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Nota
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.

Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que suben


sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias.
Al subir libros de un autor, se toma como plagio.

Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros ya
que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas de
Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos
y foros.

¡No subas nuestras traducciones a Wattpad!

Es un gran problema que están enfrentando y contra el que luchan todos


los foros de traducción. Más libros saldrán si no se invierte tiempo en este
problema. Igualmente por favor, no subas capturas de los PDF a las redes
sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus páginas a pedir la
traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha hecho, no vayas a
sus grupos y comentes que leíste sus libros, ni subas capturas de las
portadas de la traducción, recuerda que estas tienen el logo del foro o del
grupo que hizo la traducción.

No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedaras sin

Wattpad, sin foros de traducción y sin sitios de descarga!


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Staff

TRADUCCIÓN CORRECCIÓN

Elizabeth Sandra

Sleep Pumpkin DISEÑO

Chloé

Reading Girls 3
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Contenido
Prólogo Capítulo 12
Capítulo 01 Capítulo 13
Capítulo 02 Capítulo 14
Capítulo 03 Capítulo 15
Capítulo 04 Capítulo 16
Capítulo 05 Capítulo 17
Capítulo 06 Capítulo 18
Capítulo 07 Capítulo 19
Capítulo 08 Capítulo 20
Capítulo 09 Capítulo 21
Capítulo 10 Capítulo 22
Capítulo 11 Epilogo

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Sinopsis
"Muéstrame una mujer fuerte y te mostraré las cicatrices
en su alma que la hicieron así".

Todo lo que he hecho, todo lo que haré... sin remordimientos.


El mundo es un lugar cruel para una mujer. Es aún más cruel para
la hija del Ceann na Conairte: descartada, casada, sin poder...

Pero no soy una hija ordinaria de la mafia.

A diferencia de cualquier otra familia de la mafia, mi madre era


Melody Callahan, Sangrienta Mel, la Don de la mafia italiana, y la
Don no crió a una preciosa princesa de la mafia.

Primero me rompió hueso a hueso, para que nadie más pudiera


hacerlo, y hueso a hueso me armé de nuevo.

Ya no soy sólo la hija.

Soy la Don.

Soy Donatella Aviela Callahan, y sólo hay un camino: el mío.

Children Of Vice #2
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PRÓLOGO
“Se acostó con lobos sin miedo, porque los lobos
sabían que un león estaba entre ellos”
~ R.M. Drake ~

DONNATELLA

Un día el lobo morará con el cordero, y el leopardo se acostará


con el cabrito, el becerro, el joven león y el buey engordaran juntos;
un niño los guiará a todos… Eso es lo que me dijo la iglesia. Pero ese
tiempo nunca llegó y así, cuando crecí, mi madre me enseñó a matar
a los lobos, desollar los corderos, disparar a los leopardos y decapitar
las cabras. Tener el becerro para mi fiesta y el león como mi objetivo.
Ninguno tenía que estar junto. El niño crecería y gobernaría sobre
todos ellos.

Toda la naturaleza, no sólo la humana, se rige por una ley…


Reinar o ser reinado. Lo que significaba solidificar la posición de
dominio de uno era inherente a todas las cosas, ya fuera hombre o
bestia, porque el hombre era una bestia.

La gente no era gente.

Las personas eran animales.

Bestias en dos pies.

Criaturas temibles… y aun así muchos vivían en un estado


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perpetuo de miedo a sí mismos y a otras personas. ¿Por qué?


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…Gobernar o ser gobernado… A muchos les gusta creer que son los
dueños de sus propios destinos, que nada los controla. Pero en
realidad, el miedo y la necesidad de sobrevivir dominaron todo en
sus vidas. ¿Por qué se casa la gente? Porque buscaban sobrevivir a
la soledad. ¿Por qué tener trabajos que odian? Temen a la pobreza.
La gente incluso ofrece una fracción de su libertad para gobernar,
con el fin de ser protegidos de aquellos que han tratado de gobernar
sobre ellos.

Al final todo se reduce a sobrevivir. Irónicamente, al final de


esa larga o corta vida, la parca castiga los esfuerzos de todos con la
muerte.

Así que hay dos verdades.

Una persona hará cualquier cosa para sobrevivir, pero nunca


sobrevivirá porque la muerte vendrá. Cuando me di cuenta de esto,
cuando me di cuenta de que la muerte era la última regla, decidí que
como no puedo ser la muerte, me convertiría en el portador de ella,
hasta que la muerte viniera por mí.

Mi madre solía decir que todo el mundo es despiadado,


simplemente no lo saben. Yo digo que no importa si lo saben o no,
mientras yo sea la más despiadada de todos. Mientras no me
gobiernen.

—Llegaremos en cuatro minutos —dijo Toby, liberando la


escotilla secreta en el asiento trasero del Range Rover a mi lado,
donde me esperaba una pequeña caja negra. Parecía una lonchera…
porque era una lonchera, la caja roja de metal de Mulan que usé de
niña y que pinté con spray negro cuando era adolescente.

—No tenemos que hacer esto —añadió Toby, sus ojos marrones
se encontraron con los míos en el espejo retrovisor; estaba
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confundiendo mi vacilación con la duda.


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Así que lo ignoré y saqué la caja cuadrada de su escondite,
abriendo las pestañas y levantando la tapa, mirando fijamente la
Glock usada, rayada y pasada de mano que estaba en el fondo, las
pocas balas viejas de punta redonda a su lado, y la carta que había
escrito con ira y que había querido leer en voz alta durante mi
discurso de graduación.

—Pertenecía a tu madre, ¿no?

—Toby —dije en voz baja, poniendo la caja en mi regazo,


levantando la pistola y sacando la revista—. Entiendo que intentas
entablar una conversación, pero hoy no tengo nada que decir.

Asintió como si me entendiera. Sin embargo, dudé que lo


hiciera. Sentada más recta, me giré para mirar por la ventana. Toby
Valentino, el amigo de la infancia de mi hermano mayor y mi amante
de toda la vida. Era severo, sin emociones, frío, desesperado, pero
había jurado su lealtad sólo a mí.

No va a ser capaz de ayudarse a sí mismo. Pensé mientras


cargaba el arma. Con cada bala que ponía, no podía evitar ver la cara
de mi hermano en mi mente.

—No pensamos que Wyatt volviera tan pronto —habló Toby


justo lo que pensaba.

—Tú y yo sabemos que Wyatt no me hará nada. —Sonriendo, le


entregué el arma—. Pero a ti por otro lado… no te prometo nada.

Miró por debajo de su brazo, confundido de por qué se la


estaba dando.

—Este traje es muy ajustado. —Me encogí de hombros, me


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incliné hacia atrás en mi asiento y tiré la lonchera al agujero donde


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estaba.
—¿Es el blanco realmente la mejor opción?

—Se llama simbolismo —dije.

Dándole la espalda, miré fijamente la pista de aterrizaje, el


lugar en el que mi hermano, mis hermanos, estarían en un momento
dado. Deseaba sentir mi corazón latiendo o mi pulso acelerado, en
cambio me sentía quieta, fría… parcialmente muerta por dentro. Mi
propio reflejo a menudo me daba escalofríos. Me recordaba al de mi
madre… Tal vez por eso ellos, los italianos que se habían sentido
excluidos por nuestra familia, vinieron a mí. Vieron la crueldad de mi
madre en mí.

Una crueldad de la que ella nunca me salvó.

DONNATELLA 12 AÑOS

—Duele. —No estaba haciendo una pregunta. Mi madre rara


vez hacía preguntas. Sólo nos decía la realidad… la odié por eso.

Respirando por la nariz, me arrodillé a su lado.

—¿Me dejaste tener a Doval sólo para que tuviera que


matarlo? —pregunté, acariciando al perro de pelo gris que yacía en la
hierba verde delante de mí, su pecho subía y bajaba con cada
respiración dolorosa que hacía, su lengua rosa colgando fuera de su
boca. Cada vez que lo acariciaba, soltaba un suave quejido como si le
doliera, pero cada vez que me detenía, gemía y me miraba como si
estuviera molesto porque me había detenido.

—Un perro enfermo apareció en nuestro césped, lo alimentaste,


lo mantuviste caliente, exigiste que lo salváramos. Sabías que estaba
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enfermo, lo nombraste de todas formas. Sabías que no se podía


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hacer nada, y aun así lo cuidaste de todas formas. Estoy segura de


que él también te quiere, por eso quiere morir contigo acariciándolo
aunque le duela. Cambiaste tu sonrisa por el amor de un perro
moribundo, Donatella. ¿Valió la pena?

Me mordí el labio inferior, tratando de evitar que las lágrimas


de mis ojos cayeran, pero me dolía. Me dolía tanto que las lágrimas
eran como hormigas de fuego en mis ojos. Tuve que dejarlas caer,
pero no quería llorar, así que le grité —¡Sí! Doval me hizo sonreír y
estoy feliz de haberlo conservado. ¡Sólo porque estaba enfermo no
significa que debiera haberlo dejado morir!

—Entonces no me culpes por lo que tengas que hacer después


Donatella; tú elegiste lo que querías, ahora tienes que lidiar con las
consecuencias.

—¡No voy a dispararle! —No iba a matarlo.

Se arrodilló a mi lado y levanté la barbilla para poder mirarla.


Hacía mucho calor afuera pero ni un mechón de su cabello negro
estaba fuera de lugar. Era largo, grueso y rizado, como el mío, pero
no parecía tener calor. Tuve que poner el mío en un moño para evitar
que me asara. Era como si el sol no la tocara, ni siquiera se
bronceaba tanto como yo cuando salíamos… ¿Cómo? Porque era ella,
sólo que diferente.

—Eres hermosa, ¿lo sabías? —me dijo… Aunque eso era lo que
pensaba de ella. No le diría eso—. Tus ojos, tu rostro, cada parte de ti
es hermosa, especialmente esta parte.

Me dio un golpecito en el pecho, justo sobre mi corazón. La


comisura de sus labios apareció mientras me quitaba los mechones
de cabello del rostro, el sol detrás de ella hizo que pareciera que
había un halo detrás de su cabeza.
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—Tu corazón es hermoso, Dona, por eso necesito que lo
poseas… Todos aman las cosas hermosas. Todos quieren tener cosas
hermosas. ¿Por qué crees que las rosas vienen con espinas? Porque
incluso las flores saben que sólo porque son hermosas no te da
derecho a tocarlas. —Me besó las dos mejillas antes de decir—
Donatella, lo sai no moderazione, è fame di tutto, sei come il caos in
una bottiglia, il tuo amore è come un vello d’oro, e la tua rabbia vaso di
Pandora. Tu sei, come me. Non voglio che tu cambi quel. Voglio che
chiudi gli occhi, prendi un respiro profondo e pensi innanzitutto. Avere
grandi aspettative, non dubitare di te e non compromettere. Essere più
intelligenti e avere più pazienza di tutti gli altri. Vedi la grande
immagine e prosperi1.

—¡Vas demasiado rápido! No entiendo, mamá. —Fruncí el ceño,


mirándola.

—Ya lo sé. —Sonrió, realmente sonrió, mientras me hablaba—.


Sólo recuerda eso hasta que lo entiendas. Recuerda eso cuando te
enfrentes a decisiones mucho más difíciles que matar a un perro
moribundo, Dona.

Cuando se levantó, no me miró. Subió las escaleras por la


ladera. Allí, en la cima, estaba mi padre, que asintió a uno de los
guardias antes de salir de la mansión. Este lado estaba cubierto de
vides de color rojo oscuro y era donde podíamos ir a jugar. Cada vez
que lo miraba, la casa parecía como si un lado hubiera sido comido
vivo por las vides y el otro estaba luchando contra ella. Mamá las
odiaba, decía que hacía que la casa se viera horrible. Pero papá no la
dejaba deshacerse de ellas, decía que “los irlandeses no deben verse
bonitos”.

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No conoces la moderación, tienes hambre de todo, eres como el caos en una botella, tu amor es
como un vellón dorado y tu rabia es la caja de Pandora. Eres como yo. No quiero que cambies eso.
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Quiero que cierres los ojos, respires hondo y pienses primero. Ten altas expectativas, no dudes de
ti misma y no te comprometas. Sé más inteligente y ten más paciencia que los demás. Ve el
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panorama general y prosperas.


—¿Qué? —le preguntó a mamá, fijando el reloj en su muñeca y
mirándola de la misma manera que siempre lo hacía cuando quería
saber qué estaba pasando. No sabía qué cara puso mamá, pero no
respondió a su pregunta, así que miró hacia mí y entrecerró los ojos
en algo. No estaba segura de por qué hasta que miré donde lo hizo.

¡Doval!

Apenas se movía, sus ojos se cerraban, todo por la aguja en su


costado, justo al lado de donde mi madre había estado arrodillada.

—¿Doval? —Lo sacudí suavemente y no lloriqueó ni se quejó.


Se había ido. Ni siquiera llegué a… Sacando la aguja, la tiré lo más
lejos que pude, en el césped mientras abrazaba a Doval. Me levanté
enfadada; caminando y luego corriendo hacia los escalones de piedra
para llegar a ella, pero antes de que pudiera, papá me agarró.

—¡Déjame ir! —Intenté apartar mi brazo, pero no me soltó. En


vez de eso, grité a la casa, sabiendo que me oiría—. ¡Te odio! ¡TE
ODIO! ¡ERES UNA ASESINA!

—¡Dona! ¡Dona! ¡DONATELLA! —Papá me sacudió. Arrodillado


ante mí, puso mis brazos adelante y los sostuvo allí—. Nunca digas
que odias a tu madre delante de mí. ¿Entiendes?

No pude evitar que las lágrimas se me acumularan en los ojos


mientras le miraba fijamente. Miré directamente a sus ojos verdes.
—¿Por qué siempre estás de su lado? No importa lo que pase,
¡Siempre estás de su lado por encima del mío!

—Donatella…
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—¡No! —Me aparte de su agarre—. ¡No voy a dejar que me


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convenzas! ¡Es un monstruo! ¡La odio y te odio a ti! ¡Odio a todo el


mundo! ¡Un día todos lo lamentarán! ¡Un día desearán estar de mi
lado!

Pensé que me iba a gritar de nuevo, pero se levantó, metió las


manos en el bolsillo y sonrió. Me miró fijamente antes de sacudir la
cabeza, y no dijo una palabra. Como si no me viera o escuchara.

—Ya lo verás —susurré suavemente para mí misma, apretando


mis puños mientras se alejaba. Todos lo verían algún día.

DONATELLA – ACTUALMENTE

—Donatella —me llamó Toby. La puerta estaba abierta, el aire


fresco de la mañana de Chicago entrando en el auto. Salí del auto
moviendo un tacón negro cada vez. Me detuve, y Toby se movió para
cerrar la puerta tras de mí, permitiéndome ver al viejo Moretti… al
mismo Savino Moretti, el hombre que tenía una razón mucho más
siniestra para querer a mi hermano muerto. Su cabello castaño
grisáceo estaba peinado hacia atrás en ondas y cuando vino a
pararse a mi lado, vi que era tan bajo que podría haber apoyado mi
codo en su cabeza. Me sonrió antes de encender el cigarro que había
sacado de su chaqueta e inhaló profundamente el aroma.

—Hermoso día, ¿no es así? —preguntó, colocando el cigarro


entre sus labios agrietados. Su bigote parecía que intentaba
cubrirlos, pero apenas llegaba al labio superior.

—Depende de quién seas —respondí, quitándome las gafas de


sol de la cabeza, mi cabello oscuro cayendo lentamente sobre mi
hombro mientras me las ponía sobre la nariz.

—Cierto —murmuró Savino, mirando hacia arriba mientras el


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avión empezaba a descender.


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Por el rabillo del ojo vi cómo doblaba los nudillos.


Bueno, estaba ansioso. Pero, ¿por qué no iba a estarlo? Ethan
había matado a su hija, y ahora no volvería a ver a Ethan vivo.

—Sólo no te distraigas —me susurró Toby al oído—. Todo lo


que eres, todo lo que has pasado, ha sido por este momento.

En la mafia, hay una regla tácita; no matas a la familia… A


menos que tengas que matar a la familia. ¿Por qué? Bueno, porque
la familia no era sólo gente, era el nombre. El nombre Callahan era
tanto un escudo como un arma. A veces, para proteger el nombre,
tenías que matar a una persona.

—Haré lo que debo hacer —susurré para mí misma mientras el


avión se acercaba a nosotros. Tal como lo había planeado, Ethan fue
el primero en salir. Levantó una ceja en pregunta mientras nos
miraba… sólo a nosotros; ninguno de sus hombres presentes como
deberían haber sido.

—Bienvenido de nuevo, hermano mayor —le respondí


dulcemente.

—Esto no se siente como una bienvenida,


hermanita —respondió sin emoción, bajando las escaleras hacia mí.

Sonreí. Por supuesto, lo percibiría. —Tienes razón, hermano


mayor. —Sus ojos verdes, los mismos ojos verdes que los míos, me
miraban con asombro, tratando de leer lo que yo estaba pensando
exactamente. Y lo que pensaba era… nunca podré lavarme las manos
de esto. Pero lo que dije fue— Creo que la palabra correcta para esto
sería un golpe de estado.

—La palabra correcta sería traición. —Frunció el ceño,


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sacudiendo la cabeza como si fuera una niña pequeña, como si no


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creyera realmente que fuera capaz.


Bueno, ¿no era estúpido?

Toby me dio el arma. Antes de que Ethan pudiera decir otra


palabra, apunté el arma y dije —Entonces llamémoslo traición.

Disparé.

Sus ojos abiertos fueron lo último en lo que me concentré antes


de torcer mi muñeca hacia la izquierda. Disparé una vez al cráneo de
Savino y luego una vez sobre mi hombro derecho, sin mirar a Toby
mientras disparaba directamente a su pecho.

—Dona… —Jadeó detrás de mí, antes de tropezar con el Range


Rover. No dejé de disparar, sintiendo el calor del arma quemar mi
hombro, hasta que no quedaron balas. Cuando finalmente miré
hacia arriba, el hombre al que había disparado primero, el piloto,
yacía muerto a la entrada del avión, con su rifle deslizándose de sus
manos al escalón que estaba debajo de él. Su sangre salpicó la pared
interior del avión.

Wyatt e Ivy se adelantaron a la entrada del avión. Los amplios


ojos marrones de Wyatt miraron al piloto a sus pies y luego me
miraron a mí. Ethan, que había bajado para esquivar la bala que
creía que era para él, aún no se había levantado. Permaneció sobre
una rodilla, sus ojos verdes fijos en mí… junto con el arma que había
sacado. Incluso ahora, todavía no la dejaba caer, su dedo en el
gatillo.

Mirándolo fijamente, levanté mis manos pero tampoco dejé caer


mi arma.

—Habrías perdido —le dije. Si hubiera querido, no había


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manera de que pudiera fallar cuando estaba tan cerca. Habría sido
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un tiro perfecto entre los ojos, nunca tuvo la oportunidad de
apuntarme con su arma. Podría haberlo hecho. Habría sido tan fácil.

—Tal vez. —Ni siquiera pudo admitirlo mientras hacía un gesto


de dolor, levantándose del suelo y parándose como un pilar.
Caminando hacia mí, me miró fijamente antes de apuntarme con su
pistola a la mejilla. Le permití que girara mi cabeza a un lado para
que pudiera inspeccionar mis tímpanos.

—Estás sangrando. ¿Estás bien? —preguntó suavemente,


finalmente quitándome el arma del rostro y poniéndola detrás en su
espalda.

—¿Está bien? ¡Pregúntame a mi si estoy bien, carajo! —gritó


Wyatt, pasando por encima del piloto y poniéndose en pie antes de
girar para ayudar a Ivy, a quien había estado reteniendo, sobre el
cuerpo también—. Llevo en esta ciudad menos de un maldito
minuto… ¡Un minuto! y he tenido una escopeta en mi cara, y sangre
en mis zapatos. ¿Por qué no podemos tener una bienvenida normal a
casa? Ya sabes, ¡globos! ¿Tal vez una pancarta o alguna mierda así?

Cerrando los ojos rápidamente, inhalé profundamente y conté


hasta diez mentalmente, antes de volver a abrir los ojos e inclinar la
cabeza a un lado, mirando alrededor del cuerpo de Ethan para ver a
Wyatt. —Lo tengo. La próxima vez globos. Así que… ¿Ya has
terminado con Boston?

—Donatella —interrumpió Ethan.

Ignorándolo, me concentré en Wyatt. —Llevas una camisa de


vestir… y una corbata. Vaya, debes estar realmente en casa. Debería
haber conseguido un globo de “ahora eres un hombre”.
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—Podemos conseguirle a Wyatt sus globos más tarde; ahora


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mismo, tengo mucha más curiosidad por la sangre a nuestros


pies —interrumpió Ethan, y miré la sangre de Savino, que se
arrastraba por la grava hasta donde nuestros pies estaban
directamente opuestos.

—¿Parece que me importa una mierda tu curiosidad? —le


pregunté cuando levanté la cabeza para mirarlo directamente.

La ceja de Ethan se levantó mientras hablaba —Guarda tu


mierda; dime qué pasó.

—Entonces, ¿se supone que debo tomar partido aquí o sólo


verlos a los dos mirarse el uno al otro todo el día? —preguntó Wyatt,
poniéndose de pie a un lado.

—Wyatt, sostén esto. —Le tiré mi arma y, ni un segundo


después, tiré mi puño hacia atrás antes de golpear la mandíbula de
Ethan.

—Supongo que estoy mirando entonces —murmuró Wyatt,


alejándose de los dos.

Ethan levantó la mano, tocándose el labio partido mientras


flexionaba la mandíbula. Sus ojos se centraron en mí. No tuvo la
oportunidad de hablar, y yo no tuve la oportunidad de recibir un
golpe porque antes de que ninguno de los dos tuviera tiempo, ella se
interpuso entre nosotros.

—Pégale otra vez y te arrepentirás. —Ivy de cabello


desordenado, ojos de mapache, cara pálida, tuvo el descaro de
decirme a la cara como si no fuera a golpearla donde estaba.

—Belladonna, créeme cuando te digo esto… —Me acerqué a


ella—. Aunque mis dos hermanos estuvieran casados contigo y hasta
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el último irlandés se arrodillara a tus pies, no tendrías el poder de


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hacerme arrepentirme. Tienes tu camino, y no está delante de mí. Así
que muévete, o te moveré yo.

Antes de que pudiera acercarme más a ella, Wyatt me agarró


del brazo, apretando con fuerza mientras murmuraba— Hermana
querida, sea lo que sea esto… respira.

—Wyatt, lleva a Ivy al auto. Ahora —dijo Ethan seriamente


mientras otros tres Ranger se acercaban a la pista de aterrizaje.

Wyatt, para mi sorpresa, ni siquiera discutió; me soltó y puso


su mano sobre los hombros de Ivy. Ella todavía tuvo la audacia de
mirarme con esos gélidos ojos azules suyos mientras él la obligaba a
irse. Tuvo suerte… Si fuera cualquier otra persona, haría de sus ojos
unos pendientes.

—No la involucres. —La voz severa de Ethan llegó a mis oídos.

Me reí amargamente, mirándolo. —¿Por qué? ¿Qué vas a hacer,


oh sabio y grandioso? ¿Sermonearme hasta la muerte?
¿Amenazarme? ¿Echarme de la familia?

Inhaló lentamente por la nariz, poniendo su mano sobre el


estómago. —Puedo ver que estás molesta, Donatella…

—Si puedes ver, entonces ya sabrías que mientras tú y tu


esposa jugaban a las casitas, aterrorizando a Boston, y casi
muriendo… muy bien, —Sonreí brillantemente, levantando mis
manos y extendiendo mis brazos—, salvé tu maldita ciudad… de
nada.

—No te habría dejado a cargo si no creyera…


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—Sigue hablándome como si fuera un maldito idiota y


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realmente te voy a matar, Ethan. —No dijo nada. Por supuesto, no


dijo nada. Así que continué—: No crees en mí para nada. Querías
que me deshiciera de Toby… y probara mi lealtad… ¡Nos tendiste
una trampa a los dos!

—Si Tobías cayó en una trampa, es su maldita culpa por no ver


¡ADÓNDE CARAJO IBA! —rugió en mi cara.

—¡Y A MÍ! —le grité—. ¡Me has tendido una trampa! ¡Tú
hermana! Si me caí persiguiendo la zanahoria falsa que me pusiste
en la cara, ¡¿también es culpa mía?!

—Menos mal que no te caíste hermanita, así no tenemos que


responder a preguntas como esa —respondió, caminando a mí
alrededor hacia los autos.

Apretando mis puños, me volví hacia él y le dije —Wyatt y yo


podemos ser gemelos, pero no reaccionamos de la misma manera a
la manipulación. No iré arrastrándome hacia ti. ¡NO SOY TU
MARIONETA, ETHAN! ¡No hay cuerdas en mi espalda! A
continuación, querrás probar tú…

—¡Tu amante; tu problema, Donatella! Te di tiempo y espacio


para que te ocuparas de él antes de que tuviera que hacerlo yo
mismo… porque eres mi maldita hermana, así que eres
bienvenida —me respondió antes de que escuchara el portazo detrás
de él y las ruedas de su auto se alejaran.

—Sigue empujándome, Ethan —murmuré, todavía temblando


de rabia. Cerrando los ojos y relajando los hombros, traté de
calmarme.

—¿Es seguro acercarse? —preguntó Wyatt, viniendo a pararse


frente a mí.
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—No.
—Oh, bueno, entonces —dijo sonriendo mientras me abrazaba
fuertemente. No le devolví el abrazo pero tampoco me alejé.

—Estoy bien —murmuré.

—Yo no lo estoy. Recuerda, tenía un arma en mi cara… fue


aterrador —habló con una voz de niño, y simplemente puse los ojos
en blanco, alejándolo y volviéndome a pararme erguida.

—Dame mi pistola. —La busque.

—Lo siento. —Se encogió de hombros—. La dejé en el auto de


Ethan.

—Wyatt.

—Usemos las palabras.

—¡Estoy usando palabras! ¿Quieres que use mis puños?

Suspiró, metió la mano detrás de la cintura y me dio la Glock,


pero no sin antes preguntar— ¿Qué pasó, Dona?

—¿Qué crees que pasó, Wyatt? —le respondí, quitándole mí


arma—. ¡Il maestro di burattino mi ha fatto sentire che le sue stringhe
mi tirano attorno al mio collo! —¡El titiritero quería que sintiera sus
cuerdas tirando de mi cuello!

—Y todo lo que el maestro quiere, lo consigue —declaró Wyatt.


Por primera vez desde que se bajó del avión, su cara estaba
completamente inexpresiva y todo el humor de su voz se evaporó.
20

—No tengo amo, Wyatt.


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Dando la vuelta, miré el cuerpo sin vida de Toby desplomado
sobre el capó de mi Ranger blanco… su sangre salpicó el
parabrisas… sobre mí… manchando mi traje. No importaba lo
mucho que fregaras o lavaras, la sangre nunca salía del blanco. Lo
conocía desde niña, había estado en mi cama, en mí, y ahora la
única cosa permanente en medio era un traje arruinado, porque él,
como Ethan, pensaba que podía controlarme. Desafortunadamente
para él, no era mi hermano… así que no podía perdonarlo.

—Nadie me controla… excepto yo. —Porque era Donatella


Aviela Callahan, única hija de Liam Alec Callahan, Jefe de la Mafia
Irlandesa, y Melody Nicci Giovanni Callahan, Jefa de la Mafia
Italiana… Era un Callahan… y un Callahan era un portador de la
muerte.

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Página
UNO
“Lleva la fuerza y la oscuridad igual de bien, la chica
siempre ha sido mitad diosa, mitad infierno”
~ Nikita Gill ~

DONNATELA 30 DÍAS ATRÁS

—¿Ha sido así desde el domingo?

—Sí, señora —respondió Toby, poniéndose detrás de mí,


bloqueando el sol con su cuerpo y proyectando una sombra sobre
mí—. La explosión vino del lado derecho de la iglesia; no sé si
debemos estar agradecidos o no.

—No —respondí enojada, entrando al centro OS, la instalación


que mis padres habían construido en el corazón de la ciudad para
honrar a sus padres, Orlando ―Manos de Hierro‖ Giovanni y Sedric
―El Carnicero‖ Callahan. Dos grandes hombres a los que nunca
conocí, pero a los que siempre recordaré. Mi madre rara vez hablaba
de su padre, pero cuando me enviaron a un internado en Italia,
escuché historias de él. Los que lo recordaban hablaban como si
fuera el Boogeyman2. Algunos creían que no estaba muerto. Que
estaba ahí fuera disfrutando de la fortuna masiva que se había
―ganado‖.

Mi padre, por otro lado, no podía dejar de hablar de su padre.


Aparentemente, el querido y viejo abuelo odiaba tanto su apodo que
les prohibió mencionarlo… No tenía ni idea de por qué, sin embargo,
ya no importaba. Lo que sí importaba era su legado.
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Boogeyman2 — Un monstruo utilizado para amenazar a los niños.


El edificio que mis padres habían construido en su honor debía
mostrar lo lejos que habían llegado nuestras familias. No era sólo un
comedor de beneficencia o un centro de recreación.

Era un recordatorio de su grandeza, sólo lo mejor de lo mejor


de lo mejor iba allí. Instalaciones de primera clase, comestibles, e
incluso ayuda en la búsqueda de empleo. Una vez por semana, cada
semana, alimentábamos a cualquiera que entrara por esas puertas.
Los otros seis días estaba abierto al público no sólo para encontrar
trabajo y entrenar para mejores trabajos, sino para necesidades
como duchas y cortes de cabello. Incluso gente que no era irlandesa
o italiana venía aquí… Y ahora… parecía un centro de triaje de la
Segunda Guerra Mundial, todo gracias a los hermanos Finnegan y
sus rateros habían puesto una bomba en nuestra iglesia familiar.

—Ahora sé por qué Ethan se fue a Boston tan rápido,


Tobías —dije, caminando por el pasillo y mirando las esteras para
dormir que estaban colocadas. Es fácil vengarse; las secuelas era la
parte desordenada.

—¿Por qué, señora? —Se paró directamente detrás de mí, más


cerca de lo que prefería en público.

Le miré por encima del hombro. —¿No te has dado cuenta de


que mi hermano sólo tiene dos expresiones faciales, miedo y fuera de
mi camino, me aburres.

Trató de no sonreír, pero vi que la comisura de su labio se


levantaba. Y no pude evitar pensar que era lindo. Su cabello largo,
hasta los hombros, marrón oscuro, estaba recogido en una cola, sus
ojos marrón claro miraban mis labios.
23

—¿Cuántos niños? —pregunté de repente, dándome la vuelta y


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caminando.
—Veintinueve —respondió siguiéndome.

—¿Y adultos?

—Quince.

—Maldita sea —murmuré para mí misma. La bomba estalló en


el lado derecho de la iglesia, el lado donde la mayoría de los padres
se sentaron para poder ver a sus hijos en el coro de niños.

—Antes, Ethan tenía el centro abierto a todos los niños cuyos


padres no podían ser encontrados.

—Qué bien —respondí sarcásticamente—, pero este centro no


es un orfanato. ¿Están los servicios sociales aquí?

—Sí, sin embargo…

—Odio las pausas dramáticas, Tobías —dije mientras


caminábamos hacia las puertas dobles plateadas de la cafetería
principal.

—Ethan habló con el comandante… esto es un asunto familiar.

—Ethan. —Apreté los dientes.

—Simplemente quiere demostrarle a la gente que él…

—No necesitas explicar el razonamiento de mi hermano. Sé lo


que quiere. Sólo que no estoy de acuerdo. Ya que estoy aquí y Ethan
no, lo haremos a mi manera y ellos tendrán que irse.
24

—Dona, son niños…


Página
—No está en discusión. Y aunque lo estuviera, no sería un
debate contigo. La puerta. —Esperé, permitiéndole entrar delante de
mí. Sujeto la puerta y en cuanto entré, quise darme la vuelta y salir.

Apretando los dientes, agitaba la mano ante el caos que había


delante de nosotros. —Dijiste 29 niños y 15 adultos… ¿Parecen 44
personas?

Sus cejas se arrugaron mientras miraba el rebaño de gente que


ahora estaba en la cafetería… el abrevadero de hombres y mujeres
adultos, que estoy segura que no estaban en la iglesia en absoluto,
llenándose la cara con nuestra comida.

—La gente es egoísta por naturaleza; vinieron porque


escucharon el nombre de Callahan y pensaron, ―Aunque no me
afectó directamente, pueden darse el lujo de renunciar a unos platos
extras, bebidas, mantas… o pajillas‖ —dije el último mirando
directamente a una mujer con cara pecosa que rellenaba con
pajillas, los bolsillos de su hija. De todas las cosas… ¿Pajillas?

—Señora. —Giré la cabeza a un lado cuando Greyson apareció


a mi lado. Su cabello naranja y su gruesa barba no le hacían
destacar tanto en esta multitud… era su gran complexión la que lo
hacía—. La cocina dijo que se han quedado sin desayuno y que
necesitarán tiempo para sacar más.

—No hace falta más comida —dije, viendo la fila crecer en el


mostrador—. Menos gente será.

—¿Qué necesitas que haga? —preguntó Greyson, poniéndose


de pie más recto.

Miré a Toby, esperando que también se pusiera de pie más


25

recto. Forzó una sonrisa antes de hacer lo mismo.


Página
—Podemos empezar a pedirle a la gente que se vaya —dijo.

—No estoy pidiendo; consígueme un micrófono —dije,


llevándolos al frente de la habitación cuando de repente, una joven
voz gritó.

—¡PELEA!

Y como los cobardes que eran, todos se volvieron a mirar pero


nadie intentó detenerlo, ni siquiera los hombres de mi hermano.

Padre, dame fuerzas, pensé mientras me movía hacia la ―Pelea‖,


Toby inmediatamente empujó contra la creciente multitud.

—¡Retira lo dicho!

—Retíralo tú, estúpido…

—¡Déjalo! —Gritó una mujer rubia de unos cuarenta años,


apartando a uno de los chicos y abrazando a su hijo o nieto—.
¿Cómo te atreves?

—¡Él empezó! —gritó el otro chico, limpiándose la nariz en el


brazo, listo para atacar de nuevo. Y si no fuera por sus amigos que lo
retenían, lo habría hecho.

—¡Marco, detente! —gritó uno de ellos mientras intentaban


sujetar su brazo.

—Dilo otra vez. —El niño Marco, aparentemente se burló del


otro—. ¡Dilo otra vez! ¡Llámame Guido3 otra vez!
26

Guido3 — Es un término usado en Estados Unidos para designar a los hombres


Página

italoamericano de clase baja o informal, normalmente tiene connotaciones despectivas.


En el momento en que la palabra salió de su boca, más que
pocos de los hombres que no habían estado prestando atención se
volvieron para mirar al cobarde de cabello rubio.

—¡No sé de qué estás hablando! —mintió.

—¡Cómo te atreves a inventar semejante mentira! —le gritó.

—No estoy mintiendo…

—¡Tú también lo eres!

—Y por qué no nos detenemos ahí —dije educadamente, con


una falsa sonrisa en mi cara mientras entraba en el círculo
improvisado. Los ojos de todos se volvieron hacia mí—. Ha sido un
momento estresante para todos nosotros…

—¡Quiero una disculpa! —gritó Marco, arrancando su brazo del


agarre de sus amigos para poder estar de pie por sí mismo. No me
miraba a mí. No estaba segura de sí podía ver algo más que el
objetivo de su ira. Así que me puse delante de él y chasqueé los
dedos.

—Hola. —Volví a sonreír. Sólo sé que voy a tener que


masajearme las mejillas esta noche—. ¿Sabes quién soy?

Frunció el ceño, mirándome durante mucho tiempo, hasta que


uno de sus amigos susurró más que un poco fuerte. —Es la hermana
de Ethan Callahan.

Pequeña mierda.

—Orlah. —Otros pocos susurraron.


27
Página
—La hermana de Ethan Callahan tiene un nombre y es
Donatella. —Traté de hablar con el menor veneno posible—. Y dije
que esta pelea ha terminado. Así que, se acabó. ¿He sido clara?

Sus manos se cerraron en puños, respiró por la nariz, pero no


dijo nada.

—Gracias, Donatella, los chicos como él no tienen


entrenamiento ni respeto —dijo la mujer por detrás de mí.

Me giré lentamente para mirarla. Puso la mano en la cabeza de


su hijo, acariciándolo como si fuera un perro muy apreciado. —Lo
siento, no sé lo que quieres decir con… ¿Los chicos como él?

Se puso tensa pero no se echó atrás. —Sólo me refiero a los


niños que son malcriados. Los que siempre tratan de culpar a otras
personas por sus problemas.

Está bromeando. Tenía que estarlo.

—¡Él es mi problema! —le gritó Marco.

—Marco, ¿No dije que esta pelea había terminado? —murmuró


algo en voz baja y se dio la vuelta para alejarse—. ¡No te alejes de mí
cuando te estoy hablando!

Si no fuera por el hombre mayor, de cabello blanco y medio


borracho que puso sus manos sobre los hombros de Marco, me
habría ignorado y seguido caminando.

—Así que, maleducado. —Sacudí la cabeza y me volví hacia la


mujer—. ¿Cómo te llamas?
28
Página
—Claire Eilis, mi marido trabaja para tu hermano —dijo con
una sonrisa engreída en su rostro; casi idéntica a la del mocoso que
estaba a su lado levantando la barbilla mientras miraba a Marco.

—¿En serio? Gracias por todo su duro trabajo. No he conocido


a su marido personalmente, pero estoy segura de que es un buen
hombre. ¿Este es su hijo? —Sigue sonriendo, Donatella. Sigue
sonriendo.

—Mi sobrino, Declan.

—¡Qué coincidencia! Yo tengo un tío que se llama Declan;


¿Sabes lo que significa el nombre?

El chico se adelantó, sacudiendo la cabeza y fingiendo ser


inocente. —No, no lo sé, señora.

—Significa lleno de bondad —dije, poniendo mi mano en su


cabeza y acariciándolo como lo había hecho su tía por un segundo
antes de agarrar un puñado de su cabello y tirar su cabeza hacia
atrás—. ¡¿Entonces por qué eres tan mierda?!

—¡Ah! —Se estiró para agarrar mi muñeca—. ¡Tía!

—Sí, tía Claire, por favor explícame, ¿por qué tu sobrino está
escupiendo calumnias en mi centro? —pregunté, inclinando mi
cabeza para mirarla claramente.

—No hizo eso…

—Entonces, Marco decidió que de todos los chicos de aquí,


iban a incriminar a tú sobrino y a faltarme el respeto usando un
término que no se usa comúnmente en Chicago, para… Lo siento,
29

pero vas a tener que llenar los espacios en blanco por mí, tía Claire.
Página
Debe ser la sangre de Guidette 4 que hay en mí lo que lo hace difícil
de comprender.

—Yo… Él…

—De hecho, cuanto más pienso en eso —hablé, tirando más del
cabello del chico—, menos sentido tiene toda esta situación. ¿Quién
te dio el derecho de llamarme Donatella? ¿Por qué tu sobrino es un
poco tonto? Si su marido trabaja para mi hermano, estoy segura de
que no necesita estar aquí…

—¡Vinimos a ofrecernos como voluntarios!

—¡Tobías! —llamé, sabiendo que estaría en algún lugar


cercano.

—¿Sí, señora?

—¿Hay una Claire Eilis en la lista de voluntarios?

Revisó su teléfono antes de decirme— No, señora.

Jadeé, sin soltarle el cabello a su sobrino. —Mira, ahora tengo


más preguntas, pero no sé si puedo confiar en ti, tía Claire. Parece
que me has estado mintiendo. ¿Me estás mintiendo, tía Claire?

Sus labios rosados se separaron pero no dijo nada; parecía un


pez dorado, su boca se abría y cerraba, sus ojos abiertos y muertos.
Así que miré al niño que tenía en mis manos que intentaba no llorar.
Toby se acercó a mí, parándose en mi hombro para susurrar— Los
chicos te están grabando.
30
Página

4
Guidette — La contraparte femenina del espécimen "Guido".
Ignorándolo, le hablé al chico otra vez. —¿Sabes por qué nadie
viene a ayudarte?

Su labio inferior tembló.

—Te hice una pregunta, Declan.

—N… no.

—En parte es porque eres un pequeño gobshite 5. ¿Sabes lo que


es un gobshite?

—No.

Suspiré. —Deberías preguntarle a tu tío la próxima vez que lo


veas…

—¿Cuál es la otra parte, Srta. Callahan? —Miré a Marco, que


habló mientras estaba rodeado de amigos que le sonreían a
Declan—. ¿Dijiste que nadie lo está ayudando en parte porque es…
porque es un… goa… gobshite?

—¡Un gobshite! Tienes que decirlo con sentimiento Marco,


vamos, inténtalo de nuevo, todos ustedes.

Emocionados lo dijeron en voz alta, con orgullo, y sí, con


sentimiento y no fueron los únicos. Algunos otros se unieron… me di
cuenta de que muchos de ellos… la mayoría eran italianos. Los
irlandeses se veían incómodos y, como para jugar con su orgullo,
Declan comenzó a llorar.
31

Gobshite5 — Una palabra de origen irlandés, que significa una persona que parlotea sobre
Página

cosas increíblemente sin sentido.


—Es sólo un niño —dijo su tía.

—¿Cuánto tiene? ¿Diez años? —le pregunté.

—Doce. —Alguien tosió pero había tanta gente alrededor, que


no pude decir quién era.

—¿DOCE? Ahora estoy molesta. —Detuve a Declan ante Marco


y los puse frente a frente—. Si eres lo suficientemente mayor para
saber usar insultos, eres lo suficientemente mayor para arrepentirte
por eso. Así que repite después de mí y luego eres libre de irte.

—Está bien.

—Yo, Declan, el gobshite.

No lo dijo.

—Declan…

—Yo, Declan el gobshite —repitió haciendo reír a Marco y sus


amigos.

—Siento mucho haberte insultado no sólo a ti, Marco.

—Siento mucho… haberte insultado… no sólo a ti, Marco —dijo


con hipo.

—Sino a todos los italianos del mundo.

—Yo no…
32

—Declan, mi mano se está cansando; puedo pedirle a uno de


Página

mis amigos que te diga que decir, si quieres.


—Sino a todos los italianos del mundo —dijo rápidamente.

—Te juro…

—Te juro…

—Ser menos un gobshite.

Respiró profundamente; —Ser… menos un gobshite.

—Y no volver a usar esa palabra o cualquier otra como esa en


mi vida.

Una vez que terminó de repetir mis palabras, lo arrojé a su tía,


pero no sin antes decirle —Conseguiré respuestas a mis preguntas,
tía Claire. Y cuando lo haga, la visitaré personalmente a usted y a su
marido para decirle lo que sé. Mientras tanto, por qué no pasas
menos tiempo preocupándote por los hijos de los demás y arreglas el
que se amotina a tu lado porque juro sobre la tumba de mi madre,
que si vuelve a insultar a mi sangre… verá la suya. ¡FUERA!

Se fue como si el fuego estuviera bajo sus pies. Mientras se iba,


Marco y sus amigos comenzaron a animar y a hacer caras.

—¿También tengo que hacer un espectáculo de todos


ustedes? —pregunté y ellos inmediatamente cerraron sus bocas,
mirando hacia abajo. Estaba en silencio, así que aproveché la
oportunidad para dirigirme a todos—. La mayoría de ustedes no me
conocen personalmente. Considérense bendecidos. Porque si tengo
que involucrarme personalmente, no sólo los avergonzaré a ustedes y
a toda su familia, sino que les haré desear vivir en un agujero tan
profundo que nunca verán el sol, y mucho menos mi rostro. Así que
33

tomar nota, estas son las cosas en las que me involucro


Página

personalmente: uno, gente que abusa de la generosidad de mi


familia; dos, gente que no respeta a mi familia o mi herencia; y tres,
gente que causa problemas a mi familia. Estoy segura de que todos
pueden ver el tema en marcha aquí. Si no, por favor, háganmelo
saber… —pregunté amablemente de nuevo, mirando alrededor.

—Genial —dije, moviendo el interruptor mental de mí mente a


amable y gentil mientras hablaba—. Me alegro de que tantos de
ustedes hayan podido disfrutar del desayuno de hoy. Por favor, dejen
saber a todos y cada uno de los que conocen que planean venir
mañana, que desafortunadamente mi familia y yo sólo serviremos a
los afectados por este horrendo ataque terrorista. Por supuesto,
aquellos que están sufriendo financieramente, los pobres y
necesitados de nuestra ciudad, siempre serán bienvenidos.
Realmente significa mucho para mí. Como saben, mi abuela fue una
de las víctimas de este horrible acto y quiero asegurarme de que
nadie sea pasado por alto. El Alcalde también ha dicho que asignará
fondos para ayudar a los niños desplazados por la pérdida de sus
padres, y mi corazón está con ellos, así como con aquellos de ustedes
cuyos padres están siendo tratados en el hospital. Desearía que se
quedaran aquí, pero los servicios de emergencia nos han dicho que
este edificio no es apto para alojamiento temporal. Mi prima Nari les
dará más información mañana. Muchas gracias por su apoyo y
comprensión.

Asentí a todos ellos antes de caminar hacia las puertas dobles,


mis tacones de piel de cobra Gucci haciendo clic en el suelo mientras
intentaba salir. Acababa de llegar al pasillo cuando oí que las
puertas se abrían de nuevo detrás de mí mientras alguien llamaba.

—¡Sra. Callahan!

Haciendo una pausa, respiré hondo antes de volverme hacia


Marco, me miró y palideció antes de volver a mirar hacia abajo. Toby
34

levantó la ceja y me miró, esa pequeña sonrisa en su cara otra vez.


Página
—¿Vas a darme las gracias o vas a seguir admirando los
azulejos? —le pregunté a Marco.

—Eh… gracias. ¡Quiero decir gracias! Uhh… —dijo esto


mientras me miraba directamente y luego se frotó la parte de atrás
de su cabeza, tratando de pensar en qué más decir. Asentí y estaba a
punto de irme cuando dijo— ¡Quiero trabajar para ti!

Hice una pausa, observando cuán adulto estaba tratando de


hacerse ver. Parado más alto, sacó su pecho como si se estuviera
enlistando en el ejército… como que lo está. —¿Qué es lo que crees
que hago, Marco?

Parpadeó como si le hubiera dado una bofetada, y luego trató


de pensar.

—No tienes ni idea —le respondí.

Frunció el ceño, recuperando su postura de adulto. —No, no


tengo ni idea. Mi papá dice que ustedes tienen muchos negocios y
son gente muy importante, así que tienen guardias porque la gente
siempre los lastima. ¡Puedo luchar! Ya lo viste. Puedo proteger…

Le detuve. —Me protejo, Marco. Y además, sólo soy la hermana


pequeña de Ethan Callahan; deberías hablar con él…

—No. —Bajo su aliento murmuró—: No quiero trabajar para los


irlandeses.

Lo miré fijamente durante mucho tiempo antes de moverme a


Tobías. Le abro la chaqueta, meto la mano en el bolsillo interior y
saco el bolígrafo. Al oírme acercarme a él, Marco tragó y dio medio
paso atrás.
35
Página

—Dame tu brazo.
—¿Por qué? —Me miró cuidadosamente, poniendo su brazo
detrás de su espalda.

Girando los ojos, sujete su barbilla mientras se agarró la cara,


cerrando los ojos como si se preparara para un golpe que no podía
evitar… o rezando. Haciendo clic en el bolígrafo, le quite el cabello
antes de escribir directamente en su frente.

—Sólo lo mejor funciona para mí. Así que, si quieres unirte a


mí, vas a necesitar más que tus puños, vas a necesitar esto. —Usé el
bolígrafo para golpear la parte superior de su cabeza antes de volver
a hacerlo—. Y voy a necesitar un certificado de que lo has usado. Así
que eso es después del colegio y la universidad. Una vez que hagas
todo eso, llama a este número.

—¿Secundaria y universidad? —Me miró fijamente como si


estuviera loca—. ¡Eso es por siempre!

—Son diez años; buena suerte. —Le di el bolígrafo antes de


moverme para irme.

—¡Qué pasa si este número no funciona! —me gritó.

—Funcionará —le grité, saliendo al viento mientras éste


soplaba entre los edificios. Toby abrió la puerta de mi auto mientras
se detenía en la parte delantera del edificio.

—Pobre chico —suspiró Toby, sacudiendo la cabeza—. Nunca


encontrará una chica que esté a la altura de su primer amor.

—¿Hablas por experiencia? —le pregunté.


36

—¿Crees que eres mi primer amor?


Página
—No me importa de cualquier manera —le dije honestamente
mientras me sentaba dentro—. Ella no sería capaz de estar a mi
altura ni siquiera todavía.

—¿Te mataría estar celosa de vez en cuando? —murmuró algo


en italiano para sí mismo, cerrando la puerta antes de que pudiera
responder.

Podía decirle que lo había oído, pero en ese momento, al oír a


alguien más hablando en italiano, algo se me vino a la mente. Me
volví para mirar el edificio de cristal en forma de pirámide.

—Marco. ¿Cuál es su apellido? —pregunté cuando Toby tomó


su asiento al volante.

Agarró su teléfono y dijo— Marco Forte. Su madre murió


cuando era joven y su padre Joe, fue herido durante el bombardeo.
Pero se pondrá bien, el chico probablemente…

—¿Qué hace su padre? ¿Trabaja para nosotros?

Suspiró, girando la mandíbula hacia un lado. —No. Sólo es un


fontanero.

—Averigua cómo le ha ido en la vida a Joe, como sólo un


fontanero.

—Muy bien. ¿Qué estoy buscando?

—No lo sé —susurré para mí misma, sin poder quitarme de la


cabeza esta sensación persistente—. Conduce.

—¿A dónde Sra. Callahan? —preguntó Toby. Cuando no le


37

respondí, volvió a llamar—. Dona…


Página
—A cualquier lugar. Necesito pensar.

Algo se sentía fuera de lugar, pero no estaba segura de qué.

38
Página
DOS
“El sol observa lo que hago, pero la luna
conoce todos mis secretos”
~ J.M. Wonderland ~

DONNATELA 24 DÍAS ATRÁS

La mesa de tejo artesanal hecha a mano estaba centrada entre


las puertas dobles donde yo estaba con los grandes ventanales de la
parte de atrás. El candelabro, forjado en hierro y cristal, era largo,
casi del mismo largo que la mesa, pero debido a la luz natural que
entraba por los ventanales, no estaba encendido. Las sillas eran
como elegantes tronos de madera y la vajilla puesta delante de ellas
cambiaba según las estaciones. Siempre estaba, sin excepción,
puesta para quince. Sin nadie más que yo, el comedor parecía estar
en la portada de una lujosa revista de hogar y estilo.

Todos tenían sus respectivos asientos. Incluso yo… siempre a


la izquierda, un asiento más abajo del jefe de la familia, antes mi
padre, pero ahora mi hermano, Ethan. Justo enfrente de mí se
sentaba mi hermano gemelo, Wyatt.

Orden.

Todos teníamos nuestro lugar y a menos que algunos


murieran, no había razón para desviarse. Caminé directamente al
asiento de Ethan.
39

—Buenos días señorita. —O’Phelan, que había sido el


Página

mayordomo jefe de nuestro pequeño castillo de Chicago durante los


últimos diecisiete años, me saludó cuando salió por la puerta lateral
para llenar mi vaso con agua—. No sabía que deseaba comer en el
comedor hoy. Hice que le enviaran el desayuno a su habitación.

—Hoy estoy comiendo aquí —dije, pasando mis manos por la


arboleda de la primera silla, caminando alrededor una vez, antes de
sentarme cómodamente en ella.

—¿Quieres el mismo desayuno que le envié…?

—No. Fruta fresca, yogur de vainilla, un croissant y un huevo


endiablado y un vaso con zumo de uva —le dije, rodando el cuello.
Asintió, alejándose por un minuto sólo para regresar con unos
documentos, una tableta y un bolígrafo para mí.

—Su publicista dejó un mensaje diciendo que han retrasado el


lanzamiento de su próxima novela hasta Navidad.

Antes de que pudiera responder, las puertas del otro extremo


de la habitación se abrieron y entró Toby, vestido de pies a cabeza de
negro y con una expresión digna de Severus Snape 6.

—Buenos días…

—¿Qué pasa hoy? —pregunté, buscando mi agua.

—Marco Forte…

—¿Cuántas veces ha llamado ya a ese número? —No pude


evitar reírme, sacudiendo la cabeza al pensar en el pequeño rufián.

—Está muerto —respondió Toby.


40
Página

Severus Snape6 — Es un personaje ficticio en las series de Harry Potter, escritas por la
autora inglesa J.K. Rowling.
Lo miré fijamente, aunque no lo estaba mirando a él ni a
ninguna otra cosa. Sólo cuando O’Phelan trajo mi comida en el
carrito y empezó a poner mi plato, rompí la mirada, arrancando las
uvas de la vid y lanzándolas a mi boca mientras me inclinaba hacia
atrás.

—Por la expresión de tu cara. Supongo que no murió de causas


naturales —respondí finalmente.

—La policía dice que se cayó accidentalmente por la escalera de


incendios.

—Gracias —asentí a O’Phelan cuando se fue antes de que


mirara a Toby—. Sé lo que la policía está diciendo… ¿Qué está
diciendo la gente?

—Declan Eilis… o al menos alguien de la familia Eilis.

—Por supuesto. —Puse los ojos en blanco, levantando mi


cuchara y mi yogur.

Toby frunció el ceño, confundido. —¿No crees que sea él?

Tragué la cucharada de yogur en mi boca antes de


responder —Es un poco estúpido, ¿no crees? Hago que el chico Eilis
se disculpe con el chico Forte, y cuando me doy la vuelta el chico
Eilis empuja al chico Forte por una escalera de incendios,
¿matándolo? ¿Por qué? Es demasiado obvio y demasiado pronto.
Sabe que lo descubriría y no lo intentaría.

—Dona, es un chico, no un asesino entrenado. Dudo que en el


momento estuviera pensando en la óptica o con alguna racionalidad
en absoluto. Peor aún, si Marco se hubiera burlado de él… podría
41

haberse quebrado.
Página
—O… alguien me está poniendo a prueba. —¿Quién, sin
embargo? ¿Los irlandeses? ¿Los italianos? ¿Ethan?—. Alguien quiere
saber qué pasa cuando me involucro.

—Dona, realmente creo que estás pensando demasiado en esto.


¿Quién haría eso?

—¡No me importa lo que pienses! —le dije enérgicamente—. No


estoy segura de por qué sigues haciéndome preguntas para las que
ya deberías tener respuestas. ¿No es este tu trabajo?

Inhaló profundamente por la nariz y luego exhaló. Seguí


comiendo mi yogur. Finalmente, respondió—: Mi trabajo es ayudarte
a mirar las apariencias… Un chico irlandés mata a un chico
italiano…

—Supuestamente —le interrumpí, lamiendo mi cuchara.

—Sabes tan bien como yo que un rumor es tan bueno como


una confesión firmada para muchas de esas personas, Dona.
Algunas personas van a buscar a su familia… no, a ti… para
manejarlo de la forma en que siempre se han manejado estos
asuntos.

Cavé en el fondo de la taza para el último poco de yogur


mientras hablaba— Así que ya que se supone que también debes
mirar las apariencias, explícame cómo se vería tener dos chicos
muertos.

