Analisis Critico Del Discurso-366-403

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Análisis crítico del discurso*


Norman Fairclough y Ruth Wodak

Análisis crítico del discurso: una descripción


preliminar
Como otros enfoques del análisis del discurso, el análisis crítico
del discurso (en adelante ACD) estudia ejemplos concretos y a menudo
extensos de interacción social cuando adoptan una forma lingüística
o parcialmente lingüística. Pero el enfoque crítico se caracteriza por
una visión propia y distintiva de a) la relación existente entre el
lenguaje y la sociedad y b) la relación existente entre el propio análisis
y las prácticas analizadas. Consideremos estos dos puntos por sepa-
rado.
El ACD interpreta el discurso —el uso del lenguaje en el habla y
en la escritura— como una forma de "práctica social". El hecho de
describir el discurso como práctica social sugiere una relación dialé-
ctica entre un suceso discursivo particular y las situaciones, institu-
ciones y estructuras sociales que lo enmarcan. Ahora bien, una
relación dialéctica es siempre bidireccional: el suceso discursivo está
moldeado por las situaciones, instituciones y estructuras sociales,
pero a su vez les da forma. Otra manera de expresar este fenómeno es
decir que lo social moldea el discurso pero que este, a su vez, constituye
lo social: constituye las situaciones, los objetos de conocimiento, la
identidad social de las personas y las relaciones de estas y de los
grupos entre sí. Las constituye en el sentido de que contribuye a
sustentar y reproducir el statu quo social, y también en el sentido de
que contribuye a transformarlo. Debido a la importancia de la influen-

* Traducido por Elena Marengo.


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cia social del discurso, este plantea importantes cuestiones relativas
al poder. Las prácticas discursivas pueden tener efectos ideológicos de
peso, es decir, pueden ayudar a producir y reproducir relaciones de
poder desiguales entre (por ejemplo) las clases sociales, las mujeres y
los hombres, las mayorías y las minorías culturales o étnicas, por
medio de la manera como representan los objetos y sitúan a las
personas. Es así como el discurso puede ser, por ejemplo, racista o
sexista, y constituir un intento de hacer pasar supuestos (a menudo
falsos) acerca de cualquier aspecto de la vida social como meras
cuestiones de sentido común. Ni la carga ideológica de los modos
particulares de utilización del lenguaje, ni las relaciones de poder
subyacentes suelen resultar evidentes a las personas. El ACD se
propone lograr que estos aspectos opacos del discurso se vuelvan más
transparentes.
El ACD no se concibe a sí mismo como una ciencia social objetiva
y desapasionada sino como una disciplina comprometida. De hecho, es
una forma de intervenir en la práctica social y en las relaciones
sociales: muchos analistas son personas con actividad política en
contra del racismo, otros son feministas o participan de movimientos
pacifistas, y así sucesivamente. No obstante, el ACD no constituye
una excepción respecto de la objetividad habitual de las ciencias
sociales, cuyos nexos con la política y la formulación concreta de
políticas son intrínsecos, según lo demostró fehacientemente el traba-
jo de Foucault (1971; 1979). Lo característico del ACD es que toma
partido a favor de los grupos oprimidos en contra de los grupos
dominantes, y que manifiesta abiertamente la vocación emancipadora
que la motiva. Los intereses políticos y las prácticas de investigación
de los científicos sociales son usualmente menos explícitos. Esto no
implica, de manera alguna, que el ACD sea menos académico: las
normas del análisis cuidadoso, riguroso y sistemático se aplican con
la misma fuerza al ACD como a otros enfoques.

El ACD en contexto
El interés actual por el análisis crítico del discurso como campo
de investigación pertenece y contribuye a la nueva ola de interés
crítico por el lenguaje en la sociedad contemporánea, pero también se
nutre de ella. Por ejemplo, existe un cinismo muy en boga en la
retórica de la publicidad comercial, o en el simulado trato personal en
el lenguaje de los que trabajan en las industrias de servicios imperso-
nales (el fenómeno "que tenga un buen día"). En una dirección
diferente existe un elevado nivel de conciencia y de contención acerca
de los modos sexistas y racistas de utilizar el lenguaje.1 La crítica del

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lenguaje y su modificación son preocupaciones capitales de los movi-
mientos políticos antirracistas y feministas contemporáneos.2 Esta
conciencia crítica respecto de las prácticas lingüísticas cotidianas
responde a cambios fundamentales en las funciones que cumple el
lenguaje en la vida social, algunos de los cuales son cambios de larga
data en las sociedades modernas, mientras que otros son más recien-
tes y caracterizan la "modernidad tardía" (Giddens, 1991).
En términos amplios, el lenguaje ocupa hoy un lugar más
prominente y más importante en la variedad de procesos sociales. Sin
ir más lejos, sorprende la creciente importancia económica del lengua-
je. Es bien sabido, por ejemplo, que el peso de la vida económica se
desplaza cada vez más de la producción al consumo, y de las industrias
manufactureras a los servicios, la cultura y las industrias del ocio. En
muchos sectores de servicios, un factor clave en la calidad de los
"bienes" producidos y, por lo tanto, en la rentabilidad, es la naturaleza
del lenguaje que se utiliza al "entregar" los servicios. De ahí la
preocupación por el "diseño" del lenguaje —hablado y escrito— que
utiliza el personal de esos servicios (azafatas, vendedores, etc.). La
creciente mercantilización de los servicios públicos —el modo como se
exige que operen sobre la base del mercado— produjo una verdadera
explosión del interés por el "diseño" del lenguaje (en las universida-
des, por ejemplo, véase Fairclough, 1993).
Al mismo tiempo, los medios, especialmente la televisión, ocupan
un lugar cada vez más importante en aspectos clave de la vida social,
en especial en la política. Como nunca antes, los políticos tienen hoy
un acceso asiduo a grandes audiencias, circunstancia que les ofrece
mejores oportunidades de formar opinión y ganar adeptos, pero que
también los somete a mayores riesgos de exposición pública y des-
crédito. El diseño preciso del lenguaje constituye pues un factor
crucial para el éxito en la lucha política. Por otra parte, el proceso de
la lucha política y la pelea por la legitimidad política se vuelven cada
vez más inseparables de la economía de los medios y de la búsqueda
de mayores audiencias y rentabilidad. Esto incrementa aun más la
presión del diseño sobre el discurso político.
Como estos ejemplos sugieren, la creciente importancia del
lenguaje en la vida social tuvo como resultado un mayor grado de
intervención consciente para controlar y moldear las prácticas
lingüísticas en una forma acorde con los objetivos económicos, políti-
cos e institucionales. Se ha hecho referencia a este fenómeno con la
expresión "tecnologización del discurso" (Fairclough, 1992a), rasgo
característico del orden discursivo y lingüístico contemporáneo. La
tecnologización del discurso implica la integración sistemática e
institucionalizada de: la investigación lingüística, el diseño y rediseño

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de las prácticas del lenguaje y el entrenamiento del personal institu-
cional en dichas prácticas. Pero la tecnologización del discurso puede
verse también como un mero aspecto de una característica más
general de los órdenes del discurso propios de la modernidad tardía e,
incluso, como un aspecto del conjunto de la vida social en la moderni-
dad tardía: una forma específicamente moderna de "reflexividad".
Según Giddens (1991), la vida contemporánea es reflexiva en el
sentido de que las personas modifican radicalmente sus prácticas
—su modo de vida— como resultado de los conocimientos y la informa-
ción que adquieren sobre dichas prácticas. La tecnologización del
discurso constituye el cariz institucional "descendente" (top-down) de
la reflexividad moderna, pero existe también un cariz "ascendente"
(bottom-up) que corresponde a las prácticas cotidianas de la gente
común. Hoy, un rasgo habitual de la vida cotidiana es la conciencia
crítica de las prácticas discursivas y la tendencia a transformarlas
como elemento de las luchas sociales (de clase, de género, antirracis-
tas, ecológicas, etc.) o, en términos de Giddens, como elemento de la
construcción y reconstrucción reflexiva de la persona. Por consiguien-
te, el análisis crítico del discurso es, en primer lugar, una caracterís-
tica de la vida social contemporánea y, sólo secundariamente, una
tarea académica. Además, en tanto búsqueda académica, está firme-
mente arraigado en las propiedades de la vida contemporánea.

Orígenes teóricos del ACD


Se denomina análisis crítico del discurso al análisis crítico
aplicado al lenguaje que se desarrolló dentro del "marxismo occiden-
tal". En términos amplios, el marxismo occidental le dio un énfasis
considerablemente mayor que otras formas del marxismo a la dimen-
sión cultural, subrayando el hecho de que las relaciones sociales
capitalistas se establecen y se mantienen (se reproducen) en buena
parte en el seno de la cultura (y por ende, de la ideología), no sólo (ni
siquiera primordialmente) en la "base" económica. El marxismo
occidental incluye figuras y movimientos clave dentro del pensamien-
to social y político del siglo xx: Antonio Gramsci, la Escuela de
Frankfurt (incluyendo a Jürgen Habermas) y Louis Althusser. Los
analistas críticos del discurso no siempre se ubican explícitamente
dentro de esta herencia pero, aun así, ella constituye el marco de su
trabajo.
Gramsci opinaba que el poder ininterrumpido de la clase capita-
lista dependía de una combinación de la "sociedad política" y la "so-
ciedad civil", siendo la primera el dominio de la coerción y la segunda
el dominio de la "hegemonía", donde se gana el consentimiento o la

