tanto preciso reconocer que única-
mente la recreación de lo creado puede salvarnos del
fracaso de este mundo.

A partir de este momento y del conocimiento de las


células en el Cerebro que rigen el comportamiento del
hombre responsable de sus actos, se hacen mínimas las
premisas de las protestas encaminadas en la calle.
Luchamos por las progresiones de lo humano y hasta
que el alma que acusa el declive en la Balanza de los
Cuerpos y la Muerte.

144
SOBRE LO QUE ES PROHIBIDO

II

la inspiración para sobrevivir nos hace ser más fuertes


cada día y para así por fin poder vencer esas dificulta-
des del espíritu alcanzando los estados invencibles de
los Superhombres y como en Nietzsche. No hay ruta
de maldad posible que pueda detener los sentimientos
dedicados a la Naturaleza. La mano que da vida ter-
mina donde empiezan las dificultades en el Vecino.
Pero el Bosque seguirá creciendo. Entonces a qué espe-
rar que se agradezcan los esfuerzos.

Estamos para conseguir la verdadera Paz. Si el hombre


así lo quiere y sigue unido a la cuerda del cordón umbi-
lical del mundo o si su materia está hecha de una varie-
dad infinita de otras posibles esencias Naturales.

Oh, especie rara del planeta donde los Exilios se cons-


truyen a fuerza de injusticia humana en la escala
magnética del tiempo o para destruir lo que ya fue pla-
neado en vida.
Mucho antes de los dioses conocidos.

145
III

Contradicciones de una época ultra moderna y de la


Usura (como dijo il miglior fabbro Pound) o por los
Sentimientos en los que nos toca participar con la
Naturaleza. La lucha por la no Violencia y el com-
promiso de mantener vivas las fuerzas del espíritu en
cualquier época y contra la Corrupción de los corrup-
tos poderosos. Reciprocidad del pensar inteligente y en
franca Oposición necesaria para tratar tantos proble-
mas de la Vida o la Muerte. Esta Humanidad, así, nos
desespera.

IV

A través del corazón siento las espontaneidades


Manifiestas de los oprimidos que están Presentes entre
los actos de los más injustos poderes en la tierra. Y me
formulo la necesidad de las preguntas que se hacen
algunos de los Desterrados de siempre y las personas
esas que arrastran en un carro a la Familia por la
Dignidad de los principios elementales y de la conduc-
ta humana.

Los actos que desembocan en un lugar de la Locura


más enferma con los desplazamientos de la pena y de
la intranquilidad interior o cuando, crédulo de la bon-

146
dad aborrezco los pensamientos de la inteligencia des-
humana. Cierro los ojos y veo la telaraña de los cuer-
pos golpeados con la brutalidad de un shock eléctrico.
Me miro hacia delante y veo la Descomposición del
hombre con la mitad del Todo dentro del Universo,
ahí, volando en pedacitos.

El instinto de conservación abre la dura cáscara del


Huevo de la tierra y siento que soy otro viniendo del
Futuro y de los planetas que están por ser descubiertos
o conquistados. El Colón nonato de C. Fuentes o El
espejo desenterrado, donde se rompe la armonía de la
Lengua de los ojos y hasta tal punto que de no oír la
clamorosa fibra de los Nervios no sabremos nunca del
Origen, ni hacia dónde vamos.

Pero alguien tendría que ayudarnos a decidirnos frente


a la gran mentira o decidir por el acatar de la Voluntad
determinante cuando se abran las puertas de la Deses-
peración humana y el peor de los suicidios colectivos
se haya fraguado entre las encendidas llamas de los
bosques o la Ciudad de los gloriosos Cuerpos y las
Balanzas.

La abdicación del desfavorable pensamiento de las

147
Razas y a favor de los instrumentos musicales con los
que danza el mundo, está empezando. Y vendrán los
días de los días a iluminar los cielos en las exterioriza-
ciones del Animal del cuerpo hasta lograr la imagina-
ción Señores podero-sos, donde se venza al péndulo de
las agujas y los relojes
en el campo de las invenciones del Vacío o la absoluta
Nada y hasta que una Nueva Creación del Hombre sea
quien nos salve.

Y si me diesen a elegir entre la Libertad y la condena


de continuar Viviendo, obraría de la misma forma que
Un ciego al recuperar la visión de los cuerpos Perdidos
en el horizonte de la manzana del Deseo. Pero todo es
ilusorio.Fantasma visión del Sueño o de los pensa-
mientos que la noche trae.

Cargos que ha venido recogiendo la memoria del


dolorque se lo lleva todo. El Mundo marcha vertigino-
samente hacia el Vacío. No hay escapatoria. Apenas
un intento por lo sobrenatural, pero tampoco esto es
suficiente. La realidad existe y habita entre Nosotros,
es aleatoria de una época de desprendimientos o de
perdiciones que cada uno lleva dentro. Existencia
negra del no color humano y responsabilidad del Ser

148
en los comienzos del Fin para que empiece una nueva
tentativa por salvar los alimentos terrestres del espíritu.
Oh, extravagancias de la Soledad en el futuro qué joro-
bado que es El Mundo.

VI

Expansión de la imagen en el Vacío, ensanchación del


ojo o la mirada por el recuerdo ahí velando la encobri-
zada brasa de las hojas otoñales del membrillo al
Mediodía. El Libro de la vida y las costumbres
moviendo las palancas accesorias o las poleas de la
determinante física de la sensibilidad desgarradora o
todo y saliendo de la clínica de los laberintos, ayudado
por las Lenguas de las puertas del dragón anciano.

En las arenas de la inmortalidad del alma. Somos una


llama del Fuego que se extiende en el espacio. La pura
luz del Sol en los deshielos de la sangre o el sacrificio
más fuerte del ser de los Exilios. Distanciamiento de la
Fe entre el desdoblamiento del instinto humano en los
espejos rotos de la tierra. El cristal encendido de las lla-
mas que crecen dentro de las gargantas y el Silencio
provocado por el invento de los Miedos y de todo lo
demás, eso que crea el vicio de pensar que el mundo
está perdido y que también vertiginosamente cambian
los colores en el mapa de la Realidad y en el cuadran-

149
te de las agujas de los minuteros Circulares donde
nunca es tarde.

VII

Escribo ahora sobre las paredes de tu corazón y para


que sepas algo de mi vida verdadera o de lo que no rea-
lizo con frecuencia, pero participa de la preocupación
del intento del sentimiento humano hasta en los
Animales. Porque tendrás que saber, Hombre, que yo
también vuelco estas palabras a favor de tus exclusivi-
dades Y que escribo como nunca me has oído porque
la Soledad ha dejado de pertenecerme o porque las
palabras no deben agotarse. Aunque la Lengua de la
Nada pueda cambiar el curso de los días, yo seguiré
soñando con la convicción de un joven adolescente que
está empezando a descubrir el Mundo de las mentiras
y verdades. Escribo entre las lenguas del fuego que
arrojan los Ves- tidos y para que al menos nos com-
prendan te hablo desde toda la tierra y lo peor, también
hasta es probable, me lo callo porque me he dado cuen-
ta de que es lo último que puedo realizar en estas tum-
bas de la memoria o el olvido conocido.

VIII

Instintos de la desesperación y del instinto, el alma se


me agota de pensar. Y, oh, praderas donde se deso-
rienta la realidad virtuosa del pensamiento humano.
Estoy aquísentado sobre los veinte dedos de la ubérri-

150
ma novia que es la Belleza de los sentimientos, mien-
tras recibo la soledad de las memorias in situ, alarma-
do porque tanta dulzura de la vida un día se termina.
Y para que todo vuelva a comenzar de nuevo como en
Sheherezade o cuando los huevos de los Halcones se
transforman en el oleaje riguroso de los montes de
agua y de las sombras alrededor del círculo y ya no hay
sitio para la evocación de los recuerdos y porque los
muertos hablan en voz baja y percibimos la indecible
copia de los cementerios elegidos en la hoguera de los
Huesos o Raíces de los Tiempos. Estas primeras jorna-
das del amor deseado y donde me recluyo entre las alas
plegadizas de los hombros y como un pollo de cobre
del espíritu que pía en las desoladas riberas de la crea-
ción humana. Ahí, como un chaleco de fuerza en el
tintero de las imaginaciones o como una ópera de dos
centavos que el viento azota en el vacío y me hundo en
la neblina de las Tentaciones.

IX

Exaltación de la riqueza, qué jorobado que es el


mundo, y siempre tan ruidosa como una mosca verde
encima de la leche de la sombra de la cabra del espíri-
tu. Llegaste a mí batiendo todos los récords de la
Locura obtenida con y por los días y de la mansedum-
bre de la desnuda oscura noche apocalíptica.

Desnuda hasta los tobillos del corazón en donde me


has dado un tiro de ballesta y el que yo sigo tratando
de eludir como el mejor francotirador de las sagradas

151
escrituras de la Selva unánime y con la ardiente flauta
de tus cabellos y la piel que muerdo hasta arrancarle
las notas musicales al cuerpo y con el único sonido que
es el de tu nombre en la aurora de los cazadores en la
nieve. Y Porque me gustan los jazmines que respiran
por el ojo de Buey de la olorosa carne de la belleza de
los cuerpos y con tus senos en donde tantas veces he
dormido y soñado siendo el más frágil de los amantes
detrás del vidrio iluminado por la luna blanca y con la
única letra en el Poema que te escribo como muestra
del mejor recuerdo de una vida que mantengo pero que
también la rompo para que la Verdad siga viviendo.

Desprovisto de tu corazón me calzo estas sandalias del


instinto para errar contigo y con la memoria del más
antiguo Puerto de la noche. Igual que el Cazador
aquel, el de la infancia, abro una vez más las puertas de
mi cuerpo al campo para que El Grito sea escuchado
en todas partes. Situado ahora ante el paralelo de las
nubes y la hierba, agito la mañana con mi sangre de los
sacrificios y clamo por las abejas del infortunado panal
amargo por donde navega el alma de los sueños. Hasta
que tendido sobre un mechón de agua rodeo la maleza
de la figura de tu cuerpo y luego me detengo en el
abandonado suelo de las penas.
Oh, Navíos de los inviernos enterrados en el Hielo y
como las ramificaciones de las arboladuras de tus
Bellas extremidades en las que me embarco para partir
a saludar los vientos de la tierra. Agotado el senti-
miento de las consideraciones o banderas de la volun-
tad que se desintegra entre las manos quintuplicándo-
se el estado de las fuerzas interiores donde asisto una
vez más al nacimiento del Triunfo del Poder omnívo-
ro.

XI

Desgarramiento de la verdad que es la de la inteligen-


cia misma. El hombre ahí existiendo en el convulsio-
nado espíritu de las formas Vacuas y de las imágenes
que corresponden al Mí de los supremos Estados de la
naturaleza maltratada. Ruptura entre lo que está está-
tico y el movimiento que engendra el Miedo del cono-
cimiento y el ansia desatados de los Siglos en conni-
vencia con el Otro que resulta impenetrable.

Estamos al final de una Era y de las Destrucciones de


la Tierra o la reconstrucción de las heridas de la vida,
y el Mundo. Con nuestros propios credos y que son los
de la pura Realidad donde me pierdo y digo: Pero
hacia dónde me dirijo. Banderas del levantamiento de
las Razas y puntos de partida para una Lengua nueva
en la Balanza de los Cuerpos de Cosmópolis.
EL PASAJERO DE LA LOCURA
(1971)
LA CENIZA DE LOS ELEMENTOS

157
158
REVELACIÓN Y FATIGA

El agua se aprecia por la Sed,


La tierra, por los Océanos,
El éxtasis, por la agonía.

Emily Dickinson

He aquí la Razón de los brujos


Y la hechicería de las celestinas.
El tiempo fue tallando lo demás.

APARICIÓN PRIMERA

II

Regresé a mirar el Mar


Y encontré los poderes de las llamas.
Busqué mi casa y sus espejos
Se habían descolgado.
Entonces me reconocí,
Estaba en otro País
Mas el sueño era el mismo.

159
AMANTES FUGITIVOS

III

Sucedió en otro Mundo,


Al tiempo había que llenarlo de cosas
Pero descubrimos que nosotros
Éramos el tiempo.

PRESAGIO DEL ARQUERO

IV

Piedra fuiste y al Agua volverás


Porque del canto de la tierra
Te he tomado.

MARAVILLA DEL MUNDO

Fuiste creada de una sola vez


Para que el hombre cargue
Con tus maldiciones
Para siempre.

160
DE LA AVARICIA HUMANA

VI

Has entrado en la Zona


De la mendicidad
Hasta que la suerte del avaro
Te transportó a los ciclos
Del diamante y ya no pudiste
Reconocer siquiera
Aquel Perro de ceniza
Que te hablaba.

LAMENTO DE PRIMAVERA

VII

Crecí en la Hierba,
En los secretos poderes
De la noche,
Luego fui vendido a alguien
Que no supo comprar
Su mercancía.

HUÉSPED DESHABITADO

VIII

Reinicio la Noche
Como un gran arco de púrpura.

161
Anochece,
Pero siempre,
Anochece.

ÚLTIMA FUNDACIÓN

IX

Mi Celda está ubicada


Donde nacen las sombras
De los pabellones
Y sus victimarios
Están siendo cubiertos
Por un aire de Pasión.

CONCLUSIONES PRIMARIAS

Monté sobre las Alas


De un caballo,
No preguntes qué clase de caballo.
Yo monté sobre él para conocer
Otros hombres,
Y desde entonces
Mi visión del Universo
Es otra.

162
DE APERTURAS CELESTES

XI

Madurarás el Huevo
Debajo de tu vientre
Y regarás el llano.
Entre tantas Piedras,
Habrás de elegirme

Y yo seré el peor
De tus esclavos.
Sol – Sol
Eres lo único alcanzable
De la vida que me queda.

EL SOL QUE NO TUVIMOS

XII

Temerosamente,
Ladrón del aire
De la noche,

Desciendo a los infiernos


Para tocar tu melena
De cachorro no domesticado.

163
A UN CISNE

XIII

Riego el Valle
De las perdiciones
Con mi canto
Hasta que vuelvas
A reconocer aquel cuello
De Cisne que un día viste
Al pie de las cuchillas.
Y me salvas
Para heredar la muerte
De los elegidos.

DESCUBRIMIENTOS

XIV

Oh, magra condición


Del Amor, esclava
De los soñadores
De fortuna.

LA MANZANA PROHIBIDA

XV

Más allá de los Precipicios


Existe cierto País

164
Ajeno al ojo y al sonido.
Descúbrelo
Y entrarás en el reino
De los soñadores.

ENTRE SOMBRAS

XVI

Oh, Selva antigua


Como el Hombre,
Espero que tu vida continúe
Dominando los bárbaros
Instintos
Y que el puma desarrolle
Las premoniciones
Del profeta.

ESTANCIAS Y MUCHACHAS

XVII

Hay que regar


La Natalidad
De los videntes,
Hasta que así sean,
Santos.

165
ELEGÍAS MÍNIMAS

XVIII

Trabajarás, dijiste,
Y me entregué al estado
Más antiguo de la tierra.
El polvo me cegó,
Y desde entonces ayuno
Con el primitivismo
De los Animales
Y me busco cantando
Pequeñas elegías.

LAS CONSAGRACIONES

XIX

Deberías retornar a la Dinastía


De los Caminantes,
A observar los asuntos
De esa mancha de Agua
Llovida sobre el rostro
De la llama eterna.
Instituir una plantación
De Hierbas en las manos
Hasta que ese caballo
Mal alimentado
Que es el cuerpo,
Encienda sus fogatas
Y te nombre redentora

166
En un País de hielos
Y volcanes.

DE LA TIERRA

XX

Cuando otra era la Ley


Del látigo o del Cuchillo
Y crecías
En las inmediaciones
Del relámpago.

Entre los dominios


De las Agriculturas
O en una Isla de animales,
Tocados por la virulencia
Del salitre.

DE LAS AGUAS

XXI

El Tiempo
Ha transgredido la fuerza
De los cíclopes.
Nuestro cuerpo es un Espíritu
Del átomo
En estado ya maduro.

167
PARA EL FIN DE LAS GUERRAS

XXII

oí decir :
Y volverás al Cuerpo,
A la señal de los vampiros
Y yo abriré los brazos
Y te recibiré con la debilidad
Mezquina de los hombres.

TIEMPO

XXIII

es desde entonces
Cuando estudio
La mirada de las Garzas
Y Flamencos
O el rastro
De las lagartijas.

DÍAS DEFINITIVOS

XXIV

Porque no tendrías
Que haber avizorado
La señal de las Sombras
De los hombres.

168
Ahí en donde
El tiempo viola
Las rigurosidades
Del espacio,
Y el humo es la expiación
De los sentidos.
Oh, hogueras las del Alma.

HISTORIA

XXV

Tendrías que haber


Estafado la credulidad
De su Alma
Para que la tuya
No pueda recibir
Otras sorpresas
Peculiares.
Y debí hasta tener
La boca llena
Del Fuego del volcán
Para no permitir
Aquel estado.

DE LA VIDA Y LA MUERTE

XXVI

Ni sé por qué

169
Te escribo todo esto.
Lo único que tengo
En claro es que me siento
Indefenso.
Indefenso a Todo.

TESTIMONIO Y CAÍDA

XXVII

Son los Tigres del alba


Los que me empujan
A tu carpa,
Donde vas a leerme
Por milésima vez
El Futuro de algo
Que tal vez
Ni exista.

AUSENCIAS INFINITAS

XXVIII

Pero dejemos
Estas pequeñas Cosas
Y vayamos a los asuntos
Que a la Memoria afligen.

Hablemos solamente,
Lo otro vendrá después

170
Con los cabellos Blancos
En el espejo.

VISICISITUDES

XXIX

Destinado
Para los Juegos
Inocentes.
A los lumínicos carbones
Que la tierra nos consagra,

Oh, Viejo león


En cuyas fauces
He leído los mensajes
Que ningún espía
Fue capaz todavía
De alcanzar a descifrar.

DE LOS REGRESOS

XXX

Sé que te debo el orden


De las Migraciones
Y los regresos de la fe
Para entrar en el territorio
De los visionarios.

171
MARAVILLA

XXXI

Selva,
Pertenencia
De los desheredados
Y reino de las fieras.
Mi corazón te necesita
Como el pan.

Los caminos de la tierra


Están siendo cultivados
Por los peregrinos
Del oro.
No permitas otro Huevo
Que el de las lluvias.

Los adoradores de la Paz


Te hemos nombrado el estado
De la salvación,
Y que así sea:
Oh, madre.

DE LAS AURORAS

XXXII

Dicen que nuestro ciclo


Se cumple

172
Cada millones de años.
Y así es que el Inca
Ha creado una Civilización

Para que el hombre blanco


Primero la destruya
Y luego la invoque
Como suya
En el cumplimiento
De las Tablas.

EL MAR

XXXIII

Sólo el Mar
Nos pertenece
Desde su antigüedad
De paria o abandonado
De la tierra,
Y hacia él nos acercamos

A contemplar
La desheredad del Hielo,
Que también es cíclico,
Como el espíritu
De los pezones
Arrogantes de una cabra.

173
SOLOS

XXXIV

Solos
Frente al Mundo.
Y es la hora,
La maravillosa hora
En que el Sonido de la tierra
Elabora el misterio
De los hombres
Lobos.

La Hora
En que la señal de tu cuerpo
Es otra sombra mágica
Como las apariciones
De un dios cuya tutela
Es la ejercitación del miedo
De los sueños
Después de las comidas.

VISIÓN DEL LABERINTO

XXXV

Pequeño Círculo
Cerrado por las babas
Del Caracol
De los Infiernos
Creado de las cenizas

174
De la muerte.

Te llamo y hablo
Desde la agonía
De los rostros extraviados
En el infinito silencio
De las aguas de la Noche.
Y te conmino,

En el nombre del Padre,


A que nos escuches.
Oh lámpara maravillosa
De las advocaciones
Que desciendes
Para ofrecernos el regalo
De los brujos.

