Analisis Critico Del Discurso-366-403
Analisis Critico Del Discurso-366-403
Analisis Critico Del Discurso-366-403
El ACD en contexto
El interés actual por el análisis crítico del discurso como campo
de investigación pertenece y contribuye a la nueva ola de interés
crítico por el lenguaje en la sociedad contemporánea, pero también se
nutre de ella. Por ejemplo, existe un cinismo muy en boga en la
retórica de la publicidad comercial, o en el simulado trato personal en
el lenguaje de los que trabajan en las industrias de servicios imperso-
nales (el fenómeno "que tenga un buen día"). En una dirección
diferente existe un elevado nivel de conciencia y de contención acerca
de los modos sexistas y racistas de utilizar el lenguaje.1 La crítica del
368
lenguaje y su modificación son preocupaciones capitales de los movi-
mientos políticos antirracistas y feministas contemporáneos.2 Esta
conciencia crítica respecto de las prácticas lingüísticas cotidianas
responde a cambios fundamentales en las funciones que cumple el
lenguaje en la vida social, algunos de los cuales son cambios de larga
data en las sociedades modernas, mientras que otros son más recien-
tes y caracterizan la "modernidad tardía" (Giddens, 1991).
En términos amplios, el lenguaje ocupa hoy un lugar más
prominente y más importante en la variedad de procesos sociales. Sin
ir más lejos, sorprende la creciente importancia económica del lengua-
je. Es bien sabido, por ejemplo, que el peso de la vida económica se
desplaza cada vez más de la producción al consumo, y de las industrias
manufactureras a los servicios, la cultura y las industrias del ocio. En
muchos sectores de servicios, un factor clave en la calidad de los
"bienes" producidos y, por lo tanto, en la rentabilidad, es la naturaleza
del lenguaje que se utiliza al "entregar" los servicios. De ahí la
preocupación por el "diseño" del lenguaje —hablado y escrito— que
utiliza el personal de esos servicios (azafatas, vendedores, etc.). La
creciente mercantilización de los servicios públicos —el modo como se
exige que operen sobre la base del mercado— produjo una verdadera
explosión del interés por el "diseño" del lenguaje (en las universida-
des, por ejemplo, véase Fairclough, 1993).
Al mismo tiempo, los medios, especialmente la televisión, ocupan
un lugar cada vez más importante en aspectos clave de la vida social,
en especial en la política. Como nunca antes, los políticos tienen hoy
un acceso asiduo a grandes audiencias, circunstancia que les ofrece
mejores oportunidades de formar opinión y ganar adeptos, pero que
también los somete a mayores riesgos de exposición pública y des-
crédito. El diseño preciso del lenguaje constituye pues un factor
crucial para el éxito en la lucha política. Por otra parte, el proceso de
la lucha política y la pelea por la legitimidad política se vuelven cada
vez más inseparables de la economía de los medios y de la búsqueda
de mayores audiencias y rentabilidad. Esto incrementa aun más la
presión del diseño sobre el discurso político.
Como estos ejemplos sugieren, la creciente importancia del
lenguaje en la vida social tuvo como resultado un mayor grado de
intervención consciente para controlar y moldear las prácticas
lingüísticas en una forma acorde con los objetivos económicos, políti-
cos e institucionales. Se ha hecho referencia a este fenómeno con la
expresión "tecnologización del discurso" (Fairclough, 1992a), rasgo
característico del orden discursivo y lingüístico contemporáneo. La
tecnologización del discurso implica la integración sistemática e
institucionalizada de: la investigación lingüística, el diseño y rediseño
369
de las prácticas del lenguaje y el entrenamiento del personal institu-
cional en dichas prácticas. Pero la tecnologización del discurso puede
verse también como un mero aspecto de una característica más
general de los órdenes del discurso propios de la modernidad tardía e,
incluso, como un aspecto del conjunto de la vida social en la moderni-
dad tardía: una forma específicamente moderna de "reflexividad".
Según Giddens (1991), la vida contemporánea es reflexiva en el
sentido de que las personas modifican radicalmente sus prácticas
—su modo de vida— como resultado de los conocimientos y la informa-
ción que adquieren sobre dichas prácticas. La tecnologización del
discurso constituye el cariz institucional "descendente" (top-down) de
la reflexividad moderna, pero existe también un cariz "ascendente"
(bottom-up) que corresponde a las prácticas cotidianas de la gente
común. Hoy, un rasgo habitual de la vida cotidiana es la conciencia
crítica de las prácticas discursivas y la tendencia a transformarlas
como elemento de las luchas sociales (de clase, de género, antirracis-
tas, ecológicas, etc.) o, en términos de Giddens, como elemento de la
construcción y reconstrucción reflexiva de la persona. Por consiguien-
te, el análisis crítico del discurso es, en primer lugar, una caracterís-
tica de la vida social contemporánea y, sólo secundariamente, una
tarea académica. Además, en tanto búsqueda académica, está firme-
mente arraigado en las propiedades de la vida contemporánea.
370
anuencia de la mayoría al statu quo. Poner el acento en la hegemonía
implica poner el acento en la ideología y en cómo las estructuras y las
prácticas de la vida cotidiana encarrilan las relaciones sociales del
capitalismo dentro de la rutina y las normas establecidas (Forgacs,
1988).
Althusser (1971) hizo un aporte fundamental a la teoría de la
ideología. Para él, la ideología no era un reino nebuloso de "ideas", sino
algo estrechamente vinculado a prácticas materiales inmersas en las
instituciones sociales (por ejemplo, cómo se organiza la enseñanza en
las aulas). Asimismo, consideraba que el efecto principal de la ideo-
logía consistía en situar a las personas de modos particulares como
"sujetos" sociales, si bien su versión de este proceso era excesivamente
determinista (estructuralista) y apenas si dejaba algún espacio para
la acción de los sujetos. Gramsci y Althusser inspiraron muchos
trabajos de análisis crítico, algunos de los cuales ejercieron influencia,
a su vez, sobre el análisis crítico del discurso. Entre ellos, corresponde
citar los trabajos de Stuart Hall y del Centre for Contemporary
Cultural Studies [Centro de Estudios Culturales Contemporáneos]
de Birmingham en el Reino Unido (Hall et al., 1980).