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anuencia de la mayoría al statu quo. Poner el acento en la hegemonía
implica poner el acento en la ideología y en cómo las estructuras y las
prácticas de la vida cotidiana encarrilan las relaciones sociales del
capitalismo dentro de la rutina y las normas establecidas (Forgacs,
1988).
Althusser (1971) hizo un aporte fundamental a la teoría de la
ideología. Para él, la ideología no era un reino nebuloso de "ideas", sino
algo estrechamente vinculado a prácticas materiales inmersas en las
instituciones sociales (por ejemplo, cómo se organiza la enseñanza en
las aulas). Asimismo, consideraba que el efecto principal de la ideo-
logía consistía en situar a las personas de modos particulares como
"sujetos" sociales, si bien su versión de este proceso era excesivamente
determinista (estructuralista) y apenas si dejaba algún espacio para
la acción de los sujetos. Gramsci y Althusser inspiraron muchos
trabajos de análisis crítico, algunos de los cuales ejercieron influencia,
a su vez, sobre el análisis crítico del discurso. Entre ellos, corresponde
citar los trabajos de Stuart Hall y del Centre for Contemporary
Cultural Studies [Centro de Estudios Culturales Contemporáneos]
de Birmingham en el Reino Unido (Hall et al., 1980).
La obra de Michel Foucault sobre el discurso estuvo dirigida
explícitamente contra el marxismo y las teorías de la ideología. Para
Foucault, los discursos son sistemas de conocimiento de las ciencias
humanas (la medicina, la economía, la lingüística, etc.) que informan
las "tecnologías" sociales y gubernamentales que constituyen el
poder en la sociedad moderna. Se realizan parcialmente en los modos
de usar el lenguaje, y parcialmente de otras maneras (por ejemplo en
el diseño de las escuelas o de las prisiones). La obra de Foucault
provocó un inmenso interés por el análisis del discurso entre los
científicos sociales, pero se trata de un análisis de carácter abstracto
que no está anclado en un estudio pormenorizado de textos particu-
lares. Algunos analistas del discurso (Courtine, 1981; Fairclough,
1992a) intentan incorporar una perspectiva foucaultiana en su ma-
nera de abordar los textos (véase más adelante la exposición de las
posiciones de Maas y Jáger.)
El término "crítico" está asociado en especial a la Escuela de
Filosofía de Frankfurt. Esta corriente retornó a los fundamentos del
pensamiento de Marx en un intento de analizar con nuevos ojos el
legado filosófico que le dio origen (Kant, Hegel, etc.). Los filósofos de
la Escuela de Frankfurt sostienen que no es posible tratar los
productos culturales como meros epifenómenos de la economía.
Consideran, en cambio, que esos productos son expresiones relativa-
mente autónomas de contradicciones dentro del todo social y advier-
ten en algunos de ellos expresiones de la fisonomía social del presen-

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te, así como de las fuerzas críticas que niegan el orden existente.
Destacan además la importancia de las condiciones subjetivas para
la transformación revolucionaria (véase Thompson, 1988, págs. 71
ss.; Fay, 1987, p. 203). Según Jürgen Habermas, una ciencia crítica
debe ser autorreflexiva (debe reflexionar sobre los intereses subya-
centes a ella misma) y debe considerar el contexto histórico en el que
ocurren las interacciones sociales y lingüísticas. Habermas desarro-
lló el concepto de "situación ideal de habla", que debe entenderse
como una visión utópica de la interacción que ocurre sin que se
inmiscuyan en ella las relaciones de poder. Según este autor, el
discurso racional podría superar la comunicación distorsionada, es
decir, el discurso opaco e ideológico que se desvía de la situación ideal
de habla. La posición de Habermas ejerció una gran influencia sobre
la sociolingüística y la pragmática alemanas, y sobre algunos estu-
dios en el ACD (véase Wodak et al., 1990).
La obra de Mijaíl Bajtín (1981; 1986) tuvo también enorme
influencia, esta vez desde la lingüística y los estudios literarios. Los
libros publicados con la firma de V. I. Voloshinov quizás hayan sido
escritos también por Bajtín, o al menos son producto de su poderosa
influencia. El famoso trabajo de Voloshinov (publicado en 1973,
escrito en 1928) es la primera teoría lingüística de la ideología.
Sostiene que los signos lingüísticos (las palabras y también las
expresiones mayores) son el material de la ideología y que todo uso del
lenguaje es ideológico. Considera que los signos lingüísticos son "el
terreno de la lucha de clases": uno de los frentes en la lucha de clases
es, precisamente, el sentido de las palabras. La obra de Bajtín destaca
las propiedades dialógicas de los textos, su "intertextualidad" en el
sentido de Kristeva (1986): la idea de que cualquier texto es un eslabón
en una cadena de textos, es decir, mantiene relaciones de reacción,
incorporación y transformación con otros textos. Bajtín también
desarrolló una teoría de los géneros discursivos, según la cual todo
texto está moldeado necesariamente por un repertorio de géneros
discursivos socialmente disponibles (por ejemplo, el género de los
artículos científicos, o el género de la publicidad), si bien puede
mezclar géneros de un modo creativo. Existen presiones para que los
textos se avengan a los géneros convencionales, pero también presio-
nes para innovar mediante la mezcla de géneros.

Enfoques propios del análisis crítico del discurso


Deseamos presentar a continuación una breve reseña de los
principales enfoques teóricos del ACD, comparándolos en términos de
algunas de sus características fundamentales. Por ejemplo, algunos
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de los enfoques poseen una perspectiva histórica en su teoría y en su
metodología; otros la tienen en menor grado o carecen de ella total-
mente. Algunos hacen hincapié en la repetición, la previsibilidad y la
reproducción de ciertas prácticas; otros, en la creatividad y la innova-
ción. Los enfoques también difieren en su manera de interpretar la
mediación entre el texto y lo social. Por un lado se considera que los
procesos sociocognitivos controlan las realizaciones discursivas; por
el otro se supone que los mediadores entre lo social y las prácticas
discursivas son géneros discursivos específicos. Algunos estudios del
ACD consideran la multifuncionalidad de los textos como una carac-
terística importante. En la línea de Halliday, se cree que los textos
cumplen y representan varias funciones al mismo tiempo (funciones
ideativa, interpersonal y textual; véase lo expuesto más adelante). En
contraste, algunos investigadores se ocupan solamente del nivel
discursivo sin adoptar un enfoque funcional como punto de partida.
Por último, los distintos enfoques en cuestión difieren en su interpre-
tación de los sucesos discursivos. Los procedimientos de índole más
hermenéutica o interpretativa se oponen a las interpretaciones más
orientadas hacia el texto.

La escuela francesa

La teoría ideológica de Althusser y la teoría del discurso de


Foucault fueron los principales puntos de referencia para la escuela
francesa de análisis del discurso, en particular para Michel Pécheux
(1982). Para este autor, el discurso es el lugar de encuentro del
lenguaje y la ideología, y el análisis del discurso consiste en el análisis
de la di-mensión ideológica del uso del lenguaje y de la materialización
de la ideología en el lenguaje. Tanto las palabras utilizadas como su
significado varían según la posición en la lucha de clases desde la cual
son usadas: según la "formación discursiva" dentro de la cual están
situadas. Por ejemplo, la propia palabra lucha está fuertemente
asociada con la voz política de la clase trabajadora y su sentido en esa
formación discursiva es distinto de los sentidos que tiene cuando se la
utiliza desde otras posiciones. Lo que interesaba fundamentalmente
a Pécheux era el discurso político en Francia, en particular la relación
entre el discurso socialdemócrata y el discurso comunista dentro del
discurso político de la izquierda.
Pécheux subraya los efectos ideológicos de las formaciones
discursivas en el posicionamiento de las personas como sujetos socia-
les. Siguiendo a Althusser, sugiere que se sitúa a las personas en la
posición "imaginaria" (ilusoria) de fuentes de su propio discurso,
cuando en realidad su discurso y, de hecho, ellas mismas, son efectos
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de su posicionamiento ideológico. Las fuentes y los procesos de su
propio posicionamiento se mantienen ocultos para las personas.
Usualmente no son conscientes de que hablan o escriben desde una
determinada formación discursiva. Más aún, las propias formaciones
discursivas dentro de las cuales las personas se sitúan están moldea-
das por el "todo complejo que las domina" y que Pécheux denomina
"interdiscurso", pero las personas no son conscientes de este hecho.
Los cambios radicales en el modo como las personas se sitúan en el
discurso sólo pueden provenir de una revolución política.
Pécheux y sus colaboradores cambiaron su posición sobre este
tema y sobre otros a fines de la década de 1970 y principios de la
siguiente (Pécheux, 1988; Maingueneau, 1987). Crecía la influencia
de Foucault y la de Bajtín. Sus estudios comenzaron a destacar el
complejo entramado de las formaciones discursivas en los textos, así
como la heterogeneidad y ambivalencia de estos (véase, por ejemplo,
Courtine, 1981). Además de su interés por el discurso político, la
escuela francesa produjo también análisis de muchos otros tipos de
discursos escritos (incluyendo el discurso religioso y los libros de texto
escolares) y más recientemente realizó numerosos estudios sobre el
discurso hablado y escrito en los lugares de trabajo.

La lingüística crítica

La escuela de la "lingüística crítica" que se desarrolló en Gran


Bretaña en la década de 1970 (Fowler et al., 1979; Kress y Hodge,
1979) está íntimamente ligada a la teoría lingüística "sistémica"
(Halliday, 1978; 1985), lo que explica su énfasis en los métodos
prácticos para analizar textos, a diferencia de la orientación más
abstracta de Pécheux hacia las formaciones discursivas, y la atención
que prestó a la gramática en su análisis del discurso. Según este
enfoque, las características gramaticales de un texto se consideran
elecciones significativas dentro del conjunto de posibilidades disponi-
bles en los sistemas gramaticales. Por ejemplo, si un documental
sobre el "Tercer Mundo" coloca sistemáticamente a los pobres de los
países del Tercer Mundo como objeto directo de verbos de acción
(transitivos) y jamás como sujeto de esos verbos, este hecho puede
contribuir a la construcción global de los pobres dentro del texto en
cuestión como víctimas, en lugar de (por decir algo) individuos
comprometidos en una lucha (véase Fairclough, 1995a). Más aún, la
gramática funciona ideológicamente en la medida en que las repre-
sentaciones implícitas en tales elecciones gramaticales significativas
contribuyen a la reproducción de relaciones de dominación.
Otro centro de atención es la significación ideológica del modo
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sistemático en que los textos se transforman en otros textos con el
correr del tiempo, por ejemplo, en la producción de noticias periodís-
ticas en la prensa o en la producción de registros médicos a partir de
las anotaciones de las consultas con los pacientes. Los lingüistas
críticos también llamaron la atención sobre el potencial ideológico de
los sistemas de categorización implícitos en determinados vocabula-
rios: maneras particulares de "lexicalizar" la experiencia. Se utilizó el
análisis lingüístico crítico para estudiar una diversidad de tipos de
discursos, entre los cuales el más notable fue el de la prensa (véase
Fowler, 1991). Más recientemente, se aplicó este mismo tipo de
análisis al estudio de diversos tipos de textos educativos y al diálogo
oral, incluyendo entrevistas (Kress, 1985).