PASIÓN DE INVIERNO

XXXVI

Restituido al orden
De las Migraciones
Del oficio
De quienes componen
Las palabras en el verso
De la pasión

Por los infiernos,


Establezco mi estado
Natural ante la congregación

175
De los espejos
De las noches.

MONTES DE VENUS

XXXVII

Oh, Desiertos
Ofrecidos con el cuerpo
A los preceptos
Del pasional instinto
Y de las mil maravillas
Que hacen Felices
Al espíritu.
Te doy el alma
Junto con la bienvenida
De los aventurados
En la tierra.

LUZ DE TARDE

XXXVIII

Has descendido de los cielos


A los abismos
Para ordenar el polvo
De las contaminaciones
En la tierra
Y a crearnos el campo
De las aguas

176
De las ranas en el campo.

Pero en qué hogar fue


Que nos conocimos,
Para que desde entonces
Mendigue tu llegada.
Ah, mi pequeña Virgen loca.
Amada entre nubes y violada
Por los dominadores de fortuna.

OH, MEMORIA

XXXIX

Un día me dijiste:
Estarás en todos los hombres
Y un día todos
Te ofrecerán en cuerpo y alma
El Camino
De los predestinados
Al Infierno.
Llamarás a mi frente
Y mojaré tus pies
Con el Silencio
De unas lágrimas de vida.
ILUMINACIONES

XL

Padre.
Padre amantísimo,
En el deseo
Por verte aparecer
De nuevo
Enciendo
Cuantas lámparas
Poseo.

ARTE FANTÁSTICO

XLI

Mágica como la Poesía


De los estorninos en el frío
Y necesariamente cierta,
Como la Luz de un Árbol
Que abre los surcos
De los desmemoriados
Caminos de la tierra.
Te veo con tu cola de Diablo
Que engrasa nuestra lengua
En los Exilios.
EL PASAJERO DE LA LOCURA

179
180
PILARES

Puerto de rieles
Y con la ceniza todavía caliente
De andar de mano en mano.
Existen grandes bloques de cemento
Perforados por la noche
Y en cualquier sitio,
La mala hierba hurgando el polvo
Del camino.

DONCELLA

II

Garganta brava
Recién prostituida por el hombre
En el corazón de las Metrópolis.
En tus orejas cuelga
La perla venusiana,
Y Aún
No hemos pasado el círculo de brasas.

OTRAS HISTORIAS

III

Perra. perro. ábrete

181
De boca. Voy a entrarme
Aunque reconozca de antemano
Tus fábulas del tiempo.

EN CUALQUIER PARTE

IV

Oh, infancia,
Nunca te desanimes.
En un caballo de madera
Vendré a sacarte
De este mundo.

BELLEZA

Aquí
Belleza
Ha desayunado
Un hombre.
Vamos – Vamos
Tócalo con tu aliento de madre superiora
Y al diablo los cielos y el infierno.

182
AMOR

VI

Eres apenas el paisaje


De la mala hierba
Que crece en los rincones
De la casa sola.

ALTURAS

VII

Te busco
Por los salva perdones
De la floresta,
Y, Oh,
Qué tiempos.
Qué tiempos,
Madre nuestra.

NEXOS

VIII

Oh, castillos de arenas


En la costa,
Todo se vino abajo.

183
DEL PARAÍSO

IX

Pero nuestra es la tierra


Y en Ella brilla esa sartén de plata
Que es el Mar,
La olvidadiza yegua de los zanjones
Que no es otra que la Memoria.

ES MEDIODÍA

El hombre cede
Con un Corazón
De perro golpeado por las lluvias.
Nosotros mientras tanto
Atravesamos el Misterio
Para quedarnos juntos
En la vida. Y al menos
Por un tiempo
Vamos a pertenecernos
Como un Cuerpo
Y otro Cuerpo.

184
TRISTRINA

XI

Cuando descubras
La ciudad
Y una invasión de elefantes
Se dé cita en el emplumado
Anillo de tu frente,
Pequeña desconocida,
No huyas.
Siéntate a morder la manzana
Del Sol,
Alguien se acercará
Para decirte: Yo también
Guardo una luna podrida
En mi cabeza.

GALLOS

XII

Atado
A los pantalones
De tus Sentimientos,
El órgano se dilata
Y una cordillera de Silencios
Crea sombras
En los límites del ojo.

185
ENTRADAS

XIII

Vamos. vamos,
A planear sobre los Amores conocidos
Y a criarnos una deuda con la vida.
De un solo golpe a tumbarnos
En la gran cáscara de la gran Ciudad
Y a maldecirnos todo el tiempo
Por lo que no hicimos.

CENIZAS DEL PARAÍSO

XIV

El verano
Ha vaciado sus memorias
En las zanjas de las perdiciones inhumanas
Y el Fuego deshace la Belleza de los Ecos
De la montaña.
El llano es triste
Y el tiempo tan veloz.
Ah, pero qué difícil es partir.

186
SELVA

XV

Juguemos al amor
A la hora en que una culebra deja
Sus huevos de oro bajo la siesta y
Un perro lanudo se los come.

Juguemos al pasador de juego


Junto a las redondas uvas rojas
Que el cielo desparrama sobre la tierra
Herida, y a la hora, a la hora

Cuando la cazadora de cabezas


Se convierte en una maravillosa Mujer,
Hagamos oír nuestro Tan – Tan
Y el universo estará enterado

De las existencias del Poder,


Pero ése es también otro juego
De la memoria y hay que
Atizarlo.

ZONA

XVI

El hombre
Que jamás había visto

187
Un caballo volador en la cara de su espejo,
Grita y se atraganta con las Biografías
De ciertos ángeles en el hospicio.
Los hospicios. Oh, madre mía,
qué palabra más fea
para irnos de paseo.

LAS ESTACIONES

XVII

Estabas
En lo exacto
De las claras demencias, y con el
Viajero que calcula la comida
Para el año y del que yo he sido
Su cautivo. El tiempo lava las heridas
De la tierra y la memoria no es ninguna
Virgen.

CAPITALES

XVIII

Los mendigos
Se encuentran
Para quitarse los piojos en las galerías
Subterráneas.
Nosotros sin embargo
Permanecemos de rodillas

188
Delante de los Templos.

LAGOS

XIX

Soy la oreja del mundo


Y todavía no he escrito ninguna
Biografía.
Castigado por
Las ortigas y por el cielo
O por la Luz,
Veo el papel
Y todo está ya hecho.

ALFA DE CENTAURO

XX

Alturas
vientos
polvo
Y la constelación de Orión
Sorprendida por su amante.

189
ELLA

XXI

Y todavía continúas
Moviendo con tus dedos la ceniza
De mis pensamientos. Mientras,
Los amigos han partido
Para siempre.

OH, CRIATURAS

XXII

Si bien es cierto que todo


Retiro entraña
Una buena dosis
De inquietud malsana,
No es menos entendible
que Uno
Ya no pueda ser trampeado
por las anteriores fórmulas
De Fe y otras sorpresas.

PAISAJE LUNAR

XXIII

Hoy
En el Colectivo-Boite
De la madrugada
La sonrisa
De una naranja
Nos entorna los párpados
Y Somos entonces
Como la pintura
Primitiva de un paisaje
Realizada
Por un ebrio.
192
DEL INVIERNO
Y OTRAS MEMORIAS

Ni sé por qué te escribo esto,


Lo único cierto es que me encuentro
Como indefenso a todo.
Oh, dichosa e infeliz,
Porque no sabes que mi Canto
Es a tu cuerpo.

193
194
I

He descendido a la tierra
Que, por un momento, escuchó mis ruegos
Y las maldiciones, queriendo así recuperar
Ese estado de inocencia y madurez que nos
Ataca en plena Juventud. Y veo levantarse
Los pájaros del Árbol como si una granada
Hubiese estallado cercana a sus antenas.

II

De pronto me doy cuenta de


Que las gotas de lluvia continúan llamando
A las puertas de mis ojos y, en contradicción
Con el espíritu, canto entonces
Como antes nunca lo hube hecho.

III

Es a vosotros que me dirijo


Y de manera especial al cuerpo, ¡Oídme!
Por las paredes se desliza mi sangre
Húmeda y caliente, estoy desnudo y
Piso las salivas del Universo.

IV

Mujer u hombre os amo

195
Y trato de olvidar el rigor de tantas Leyes
Incoherentes batiendo parches de solidaridad
Sobre la caja de resonancia del espíritu rebelde
De los enamoradizos y luchando siempre
contra la pudorosa imaginación posible.

La mayor parte del día, paso


Desfilando ante los trigales de sus ojos
Que ignoran que me he puesto mi única
Camisa, deseoso de que me mires.

VI

Conocí a una mujer


Que todas las tardes pasaba ante las puertas
De mi casa. Ella sabía llegar cantando
Y con los pies desnudos. Su señal era siempre
Como una mancha roja sobre la tierra.
Yo la quería —jamás supe por qué—,
Pero lo cierto es que era hermosa y salvaje
Como un tigre. Y que todos le huían.

VII

Mi padre canta
En medio de la noche y yo percibo
Sus enojos con la vida. Vuelve de las

196
Prisiones frías del olvido,
Golpeando su cuchilla contra el aire.
Una sombra de muertes lo persigue
Y él no sabe que a su lado, los ojos
De algún niño lo acompañan.

VIII

Suena una flauta


En las entrañas; Amiga, déjala.
Soy yo quien toca para matar los sueños.
Da de vueltas la tierra, que toda predicción
Resulta escasa. Inútil. A lo mejor el próximo
Año desenterremos juntos los Cuerpos
En el Agua.

IX

Llévame lejos,
Donde ya no pueda Oír
Las Voces de este mundo.
Necesito que me sustraigas
De esta casa y que te apoderes
Del espíritu maligno.

Oh, tú,
Enarbola todas las velas

197
De tu Nave imaginaria
Y haz que mi canto
Pueda ser oído
Entre los hombres
Y las multitudes de la tierra.
Y sé feliz al menos,
Puesto que para siempre
Serás mi compañía.

XI

Lástima no advertir
Que quien cantaba así
No era la memoria sino Otro.
Me hundo ahora entre tus piernas
Para beber la Aurora más hermosa
De los desaforados
Y es tan grande la desilusión
Que desde todos los ángulos
Me atacan ciertas llamas
De la poderosa Selva.

XII

Poco me importa
Que sean de un mismo Sexo.
Lo natural es que nos Amemos
Y se amen. Entonces Ve,
Realízate aun cuando sea yo
Este pobre corazón

198
El que ahora sufre.
Lo único cierto que me queda
Son las posibilidades
De la dicha humana.

XIII

Salud desesperada
Huyendo
De tu lecho de matrona y todavía
Traicionando las seguridades
Inherentes al Cuerpo,
Lo que es ya mucho decir,
Me lo imagino.

Ayúdame,
Porque de algo nos servirá
Para más tarde

Y aunque más no sea


Para llenar de envidia a aquéllos
Que parecen respetar
Esas morales rígidas
Y arden de deseos
Por cometer nuestras locuras.
Las que en última instancia resultan

Solamente
La motricidad del cuerpo
Y del espíritu.

199
XIV

A quienes despotrican
Por lo aventurado de los cuerpos,
Y a quienes se creen que sentarse a la mesa
Es sólo dividir los panes.
Y a los que padecen
Con una sonrisa atómica el sufrimiento
Por la vida.
Para todos, Canto y bailo
Este maravilloso deseo de Vivir.

XV

Aquí, librado de la tentación


Del mundo,
Acudo a los espíritus Hambrientos
Y alargo mi salvavidas a los Náufragos
Como otro náufrago
Tendido ahí a las sombra
De los plátanos amargos,
Las 24 horas del día.
Y con un arcada de Sol
Les doy mis manos llenas
De alimentos perniciosos,
Convidándoles a Manifestarse
Con las venas hinchadas,
Independientes
De toda Institución posible.
XVI

Ahora desplaza tu mirada


De mi cuerpo porque ya no eres
Digna de él o mucho más
Si es que aún sostienes
Infundados temores con el Sexo.
Te convido a que desnuda vayas
A provocar a los muchachitos
En las calles y te prometo entonces
El cambio para un Nuevo Estado.
Y, sobre todo, Vivar – Vivar
Tu nombre
Hasta que reviente
La garganta.
EN EL FIN DE LOS TIEMPOS

Ahora mis ojos ven en el pasado


Grandes flores inmóviles,
Madres atormentadas en sus hijos.

Antonio Gamoneda

203
204
DEL AMOR
I

Y yo me alejé de entre
Los Peregrinos para Cantar y llorar
Como lo hacen solamente a quienes
La Vida los puso sobre el huracán
Del mundo.
Y fue entonces que oí más claro
Que nunca el gemido de las víctimas
Condenadas a los infiernos
De la Tierra.
Aún sostenías sobre la cabeza
Una corona de laurel podrido
Y parecías dirigir tus anublados ojos
Hacia los crepúsculos del Fuego.
Y entonces me apiadé de ti
Y compartimos un bocado igual
Que el hombre Cansado
Que se estira para ver las sombras
De las estrellas en el cielo.

DEL ENCUENTRO

II

ahora te reconozco,
Eres el mismo a quien un día
Le ofrecí el agua a costa de mi lengua
Que saboreaba antiguos soles
Y clamaba de noche en el silencio

205
Por las apariciones de las lluvias.
Pobres en corderos y legumbres,
Sólo pudimos compartir el camino
De las dudas. Y te pregunto,
Hacia qué sitios nos trasportará
Esta breve luz de los ojos ajenos
Como nunca a la memoria
De los cazadores.

DE LOS GLORIOSOS CUERPOS

III

Sueño,
Toda la Vida soñé que habríamos
De hallarnos.
Eres el Navegante enfrentado a la sombra
De los ciclones o los vientos.
El que orienta Las brújulas
Hacia las torres de los molinos
Abandonados
Y los que crecen en la Selva
De agitados demonios.
En charcas de oro vi sumergirse
El espíritu de los gloriosos cuerpos
Y ayudado por brujas de todos los imperios
Avancé entre brasas y peiné tu cabeza
Yo te poseí.

206
DE LA VIDA

IV

Y mientras todos hablan


Al mismo tiempo y sin oírse
Yo converso de cosas de la vida
Con los animales
Y hasta me aplaudo
De no haber caído tan bajo.
Mi corazón está lleno de luces y de
Señales, lo suficiente como para que
La barrera del sonido no destroce
Los tímpanos del iris de la visión
Terrestre.

Alguna vez me consumía


En llamas y daba gritos de criatura
Inocente y desdichada. Era como
Si de pronto la tierra se hubiese
Levantado con el viento.
Y ya no sé
Si él recuerda esa mañana de los gallos,
Pero cuánto daría ahora por brindarle
Una pizca del fuego de la vida
Abrasando mi cuerpo al mediodía.

207
DE LAS INVOCACIONES

VI

Largos días en que el sol


De las noches resquebrajaba
El rostro
Y los sentidos de la tierra.
Todo se iba
Consumiendo lentamente.
Los animales y los hombres
Precisábamos de lo mismo
En aquel clima de muerte
Y entonces supe por primera vez
Que Vivir era importante
Y oré a todas las cosas
Que pueden ser sagradas
O sobrenaturales
Para que la lluvia nos diera
Algún milagro.
Desde entonces la amo
más que nunca
Y es la Amante que vuelve
a cada instante
A visitarme en las moradas.

208
DEL CAMINANTE

VII

Los pequeños amigos se divierten


Arrojándome desde lo alto de un barranco
Hacia el arroyo y tengo las venas ardiendo,
Sobre todo la del cuello, que es acaso tal vez
La más cobarde del cuerpo porque grita
Y desespera.
Sin embargo, todas las tardes
Los acecho para vivir la misma escena
Y pienso, alguna vez se apiadarán de mí
Y dejarán que yo contemple como ellos
El dulce aire del viento en las colinas,
Libre como los pájaros que dan esas
Cabriolas, enardecidos.

209
DE LO DESEABLE

VIII

Conservo pena por los hombres


Y los animales idos con la muerte
Y tanto o como por el enamorado
Aquel que se desboca
De una esquina a la otra.
Pero ya quisiera también
Sentirme poseído por ti
Sobre esa larga alfombra voladora
Y conocer otras regiones que son
No menos dichosas al espíritu
Y comerme un bocado
Pero no de Carne.

210
DE LAS AURORAS

IX

Me acuesto con animales


Ajenos a la especie y arrepentido o
Culpable como siempre; bajo, Señor
A contemplar la fuerza del espíritu
En tu lecho de convaleciente y pido
Únicamente:
Ábreme todas las puertas.
Y sin prestar atención a las campañillas
De los relojes que se agitan
Porque escasas son ahora
Las criaturas que sientan
El llamado de la Naturaleza
Humana
Sé que nos bloquean el paso
Porque traemos con Nosotros
El fuego de vivir sagrado.

211
DE LAS VISIONES

me interné en un cuerpo
Predestinado a los hijos de la noche
Y bebí sólo agua amarga, cuando
Hubiese sido lo justo quedar fuera.
Frente al espejo del amanecer
He despedido el rostro de infinitas
Máscaras y me pinché las alas
Para nunca elevarme de esta tierra.
Pero lleno el corazón de un fuego
Inmenso y que se inicia en los materiales
De la sangre, debí de resignarme,
Oh, Vida, a tus caprichos.

212
DEL RECONOCIMIENTO

XI

Me miro y me doy cuenta


De que he perdido gran parte de la vida
En cosas faltas de sustancias.
Y he ahí la amante o la misma Mujer
Y aquella otra figura de amor
Inalcanzable. Mientras el agua
Del viejo Lago calla y el canto
No es para menos en estaciones
Diferentes.

213
DEL CAZADOR

XII

Me instalé en tu cuerpo
Para contarte maravillas de la vida
Y oí todos los gritos inocentes
Que se acercaron a contemplar
La llegada de los cazadores.
Llegué cargado de plumas
Y de ojos sangrientos,
Llena la camisa de perfumes,
Y me instalé en tu corazón
Como en un gran faro que domina
La intrincada maleza de las Islas.
Y te oí recién entonces cantar
A la manera de las focas
Preñadas que se entierran
Debajo de rocas y perforaciones

214
DEL MUNDO

XIII

Me he colocado un buzo
De color que se confunde con los rayos
Del Sol y me sostienes como a un globo
Que desciende a alegrar tu corazón y ríes
Y te caes de golpe con las manos extendidas
Hacia arriba.
Oh, mi hermosa habitante,
Concebida únicamente a los banquetes
De los locos que pregonan una muerte
Distinta a la del león que es arrojado
En pleno desierto.

215
DEL NACIMIENTO

XIV

Has llegado vestida por las


Celestiales nodrizas que antes acomodaron
Sobre mi cuerpo pepitas y diamantes y
También te violé, como esos asaltantes
Ávidos de pureza y aferrados
A los relámpagos anunciadores
De los embarcaderos en el alba.
Sobre ortigas recién abiertas
Reposaron tus pechos y creí,
Oh, inocente,
Haber descubierto toda la naturaleza
En las vigilias de aquel sueño. Luego
Me llamaste de entre las multitudes
Y te vi desnuda, cubierto el cuello
Por víboras de cascabel y perdí la razón
Y mi cabeza la sentí dar tumbos.

216
DE LA MUERTE

XV

He aquí que soy joven


Y poderoso y nuevamente triste.
Quien habla es la criatura que descansa
Ovillado entre lianas y raíces
A la hora en que fantasmas y víboras
De coral del universo aparecen
Con la luz del mediodía. Todo es
Silencio y hasta la tierra me parece
Estar dormida. Huye, me digo, y
El corazón da un salto de liebre
Bailarina en el desierto.