—Un chico muerto y un asesino muerto.

—Un chico que asesina sigue siendo un chico —dije alcanzando


los huevos antes de mirarlo—. Y si se ha ido, especialmente tan
42

pronto, la culpa recaerá sobre mí. La gente dirá ―oh, esto es su


Página

culpa, ella hizo una gran cosa de un asunto tan pequeño, que
debería haber dejado a los chicos que lo resolvieran. Ahora mira lo
que pasó‖… malas apariencias… para mí.

No respondió, en cambio se acercó más y más… hasta que


estuvo demasiado cerca. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta,
sacando un diente de león de origami. Sosteniéndolo entre nosotros,
lo hizo girar en sus dedos mientras hablaba. —Recuerdo cuando te
tomabas tu tiempo para recoger dientes de león uno por uno y todos
pensaban que estabas loca, pero me di cuenta de que lo hacías para
ver qué dientes de león eran los más fuertes. Cuáles no se irían por
el viento mientras caminabas. Estabas probando cada flor y cuando
recogías las perfectas las usabas para hacer una corona, la
colocabas en tu cabeza, y con una enorme sonrisa en tu rostro, te
levantabas y corrías, girabas y saltabas tan fuerte como podías,
hasta que cada pétalo se desprendía de los tallos y flotaba a tu
alrededor. Cerrabas los ojos y pedías un deseo… y cada vez que lo
hacías… yo también lo hacía.

—Deseaste tenerme —dije, intentando agarrar la flor de papel


de su mano, pero la movió. Sus dedos apenas tocaron mi oreja
mientras me llevaba el cabello detrás de ella y colocaba la flor de
papel allí también.

—No, Dona —dijo suavemente—. Deseaba que todo lo que


desearas se hiciera realidad. Porque en mi mente, cualquier deseo de
alguien tan dulce, amable e inocente como tú, merecía hacerse
realidad.

No estaba segura de qué decir, así que me levanté y se inclinó


hacia atrás, permitiéndome moverme alrededor de la silla. Sin
embargo, no me fui. En cambio, lo besé, y como todos nuestros
besos, comenzó suavemente, tiernamente. Su mano cayó en mi
cintura, tirando de mí hacia él, ambos cuerpos presionados el uno
43

contra el otro… su mano se deslizó hacia abajo para agarrar mi


Página

trasero cuando lo detuve, y se alejó.


—Las cámaras —le susurré, limpiándome la comisura de los
labios—. Más tarde.

Asintió y me dejó ir. Caminando a su alrededor, me dirigí de


nuevo a la puerta. Y justo cuando estaba a punto de escapar, habló.

—Es una mala apariencia… para ti, lo sé. Sin embargo, es peor
la apariencia de que parezcas débil. El público sólo te recuerda como
esa dulce, amable e inocente niña que lloró a mares el día en que su
madre murió… Necesitan ver y saber que no eres diferente a
Ethan —dijo. Me di la vuelta para decirle que no me sermoneara,
pero volvió a hablar antes de que pudiera hacerlo—. Mi trabajo
también es decirte cosas que no quieres oír. Sí, lo sé, es molesto.
Ethan también lo odia.

La sonrisa de mierda en sus labios mientras se comía mis


fresas sobrantes mató todo el humor que tanto le costó crear con el
maldito diente de león.

—Y sabes lo que dije sobre más tarde… tengo que


cancelarlo. —Su boca se abrió. Sonreí—. Debiste haber parado
mientras estabas en la delantera, Tobías. Ethan puede simplemente
odiarte… yo puedo ponerte las pelotas azules.

Me fui y no miré atrás, dejando que las puertas se cerraran


mientras caminaba hacia el ascensor que lleva a nuestras
habitaciones privadas, tomando la flor de papel de detrás de mí
oreja.

Alguien tan dulce, amable e inocente como tú… había dicho. No


pude evitar reírme un poco mientras retorcía la flor de papel entre
mis dedos. Cerrando los ojos y soplando sobre ella, aunque sabía
44

que no se iría volando, y volví a hacer los deseos de mi infancia.


Página
—Diente de león. Diente de león. Mientras flotas hacia arriba
muriendo hermosamente. Concédeme estos deseos de mi garganta.
Dame el abrigo del Rey. Dame el anillo de la Reina. Que se ponga de
rodillas los príncipes. Envía un enjambre de abejas asesinas a los
que intentan hacerme daño. Y, ¡Oh sí! Que siempre sea primavera.

No pude evitar sonreír, mirando desde la flor de papel al espejo


distorsionado de las puertas del ascensor abierto en mi piso. Salí,
preguntándome qué haría Tobías, o cualquiera de ellos, si supieran
que mis deseos de entonces sólo eran dulces para mí y no amables ni
inocentes para los demás.

Empujando la manija hacia abajo y entrando en mi habitación,


me dirigí hacia mi cama circular de color rosa suave y crema,
dejando caer la flor de papel encima y agarrando el mando a
distancia. Después de entrar en mi clave de acceso, mi cama giró
para enfrentarse a la pared de madera que se abrió por la mitad,
revelando el antiguo dormitorio principal de mi hermano… ahora mi
armario.

En el interior, me detuve en el primer espejo, ajustando el


cordón de mi pantalón de pijama de seda esmeralda antes de pasar
al segundo espejo, cerca de mis bolsos, presionando la palma de mi
mano en el cristal.

—Acceso concedido —decía antes de que el cristal se deslizara,


adentro estaba cada una de mis pistolas y cuchillos, se exhibían
como porcelana fina. Levanté la pistola grabada en oro, presionando
el panel de madera debajo de ella, sacando el viejo teléfono,
marcando rápidamente antes de llevarlo a mi oreja. Sonó una vez
antes de que respondiera. No habló, pero sabía que estaba allí.

—Un chico llamado Marco Forte fue asesinado hoy. Averigua


45

por quién y por qué, averígualo rápido Jackal. Necesito saber cuán
Página

profundo llega esto y cuánta gente tiene que morir.


Su respuesta fue colgar inmediatamente, y sabía que eso
significaba que tendría una respuesta dentro de cuarenta y ocho
horas.

Cerrando el teléfono, lo puse de nuevo en su lugar, el panel de


madera se cerró. El cristal del espejo se deslizó hacia arriba,
mostrando mi propio reflejo, mis ojos verdes mirándome fijamente.

—Toda guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando


somos capaces de atacar, debemos parecer incapaces; cuando
usamos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando
estamos cerca, debemos hacer creer al enemigo que estamos lejos;
cuando estamos lejos, debemos hacerle creer que estamos cerca.
Pero recuerda… Ganar cien victorias en cien batallas no es la
cumbre de la habilidad. Someter al enemigo sin luchar es la cumbre
de la habilidad… esto es el arte de la guerra —dije para mi propia
reflexión, con una pequeña sonrisa en los labios. No había guardado
el arma.

Caminando por el espejo, me pregunté si debía sentirme


insultada o agradecida de que mi enemigo, quienquiera que fuera,
pensara que era tan estúpida…

¿Cuál era la forma más rápida de quitarle el poder a mi


familia?

No era el dinero… Cualquiera con medio cerebro sabía que mi


familia tenía más que suficiente escondido por todo el mundo para
sobrevivir durante generaciones, si no más. Mi padre nos había
enseñado a todos las reglas de la familia Callahan, y en el momento
en que escuché a Marco decir que quería trabajar conmigo, sabía
que veía a Ethan como irlandés. Sabía que algo no estaba bien con
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eso, por eso recordé la regla 28 ―Recuerda que es el clan el que nos da
Página

nuestro poder”.
La forma más rápida de quitarle el poder a mi familia… era
destruir el clan.

En el Arte de la Guerra, la mayor prueba de habilidad era


someter al enemigo sin luchar… ¿Qué mejor manera de hacerlo que
enfrentar a los irlandeses y a los italianos entre sí…? Para reiniciar
las enemistades de sangre entre ellos.

—Es exactamente lo que yo haría… —me susurré a mí misma


mientras tomaba asiento en mi silla de leopardo, colocando mi
pistola en la mesa lateral, antes de alcanzar la botella de Moscato
Rosa que estaba sobre la misma. Llené una copa y dirigí la pantalla
del televisor a las cámaras que Ethan había colocado en secreto en la
casa del hombre que tanto odiaba, se había follado a su hija sólo
para fastidiarle.

—Estoy segura de que recuerdas las viejas enemistades de


sangre, Savino Moretti —dije, llevándome la copa a los labios
mientras veía a Moretti follarse a otra mujer demasiado joven para él,
en su oficina… Ethan e Ivy habían matado a su hija, Klarrisa
Moretti, hacía sólo unos días y así es como aparentemente la lloró.

—Cada uno a lo suyo —susurré, bebiendo. El vino hizo que


todo, incluso esta actuación digna de ser amordazada, fuera
soportable.

Pronto, en el momento en que estuviera segura de que era él, le


dejaría agujeros para que los gusanos se los follaran.

DONATELLA – HACE 23 DÍAS


47

“Tus gritos son para muchos y los míos para uno. Por lo tanto,
soy ajeno a ti y tú eres ajeno a mí”. Escribí en mi portátil desde el
Página
interior de la glorieta con vistas al estanque de koi en el borde de
nuestra propiedad privada.

—Su té, señorita. —Una de las criadas me llenó una taza. Sin
embargo, no miré hacia arriba. Mis dedos intentaban seguir el ritmo
de las palabras que corrían por mi mente, cuando de repente una
tablet fue colocada en mi rostro. Miré fijamente la máquina por un
momento antes de mirar la mano que la sostenía allí; cuando
finalmente llegué a su cara, me estaba sonriendo.

—Estaba esperando que llegaras a un descanso pero


conociéndote, podrían ser horas —dijo Toby.

—¿Esto es por Marco? —pregunté, levantando las manos del


teclado, y quitándole la tablet.

—Lo es y no estoy seguro de si es algo bueno o malo, que no


sea lo que pensabas —suspiró, extendiendo la mano para pulsar el
botón de reproducción—. No había una cámara en el callejón, pero
había una al otro lado de la calle.

Vi como el rubio Declan, corría lo más rápido posible fuera del


callejón de enfrente, intentó limpiarse la sangre de sus manos en su
chaqueta, revisando detrás y delante, entrando en pánico.

—Más tarde se deshizo de su ropa —explicó Toby,


mostrándome el siguiente vídeo, que era un poco más granuloso,
pero aún podía verlo mientras tiraba su chaqueta a un contenedor
detrás de un restaurante.

—¿Nadie más tiene estos videos? —le pregunté.

Asintió. —Se lo compré a los dueños. Lo que le dirán a los


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demás, sin embargo, está más allá de mí.


Página
—Nada debería estar más allá de ti —corregí, devolviéndole la
tablet—. ¿Dónde está ahora?

—En la casa de su madre. Escondido bajo la cama, estoy


seguro, lo que nos da tiempo para disfrutar de nuestro aniversario
antes de visitarlo. —Sonrió, agarrándome del brazo y levantándome
de mi asiento.

—¿Aniversario? No tenemos…

Poniendo un dedo en mis labios, sonrió y luego me miró a los


ojos mientras decía—: Por esta noche, olvida que eres una Callahan
y todo el equipaje que viene con eso y simplemente diviértete
conmigo.

Parecía un cachorro… esa fue la excusa que me di cuando lo


seguí fuera de la glorieta y en el camino hacia la casa, justo cuando
Greyson caminaba hacia nosotros. Intenté apartar mi mano, pero
Toby se agarró con más fuerza.

—Greyson, sea lo que sea, puede esperar…

—No, no puede. ¡No hables por mí! —Tiré más fuerte,


arrancando mi mano de la suya y volviéndome hacia Greyson, que
miró entre los dos por un momento, mirando fijamente a Toby antes
de mirarme a mí.

—El nuevo envío ha llegado. Sin embargo, llegaron cortos.

Me congelé, todo mi cuerpo se puso rígido. —¿Cómo que


cortos?

—Lo suficientemente cortos que no necesita una muy buena


49

excusa…
Página
—Sin excusas —le corté, acercándome y volví a preguntarle—
¿Ethan suele dar a alguien la oportunidad de darle una excusa?

—No, señora. —Se puso más derecho.

—Entonces, ¿por qué debería hacerlo? —Incliné la cabeza hacia


un lado. No respondió—. ¿Las grandes ciudades tienen suficiente?

—Los Tres Dorados pagaron más esta vez pero no lo han


conseguido —respondió.

—Ya que Boston está en espera por ahora, que envíen su envío
a los nuevos Golden Three; Charlotte, Charleston, Jackson.
Entonces, si alguien tiene algo que no esté moviendo, que lo envíe a
Miami y Savannah.

—Tenemos retrocesos…

—No. Eso apesta a desesperación. ¿Te parezco


desesperada? —pregunté.

—No, señorita —dijo Greyson, con una ligera risa en su voz, y


me volví hacia Toby.

—¡Ven conmigo! —me enojé, y ya me estaba moviendo del


camino hacia el bosque. Caminé durante al menos cinco minutos
antes de volverme hacia él y golpearle la cara con la mano tan fuerte
como pude—. ¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?

Su cabeza seguía girada hacia un lado como si no pudiera creer


que le había golpeado.

—¿Te sientes bien con eso? —preguntó, sus ojos brillando de


50

rabia, con el puño cerrado a su lado. Quería pegarle una segunda


Página
vez—. ¿Abofetearme cuando sabes que no puedo golpearte de vuelta?
Y créeme, si fueras otra persona, lo haría.

—¡ESE ES EL PROBLEMA! —grité—. No soy alguien más. ¡No


puedo olvidar que soy una Callahan! No te hagas el molesto. No
pretendas ser mi víctima. ¡Eres víctima de ti mismo! Querías estar
conmigo y te dejé claro que si lo hacíamos, no iba a tratarte de forma
diferente a los demás. ¡Pero sigues insistiendo en que lo haga! Sigues
forzando mi mano. ¿Quién eres tú para decidir si me entero o no de
las noticias sobre el negocio de mi familia? ¡Las noticias que tú
deberías darme! ¡En cambio, me haces parecer débil!

—¡No puedes ser todo lo que quieres ser! —me gritó—. Por
ahora, eres la cabeza de esta familia, pero, ¿qué pasará cuando
Ethan regrese? ¡Te vas a sentar en un rincón con la sangre hirviendo
porque él se ha hecho cargo de nuevo! ¿Qué vas a hacer? ¿Nunca te
casarás con nadie? ¡Dijiste que querías ser amada! ¡ESO ES LO QUE
ESTOY TRATANDO DE HACER! No parece que entiendas que vas a
tener que renunciar a algo, Dona, porque no puedes ser Callahan y
estar por encima de todos mientras intentas encontrar a tu igual. A
menos que planees joder a los tuyos…

Esta vez, le di con el puño en la nariz, toda la cabeza voló hacia


atrás y por primera vez, me devolvió el golpe. Algo surgió entre
nosotros. Su puño se estrelló contra mi costado.

—¡Ugh! —grité, volviendo a la lucha, saltando en mi lugar,


manteniendo mi cuerpo en movimiento y luchando contra el dolor.
Sonrió, tocando la punta de su nariz con el dedo mientras me miraba
fijamente. Cuando se acercó de nuevo, me agaché y cambió la
dirección de su puñetazo, acercándose a mi rostro, repitiendo el
golpe que me había dado en el costado. Con el codo justo en sus
bolas, lo mandé a acurrucarse hacia adelante antes de agarrar sus
51

dedos y doblarlos hacia atrás, torciendo todo su brazo mientras se


Página

levantaba y lo ponía de rodillas.


Cuando Toby levantó la mano, agarró mi blusa y me volteó
sobre él y sobre mi espalda, no pude pensar; el dolor se disparó por
mi cuerpo como un rayo en un árbol.

Me alejé rodando por el suelo del bosque; tierra, hojas secas


mancharon mi ropa, antes de que pudiera agarrarme. Me puse en
pie y corte la pequeña distancia que había entre nosotros, dándole
un cabezazo en la nariz y en la boca. Sentí sus dientes golpear mi
cráneo, pero no me detuve. Cuando su cabeza se echó hacia atrás, le
di un puñetazo tan rápido y tantas veces como fue posible. Dejó caer
su brazo y aproveché la oportunidad para seguir golpeándolo, pero
sus brazos me envolvieron como una serpiente, dándole tiempo
suficiente para sujetarme entre ellos, levantarme de mis pies y correr
para presionar mi espalda a uno de los árboles. Levanté mis brazos
para bloquearlo, pero los agarró, sosteniéndolos sobre mi cabeza y
besándome; su lengua en mi boca, su cuerpo presionó fuertemente
contra mí, y no pude evitarlo, pasando de un dolor a ese… sentido…

—OH… —gemí en su boca, agarrándome de su camisa cuando


me soltó las manos, sólo para subirme la falda hasta la cintura.

—Joder, eres preciosa. —Jadeó cuando nuestros labios se


separaron por sólo un segundo. Pero no quería hablar, quería follar,
así que me incline y le desabroché los pantalones, agarrándole la
polla.

—Dime algo que no sepa —le susurré, antes de volver a


besarlo.
52
Página
TRES
“Mi madre siempre me dijo,
que ningún monstruo vivía bajo mi cama,
pero no me había advertido,
en lugar de eso, lo puso encima”
~ Poeta E.H. ~

DONATELLA – HACE 22 DÍAS

Me dolía.

Y no estaba segura si era por el sexo o por la pelea antes del


sexo… Tenía la sensación de que era un poco de ambos, pero sobre
todo por la pelea.

Quería pasar el día en la bañera para evitar que los moretones


se pusieran mal. Sin embargo, a las cinco de la mañana, me
encontré en la sección de Arte Contemporáneo del Instituto de Arte
de Chicago, mirando una enorme pintura abstracta de una mujer
hundiéndose bajo el agua, con la piel agrietada; encima de ella había
un águila con una mariposa aplastada en sus garras y debajo, en el
agua, estaba el extremo de la cola de un tiburón desapareciendo
detrás de las rocas.

—Llegas tarde —dije, escuchando los pasos detrás de mí. No


me molesté en dar la vuelta. Ella se acercó a mi lado, de pie a mi
altura, mirando el cuadro también. Girándome, ella hizo lo mismo y
se giró hacia mí, y si alguien más la hubiera visto, se habrían
53

estremecido; su rostro estaba cubierto de profundas cicatrices con


Página

bordes desiguales. Cortaron la nariz, la mejilla y la boca… pero


ninguna era tan mala como la que escondía bajo su bufanda, la que
le pasó por encima de las cuerdas vocales—. Nunca llegas tarde,
Jackal. ¿Qué pasó?

No respondió. No porque no quisiera, sino porque no podía. No


vocalmente, al menos.

Metió la mano en su bolso grande y me dio una carpeta


amarilla y gruesa.

Dándole la espalda por completo, me dirigí al banco de la


exposición y me senté.

—Esto es un montón de información sobre un chico.

Cuando la miré, simplemente sacudió la cabeza.

Frunciendo las cejas, intenté leer su expresión, pero la dejó en


blanco a propósito.

—Entonces leeré —respondí, abriendo la página. Lo primero


que vi fue una imagen de Toby y Savino de la Navidad pasada—.
¿Qué es esto? —pregunté, sabiendo que no podía hablar… pero
estaba segura de que sabía que la pregunta era para mí, no para
ella.

La foto parecía bastante inocente, como si Savino se hubiera


topado con él accidentalmente. En el fondo de mi mente, recordé esa
fiesta. Savino se había emborrachado y había empezado a cantar
para vergüenza de su hija… algo que era típico de él… y sin embargo,
en la imagen podía verle claramente deslizando algo en la mano de
Toby. Pasando la página, vi otra foto, esta vez del mismo callejón que
Toby me había mostrado, donde había dicho que Declan había
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matado a Marco… sin embargo… no debería haber estado allí, en ese


Página

callejón. Tampoco debería haber estado persiguiendo a Declan.


Al oír sus pasos, miré a Jackal mientras señalaba la foto de
Toby.

—Mató a Marco. —No estaba preguntando. Sólo lo sabía. Era lo


único que tenía sentido y, sin embargo, ver su asentimiento me hizo
inhalar bruscamente. Tragando la saliva acumulada en mi boca,
volví a mirar los papeles y fotos. En ellos, varios de nuestros
proveedores... todos de diferentes regiones de México, Colombia y
Venezuela... todos se habían quedado cortos para este envío. Recordé
una vieja conversación que Ethan había tenido con uno de nuestros
tíos sobre una lucha por el poder tras la muerte de uno de nuestros
hombres clave.

—Toby está trabajando con Savino —susurré, asintiendo, todas


las piezas encajan perfectamente en mi mente—. Los señores de la
droga y los cárteles del sur han estado cambiando. Savino quiere
controlar a los italianos... qué mejor manera de hacerlo que
reiniciando las enemistades de sangre con los irlandeses, por la
muerte de un orgulloso chico italiano. Así, cortando el poder de los
Callahan, especialmente ahora que Ethan intenta reinar en Boston.

Jackal chasqueó sus dedos frente a mi rostro, y cuando la miré


de nuevo me mostró una foto de Toby, con una clara confusión en su
rostro.

—¿Por qué nos traicionaría por Savino? —Le hice la pregunta y


asintió, poniendo la foto de nuevo en mi regazo. Ojalá no supiera esa
respuesta... pero la sabía—. Yo. Lo hizo por mí.

El maldito idiota.

—Matará a Savino en cuanto pueda. Entonces será el Don de la


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mafia italiana. Irá con mis hermanos e intentará negociar una


Página

tregua... si me caso con él. Los Callahan aún tienen una relación con
los italianos; es mi igual y el de Ethan. Consigue todo lo que quiere.
Me quiere, pero odia estar debajo de mí. Odia estar bajo mi familia.
No trabaja para Savino, trabaja para sí mismo. Por sus propias
ambiciones.

Era brillante; estaba lo suficientemente cerca para que


confiáramos en él y ya era respetado por asociación por todos los que
conocíamos. Además de eso, sabía cómo dirigir el negocio. Si
fallaba... podía culpar de todo a Savino y esperar a atacar de nuevo.

Jackal se agachó sobre sus rodillas delante de mí y volvió a


levantar la foto de Savino y Toby. Señalando de Savino a Toby y
luego a mí.

—¿Tomar su plan? —le pregunté y asintió de nuevo.

Deja que Toby mate a Savino, y luego mata a Toby. Tendría el


control sobre los italianos y Ethan tendría a los irlandeses... ya se
había casado con una irlandesa y, al hacerlo, causó una ruptura
entre él y el lado italiano de la familia.

Hazlo, una voz en mi mente susurró, elevándose desde lo más


profundo de mí. Esto es lo que hay. Así es como podemos tenerlo
todo. Quítaselo a ellos.

Comprendí cómo podía hacerlo. Podría tomarlo todo.

Cuanto más pensaba en eso, más fuerte era esa sensación


persistente, como si me perdiera algo importante. Mirando la carpeta
otra vez, vi una foto de Ethan. Estaba en la misma fiesta de Navidad,
con un vaso en los labios, pero sus ojos estaban fijos en algo que no
estaba en la foto. Levanté la foto de Savino y Toby y la puse junto a
la de Ethan.
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Página
—Ethan —susurré mientras me daba cuenta de lo sencillo que
era para mí entender todo esto. No era un idiota, pero tampoco era
una genio... al menos, no de la misma manera que Ethan. Nadie, ni
siquiera su esposa, lo conocía como yo. Wyatt y yo éramos gemelos.
Pero Ethan y yo éramos más cercanos en cierto modo. Sabía lo que
pensaba con sólo observar la forma en que sostenía su vaso o se
sentaba en su silla.

La gente pensaba que lo seguía ciegamente cuando era más


joven, pero no era así. Como cuando se convirtió en el Mani Di
Forbice7 al matar a un sacerdote que había planeado vender a mis
padres para salvarse de ser expuesto como un pederasta. Ethan me
agarró del brazo y me dijo que no fuera a confesarme con ese
sacerdote. Cuando lo miré, vi la advertencia, la furiosa tormenta que
se avecinaba y simplemente dije que estaba bien. Pasé casi toda mi
vida observándolo cuidadosamente, por lo que sabía en mi corazón
que si podía resolver esto, si podía ver el panorama general... Ethan
definitivamente lo había visto hace meses.

—Estos eran difíciles de conseguir... —le dije a Chacal y


asintió—. ¿Pero no tanto como para que mi hermano no pudiera
saber si también quisiera?

De nuevo, asintió.

Toby nos estaba traicionando... y Ethan lo sabía.

Todo este tiempo, lo sabía.

—Gracias, Jackal —le dije, poniéndome de pie mientras ella


también lo hacía—. Por recordarme que no puedo contar con nadie.
57

Mani Di Forbice7 — Manos de tijera.


Página
Me frunció el ceño cuando metí la mano en mi chaqueta para
pagarle por la información que había conseguido. Sin embargo,
levantó las manos y sacudió la cabeza.

Girando los ojos, saqué el dinero falso del monopoli, haciendo


que frunciera el ceño, confundida de nuevo. —Sabía que intentarías
rechazarlo, así que lo transferí directamente a tu cuenta desde una
cuenta privada.

Puso mala cara y sonreí, alejándome y saliendo de la


exposición, tratando de morder la rabia amenazando con liberarme
de mis labios.

Mátalo.

Mátalos a todos.
Las palabras se repitieron en mi mente mientras salía del
edificio por la entrada de seguridad.

El sol ya estaba saliendo cuando llegué a casa y a mi


dormitorio.

Toby estaba sentado en el borde de mi cama y bostezaba. Me


miró, con una sonrisa feliz en sus labios. —Te he echado de menos.
¿Adónde fuiste?

Lo miré fijamente. Quería agarrar cualquier cosa que pudiera


tener en mis manos y golpearle la cara. Quería estrangularlo con mis
sábanas. Y no podía… ahora no.
58
Página
—Fui a dar un paseo —dije, quitándome la chaqueta de cuero y
tirándola en el sofá junto con mis jeans antes de caminar hacia mi
cama.

—¿En qué necesitabas pensar? —me preguntó mientras me


acostaba en la cama.

—En ti.

Y se volvió hacia mí con la ceja levantada. —¿En mí?

El secreto de la mentira era la verdad… decir a la gente algo de


la verdad con ficción mezclada. —Tú me golpeaste.

Su boca se abrió. —¡Tú me golpeaste primero! ¡Dos veces!

Tuve que forzarme a sonreír a pesar de que el solo hecho de


verlo me enfermó. —No dije que no lo mereciera. Ni tampoco dije que
estaba enojada contigo.

—Entonces, ¿Qué estabas pensando de mí…?

—Deberías haberlo hecho hace mucho tiempo —le dije en


serio—. Si quieres estar a mi lado, no siempre puedes aguantar mi
mierda. Estaba pensando que si pelearas conmigo en privado, tal vez
no te apresurarías a tratar de hablar por mí en público o a forzar mi
mano… Es bueno que estés creciendo.

Resopló, se recostó. —Así que estás diciendo que todo lo que


tengo que hacer es llevarte al bosque…

—No más bosque, eso no fue cómodo —me interrumpí


rápidamente. Rodó sobre mí, sonriendo.
59
Página
—Creo que ambos hemos crecido… Alguien está un poco
cariñosa esta mañana.

Girando los ojos, traté de empujarlo pero no se movió. —¿No


tienes trabajo que hacer? Sigo siendo la jefa y puedo dormir otra
media hora.

—Cinco minutos más, señora. —Sonrió antes de besarme.

¡Mete la mano en la funda de la almohada, toma el cuchillo,


córtale la garganta! La voz de mi mente gritó, pero en vez de eso le
devolví el beso, obligándome a soportarlo por ahora.

Le seguiría el juego.

Dejé que él y Savino pensaran que estaba sentada en la palma


de sus manos. Luego llegaría a Ethan.

DONATELLA – HACE 14 DÍAS

—Sé lo que tramas, Savino —le dije, sentada frente a él en The


Vocelli, uno de sus muchos restaurantes en la ciudad, Toby de pie
justo detrás de mí.

Savino me ignoró, cortando su pato y untándolo alrededor de la


salsa de su plato, finalmente metiéndoselo en la boca, con la lengua
chillando como un perro.

—Puedes trabajar para mí, o morir intentando conseguir un


trozo de lo que nunca fue tuyo en primer lugar.

Se rio, lamiéndose los labios mientras preguntaba— ¿Cuál es la


60

diferencia entre trabajar para ti y trabajar para tu hermano?


Página
—Para empezar, no estás besando los pies del hombre que
mató a tu hija —dije fríamente… tan fríamente que pareció
congelarse y luego me miró fijamente, con las fosas nasales abiertas.
Sonreí, buscando mi cuchillo y mi tenedor—. No te enojes conmigo;
tú eres el que hizo una pregunta de la que no estabas listo para
escuchar la respuesta.

—¡Vete a la mierda!

—¿Por qué iba a hacer eso? Ni siquiera he tocado mi filete —le


pregunté, apuñalando la carne en mi plato.

—¡No te lo voy a pedir otra vez! —Gritó y me apuntó con el


tenedor—. ¡Sácala de aquí!

Miré alrededor del restaurante casi vacío, solo con diez… no,
doce hombres a nuestro alrededor, ninguno de ellos moviéndose. Le
tomó un minuto darse cuenta de eso, también.

—¡Están sordo! —gritó, escupiendo pato por la boca.

Pero aun así no se movieron.

—Este es el momento incómodo en el que pensaste que habías


comprado a mis hombres, y ellos terminaron dándome ese dinero
directamente a mí —dije como si me hablara a mí misma, levantando
mi copa de vino. Sólo tuve que mirar a uno de ellos, los mismos
hombres que él había exigido que me sacaran de aquí, y cada uno de
ellos levantó sus armas, apuntando a Savino. Se quedó inmóvil,
mirándolos fijamente—. No te sientas mal… —dije, recostándome en
mi silla, llevando la copa a mis labios—. Mi familia siempre ha hecho
que ser poderoso parezca demasiado fácil. Hace que la gente como tú
piense que puedes ser igual. La verdad es que a muchos de ellos
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incluso les gustas. Puede que incluso te crean y quieran apoyarte.


Página
Pero desafortunadamente, su miedo a mí… a la familia Callahan…
supera todo lo demás.

Los perros bien entrenados nunca se van… ni siquiera si su


dueño abusa de ellos.

Lamiéndose los labios de nuevo, bajó el tenedor y el cuchillo,


inclinándose hacia atrás como yo, doblando sus manos sobre el otro
mientras me prestaba su atención. —Si me fueras a matar, ya
estaría muerto.

—¿Quién dice que no estás en proceso de morir ahora? Ya


podría haber envenenado tu pato… Sabía mal, ¿No? —Terminé el
resto del vino en mi copa, sin quitarle nunca los ojos de encima—. Mi
padre siempre me dijo que no jugara con mi comida… Pero ver el
miedo en tus ojos ahora me hace preguntarme cuánto más puedo
presionarte.

Aun así no respondió, pero tragó lentamente, el bulto de su


manzana de Adán presionando el cuello de su camisa.

—Señorita Callahan…

—Llámame Donatella —le interrumpí, acercando la copa a mi


rostro—. Tú y yo estamos a punto de acercarnos mucho más.

—¿Cómo es eso?

Me levanté y Toby, que no había dicho una palabra desde que


llegó, sacó mi silla para hacerme sitio para moverme. —Tengo tu vida
en mis manos. ¿Cuánto más cerca podemos estar tú y yo?

Abrió la boca para hablar, pero le interrumpí una vez más.


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Página
—Tus opciones son correr hacia mi hermano, y él te matará
definitivamente; trabaja para mí y un día podría matarte de todas
formas porque no confío en ti; o tercero, puedes intentar huir y
morirás por quien sea que Ethan o yo enviemos tras de ti.

—Todas esas opciones me dejan muerto…

—Así que hazme confiar en ti, Savino —respondí, ya


caminando hacia la puerta.

—No me has dicho lo que querías —me dijo bruscamente.

Me detuve, volviéndome lentamente hacia él; —Pensé que era


obvio… Quiero lo que tú querías… La única diferencia es que yo
puedo conseguirlo. Yo gobierno Chicago y pronto todo el mundo lo
sabrá.

No dijo nada, y no esperé a oír nada más. Toby me mantuvo la


puerta abierta mientras salía.

—No hay vuelta atrás una vez que empiezas, Dona —dijo
suavemente en la puerta.

Levantando la mano, me puse mis gafas de sol; —Todo lo que


soy, todo lo que he pasado, ha sido por este momento… Cordero a
Leopardo, Mariposa a Águila, Pez Dorado a Tiburón Blanco. Una vez
que te conviertes en algo fuerte, ¿Por qué quieres volver a ser algo
débil?

Pude verlo una vez que se puso delante de mí… El más


pequeño quejido de miedo en sus ojos oscuros antes de que fuera
rápidamente reemplazado por la lujuria. Si él supiera… leopardos,
águilas y tiburones emboscaron a sus presas. Entonces tal vez…
63

sería lo suficientemente listo para correr. Tal vez me vería como soy.
Página

Lo que iba a ser…


Su muerte.

64
Página
CUATRO
“Y cuando su halo se rompió,
Ella talló las dos mitades en cuernos”
~ Jordan Sarah Weatherhead ~

DONNATELA - PRESENTE

No le había contado todo a Wyatt.

Ni siquiera había pasado tanto tiempo y aun así, en poco más


de un mes, sentí haber envejecido años.

—El infierno… —susurró Wyatt, poniéndose a mi lado,


enfrentándose a la sangrienta carnicería que había dejado para que
todo el mundo la viera. Sabía que estaba pensando en qué decir,
cómo quitarle importancia a esto, pero las palabras le fallaron. Yo,
por otro lado, estaba llena de palabras.

—Era tan fácil… todo lo que tenía que hacer era convencerles
de que Ethan ya no era para los italianos. Después de casarse con
una esposa irlandesa, la gente ya lo pensaba. Me metí en ese hueco,
susurrando cómo tomaría el control, que mataría a Ethan y haría de
mi hermano gemelo una marioneta para los irlandeses… luego
gobernaría Chicago. Y me convirtieron en Don.

—¿Qué te hace pensar que sólo te escucharía? —Trató de


bromear, y lo miré.

—¿Qué te hace pensar que te habría dado a elegir? —O mejor


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aún, no lo habría hecho sólo para pelear conmigo.


Página
Suspiró, sacudiendo la cabeza de nuevo, tratando de encontrar
las palabras correctas, pero una vez más me adelanté… cambiando
ligeramente el tema.

—¿Te acuerdas de Doval? —le pregunté.

—¿Doval? —Se volvió hacia mí. Un segundo después fue como


si una bombilla se encendiera en su cabeza—. Era un perro lobo al
que cuidaste un verano mientras estábamos en Irlanda.

Asentí. —Sólo que… no sabía que era un perro-lobo.

—Pensaste que era un Husky Siberiano. —Wyatt se rio y yo le


di un codazo. Inmediatamente, puso cara de sorpresa, antes de
añadir— Tenía la enfermedad de Lyme, que le provocó una grave
enfermedad renal. En ese momento, no había nada que nadie
pudiera hacer para salvarlo; sin embargo, no perdiste la esperanza.

Lo dijo como si fuera algo de lo que sentirse orgulloso.

—No perdí la esperanza porque fuera ignorante. Quería que


viviera, así que no me importaba lo que dijeran, por eso, cuando
mamá lo sacrificó, juré vengarme.

—No hablaste con mamá durante una semana entera después


de eso —me recordó, frunciendo el ceño, y también lo hice, sobre
todo porque ella tampoco intentó hablar conmigo—. Estaba herida.

Y yo también.

—¿Sabes lo que me dijo antes de matarlo?

No respondió… Sólo esperó pacientemente mientras el equipo


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de limpieza se ocupaba de los cuerpos a nuestro alrededor.


Página
—Donatella —dije mi nombre, tan suave y tiernamente como
ella lo había dicho, sólo que esta vez en inglés—, no conoces la
moderación, tienes hambre de todo, eres como el caos en una
botella, tu amor es como un vellocino de oro, y tú rabia es la Caja de
Pandora. Eres como yo. No quiero que cambies eso. Quiero que
cierres los ojos, respires hondo y pienses primero. Ten grandes
expectativas, no dudes de ti misma y no te comprometas. Sé más
inteligente y ten más paciencia que todos los demás. Mira el
panorama general y prosperarás.

—Si alguien tuviera una habilidad con las palabras… —dijo


Wyatt, sus cejas se arrugaron y aun así evitó mirarme.

—Era nuestra madre. —Terminé por él—. Estaba tan


disgustada por lo de Doval, que me puse al ataque. Me convencí a mí
misma de que todo el mundo estaba en mi contra. Que mamá
siempre intentaba quebrarme. Me enseñó una estúpida lección. Que
no quería que fuera feliz porque no lo fue cuando era niña. Doval era
mi punto de ruptura. Lo tenía todo planeado. Cómo le haría pagar.
Pagar de verdad. Creo que por eso papá finalmente me llevó al
veterinario.

Me tragué el nudo en la garganta, apretando la


mandíbula. —¿Sabías que algunos perros-lobo se vuelven locos en
sus últimos momentos? La parte de perro se va y el lobo toma el
control, la lucha o la huida se pone en marcha, y aunque los
hubieras cuidado durante años, aunque fueras la única persona que
los hubiera amado, por miedo y dolor, atacan.

—¿Te llevó a ver a otro perro-lobo? —Wyatt parecía como si


hubiera descubierto un gran misterio.

—Normalmente los veterinarios sacrifican a los perros-lobo


67

enfermos, pero el buen padre había arreglado que se mantuvieran a


Página

raya. Hizo que trajeran un banco y lo colocaran frente a la jaula de


metal. Me dio la mitad de su rollo de doble salchicha, doble tocino,
mantequilla, budín blanco con salsa marrón. —Sacudí la cabeza. Mi
padre, Liam, siempre tuvo un gran brote por lo dramático… y un
buen almuerzo—. Hizo un gran espectáculo de eso. Quería que en el
momento en que me diera cuenta de lo estúpida que era, quedara
grabada para siempre en mi mente. Y así, observé; a ese animal que
se parecía tanto a Doval, que se había quejado y gimoteado de dolor
un momento y luego enseñó sus dientes para atacar al siguiente, y
me di cuenta de mi estupidez. El perro lobo se lanzó a la jaula,
mordiendo la valla con tanta fuerza que se cortó las encías. No le
importaba; sólo quería abrirse paso. Ladraba y aullaba, tratando de
arañarnos. Papá me hizo sentarme allí y ver cómo se desenvolvía
durante una hora; se había comido su sándwich y el mío, antes de
levantarse y matarlo.

No necesitaba decirme que mi madre había matado a Doval no


porque fuera un monstruo, sino porque era una madre. No iba a
dejar que mis sentimientos por un perro le impidieran hacer lo
necesario para proteger a su familia… a mí, su hija. Ese era el
panorama general.

—Me han llamado muchas cosas, niña rica malcriada, muñeca


barbie de alto mantenimiento, reina del drama estridente, perra
inmadura y cínica, psicópata exagerada…

—¡¿Por quién?! —Wyatt se quebró, sus ojos directamente sobre


mí.

Ignorando su pregunta, me incliné hacia el cuerpo de Toby,


ahora en una bolsa de plástico negro para cadáveres, la cremallera
se detuvo justo en su nuez de Adán.

—Soy todas esas cosas y mucho más, pero lo que no soy es una
68

idiota y tampoco soy ciega. No podría traicionar a mi


Página
familia —dije, hablando directamente con Toby mientras le cerraba
la cremallera en la cara y cerraba la bolsa.

—No dudé de ti ni un segundo —dijo Wyatt rápidamente.

Parándome de nuevo recta y volviéndome para mirarlo


seriamente, le dije la verdad. —Wyatt, si pudiera hacerlo, lo haría.

—Cuidado, Dona —dijo Wyatt, con la comisura del labio hacia


arriba—. Cuanto más tiempo lleves la máscara, más se fusiona con
tu cara.

Pensó que estaba bromeando. No. Me conocía mejor que eso.


No quería tomarme en serio. No quería pensar que podría haber un
momento en el que los traicionaría. Podía verlo en sus ojos, me
suplicaba que me detuviera aquí. Que volviera caminando desde el
borde del acantilado.

Así que tragué, esperando que eso parara el dolor en mi pecho;


me obligué a sonreír, inclinando mi cabeza, y me burlé de él en su
lugar. —Cuidado hermanito, el monstruo no es la máscara, sólo eres
tú.

—Por enésima millonésima vez, soy sólo un minuto y diez


segundos más joven que tú, Dona. —Sonrió, tratando de acercarse y
encerrar mi cabeza en sus brazos. Me agaché con gracia y caminé
hacia delante, respondiendo—. Y por enésima millonésima vez, más
joven aún es más joven, Wyatt.

—Dona…

Suspiré fuerte, girando mi cabeza para mirarlo. —¿No ves que


estoy tratando de hacer una salida dramática aquí?
69
Página
—Entonces déjame que lo haga perfectamente —dijo Wyatt en
un breve momento de seriedad—. ¿Qué pasa ahora?

—Lo dices como si hubiera hecho algo. Esta parte es sólo el


prólogo.

La puerta se cerró una vez que me senté dentro del auto. Y


mientras Greyson, el anterior de Ethan y mi actual guardaespaldas y
chofer, se alejaba de todos ellos, me pregunté… qué iba a pasar con
esa parte de mí, ese caos en una botella, ese hambre, ahora que
tengo todo…

“¡No puedes ser todo lo que quieres ser!” La voz de Toby me vino
a la mente una vez más.

Lo ahogué con el recuerdo de mi madre.

“Ten grandes expectativas, no dudes de ti misma y no te


comprometas”, dijo ella… y no lo haría. No comprometería a mi
familia por el poder.

—Greyson.

—¿Sí, señorita?

—¿Conoces algún buen salón de tatuajes?

SMASH.

Me levanté de mi cama, apuntando la pistola directamente a la


70

cara de… —¡Maldita sea, Helen! ¡Podría haberte matado!


Página
—No te preocupes, estoy acostumbrada —dijo, de pie al borde
de mi cama con un traje de cuero de la Mujer Maravilla Amazónica,
con sandalias de gladiador, brazaletes, guantes, e incluso la maldita
corona metida bajo unos rizos marrones oscuros—. ¡Ya sé! ¡Me veo
increíble! ¡Me habría matado en la Convención de Otoño de este año!

Sin decirle una palabra mientras se sentaba a mi lado, moví


mis dedos, mirando a los dígitos del reloj que se cernían sobre mi
mesa de al lado. Me quedé mirando fijamente antes de volverme a
mirar hacia ella.

—Helen… son las dos de la mañana —susurré.

—Y son las siete de la mañana en Londres —continuó como si


no viera el problema aquí, tomándose su tiempo para desabrochar
sus sandalias y tomar uno por uno sus accesorios de vestuario—.
FallCon8, comienza a las diez. Toda la semana he estado atascada en
reuniones de negocios escuchando a viejos pedorros tratar de
explicarme, a mí, de entre toda la gente, a Helen R. Callahan…

—¿R? —Hice una pausa mientras mi cerebro comenzaba a


despertar lentamente—. No tienes un segundo nombre…

—Restriégamelo, por qué no. —Se quitó los brazaletes y los tiró
al suelo—. La R significa ―Ruda‖. Helen Ruda Callahan.

—Si tienes que decirle a la gente que eres dura, lo más


probable es que no seas tan dura como crees.

—Hombre, estás de mal humor. —Hizo puchero, y luego se


lanzó las espinilleras.

—¡Debería estarlo! ¡Son las dos de la mañana!


71
Página

FallCon8 — Ella convención de juegos de mesa más grande.


—¿Era el mismo sueño que estabas teniendo? Parecías triste.

—Sal de aquí.

—¿Dónde estaba? —continuó—. Bien, yo, el genio informático y


programador, no el genio del ―oh, estoy siendo un genio de tipo
jocoso” sino el verdadero ―genio certificado” con la ciberseguridad de
los criptosistemas de clave pública. ¡Uno de ellos tuvo el descaro de
sacar a relucir el algoritmo RSA9! ¿RSA? Eso salió en 1977, ¡Nuestros
padres ni siquiera estaban vivos! ¡La abuela probablemente estaba
aprendiendo a usar un tenedor entonces!

¿Te das cuenta de que todavía tengo un arma en la mano,


Helen, verdad? —lo dije como si le rogara, suplicándole que se fuera
a Londres o a la luna, o a cualquier otro lugar que no fuera mi
maldito dormitorio a las dos de la maldita mañana.

—Sí, sobre eso… —Agarró el arma y rápidamente la desarmó,


poniéndola en mi mesilla de noche antes de levantarse… Desnuda
con la excepción de sus cortos pantalones de spandex negros que
eran más como ropa interior. Se veía increíble; cada parte de ella
estaba tonificada, su piel marrón era impecable, no había ni una
sola peca o un tono mal visto. Caminó… no, se metió en mi armario.
Agarrando mi teléfono, apagué todas las luces que había encendido.

—¡HEY!

—¡Vete a tu propia habitación! —Jesús. La única persona que


podía salirse con la suya era Helen. Mi genio certificado, de habla
rápida, nauseabundamente hermosa, nerd de la informática, cómic,
manga, anime, todo lo relacionado con la prima amante de Netflix,
Helen. Si su apellido era Callahan, no eras normal. Sin embargo, la
72

menos normal de todos nosotros era Helen. Como éramos tan


Página

cercanas en edad, y crecimos rodeadas de chicos, crecimos tan cerca


como hermanas. Era rara no porque fuera una belleza y una friki,
sino porque era como el sol. Nada oscurecía su humor… y tenía
mucho por lo que deprimirse. Pero no, seguía como si apenas notara
la negatividad; era jodidamente raro.

—Tu cama es más cómoda. —Bostezó mientras levantaba mis


sábanas y saltaba a mi lado.

—¡Tenemos el mismo tipo de cama! ¡Ah! ¡Estás fría,


Helen! —grité, tratando de alejarla a patadas.

Pero se acurrucó a mi lado. —¡Es tu culpa!

—¿Cómo? ¿Cómo demonios estoy tratando de dormir en mi


maldita la razón por la que tú…?

—Mataste a Tobías —susurró, y me quede inmóvil… fue como


si lo hubiera olvidado y luego recordara todo de nuevo. Me quedé
mirando el dosel de madera de mi cama—. Me he ido por sólo un
mes… se suponía que iba a volver a la ciudad a saludar, sí, todavía
estoy viva si alguien se preguntaba antes de irme de nuevo. Incluso
me había arreglado, cuando recibí la noticia de Wyatt sobre lo que
pasó… renuncié a FallCon por ti, Dona, deberías sentirte honrada.

Tratando de no sonreír, me puse de costado para enfrentarla,


sus grandes ojos marrones mirando directamente a los míos
mientras me sonreía.

—Helen, yo…

—Mataste a Tobías.

Suspiré; —Sí, lo hice.


73
Página

RSA9 — Es un sistema criptográfico de clave, que utiliza factorización de números


enteros.
—Te gustaba Tobías.

—Me gusto más a mí misma.

—Entonces, ¿No sientes nada? —me preguntó suavemente.

Pensé por un momento e incluso traté de sentir algo, pero la


verdad era que— No. Tobias…

—Accesible. —Trató de hablar por mí.

—No es lo que necesitaba —corregí.

—¿Por qué iba a traicionar a Ethan?

—No… —Bostecé, sin querer seguir—. De hecho, disfruté que


tuviera las pelotas para hacerlo.

—Ugh… Dona —gimió, rodando sobre su espalda—. ¿Le


estamos castigando o defendiendo? ¡Estoy confundida!

—Genio certificado, aquí mismo —bromeé.

—¡Cállate!

—¡Ah! —Me dio un codazo justo en mi tatuaje en curación en el


que sus ojos se fijaron inmediatamente.

—¡Oh, mierda, lo siento! ¿Tienes un tatuaje? ¿Sin mí? ¡Quiero


uno!

—Te encantaría durante una semana antes de quejarte para


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siempre —le recordé y lo pensó por un momento antes de asentir.


Página
—Eso es verdad.

Me reí y ella también. Nos reímos hasta que nos dolió el


costado aunque nada era gracioso.

—Lo estamos castigando —respondí finalmente a su pregunta,


hablando ahora mucho más suave—. No por ser calculadora, o
hambrienta de poder, ni siquiera por traicionar a Ethan… la familia,
sino por afirmar que me ama sin conocerme… pensando que
simplemente estaba bien con ser su premio.

Bostezó cubriéndose la boca antes de decir— ¿Pero no querías


ser Ethan? Ya sabes, el Ceann na Conairte10… Si es así, como que
perdiste tu oportunidad allí.

—Ser Ethan, no. Nunca. —Resopló en eso—. Ser la Ceann na


Conairte… debería serlo.

—Nunca ha habido una Ceann na Conairte femenina… ni


siquiera tu madre tomó ese título.

—Nunca no significa imposible; significa que aún no.

Ahora fue su turno de resoplar, un hábito que ambas


obtuvimos de nuestro tío Neal. —La línea de sucesión es Ethan,
Wyatt, el tío Neal, el primo Sedric, luego mi padre, y mi hermano;
tendrías que acabar con todos los hombres de nuestra familia, e
incluso entonces pasarías por un jodido infierno, quizás parecido a
tus sueños... eso si Nari y yo no te matamos por matar a nuestros
padres y hermanos, o tú no te matas por la misma razón.
75
Página

Ceann na Conairte10 — Jefe del Tratado en Irlandés original.


Me quedé paralizada, sin moverme mientras hablaba la
realidad que me había impedido hacerlo, la razón por la que tuve que
retroceder el borde. La razón por la que no podía traicionar a la
familia aunque quisiera, porque la única manera de ser la Ceann na
Conairte era si los mataba a todos. Ella lo descubrió. Yo lo descubrí.
Ethan lo supo desde el principio… otra vez. Por eso se sentía tan
cómodo dejándome a cargo.

—¿Dona?

Centrándome en ella de nuevo, pude ver la preocupación en


sus ojos marrones… No necesitaba ni quería que se preocupara.
Entonces, una sonrisa fabricada apareció en mi rostro mientras le
devolvía la broma. —No tendría que matar a Sedric o a tu hermano
Darcy, porque los irlandeses con gusto me harían Ceann na Conairte
por un chico asiático o negro cualquier día.

—¡Hey! —Se sentó como Drácula desde la tumba—. ¡Primero!


¡Los irlandeses son mucho más tolerantes hoy en día y hay una gran
población creciente de negros en Irlanda! En segundo lugar, los
irlandeses me aman. Tercero, Darcy y Sedric son birraciales y me
ofendo por ellos.

Puse los ojos en blanco tan fuerte que me sorprendió que no


salieran de mi cabeza. —No estamos hablando del pueblo irlandés;
estamos hablando de la mafia irlandesa hay una diferencia. No
estamos hablando de los mejores de nosotros, ¿Verdad?

—Dice la hermana del jefe de la mafia irlandesa —murmuró,


cayendo de nuevo sobre las almohadas—. Sólo digo que… tú amas a
tu familia.
76
Página
Lo dijo como si estuviera rogando en silencio que nunca lo
olvidara. Como si todavía no estuviera segura de dónde terminaba la
línea entre la burla y la realidad.

—Por eso no traicioné a nadie… ¡Ahora cállate y duerme,


maldita sea! ¡Y mueve tu pie antes de que te lo corte!

Fingía roncar aunque sabía que no estaba dormida. La dejé


tranquila y me quedé mirando el techo de mi habitación. Había
arreglado que se enviara una llamada para despertarme a las cuatro,
pero parecía que no iba a poder dormir ahora de todas formas.
Cuando los ronquidos de Helen se volvieron más suaves y profundos,
me senté, frotándome la nuca mientras me ponía de pie. Agarré mi
celular mientras entraba a mi baño, las luces se encendieron
automáticamente.

Al abrir el grifo, me salpicó agua en el rostro, inhalando


profundamente y exhalando lentamente antes de mirar mi reflejo en
el espejo. Vagamente tomé nota de que mi cabello oscuro se estaba
encrespando, que mi piel blanca marfil se veía un poco seca. Sin
embargo, mis ojos, mis ojos verdes, eran lo único que realmente
capturaba mi atención… tal vez porque me recordaban a los de mi
padre.

“Si no fuera por esos ojos, pensaría que tu madre te creó ella
sola”, solía decir para burlarse de mí. Y cuando le respondía, se reía
y decía “Eres mi hija de acuerdo”.

Ojalá supiera cuánta fuerza me dan sus bromas.

Ojalá supiera que cada vez que me miraba al espejo,


recordaba… Soy la hija de Liam Alec Callahan, lo que significaba una
cosa.
77
Página
—No soy víctima de nada ni de nadie —dije, poniéndome más
recta. Tomando la toalla blanca perfectamente doblada del cesto que
estaba a mi lado y secándome el rostro, presioné la tecla verde de la
pantalla táctil montada en la pared de mi baño.

—Buenos días, señorita. —O’Phelan apareció en la pantalla, ya


vestido para la mañana.

Le sonreí. —Ahora estoy convencida de que eres un vampiro,


O’Phelan.

—Le aseguro, señora, que tengo suficientes canas para


demostrar que no lo soy.

Le sonreí, poniendo la toalla en el mostrador. —El brunch de


bienvenida a casa en honor a Wyatt hoy; no necesito recordarle lo
importante que es, ¿Verdad?

—No, señora. —Levantó un bloc de notas a su lado—. Ya he


arreglado que el patio esté preparado según sus indicaciones a las 7
de la mañana. La comida estará lista a las 9:30. Los invitados llegan
a las diez.

—¿La ropa?

—Llegaron anoche; han sido vaporizadas y arregladas. Las


criadas las llevaran a las ocho, junto con más ayuda para la Sra.
Callahan, si ella lo desea.

—No me decepciones hoy, O’Phelan. —Ya estaba marcando en


mi teléfono—. Soy tan meticulosa como mi abuela.

—Por eso es que duermo con este traje.


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Página
Me detuve, mirando hacia atrás a la pequeña pantalla para ver
las comisuras de sus labios convertidas en una sonrisa; —Dos
chistes antes de que salga el sol, O’Phelan; debes estar muy seguro
de que todo hoy procederá sin problemas. Supongo que el tiempo lo
dirá.

—¿Quiere que le ayuden a prepararse esta mañana? —Cambió


de tema sin problemas.

—No. Sólo ocúpate de los demás —dije, terminando la llamada


y marcando a mi próxima víctima mientras sacaba los aceites de
baño del cajón debajo de mi lavabo.

—¿Quién diablos…?

—Buenos días, Greyson. —Lo interrumpí antes de que se


metiera en un agujero muy profundo. Había un suspiro suave en el
otro extremo… un suspiro femenino—. No estoy interrumpiendo
nada, ¿Verdad?

—No, señora…

—Bien. Voy a organizar un brunch esta mañana; quiero que los


miembros más importantes de la familia, tanto irlandeses como
italianos, estén aquí a las diez de la mañana.

—Ahh… —Se detuvo un momento antes de que su voz se


volviera más seria… mucho más él—. ¿Es el jefe consciente…

—ESTOY. CONSCIENTE —lo volví interrumpir antes de que


pudiera terminar de pensar. Caminé hacia mi bañera Le Grand
Queen, hecha de caijou exótico; se erguía sobre cuatro patas hechas
de 24 quilates puros y tenía características que la hacían valer más
79

de un millón de dólares. Abrí el grifo antes de continuar— Ethan


Página

puede estar de vuelta en la ciudad, sin embargo, no te ha dicho


oficialmente ni a ti ni a nadie que he renunciado. Lo que significa
que cuando te digo que hagas algo, lo haces sin hacerme perder el
tiempo.