La obra de Michel Foucault sobre el discurso estuvo dirigida
explícitamente contra el marxismo y las teorías de la ideología. Para
Foucault, los discursos son sistemas de conocimiento de las ciencias
humanas (la medicina, la economía, la lingüística, etc.) que informan
las "tecnologías" sociales y gubernamentales que constituyen el
poder en la sociedad moderna. Se realizan parcialmente en los modos
de usar el lenguaje, y parcialmente de otras maneras (por ejemplo en
el diseño de las escuelas o de las prisiones). La obra de Foucault
provocó un inmenso interés por el análisis del discurso entre los
científicos sociales, pero se trata de un análisis de carácter abstracto
que no está anclado en un estudio pormenorizado de textos particu-
lares. Algunos analistas del discurso (Courtine, 1981; Fairclough,
1992a) intentan incorporar una perspectiva foucaultiana en su ma-
nera de abordar los textos (véase más adelante la exposición de las
posiciones de Maas y Jáger.)
El término "crítico" está asociado en especial a la Escuela de
Filosofía de Frankfurt. Esta corriente retornó a los fundamentos del
pensamiento de Marx en un intento de analizar con nuevos ojos el
legado filosófico que le dio origen (Kant, Hegel, etc.). Los filósofos de
la Escuela de Frankfurt sostienen que no es posible tratar los
productos culturales como meros epifenómenos de la economía.
Consideran, en cambio, que esos productos son expresiones relativa-
mente autónomas de contradicciones dentro del todo social y advier-
ten en algunos de ellos expresiones de la fisonomía social del presen-
371
te, así como de las fuerzas críticas que niegan el orden existente.
Destacan además la importancia de las condiciones subjetivas para
la transformación revolucionaria (véase Thompson, 1988, págs. 71
ss.; Fay, 1987, p. 203). Según Jürgen Habermas, una ciencia crítica
debe ser autorreflexiva (debe reflexionar sobre los intereses subya-
centes a ella misma) y debe considerar el contexto histórico en el que
ocurren las interacciones sociales y lingüísticas. Habermas desarro-
lló el concepto de "situación ideal de habla", que debe entenderse
como una visión utópica de la interacción que ocurre sin que se
inmiscuyan en ella las relaciones de poder. Según este autor, el
discurso racional podría superar la comunicación distorsionada, es
decir, el discurso opaco e ideológico que se desvía de la situación ideal
de habla. La posición de Habermas ejerció una gran influencia sobre
la sociolingüística y la pragmática alemanas, y sobre algunos estu-
dios en el ACD (véase Wodak et al., 1990).
La obra de Mijaíl Bajtín (1981; 1986) tuvo también enorme
influencia, esta vez desde la lingüística y los estudios literarios. Los
libros publicados con la firma de V. I. Voloshinov quizás hayan sido
escritos también por Bajtín, o al menos son producto de su poderosa
influencia. El famoso trabajo de Voloshinov (publicado en 1973,
escrito en 1928) es la primera teoría lingüística de la ideología.
Sostiene que los signos lingüísticos (las palabras y también las
expresiones mayores) son el material de la ideología y que todo uso del
lenguaje es ideológico. Considera que los signos lingüísticos son "el
terreno de la lucha de clases": uno de los frentes en la lucha de clases
es, precisamente, el sentido de las palabras. La obra de Bajtín destaca
las propiedades dialógicas de los textos, su "intertextualidad" en el
sentido de Kristeva (1986): la idea de que cualquier texto es un eslabón
en una cadena de textos, es decir, mantiene relaciones de reacción,
incorporación y transformación con otros textos. Bajtín también
desarrolló una teoría de los géneros discursivos, según la cual todo
texto está moldeado necesariamente por un repertorio de géneros
discursivos socialmente disponibles (por ejemplo, el género de los
artículos científicos, o el género de la publicidad), si bien puede
mezclar géneros de un modo creativo. Existen presiones para que los
textos se avengan a los géneros convencionales, pero también presio-
nes para innovar mediante la mezcla de géneros.
La escuela francesa
La lingüística crítica
Semiótica social
375
Cambio sociocultural y cambio en el discurso
Estudios sociocognitivos
376
mediáticos en la reproducción del racismo. Combinando análisis
cualitativos y cuantitativos de miles de noticias de la prensa británica
y holandesa, Van Dijk descubrió que los temas más frecuentes en la
prensa correspondían a prejuicios étnicos predominantes en las
conversaciones cotidianas: la inmigración como invasión, los
inmigrantes y refugiados como sanguijuelas, el crimen, la violencia y
las diferencias culturales problemáticas. En su último libro sobre el
discurso y el racismo, Van Dijk (1993a) investigó una hipótesis que era
cada vez más evidente a partir de los estudios previos, a saber, que las
élites desempeñan un papel decisivo en la reproducción del racismo.
En sus trabajos más recientes, Van Dijk se volcó al estudio de
cuestiones más generales relativas al abuso de poder y la reproducción
de la desigualdad por medio de la ideología. En su perspectiva, que
integra elementos de sus estudios anteriores sobre la cognición, los que
controlan la mayoría de las dimensiones del discurso (preparación,
marco, participantes, temas, estilo, retórica, interacción, etc.) son los
que tienen más poder. También sostiene que no se puede y no se debe
establecer una relación directa entre las estructuras del discurso y las
estructuras sociales: la cognición social y personal opera siempre como
una interfaz mediadora entre ambas. Según Van Dijk, la cognición es
el eslabón perdido en muchos estudios sobre lingüística crítica y ACD
que no logran dar cuenta de cómo las estructuras sociales influyen
sobre las estructuras del discurso ni de cómo, precisamente, la conver-
sación y el texto escrito ponen en acto, instituyen, legitiman, confirman
o cuestionan las estructuras sociales.