217
DE LA INFANCIA

XVI

Mi cuello ha probado
La cuerda del ahorcado y grita
Para ser oído en este mundo.
La roca gime ante el movimiento
De la luz y el viento se desata
Sobre las altas cúpulas de vidrio
Y sangre que aprisionan los espíritus.
Existe la estación de las llamas
A la caída del crepúsculo y un golpe
De agua hirviente en los ojos.
Acaso la vida sólo sea ese río
De hombres persiguiéndose.

218
DE LA CASA PATERNA

XVII

El fuego pasa y solamente


Quedan las cenizas. Cantaba así
Por solitario campo cierta memoria
De Mujer que quise, mas su rostro
Era alegre como la fresca leche
Que atraviesa el corazón de un niño.
Pasaron años
Y la encontré sentada
En aquel mismo sitio y el que cantó
Esa noche fue mi cuerpo.

219
DE LA MEMORIA

XVIII

No tengo patria
Y, sin embargo, adoro todas las islas
De la tentación. Ya quisiera quedarme
Entre las bocas parturientas y atravesar
El poderoso secreto de la tierra. Y Huir
más lejos que el sonido y morir abrazado
A un mínimo de haz de luz.
Sostengo desde siglos las jorobas del mundo
Y no obstante estoy lleno de vida.

220
DEL SUEÑO

XIX

Cuando canta por primera vez


El Gallo estoy de pie y aspiro
Todos los aromas de la vida.
Y pienso qué dichosa la Tierra
Y qué pobres ciertos hombres
Y Feliz de ti que cantas
Hasta cuando tienes hambre
Y no mueres de envidia
Ni de celos.
Ah, si todas las vírgenes
De la Selva
Aparecieran de repente
En torno al corazón del Sol
Y nos convirtiéramos
En llamas del Amor,
A quiénes irían dirigidas
Estas Vigilias.

221
DEL FUEGO

XX

Hice el amor de noche


Junto al fuego y vi Volar las víboras
Del cielo; las manzanas del Mundo
Colgando de aquel cuerpo.

222
DE LOS HERMANOS

XXI

Hablas por la boca de un


Moribundo pez que se resiste y nadie
Entiende vuestro idioma.
Estás sobre la tierra, entre multitudes
De ciegos y de sordos.
Emigra - Emigra hacia donde puedan llegar
Las alas de tu locura.
Ven - Ven
Juntos fundaremos una nación
De hombres invencibles
Y tendrías que saber
Que hay quienes ansían
Tu llegada de los sentimientos
No eres nada más que un pájaro
Pero qué importante resulta
Esa Mirada.

223
DE LA NOCHE

XXII

Todavía estás cubierto


De plumas que arrollan el cuerpo.
Has cantado en un paraíso
Distante de los hombres,
Te colocaste una mano
Sobre los ojos y las memorias
De otros cuerpos se te aparecieron
Y adoraron. Ah, así gritan y gimen
Los infieles a la caída de la noche.

224
DEL ADOLESCENTE

XIII

Enséñame tu cuerpo para


Conocer la aurora más violenta y
Luego proporcióname el Agua,
La inefable comida con que se alimentan
Los astros en la noche. Os ruego,
Ayúdame a descubrir la belleza
Del silencio. Ansío el equilibrio
De luz que mueva los volcanes
Antiguamente muertos.

225
DEL HOMBRE

XXIV

Vuélvete contra las estrellas


Que te empujan a la tierra y asciende
Cada vez más lejos
Hacia los círculos de Luz que tienen
La apariencia del Laberinto eterno
Y luego cuida del espíritu y el cuerpo.
Algunos se te acercarán como mendigos,
Pero observa a aquél que aún no haya
Abierto la boca y tendido su mano
Todavía porque Ése te matará.

226
DE LOS MISTERIOS

XXV

Con frecuencia me habitan


Apariciones increíbles,
Cierto estado salvaje
Cobra la forma del espíritu
Y la Cabeza arremete
Contra las desconocidas
Islas de la vida.
Y entonces me pregunto:
¿Es una Flor. Un Dragón.
La misma Madre de esa sombra
Que me acosa en esta curva
Del camino
Y la que acuchilla los sonidos?
Y he ahí que descubro
Que son pájaros de alambre
Vomitando su canto
En el séptimo Círculo
De Luz.

227
DEL AGUA

XXVI

Difícilmente acuda al llamado


Del Paraíso y de las sombras en la noche
O a reponerme de las Máscaras
Que cuelgan la osamenta en ganchos
De carnicerías de lo humano.
Antes me Refugio
En la tierra de la Música
Donde el hielo domina las alturas
Y los animales de la Selva
Son la especie sagrada
Que no sufre.
Oigo todas las Voces del cielo
Haciendo espuma por la boca
De los ángeles y las vírgenes
Desnudos, y deploro
Cierta vida de los hombres.

228
DE LOS AMIGOS

XXVII

Recuerda entonces
A aquél que alguna vez cantó
Esos versos buscando
El nacimiento de los sueños
En el Origen
Y observa a quien ahora,
Ante las puertas
De la desesperación,
Ya un poco viejo, tiende
Un manto en la Memoria
Y clama al Universo.

229
DE LAS IRONÍAS

XVIII

Escucho
Todos los días
La misma Voz enferma
Que nos llama en el Camino.
La siento caminar dentro del cuarto
De las herramientas y los arneses
O la percibo en el polvo que levantan
Las patas del caballo o cuando gime
De dolor con la lluvia en la canosa
Cabeza del hombre solitario.
Le tiendo trampas y huye.
He llegado a la conclusión
De que se divierte manteniendo
La risa del espíritu en estado puro
De descomposición del Fuego
Y también bastante alarmado
Por lo que nos pasa.

230
DEL ABANDONADO

XXIX

Dejé las altas cumbres de


La noche y me encontré cegado por
La Nada. En todas partes siento que
Percibí la misma sensación
Del Náufrago que, desnudo, se instala
A recuperar las antiguas máscaras
Del Barco.
Crucé un Círculo y otro de las vigilias
Como con Virgilio y Dante,
Hasta verme lanzado a las Ciudades
De la salvación del mundo,
Pero la desilusión fue más grande
Todavía cuando supe que te habías
Marchado.

231
EL QUE BUSCA

XXX

Oriéntame la vista hacia


El camino más alto y el desconocido
Donde solamente habitan los crédulos
Y de vez en cuando llega un suave
Rumor de vida alegre.
Hazme un lugar
En tu estera de soñar para que yo
Descanse. Vengo desde bien lejos.
Un País de demonios se ha asilado
En el cuerpo y grita Auxilio.
DE TODOS

XXXI

Ha llegado el momento
De saber a quién está dirigida la flecha
De este canto. A ti que te revuelcas
En las espumas del amante,
Al que padece un largo tiempo bajo el
Dominio de las Máquinas.
O a ti que huyes
Del campo de las almas muertas.
¡NO!
Yo me inclino ante los hombres
Que, atados a una cama, lloran
En los hospicios por sus memorias
Terrenales y aún quieren liberarse.
YO ESTIRO MI ARCO
EN DIRECCIÓN
DE UN NUEVO
MUNDO.
LAS EDADES Y LA MUERTE
(1973)
DE LA MEMORIA SOLA

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


Esta muerte que nos acompaña
De la mañana a la noche, insomne,
Sorda, como un viejo
Remordimiento

Césare Pavese

237
238
I

Ah, destino el de Shaba,


Destruida o borrada por las Lenguas del viento
Y con el Fuego de la vida que es el Espacio
Abierto por donde aún vuelven las golondrinas
en verano.
SOLO
Y para que este Silencio antiguo y torpe
O lleno de quejidos como el Mar
Pueda ser una Fiesta en la memoria,
Déjenme atragantar ahora con la velocidad
De las Palabras del Cielo y de la Tierra
Crecidos por sus Manos.

II

Oh, dulces cúpulas del Amanecer


Y del Anochecer también cuando
Los campanarios de los bosques
Se encienden y nos llaman
Con la más leve marea de los ojos
Tropicales.
Eres como una Sombra
Que está Sola sin mi sombra y no comprendes
Que mañana el Aire habrá de ser más triste
Cuando el Sol se ponga lejos nuevamente
Y en la noche el Viento del invierno llegue,
Deshile el oro de tus cabellos
En mis Sueños.

239
III

Ahora las estrellas con la Luna


Del Anochecer irrumpen dando gritos
En mi cabeza de soñador y en todo el Cuerpo
Se oyen Voces de la ausente tierra.
Pero yo vine aquí,
Quiero que sepan, a descubrir la sangre
De tus dulces senos y llevo el corazón abierto
Por Ríos y montañas de las Ciudades del espíritu
O del dolor más grande.

IV

Porque en el Cielo de Shaba,


Las respuestas de los corazones
Son más piadosas que amargas.
Es un decir, saben a únicas.
Internarse en sus Sombras
Es como tocar y conocer la pasión
De los días O volverse de pronto
Contra las multitudes de consumo.

En el Cielo de Shaba cae la nieve


Y se oye también la Música
De los cabellos elevados
Por las Catedrales
Donde se desencadenan

240
Los grandes cataclismos
De la historia.

VI

He ahí, entonces,
La Razón de este amor por la Tierra
Y por la que espero
Consumir todos los Viajes
Con el eterno Canto de otras Vigilias
Anteriores y ardientes en el Tiempo.
Ella lo sabe, que habré podido
Penetrar en el sueño
De los ángeles voraces
Y estar acompañado
Por una Orquesta improvisada
De pájaros en el bosque.

VII

En su cuerpo he recogido
Alguna vez, de Noche,
Los Desiertos y la soledad
De las miradas en un espejo.
Me di de golpes con la Memoria
Y continué luchando contra el aire
Del Mundo enajenado
Hasta encontrarme ahí de nuevo
Protegido y liquidado por los Dioses.

241
VIII

En el Cielo de Shaba siempre


Se anuncian las Canciones de la Vida
Y así también cualquier Hombre
Puede sentirse un Ser hermoso
Y traspasado por un rayo de Luz pura.
Y por qué habría de Ser yo entonces
La excepción de esta noche iluminada
Y para siempre.

IX

Cuando Shaba habla


Por entre sus filosos ojillos
Y me da brasas del fuego de la vida
Con su aliento, Siento en las manos
El Viento que se tiñe
De banderas ocultas en la sangre
Y comienzo a estar perdido.

Tengo por una vez más el Misterio


De la Belleza metido dentro del Cuerpo
Y desespero, qué más da, sin saber
Si patalear es lo mismo que ponerme
A ver de nuevo el Sol del Universo
Y con toda la garganta del Amor
Abierta al Aire.

242
XI

He abandonado ahora la oscuridad


De los silencios y me he internado
En el amanecer de los espíritus rebeldes
Dando saltos como un hombre.
Dichoso, Ebrio de Amor,
Y que se emociona como un Niño
Al que le ocurren
Las cosas más hermosas.

XII

Y aunque entiendo que el Sueño


Tendrá que existir o ser así por cierto,
Encomiendo ahora mi pobre Alma
Condenada a la ventura y sin olvidar
Algo importante como es la fortuna
De Vivir dichoso en estas horas
Lejos de los amores conocidos
De la Casa y así poder salir de nuevo
Al campo a recoger las flores
De la Ciudad de Shaba.

XIII

Y entre los desesperantes sonidos


Del Silencio que se interna por los ojos
Y latiguea los pulmones, veo y siento
Que el Mar siempre de Shaba vuelve

243
Para salvarme de un fracaso
Y otra vez más como si fuera
Un Peregrino del Amor
Y del destino Humano

XIV

En esos Viajes por el Mundo


O mientras salgo a juntar Flores
Del cielo y de las azules nubes
De los recuerdos o el olvido,
Shaba aparece para desparramarlas
Conmigo entre los Hambrientos
De Amor que aún siguen
Por las Calles.

XV

Avanzo en la noche por el paraíso


De la Selva y las nocturnas bestias
Me amamantan el corazón
Y vuelvo a estar perdido
Toda vez que me acuerdo
De que sigo siendo joven
Por el amor de Shaba.

XVI

Y si un día extravío o pierdo

244
La Canción de la tierra,
Esperaré el saludo
De los Pájaros aquellos
Con el Sol y la Luna
Del Agua de la vida,
Los que siempre me darán
Los buenos días
De los dulces Sueños.

XVII

Y con el pensamiento
De los que siempre esperan
Con el corazón vacío
En ese Mar de la memoria
Y en donde siguen los mensajes
En las botellas del Barco
Acostumbrado a las milagrosas
Auroras de los Días,
Shaba vuelve.

XVIII

Y yo seré y los dos seremos


Juntos también como una Hoja
De Hierba o de Ocnos
En el otoño imperdurable
Del Árbol de la vida
Y el que nos acaricie
Los inocentes rostros
De soledad profunda
De quien no me ha dejado.

XIX

El Niño aquel Salvaje


Durmiendo entre tacuaras altas
Y con la mirada puesta
En esas Islas Mágicas
Y del constante vuelo
De las imaginaciones
Que hasta serán seguro
Las últimas memorias
Que yo Cante con quien espero
Siempre vernos.
DEL HEREDERO DE
LAS SEÑALES

Te estoy llamando,
Desde el pozo asfixiante del recuerdo
Sin nada que me sirva ni te espere.

Idea Villarino

247
248
I

Crecí con la Pobreza. Habito en Ella y ni siquiera tengo para


la vida un solo momento de quejas. Lo he consumido casi
todo. Entonces qué puedo esperar más. No lo comenten
demasiado. No fui todo lo dichoso que hubiese preferido. He
roto con casi todos los pactos y los emblemas establecidos
por la felicidad moderna. Y lo que más ansío, ahora, es poder
sobreponerme a tantas y difíciles estocadas que me acosan el
espíritu.

II

Sé que lo imposible es no sufrir en estos Tiempos o que la


mejor conducta que un Hombre puede mantener es la de no
entregarse nunca. Mis pulmones han recibido el aire de todos
los climas de la tierra y yo los administro como puedo. Oh
hermosas maravillas de la Vida. La existencia humana con
quienes vivo la Pasión del Bello instinto de amanecer y el que
nos salva de ser los Per- seguidos por la historia. Esa realidad
única del Sueño que a la entrada o a la salida del Sol nos
desespera tanto.

III

Me pongo ebrio de miedo por encontrar el estado de la


Salvación que es el Huir-Huir y con el pecho cerrado para
dejar de oír el tormento de los eternos lamentos por la Tierra.
Porque sucede que Vivo en la sencillez de los días y con los
actos del valor de las Palabras que nos siguen

249
uniendo por el Camino de la vida. Y en el que nunca habré
de abandonar la idea de las grandes pasiones de las Almas.
Y, si acaso algo de esto nos sucede, alguna vez, será también
porque ya no soy el mismo que antes fuimos.

IV

Desisto de cuanto pueda resultar ajeno al Mundo de los ani-


males y los hombres buenos. Y también me Instalo en la
pobreza del Cuerpo para recibir las Voces del despilfarro
humano. Sé que ya no me quedan ganas de gritar y sin
embargo Aúllo y llamo a las Puertas de los desconocidos que
puedan reconocer mi Canto sobre cualquier Desierto de la
tierra. He dicho que me consumo en la humildad del Barro.
Entre los hombres por lo demás ansiosos de que suceda algo.
Entonces voy más allá de todo cuanto puedan imaginarse.

La pobreza me ha ofrecido su desesperación y yo vivo auste-


ro como un Pájaro de la felicidad o un pobre Perro en las
rodillas de su amo. El monte y la montaña me empujan, cada
vez más, a la furiosa creciente de los vientos y de los mares
como es el Atlántico. Y no obstante, tengo el cuerpo com-
pletamente roto, cubierto por los amaneceres de la vida.

VI

Aquí nací de nuevo. Y aquí es que estoy de Vuelta. Siempre

250
de pie mirando el Universo y espero pocas cosas de la Muerte
o de la vida. Siento que soy como un Niño a pesar de los
muchos desengaños obtenidos de la tierra. En el momento en
el que Voy a poner un pie sobre la calle, lo primero que se me
antoja es Buscar-Ver por el cielo esa bandada de Pájaros que
van huyendo todavía de los Exilios provocados en el invier-
no y para ir con Ellos. Y casi todo, porque ya no quiero ni
debo estar tan cuerdo como para tener que seguir en la ruti-
na acostumbrada de Vivir encerrados en nuestras propias
Jaulas.

VII

Vivo, les decía, con el corazón en la boca del Cerebro y ni


siquiera sé todavía si habré de tener, alguna tarde de éstas, la
oportunidad de poder sentirme libre de las esclavitudes de los
hombres y de la vida. De manera que aprieto los dientes con
las manos y me muerdo con Rabia el sentimiento de la
Felicidad perdida. Esto es la Vida, es cierto, lo aprendí desde
temprano, y hasta Contigo mismo. Lejos de las imaginacio-
nes que los hermosos Libros nos prestaron y también más
cerca de casi Todo lo quesea probablemente inalcanzable.

VIII

Para descubrir la Belleza me fue suficiente penetrar en el


Silencio de la Selva o de la Música del viento. Fue Ahí donde
dejé enterrada el hacha de las palpitaciones del cerebro
humano y del Conocimiento que aún me sigue y del que ya
no pude desprenderme nunca. Amé con rabia y con ingenua

251
sensibilidad poética el haberla encontrado, y otra vez perdi-
do, compartir los himnos de las noches. Y quién sabe, a estas
horas, si también tu corazón se acuerde.

IX

Nací de esta Tierra y me he convertido en una Rama del


Árbol con la que intenté Volar y cada vez más alto que todos
los crepúsculos del cielo o los Infiernos. Y siempre-siempre
el Sol seguirá siendo la Belleza que uno puede Ver y no Tocar
y Tú la que me inspira para estar dichoso en un jardín lleno
de Flores y entre amarillos soles con sus lámparas de la
Naturaleza humana.

Como si Todo fuera algo silvestre del pensamiento de la vida


y de las pobres almas condenadas en el Destierro. Y con esta
alegría de Vivir sin ser un esclavo de la miserable Nada.
Ahora, por fin un nuevo amanecer se abre con el Cantar del
gallo y voy hacia el Mar del mundo sabiendo que soy libre de
estar con la Belleza de los Gloriosos cuerpos en la Memoria.

XI

Ttengo para cuando la noche vuelva a ser poseída por el


Sueño el precioso instrumento arrancado de los árboles de la
Pri- mavera. En aquel preludio del cielo y el infierno, tocado
con la flauta de una hoja de papel de seda haciendo un peine
que sale de la tierra de la encantada montaña, y cuando vuel-
ve a aparecer la Luna en el Desierto.

XII

Conservo bien poco de la Infancia y me duelen Todos los


canastos vacíos de las mandarinas o naranjas de la dulce tie-
rra. Aque- llas babas del buey sobre los surcos del camino y
hasta el útero materno de un zapato escondido en la maleza
de la selva y donde sigo viendo caer los Ojos de la lluvia en
el poso de las memorias o recuerdos que no nos dan descan-
so.

XIII

Pero yo sé que llegué hasta aquí para traerles algunas


Noticias de las aves nacidas del paraíso y del instinto huma-
no o de la sobrevivencia de las Mujeres y los Hombres que
aún van po- blando el Mundo desprovistos de las riquezas
materiales. Vine a traerles el Agua y el Pan más necesario
para los más necesitados de la vida. Y todavía sé que No he
conseguido algo más valioso a los espíritus de la modernidad
o del Tiempo que una palabra, el beso, como para poder
sobrellevar la carga de Nervios que nos gastan el espíritu.
Gabriel Augusto Kreibohm / Premoniciones de la Independencia

254
Gabriel Augusto Kreibohm / Premoniciones de la Independencia

LA PALABRA TENSA

255
nnnnnnnnnnnnnnnnmmmmmmmmmmmm
I

En las Piedras que pulen las máscaras del Aire.