Semiótica social

Algunas de las figuras más importantes de la lingüística crítica


participaron más recientemente en el desarrollo de una "semiótica
social" (Hodge y Kress, 1988). Esta disciplina se ocupa del carácter
multisemiótico de la mayor parte de los textos en la sociedad contem-
poránea y explora métodos de análisis aplicables a las imágenes
visuales (desde las fotografías de la prensa y las imágenes de televi-
sión hasta el arte renacentista), así como la relación existente entre
el lenguaje y las imágenes (Kress y Van Leeuwen, 1990). Estos dos
últimos autores investigan el valor de las categorías de la lingüística
sistémica para el análisis de las imágenes visuales y tratan de
determinar cómo esas categorías se realizan materialmente en las
figuras. Por ejemplo, las categorías textuales sistémicas de "dado"
versus "nuevo" se realizan mediante la estructura composicional de
las figuras: lo dado aparece a la izquierda y lo nuevo a la derecha.
Kress y Van Leeuwen sugieren además que los resultados del análisis
de las imágenes visuales pueden llevarnos a repensar nuestras
teorías del lenguaje. La semiótica social también presta más atención
que la lingüística crítica a las prácticas de producción e interpretación
relacionadas con distintos tipos de texto y con los textos per se; existe
además una nueva orientación hacia la lucha y el cambio histórico en
el discurso. El concepto de género, en el sentido dinámico de Bajtín, se
volvió fundamental, así como el análisis intertextual de los textos
junto con el análisis lingüístico más convencional (Kress y Threadgold,
1988; Fairclough, 1992b; Lemke, 1995; Thibault, 1991). Otros traba-
jos del ámbito de habla inglesa incluyen análisis genéricos del discur-
so de los medios que constituyen un puente entre los estudios
lingüísticos y los estudios culturales.

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Cambio sociocultural y cambio en el discurso

Fairclough (1989; 1992a) se dedicó al estudio de las relaciones


entre el cambio sociocultural y el cambio en el discurso —por ejemplo,
en la mercantilización de los servicios públicos en el Reino Unido—,
proceso por el cual los servicios pasaron a ser tratados como bienes
económicos, por ejemplo en su comercialización. El cambio en el
discurso se analiza en términos de la combinación creativa de discur-
sos y géneros dentro un texto, que a lo largo del tiempo termina por
reestructurarlas relaciones entre distintas prácticas discursivas en el
seno de las instituciones y también entre distintas instituciones, y en
términos del desplazamiento de las fronteras dentro y entre los
"órdenes del discurso" (conjuntos estructurados de prácticas discursivas
correspondientes a determinados dominios sociales). Por ejemplo, un
cambio capital en las prácticas discursivas que afecta a muchas
instituciones públicas en la sociedad contemporánea es la "coloquia-
lización" del discurso público, la simulación de prácticas coloquiales
en el dominio público, que implica un desplazamiento de la frontera
existente entre el orden del discurso público y privado. Existe una
reestructuración importante de las fronteras que separan la vida
social pública de la privada que se lleva a cabo, en parte, por medio de
estos desplazamientos discursivos. El análisis de tendencias como la
coloquialización (Fairclough, 1994) tiene como meta acercar el ACD a
las más recientes investigaciones de las ciencias sociales acerca del
cambio social y cultural, de modo que sea una herramienta eficaz para
su desarrollo. Se ha aplicado este enfoque al estudio de la consulta
médica, a los folletos de las universidades y a las entrevistas en los
medios de comunicación. Fairclough y sus colaboradores también
destacaron las implicaciones del ACD para la educación, abogando
por una "conciencia crítica del lenguaje" como componente clave de la
enseñanza de la lengua en las escuelas y en otras instituciones
(Fairclough, 1992c).

Estudios sociocognitivos

La mayor parte de la obra crítica de Van Dijk en la década de 1980


estuvo dedicada al estudio de la reproducción de los prejuicios étnicos
y del racismo en el discurso y en la comunicación, comenzando por el
análisis crítico de las noticias que se difundían sobre los ocupantes
ilegales de inmuebles (squatters), los refugiados, etc. (Van Dijk,
1980). En otro estudio de los primeros tiempos analizó cómo hablaban
los holandeses y los californianos acerca de las minorías (Van Dijk,
1985a; 1987). En 1991 Van Dijk examinó el papel de los noticiarios

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mediáticos en la reproducción del racismo. Combinando análisis
cualitativos y cuantitativos de miles de noticias de la prensa británica
y holandesa, Van Dijk descubrió que los temas más frecuentes en la
prensa correspondían a prejuicios étnicos predominantes en las
conversaciones cotidianas: la inmigración como invasión, los
inmigrantes y refugiados como sanguijuelas, el crimen, la violencia y
las diferencias culturales problemáticas. En su último libro sobre el
discurso y el racismo, Van Dijk (1993a) investigó una hipótesis que era
cada vez más evidente a partir de los estudios previos, a saber, que las
élites desempeñan un papel decisivo en la reproducción del racismo.
En sus trabajos más recientes, Van Dijk se volcó al estudio de
cuestiones más generales relativas al abuso de poder y la reproducción
de la desigualdad por medio de la ideología. En su perspectiva, que
integra elementos de sus estudios anteriores sobre la cognición, los que
controlan la mayoría de las dimensiones del discurso (preparación,
marco, participantes, temas, estilo, retórica, interacción, etc.) son los
que tienen más poder. También sostiene que no se puede y no se debe
establecer una relación directa entre las estructuras del discurso y las
estructuras sociales: la cognición social y personal opera siempre como
una interfaz mediadora entre ambas. Según Van Dijk, la cognición es
el eslabón perdido en muchos estudios sobre lingüística crítica y ACD
que no logran dar cuenta de cómo las estructuras sociales influyen
sobre las estructuras del discurso ni de cómo, precisamente, la conver-
sación y el texto escrito ponen en acto, instituyen, legitiman, confirman
o cuestionan las estructuras sociales.

Método histórico discursivo

El grupo encabezado en Viena por Ruth Wodak (1975;1986; Lutz


y Wodak, 1987; Wodak et al., 1990; Wodak y Matouschek, 1993) se
formó en sociolingüística en la tradición de Bernstein, y la propia
Wodak recibió la influencia de la Escuela de Frankfurt, especialmente
de la crítica formulada por Jürgen Habermas a la lingüística formal.
Después de realizar estudios sobre la comunicación institucional y las
barreras lingüísticas en los tribunales, en las escuelas y en los
hospitales,3 Wodak dirigió progresivamente su atención (dentro de un
marco de equipos interdisciplinarios de investigación) hacia el sexismo
y las formas contemporáneas de antisemitismo y racismo en marcos
de diverso grado de formalidad. Uno de los principales objetivos de
este tipo de investigación crítica fue la posibilidad de su aplicación
práctica (véase lo expuesto más adelante).
En un estudio interdisciplinario que finalizó en 1990 acerca del
antisemitismo en Austria después de la guerra, Wodak y sus colabo-
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radores idearon un procedimiento que denominaron "método históri-
co discursivo". El rasgo característico de este enfoque consiste en su
intento de integrar sistemáticamente toda la información disponible
del contexto (background information) al análisis y la interpretación
de las numerosas capas que constituyen un texto hablado o escrito
(véase más adelante). El estudio en el cual y para el cual se desarrolló
este enfoque intentó rastrear en detalle la constitución de una imagen
antisemita estereotipada, o Feinbild, tal como esta se presentaba en
el discurso público durante la campaña presidencial austríaca de 1986
de Kurt Waldheim.
Después de este primer intento, se sucedieron otros estudios
sobre el prejuicio y el racismo que llevaron al grupo de Viena a
consideraciones más generales de carácter teórico sobre la natura-
leza (formas y contenido) del discurso racista (acerca de los extranje-
ros, las minorías autóctonas, los trabajadores inmigrantes, etc.)
(Matouschek et al., 1995; Wodak y Menz, 1990). En lo fundamental,
este grupo elaboró el enfoque sociocognitivo de Van Dijk suponiendo
la existencia de distintos tipos de esquemas que tienen importancia
para la producción y la comprensión del texto (teorías sociopsicológicas
acerca de la planificación y la comprensión de textos; véase Wodak,
1992). Si bien las formas del discurso racista o prejuicioso pueden ser
similares, el contenido varía según los grupos estigmatizados y los
marcos que hacen posibles determinadas realizaciones lingüísticas.
La metodología histórico-discursiva fue ideada para hacer posible el
análisis de emisiones prejuiciosas implícitas y también para identifi-
car y poner de manifiesto los códigos y alusiones contenidos en el
discurso prejuicioso. Así, es característico de este fenómeno que los
productores del texto utilicen alusiones que los lectores sólo pueden
entender si conocen los objetos o los antecedentes a los cuales se hace
alusión. Esta estrategia permite a quienes hablan o escriben eludir
fácilmente la responsabilidad puesto que no han explicitado sus
afirmaciones.

Análisis de la lectura (Lesartenanalyse)

El lingüista Utz Maas (1985; 1989a; 1989b) se remite a ideas


capitales del pensamiento de Michel Foucault y las combina con una
metodología hermenéutica que denomina Lesartenanalyse (análisis
de la lectura). Maas define el discurso "como formas lingüísticas en
correlación con prácticas sociales que deben ser investigadas socioló-
gica e históricamente". "El análisis del texto deviene análisis del
discurso mediante el cual se correlaciona el discurso con una práctica
social formada históricamente" (1984:18). En otras palabras, un

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discurso no es un corpus arbitrario de textos, extensionalmente
(objetivamente) definido por el tiempo y el espacio, sino que se define
intencionalmente por su contenido, así como, por ejemplo, el "discurso
fascista" es un correlato del fascismo alemán. Para este autor enton-
ces, el análisis del discurso estudia las "reglas" que constituyen un
discurso determinado, aquello que hace que, por ejemplo, un cierto
texto sea un texto fascista. Cada texto remite a otros textos, sincrónica
y diacrónicamente. Estas relaciones están implícitas necesariamente
en la definición de un discurso específico. Por consiguiente, Maas se
aparta del análisis puramente formal de los textos (lingüística tex-
tual) porque este tipo de análisis sólo podría captar aspectos inmanentes
del texto y, según el autor, no podría poner de manifiesto las
especificidades del discurso político. Puesto que el discurso político
sólo puede ser definido como tal, mediante el contexto histórico social
(práctica social de la política), cualquier análisis no orientado hacia el
contexto esta condenado al fracaso.
Utz Maas goza de reconocimiento universal como experto en el
discurso del Nacional Socialismo alemán. Su profuso estudio de 1984
fue el primer análisis de la retórica y el discurso de los líderes nazis,
pero también del discurso cotidiano tal como aparece en los eslóganes,
los periódicos, las arengas de los líderes estudiantiles (véase también
su trabajo de 1989) e, incluso, las recetas. En sus exhaustivos y
minuciosos análisis de las secuencias discursivas, Maas aplica una
metodología sencilla (Lesartenanalyse). En su enfoque, resulta evi-
dente la importancia de la dimensión histórica y de la hermenéutica,
en especial para el análisis de las alusiones que se relacionan con el
conocimiento de fondo y que no pueden ser comprendidas si no se tiene
en cuenta este conocimiento.