378
discurso no es un corpus arbitrario de textos, extensionalmente
(objetivamente) definido por el tiempo y el espacio, sino que se define
intencionalmente por su contenido, así como, por ejemplo, el "discurso
fascista" es un correlato del fascismo alemán. Para este autor enton-
ces, el análisis del discurso estudia las "reglas" que constituyen un
discurso determinado, aquello que hace que, por ejemplo, un cierto
texto sea un texto fascista. Cada texto remite a otros textos, sincrónica
y diacrónicamente. Estas relaciones están implícitas necesariamente
en la definición de un discurso específico. Por consiguiente, Maas se
aparta del análisis puramente formal de los textos (lingüística tex-
tual) porque este tipo de análisis sólo podría captar aspectos inmanentes
del texto y, según el autor, no podría poner de manifiesto las
especificidades del discurso político. Puesto que el discurso político
sólo puede ser definido como tal, mediante el contexto histórico social
(práctica social de la política), cualquier análisis no orientado hacia el
contexto esta condenado al fracaso.
Utz Maas goza de reconocimiento universal como experto en el
discurso del Nacional Socialismo alemán. Su profuso estudio de 1984
fue el primer análisis de la retórica y el discurso de los líderes nazis,
pero también del discurso cotidiano tal como aparece en los eslóganes,
los periódicos, las arengas de los líderes estudiantiles (véase también
su trabajo de 1989) e, incluso, las recetas. En sus exhaustivos y
minuciosos análisis de las secuencias discursivas, Maas aplica una
metodología sencilla (Lesartenanalyse). En su enfoque, resulta evi-
dente la importancia de la dimensión histórica y de la hermenéutica,
en especial para el análisis de las alusiones que se relacionan con el
conocimiento de fondo y que no pueden ser comprendidas si no se tiene
en cuenta este conocimiento.
La Escuela de Duisburg
379
un análisis explícito del discurso puede desentrañar este caos. Al igual
que Utz Maas, Jáger desarrolló una metodología explícita compuesta
por varios pasos, que sirve para analizar sistemáticamente fragmen-
tos de discurso (secuencias) y permite tener en cuenta la intertextua-
lidad. Pero, a diferencia del método de Maas, Jáger concentra su
microanálisis del texto en los símbolos colectivos, las metáforas y las
estructuras agentivas.
Margret y Siegfried Jáger llevaron a cabo muchas investigacio-
nes sobre la nueva derecha alemana (1993). Estudiaron todos los
periódicos y revistas publicados por los grupos de derecha y mostraron
que había entre ellos grandes similitudes —ciertos símbolos, referen-
cias al "etnopluralismo" (segregación racial), agresividad, posiciones
antidemocráticas, etc.— e importantes diferencias de elementos y
estilos lingüísticos determinadas por el auditorio específico al cual se
dirigían.
387
carácter emprendedor de los individuos como motor de la economía,
por ejemplo en: uno espera que LA GENTE cree industrias pujantes
servicios pujantes).
Todo esto condimentado con distintos elementos discursivos de
la vida y la experiencia cotidiana que confieren al discurso de Thatcher
el sabor populista al cual hace referencia el periodista: por ejemplo,
uno mantiene su palabra, los atropellen y llegan al corazón de la gente
común. Esta novedosa combinación de discursos está asociada con
determinadas representaciones de la realidad social y con determina-
das construcciones de las relaciones e identidades sociales y políticas
absolutamente características (véanse los apartados siguientes) que
lograron una posición dominante dentro del discurso político, si bien
es materia de discusión en qué medida fueron hegemónicas en el
sentido de alcanzar una aceptación general.
2. L a s r e l a c i o n e s de p o d e r c o m o e l e m e n t o s d i s c u r s i v o s
388
interprete las preguntas del periodista como oportunidades para
pronunciar arengas en lugar de apelaciones a u n a respuesta— indica
otra dimensión de las relaciones de poder en el seno del discurso.
Thatcher intenta ejercer lo que podríamos llamar poder retórico, ese
poder que proviene de los recursos inherentes a la retórica de la
persuasión política, u n a forma de "capital cultural" que, según
Bourdieu (1991), es la prerrogativa de los políticos profesionales en las
sociedades contemporáneas. Este poder —en la medida en que es
eficaz— es básicamente poder sobre la audiencia radial, pero también
guarda relación con las relaciones de poder concretas entre Thatcher
y Charlton en el sentido de que elude y soslaya el poder de Charlton
como entrevistador. El poder retórico de Thatcher se encarna, por
ejemplo, en los mecanismos lingüísticos de gran escala que organizan
sus contribuciones, como la triple estructura paralela de las líneas 56-
67 {tiene que ser fuerte para la defensa, 56-7; uno DEBE ser fuerte con
respecto a la ley y el orden, 62; uno debe ser fuerte para defender el valor
de la moneda, 66-7).
Además del tema del poder dentro del discurso, tenemos el del
poder sobre el discurso (Fairclough, 1989) que, en parte, es una
cuestión de acceso. Como Primer Ministro, la señora Thatcher podía
hacer amplio uso de los medios en sus propios términos. Los políticos
con menos poder tienen, en cambio, u n acceso más limitado y más en
función de los medios, mientras que la mayoría de las personas no
tienen ningún tipo de acceso. Pero ejercer poder sobre el discurso
también es u n a cuestión de capacidad para controlar y modificar las
reglas de juego de las prácticas discursivas y las estructuras propias
del orden del discurso. Ya hemos hecho mención del proyecto thatche-
rista de reconstruir u n a hegemonía en el campo del discurso político,
que involucra u n a combinación novedosa de discursos ya existentes.
El fragmento de entrevista que figura más arriba ilustra también,
como ya lo hemos señalado, u n a reconstrucción del género discursivo
en cuestión: los géneros de la oratoria política y de la entrevista
mediática se articulan aquí de tal manera que esta entrevista se
transforma en u n a poderosa plataforma política para el estilo carac-
terístico de Thatcher: una retórica política autoritaria y "dura" pero
populista.
Todos estos ejemplos indican que los aspectos discursivos de las
relaciones de poder no son fijos ni monolíticos. Buena parte de los
trabajos del ACD se caracterizaron por su interés en la reproducción
de las relaciones de poder por medio del discurso. Pero también
debemos ocuparnos de los aspectos discursivos de la lucha por el poder
y de la transformación de las relaciones de poder. En este sentido, es
provechoso considerar el "poder en el discurso" y el "poder sobre el
389
discurso" en términos dinámicos: tanto el ejercicio del poder en el
"aquí y ahora" de los sucesos discursivos específicos como la conforma-
ción a largo plazo de las prácticas discursivas y los órdenes del
discurso son, por lo general, procesos negociados y disputados. El
thatcherismo puede, por ejemplo, interpretarse en parte como u n a
lucha hegemónica en el discurso y sobre el discurso contra una
variedad de antagonistas: los "blandos" del Partido Conservador, los
otros partidos políticos, los sindicatos, las profesiones, etcétera.