En las ornamentaciones del Cielo o la esperanza.
En las rasgadas vestiduras del que llega o se aleja
De la Casa con los ojos gastados de caminar
La Tierra.
En el filo de un naipe que sale de la mano
Para sellar la suerte del que espera callado.
Y en el misterio y en las contradicciones profundas
De un viejo Amor que Vuelve con las plateadas
Tardes.

En las Ciudades y en las calles


Donde aún se respiran
Los claros Monolitos del ayer o de mañana.
Y en la sitiada tumba donde el Tiempo socava
La memoria del Agua de los Ríos profundos.
En la larga ceniza de un cuerpo sin Raíz
Y que está atado a una tierra de nadie.
En la temprana noche inserta entre las ingles
De un Jardín ya lejano. Y en el fuego elevado
Que penetra en la casa vacía
Pero en la que hay Alguien que ya no espera
Nada. Y entre las muchedumbres
O por las solitarias Baldías noches

257
Donde sólo un espejo es compañía
Bárbara y Sagrada.

258
Y ASÍ SEGUIRÁS DÍA TRAS DÍA

II

Preguntarás, entonces, cuál es la noche


Y quién tu Otro pasado e irás suspendido
Como un clavo en el aire caído de la Mano
Y aún no sabrás nada.
Nada que no te lo haya dicho
El Caos de la primera Mujer
Que sembró el mundo.
Y te dirás también quiénes fueron o fuimos
Las víctimas o los Desaparecidos
En ese transcurrir de la Memoria
Y que ya dura tanto
Como millones de minutos
En el tiempo.
Y tampoco dirás Nada
Porque aún no has conocido
La verdad de las preguntas.
Y así, día tras día, seguirás peregrinando
Alegre y dulcemente o ávido de Saber
Por esas tierras que hoy tienen un doble
Parecido con la Muerte.
Tu quién o el cómo
Y ese porqué de la existencia Humana.

257
Y TAL VEZ YA SEA TARDE

III

De rostro Anónimo y cubierto por el Caos o el Crimen de


otra violenta noche que se establece entre Nosotros. Miro a
la conocida Muerte y siento que alguien te recordará sin
duda que he sido yo la víctima del tiempo oscuro. Cuando tu
rostro era algo más hermoso y tuvo que enfrentarse a los
Espejos.
Reconocerás también, y tal vez, quién sabe, ya sea tarde, la
Duda existirá por siempre, que hasta tal vez por Miedo no
atravesaste los silencios de las Puertas. Y en tan infinito
camino o después de tanto círculo difícil de pasar del labe-
rinto y nunca más próximo del polvo, querrás mirar la luz y
apenas veas como la penumbra de una Sombra.
Es decir: Nada. Nadie.

258
VÍCTIMA O MÁRTIR

IV

fuego del Sol donde se contaminan las aseveraciones del ins-


tinto humano cuyo principio o fin aún puede ser reconocible
Hoy más que nunca. Entre las largas declaraciones y los
desencadenamientos de la noche y la destrucción del tiempo.
Aunque me reconozcas y te veas entre las víctimas y los hom-
bres en los mercados de consumo de la Historia en las noti-
cias o que es ya como decir lo mismo todavía.

259
ACOSTUMBRADOS A LA IDEA

Antiguamente, dicen, que los hombres gozábamos con el pla-


cer de las comidas y con el Cuerpo o hasta quizás también
porque estuviéramos pendientes de una ofrenda mayor que la
de la Muerte. Y hasta que después fuimos casi todos acos-
tumbrándonos a la Idea de que el Cuerpo no es totalmente
nuestro. O, sobre todo, sí es que penetramos en la disputa
eterna con el Infinito y hasta que sobrevino la leyenda aque-
lla: No nos bañamos dos Veces en el mismo Río.

260
LA HISTORIA DE LA TIERRA

VI

Quién estuvo primero, si la Mujer o el hombre, poco cuenta


para la historia de la tierra o de la vida. Porque existe entre
Nosotros demasiado fuego y también la suficiente Sed de
duda para que un Gesto bondadoso adquiera la vanidad de
nuestra condición Humana-Humano. La volcánica llama del
Paraíso o de las cenizas que son igual de eternas en los infier-
nos. Y desde luego que viven escondidos en algún sitio del
cuerpo, donde habrá permanecido el Verdadero Yo de los
espejos fatigados.

263
UN DÍA TODO SERÁ DE LAS CENIZAS

VII

Oh, ráfagas del Aire, en las cuales no encontraré mañana las


corrientes de las cabezas de los Cuerpos que Sí nos pertene-
cen desde siempre. Mientras tanto ruego, Navégame. Hún-
dete en el signo del Fuego de las brasas recogidas con el tem-
blor del Miedo a los Infiernos y como un precioso fruto de la
Tierra, largamente acariciado.
Porque también un día, todo se volverá ceniza y será el vien-
to en las alturas de los Cielos. Y hasta es probable que nos
encontremos desnudos como en aquel mismo Sitio.

262
EN EL DESCANSO DE LAS PUERTAS

VIII

Sustancia de lo alegre y continuidad del hombre que va bus-


cando el infinito de los laberintos del Camino.
Así sentados en el descanso de las puertas viven los que
nunca abandonaron el asombro de estar vivos o como si fue-
sen muertos en vida, continúan. Pero todavía corean y dan
Gritos de Viva por el Amor de una Mujer y de un Hombre.

265
HABLO MÁS BIEN

IX

No quiero hablar del Pan ni de la Carne. Quisiera Hablar


mejor de aquello que en el principio y con un leve asenti-
miento de cabeza se convirtió en la Víctima de todos los
deseos. Hablo de las felices conmemoraciones del Amor y de
una vida que tal vez no pueda ser eterna.
Yo hablaba así de un Río Humano y misterioso que, no obs-
tante, deja brechas abiertas en el corazón o porque sí.

264
EN EL COMIENZO DE LA LUZ

Espacio o Miedo en el camino sin salidas hacia la seguridad


posible y de aquello que bien podría decirse que es fácilmen-
te reconocido. El Miedo a los espacios vacíos de las almas en
los purgatorios. Pero, desde qué tiempos es que venimos
huyendo el Uno del Otro en este mundo. Mojándonos la
cresta y desafiantes a las imposiciones de la vida o más
Huérfanos que nunca a la hora de las decisiones.
O desde qué perdidos dominios del instinto animal y huma-
no vamos accediendo, unos con otros, a la Razón perdida de
la fe y por una Ley establecida sólo para la senectud de nues-
tros órganos. La muerte. Sea entonces suficiente apoyar los
párpados en el comienzo del Vidrio de la tensa Luz para
tocar la sombra de un Violín viejo en la solariega Casa y que
es quizás nuestra definitiva Celda en el camino de Regreso.

267
DEL PARAÍSO O LOS INFIERNOS

XI

Hemos venido aquí, a este Mundo, bajo el furor de las múl-


tiples contradicciones del espíritu. El Amor es una vieja his-
toria y muy difícil de desentrañar. Nos hallamos instalados
en la copa más alta de un Árbol de la vida y hasta que quizás
pueda ser atómica. Y, sin embargo, creemos con más fuerza
en las posibilidades del instinto de la Salvación humana. Por
fin nos acercamos, de noche en noche, a la era de la Felicidad
perdida entonces, cuando vimos cerca cierta señal de los
Desaparecidosen un gesto que es también del rostro de los
Herederos del planeta y que también hoy vamos juntos
haciendo desaparecer Todo.

A estas Alturas, se han escrito o dicho ya tantos testimonios


de las muertes y de la Naturaleza humana de los hombres
que, aun tocando nuestros miembros, vacilamos con la Duda
de creer en lo que puede ser una Verdad de las mentiras y en
la lenta comprensión de saber si somos macho o hembra.
Total, que el ejercicio de Vivir será siempre una constante
incertidumbre. Casi como decir que no existen ni el Paraíso
ni el Infierno.

266
3

Sacrificada Ella y también sacrificado sea entonces quien


Ama todavía para luego perecer en el prolongado sueño de
un deseo y que es como la Música del tiempo rodeándonos
la garganta emocionada y con una soga al cuello. Y maldita
la hora en que la especie se suma y multiplica en días en los
que el Crimen se mueve y ceba por las calles de la melancolía
de la gran Metrópolis.

Sacrificada la Imagen cuyo dolor del pensamiento ha devo-


rado el Sol de los suplicios ancestrales, en los desiertos huma-
nos de la vida y para que luego vuelva a convertirse en una
Víbora celestial y de la Tierra. Y pobre de la Selva entonces
arrasada por las Ciudades en el sueño y los deseos incumpli-
dos de los demonios.

Y digamos, también, que el primer hombre surgido de la


Nada tuvo que ver con este Mundo nuestro y de lo que pade-
cemos día a día. Aunque afortunados seamos por el hecho de
sobrevivir a tantos golpes como sobresaltos en la vida. Y
además siendo como somos los últimos creyentes del Amor
y eso es también injusto. Los convoco entonces a gemir de
gozo y de alegría y sólo por continuar viviendo sobre estos
caminos de polvo y osamentas encontrados en la tierra y
para que la memoria no pueda ser borrada del Cerebro
humano.

269
CON EL TERROR DE ESTAR VIVOS

XII
1

Sea bien Recibida la condenada herida de la Voz que nos


invita a estar alertos de los crímenes cometidos y a mansalva
como los que se viven sucediendo un día y otro detrás de
otros. Y sea de una vez el Milagro de poder mirarnos a la
cara, aunque no sea más que por un rato.
Determinada ya la Profecía de los Poderosos y, en acuerdo
común con ciertas Tablas que nos rigen el pensamiento
humano, Creo que se deberían de abolir las impuestas reglas
o estas costumbres necias de arroparnos el Alma frente al
Miedo de los Mundos.

Porque es condición humana andar y desandar ahora descal-


zos, sobre las pálidas rosas del fuego de la Tierra y sintiendo
siempre las manos suaves en el ardoroso vientre y las gar-
gantas y hasta que se perpetúe finalmente la inocencia de los
débiles. Es la propia venganza la que así Habla con quienes
heredamos el terror de estar como los muertos solemnemen-
te vivos y acostumbrados a la miseria humana de los otros
Hombres en la Muerte. Estos Heredados días señalados por
la maldita vida que nos damos.

268
AÚN NOS QUEDA LA PALABRA

XIII

Iniciado el camino hasta las altas regresiones del espíritu, la


incógnita de los sueños aún persiste. Por qué, en qué tiempo
de otra hora extrema del silencio, ha de volver el recordado
cuerpo signado por la ley de las estrellas al Universo de la
Tierra o el silencio. Y cuándo, todavía, reconocemos aquel
diálogo de Dios con sus Apóstoles en el Libro del hambre y
en las últimas cenas de los Palacios instalados en el infierno.

Porque Nadie ignore que el tiempo es la Memoria, la que


sobrepasa el sentimiento del alma de los hombres y de la que
también Nosotros fuimos en el tiempo los culpables que bai-
lamos al son de los carnales pensamientos de la Duda. Y
puesto que casi Todos alimentamos la idea de la vida y de la
muerte, veamos en el terreno de la Angustia la experiencia de
seguir sobreviviendo a todo y revisemos la marcha que con-
cierne a los Espíritus rebeldes del éxodo y la Llama mante-
nida desde siempre por los senderos del Desierto.

El transcurrido camino en busca de la Palabra llega con la


mirada viva del Cantor que vive o pernocta como casi todos
en la tierra y con el intento de traducir ciertas Verdades que

271
tampoco se merezcan la credibilidad absoluta. Y como aque-
llo y esto de más allá, a fin de cuentas, lo mismo disipa cual-
quier pérdida o noción del sentimiento, hagamos un Acto de
buena fe y de prudencia iconoclasta. Protejamos los princi-
pios básicos y más sanos de otra humanidad ubérrima en el
paisaje de Cosmópolis.

Y porque reunir las pertenencias ante el peligro de la herida


y en la Huida de nosotros mismos o por ver de salvarnos del
oprobio humano, continuemos en ese Ir o Venir detrás de la
marcha de liberación de los instintos del moderno esclavo. Y
de la civilización presente nos vale para que imaginemos el
sufrimiento de los hombres aquellos, los que en sus días estu-
vieron siendo asimilados alrededor de los recuerdos de la his-
toria.

La que ahora trato de escribir con infinitas sumas de cosas


aprendidas en los distintos Sonidos emitidos por los Refugia-
dos. Y de las muchas Lenguas así mismo influidas por el
tema de la Libertad, que es lo que en definitiva nos hace ver
a esas criaturas Bellas huyendo del horror de los eternos
latrocinios de la tierra. Gentes bien intencionadas, según se
dice o que también piensan en el Sacrificio natural de toda
Vida humana o concebida de manera especial, emocionada,
cuando se dice esto y aquello que concierne a los Silencios
extraídos de la tierra.

272
CONSTANCIA DE FE

XIV

Porque no en vano toda Manifestación de luz de fe entraña


un nuevo nacimiento de la aurora. Y mucho más si en cada
una de las Puertas que se abren y se cierran padecemos el
reproche de no haber vuelto a tiempo o más temprano de
esto, que es ahora como un tardío gesto de la Vida padecida
en los Exilios o el Desierto. Y aunque quizás no sea del todo
el culpable de Amor por las tardanzas. Y porque no es nada
casual y, ni tampoco, que a diario aparezca escrito como un
manifiesto del Instinto. Lo lógico sería, sobre todo, que en
esta situación alguien que nos atrae por la inteligencia sobre-
viva y nos sacuda la modorra que va siendo todavía por den-
tro. Y hasta sentirnos con la defensa abierta en contra de esa
atribución de la Violencia de los géneros o las desigualdades
del espíritu. Pero no en vano, casi siempre una Pregunta
como ésa encuentra la precisa respuesta que esperamos
todos. Así el hombre Sol esperado también se siente el Here-
dero de la noche y sufre entre la Tribu de los invadidos y
junto al Hombre Condenado y huyendo de la muerte.

273
DE LA FORTUNA DE VIVIR

XV

Es de esperar, por lo tanto, que una mano de Amor algun vez


se llegue a compadecer del Viejo rostro de la sombra y que ya
nunca más se aparte de nosotros la Conciencia.
Y para regirnos en términos de otras crecidas fortunas de
vivir hagamos oír nuestro tan-tan del corazón que apenas sí
poseemos por el Cuerpo y la Pasión que deberían ser cultiva-
dos como un estado de perfecta presencia del instante. Y en
el que sólo pueden desaparecer las fuerzas de otras atraccio-
nes importantes.
Y digámonos también que si vivimos de este modo, debajo
de esta Luz en movimiento, es para que la realidad se encar-
gue de orientarnos lo mejor posible. Entre una Línea pendu-
lar y hasta oscilante que se parezca al mundo todavía desco-
nocido o como el Tiempo de la felicidad moderna.
Y si es que sucede todo lo contrario, como es siempre de
esperar, convengamos que nunca fuimos capaces de sellar
con nuestros actos un pacto de solidaridad con el reconoci-
miento del despojo o los desahucios humanos. Y esto será
recién cuando habremos conocido la fortuna de vivir o todo
lo demás sea sólo una casualidad aleatoria.

272
PORQUE ES JUSTO RECURRIR

XVI

Es necesario destruir el cerco del Círculo en el que estamos


encerrados y atizar el fuego y esparcir las cenizas por cada
corriente de aire que el viento nos permita percibir. Y hasta
es necesario, además, buscar un Horizonte nuevo para lle-
narlo con los colores de la vida. Y tanto como apretar en
nuestros puños la Palabra Resistencia y con la que Somos
invencibles. Y es justo recurrir al polvo en el Origen de los
Tiempos para reconocer ciertos retratos por el Rostro de los
nativos Herederos. Levantando la vista desde el suelo y más
allá de las distancias tropicales, el cuello en la bahía del águi-
la que vuela en la montaña o que nos dirá entonces que ya
No es tan necesaria la Idea de lo innecesario. Porque al fin
pudimos encontrarnos en cualquier parte y que no sea un
Cementerio de Nosotros mismos.

275
EL CANTAR DEL GALLO

XVII

recuperada la instancia de la felicidad posible y de que cada


Ojo de esperanza sea quien Nos proporciona una última
Visión del paraíso. Se diría entonces que este hecho pertene-
ce ahora a la pregunta insoslayable: Pero, ¿es que todo se rige
por la vista?
Quebrado el signo de la Luz del cristal roto y devuelto el
cuerpo a la naturaleza del origen, estaremos ya pisando esos
febriles lazos carnales que unen al cielo con la tierra de los
gloriosos cuerpos. Y ésta será otra visionaria idea de no que-
rer adelantarnos al Futuro.
El gesto eterno de puerilidad fraterna, por así decir, y de
espantosa inocencia en esta vida. Y, en cambio, podemos
agregar también: Esta mañana he lavado mi rostro con el
amanecer del canto de los gallos hasta quedarme ronco den-
tro de mi propia y clara oscuridad vencida. O para decirlo de
otro modo, que Todo fue hasta ahora como un hermoso
Viaje sin destino fijo.

276
CON LA PALABRA EN VUELO

XVIII

es necesario elevarse entre los cielos y las nubes y Presentir


las turbinas dentro de nosotros mismos hasta Volver con la
velocidad a chorros de agua Hirviendo en el corazón de las
promesas incumplidas. Planear la vida como un Sol entre el
océano y las brumas del anochecer. Abrir la boca, grande
para así poder sentir las Puertas de la desesperación que se
abren o se cierran a toda Hora.
Ser los recepcionistas siempre de las cosas múltiples en las
tormentas desatadas en las Sociedades arbitrarias del consu-
mo diario. Como también indispensable es, pienso, errar
entre las sombras de la duda y con la mente Iluminada.
Como si un ojo ultrasónico solo nos fuera necesario y sufi-
ciente para ver y develar tanta tristeza acumulada. Detener
los rayos cibernéticos en la penumbra. Y saber que es nece-
sario caer y levantarse cada día y siempre con la Palabra en
vuelo en lo alto.

277
EL FIN DE LA PALABRA TENSA

XIX

Hay que acostumbrar a nuestros espíritus a la idea perma-


nente del retorno y con esa fuerza superior que nos conduz-
ca a la máxima espiral expuesta en el séptimo círculo de Luz
de la Conciencia. Y escarbar en lo más profundo de las tinie-
blas de las pobrezas de la Vida.
Padecer en voz baja y siempre con una Misión atómica en los
puños. Y volver a lo más caro del cuerpo, que es la Belleza
cuando oímos que los amantes se Aman con la actitud de
quienes gozan o disfrutaron desde antiguamente del Agua y
las comidas en los desiertos, y al acercar las manos hasta la
boca de los desposeídos y sentir por dentro el renacer de las
cenizas del memorial del Fuego de la Vida.

278
CENIZAS O SEÑALES
(1973)
DE LA TIERRA

Te imagino severo,
Un poco triste.
Quién me dirá cómo eras
Y quién fuiste.

J. L. Borges
I

YO, MI HACEDOR, QUE LIBERÓ SU TRIBU,


conocedor del mal y de los días, labro esta antigua Huerta de
los elegidos con la misma Elegía con que el Sol abre los cami-
nos de la tierra. Aquí donde antes fueron ofendidos legenda-
rios amigos de la Vida, tomo la Luz del Ojo oscuro que, salu-
dando el Tiempo, no se inclina y subo a ese pequeño Mundo
permitido.

OH, MÁSCARAS DE PAPEL ASUSTADORAS


de los niños aquellos que dormían sobre los viejos catres de
familia, aún puede la nostalgia describirlas en la memoria del
que relata historias nunca del todo conocidas. No tuve ante-
pasados que ayer supieran coronar las Palabras de los valio-
sos Libros, pero sé que estuvieron en la vida del que a cuchi-
llo y sangre defiende su Agonía en el olvido.