La Escuela de Duisburg

No puede negarse la enorme influencia de Michel Foucault sobre


la Escuela de Duisburg. Su cabeza más visible, Siegfried Jáger, se
dedica al estudio de las características lingüísticas e icónicas del
discurso y de los "símbolos colectivos" (topoi) (como casa, automóvil,
olas de inmigrantes) que desempeñan importantes funciones cohesivas
en el texto. Para Jáger, los discursos son modalidades de habla
institucionalizadas y convencionalizadas, que tienen relación con el
comportamiento y la dominación (Jáger y Jáger, 1993:5). Considera el
discurso como un flujo de texto o de habla que transcurre en el tiempo
(1993:6). Pero aquí también cualquier discurso tiene raíces históricas,
influye sobre el presente y determina el futuro. En los textos concretos
se entretejen los distintos discursos (diskursives Gewimmel)4 y sólo

379
un análisis explícito del discurso puede desentrañar este caos. Al igual
que Utz Maas, Jáger desarrolló una metodología explícita compuesta
por varios pasos, que sirve para analizar sistemáticamente fragmen-
tos de discurso (secuencias) y permite tener en cuenta la intertextua-
lidad. Pero, a diferencia del método de Maas, Jáger concentra su
microanálisis del texto en los símbolos colectivos, las metáforas y las
estructuras agentivas.
Margret y Siegfried Jáger llevaron a cabo muchas investigacio-
nes sobre la nueva derecha alemana (1993). Estudiaron todos los
periódicos y revistas publicados por los grupos de derecha y mostraron
que había entre ellos grandes similitudes —ciertos símbolos, referen-
cias al "etnopluralismo" (segregación racial), agresividad, posiciones
antidemocráticas, etc.— e importantes diferencias de elementos y
estilos lingüísticos determinadas por el auditorio específico al cual se
dirigían.

Análisis crítico del discurso en acción


Nuestro objetivo en este apartado es presentar un ejemplo
concreto de ACD. Trabajaremos con una versión del ACD basada en
ocho principios teóricos o metodológicos y mostraremos cómo afecta
cada uno de ellos nuestro análisis crítico —necesariamente parcial—
del siguiente fragmento de una entrevista radial realizada a la ex
Primer Ministro de Gran Bretaña, Margaret Thatcher.5 Algunos de
los principios utilizados son comunes a todas las corrientes del ACD,
mientras que otros son más controvertidos.

1 MC: Prime Minister you were at Oxford in the nineteen


forties and after the war Britain would embark on a
period of relative prosperity for all the like of which it
had hardly known but today there are three and a
5 quarter million unemployed and e:m
Britain's economic performance by one measurement
has fallen to the rank of that of Italy now can you
imagine yourself back at the University today what
must seem to be the chances in Britain and the
10 prospects for all now
MT: they are very different worlds you're talking about
because the first thing that struck me very forcibly as
you were speaking of those days was that now we do
enjoy a standard of living which was undreamed of
15 then and I can remember Rab Butler saying after we
returned to power in about 1951-52 that if we played
380
our cards right the standard of living within twenty
five years would be twice as high as it was then and
em he was just about right and it was remarkable
20 because it was something that we had never thought
of now I don't think now one would necessarily think
wholly in materia} terms indeed I think it's wrong to
think in material terms because really the kind of
country you want is made up by the strength of its
25 people and I think we're returning to my visión of
Britain as a younger person and I was always brought
up with the idea look Britain is a country whose
people think for themselves act for themselves can act
on their own initiative they don't have to be told
30 don't like to be pushed around are self-reliant and
then over and above that they're always responsible
for their families and something else it was a kind of
em I think it was Barrie who said do as you would be
done by e: you act to others as you'd like them to act
35 towards you and so you do something for the
community now I think if you were looking at
another country you would say what makes a country
strong it is its people do they run their industries well
are their human relations good e: do they respect law
40 and order are their families strong all of those kind of
things
MC: I" and you know it's just way beyond economics
L but you know people still people still ask
though e: where is she going now General de Gaulle
45 had a visión of France e: a certain idea of France as he
put it e: you have fought three major battles in this
country the Falkland Islands e:m against the miners
and local councils and against public expenditure and
people I think would like to hear what this visión you
50 have of Britain is it must be a powerful one what is it
that inspires your action
MT: I wonder if I perhaps I can answer best by saying how
I see what government should do and if government
really believes in people what people should do I
55 believe that government should be very strong to do
those things which only government can do it has to
be strong to have defence because the kind of Britain I
see would always defend its freedom and always be a
reliable ally so you've got to be strong to your own
381
60 people and other countries have got to know that you
stand by your word then you turn to internal security
and yes you HAVE got to be strong on law and order
and do the things that only governments can do but
there it's part government and part people because
65 you CAN'T have law and order observed unless it's
in partnership with people then you have to be strong
to uphold the valué of the currency and only
governments can do that by sound finance and then
you have to créate the framework for a good
70 education system and social security and at that point
you have to say over to people people are inventive
creative and so you expect PEOPLE to créate thriving
industries thriving services yes you expect people
each and every one from whatever their background
75 to have a chance to rise to whatever level their own
abilities can take them yes you expect people of all
sorts of background and almost whatever their
income level to be able to have a chance of owning
some property tremendously important the
80 ownership of property of a house gives you some
independence gives you a stake in the future you're
concerned about your children
MC: but could I" you sum this visión up
MT: L ( ) you said my visión
85 please let me just go on and then that isn't enough
if you're interested in the future yes you will
probably save you'll probably want a little bit of
independent income of your own and so constantly
thinking about the future so it's very much a Britain
90 whose people are independent of government but
aware that the government has to be strong to do
those things which only governments can do
MC: but can you sum it up in a in a in a phrase or two the
aim is to achieve what or to restore what in Britain
95 when clearly risking a lot and winning in a place like
the Falkland Islands is just as important in your
philosophy T for Britain as as
MT: L I think
MC: restoring sound money reducing the money supply in
100 the Bank of England
MT: but of course it showed that we were reliable in the
defence of freedom and when part of Britain we: was
invaded of course we went we believed in defence of
freedom we were reliable I think if I could try to sum
105 it up in a phrase and that's always I suppose most
difficult of all I would say really restoring the very
best of the British character to its former
preeminence.
MC: butthis has meant somethingcalledThatcherism now
110 is that a description you accept as something quite
distinct from traditional conservatism in this country
MT: no it is traditional conservatism
MC: but it's radical and populist and therefore not
115 conservative
MT: it is radical because at the time when I took over we
needed to be radical e: it is populist I wouldn't cali it
populist I would say that many of the things which
Tve said strike a chord in the hearts of ordinary
120 people why because they're British because their
character IS independent because they DON'T like to
be shoved around coz they ARE prepared to take
responsibility because they DO expect to be loyal to
their friends and loyal allies that's why you cali it
125 populist. I say it strikes a chord in the hearts of people
I know because it struck a chord in my heart
many many years ago

[En la traducción conservamos la numeración de las líneas


del original para facilitar el movimiento de un texto a otro por parte
del lector. T.]