3. El discurso c o n s t i t u y e a la s o c i e d a d y a la cultura
390
más arriba es, paradójicamente, autoritario. También lo es su utiliza-
ción del we [nosotros] incluyente: ella pretende hablar por el pueblo.
Ocurre algo similar en los pasajes (líneas 27-36 y 119-23) en los que
caracteriza a los británicos atribuyéndose la autoridad de expresar en
su nombre cómo se ven a sí mismos.
Estos pasajes son interesantes también en términos de la cons-
titución de identidades: una característica fundamental de este dis-
curso es la manera como constituye a "la gente" como comunidad
política (adviértase que Thatcher pone explícitamente en primer
plano el proyecto de construcción de la identidad colectiva: restituir lo
mejor de la personalidad británica a su antiguo lugar de preeminen-
cia) y la enumeración de características en estos ejemplos es una pieza
notable de estrategia discursiva. Nótese que estas listas condensan,
sin que haya conexiones explícitas entre ellas, los diversos discursos
que, como sugerimos anteriormente (principio 1), se articulan en el
discurso político de Thatcher: discursos políticos conservadores y
liberales, discurso económico liberal y discursos de la vida cotidiana.
Como las conexiones entre estos discursos quedan implícitas, son los
miembros de la audiencia los que deben encontrar su propia manera
de articularlos en u n todo coherente.
Obsérvese también el sentido vago y cambiante del pronombre
we [nosotros] (líneas 13-25, 101-4) en el discurso de Thatcher. El
pronombre es a veces lo que tradicionalmente se llama "incluyente"
(incluye a la audiencia y a la población en general, por ejemplo, we do
enjoy a standard of living which was undreamed of then [ahora
disfrutamos de un nivel de vida que ni siquiera habríamos soñado
entonces], 13-14), y a veces "excluyente" (por ejemplo, after we returned
topower [cuando volvimos al poder], 15-16, donde el pronombre we se
refiere sólo al Partido Conservador). En otros casos, puede entenderse
como cualquiera de estos dos usos (por ejemplo, ifweplayed our cards
right, [si jugábamos bien nuestras cartas], 16-17; we went we believed
in defence of freedom we were reliable [allá fuimos creíamos en la
defensa de la libertad éramos fiables], 103-4). Aun cuando interprete-
mos el primero de estos dos últimos ejemplos como un uso excluyente,
de todas maneras no queda claro a quién se refiere el pronombre: ¿al
Partido Conservador o al gobierno? Asimismo calificar de "inclu-
yente" el uso de este pronombre puede resultar engañoso porque si
bien el we en por ejemplo we do enjoy a standard of living which was
undreamed of then [ahora disfrutamos de un nivel de vida que ni
siquiera habríamos soñado entonces] identifica a toda la comunidad,
la construye de un modo que excluye a los que no lograron prosperidad
económica. Análogamente, u n a lectura "incluyente" de we went we
believed in defence of freedom we were reliable [allá fuimos creíamos
391
en la defensa de la libertad éramos fiables], podría hacer que todos
aquellos que se opusieron a la aventura de las Islas Malvinas se
sintiesen excluidos de la comunidad general. El pronombre you [tú,
usted] se utiliza de un modo estratégico y manipulador similar en las
líneas 59-88. No sugerimos con esto que Thatcher y sus colaboradores
planifiquen conscientemente utilizar we y you en estos sentidos, si
bien la conciencia reflexiva del lenguaje aumenta entre los políticos.
Más bien, el discurso político tiene hoy objetivos estratégicos más
amplios (como el de construir una base popular para sus posiciones
movilizando a las personas detrás de las decisiones políticas) que
toman cuerpo en ciertas maneras de utilizar el lenguaje que probable-
mente no son intencionales.
Por último, el discurso también constituye una identidad para la
propia Thatcher como líder política femenina que posee autoridad
política sin dejar de ser femenina. Obsérvense, por ejemplo, las
características de modalidad de las líneas 52-92. Por una parte, hay
en estas líneas fuertes indicadores modalizantes de obligación (obsér-
vense los verbos modales should [debería], have to [tener que], have
got to [tener que]) y modalizaciones epistémicas ("probability" [proba-
bilidad]) (nótense los verbos categóricos en tiempo presente de las
líneas 80-2) que reclaman enérgicamente autoridad política para la
hablante. Por otra parte, este apartado comienza con una expresión
muy tentativa y atenuada (me pregunto si tal vez no podría responder
mejor diciendo cómo veo...) que podría interpretarse —junto con su
estilo de expresión en este punto pasaje, la manera de vestir y el
aspecto general de Thatcher— según el estereotipo "femenino".
Una hipótesis de trabajo útil es que cualquier parte de cualquier
texto lingüístico, escrito o hablado, constituye simultáneamente re-
presentaciones, relaciones e identidades. Este supuesto está total-
mente de acuerdo con una teoría multifuncional del lenguaje y del
texto, como encontramos, por ejemplo, en la lingüística sistémica
(Halliday, 1994; Halliday y Hasan, 1985). Según esta teoría, incluso
las cláusulas individuales (oraciones simples) de un texto operan a un
mismo tiempo en el plano "ideacional", para construir representacio-
nes de la realidad, en el plano "interpersonal", para construir relacio-
nes sociales e identidades, y en el plano "textual", para integrar las
distintas partes de un texto en un todo coherente.
392
desarrolló como parte de la teoría marxista de las relaciones de clase
(Larrain, 1979), pero en la actualidad se la amplió hasta incluir las
relaciones de dominación basadas en el género y la filiación étnica. A
menudo (aunque no necesariamente), las ideologías son construccio-
nes falsas o no fundamentadas de la sociedad (por ejemplo, las
ideologías de género que representan a las mujeres como menos
estables emocionalmente que los hombres). Para determinar si un
determinado (tipo de) suceso discursivo realiza una labor ideológica
no basta con analizar los textos; es necesario además tener en cuenta
cómo se interpretan y reciben esos textos, y qué efectos sociales tienen.