YO, MI HACEDOR, QUE VISLUMBRÓ EN LA


Noche esa otra Orilla del camino, de pie junto a las Sombras,
manejo este destino que ni es amargo y tiene como un sabor
a despedida. Aunque mejor sería que hablemos de las Voces
que se pierden en el Mapa de la amorosa noche y de la Luna
en el que están y aún viven esos sagrados Lugares y con las
Palabras más hermosas de una Vida.

283
II

FRUTOS QUE HEREDAMOS DE LAS PASIONES,


pasiones más antiguas y en esa Música del Fuego y la Ceniza
de los Cantares he- chos de la Tierra y con la misma Forma
que cuando el Mar sale al encuentro de la vida y la redonda
Piedra del viento nos recibe Recordándonos esos nombres
por quienes volvemos a derramar nuestras semillas en el
polvo.

AHORA que el Silencio golpea en los colmillos, bajemos a esos


Círculos del tiempo donde otro Hombre emplea su sabiduría
y la iluminada noche se abraza con el cielo.
Hablemos de la Luz y del sonido que cada uno de los rostros
hoy tiene más allá de las Edades que son también los hechos
en el Tiempo.

AHÍ DONDE NO VIMOS OTRA LUZ QUE LA DEL


Campo y hasta la fría materia de la escarcha en ese punto del
alado sombrero de la Casa en donde están los Cuerpos abra-
sados a distancia, y algo que siempre nos devuelve desde un
hombro la mirada. Y AUNQUE tampoco esa Memoria esté
escrita en los Libros de la Historia o ni siquiera en los remo-
tos días de los cuartos donde habitó la infancia ELLA lo
mismo sabe y vive, lo sé como otra Sombra que tirita de
noche abandonada entre los pastos. O con la conocida ima-
gen de la pena del ancho Mar del campo casi seco entre las
Plantas y los pájaros del Árbol más antiguo que es el Mundo.

282
III

ÉL SABE QUE AGONIZA DESDE UN PÉNDULO


del Cielo y que su sangre se dilata en los albores de otra vida
mejor que alguna muerte de perros en el recuerdo o por algo
que es la historia y que, no obstante, la estuvimos aprendien-
do de las Cenizas del Fuego y lo que hace al mundo ser el
insaciable tiempo que no cesa.

CUANDO vuelvo de un Viaje de muy lejos y veo que alguien


nos espera con los ojos claros y dolidos en las Puertas del
tiempo o de esa Casa la paterna, yo estoy sabiendo que éste
es el más fiero momento y no ese otro el de la lluvia que ahí
sigue con el sueño.

285
IV

TAL VEZ como mirando de lejos y por detrás del alambrado de


púas, que es por donde el Canto regresa con los gallos de las
Mujeres y los Hombres al renacer el alba.

Y MIENTRAS empieza la Memoria, que es en Todos los huma-


nos como algo que de repente vemos estar llegando con el
instante único o agónico del Heredero en las Señales esas
perdidas o encontradas, cuando casi Todos y todo pareciera
estar llorando en un abrazo de Guitarras.
Y por las Ausencias del Alma que entre los nefastos días se
quedaron esperando o enterradas, aún hoy se percibe o pare-
ce que se Buscan.

284
V

AH, PERO QUÉ MISTERIOS SURGEN AHORA desde el fondo del


Canto laborioso de la vida o del arriero indómito y los que
nunca se rinden mientras Una sola sea la Señal de las cenizas
esperadas del cielo, y cuando éste baja y es otro rayo lumi-
noso que se extiende o que por ahí pasa por delante del pai-
saje más bello sobre la tierra sola abandonada.
por donde va la gente con las mudanzas llenas del encanto
sentido por la tierra y de las otras Almas que, como ésas,
perecieron en el barro pero no están mirando y mirándose en
un portal del Aire. O ASÍ COMO cuando uno se palpa la
realidad de tantos Sueños y con las mismas agallas dejadas
de las Huellas de las Manos trabajadas y que se aferran por
el ardor de algún fuego de la piel y de la llama que hace una
hoguera en el suelo y es siempre lo imponderable.

287
VI

EL AMOR que se queda quemando en los ojos del corazón y


con las ramas de las caricias sentidas de las Hojas de hierba
de los árboles, que son los eternos maderos que seguimos por
la tierra, y junto a alguien querido que es también el más
HUMANO, ser testigo de nuestras vidas que habita la espe-
ranza y con el Hombre perdido y que aún mantiene el valor
para poder volver al recordado Sitio en donde antes estuvo o
estuvimos conviviendo.

286
VII

Y, MIENTRAS TANTO, me alejo galopando en mi caballo de la


noche triste y donde veo pasar por los ojos que duermen cier-
tos Árboles fugaces y algo así como si huyeran con la Música
a otra parte. Y por esas calles más largas de los adioses que
ya son ahora entre las duras pedanías del recuerdo algo inso-
segable.

Y siempre con quien conmigo vive, y es como el Eco de otra


Sombra de los años pérfidos o más duros y padecidos en los
Destierros, y junto a los que no me olvido y estoy sintiendo
siempre con los años desde el amor y el mundo de los place-
res compartidos.

289
VIII

Y PORQUE DETRÁS DE CADA UNA DE ESAS


Sombras existe y siguen vivos los Árboles y el viento de las
Canciones por quien fuimos, como el poso profundo de algo
conocido y que tocamos con los ojos del Sol de las largas hui-
das del Exilio o las Palabras que están siempre amaneciendo
en los instantes más hermosos de los Cuerpos milagrosos. Y
de los seres que se aman con la fugaz velocidad del animal de
Amor en las montañas del deseo y con la mirada puesta
detrás de cada uno de los pasos que nos guían a la noche
interminable.

290
IX

Y del unánime Eco del sueño de Volver a reencontrarnos


CON QUIEN entre nosotros vive, lo mismo que alguna vez
yo quise. Tal es la vida del Pájaro que vuela sin importarle lo
bastante de los Nidos o distancias, que da el Aire necesario a
los pulmones de la Tierra en el Vacío o mientras siento que
de esta forma yo estoy diciendo la Patria y el Destierro.

Y PORQUE SI DE MIRAR LA TIERRA parezco estar Cansado pien-


so a qué emigrar entonces buscando algún espacio vacío o
liberado y sin antes haber podido recobrar siquiera la órbita
del patio de las Memorias, que es en donde están y continúan
los pensamientos del Hombre en un caballo y otra vez tra-
tando de arrancarle a la nostalgia lo que Ella sabe seguro
para llegar hasta el último destino Señalado por la muerte.

289
X

AHÍ SENTADO FRENTE AL FUEGO QUE, desde el corazón de algún


País lejano, sabía o sabe darme todavía las Cosas que son las
más sencillas para curar las heridas del ser humano y tal
como un sabio Poema de la tierra que es del Tiempo y es la
noche sólo apenas inconfundible de que crece al otro lado de
la orilla de los sentimientos que poseo por esos Valles o
Desiertos de la Luna y los que hasta ahora todavía no fueron
por fortuna Conquistados.

292
XI

IGNORO si alguna vez la tierra fuera creada para que en ella


convivan los hombres como los animales, y los que son, hay
veces igual de abandonados por las calles y por lo que puedo
hasta sentirme solo como un Árbol en medio de otros árbo-
les que viven en la Montaña o de la piedra movediza que es
la tierra. Oh, sangre Nuestra. Y LA DE AQUÉLLOS a quie-
nes ciertas ojeras del recuerdo, o de una pena que es la nos-
talgia del cielo, los vieron alguna tarde y en los mismos
Laberintos donde veo y leí que son esas manos nuestras y de
los que reparten el destino de aquel Hombre que, parado
sobre la dura tierra, mira cómo se van destruyendo los
sueños como escapados de los dichosos años de otra vida

293
XII

NADIE DIRÁ lo que la boca calle en las Orillas de los Desiertos


mundos de la noche, en donde los dioses más conocidos
hacen su cama en la vida, ni nada hará crecer el Sol más arri-
ba sobre las muertas avenidas de las plantas y lo que juntos
sembramos, si no seguimos Unidos. Y Recuerda ahora al
legendario labrador que en los diluvios de la tierra aún toca
la flauta desesperada del hombre enamorado. Y

EN ESA DURA infancia donde ha quedado vivo aquel reinado


de las Bestias abiertas sobre las brasas de los heridos quebra-
chos, cuando veo las cenizas del Otro ser que en la vida es
como tú cuando miras desde lejos esas mañanas, y el viento
de los que vuelven a celebrar en el tiempo las memoriosas
canciones guardadas en el cofre de los años y entre los sono-
ros grillos en el Alba.

294
XIII

AH, FRUTA SANGRADA POR LOS DIENTES del pordiosero del


Hambre que alguna vez amó en el cuerpo del rostro y de la
ajena mirada de otra Mujer bien hermosa y en un lugar casi
sagrado de la tierra en donde vimos un día también perderse
el secreto de lo que es el habla de las Lenguas perseguidas, y
aquello que es lo soñado y es el deseo de lo que ya no vuel-
ve, pero que permanece igual de intacto en la Estación de las
dichas de las Memorias imperdibles. COMO CUANDO LA
VIDA un día nos baja del caballo y entonces recuperamos los
recuerdos de aquellas sombras que siguen a nuestro lado y
mientras soy como otro Hombre que al fin despierta entre los
brazos amorosos del fuego y las cenizas. O del que dicen que
VUELVE en cada instante para probar que sigue vivo entre
las Cosas esas que le vamos preguntando a nuestra Historia.
El lugar de la Patria que pensé para siempre desterrada de los
hábitos y entre los altos mandarinos de la tarde, donde vivi-
mos con el testigo Sol del universo que nos trae la Montaña
de la humilde alegría infantil de los Hermanos que se queda-
ron allá lejos o solos con la Muerte.

295
XIV

MIENTRAS LOS VEMOS IR CAMINANDO entre las veteadas Som-


bras de los amargos Surcos que se abren con las miradas del
desnudo y solitario animal de la Palabra y que en el polvo de
la Nada nos da el Agua de todos y de Nadie en la Voz de los
Ríos de la tierra y en otra pelea con el Fuego de los Árboles
en la modesta cocina del amasado Pan temprano de la nos-
talgia y de esa Mujer a la que llamas Madre.

296
LA CARTA

MAMÁ, qué bien calienta el Sol, / Cuando reunidos junto al


fuego / Tu guiso de fideos huele a tierra / Tocada por la llu-
via del sereno. / Pero ahora estamos lejos, / Nuestras corres-
pondencias se distraen, / Los automóviles reemplazan al
caballo /Y los Supermercados suplen /Ese tierno momento
/ cuando deschoclábamos la tarde / Y tu esposo volvía can-
sado y ya sin Alma / A reclamar la dicha / Que ni mi
Hermana O yo tuvimos por si acaso. / Entonces, cómo quie-
res que tu hijo / Se ponga a describir con alegría / Esta vida
que nos cae / Cuando jamás el Canto ni la carcajada /
Anduvo así Bailando / Por los lugares de la casa. / Cómo
pueden pedirme / Que aquí en esta Ciudad/ Un algo de
Nosotros no se ponga / a arrinconarme por las calles. / Y
aunque tu Mazamorra dulce / Se ponga a caminar entre los
Surcos / Nevados de esta boca, / Hay algo todavía que no
sabes. / Yo no canto porque la Libertad / Empiece ya a ser
mía / Ni digo que lo que hago /Es una Suma de cosas apren-
didas. / Hablo tan sólo para curar nuestras Heridas / Y para
que cuando me Leas A solas / En el Lugar donde nacimos /
Sin entenderlo demasiado, / Comprendas que el Niño que
cuidabas / Por entonces / No Es el mismo / Pero sigue sien-
do / Como una costra más de tu cariño. / Y no te aflijas,
Mamá, / Porque la tierra para mí / Es eso que Tú vives
todavía./

295
POESÍA EN EL SILENCIO

Ni sé por qué te escribo esto,


Sólo que me encuentro indefenso
A todo
NADA

ESTE SILENCIO TIENE CORAZÓN Y SUFRE


como un Hombre largo tiempo cansado y al que Amo. Los
invito a conocer su rostro que murió quemado por esos mis-
mos bosques de las Palabras o el silencio donde los enamo-
rados aprenden a besarse. Y a jugar con lasmanos del bandi-
do o del paisano que ha conocido en otros días, por el duro
furor de los perros y caballos desbocados los Exilios.
Aquéllos que al mirarlos a los ojos me dieron la amargura del
barro que aún sale de las espumas de las llamas de otro infier-
no y a caminar con Ellos que anduvieron en tantos sitios pre-
guntando, o sin poder quedarse, como en ninguna parte.
Porque él es el día o la sombra de cualquier habitante que vio
Volar un día la tierra desde el Aire.

301
DE EL ESPACIO

II

QUE NADIE CREA QUE LA TIERRA ES


Celeste vista desde estas distancias en el Espacio o que las
altas Constelaciones de los astros ceden a la atenta mirada de
los Dioses y para que las comadres paridoras se introduzcan
entre los criaderos de las fortunas execrables. Porque por
aquí vagabundean los insaciables merodeadores de tristezas
y con los amigos de la mala fama o alguno que otro animal
doméstico abandonado a los pantanos de la noche y entre
Mujeres solas, cuya porosidad de sus cabellos caen en ávidos
fu entonces por esas calles olvidadas del Futuro o de las
Muertes.

302
DE LA TIERRA

III

DONDE LA LUNA ES POLVO DE LAS


Osamentas y hasta cómplice de los más extraños criminales
o asesinos de los Hornos en el pasado y con la Vida que de
pronto se va quedando sola, con su atado de ropas en el aire,
y volando entre Pájaros metálicos y, mientras, otros bailan
con los días, amantes de un triángulo en los cuchillos de filo
y de mantel sobre las mesas puestas de aquéllos que nos mar-
can las heridas de una escarcha en el aire.

Porque por aquí nunca más vimos pasar los ojos de la lluvia
ni la luminosidad del trompo que las Ametralladoras feroces
o increíbles nos crean cada día en el amanecer más hondo y
bello de la NATURALEZA humana. O, mientras, apenas si
nos llegan las Voces y los gemidos del Exilio con las tremen-
das Noticias del pasado y el futuro de otra Mujer abierta bajo
el Sol de la tarde y del viejo buey sacrificado ante los ojos del
último baqueano en la llanura.

Mientras, apenas si nos llegan las Voces y los gemidos del


Exilio con las tremendas Noticias del pasado y el futuro de
otra Mujer abierta bajo el Sol de la tarde y del viejo buey
sacrificado ante los ojos del último baqueano en la llanura.

301
DE LAS CENIZAS

IV

PORQUE TAN PRONTO LA NOCHE VUELVA


y me dejes nuevamente encerrado y ya sin nadie ni nada
entre Nosotros, conoceré los cercos infernales del tiempo y
esa otra pampa silenciosa que habita en el espacio infinito de
los tiempos. ME SUBIRÉ por esas escaleras de las Plantas
que son las causantes de que las estrellas boreales aborten
con sus lágrimas de iguana las CONDENADAS cenizas del
amor ardiente de la tierra y que yo vivo recordando entre vie-
jos cadáveres, conocedores otrora de las embozadas SOM-
BRAS que abarcan los silenciosos
días de la Noche. Y veré a aquéllos que pasaron por esta
misma calle del olvido y donde nuevamente habré de recor-
darte siempre como a una PERSONA que vi llegar de ma-
drugada un día con la lámpara en las manos para decirme:
Es a ti a quien busco todavía.

304
OH, RÍOS INFINITOS

DETENIDO EN ESA DIMENSIÓN DEL TIEMPO observo la rotación


celeste de la Tierra que va por los lugares, y me pierdo en
inhóspitas zonas que describo desde el Sueño lo que parece
estar más cerca, pero aún no alcanzo a distinguir del todo.
Entonces siento que soy como el ilustre Navegante aquel, el
de las Indias, que se consuela con ver por medio del deseo
que ya está llegando al sitio que quería, el de los bellos cuer-
pos y las especias que son para el amante de Natura los infi-
nitos Ríos de otra vida de amor inexorable.

303
LUGAR DE REFUGIADOS, EL MUNDO

VI

OH, PAÍSES DE LAS ANTORCHAS EN DONDE


también viven y están los cazadores de cabezas que consu-
men velozmente y, mientras, llueve el agónico Sentir de las
Palabras y como Heridas sobre los largos verdes campos ilu-
minados por la Luna. Y ya de noche, tarde, cuando Nosotros
dos estamos alrededor del fuego conversando entre bueyes y
cornadas de este Mundo.
O DE LO QUE ES y pudo ser ese pasado y el presente de la
Historia. En la injusta soledad de los espacios abiertos y
cerrados por la desesperanza humana y las razones del que
aún vive huyendo y nunca encuentra del todo ese Refugio
por morada.

306
SUEÑO

VII

VOLVÍ AL LUGAR EN DONDE EL TIEMPO


apenas si es que cuenta para los sueños del amor más pode-
roso de la tierra y que a la vez es otra Cosa muy distinta o
más eterna que una lámpara del cielo que recorre los cami-
nos en busca de algo que puede ser ELHOMBRE NUEVO
que buscamos. Y esos retratos familiares con quienes siento
a veces la Memoria y el consuelo porque puedo recordarme
de lo que siempre ha sido como un Sueño.

El tiempo que nos falta por saber exactamente lo que hare-


mos cuando el FINAL venga a buscarnos y sólo se oiga lejos
la gris conversación en un murmullo de la sangre y lo que es
todavía otra pregunta que me hago, si es que es justo o injus-
to cuanto veo entre esas RUTAS que son las de las ruinas del
espacio donde aún puede que vivan esos seres extraños y que
nos son desconocidos. Las selenitas formas que un día serán
multiplicadas, muchas, en el SISTEMA del consumo diario
de los Mundos.

Los nuevos niños que ignoran, encerrados del lado de los


Muros creados en la pantalla digital, como la Sombra de un
Robot que es otro hombre el inventado. La imagen viva que

307
la palabra Dios ha permitido, o no deja en duda, Es otro
acierto del tiempo de los días de las NUBES o la muerte que
nos traen las Señales Cibernéticas desde lo más alto del espa-
cio diluido y veloz, y casi en vano, que rueda y desemboca en
un camino inexplorado y sin salida cuando empiezo a com-
probar que no estamos Solos.

308
VIII

OH, LA PRECIOSA LUZ A QUIEN LLAMAMOS TIERRA, donde habitan


pasiones y el baldío secreto producido de una vida y otra
noche de la inefable soledad del tiempo.
EL que aparenta el mundo y el futuro pensamiento del ins-
tinto no tan HUMANO entonces y que otra fatal Visión
ordena en los papeles estudiados bajo esa Luz que sube desde
los laboratorios experimentales y con los hondos pensamien-
tos puestos en la TIERRA y lo que Vuela a lo lejos para hacer
un impacto entre Planetas revelados a posteriori, o única-
mente ante los Ojos que ya son la Memoria. MIENTRAS, la
noche arde adentro de un solitario cuarto de estudiantes y el
Corazón se mueve lento y veloz junto con Ellos, los que duer-
men el sueño eterno del Cosmos, el Universo, donde te vuel-
vo a encontrar y ver como si fueses la Señal del fruto que me
roza en todo el CUERPO y es una Luz de tierra que nada
más empieza a estar de vuelta amaneciendo en los tejados y
las estrellas.

309
SILENCIO

IX

ALGUIEN PASA POR AHÍ DONDE EL SILENCIO y todo crece y es


como si casi todos hubiesen muerto y algo más claro aún que
en las odiosas gobernaciones del instinto y de otras LEYES
de Vida de la Muerte, donde cuento los pesares que descan-
san sobre el antiguo mapa azul de la esperanza que es eso
que llamamos cielo, y cuando finalmente un Hombre ESCU-
CHA la sentencia que va a morir porque unos perros andan
cerca ladrando enloquecidos y como en una cacería con los
AMOS aquellos que persiguen a los supuestos amantes y las
VÍCTIMAS. En otra noche veloz y fugitiva que cruza el par-
que.