1 MC: Señora Primer Ministro, en la década del cuarenta


usted estaba en Oxford y después de la guerra comenzó
para Gran Bretaña una época de relativa prosperidad
para todos que casi no tuvo precedentes, pero hoy hay
tres millones
5 doscientos cincuenta mil desocupados y e:
la situación económica de Gran Bretaña según una
medición cayó ahora al nivel de la de Italia puede usted
imaginarse de regreso en la universidad hoy qué le
parecerían las posibilidades en Gran Bretaña y las
10 perspectivas para todos ahora
MT: son dos mundos muy distintos los que acaba de descri-
bir porque lo primero que me llamó poderosamente la
atención mientras usted hablaba de aquella época es
383
que ahora disfrutamos de un nivel de vida que ni
siquiera habíamos soñado
15 entonces y me acuerdo que Rab Butler decía cuando
volvimos al poder en 1951-1952 que si jugábamos bien
nuestras cartas el nivel de vida dentro de veinticinco
años sería dos veces más alto que en ese entonces y em
tenía razón y fue notable
20 porque nunca lo habíamos pensado claro no creo que
hoy uno debería pensar totalmente en términos mate-
riales de hecho creo que es erróneo pensar en términos
materiales porque en realidad el tipo de país al que uno
aspiraría se basa en la fuerza de su
25 gente y creo que volvemos a mi visión de Gran Bretaña
de cuando era más joven y a mí me criaron con esa idea
mire Gran Bretaña es un país donde la gente piensa
por sí misma actúa por iniciativa propia y nadie tiene
que decirles
30 no les gusta que los mandoneen tienen confianza en sí
mismos y además de esto siempre son responsables de
su familia y algo más era un tipo de e: creo que fue
Barrie el que dijo condúcete como te gusta que los
demás se conduzcan contigo e: uno actúa hacia los
demás como querría que ellos actúen
35 hacia uno y por eso uno haría algo por la comunidad
ahora creo que si usted estuviera viendo otro país diría
que lo que hace a un país fuerte es la gente llevan bien
sus industrias sus relaciones humanas son buenas e:
respetan la ley
40 y el orden las familias están unidas ese tipo de cosas
y usted sabe que esto va mucho más allá de la
economía
MC: pero usted sabe la gente sin embargo la gente sin
embargo pregunta
e: adonde va ella ahora el general De Gaulle
45 tenía una visión de Francia e: una cierta idea de
Francia como él decía e: usted peleó tres grandes
batallas en este país la de las Islas Malvinas e:m con-
tra los mineros y los concejos deliberantes y contra el
gasto público y creo que a la gente le gustaría escuchar
cuál esta visión que usted
50 tiene de Gran Bretaña es debe ser una visión poderosa
lo que inspira su acción
MT: me pregunto si tal vez no podría responder mejor
diciendo cómo veo lo que el gobierno debería hacer y si
el gobierno realmente cree en la gente lo que la gente
debería hacer yo
55 creo que el gobierno debe ser muy fuerte para llevar a
cabo las cosas que sólo el gobierno puede hacer tiene
que ser fuerte para la defensa porque el tipo de Gran
Bretaña que yo veo siempre defenderá su libertad y
siempre será un aliado fiable así que uno tiene que ser
fuerte para nuestra propia
60 gente y otros países tienen que saber que uno mantiene
su palabra después está la seguridad interna y sí uno
DEBE ser fuerte con respecto a la ley y el orden y hacer
las cosas que sólo los gobiernos pueden hacer aunque
ahí hay una parte del gobierno y otra de la gente
porque
65 uno NO PUEDE hacer que la ley y el orden se respeten
sin la participación de la gente además uno debe ser
fuerte para defender el valor de la moneda y sólo los
gobiernos pueden hacerlo con finanzas sanas y des-
pués hay que crear el marco para un buen
70 sistema de educación y de seguridad social y en ese
punto hay que decirle a la gente la gente es creativa e
ingeniosa así que uno espera que LA GENTE cree
industrias pujantes servicios pujantes sí uno espera
que todos y cada uno cualquiera sea su extracción
75 tengan la oportunidad de elevarse a cualquier nivel al
que su propia capacidad pueda llevarlos sí uno espera
que la gente de cualquier extracción y casi de cualquier
nivel de ingresos pueda tener la posibilidad de poseer
algún tipo de propiedad es tremendamente impor-
tante la
80 propiedad de una casa da cierta independencia le da
una apuesta al futuro uno se preocupa por los hijos
MC: pero podría r usted resumir esta visión
MT: ( ) usted dijo
- mi visión
85 por favor déjeme terminar y luego esto no es suficiente
si uno está preocupado por el futuro sí probablemente
hará algún ahorro probablemente querrá algún tipo de
ingreso propio independiente y así constantemente
pensando en el futuro así que es bastante una Gran
Bretaña
90 donde la gente es independiente del gobierno pero
385
consciente de que el gobierno tiene que ser fuerte para
hacer las cosas que sólo los gobiernos pueden hacer
MC: pero podría resumirlo en una en una en una frase o dos
el objetivo es lograr qué cosa o recuperar qué cosa en
Gran Bretaña
95 cuando claramente arriesgar mucho y ganar en un
lugar como las Islas Malvinas es tan importante
en su filosofía [ para Gran Bretaña como
MT: [ pienso que
MC: recuperar una moneda sana disminuyendo el circulan-
te en
100 el Banco de Inglaterra
MT: pero sin duda demostró que éramos fiables en la
defensa de la libertad y cuando parte del país nosotros:
fue invadida por supuesto allá fuimos creíamos en la
defensa de la libertad éramos fiables creo que si pudie-
ra resumirlo
105 en una frase y esto me parece siempre lo más difícil
diría que restituir lo mejor de la personalidad británi-
ca a su antiguo lugar de preeminencia.
MC: pero esto ha pasado a significar algo que se llama
thatcherismo ahora
110 es esa una descripción que usted acepta como algo
esencialmente distinto del conservadurismo tradicio-
nal de este país
MT: no es el conservadurismo tradicional
MC: pero es radical y populista y por consiguiente no es
115 conservador
MT: es radical porque en el momento en que tomé el
gobierno era necesario ser radical e: es populista yo no
lo llamaría populista yo diría que muchas de las cosas
que dije llegan al corazón de
120 la gente común por qué porque son ingleses porque su
característica ES ser independientes porque NO les
gusta que los atropellen porque ESTÁN preparados
para asumir responsabilidades porque SI esperan que
seamos leales con nuestros amigos y aliados leales a
eso usted le dice
125 populista. Yo digo que eso toca el corazón de la gente yo
lo sé porque a mí me llegó al corazón hace muchos
muchos años
1. El ACD s e o c u p a de los p r o b l e m a s s o c i a l e s

El ACD es el análisis de los aspectos lingüísticos y semióticos de


los procesos y de los problemas sociales. No tiene en la mira el lenguaje
o el uso del lenguaje en sí mismos ni por sí mismos, sino el carácter
parcialmente lingüístico de los procesos y las estructuras sociales y
culturales. Por ejemplo, un análisis crítico del fragmento recién
transcripto puede verse como un aporte al análisis del thatcherismo
o, en términos de índole más internacional, de la nueva derecha en la
política. Tal como lo sugiere el presente ejemplo, el ACD es por
naturaleza interdisciplinario, combina perspectivas de diversas dis-
ciplinas en sus propios análisis y se lo utiliza para complementar
formas más habituales de análisis social y cultural. En este sentido,
el análisis puede vincularse con problemas y luchas particulares de
los grupos dominados durante los gobiernos de Thatcher, como los de
los mineros y otros sindicatos, pero también puede contribuir a
desarrollar u n a conciencia crítica de las estrategias discursivas pro-
pias del thatcherismo que a su vez podría constituirse en u n recurso
en la lucha contra esa corriente política.
Desde este punto de vista, lo esencial del ACD es que los procesos
y los movimientos sociales y políticos que marcan rumbos como el
thatcherismo (Fairclough, 1993) tienen en parte un carácter lingüís-
tico discursivo. Esto surge del hecho de que los cambios sociales y
políticos en la sociedad contemporánea incluyen por lo general un
elemento sustancial de cambio cultural e ideológico. Sin duda, es el
caso del thatcherismo, que fue descripto como un intento de construir
u n a nueva hegemonía, de sentar nuevas bases para el consenso
popular, además de ser u n conjunto de estrategias económicas de libre
mercado y u n proyecto político tendiente a fortalecer y centralizar el
estado, y hacer retroceder las estructuras e instituciones de la demo-
cracia social, debilitar a los sindicatos, etc. (Hall y Jacques, 1983).
El thatcherismo como proyecto ideológico tendiente a construir
u n a nueva hegemonía puede ser visto también como u n intento por
reestructurar el discurso político combinando diversos discursos ya
existentes de u n a nueva manera. El fragmento citado es u n claro
ejemplo de lo que quiero decir. Hay en él u n a combinación caracterís-
tica de elementos del discurso conservador tradicional (el acento en
la ley y el orden, la familia y el gobierno fuerte, por ejemplo, respetan
la ley y el orden la familia está unida) y de elementos del discurso
político liberal y del discurso económico (las referencias a la indepen-
dencia del individuo, por ejemplo, porque su característica ES ser
independientes porque NO les gusta que los atropellen porque ESTÁN
preparados para asumir responsabilidades; y las referencias al

387
carácter emprendedor de los individuos como motor de la economía,
por ejemplo en: uno espera que LA GENTE cree industrias pujantes
servicios pujantes).
Todo esto condimentado con distintos elementos discursivos de
la vida y la experiencia cotidiana que confieren al discurso de Thatcher
el sabor populista al cual hace referencia el periodista: por ejemplo,
uno mantiene su palabra, los atropellen y llegan al corazón de la gente
común. Esta novedosa combinación de discursos está asociada con
determinadas representaciones de la realidad social y con determina-
das construcciones de las relaciones e identidades sociales y políticas
absolutamente características (véanse los apartados siguientes) que
lograron una posición dominante dentro del discurso político, si bien
es materia de discusión en qué medida fueron hegemónicas en el
sentido de alcanzar una aceptación general.

2. L a s r e l a c i o n e s de p o d e r c o m o e l e m e n t o s d i s c u r s i v o s

El ACD subraya el carácter fundamentalmente lingüístico y


discursivo de las relaciones sociales de poder en la sociedad contem-
poránea, carácter que proviene en parte de cómo se ejercen y negocian
las relaciones de poder en el interior del discurso. Un tema que concita
mucha atención es el de las relaciones de poder entre los medios y la
política: si, en líneas generales, el discurso político mediatizado
constituye el dominio de los medios sobre los políticos o la explotación
de los medios por parte de aquellos. Un análisis minucioso de las
relaciones de poder en las entrevistas políticas puede echar algo de luz
sobre esta controversia (Bell y Van Leeuwen, 1994). En apariencia, los
periodistas que conducen las entrevistas ejercen mucho poder sobre
los políticos: por lo general controlan cómo se inician y cómo terminan
las entrevistas, determinan los temas que se h a n de t r a t a r y los
ángulos de abordaje desde los cuales serán presentados, asignan el
tiempo que se les otorga a los políticos para responder las preguntas,
y así sucesivamente. En el caso particular de la entrevista a Thatcher,
las preguntas de Michael Charlton establecen u n a especie de orden
del día que intenta hacer respetar (por ejemplo, en las líneas 83, 93-
4). Sin embargo, los políticos no siempre acceden a los intentos del
periodista por controlar la entrevista ni mucho menos y, a menudo, se
plantea una lucha por el control. En la línea 83, por ejemplo, Charlton
intenta conseguir que Thatcher conteste la pregunta que él formuló en
las líneas 49-51, pero ella interrumpe su intento por controlar su
discurso, y continúa con lo que es efectivamente u n a breve arenga
política. El hecho de que Thatcher responda con arengas a las
preguntas de Charlton —o quizá, mejor dicho, el hecho de que