En nuestro ejemplo, las estrategias políticas y económicas del
thatcherismo constituyen un tema explícito y claramente formulado,
en particular en las líneas 52-92, incluida la idea vertebral de una
enérgica intervención del gobierno para crear condiciones en las que
los mercados puedan operar libremente. Sin embargo, la formulación
de Thatcher se construye, en lo concreto, en un contraste entre el
gobierno y las personas que nosotros consideramos ideológico: ese
contraste escamotea el hecho de que "la gente" que domina la creación
de "industrias pujantes", etc., son básicamente las corporaciones
transnacionales y puede contribuir a legitimar relaciones existentes
de dominio económico y político. Se trata de una característica común
a todo el discurso populista del thatcherismo. La oposición entre el
gobierno y la gente es bastante explícita aquí, pero las ideologías están
frecuentemente implícitas. Se asocian, por ejemplo, a palabras clave
que evocan conjuntos enteros de supuestos ideológicos aunque los
dejan implícitos: expresiones como libertad, ley y orden o finanzas
sanas. Lo mismo cabe para industrias pujantes, servicios pujantes,
otro ejemplo de la estructura de lista que mencionamos antes, aunque
se trate de una lista corta de sólo dos elementos. Industrias pujantes
es una colocación habitual, pero servicios pujantes es una innovación
de un tipo ideológicamente potente: para dar un sentido coherente a
la lista es necesario suponer que los servicios pueden ser evaluados
sobre la misma base que las industrias, supuesto característico del
thatcherismo que, sin embargo, el oyente debe inferir. Adviértase, por
otra parte, que no todos los supuestos de sentido común en el discurso
son ideológicos, según nuestro enfoque de la ideología.
La ideología no es una mera cuestión de representaciones de la
realidad social, puesto que las construcciones de la identidad que
están vinculadas al poder son (como bien señaló Althusser) también
procesos ideológicos clave. Es útil pensar la ideología como un proceso
que articula representaciones particulares de la realidad y construc-
ciones particulares de la identidad, especialmente de la identidad
colectiva de grupos y comunidades. En este caso, la labor ideológica
393
reside en el intento de articular las representaciones thatcheristas de
la economía y la política y sus estrategias para abordarlas con una
construcción particular de "la gente" como comunidad y base del
thatcherismo. La señora Thatcher construye discursivamente un
programa político y a la vez procura construir una base de prosélitos
para ese programa (Bourdieu, 1991).
5. El discurso es histórico
394
eos (Wodak et al., 1990): el enfoque histórico discursivo. Se analizaron
documentos de la Wehrmacht, los propios discursos de Waldheim y los
de sus rivales políticos, artículos de los diarios austríacos y extranje-
ros acerca de la persona de Waldheim y, por último, se estudió la vox
populi, conversaciones entabladas en la calle por participantes anó-
nimos. Era necesario sacar a la luz la historia discursiva de cada
unidad del discurso. Naturalmente, esto implica, una vez más, un
análisis interdisciplinario; los historiadores deben ser incluidos en la
investigación.
395
espera que las respuestas sean sinceras y reveladoras. Se construye
a la audiencia como un conjunto de personas que escuchan con
atención una interacción potencialmente intensa entre el periodista
y el entrevistado. El programa debe ser al mismo tiempo educativo y
entretenido. En nuestro caso, sin embargo, si bien Charlton se atiene
a las reglas del juego, Thatcher no. Ella trata el encuentro como si
fuera un reportaje político. Como hacen muchas veces los políticos,
aprovecha la entrevista como una ocasión para pronunciar una
arenga política, construye a la audiencia, y no al periodista, como
destinataria de sus palabras, no responde las preguntas y evita el
discurso intelectual liberal de estas en favor de un discurso populista.
Desde el punto de vista del género discursivo, la interacción adquiere
entonces un carácter complejo: existe una tensión entre los partici-
pantes en términos de hacia qué género de los medios se orientan
(entrevista a una celebridad versus reportaje político), y el hecho de
que Thatcher se valga de la entrevista política implica una tensión
adicional entre las prácticas de los medios y las prácticas retóricas del
discurso político.
Hay otras maneras de ver la mediación entre el texto y la
sociedad. Smith (1990), por ejemplo, reúne aspectos de la teoría
etnometodológica y de la teoría marxista, y pone énfasis en las
prácticas de los actores sociales en la generación de vínculos entre la
sociedad y el texto durante la realización de las relaciones sociales.
Van Dijk por su parte subraya la mediación sociocognitiva del vínculo
entre el texto y la sociedad (Van Dijk, 1985a; 1989; 1993b; Wodak,
1992; Mitten y Wodak, 1993) y se propone especificar los recursos
cognitivos que los actores sociales utilizan en su práctica y la relación
entre los significados o interpretaciones individuales y las represen-
taciones grupales (en el caso del discurso racista, por ejemplo). Por
una parte, estas maneras distintas de ver la mediación indican que
las diferentes teorías tienen distintas prioridades pero, por la otra,
pueden indicar también que son complementarias y que a la larga
habrá necesidad de una teoría multilateral compleja de la mediación
texto-sociedad que asigne el peso debido a los órdenes del discurso, a
las prácticas de los actores sociales y a los procesos sociocognitivos.
396
mismo texto según los esquemas emocionales, formales y cognitivos
de los lectores/escuchas (Soziopsychologische Theorie des Textverste-
hens (SPTV) o teoría sociopsicológica de la comprensión de textos).