—Por supuesto…

—Greyson —dije con calma, viendo cómo se llenaba la


bañera—. En las últimas semanas he llegado a pensar muy bien de
ti. Sin embargo, tú más que nadie deberías saber que lo que pienso
de ti no significa nada si te pasas de la raya conmigo. Después de
todo, también tenía un gran concepto de Tobías… ¿Entiendes lo que
digo?

—Sí, señora —dijo rápidamente.

—Así que vas a…

—Trae a los irlandeses y a los italianos a las diez.

Asentí, aunque no podía verme. —Y mira, esto es por lo que


eres el nuevo intermediario del clan y la familia. Felicidades por tu
ascenso.

Colgándole, vertí los aceites en el agua, observando por un


momento como el vapor subía antes de desnudarse. Entré, sin
importarme lo caliente que estaba el agua y me recosté. En el agua
levanté mi brazo y, como es lógico, el agua pasó sobre el sello
transparente y respirable que me habían puesto en el tatuaje.

Levanté mi teléfono de nuevo para que el resto de la familia


supiera… Sonó una y otra vez antes de que finalmente contestara.

—Donatella.
80
Página

—Nari —dije en el mismo tono.


—Son las dos de la mañana.

—Aparentemente son las siete en Londres. —Sonreí a eso,


inclinándome más, hundiéndome en el agua hasta que sólo mi
cabeza estaba por encima.

—¿Estás en Londres? —Bostezó.

—No.

—Entonces, ¿Por qué debería importarme qué hora es en


Londres?

—Buena pregunta; dile a Helen. Es la que me despertó, lo que


significa que no puedo dormir, y como no puedo dormir, pensé que
podría despertar a todos temprano para prepararse.

Se hizo un momento de silencio mientras procesaba lo que


decía. —¿Prepararse para…?

—El brunch de bienvenida de Wyatt, por supuesto —lo dije con


alegría y ánimo, como una animadora del colegio durante la semana
del espíritu—. Lo he arreglado todo; te entregarán tu ropa, así como
la de tus hijas y la de Jason. También llamarás a Darcy y Sedric y les
harás saber que deben estar aquí, vestidos, hambrientos y con una
sonrisa en sus rostros a las 9:45am.

—Sedric está fuera de la ciudad…

—Por eso te llamo ahora. Eres su hermana. Ambos son


Callahan, estoy segura que entre los dos, pueden encontrar la
manera de traerlo aquí a las 9:45, ¿Cierto?
81
Página

Suspiró. —¿Tiene esto algo que ver con Tobías?


Me obligué a sonreír, aunque sentía que me molestaba cada vez
que alguien mencionaba su nombre. Como si Tobías fuera tan
importante que afectaría lo que haría o no.

—Nari.

—Dona.

—Sedric y Darcy estarán aquí a las 9:45, ¿Correcto?

—Sí —Hizo una pausa— pero ¿Por qué estoy a cargo de llevar a
Darcy allí también, cuando Helen…

—Gracias, Nari, nos vemos todos entonces. —Colgué, dejando


caer mi teléfono a un lado… hundiéndome en el agua y cerrando los
ojos.

Ni siquiera me molesté en llamar a Ethan o Wyatt; ya deberían


saber que no deben pelear conmigo por estas cosas y si no lo
hicieron… Bueno, eso era una maldita lástima.

Estábamos haciendo esto a mi manera… No había una


segunda opción.

—¿Qué? —dije, contestando mi teléfono después del primer


timbre sólo para escuchar la voz de Greyson.

—Tobías le dio una lista a alguien, lo tenemos.

—No se lo digas a nadie más todavía. Bajaré en un


momento —respondí, colgando de nuevo.
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Es cierto lo que dijeron sobre los malvados… Realmente no


Página

había descanso para nosotros.


Sin embargo, empecé esto y lo iba a llevar hasta el final.

83
Página
CINCO
“Me ofreció una pistola, pero la rechacé. Después de todo,
no se necesita un arma cuando se nace con ella”
~ Blaise ~

DONNATELLA

Al ponerme los pendientes, vi cómo mis hombres golpeaban la


cara del hombre que estaba delante de mí. En ese momento, ya no
podía ni siquiera ver la piel de su nariz.

—¿Hay alguna manera de acelerar esto? —Pregunté, mirando a


Greyson mientras esperaba a mi lado—. Será mejor que sepa algo y
no me haga perder el tiempo.

Nos quedamos –bueno, me senté y Greyson se quedó de pie –


en el sótano de la sala de interrogatorios de la mansión. El hombre
que estaba siendo torturado por información era el último hombre
con el que Tobías había hablado… y el hombre al que probablemente
Tobías había dado órdenes.

—¡Vete a la mierda, MALDITOS! —gritó mientras le rompían el


último dedo de su mano izquierda. Su mano derecha ya tenía un
color púrpura intenso por todos los huesos rotos.

Suspirando, me levanté de mi silla y caminé hasta el borde del


charco de sangre, sin acercarme más hasta que uno de ellos puso
dos gruesas toallas rojas en el suelo para mí. Me puse encima de las
toallas mientras estaba delante de él, mirando su cara
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ensangrentada y supurante.
Página
—Mis hermanos están en casa —le dije—. Eso significa que mi
tiempo contigo en este infierno hecho por el hombre, casi ha
terminado. Y el verdadero dolor viene para ti. Estoy tratando de
evitarte eso. Dime lo que necesito saber y todo habrá terminado…

—¿Igual que Toby? —Sonrió con sangre en los dientes—. Te


envolviste a su alrededor, haciéndole creer que te importaba y luego
lo mataste. Te amaba y lo mataste.

—Todo el mundo sigue diciéndome eso. —Me incliné hacia


adelante—. Pero nadie me ha preguntado si lo amaba. No lo hice. No
estoy obligada a amar a alguien sólo porque me ama. Vino a mí, y lo
hizo débil. Se mantuvo débil. ¡Murió débil! Si un hombre quiere mi
corazón, tendrá que encontrarlo y tomarlo porque no se lo ofrezco a
nadie.

—Vete a la mierda, perra de corazón frío y que se joda al resto


de tu maldita familia. Espero que todos se quemen.

Parada más recta, estiré mi mano; —No quería tener que


cambiarme de vestido hoy, pero supongo que voy a tener que
hacerlo. Recuerda, Toby está muerto; perdió, ser leal ahora es
inútil —dije mientras apretaba el gatillo del taladro eléctrico hasta
que cobró vida, la luz azul de treinta mil voltios se elevaba como
ondas estáticas de la broca—. Cuando estés listo para darme
nombres, sólo ruega, ¿De acuerdo? Si no, podemos sacar los
gusanos para limpiar la carne muerta y empezar de nuevo.

—¿Alguna vez has sentido eso? ¿Tu propia carne siendo comida
mientras vives? No, pero lo he visto. La primera vez casi vomité, la
forma en que gritó. Tienes que lavarlas con una manguera una vez
que tienen toda la carne muerta, porque no pueden parar, siguen
comiendo, poniendo huevos y multiplicándose para crecer y crecer
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hasta que se han comido todo hasta los huesos.


Página
Su pecho subía y bajaba rápidamente, sólo su ojo izquierdo
estaba abierto mientras miraba la broca. —¿Por qué me molesto en
explicarlo? Lo verás de cerca y personalmente muy pronto.

Coloqué el taladro justo en su omóplato pero antes de que


pudiera apretar el gatillo de nuevo, gritó, diciendo—: ¡Te lo diré!
Hablaré.

—Estoy lista cuando tú lo estés. —Sonreí. A algunos hombres


no les importaba si les rompías el cuerpo, necesitaban que les
rompieras la mente… La verdadera arma no era el taladro; era yo.
Mis palabras. Aunque me decepcionó que se rindiera tan fácilmente.

Realmente debe odiar los bichos.

—Tobías había establecido fondos para enviar a… —Lo


escuché, con sólo la mitad de mi atención. Sabía muy bien que mi
trabajo terminaba aquí. Greyson informaría a Ethan, y Ethan se
encargaría del resto él mismo.

Mientras hablaba, miraba la sangre que ya no podía ser


absorbida por las toallas del suelo que se arrastraban hacia mí.

DONATELLA - 8 AÑOS

—¿Cuánta gente ves?

El cuadro era grande. Era más alto que yo; era más alto que
ella. Ocupaba casi todo el espacio en las paredes rojas, así que no
había otras pinturas en la pared.

—Siete.
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—Mira más de cerca, Dona.


Página
Lo hice. —Hay siete.

—No, no las hay.

Frunciendo el ceño, di unos pasos atrás para poder ver todo el


cuadro. Entrecerré los ojos, incliné la cabeza hacia un lado, pero no
pude ver la octava cara.

—Hmm. —Escuché su risa delante de mí.

—¡Mamá! —Gemí, crucé mis manos y miré su espalda—. ¡Estás


jugando conmigo!

Lentamente se volvió, su cabello negro cayendo sobre su


hombro y vi su rostro, estaba sonriendo; la forma en que la luz
golpeó sus ojos marrones hizo que pareciera que estaban brillando.
Me extendió la mano.

—Ven, te mostraré.

Haciendo pucheros, tomé su mano, y estaba tan suave y


caliente. La agarré con fuerza, pero no le importó, y me acompañó
hasta el cuadro. Miré el suelo para asegurarme de que no pisaba la
parte de atrás de su vestido negro.

—Aquí.

Mirando hacia arriba, vi que no estaba señalando el cuadro,


sino la placa de plata que estaba al lado.

—¿Eh?

Me puso delante de ella, para pararme directamente frente a la


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tabla. Se encorvó a mi lado y me señaló.


Página
—No contaste con Julia Rendell —dijo.

—¿La pintora? —Volví a fruncir el ceño—. Pero no está en el


cuadro.

—Equivocada otra vez.

Suspiré, estaba cansada de esto. Quería ir a jugar con Wyatt y


Ethan. —Mami, quiero ir a jugar.

—Dime por qué ella está en el cuadro y podrás. Si no, te


quedarás aquí hasta que lo decida.

—¡No lo sé! ¡Esto no es justo! —Me quebré, saliendo de sus


brazos y empujándola.

—¿Me estás gritando, Donatella? —preguntó, cruzando los


brazos. Miré hacia otro lado, frunciendo el ceño a las tablas del suelo
de madera. Cuando no dije nada, volvió a decir— Bien, quédate ahí
en silencio.

Sus tacones golpearon contra la madera cuando se fue.

—No la dejes salir —le dijo suavemente al guardia.

—¡Mamá! —grité, pero las puertas se cerraron. Corrí tras ella,


pero antes de que pudiera alcanzarla, las dos puertas se cerraron en
mi rostro.

Tiré de las puertas tan fuerte como pude pero no se


abrieron. —¡DÉJAME SALIR!

Golpeé.
88
Página

Tiré.
Pateé.

Pero no se abrieron. Podía oír la música que sonaba en el otro


lado… ¿Podían oírme?

—¡Mamá, déjame salir por favor! ¡Por favor! —Asustada, golpeé


la puerta con más fuerza. No quería, pero empecé a llorar, enojada, y
me tiré al suelo, con el vestido inflándose a mí alrededor. Las
lágrimas cayeron rápidamente.

Limpiándome el rostro, estaba a punto de levantarme e


intentarlo de nuevo cuando las puertas se abrieron de golpe y…

—¡Papá! —Lloré, corriendo hacia él y lanzando mis brazos


alrededor de su cintura. Era duro, como abrazar una roca, pero me
sentí mejor—. Mami no quiso que saliera.

Me levantó y me besó un lado de la cabeza. —Está bien. —Olía


a especias, me hacía cosquillas en la nariz pero no lo solté; me
agarré a su cuello con fuerza—. ¿Quieres un helado?

Asentí.

—Me ocuparé de ustedes más tarde —le siseó a los hombres de


la puerta. Cuando se volvió a caminar, les saqué la lengua. Le
hubiera puesto mala cara, pero la vi…

—Mami —grité en voz baja.

Estaba al otro lado del museo, junto a las grandes estatuas


blancas, Wyatt y Ethan estaban a su lado. Ethan estaba tirando de
su corbata de lazo y Wyatt hablaba muy rápido… hasta que notó que
89

mami no estaba escuchando. Sus ojos marrones me miraron. Hizo


Página
una mueca, y en mi mente era como si estuviera preguntando, “¿Qué
diablos pasó? ¿Y por qué tu cara está tan roja?”

Habría puesto mala cara, pero la forma en que mami me


miraba me hizo detenerme. Me miró de la misma manera que miraba
los papeles de su escritorio en el trabajo. Su sonrisa se había ido.

¿Mamá?

Miró hacia otro lado y giró a Wyatt, moviendo su frente,


haciéndole mirar hacia otro lado también.

Su boca se movió y Ethan se rio… pronto todos se rieron.

¿Qué estaba diciendo?

Quería saberlo… pero seguimos caminando cada vez más lejos


hasta que salimos y no pude verlos más.

—Vamos, princesa —dijo papá, poniéndome en la parte de


atrás del auto.

—¿Nos vamos, papá? —Me puse el cinturón de seguridad.

—Helado, ¿Recuerdas? —Me dio un golpecito en la nariz,


sonriéndome—. ¿Dos porciones o tres?

Sonreí, levantando los dedos para que lo viera.

—¿Cuatro? ¿Seguro que puedes manejarlo?

Asentí, balanceando mis pies. —¡Claro que puedo! ¡Ya no soy


una niña, papá!
90
Página
—Entonces serán cuatro porciones. —Se rio, deslizándose
dentro conmigo y asintiendo al hombre de adelante—. Conduce.

Se apoyo en el respaldo de su asiento marrón, sacando el


teléfono del bolsillo de su chaqueta. Marcó una vez y luego esperó
mientras sonaba y sonaba, pero no hubo respuesta. Tronando su
mandíbula a un lado, apretó el teléfono con fuerza.

—¿Papá?

Parpadeó unas cuantas veces y luego me miró, poniendo su


gran mano en mi cabeza. —No te enojes con mami, ¿De acuerdo? A
veces… a veces se pasa un poco de la raya. Te quiere mucho.

Volví a mirar a mis zapatos, asintiendo.

—Bien, ahora límpiate el rostro. Tienes un moco colgando de tu


nariz, como Spiderman.

—¡Papá! —Jadeé, tomando su pañuelo y cubriéndome el rostro,


haciéndole reír.

—Háblame de la escuela… ¿Quieres unirte al equipo de


voleibol?

De alguna manera, supe que sólo intentaba mantenerme


hablando porque no podía alcanzar a mami… porque mami no
contestaba. Sabía que estaba molesta y que no quería ir a tomar un
helado, pero hablé de todos modos. Le dije todo sobre todo. Cuando
no se me ocurrían cosas de las que hablar, hablaba de Ethan y
Wyatt… hasta que me quedé dormida.

Esperaba que mamá no se enfadara.


91
Página
DONATELLA - AHORA

—Señora.

Mirando desde la sangre y a Greyson; —Nos lo ha contado todo.

Asentí y me moví, saliendo de la habitación. Pero antes de que


la puerta se cerrara, sólo di una orden. —Mátalo.

Caminando, me dirigí al ascensor. De todos los recuerdos que


tenía de mi madre, ¿Por qué me vino a la mente ese? Ni siquiera lo
había recordado hasta ese momento, ni podía recordar lo que pasó
después.

Después de que mi padre me sacara de la galería de arte, ¿Qué


pasó? Sentí como si lo hubiera bloqueado, pero ¿Por qué? No podía
recordar por qué.

Cuando las puertas se abrieron finalmente en la planta baja,


O’Phelan estaba de pie con un teléfono en la oreja.

—¿Está todo listo? —pregunté, mirando fijo el reloj en mi


muñeca.

Silenció la llamada y dijo— Wyatt está siendo un poco difícil.

—Claro que sí —dije, quitándole el teléfono y escuchando a


Wyatt mientras se pasaba de la raya diciendo:

—¿No sabes que normalmente son los mensajeros los que


mueren primero? De ahí el dicho ―No dispares al mensajero‖, que
92

viene de… ¡El hecho de que a menudo les dispararon!


Página
SEIS
“Al igual que nuestros ojos, nuestros corazones tienen
Una forma de adaptarse a la oscuridad”
~ Adam Stanley ~

WYATT

Metatesiofobia.

El miedo al cambio.

Hay muchos nombres diferentes para la fobia a las cosas


nuevas, pero la metatesiofobia se refiere específicamente a la
capacidad de controlar el propio entorno y a la falta de voluntad para
moverse, progresar o cambiar algo de la rutina. Los niños que se
mudaban mucho o los padres que habían perdido a sus hijos a
menudo son diagnosticados con esta fobia, lo que hace que no
puedan cambiar las habitaciones de sus hijos después de que
mueran.

Ahora estaba más que seguro… ¡Nadie en mi maldita familia


temía cambiar una mierda!

—Voy a matarlos —murmuré para mí mismo, arrancando el


último maldito póster de un gato de mi pared y metiéndolo en la caja
vacía antes de abrir la puerta y tirarlo al maldito pasillo. —¡QUE LOS
JODAN A TODOS! —grité antes de dar un portazo. ¡Me importaba
una mierda si estaban durmiendo! ¡Si no podía dormir, ellos no
deberían dormir!
93
Página
—Puñado de imbéciles… —murmuré, mirando alrededor de mi
habitación, finalmente pude relajarme… cuando lo vi…. un último
artículo de parafernalia de gato, un par de zapatillas junto al
vestidor.

Me golpeé el puño, tratando de mantener la calma.

Pero estaba al límite.

Reproduzcamos las últimas doce horas, pensé. Había estado en


Boston, salvando mi mierda, pegado al culo, sabiendo que mi
hermano mayor de desangraba en el suelo de lo que parecía un set
de porno de los 80 antes de salir y vengarse del hombre que lo había
dejado desangrarse en dicho set de porno… sólo para descubrir que
el puto idiota de mi hermano se permitió a sí mismo y a su mujer
casi morir sólo para traerme de vuelta a Chicago… donde tenía una
pistola apuntando a mi cara por una rata… maldito bastardo que
tuvo el descaro de poner su sangre en mi par favorito de zapatos de
piel de cocodrilo de la Casa Testoni, después de que mi hermana
melliza le disparara en el cráneo.

Todo ese podía soportarlo.

De hecho, para mi familia… este era un jueves bastante


normal.

Por eso decidí descansar. Simplemente ir a mi habitación,


cerrar los ojos, y prepararme mentalmente para los largos años de
días normales de Callahan que vendrían ahora que estaba de
vuelta… debería haberlo sabido. Por qué bajé la guardia aunque
fuera por un segundo estaba más allá de mí… todos pensaban que
Ethan no era más que un genio serio, frío, deslumbrante, asesino y
manipulador… lo era… pero por encima de todo eso, era mi hermano
94

mayor. Y como todos los hermanos mayores, no perdió ninguna


Página

oportunidad de joderme.
Por eso cuando entré en mi habitación… en lugar de ver mi
habitación exactamente como la había dejado, entré en el paraíso de
una maldita gatúbela.

Sábanas para gatos.

Almohadas para gatos.

Alfombras para gatos.

Alfombra de baño para gatos.

Y malditas… ¡zapatillas para gatos!

¿Por qué?

¿Por qué?

Porque primero… odiaba a los gatos.

Segundo… quería llamarme marica.

Y tercero… sólo quería torturarme antes de que pudiera dormir.


Este era el lado de mi hermano con cara de mierda que nadie más
vio.

—Oh… jódete —dije una vez más, por si acaso tenía el poder de
maldecirlo, agarrando las malditas zapatillas, marchando hacia las
ventanas y abriéndolas a tirones antes de tirarlas hacia los árboles.

Respirando profundamente, volví a mi cama vacía, sin


preocuparme en absoluto por las sábanas… no iba a dormir en ese
95

maldito nirvana de los gatos, pero no iba a perder más sueño


Página

tratando de preparar mi habitación. Había gente en esta casa para


eso, e iban hacerlo una vez que me despertara. Muy Callahan, pensé,
lanzando mis brazos a la espalda. Pero era un Callahan… no me
desperté con ese hecho sólo por Ethan o por lo que había pasado en
Boston. Ethan no me obligó a volver, me manipuló para que
recordara quién era yo bajo la bien educada máscara que me puse,
la verdadera razón por la que me había convertido en médico…
Disfruté de la sensación de tener la vida de alguien en mis manos.
Vivieron por mí… algunos murieron por mí… los violadores, los
abusadores de niños, los maltratadores, incluso un asesino en serie
y el hijo de un dictador. Se suponía que los doctores no debían
juzgar; no debían preocuparse de quiénes eran sus pacientes… no
suscribí esa clase de mierda. Si un monstruo se cruzaba en mi
camino, lo cazaba y lo mataba. No creía que fuera un héroe. No tenía
ningún código. Me daban asco.

Cuando me fui de Chicago, no pude ver la diferencia entre mi


familia y ellos. Con toda honestidad, la línea era delgada. Nadie
había violado o abusado de nadie… ¿Pero habían muerto niños por
nuestra culpa? Sí. ¿Hacíamos daño a los demás? Sí. Pero la
diferencia era que no lo buscábamos. La sangre en nuestras manos
provenía de aquellos que buscaban cortarnos primero.

Ver a Ethan sangrando y a Ivy llorando me recordó que no


necesitaba ser médico para controlar la vida de alguien… como
Callahan, la vida de todos los demás ya estaba a nuestra discreción.
Teníamos ese tipo de poder en nuestra sangre.

Rodando a mi lado cerré los ojos por un momento cuando de


repente…

KNOCK.

KNOCK.
96
Página

¿Me estás jodiendo?


KNOCK.

KNOCK.

—Señor…

—Si llamas o abres esa puerta, te tiraré desde mi ventana,


ordenaré a alguien que te recoja y te tire una vez más, y luego serás
enterrado con zapatillas de gato en tus pies… ¡NADA MÁS, SÓLO
ZAPATILLAS DE GATO!

Me estaba volviendo loco. No había regresado ni siquiera un día


completo, y estaba perdiendo la cabeza.

Esperé un momento, pero por suerte alguien seguía cuerdo y


me dejó jodidamente solo…

¡RING!

Mis ojos se abrieron de golpe y me di vuelta, mirando mi celular


mientras destellaba en la mesita de noche. Haciendo lo posible por
mantener la calma, me acerqué y lo tome, respondiendo de la forma
menos molesta posible.

—Habla el Dr. Callahan —dije por costumbre.

—Su hermana pidió que una criada le entregue su ropa para el


día…

—Como aún no he dormido, mi día aún no ha comenzado. Así


que dile a mi hermana, O’Phelan, que no necesito…
97

—Con el debido respeto, señor —me interrumpió, sin sonar


Página

como si tuviera algún maldito respeto—, su hermana dejó claro que


esto no era negociable. Me dijo que le avisara que si te negabas a
cooperar, prendería fuego a tu habitación… otra vez. También dijo
que te recordara que si piensas en irte, te encontrará y prenderá
fuego a ese lugar, pero sólo si Ethan no te encuentra primero.

—Es curioso cómo te las arreglaste para decir eso tan


elocuentemente, sin dudarlo, y con todo ese respeto hacia mí —me
burlé, sujetando con más fuerte el teléfono.

Desconcertado, respondió— Soy simplemente el mensajero,


señor.

—¿No sabe que normalmente son los mensajeros los que


mueren primero? De ahí el dicho ―No dispare al mensajero‖, que
viene de… el hecho de que a menudo les dispararon.

—Así que la advertencia no es para el mensajero, sino para la


persona que dispara… después de todo, ¿Qué tan bien resultó para
aquellos que no tenían a nadie que les trajera información
importante? —No dijo eso… Dona lo hizo, apareciendo de repente en
la línea.

—Queridísima hermana —dije dulcemente.

—Sí, hermano querido —dijo, aún más dulcemente, su voz


subiendo a un molesto tono alto.

—¿Sabes lo que he estado haciendo desde que volví a


casa? — le pregunté, ya levantándome de la cama.

—¿Deshacerte de tu habitación mientras maldices a nuestro


hermano?
98

Me mordí el labio, asintiendo antes de hablar— ¿Eres la


Página

perpetradora o la cómplice?
—Soy el espectador inocente. Después de todo, no es mi
habitación… y no soy un soplón.

No asesinarás a tus hermanos.

No asesinarás a tus hermanos.

¡NO asesinarás a tus hermanos! Pero el daño y la mutilación


deben estar permitidos, ¿Verdad?

Tuve que repetirlo tres veces al llegar a la puerta, abriéndola


para ver un traje verde oscuro, Casa de Kiton, un nuevo par de
zapatos marrones de piel de becerro Casa de Testoni a juego con la
corbata marrón Rockefeller y la camisa de vestir, junto con un reloj
Jean Dunand Shabaka.

¿Tiene que estar bromeando? —Por favor, explícame ¿Qué es


tan importante que no sólo debo abandonar el sueño, sino que debo
envolverme en ropa de más de dos millones de dólares para asistir?

—Tu fiesta de bienvenida a casa, por supuesto —respondió sin


perderse nada.

—Oh, por supuesto —me burlé, esta vez mucho más en serio
de lo que había sido antes… me detuve un momento, mirando el
traje que colgaba fuera de mi puerta—. Sea lo que sea que estés
planeando usar mi regreso para cubrirte, querida hermana… no me
pongas entre tú y Ethan.

Sabía que sonreía al otro lado del teléfono mientras decía— ¿Es
eso físicamente o metafóricamente?
99

—Las dos cosas.


Página
—El brunch es a las diez —me dijo, cambiando de tema y
añadiendo— y deja de amenazar a la ayuda. Lo último que necesita
esta familia son rumores de que tiras a las criadas por la ventana.

—Cada vez te pareces más a Nana.

—Vete a la mierda y adiós.

Sonreí cuando colgó y miró hacia arriba, finalmente notando a


la criada de cabello rojo y ojos azules de pie y esperando
pacientemente detrás del carrito donde colgaba mi ropa.

—¿Puedo entregarlos, señor? —preguntó, y me hice a un lado


permitiéndole entrar. Incliné mi cabeza para ver su trasero mientras
entraba… era delgada, pero el uniforme dificultaba ver su figura, su
cabello rojo se detenía sólo un poco más allá de sus hombros.

—¿Necesita algo más, señor? —preguntó, dándose la vuelta


para mirarme.

De nuevo la miré, asegurándome de que sabía que la estaba


mirando, antes de encontrar su mirada; —Sí, necesito una criada
guapa; no demasiado guapa, pero lo suficientemente guapa para que
pueda mantener mi interés por poco tiempo; que simplemente quiera
divertirse y olvidarse de que es una criada durante una hora… o
dos… pero que no pierda la cabeza pensando que es más de lo que
será después. —Me sonreí con eso, ella tragó—. Si conoces a alguien
así, por favor envíamela.

Le abrí la puerta para que saliera y esperé un momento antes


de preguntarle— ¿No te vas?
100

—Yo… conozco a alguien así —dijo rápidamente.


Página
Cerrando la puerta, me volví hacia ella, caminando de cerca y
levantando su barbilla para que pudiera mirarme a los ojos.

—¿Estás segura de que conoces a alguien así? Odio a las


mujeres que mienten, pero odio aún más a las mujeres que se
sobreestiman —susurré, poniendo mi pulgar en su labio inferior—.
La última cosa que quiero es a una criada obsesiva aferrándose a mí.

—Tú… no tendrás que… yo… seré buena.

La sonrisa que pasó por mis labios la hizo temblar, lo vi.


Colocando mi mano en su hombro, me incliné, susurrándole
directamente al oído. —Sé buena después, cariño, llévame a tu boca
y muéstrame lo mala que puedes ser ahora mismo.

Suavemente, empujé su hombro y se arrodilló. Mientras me


agarraba, todo lo que podía pensar era…

Es bueno estar en casa.

ETHAN

Colocando mi mano en su mejilla, le quite su cabello rubio, y


sonrió, rodando a su lado mientras murmuraba— Cinco minutos
más.

—Cinco minutos para ti son otras cinco horas —respondí,


quitándole la mano.

Hizo puchero, sacando su labio rosado y sin abrir los


ojos. —Cinco horas más entonces… no es como si tuviera un trabajo
al que llegar; me casé con un rico por una razón.
101
Página
No pude evitar sonreír a eso. —Y yo que pensaba que era mi
encanto, mi buena apariencia, y tu deseo desesperado de salir de la
cárcel.

Sonrió, abriendo sus ojos azules para mirarme. —El último. Y


el dinero también ayudó.

—Eres una desvergonzada. —Por eso la amo… en el momento


en que lo pensé, me di cuenta de que aún no lo había dicho. Abrí la
boca para hablar, pero me interrumpió antes de que pudiera hacerlo.

—Te amo —dijo, mirándome a los ojos…

Escuchar esas palabras de ella hizo que me doliera el corazón y


la garganta como si se hubiera prendido fuego. Por supuesto, tenía
que ser la primera en decirlo. Sacudiendo la cabeza, me acerqué a la
mesilla de noche y tome su bandeja de desayuno.

—Esto es muy romántico. —Sonrió, sentándose. Estaba


completamente despierta al ver la comida, olvidando sus palabras
anteriores.

—Esto no es de mi parte —le dije, mirando cómo se bebía la


sopa del tazón—. Es de Dona. Ya te lo he dicho, no soy romántico.

Se congelo, el tazón se detuvo justo en sus labios. —¿Donatella


me envió el desayuno a la cama?

—Sí —dije, sacando la bolsita de té de su taza— bébetelo,


aparentemente es una mejor alternativa a las píldoras.

—¿Dice Dona?
102

—Lo dice la enfermera que Dona contrató para ti —dije,


Página

quitándole el tazón de su mano y dándole la taza de té en su lugar.


Lo tomó pero no lo bebió—. Sé que no te gusta la medicina, pero al
menos…

—No es eso —interrumpió, poniendo una cara que no pude


leer—. Primero, deberías estar en la cama, te dispararon y casi
mueres. Segundo, ¿Por qué tu hermana me da té de hierbas y
desayuno en la cama… y una maldita enfermera?

Suspiré, volviendo a apoyarme en el poste de la cama frente a


ella.

—Primero, he tenido peores. Segundo, porque ella es…


Dona. —Me reí, haciendo que frunciera más el ceño.

—¿Me puede dar una lista de trucos o un manual de


instrucciones para tú familia? —preguntó.

Pensé en la forma más simple de explicárselo, pero no estaba


acostumbrado a explicarle nada a nadie por ningún motivo.
Simplemente hice lo que quise, y todo encajaba en su lugar tarde o
temprano. Sin embargo, con ella era diferente… Quería recorrer todo,
paso a paso. Quería mostrarle que había un método para la locura
que era esta familia, aunque a menudo no lo pareciera desde fuera.
Pero al hacerlo la arrastraría más lejos en la locura junto con
nosotros.

—Estás mirando y no hablas de nuevo —dijo irónicamente


mientras miraba hacia atrás.

Eché un vistazo a su comida y a la taza en su


mano. —Comprometámonos, come todo y escucha a tu enfermera, y
te explicaré lo que está pasando, así como responderé a cualquier
103

pregunta que puedas tener.


Página
—Compromiso. Todos ganan para mí. —Sonrió, apoyándose en
su almohada y sorbiendo de su taza—. Continúa.

Está loca.

—Mientras estábamos en Boston, Donatella dirigía las cosas


aquí en Chicago…

—Cosas de drogas —interrumpió, inclinándose hacia adelante


con entusiasmo.

Hice una pausa… en nuestra familia teníamos una regla de


nunca hablar del negocio tan descaradamente, especialmente con
gente que no es parte del negocio. Pero al mirarla, recordé una vez
más… que yo hago las reglas y las rompo a mi antojo.

—Sí —respondí descaradamente a cambio—. La droga y las


cosas de familia. Ella se dio cuenta de que los cárteles mexicanos
intentan quitarnos el producto y venderlo por su cuenta. Savino
Moretti, el padre de Klarissa, así como Tobías Valentino, uno de mis
antiguos hombres…

—Y el amante de Donatella. —Una vez más se coló, abriendo el


yogur en sus manos.

Apreté la mandíbula, sin querer pensar en mi hermana de esa


manera, así que seguí. —Uno de mis antiguos hombres, hizo un
trato con los cárteles por el poder en el comercio de drogas del sur.
Sin embargo, sabiendo que yo no me rendiría, decidieron atacar a mi
familia. Eran los que vendían las drogas malas a los hermanos
Finnegan…
104

—Pero ya lo sabías antes de ir allí y lo usaste como una forma


de recuperar a Wyatt —respondió, excitada mientras se metía otra
Página

cucharada en la boca.
—Ivy, ¿Te gustaría contar la historia?

Con la cuchara todavía en la boca, sacudió la cabeza pero


sonrió. —Lo siento, adelante.

—No sabían que yo ya estaba al tanto. Pensaron que me


distraería y trataría de paralizar aún más la influencia de mi familia
aquí en Chicago. Después de la muerte de mi madre, los irlandeses y
los italianos no han estado… muy unidos. Les gustaba, confiaban y
respetaban lo suficiente a mi padre, y en honor a mi madre, nunca
se pasaron de la raya. Pero cuando él murió y tomé el mando, no
estaban seguros de mí… aún más ahora que me casé contigo, una
mujer cien por ciento irlandesa americana.

—Creo que mi tatara-tatara-abuela era escocesa, sin embargo.

La mujer no podía evitarlo, pensé, ignorando su


comentario. —Se las arreglaron para difundir algunos rumores, y
encima de eso inculparon a un chico irlandés por la muerte de un
chico italiano. —Ivy abrió la boca para hablar, pero la miré diciéndole
que si me interrumpía otra vez no iba a seguir adelante. Frunciendo
el ceño, se metió una cucharada de yogur en la boca—. Sin embargo,
antes de que el chico italiano fuera asesinado, Donatella
aparentemente hizo un gran espectáculo. Se las arregló para
descubrir que algo no estaba bien… —Todavía no sabía cómo. Mi
mejor suposición fue que Tobías debió haber resbalado, bajó la
guardia de alguna manera.

—Y entonces ella misma mató a Savino y a Tobías en el


aeropuerto —habló Ivy de nuevo, y cuando la miré fijamente, sin
hablar más, frunció tanto el ceño que parecía que su labio intentaba
105

escapar de su rostro—. No estabas diciendo nada; sólo intentaba


impulsar la conversación antes de que desaparecieras de nuevo a los
Página

oscuros rincones de tu mente.


—Se llama pensar.

—Piensas demasiado —murmuró, inclinándose hacia delante


para meterme unas uvas en la boca—. No puede ser saludable.

—Me ha mantenido vivo por mucho tiempo —le respondí antes


de masticar.

—Entonces, ¿Qué pasa hoy?

Hoy era la fiesta de la victoria de Dona. —Es la anfitriona de lo


que ella dice que es el brunch de bienvenida de Wyatt. Sin embargo,
eso es solo una tapadera que sirve para múltiples propósitos. El
primero es mostrarnos a todos que ella no sólo logró mantener la paz
en Chicago, sino que se ganó el respeto de las familias irlandesa e
italiana. El segundo y más importante propósito es mostrar al
mundo que nosotros, los Callahan, no sólo estamos unidos y somos
inquebrantables, sino que también somos Irlandeses e Italianos… de
ahí su elección de atuendo —dije asintiendo a la ropa que se exhibía
justo en la esquina de nuestra cama—. Cada uno de nosotros se
vestirá con algún color de la bandera irlandesa o italiana.

Yo en gris e Ivy en rojo.

—Unidos, inquebrantables, tanto Irlandeses como


Italianos —se susurró a sí misma—. Les está advirtiendo…
básicamente diciendo que no jodan con la familia Callahan…

—Nosotros —la corté, tal como me había hecho a mí. Y cuando


sus ojos se encontraron con los míos, le recordé—. Eres Ivy
Callahan.
106

Mi esposa.
Página
—No nos jodas. —Sonrió, pero fue sólo un instante, antes de
que volviera a mirar la ropa.

—Sé que estás cansada, pero…

—No estoy cansada —dijo rápidamente, finalmente apartando


la mirada de la ropa—. Tu hermana me asusta un poco.

—Esa es la reacción que la mayoría de la gente tiene cuando la


conoce. Ella lo prefiere así.

—Esto sonará horrible y egoísta —dijo lentamente, y asentí


para que continuara—. Después de escuchar sobre tu madre de ti y
de otros y de recibir su carta, me sentí un poco aliviada de que no
estuviera aquí porque sabía qué pensaría que no era lo
suficientemente buena, y que sería el tipo de monstruo-en-ley que se
ve en las películas.

Fue algo egoísta, pero no la culpé por su honestidad. No creí


que pudiera culparla por nada hoy.

Maldita sea… sueno como mi padre.

—Pero —continuó—, después de lo de ayer, estoy segura de que


tu madre habría sido más fácil de tratar.

No, no lo habría sido. —¿Por qué crees eso?

Se sentó más recta en la cama mientras hablaba. —Ayer, la


mirada en sus ojos… no la entendí entonces, pero me doy cuenta
ahora. Mató a su amante… lo hizo sin dudarlo, sin derramar una
sola lágrima. Lo hizo… porque está acostumbrada a sacrificarse por
107

esta familia. Es su segunda naturaleza… así que cuando intenté


ponerme delante de ella, me puso en mi lugar… me dijo que no había
Página

sacrificado lo suficiente, que no había sufrido lo suficiente como para


ponerme delante de ella y exigirle algo. Siento que tengo que
probarme a mí misma ante ella, conseguir su respeto… ¡A mí, entre
toda la gente! Y generalmente me importa una mierda lo que los
demás piensen de mí; ¿No es eso aterrador?

—Aterrador. —Sonreí, viendo como volvía a comer felizmente,


pero no le dije la verdadera razón por la que Dona estaba
aterrorizada… cómo esta celebración no era sólo una advertencia
para los forasteros sino también para el resto de la familia.

Hoy nos pondríamos lo que ella quería que nos pusiéramos.

Comer lo que ella quería que comiéramos.

Decir lo que ella quería que dijéramos.

Porque su mensaje era claro… En un instante, si quería, podía


destruirnos a todos.

Si trataba de luchar por el control, la mataría. Me destrozaría;


me odiaría a mí mismo, odiaría todo y a todos y ella me perseguiría
hasta la tumba, pero al final del día todavía la mataría. En el
aeropuerto, por si acaso, me esperaba un francotirador… me obligué
a prepararme para la pequeña posibilidad de que ella ya no fuera
racional. Que no viera el panorama general y que me obligara a
matarla. Y si lo hubiera hecho, Wyatt… si no hubiera intentado
matarme a cambio… podría haber perdido la cabeza… toda la familia
habría caído más rápido que un montón de cartas construidas con
cuerdas.

Al crecer, vi el negocio familiar como un juego de ajedrez, y


cuando Donatella regresó del internado, supe en ese momento… si
108

no podía jugar el juego, tomaría a los jugadores como rehenes… me


tomaría a mí como su rehén.
Página
Yo gobernaba esta familia, esta ciudad, con una pistola en mi
cabeza.

Ella no podía disparar porque éramos familia, y amaba a esta


familia… pero su hambre de poder tampoco le permitía bajar el
arma… no podía obligarla… no sin… sin cortarle la maldita mano.

Así que ella y yo estábamos en un punto muerto.

—¿Por qué sonríes? —Las cejas de Ivy se arrugaron mientras


intentaba leer mi expresión, aunque no me había dado cuenta de
que sonreía hasta que lo señaló.

—Mi mayor enemigo… es mi mayor arma.

—¿Eh?

Sacudí la cabeza, cerré los ojos, me apoyé en el poste de la


cama… la ambición de Donatella, su deseo de gobernar, la obligó a
proteger a la familia. No tenía sentido hacerla soltar el arma, estaba
más que satisfecho de ser su rehén. Después de todo, sólo era un
rehén cuando no había nadie más cerca… cuando alguien se
acercaba, era mi guardaespaldas personal.

Y ahora ella también lo sabía…

Si se hiciera cargo de la familia, la destruiría, y si la destruyera,


¿Cómo podría gobernarla?

Por eso me dio un puñetazo. Por qué estaba tan molesta…


sabía que no podía ganar.
109

Pero no fue un empate. No estaba satisfecha con compartir la


victoria.
Página
Wyatt y Dona habían caído perfectamente en su lugar. Eso fue
obra mía.

Jaque mate.

110
Página
SIETE
“Ella es un alma vieja
Cuyo corazón habla
Un lenguaje casi olvidado”
~ J.M. Storm ~

HELEN

—Muéstrame una mujer fuerte y te mostraré las cicatrices en


su alma que la hicieron así —me susurré a mí misma, mirando a
través de las persianas violeta oscuro de la ventana de mi dormitorio.
Miré a la horda de gente, jóvenes y viejos, que ahora cubría el césped
detrás de la mansión, y de todos ellos, Dona sobresalía como una
naranja en un campo de manzanas, lo cual no era nada nuevo.

De hecho, nada de esto era nuevo; fiestas como esta eran algo
común. Sin embargo, era la primera vez que ni mi madre, Cora, ni
mi abuela, Evelyn, eran las que la organizaban. Dona tenía todo
planeado y preparado a la perfección... y estaba radiante cuando
saludaba a la gente cuando llegaban, vestida con un hermoso vestido
de cóctel naranja ajustado, su cabello negro recogido en una trenza
francesa.

—Ahora incluso tienen a los niños besando el anillo. —Se rio


Darcy, acercándose a mí con una bebida en su mano marrón,
usando la que tenía libre para abrir más las cortinas. Estaba vestido
con una chaqueta borgoña y unos jeans rasgados.
111

—Dona te tendrá besando la hierba pronto si ve que sólo llevas


la chaqueta que te envió —le dije bruscamente, mirándolo.
Página
Puso los ojos en blanco. —¿Cómo sabes que me envió la
chaqueta?

—Porque he visto esos jeans suficientes veces para saber que


los odio apasionadamente. Papá te dio ese reloj y mamá, la camisa...
como hace un año.

—Lo siento, no sabía que la ropa tenía fecha de caducidad —se


burló de mí antes de levantar el vaso a sus labios. Sin embargo, se lo
quité de las manos—. Helen...

—Ve a ponerte la ropa que te dio —le dije seriamente.

Molesto, me miró, tronando la mandíbula a un lado. —¡Helen,


no soy un niño! Sin embargo, estoy empezando a molestarme mucho
con tener que poner mi vida en espera por esta familia...

—Tu familia —le corregí, mirando directamente a sus ojos color


avellana mientras miraban a los míos.

Poniéndose de pie a su altura total, que era mucho más que


unos centímetros más alto que yo, dijo— Sé quién es mi familia.

—¡Entonces deberías haberte puesto la maldita ropa!

—¡Ah, Jesús! —gimió—. ¡Sólo es ropa, Helen! Si Dona o Ethan


o Wyatt me dicen que me cague en la esquina, ¿Me acompañarás a la
maldita esquina? ¡Somos su familia o sus esclavos!

Sin dudarlo, le di un puñetazo en las tripas e instintivamente


se agachó, con las manos en el estómago.
112

—¡Ugh!
Página
Lo rodeé con mis brazos, abrazándolo fuertemente. —Darcy, no
estoy tratando de buscar pelea; estoy tratando de mantenerte a
salvo, deja de hacérmelo más difícil, por favor.

Se quedó paralizado por un momento, no estaba segura de qué


hacer. Dejándolo ir, retrocedí y le di un golpe en la frente.

—¡Ay! ¡Deja de pegarme! —dijo, alejándose de mis


manos—. Ahora mismo, necesito a alguien que me mantenga a salvo
de ti. Cristo, ¿Qué te pasa hoy?

—¿Te has enterado de lo que pasó mientras Dona dirigía


Chicago?

Asintió, todavía se frotaba el estómago. —Un poco... algo sobre


que Boston y Ethan lo lastimaron o algo así.

—Dona casi mata a Ethan. —No era mentira... tampoco era


toda la verdad.

De nuevo, hizo una pausa, sus labios una línea dura mientras
me miraba fijamente. —¿Qué quieres decir? Ella no...

—No porque no quiera —admití—. Se dio cuenta de que si


mataba a Ethan empezaría una guerra y acabaría matando a toda
esta familia. No importa lo mucho que quiera tener el control,
todavía ama a esta familia... pero un día podría dejar de importarle.
Es una bomba de tiempo y hoy sólo está añadiendo más presión.

—¿Qué? —preguntó, y asentí a la escena fuera de mi ventana.


Se adelantó de nuevo, moviendo las cortinas a un lado para ver—. Es
el centro de atención...
113

—Espera —le dije. Y no tuvimos que esperar mucho.


Página
Todos se detuvieron, todos apartaron la vista de ella, las
sonrisas y los saludos de todos se dirigieron directamente a Ethan,
que salió vestido con un traje gris ajustado, Ivy en su brazo
utilizando un hermoso vestido rojo. Ambos parecían haber salido del
escenario en la Semana de la Moda de Nueva York, hermosos,
fuertes... y enamorados, como si no hubieran pasado por un infierno.
Ivy nunca soltó el brazo de Ethan, incluso cuando otros se les
acercaron. Ethan incluso sonrió como si la fiesta fuera para él.

Lo fue. Había ganado, como siempre.

—Así de fácil —dije en voz baja, con la mirada fija en Donatella,


que se quedó parada, sonriendo mientras su hermano y su cuñada
se acercaban a su lado, aunque la veía haciendo todo lo posible por
luchar contra sus verdaderos sentimientos—. El anillo ya no está en
la mano de Donatella. Acaba de volver a ser la hermana de Ethan
otra vez. Todo lo que ha hecho, todo lo que hará… el crédito siempre
se le darán a Ethan. Ella lo sabe, pero el mismo día que se le
recuerda, ¿La molestas más por no escucharla? No es sólo la ropa, es
el respeto. Te pidió que te pusieras algo, lo llevas porque la respetas.
Dáselo antes de que se enfurezca contigo.

Puso los ojos en blanco y asintió sin decir una palabra y se giró
para irse… llegó a unos metros antes de volver corriendo y darme un
puñetazo en el costado.

—Ugh… —Presione mis dientes con fuerza mientras él sólo


sonreía.

—Sólo te estaba tratando igual que a cualquier


otro tipo. —Sonrió de oreja a oreja y cuando lo hizo, se parecía
mucho a papá.
114

—Pequeña mierda… —Me puse en marcha pero me detuve


Página

cuando abrió la puerta, casi chocando con Wyatt.


—Bueno, si no es la pequeña mierda que me costó diez mil
dólares —le gritó Wyatt a Darcy, encerrándolo bajo su brazo—.
¿Perdiste contra los Magos? ¿Los malditos Magos? ¿Quién toma un
puntero de tres con treinta segundos en el reloj de tiro, y dos
guardias en él?

—¿Sólo apostaste diez mil dólares por mí? —Darcy intentó


darle un codazo para liberarse—. ¡Desde cuándo te has convertido en
un tacaño!

Wyatt lo dejó ir, mirándolo con un profundo ceño fruncido en la


cara. —Me gané esos diez mil dólares por mi cuenta…

—Sí, sí… claro. Bien, Doc, ¿Por qué no vamos a los tribunales
ahora mismo…

—¿Qué tal si los dos bajan las escaleras? Llegamos


tarde. —Salté y ambos me miraron sorprendidos, como si se
hubieran olvidado de que estaba allí.

Caminando hacia Wyatt, le di un abrazo con un solo brazo,


tragándome el nudo en la garganta y sonriendo mientras
decía —Bienvenido de vuelta.

Me devolvió el abrazo, suspirando aliviado. —Por fin alguien de


esta familia me da la bienvenida con normalidad; ¡Estaba a punto de
perder toda esperanza!

—No deberías haberte ido en primer lugar. ¿Quién tiene una


crisis de mediana edad a los veinte años? —murmuró Darcy
mientras se dirigía a su habitación.
115

Wyatt me soltó, girándose para gritar— ¡Gente que es propensa


Página

a morir antes de tiempo!


Intenté escapar, caminando hacia adelante sin ninguno de ellos
cuando Wyatt se acercó, poniendo sus manos sobre mis hombros.

—¿Vas a ser mi escolta, querida prima? —Sonrió.

—¿Con qué fin? ¿Traerlos o mantenerlos alejados? —Girando


los ojos, traté de levantar sus manos de mi hombro pero las mantuvo
sobre mí.

Acercó su cara a la mía y parecía un niño en la mañana de


Navidad mientras respondía —¿Ambos?

—Voy a necesitar un matasanos de puta —murmuré para mí


misma, alejándolo de verdad esta vez y caminando por mi cuenta.

—Helen, estoy sorprendido. —Jadeó dramáticamente—. Sólo


porque a una mujer le guste…

—Ellas no —dije, subiendo al ascensor girando hacia él para


decirle— A ti.

Sonrió, subiendo al ascensor a mi lado, arreglándose la corbata


y poniéndose más recto cuando las puertas se cerraron.

—Vamos a la boca del infierno —susurró, todo rastro de humor


desapareció de su voz.

Sólo estaba en la boca, y aquí estaba yo, nadando en su


estómago.

—Te ves bien por cierto —dijo rápidamente, antes de salir


116

cuando las puertas se abrieron y no pude evitar pensar de nuevo,


―Muéstrame una mujer fuerte y te mostraré las cicatrices en su alma
Página

que la hicieron así”.


OCHO
“Las únicas personas para mí son los locos,
los que están locos por vivir, loco por hablar,
loco por ser salvado, deseoso de todo al mismo tiempo,
los que nunca bostezan o dicen una cosa común,
pero quemar, quemar, quemar como fabulosas velas
romanas amarillas que explotan como arañas
a través de las estrellas y en el medio ves la luz central
azul que se enciende y a todo el mundo”
~ Jack Kerouac ~

DONATELLA

Así de fácil, después de todo lo que había hecho, me habían


relegado al margen. Me habían arrinconado; viendo a mi hermano y
a Ivy, una mujer que sólo llevaba unas semanas en esta familia y que
apenas tenía una columna vertebral, convertirse en el centro de
atención y apreciación. Viendo como toda la gente que era tan
educada y tensa conmigo, se relajaba alrededor de Ethan. Sí,
relájense, después de todo era un hombre, no importa si se
relacionaban con él o no.

Podía sentir la rabia creciendo dentro de mí.

La ira.

Las llamas.
117

¡No hizo nada! ¡Hice esto! Sólo porque te dejó hacerlo. En el


momento en que el pensamiento entró en mi mente fue como si
Página

alguien me hubiera echado agua encima apagando las llamas, y me


sentí impotente, atrapada en un ciclo de rabia mientras veía a la
familia reunida alrededor de Ethan e Ivy, y el entumecimiento al
saber que Ethan me puso en esta posición.

Deberías haberlo matado. La voz más oscura de mi mente


susurró.

—Tienes tres opciones, —una voz profunda que no reconocí en


un acento que no podía ubicar habló a mi lado— opción uno, haces
una gran escena y vuelves a tener toda la atención sobre ti; opción
dos, continúas parada aquí con furia silenciosa con esa sonrisa
fabricada en tu rostro.

—Creí que habías dicho tres… —respondí, sin siquiera


molestarme en mirarlo.

—Lo hice, sin embargo es la opción más dolorosa para alguien


como tú.

¿Alguien como yo? No estaba de humor para ser cortés, ni para


tratar con otro hombre que pensaba que me conocía y merecía mi
atención. Iba a dejar de prestarle atención cuando dijo— Tu madre
era hija única. Así que, desde el primer día tuvo todo el poder que le
correspondía. Pero tú… nunca estuviste destinada a ser la Ceann na
Conairte, como la gente lo llama, porque si lo fueras, también serías
hija única. Deberías saber esto. De hecho, estoy seguro de que lo
sabes, así que por qué sigues corriendo de cabeza contra la pared
como una maldita idiota está más allá de mí… a menos que disfrutes
del dolor.

Me sentí temblar, la sangre en mis venas hirviendo hasta el


punto de que me quemé de adentro hacia afuera otra vez. Tragando
118

la saliva en mi boca, me paré más recta, volviéndome hacia él, pero


no se volvió hacia mí. Era más alto, más o menos de la altura de
Página

Ethan, su cabello era rubio-marrón, vestido con jeans oscuros y una


camisa blanca de botones, las mangas estaban arremangadas a la
altura de la muñeca.

—Pareces muy interesado en mi familia…

Me detuvo antes de agacharse para agarrar la pelota que


rodaba a sus pies. Sonrió mientras se la entregaba a la niña que se
la había quitado, antes de volver a levantarse. —El objetivo de estas
pequeñas celebraciones es asegurarse de que la gente hable
correctamente… continúen con la saga de la familia Callahan. Es un
poco irracional enfadarse con la gente por hacer lo que les pides que
hagan.

—¿Irracional? —Me quedé sin aliento—. ¿Te parezco una


persona irracional?

Se rio y, por primera vez, me miró con sus ojos grises


estudiándome antes de apartar la vista. —Si la locura pudiera
personificarse, elegiría ser tú, Donatella Callahan; la mujer que
amaba a su madre pero que la odiaba tanto a la vez, que quería ser
igual a ella matando a los hijos de su madre. Por Dios, eres la
tragedia griega que Sófocles olvidó escribir…

El vaso en mi mano se rompió; el dolor, la sangre, mi sangre,


que goteaba de mi mano no me perturbó en lo más mínimo. No pude
detenerme, antes de darme cuenta, mi mano ensangrentada se
agarraba a su camisa blanca, acercándolo a mi cara, y estaba
presionando mi pistola contra su frente. —Ahora que has captado mi
atención, ¿Te gustaría repetir eso DESPUÉS de que te vuele los
putos sesos de tu cabeza, si es que tienes alguno?

Sus ojos grises me miraron, decepcionados. —Ahí tienes,


119

corriendo de cabeza hacia esa pared otra vez…


Página
Le llevé la pistola a los ojos, sin que me gustara cómo me
miraban. —¿Estás pidiendo morir hoy?

—No, estoy preguntando si estás cansada de la opción uno.

No entendí lo que quiso decir por un segundo antes de recordar


lo que dijo antes… haciendo una escena.

—¡Cálmate! —Wyatt me habló al oído, lo cual era imposible ya


que estaba junto a Ethan e Ivy. Sin embargo, cuando miré por
encima del hombro, estaba a mi lado, mirándome con los ojos
abiertos. Por encima de su hombro, vi a todos… la atención de todos
estaba sobre mí. Y no la atención que quería, no la atención que
había planeado; no había respeto ni miedo, era como… si mirara a
los perros-lobo. Cuando finalmente vi a Ethan… estaba furioso.

Soltando la camisa del desconocido y dando un paso atrás,


traté de encontrar una manera de salir de esto con gracia. Pero no
podía pensar. Si corría, parecería que estaba realmente loca. Cuando
mis brazos comenzaron a caer lentamente a mis lados, una mano se
extendió tocando la mía brevemente, quitándome el arma. Miré a
Wyatt, pensando que era él, pero retrocedió cuando un puño chocó
con su nariz. No tuve tiempo de procesar cómo terminé en los brazos
del otro hombre… todo lo que sabía era que mi arma estaba ahora
apuntando a mi cráneo. La expresión de todos había cambiado a la
preocupación. La rabia de Ethan se transformó en pánico cuando se
acercó, los hombres a su lado buscando sus armas.