388
interprete las preguntas del periodista como oportunidades para
pronunciar arengas en lugar de apelaciones a u n a respuesta— indica
otra dimensión de las relaciones de poder en el seno del discurso.
Thatcher intenta ejercer lo que podríamos llamar poder retórico, ese
poder que proviene de los recursos inherentes a la retórica de la
persuasión política, u n a forma de "capital cultural" que, según
Bourdieu (1991), es la prerrogativa de los políticos profesionales en las
sociedades contemporáneas. Este poder —en la medida en que es
eficaz— es básicamente poder sobre la audiencia radial, pero también
guarda relación con las relaciones de poder concretas entre Thatcher
y Charlton en el sentido de que elude y soslaya el poder de Charlton
como entrevistador. El poder retórico de Thatcher se encarna, por
ejemplo, en los mecanismos lingüísticos de gran escala que organizan
sus contribuciones, como la triple estructura paralela de las líneas 56-
67 {tiene que ser fuerte para la defensa, 56-7; uno DEBE ser fuerte con
respecto a la ley y el orden, 62; uno debe ser fuerte para defender el valor
de la moneda, 66-7).
Además del tema del poder dentro del discurso, tenemos el del
poder sobre el discurso (Fairclough, 1989) que, en parte, es una
cuestión de acceso. Como Primer Ministro, la señora Thatcher podía
hacer amplio uso de los medios en sus propios términos. Los políticos
con menos poder tienen, en cambio, u n acceso más limitado y más en
función de los medios, mientras que la mayoría de las personas no
tienen ningún tipo de acceso. Pero ejercer poder sobre el discurso
también es u n a cuestión de capacidad para controlar y modificar las
reglas de juego de las prácticas discursivas y las estructuras propias
del orden del discurso. Ya hemos hecho mención del proyecto thatche-
rista de reconstruir u n a hegemonía en el campo del discurso político,
que involucra u n a combinación novedosa de discursos ya existentes.
El fragmento de entrevista que figura más arriba ilustra también,
como ya lo hemos señalado, u n a reconstrucción del género discursivo
en cuestión: los géneros de la oratoria política y de la entrevista
mediática se articulan aquí de tal manera que esta entrevista se
transforma en u n a poderosa plataforma política para el estilo carac-
terístico de Thatcher: una retórica política autoritaria y "dura" pero
populista.
Todos estos ejemplos indican que los aspectos discursivos de las
relaciones de poder no son fijos ni monolíticos. Buena parte de los
trabajos del ACD se caracterizaron por su interés en la reproducción
de las relaciones de poder por medio del discurso. Pero también
debemos ocuparnos de los aspectos discursivos de la lucha por el poder
y de la transformación de las relaciones de poder. En este sentido, es
provechoso considerar el "poder en el discurso" y el "poder sobre el

389
discurso" en términos dinámicos: tanto el ejercicio del poder en el
"aquí y ahora" de los sucesos discursivos específicos como la conforma-
ción a largo plazo de las prácticas discursivas y los órdenes del
discurso son, por lo general, procesos negociados y disputados. El
thatcherismo puede, por ejemplo, interpretarse en parte como u n a
lucha hegemónica en el discurso y sobre el discurso contra una
variedad de antagonistas: los "blandos" del Partido Conservador, los
otros partidos políticos, los sindicatos, las profesiones, etcétera.

3. El discurso c o n s t i t u y e a la s o c i e d a d y a la cultura

Sólo podemos comprender la importancia del discurso en los


procesos sociales y en las relaciones de poder contemporáneos si
reconocemos que el discurso constituye a la sociedad y a la cultura, así
como es constituido por ellas. Es decir, la relación es dialéctica. Esto
implica que toda instancia de uso del lenguaje hace su propia contri-
bución a la reproducción y/o a la transformación de la sociedad y la
cultura, incluidas las relaciones de poder. Ahí reside el poder del
discurso; y es por eso que vale la pena luchar por él.
Es conveniente distinguir tres amplios dominios de la vida social
que pueden constituirse en el discurso y que podemos denominar
sintéticamente como representaciones, relaciones e identidades: re-
presentaciones del mundo, relaciones sociales interpersonales e iden-
tidades sociales y personales (Fairclough, 1992a). En términos de
representaciones, por ejemplo, las líneas 11-21 del fragmento incorpo-
r a n u n a narración que ofrece u n a representación de la historia muy
diferente de la expuesta en la pregunta del entrevistados el contraste
que el periodista hace entre u n pasado próspero y u n presente de
depresión es reestructurado en la respuesta en términos de un
gobierno conservador del pasado que genera la prosperidad actual.
El fragmento transcripto constituye las relaciones sociales entre
Thatcher como líder político y el público de u n modo contradictorio, en
parte como relaciones de solidaridad y en parte como relaciones de
autoridad. El uso que hace del pronombre indefinidoyou [usted], una
forma de habla coloquial popular (en contraste con one [uno]), sugiere
implícitamente que ella no es más que una persona común, como sus
votantes (este es el elemento populista en su discurso). Lo mismo
ocurre con parte de su vocabulario: adviértase, por ejemplo, cómo
Thatcher evita en las líneas 113-20 el término populista usado por el
entrevistador y la utilización técnica por parte de este de radical como
término político especializado, quizá porque el carácter intelectual de
estas palabras comprometería sus pretensiones de solidaridad. Pero
el despliegue de retórica política de Thatcher al que hicimos referencia

390
más arriba es, paradójicamente, autoritario. También lo es su utiliza-
ción del we [nosotros] incluyente: ella pretende hablar por el pueblo.
Ocurre algo similar en los pasajes (líneas 27-36 y 119-23) en los que
caracteriza a los británicos atribuyéndose la autoridad de expresar en
su nombre cómo se ven a sí mismos.
Estos pasajes son interesantes también en términos de la cons-
titución de identidades: una característica fundamental de este dis-
curso es la manera como constituye a "la gente" como comunidad
política (adviértase que Thatcher pone explícitamente en primer
plano el proyecto de construcción de la identidad colectiva: restituir lo
mejor de la personalidad británica a su antiguo lugar de preeminen-
cia) y la enumeración de características en estos ejemplos es una pieza
notable de estrategia discursiva. Nótese que estas listas condensan,
sin que haya conexiones explícitas entre ellas, los diversos discursos
que, como sugerimos anteriormente (principio 1), se articulan en el
discurso político de Thatcher: discursos políticos conservadores y
liberales, discurso económico liberal y discursos de la vida cotidiana.
Como las conexiones entre estos discursos quedan implícitas, son los
miembros de la audiencia los que deben encontrar su propia manera
de articularlos en u n todo coherente.
Obsérvese también el sentido vago y cambiante del pronombre
we [nosotros] (líneas 13-25, 101-4) en el discurso de Thatcher. El
pronombre es a veces lo que tradicionalmente se llama "incluyente"
(incluye a la audiencia y a la población en general, por ejemplo, we do
enjoy a standard of living which was undreamed of then [ahora
disfrutamos de un nivel de vida que ni siquiera habríamos soñado
entonces], 13-14), y a veces "excluyente" (por ejemplo, after we returned
topower [cuando volvimos al poder], 15-16, donde el pronombre we se
refiere sólo al Partido Conservador). En otros casos, puede entenderse
como cualquiera de estos dos usos (por ejemplo, ifweplayed our cards
right, [si jugábamos bien nuestras cartas], 16-17; we went we believed
in defence of freedom we were reliable [allá fuimos creíamos en la
defensa de la libertad éramos fiables], 103-4). Aun cuando interprete-
mos el primero de estos dos últimos ejemplos como un uso excluyente,
de todas maneras no queda claro a quién se refiere el pronombre: ¿al
Partido Conservador o al gobierno? Asimismo calificar de "inclu-
yente" el uso de este pronombre puede resultar engañoso porque si
bien el we en por ejemplo we do enjoy a standard of living which was
undreamed of then [ahora disfrutamos de un nivel de vida que ni
siquiera habríamos soñado entonces] identifica a toda la comunidad,
la construye de un modo que excluye a los que no lograron prosperidad
económica. Análogamente, u n a lectura "incluyente" de we went we
believed in defence of freedom we were reliable [allá fuimos creíamos

391
en la defensa de la libertad éramos fiables], podría hacer que todos
aquellos que se opusieron a la aventura de las Islas Malvinas se
sintiesen excluidos de la comunidad general. El pronombre you [tú,
usted] se utiliza de un modo estratégico y manipulador similar en las
líneas 59-88. No sugerimos con esto que Thatcher y sus colaboradores
planifiquen conscientemente utilizar we y you en estos sentidos, si
bien la conciencia reflexiva del lenguaje aumenta entre los políticos.
Más bien, el discurso político tiene hoy objetivos estratégicos más
amplios (como el de construir una base popular para sus posiciones
movilizando a las personas detrás de las decisiones políticas) que
toman cuerpo en ciertas maneras de utilizar el lenguaje que probable-
mente no son intencionales.
Por último, el discurso también constituye una identidad para la
propia Thatcher como líder política femenina que posee autoridad
política sin dejar de ser femenina. Obsérvense, por ejemplo, las
características de modalidad de las líneas 52-92. Por una parte, hay
en estas líneas fuertes indicadores modalizantes de obligación (obsér-
vense los verbos modales should [debería], have to [tener que], have
got to [tener que]) y modalizaciones epistémicas ("probability" [proba-
bilidad]) (nótense los verbos categóricos en tiempo presente de las
líneas 80-2) que reclaman enérgicamente autoridad política para la
hablante. Por otra parte, este apartado comienza con una expresión
muy tentativa y atenuada (me pregunto si tal vez no podría responder
mejor diciendo cómo veo...) que podría interpretarse —junto con su
estilo de expresión en este punto pasaje, la manera de vestir y el
aspecto general de Thatcher— según el estereotipo "femenino".
Una hipótesis de trabajo útil es que cualquier parte de cualquier
texto lingüístico, escrito o hablado, constituye simultáneamente re-
presentaciones, relaciones e identidades. Este supuesto está total-
mente de acuerdo con una teoría multifuncional del lenguaje y del
texto, como encontramos, por ejemplo, en la lingüística sistémica
(Halliday, 1994; Halliday y Hasan, 1985). Según esta teoría, incluso
las cláusulas individuales (oraciones simples) de un texto operan a un
mismo tiempo en el plano "ideacional", para construir representacio-
nes de la realidad, en el plano "interpersonal", para construir relacio-
nes sociales e identidades, y en el plano "textual", para integrar las
distintas partes de un texto en un todo coherente.