Y miro entonces el movimiento de los astros al desplazarse


como si fuesen PÁJAROS de alambre en el secreto espacio
de la Luna descubierta por la nave del Apolo, y de otros hom-
bres que van desde las nubes hasta otras ramas del ÁRBOL
seco y triste al que trituran y queman en invierno después del
humo y de la llama de un incendio voraz, ya declarado en
GUERRA. Y cuando recupero la forma del sueño de los
cuerpos que son amados en la distancia y vuelvo a hablar con
el SILENCIO de los pastos donde se mueven otras sombras
que nos da la victoria de la Vida y el Aire.

310
EN LAS SOLEDADES

ES DESDE AHÍ DE DONDE SE CONTROLA EL Huracán de las


Pasiones que van haciendo estragos en el PUEBLO y con el
duro Pan del polvo en la casa del hambriento, y donde espe-
ro recuperar un día el sitio que nos pertenece por ser los
HEREDEROS de la Tierra no doméstica.
La que permanece así callada o sola como un hombre en la
solemne soledad de los puertos y recuerdos donde la fuerza
física de un ÁNGEL, que es el enviado del futuro, recorre y
va por los espacios con los ojos de los que DICEN que son la
nada desde el alado techo de una Casa abandonada y en
medio del Desierto a oscuras.

Y CUANDO casi todo parece estar dispuesto para el olvido


del herido sentimiento de creer que en esa Mancha de LUZ
EN EL ESPACIO hay otra masa de aire que se mueve des-
pacio detrás del movimiento de un riguroso pensamiento de
lo HUMANO, que habita entre las dóciles agujas del reloj de
las deshoras que nos marcan los horarios del trabajo, y el
consabido compromiso de ser igual que algunos Pájaros que
van por el cielo buscando una SALIDA.

311
NAVEGACIONES

XI

OH, NAVES DE LA IMAGINACIÓN QUE DAN Inicio a ciertos vuelos


estelares y en un VIAJE como hacia ninguna parte conocida
de lugares extraños y remotos al sentimiento del corazón del
Hombre y en un PLANETA que ya extravió hace tiempo la
brújula y la guía del sendero que lo lleve desde su propia
tumba por las penumbras silenciosas y que son una SOM-
BRA DEL TIEMPO, ahí donde nos duele tanto como una
Luz de vida inteligente, aunque no del todo HUMANA.
ESA materia abandonada a los cerebros de los rayos de no-
ches y relámpagos entre Huracanes y, mientras, Navegamos
por las Islas quizás en busca de algo que es ya como un
recuerdo de la Aurora o de las Lunas perdidas en el espacio.
Y lo que todavía pasa por delante de los ojos del infante y es
ya el CANTAR de ciegos de los que viven en la vida amane-
ciendo entre los altos archivos del Cielo y del Desierto.
EN donde aún veo incorporarse la Sombra mítica del Otro
ser que busco y que deseo ver aparecer en el umbral vencido
y de la añeja puerta. Y POR DONDE continúan estando
siempre activas las arterias de las manos que me arrastran
hasta el antiguo sitio conocido de la Patria. ESE habitante de
la Nada y que es el mismo TIEMPO. Y el de las
Constelaciones derramadas por las Calles sin esquinas y por
debajo de la LUZ de las estrellas, donde temprano vuelvo a
preguntar por el Misterio de la vidao la BELLEZA de los
cuerpos que aún se duelen y se Aman, mientras Volamos al
encuentro con la nada del tiempo en el Vacío.

312
LOS CAMINOS

XII

NO ES DEL ESPACIO NI DE LOS SOLITARIOS Viajes emprendidos


desde hace mucho tiempo y sin saber, según se dice, de
dónde es que venimos ni hacia dónde vamos. Pero siento que
es necesario hablar en estos páramos de luz y de silencio de
la vida, o de la muerte de las cosas, y que en los Siglos son
quienes nos traen y llevan con la Voz rota de gritar al
Universo los secretos poderes del Camino.

Cuando describo una Visión de las Galaxias encontradas en


un mapa del espíritu y el que Gobierna el Fuego de las espe-
cies descubiertas o que también después Desaparecen como
el tiempo de los Sueños.
o mientras siento que me rozas con la frente por debajo de la
mano que acaricia al inocente Cuerpo ya desvencijado
y presiento que veo ahí de nuevo la dispersa presencia del
Hombre Nuevo en el pasado o como si ya estuviéramos
viviendo con la historia en otros Mundos de Amor tan recla-
mados.

313
LOS SUBTERRÁNEOS

XIII

OH, VERTIENTES DE LOS OCÉANOS PERDIDOS en el tropel de las


Angustias declaradas allá lejos, y bajo la sola y única eyacu-
lación de los volcanes y los espejos míticos de otros seres sub-
terráneos del camino a donde, y por esas cabeceras o
pedanías de

las Ciudades de la vida duermen como animales sueltos de


la mano de un Dios los viejos y los niños Va- gabundos.

AQUÉLLOS que aún nos aturden el corazón y, mientras, quiero


subir al sitial frío que las escaleras a las estrellas de la Noche
nos propician por los senderos silenciosos o del ostracismo
de quien cierra la boca para siempre y es el Condenado al in-
finito recorrido que hacen los pobres Refugiados de las
Guerras y de otros hombres y en las precarias Naves del
Dolor en las que van como Animales enjaulados hacia la últi-
ma estación de los Planetas.

314
ELEVACIONES Y DESCENSOS

ESTIMO QUE POSEO ÚNICAMENTE EL SOL


de las tinieblas en el Mar de los senderos de la tierra, y que
también parecen separarse en Islas cada uno por su lado y
como para seguir pensando en los Viajes que nos salven de la
gigantesca rueda de misterios o de Batallas desatadas por el
Hombre que vive en su partícula del sueño no alcanzado y
con estrellas que le son desconocidas.

DONDE también entiendo que hay ciertas elevaciones o regre-


sos que obedecen al deseo feroz de los que sufren de
Nostalgia o de otros días no menos venturosos del Destino
no querido y que nos toca porque estimo que va más allá de
toda Ley física posible. Mientras exista el Reino de la Duda
existencial, donde hasta las muñecas con ojos de porcelana
china gimen o se duelen indefensas a Todo. Y CON EL
VIENTO averiguándonos por dentro y de qué manera puedo
valorar los Signos y las Reglas que rigen a la muerte del
Viajero del cielo o de la tierra.

Y PORQUE estimo además que el Agua o el Pan harán que un


día el Mundo conocido y al que decimos Tierra se detenga,
y ésa habrá de ser la Revelación más esperada y hasta que
finalmente, para desesperación del débil o aquél que cree ser
más fuerte, pienso que otro Hombre nuevo surgirá sobre el
Planeta de la Vida.

313
NUEVOS HIMNOS ESPIRITUALES
A LOS ABANDONADOS DE LA TIERRA

ESCRIBO ahora lejos de mi casa, de mi País de siempre Y con


todos esos muertos que siempre me acompañan. Escribo
antiguos Himnos para el mundo de la violencia Criada en
todos los senos, en todos los órganos del Hombre que acapa-
ran las Ciudades. Escribo para los Abandonados de la tierra,
al emigrante que ya no espera Ver el Sol de las pasiones, pero
que todavía quiere arrancar De cada pedacito de la Noche el
sexo emocionado de las Estrellas y las bestias que fecundan
la máquina del corazón.

YO SUEÑO y no estoy solo en este páramo de la Creación, Me


rodean, nos rodean Monstruos con varias cabezas Domi-
nantes de la Libertad de vivir, y por eso ahora acudo al
Mundo de las palabras en el silencio y las que alguna vez
Serán las dueñas de la dicha Humana. Escribo por los asesi-
nos Y para las víctimas de todos los paisajes en hoguera o me
abrazo A mí mismo cuando leo las cartas de los amigos que
nunca Me escribieron, tal vez porque una Sombra de Amor
aún les Queme el hondo orificio dejado entre las piernas.

317
PATRIA DEL CORAZÓN

II

PIENSO en las estrellas que miran allá lejos perderse todos Los
corazones de los hombres y la tierra. Y las Estaciones Del
Universo me echan su brazo sobre los hombros y Canto Otro
Aleluya inmenso. Y tú, como una Mujer que siempre Espera
en el País abandonado a las Memorias, dejas salir una
Palabra ronca y seca que emociona el Alma. Te recuerdo en
Un patio donde jugaba entonces la infancia con mi sombra Y
tus cabellos crecían con las llamas y a mí me daba ahogos La
Tierra.

PATRIA del corazón, saqueada como el vientre de una perra,


Pienso en tus pies lejanos que se cuelgan del cielo de los ojos
y Cuando veo el mundo y casi todo está como en penumbras
Y yo te ofrezco los Himnos de las fieras.
Las Islas de ese lugar En las que vivo siempre y cada vez que
vuelvo para Regar a Mis plantitas del paraíso o del infierno.
Ahí, en donde nunca Podrán ser suficientes las manos que
me puedan esperar Sobre la tierra porque, seguramente,
siempre, habrían de Faltarme el Viento, el polvo. El Agua de
tus cabellos blancos En mis dedos.

320
YO QUE ESCUCHÉ TODOS LOS CANTOS

III

NO. NO es agua solamente lo que se quema aquí por dentro Y


puede que sea como algo más que un cántaro de sangre lo
Que se desborda de la tierra. Límites. Fronteras. Refugiados.
Son cosas que yo he visto viajando por el mundo. Porque Ni
todos los mármoles tallados con tu nombre ni todas Las pin-
turas del Universo se te acercan. Oh, viento que yo Recogí de
noche en los Desiertos y sin saber ninguna cosa Que la som-
bra arrastra por todas las Ciudades. Aquí se Sueltan todos los
Himnos de la viday los mortales que Nos señalan el destino
de otro lugar tranquilo donde irá a Quedarse la pobreza de la
garganta de mi Canto dando Gritos de protestas.

YO QUE ESCUCHÉ casi todos los cantos errantes por la Tierra y


los sapos en la laguna helada, vacío mi cabeza en la
Quemazón de tus campos y me instruyo o desfallezco como
Un perro atormentado de la vida en el furor de los climas y
Las Razas, y sólo tengo una palabra que siempre irá llamán-
dote Mientras viva. Oh, memoria de ese País que me acom-
paña, Jamás podrán los sexos de todas las especies arrancar
de tu Vientre de Madre paridora algo que no se parezca a un
mundo Lleno de árboles y pájaros.

321
PORQUE NO TODO ES CIELO

IV

Y PARA que cada mano que aísle a tu Cabeza muera en


lasPizarras de la lengua, o para que cuando veas encenderse
los Trapos que te están cubriendo el corazón, recuerdes los
ojos En las Piedras que te llaman, Yo te entrego esto y lo que
está Podrido o lo que siento que puede estar a punto de morir
o De salvarse. Viejo País de un tiempo, donde la Memoria
Seguirá vomitando sus dientes de aves o de caballos.

PORQUE no todo es cielo ahí debajo de los pies ni es náufrago


El Viento viniendo desde tantas manos. Somos también la
tierra Que arde sobre Ríos de sangre y a todo color, en vís-
peras de los Climas próximos. Somos una Ciudad metida
dentro de otra que Aúlla sin desesperar,en medio de un tris-
te Círculo de oxígeno Que se escapa como puede, y yo tam-
bién reclamo para tu bello Cuerpo de animal hermoso una
tempestad con las raíces de las Plantas del agua y a favor de
ciertas cataratas del espíritu Aún no Descubiertas.

RECLAMO el sol que haga parir la noche de la piedad o del


Auxilio. El aire que se va perdiendo de entre Nosotros como
Algo ajeno al Mundo al que pertenecemos. Y, si acaso en tu
Cabeza pueden hoy cantar todas las ranas y las bestias de la
Vegetación, será porque en la calle de los amantes habremos
Presenciado una vez más la caída de los dioses. Entonces,
para Que te Pongas a Vivir como se debe, es que he desco-
nectado al Cuerpo de la máquina, y lo que llueve ahora es
Música de la Tierra viva.

322
VEO EL MAR Y LA TIERRA

TODOS LOS DÍAS las Ciudades y sus gentes se confunden


Conmigo y yo me confundo en las cosas del mundo. Veo la
Tierra y siento los dos ojos del sol posados sobre la Lengua.
Veo los ojos de millones y millones de hombres y mujeres
Devorados por un círculo electrónico. Y veo también una
Casa que arde y dentro de ella a una vieja pareja de ancianos
Que se mueren. Y veo también el sol de las Estaciones, Pero
esta vez tendido sobre un campo que huele a sangre y A
gemidos. Y veo también lo que habrá de venir antes de que
Termine el viejo Día.

YO VEO ese color del pelo de las criaturas en el vientre de Cada


uno de los hombres. Y veo las manos de los Inocentes
Llevarse un pan alegre hasta la boca. Veo el mar y la tierra, y
sé Por todos los Ojos que me observan que ahí delante se
están Quemando las Banderas. Yo veo lo que no quiero para
nadie y Ustedes tienen también ojos, boca, corazón y oídos.
Cuerpo en Sufrimiento para prevenirse del Futuro.

323
ES COMO TOCAR LA LUZ

VI

ES COMO un volver del tiempo, de la Luz y de unos Ojos


Abiertos que ya no quieren caminar desnudos con el Sueño
Vedado de la vida. Pero ahora, los corazones de la Ciudad
Prometen mi abandono y yo los lloro. He ahí ese rostro de
Mujeres y de hombres, y lo que más me vincula con la tierra
Es la Memoria. Porque yo soy como un río Extranjero en
Manos del Mundo y hasta me pesa ser la Piedra. Es como
Tocar la Luz y no saber qué cosas existen dentro de Uno.

AHORA, cuando cada color de cielo que conozco nos Ilumina


la sangre del cerebro y se despide, quién sabe hasta Qué hora
ni punto del camino, clamo la muerte y gimo por Ver apare-
cer lo ya vivido. Y nadie tiene idea del número que Pienso y
se divide en ángulos concéntricos o agudos. Y es como cerrar
la boca y continuar repartiendo escarapelas En los pechos de
los adolescentes en la Plaza O con la marcha de un Tren que
nos convida a irnos Para siempre de la conocida tierra. Pero
sé que nadie se alejará de entre Nosotros Porque Vendrá de
nuevo el día y se quedará la Luz De la pasión viviendo en
Todos.

EL CUERPO late y la cabeza en todo su organismo Viaja al


Centro del pecho donde la primavera se abre en el sexo de
Las Flores y los lugares vírgenes. He ahí entonces el Sueño y
la Desesperación que cualquier hombre enamorado De la
vida puede alcanzar o debe. Y es como escribir el Poema en
el alba de los Asesinos.

322
OH, FRUTOS DE LA DESESPERACIÓN

VII

PORQUE aquí los Ríos de las peregrinaciones se unen al mor-


disco de la Piedra tallada por el hombre, Yo como de mi pro-
pia carne y bebo de mi sangre la pasión de tantos Días cuan-
do un rostro distinto se me acerca a las vértebras más puras
de la Lengua que habla. Inicio los grandes descubrimientos
como es el del cuerpo de una Mujer en plena noche y que se
ofrece al mejor postor de su agonía. Y digo entonces: Ah, los
míseros comienzos de esa otra vida nuestra que ambula por
los siniestros Rincones del rencor o la venganza.

cuando el corazón elástico torna al ámbito discreto del


Cerebro y la palabra se interrumpe. Pero de verdad, yo
no conozco sino el Canto del viento entre los húmedos
cabellos de Ella o de Él. Apenas si la Furia del cuerpo
de la nostalgia que es la cabeza sin ojos, sin oídos o casi
como un esqueleto ciego.

CUANDO me despides y sufres por las Estaciones de los Trenes


y como todas las Máscaras de mármol que mi sangre se ima-
gina, no veo sólo una Ciudad, miro el pecho del mundo. He
ahí los frutos de la desesperación humana, la mano colgante
desde el clavo durante tantos Siglos de agonía y, mientras,
ante la Luna del espejo, vuelan los pájaros de la Dolorosa
muerte de las huellas en la Ausencia. En fin, la vida próxima
que nos tira de la cuerda de vivir, haciendo espuma del palo
de los Tiempos de la hoguera.

325
CIUDADES

VIII

PERO si todo vuelve con la noche de los sueños a perturbar los


paso s tropezando dentro de la cabeza Y cuando ya han que-
dado atrás, en otro lugar o en otro País, los rostros que ya no
os darán los buenos días. Pero es así como se brinda la vida
y en constantes Vigilias para la recreacióndel Mundo que
nunca termina de llegar o ni nos dejan ver. Sin embargo, la
esperanza todavía cría senos de la materna Leche en los ojos
de la Tierra. Mientras, un Yo triste y violento nos sacude la
Sangre de los intestinos y lloro las Muertes conocidas por las
Manos de cualquier habitante de Capital desconocida.

326
HOMBRE

XIX

HE AHÍ LA TIERRA, junto a los ángeles de la ira y con collares


de sapos colgándoles del cuello y el corazón abierto, y como
apenas destruido, muy a pesar de esas Ciudades llenas de
Muros y Fronteras para los extranjeros que se ofrecen a la
Luna y el Sol de los solsticios cuando la Muerte se lleva lo
mejor de Uno y de lo mismo. Y pienso en ti, Hombre, como
en esa Mujer que mira Desde el vientre la escena del diluvio
próximo. Y, oh, Ellas que desgarran mis ropas, los Cabellos
Con la punta de los zapatos en los huesos, devorando En
pedacitos la Suciedad multiplicada de los Días.

PERO si todo Viene y va con la Destrucción De las


Metrópolis, hasta atacar la Simple rama del árbol Indefenso
de la vida, a quién puedo dedicar mi Canto de Agua pura.
Este Hilo de sangre recogido brutalmente de los caminos de
la tierra y al que la vida fue tiznando de a poquito o hasta
dejarlo imperceptible. Y porque cualquier Río del tiempo y a
estas Horas es o pudo Ser para mi pobre Corazón la misma
perra vida. Y ser Todos Los cielos y el Recuerdo.

327
AGRADEZCO

AGRADEZCO a las Ciudades conocidas con el corazón Del


cuerpo que es Uno y son también todas las cosas dentro De
él. Y siento que soy ese timón del viento que conduce al
Pensamiento humano y el que lo vigila en medio del desier-
to Y de tantas piedras acechándonos la vida. Hombre de
cualquier Sitio del mundo, también te debes semejantes obli-
gaciones para El que marcha con el rostro descubierto y toca-
do por las lágrimas Y un palo entre las manos. Te doy la bien-
venida de la Aurora y Para el que ha muerto también pele-
ando por lo mismo, La Voz emocionada de mi Canto. Y por-
que quiero que se sepa Que esto no es ningún Poema sino
algo que aún no sé Cómo explicar quisiera.

YO AGRADEZCO la Voluntad de los hombres que permiten


Escribir sobre la vida, como agradezco al ojo y a la Lengua
en Todos los idiomas de la tierra internándonos más allá de
las Sombras que siguen en la calle. Agradezco el Sol que nos
presta La luz de las vigilias y por medio del cerebro y lo
demás es lo que Intuyo será lo que vendrá mañana. Avanzo
entre las Multitudes Y junto a los hombres que Cantan a la
vida hasta después de la Victoria en contra de los enemigos.