—Yo no lo haría si fuera tú —le dijo el hombre que me tenía de


rehén a uno de los guardias. No estaba segura de quién era el idiota
que le atacó por detrás, pero incluso pude oír sus pies de plomo
mientras intentaba acercarse sigilosamente al loco que me apuntaba
120

con una pistola en la cabeza.


Página
Se giró rápidamente, haciéndome girar con él mientras me
agarraba con fuerza. Así de fácil, disparó dos veces a los pies del
maldito guardia. —Te dije que no, ¿Verdad?

Aprovechando ese momento, le pisé el pie, le di un codazo en la


costilla y le metí la cabeza en la nariz. Cuando su agarre se aflojó,
pero no tanto como esperaba, me torcí de sus manos y salté,
trabando mis piernas alrededor de su cuello. Lo bajé a la hierba con
fuerza. Intenté sujetarlo allí, pero se me escapó de la llave de cabeza
y me retorció el brazo para ponerme debajo de él, llevándome el arma
a la cabeza.

—Y así como así, el estudiante se ha convertido en el


maestro —dijo en voz alta. Pero no tenía ni idea de qué diablos
estaba hablando. No paraba de hablar, diciendo— Pensar que tú, la
Reina de la Beata Verónica Negroni da Binasco School for Girls, de
todas las personas bajaría la guardia. Has perdido tu ventaja,
Donny.

¿Donny? Quería encogerme, pero en vez de eso le di una patada


en las pelotas y un puñetazo en la garganta, obligándole a rodar
antes de volver a pegarle. La esquivó, bloqueando mis brazos.

—Debí haberte disparado cuando tuve la


oportunidad… —Apretó un poco más fuerte.

¿De qué demonios está hablando?

No tuve oportunidad de pensar mucho más, debido a su


cabezazo.

—Eras una luchadora de mierda en ese entonces, y todavía lo


121

eres ahora —añadió, sonriendo, mientras lo miraba con desprecio.


Página

¡BANG!
Ambos nos detuvimos ante los disparos, e incluso tuvo el valor
de revisar el arma en su mano. Dándonos cuenta de que no era él,
ambos miramos a la voz que estaba encima de nosotros.

—¿Ya han terminado o les gustaría seguir actuando como


niños de colegio? —preguntó Ethan, mirándonos fijamente con enojo.

Inhalando por la nariz y poniendo los ojos en blanco, fingió


estar sufriendo… —Parece que vamos a tener que llamarlo un
empate, Donny.

—O…

—Donatella. —La voz de Ethan siseaba sobre mí.

Dejándonos ir, ambos nos pusimos de pie.

—¿Hermana querida? —dijo Ethan, la rabia goteando de su


tono antinaturalmente tranquilo—. ¿Quién es éste?

¡Eso es lo que quería saber! Pero no podía decirlo, no con tanta


atención sobre nosotros. Quedaríamos como tontos si descubrieran
que acabo de luchar, y no matar, a un loco al azar que de alguna
manera pasó nuestra seguridad y entró en nuestra casa. Fue
entonces cuando recordé lo que había dicho.

La Reina de la Beata Verónica Negroni de la Escuela Binasco


para niñas.

—Dona —repitió Ethan lentamente.


122

—Una vieja molestia —respondí, mirando al extraño hombre de


ojos grises.
Página
Frunció el ceño, frotándose la muñeca. —Donny, sólo porque te
rechacé en aquel entonces no me…

—¿Me rechazaste? —Jadeé con incredulidad. Estaba realmente


fuera de sí, y yo quería morir.

—Así es como lo recuerdo…

—¡Obviamente necesitas que te revisen la cabeza, entonces!

—En serio, ¿Es por eso que me apuntaste con un arma una
década después? Si me rechazaste, ¿No debería ser yo el que se
enfadara?

Lo miré fijamente con total confusión. La única palabra que se


me ocurrió decir fue. —¿Eh?

¡No lo conocía! ¿De qué carajo estaba hablando?

—Por suerte nuestro hermano es médico, puede comprobar si


los dos estan bien —dijo Ethan con esa falsa cortesía en su voz otra
vez.

—Si lo están, me aseguraré de que no lo estén —murmuró


Wyatt, ahora en el suelo. Se limpió la sangre de la nariz, su cabello
era un desastre mientras miraba al hombre que estaba a mi lado. Me
pregunté qué tan mal debo verme ahora.

Para empeorar las cosas, el Sr. Loco se inclinó hacia delante y


se acarició el hombro diciendo— Lo siento mon amie11, no te vi allí.
¿Estás bien?
123
Página

Mon amie11 — Mi amigo.


Tanto Ethan como Wyatt le miraron la mano y luego le
devolvieron la mirada al mismo tiempo, con la misma expresión.
Quería reírme; quería reírme mucho porque a veces es como si
fueran los gemelos entre nosotros.

Cuando ambos me miraron de nuevo, al mismo tiempo, sacudí


la cabeza y caminé alrededor de ellos, sabiendo muy bien que todos
los demás no estaban seguros de sí seguir pasándolo bien o estar
preocupados.

—Lo siento mucho, los amigos de la infancia sólo saben cómo


meterse bajo tu piel. Por favor, disfruten del resto del
brunch. —Les sonreí y se relajaron, permitiéndome entrar
tranquilamente en la casa.

Sabía que no podía escapar. Ethan me seguiría y muy


probablemente Wyatt, pero quería entender quién era ese otro
hombre. Fui a la escuela para niñas Beata Verónica Negroni da
Binasco, pero mi padre le dijo a la gente que fui a otra escuela para
asegurarse de que nadie supiera dónde estaba. Las únicas personas
que lo sabían eran mi padre y mi abuela.

Me quedé mirando la pistola que aún tenía en la mano… la


había perdido. Mi temperamento había sacado lo mejor de mí
muchas veces, pero nunca así, nunca públicamente.

Entrando directamente al estudio de Ethan, tomé el teléfono


del receptor pero entonces las puertas de madera se abrieron y mi
hermano entró, junto con el hombre en cuestión, con la huella de mi
mano ensangrentada aún en su camisa blanca.

—¿Quién eres? —Me quebré.


124

Wyatt cerró la puerta y se apoyó en ella, con un cuchillo en la


Página

mano. Lo giró con cuidado, la punta de la hoja presionando su dedo


mientras esperaba. Ethan se acercó, sentado en el borde de su
escritorio, y sacó una pistola de su chaqueta. —Deberías responder a
su pregunta rápidamente porque no tengo ninguna. Sé que no eres
irlandés ni italiano, así que no fuiste invitado a mi casa…

—Ahí es donde te equivocas —dijo casualmente el hombre que


tenemos ante nosotros mientras se sentaba en el sofá antes de
apoyar los pies en la mesa de café.

—Nunca me equivoco —respondió Ethan.

Sonrió de oreja a oreja. —Estoy seguro de que tu abuela


discreparía, ¿No es así, Evelyn?

No estaba segura de con quién hablaba hasta que sacó el


teléfono de su bolsillo antes de ponerlo en la mesa de café.

—Yo lo haría —dijo una voz familiar por el altavoz y, así como
así, Ethan, Wyatt y yo nos paramos un poco más derechos—. La
última vez que lo comprobé, Ethan, la casa me pertenecía, a menos
que me hayas dado por muerta.

—Yo…

—Bienvenido a casa Wyatt, me gustaría haber estado allí para


verte.

Wyatt se acercó. —Nana, yo…

—Pero, para empezar, no deberías haberte ido de casa. Tienes


mucho que compensar. Espero que no pienses que puedes volver y
que te lo den todo.
125

—Yo…
Página
—Pero sobre todo, estoy decepcionada de ti,
Donatella —continuó, y sentí que mis manos me picaban como si me
hubiera golpeado con un interruptor, algo que hacía a menudo
cuando era más joven—. Han pasado tantas cosas desde que dejé
Chicago y tú, mi dulce nieta, ¿Ni una sola vez pensaste en llamarme?
¿Eres una mujer tan grande que no puedes pedirme consejo o
ayuda? ¿Lo sabes todo? Puedes hacerlo todo por ti misma, ¿Verdad?
¿Ya estoy muerta para ti?

—Nana —dijimos los tres al mismo tiempo.

—Puede que no esté en Chicago, pero sepan esto: mucho antes


de que cualquiera de ustedes fuera siquiera un brillo en los ojos de
su padre, antes de que su padre fuera siquiera el jefe de esta familia,
estaba yo. Yo. ¡Enterré a mi padre, a mi marido y a mi hijo! No me
hagas escuchar que alguno de ustedes estuvo a punto de morir,
Ethan. O de traicionar a esta familia, Donatella. O de olvidar quién
eres, Wyatt. O con la ayuda de Dios, les mostraré lo pequeños que
son todos ustedes comparados conmigo. ¿Me entienden?

Ninguno de nosotros dijo nada. Si lo pensáramos, nuestro


padre podría levantarse de la tumba sólo para darnos una paliza a
todos.

—Me retracto, Evelyn, eres un auténtico gánster. —El extraño


en nuestro sofá se rio, lanzando las nueces de Ethan a su boca,
felizmente.

Moví mi mandíbula de un lado a otro y le hablé dulcemente por


teléfono. —Nana, ¿Quién es este extraño, por qué está en nuestra
casa, y puedo matarlo ahora?
126

—¿Estás haciendo preguntas en vez de disculparte? —Me


preguntó y me mordí el labio—. ¿Eres demasiado grande para
Página
disculparte ahora? Y en la reunión familiar. ¿Cómo pudiste? ¿Has
perdido la cabeza?

Strike uno, pensé, dándole el teléfono a Wyatt. Me miró como si


estuviera enfadado mientras le empujaba el teléfono. Me apretó los
dientes antes de agarrar el teléfono.

—Nana —dijo Wyatt con todo su encanto—. Siento mucho no


haber podido llamar; ¡He estado tan ocupado! Salvé la vida de Ethan
y luego hubo…

—¿Y aun así encontraste tiempo para jugar con las criadas?
¿Cuántas veces te he dicho que las mujeres de la casa no son tus
juguetes?

Wyatt cerró la boca, sacudiendo la cabeza mientras lanzaba el


teléfono a Ethan que lo agarró suavemente. Strike dos.

—Abuela —dijo casualmente—, ¿Cómo estás?

—Lo sabrías si llamaras —respondió.

Ethan asintió. —Lo sabría, sin embargo te dije que no podría


contactarte por un tiempo.

Falta.

—Me dijiste que llamarías antes de salir de Boston porque


necesitabas información. ¿Dónde estás actualmente?

Ethan hizo una mueca. —Chicago, pero ya no necesitaba la


información. El plan cambió, así que pensé en permitirte descansar
127

un poco más.
Página

Falta dos.
—¿No eres el mismo que me dice que no descanse mucho o
acabaré muerta? Honestamente Ethan, estoy herida; normalmente
estás encima de cosas como esta. Me dolió aún más después de lo
que les pasó a ti y a Ivy.

Hizo una pausa, viendo como el extraño se movía del sofá hacia
el globo terráqueo, levantándolo y sacando un whisky para él. Miró a
su alrededor en busca de algo, hasta que finalmente nos miró a
nosotros, disgustado. —¿Dónde está el hielo?

—¿Por qué habría hielo en un globo terráqueo? —preguntó


Wyatt, molesto.

—¿Por qué habría whisky en un globo terráqueo pero no


brandy? —preguntó con la misma voz molesta—. Obviamente, no es
un globo, es un bar. Un bar abastecido por alguien con mal gusto o
que le gusta obligar a otras personas a beber whisky malo. De
cualquier manera, estoy tratando de no quejarme de eso y aceptar lo
que me dan. Sin embargo, es bastante difícil de hacer cuando no hay
hielo… en un bar.

Sentí que mi ceja se movía y miré a Ethan, rezando para que lo


arrojara por la ventana.

—Gabriel, ¿Cuántas veces debo decirte que el whisky no


necesita hielo? —preguntó nuestra abuela por teléfono.

Frunció el ceño, sirviéndose el vaso para sí mismo. —No estoy


seguro de cuántas veces debes decírmelo. Pero estoy seguro de que
me lo dirás un millón de veces más, ya que planeas vivir para
siempre y yo planeo beber mi whisky con hielo mientras la gente siga
128

ofreciéndomelo.
Página
—Nadie te ha ofrecido nada. —Ethan se las arregló para decir
con calma y el hombre, Gabriel, sólo puedo suponer, miró hacia
atrás.

—Lo sé, fue grosero por tu parte, por eso me ayudé a mí mismo
y no hice una escena al respecto. Pero si prefiere le señalo todos los
defectos de su hospitalidad, eso lo puede hacer.

¿Qué demonios? ¿Dónde estaba? ¿Cuándo fui a la Dimensión


Desconocida?

Ethan se llevó el teléfono a los labios. —Abuela, una vez más,


¿Quién es esta persona y qué tan importante es para ti?

—Se llama Gabriel, y se quedará en la mansión por un corto


tiempo. Ya he avisado al personal para que preparen su habitación.

—Gracias, Evelyn —dijo Gabriel, caminando delante de Ethan y


quitándole el teléfono de la mano—. Eres tan dulce conmigo… si tan
sólo fueras cincuenta años más joven.

—Ugh. —Wyatt se estremeció, dándose la vuelta.

—Ni siquiera entonces. Haz lo mejor que puedas para que no te


maten mis nietos…

—¿Para que podamos matarlo? —le pregunté y me miró


fijamente.

—Adiós Evelyn. Descansa tranquila; estoy seguro de que tus


nietos saben cómo comportarse con un invitado —dijo, sin esperar
una respuesta antes de colgarle—. ¿Así es como te sientes después
129

de que te salvé?
Página

—¿Me salvaste? ¿De qué?


—Parece que tienes un desorden de memoria selectiva —me
respondió—. Te volviste loca, rompiste un vaso con tu mano y luego
me agarraste la camisa, sólo para apuntarme con un arma… y tu
médico no fue de ayuda. ¿No deberías preocuparte por su mano, no
por tu nariz? —Dirigió ese comentario a Wyatt—. Es tu hermana,
¿No?

En el momento en que lo mencionó, fue como si hubiera


derribado la puerta al dolor que había bloqueado. Miré mi mano, que
aún sangraba, con pequeños fragmentos de vidrio incrustados.
Wyatt se movió rápidamente, tomando el vaso de whisky de Gabriel y
vertiéndolo en mi mano antes de tomar una servilleta para atar
alrededor de la herida.

Salté mientras me ardía, mirando los ojos grises que ahora nos
miraban.

—¿Gabriel qué?

—¿Perdón? —preguntó.

—¿Cuál es tu apellido?

—No tengo ninguno. —Sonrió, poniéndose de pie mientras


añadía—. Piensa en mí como un Dios griego, aquí para ver cómo se
desarrollará la tragedia.

Me guiñó un ojo antes de llegar a la puerta, pero antes de que


pudiera irse, Ethan le llamó diciendo —Dios, hombre o monstruo, si
vuelves a poner una mano u apuntar con un arma a alguien de mi
familia, yo mismo te ahogaré con un whisky caliente.
130

Este fue el momento en el que la mayoría de la gente sabía que


Página

debía alejarse de Ethan. Gabriel, sin embargo, simplemente parecía


divertido. —Así que eres un hombre de Shakespeare… es bueno
saberlo.

Así como así se fue, y cuando la puerta se cerró detrás de él,


Ethan me dijo directamente. —¿Qué te dijo antes? No es propio de ti
perder la calma en público de esa manera.

No respondí, así que Wyatt habló. —Obviamente quería meterse


bajo nuestra piel. Lo que sea que esté tramando… no confío en él,
incluso si la abuela lo hace.

—Obviamente —murmuró Ethan, volviendo a


su bar—. Cualquier hombre que beba whisky debe estar loco.

Wyatt se rio, revisando mi mano, pero no dije nada. No estaba


segura de lo que pasaba por la mente media quemada de mi abuela,
pero algo me decía que este Gabriel era mucho más peligroso de lo
que parecía. ¿Cómo podría enfrentarse tan fácilmente no sólo a mí y
a mis hermanos, sino también a mi abuela? Estaba acostumbrado a
estar en compañía de monstruos o él mismo era uno de ellos. Y tenía
que ser esto último porque nadie era tan malo como mi familia;
Gabriel no lo sabía todavía. Era ignorante y yo lo iluminaría.

—No crees que Nana se enojaría lo suficiente como para


hacernos vivir con un asesino en serie, ¿Verdad? —les pregunté, en
parte en broma, pero ninguno se rio.

—Mátalo y discúlpate después —le sugirió Wyatt a Ethan.

Ethan sacudió la cabeza. —No matamos a ciegas, hermano.


Averiguamos quién es, y su conexión con la abuela… y luego lo
matamos.
131

A nuestra familia no le fue bien con los forasteros por una


Página

razón.
Arruinaban todo.

GABRIEL

—¿Cómo fue el primer día?

—Me apuntó con un arma, y creo que me magulló dos


costillas —dije al salir de la ducha, usando la toalla para secarme el
cabello. Noté las marcas rojas de sus piernas en mi cuello—. Todo
eso sucedió después de que rompiera una copa de champán con sus
propias manos… así que no es tan malo como esperaba.

—¿Por qué? ¿Por qué no te disparó?

—Exactamente —respondí, limpiando el vapor del espejo para


poder ver mi reflejo—. De aquí en adelante, cualquier día que no me
dispare, lo considero una victoria.

—Eso es una vara baja.

—Y sin embargo sigue siendo más alta que donde empezó


su hijo —dije, levantando el teléfono del mostrador y acercándolo a
mis labios—. Una bala a través del muslo, ¿Correcto?

—Al menos la besó antes de que ella le disparara —me corrigió.

—Estoy seguro de que estabas orgullosa, Evelyn —dije


fríamente—. Pero ya he pasado el último mes esperando al margen.
Ya he terminado de esperar; estoy tomando lo que se me prometió.

—No se te prometió nada más que una oportunidad. Mi nieta te


132

hará trabajar por el resto. —Me colgó, y no pude evitar sonreír. La


anciana cayó, incluso cuando estaba media muerta en una cama a
Página

miles de kilómetros de distancia.


Por lo que pude ver, todas las mujeres Callahan eran iguales,
hermosas y peligrosas. Sin embargo, Donatella… no pude evitar
sonreír al poner mi mano en mi barbilla. Amaba a una mujer que
podía luchar tanto física como mentalmente, que no temía a un poco
de dolor, pero lo mejor de todo era su impresionante belleza. Cuando
la abracé, sentí las curvas de su cuerpo, el calor de su piel, cómo olía
a lirios mediterráneos… si la hubiera besado, habríamos hecho una
escena de una forma muy diferente.

El día aún no ha terminado…

133
Página
NUEVE
“O te gusto o no te gusto.
Me llevó veintitantos años aprender a amarme a mí mismo,
No tengo tanto tiempo para convencer a alguien más”
~ Daniel Franzese ~

DONATELLA

No me había alisado el cabello desde hacía tiempo, así que


cuando finalmente lo dejé caer, era un grueso lío de rizos. Lo habría
dejado hasta que pudiera hacerlo profesionalmente mañana, sin
embargo, esta noche era nuestra primera cena familiar en mucho
tiempo. Eso, además de que teníamos un invitado.

—Nunca pensé que vería el día en que te preocuparas por qué


ponerte…

Mirando desde mi espejo a la puerta; allí estaba Nari, con


pantalones rosados y una blusa azul profundo con cuello en V, un
único collar de barras de oro alrededor de su cuello. A su lado, con
un vestido amarillo y blanco con estampado floral por encima de la
rodilla estaba Helen, que frunció el ceño mientras me miraba de
arriba abajo.

—¿Estás tratando de verte bien para Gabriel? —preguntó


Helen.

—No trato de estar guapa, lo hago de forma natural —la


134

corregí, mirándome al espejo y cepillándome el cabello—. Verme bien


no es mi objetivo; necesito una mirada que haga que él quiera
Página

acercarse a mí.
—¿Quieres seducirlo? —Preguntó Nari, acercándose a mi lado,
su pálido rostro apareciendo en el reflejo de mi espejo—. ¿No es un
poco pronto después…

—Está aquí por una razón —le dije bruscamente, cortándole el


paso antes de que cruzara la línea—. Y estoy segura de que no es
una buena razón. Cuanto más rápido me deshaga de él, más rápido
podremos evitar la tormenta de mierda que viene detrás de eso.

—¿Pero no lo invitó la abuela a quedarse? —Helen se acercó al


espejo con unos vestidos, sosteniéndolos contra mi cuerpo. Cuando
encontró uno que le gustaba, lo sostuvo frente a mí antes de
mirarme y decir— No puede ser tan peligroso si ella…

—¿Tal vez tiene algo sobre ella?

—Dona —se burló Nari con incredulidad, recordándome a


Tobías cuando le dije que algo estaba mal con la muerte de Marco.
Tomando el vestido de la mano de Helen, me volví para enfrentar a
Nari y miré profundamente en sus ojos marrones.

—¿Te estás riendo de mí? —le pregunté.

Nari levantó una ceja y se puso más recta. —No, sólo me cuesta
creer…

—Ese es tu primer error —respondí fríamente—. Nada debería


ser demasiado difícil de creer para ti a estas alturas.

—Si hay alguien en quien puedes confiar, es en


Evelyn —respondió.
135

Me acerqué tanto que pude sentir su aliento. —Yo, yo misma. Y


Página

yo. Hasta ahí llega mi círculo de confianza. Estoy casi cien por ciento
segura de que mi abuela no haría nada para dañarnos. Sin embargo,
también estoy segura de que esconde algo… cuando se fue de aquí
estaba al borde de la muerte y no ha dicho una palabra desde
entonces. Ahora, de repente, un hombre aparece en nuestra casa a
petición de ella. ¿Por qué? No hay respuesta. ¿Quién es? No hay
respuesta. ¿Qué hace aquí? Otra vez, no hay respuesta. ¿Y se
supone que debo estar de acuerdo con eso? No, carajo. Mis instintos
me dicen que esto es más grande de lo que ella está explicando. Qué
tan grande, no estoy segura. Que es lo que planeo averiguar… es
decir, ¿Si ya has terminado de reírte de mí?

Sonrió y asintió. —Me disculpo si te he insultado, prima.

—Estás perdonada, prima. —Le devolví la sonrisa.

—Te veré abajo.

—Por supuesto —dije con la misma cortesía y se giró para irse


sin decir una palabra más. Me volví al espejo sólo para ver los ojos
marrones de Helen observándome—. ¿Sí?

—No sé qué te dijo para molestarte tanto esta mañana —dijo al


acercarse para darme otro vestido—. Pero no es su culpa lo que
significa que no se merecía esa mierda.

—Perfecto, gracias —le dije, quitándole el vestido de satén


negro de sus manos, ignorando su comentario mientras sostenía la
ropa—. El negro es realmente mi color.

No dijo nada más, sabiendo que no iba a hablar de eso. En


cambio, tomó su pequeño bolso y salió por la puerta. Cuando se
cerró, inhalé profundamente, inclinando mi cabeza hacia el techo.
136

Era tan fácil para ellos verme como la villana, la perra furiosa.
Página

“Nunca debiste ser la Ceann na Conairte”.


“¿Por qué sigues corriendo de cabeza contra la pared?”

“Disfrutas del dolor”.

Sus palabras se sentían como hormigas en mi piel,


arrastrándose sobre mí y cada vez que intentaba quitármelas,
volvían. Todo el día, todo lo que podía pensar era en él. O’Phelan nos
había hecho saber que se había dormido; aparentemente, tenía
jetlag. Eso, además de su extraño acento, dejaba claro que no era de
América y que había venido aquí recientemente. Ethan no había sido
capaz de obtener ninguna información sobre él. Ni tampoco Helen o
incluso Jackal, lo cual era inaudito. Tal vez mi abuela estaba
ocultando quién era realmente, haciéndolo aún más peligroso.

Sabía todo sobre nosotros.

Estaba bajo la protección de mi abuela.

Y no sabíamos nada de él… por ahora, me recordé a mí misma.


Me desnudé, me puse la ropa de satén, los pantalones cortos hasta
la mitad del muslo; era lo suficientemente casual como para que
pareciera que no me esforzaba, pero lo suficientemente sexy como
para llamar su atención… una vez que lo tuviera, vería si ―disfrutaba
del dolor‖.

Sin perder tiempo, mi cama giró, tomé mi par favorito de


tacones negros con tiras doradas, antes de volver al baño. Me salté el
maquillaje por completo y sólo me puse bálsamo labial. No podía
hacerlo demasiado obvio.

Tirando de mi cabello hacia atrás en una cola de caballo, sólo


137

me detuve para recoger mi teléfono móvil antes de salir de mi


habitación. Justo cuando salí, él también lo hizo, vestido con un
Página

suéter gris de gran tamaño y unos pantalones cortos de gimnasia


grises que se detuvieron sobre sus rodillas. Llevaba unas gafas
antiguas de montura redonda y un libro rojo, del que no levantó la
vista, mientras caminaba hacia el ascensor. Lo observé, aturdida,
mientras esperaba en silencio, entrando cuando las puertas se
abrieron. Y cuando empezó a cerrarse, fue que finalmente me miró.

—Estás un poco demasiado arreglada, ¿No crees? —Así como


así, las puertas se cerraron y no tuve palabras. Bueno, eso era
mentira. Tenía palabras. Tres de ellas en realidad.

—Vete a la mierda.

GABRIEL

Levantando mis gafas, me presione el puente de la nariz,


tratando de sacar su imagen de mi cabeza. Sus piernas eran tan
malditamente largas, ¡Y ese traje! Si se pudiera considerar un traje y
no sólo una jodida bata demasiado fina… podría ver fácilmente todas
las líneas de su cuerpo.

Bueno, al menos sabes que te atrae, pensé, tratando de ser


racional. La lujuria era algo bueno. La lujuria era un buen punto de
partida… sin embargo, era sólo mi punto de partida. No tuve esa
sensación de ella todavía; todo lo que obtuve fue rabia. Podía
trabajar con la rabia; era un paso delante de la pasión. Necesitaba
que la dominaran un poco. Me habían advertido sobre ella. Cómo
Donatella Callahan era como una sirena, su belleza tan encantadora
que atraía a los hombres y los arrastraba a las profundidades antes
de que se dieran cuenta. Estoy seguro de que los hombres antes que
yo, hombres menores, cayeron fácilmente en su trampa, la idea de
estar con ella valía la pena el riesgo de muerte. Yo, por otro lado, no
era un hombre menor ni su aspecto valía la pena perder todo por lo
138

que estaba luchando. Necesitaba que obtuviera lo que yo quería; su


aspecto era irrelevante… pero joder, no se estaba conteniendo.
Página
—Es sólo el primer día —me susurré a mí mismo, bajando del
ascensor. Volví a mirar el libro aunque ya no podía concentrarme en
la lectura. Una parte de mí quería intentar ver cómo intentaba
atraparme en su red, para jugar su juego, pero no tenía tiempo para
eso.

El trabajo primero, el juego después.

—Buenas noches, señor —me dijo el viejo mayordomo cuando


llegué al comedor. Levantando la vista del libro, asentí,
agradeciéndole antes de entrar.

Allí, sentado en la cabecera de la mesa, era sólo uno de mis


muchos obstáculos. Vestido con un traje oscuro de tres piezas con
corbata negra, un vaso de whisky sin hielo en la mano, estaba nada
menos que el propio Ethan Callahan. Sus ojos verdes, como los de
ella, me miraban de arriba abajo.

—Estás un poco mal vestido, ¿No crees? —Su voz suave, pero
firme, me interrogaba.

Miré alrededor de la mesa. A la izquierda de su hermano mayor


estaba su esposa de cabello rubio y ojos azules vestida de blanco,
que se quedó mirando mientras sorbía un cartón de zumo. A su lado
había una mujer afroamericana de cabello castaño rizado y a su lado
una mujer asiático-americana de cabello negro hasta los hombros.
Wyatt, obstáculo número dos, estaba vestido con el mismo traje de
esta mañana, aunque su chaqueta no estaba. Dio un mordisco a su
pan, sin apartar la vista de mí.

—Por favor, siéntate —dijo Ethan, asintiendo en el lugar junto


a Donatella.
139
Página
—O’Phelan —llamó cuando me senté. El mayordomo se acercó
a mí llevando un tazón de sopa espesa y rica con pan a un lado—.
Espero que no sea alérgico a nada.

Sonreí, moví la cabeza y puse mi libro sobre la mesa para


mirarlo. —No lo soy, gracias por su preocupación.

—Esta es mi esposa, Ivy, y mis primas, Helen y Nari. —Los


miro a todos—. Pero estoy seguro de que ya lo sabía.

—¿Lo sabía? —Fingí ser inconsciente antes de mirar a su


esposa—. ¿Cómo una chica hermosa como tú terminó con un
hombre como él?

—Evelyn no te sacó de la cárcel, ¿Verdad? —preguntó en su


lugar.

Todos ellos, con la excepción de Ethan, sacudieron la


cabeza. —¿Por qué? ¿Trae a menudo a los presos a casa?

—Reclusa 974024-041, encantada de conocerte. —Ivy se rio


para sí misma.

—Y yo que pensaba que ser guapa no era un delito federal —le


contesté, guiñándole un ojo.

—No lo es; pero atropellar a una bailarina estando borracha sí


lo es. —Donatella se coló antes de que Ivy pudiera hablar de nuevo,
rasgando casualmente el pan y sumergiéndolo en su sopa.

—Ivy —Fruncí el ceño, todavía dándole toda mi atención— dime


que no es así.
140
Página
—Es así —respondió, menos extática que antes, sus ojos en
Donatella que se negaba a prestarle atención—. Pero no fui yo. Era
inocente.

—Era siendo la palabra clave —murmuró Donatella


suavemente en voz baja.

Mirando a las otras dos mujeres frente a mí,


pregunté —¿También están casadas con delincuentes condenados
injustamente?

—Soltera —dijo Helen.

—Él es un…

—No es asunto tuyo —les cortó Wyatt, mirándome fijamente—.


¿Por qué demonios debemos explicar de nosotros mismo o de
nuestra familia a un extraño?

—Simplemente haciendo conversación —dije, rasgando mi pan


y sumergiéndolo en mí sopa—. ¿O prefieren que sus cenas sean
hostiles?

—Eres libres de irte —dijo Ethan, inclinándose hacia atrás en


su silla—. Si resulta que somos demasiado hostiles para tu gusto.

Esta familia tenía muros casi tan altos como los míos a su
alrededor. Para mi gran alegría, un silencio cayó sobre el comedor.
Intenté fingir que no me daba cuenta de que me miraban, pero era
como entrar en una madriguera de leones en mitad de la noche.
Alcanzando mi libro, lo levanté para leerlo mientras comía
tranquilamente entre ellos, más consciente de Donatella de lo que
141

me gustaría. Era muy fácil ver a las mujeres que eran problemáticas,
las que sólo te complicaban la vida. Estaba claro que Donatella era
Página

ese tipo de mujer. No era su familia, era su personalidad; por lo que


pude ver y oír… era como una bomba de tiempo lista para explotar
en cualquier momento.

Evelyn sólo me había dado dos consejos, desactívala lo antes


posible y no dejes que piense que te controla. La anciana parecía
realmente preocupada de que su nieta pudiera matarme.

—Hmh. —Me reí para mis adentros, haciendo que se pusiera


rígida a mi lado.

—Ethan —habló en voz baja, con esa horrible sonrisa falsa en


sus bonitos labios rosados, nada parecido a la risa que se había
permitido esta mañana.

—¿Sí? —preguntó.

Ella lo miró. —He estado pensando en apuñalarlo con mi


tenedor de ensalada durante los últimos diez minutos. Por favor,
dígame quién es y cuándo puede irse.

Sonreí. —¿Cómo podría decirte algo que no sabe?

—¿Por qué no lo sé? —preguntó Ethan y no me miró,


centrándose sólo en Donatella.

—Si quieres una respuesta directa Donny, deberías ir a la


fuente.

—¿Donny? —Giró la cabeza tan rápido, que estoy seguro de


que se hizo daño—. Me llamo Donatella, ¿Y por qué iba a confiar en
una palabra que sale de tu fea boca?
142

Me reí. —¿Fea? He tenido numerosas mujeres que usan una


plétora de adjetivos para describir mi boca, sin embargo, fea nunca
Página

fue uno de ellos.


—¿Por qué no encuentras a esas ―numerosas‖ mujeres y nos
dejas en paz, carajos? —me dijo.

—Te estaba dejando en paz cuando me amenazaste con los


cubiertos. Así que, una vez más, estás molesta por tus propias
acciones.

—Pequeño pedazo de mierda…

—¿Sigues amargada porque te llamé idiota por querer usurpar


a tu hermano? —dije en voz alta y feliz—. Recurrir a los insultos es
un poco mezquino, ¿No crees?

Agarró su tenedor tan fuerte que estaba seguro de que se


doblaría.

—Cierra. Tú. Boca —siseó a través de sus dientes.

—O qué…

Antes de que pudiera terminar de hablar ella bajó el tenedor


con fuerza justo al lado de mi brazo; incluso pude sentir la plata
rozando mi piel. —O no fallaré la próxima vez.

Temblaba, respirando por la nariz como un toro listo para


atropellarme. Al extender la mano, liberé mi suéter de su
ira. —¿Por qué te cuesta tanto oír la verdad…

—¿Por qué sigues hablándome como si te conociera? —me


dijo—. ¡Haces que parezca que estamos cerca pero no lo estamos!
Estoy segura de que nunca he estado tan jodidamente molesta de
143

conocer a alguien como hoy. ¡Así que dudo que nos hayamos
conocido antes!
Página
—Déjame entender, ¿Crees que la forma en que te hablo ahora
es la forma en que la gente que está cerca se habla entre
sí? —pregunté, genuinamente sorprendido por eso—. Cuanto más
hablamos, más me pregunto sobre su estabilidad mental.

Una vez más, levantó su tenedor, pero antes de que pudiera


apuñalarme, agarré el cuchillo, bloqueándolo, la plata chocando
entre sí.

—Es la tercera vez que me insultas hoy…

—Es una pena que no puedas leer mi mente. —Le guiñé un ojo,
y aun así tuve que poner fuerza detrás del cuchillo para mantenerla
a raya—. Sabrías cuánto preferiría no tener a una loca homicida
furiosa gritándome al oído, pero un acuerdo es un acuerdo.

Sus ojos eran como fuego verde líquido. Cuanto más miraba,
más calor sentía; era como mirar un volcán.

—¿Qué acuerdo? —preguntó Ethan y por un breve momento


olvidé que él, junto con el resto de la familia, seguía aquí.

Desactívala, me acordé. Esperaba no tener que llegar tan lejos,


para empezar con esta mentira, pero parecía que ninguno de ellos
me iba a dar el espacio que necesitaba. Muy bien entonces.

—La verbal que tus padres hicieron con los míos antes de que
todos murieran —mentí. No fue una mentira total pero estuvo
bastante cerca. Al mencionar a sus padres, pareció salir de su rabia,
retrocediendo lentamente mientras su hermano avanzaba con sus
preguntas.
144

—¿Y eso es?


Página

Mirándola directamente, dije una palabra —Matrimonio.


Wyatt se atragantó con el pan que estaba comiendo, tosiendo
tan fuerte que su cara se puso roja. El mayordomo se adelantó con
agua, pero Wyatt simplemente se volvió hacia
mí. —¿Matrimonio? ¿Qué matrimonio?

—Mi matrimonio con tu temperamental, impulsiva y gritona


hermana, Donatella Aviela Callahan.

Su rostro estaba vacío de cualquier emoción, incluso de ira.


Sólo sacudió la cabeza. —Está mintiendo.

—Si lo estuviera, ¿Por qué tu abuela se esforzaría por llamar y


asegurarse de que no sólo fuera bienvenido, sino también en la
habitación de al lado?

Se levantó, con sus manos en puño en los costados. —¿Quién


eres tú para casarte conmigo?

—Pregunta equivocada. —Empujé mi silla hacia atrás,


levantándome—. Deberías preguntarte por qué si… tus padres
tuvieron tres hijos, ¿Por qué sólo se molestaron en arreglar un
matrimonio para ti?

Ella se congeló; sus ojos verdes se abrieron de par en par


cuando miró a través de mí, no a mí.

—No lo sé. —Ella no respondió. Levantándose detrás de ella


como una bestia, Wyatt se quedó mirándome como si quisiera
destriparme vivo—. No lo sé. No me importa una mierda. Mis padres
están muertos. Su opinión y sus deseos son irrelevantes ahora. Sin
embargo, si estuvieran aquí, te despellejarían vivo por hablarle así a
145

mi hermana. Menos mal que estoy vivo y soy bueno con los cuchillos.
Página
—Despelleja entonces —le dije, lanzándole mi cuchillo que
cogió con facilidad—. Cuando termines, todavía estaré aquí. Tu
hermana seguirá aquí y también el acuerdo entre nosotros.

Ella se puso de pie, parada entre los dos pero de frente a mí.
No estaba tan furiosa como antes; ahora estaba tranquila,
demasiado tranquila dada la situación actual. —No hay ningún
acuerdo. Tengo veintiséis años. Elegiré con quién me casaré, no mis
padres. No mi abuela.

—Sí. —Le asentí, hablando con la misma calma—. ¿Cómo le


resultó eso al último hombre que escogiste?

Iinhaló por la nariz pero aun así se las arregló para mantener
la calma; —Rompamos el acuerdo para que puedas volver al infierno
de donde viniste ahora.

—Por mí está bien, siempre y cuando entiendas que eres tú


quien está rompiendo el acuerdo.

—Yo…

—Detente. —Ethan intervino, demostrando que era mucho más


inteligente de lo que creía—. ¿Qué pasa si ella rompe el acuerdo?

—¡No me importa lo que pase! —le respondió ella


bruscamente—. Es mi vida, ¿No…?

—Todos los acuerdos tienen algún tipo de garantía. Quiere que


rompas el acuerdo, Donatella. Lo que significa que cualquier cosa
que consiga que rompas, vale más que tenerte. Eres la única
hermana de la Ceann na Conairte, la hija de una ex gobernadora y
146

magnate de los negocios. Además, eres hermosa… ¿Qué hombre en


su sano juicio rechazaría eso sólo porque no le gusta tu
Página

temperamento? —cuestionó el Sr. Sabelotodo, haciendo que se


volvieran a mirarme como presa que no podían esperar para
destrozar.

Bravo Ethan.

—¿Y bien? —preguntó Wyatt, esperando mientras Dona hacía


lo posible por no gritar.

—Italia —respondí, mirando de ella a su hermano mientras se


sentaba cómodamente en la cabecera de la mesa—. Todas las rutas
de la droga en Italia; eso es lo que obtengo.

—Ja. —Ethan se rio conmocionado—. Mentira. Mi familia


nunca renunciaría a nuestro hogar…

—Así es como estaban seguros de que tu hermana terminaría


casándose conmigo —dije, quitándome las gafas y recogiendo mí
libro—. Pero, como ella dijo, es lo suficientemente mayor para decidir
con quién se casa, y apoyaré lo que elija. Gracias por la cena.

Sabía que no iba a llegar a la puerta. Esta familia no podía


dejar que nadie más tuviera la última palabra.

—¿Qué pasa si tú rompes el acuerdo?

Así que repetí lo que su hermano había dicho— Eres la única


hermana de la Ceann na Conairte, hija de una ex gobernadora y
magnate de los negocios. Además, eres hermosa… ¿Qué hombre en
su sano juicio rechazaría eso sólo porque no le gusta tu
temperamento?

La mirada en sus rostros era magnífica.


147
Página
En este lado del mundo los Callahan eran la familia más
poderosa, sin duda, pero eran extremadamente ignorantes si creían
que no había otras familias poderosas por ahí.

Abriendo el libro en mi mano, seguí leyendo desde donde me


había detenido… Beowulf era un clásico; “El dragón comenzó a
lanzar llamas y a quemar casas brillantes; había un brillo caliente que
asustaba a todo el mundo, ya que el vil alerón del cielo no dejaba
nada vivo a su paso”.

148
Página
DIEZ
“Vipera in veprecula est.
(Hay una víbora en el arbusto)”
~ Desconocido ~

ETHAN

—Estás llamando de nuevo tan pronto; me siento realmente


amada —dijo mi abuela por teléfono.

—No estoy seguro de que amor sea la palabra


correcta —respondí, observando a Dona que miraba fijamente el
teléfono en mi mano, con la cabeza moviéndose lentamente… no era
médico, pero el que si era médico y que estaba a su lado parecía
preocuparse de que entrara en shock.

—El amor es siempre la palabra correcta. —Se rio. Con la ceja


levantada, miré a Wyatt, que se inclinó hacia delante sonriendo.

—Nana, ¿Estás drogada? —preguntó.

—Como una maldita cometa —respondió ella.

—Lo sabía. Los hospitales tienen toda la mierda buena.

Wyatt se rio directamente de su respuesta y ella también. La


única que no se rio fue Dona. Estaba acostumbrado a que se riera y
a que fuera fría… pero esto no era ninguna de las dos cosas. Ella
sólo estaba entumecida, y odiaba ser testigo de eso.
149

—Abuela, este Gabriel aparentemente cree que nuestros padres


Página

arreglaron un matrimonio entre él y Donatella.


—Él cree que… —tuvo hipo—. Disculpa, pero es verdad.

—Veintiséis años viviendo contigo, dieciocho años con papá, y


ni una sola vez oí hablar de un matrimonio arreglado para nadie.

—¿Por qué alguien te lo diría? No tiene nada que ver contigo.

—Yo —susurró Donatella—. Se trata de mí, ¿Por qué nadie me


lo dijo?

La sonrisa en la cara de Wyatt cayó al oír lo herida que estaba.


Herir a Dona no era fácil, pero cuando se lograba, hacía que todos
los demás se lastimaran junto con ella.

—Si no quieres casarte con él, querida, entonces no te cases…

—Entonces, ¿Consigue las rutas en Italia? —le pregunté,


queriendo ver si realmente estaba diciendo la verdad.

—Oh, claro —dijo como si fuera una idea de último momento y


no nuestra herencia familiar. ¡La casa de mi madre, todo lo que
había construido con sus propias manos!—. Si Dona no quiere
casarse con él, entonces puede controlar el flujo de drogas de Italia.
Lo que significa que nada entra o sale con…

—¡Entiendo el significado! —le grité y Wyatt se estremeció,


sacudiendo la cabeza. Por qué me esforcé para traerlo de vuelta, no
puedo recordarlo en este momento.

—¿Acabas de levantarme la voz? —preguntó ella en voz baja.


150

Frotando un lado de mi cabeza, inhalé lentamente. —Nana, no


entiendo por qué mi madre o mi padre le prometen algo así a un
Página

extraño. Sería como si mi padre regalara Irlanda, no tiene sentido.


—No tiene sentido porque estás olvidando quién era tu madre…

—Nunca lo olvidaré —respondí sin dudarlo.

—Entonces sabes que tu madre se arriesgaría por una sola


razón…

—Sus hijos —respondió Wyatt, sin ser de ninguna ayuda—. Si


se tratara de todo el mundo o de nosotros, nos elegiría a nosotros.

—Exactamente. Ves, por eso eras su favorito.

Sonreía como una mascota esperando su recompensa. ¿Qué lo


convirtió en el favorito de nuestra madre? Aparentemente de
nosotros tres, Wyatt fue el único que dijo “mamá” primero y desde
entonces fue coronado su favorito. Así que ahora, debido a la gran
cabeza de Wyatt, el rencor de nuestra madre contra Dona y yo por
llamar a nuestro padre primero, se consolidó para toda la eternidad.
Nuestra madre había sido tan mezquina… como su hija.

—No. —Dona sacudió la cabeza, sentándose derecha. Sus ojos


se volvieron a centrar en nosotros—. Estoy segura de que Melody lo
arriesgaría todo por nosotros… pero sólo si fuera la última opción. Y
sólo si nuestras vidas estuvieran en juego… mi vida no está en juego,
así que ¿Por qué poner a todos en riesgo? Porque está segura de que
no perderá una maldita cosa… está segura de que estaré de acuerdo
con ello.

Se rio amargamente, sacudiendo la cabeza mientras miraba al


techo. —Incluso desde la tumba sigue intentando que haga las cosas
a su manera.
151

—Dona… cariño.
Página
—Nana, descansa un poco; te llamaré más tarde —dijo,
colgando mi teléfono y dejándolo en el escritorio. Se puso de pie.

—¿Qué vas a hacer? —le pregunté.

Agarrando el pomo de la puerta por un momento, colgó la


cabeza. —No… se me ocurrirá algo.

Así como así, se fue.

Iba a decir que no lo sabía. No sabe cómo luchar… necesitaba


ayuda pero no iba a pedirla… terca y llena de orgullo hasta el final.

—¿De verdad no lo sabías?

Miré a Wyatt que se inclinaba hacia adelante y ahora parecía


listo para dispararme, todo el humor se fue de su voz.

—¿Qué?

—¿Vendiste a nuestra hermana para no tener que preocuparte


por ella? —preguntó, rechinando los dientes, con los ojos furiosos—.
Entonces, ¿No tenías que preocuparte de que te traicionara?

—Ya has oído a la abuela…

—¡He visto y oído a la abuela mentir en tu nombre antes!


¿Cómo diablos sé que no fuiste tú quien trajo a Gabriel aquí? Le
dijiste lo que tenía que decir e hiciste que Nana respondiera por él.
Estoy seguro de que incluso convencerías al tío Neal y a Declan sólo
para que tu maldito plan se haga realidad.
152

Lo vi apretar los puños para evitar que temblara de rabia.


Página

—Es mi hermana…
—Por eso estoy seguro de que no la mataste. En su lugar,
elegiste a un idiota al azar para casarla.

En ese momento, quise pegarle. —¡Lárgate Wyatt!

—Juro por Dios, que si estás detrás de esto…

Me puse de pie, lo único que había entre nosotros era mi


escritorio. Y ni siquiera eso iba a ser suficiente para evitar que le
diera una paliza. Tranquilizándome, caminé alrededor del escritorio
para pararme frente a él. —Digamos que tienes razón, hermanito. No
lo estás, pero digamos que tienes razón y que voy a vender a nuestra
hermana. ¿Qué te hace pensar que tienes algún poder para
detenerme? Tu ejército es mi ejército. La última vez que lo comprobé,
la mayoría de ellos todavía piensan que no eres más que una perra
asustada que huyó de sus responsabilidades. Para ellos no eres más
que un pequeño playboy consentido, el pequeño príncipe que sólo
puede hablarme así porque somos sangre y yo lo permito.

Me acerqué para arreglarle la corbata y quitarle el polvo a los


hombros de su traje antes de añadir— Puedes jurar a cualquier Dios
que quieras, hermanito. Pero jurar no es nada sin poder, así que
mejor que te consigas el tuyo antes de cumplir tu mes.

Me miró fijamente, antes de coger mi muñeca y agarrarla con


fuerza. —Cuidado con lo que pides, hermano mayor. Tú lo sabes
mejor que yo; la fortuna, en esta familia, está del lado del segundo
hijo… y ya has estado una vez a las puertas de la muerte. Y esta
pequeña perra asustada te salvó la vida. Sabes esto, no quieres
enojarme, porque no necesito un ejército. Sólo necesito dar un paso
atrás y ver cómo recibes todas las balas. Entonces la gente sabrá que
153

estuve a tu sombra durante veintiséis años; no porque tuviera


miedo, sino porque disfruto del escudo… de ahí me levantaré como el
Página
abuelo. El segundo hijo. Su hermano mayor también gobernó
durante un tiempo… pero ¿Quién recuerda su nombre?

Como Dona, Wyatt tenía el talento de saber exactamente qué


decir para ponerme de los nervios.

—¿Vas a soltarme la muñeca o tendré que romperte la


mano? —le pregunté pacientemente. Lo hizo, dando un paso atrás y
dirigiéndose hacia las puertas. Justo cuando la abrió, le llamé una
vez más—. Bienvenido a casa, hermanito.

Me dio la espalda al salir, y cuando la puerta se cerró, volví a


sentarme en mi silla. Escuchando un pequeño clic detrás de mí
desde la puerta secreta de la librería, me di la vuelta para ver su
ceño fruncido cuando se acercó a mí.

—¿Espiando ahora? —Le pedí que se sentara en el borde de mi


escritorio—. Te lo habría dicho más tarde, Ivy.

—Lo sé —dijo, colocándose un mechón de su cabello rubio


detrás de la oreja—. Sólo pasaba por aquí.

Mi ceja se levantó a eso. ¿Simplemente pasaba caminando por


el pasaje secreto de la mansión? —¿Quieres que te dé tiempo a
pensar en una mentira mejor?

—No, sólo voy a cambiar de tema. —Trató de sonreír, pero el


ceño fruncido de su cara seguía ahí—. ¿Qué quiso decir Wyatt con
que ambos sabían que la fortuna favorece al segundo hijo?

—Mi abuelo y mi padre no debían ser Ceann na Conairte. Eran


los segundos hijos, lo que significa que tenían hermanos mayores
154

que se suponía que se encargarían. El hermano mayor de mi abuelo,


el padre del tío Declan, Killian, fue asesinado, así que el hermano de
Página

mi padre dio un paso atrás y permitió que mi padre se hiciera cargo.


—Por lo tanto, es una maldición…

—Dos difícilmente constituye una maldición —la interrumpí


rápidamente. Había oído más que unos pocos susurros sobre la
maldición de los Callahan y prefería no oírlos de ella—. Y aunque así
fuera, ¿No crees que estaría bien preparado para eso?

Puso los ojos en blanco. —Por supuesto… ¿Cuál es tu plan?


Quiero decir que lo trajiste de vuelta, así que obviamente no vas a
matarlo.

—Obviamente. —Habló de matar a Wyatt con tanta facilidad,


como si se le hubiera pasado por la cabeza.

—Así que… —presionó.

—Audentes fortuna iuvat y omnia vincit amor. —Esperó, molesta


por no poder entender—. La fortuna favorece a los audaces y el amor
lo conquista todo…

—No lo entiendo.

—No te preocupes, lo harás —dije, tomando su mano y


tirándola suavemente para que se sentara en mi regazo.

Me rozó suavemente el cabello hacia atrás; —Este tipo Gabriel,


¿Qué vas a hacer con él? Me sorprende que no lo hayas matado por
hablarte así.

Inhalando, puse mis manos en su cintura. —No puedo matarlo.


155

—¿Tú? El gran Ethan Callahan, ¿No puede matar a


alguien? —Jadeó, inclinándose para colocar besos en mi ceja y en un
Página

lado de mi cara—. Y yo que pensaba que eras muy poderoso.


—Lo soy —respondí. Verla así me hizo sonreír un poco.

—¿Pero?

Cerrando los ojos, disfruté de sus labios mientras me


acariciaba el cuello. —Pero también lo son las personas que me
crearon.

Se detuvo en sus acciones, tristemente, y la sentí sentarse. Abrí


los ojos para encontrarla mirándome. —¿No lo estás matando por
tus padres?

Asentí; —Me convertí en lo que soy observando a mis padres.


Siempre estaban tramando, construyendo los cimientos de planes
que llevaban meses, a veces años, en preparación. De todos los
hombres del mundo, eligieron a este Gabriel. Para que mi madre lo
hiciera, para que lo aceptara, y para que mi padre lo aceptara…
significa que sopesaron todas las opciones, y decidieron que era el
indicado.

—¿Era para qué?

Buena pregunta. —Conociendo a mi padre, querría que


Donatella fuera feliz y viviera lo más cómodamente posible. Algo que
podría hacer por su cuenta, pero sigo pensando que no habría
aceptado si Gabriel no tuviera riqueza propia. Pero mi madre…

—¿No querría que Dona fuera feliz? —Hizo pucheros—. No la


conocía personalmente, pero por su carta pude ver que los amaba
mucho a todos ustedes.
156

El amor de mi madre era diferente, sin embargo. —Mi


madre… —Hice una pausa, no estaba seguro de cómo explicarlo—.
Página

Su amor estaba en el futuro.


—¿Eh? —Hizo una de sus muchas caras hacia mí.

Volví a asentir, sintiendo un dolor amargo y sin querer hablar


de ello, pero obligándome a continuar. —Mi madre nos amaba más
allá de nuestro presente. A veces nos enfadábamos tanto con ella
mientras crecíamos, sin entender por qué nos presionaba tanto, y
entonces algo pasaba y podíamos manejarlo por cómo nos había
presionado. No siempre nos dio lo que queríamos, pero siempre nos
dio lo que necesitábamos… el problema es que nos lo dio antes de
que nos diéramos cuenta de que lo necesitábamos. Los tres tenemos
estos momentos… —Hice otra pausa, sin saber por qué me ardía
tanto la garganta. ¿Por qué hablar de mi madre me molesta así?

—Hemos tenido estos momentos en los que… es como si nos


diéramos cuenta de que podemos hacer o estamos haciendo algo
porque nuestra madre nos mostró cómo hacerlo, cuando éramos
más jóvenes. En aquel entonces, cuando no lo entendíamos, nos
peleábamos con ella, sobre todo Donatella… pensaba que mamá la
quería menos. Ahora, como adultos, vemos lo mucho que nuestra
madre nos quería, lo lejos que llegó por nosotros… pero es
demasiado tarde para darle las gracias. No podemos mostrarle que
estamos agradecidos.

Suspiré, sentándome y rozándome un lado de la nariz.


Concentrándome en ella mientras me miraba suavemente, sus
manos a los lados de mi cara. —Así que, para responder a tú
pregunta, ella eligió a Gabriel porque cree que es la mejor manera de
que Dona consiga lo que realmente quiere. Confío en mi madre. Por
eso no está muerto. Es por eso que voy a dar un paso atrás de esto y
dejar que se resuelva entre ellos. Le guste a Dona o no.
157

—No sé si eres un mal hermano pero eres un buen hijo… y un


mejor marido —susurró, y antes de que pudiera pensar sus labios
Página
estaban sobre los míos; y así como así todo en mí se relajó,
envolviéndola en mis brazos mientras gemía en mi boca…

Día a día, Ivy se estaba convirtiendo en mi mayor debilidad.

Me hizo preguntarme sobre Dona y Wyatt. Eran románticos de


corazón, y como yo, de quien se enamoraran sería su debilidad.
Aunque ninguno de ellos lo sabía todavía. ¿Cómo podrían?

Por mucho que desconfiara de este Gabriel, sabía que no quería


a Italia. La quería; ¿Por qué si no iba a intentar con tanta fuerza
presionarla, enfrentarla y desafiarla, hacer que sólo lo viera a él?

—Ah… —Me eché atrás cuando me lamió la parte de mi labio


que había mordido con fuerza.

Agarrando los lados de mi cara me obligó a mirarla; —Estás


pensando, y no en mí. ¡Detente!

—Sí, Sra. Callahan. —Sonreí, dándole toda mi atención.