Fueron evidentes en ese estudio interpretaciones específicas según el
género, la edad, las creencias y las actitudes de los receptores,
circunstancia que demuestra que el proceso de comprensión no se
desarrolla sobre u n a tabula rasa sino contra u n fondo de emociones,
actitudes y conocimientos. Lo mismo vale, con mayor razón aún, en el
caso de textos complejos como la entrevista a Thatcher, cuya compren-
sión cabal exige tener en cuenta la intertextualidad histórica y
sincrónica, la hibridación de géneros y la opacidad de ciertos elemen-
tos y unidades. Es preciso plantear en este punto varios temas de
importancia. ¿Cuáles son los límites de la unidad de discurso que se
investiga: cuáles son los límites del signo (Kress, 1993)? ¿Cuánto
conocimiento del contexto es necesario para u n a interpretación? Las
lecturas críticas que aporta el ACD ¿ocupan u n lugar de privilegio, son
mejores o más justificables que otras? Por ejemplo, el sentido del
fragmento: hay que decirle a la gente la gente es creativa e ingeniosa
así que uno espera que LA GENTE cree industrias pujantes servicios
pujantes así como uno espera (líneas 72-3) es, sin duda, opaco.
¿Quiénes son la gente: todos los subditos británicos, incluido el
gobierno, o excluido este? ¿Se refiere acaso a los seres humanos per se,
a la gente en el sentido de los ciudadanos del término alemán Volk? ¿Se
refiere a la gente que vota a los conservadores, a los que están
comprometidos ideológicamente con el thatcherismo, o se refiere a
todo el mundo? El grupo no está claramente definido y eso permite que
los lectores se incluyan o se excluyan, de acuerdo con sus propias
ideologías y creencias. Si avanzamos dentro de este mismo texto,
advertimos que esta gente debe estar en condiciones de influir en el
crecimiento de las industrias y los servicios de manera positiva
(pujantes). Ocurre, sin embargo, que sólo los poderosos pueden influir
de esa manera: las élites, los gerentes y los políticos. Si este es el caso,
el uso de la palabra gente es engañoso porque sugiere participación
donde no la hay. Mistifica la influencia que los hombres y las mujeres
comunes pueden tener sobre las decisiones del gobierno, influencia
que en realidad hoy no tienen y nunca tendrán. Este fragmento de
texto ejemplifica u n a contradicción que sólo el ACD puede desentra-
ñar, y al hacerlo mostrar las distintas implicaciones de las diferentes
lecturas para la acción social. El conocimiento de las estructuras de
argumentación y políticas del thatcherismo (utilizando u n a metodo-
logía histórico discursiva) hace que sea mucho más fácil desentrañar
los sentidos manifiestos y latentes y aprender más acerca de la
retórica política utilizada en esta entrevista. U n a lectura crítica
397
implica, por consiguiente, una metodología sistemática y una inves-
tigación a fondo del contexto que podría reducir la variedad de
interpretaciones posibles. La heterogeneidad y la imprecisión del
texto condensan contradicciones que sólo se ponen de manifiesto con
un análisis concienzudo que permita desconstruirlo y remitirlo a sus
condiciones sociales, su ideología y sus relaciones de poder. Es preci-
samente en este punto donde la lectura crítica difiere de la lectura que
hace una audiencia no crítica: tiene en cuenta sistemáticamente los
sentidos inherentes, descansa sobre procedimientos científicos y
exige necesariamente autorreflexión por parte de los investigadores.
Es aquí donde difiere claramente de la hermenéutica pura (véase al
respecto la "hermenéutica objetiva" de Ulrich Oevermann y su grupo:
Oevermann et al., 1979). Podríamos decir que la lectura crítica tiene
intención explicativa, no meramente interpretativa. Debemos decir
también que las interpretaciones y las explicaciones nunca son defi-
nitivas ni autorizadas: son dinámicas y están abiertas a nuevos
contextos y nueva información.
398
tribunales también aplican el análisis del discurso. Así, en respuesta
a una solicitud de la comunidad judía, Gruber y Wodak (1992) ma-
nifestaron por escrito su opinión como expertos acerca de un artículo
publicado en uno de los más grandes periódicos sensacionalistas de
Austria, en el cual se negaba la existencia del Holocausto (opinión que
en ese país puede merecer un castigo de hasta siete años de prisión).
El análisis de muchas otras columnas del mismo periódico y artículos
del mismo autor, demostró que la columna racista no era casual sino
que era coherente con la práctica usual del periódico. Lamentable-
mente, el enorme poder que tenían el periódico y quienes lo financia-
ban impidió ganar el juicio, pero la opinión de los expertos se publicó,
fue muy leída y citada y logró influir sobre la opinión pública.
En distintos ámbitos se combate el uso discriminatorio del
lenguaje, uno de cuyos ejemplos es el lenguaje sexista. Así, en muchos
países se han establecido pautas para la utilización de un lenguaje no
sexista (Wodak et al., 1987). Estas pautas tornan visibles a las
mujeres en el lenguaje y, por ende, en la sociedad y en las institucio-
nes. Un discurso diferente hacia las mujeres y acerca de ellas puede
modificar lentamente la conciencia. Por último, el ACD logró cambios
notables en el discurso y las relaciones de poder dentro de las
instituciones. Por ejemplo, como consecuencia del estudio de la co-
municación médico-paciente, resultó evidente que los médicos uti-
lizan muchas estrategias distintas para dominar a sus pacientes,
además de su conocimiento profesional (Lalouschek et al., 1990;
Mishler, 1977; West, 1990). El análisis crítico de estos patrones de
comunicación tuvo como consecuencia la implantación de normas que
hoy se aprenden en seminarios especiales destinados a los médicos.
El mismo criterio puede aplicarse a la burocracia, a las instituciones
judiciales y las escuelas (Gunnarsson, 1989; Danet, 1984; Pfeiffer et
al., 1987).