4. El discurso realiza una labor ideológica

La ideología es una manera particular de representar y construir


la sociedad que reproduce las relaciones desiguales de poder, las
relaciones de dominación y de explotación. La teoría de la ideología se

392
desarrolló como parte de la teoría marxista de las relaciones de clase
(Larrain, 1979), pero en la actualidad se la amplió hasta incluir las
relaciones de dominación basadas en el género y la filiación étnica. A
menudo (aunque no necesariamente), las ideologías son construccio-
nes falsas o no fundamentadas de la sociedad (por ejemplo, las
ideologías de género que representan a las mujeres como menos
estables emocionalmente que los hombres). Para determinar si un
determinado (tipo de) suceso discursivo realiza una labor ideológica
no basta con analizar los textos; es necesario además tener en cuenta
cómo se interpretan y reciben esos textos, y qué efectos sociales tienen.
En nuestro ejemplo, las estrategias políticas y económicas del
thatcherismo constituyen un tema explícito y claramente formulado,
en particular en las líneas 52-92, incluida la idea vertebral de una
enérgica intervención del gobierno para crear condiciones en las que
los mercados puedan operar libremente. Sin embargo, la formulación
de Thatcher se construye, en lo concreto, en un contraste entre el
gobierno y las personas que nosotros consideramos ideológico: ese
contraste escamotea el hecho de que "la gente" que domina la creación
de "industrias pujantes", etc., son básicamente las corporaciones
transnacionales y puede contribuir a legitimar relaciones existentes
de dominio económico y político. Se trata de una característica común
a todo el discurso populista del thatcherismo. La oposición entre el
gobierno y la gente es bastante explícita aquí, pero las ideologías están
frecuentemente implícitas. Se asocian, por ejemplo, a palabras clave
que evocan conjuntos enteros de supuestos ideológicos aunque los
dejan implícitos: expresiones como libertad, ley y orden o finanzas
sanas. Lo mismo cabe para industrias pujantes, servicios pujantes,
otro ejemplo de la estructura de lista que mencionamos antes, aunque
se trate de una lista corta de sólo dos elementos. Industrias pujantes
es una colocación habitual, pero servicios pujantes es una innovación
de un tipo ideológicamente potente: para dar un sentido coherente a
la lista es necesario suponer que los servicios pueden ser evaluados
sobre la misma base que las industrias, supuesto característico del
thatcherismo que, sin embargo, el oyente debe inferir. Adviértase, por
otra parte, que no todos los supuestos de sentido común en el discurso
son ideológicos, según nuestro enfoque de la ideología.
La ideología no es una mera cuestión de representaciones de la
realidad social, puesto que las construcciones de la identidad que
están vinculadas al poder son (como bien señaló Althusser) también
procesos ideológicos clave. Es útil pensar la ideología como un proceso
que articula representaciones particulares de la realidad y construc-
ciones particulares de la identidad, especialmente de la identidad
colectiva de grupos y comunidades. En este caso, la labor ideológica

393
reside en el intento de articular las representaciones thatcheristas de
la economía y la política y sus estrategias para abordarlas con una
construcción particular de "la gente" como comunidad y base del
thatcherismo. La señora Thatcher construye discursivamente un
programa político y a la vez procura construir una base de prosélitos
para ese programa (Bourdieu, 1991).

5. El discurso es histórico

No es posible la producción de un discurso sin contexto, así como


no es posible su comprensión si no se toma en cuenta el contexto
(Duranti y Goodwin, 1992; Wodak et a l , 1990; 1994). En un nivel me-
tateórico, este hecho tiene relación con las nociones de Wittgenstein
(1967) de "juego de lenguaje" y de "forma de vida": las emisiones sólo
tienen sentido si tenemos en cuenta su utilización en una situación
específica, si comprendemos las convenciones y reglas subyacentes, si
reconocemos su inmersión en una cierta ideología y cultura y, lo que
es aun más importante, si sabemos a qué elementos del pasado remite
el discurso. Los discursos están siempre vinculados a otros discursos
producidos con anterioridad y también a aquellos que se producen
sincrónicamente y con posterioridad. En este sentido, incluimos en
nuestro concepto de contexto a la intertextualidad, además del cono-
cimiento sociocultural.
Es así como el discurso de Thatcher tiene relación con lo que ella
misma y su gobierno dijeron antes, con otros discursos y proclamas,
con ciertas leyes que fueron aprobadas, con la cobertura de los medios
y también con ciertas acciones que se emprendieron.
Todo esto se hace muy evidente si consideramos las alusiones que
aparecen en el texto y que presuponen ciertos universos de conoci-
miento, y una experiencia intertextual particular, por parte de los
oyentes. Por ejemplo, para poder comprender y analizar las respues-
tas de Thatcher en profundidad, deberíamos saber cuál era la situa-
ción de Gran Bretaña en la década del cuarenta (1-2), deberíamos
saber también quiénes eran Rab Butler (15) o Barrie (33), deberíamos
conocer la visión que tenía De Gaulle (44-5), por qué la guerra de las
Islas Malvinas era importante y qué tipo de sentido simbólico conno-
taba (58), y así sucesivamente. Las cosas se ponen aun más difíciles
cuando Thatcher alude al conservadurismo tradicional (111) y a lo que
significa esta expresión dentro del esquema del thatcherismo, en
contraposición con otros significados posibles.
En el curso del estudio realizado sobre el discurso antisemita que
dio origen al "affair" Waldheim en Austria (1986), se desarrolló un
método que permite incluir distintas capas de conocimientos históri-

394
eos (Wodak et al., 1990): el enfoque histórico discursivo. Se analizaron
documentos de la Wehrmacht, los propios discursos de Waldheim y los
de sus rivales políticos, artículos de los diarios austríacos y extranje-
ros acerca de la persona de Waldheim y, por último, se estudió la vox
populi, conversaciones entabladas en la calle por participantes anó-
nimos. Era necesario sacar a la luz la historia discursiva de cada
unidad del discurso. Naturalmente, esto implica, una vez más, un
análisis interdisciplinario; los historiadores deben ser incluidos en la
investigación.

6. El vínculo entre el texto y la sociedad es mediado

El análisis crítico del discurso está bastante relacionado con el


hecho de establecer nexos entre estructuras y procesos sociales y
culturales por un lado, y con las propiedades del texto por el otro. Pero
estos nexos son bastante complejos y es mejor pensarlos como vínculos
indirectos o "mediados" en lugar de directos. Un modo de ver esta
mediación es considerar que el vínculo entre el texto y la sociedad está
mediado por los "órdenes del discurso" (véase lo expuesto anterior-
mente). En el ejemplo de Thatcher, este enfoque intentaría mostrar
que los cambios en las políticas, en la relación entre la política y los
medios, y, en un nivel más general, en toda la cultura británica (algo
de esto ya señalamos antes) se realizan parcialmente en los cambios
en el orden político del discurso y en el modo como los textos hacen uso
de discursos y géneros que tradicionalmente se habían mantenido
separados y los articulan entre sí. A su vez, esta nueva articulación de
discursos y géneros dispares se realiza por medio de características
del lenguaje, lo que constituye un vínculo mediado entre los procesos
socioculturales y las propiedades lingüísticas de los textos.
Ya señalamos más arriba parte de este trabajo de articulación en
la entrevista de Thatcher: se construye un híbrido de discursos que
tradicionalmente se mantienen separados en el orden político del
discurso (discurso liberal y discurso conservador) y sus componentes
populistas constituyen un híbrido del orden político del discurso con
los órdenes del discurso de la vida cotidiana. También sugerimos
anteriormente que se construye un híbrido entre el género de la
entrevista en los medios y el género de la oratoria política y, de ese
modo, se une el orden político del discurso con el orden mediático. No
obstante, es necesario que formulemos más claramente la mezcla de
géneros. La entrevista Charlton-Thatcher pertenece a una serie de
reportajes a fondo con figuras destacadas de la vida pública. Sus
convenciones son las de las "entrevistas a celebridades". Las pregun-
tas exploran la personalidad y el punto de vista del entrevistado, y se

395
espera que las respuestas sean sinceras y reveladoras. Se construye
a la audiencia como un conjunto de personas que escuchan con
atención una interacción potencialmente intensa entre el periodista
y el entrevistado. El programa debe ser al mismo tiempo educativo y
entretenido. En nuestro caso, sin embargo, si bien Charlton se atiene
a las reglas del juego, Thatcher no. Ella trata el encuentro como si
fuera un reportaje político. Como hacen muchas veces los políticos,
aprovecha la entrevista como una ocasión para pronunciar una
arenga política, construye a la audiencia, y no al periodista, como
destinataria de sus palabras, no responde las preguntas y evita el
discurso intelectual liberal de estas en favor de un discurso populista.
Desde el punto de vista del género discursivo, la interacción adquiere
entonces un carácter complejo: existe una tensión entre los partici-
pantes en términos de hacia qué género de los medios se orientan
(entrevista a una celebridad versus reportaje político), y el hecho de
que Thatcher se valga de la entrevista política implica una tensión
adicional entre las prácticas de los medios y las prácticas retóricas del
discurso político.
Hay otras maneras de ver la mediación entre el texto y la
sociedad. Smith (1990), por ejemplo, reúne aspectos de la teoría
etnometodológica y de la teoría marxista, y pone énfasis en las
prácticas de los actores sociales en la generación de vínculos entre la
sociedad y el texto durante la realización de las relaciones sociales.
Van Dijk por su parte subraya la mediación sociocognitiva del vínculo
entre el texto y la sociedad (Van Dijk, 1985a; 1989; 1993b; Wodak,
1992; Mitten y Wodak, 1993) y se propone especificar los recursos
cognitivos que los actores sociales utilizan en su práctica y la relación
entre los significados o interpretaciones individuales y las represen-
taciones grupales (en el caso del discurso racista, por ejemplo). Por
una parte, estas maneras distintas de ver la mediación indican que
las diferentes teorías tienen distintas prioridades pero, por la otra,
pueden indicar también que son complementarias y que a la larga
habrá necesidad de una teoría multilateral compleja de la mediación
texto-sociedad que asigne el peso debido a los órdenes del discurso, a
las prácticas de los actores sociales y a los procesos sociocognitivos.