158
Página
ONCE
“Los lobos deben ser alimentados y las ovejas
mantenidas a salvo”
~ Leo Tolstoi ~

DONATELLA

Tuve esa sensación de nuevo. Esa sensación de que algo


no estaba bien. Que me faltaban piezas importantes del
rompecabezas delante de mí. Gabriel había estado en nuestra
casa durante tres días y apenas había hablado conmigo o con
mi familia. Se fue durante el día. Ethan y yo teníamos gente
siguiéndolo; un hecho del que debía ser consciente, pero no
parecía que le molestara. Era el lugar al que iba lo que me
molestaba. Había ido al OC el primer día y se ofreció como
voluntario desde la mañana hasta el cierre. El personal dijo que
no había hecho ninguna llamada ni desaparecido durante ese
tiempo. Todos hablaban de lo amable y divertido que era, y de
cómo les gustaba a los ancianos. El segundo día fue al Hospital
Morning Glory y se ofreció como voluntario, leyendo cuentos de
hadas a los niños más pequeños, y luego jugando al Mahjong y
al Boggle con los ancianos. El tercer día fue el peor. Salió a
correr y luego se sentó en la hierba, apoyado en un árbol,
leyendo todo el día.

Nada de esto tenía ningún maldito sentido.


159

Si me quisiera, intentaría dejarlo claro.


Página
Si no me quería y solo quería a Italia, habría intentado
provocarme y obligarme a romper el acuerdo. Pero no estaba
haciendo ninguna de las dos cosas. Simplemente… no hacía
nada. Que un hombre entrara en nuestra casa, que tuviera el
respaldo de mi abuela y la palabra de mis padres, pero que no
hiciera nada, no tenía sentido. Por eso sabía que algo andaba
mal; no estaba segura de por dónde empezar a buscar.

—Señora, estamos aquí —me informó el conductor. Miré


hacia el restaurante a mi derecha, el nombre de Melody’s
Garden grabado en el cristal. El valet me abrió la puerta
rápidamente para que saliera.

—Bienvenida, Sra. Callahan —dijo el hombre con la cara


pecosa, señalándome hacia adelante mientras me quitaba las
gafas de sol.

Esto va a ser divertido, pensé sarcásticamente, caminando


a través de las puertas de madera mientras se abrían para mí.
Una vez dentro, como siempre, sentí como si me hubieran
transportado a Verona, una de las ciudades favoritas de mi
madre en Italia. Las paredes que conducían al comedor eran de
ladrillo importado de la propia ciudad. El final del salón era tan
brillante, que parecía como si estuvieras caminando hacia la luz
al final de la vida. Podía oír sus suaves voces mientras reían
tontamente, que se apagaban cuando llegaba a la luz del final.
Como siempre, me encontré incapaz de apartar la mirada de la
cúpula de cristal de arriba, donde todo lo que se veía era el
brillante cielo azul. En el centro del comedor había una fuente
de agua salada de estilo romano. Aparentemente, la estatua de
160

una mujer echando agua de una jarra debía parecerse a mi


madre… pero no podía verla. Alrededor del restaurante había
Página

arbustos perfectamente recortados y arreglados.


Inhalando, sonreí; —Buenos días, señoras.

—Buenos días, Donatella —lo dijeron todas, lo cual era


bastante gracioso. Sonaban como niñas de escuela y yo era su
profesora… no, no era gracioso, es gracioso por ellas. Todas
eran mucho mayores, mucho más importantes para el público,
al menos; una de ellas era la esposa del gobernador y otra la del
alcalde, e incluso tenían que venir a la reunión mensual de la
Fundación Callahan.

—Te ves hermosa, como siempre. —La esposa del


gobernador se me acercó primero, como siempre. Su cabello
castaño cortado hasta los hombros. Se acercó primero para
definir el orden de importancia de las otras damas y no la
detuve.

—Gracias, Brigitte… —Extendí la mano para tomarla


cuando me la ofreció, pero se detuvo… no, no sólo ella, sino que
todas miraron a mí alrededor.

Dando la vuelta, vi como Ivy entraba, con un vestido rosa


pálido ajustado y una chaqueta blanca que le colgaba de los
hombros. Su cabello rubio dorado sobre uno de sus hombros en
suaves olas, se puso su bolso beige bajo el brazo, se quitó las
gafas de sol y sonrió a las damas reunidas.

—Buenos días, señoras —dijo, y aunque nadie le


respondió, se dirigió con confianza hacia mí.
161

—¡Dona, te fuiste sin mí! Sé que odias llegar tarde, pero


sinceramente… estoy dolida. —Se rio, agarrándose a mi brazo.
Página

Yo la miré fijamente, sin saber qué decir. No… eso era una
mentira. Quería decirle que me dejara en paz antes de que la
pateara a la luna—. ¿Puedes hacerme un favor? —Tuvo el
descaro de pedirlo.

—¿Puedes decirles que retrocedan? —asintió a los


guardias que estaban detrás de ella… uno de ellos era el mismo
Greyson. Él asintió pero luego se centró en Ivy. Ella susurró—
Ethan es estricto en cuanto a asegurarse de que estoy
protegida. Sin embargo, tú no tiene guardias, así que
obviamente tampoco necesito uno.

No. Los necesitaba.

Los necesitaba para protegerla de mí.

—¡Ivy, bienvenida! —Nari vino a su rescate, abrazando


suavemente y besando sus mejillas—. Estoy tan contenta de
que hayas podido venir hoy. Pensamos que todavía estabas
descansando.

—¿Realmente necesito tanto descanso de mi luna


de miel? —Ivy se rio, dejándome ir y tomando la mano de
Nari—. En realidad, retiro lo dicho.

Algunas de las otras mujeres se rieron, y como si no me


viera, Brigitte se adelantó a Ivy ofreciéndole su mano.

—Sra. Callahan, estoy tan feliz de que finalmente nos


podamos conocer.
162

—Brigitte Orton. —Ivy tomó su mano y la estrechó—. He


oído hablar mucho de usted por Dona. Gracias por su donación
Página

del mes pasado; ¿Quién sabía que acabaríamos necesitándola y


mucho más para el hospital? ¿Cómo está su marido? Ethan
estaba diciendo que todos íbamos a cenar pronto.

—Sólo estaré de acuerdo si usted y Ethan nos permiten


alojarlos a ambos en la mansión del gobernador. —Brigitte
sonrió colocándose el cabello detrás de la oreja.

—Veré cuando Ethan tenga tiempo.

—Bueno, estoy dolida. —Fatimah Gupta, la esposa del


alcalde, se presentó—. ¿Dónde está mi invitación?

—Sra. Gupta, ¿Cómo está? —preguntó Ivy, ofreciendo su


mano. Una a una, siguió así, la multitud a su alrededor
creciendo y creciendo, empujándome más y más lejos. Sentí que
el nudo en mi garganta crecía.

¡Ethan! Iba a matarlo. Este lugar era mío. Él lo sabía.


Mamá me lo había dejado, y la abuela lo había cuidado hasta
que me hice cargo hace cuatro años. ¡Durante cuatro malditos
años había construido esto! ¿Por qué demonios me sentía
excluida? ¿Por qué diablos estaba ella aquí?

—Respira, Dona —susurró Helen, apareciendo de repente


a mi lado—. No puedes irte pero…

—¿Por qué me iba a ir? —Le respondí en voz baja—. Los


cimientos son míos.

Me apretó el brazo, sus ojos marrones penetrando en los


163

míos; —La Fundación Callahan pertenece a la siguiente Sra.


Callahan. Esa no eres tú, Dona; es Ivy. Ya lo sabes. Todo el
Página
mundo lo sabe. Así que actúa como si lo supieras y no te
enfades.

La miré incrédula y luego una pequeña y corta risa se


escapó de mis labios. Alcanzando su brazo, le quité las manos
de encima.

—No necesito que me digas cómo actuar o qué sentir.


Manejaré esto de la misma manera que he manejado todo lo
demás… a mi manera —le dije, girando y caminando hacia el
frente de la sala a la primera mesa que estaba ubicada al frente
como una mesa alta que nos permite ver a todos. Era la mesa
de las mujeres Callahan, así como para las esposas del
gobernador y del alcalde y cualquier otra esposa del gobierno y
de los negocios. Una especie de jerarquía. Tomé el micrófono,
tragándome mi rabia mientras les hablaba suavemente.

—Señoras, señoras, estoy segura de que les encantaría


almorzar o cenar con mi hermano e Ivy, pero por favor no
olvidemos por qué estamos aquí. La Fundación Callahan está
aquí para ayudar a esta ciudad y a nuestro gran estado; no es
simplemente nuestra hora del té. Ivy —la llamé y se volvió
ligeramente hacia mí. Le saqué una silla y le dije— Por favor,
siéntese para que podamos empezar.

—Por supuesto, perdóneme. —Se rio, caminando hacia la


mesa, pero no se sentó en la silla que le saqué. Se sentó en la
silla Chiavari de latón pulido y terciopelo rojo… la silla que una
vez fue de mi madre. Todas las sillas eran de terciopelo rojo
para estas reuniones. Sin embargo, esa silla, la de mi madre,
164

era ligeramente más grande. Se colocaba en la cabecera de la


mesa y tenía sus iniciales grabadas en el brazo.
Página
Quería darle una bofetada, pero en vez de eso fingía que no
me daba cuenta de dónde se sentaba. Miré a Helen y Nari. —Por
favor, vengan a sentarse.

Ambas sonrieron y asintieron moviéndose para sentarse en


las mesas, seguidas por Brigitte y Fátimah. Sólo una vez que
ellas y todos los demás se sentaron, dirigí mi atención a mi
querida y dulce cuñada.

—Ivy, todos están tan contentos de que estés aquí. Yo


especialmente. Durante los últimos cuatro años he dirigido la
Fundación Callahan esperando y sabiendo que algún día
pasaría las riendas. Estoy agradecida de que sea para alguien
como tú que realmente entiende entre todos nosotros, cómo
debe ser para el más desafortunado. Sufrir como tú has sufrido
durante siete largos años en Ricker Hill. Perder la capacidad de
recibir una educación, ser golpeado casi a diario, drogarse con
demasiada frecuencia, y sólo Dios y tú saben qué más te debe
haber pasado. Además, nacer en tal pobreza, sin madre, y
elevarse tan alto es una gran inspiración para mí y para todas
las mujeres de esta fundación. Confío en que mi madre se
sentirá orgullosa sabiendo que ahora estás a cargo de una de
sus organizaciones más queridas. —Dirigiéndome al resto de las
mujeres—. Señoras, como Jane Austen dijo una vez, ―El
matrimonio es, en efecto, un negocio de maniobras‖. A mi
cuñada, Ivy Callahan, nuestra nueva estratega maestra.
Escuchen bien, estoy segura de que tiene mucho que compartir.

Sonreí, dándole el micrófono. La mirada en sus ojos era de


ira. La conocía lo suficientemente bien como para saber que
165

sería capaz de manejar este trabajo, pero también conocía a


todos los demás lo suficiente como para saber que lo harían lo
Página

más difícil posible. Y lo que es más, cada palabra que acababa


de decir sería utilizada en el futuro como un arma contra ella.
Sus palabras no dolerían; lo que sí dolería era intentar ocupar
esa silla y no hacer el ridículo de sí misma, de Ethan y de toda
nuestra familia cada vez que se sentara allí. El peso de eso
dolería por un tiempo y ella se acostumbraría, pero por ahora…
sólo quería que se retorciera.

—Gracias, Dona —dijo suavemente, con la voz un poco


rajada—. Siempre tienes una gran habilidad con las palabras.
Me perdí la última reunión, pero oí que estábamos discutiendo
aumento de presupuesto…

—Sra. Callahan. —Brigitte, que realmente odiaba a


nuestra familia, habló como lo hacía a menudo porque era una
puta de atención—. En el último correo electrónico enviado
estábamos discutiendo la planificación de eventos para levantar
el ánimo de la ciudad después de ese horrible ataque.

—Oh —respondió Ivy, pensando por un momento—.


¿Alguien tiene alguna idea?

Me reí para mis adentros porque acababa de desatar un


infierno de lata de gusanos.

—Estaba pensando en una feria de la ciudad en el Parque


Donald. —Fátimah se sentó y dijo rápidamente— Sería perfecto
con el clima que hemos tenido…

—No siempre podemos tener estos eventos en Chicago.


Deberíamos pasar un poco de tiempo fuera de la ciudad…
166
Página
—Pero el bombardeo ocurrió dentro de la ciudad —dijo
otra mujer—. Por supuesto, primero tenemos que levantar el
ánimo de la ciudad.

—Sí, pero otras ciudades también han tenido años


difíciles…

—Hay una gran diferencia entre un año duro y un


bombardeo de la ciudad.

Una por una, todas comenzaron a hablar, todas tratando


de hacer oír sus voces, y sus ideas hechas con el apoyo de
Callahan para impulsarse. Eran como pirañas hambrientas que
morderían casi cualquier cosa, incluso las suyas propias para
conseguir más. Todas y cada una de ellas eran perras
codiciosas y hambrientas de poder. No les importaba una
mierda ayudar a nadie más que a sí mismas. Lo sabía porque
era como ellas… sólo que sabía cómo gobernar a la gente así y
mantenerlas a ellas y a su avaricia a raya. Había perfeccionado
esa habilidad toda mi vida e Ivy pensó que podía entrar aquí y
hacerse cargo. Seguramente había aprendido a luchar sucio en
la cárcel, pero cualquiera puede hacerlo. Una verdadera reina
sabía cómo luchar limpio, mantener el orden con gracia. Ivy era
hermosa, quizás inteligente, pero no tenía esa gracia.

Imagina sus reacciones cuando se daen cuenta de que ella


ni siquiera sabe la diferencia entre sus tenedores. Riéndome,
levanté mi copa con agua, llevándomelo a los labios y bebiendo
mientras todas se gritaban unas a otras.
167

—Es de la familia —me susurró Nari, como si me dijera


que hiciera algo.
Página
—Vino porque quería ocupar su lugar; déjala que lo ocupe
y mira lo bien que encaja —respondí, mirando a Ivy justo
cuando me miraba.

—Donatella, ¿Cuál es tu idea? Estoy segura de que tenías


algo en mente, con lo rápido que viniste aquí esta mañana —me
preguntó Ivy.

—¿Yo? —Dije sorprendida y frunciendo el ceño mientras


sacudía la cabeza—. Sólo estoy aquí por la comida. Deberías
probar los rollos de queso; están para morirse. —Sonreí,
saludando al camarero y ordenando sin prestarle atención a
ninguna de ellas.

Retuércete, Ivy, retuércete.

IVY

—¡Tu hermana es una perra! —Le grité, me quité los


tacones y los tiré a la esquina de mi armario—. ¡En realidad,
todas son unas zorras! ¡Me pusiste a cargo de una fundación de
perras! ¿Por qué?

Ethan suspiró, quitándose el reloj y poniéndolo en la


mesilla de noche; —Porque ese es tu papel como mi esposa.

—¡Ethan, no soy buena en esas cosas! Y Donatella lo sabe;


por eso me arrastró al frente y al centro y me dejó para tratar
con esas… ¡Arpías! —Estaba enojada. Nunca pensé que
extrañaría tanto la prisión. Al menos en la cárcel nadie endulzó
168

una mierda. Si la gente te odiaba, no escondían sus cuchillos.


Página

Venían por ti. Pero en esta organización, todo el mundo tenía


dos caras. Lo veía tan claramente, que sólo me hablaban y
sonreían porque era la Sra. Callahan, pero en realidad, sólo
querían algo para ellas mismas. Quería llamarlas por su
falsedad, pero eso sólo me haría parecer rara.

—No quiero hacer esto —le dije—. Soy una persona de


ciencias y matemáticas, Ethan. Si quieres que haga algo…
entonces… déjame ayudar con las drogas…

—¡Alto! —Dijo, volviéndose para mirarme a los ojos—. Ivy,


todos tenemos papeles. Puede que no te guste. Puede que no te
gusten esas mujeres. Mi madre también las odiaba. Pero
entendía lo que necesitas entender. Esas mujeres están casadas
con gente importante. Esas mujeres escuchan cosas
importantes, a veces sin darse cuenta. Así que cuando salen a
presumir, y te aseguro que lo harán, dejarán caer migajas de
pan sobre la gente y el poder que tienen. Tú estás ahí para ver
lo que cae. Estás ahí para asegurarte de que sepan que
nuestros ojos y nuestros bolsillos son infinitos. No tienen por
qué gustarte. Pero debes asegurarte de que te respeten y te
teman.

—¿Cómo, Ethan? ¿Cómo?

—¡No lo sé! ¡Es tu trabajo averiguarlo! —Gimió frotando un


lado de su cabeza—. Has conseguido tu venganza. No puedes
seguir siendo Ivy O’Davoren. Debes ser Ivy Callahan. Quién es
Ivy Callahan depende de ti, pero debes saber que también es un
reflejo de mí y de nuestra familia.
169

—¿Así que ahora me dices que tengo que cambiar? —No


quería cambiar. Y no iba a hacerlo.
Página
—No —dijo poniendo sus manos en mi rostro—. No quiero
que cambies. No te estoy diciendo que cambies. Te estoy
diciendo que vas a tener que hacer lo que todos hacemos en
esta familia, y es elegir una máscara para usar en el mundo y
sólo quitártela cuando estés conmigo.

Fue sólo cuando lo dijo que recordé cómo Dona succionó


su ira. Sabía que ir allí la enojaría, pero no noté nada malo en
ella… incluso parecía feliz. ¿Hace cuánto tiempo que se había
puesto la máscara?

—Bien —asentí—. No te enfades si lo estropeo. Todavía no


soy tan buena en esto como el resto de ustedes.

—No te preocupes, siempre limpiaré tu desastre. —Me


besó en la frente.

No me gustó cómo lo dijo, pero lo entendí y me hizo sentir


mejor. Frunciendo el ceño todavía, murmuré —Todavía quiero
jugar al darle al topo con las cabezas de esas mujeres.

—Tal vez algún día lo hagas.

—Sólo recuerda, todas esas mujeres, todo su poder…


puede ser reemplazado, solo por tu palabra. Háblales. Tú eres la
que tiene sus vidas en tu mano. No tienes que matarlas, pero
puedes apretar.

La próxima vez… en la próxima reunión les enseñaría a


todas.
170
Página
DONATELLA

—O’Phelan, quiero cualquier cosa que vaya con una copa


de rosado —dije mientras estaba sentada en el comedor vacío.
Ya había pasado la cena y había llegado a casa tan tarde por
una razón… para estar sola. Me recosté en mi asiento y me
relajé cuando de repente la puerta se abrió.

—Buenas noches, hermano mayor. ¿Cómo te ha ido el


día? —Sonreí, cruzando mis piernas en su silla en la cabecera
de la mesa.

—Bastante interesante, gracias a la lista de traidores que


pudiste conseguirme —dijo subiendo por el extremo opuesto de
la mesa.

—De nada, ¿Para qué están las hermanas? —Me encogí de


hombros, apoyando la barbilla en la palma de la
mano—. ¿Bajaste sólo para decirme eso?

—No —contestó, tomando uno de los cuchillos de la


mesa—. ¿Cómo fue tú día, hermanita?

—Algunos contratiempos aquí y allá, pero nada que no


pudiera manejar, por supuesto.

Asintió, girando el cuchillo en sus manos. —¿Uno de los


contratiempos fue mi esposa, y lo manejaste arrastrando su
pasado por el lodo?
171
Página
—No dije nada que no puedas leer en
Wikipedia —respondí, sentándome derecha mientras se
acercaba a mí—. ¿Por qué, esta lastimada?

—¿Te gustaría que se lastimara?

Me reí. —Me decepcionaría que se lastimara tan


fácilmente. Significaría que es débil y tú eres tan estúpido como
para casarte con una mujer débil, y tan arrogante como para
pensar que podría reemplazarme tan fácilmente.

—Dona —dijo mi nombre con los dientes apretados,


agarrando fuertemente el cuchillo en sus manos—. Ella es de la
familia; no te avergüences…

—¡ME AVERGONZASTE! —grité, golpeando mi puño en la


mesa y levantándome—. ¡Sin avisar, una vez más hermano
mayor, me pusiste a tu mujer en la cara! ¡Cuatro años he
dirigido esa fundación! La fundación de mamá. Cuatro putos
años de ser juez, jurado y verdugo; he sido yo quien te ha dicho
cuando necesitábamos un nuevo gobernador, que los jueces
podrían estar en deuda o tener una aventura. Yo que me senté y
escuché a esas mujeres quejarse y gemir sólo para que pudieras
sostener un hacha sobre todas ellas. Durante años hice eso por
ti, hermano mayor. ¡Y no tuviste la decencia de decirme que la
enviabas!

—¡Te lo dije! ¿Qué crees que significó la maldita


boda? —respondió—. ¡Ella es mi esposa!
172

—Por eso la dejó tomar el control hoy. —Una nueva voz


intervino.
Página
Mirando hacia la puerta lateral que daba a la cocina, vi
como Gabriel se acercaba; un plato en una mano y una botella
de rosado en la otra con una toalla sobre su hombro. Puso el
plato delante de mí y luego levantó la botella para verterla
mientras hablaba. —Ivy es tu esposa; tiene derecho a estar al
frente de la fundación. Tu hermana respetaba eso. Ella dio un
paso atrás, le permitió hacerse cargo y tu esposa tropezó. Eso
no es culpa de Dona. No importaba lo que Donatella dijera, Ivy
iba a tropezar porque es un bebé lobo abandonado en el bosque.
Si sus dientes no son lo suficientemente afilados, no es culpa de
Donatella. Si un niño se cae, no culpes al suelo; culpa al padre
que la puso allí, ¿No te parece?

Troné mi mandíbula a un lado; —Esto no es por ti. No


necesito que me apoyes…

—No te estaba respaldando —dijo, entregándome la copa


de vino—. Sólo estaba diciendo los hechos tal y como son,
sabiendo que tu hermano es un hombre razonable y verá la
verdad por sí mismo.

Ethan lo miró aburrido, antes de preguntar —¿Cuánto


tiempo piensa perder, Sr. Gabriel sin apellido?

—El tiempo que le lleve a su hermana casarse


conmigo. —Gabriel sonrió y por primera vez me di cuenta de
que tenía un hoyuelo en una de sus mejillas. Quitándose la
toalla del hombro, se limpió las manos.

—Podrías estar aquí hasta que venga el reino —murmuré.


173

—Está bien, sólo he aprendido dos de tus platos favoritos


Página

hoy, de todos modos. El chef Carluccio no es el profesor más


paciente que he tenido nunca —respondió, dirigiendo su mirada
hacia mí.

Miré la comida que tenía delante de mí y seguro que era


uno de mis platos favoritos. Salmón con salsa pesto de girasol y
eneldo, con un pequeño acompañamiento de aguacate y gambas
con gazpacho picante. Sentí que se me hacía agua la boca
involuntariamente.

—¿Te importa? —Le preguntó Gabriel a Ethan—. No ha


cenado todavía.

Con frialdad, Ethan me miró. —Desde que llegó Ivy, has


estado actuando de forma errática, espero que este loco que
pronto morirá no contribuya a eso.

—Hasta ahora eres tú quien me ha hecho actuar de forma


errática, haciéndome preguntarme si todavía eres mi hermano.
Haciéndome desear haber apretado el gatillo. Acabas de
conocerla, y ahora es mi culpa cuando me quedo en mi propia
casa. Si ibas a tratarme así, Ethan, no debiste fingir que te
importaba un carajo. Escoge a tu esposa, yo me escogeré a mí
misma. Eres tan inútil para mí ahora como padre lo fue para
todos nosotros en ese entonces.

Me miró fijamente y vi que sus ojos se abrían un poco.


Esperaba no haberme imaginado la herida en sus ojos,
esperaba haber apuñalado algo de mérito bajo esa armadura,
pero no estaba segura. Simplemente arrojó el cuchillo sobre la
mesa, dejando que golpeara el cristal antes de apuñalarme con
174

sus palabras. —Y tú, Donatella, sigues siendo esa niña egoísta


que no puede reconocer la realidad del mundo que la rodea.
Página
—Buenas noches, Ethan —le respondí, agarrando el
Gazpacho, llevándome una cucharada a la boca.

Ethan no dijo nada más antes de darse la vuelta y salir por


las puertas de donde había venido. Y quería relajarme, pero
miré para ver a Gabriel observándome mientras bebía una copa
del vino que había traído.

—¿Puedo ayudarte?

—¿Está bueno? —preguntó y asintió al cuenco que tenía


en la mano, esperando ansiosamente mi respuesta. Fue
entonces cuando recordé que era el que lo había hecho.

—¿Qué es esto? —le pregunté.

Frunció el ceño. —Aguacate y camarones…

—No. —Me reí entre dientes, sin querer—. ¿Por qué me


haces comida? ¿Es esto una estratagema para conseguir que
me gustes?

—Más o menos —admitió pero no parecía estar seguro—.


No pareces el tipo de mujer que iría a los brazos de cualquiera
para llorar o quejarse de sus problemas. Sólo los forzarías a
bajar y reprimirlos. La comida ayuda a que el dolor disminuya.

Hice una pausa, tragando la comida en mi boca.


Repasando sus palabras en mi mente, dije —¿Esta es tu
manera de consolarme?
175

Asintió. —No tienes que hablar de eso…


Página
—No tengo nada de qué hablar —respondí, tomando otro
bocado.

—Está bien —respondió, alcanzando detrás de él y me


puse tensa. Levantó la ceja y luego levantó el libro para que lo
viera—. Es sólo un libro.

—Por qué mis padres me habrían comprometido con un


nerd de los libros como tú, está todavía más allá de
mí. —Sacudí la cabeza.

—Dice la novelista —murmuró al pasar a una página de su


libro. Incliné la cabeza a un lado para ver lo que estaba leyendo,
rezando para que no fuera mi libro. Y afortunadamente no lo
era. Era Guerra y Paz de León Tolstoi.

No dijo nada más y yo tampoco.

Simplemente comí.

Y él simplemente leyó a mi lado.

Odié admitirlo, pero lo disfruté. Era como estar sola y no


estarlo al mismo tiempo… lo que significaba… que necesitaba
deshacerme de él.

Se estaba acercando demasiado y se sentía demasiado


cómodo conmigo.

Lo miré de reojo y me pregunté, ¿Cómo?


176
Página
DOCE
“Soy una persona amable, soy amable con todos,
pero si no eres amable conmigo, entonces la bondad
no es por lo que me recordará”
~ Al Capone ~

GABRIEL

La muerte tenía un olor.

No era el tipo de olor que atraía a los buitres.

Era el tipo que sólo ciertas personas vivas podían oler. Gente
que estuvo a punto de perder la vida demasiadas veces, que vivió al
borde de la puerta de la muerte. Yo era una de esas personas.
Cuando la muerte intentaba venir por mí, el aire a mí alrededor se
aquietaba, el vello de mis brazos se levantaba, y podía oler el olor del
melocotón y el vinagre, igual que anoche. Al principio todo parecía
estar bien. Pero luego me miró por el rabillo del ojo y supe… que la
muerte iba a tratar de llevarme de nuevo.

Tuve que aplaudirla.

La habilidad de invocar a la muerte era algo que todos los


hombres querían en secreto. Por eso los americanos estaban tan
apegados a su segunda enmienda. El derecho del pueblo a tener y
llevar armas, no debe ser infringido. Eran simplemente palabras
elocuentes para el puro salvajismo. No debería haberse llamado el
177

derecho a llevar armas; debería haberse llamado el derecho a llamar


a la muerte a tus enemigos. Por muy inocente que fuera una
Página

persona, por mucho bien que hiciera, había todavía una mancha
negra en su corazón; el lugar donde enjaularon su salvajismo,
desatándolo sobre aquellos que podían hacerle daño. Las armas lo
hacían fácil. Fácil dar el regalo de la muerte a aquellos con los que
uno se enfrentaba… tan fácil que podían desprenderse de lo viciosos
que eran. El simple hecho de apretar un gatillo y la muerte venia y se
iba.

No. No quería que me deprenderme.

No quería que la muerte viniera y se fuera con un solo dedo.

Todo mi cuerpo necesitaba ser empapado en él porque cuando


mis enemigos… o en este caso mi prometida, enviara la muerte tras
de mí… la muerte se unía a mi lado.

Hice espacio para eso.

Con decisión entré en el patio trasero, y seguí caminando por el


bosque, fingiendo leer el libro en mi mano. En los últimos cuatro
días, sabía que había hombres vigilándome, siguiéndome. Así que si
los hubiera enviado a matarme, lo harían ahora.

¿Por qué?

¿Por qué lo hacía?

En cierto modo, tenía sentido; estaba asustada. Nadie estaba


de su lado. No de la manera que ella quería. Todos la estaban
arrinconando, privándola de respeto y consideración. No era su
intención. No entendían, cuando naces con fuego en ti, cuando
querías levantarte pero la realidad te agobiaba. Como ser un pájaro
con las alas rotas mirando al cielo a través del cual se supone que
178

debes elevarte. La vista era enloquecedora. Comprendí su locura.


Porque yo también tenía la misma locura en mí. Por eso estaba aquí.
Página
Se me estaba acabando el tiempo.

Pero aun así sabía que tenía que ser paciente.

Lo que valía la pena tener, valía la pena esperar. Valía la pena


luchar y matar por eso.

Chasquido. Me detuve en medio del sendero, que estaba


cubierto de hojas aún verdes y briznas de hierba.

Cerrando el libro, miré hacia arriba para ver a seis de los


hombres rodeándome por todos lados con armas en sus manos.

Mirándolos a todos, hice una pregunta —¿Hacemos esto como


hombres o como perras?

Se miraron unos a otros antes de reírse; uno de ellos se levantó


más recto y dejó caer su arma a un lado.

La arrogancia era un pecado por una razón… e iban a aprender


eso hoy.

DONATELLA

Estaba a punto de tomar un bocado de mi tostada francesa


cuando de repente las puertas se abrieron de golpe y Helen jadeó.

—¡Oh Dios mío!

Mirando a través de la puerta, me estremecí al verlo. Su camisa


gris claro estaba cubierta de sangre y algunas incluso salpicaron su
cara. En su mano derecha había un par de manos desmembradas,
179

atadas con cordones de zapatos y chorreando sangre. Gabriel respiró


profundamente mientras caminaba alrededor de la mesa hacia mí.
Página

Wyatt se levantó pero Ethan le extendió una mano para que se


detuviera, con sus ojos verdes observándome. Sus ojos hacían una
pregunta clara ¿Qué hice?

Ignorándolos a todos, tomé un bocado de mi comida. El único


mordisco que obtendría, ya que Gabriel decidió dejar caer un par de
manos sobre mi plato como si fueran toppings. Empujó su cara
directamente al lado de la mía.

—Tengo tus regalos —dijo, acariciando un lado de mi rostro,


pero aparté mi cara.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando.


¿Pasó algo? —pregunté, volviéndome para mirarle a los ojos.

Sus ojos grises se movían de un lado a otro, haciendo parecer


que estaba leyendo mis ojos; —Si no fuiste tú, no puedo perdonar
esto. Pensaré que sólo pudo haber sido tu hermano mayor. ¿De qué
otra forma podrían seis hombres asaltarme en su propiedad? No
quiero pensar que es tu hermano mayor porque eso significa que
acaba de declararme la guerra al mismo tiempo que intenta evitar
una guerra en el sur, evitar que mates a su mujer, así como evitar
que los irlandeses y los italianos se peleen una vez más.

Se puso de pie más recto. —Debes disfrutar mucho de los


malabares, Ethan.

La ceja de Ethan se movió un poco y me miró fijamente antes


de mirar a Gabriel. —No estoy seguro de lo que te ha pasado Gabriel,
sin embargo, una vez que lo averigüe, sufrirán las consecuencias.
Eres un invitado aquí, bajo la palabra de protección de nuestra
familia. Cualquiera que me respete nunca haría una cosa tan
estúpida.
180

La segunda parte de sus palabras estaban obviamente


Página

dirigidas a mí. Buscando mi agua, bebí, sin mirar a ninguno de ellos.


—No es necesario, no son capaces de sufrir ahora de todos
modos —respondió Gabriel, sacando las manos de mi plato y
lanzándoselas a uno de los guardias que estaban a un
lado—. Mis disculpas, Donatella. Parece que te he acusado
falsamente.

—Disculpa aceptada. —Sonreí, poniéndome de pie—. Pero he


perdido el apetito; por favor, discúlpeme.

Al rodearlo, salí rápidamente. Presione mi mandíbula


furiosamente, camine hacia las escaleras para entrar en el ascensor.
Pero en lugar de subir a mi habitación bajé, necesitando escanear mi
palma y mi ojo antes de que las puertas se abrieran. Cuando lo
hicieron, vi a la docena de hombres que debían estar vigilando las
malditas cámaras de seguridad.

—¿QUÉ MIERDA HA PASADO? —les grité.

—Señora…

—¡No hables! Muéstrame la maldita transmisión —les dije,


marchando hacia la pantalla. Podía oír los dedos escribiendo en los
teclados antes de ver a Gabriel en la pantalla con una camisa de
cuello en V y jeans.

Vi como caminaba por el sendero antes de detenerse de repente


para cerrar su libro y mirar hacia arriba. Los hombres estaban
entonces a su alrededor. Sin embargo, dijo algo y en lugar de
disparar, uno de ellos dejó caer su arma para enfrentarlo… el idiota
sólo terminó siendo arrojado y volteado sobre su espalda; Gabriel
retorció los dos brazos de su asaltante a su espalda hasta que se
181

rompieron y cayeron sin vida sobre la tierra.


Página
Después de que el segundo asaltante se enfrentó a él, todos
cargaron, y vi como Gabriel usó a un hombre como escudo para
recibir balas antes de usar a otro hombre como arma para matar a
ambos. Le rompió el cuello al resto. Cuando terminó y sus atacantes
yacían rotos como juguetes desechados, Gabriel miró directamente a
la cámara, metió la mano en su bota y sacó un cuchillo. Luego se
inclinó sobre una rodilla como un cazador con su premio, y comenzó
a cortar.
—¿Es así como son entrenados? —Pregunté en voz baja,
poniéndome más recta—. Se les dio una orden y, ¿En lugar de hacer
lo que se les pidió, se dejaron provocar en una pelea y perdieron?

—Señora…

—¡TENGO QUE HACER TODO YO MISMA! —grité, dándome la


vuelta sobre ellos. Inhalando lentamente, asentí—. Perdóneme. Me
equivoqué al pensar que podía contar con todos ustedes.

Me reí amargamente y ellos tuvieron el descaro de colgar sus


cabezas. Las puertas del ascensor se abrieron para que Ethan, en
toda su gloria, saliera. Pero no dejé de hablar. —Olvidé que no son
mis hombres sino los de mi hermano. Así que mis órdenes pueden
ser manejadas descuidadamente de esta manera. Mi futuro puede
ser dejado de lado y pateado para que todos puedan comparar el
tamaño de sus pollas y proteger su inútil orgullo. Un hombre puede
entrar aquí y exigir que me case con él y tú… —Me reí. Sacudí la
cabeza—. Y todos ustedes pueden mirar hacia otro lado. Bien. Sigan
mirando hacia abajo… —dije mientras miraba directamente a mi
hermano y el me miraba de regreso—. Cuando me miren de nuevo,
podría quemar este lugar y arrastrarlos al infierno conmigo.

Ethan no me detuvo mientras caminaba hacia la puerta,


182

demostrando que era tan inteligente como todos pensaban. En este


estado, seguro que esta vez habría intentado matarlo.
Página
ETHAN

Miré la transmisión y pregunté —¿Cuáles fueron sus órdenes?

—Matarlo y hacer que parezca un suicidio —respondió uno de


ellos.

—¿Quién eligió a estos hombres? —pregunté, todavía estaba


mirando.

—Yo lo hice, señor. —Boyle, que había estado trabajando como


guardia de la casa durante casi seis años, dio un paso adelante.
Cabello con un corte estándar exmilitar.

—Sigue las órdenes de mi hermana.

—¿Matarlo esta noche, señor?

Aparté la vista de la pantalla y lo miré. —A él no. A ti.

—Señor…

—Un error de esta magnitud debe ser compensado de alguna


manera —respondí, girando completamente hacia él y señalando la
pantalla—. Están todos muertos, así que no pueden pagar por eso.
Tú los elegiste así que te toca pagar. Mi hermana quería muerte por
suicidio… le darás lo que quiere. Al hacerlo, recordarán al resto de
estos hombres que la próxima vez que se les dé una orden y no la
cumplan porque hayan decidido asumirla, como dijo mi hermana,
para comparar el tamaño de las pollas y proteger su orgullo, todos
recordarán que también están jugando con sus propias vidas.
183

—Señor…
Página
—Boyle, puedes morir a tu manera o a la mía. Créeme, tu
manera es más amable —le dije, dándole la espalda y moviéndome al
ascensor—. Bebe lejía si debes hacerlo, no me importa, pero será
mejor que estés muerto cuando vuelva a registrarte.

Al entrar, el silencio era pesado. Estoy seguro de que a todos


los hombres les gustaba Boyle, pero no estaban aquí para hacer
amigos o para ocuparse de las situaciones a su antojo. Se suponía
que eran robots; cuando se les daban órdenes, debían ser
completadas como se les había ordenado. Si no… estaban rotos y
necesitaba conseguir otros nuevos.

—Oh, Dona. —Exhalé cuando las puertas se cerraron.

Pensé que el tic-tac se detendría, que la bomba que llevaba


dentro había sido al menos parcialmente desactivada… pero
aparentemente sólo se había acelerado.

Ella realmente tenía el poder de hacer que todo esto se


derrumbara y ya no podía ser jodidamente racional por culpa de
Gabriel. Él la llevaría a destruirnos a todos o quizás… con suerte…
redirigiría la explosión a otro lugar.

No me gustaba ninguna de las dos opciones.

Dejaba mis opciones a un hombre del que no sabía nada.

Si ella lo hubiera matado… podría haber sido lo mejor.

Al menos mis manos estarían limpias de eso.

GABRIEL
184

Podría haberme dado una ducha más larga, pensé mientras


Página

estaba sentado en el sofá del borde esperando, girando el cuchillo en


mis manos lentamente mientras miraba el techo… encontrando un
poco raro que hubiera un ventilador de techo en cualquier
habitación de una mansión tan moderna como esta. Todo lo demás
era automático; incluso las cortinas se cerraban solas por la noche si
las programabas.

—Nunca pensé que necesitaría una cerradura para mi


habitación. —Escuché su voz cuando entró.
Mirándola, sonreí. Era hermosa de una manera peligrosa,
mirándome con esos temibles ojos verdes. —No deberías haberte
molestado tanto. No eres la primera mujer que no logra matarme.

—Así que, esto te pasa a menudo.

—Es una tragedia realmente. Siendo tan guapo como soy y aun
así rodeado de mujeres que prefieren el poder.

—¿Poder? —respondió—. Hablas como si fueras mejor que


tener poder. ¿Qué puedes hacer que mi poder no pueda?

—¿Puedo mantenerte caliente por la noche?

—Soy rica. Puedo permitirme una manta hecha con piel de


osos polares para mantenerme caliente.

—¿Conversación ingeniosa?

—Las voces en mi cabeza me proporcionan más que suficiente


de eso —respondió y me reí de eso. Era divertida… buena. Podría
contar con ese humor en el futuro.

La forma en que me miraba me hacía temblar la columna


185

vertebral. ¿Cómo podría un hombre no querer domar a una belleza


tan temible? ¿Tener a esta… mujer, ese fuego a su lado?
Página
—Deja de pelear conmigo, Donatella, y tú…

—¿No lo ves? —Me sonrió mientras hablaba—. Todo lo que


conozco es la lucha, Gabriel. Y es una pena, porque si no estuvieras
aquí tratando de forzar mi mano, te encontraría realmente atractivo.
Me excitaría lo bien que peleas. Y lo intrépido que eres. Pero estás
aquí intentando forzar mi mano, así que lucharé contigo hasta que
me des una razón para no hacerlo. Lucharé contigo de todas las
maneras que sé y con todo lo que tengo. Porque no estás siendo
honesto conmigo. Estás ocultando algo muy grande… no, no lo estás
ocultando… estás esperando. Como un lobo bajo la cobertura de la
oscuridad, te siento observando y esperando para atacarme.

Quería tocarla. Era como si fuera fuego que me acercaba a su


brillo, pero no podía llegar muy lejos antes de que me quemara.

—Tienes razón —susurré en el espacio entre nosotros—. Pero


no espero golpearte sólo a ti; vengo por todos —respondí, levantando
su barbilla y besando sus labios con fuerza, sólo para ser abofeteado
en la cara con tal fuerza que mi labio se cortó con mi diente.
Lamiendo la esquina de mi boca, dije la verdad— El beso valió la
pena.

—Vete a la mierda.

—Quiero que me des una hora y una fecha —respondí.

Respiraba con dificultad y por un rápido segundo, al final hubo


lujuria en ella, pero la había empujado hacia abajo y agarrado la
manija de su puerta para abrirla. —No tientes más a tu suerte esta
noche.
186

—No fue suerte lo que tuve esta noche, sino habilidad —dije,
caminando hacia el borde de su puerta—. ¿Alguna vez has visto a un
Página

perro-lobo morir?
Se estremeció, todo su cuerpo se congeló, sus ojos se abrieron
de par en par mientras me miraba. Seguí como si no me hubiera
dado cuenta.

—En esos momentos finales, el dolor se vuelve tan fuerte, que


la parte de perro muere, y todo lo que queda es el lobo herido. El
lobo sabe que debe luchar hasta su último aliento. No le importa
quién o qué, incluso podría ser otro perro-lobo, su propio cachorro, y
aun así los arañará, morderá y los despedazará. No más amigos ni
enemigos… está ciego a todo lo demás excepto a su propia
supervivencia… me recuerdas a un perro-lobo moribundo, Donatella.
Y es una vergüenza porque no tienes que morir.

Salí de la habitación, pero ella siguió de pie en la puerta; sin


pestañear y mirando fijamente el espacio en el que una vez estuve.
Paralizada.

—Espero con ansias la batalla de mañana. Si todo va según lo


planeado, podré explicar qué es lo que estoy esperando.

Cerró la puerta de un portazo.

Hasta mañana entonces.

DONATELLA

Sentada frente al espejo, no podía sacarme las palabras de


Gabriel de los oídos. No dejaban de repetirse en un bucle en mi
mente.

Me recuerdas a un perro-lobo moribundo, Donatella.


187

Me recuerdas a un perro-lobo moribundo, Donatella.


Página
Un… perro-lobo moribundo, Donatella…

—No me estoy muriendo —le dije a mi reflejo. Levantándome


sentí el ardor en mi garganta… sin saber de dónde venía el dolor.

—No me estoy muriendo.

188
Página
TRECE
“El Diablo es real y no es un hombrecito rojo con
cuernos y cola. Puede ser hermoso porque es un ángel
caído y solía ser el favorito de Dios”
~ Leah (American Horror Story) ~

DONNATELLA

Él era el Diablo.

Y esto era el Karma.

Había matado a Tobías y ahora tenía… a Satán. Ahora estaba


segura de su identidad. ¿De qué otra manera podría un hombre
entrar en esta familia y hacer un desastre tan rápido? Causaba caos
y destrucción cada vez que abría la boca. Lo que era peor, todavía no
estaba segura de cómo escapar de esto… y como siempre, parecía
que me habían dejado sola para lidiar con las secuelas de la mierda
de otro.

Satanás había decidido casarse conmigo.

Por supuesto, este era el tipo de vida que tenía.

Realmente soy una tragedia griega en ciernes.

—¿Debo sacarme los ojos? —me susurré suavemente a mí


misma mientras flotaba en el agua de la piscina.
189

Y Satanás respondió —Ya que estás en el agua, ¿Por qué no te


Página

quedas con Shakespeare y te ahogas?


Abriendo los ojos y colocándome de pie, miré hacia donde él
estaba ahora sentado; en mi silla blanca de piscina, bebiendo mi
batido, mientras volvía a leer el mismo libro del almuerzo.

—Y tú estás aquí, ¿Por qué?

—¿Aquí en esta casa? O, ¿Aquí en la piscina? —me preguntó,


sin molestarse en mirarme… aunque estaba medio desnuda en el
agua… eso era nuevo.

—La piscina —dije nadando hasta el borde y levantándome del


agua.

—¿No puede un hombre visitar a su prometida mientras


nada? —preguntó.

La palabra ―prometida‖ de sus labios era peor que mil uñas en


mil pizarras. ¡Quiere pelear, Dona! Lo recordé y me pregunté si la sal
no lo alejaría, entonces tal vez el azúcar lo haría.

—Tienes toda la razón —le dije dulcemente, acercándome a él y


al tono de mi voz hizo una mueca antes de mirar hacia arriba. En el
momento en que lo hizo, no pudo apartar la vista; sus ojos siguieron
las gotas de agua mientras se deslizaban por el espacio entre mis
pechos y pasaban por mi estómago, sin detenerse hasta que
desaparecieron en la cintura de mi bikini negros. Me acerqué, me
senté a su lado en mi silla y me incliné hacia delante mientras me
peinaba el cabello a un lado. —Perdóname cariño por ser tan dura.
¿Puedes pasarme una toalla?

—Eres libre de conseguirla tú misma, mi amor —me contestó


190

con la misma amabilidad, apartándose a un lado para que tomara la


toalla que estaba justo al lado de su cintura—. Tus pobres pezones
Página

parecen balas.
Apretando los dientes, me acerqué con cuidado para tomar la
toalla, sin que mis ojos se apartaran nunca de los suyos y sus ojos
grises nunca se apartaran de los míos. Parecía completamente
divertido. Cuanto más tiempo miraba, más me molestaba. Incluso
pensé en estrangularlo con la maldita toalla, pero me resistí y me la
envolví.

—¿Gabriel?

—¿Sí, Donatella? —asintió, cerrando su libro.

—Soy una persona muy razonable, parece que tú también eres


capaz de ser razonable…

—Aunque no lo soy —dijo, sentado—. Soy iracundo, exigente y


vengativo. Sólo soy razonable cuando se trata de cosas que me
benefician. Entonces, Donatella, ¿Para qué necesitas mi razón?

¡Pégale! ¡Golpea su insolente trasero hasta el próximo siglo! No


sólo me interrumpió este idiota, sino que tuvo el valor de desafiarme
incluso cuando yo intentaba ser amable.

Inhalando, seguí como si no hubiera dicho nada. —Mis


hermanos nunca te dejarán tomar Italia.

—Supongo que entonces nos casaremos.

Mi puño se apretó tan fuerte que pude sentir mis uñas


clavándose en la palma de mi mano, pero sonreí. —Tal vez no lo
hayas notado, pero soy temperamental, propensa a la violencia y
hostil a la autoridad… dudo que quieras una esposa así.
191

Se rio, asintiendo antes de decir —Estoy seguro de que


Página

cambiarás; después de todo, mira lo dulce que eres ahora, querida.


—O podrías encontrar otra esposa.

Se sentó y me agarró la barbilla. —Podría, pero dudo que


viniera con la misma actitud temible, y con un culo redondo y
abofeteable, así que elige una fecha y un vestido bonito.

Me rechazó y se levantó.

En ese momento, perdí toda mi paciencia. Me quité la toalla


para balancearla en su cabeza, pero la esquivó y se agarró a ella,
tirando de mí. Como represalia, le di una patada en el pecho y
tropezó, resbalando sólo un poco antes de recuperar el equilibrio.

—Intenté ser amable…

—¿Estabas siendo amable? —Se rio, lanzando su libro sobre la


silla de la piscina—. Pensé que estabas estreñida…

Mi puño golpeó su mandíbula y causó que su cabeza se


torciera a un lado por un segundo.

—Lo siento, ¿Estabas diciendo? —le dije mientras levantaba el


puño.

Se lamió el labio, igual que anoche, y me miró fijamente, sin


decir una palabra. Antes de saber lo que planeaba, se agachó y tiró
de la toalla, no me di cuenta que estaba parada encima,
mandándome al suelo… duro.

—¡Joder! —grité mientras me agarraba del tobillo y me


arrastraba hasta que sentí que mi cuerpo golpeaba el agua. Las
192

burbujas y el agua se elevaban a mí alrededor, abrí los ojos e intenté


nadar pero antes de que pudiera, mi espalda golpeó contra la pared
Página

de la piscina y su mano se enredó en mi cuello. Mis ojos se abrieron


de par en par mientras lo miraba fijamente y me fijó tranquilamente
bajo el agua contra la pared.

¡Suéltame! Mentalmente le grité, tratando de apartar sus


brazos. Pero no se movió y cuanto más luchaba, más mi visión
comenzó a hacer un túnel… olvidando estúpidamente que cuanta
más energía usaba, más difícil me resultaba contener la respiración.
Así que traté de calmarme, pero ya era demasiado tarde, mis
pulmones ya estaban ardiendo porque no había respirado cuando
me arrojó. Levanté la mano, le agarré la muñeca y le clavé las uñas
tan fuerte como pude, pero me miró fijamente sin emoción… con
frialdad, sin importarle que le sacara sangre.

Hubo una sensación que no había sentido en mucho tiempo…


miedo. Se arrastró sobre mí mientras el dolor en mis pulmones
empeoraba aún más.

Dona, yo te hice, y te hice fuerte, hermosa e intrépida. La voz de


mi madre llegó al fondo de mi mente.

Y luego la voz de mi padre, pude regalar todo lo que poseía,


Dona, y aun así, no se acercaba a igualarte. Tú vales el mundo,
princesa.

En ese momento, pude concentrarme en él, en el hombre que


estaba delante de mí, y le solté la muñeca, sonriéndole sinceramente
antes de abrir la boca e inhalar… y una fracción de segundo antes de
que todo se oscureciera, vi la conmoción y el pánico que se apoderó
de sus ojos, obligándole a dejarme ir.

Gané. Pensé felizmente.


193
Página
GABRIEL

¡Estaba loca!

¡Completamente loca!

—Vamos. —Le presione la nariz antes de respirar en su boca y


poner mis manos sobre su pecho—. ¿Prefieres morir? ¿Es eso lo que
estás diciendo? ¡VAMOS!

—¡¿QUÉ CARAJO ESTÁS HACIENDO?!

¡BANG!

Eso fue todo lo que escuché. Sentí como si mi brazo estuviera


en llamas, y estaba de espaldas junto a la piscina, la parte de atrás
de mi cabeza golpeando el suelo tan fuerte que mis oídos empezaron
a sonar. Cuando los abrí de nuevo, era nada menos que el hermano
mayor parado sobre mí, con rabia en sus ojos, un arma humeando
en su mano.

¿Me disparó, joder? Pensé, y obtuve mi respuesta cuando


intenté sentarme y él me pisó el hombro. No, la bala sólo había
rozado mi brazo pero aun así me dolía como una maldita perra.

—¡Ugh! —Me mordí los dientes cuando pisó más fuerte.

—Te di el beneficio de la duda por el bien de mi abuela —habló


por encima de mí—. Pero parece que fue un error de mi parte.

Aparentemente no había forma de salvarme de esto, así que


194

traté de ignorar el dolor y lo miré con calma.


Página

—¿Está bien? —le pregunté.


Retiró el martillo del arma; —¿Qué derecho tienes a preguntar?

—Es mi prometida.

—¿Y cuándo se ha vuelto aceptable intentar matar a la persona


con la que estás comprometido?

—¿No disparó tu madre a tu padre cuando estaban


comprometidos? —pregunté, más que listo para que él se bajara de
mi hombro.

—Ethan. —Escuché su voz llamándolo y sólo entonces tomé un


respiro de alivio. La voz era débil, pero era ella.

Se apartó de mí y se agarró a mi hombro. La sangre ahora


cubría todo el lado izquierdo de mí cuando me senté. No era sólo
Ethan; Wyatt estaba inclinado delante de Dona y comprobando su
pulso. Helen, su prima, envolviéndola con una toalla, e Ivy, de pie
junto a la puerta. Y lo más notable, al menos doce guardias ahora en
la piscina.

—Yo no me movería si fuera tú. —Que sean trece guardias,


pensé, sintiendo el arma en la parte de atrás de mi cabeza.

Bueno, esto es un maldito desastre, ¿No?

Ethan la ayudó a levantarse, pero sus piernas se tambaleaban


y ella trató de empujarlo. Había algo raro en eso… sin embargo
Ethan la sujeto fuertemente, levantándola. Wyatt se puso de pie en
su lugar por un momento antes de mirarme, y estaba seguro de
cualquier otra cosa en este mundo, estaba pensando en una manera
195

de deshacerse de mí.
Página
—Enciérralo en su habitación —dijo Ethan mientras todos se
marchaban.

Todos estaban mirando hacia adelante, menos ella. Donatella,


mirando por encima del hombro de Ethan, me sonrió brillantemente
y me guiñó un ojo… y en el momento en que Ivy la miró, la expresión
de Dona cambió a dolor… la bruja.

No estaba tratando de morir. ¡Estaba intentando asegurarse de


que yo lo hiciera! En el fondo de mi mente podía verla riéndose como
la pequeña loca que era…

Esto no ha terminado, mi amor.

—¡Levántate! —Me gritaron, poniéndome de pie.

—Suave, me magullo fácilmente —bromeé. Aparentemente, no les


pareció gracioso… y lo que sea con lo que me golpearon luego hizo
que todo se oscureciera.

—Mierda —siseé cuando me desperté. No estaba seguro de qué


me dolía más, la cabeza o el brazo. Cuando alcancé a tocar mi brazo,
sentí las vendas envueltas alrededor y estaba agradecido de que al
menos tuvieran el sentido común de no dejarme sangrar en el suelo.

—¿Estás despierto, cariño? —preguntó la loca en voz baja, y


cuando abrí los ojos, me di cuenta de que no estaba en mi cama,
sino en el suelo. Me di la vuelta y la vi sentada en el sillón de época
junto a la ventana. Estaba utilizando un corto vestido azul marino,
196

con sus tonificados muslos debajo de ella mientras comía felizmente


su helado de vainilla de un cuenco de cristal. Sonrió, con la pequeña
Página
cuchara en sus labios—. Deberías volver a dormir, estás mucho más
seguro así.

—Sabías que tus hermanos te salvarían, por eso inhalaste el


agua —gemí, sentándome—. Pero por un breve momento te
asustaste, ¿No?

—Soy una Callahan, no…

—Mentira —la interrumpí—. Por un breve momento, pensaste


que te iba a matar, y te asustaste.

Sus ojos verdes se estrecharon sobre mí mientras lamia su


cuchara, lo que me dejó excitado y molesto. —¿Valió la pena ese
breve momento para encadenarte a un poste de cama?

—¿Encadenado? —pregunté, mirando a mi alrededor. Por


supuesto, como un maldito prisionero, esta gente me tenía
encadenado a un poste. La busqué y luego la miré. —¿A qué prisión
de los 90 le robaron esto?

—¿Esa es tu respuesta? ¿Crees que estás en posición de ser


ingenioso?

Asentí, apoyándome en la cama. —Si todos ustedes fueran a


matarme; ya estaría muerto. Pero viendo que han tratado mis
heridas y me han dado al menos algún tipo de droga, no voy a morir.

—No te apresures a asumir… a mis dos hermanos les gusta la


tortura —me recordó.

—A mí también, y aunque quieras mantener vivo a tu


197

prisionero, no lo cuidas tan bien. Así que, mi amor, inténtalo de


nuevo. —Le guiñé un ojo. Su mandíbula se tronó de lado, y puso su
Página
helado a un lado. Levantándose del sillón, con los pies descalzos
sobre el suelo de madera, se acercó a mí y se arrodilló delante.

—Cuidado… podría intentar matarte de nuevo. Llevas aquí


menos de una semana y en ese tiempo te han disparado, golpeado,
acosado y amenazado… y aun así no pareces preocuparte en lo más
mínimo por tu vida. O estás loco o lo que sea que tu familia usó para
que mis padres aceptaran nuestro matrimonio es mucho más
importante de lo que pensé.