Conclusión
Dijimos al principio de este capítulo que la sociedad propia de la
modernidad tardía se caracteriza por un incremento de la reflexividad
y dijimos también que una orientación crítica hacia el discurso en la
vida cotidiana constituye una de las manifestaciones de esa reflexividad
moderna. Hay pocos asuntos tan importantes para los analistas
críticos del discurso como el de determinar cuál es la relación entre los
análisis que ellos producen en las instituciones académicas y la
actividad crítica de la vida cotidiana. No existe una división neta entre
estos dos ámbitos: los analistas críticos del discurso necesariamente
recurren a las actividades críticas de todos los días (en relación, por
399
ejemplo, con las relaciones de género, el patriarcado y el feminismo),
que incluyen su propio compromiso y sus experiencias personales y a
su vez esas actividades puedan ser informadas por el análisis crítico
(como sucedió con el feminismo). No obstante, el análisis crítico del
discurso no se limita a ser una réplica de la crítica cotidiana: puede
recurrir a teorías sociales y teorías del lenguaje, puede usar metodo-
logías rigurosas para el análisis del lenguaje que no están por lo
general al alcance de todos y cuenta, además, con elementos para
llevar a cabo investigaciones sistemáticas en profundidad que exce-
den la experiencia común. En este sentido, nos parece útil ver la
relación entre la crítica del discurso cotidiano y el ACD académico en
los términos en los que Gramsci expresó la situación de los intelectua-
les en la vida contemporánea: la relación que estos tienen, por u n a
parte, con el estado y la clase dominante y, por la otra, con las luchas
de clase, género, raza, etc., contra la dominación. Opinamos que la
aspiración de los analistas críticos del discurso debería ser la de
operar como "intelectuales orgánicos" en u n a diversidad de luchas
sociales (sin olvidar los "nuevos movimientos sociales", como los
movimientos ecológicos o los que se oponen a la construcción de
carreteras), con conciencia plena, al mismo tiempo, de que su trabajo
corre permanentemente el riesgo de que el estado y el capital se
apoderen de él.
Lecturas recomendadas
Notas
1. Si bien los estudios críticos feministas forman parte, no cabe duda, del
ACD, no tenemos espacio aquí para dedicarnos a ellos (véase al respecto el
trabajo de Wodak y Benke, 1996).
400
2. Nos gustaría mencionar a la International Association for the Study
of Racism [Asociación Internacional para el Estudio del Racismo] (IASR), a
la que pertenecen muchos lingüistas críticos. Esta asociación reúne a más de
200 estudiosos europeos y —entre otras actividades— se dedica a denunciar
el discurso racista en la esfera pública mediante resoluciones, cartas, aseso-
ramiento experto, etcétera.
3. E n este capítulo nos dedicamos al análisis del discurso político.
Reiteramos que no queremos excluir los estudios críticos del discurso institu-
cional y del poder en las instituciones (véanse Mumby, 1988; Wodak, 1996),
pero hacer u n a exposición de estos aspectos excedería el alcance del presente
trabajo.
4. Podría traducirse como "caos discursivo".
5. Esta entrevista estuvo a cargo de Michael Charlton y fue difundida
por la Radio 3 de la BBC el 17 de diciembre de 1985. Si el lector desea u n
análisis más completo de la misma entrevista, puede consultar el capítulo 7
de Fairclough (1989).
Referencias
401
Fay, B. (1987) Critical Social Science. Londres: Polity Press.
Forgacs, D. (1988) A Gramsci Reader. Londres: Lawrence and Wishart.
Foucault, M. (1971) L'Ordre du Discours. París: Gallimard. [El orden del
discurso. Barcelona: Tusquets, 3 fl ed., 1987.]
Foucault, M. (1972) The Archaeology ofKnowledge. Londres: Tavistock. [La
arqueología del saber. México: Siglo XXI, 1970.]
Foucault, M. (1979) Discipline and Punish: the Birth ofPrison. Harmonds-
worth: Penguin. [Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid:
Siglo XXI-España, 1 1 a ed., 1998.]
Fowler, R. (1991) "Critical linguistics", en Kirten Halmkjaer (comp.), The
Linguistic Encyclopedia. Londres, Nueva York: Routledge. pp. 89-93.
Fowler, R. y Kress, R. (1979) "Critical linguistics", en R. Fowler et al.,
Language and Control. Londres: Routledge. pp. 185-213.
Fowler, R., Kress, G., Hodge. R. y Trew, T. (comps.) (1979) Language and
Control. Londres: Routledge.
Giddens, A. (1991) Modernity and Self-Identity. Cambridge: Polity Press.
[Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en la época contempo-
ránea. Barcelona: Península, 1997.]
Gruber, H. y Wodak, R. (1992) Ein Fall für den Staatsanwalt? Instituí für
Sprachwissenschaft Wien, Wiener Linguistische Gazzette, Beiheft 11.
Gunnarsson, B.-L. (1989) "Text comprehensibilty and the writing process",
Written Communication 6(1): 86-107.
Hall, S. y Jacques, M. (1983) ThePolitics of Thatcherism. Londres: Lawrence
and Wishart.
Hall, S.; Hobson, D.; Love, A. y Willis, P. (comps.) (1980) Culture, Media,
Language: Working Papers in Cultural Studies 1972-79. Londres:
Hutchinson.
Halliday, M. A. K. (1978) Language and Social Semiotic. Londres: Edward
Arnold.
Halliday, M. A. K. (1985) Introduction to Functional Grammar. Londres:
Edward Arnold.
Halliday, M. A. K. (1994) Introduction to Functional Grammar, 2 a ed.
Londres: Edward Arnold.
Halliday, M. A. K. y Hasan, R. (1985) Language, Context and Text. Oxford:
Oxford University Press.
Hodge, R. y Kress, G. (1988) Social Semiotics. Cambridge: Polity.
Jáger, S. y Jáger, M. (1993) Aus der Mitte der Gesellschaft. Duisburg: Diss.
Kress, G. (1985) Linguistic Process in Sociocultural Practice. Oxford: Oxford
University Press.
Kress, G. (1993) "Against arbitrariness: the social production of the sign as a
foundational issue in critical discourse analysis", Discourse and Society,
4(2):169-91.
Kress, G. y Hodge, R. (1979) Language as Ideology. Londres: Routledge, 2 a ed.
1993.
Kress, G. y Threadgold, T. (1988) "Towards a social theory of genre", Southern
Review, 21.
Kress, G. y Van Leeuwen, T. (1990) Reading Images. Geelong, Vic: Deakin
University Press.
402
Kristeva, J. (1986) "Word, dialogue and novel", en T. Moi (comp.), TheKristeva
Reader. Oxford: Blackwell.
Lalouschek, J., Menz, F. y Wodak, R. (1990) Alltag in derAmbulanz. Tubinga:
Narr.
Larrain, J. (1979) The Concept ofldeology. Londres: Hutchinson.