PORQUE LA TIERRA es siempre nuestra y tiene que ser Libre de


las opresiones. Dejo la Flor del Árbol en cada tiempo o en
todo lugar y desde el momento en que los Ríos están casi
vacíos y el alba es otra herida de las enfermedades
del espíritu. Y canto también con esa Voz del Barro de las

328
calles para el día que se va Resquebrajando en los ladridos de
la sangre. Y agradezco a la vida el no haber muerto para
poder estar de vuelta construyendo otro Futuro mejor sobre
las destrucciones hechas por los poderosos. Y durante tanta
Cosa injusta que nos dura pero sin entregarnos nunca.
Agradezco a lo que es Suma y se divide entre las Manos
como el Pan de la alegría y porque YO AMO LA BELLEZA
HASTA EN LO ÁSPERO.

329
CANTARES I
DEL FUEGO Y LAS CENIZAS
(2014-2016)
CANTAR DEL FUEGO

Me celebro
Y me canto a mí mismo.
Quien toca este Libro
Toca a un Hombre.

Walt Whitman
I

CANTO EL FIN Y EL PRINCIPIO que es de todas las cosas y en el


Verbo: La tierra en la que vives y yo vivo estos momentos que
son como otro instante inseparable de la vida o de la muerte.
Y algo más que quisimos y está siempre ahí presente, entre
los días que son los del Amor por alguien y de los que Uno
nunca termina de acordarse.

II

CANTO A LOS PÁJAROS Y LA TIERRA POR todo aquello que


aún recibo andando en tantos años en la Vida. Y desde
las Estaciones en el mundo con quienes vuelvo a decir
aquellos nombres que un día nos hicieron ser algo más
dignos y para los que sólo el Hombre tiene una mirada
agradecida. Oh, Patria nuestra.

III

CANTO LA BELLEZA DE ESA ÚNICA MUJER que en los desiertos


del Destierro me acompaña, y por el privilegio de tenerlas
manos, las que un día me dieron a elegir lo que el deseo nos
pidiera. Las caricias del aire y de la tierra con la espera de
volver a vernos, pero que quizás ya no será posible.

333
IV

CANTO EL MEMORIOSO TIEMPO QUE LOS Mayores en la tierra me


enseñaron, hace ya tanto de esto y con el sincero sentir de la
Escritura de las historias inefables. Las Islas de las Lunas
prodigadas en el desierto del corazón de una Mujer y un
Hombre y con las íntimas palabras que son de ese lugar que
ignoran muchos de la Vida.

Y CANTO TAMBIÉN EL HECHO DE ESTAR aquí reunidos y brin-


dando por la Patria de los curiosos y secretos Libros que no
se dieron a conocer pero que he leído como si fuese lo
Sagrado en mi pasado provinciano y en donde oí desde tem-
prano los pasos emigrados que llegaban a los patios y nos
hicieron ver y sentir que continuamos vivos.

VI

HABLO DEL MUNDO EN EL QUE HOY NOS encontramos con el


hombre que persiste con sus Bases, y el que está también en
las manos y las miradas de la perfidia padecida en los Exilios,
ayer o desde siempre y hasta después de tantos años vivien-
do entre las guerras padecidas.

VII

DIGO DEL ABRAZO DE LOS HÉROES QUE nunca abandonaron las

334
partidas y siempre demostraron Ser lo único que tenían que
ser y sin ningún otro interés que la Pasión que nos define y
une como Argentinos y que el poeta dijo: Ese destino
Sudamericano. Y con el pensamiento puesto en la Belleza
que nos lleva por la vida y a ser una parte importante de este
Mundo.

VIII

CANTO A LOS ESPEJOS MEMORIOSOS CON el sentimiento por la


Tierra en ser esa otra parte de las fotografías en el recuerdo y
lo que aún sigue siendo el gesto de Otros hombres, y los que
también lucharon con hidalguía o dignamente por dejarnos
esa conducta de los seres insobornables o igual de intacha-
bles. Y para ser como Ellos y los mismos que nos cuidan y
nos guardan en el Museo de la Memoria con los misterios de
la tierra.

IX

CANTO A LAS PALABRAS QUE UN DÍA, en la Leyenda de los tiem-


pos, fui encontrando para enseñarme a discernir entre lo que
es bueno y lo que es malo, y así poder seguir en el Camino
preguntando: En dónde están o qué se hicieron esos
Hombres a los que el viento terminó llevándose el secreto,
Laberinto en donde aún se oye hablar de la Memoria y de las
Voces enterradas o entre las perdidas ocasiones por hallar la
Pasión que los Cainitas hermanos no mataron.

335
X

CANTO AHORA POR LO QUE NUNCA habremos o irás a equivo-


carte y, sobre todo, cuando Leas la historia verdadera de los
Hombres y de Eso de lo que también formamos parte en los
supremos hechos de la vida. Y lo que es la muerte para siem-
pre. Donde el tiempo existe y has vivido cultivando los terre-
nos baldíos o sembrados de poesía y por las Manos de los
más humildes que hicieron a la Historia.

XI

CANTO TAMBIÉN Y DE OTRO MODO, TAL VEZ como en el último


destino de los hombres, en la Batalla diaria que libramos con
la Nada y a la que otros todavía discuten en un recóndito
pasado. Y con las acalladas sombras de las voces que están
sentadas alrededor del fuego de la noche y ante la simulación
de los infiernos padecidos, con un mate acariciado por las
manos y los ojos de otra enjundia de amor que mira aparte,
la soledad de las estrellas y las lunas.

XII

DIGO LA VOZ SUJETA A ALGO QUE PARECE ya invisible pero que


habita en la Memoria de los tiempos y a la que tantos, por
principios, nos debemos. Y está en los actos y las ocasiones
Manifiestas, por el causado agravio que significan las humi-
llaciones de las esperas y mentiras desatadas en otros años. Y
del olvido también y, qué caray, inmerecido de un recuerdo
que tengo o que llevamos dentro, o sin siquiera despedirnos

338
en el Éxodo.

XIII

CANTO ESA MANERA TUYA Y QUE ES LA del amor por algo que es
inolvidable. Y por ser tan cierta entre los vanos cielos y las
calles vacías o implacables por donde aún hoy vamos transi-
tando, nerviosos o inseguros de no estar viviendo para eso,
que es lo que vinimos a hacer sobre la tierra. Entre los días y
cargados con las criaturas inocentes y las Familias que van
por la llanura y entre las obligadas Piedras repartidas por el
Mundo.

XIV

CANTO A LA TIERRA DEL ANÓNIMO SER que, en el misterio de


querer saber, camina preguntando por qué es que tengo o ten-
dremos aún ese deseo de escribir las cosas que quizás para
alguien ya ni ocurran aquí o más debajo de las flores de las
piedras de este Lugar que llaman el destino del ser más
Peregrino de la tierra. Y con el arrullo de la música materna
y de las remotas aguas en cuyo corazón late la Memoria de
los conocidos Tiempos.

339
CANTAR DE LAS CENIZAS

Yo no vengo
A resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
Y para que cantes conmigo.

Pablo Neruda
I

QUIERO DECIR AHORA ALGUNAS COSAS QUE quizás pudieran


con el tiempo ser esa mirada tuya que subyace dentro, en
los ojos perdidos del silencio y con los golpes que cada
vez más nos sacuden bajo el pecho. La emoción de la
Memoria del austero pensamiento que va desnudo, por
los desiertos alambrados de otra vida muerta.

II

EN LAS CIUDADES PODEROSOSAS DONDE otros seres más o


menos piadosos nos fundaran en la Tierra y que son
desde entonces el sitio donde veo una vez más el rostro
de la luna y los espejos adorables de las noches en donde
siento igual esa infinita sensación de estar de vuelta entre
los árboles, y la casa de los que aún crecen con las Cosas
hasta el cielo. Y los que me llevan todavía en las canciones
con el Hombre que vive entre Nosotros.

III

AQUELLOS PAYADORES ÚLTIMOS EN EL LLANO y la Guitarra


negra bajo el poncho que un día y allá lejos me ofreciste,
y se quedó colgada en un momento del sueño montaraz
de los recuerdos en los que algunos vivimos todavía
sumergidos con los pájaros y, aquéllos, los que vuelven
de despedir a la Cautiva de los terribles Mataderos en
el Desierto.

341
IV

CANTO DE NUEVO ALGO QUE FUE TAN NUESTRO y hoy es como el


remoto pasado de la Historia de lo que vive en la memoria y
entre los años de un jardín de fiesta con las luces estrelladas,
y en la casa que sigue oculta entre el ramaje de las plantas y
de esas Cosas que son inseparables de las raíces de la tierra y,
tanto, que todavía no puedo contemplar sin el Dolor de amor
por la poesía que me acompaña en el Camino en el que hay
veces me voy nos vamos quedando algo más solos.

CANTO ESOS DÍAS QUE TAMBIÉN se llevaron de nuestro lado para


dejarnos el Alma entristecida en el antiguo andén de la esta-
ción del Tren de nuestras vida. Y lo que fue del Miedo que
persiste todavía y nos reclama por el hecho de no haber sabi-
do pelear por un destino favorable y es algo de lo que nunca
habremos de olvidar aunque sea tarde.

VI

CANTO EL RECUERDO QUE NOS HIERE EN ESA esquina del tiempo


y de ese Barrio con sus casas y los naranjos en donde el
Peregrino acento nos delata que entre nosotros vive y existen
como Piedras, las Lenguas y las Montañas, ésas que nos des-
cubre el Campo en un magnífico caballo que es del Gaucho.
Y los que aún van por los senderos llevando una Mujer y un
Ángel en ancas o con la guitarra puesta a modo de una ban-

342
dolera en las espaldas y la garganta a punto de estallar por las
palabras infinitas.

VII

AHORA QUISIERA NOMBRAR EL FUEGO DE UNA piadosa historia


descubierta en el portal de los que son esos caminos intermi-
nables y en el que todavía nos queda la reserva de la
Resistencia, pegada a la mirada, en donde siempre fuimos lo
que Somos. Y Canto a aquellos Hombres que lucharon por
salvarnos del oprobio de ser Vencidos y que con esto hasta
nos enseñaron el valor de la palabra en un abrazo.

VIII

Y CANTO TAMBIÉN AL HOMBRE AQUEL, EL SENTENCIADO, y por la


triste Voz en la guitarra del tropero que protesta por la boca
del poeta y del que canta cuando nos dice aquello: La Patria
es un recuerdo que está siempre vivo. El Pensar es de otros
sueños postergados pero que igualmente sigue entre noso-
tros, vivo como un milagro imponderable de la tierra que
habla. Y con las señales que Heredamos de los Malones y
por ser Libres entre los límites trazados por la muerte en las
fronteras y de los creados escuadrones junto con los que ya
existían en la vida.

IX

VENGO A CONTAR LA FIESTA DE OTROS DÍAS en un episodio, en el

343
que una mujer encinta en un Teatro como el de las
Rancherías fue el personaje y el puñal del hombre solitario
que la invoca dentro de la Historia. La madre de todos los
principios y lo que queda demostrado a veces bajo el poncho
de un Gaucho subido al escenario y que sin saber lo vemos
santiguarse y luego acometer matando y así librarse de todos
los demonios.

DIGO TAMBIÉN LAS SOMBRAS DE LOS ANTEPASADOS pobres y


valientes o que así siguen sin gloria ni medallas enterrados en
el polvo de la historia. Desde la vuelta de Obligado y hasta
las benditas Catedrales que nos dan las parras labradas para
el vino patatero. Y lo que aún evoca los portales de las anti-
guas casonas de Palermo y en San Telmo. O las que nos espe-
ran siempre con sus Cosas hechas jirones de la Tierra que
Habla y por la boca de los Hijos en los caminos de la gloria.
Tarde.

XI

CANTO ESE ESPEJO TUYO Y QUE AÚN ME MIRA desde el perdido


Libro y el que no pude terminar de escribir por los Huesos
encontrados en esa larga y honda zanja oculta, y a propósi-
to, y que es la Real literatura. Aquélla que nos descubre las
razones generosas de los Molinos que sacaron el jugo del
azúcar de las Cañas. Y con el sentimiento poderoso de los
Héroes y de los que viven siendo los Sobrevivientes. Y los
que pensaron y sienten

344
como quieren, con la honra feliz de la Memoria y junto a
Todos. Los que nos dieron con su vida lo que se podía dar
a conocer con el ejemplo y es la certeza de los numerosos
hechos sucedidos en las caídas del Hombre en los Infiernos
infinitos de la Tierra.

XII

NOMBRO ENTONCES EL VERBO QUE EN EL PRINCIPIO de los días,


quién sabe, es ya como el mismísimo Amor con que apren-
dimos a mirar desde un baldío en donde aún sigue la alegría
o la tristeza del Cantor, que en la injuriada vida es todavía la
Resistencia contra los enemigos implacables de la tierra y de
las poderosas pesadumbres que nos recuerdan aquel Tiempo
que hoy seguimos manteniendo en la memoria y con las
Señales de lo que nos unen a esta noche mágica en la que Sí
hay alguien que escucha
los Cantares.

XIII

EL CANTO DE LA EDAD DEL ORO Y DE LOS RÍOS DE GLACIARES y


hasta las muchas Muertes concebidas en esa orilla de la
Tierra que perdimos un día por el Éxodo. Y el que Hoy
todavía mantenemos en el Sueño. Y siempre juntos día a día
y con las recordadas Sombras que no nos dejan de estar
acompañando en este sitio y el escenario en el que también
la vida es un eterno laberinto de la Historia.Y de los Libros
que se escriben y se Suman por debajo del Sol y con la misma
luna, que son los de los astros que nos miran y veo y com-

347
pruebo que nos guían por el Mundo. Entre las fraternales
manos y el abrazo que sentimos desde el día al otro lado de
Las Fronteras o los Muros en donde el Hombre vive, habita
y es para siempre el Heredero de las Señales y los Cantares
del Fuego y Cenizas.

346
CANTARES II
DEL FUEGO Y LAS CENIZAS
(2014-2016)

En una tarde antigua


Cuyo paso de loba
Fue liviano a la tierra
Pero no a la memoria.

Leopoldo Marechal

347
I

EL PRIMER CANTO ESTALLÓ CON EL AMANECER, cayó sobre la


verde hierba y luego fue recogido dulcemente por los queri-
dos abrazos maternales de la Tierra-Madre y por el Aire. La
primera Canción dicen también que estuvo en las gargantas
de los Árboles y hasta que otros seres buenos vinieron y par-
tieron hacia el Destierro para volver un día tarde. Pero con la
misma alegría de los cuerpos liberados de los encierros en las
jaulas.

II

ENTONCES CANTO LOS DÍAS Y LAS NOCHES de las primeras Letras


balbuceadas y que como una Fantasía del Silencio y de los
que aún hoy viven en Ellas y son como el Hijo de todas las
Palabras en la tierra. El día cuando quise saber en dónde es
que estaban esas Sombras de mis pasos en otra parte del
remoto pasado y por lo que tampoco encontré Nada.
Mientras, solo se fue desovillando el Hilo de otra colcha anti-
gua y con el Canto de la madrugada o como si fuera el
mismo cielo el que lloraba con la recóndita memoria de
Gauchos y Paisanos.

III

EN LA MEMORIA AHORA HAY UN PAÍS LEJANO y gastado por la


espera de quien también es otro Árbol al que extrañamos
demasiado. Pero el que tampoco sabe de las flores amorosas
del Camino y que, en el invierno desalmado de las horas

349
frías, resulta el calorcito Espiritual de la materia que arde. El
Canto de la mujer y el hombre en las Fronteras que todos
recordamos y tanto, ya entre las duras Soledades de los cam-
pos y con quién sabe en dónde o en qué lugar de los recuer-
dos tal vez volvamos un día a estar mirándonos.

IV

DIGO EL DÍA EN EL QUE ALGO COMO EL VIENTO Dicen que lleva


y trae con la Mirada puesta en un papel de diario y dentro de
Uno, el Cantar del pensamiento encarcelado al que instaura-
ron las distancias del Destierro. Y en el centro del corazón
del mundo y las ciudades levantadas entre los Espejos de
unos Ojos claros que aún nos miran venir por esos sitios y los
que están ahí como grabados para siempre. En la Señal del
Heredero que corta el Pan en dos mitades y lo reparte entre
su Tribu y con los cielos y las noches de otra tierra conocida
de Hombres perseguidos.

CANTO ESA CARNICERÍA HUMANA por las Calles, donde ofrezco


la Voz clara, el testamento de una Gente y con cuya multitud
yo estoy Pensando en los infiernos desatados en la vida.
Hablo de nosotros o de la Patria y de otra puesta de Sol en
cualquier parte. Del mismo modo en el que hay veces que la
tierra sabe ser más bondadosa que la obsequiada noche de
Amor y tú el más dichoso de los hombres. Y porque todavía
puedes vislumbrar todo esto que ahora veo por la naciente
Luna en los espejos y entre los altos cerros de la gloria en

350
donde aún nos vivimos despidiendo.

VI

CANTO EL ESTANQUE Y BEBEDERO que es donde el Emigrado


corazón vuelve a rozar el aroma de las piernas y las manos
que le hablan. Desde el pecho y entre las verdes copas de los
Árboles talados por el viento del otoño y con los pájaros que
cantan mientras digo estas endechas populares. Y con la
inmensa alegría y la camisa rota de un hombre campesino y
pobre que recuerda algunas noches y los días de sólo agrade-
cido por el soplo de Luz que sigue estando en frente. Ahí, al
través de la Ventana próxima de un dorado cielo y donde
sueño con un Mundo mejor e injustamente enajenado y por
lo que no puedo menos de Cantar esto que siento.

VII

OH, TÚ QUE LLEVAS EN LOS OJOS Y EN los pies la Zona ecuatorial


de los destierros, y en los eternos trópicos del Norte el Aire
de más aquí como un cansancio doloroso en las espaldas y
por las pérdidas de largas Generaciones en los combates. Y
canto también porque en tus dulces ojos he visto, y muy a
pesar de las tormentas, las Huellas de las manos de la tierra
en los desiertos. Y cuando andando lejos o huyendo todavía
te recuerdas de Ella o cómo las has querido y enmudeciste en
esos días de fríos o de color humano, porque también pensa-
bas en la caída de tus Dioses.

351
VIII

HASTA QUE AÑOS MÁS TARDE TAMBIÉN cuando, inclinado o de


rodillas ante los Gestos de la imagen de los Emigrantes, sus-
piraste (aún guardo todavía esta impresión) y me convidaste
a volar con esas Alas de los ángeles que son las tuyas y una
vez más aparecen como perdidas en un Océano del cielo. Y
yo me dije entonces o sin demasiado asombro: Más o menos
así debe ocurrir cuando se toca el Mar de la Tranquilidad del
Universo o esos dolidos lugares del infierno. Y fue recién que
te vi y comprobé que Nosotros éramos y estábamos tan solos
andando todavía bajo la Luna de la Patria.

IX

Y VI TAMBIÉN, ME ACUERDO, cuando por el cielo de Buenos


Aires pasaban los Aviones y el Sol quemaba dentro en las
pupilas de aquellos Vencedores y Vencidos, frente a la esta-
tua de la Libertad de la Pirámide de Mayo. Y con el frío de
los que saben decir desde bien dentro esto fue desde siempre.
El mismo espejo, el mismo collar, la misma vaina en donde
hasta las palomas se siguen picoteando entre las Nubes
cibernéticas y la flor seca de otro otoño imperdonable. Eso
que queda todavía junto a los zanjones de un Basural de
muertes en el alba o hasta que finalmente todos parten y
vamos al Destierro.

352
X

PERO AQUÍ ESTAMOS SIEMPRE con la Caña de Azúcar metida


entre los dientes o junto a los pies helados entre los braseri-
tos de leños encendidos calentándonos los Huesos con artri-
tis y soñando con un Mundo feliz en las costillas. Ante las
ardientes brasas y de un negro ternerito degollado. O como
pidiendo simplemente una caricia sanadora que nos salve del
dolor y el sufrimiento de pensar de esta manera o con esa
forma por todo lo que queda.
En la pendiente de la Plaza San Martín y abandonada donde
en otros días amábamos los Trenes de los sueños rotos de los
adelantados Refugiados que éramos. Inmigrantes o ham-
brientos de Paz y de esperanzas mientras dormíamos el
Sueño de otros Héroes en la borrasca gris del universo, donde
seguimos oyendo la Música de la recomendación de siempre:
Hijo, nunca te olvides de que aquí estamos esperándote.