7. El análisis del discurso es interpretativo y explicativo

El mismo discurso puede interpretarse de maneras muy distin-


tas, según quién lo escuche y según la cantidad de información
contextual incluida. Por ejemplo, en un estudio acerca de la compren-
sión y la comprensibilidad o inteligibilidad de los noticiarios, Lutz y
Wodak (1987) citan interpretaciones habituales pero diferentes de un

396
mismo texto según los esquemas emocionales, formales y cognitivos
de los lectores/escuchas (Soziopsychologische Theorie des Textverste-
hens (SPTV) o teoría sociopsicológica de la comprensión de textos).
Fueron evidentes en ese estudio interpretaciones específicas según el
género, la edad, las creencias y las actitudes de los receptores,
circunstancia que demuestra que el proceso de comprensión no se
desarrolla sobre u n a tabula rasa sino contra u n fondo de emociones,
actitudes y conocimientos. Lo mismo vale, con mayor razón aún, en el
caso de textos complejos como la entrevista a Thatcher, cuya compren-
sión cabal exige tener en cuenta la intertextualidad histórica y
sincrónica, la hibridación de géneros y la opacidad de ciertos elemen-
tos y unidades. Es preciso plantear en este punto varios temas de
importancia. ¿Cuáles son los límites de la unidad de discurso que se
investiga: cuáles son los límites del signo (Kress, 1993)? ¿Cuánto
conocimiento del contexto es necesario para u n a interpretación? Las
lecturas críticas que aporta el ACD ¿ocupan u n lugar de privilegio, son
mejores o más justificables que otras? Por ejemplo, el sentido del
fragmento: hay que decirle a la gente la gente es creativa e ingeniosa
así que uno espera que LA GENTE cree industrias pujantes servicios
pujantes así como uno espera (líneas 72-3) es, sin duda, opaco.
¿Quiénes son la gente: todos los subditos británicos, incluido el
gobierno, o excluido este? ¿Se refiere acaso a los seres humanos per se,
a la gente en el sentido de los ciudadanos del término alemán Volk? ¿Se
refiere a la gente que vota a los conservadores, a los que están
comprometidos ideológicamente con el thatcherismo, o se refiere a
todo el mundo? El grupo no está claramente definido y eso permite que
los lectores se incluyan o se excluyan, de acuerdo con sus propias
ideologías y creencias. Si avanzamos dentro de este mismo texto,
advertimos que esta gente debe estar en condiciones de influir en el
crecimiento de las industrias y los servicios de manera positiva
(pujantes). Ocurre, sin embargo, que sólo los poderosos pueden influir
de esa manera: las élites, los gerentes y los políticos. Si este es el caso,
el uso de la palabra gente es engañoso porque sugiere participación
donde no la hay. Mistifica la influencia que los hombres y las mujeres
comunes pueden tener sobre las decisiones del gobierno, influencia
que en realidad hoy no tienen y nunca tendrán. Este fragmento de
texto ejemplifica u n a contradicción que sólo el ACD puede desentra-
ñar, y al hacerlo mostrar las distintas implicaciones de las diferentes
lecturas para la acción social. El conocimiento de las estructuras de
argumentación y políticas del thatcherismo (utilizando u n a metodo-
logía histórico discursiva) hace que sea mucho más fácil desentrañar
los sentidos manifiestos y latentes y aprender más acerca de la
retórica política utilizada en esta entrevista. U n a lectura crítica

397
implica, por consiguiente, una metodología sistemática y una inves-
tigación a fondo del contexto que podría reducir la variedad de
interpretaciones posibles. La heterogeneidad y la imprecisión del
texto condensan contradicciones que sólo se ponen de manifiesto con
un análisis concienzudo que permita desconstruirlo y remitirlo a sus
condiciones sociales, su ideología y sus relaciones de poder. Es preci-
samente en este punto donde la lectura crítica difiere de la lectura que
hace una audiencia no crítica: tiene en cuenta sistemáticamente los
sentidos inherentes, descansa sobre procedimientos científicos y
exige necesariamente autorreflexión por parte de los investigadores.
Es aquí donde difiere claramente de la hermenéutica pura (véase al
respecto la "hermenéutica objetiva" de Ulrich Oevermann y su grupo:
Oevermann et al., 1979). Podríamos decir que la lectura crítica tiene
intención explicativa, no meramente interpretativa. Debemos decir
también que las interpretaciones y las explicaciones nunca son defi-
nitivas ni autorizadas: son dinámicas y están abiertas a nuevos
contextos y nueva información.

8. El discurso es una forma de acción social

Al comienzo de este capítulo dijimos que el objetivo principal


del ACD era poner de manifiesto la opacidad y las relaciones de po-
der. El ACD es un paradigma científico comprometido socialmente
y muchos analistas militan en diversos grupos políticos. A diferencia
de muchos otros estudiosos, los lingüistas críticos expresan explíci-
tamente sus intereses, los cuales, si no lo hicieran, quedarían
encubiertos.
Podría decirse que el ejemplo recién analizado de la entrevista a
Thatcher puede cumplir este mismo fin en las luchas políticas. Pero
existen también otras aplicaciones importantes del ACD. Wodak y De
Cillia (1989), por ejemplo, publicaron el primer material didáctico
oficial relativo al antisemitismo de posguerra en Austria, material
que hoy se utiliza en las escuelas y acompaña una exposición sobre el
antisemitismo en la Segunda República Austríaca. Los maestros que
quieren analizar en clase los diversos tipos de discursos antisemitas
utilizan todo este material. Por su parte, Van Dijk (1993a) analizó los
libros de texto de las escuelas holandesas en términos de sus poten-
ciales insinuaciones racistas y así logró que se redactara un nuevo
material didáctico. En el Reino Unido se aplicó también el análisis del
discurso a la educación con el nombre de "conciencia crítica del
lenguaje" (Fairclough, 1992c), mientras que en Australia está muy
difundida la expresión "alfabetización crítica" para hacer referencia a
este nuevo proceso de concientización. Por su parte, los peritos de los

398
tribunales también aplican el análisis del discurso. Así, en respuesta
a una solicitud de la comunidad judía, Gruber y Wodak (1992) ma-
nifestaron por escrito su opinión como expertos acerca de un artículo
publicado en uno de los más grandes periódicos sensacionalistas de
Austria, en el cual se negaba la existencia del Holocausto (opinión que
en ese país puede merecer un castigo de hasta siete años de prisión).
El análisis de muchas otras columnas del mismo periódico y artículos
del mismo autor, demostró que la columna racista no era casual sino
que era coherente con la práctica usual del periódico. Lamentable-
mente, el enorme poder que tenían el periódico y quienes lo financia-
ban impidió ganar el juicio, pero la opinión de los expertos se publicó,
fue muy leída y citada y logró influir sobre la opinión pública.
En distintos ámbitos se combate el uso discriminatorio del
lenguaje, uno de cuyos ejemplos es el lenguaje sexista. Así, en muchos
países se han establecido pautas para la utilización de un lenguaje no
sexista (Wodak et al., 1987). Estas pautas tornan visibles a las
mujeres en el lenguaje y, por ende, en la sociedad y en las institucio-
nes. Un discurso diferente hacia las mujeres y acerca de ellas puede
modificar lentamente la conciencia. Por último, el ACD logró cambios
notables en el discurso y las relaciones de poder dentro de las
instituciones. Por ejemplo, como consecuencia del estudio de la co-
municación médico-paciente, resultó evidente que los médicos uti-
lizan muchas estrategias distintas para dominar a sus pacientes,
además de su conocimiento profesional (Lalouschek et al., 1990;
Mishler, 1977; West, 1990). El análisis crítico de estos patrones de
comunicación tuvo como consecuencia la implantación de normas que
hoy se aprenden en seminarios especiales destinados a los médicos.
El mismo criterio puede aplicarse a la burocracia, a las instituciones
judiciales y las escuelas (Gunnarsson, 1989; Danet, 1984; Pfeiffer et
al., 1987).

Conclusión
Dijimos al principio de este capítulo que la sociedad propia de la
modernidad tardía se caracteriza por un incremento de la reflexividad
y dijimos también que una orientación crítica hacia el discurso en la
vida cotidiana constituye una de las manifestaciones de esa reflexividad
moderna. Hay pocos asuntos tan importantes para los analistas
críticos del discurso como el de determinar cuál es la relación entre los
análisis que ellos producen en las instituciones académicas y la
actividad crítica de la vida cotidiana. No existe una división neta entre
estos dos ámbitos: los analistas críticos del discurso necesariamente
recurren a las actividades críticas de todos los días (en relación, por

399
ejemplo, con las relaciones de género, el patriarcado y el feminismo),
que incluyen su propio compromiso y sus experiencias personales y a
su vez esas actividades puedan ser informadas por el análisis crítico
(como sucedió con el feminismo). No obstante, el análisis crítico del
discurso no se limita a ser una réplica de la crítica cotidiana: puede
recurrir a teorías sociales y teorías del lenguaje, puede usar metodo-
logías rigurosas para el análisis del lenguaje que no están por lo
general al alcance de todos y cuenta, además, con elementos para
llevar a cabo investigaciones sistemáticas en profundidad que exce-
den la experiencia común. En este sentido, nos parece útil ver la
relación entre la crítica del discurso cotidiano y el ACD académico en
los términos en los que Gramsci expresó la situación de los intelectua-
les en la vida contemporánea: la relación que estos tienen, por u n a
parte, con el estado y la clase dominante y, por la otra, con las luchas
de clase, género, raza, etc., contra la dominación. Opinamos que la
aspiración de los analistas críticos del discurso debería ser la de
operar como "intelectuales orgánicos" en u n a diversidad de luchas
sociales (sin olvidar los "nuevos movimientos sociales", como los
movimientos ecológicos o los que se oponen a la construcción de
carreteras), con conciencia plena, al mismo tiempo, de que su trabajo
corre permanentemente el riesgo de que el estado y el capital se
apoderen de él.

Lecturas recomendadas

La siguiente lista está destinada a los lectores que desean


bibliografía adicional sobre el ACD. Se incluyen algunos libros fáciles
de conseguir (como los de Fairclough, Kress, Van Dijk) y otros que no
lo son tanto (Pécheux, Voloshinov).

Fairclough (1995a, 1995b)


Fowler et al. (1979)
Kress (1985)
Maas (1989)
Pécheux (1982)
Van Dijk (1991)
Voloshinov (1973)
Wodak et al. (1990)

Notas

1. Si bien los estudios críticos feministas forman parte, no cabe duda, del
ACD, no tenemos espacio aquí para dedicarnos a ellos (véase al respecto el
trabajo de Wodak y Benke, 1996).

400
2. Nos gustaría mencionar a la International Association for the Study
of Racism [Asociación Internacional para el Estudio del Racismo] (IASR), a
la que pertenecen muchos lingüistas críticos. Esta asociación reúne a más de
200 estudiosos europeos y —entre otras actividades— se dedica a denunciar
el discurso racista en la esfera pública mediante resoluciones, cartas, aseso-
ramiento experto, etcétera.
3. E n este capítulo nos dedicamos al análisis del discurso político.
Reiteramos que no queremos excluir los estudios críticos del discurso institu-
cional y del poder en las instituciones (véanse Mumby, 1988; Wodak, 1996),
pero hacer u n a exposición de estos aspectos excedería el alcance del presente
trabajo.
4. Podría traducirse como "caos discursivo".
5. Esta entrevista estuvo a cargo de Michael Charlton y fue difundida
por la Radio 3 de la BBC el 17 de diciembre de 1985. Si el lector desea u n
análisis más completo de la misma entrevista, puede consultar el capítulo 7
de Fairclough (1989).

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