Lemke, J. (1995) Textual Politics. Nueva York: Taylor and Francis.
Lutz, B. y Wodak, R. (1987) Information fürlnformierte. Viena: Akademie der
Wissenschaften.
Maas, U. (1984) Ais der Geist der Gemeinschaft seine Sprache fand. Opladen:
Westdeutscher Verlag.
Maas, U. (1989) Sprachpolitik und politische Sprachwissenschaft. Frankfurt
am Main: Suhrkamp.
Maingueneau, D. (1987) Nouvelles Tendances en analyse du discours. París:
Hachette.
Matouschek, B., Wodak, R. y Januschek, F. (1995)Notwendige Mafinahmen
gegen Fremde. Viena: Passagen.
Mishler, E. (1977) The Discourse of Medicine. Norwood, NJ: Ablex.
Mitten, R. y Wodak, R. (1993) "On the discourse of racism and prejudice",
Folia Lingüistica, XXVII (3-4): 192-215.
Mumby, D. K. (1988) Communication and Power in Organizations: Discourse,
Ideology and Domination. Norwood, NJ: Ablex.
Oevermann, V.; Allert, T.; Konau, E. y Krambeck, J. (1979) "Die Methodo-
logie einer 'objectiven Hermeneutik' ", en H. G. Soeffner (comp.),
Interpretative Verfahren in den Sozial- und Textwissenschaften. Frank-
furt am Main: Metzler. pp. 352-434.
Pécheux, M. (1982) Language Semantics and Ideology. Londres: Macmillan.
Pécheux, M. (1988) "Discourse - structure or event?", en C. Nelson y L.
Grossberg (comps.), Marxism and the Interpretation of Culture. Londres:
Macmillan.
Pfeiffer, O. E.; Strouhal, E. y Wodak, R. (1987)Rechtaufsprache. Viena: Orac.
Scannell, P. (comp.) (1992) Broadcast Talk. Londres: Sage.
Smith, D. (1990) Texts, Facts and Femininity. Londres: Routledge.
Thibault, P. (1991) Social Semiotics as Praxis. Minneapolis, MN: University
of Minnesota Press.
Thompson, J. B. (1988) Critical Hermeneutics, 4 a ed. Cambridge: Cambridge
University Press.
Van Dijk, T. (1980) Macrostructures: An Interdisciplinary Study of Global
Structures in Discourse, Interaction and Cognition. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Van Dijk, T. (1985a) Prejudice in Discourse. Amsterdam: Benjamins.
Van Dijk, T. (comp.) (1985b) Discourse and Communication: New Appro-
aches to the Analysis of Mass Media Discourse and Communication.
Berlín: de Gruyter.
Van Dijk, T. (1987) Communicating Racism. Londres: Sage.
Van Dijk, T. (1989) "Structures of discourse and structures of power", en J.A.
Anderson (comp.), Communication Yearbook 12. Newsbury Park, CA:
Sage. pp. 18-59.
Van Dijk, T. (1991) Racism and the Press. Londres: Routledge. [Racismo y
análisis crítico de los medios. Barcelona: Paidós Ibérica, 1997.]
403
Van Díjk, T. (1993a) Discourse and Élite Racism. Londres: Sage.
Van Dijk, T. (1993b) "Principies of critical discourse analysis", Discourse and
Society, 4(2): 249-83.
Van Leeuwen, T. (1993) "Genre and field in critical discourse analysis",
Discourse and Society, 4(2): 193-223.
Voloshinov, V. I. (1973) Marxism and the Philosophy of Language (1928).
Nueva York: Seminar Press. [El marxismo y la filosofía del lenguaje.
Madrid: Alianza, 1992.]
West, C. (1990) "Not just 'doctor's orders': directive-response sequences in
patients' visits to women and men physician", Discourse and Society, 1(1):
85-112.
Wittgenstein, L. (1967) Philosophische Untersuchungen. Frankfurt am Main:
Suhrkamp. [Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica, 1988.]
Wodak, R. (1975) (=Leodolter): Das Sprachverhalten von Angeklagten bei
Gericht. Kronberg IT: Scriptor.
Wodak, R. (1986) Language Behaviour in Therapy Groups. Los Angeles:
University of California Press.
Wodak, R. (1992) "Strategies in text production and text comprehension: a
new perspective", en Dieter Stein (comp.), Cooperating with Written Texis:
the Pragmatics and Comprehension of Written Texis. Berlín, Nueva York:
Mouton de Gruyter.
Wodak, R. (1996) Disorders of Discourse. Londres: Longman.
Wodak, R. y Benke, G. (1996) "Gender as a sociolinguistic variable", en F.
Coulmas (comp. ),Handbook ofSociolinguistics. Oxford: Oxford University
Press, pp. 127-150.
Wodak, R. y De Cillia, R. (1989) "Sprache und Antisemitismus", Hitteilungen
des Instituís für Wissenschaft und Kunst, 3.
Wodak, R., De Cillia, R., Blüml, K. y Andraschko, E. (1989) Sprache und
Macht. Viena: Deuticke.
Wodak, R. y Matouschek, B. (1993) " "We are dealing with people whose
origins one can clearly tell just by looking': critical discourse analysis and
the study of neoracism in contemporary Austria", Discourse and Society,
2(4): 225-48.
Wodak, R. y Menz, F. (comps.) (1990) Sprache in der Politik - Politik in der
Sprache: Analysenzum ófftentlichen Sprachgebrauch. Klagenfurt: Drava.
Wodak, R., Menz, F., Mitten, R. y Stern, F. (1994) Die Sprachen der
"Vergangenheiten": Gedenken in ósterreichischen und deutschen Medien.
Frankfurt am Main: Suhrkamp.
Wodak, R., Moosmüller, S., Doleschal, U. y Freistritzer, G. (1987) Das
Sprachverhalten von Frau und Mann. Viena: Ministry of Social Affairs.
Wodak, R., Pelikan, J., Nowak, P., Gruber, H., De Cillia, R. y Mitten, R. (1990)
"Wir sind alie unschuldige Tater": Diskurshistorische Studien zum
Nackkriegsantisemitismus. Frankfurt am Main: Suhrkamp.
404