XI

AHORA RECREO LA CIUDAD Y VEO EN la noche profunda entris-


tecida la casa pobre y sola. Aquel lugar en donde todavía se
sueña y yo vivo despierto con la Voz de la esperanza o como
si una Bandera desde lo alto del cielo nos trajera la Canción
dulce de los pájaros que sueñan, y algo asustado quizás por
lo que si tiene que llegar vendrá seguro cuando Dios quiera,
que se dice. Aunque no todavía y, mientras, espero con la
mirada siempre de un Niño Adolescente sin juguetes y con el
rostro en los espejos de la Vida o de la Muerte, mientras pien-
so en la monstruosa Soledad de las injustas Villas de
Miserias.

353
XII

Pienso y canto en un momento de la asesinada Gente y


durante tanto tiempo esclavizada, traicionada y con las men-
tiras ajenas de la Tierra. Donde las veloces Computadoras
del amargo sistema de consumo arrojan sobre el blando
corazón de las Mujeres y los Hombres los balances rotos por
las Crisis y con las Democracias por las que luchamos siem-
pre. Y sólo porque tengo estas ganas de Vivir y seguir recor-
dando que aún la lluvia cae y es sagrada y seguirán los vien-
tos golpeándonos en la cara y hasta tarde o hasta que el tiem-
po pase finalmente con un Canto de las condenadas almas en
el destierro.

XIII

Pero también les digo con amor y esperanza que seguiremos


juntos Resistiendo y unidos desde que empieza el campo con
la siega de las manos vacías y los ojos abiertos como hace
muchos años otros lo hicieron y hoy lo hacen todavía en
nombre de la Patria y las civilizaciones ya perdidas. Antiguas
y modernas de la eterna Barbarie, como es aquélla que vive
detrás del Alambrado de un lugar del Mundo y en donde
siempre, acuérdate, se acometió matando la sonrisa de un
Niño al lado del Abuelo Padre que está siempre esperando
que los duros inviernos pasen de largo y los pájaros Canten
otra vez al Aire.

354
XIV

Esta es la flor del ceibo de mi canto que vive en las gargantas


de los que quieren seguir diciendo algo del que vive entre los
Mausoleos. Los colectivos y los Trenes horrorosos del
Holocausto sin horarios. Y con el peso de una Carta a cues-
tas cuando alguien nos escribe y dice: Te extrañamos siem-
pre. Y hasta que en medio de la multitud desesperada nos
quedamos solitos y abrazados en un recuerdo de la Plaza
Independencia donde sobrevivo a Todo repartiendo Versos
que son como papeles escritos y pintados en el aire. Y en los
que se pone en claro Vamos-Vamos, todavía. Hay que seguir
luchando, pienso. Hay que estar Unidos siempre y por aqué-
llos que en la muerte de la Historia nos anteceden en un
Cuadro de pintura de los Fusilados.

XV

Postales desde tierra santa o barrios de las Juderías y los cris-


tianos Árabes desfilan por el viejo Pacará de los encantos de
los gringos criollos o mestizos de la Tierra de la Feria y de los
Pueblos, en donde siempre viven floreciendo las campanas o
naranjos que llenan los espacios vacíos de la pena y con el
aroma desprendido de las empanadas que salen de las manos
de las ollas populares y eso que tanto cuidan las Mujeres a las
que vuelvo a encontrar en cuanto Vuelvo a Cantar y me
recuerdo solo.

355
XVI

CANTO LAS ALTAS ESTRELLAS Y LA LUNA en los dormidos patios


que todavía sueñan y nos hablan de las Cosas de la vida y de
los Mayores aquellos que hicieron la poesía del destino al
fundar esa Huella por donde vamos andando todavía. Los
Trabajadores Gauchos y los que nunca se olvidan que tienen
el corazón caliente de la eterna esperanza de sembrar en el
viento las Canciones que son de la semilla sagrada y el bon-
dadoso Pan de los humildes. Y por donde quiera que vayas y
en otro cielo mires que el Mundo es sólo Uno y que uno
siempre se acuerda por lo menos de la Plaza del Pueblo con
sus bancos al aire en los canteros donde poner el Alma.

XVII

PARA QUIÉN SI NO POR TI, POR VOS SERÁ LA TIERRA, tierra mien-
tras viva de la querida patria nuestra y este Sol de la Música
del viento que calienta las Manos entre las cuerdas de los que
siempre cantan y nos mandan Postales de alegrías comparti-
das y sentidas con El Aire. Y hay veces más debajo de la llo-
vizna helada que anda por ahí cayendo con un dolor clavado
en las entrañas del tiempo y en medio de los ojos de las calles
vacías y el silencio. O para decirte que eres el Amor de mi
vida y lo que espero siempre que suceda es un volver a ver-
nos más allá de la muerte de los días perdidos.

358
XVIII

RECUERDA, YO LE CANTO A LA VIDA CON LA VOZ de los labios más


dulces que probé en la vida. Un día en el camino del armo-
nioso pensamiento de amar y ser querido. Y sólo porque creo
que vamos todos unidos bajo el Sol de las costas del Agua
silenciosa de los profundos Ríos. Y por donde todo lo demás
es Poesía. La vida que se inventa y que se hace con las Manos
laboriosas y a lo mejor vacías de los que nunca ignoran que
la tierra es nuestra cuando se quiere tanto vivir en carne y
huesos la inmensa Luz venida desde dentro de los afectos
personales. Y con los viejos o niños que son también los que
me enseñan el Camino en donde están presentes los perpe-
tuos Amores de los ojos que se quedan mirando el Territorio
que cantan los poetas trovadores del mundo.

XIX

QUIERO DECIRLO TODO Y HASTA ME DUELO de no poder hacerlo


por la dura violencia del tiempo de unos hombres que opri-
men a la vida. Y me doy por entero con estos sentimientos y
las ganas de continuar viviendo la alegría de estar entre los
sobrevivientes. O como de vuelta en casa con el canto del
viento que nos señala los senderos del Sol o de la Luna y
donde siempre encuentro tus ojos en las verdades. La Voz de
las palabras de los Niños aquellos que sueñan todavía con
algo que les cambie lavida prestándoles un juguete de cariño
de la tierra de los pasos perdidos. Y los distantes cielos de
Amor, que es siempre como la entrañable pasión de los
sueños ya cumplidos.

359
XX

AL RENACER LAS CENIZAS DEL FUEGO ES LA NOCHE la que Canta


su Memorial del Mundo y toda vez cuando quiero decir
cómo te quiero y no me dan las fuerzas del animal que llevo
en la garganta, allá lejos en el tiempo del Éxodo y el llanto y
sin la dulce caricia de la piel de los perfumes que aroman
nuestros Cuerpos, con los besos ardientes de la sangre del
aire derramado con los ojos del Alma y cuando no te encuen-
tro. Para quién, si no es por vos y para vos, que estoy can-
tando estos lugares de las Calles y Ciudades que me faltan
por conocer todavía.

XXI

O PARA QUIÉN VOY A SEGUIR HABLANDO ahora si no es para vos,


que eres el Mundo, la alegría que pienso compartir con la
vida mañana y siempre y cuando estemos más juntos y el
maíz de la tierra se crezca entre las ollas del hierro de la
Forja. Las manos automáticas de los tiempos modernos y la
muerte que espera que Todos le digamos de una vez para
siempre: Presente. Dame entonces ese Pie de los ojos y sal-
gamos a despertar los sueños con esa tu garganta de estar
siempre cantando en una Huella del tiempo y del camino
recorrido con la Caja de la santa madera de los tiempos.

358
XXII

YO TE SALUDO Y LLAMO A LOS COMPAÑEROS que sobreviven


todavía delante de las Puertas del Paraíso prometido y si es
que éste existe como dicen o para que te reciban como Dios
manda o debas estar en el futuro y todos juntos. Esperando
el aliento de la flor que nos haga revivir el instante de los
hombres dichosos. Aunque hay a estas Horas un enemigo
público, que es el mismo Sistema legado y nacido de la rama
de la velocidad del olvido del mundo de las máquinas o las
Guerras.
Aquéllas que sabemos que andan sueltas al acecho con la
muerte segura del olvido o lo injusto. El Destructor de siem-
pre de la Vida o la Tierra y que no es otro que el hombre y lo
que significa el fin de los amores y lo que puede ser entonces
la llama del laurel que nos salve de un Mundo peligroso.

XXIII

ALGUIEN VUELVE EN EL TIEMPO A SER como la Aurora o la cla-


ridad del alba en los crepúsculos y no debes ignorar que tam-
poco éste es el Canto de los que un día fuimos aprendiendo
las cosas de la vida al descubrir la Rosa sonora de los
Vientos. Y de eso de lo que estamos hechos y casi siempre
esperando como el final feliz, pero de un modo diferente al
que nos tiene acostumbrado cierta Gente que no se corres-
ponden al pensamiento humano.

359
XXIV

ALGUIEN TE RECONOCE CANTOR POR EL brillo de las vivas pupi-


las de los Ojos y como en la historia oculta, donde aún vemos
la pena del hombre con la sonrisa limpia que seguirá dolien-
do a los causantes de otra muerte obligada. Alguien que no
soy este cantor vendrá a decirte el agudo sentir de la palabra
tiempo o vida y volverá como todoslos hijos en el verbo a ser
el que Caín no ha muerto.
Alguien a quien queremos tanto Lee entonces la Carta de lo
que es el Testamento de la historia moderna. La Libertad del
Hombre distinto o diferente y que sigue dando vueltas por los
anchos y largos caminos de la tierra. ALGUIEN que vive
entre nosotros en las Noticias de lo que no pudo ser pero que
igual se construye con el libre pensamiento moderno y por el
fraterno corazón de las pasiones solidarias.

XXV

AHÍ ESTÁN AQUELLOS LOS QUE UN DÍA regresarán del Monte o la


Montaña a las Ciudades a cantar contra los Muros y
Fronteras que se siguen levantando entre los ojos más huma-
nos. Alguien o algo nos llamará, tarde o temprano, desde
adentro de la Piel a convocarnos. Será como la fiel reflexión
de la Justicia humana que busca entre las Leyes la consigna
del hombre de defender el patrimonio de la vida heredada,
con la luz de los ojos del Sol en las tormentas que vienen
desde lejos y con las Lenguas dormidas o enterradas que des-
piertan para que se aclaren de una vez por todas los sentidos
y el Silencio padecido.

362
XXVI

Oh, mundo nuevo, mundo nuestro el que nos enseñaron y


dejaron para Vivir pensando con el Hombre en busca de la
verdadera Paz de la esperanza. Y por continuar queriendo
también de otra manera el Canto que viene de la Música del
pueblo y que quizás lo es Todo. Cuando veo pasar por esa
Puerta los días y las noches que se mueven como por el ojo
de una aguja de la Abuela. La que zurce la herida de la ropa
de los cuerpos entre los duros años de pobreza y que ojalá en
la vida esto nos deje Unidos en la enseñanza de los días.

XXVII

Y HASTA QUE VOLVAMOS A SER NOSOTROS MISMOS, hasta que vol-


vamos a ser Nosotros mismos y con tu ejemplo de la Madre
Tierra. O algo más que la aventura de los Libros perdidos o
hallados en la cuneta de los que aún escriben y escribieron
desde los laberínticos poderes de la noche.
Esas metáforas o los símbolos que surgen de entre los más
claros y barrocos Testimonios de los Autores o Lectores al
componer el Libro en donde sólo una sola es esta Lengua, la
del Éxodo: Y la que sufre atada y encerrada en las largas
metáforas del tiempo con la única pena de los Hombres que
viven de este modo así en la Paz como en las Guerras y en la
que tanto se prodigan los humanos.

363
XXVIII

HABLO DE VOS Y POR TI COMO UN CANTOR de Primaveras negras


en la tierra y con poemario al hombro, y como si fuera un
poncho en el silencio de la vida que cubre las heridas y por-
que sé que tú eres esas dos Cosas siempre que hacen falta. La
Semilla del Árbol que se extiende por el campo y viaja a las
Ciudades en un Lugar que tiene nombre y en los Hombres,
que son otro pedazo de la Historia. Y la que te Engendra y
nos reivindica a Todos y es aún entre los dientes del cerebro
Humano, entre los bienes no menos esenciales del Planeta.

XXIX

PORQUE SÉ QUE HEMOS QUERIDO UN DÍA profundizar en las


acciones de otros pensamientos ajenos de lo nuestro y que
hemos hecho la voluntad de algunos pocos Hombres. Los
que dijeron sus verdades en el exacto momento de enfrentar-
nos con el diario vivir de las leyendas de las versiones negras
de un Santo de Las Casas. O más aún que hasta quién sabe,
habremos de haber incurrido en ciertas faltas que son imper-
donables de la Pasión crecida entre las Calles y con otros
Seres encontrados en tantas partes. Y hasta haber así vivido,
no mucho menos ni peor que la angustiada noche aquella del
encuentro entre los descubrimientos de la Muerte.

364
XXX

Y SÉ TAMBIÉN, HERMANO, PADRE NUESTRO que hubo en la tierra


un día de Quijotes en la Montaña y hasta que fuimos engaña-
dos en la victoria de los molinos de vientos y balanzas donde
se pesan las azúcares o una vez más sentido el doble peso de
la opresión y de las culpas en todo el cuerpo. Y con tu
Ausencia, en un Bello país como una Isla y porque también
quisimos decir eso que apenas si conozco por el Miedo desa-
tado entre la historia de la Civilización moderna y el Salvaje.

XXXI

ALGUIEN ORDENA Y CLASIFICA EN CIFRAS los mensajes recibidos


a través de la electrónica el Mundo Cíber de los autómatas y
Zombis con sus números que no habrán de mitigar tampoco
estas heridas que se muestran de los heridos nuestros, así en
la Paz como en las fratricidas Guerras. Y, sin embargo, sé que
juntos habremos de encontrar los signos de la violencia regis-
trada en las Noticias policiales y por los que te individualicen
siendo el enemigo público Cantor de las desdichas de estos
tiempos, y con el nombre ya borrado de la Raíz de los perdi-
dos bienes naturales de un Mapa. Una Mujer, un Hombre y
otro animal atado en el instante de querer o luchar por ser
más libres y hasta desarrollar en la Conciencia algo que no
estuvo siendo escrito tampoco por la Historia.

365
XXXII

EL ASOMBRO DE LOS SENTIRES DE LOS MENHIRES o los pensa-


mientos puestos en los ejercicios mantenidos a diario, y con
la vida finalmente donde hemos podido descubrir esa falla o
eso que vuelve cada día de los sueños perdidos. Y como en la
Noche triste de las quemadas Naves que nos produce el
Fuego del infinito Mundo visto por dónde van los pensa-
mientos rotos del jugador de Cartas, y hasta que alguien nue-
vamente nos llama y sentimos lo que es apenas un gesto de
bondad declarado con la voz de la mano del que vive can-
tando.

XXXIII

O PESE AL TIEMPO DE LOS AUSENTES PRESENTES canto a los


Desiertos en la Muerte. Aunque la Aurora esté llegando con
los días contados y movilizando las pasiones del Círculo de
las Palabras y en el Verbo de las ruedas de la nueva Ciencia
de la Historia o lo que es el Hombre Nuevo. Nombro al suce-
sor del Heredero de las Señales en la tierra. Y el que vendrá
mañana con su Lengua del cielo y de la tierra o en la anteúl-
tima Caída por la vida en los infiernos y diciendo: Levántate
y anda.

366
CANTO EL FIN DE LOS TIEMPOS
(2014 -2016)
I

CANTO LA TIERRA Y LAS COSAS DE LOS Hombres aquellos y


nombro también a la esperanza del lugar donde vives y yo
vivo el sentimiento austero de tener que acordarme de los
bellos momentos luminosos de la tierra y contigo, que eres
también un Mundo. El regreso soñado que aunque parezca
lejos y el tiempo nos impida será siempre para mirar los Ojos
más hermosos que he visto o que conozco. El Desierto y la
noche en donde nos quedamos juntos y es hoy esto que
somos. La nostalgia del día que llevamos dentro del sueño
más profundo, que es el estar de nuevo en Casa.

II

MIRO LA LUNA AHORA Y SÉ QUE TENGO en la sangre la fuerza de


un impulso de estar ahí de nuevo entre los perfumados patios
y las gentes que entonces nos hicieron descubrir y vivir en
otro mundo y por la fe de continuar sembrando el generoso
Canto que nace con la vida de la tierra querida y que es la
Patria.

III

CANTO EL ABRAZO QUE NOS ACOMPAÑA en esto que es la Música


y el verbo de todos los recuerdos y los que siempre guarden
en la Ciudad, que es siempre de los tranquilos pasos de una
infancia dichosa. Y por ser más honestos, algo también de
esto que sobre la tierra existe desde antes de que enturbiaran
la historia de las gestas de otros hombres perversos. El lento

367
amanecer de los fraternos escenarios de las calles de bueyes
y de carros en donde alguien va sentado, y sueño con los Ríos
más hondos de la vida y la Memoria pulsando otra guitarra
que nos permite curar aquellas largas heridas causadas por la
Muerte.

IV

MIRO ESE ESPEJO TUYO QUE EN EL CLARO devenir de la mañana


nos aclara el sentimiento de las Cosas que pasaron por los
ojos, igual que ahora en un Libro de las imágenes talladas en
la Memoria. El de los hombres y en otros hombres de eso que
no se ha dicho todavía y es el infinito cielo o el de las Caídas
sucedidas en el camino de los largos suplicios padecidos en
la vida. Y lo que sabe ser también la Tierra inolvidable por-
que en Ella viven o vives todavía alimentando la esperanza
de volver un día.

CANTO LA RESISTENCIA DE LOS QUE NUNCA llegaron a rendirse


del todo y que tampoco olvidaron las temibles pesadumbres
de otros seres perversos, que la historia hay veces se olvida de
nombrarlos. Y canto a las Máscaras del Sol que un día fui-
mos arrastrando en el olvido y hasta quevolvieron a engen-
drarte el sentimiento de lo que significa haber nacido en las
entrañas como ésas. Y por eso canto a la Edad de los amar-
gos Muros y los Ríos, donde las lunas siguen alumbrando ese
pedazo de Tierra que sí nos pertenece y donde aún seguimos
luchando entre un montón de sueños por la Vida.

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VI

CANTO UN RECUERDO TUYO Y CON LA austera presencia de la


Sombra del laurel o el álamo en donde todavía un Niño está
siendo llevado de la mano de la Abuela con el cuaderno
escrito de la escuela y cuando entonces alguien apunta la his-
toria de los héroes. Aquéllos, los que un día nos fundaron la
esperanza de vivir cantando y hasta que vuelva a ver el ros-
tro reflejado en otro espejo de la Luna y al despedir a la belle-
za de la mujer amada con quien sueño que estoy sintiendo
aquí de nuevo un algo que viene de muy lejos.

VII

TAL VEZ LA PATRIA DE LOS HÚMEDOS esteros o ya resecos por el


tiempo sea eso que nos dieran a elegir y ahora es ya otro pozo
de las aguas en el Sur o del estrecho dudoso de ese mundo y
al que siempre posiblemente estoy nombrando en un Teatro
de las Rancherías. O en el escenario de las muertes sucedidas
en el tiempo y en la vida que es en la Tierra en la que tam-
bién viven la Cautiva y un Hombre enamorado. La fiesta, El
episodio donde se reponen los Cantares de la Memoria, del
Fuego y las Cenizas o Señales.

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