Me incliné hacia adelante y susurré —Ambas cosas.

Ahora estaba tranquila, más de lo que nunca la había visto, y


no estaba seguro de si era porque planeaba apuñalarme hasta la
muerte con una cuchara o porque realmente intentaba pensar.

—¿Quién eres? —presionó—. Más importante aún, ¿A qué


familia de la mafia estás vinculado también?

—¿Estás preguntando tú o tu hermano?

Se inclinó hacia mi cara y me dijo —Ambos.

—Y yo que pensaba que estabas tratando de expulsar a tus


hermanos. Primero los usas para llegar a mí, y ahora estás aquí
tratando de conseguir información para ellos.

No se acobardó, sólo me miró fijamente como un lobo. Sus ojos


eran hipnotizantes, no quería mirar hacia otro lado.

Son las drogas, traté de mentirme a mí mismo.


198

—Uso a mucha gente —habló finalmente de nuevo—. Usar a la


gente no te hace débil, no significa que no pueda luchar por mi
Página

cuenta; significa que soy tan fuerte que no necesito hacerlo. La razón
por la que quiero quitarles el poder a mis hermanos es porque ya
tengo el poder. Ethan y Wyatt, no importa lo que digan o hagan, me
cubrirán las espaldas. Lo sé.

—Parece que intentas convencerte a ti misma, por eso sigues


peleando con tus hermanos tan abiertamente. —Me eché atrás.

—Quiero que todo el mundo lo sepa. Quiero llevar esa corona


públicamente. Quiero ver que la gente no tenga más remedio que
inclinarse ante mí en cualquier sitio al que vaya —admitió,
levantándose y tomando su helado antes de salir por la puerta—. Por
eso no puedo casarme con alguien que no conozco, alguien que es
débil y no puede protegerse de mis propios hermanos.

—¿Entonces con quién te casarás? —le pregunté.

—Con ninguno de tus…

—Eres temperamental, propensa a la violencia y hostil a la


autoridad —le repetí sus palabras—. ¿Quién estaría tan loco como
para casarse contigo? ¿Quién puede incluso entrar en tu lista para
ser considerado? Lo que más deseas es fuerza y poder.

—Si nadie viene, me quedaré soltera…

—Y dejar marchitar a la zorra que todo hombre quiere a la


solterona que nadie querría. Cuando pases por allí no hablarán con
miedo sino que se reirán con juicio. No es justo en realidad; un
hombre puede permanecer soltero toda su vida y nadie lo
cuestionaría. Pero una mujer soltera, no importa quién seas, no
importa lo que valgas, o lo mucho que consigas, la gente seguirá
considerándote un fracaso.
199

—Realmente crees que me importa…


Página
—No sólo ellos —la interrumpí—. Estoy seguro de que tus
hermanos tendrán hijos, y tú perderás aún más importancia, sus
hijos pensarán que algo anda mal contigo. Demonios, con ese
temperamento tuyo puede que incluso te teman, la loca tía Dona.
Ethan y Wyatt, para salvar a los suyos, empezarán a alejarte. Te
encerrarán en un lugar donde el único poder que tendrás es sobre
los guisantes y el puré de patatas…

Tiró el cuenco de cristal junto a mi cabeza y se rompió, trozos


fríos de helado salpicando mi cara. Levantando la mano, me limpié
un poco de la mejilla con el pulgar y lo probé. —Ahí estás, amor.
Empezaba a preocuparme de que el agua hubiera provocado un
cortocircuito en tu rabia —dije, con una amplia sonrisa mientras
miraba el fuego dentro de sus ojos.

—¡Estás decidido a hacerme enojar!

—Sólo porque prefiero eso a tu falsa sonrisa de esposa


perfecta —le respondí. Sse congeló, como si eso no fuera lo que
esperaba oír—. Tienes un temperamento, una tendencia a romper
cosas debido a ese temperamento, y no estás por encima de la
violencia física. Soy muy consciente, Donatella. Lo he visto de cerca y
personalmente desde hace días. Pero, ¿Adivina qué? No me
sorprende ni me da miedo. Yo. No. Tengo. Miedo. De. ti. O. De. tus.
Sangrientos. ¡Hermanos!. Si tengo que tirarte de nuevo a la piscina y
sujetarte hasta que te calmes, lo haré. Aunque quizás tenga que
encontrar un método que no uses a tu favor para dañarte primero.

—¿Por qué diablos…?

—Porque te deseo —le dije sinceramente. Parecía una mezcla


de confusión y miedo. No lo sabía—. Quiero casarme contigo. Tengo
200

mis razones. Te usaré a veces. Pero seré honesto al respecto. Así


como puedes usarme para evitar convertirte en prisionera en esta
Página
mansión, para escapar de tu destino si te quedas aquí para siempre,
soltera y con sólo una fracción del poder que anhelas.

—Realmente estás loco…

—Cásate conmigo y tendrás todo lo que quieras. Poder, respeto,


reconocimiento público… y afecto. Serás la persona más importante
para mí, mi familia y millones de personas.

Hizo una pausa. —¿Y cómo es eso?

—¿Quieres que te explique cómo funciona el afecto? —me


burlé, sabiendo muy bien que a ella no le importaba eso.

Cruzó sus brazos, esperando.

—¿De verdad crees que tus padres te casarían con alguien que
no creen que valga la pena…

—Mi padre nunca habría pensado que eras digno.

—Como la mayoría de los padres. Sin embargo, incluso él debe


haber sabido que estarías más segura conmigo.

Se rio de eso. —¿A salvo contigo? Estás encadenado a una


cama a merced de mi familia.

—Incorrecto. —Sacudí la cabeza, quitándome la cadena del


tobillo. Su ceja se levantó cuando me puse de pie—. La familia
Callahan está a mí merced. Ethan quiere saber quién soy y me
quiere fuera de su casa, pero aquí estoy. Wyatt desea matarme, pero
no puede. Quiere que rompa el acuerdo, pero no lo haré. Todos
201

ustedes están esperando que les dé información… esperando a ver si


matarme les causará un daño imprevisto a todos. La misma
Página

pregunta está pasando por todas sus mentes… ¿Por qué yo?
—Descubriremos quién eres…

—O podrías estar de acuerdo y podría decírtelo —le dije,


acercándome—. Podría decírtelo, y una vez que lo sepas, te
arrepentirás de haber luchado tanto.

—Da un paso más y te arrepentirás de no haber muerto.

Hice una pausa y luego di otro paso, y su nariz se encendió.


Sonriendo, me detuve, sin seguir tentando a la suerte. —Si aún no
estás de acuerdo, al menos deja de luchar lo suficiente para que te
muestre…

—Tú empezaste la pelea.

—Todo lo que hice fue decirte la verdad. —Atrevidamente, di un


paso adelante, y sacó un arma de algún escondite, no sabía dónde, y
la sostuvo frente a mí.

Esta maldita familia y las balas.

No dije nada; sólo la miré fijamente.

—Ganarme será más difícil que tratar de evitar que mis


hermanos te maten.

Bajó el arma y se fue, dando un portazo detrás de ella.

—La miel más dulce siempre está en la copa del árbol


más alto —me susurré a mí mismo antes de agarrarme el hombro—.
Maldito Jesús… —Quemaba como el fuego.
202

Gruñón, me acerqué al lado de la cama, saqué mi celular del


Página

cajón y marqué. Ella respondió con el primer timbre…


—¿Has perdido la maldita cabeza?

—Yo soy la víctima aquí, Evelyn. Me dispararon. —Hice


pucheros.

—¡No podría importarme menos! ¡Y bien por ellos por


dispararte! Yendo por ahí hablando de que le dispararon a Liam, te
ganaste una maldita bala —dijo y puse los ojos en blanco, tumbado
en la cama.

—Aparte de ese pequeño contratiempo, finalmente he


conseguido que se caliente conmigo.

—¿Qué? —Detuvo su ira—. ¿Cómo?

—Algunas verdades…. Y un par de mentiras.

DONATELLA

—¿Y bien? —me preguntó Ethan cuando entré al estudio donde


él y Wyatt me estaban esperando.

No dije nada mientras tomaba el vaso de whisky de Wyatt y me


senté.

Wyatt suspiró y se volvió hacia Ethan. —Deshagámonos de él y


pase lo que pase…

—Es el diablo —Dije, mayormente a mí misma pero lo


suficientemente fuerte para que lo oigan.
203

—¿Qué? —me preguntó Ethan.


Página
Me reí y bebí, sin respirar hasta que terminé. El whisky me
quemó la garganta mientras bajaba. —Me ha convencido de que
haga una locura… algo de lo que me puedo arrepentir.

—¿Qué?

—Darle una oportunidad. —¿Cómo diablos pasó eso?

—¿Cómo diablos pasó eso? —cuestionó Wyatt, leyendo mi


mente.

Entregando el vaso vacío, me puse de pie, mirando a


Ethan. —Déjalo en paz. Me encargaré a partir de ahora.

—¡Eso es lo que has estado haciendo! Dona, trató de matarte…

—No, no lo hizo. —Tuvo miedo cuando casi me muero. Mirando


a Wyatt, lo abracé. No tenía una razón, sólo lo hice y lo dejé ir.
Mirando a Ethan, le dije— Déjalo hacer lo que vino a hacer y
veremos qué pasa.

—¿Veremos? —preguntó—. Entonces, ¿Te casarás con él?

—En el peor de los casos, me casaré con él, cumpliré el


contrato y luego lo mataré. Por lo menos entonces soy una viuda y
no una solterona —bromeé pero ninguno de los dos se rio.

—¿Desde cuándo te importa ser una solterona? —Preguntó


Wyatt, las cejas juntas, completamente perdido.

Entendí por qué. Nunca había pensado en eso. Nunca se me


había pasado por la cabeza. Hasta que el Diablo me susurró al oído.
204

Ahora, cuanto más los miraba, menos veía a mis hermanos como
mis hermanos y más los veía como hombres. Hombres que tendrían
Página

sus propias familias. En el fondo de mi mente, sabía que eso vendría


pero ahora mismo era todo lo que podía ver… era todo lo que pasaba
por mi mente.

¿Qué pasaría cuando ambos tuvieran sus propias familias?

¿Qué diría la gente de mí?

A mi edad, mi madre ya se había casado y tenía a Ethan. Me


dije a mí misma que no debería importarme. Al diablo con lo que
pensaban los demás. Una parte mucho más grande de mí recordaba
el hecho de que toda esta familia estaba construida sobre lo que la
gente pensaba de nosotros. Éramos perfectos por fuera, así que ¿Por
qué no me casaría? Intenté imaginarme soltera el resto de mi vida, y
recordé a mis padres juntos. Intenté pensar en un hombre que
estuviera a mi lado, y no tuve ninguno… con la excepción de este
extraño. Y todo lo que sabía de él era que tenía pelotas no sólo para
contestarme, sino para luchar.

Mi mente era un desastre. Sentía que me tiraban en diez


direcciones diferentes y cuanto más pensaba, menos quería hacerlo.

—¿Dona?

—¿Eh?

—¿Segura que estás bien? —me preguntó Ethan seriamente.

Me reí. —¿Por qué? ¿Por qué dije que le daría una


oportunidad?

—Sí —dijo Wyatt, como si fuera la respuesta obvia.


205

—Eres libre de hacerle pasar un mal rato; no voy a ir a


arrastrarme a sus brazos. Voy a averiguar por qué de todos los
Página

hombres del mundo lo eligieron…


Al menos es sexy… ¿De dónde salió eso?

—Bien —asintió Ethan, pero no pude leer la expresión de su


cara.

—Bien, entonces —asentí… iba a salir con el diablo.

¿Salir con el diablo?

Urgh, oh Señor ayúdame, pensé al salir de la habitación por


segunda vez hoy. Esta vez fui directo a mi habitación, deseando no
haberlo hecho cuando vi a Helen en mi cama.

—Por favor, vete; mi cabeza está hecha un desastre y no tengo


ni idea de lo que está pasando —Me quejé, caminando hacia mi
cama y cayendo encima de ella. Agarré mi almohada y la puse sobre
mi cabeza.

—¿Gabriel?

—¡No digas su nombre! —Levanté mi mano para detenerla—.


Sólo oír hablar de él ahora mismo me da migraña. Sólo… ¡Ugh! ¿Cuál
es su problema? ¡Una persona racional estaría corriendo y aun así
ahí está, diciendo que podría dármelo todo! ¿Cómo? ¿Qué? ¿Dónde?
¿Cuándo? ¿Sale de la nada y dice que quiere casarse conmigo?
¡Conmigo! ¿No sabe que no soy del tipo que se casa? Lucharé con él
todos los días de su vida y se quedará calvo por haberse arrancado el
cabello. Podríamos quedarnos calvos por arrancarnos el cabello el
uno al otro. Además de eso, no tiene límites. Está en mi cara
fingiendo ser Casanova… ¿Y si intenta ser romántico ahora? No me
va bien con lo romántico. Le diría que se lo preguntara a Toby pero…
206

sabes que está muerto. ¡Lo cual debería ser su pista para huir! ¿Por
qué no está huyendo?
Página
—Donatella, mírame.

—¿Por qué? —Me quité la almohada del rostro para mirarla.


Sonrió tanto que pensé que su cara se rompería—. ¿Qué?

—Estabas divagando.

—¿Qué?

—¡Estabas divagando!

—¡Yo no divago!

—Acabas de hacerlo. Desde que éramos pequeñas, esto es lo


más normal que has sido… nunca. Eres como una chica normal.

—Maldita mierda. —La miré con horror y ni siquiera en broma,


me bendije con la señal de la cruz. Gracias a Gabriel, el diablo nerd
del libro… tenía a Shakespeare en mi mente. Específicamente, La
Tempestad: Acto 1, Escena 2, Línea 215: El infierno está vacío, y
todos los demonios están aquí.

207
Página
CATORCE
“Aquí está todo lo que tienes que saber sobre los hombres
y las mujeres: Las mujeres están locas, los hombres son estúpidos.
Y la principal razón por la que las mujeres están locas
es que los hombres son estúpidos”
~ George Carlin ~

HELEN

¿Se suponía que debía estar molesta o feliz porque nunca


cambió? No estaba segura, y cuanto más miraba el mensaje de texto
en mi teléfono, más confundida estaba.

Dona solía tener el sueño ligero; sin embargo, su mente debe


haber trabajado demasiado, explicando el estado casi comatoso en el
que estaba. Levantándome de la cama, me cambié a unos jeans y
una de sus camisetas, antes de salir de su habitación. Una parte de
mí se sentía como si estuviera merodeando, temiendo que mi padre
me atrapara y se preguntara qué diablos estaba haciendo fuera de la
cama tan temprano en la mañana... pero la parte mucho más
racional de mí sabía que era lo suficientemente mayor y libre, para
moverme por la casa como quisiera. Sin embargo, todavía se sentía
extraño. Debe ser la santurrona en mí.

Al entrar en el ascensor, me apoyé contra la pared y cerré los


ojos, casi volviéndome a dormir. Si no hubiera sido por el timbre
cuando se abrieron las puertas del ascensor, me habría
estrellado. Caminando hacia la cocina, allí estaba, haciendo malditos
waffles.
208

—¿Cuánto quieres? —preguntó mientras sacaba con cuidado


su séptimo waffle de la plancha y buscando más masa.
Página
—Wyatt, ¿no puedes pensar en alimentos más saludables para
preparar cuando estás molesto? —pregunté, moviéndome para
sentarme en la isla de la cocina frente a él.

—No —respondió, colocando un plato de tres waffles cubiertos


con banana y chispas de chocolate frente a mí.

—¿Dónde está el jarabe de chocolate?

—Lo estaba haciendo más saludable —se burló mientras vertía


almíbar sobre su propia pila de waffles.

—Si estás decidido a hacerme engordar, debes comprometerte


con eso.

—Nadie te está obligando a comer.

—Bien, me iré…

—Aquí —dijo, ahogando mis gofres en jarabe marrón,


azucarado y que obstruía las arterias—. ¿Contenta?

—¡En la luna! —Sonreí, cortando los waffles y rellenando mi


boca. —Entonces, ¿por qué estás molesto?

—No estoy molesto —dijo mientras se metía un bocado de


waffles en la boca.

—Está bien —asentí, sabiendo que lo derramaría muy


pronto. Desde que éramos jóvenes, siempre que se sentía mal o
molesto, venía a la cocina a comer waffles de chocolate y banana.

—¿Quién crees que es este tipo Gabriel?

—Un prometido arreglado para Dona —respondí. Exhaló por la


nariz, masticando con rabia—. ¿No es el chico que querías?

—No me gusta. No confío en él. Es un extraño que sabe


209

demasiado sobre nosotros...


Página

—Nosotros o Dona.
—Dona somos nosotros y sabe demasiado. ¡Actúa como si ya
fuera de la familia!

—Quiero decir, viendo cómo tus padres le dieron su palabra,


parece que…

—¿Por qué estás siendo difícil?

Tosí, casi ahogándome con un trozo de banana. —¿Estoy


siendo difícil? ¡¿Yo?!

—¡Sí, tú! —Me señaló con el tenedor—. ¡Deberías estar diciendo


que hackeemos cualquier mumbo-jumbo ceros y unos del sistema
informático para averiguar la verdad!

—Primero, mumbo-jumbo es una frase usada para describir un


lenguaje sin sentido; hackear múltiples agencias, departamentos,
y/o bases de datos personales es simplemente llamado una
búsqueda de fondo.

—¡Ahí estás, siendo difícil! —gimió, agitando su tenedor hacia


mí.

Sacudiendo su mano, le apunte con mi tenedor. —Prefiero ser


difícil que ser un amargado solo porque su hermana podría estar
comprometida.

—¡Esto! —Sacudió la cabeza confundido—. ¿Por qué todo el


mundo está tan de acuerdo con la idea de que está legítimamente
comprometido con Dona? No lo conocemos. Podría ser un asesino en
serie.

—Si es uno, tú también lo eres; así que, Dona estará bien —le
respondí. Me miró fijamente y le devolví la mirada.

—Dona es mi hermana.

—Dona podría ser su esposa.


210

—Podría… podría —respondió enojado—. Al igual que no


podría, no todavía. Entonces, ¿por qué carajo está tan jodidamente
en alto?
Página
—Es una posibilidad muy fuerte... —Me quedé congelada
cuando sus ojos se encontraron con los míos, esta vez metiendo más
de mis waffles en mi boca y diciéndole que hiciera lo mismo. —Come
o se humedecerán.

Hizo pucheros como un niño antes de comer. Solo logró dos


grandes bocados antes de que su cabeza volviera a
levantarse. —Trató de matarla.

—No, no lo hizo.

Su lado italiano salió cuando dejó caer el tenedor y comenzó a


hablar con mucha más pasión, sus manos se movían con cada
palabra. —¿Estás bromeando? La arrojó al agua y la sostuvo debajo.
Sólo cuando ella perdió el conocimiento la sacó. Fue su cadena
corporal que llevaba la que nos alertó de que estaba en apuros y sus
cámaras que nos permitieron hacer un zoom, ¡sólo para verle
intentar matarla!

—Dona le pegó.

—¿Y qué? —dijo—. No puede soportar que le peguen...

—¡Donatella es abusiva! —le grité y se detuvo como si no


esperara que respondiera y seguí adelante porque no estaba de
humor para escucharle gritarme—. Ella es física y verbalmente
abusiva... ¡Con todo el mundo! No es su culpa. De hecho, todos en
esta familia son abusivos hasta cierto punto. Pero Dona... es dura y
se volvió así para protegerse de toda la gente que constantemente
trata de abrirse camino en esta familia. Si no fuera dura, la gente la
pisotearía. Así es como se protege a sí misma. Como todos nos
protegemos. Un hombre que es frío es visto como sexy y misterioso,
pero como mujer sólo serás vista como una perra. Imagina lo que
hubiera pasado si Dona se hubiera calentado y hubiera perdonado a
Tobías. Se habría vuelto aún más atrevido. Los hombres quieren que
seamos suaves, amables y gentiles. Pero ella es una Callahan;
¡Cualquier cosa suave, amable o gentil en ella fue enterrada hace
mucho tiempo!
211

—¿Qué tiene que ver todo eso con el hombre que casi la
mata? —me gritó.
Página
¡Ugh, era tan tonto!

—¡Es la primera persona que se defendió! —le grité—. Por una


vez, alguien que no era de la familia la enfrentó. Es el primero en
decir que puede soportar el abuso y se lo devolverá. ¿Y por
qué? Porque no le tiene miedo a ella, ni a ti, ni a Ethan. Actuó sin
importarle quién era, aparte de una mujer. No estaba tratando de
matarla. Le estaba mostrando que no podía intimidarlo como lo hace
con todos los demás... al menos no sin lastimarse. Tobías traicionó a
la familia porque quería estar al mismo nivel que Dona. Quería su
respeto... y años después, todavía no podía conseguirlo. Gabriel se lo
ganó en un día. Hay algo diferente en él. No es como los
demás. Realmente puede estar cara a cara con ella. Ethan lo ve, yo
lo veo, y Dona también. Por primera vez, está emocionada, Wyatt. No
sabe que está emocionada todavía, pero si la hubiera visto anoche,
sabrías que lo estaba. Finalmente, alguien está al frente, listo para
cualquier cosa que ella pueda ofrecer. Todo el mundo necesita un
rival o un equilibrio. Un positivo a su negativo. Estoy emocionada
por ella... estoy emocionada de ver lo que hay debajo de esas diez
capas de roca y hielo alrededor de su corazón; ¿Por qué tú no?

Bajó la cabeza, rindiéndose. Siguió comiendo, completamente


en silencio mientras se apoyaba en la isla de la cocina. No dijo nada,
y yo tampoco lo hice mientras alcanzaba el jugo de naranja en el
mostrador, esperando en silencio a que procesara lo que había dicho.

—No sabemos nada de él. ¿Por qué no surgió nada en la


verificación de antecedentes que hizo Ethan?

Me encogí de hombros. —Supongo que la abuela hizo que mi


padre o alguien más borrara sus registros...

—Te conozco. Podrías conseguirlo, si quisieras. —Sus ojos


parecían suplicar… y casi cedí.

—Podría —asentí lentamente—. Pero no quiero.

—Helen...
212

—Wyatt... en las relaciones normales, no sabes todo sobre la


otra persona antes de empezar a salir con ella.
Página
—Por eso la gente normal acaba herida.

—Y los sabelotodo terminan solos —respondí.

—Es mejor estar solo que herido.

—¿Quién dice?

Se encogió de hombros. —Yo.

—Te equivocas. —No había sido herida de esa manera, por lo


que no tenía derecho a hablar—. Cuando estás herido, significa que
antes tenías motivos para sonreír y reír. Estar solo es como sentarse
en la oscuridad; no hay nada que mirar atrás o esperar.

Se estremeció y me hizo una mueca. —Deja de hablar como si


lo hicieras por experiencia.

Y así lo hice.

—Deja de preocuparte por Dona. Manejará todo lo que se le


presente; déjala ser una mujer. Déjala explorar esto. Que, por una
vez, no se preocupe por la mafia esto o aquello, y solo se preocupe
por lucir bonita y ver una película cursi con un hombre por el que
podría estar desarrollando sentimientos.

—Tienes todo esto preparado en tu cabeza; tal vez eres tú quien


ocultó toda su información. —Me miró con atención hasta que me
incliné y lo golpeé—. ¡Ay! Es una broma.

—Prométeme que te mantendrás al margen.

—No. —Sonrió, se levantó y se dirigió a la gran nevera.

—Hombre, me alegro de que no seas mi hermano. Pensarías


que Dona es tu hija; no tu hermana por la forma en que intentas
aferrarte a ella.

—¿De qué estás hablando? —Se rio mientras sacaba un helado


de chocolate—. Cualquier chico que traigas a casa lo tendrá igual de
213

malo; eres básicamente mi segunda hermana.


Página

Ahí estaba esa puñalada en mi pecho otra vez.


Metiendo más comida en mi boca, traté de sofocar mi deseo de
gritarle con los waffles.

—Despacio; Haré más —dijo, volviendo a llenar mi vaso—. Lo


menos que puedo hacer por las sesiones de terapia de primos.

Le odiaba.

—En serio, Helen, te lo agradezco —dijo, dándome palmaditas


en la cabeza.

Realmente lo odiaba.

—Pero no se te permiten casarte por al menos entre dos años


mientras supero esta tontería de Dona, ¿me oyes? —Sonrió
genuinamente, como un niño.

Y todo lo que pude hacer fue quitar su mano y girarla,


haciéndolo reír.

Lo odiaba...

Mentirosa.

WYATT

¿Superar esta tontería de Dona?

Imposible.

¿Cómo superas la pérdida de una parte de ti?

Pérdida... eso es lo que sentía. Como si estuviera perdiendo su


contacto. Ni siquiera parecía recordar que estaba cerca. Cada vez
que miraba, su mente estaba en Gabriel y estaba empezando a
molestarme.

Compartía con una persona y esa era mi hermana; pero no


214

compartía a mi hermana.
Página

Quería que se fuera. Pero... ¿Y ella?


QUINCE
“Soy el guardián del poder, no su dueño”
~ Vicente Fox ~

HELEN

—Cain, comprueba si la señal ADSL12 se está conectando al


SAAS13. —No recibí respuesta—. ¿Caín?

Lentamente, me deslicé de debajo del panel en la pared, solo


para ver unos ojos grises mirándome directamente, haciéndome
saltar y por poco evité golpearme la cabeza.

—Hola…

—¡Jesús, María madre de José! —grité, deslizándome más


lejos, lista para golpearlo. Solo se rio.

—Creo que confundiste un poco esa frase.

—¡Gabriel! ¿Cómo entraste aquí? —espeté, tratando de


levantarme. Me ofreció su mano y la miré durante un largo momento
antes de tomarla. Me empujó para ponerme de pie.

ADSL12 — Línea digital de banda ancha con gran capacidad para la transmisión de datos
215

a través de la red de telefonía básica.

SAAS13 — Es un modelo de distribución de software en el que tanto el software como los


Página

datos manejados son centralizados y alojados en un único servidor externo a la empresa.


—Utilice la puerta —respondió, mirando alrededor a las
paredes grises y blancas pixeladas que nos rodeaban. Cada píxel
caía como gotas de lluvia cuadradas sobre la pared. Lentamente,
examinó todos y cada uno de los rincones de la habitación. Estaba
vestido de negro; una camiseta casual y jeans, una muñequera de
cuero. Su cabello castaño rubio todavía estaba un poco
húmedo—. Es como algo salido de una novela de ciencia ficción
—agregó.

—No deberías haber podido simplemente entrar aquí —dije,


alejándome un paso de él hacia el intercomunicador—. Caín, ¿cómo
pudo entrar?

—¿Quién es Caín?

—Las operaciones de sistemas vuelven a estar en línea. ¿Repite


la pregunta? —La voz de Caín finalmente respondió.

—¿Caín es IA14? —Gabriel sonrió, asintiendo para sí mismo


mientras caminaba lentamente hacia las paredes de la habitación.

—Caín, hay un intruso.

—Exploración. —La habitación brilló—. No se ha encontrado


ningún intruso.

—¿Qué? —pregunté, mirando con los ojos muy abiertos al


hombre frente a mí. No había forma en el infierno de que pudiera
camuflarse aquí—. Identificar ocupantes.

—Helen Badass Callahan y Gabriel, encontrados —respondió


Cain.

Quería gemir cuando Gabriel se dio la vuelta y me miró con


una amplia sonrisa en los labios. —No.

Levantó las manos en defensa. —No dije nada.


216
Página

IA14 — Inteligencia Artificial, es la inteligencia llevada a cabo por máquinas.


Moviéndome hacia la mesa de vidrio en el centro de la
habitación, abrí mi computadora portátil y traté de averiguar por qué
fue identificado. La única forma en que eso podría suceder era si
alguien lo ingresara en el sistema... mi sistema.

—Evelyn me contó sobre esto, pero no lo creí —dijo, todavía


asombrado. Por segunda vez, me detuve y lo miré.

—Mi abuela no podría haberte dado acceso...

—Dijo que haría que su hijo lo hiciera.

—Papá —hable con los dientes apretados. ¡Sabía que alguien


había estado en el sistema! Pasé unos días intentando volver a
cablear todo el sistema. ¡Pensando que alguien me había pirateado y
era mi propio padre! Sacando el lazo de mi cabello, la arrojé sobre la
mesa y me rasqué un lado de la cabeza.

—¿Qué significa Caín?

—Sistema de Red de Información Matriz Activa de


Callahan —respondí, tomando asiento en la silla blanca de reloj de
arena curva detrás de mí.

—¿Evelyn dijo qué te permite encontrar personas en cualquier


parte del mundo?

Ethan se iba a enojar una vez que supiera que Gabriel había
estado aquí. Incluso podría terminar matándolo. Caín era un secreto
del que ni siquiera hablamos dentro de la familia, a pesar de que
todos sabíamos que existía.

—No exactamente —respondí—. Nos permite usar el


reconocimiento facial y hacer referencias cruzadas con cámaras de
seguridad en todo el mundo.

Pero eso era solo la punta del iceberg.


217

Gabriel me miró por encima del hombro. —¿No es lo mismo?


Página
—No, no lo es. Si pasa a la clandestinidad y te desconecta de la
red, solo sabremos el último lugar que utilizaste; nada de eso es
importante en este momento. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué mi
padre te dio acceso a esto? Y lo más importante, ¿es él la razón por
la que no podemos averiguar quién diablos eres?

—No estaban bromeando cuando dicen que el crimen se ha


organizado —respondió, ignorándome—. ¿Quién hubiera pensado
que la mafia se convertiría en el ojo en el cielo así?

—Gabriel, no soy de los violentos, pero puedo llamar a algunas


personas que sí lo son.

—Helen —suspiró como si estuviera exhausto y luego caminó


alrededor de la mesa, apoyándose en una de las sillas—. Vengo en
paz, lo juro.

—Mentiroso. —Sabía eso de hecho—. La gente que viene en paz


no se acerca a nuestra familia. Si estás aquí, significa que estás para
la guerra. ¿Pero guerra con quién?

—Caín, ¿puedo ver un mapa de Europa? —preguntó y así, los


píxeles se juntaron para formar el mapa que había pedido.

—¿Estás en guerra con Europa? —pregunté, mirándolo


mientras observaba el mapa sin responder—. Realmente estás
empujando tu suerte. Ethan te va a matar por estar aquí, y tal vez
incluso a mi padre y a mi abuela por darte acceso. Es solo para la
familia.

—Entonces tendré que asegurarme de convertirme en


familia. —Sonrió y pude ver los pequeños hoyuelos en sus
mejillas. Fue escalofriante la forma en que sonreía; se veía tan
inocente y tan dulce. Nunca pensarías que era el mismo hombre que
dejó caer un par de manos cortadas en el plato de Donatella—. Esa
es la verdadera razón por la que estoy aquí, de todos modos.

—¿Aquí en la mansión o aquí en esta habitación? —cuestioné.


218

—Ambos —respondió, mirando alrededor de la


habitación—. Pero antes de llegar a mi punto principal, quiero
Página

saber... ¿construirías otro... Caín?


—No —respondí.

—¿Por qué?

—Uno, no creo que tengas los fondos para eso.

Frunció el ceño ante eso. —Sea cual sea el precio, puedo


pagarlo, te lo aseguro.

—Dos, a mi padre y a mí nos tomó años construir Caín. Es un


trabajo de dos personas, no, un trabajo de dos genios. Obtuvo el
túnel carpiano en la mano de tanto codificar. No voy a hacerle pasar
por eso.

—Seguramente alguien más...

—Tres, solo trabajo con personas en las que confío


absolutamente. Cuatro, a Ethan no le gustaría ni lo
permitiría. Cinco, sí, me importa lo que Ethan permita o no. Seis, tu
familia no necesita el tuyo si puedes usar este.

—Bien, volveré a preguntar más tarde. —Se rio


disimuladamente, tomando asiento en la silla a mi lado—. Ahora, la
razón más importante por la que vine... Donatella.

—No me estoy involucrando.

—Ella es tu mejor amiga, ¿no es así? —preguntó y realmente


quería saber cuánto le había dicho Evelyn. Sabía demasiado sobre
todos nosotros. No es de extrañar que pusiera tan nerviosa a
Dona. Era como si hubiera estudiado a todos y cada uno de nosotros
y supiera cómo y cuándo abordar.

Era peligroso.

¿Pero para quién?

—¿Qué hay de Dona? —pregunté, asegurándome de presionar


el botón de grabación en el costado de mi computadora.
219

—Quiero llevarla a una cita.


Página
—¿Perdón? —Bueno, no me esperaba eso. Estaba en una
habitación donde literalmente podía obtener información sobre
cualquier persona que quisiera, y quería preguntarme sobre salir con
Dona.

—¿Cuál es la cita de sus sueños? —preguntó serio pero


gentilmente, con esos ojos cálidos, amables y cariñosos. Fue muy
difícil para mí fusionar sus dos lados de los que había sido testigo, el
asesino a sangre fría y el tipo que simplemente preguntaba por una
chica que quería conquistar.

—¿La cita de sus sueños?

Asintió. —Estoy seguro de que ahora no habla de esas cosas,


pero la conoces de toda la vida. Debes recordar una cosa que quería
hacer si no hubiera nacido Callahan. Algo que le gustaría hacer pero
no podía.

—Responderé a tu pregunta, si responde a la mía —contesté.

—Pregunta cualquier cosa menos quién soy y qué estoy


haciendo —asintió y quise patearlo en la cabeza. Esas eran las dos
preguntas más importantes, pero se estaba desviando de
ambas. ¿Quién podría ser tan malo, incluso con esta familia, que
todo sobre él estaba envuelto en secreto? No solo eso… ¿Por qué
nuestros padres lo ayudaban tanto?

—¿Helen?

—Cain, ¿cuál es el número de teléfono celular de Gabriel?

—Único número conocido... 737-8141.

Sacando mi teléfono, le envié un mensaje de texto con lo que


necesitaba saber.

—¿Hay alguna razón por la que no me hiciste la


pregunta? —Gabriel miró con recelo, sacando su teléfono pero sin
leer el mensaje.
220

—Sí —dije, apoyándome al respaldo de la silla y cruzando


Página

las piernas. —Disfrutas jodiendo con nosotros así. Pero la diferencia


entre los demás y yo es que no me gusta involucrarme en esos
juegos. Confío lo suficiente en las personas que te ayudaron a entrar
aquí, para entender que cualquier cosa que obtengamos de ti en el
camino debe valer la pena la provocación ahora mismo. Tú y yo
volveremos a tener esta conversación cuando todas nuestras cartas
estén sobre la mesa.

Se puso de pie, divertido. —Si todos los demás fueran como tú,
podríamos llegar a la parte buena de esta historia mucho más
rápido.

—Por supuesto, no pueden ser como yo; Soy la oveja negra de


la familia. —Le guiñé un ojo.

Se rio y asintió. —Gracias, Helen. Te debo una. Cuando mis


cartas estén sobre la mesa, pagaré lo que me corresponde.

No dije nada más mientras lo veía caminar hacia la única parte


de la pared que no estaba pixelada, presionando su mano en la
puerta que se abrió para dejarlo salir.

—Sesión guardada —dijo Cain.

—Envíaselo a Ethan, luego llama a mi padre.

—Sesión enviada. Llamando a Declan Callahan.

Lo escuché sonar dos veces antes de que respondiera —Hola


cariño; tu mamá y yo estábamos hablando de ti.

—Papá... —Me di la vuelta en mi silla, mirando hacia el


techo. —Estás en problemas.

—La historia de mi vida. —Se rio—. ¿Qué he hecho ahora?

—¿Gabriel?

No respondió.

—¿Cariño? —Mi madre se puso al teléfono.


221

—¿Papá me acaba de entregar a ti...?


Página

—Olvida eso. ¿Cómo está Gabriel? ¿Le gusta a Donatella?


Estas personas no tenían vergüenza. —Bueno, ella envió a seis
hombres para matarlo.

—Ustedes señoritas están decididas a estar solas, ¿no es así?

Dejé de darle vuelta a eso y me enderecé en mi silla. —Madre,


más vale que no haya hombres al azar dispuestos a decir que están
comprometidos...

—¡Lo mataría! —Escuché a mi padre gritar al fondo.

—Entonces, ¿todavía estás ahí?

Podría haber sido la oveja negra, pero los lobos me amaban y


por ese amor construí a Caín solo para asegurarme de que siempre
fueran los cazadores y nunca los cazados. Era lo único que podía
hacer por ellos, ya que no me manchaba las manos de sangre. No era
una luchadora como Donatella. No estaba decidida a probarme a mí
misma como Nari. Yo era la guardiana.

Sin embargo, Gabriel no necesitaba saber eso.

222
Página
DIECISÉIS
“Porque tenía hambre de ver todo y hacer todo.
Quería ser todos los que veía. No era suficiente para mí.
¿Puedes entender esto?”
~ Sidney Sheldon ~

DONATELLA

—¿Ivy vendrá hoy, Donatella? —Brigitte, la esposa del


gobernador, preguntó mientras caminábamos por el edificio de la
escuela secundaria, otra tarea de la fundación Callahan.

—¿No soy suficiente compañía, Brigitte? —le pregunté, mirando


hacia la pared de los autorretratos que la clase de último año había
dibujado y mostrado. Todos eran terriblemente malos; muchos de
ellos lucían como que ni siquiera lo hubieran intentado. Con la
expectativa de alguien que no se había centrado en el realismo, en su
lugar dibujando un autorretrato de sí mismo en el cubismo, solo
parcialmente en color.

—¿Sra. Callahan?

Miré por encima del hombro al pequeño grupo de mujeres que


me rodeaban. La directora Pomar, una mujer hispana delgada que
usaba anteojos que no creía que necesitara, corrió a mi lado.

—¿Le gustan? Nuestros estudiantes de último año trabajaron


muy duro en ellos este año.

Señalé al único que me llamó la atención. —¿Quién hizo este?


223

La mujer frunció el ceño y luego respiró hondo, sacudiendo la


Página

cabeza y tocando las perlas falsas alrededor de su cuello. —Penélope


Muñoz que es, como ves, una niña con problemas. Le dije al director
de arte que lo quitara, pero insistió en que agregaría contraste.

—He oído ese nombre. —Fatimah Gupta se acercó y se inclinó,


susurrando —¿Es la embarazada? Su madre vino aquí una vez,
¿correcto?

La directora se acobardó pero asintió y miró a su alrededor


antes de decir —Somos una escuela católica, no queríamos que
abortara. Le dijimos que se quedara en casa hasta que naciera el
bebé y luego reiniciara. Sin embargo, su madre vino aquí e hizo un
gran alboroto. Simplemente la dejamos sola; se lo está poniendo más
difícil a su hija. Aunque lo siento por ella que es madre soltera, ¿qué
más…?

—¿Dónde está Penélope? —pregunté, interrumpiendo sus


necesidades inútiles de chismes.

Tenía que pensar antes de mirar su reloj. —Creo que es la hora


del almuerzo para la mayor parte de su grado.

—Genial, también veremos la cafetería. Me encantaría ver cómo


funciona esa iniciativa de elección saludable que firmó su esposo,
Fatimah —dije, mirando a la directora Pomar y esperando. Miró al
resto de ellas y me pregunté por qué; no eran las mayores donantes
de la escuela. Yo lo era—. ¿Hay algún problema?

—Por supuesto que no, por aquí. Acabamos de tener todo el


menú de la cocina...

Dejé de prestar atención en ese momento mientras


caminábamos por el pasillo. Cada una de las reuniones mensuales
de la Fundación Callahan tenía un doble propósito, ya que también
discutíamos nuestro negocio familiar, la caridad que no nos
beneficiaba tenía un objetivo muy claro. Nari, Helen y yo íbamos a
menudo a diferentes escuelas, parques, hospitales y varias otras
organizaciones para que el público, como diría mi primo Darcy,
arrojara monedas de oro.
224

Estaba segura de que Ivy, una vez que se estableciera, elegiría


sus organizaciones benéficas para gastar dinero también. El objetivo
Página

era hacer que la gente se sintiera agradecida con nosotros o, al


menos, que no nos detestara. La gente tenía tendencia a odiar a los
ricos, especialmente a los ricos por generaciones, y ese odio se
convertía en violencia si permanecía mucho tiempo. Fue lo que
provocó el Reino del Terror.

Para evitar la anarquía, arroje oro. Mi tía Cora nos lo había


enseñado cuando éramos jóvenes, y todavía vivíamos de acuerdo con
eso.

—Aquí estamos —dijo la directora Pomar mientras estábamos


en el nivel superior, mirando a los estudiantes que se reían, comían
y bebían entre ellos.

Me preguntaba cómo era posible que la escuela secundaria


nunca cambiara. Incluso en mi internado para niñas había sucedido
lo mismo. Todo el mundo se dividió en grupos; los guapos y
populares, luego los niños antipopulares que pensaban que eran
geniales porque fumaban cigarrillos baratos y escuchaban música
antigua. Luego, por supuesto, estaban los atletas tradicionales, los
nerds y los geeks. Sí, esos eran grupos separados. Sabía, gracias a
Helen, que los nerds eran inteligentes y laboriosos, mientras que los
geeks, aparentemente, eran personas al azar que se preocupaban
inmensamente por cosas al azar que a nadie más le importaban un
carajo. Penélope Muñoz no estaba entre ellos. Estaba sentada en el
fondo con la nariz en un libro, comiendo un sándwich casero. Supe
que era ella de inmediato; su estómago era un claro indicativo.

—Vuelvo enseguida —les dije, caminando hacia los escalones


laterales.

—¿Sra. Callahan? —me llamaron, pero las ignoré y bajé sola.

Los chicos no tardaron en darse cuenta y dejaron de hablar


para quedarse boquiabiertos. Quería golpear algunos de los
deportistas que pensaban que era divertido flexionarse y lanzarme
besos.

—¿No es Donatella Callahan? —susurró una chica a mi


225

derecha—. Es tan jodidamente bonita.

—Con tanto dinero, todas podríamos ser bonitas —murmuró


Página

otra de ellas y quise detenerme y decirle que no hay suficiente dinero


en el mundo para cambiar su fea boca. Me contuve, sabiendo que
sus codiciosos padres dirían que la había acosado y causado
angustia mental con la esperanza de obtener algo de dinero.

En lugar de responder, los ignoré, permitiéndoles hablar y


pensar lo que quisieran. Sus vidas iban a ser insignificantes para mí,
como siempre.

Tock. Tock. Golpeé mis nudillos frente a su lonchera de papel


marrón. Con mostaza en un lado de sus labios, Penélope me miró
con los ojos muy abiertos.

—¿Me puedo sentar?

Frunciendo el ceño, se sacó los auriculares. —Supongo que no


soy dueña de la mesa.

Cuando me senté al frente, se sentó un poco más erguida.

—Vi tu dibujo. —No pareció escucharme; estaba demasiado


concentrada en todos los demás.

—Pensándolo bien, tal vez no deberías sentarte aquí. Todo el


mundo te está mirando —habló en voz baja, luego se inclinó.

—¿Estás segura de que no es la mostaza en tu barbilla lo que


están mirando? —le pregunté y se apresuró a buscar una servilleta,
limpiándose la cara.

—Por supuesto. —Se rio tristemente para sí misma. Dejando


caer la servilleta sobre la mesa antes de mirarme—. Déjame adivinar,
¿eres una de esas mamás de la PTA15 que quieren ayudarme a tomar
la decisión correcta?

—Debería golpearte en la cara. ¿Parezco lo suficientemente


mayor para ser madre de un estudiante de secundaria?
226

PTA15 — Asociación de padres y maestros; Ayudan a planificar las actividades escolares.


Página
Inclinó la cabeza hacia un lado. —Honestamente, no puedo
distinguirlo con el Botox que siguen inyectándose en la cara. Pero te
daré el beneficio de la duda ya que tu rostro aún se mueve cuando
hablas.

Me reí. Como si realmente me riera. —Me recuerdas a una


versión de mí menos bonita, más lamentable, desfavorecida y pobre.

—Vete a la mierda. ¿Se supone que es un cumplido? —Hizo


una mueca—. Eso es horrible.

Me encogí de hombros sonriendo. —Lo dije porque estaba


segura de que podrías aceptarlo. Además, cualquier versión de mí es
mejor que una versión de cualquier otra persona.

—Guaaaooo. —Su boca hizo una O y de nuevo, inclinó la


cabeza hacia un lado—. ¿Cómo soporta tu cuello un ego tan grande?

—Hago un par de flexiones de mentón cada mañana y estoy


lista para el día —le dije, mostrándole.

Trató de no reír, pero no pudo evitarlo. Sacudiendo la cabeza


hacia mí, dijo—: Bien. No me importa ser una versión menos bonita,
más lamentable, desfavorecida y pobre de ti.

—Penélope —resoplé y exhalé con fuerza—. Justo cuando


empezabas a gustarme.

—¿Qué?

—Debería importarte. ¿Quién quiere ser una versión menos


bonita, más lastimosa, desfavorecida y pobre de mí?

Me miró como si hubiera perdido la cabeza. —¡Acabas de decir


que es mejor que ser tu versión antes de cualquier otra persona!

—¡Exactamente! —dije en el mismo tono llorón que ella—. Ya


eres mejor que los demás. Debe esforzarse por obtener más, no solo
conformarte. Vi tu autorretrato y pensé... esta chica se adelantó a su
227

tiempo.

—¿Los que se exhiben en el pasillo? ¿Te gustó


Página

eso? —preguntó con incredulidad.


Asentí. —Amo el arte. Pero amo más a los artistas, a pesar de
que no puedo dibujar para salvar mi vida. Probablemente todos vean
ese dibujo y piensen que eres rara, ¿verdad?

—Quiero decir, no es la única razón, pero no ayudó a mi


popularidad —dijo un poco menos alegre que antes.

—La popularidad de la escuela secundaria es una mierda y lo


digo como alguien que siempre ha sido popular.

—Entonces, no sabes lo que es estar en el exterior. Estar


siempre afuera en el frío —murmuró antes de beber su leche.

—No dije eso. —Descansé mi mejilla en mi palma—. Y tampoco


sabes lo que es estar en el interior. No son más felices. De hecho,
están tan aterrorizados de estar afuera en el frío que están
dispuestos a doblarse, deformarse, inyectarse Botox en la cara,
cortarse pedazos de sí mismos solo para seguir siendo populares. Lo
que no se dan cuenta es que las piezas que están cortando son
importantes.

—¿Qué eres, un libro de autoayuda que camina y


habla? —Trató de reír esta vez, pero no salió como quería, así que
bajó la cabeza.

—Si te refieres a mí... sí, la mayor parte del


tiempo —asentí—. Pero hoy decidí compartir mi grandeza
todopoderosa contigo, pobre niña. Piensa en mí como tu antigua
hada madrina.

Eso la hizo reír. —¿Una sola vez?

—Pide un deseo. Por favor, no desees algo pequeño e inútil, me


insultaría. Soy demasiado rica para los pequeños deseos.

—¿Por qué? —me preguntó, con cuidado, y me gustó aún más


por hacerlo.

—Porque cuando te pidieron que hicieras un autorretrato, no te


228

dibujaste unidimensionalmente. Dijiste: Soy muchas cosas que


hacen un todo; Soy piezas ensambladas en ángulos extraños y no
Página

puedo elegir solo una para nadie.


—Me podría gustar el cubismo —murmuró, antes de chupar su
pajita, y nos miramos antes de reír—. Un buen deseo, y prepárate,
pido grandes deseos.

—Dímelo. —La incité con la mano.

—No estoy bromeando. Voy a quedar como un parásito total,


tratando de tomar todo lo que pueda...

—Bien por ti —asentí—. Ahora te pareces aún más a mí.

—No digas que no te lo advertí —murmuró, sentándose recta y


arremangándose. Era tan divertida.

—Bueno, no tengo todo el día.

—Hazme rica —me interrumpió—. Hazme tan rica, que tengan


que respetarme. Para que no puedan abusar de mi mamá y los
maestros no puedan despreciarme.

Sonreí de oreja a oreja, acercándome a ella. —Si te doy esto, no


te volverás loca, perderás tu personalidad y tratarás de convertirte en
una de las chicas populares, ¿verdad?

Hizo un gesto con la mano sobre su estómago. —Es un poco


difícil ser una chica popular con barriga.

—Correcto. Voy a confiar en ti —asentí,


levantándome—. Sigues dibujando. Tus cosas valdrán
mucho. Compraré el autorretrato por uno punto cinco.

—1,500 dólares es un poco caro para una pintura de


secundaria.

—¿1,500 dólares? He gastado más en zapatos. Prueba con uno


punto cinco millones.

Su boca se abrió. —Tú mientes.

—Siempre, pero no sobre esto. Disfruta tu último sándwich de


229

mierda y observa cómo los populares son los primeros en acudir a


nuevos incendios.
Página
Me di la vuelta, lista para hacer mi gran salida; feliz de haber
cumplido mi buena obra del año cuando lo vi. Vestido totalmente de
negro, de pie en la parte delantera de la cafetería y sonriéndome con
orgullo.

En la próxima reunión, definitivamente discutiremos el maldito


sistema de seguridad de la escuela.

GABRIEL

—¿Cómo entraste aquí? —siseó una vez que estuvo lo


suficientemente cerca. La miré; cubriendo mi boca mientras mis ojos
bebían de sus caderas con curvas debajo de esa falda amarilla
ajustada y de cintura alta que se detenía por debajo de su blusa de
encaje, mostrando una pequeña franja de su sección media—. Mis
ojos están aquí arriba. —Me chasqueó los dedos.

—No estoy buscando tus ojos —dije, finalmente mirándola—.


Aunque son hermosos, como siempre. Estoy tratando de averiguar
cómo llegaste aquí.

—¿Perdón?

Agité mis manos sobre su atuendo. —Sé que disfrutas siendo la


fantasía de todos los hombres, pero esto un poco demasiado. ¿No
crees? Son adolescentes; no estás jugando limpio.

Levantó la mano como si estuviera a punto de golpearme, pero


rápidamente la hice a un lado, mirando a las mujeres que ahora
estaban detrás de ella. —Señoras, disculpen, pero la Sra. Callahan
tiene otro compromiso esta tarde y debemos irnos ahora si
esperamos llegar a tiempo.

—Señora. —Me volví hacia Dona, indicando hacia la puerta. Me


dio una mirada que mostraba que estaba más que molesta… lo cual
230

tuve que admitir que dolía, cuando acababa de presenciar su


verdadera sonrisa.
Página
—Señoras. —Ella las enfrentó, hablando cortésmente—. Lo
siento, debo irme. Directora Pomar, alguien recogerá el dibujo de
Penélope más tarde.

—¿Lo estás comprando? —Los ojos de la mujer casi se caen de


su maldita cabeza.

Donatella simplemente asintió, mirando por encima del hombro


a la chica con la que había hablado. Otros estudiantes ahora se
estaban reuniendo a su alrededor. —Tengo la sensación de que esa
chica va a ser una gran artista algún día. Me sorprende que alguien
tan sofisticada como tú no reconociera su talento. Qué
vergüenza. Supongo que es verdad... es algo que no se puede
comprar o enseñar. O naces o no con eso.

Cuando no estaba al otro lado de sus ataques, tenía que


admitir que la forma en que Donatella convertía las palabras en
armas era magistral. Sin otra palabra, se dio la vuelta con gracia y
salió.

—Señoras —asentí hacia ellas una vez más, apresurándome


para alcanzarla. Seguí su ritmo fácilmente. Al ver a una de las chicas
en el pasillo tomando una foto con su teléfono, le guiñé un ojo, y
todas jadearon y rieron, casi cayendo sobre sí mismas.

—Un poco demasiado, ¿no crees? Son adolescentes, no estás


jugando limpio —se burló Donatella cuando llegamos a las puertas
de vidrio del frente, que se abrieron.

—Sabes, me gusta este lado de ti —dije, bajando las escaleras.

—¿Cuál lado?

—El juguetón. Estuviste a mano, me atrevo a decirlo, —Jadeé


poniendo mi mano sobre mi boca—, agradable.

—Dame las llaves. Me iré sola.

—¿Qué llaves? —pregunté, poniendo mis manos en mis


231

bolsillos.
Página

En el último escalón, hizo una pausa y negó con la


cabeza. —No voy a jugar a este juego contigo; ¿Dónde está el auto?
—¿Qué auto?

Asintió para sí misma, levantó el teléfono y comenzó a


marcar. —Sí, he terminado. Necesito un auto…

Fue interrumpida por el sonido del helicóptero mientras volaba


sobre nuestras cabezas antes de aterrizar en el campo de hierba a
nuestra derecha.

—Opción uno, espera aquí por tu auto. Hay tráfico, por lo que
tardará al menos veinte minutos en llegar. Opción dos, entra y
espera con la mujer a la que regañaste cortésmente...

Ni siquiera necesitaba terminar. Dona ya caminaba hacia el


helicóptero. Sonreí de nuevo, poniéndome al día y caminando a su
ritmo.

Cuando la puerta se abrió, porque nací caballero, puse mis


manos en su trasero, ayudándola a entrar antes de entrar yo mismo.

Mientras me sentaba a su lado, dijo —Te voy a matar más


tarde.

—Estoy listo cuando tú lo estés —le respondí, tomando unos


auriculares, deslizando cuidadosamente algunos mechones de
cabello sueltos antes de ponérselos sobre sus orejas. Ni siquiera
fingió no mirarme a la cara como yo.

Cuando terminé y me puse mis propios auriculares, cruzó los


brazos y las piernas y miró la ciudad debajo de nosotros. El ruido del
helicóptero nos dificultaba mucho hablar, pero estaba
bien. Teníamos tiempo para eso.

Paso uno: Conseguir que ella me dé la menor de las


oportunidades; incluso si la puerta de su corazón se abre un
milímetro, seguía siendo una abertura con la que podía trabajar.

Paso dos: Haz que me invite a pasar.


232

Paso tres: quédate allí a toda costa.


Página
Actualmente estaba en el paso dos. El primer paso tomó mucho
más tiempo de lo que esperaba. El segundo paso requería aún más
paciencia y un hombre experto en seducción.

Afortunadamente, era un hombre así. Normalmente, el secreto


del arte de la seducción requería una cosa, conocimiento. Saber
exactamente lo que ansiaba la otra persona y dárselo en pequeñas
dosis hasta que se volvía adicto. Sin embargo, con Donatella, estaba
seguro de que haría falta más que eso. Necesitaba asegurarme de
que siempre estuviera alerta, de que nunca supiera qué esperar.
Necesitaba frustrarla, enojarla, emocionarla, confundirla y
asombrarla. Necesitaba darle todo. Necesitaba ser todo.

Parecía abrumador y agotador, al menos para la mayoría de los


hombres.

Sin embargo, no era la mayoría de los hombres. Desde que era


niño, me enseñaron y entrenaron para ser el mejor en
todo. Entonces, estaba dispuesto a hacer casi cualquier cosa, incluso
si eso significaba arrastrarme hacia su prima y rogarle una
pista. Estaba seguro de que lo haría, con un poco de convencimiento
y tenía razón. Lo que no esperaba era su respuesta.

Su texto simplemente decía —Donatella es codiciosa de la


misma manera que todas las mujeres lo son. La cita de sus sueños
es todo lo cursi que has visto en películas y leído en libros. Quiere
tener todas las experiencias.

La respuesta fue útil y completamente inútil.

Básicamente me había dicho que todo estaba bien de la manera


más elocuente posible. Lo que significa que me dejaba pensar en algo
por mi cuenta. Afortunadamente, no había escasez de cosas que
hacer en este estado.

Se enojaría al principio, pero estaba deseando que llegara. Su


rabia me excitaba.

Si quería todo; Le daría todo.


233
Página
DIECISIETE
“No nos dimos cuenta de que estábamos creando recuerdos,
simplemente sabíamos que nos estábamos divirtiendo”
~ AA Milne ~

DONATELLA

—Tienes que estar bromeando. —Me quedé mirando los


cuerpos apenas vestidos, cubiertos de tatuajes falsos, purpurina
corporal y joyas, todos con vasos transparentes que definitivamente
no estaban llenos de agua. Había sillas inflables, mantas con
estampados bohemios falsos y tiendas de campaña encima de la
hierba. Contemplé lo que tenía ante mí con una mezcla de asombro y
exasperación—. ¿Me trajiste a TLSM?

—¿Es así como se llama? —me preguntó, acomodando el bolso


de lona sobre su hombro que había tomado del helicóptero. Era él el
que me había traído, así que ¿por qué parecía que no tenía idea de
dónde estábamos? Al darse cuenta de que estaba lista para matarlo
a golpes, levantó su teléfono—. Busque cosas que suceden a cien
millas de la ciudad y vi este festival de música.

Es un idiota.

Soy una idiota por pensar que era cualquier cosa menos un
idiota.
234

—Me voy a casa…

Agarró mi mano y tiró de mí hacia atrás. —Donatella, ¿alguna


Página

vez has vivido la vida como una persona normal de veintiséis años?
—No, porque no soy una persona normal…

—Yo tampoco —dijo con seriedad, mirándome a los ojos—.


Mañana podemos volver a ser personas no normales. Mis secretos
comenzarán a salir a la luz y cuando eso suceda, no sé cuándo
alguno de nosotros tendrá un día normal de estupidez juvenil. No
confías en mí. No me conoces. Correcto. Pero todos aquí somos
iguales. Nadie conoce a nadie. No les importa; solo quieren
divertirse. Entonces, unámonos a ellos y divirtámonos.

—¡WOOOOOOHHHHH! —Tres tipos al azar corrieron frente a


nosotros, sosteniendo banderas a la espalda como si fueran
capas. Apenas se habían ido, la música se hizo más fuerte cuando
una nueva banda subió al escenario principal.

—Al menos podrías haberme conseguido zapatos —murmuré,


levantando los tacones para evitar hundirme más en la hierba.

Bajó el bolso y abrió la cremallera, sacando un par de


sandalias. Inclinándose, las puso a mis pies. —¿Algo más, su
majestad?

Sin decir nada, me quité los tacones y me calcé las


sandalias. Extendió la mano para tomarlos, pero los tomé y caminé
hacia adelante. Era tan malditamente molesto y estaba haciendo
demasiado.

¿Un viaje en helicóptero privado al último festival de música de


verano? ¿Quién estaba tratando de ser ahora mismo? ¿Y de todos los
lugares, TLSM? El festival tenía lugar el último día de verano de cada
año, pero debido a que la mayoría de los adolescentes y adultos
jóvenes ya estaban de regreso en la escuela, se acababa de convertir
en un festival para los postgraduados que no tenían que ir a trabajar
a la mañana siguiente o tenían nada más que ver con sus vidas. En
medio del maldito claro de Foster Woods.

—¡Reglas TLSM! ¡Vaya, sí!

—Amigo, tienes como cuarenta; Cállate —le murmuré al


235

hombre a nuestra izquierda mientras nos movíamos entre la


multitud.
Página
Gabriel, que debió haberme escuchado, se rio disimuladamente
pero no dijo nada. Fue entonces cuando me di cuenta de que todavía
me sostenía la mano. Cuando traté de apartarla, simplemente se
aferró con más fuerza. Demasiado cansada para pelear, lo dejé
pasar. Nos movimos a una buena distancia de la multitud, hasta que
finalmente llegamos a donde una manta verde estaba extendida
sobre la hierba junto a un árbol. Una mujer delgada y frágil lo
vigilaba.

—Gracias. —Gabriel le entregó un fajo de billetes.

—No hay problema, cosa caliente. —Le guiñó un ojo y luego


felizmente saltó… Sí, saltó, alejándose de nosotros.

—¿Cosa caliente? ¿Qué es esto, 2003? —me pregunté mientras


la veía irse.

—Sé amable, es una clienta tuya que paga —me dijo, soltando
finalmente mi mano y agachándose para sacar recipientes con
comida.

—¿Un cliente mío?

Me miró como si fuera estúpida y debí parecerlo porque tomó


demasiado tiempo para que volviera a conectarse. Negando con la
cabeza, terminó de prepararse y dijo —Siéntate.

—Yo…

—Sé que no eres un perro, solo digo que eres libre de sentarte
para que podamos comer —dijo como si pudiera leer mi mente,
levantando un recipiente para mí.

Sin decir nada, me senté en la manta y dejé caer mi bolso a un


lado. Dentro de cada una de los recipientes había más de mis
comidas favoritas. Galette de tomate con fetta y tomillo fresco,
buñuelos de camarones fritos con aderezo de maíz, y por último,
pollo con miel y limón con trozos de alcachofa. —¿Hiciste todo esto?
236

—El Chef Carluccio me está animando —respondió,


moviéndose para acostarse de lado, con las piernas fuera de la
Página

manta—. Te prometo que es comestible —respondió, tomando un


bocado de la comida. Sin embargo, debe haber sido mucho más
difícil de lo que debería porque tenía que seguir masticando.

—Es comestible, ¿verdad? —pregunté, tratando de no reírme.

Se acercó y me quitó mi recipiente. —Cómete los demás.

—No. —Se lo arrebaté, tomando uno y metiéndolo en mi boca,


solo para tener el mismo problema que él. Fue muy difícil.

Estalló riéndose de mí. —Realmente no puedes ayudarte a ti


misma. ¿Verdad? Si digo izquierda, dirás derecha, ¡incluso si eso
significa pasar por un acantilado!

Le devolví el recipiente, aun masticando y sonrió, sacudiendo la


cabeza hacia mí. Me entregó una botella de agua que no quería
tomar, pero decidí levantarme y tomarla cuando me di cuenta de la
forma en que estaba tratando de no reírse, plenamente consciente de
que solo estaba luchando contra él y eligiendo sufrir.

—No puedo evitarlo —le dije después de beber—. La gente me


ha dado órdenes que tuve que seguir toda mi vida. No me gusta.

—¿Personas como tus padres?

—La mayoría de los niños podrían rebelarse… pero si lo hiciera,


terminaría en una zanja en algún lugar y ellos tendrían que venir a
salvarme, y luego me darían un sermón de muerte sobre por qué
debería haberlos escuchado y a su yo omnisciente —murmuré,
metiendo un bocado de pollo en mi boca, que afortunadamente sabía
de la forma en que se suponía que debía... increíble.

—¿Supongo que eso realmente sucedió?

Hice una pausa en medio del bocado, sin gustarme lo casual


que era de nuevo. —Hablemos de tus padres.

—Nuevo tema —dijo rápidamente, mirando hacia la multitud.


237

—¿Qué, pensé que estábamos pasando por el camino de la


memoria?
Página
—Hoy estás lo más hermosa y feliz que he visto desde que
llegué —respondió, cambiando de tema por completo.

—Buen intento, pero...

—No te ríes así en casa —dijo, todavía sin mirarme—. En casa


tú… eres la princesa de la mafia; sedienta de sangre, ambiciosa, fría
y despiadada. Eso es hermoso de una manera trágica. Pero hoy, eres
simplemente hermosa. Viste a otra persona y decidiste cambiar su
vida para mejor. Les diste esperanza y lo disfrutaste. Te reíste con
ella, te burlaste de ella e incluso hiciste muecas. —Rio para sí mismo
antes de volver a mirarme—. Eres hermosa de una manera orgánica.

—¿Qué pasó con aceptarme en...

—Te acepto. Acepto las partes más oscuras de ti y las más


brillantes. No estabas actuando fuera de lugar hoy. Eso es lo que
eres en esas condiciones. Esa también eras tú.

Alargando la mano, agarré una de las servilletas y le


recordé —Esa era yo trabajando. Es bueno asegurarse de que la
gente piense que somos generosos.

—Es cierto, pero había otros niños sentados solos. Otros niños
que podrían haber usado esa generosidad. La elegiste porque había
algo en ella que te gustaba. Por eso también te sentaste a su lado. De
lo contrario, podrías haber comprado el dibujo y marcharte.

Suspirando, asentí. —Gracias, Dr. Gabriel. ¿Vas a convertirte


en mi nuevo psiquiatra principal?

—¿Quieres que lo sea? —preguntó sin comprender.

Fruncí el ceño. —¿Por qué haces eso?

—¿Hacer qué?

—¿Actuar como si estuviera dispuesto hacer o convertirte en


cualquier cosa que necesite que seas?
238

—Porque lo hago. Eso es lo que hace la gente en las relaciones.


Página

Puse los ojos en blanco. —No estamos en una relación.


—Solo porque eres tan malditamente terca.

—Muchas gracias. —Le hice una reverencia y me golpeó la


cabeza.

—Acabas de…

—¿Qué? —Sonrió, tomó un bocado de pollo y se lo metió en la


boca. Inclinándome, golpeé su cabeza y él golpeó mi muslo—. ¿De
verdad quieres empezar una guerra aquí, Donny?

—¿Tienes alcohol en ese bolso mágico tuyo? Siento que lo voy a


necesitar para sobrevivir durante el tiempo que estemos aquí.

Metió la mano y sacó dos botellas. —¿Rojo o blanco?

—Pensé que lo sabías todo...

—Ambos entonces —me interrumpió. Gabriel descorchó los dos


y luego me entregó una botella—. Intercambiaremos de un lado a
otro.

—¿Estas tratando de emborracharme?

—¿Cambias cuando te emborrachas?

Asentí, mintiendo. —Me pongo mucho más violenta.

Cuando extendió la mano para quitarme la botella, me moví


hacia atrás, bebiendo directamente de la botella por primera vez.

—Me voy a arrepentir de esto, ¿no?

—Por ser joven y estúpido —dije y bebí, él también lo hizo.

—Si vamos a ser jóvenes y estúpidos, entonces vayamos hasta


el final —dijo, levantándose y jalándome con él. Nos hizo girar.

—Bailar conmigo.
239

—No.

—Baila conmigo, por favor. Amo esta canción. —Hizo un


Página

puchero, abrazándome más cerca y balanceándose conmigo.


—¿Cuál es el nombre de la canción?

Hizo una pausa.

—Eres un mentiroso. —No pude evitarlo; Me reí.

GABRIEL

Hoy aprendí cuatro cosas importantes sobre ella.

Uno: podía ser muy dulce cuando quería.

Dos: le encantaba la banda Saturn Sun.

Tres: Era una bailarina extraña.

Cuatro: No se volvía violenta cuando estaba borracha;


simplemente le daba sueño.

Deseaba tener más tiempo para descubrir todas sus


peculiaridades y hábitos, pero no lo tenía. Mañana era el día en que
todo tenía que salir bien y tenía que tener su decisión. No podríamos
ser normales por más tiempo.

—¿Dónde han estado los dos?

—Wyatt, fui a la TLSM. Era tan patético y tan divertido al


mismo tiempo. —Dona se rio... sí se rio. Dejando a Wyatt mirando
fijamente, la llevé a su casa sobre mi espalda. El shock cubría la
cara de Wyatt.

—¿Estas borracha?

—¿Yo? —preguntó Dona, sacudiendo todo su cuerpo y


haciendo que cargarla fuera mucho más difícil para mí—. Un poco
achispada, pero una botella y media de vino le hará eso a una
240

persona.
Página
Bien, había aprendido cinco cosas. Donatella podía beber vino
como agua, e incluso yo, que amaba un buen tinto fuerte por la
noche, no podía compararme con ella.

—¿Gabriel? —preguntó con una dulce voz en mi oído,


haciéndome temblar—. Gracias por el viaje, pero puedo caminar.

—Eso es lo que dijiste antes —suspiré, poniéndola sobre sus


pies descalzos. Dónde habían desaparecido las sandalias que le
había regalado, no tenía ni idea.

—Paz y buenas noches. —De hecho, nos dio a ambos el signo


de paz antes de subir las escaleras, dejándonos a Wyatt y a mí
solos. Ethan salió del ascensor y estuvo a punto de reaccionar
cuando ella lo saludó con la mano y le dio las buenas noches con
una sonrisa en el rostro.

—¿Qué pasa con ella? —nos preguntó a los dos.

—Eso es lo que quiero saber.

—Se divirtió. Eso fue. Pasamos un tiempo divertido


juntos —respondí, subiendo los escalones también.

—No se va a casar contigo —dijo Wyatt detrás de mí. La


incertidumbre en su voz me dio esperanza.

—Ya veremos. Pero si fuera tú, no apostaría por eso.

241
Página
DIECIOCHO
“Entonces… ¿Quieres ser duro?
¿Quieres ser rebelde? ¿Quieres ser un malote?
Entonces muestre su corazón a todos...
A TODO EL MUNDO”
~ Michael Xavier ~

GABRIEL

—Tratemos de evitar las balas hoy —le dije a mi reflejo antes de


salir de mi habitación. Una parte de mí esperaba ver a Dona
esperando afuera, lista para atacar rápidamente. Afortunadamente,
mis expectativas no se cumplieron y mi viaje hasta el ascensor y el
comedor fue tranquilo. Podía escuchar murmullos y vi a dos
hombres conocidos parados frente a la puerta, mirándome como
perros… Bueno, son perros.

Me reí ante la idea y decidí nombrarlos. —Buenos días, Rocky,


Coco.

Me miraron como si estuviera loco y a punto de decir algo,


cuando señalé la puerta con la cabeza. —Lo abriría yo mismo, pero
ahh... —Alcé mi brazo—. Creo que uno de ustedes podría haber
llevado mis brazos hacia atrás demasiado fuerte... sin mencionar la
bala.

—La bala que te dio nuestro Jefe.

—El que no me mató, sí, lo sé. La puerta... —Esperé y el


irlandés grande la abrió, pero extendió la mano para evitar que
242

entrara en el comedor.
Página

—Señor. Es él —dijo Rocky.


—Él tiene un nombre —afirmé, pero me ignoró. Asintió al otro
guardia antes de abrir más la puerta para que entrara. Todos los
Callahan estaban sentados, incluida Dona, en una disposición
diferente a la anterior. Ethan estaba a la cabeza, con Wyatt a su
derecha e Ivy a su izquierda. Donatella se sentó al lado de Wyatt y
Helen al otro lado frente a Donatella. El mayordomo me indicó con la
cabeza que me sentara a tres asientos de Wyatt; estaban poniendo
distancia entre nosotros. Dona bebía una especie de jugo de resaca,
frotándose un lado de la cabeza.

—Gabriel —le dije a Rocky. Parecía confundido—. Mi nombre


es Gabriel, no él. Digo esto por tu bien, Rocky. Estoy seguro de que
tu Jefe prefiere que sea más descriptivo al anunciar a sus
invitados. Quiero decir, no querrás que parezca grosero y mal
educado, ¿verdad?

Miró a Ethan y lo vi por el rabillo del ojo mientras continuaba


desayunando como si no pudiera oírnos. Lo que significa que no
permitiría que Rocky se librara de asumir esta derrota… quedaría
mal.

—Disculpe, Sr. Gabriel —me dijo Rocky.

—Déjanos, Grayson —dijo finalmente Ethan y me


asintió— Gabriel, bienvenido. No esperábamos que te unieras a
nosotros para desayunar.

—Tus expectativas son correctas —dije cuando las puertas se


cerraron detrás de mí—. No estoy aquí para desayunar.

Colocando el casco que tenía en mi mano sobre mi hombro,


caminé alrededor de la mesa y me detuve directamente detrás de su
asiento. Ella comía su tostada con calma, como si no se diera cuenta
de mi presencia en la habitación, así que me incliné hasta que mis
labios tocaron su oreja y se quedó paralizada. —Vine por
ti. Vámonos.

—Gabriel, mi hermano te invitó a comer en su mesa. —Wyatt


243

me frunció el ceño, rompiendo el pan con más violencia de la


necesaria—. No quieres parecer grosero y mal educado al rechazar
esa oferta, ¿verdad?
Página
Poniéndome más derecho, me apoyé en la silla de
Dona. —¿Parecer? Wyatt, ¿no te diste cuenta? Soy grosero y mi
educación es bastante cuestionable.

—Me di cuenta.

—Entonces, ¿por qué molestarse en hablar?

Se mordió la lengua y me reí.

—No has empezado bien esta mañana —finalmente habló Dona


antes de tomar un sorbo de su bebida.

—¿Cómo es eso, mi amor? —pregunté, haciendo que Ethan


hiciera una pausa por primera vez. Lo ignoré y me concentré en
Dona.

Inhaló. —No solo llegas tarde, y aborrezco la tardanza, sino que


tu mayor ofensa es esperar que detenga todo lo que planeo hacer hoy
para ir contigo de nuevo. Ya tengo migraña.

—No puedo llegar tarde a una reunión a la que no pensaba


asistir como le dije a la criada esta mañana, por eso no me
esperabas. Y no contaba que detuvieras lo que tienes planeado
hoy. Verifiqué con tu asistente; Terminaremos a tiempo y te
llevaré. En cuanto a la migraña... bueno, ¿el vino al menos valió la
pena?

—Espera, retrocede; ¿Hiciste qué? —Me miró por encima del


hombro—. ¿Cómo sabes quién es mi asistente?

Sonreí y me incliné para robarle un trozo de tocino. —¿Sabías


que tu abuela es una negociadora muy dura? Tuve que prometer que
nuestra primera hija llevaría su nombre. Le dije que tal vez quisieras
ponerle el nombre de tu madre, así que dijo que se conformaría con
Melody-Evelyn, pero debe estar dividido con guión porque no se
conformaría a un segundo nombre de mierda.

—¿Por qué no me sorprende eso? —murmuró Ivy a espaldas de


244

Dona.
Página

No estaba seguro de qué era más divertido, recordar esa


conversación o la expresión de su rostro; fue una mezcla de
sorpresa, conmoción y horror. Dona levantó la mano para hablar,
pero luego se detuvo y negó con la cabeza.

—Si esta es tu idea de intentar cortejarme...

—¿Cortejar? —Me reí de la palabra—. No, eso fue ayer. En este


momento, estoy tratando de convertirte en cómplice de un robo a un
banco.

Su boca se abrió y me reí. No solo yo, sino también Helen e Ivy.

—¿Estás loco? —me preguntó.

—Igual o tanto como tú. Entonces... ¿Vienes o no? —pregunté.

Se quedó mirando en estado de shock antes de negar con la


cabeza. —El setenta y siete por ciento de todos los robos a bancos y
casinos terminan en captura o muerte. El diecinueve por ciento solo
gana el salario anual de un barista de café.

—Primero, me alegro de que hayas pensado en esto...

—¡Yo leo!

—¿Quién lee casualmente sobre las estadísticas de los robos a


bancos si no quieren robar uno? —pregunté, mis cejas se alzaron en
honesta confusión.

—¿Quién no lee sobre eso cuando quiere robar uno? —me


gritó. Realmente se estaba poniendo nerviosa, lo que la hacía más
hermosa y divertida.

—En segundo lugar —continué, ignorando su arrebato—, en


todas tus lecturas debes haber notado que el cuatro por ciento de los
ladrones triunfa. Piensa en eso como Ocean's Eleven16, pero con
nueve personas menos.

Ocean's Eleven16 — Película estrena en 2001. También conocida como La gran estafa. Un
245

carismático criminal recluta a un equipo de expertos ladrones para llevar a cabo un gran
asalto en Las Vegas. Generó dos secuelas que sucesivamente añaden un miembro más al
grupo original, Ocean’s Twelve y Ocean’s Thriteen.
Página
—¿Por qué Eleven y no Twelve o Thriteen? —preguntó Ivy,
pensando seriamente en eso. Había olvidado dónde estábamos por
un momento.

Me incliné para mirarla. —Ivy, ¿es realmente una pregunta?


Twelve o Thriteen fueron horribles.

—Además, en Twelve y Thriteen fueron arrestados —dijo Helen.

—Uno de ellos también fue arrestado en Eleven —se defendió


Ivy.

—Pero no por robo —dijimos Helen y yo al mismo tiempo.

La miré y asentí. —Bien hecho.

—¡Qué demonios está pasando! —gritó Dona, atrayendo


nuestra atención hacia ella. Sus hermanos nos miraban a todos
como si fuéramos arte moderno en el museo MET17 —. Están locos...
¡Todos!

—Bueno, eso es hiriente —dije, moviéndome para apoyarme en


el borde de la silla de Helen y mirándola—. Aparentemente nuestra
intrépida Dona está asustada y voy a llegar tarde, así que ¿te
gustaría ayudarme a robar un banco?

Inclinó la cabeza hacia un lado y frunció los labios; —¿Cual


banco…?

—No tengo miedo; ¡Simplemente no soy una idiota! —dijo


Dona.

—Yo tampoco. No es como si fuera a entrar disparando al


lugar. Tengo un plan. Entonces, si no eres una idiota, debes ser una
gatita asustada.
246

MET17 — El Museo Metropolitano de Arte. En inglés Metropolitan Museum of Art o


simplemente MET, es uno de los museos de arte más destacados del mundo.
Página
—No tengo cinco años. Eso no va a funcionar conmigo. —Hizo
una mueca.

—Me iré en diez minutos; si tienes tiempo, no me importaría la


ayuda… —le dije a Helen, guiñándole un ojo antes de dirigirme hacia
la puerta, que se abrió cuando me acerqué.

—Coco, Rocky —asentí a los guardias mientras se movían para


hablar con Ethan lo que fuera que necesitaban decirle.

—El banco que estás robando... —me llamó Ethan, finalmente


hablando—. ¿Es Wilson Bank?

Miré por encima del hombro. —¿Por qué preguntas?

—Si es así, tengo otra cuenta para que robes, a menos qué,
¿planees derribar todo el banco? —preguntó, colocando los codos
sobre las mesas y cruzando las manos.

Me volví y cortésmente dije —Tienes dos opciones. Opción uno:


puedes pedir un favor y estar en deuda conmigo. Opción dos: puede
enviar un representante en tu nombre para que haga lo que
necesites mientras esté allí, de ser posible una mujer.
Preferiblemente.

—Nos vemos en ocho minutos. —Miré a las damas.

DONATELLA

Miré el papel en la mano de Ethan.

—¿De qué cuenta necesitas el dinero?


247

—De Tobias —respondió, mirándome—. Descubrimos dónde


escondía el dinero que le pagaban los otros cárteles; muy oportuno,
¿no crees?
Página
—O una trampa —agregó Wyatt, sin mirarme.

—Bueno, ¿debería dejarte esto a ti o no? —preguntó


Ethan. Ahora me preguntaba cuándo debería o no actuar como una
gran idiota.

—Me encargaré —murmuré, extendiendo la mano para tomar el


papel antes de dirigirme a la puerta.

—Parece que alguien realmente quería ir —murmuró Helen y


luego fingió estar interesada en los detalles de su platería cuando me
volví para mirarla.

Ignorándolos a todos, me dirigí hacia las puertas de entrada,


que ya estaban abiertas. Gabriel se apoyó en una motocicleta
cromada y negra, cuya marca no conocía. El manillar era alto y
apenas había espacio para dos.

—Quizás quieras considerar cambiarte —dijo, mirando los


tacones negros con punta abierta de Christian Louboutin que llevaba
y que combinaban perfectamente con mis pantalones negros de
cintura alta, top corto blanco y collares de cadena—. No es que no te
veas espectacular, como siempre.

Poniendo los ojos en blanco, me volví para ver a una de las


criadas esperando y le tendí la mano. Ella parecía confundida.

—Cinta para el cabello —dije finalmente.

Asintiendo, soltó su cabello rojo del moño, quitando los


mechones de la banda antes de dármelo. Levanté la mano y me
recogí el cabello oscuro en una cola de caballo apretada mientras
bajaba las escaleras del frente de la mansión, hasta Gabriel y su
motocicleta.

—Vámonos. Estás en una crisis de tiempo, ¿no?

Levantó la ceja. —¿No vas a discutir? ¿Exigir montar tu propia


motocicleta?
248

—No importa cuántas veces te lo diga, parece que piensas que


Página

soy una idiota —le dije, apartándolo de mi camino y lanzando mi


pierna sobre la motocicleta antes de mirarlo—. No sé a dónde vamos
y si algo sale mal, simplemente te abandonaré y no habrá ningún
rastro de que estuve allí. Terminemos con esto.

—Te ves tan hermosa —dijo al azar antes de suspirar— Y sin


embargo, apenas me doy cuenta debido a todo el veneno que sale de
tu boca.

—Mi belleza y yo no existimos para que tú o nadie más lo


note —le recordé.

Sonrió y no sabía por qué. No me explicó, en lugar de eso me


entregó un casco que no quise tomar, para su disgusto. No hizo
ningún comentario, en su lugar arrojó el casco a uno de los
mayordomos. Sacó dos pares de aviadores, me coloco uno y luego
uno a él mismo antes de levantar la pierna y tomar asiento frente a
mí.

—No digas agárrate fuerte... es un cliché —le dije al oído,


envolviendo mis brazos alrededor de su torso. Incluso a través de su
chaqueta de cuero podía sentir su estómago duro. Todo su cuerpo no
era más que un músculo sólido. No sabía por qué lo noté; no es que
no se viera fuerte. Pero me di cuenta. Igual que noté que olía a
menta.

—No tienes que agarrarte fuerte —dijo acelerando


el motor—. Solo tienes que asegurarte de que pueda sentir tus
pechos presionados contra mi espalda.

Antes de que pudiera hablar, se puso en marcha y nos pusimos


en camino, la grava se levantó mientras daba la vuelta a la fuente,
luego pasábamos los portones a la calle. Como una bala, cortamos el
viento. Podía sentir mi corazón latiendo en mi pecho, aunque no por
miedo. Me gustaba cómo manejaba, sin miedo, peligrosamente,
acelerando cada vez más rápido. Se desvió a través del tráfico, sin
detenerse por nada ni por nadie. Mientras otros disminuyeron la
velocidad cuando la luz se colocaba en amarillo, él aceleraba. Si no
me hubiera agarrado con tanta fuerza como estaba, habría volado
hace mucho tiempo. Estaba agradecida de que mis tacones se
249

ajustaran a mis pies como un guante, porque un movimiento en


falso y despegarían antes que yo.
Página
El viento y su velocidad hacían imposible hablar, y no necesité
hacerlo hasta que de repente se movió para colocar su mano sobre la
mía. Lentamente movió nuestras manos unidas al lugar justo sobre
su corazón. No estaba segura de qué estaba tratando de hacer hasta
que lo sentí. Su latido. Corría tan fuerte como el mío... y... cada
latido venía justo después del mío. Mi corazón latía, luego el suyo, y
luego el mío, como si... como si estuvieran conversando. Estaba tan
asombrada por eso, que no me di cuenta de que ya no sostenía mi
mano allí… estaba voluntariamente dejando mi mano sobre su
corazón.

Una vez que me di cuenta, dejé caer mi mano hacia su torso, lo


que hizo reír al bastardo. No pude ver su rostro, pero su cuerpo se
sacudió y, a cambio, me sacudía.

Es tan molesto, pensé cuando vi el logo W del banco Wilson en


la torre de vidrio más adelante. No disminuyó la velocidad y en unos
segundos lo pasamos. Conduciendo un par de cuadras hacia el
nuevo Hotel Obelisk, uno de los edificios más altos de la ciudad, hizo
un gesto a los guardias mientras conducía hacia el estacionamiento
subterráneo. No había ni un solo vehículo allí. Lentamente, se dirigió
al ascensor, luego se detuvo, se trono el cuello y miró su reloj.

—No tenemos mucho tiempo —dijo con seriedad, mucho más


serio de lo que había estado cuando habló de esto.

—Este no es el banco —dije mientras bajaba, alisándome la


ropa.

—No lo es. —Estuvo de acuerdo, bajándose también y tomando


mi mano. Me aparté. Miró sobre sus hombros—. Estás en territorio
desconocido, no luches demasiado conmigo...

—Esto es Chicago. —Me encontré con su cara—. No es


desconocido. Es mi territorio.

—Sí, amor, ¿podemos irnos ahora? —preguntó, señalando con


la mano los ascensores.
250

No dije nada, entré al ascensor. Me siguió adentro. —Además,


solo porque no estoy peleando contigo por ese apodo no significa que
Página

lo disfrute.
—Dime cómo te gustaría que te llame y lo diré en su
lugar —dijo mientras enviaba un mensaje de texto en su
teléfono—. Amor.

—Dona —en el momento en que lo dije y vi su sonrisa, lamenté


haber dicho algo.

—Dona, solo la familia te llama así, ¿correcto?

Entré directamente en esto, pensé. Vaya, reflexioné, entrando


en el hermoso vestíbulo egipcio. Las paredes estaban cubiertas de
jeroglíficos hasta la cima. El techo era un punto, donde la luz caía
justo sobre la fuente que arrojaba agua hacia arriba y hacia abajo
como un paraguas.

—Los números finales, señor —dijo una mujer de piel


bronceada, cabello largo castaño y grandes ojos de cachorro color
avellana mientras le entregaba un sobre a Gabriel. Cuando lo tomó y
comprobó el contenido, sus ojos se posaron en mí. Pero cuando
devolví la mirada, rápidamente apartó la mirada.

—Están equivocados —le dijo Gabriel y ella se congeló antes de


inclinarse.

—Todo me parece bien...

—No te preocupes, estoy seguro de que es solo una confusión


en el banco. Estábamos planeando ir más tarde, pero...

—Puedo ir. ¿Qué pasa?

—Está bien. —Sonrió y buscó en su bolsillo sacando una


lista—. ¿Puedes ayudarme a conseguir todo esto en su lugar?

—Por supuesto —dijo, frunciendo el ceño mientras leía.

No pude evitar sentir curiosidad. Sin embargo, antes de que


pudiera ver, Gabriel tomó mi brazo y lo enlazó con el suyo,
llevándome por la puerta principal.
251

—Tengo muchas preguntas —dije cuando noté que los


empleados y el personal de seguridad lo saludaban con una
Página

inclinación de cabeza mientras salíamos a la calle.


—Entonces pregunta —dijo, volviendo a guardarse el teléfono
en el bolsillo antes de mirarme. Agarró mi mano cuando
comenzamos a caminar.

—¿Eres el propietario de este hotel?

—No, pero conozco a la persona quien lo es —respondió.

—Entonces, ¿esta persona simplemente confía en ti para que te


encargues de la gestión?

Volvió a negar con la cabeza. —No confían en mí, pero tampoco


se lo pongo fácil.

Su boca se movía; Sabía que estaba respondiendo a mis


preguntas, pero no parecía que estuviera llegando a ninguna parte.

—Está bien. —Me detuve justo afuera de una panadería, cuya


fila era molestamente larga—. ¿Cuál es tu conexión con el hotel? Por
qué…

Metió un pedazo de pastel entre mis labios, que había robado


del vendedor afuera, antes de lamerse los dedos. —Pensándolo bien,
¿por qué no observas y cuando todo haya terminado te lo explico?

Lamiendo el glaseado de mis labios, lo miré, pero ni siquiera


tuvo la decencia de mirarme. En su lugar, colocó cien dólares en el
frasco de propinas del vendedor antes de tomar mi mano
nuevamente. Cuando traté de apartarme, me agarró aún más fuerte.

—Es una ciudad hermosa —dijo, mirando los rascacielos—. De


una manera empresarial.

Cuando miré hacia los edificios, no pude evitar pensar en mi


padre. —Por supuesto, que es hermosa. Fue construida por mi
familia... Desde cavar en busca de patatas hasta sentarse en las
nubes. Bajo el humo, con el polvo en la boca, los fuertes vientos que
intentan levantarnos del suelo y el terrible peso del destino sobre
nuestros hombros; construimos esta poderosa, caótica, apasionada,
252

viciosa e implacable maravilla del mundo. Así que, cuando decimos


que soy de Chicago, el resto del mundo sabe que eres un luchador.
Página
Parpadeando rápidamente, lo miré y lo encontré observándome,
pero la mirada en sus ojos grises era extraña. Se veía triste… y
preocupado. —Eso es lo que mi padre solía declarar con orgullo
hasta que mi madre le hizo saber que muchos inmigrantes italianos
ayudaron... ¿Por qué te digo esto?

La pregunta era más para mí que para él, pero respondió con
una suave sonrisa. —No estoy seguro, pero lo estoy disfrutando.
Cuéntame más una vez que hayamos terminado aquí.

—Pasaré. Espera, ¿aquí? —Miré al frente y, efectivamente, al


otro lado de la calle estaba Wilson Bank.

¿Está robando en serio un banco? Pensé mientras entramos,


sin embargo, esa pregunta abandonó mi mente cuando lo vi alcanzar
un recibo de depósito y comenzar a llenarlo.

—¿Qué estás haciendo?

Miró hacia arriba y escaneó la habitación antes de


mirarme. —Deposito.

¡Urgh! ¡Este hombre! De hecho, nunca sentí la necesidad de


hacer cara-palma18, pero para mí no tenía sentido. No actuaba
normalmente, ni parecía tener ninguna preocupación en el
mundo. Terminando, caminó hacia una de las líneas para el cajero,
revisando su reloj mientras avanzaba.

—Amor —dijo, acercándome a él y envolviendo sus brazos


alrededor de mi cuerpo, sus labios en mis oídos—, mi vida está a
punto de estar en tus manos. Solo necesito que intercedas en mi
nombre. Pero no luches contra ellos...

—¿Qué? Suéltame y quién...

Antes de que pudiera hacer más preguntas, me empujó al suelo


mientras dos hombres entraban al edificio y disparaban balas al
techo.
253
Página

Cara-palma18 — Face-Palm (en inglés) - El acto de colocar la palma de la mano en el


frente de su propia cara , principalmente con disgusto o molestia .
—¡TODOS ABAJO AHORA! —gritó el primer hombre vestido de
negro con una máscara de mono en la cara.

—¡MUEVETE! —Escuché a la derecha donde el segundo y


tercer pistolero ya estaban detrás del cristal del cajero. Con una
semiautomática apuntando en su dirección, lentamente expulsó a
los cajeros hasta que estuvieron en el vestíbulo principal con
nosotros.

Miré a Gabriel, quien rápidamente hizo rodar algo en el espacio


entre la base de la puerta y el cajero. Sin embargo, lo que sea que
sonó tan pronto como entró en la cabina, llamó su atención. Las tres
cabezas de mono, todavía apuntando con sus armas, se volvieron
hacia él. Gabriel los miró con los ojos muy abiertos.

—¿Qué acabas de hacer? —preguntó el primer mono, saliendo


de la cabina hacia nosotros... hacía él.

—Yo... yo... nada... nada —tartamudeó Gabriel... y no lo


conocía bien, no lo conocía en absoluto, pero sabía que no era el tipo
de hombre que tartamudeaba. Estaba actuando. Todo esto era un
acto.

¡BANG!

Me sorprendió cuando el ladrón disparó, pero la bala no


alcanzó a Gabriel, sino que golpeó el suelo a su lado.

—¡Miénteme de nuevo y el próximo pasará por ti! —gritó el


mono, agarrando su camisa.

Esto es algo de actuación... me hubiera gustado que me lo dijera


para traer bocadillos.

Gabriel lo agarró por la muñeca y dijo —Es una alarma. Puedes


matarme, o puedes tomar lo que quieras antes de que llegue la
policía, y llegarán mucho más rápido de lo que crees.

—¡JODER! ¡Pequeña mierda! —gritó el hombre, tomando la


254

punta de su arma y golpeándola en la cara de Gabriel. Uno pensaría


que una vez era suficiente para las cámaras, pero siguió
Página

adelante. Gabriel lo bloqueó con su brazo y me miró con los ojos muy
abiertos, como si me estuviera diciendo que hiciera algo. Lo había
visto pelear. Fácilmente podría tomar al idiota por su cuenta.

—Intercede —me dijo con los labios.

Negué con la cabeza y le respondí. —No es mi pelea.

Y no me iba a involucrar. Fue solo cuando vi sangre en su


brazo, el que Ethan había disparado, que me moví. No estaba segura
de por qué, pero lo hice.

—¡Detente! —Me senté, empujando al pistolero—. ¡Está


sangrando, maldito idiota!

—¿Con quién diablos estás hablando? —Se volvió hacia mí.

Me levanté y me encogí de hombros. —¡Te estoy hablando,


Jorge el Curioso! ¿Cuántas otras personas aquí tienen cabezas de
mono?

—Debes ser estúpida, perra...

—¿Soy estúpida? —Me reí—. ¿Vienes a robar un banco, ni atas


ni le quitas el celular a nadie? ¿Y pierdes la calma por una maldita
alarma? ¿Está es la hora de los aficionados? Alguien debería darles
una paliza a todos ustedes...

—¡CÁLLATE O PROBARAS UNA BALA! —gritó, apuntando su


arma a mi cara.

En un instante, Gabriel estaba de pie y frente a mí, de pie entre


el arma y yo. —Será mejor que me apuntes a mí con esa cosa, mon
ami19. Tus probabilidades de vivir son más altas de esa manera.

—Vamos a intentarlo…

—Uno. ¡UNO! ¡SUFICIENTE! ¡UNO! —Uno de los otros monos


gritó, acercándose a nosotros y apuntándome con su arma—. Los
dos al suelo y callasen, o lo juro, le dispararemos.
255
Página

Mon ami19 — Mi amigo en francés.


Lo miré con desprecio. Fue porque Gabriel me agarró y tiró de
mí, que volví al suelo. Mantuvieron sus armas sobre nosotros
mientras se movían detrás del mostrador del cajero.

—¿De dónde diablos sacaste a estos tipos? Son unos


idiotas —le susurré.

¡BANG!

Sucedió tan rápido que me tomó un segundo darme cuenta de


que uno de los otros prisioneros había intentado correr hacia la
puerta. Ahora estaba tendido boca abajo en el suelo, a pocos metros
de la libertad, con una bala en la columna vertebral.

—¡NO ESTAMOS JODIENDO AQUÍ! ¡SIÉNTATE!


¡CÁLLATE! —Fue entonces cuando todos pudimos escuchar las
sirenas afuera—. ¡MIERDA!

Miré a Gabriel y él solo miró el cuerpo del adolescente antes de


mirarme, sus ojos fríos, mortales, mientras decía—: Estos no son mis
hombres.

—¿Qué? —Mi mente comenzó a trabajar horas extras mientras


repetía los últimos diez minutos en mi cabeza. Si no eran suyos y no
eran míos, entonces eran verdaderos ladrones de bancos. Pero
cuáles eran las probabilidades de que robaran el mismo banco el
mismo día… espera. Me vinieron a la mente sus palabras de antes.
Había dicho —No luches contra ellos...

Sabía que vendrían. Pero no estaba trabajando con ellos.

Lo miré de nuevo, pero tenía la cabeza gacha, sujetando su


brazo. Cualquiera pensaría que estaba encogido de dolor. Pero como
estaba tan cerca, pude ver la sonrisa maliciosa en su rostro.

Está robando un banco mientras lo roban. Eran sus caballos de


Troya.
256

Debió saber que estaba observando porque levantó un poco la


Página

cabeza para mirarme. La sonrisa en su rostro se ensanchó. —Soy un


octavo griego y el hotel no es mío. Es tuyo. Un regalo de bodas. Y
cuando esto termine, descansaremos allí por la noche.

—¿Me estás diciendo esto por qué?

—Porque estás sonriendo y no es falso, así que me alegro.

Hice una pausa. Alzando la mano para tocar mis mejillas…


estaba sonriendo. No sabía cuándo había sucedido eso. No
importaba porque no podía apartar la mirada... una parte de mí
estaba una vez más en estado de shock, sabiendo que esta no sería
la única vez que Gabriel me sorprendería. Pero saber eso hizo que mi
corazón se acelerara.

¿Qué iba a pasar después con él?

257
Página
DIECINUEVE
“No es exactamente amor a primera vista.
Es más como el reconocimiento del alma”
~ Lynette Simeone ~

DONATELLA

El gran poeta Virgilio dijo una vez, ―Sea lo que sea, temo a los
griegos incluso cuando traen regalos‖. Mientras estaba en el balcón
del edificio más alto de Chicago, mi edificio aparentemente, me
preguntaba si debería estar al menos un octavo preocupada por este
regalo y el hombre que me lo regala.

—Hola, hermano mayor, ¿cómo estás esta noche? —pregunté,


acercándome el teléfono a la oreja, sin apartar la mirada de las luces
de la ciudad.

—He estado tratando de comunicarme contigo todo el día —dijo


Ethan.

—Puede que no lo hayas notado, pero fui rehén en un robo a


un banco —dije alegremente.

—Nos dimos cuenta. —La voz de Wyatt llegó a la línea—. ¿Qué


pasó? ¿Estás bien?

—Estoy bien. El equipo SWAT eliminó a dos de los tres


asaltantes, y el único rehén que recibió un disparo aparentemente se
está recuperando...
258

—¿Qué pasó con Gabriel, Dona? —cuestionó Ethan mucho más


directamente.
Página
—Reabrió sus heridas, pero un médico vino a verlo y le dijo que
estaría bien siempre y cuando no tuviera muchos días como...

—Donatella, no seas tímida.

—No seas exigente —espeté, luego respiré hondo, no quería que


mataran mi estado de ánimo—. Ethan, Wyatt. Estoy bien. De hecho,
por primera vez en mucho tiempo, me siento genial. Estoy con
Gabriel; No sé cuándo estaré en casa, no esperes despierto y no me
molestes por ahora. Los quiero a ambos. Adiós.

Colgué, guardé el teléfono en mi bolsillo, cambiando mi mirada


al W de Wilson Bank, la luz del letrero ahora atenuada. Habían
pasado más de cuatro horas antes de que pudiéramos
irnos. Mientras el equipo SWAT se coló en el edificio y ayudó a la
gente a salir, Gabriel hizo algo con las computadoras. Estaba herido
pero actuaba caballeroso, exigiendo que las mujeres se salvaran
primero, solo para ganar más tiempo. Para cuando regresamos al
hotel, la cobertura del robo se había reproducido al menos media
docena de veces en todas las cadenas principales.

BUZZ.

Al darme la vuelta y regresar a la enorme suite, vi a Gabriel


bajar las escaleras vestido con jeans que le colgaban de la cintura y
una camisa oscura que no se había molestado en abrochar. Todavía
se estaba secando el húmedo cabello rubio castaño.

—¿Estás esperando a alguien? —le pregunté mientras se movía


hacia la puerta.

—Alguien, no. Cosas, sí —dijo, abriendo la puerta a la misma


mujer tímida con ojos de cachorro que había conocido antes. Esta
vez no estaba sola.

Las dos primeras personas que llegaron después de ella


trajeron bandejas para la cena. No solo se instalaron en el comedor,
sino en toda la sala de estar, moviendo los sofás hacia atrás y
colocándolos alrededor de la mesa de café. Acomodaron una mesa
259

pequeña e incluso encendieron velas, mientras otros dos


trabajadores llevaban dos carritos separados; el primero contenía
Página

ropa, el segundo contenía zapatos y bolsos.


—Detente. —Les tendí las manos, caminando hacia el segundo
carro y levantando una caja roja de terciopelo. Eran Christian
Louboutin, pero la caja indicaba que eran unos zapatos
personalizados únicos; como dos que había podido conseguir
anteriormente, pero aquí había siete cajas. Levantando la tapa, me
quedé mirando un par de zapatos de tacón con pajarita de
mariposa. Estuve tentada de probármelos, pero no quería parecer
demasiado emocionada, sobre todo sabiendo que Gabriel disfrutaba
molestándome. Cerré la tapa, bajé la caja y di un paso atrás,
haciendo un gesto con la cabeza para que los trabajadores siguieran
adelante.

—¿Te gustan? —preguntó Gabriel detrás de mí.

—Se ven un poco pequeños para ti —dije.

Lo escuché reírse entre dientes. —Probablemente tengas razón,


eres libre de tenerlos en su lugar.

Cruzando los brazos, vi a las abejas obreras apresurarse por la


suite. —Soy lo suficientemente rica para comprar todo esto y más.

Se inclinó, sus labios una vez más en mi oído, haciéndome


sentir cálida con cada palabra que decía. —¿Pero no es agradable
cuando alguien más te lo compra?

—No —dije, volviéndome hacia él—. Me hace preguntarme qué


está tramando ese alguien. Estoy aquí, Gabriel. Estoy
esperando. ¿Por qué no ponemos nuestras cartas sobre la mesa
antes de intercambiar regalos?

—¿Intercambiar? —Sonrió—. ¿Qué me trajiste?

—Estar de mi lado bueno. Tenerme de tu lado es un regalo, ¿no


lo sabías?

Sus ojos grises lo hicieron de nuevo, desnudándome


mentalmente mientras miraban mi cuerpo. —Estoy muy consciente.
260

—Entonces, ¿por qué preguntaste? —No esperé su respuesta,


caminando hacia la mesa puesta. Uno de los trabajadores sacó una
Página

silla para mí mientras que otro sacó la de Gabriel, quien esperó a


que me sentara antes de sentarse él mismo. Dejé la servilleta en mi
regazo, levanté mi copa y esperé. Uno de los trabajadores sirvió
cuidadosamente el vino tinto y luego miró a Gabriel mientras
abrochaba el resto de su camisa antes de llenar su vaso.

Ambos esperamos, bebiendo en silencio mientras nos miramos.

—¿Eso será todo? —preguntó uno de los trabajadores.

—Sí —respondió Gabriel, pero no apartó la mirada de mí, su


pecho subía y bajaba lentamente—. Todos pueden irse.

Se sintió como si les tomara una eternidad irse cuando en


realidad eran solo unos segundos. El aire estaba tan pesado, como el
momento justo antes de una tormenta. Extendiendo la mano, levantó
la tapa de la bandeja y, en un francés fluido, dijo —Le Homard bleu
aux baies de myrte et gingembre.

—¿Langosta azul y bayas de mirto?

—Langosta azul con mirto y bayas de jengibre —asintió hacia el


hermoso plato que teníamos ante nosotros y volvió a llenar mi copa
de vino—. ¿No entiendes francés?

—¿Por qué iba a entender el francés? Soy italiana e


irlandesa. —Le recordé, tomando mi tenedor. Pero era yo quien
necesitaba un recordatorio; Estaba aquí para interrogarlo, no al
revés. Dejé el tenedor y le presté toda mi atención—. Y tú lo sabías.
Ya sabes mucho sobre mí, pero yo no sé nada sobre ti. Lo quieres
así. Si no respondes a mis preguntas, me iré y cuando me vaya,
nadie podrá hacerme volver. Ni mi abuela, ni siquiera mi madre, si
estuviera viva.

—Pregunta entonces, Dona —dijo antes de tomar un bocado de


su comida y levantar su copa de vino.

—¿Cuál es tu nombre?

—Gabriel.
261

—¿Apellido?
Página
—No tengo uno —afirmó. Podía sentir que me molestaba
cuando dijo— Es la verdad.

No quería quedar atrapada en la pregunta más pequeña


ahora. Correcto. —¿A qué mafia estás vinculado?

—Ninguna.

¡Lo sabía! Solo estaba jugando. —Gabriel, voy a necesitar más


detalles de ti.

—Haz preguntas más detalladas.

Oh, este pequeño idiota. —Bien. —Me apoye al respaldo de mi


silla—. ¿Elegiste el Wilson Bank por alguna razón o lo elegiste
porque sabía que allí ya se estaba planeando un robo? Si fue por una
razón en particular, ¿cuál es? ¿Está relacionado con mi
familia? ¿Cómo lograste llevarlo a cabo? ¿Es eso lo suficientemente
detallado para ti?

Tragó el bocado de comida que tenía en la boca y tomo la


copa. —Elegí el Wilson Bank por una razón, y no fue porque supiera
que allí se planeaba un robo. —Decidió en ese momento beber,
relajándose.

—Sigue.

—Es extraño... cuanto más mandona eres, más me


excita —susurró, colocando su mano en sus labios—. Estoy dividido
entre ponerte en tu lugar y ver cuánto más puedo empujarte.

—Tú empujas, yo disparo. Los muertos no se excitan, así que


es tu elección —respondí, levantándole mi copa.

El imbécil levantó su copa también, chocando contra la


mía. —Los muertos tampoco pueden hablar, lo que significa que
nunca obtendrás las respuestas que deseas.

Llevándome la copa a los labios, lo bebí todo, respiré hondo


262

antes de dejarla en la mesa. Levanté la servilleta de mi regazo antes


de ponerme de pie. —Gracias por el vino Gabriel, ha sido interesante.
Página

Justo cuando me moví, habló de nuevo.


—La razón por la que elegí el Wilson Bank es porque después
de que tu tía Coraline cediera el control del banco a su tío, él y sus
socios lo corrompieron. Gran parte del dinero proviene de
funcionarios corruptos en el extranjero. Ahora toman los activos de
varios ingratos y los distribuyen por todo Estados Unidos y en
cuentas extraterritoriales. Algunas de esas personas me han estado
apuntando durante mucho tiempo. No tenía el poder para detenerlos
antes, pero ahora si lo tengo.

La forma en que lo dijo, sin duda, con mucho entusiasmo,


como si lo hubieran encerrado y finalmente puesto en libertad para
causar el caos… Envió un escalofrío por mi espalda. Quería saber
qué iba a hacer con este poder y cómo lo consiguió.

—Además de eso, Wilson Bank ha estado estafando a la gente


promedio —continuó sin perder el ritmo—. En el momento en que su
gobierno federal y la gente se enteraron, Wilson comenzó a ocultar
sus fondos secretos aún más. No tuve tiempo para buscar cuentas,
así que en secreto avisé a dos empleados de toda la vida, que
estaban en el manejo de la ira, del hecho de que no tenían un
centavo. Dejé que su enojo creciera y luego esperé el día de hoy,
donde usé esa pequeña ventana de oportunidad para copiar todas
las cuentas ocultas y luego eliminar el acceso a ellas. El dinero
estará congelado allí, intocable, aunque saben que está allí. Y si
intentan acceder a él, se expondrán. Entonces, aparte del hecho de
que tu tía una vez fue dueña del banco, no tiene nada que ver con la
familia Callahan y todo que ver conmigo. ¿Lo suficientemente
detallado?

Fue en este punto que me relajé. Ya estaba volviendo a


sentarme y sonriendo mientras yo también comenzaba a
comer. —Entonces, tú, como todos los demás, ¿estás buscando
venganza?

—No. —Sacudió la cabeza, mirándome directamente a los


ojos y dijo— Estoy allí por lo que es mío por derecho, Donatella.

La mirada en sus ojos mientras hablaba era como un fuego


263

furioso. Parecía peligroso... Incluso para mí, que crecí con hombres
que encarnaban el peligro.
Página

—¿Qué significa eso?


Buzz.

¡Por supuesto, su teléfono elegiría este momento para


sonar! Pensé, molesta cuando lo tomó y presionó responder, solo
para decir —Puedes entrar.

Miré hacia la puerta cuando se abrió y entraron siete hombres,


vestidos con trajes negros, un hombre alto de piel morena se paró
frente a las dos filas de guardias.

—Realmente disfruta haciendo mi trabajo difícil, Su Alteza —le


dijo el hombre alto a Gabriel.

¿Qué? Me reí para mis adentros con incredulidad, mirando al


hombre. —Por favor, dime que eso es un insulto.

Me miró, confundido, y luego volvió a mirar a Gabriel,


obligándome a mirarlo a él también. Cuando lo hice, vi la misma
sonrisa malvada que había tenido en el banco y no me atreví a
hablar. Entonces, él habló en su lugar.

—No tengo apellido... solo tengo título —susurró, luego dijo en


voz alta—. Sebastian... mi título.

—Príncipe Gabriel Honoré Déllacqua III, Príncipe Heredero de


Mónaco, Marqués de Baux.

—Gracias, Sebastian. Todos pueden irse, estaré aquí por la


noche —dijo, y cuando todos salieron, respiré hondo, solo hablé una
vez que la puerta fue cerrada.

—Bueno, eso explica por qué eres un idiota con tanto


derecho —hablé como si todo eso no significara nada, levantando mi
tenedor y sacando la carne de langosta de su pequeño caparazón—
. Todavía no explica por qué estás en mi ciudad y no en Mónaco.

—¿Es tu ciudad o la de tu hermano?

—Es la ciudad de los Callahan. Soy una Callahan.


264

—Pero una Callahan todavía bajo otro Callahan —afirmó como


un hecho. Alcanzando su bolsillo, puso una caja de terciopelo negro
Página

entre nosotros—. Dijiste que querías poder, respeto y


reconocimiento. No quieres inclinarte ante nadie... ni siquiera ante
tu hermano. Como mi esposa, puedes tener todo eso. Tus hermanos
tendrán que inclinarse ante ti. Como no tengo apellido, una vez que
tome el trono, siempre serás conocida como Su Alteza Serenísima
Donatella Aviela Callahan, la Princesa de Mónaco.

Abrió la caja y en su interior había un gran diamante rojo de


corte deslumbrante en una fina banda de platino con incrustaciones
de diamantes. Era hermoso. Lo quería. Quería todo eso. Sin
embargo, la razón me impidió saltar de cabeza.

Poniéndome de pie lentamente, sonriendo, caminé la pequeña


distancia hasta su lado de la mesa, apoyándome en el borde cerca de
sus manos.

—Un príncipe sale de la nada, ofreciéndome todo lo que quiero


en bandeja de plata, eso suena demasiado bueno para ser
verdad —susurré, sacando mi arma y apuntando directamente a su
pecho—. Y cuando suena demasiado bueno para ser verdad, mi
padre me dijo que disparara primero y luego hiciera más
preguntas. Dado que ya te dispararon, pasaré a las preguntas. ¿Por
qué yo? Estoy segura de que hay una duquesa o una condesa o lo
que sea en algún lugar de Europa que puede ser tu princesa. Yo,
solo soy una chica de Chicago.

—¿Dónde diablos has estado escondiendo eso? —preguntó,


señalando el arma, desconcertado y divertido pero sin miedo. Me
miró rápidamente mientras trataba de responder a su propia
pregunta.

Quite el seguro al arma.

—Sólo una chica de Chicago. —Se rio, agarrando mi muñeca y


levantando mi mano hasta que el cañón de la pistola estuvo en su
frente—. Entonces... el resto del mundo sabe que eres una
luchadora —respondió, usando mis propias palabras de antes en mi
contra—. Durante las últimas dos décadas, Mónaco se ha convertido
en una potencia creciente en Europa. Es una de las pocas
265

monarquías que quedan en el mundo que tiene algún poder


real. Como saben, con el poder vienen los enemigos. Antes de que mi
Página

madre muriera, buscó por todas partes a una chica que fortaleciera
mi posición, pero que siguiera siendo inteligente, bella y encantadora
como para ser una princesa. Y apareció tu madre, prometiéndome
que serías todo lo que necesitaba, y tenía razón. ¿De qué sirve una
duquesa o una condesa que sólo es culta y tiene una cara
bonita? Necesito una mujer que no tenga miedo de ensangrentarse
las manos.

—Y las mías ya están manchadas. —Sonreí, volví a poner el


martillo en su lugar y me aparte de su mano. Cambiando el arma a
mí otra mano, dije—: Este es un cuento de hadas.

—Los cuentos de hadas son para los débiles de mente,


Donatella. No nos amamos. No necesitamos amarnos unos a
otros. Lo que necesitamos es más poder. Un matrimonio y los dos lo
conseguiremos. ¿Por qué gobernar una ciudad cuando podrías
gobernar una nación?

Estiré mi mano izquierda y levanté el cuarto dedo. Sacó el


anillo de la caja y lo deslizó en mi dedo. Encajaba perfectamente, la
llama de la vela reflejándose en el diamante rojo. No podía verme a
mí misma, pero sabía que mi sonrisa debía haber sido tan traviesa y
depravada como la de él.

Solo había una cosa que decir, y lo dije con orgullo. —Que
reinemos por mucho tiempo.

—Con todo el prestigio y fuerza inquebrantable —dijo,


mirándome a los ojos mientras besaba el dorso de mi mano.

Podría haber sido el vino. Podría haber sido la


conversación. Incluso podría haber sido la pura emoción de lo que
estaba por venir. Puede que fueran todas esas cosas a la vez las que
nos hicieron mirarnos con lujuria.

En un segundo, sus labios estaban sobre los míos, su duro


pecho presionado contra mí. Una mano en mi trasero mientras la
otra agarraba mi pecho a través de mi ropa. Su lengua estaba en mi
boca, rozando la mía. Fue abrumador. Cada uno de mis sentidos fue
tomado por él. Gemimos en la boca del otro, y pude sentir que se
266

ponía más duro contra mí. Me besó para dejarme sin aliento, para no
darme espacio para negarlo. Su beso se movió de mis labios, bajó por
mi mandíbula y hasta mi cuello, enviando escalofríos por mi
Página

columna.
Lo quería... pero...

—Detente. —No solo lo dije, agarré un puñado de su cabello


rubio y lo tiré hacia atrás, obligándolo a mirarme a los ojos. La
mirada de dolor en sus ojos grises, probablemente por el bulto que
podía sentir presionado contra mi estómago, me dijo cómo se sentía
por que lo detuve—. Un anillo solo te lleva hasta aquí. Necesitaré
una corona si quieres ir más lejos.

Soltando su cabello, empujé hacia atrás y me enderecé,


arreglando mi blusa mientras caminaba hacia las escaleras.

—¿Qué tan pronto lo quieres? —preguntó e inhaló por la nariz


mientras trataba de calmarse—. Termine con el banco; el anillo está
en tu dedo. No necesito nada más de Chicago. Mi padre dejará el
trono en mi trigésimo cumpleaños. Necesito estar en Mónaco para
entonces.

—¿Y cuándo es tu trigésimo cumpleaños?

—En tres días.

Este hijo de puta.

—Dame veinticuatro horas —respondí, subiendo las escaleras


sin decir nada más.

GABRIEL

Abandona todo lo que has conocido y sígueme.

Eso era lo que le acababa de pedir que hiciera. Nació y creció


en Chicago. Cuando habló de eso antes, supe que amaba esta ciudad
y me preocupaba que no pudiera irse. Sin embargo, una vez más,
demostró que era la mujer que necesitaba. Mucha gente hablaba de
267

ganar poder, pero muy pocos estaban dispuestos a sacrificarse para


conseguirlo. Nuestras dos familias estuvieron en la cima porque los
Página
que vinieron antes que nosotros estaban dispuestos a poner
cualquier cosa en la línea para llegar allí.

Mi padre solía preguntarme —¿Cómo puedes gobernar a los


hombres si actúas como uno?

La respuesta era simple, no puedes.

Como los faraones del pasado, debes ser mitad hombre, mitad
dios.

—Sebastian —hablé por el teléfono que tenía en la mano,


vertiendo el resto del vino en mi copa—. Volveremos a casa en
veinticuatro horas.

—Entendido, Su Alteza.

Colgué, tomé mi copa y salí al balcón, incapaz de detener la


sonrisa en mi rostro mientras miraba la luz parpadeante del logo de
Wilson Bank.

—Pronto —susurré y bebí. Pronto todos estarían de rodillas


llorando lágrimas de sangre, rogándome que los perdonara.

Y pondré mis talones sobre sus cabezas para que puedan beber
sus propias lágrimas.

268
Página
VEINTE
“Si realmente quieres hacer algo, encontrarás la manera.
Si no quieres, encontrarás una excusa”
~ Jim Rohn ~

DONATELLA

Cuando salí del dormitorio a la mañana siguiente, luciendo un


vestido de cóctel gris ceniza, con hombros descubiertos, y tacones
Louboutin de mariposa, había muchas más personas dentro de la
suite, todas las cuales zumbaban alrededor de Gabriel como
abejas. Me sorprendió su apariencia, su elección de ropa. Desde que
llegó a Chicago, solo lo había visto con ropa informal y relajada,
diseñada y usada para su comodidad. Nunca luciendo mal, pero
todavía no tan elegante como lo estaba ahora; vestido con un corte
elegante, perfectamente entallado, traje beige con una camisa celeste
con corbata gris. Su cabello había sido recién cortado y peinado.

Al escucharme entrar, se volvió para mirarme directamente, y


cuando lo hizo, todos los demás automáticamente retrocedieron,
dándonos espacio.

—Buenos días. —Saludó con una sonrisa.

—Depende de quién seas —le respondí, mirándolo antes de


alcanzar su corbata y lo hice inclinarse un poco, para poder
quitársela más fácilmente. Mirando hacia el perchero de ropa, me
acerqué y escogí otra. Levantó su cuello para mí mientras se la ponía
por encima del hombro.
269

—¿No lo vas a atar también? —preguntó, levantando las manos


para hacerlo el mismo.
Página
—Según mis hermanos, no sé atar bien una corbata —admití,
cruzando los brazos—. Y observando que estás bien vestido por
alguna razón, estoy segura de que no querías que intentara
perfeccionar mi técnica ahora.

—Su Alteza. —La misma mujer de piel bronceada, cabello


castaño largo y grandes ojos de cachorro color avellana se acercó y le
entregó una caja.

—¿Quién es esta mujer y por qué siempre está en mi campo de


visión? —le pregunté con dulzura, lo que hizo que me echara un
vistazo.

—Esta es Amelia du Bellay, quien, a todos los efectos, es tu


primera asistente. Te ayudará a aclimatarte una vez que lleguemos
mañana a Mónaco —respondió, tomando la caja de su mano.

—Buenos días, madame. —Se dirigió a mí.

—¿Madame? Eso me hace pensar en un cuidador de


burdel. —Hice una mueca y me reí—. Llámame Donatella; es decir,
hasta que tenga que llamarme Su Alteza. Y cuando estemos juntos
así —señalé entre Gabriel y yo—, asegúrate de estar a tres pasos de
distancia.

Me miró como un ciervo congelado en medio del


camino. Levanté los dedos y dije —Un. Deux. Trois20.

Parpadeando, dio tres pasos hacia atrás y me enfrenté a


Gabriel de nuevo. Sostenía un broche de clavel rojo, el tallo de la flor
estaba hecho de diamantes blancos y un diamante en forma de
lágrima roja encima de la segunda fila de diamantes
blancos. Deslizando mi cabello hacia un lado, se inclinó, lo sujetó
con alfileres en mi vestido y susurró—: Intenta ser un poco menos
combativa.
270

Un. Deux. Trois20 — Uno. Dos. Tres en francés.


Página
Inclinándome hacia adelante, susurré en voz alta, para que
todos escucharan. —Le estoy dando la oportunidad de demostrar su
valía. Si llego a Mónaco mañana y descubro que hay rumores de que
soy mala o perversa, la culparé. Y dejaré que mi segunda asistente
ocupe su lugar.

—¿Segundo asistente? —preguntó, enderezándose para


ponerse un sujetador de corbata con el mismo diseño de clavel
grabado e ignorando todo lo que acababa de decir. Por otra parte, no
era un mensaje para él.

—La conocerás cuando nos vayamos. No confío en tu


gente. Apenas confío en ti. Por supuesto, no iré sola —le dije, ya
caminando hacia la puerta. Y cuando me moví, algunos de sus
guardias se movieron conmigo. A ellos les dije— Caballeros, de donde
yo vengo, los guardias morirán con gusto por la persona a la que
protegen. Viven y respiran por esa persona. Sus esposas están
celosas por el grado de su devoción. Le digo esto porque hoy te
pondrán a prueba. Tu príncipe —señalé a Gabriel—, se enfrentará a
mis hermanos y les explicará por qué los dejo a ellos y a la ciudad en
la que todos crecimos... —Hice una pausa cuando las palabras me
golpearon de nuevo—, por el resto de mi vida. Mi vida. He tomado
una decisión y no hay vuelta atrás a menos que lo maten, así que...
asegúrense de que viva las próximas veinticuatro horas.

—Estoy seguro de que me ocupo de los míos —dijo,


acercándose a mí.

Me reí. —¿Tienes una hermana?

—Una, media hermana.

—No es lo mismo y supongo que no te agrada mucho —le


respondí rápidamente—. Entonces tienes idea de lo que estás a
punto de enfrentar, mi familia no maneja bien las despedidas.

Puso los ojos en blanco. —No creo que tus hermanos estén tan
apegados que pierdan la cabeza porque te vas a casar. Hablando de
271

matrimonio... Estarán en la boda, así que no es un adiós.

Miré a sus guardias. —Todos ustedes tienen testamentos


Página

preparados, ¿correcto?
—Sebastian —dijo Gabriel como si estuviera
aburrido—. Vámonos antes de que ella afirme que sus hermanos
también respiran fuego.

Me encogí de hombros y dije—: Predije nuestro destino pero,


por decreto de los dioses, todos escucharon y ninguno creyó en la
profecía.

Gabriel me miró. —¿La Ilíada de Homero? ¿Eres Casandra de


Troya ahora?

—Eres un octavo griego. Estaba hablando en un idioma que


pensé que entenderías. —Le guiñé un ojo, subí al ascensor una vez
que llegó y giré sobre mis tacones para enfrentarlo.

Sonrió, sacudió la cabeza y se puso a mi lado. —Perdóneme,


madame, prestaré atención a su advertencia. ¿Contenta?

Señalé el espacio sobre mi cabeza. —No hasta que haya algo


caro y brillante aquí.

Suspiró profundamente. —¿Cuál es la esperanza de vida en


Mónaco ahora?

—Noventa y uno punto dos años, señor —respondió


Sebastián—. Sigue siendo el más alto del mundo.

—Brillante —murmuró Gabriel—. Sólo sesenta y uno punto dos


años de vida con una loca por delante...

—No si te mato antes —murmuré en respuesta. Sentí a todos a


mí alrededor, a excepción de Gabriel, tensos. No dijo nada más.

—Donatella —susurró Amelia justo detrás de mí en mi oído.

—Déjalo —ordenó Gabriel con frialdad. Ella no dijo nada,


simplemente retrocedió cuando las puertas se abrieron.

Ahora me arrepentí de no haber obtenido más información


272

sobre él anoche. Después de contactar con Jackal y hacer que


confirmara que era quien decía ser, le dije que reuniera toda la
información posible y que me la trajera más tarde. No había podido
Página

encontrar nada la primera vez, pero ahora, después de nuestra


pequeña situación de rehenes, pudo confirmar quién era. Tenía la
sensación de que había hecho algo, que había dejado de bloquear la
información sobre sí mismo para que saliera. Entonces tenía más
cosas personales que arreglar. Sin la información que necesitaba,
estaba perdida en esa conversación y con su cambio de humor. Eso
tenía que cambiar rápidamente.

—Que tengan un buen día —los valets dijeron y salimos.

Allí, tres Range Rover negros estaban esperando. Solo pregunté


cuando estaba adentro, sentada junto a Gabriel.

—¿Qué fue eso?

—En este momento, según lo que me dijiste, necesito sobrevivir


a tus hermanos antes de meternos en cualquier otra
cosa —respondió, ajustando su reloj—. ¿Alguna idea de cómo
hacerlo?

—No estoy eligiendo bandos...

—Incorrecto —me interrumpió. Volvimos a esa mierda de


nuevo—. Elegiste mi lado Donatella, o al menos, pensé que lo
hiciste. Realmente espero no estar equivocado y que no desees en
secreto que los deseos de tu hermano superen los tuyos.

—¿Qué se supone que significa eso? —le pregunté, mirándolo


fijamente.

—Has estado aquí al borde de todo lo que siempre has


querido ser —dijo, mirando por la ventana mientras recorríamos la
ciudad—. Y recientemente, te has contenido. Te convenciste a ti
misma de que era para salvar a tu familia o algo así... de cualquier
manera, te alejaste del poder, no hacia él. Lo que significa que
realmente no lo querías, o estabas demasiado asustada para
tomarlo. En este momento, podrías estar en la misma posición,
fingiendo que quieres el poder y pretendiendo que eres fuerte, pero
esperando que tus hermanos te den una salida. Esperando que
luchen lo suficiente para detenerte, permitiéndote seguir fingiendo
273

que te estás sacrificando, pero en realidad, estás demasiado


asustada para ir...
Página
—Sigue hablando y personalmente te despellejaré vivo, maldito
imbécil. Aquí tienes un consejo si quieres llegar a los próximos
sesenta y uno punto dos años. No hables de cosas que no sabes;
¡Podrías perder tu maldita lengua! —me burlé de él, apretando el
puño ante la rabia familiar que se acumulaba en mí.

—¿Qué es lo que no sé? —preguntó fríamente, mirándome, y


todo rastro de humor desapareció de sus ojos—. ¿Cómo debe ser
contemplar la posibilidad de matar a tus hermanos? Amor, no hay
monarquía en la tierra que no haya cometido fratricidio. Matar a los
nuestros es para lo que somos buenos. Y para que conste, la razón
por la que vine a ti ahora, y no semanas antes, fue por los rumores
de que ibas a matarlos. Tuve que esperar a que eligieras. Aunque
estoy agradecido de que no los mataras, porque entonces dejar
Chicago ya no sería una opción para ti, me pregunto si realmente
quieres lo que dices que quieres.

Mátalo. Debería haberlo matado. —Estoy en el puto auto, ¿no?

—Entonces ayudarás con tus hermanos, ¿verdad? —preguntó.

No pude responder; Estaba demasiado enojada. ¡Todo lo que


podía pensar era en darle una paliza, en quitarme los tacones y
sacarle los ojos!

Príncipe, mi maldito pie.

GABRIEL

Podía sentir la ira saliendo de ella.

Sabía muy bien que si decía una cosa más, recurriría a la


violencia y muy bien podría matarme antes de que pudiéramos llegar
a sus hermanos.
274

Sin embargo, necesitaba acercar sus pies al fuego.


Página
No estaba seguro de dónde estaba su mente. Esta mañana
había pedido estar sola en su mayor parte y realmente no
hablaba. Era como si estuviera jugando al ajedrez consigo misma
mentalmente. No actuó en absoluto como si la sacudiera la idea de
irse de casa. Sin embargo, ella no estaba tan fría o muerta por
dentro. De hecho, era todo lo contrario. No le importaban todos, ni
siquiera la mayoría de las personas o cosas. Tenía una lista. Una
lista muy pequeña de personas y cosas que le importaban. Esas
cosas que amaba y defendía con pasión. Todo lo demás no tenía
sentido para ella.

Necesitaba estar en la parte superior de la lista... donde


estaban sus hermanos.

Por ahora estaba usando su ambición, pero con el tiempo,


después de que estuviera aislada de ellos, podría estar allí. No era
nada bueno. Lo sabía.

Sin embargo, no llegué tan lejos por nada. Ya estaba


aislado. Ella lo entendería pronto. Pero en esta guerra, necesitaba un
aliado fuerte. Tenía que ser solo ella y yo contra todos los demás.

Puede que la amen.

Puede que la extrañen.

Incluso pueden pensar que la necesitan.

Pero la verdad es que la necesitaba más.

¡BOOM!

Saltando y dando la vuelta, vi al ranger negro detrás de


nosotros incendiarse en un furioso infierno antes de desviarse hacia
el tráfico que se aproximaba en sentido contrario, los autos que lo
rodeaban se desviaban, intentando evitarlo.

—No se atrevería... —murmuró Donatella en voz baja, casi con


asombro porque era un gran suburbio negro, las ventanas tintadas
275

tan oscuras que sería imposible ver quién estaba dentro si no fuera
por el hombre que apuntaba ¡Un maldito lanzagranadas propulsado
Página

por cohetes al maldito auto!


—¡Señor, agáchese! —gritó Sebastian, armando una
ametralladora semiautomática mientras nuestro conductor se
desviaba de la autopista hacia una calle de servicio de un solo
carril. Se salieron de control justo después de nosotros, chocando
contra un árbol. La explosión fue tan fuerte que el auto dio varias
vueltas. Intenté alcanzar a Dona, pero ya se estaba moviendo hacia
el frente del auto.

—¡Señora! ¡ABAJO! —le gritó Sebastian mientras disparaba por


la ventana.

Lo ignoró y se concentró en el hombre detrás del


volante. —Gire a la izquierda…

—No hay camino.

—¿Parezco una idiota? ¡Ya sé eso! ¡Haz un giro a la


izquierda! —le espetó, agarrándose al reposacabezas del asiento del
conductor—. ¡Izquierda! ¡Otro ahora!

El conductor dio un violento tirón hacia la izquierda y ella se


habría caído si no la hubiera agarrado de las piernas para
mantenerla firme. Me miró sorprendida. —Me alegro de que estés
haciendo algo.

—¡DONA! —grité, tirándola tan fuerte como pude hacia mí y


envolviendo mis brazos a su alrededor, inmovilizándola debajo de
mí. Tan pronto como me arrojé sobre ella, todo el auto se sacudió
violentamente hacia adelante, tirándonos al piso. Los cristales se
rompieron a nuestro alrededor, volando en todas direcciones. Sin
embargo, nada se comparaba con el calor que llegaba desde el frente.

Nos miramos fijamente.

—¿Estás bien? —Podía sentirme gritando pero no podía


oírme. El zumbido en mis oídos parecía hacerse cada vez más fuerte.

Alzando la mano, tocó un lado de mi cara, y no supe por qué


hasta que me mostró sus dedos… mi sangre en ellos.
276
Página
—Debería ser yo quien preguntará. —Fue todo lo que pude leer
de sus labios antes de sentir unas manos sobre mí y luego alguien
sacándome.

Maldición, está soleado. Fue un pensamiento tan aleatorio, pero


dado el dolor que tenía, era todo lo que podía pensar mientras
miraba el cielo con los ojos entrecerrados. Rodando hacia mi costado
y empujándome desde las ramas y la hierba, me tambaleé mientras
intentaba levantarme. A mí alrededor, era como la escena de una
mala película de acción. Había al menos una docena de hombres...
algunos de ellos eran míos. Hombres que estuvieron conmigo hace
un momento. Fue uno de mis autos el que se estrelló
deliberadamente contra nosotros.

A nosotros. Mirando hacia mi auto, la vi; cabello castaño


oscuro cubierto de cristales, su vestido desgarrado, y algunos cortes,
pero por lo demás bien. El líder, que tenía una gran marca de
nacimiento descolorida bajo su ojo izquierdo, la tomó del brazo con
una mano y me apuntó con la otra. Dona, por supuesto, no tenía
miedo, la mirada en su rostro una mezcla de molestia y asombro
mientras sacudía la cabeza, soplando unos cuantos hebras de
cabello de su cara. Verla tan tranquila pareció calmarme. Como si
esto no fuera más que un sueño.

¡BANG!

Miré al hombre, el zumbido en mis oídos se disipó lo suficiente


como para escucharlo mientras gritaba —¡Arrodíllate!

Lo miré durante mucho tiempo como si no lo escuchara. Luego


simplemente dije —No.

—¡De rodillas! —gritó y le puso el arma en la sien.

Ella enarcó una ceja mientras me miraba y por alguna razón


sentí que podía escucharla preguntarme —¿Y bien?

Y me encogí de hombros. —Pensé que esta era tu ciudad.


277

Su cabeza se inclinó hacia un lado y su mandíbula se tensó.


Página
¿Ella me entendió? No, no es posible, pero era divertido
pensarlo.

—No te lo voy a decir de nuevo...

Dio dos silbidos cortos, y así como así, el hombre a su lado


cayó. Antes de que nadie pudiera moverse, una tormenta de balas
llovió sobre ellos. Algunos todavía en sus autos se retiraron, los que
trataron de escapar con ellos sólo terminaron con un disparo en la
espalda.

—Estabas pensando algo como “¿No diriges Chicago?” antes,


¿verdad? —preguntó, bajando la mano y quitándose los tacones
rotos, únicos en su clase, ahora completamente inútiles, y pisando al
hombre que la había sujetado antes de venir a mí—. ¿Es suficiente
mi respuesta?

Volví a mirar la escena de la peor película de acción de la


historia; cuerpos en el suelo, sangre en la hierba, autos en llamas...
y me di cuenta de que no era una película de acción, sino de la
mafia.

—Mucho, sí. —Me reí con amargura.

—¡Señora! —Escuché quiénes solo podía asumir que eran los


hombres que habían disparado a su orden—. ¿Estás bien?

Ignorándolos, desconociendo mi dolor, me apresuré a volver a


los autos idénticos ahora chocados con el motor en llamas. Tiré de la
puerta y el cuerpo de Sebastian cayó directamente hacia mí.

—Será mejor que no estés muerto después de perder esta


pelea —le dije, alcanzando para sentir su pulso. Afortunadamente,
todavía estaba allí. Arrastrando su cuerpo más lejos de los autos, lo
acosté y regrese por el conductor, pero antes de que pudiera, todo el
auto explotó, envolviéndolo a él y a todo lo demás dentro. Todo lo que
pude hacer fue verlo arder.

—¿Represalias por el banco? —preguntó desde mi lado.


278

—Ojalá. —Desearía que fuera así de simple—. Esto es una


Página

represalia por vivir.


—Señora, su auto está aquí.

—Gracias. Antes de hacer cualquier otra cosa, ocúpese del Sr.


Sebastian aquí —les dijo. Quería agradecerle, pero no tenía energía
para pronunciar palabra—. Gabriel, vamos.

No dijo nada más y no esperó a que yo hablara, tomando mi


mano y llevándome al Jeep blanco. Una vez que estuvimos adentro,
se rasgó un lado de su vestido y limpió la sangre seca de mi
oreja. Cuando su conductor comenzó a movernos, confesé.

—Mentí —dije, incapaz de mirar por la ventana—. Se trata


tanto de venganza como de mi derecho de nacimiento.

—Eso no es una mentira —respondió y apartando mis ojos del


fuego, la miré y me sonrió genuinamente por primera vez desde el día
que la conocí—. Nunca me dijiste que no se trataba de venganza,
entonces, ¿cómo podría ser una mentira?

Moviéndome para enfrentarla mejor, observé toda su


expresión. —Entiendo que al ser de una familia como la tuya, esto
podría aceptarse como una experiencia normal. Sin embargo, ¿no
crees que estés siendo mucho más... agradable de lo normal? ¿Casi
pareces estar en paz con este giro actual de los acontecimientos?

—En cierto modo lo estoy —admitió, recostándose en su


asiento.

—¿Perdóname?

—Estoy segura de que estás molesto. Y lo más probable es que


tu molestia es debido a que hayas perdido a tu gente, aunque por lo
que parece, no muchos eran leales para empezar. —Frunció el ceño y
volvió a subir los tacones roto—. Estoy muy molesta porque mis
zapatos y mi cabello se arruinaron después de la cantidad de tiempo
que me tomé para prepararme esta mañana. Pero aparte de eso,
estoy satisfecha con estos eventos.

—¿Puedo preguntar por qué?


279

—Nadie desperdicia un lanzagranadas en alguien que no


Página

lo vale —dijo como si fuera la cosa más racional del


mundo—. Vinieron por ti a plena luz del día, en medio de la
autopista, con un maldito lanzagranadas, e incluso entonces, no
estaban seguros así que golpearon a tus guardias… Tu muerte valía
la pena todos esos problemas. Nadie ha usado un lanzagranadas en
Ethan.

Me acerqué y coloque mi mano en su cabeza. —No puedo decir


si, ¿te golpeaste la cabeza demasiado fuerte o si sólo eres
inherentemente mental?

—Me ofreciste poder —respondió, golpeando mi mano y


mirándome—. ¿Pero realmente lo tenías? Sí, lo tienes...

—Vaya poder que tengo —me enfadé mucho. ¿No lo ha


entendido?—. Donatella, si no fuera por ti, habría muerto hoy. La
única persona que tenía poder aquí eras tú. Y yo... yo, aparte de usar
mis manos, era débil...

—Poder prestado —me gritó y me miró fijamente—. Es


frustrante, ¿no? ¡Saber que estás vivo gracias a la regla de otro! Te
hace preguntarte... Si no fuera por ellos, qué pasaría, ¿verdad?
Bienvenido a los últimos veintiséis años de mi maldita vida. Hoy, no
te he salvado. Mi hermano lo hizo. Estos son sus hombres, es su
ciudad. Como me recordaste con tanto orgullo anoche. Ethan
consiguió todo esto por nacimiento y desde allí sólo hizo más fuerte
su posición. Tú eres igual, si no mayor. La gente que intenta matarte
está aterrorizada de ti, por eso hicieron esto. Incluso contigo a un
océano de distancia, sin apenas nadie a tu alrededor, no pueden
dormir por la noche, sintiendo que les respiras en el cuello. No veo
debilidad. Te habría dejado ahí fuera y devuelto el anillo si hubiera
visto debilidad. Veo lo que ven tus enemigos, un dragón dormido.
Soy la única mujer que puede asegurarse de que todos se enteren de
que estás despierto.

Ella no sabía con quién estaba peleando.

Ella no sabía a qué me estaba enfrentando, sin embargo, dijo


exactamente lo que necesitaba escuchar... y aun así se las arregló
280

para convertirse en la parte más importante de la conversación. Era


un regalo, una parte de vanidad, una parte de sapiencia.
Página

—¿No te preocupa que solo te preste mi poder? —pregunté.


—No —respondió metiéndose la mano en el cabello para sacar
algunas hojas, saliendo pequeños trozos de vidrio—. En el momento
en que colocaste este anillo en mi dedo, me vendiste la mitad de todo
lo que tienes.

—¿Igual que cuando aceptaste?

Suspiró, frunciendo el ceño. —¿Debo decirlo?

—Sí, debes —asentí con entusiasmo.

—Estás vivo, en el auto conmigo... ¿No lo estoy compartiendo


ya?

—No puedes decir las palabras, ¿verdad?

—¿No estás de humor ahora? —replicó, obviamente tratando de


cambiar de tema, pero me estaba divirtiendo demasiado como para
dar marcha atrás ahora.

—No. —Negué con la cabeza—. Mi prometida me hizo sentir


mucho mejor.

—Los hombres son tan frágiles, siempre necesitan que les


acaricien una parte de sí mismos —murmuró entre dientes,
riéndose, miré de ella a los ―hombres‖ que conducían, sin embargo,
parecía que ni siquiera tenían vello en el pecho todavía. El que
estaba en el asiento del pasajero incluso estaba presionando los
botones de su videojuego.

—Debo haberme golpeado la cabeza mucho más fuerte de lo


que pensaba porque estoy viendo adolescentes... —Pensé en el lugar
de donde veníamos. En ese momento, había bloqueado todo lo que
me rodeaba, pero ahora no recordaba haber visto a nadie que no
fuera joven—. Ellos…

El que conducía llamó mi atención por el espejo retrovisor y


llevo su mano a la oreja para sacar un pequeño auricular
inalámbrico, música que provenía de él. —¿Dijo algo, señor?
281

Negué con la cabeza. Y asintió, volviéndose a poner el


Página

auricular.
—Cuando éramos pequeños, mi madre llevaba a mi hermano
Ethan con ella a los viajes de campamento. Como puedes ver, nada
en mi familia es normal. El campamento para nosotros era el lugar al
que iban los guardias como una especie de supuesta vacaciones y
sesión de entrenamiento —dijo, pero no entendí la conexión hasta
que continuó—. Cuando Ethan asumió el control, tomó su concepto
y lo aplicó a adolescentes desfavorecidos y huérfanos en todo el
país. Nuestro refugio y centro comunitario ayuda a que las personas
trabajen a tiempo parcial en su comunidad y con nosotros. Desde allí
encuentra los más... rotos.

—¿Qué tan roto? —pregunté mirando entre los dos que estaban
al frente.

—Al borde de perder sus mentes rotas. Pueden parecer


adolescentes, pero han visto lo peor del mundo y la gente que lo
habita. Ethan les ofrece la oportunidad de ser guardias o parte de
nuestro oscuro negocio. Obtienen un lugar seguro, refugio, comida y,
además, están rodeados de gente como ellos. Eso les facilita formar
vínculos con las personas sin preocuparse de que se les compadezca
o que la gente piense que están locos por tener una visión mucho
más oscura del mundo. A cambio, simplemente les pide lo mejor de
ellos y, por supuesto, lealtad.

—Está formando un ejército —me susurré a mí mismo, más


impresionado de lo que quería admitir.

—No solo para él —dijo, mirando por la ventana—. Sino para el


próximo Ceann na Conairte… su futuro hijo. Espero que solo tenga
chicas —murmuró la última parte en voz baja.

Me reí. ¿Por qué encontré eso lindo? No lo sabía. Donatella era


como una caja de bombones finos. Nunca sabrás lo que estas
consiguiendo con ella. En un momento estaba ordenando la muerte
de varios hombres, al siguiente estaba haciendo pucheros como una
niña pequeña a través de la ventana.

—Señora, estamos aquí —dijo el chico en el frente cuando se


282

abrieron las puertas de la mansión y pasamos.

La miré y le tendí la mano.


Página
—No estamos tan cerca todavía —me dijo, abriendo la puerta
ella misma antes de que el auto se detuviera y saliendo con gracia.

—Esto va a ser un largo sesenta y un punto dos años. —Sonreí


para mí mismo cuando mi puerta se abrió. O'Phelan estaba en lo alto
de las escaleras mirándonos a los dos, y qué espectáculo debíamos
haber sido; magullados, cubiertos de sangre, suciedad y humo. Una
doncella bajó corriendo y le ofreció a Dona una toalla caliente.

No dijo una palabra, simplemente subió las escaleras y entró


sin mí. Ignorando al resto de las personas que nos rodeaban, la
seguí.

—¡ETHAN! ¡WYATT! —gritó Donatella desde el centro de la


entrada. Unos segundos después, el ascensor en la parte superior de
la escalera de doble vía se abrió y ambos hombres salieron, vestidos
con camisas de botones y pantalones de vestir—. Bien, ya están
abajo.

—Dona, estoy seguro de que sabes que la casa está


insonorizada, así que no tienes por qué gritar —dijo Ethan,
observando—. Lo que pasó...

—Soy consciente. Sabía que estarías cerca. ¡Pensé que todos


querrían ser los primeros en felicitarme por mi compromiso! —lo
interrumpió antes de que pudiera siquiera abrir la boca—. No hay
nada que puedas decir. No pueden hacerme cambiar de opinión. Nos
vamos esta noche.

Ambos estaban callados. Me rasqué la parte de atrás de mi


cuello, sin saber qué diablos hacer o decir después de este lío. Sin
embargo, Wyatt se echó a reír y bajó las escaleras. —Hermana, te ves
un poco loca, entras corriendo aquí cubierta de tierra y gritas que...
es demasiado pronto para bromas.

Incluso Ethan se rio disimuladamente, negando con la cabeza,


lo cual era más que extraño porque de los tres, siempre era el nivel
uno. El más difícil de leer y el más frío. Wyatt era como su hermana,
283

que no podía controlar su ira.

Se volvió y se dirigió hacia mí. No estaba seguro de lo que


Página

planeaba hasta que fue demasiado tarde y sus labios estaban sobre
los míos. Me besó como si no le importara si nos jodíamos allí
mismo, su lengua en mi boca y su cuerpo presionado contra el
mío. Estaba tan sorprendido que no pude reaccionar hasta que fue
demasiado tarde y ella se apartó, girando hacia los dos.

—Bonito anillo —dijo Wyatt cuando nos separamos. Sus ojos se


entrecerraron cuando respondió— Debes estar loca si piensas que
voy a dejar que te cases con un maldito príncipe que ni siquiera
puede protegerse a sí mismo.

—Tú debes ser el que se volvió loco si crees que necesito pedir
tu permiso —dijo Donatella, sin siquiera molestarse en
mirarlo. Permaneciendo en mi línea de visión, me habló
directamente—. No lo hice y no voy a dar marcha atrás, ni voy a
poner una excusa. Ahora terminas tu parte mientras recojo mis
cosas y me doy una ducha.

Algo conmocionado, miré de nuevo a ambos y toda la diversión


en sus ojos se había ido. Ni siquiera la miraban... Ambos me
miraban como si hubiera cometido el mayor pecado en la historia de
la humanidad.

Justo así se giró, pasando con gracia a Wyatt, quien ni siquiera


se molestó en mirarla.

—Hermanita —habló Ethan de nuevo y se detuvo, mirando a


Wyatt mientras bajaba las escaleras para pararse junto a ella—. ¿No
crees que estás siendo un poco precipitada, especialmente
considerando el giro actual de los acontecimientos? Suele ser mucho
más sensata, Donatella. Estoy decepcionado.

Se puso más recta. —Tu decepción es tu elección. No vivo para


igualar tu nivel de quién creo que debería ser. Y no recuerdo haberte
oído pedir mi opinión antes de casarte con Ivy. ¿Qué fue lo que
dijiste? —Chasqueó los dedos como si se encendiera una
bombilla—. Soy el que se va a casar; ¿cómo te involucra eso?

—Sabía todo sobre ella. Pero tú estás volando a


284

ciegas —respondió.

—Ciega o no, todavía no te involucra, hermano mayor.


Página
—¿Por qué están discutiendo? —preguntó Wyatt, con una voz
más calmada de lo que hubiera pensado mientras me miraba—. ¿Por
él? No vale la pena. No me importa si es el príncipe del universo. Él
no es nosotros. Hemos sido educados a pesar de la mierda que él
agita. Ya he terminado con la cortesía. Lárgate de nuestra casa o
personalmente te veré partido por la mitad y te enviaré por correo a
tu país. Puede que incluso me envíen una nota de agradecimiento.

Estaba siendo diferente. Más como Ethan ahora. El humor, el


descaro que solía mostrar se habían ido. Honestamente y de todo
corazón quería matarme.

Lo mejor de esta familia era saber que al sobrevivir a ellos,


nada más sería tan difícil. —¿Por qué no hablamos...?

—O puedo lastimarte —respondió Wyatt, metiendo la mano en


el bolsillo y cuando volvió a levantarla, tenía unos nudillos de
bronce—. Me gusta más mi opción.

—Bien, hablemos —dijo Ethan ahora, acercándose a nosotros y


colocando su mano sobre el hombro de Wyatt y apretando.

—Ethan —se burló Wyatt.

—Quiere hablar. Déjalo hablar —dijo Ethan, mirándome


directamente—. Mi hermana puede estar bien con que la mantengan
en la oscuridad, pero yo no. Después del incidente del banco, tu
identidad se volvió mucho más fácil de encontrar, príncipe
Gabriel. También supongo que es por eso que tú, y lo más
importante, mi hermana fue atacada esta mañana. Déjame hacerte
estas preguntas una vez, así que no me hagas repetir; ¿Quién te
persigue y qué necesitas de mi hermana?

—Es la susurradora de dragones. —Sonreí y miré hacia


ella—. ¿Puede esperar tu ducha? Prefiero contar esta historia una
sola vez.

Asintió caminando de regreso hacia mí.


285

—Después de usted, Alteza —dijo, haciéndose a un lado para


que caminara. Cuando dijo Alteza, se sintió como un insulto.
Página
—Gracias —dije, extendiendo mi mano hacia Dona. Dijo que no
éramos tan cercanos, pero cuando se trataba de mí o de sus
hermanos, elegía... a sí misma. Caminó hacia adelante sin ninguno
de nosotros.

286
Página
VEINTIUNO
“El camino puede ser difícil, el viaje puede ser duro y
la experiencia puede ser amarga, pero son trampolines
hacia nuestros futuros tronos”
~ Bamigboye Olurotimi ~

DONATELLA

Me duelen los pies como el infierno.

Mi cabello se sentía repugnante.

Solo quería sumergirme en un baño caliente por un tiempo.

Pero gracias a la manada de machos alfa que me rodeaban, por


supuesto que no podía hacer lo que quería. Y para empeorar las
cosas, cuando entré en la sala de estar, no solo estaba Helen sentada
junto al piano, sino que Nari, Sedric y Darcy estaban todos situados
alrededor de la habitación. Darcy estaba acostado en el sofá, Sedric
estaba en el piso frente a él, mientras Nari estaba en la esquina
hablando por teléfono.

La guinda del pastel de mierda de esta mañana era, por


supuesto, la transmisión de noticias que estaban viendo.

—Gracias, Randel. Los residentes aquí todavía están


tambaleándose por el intento de robo de ayer en el Banco
Internacional Wilson, que dejó a un adolescente paralizado de la
cintura para abajo. La policía dice que los hombres armados eran
empleados descontentos de Wilson Bank. Randel, nuestras fuentes
287

ahora pueden confirmar que dos de esos hombres armados están


muertos y el tercero está bajo custodia. También recibimos noticias
Página

de última hora de que uno de los rehenes no era otro que el Príncipe
Gabriel Honoré Déllacqua III, el Príncipe heredero de Mónaco, de
veintinueve años, siguiente en la línea para el trono de
Mónaco. Testigos oculares en el interior dicen que su pensamiento
rápido fue la única razón por la que no hubo más víctimas. Y se
interpuso entre los pistoleros y Donatella Callahan, hija única de la
ex gobernadora Melody Callahan y del magnate de los negocios Liam
Callahan. Este incidente, además del accidente de esta mañana en el
93 de Kingsway North, y el bombardeo de la iglesia el mes pasado,
hacen que los ciudadanos se preguntan si Chicago está volviendo a
su pasado violento. CDN News ha estado presionando al
comisionado…

—Un poco de turbulencia en el aire y todos van corriendo hacia


el comisionado —dije, apagando la televisión y captando toda su
atención.

—Para eso están los comisionados —dijo Helen, acercándose a


mí y abrazándome con fuerza—. ¿Estás bien?

—¿Quieres decir antes o después de que me ahogues? —dije,


tratando de apartarla. Pero era como un maldito pulpo.

—¡Estás herida! —dijo, levantando mi cabello.

—Estoy bien. En todo caso, el Príncipe Gabriel es el


herido —dije, y se volvió hacia él.

—Lo preferimos de esa manera —dijo Wyatt, moviéndose para


sentarse en el brazo del sofá, junto a Darcy que se sentó y Sedric que
lo miró.

—¿Qué pasa si matas a un príncipe? ¿Eso te pone en guerra


con el país? —preguntó Sedric mirando a Darcy, quien se encogió de
hombros y miró a Ethan.

—¿Podemos esperar hasta después de los playoffs antes de


comenzar una guerra?

—Ignóralos —dijo Helen a Gabriel, entregándole una copa de


288

bourbon. Su molesta buena naturaleza interrumpió la siniestra


atmósfera que todos los demás parecían tan ansiosos por crear. Sin
Página
embargo, Gabriel parecía dudar más de ella que del resto de
nosotros, tomó la copa pero no lo bebió.

—O'Phelan, ¿puede tu gente llamar al médico? —dijo Ivy,


entrando y parándose junto a Ethan cerca de la puerta—. Parece que
Wyatt está fuera de su jornada otra vez.

—¿Vas a hablar o no? —preguntó Wyatt, ignorando al resto de


nosotros, y nunca lo había visto tan tenso. Ethan se movió para
sentarse junto a la chimenea, Ivy lo siguió y luego se sentó a su lado.

Los ojos grises de Gabriel miraron a cada uno de ellos, antes de


volverse hacia mí. —Estoy un poco celoso... tu familia te ama mucho.

Levantando la copa, tiró el líquido marrón antes de bajar la


copa. Lo miró fijamente. —Desafortunadamente, mi familia no es
igual. Como te dije, la naturaleza de la monarquía es la voluntad de
matar a tu familia si es necesario.

—¿Estás llegando al punto? —preguntó Wyatt, limpiándose la


oreja con el meñique. Me estaba preparando para darle una paliza.

—Quieres respuestas; Vas a tener que callarte y escuchar mi


maldita historia —respondió Gabriel, moviéndose hacia la barra y
sirviendo otro trago—. ¿Dónde estaba?

—Matar a la familia —dijo Ivy con entusiasmo, sentándose y


comiendo nueces de un tazón como si fuera una especie de
espectáculo.

—Bien —asintió Gabriel, volviéndose hacia nosotros—. Mi


padre, Davet-Jacques Florestan Déllacqua I, fue uno de los
soberanos más agresivos, celosos, tacaños e ingeniosos que Mónaco
había visto jamás. Bajo su mando, el país creció
rápidamente. Engañó, robó y se apoderó de la tierra justo delante de
las narices de Francia. Cuando se trataba de gobernar, no tenía
defectos. Fue su vida personal la que provocó todo el
escándalo. Como muchos otros soberanos, disfrutaba de las
mujeres, tantas como pudo. No le gustaba la institución del
289

matrimonio.
Página
—Sin embargo, según los estatutos de Mónaco, el heredero del
trono nunca puede ser un bastardo. Ya en sus cuarenta y tantos,
aumentó la presión para que se casara; con una de las mujeres que
ya le había dado un hijo o casarse con alguien nuevo y tener un
heredero. En ese momento, dos de sus amantes estaban
embarazadas. Una, la hija más joven del entonces primer ministro, y
la otra, la hija del cocinero de palacio. Eligió a la hija del cocinero por
su odio al primer ministro, y así mi madre Adésme Benoîte se
convirtió en la Princesa Consorte y Su Alteza Serena de Mónaco. Seis
meses después, nacimos mi medio hermano y yo, el príncipe
Xavier. Nací un día después que él, pero era el heredero oficial del
trono.

—Espera, ¿por qué es un príncipe si es un bastardo —preguntó


Sedric, sentándose en el sofá y rascándose un lado del cuello.

—Porque —respondió Gabriel, sentado en el taburete del


piano—, su madre y su abuelo envenenaban a diario a mi madre. El
veneno la hizo perder la cabeza lentamente, su objetivo era hacer que
mi padre no simplemente se divorciara de ella, sino que el Papa
declarara que el matrimonio nunca fue válido para empezar.

—Por lo tanto, convertirte en un bastardo también —susurré, y


me miró, asintiendo.

—Mi padre sospechaba que su padre estaba de alguna manera


detrás de esto, sin embargo, Sylvia es muy buena fingiendo ser
inocente. Y entonces, el tonto creía que era imposible que alguien
tan bondadoso como ella podía hacer tal cosa. Los médicos
intentaron encontrar una cura para mi madre. Cambiaron todo; su
ropa, joyas, ropa de cama, todo fue despojado y rehecho, pero aun
así empeoró. No se dieron cuenta de que el veneno no se propagaba
por nada sino por una persona... mi propio padre. Habían
envenenado la Joya de Le Coeur Battant, que todos los soberanos
llevan al cuello, y cada vez que él iba a verla o la rodeaba, la
envenenaba. La única razón por la que no se enfermó fue porque
también le dieron el antídoto. En mi sexto cumpleaños, mi madre se
arrojó por el balcón del palacio oeste. Un año más tarde, mi padre se
290

casó con Sylvia, convirtiéndola en la nueva Princesa Consorte y Su


Alteza Serena de Mónaco... De ese modo, convirtiendo a sus hijos,
Página

mis hermanastros en hijos legítimos y en línea para el


trono. Entonces, aunque Xavier es un día mayor que yo, sigo siendo
el heredero, ya que mi madre fue la primera esposa. Para que él tome
el trono, debo abdicar o morir.

—¿Dijiste que tomarás el trono en tu trigésimo cumpleaños?


¿Por qué a los treinta años? ¿Qué hay de tu padre? —le pregunté,
sin entenderlo.

—El veneno... —suspiró, bebiendo—. El hecho de ser


envenenado y curado repetidamente le hizo enfermar. Cuando me fui
de Mónaco hace once años, no podía salir de su cama y mantenerse
de pie por sí mismo. Desde entonces he oído que apenas puede
levantar las manos. Aunque podría ser mucho peor, Sylvia ha
mantenido el palacio en silencio. Nada entra o sale sin su
conocimiento. Todavía es amada y su padre fue recientemente
reelegido como primer ministro una vez más. Hace el papel de la
princesa obediente y cariñosa, arrodillada al lado de su marido
enfermo. Hay canciones de su gran amor. —Se rio, incapaz de
evitarlo—. Ha hecho que todo el país piense que ella y mi padre eran
almas gemelas, que eligió a la mujer equivocada la primera vez. Así
que la gente también cree que Xavier estaba destinado a ser el
heredero... Después de todo, es el mayor. Todo Mónaco está bajo su
control actualmente.

—El único problema eres tú —habló finalmente


Wyatt—. Entonces, ¿me estás diciendo que quieres que mi hermana
se case contigo y se mude a un país donde ni siquiera las personas
dentro de él creen que mereces ser su rey?

—Mónaco no usa el título de realeza.

—No es mi punto —espetó Wyatt. A este paso, Ethan no iba a


tener que decir nada. Aparentemente, Wyatt estaba canalizando su
comportamiento.

—Mis padres hicieron un trato contigo,


¿correcto? —interrumpí, tratando de recordarle a mi querido
hermano pequeño cómo habíamos llegado a este punto—. ¿Cuándo?
291

—No lo sé —respondió y se detuvo.


Página

—¿Qué?
—Dejé Mónaco bajo la dirección de mi padre. Me dijo que fuera
a la escuela en Inglaterra. Al principio, pensé que lo estaba haciendo
para deshacerse de mí. El heredero de Mónaco suele estudiar en el
país, así que pensé que estaba intentando posicionar a Xavier para
que se hiciera cargo. Rechacé. A la mañana siguiente, me encontré
en un avión que aterrizaba en Heathrow. La única persona a mi lado
era Sebastian. Me dio una carta de mi padre, diciéndome que sería
más seguro para mí no regresar. Que estaba haciendo lo que tenía
que hacer para protegerme. Me dijo que me escondiera y que cuando
llegara el momento, me enviaría una última carta. Esa carta llegó
hace trece meses, y solo tenía sentencia… La puerta a la soberanía
solo se puede abrir con una sola llave, Donatella A. Callahan es tu
llave. Debajo había un número de tu abuela, quien luego me contó
sobre el arreglo. Ambos acordamos esperar hasta que estuviese más
cerca de mi trigésimo cumpleaños antes de acercarme.

—¿Por qué Dona? —preguntó Darcy confundido.

—Piensa en una familia más fuerte que la nuestra —le


preguntó Ethan.

Darcy no respondió porque no podía.

—Ahora piense en una familia que no sea la nuestra con una


mujer que tenga la edad adecuada para casarse con él —dijo Ethan,
caminando hacia la barra, e Ivy se deslizó en su silla—. Casi al
mismo tiempo que dejaste Mónaco, nuestra familia aumentó la
cantidad de cocaína que ingresa al país en más del treinta por
ciento, gracias a un conjunto de procesos de selección más laxos.

—Entonces, ¿la vendieron por el treinta por ciento? —preguntó


Wyatt, y estaba oficialmente al final de mi cuerda.

—¡Nadie me vendió! —espeté—. Nadie tiene ese poder. Me dio


una opción y yo hice mi elección. —Mirando a Ethan, le pregunté—
¿Te ha proporcionado suficiente claridad ahora? Por mucho que me
emocione esta pequeña lección de historia, no me hace cambiar de
opinión. En todo caso, solo me emociona más conocer a la Reina...
292

—Es una princesa —interrumpió Helen.


Página
—No es el punto —dije con los dientes apretados—. Ellos nos
eligieron… a mí porque sabían que cuando se trata de ser
despiadado, nadie se compara con nosotros… conmigo. Entonces,
voy a mi habitación para asegurarme de que mis cosas estén
empacadas y para tomar un largo y caliente baño. Todos ustedes son
libres, quédense aquí y sigan escuchando.

GABRIEL

Cuando se fue, todos estábamos en silencio y deseaba más que


nada escapar con ella.

—No me importa. —Wyatt se puso de pie—. No me importa si


eres el Príncipe de toda Europa y la maldita luna también. No me
importa el trato que se haya hecho con mis padres. No me importas
ni tú ni tu triste vida de príncipe. No me gustas y no confío en
ti. Encuentra a alguien más. O, aquí tienes una idea, haz crecer
algunas pelotas y arregla tu maldito país por tu cuenta.

Miró a Ethan mientras se dirigía a la puerta. —Voy a hablar


con ella antes de que crea que es la reina Catalina.

—Mónaco no tiene realeza… —le dijo Ivy, y él respondió


cerrando la puerta.

Dejándome con el resto de su familia.

—Váyanse todos —declaró Ethan, y todos se levantaron. Ivy se


quedó hasta que él la miró. Intercambiaron asentimientos antes de
que se levantara, llevándose las nueces. Verdadera realeza,
aparentemente.

Cuando la puerta se cerró, me quedé cara a cara con Ethan, el


mayor y, con suerte, el más racional de todos.
293

Necesitaba saber. —Pase lo que pase, dejaré esta casa muerto o


con tu hermana.
Página
—Reyes... príncipes... monarcas, todos son muy buenos
ordenando la muerte de otros —dijo mientras las puertas se abrieron
de nuevo, Rocky y Coco arrastraron a dos de mis antiguos
guardias. Otros dos hombres dejaron una envoltura de plástico antes
de que Rocky y Coco tiraran a los traidores al suelo. Ambos miraron
a su alrededor mientras negaban con la cabeza, tratando de suplicar
por sus vidas, pero la cinta colocadas en sus bocas amortiguó todos
sus esfuerzos—. Por alguna razón, cuando se trata de matar
hombres con sus propias manos, todos tropiezan —prosiguió
Ethan—. No sé por qué. No me importa por qué. Pero es bueno saber
que eres diferente a eso... por eso te traje regalos.

Metió la mano detrás de su espalda y sacó una pistola,


entregándomela.

Sin pestañear, la tomé y les disparé a ambos en el


cráneo. —Gracias. No deberías haberlo hecho.

—Pareces ansioso por terminar con esto.

—He llegado demasiado lejos para dejar que nada ni nadie se


interponga en mi camino —dije, devolviendo el arma—. Incluso si el
mismo diablo trata de detenerme, me quemaría vivo luchando contra
él.

—Por eso estás en esta situación. —Frunció el ceño, guardando


el arma—. No luches contra el diablo... sé él y deja que otros se
quemen tratando de pelear contigo.

—Gracias por ese consejo. Lo bordaré en mi almohada real.

294
Página
VEINTIDÓS
“Decir adiós es como morir”
~ Marjane Satrapi ~

WYATT

Cuando llegué a su habitación, ambas puertas estaban


abiertas de par en par y más de una docena de sirvientas ya estaban
empacando sus cosas en grandes cajas marrones. Me sorprendió ver
cuánto ya se había hecho. Cuanto más miraba, más enojado me
ponía.

—¡SALGAN TODOS! —grité haciéndolos saltar, mirándome con


los ojos muy abiertos por un breve segundo antes de que mis
palabras los golpearan y se fueran rápidamente. Esperando hasta
que la puerta se cerró antes de mirarla; se acostó en medio de la
cama, con las piernas cruzadas, mirando al techo.

—Espero que no estés esperando el beso del amor


verdadero. Te saldrán llagas —murmuré, caminando hacia ella.

Sonrió pero no me miró. —Soy una princesa. Estoy segura de


que hay algo de magia especial para eso. ¿Cuándo crees que tendré
el poder de hablar con los pájaros?

—No eres una princesa —le contesté, acostándome a su lado y


mirando el ventilador de techo que ella tenía sin otra razón que verlo
girar.

—¿Qué soy entonces? —preguntó suavemente.


295

No tuve que pensarlo. —Mi hermana.


Página

—Seguiré siendo tu hermana incluso en...


—Eres una hipócrita. —No quise escucharla—. Durante cinco
años me dijiste que volviera a casa. Volver a Chicago. Ese Chicago
era nuestro hogar. Que en ningún lugar del mundo se sentirá como
en casa excepto en Chicago. ¡Por fin he vuelto y ahora planeas
mudarte ni siquiera a otro estado, sino a otro maldito país! —Me
mordí la lengua, inhalando y tratando de mantener la calma.

—Soy una hipócrita —respondió.

—No estés de acuerdo conmigo. Simplemente no seas


hipócrita —le susurré—. No...

—No me hagas esto, Wyatt —respondió. Cuando finalmente


moví mi mirada del ventilador hacia ella, su rostro estaba tranquilo y
sin emociones, pero sus ojos… las lágrimas se deslizaron por un lado
de su rostro hacia el cuello.

—Dona…

Con una mano tomó la mía y con la otra se limpió un lado de la


cara. —Te amo, Wyatt. Amo esta ciudad. Estoy feliz de que estés en
casa. Estoy feliz de que hayas regresado. Pero no puedo
quedarme. Gabriel dijo que una parte de mí podría estar esperando
que me detengas... y tiene razón.

—Entonces déjame detenerte —le rogué, apretando su mano


con fuerza.

Finalmente, se volvió para mirarme, sus ojos verdes cubiertos


de lágrimas que no dejaba caer. —La parte de mí que espera que me
detengas es más pequeña que la parte de mí que te odiará por hacer
que me quede.

—Con el tiempo, superarás...

—Soy un perro lobo moribundo aquí, Wyatt. —Frunció


el ceño—. Estoy muriendo. Ni siquiera me di cuenta. Hasta que él lo
dijo.
296

—Solo está tratando de meterse en tu cabeza.


Página

—Tal vez, pero no se equivoca —dijo sonriendo. Tenía que ser


la sonrisa más triste que jamás había visto—. El tiempo solo
empeorará esto. Ya no somos niños, Wyatt. Ethan está casado. Va a
ser padre. Pronto lo será. Y un día tú también lo serás. Te casarás y
tendrás una familia, ¿y yo? Si me obligan a quedarme, si me ruegan
que me quede, me están obligando a ver cómo me vuelvo cada vez
menos importante para todos ustedes.

—Dona, eso es imposible—. Me di la vuelta, sintiendo mis ojos


arder mientras la miraba. Alargando la mano, la coloque en su
cara—. Eres mi hermana. Mi melliza. Nadie puede…

—No lo sabes porque nunca has amado a nadie tan


profundamente. —Extendió la mano y apartó mi mano de su
cara—. Y quiero que ames así. Quiero que ames como lo hizo papá.

—¿Que pasa contigo? No lo amas...

—Si no puedo aprender a amarlo... no amaré a nadie


más —dijo con seriedad—. Sabes cómo soy. Se necesita un tipo
especial de persona para estar dispuesta a estar conmigo. Y una
persona aún más especial para que quiera estar con él, con todo mi
corazón. Gabriel... Es el armario al que he entrado.

—Porque viene con corona y país —murmuré con amargura.

—Exactamente —asintió—. Viene con poder e influencia. He


absorbido todo el poder que tengo para tomar en Chicago. He crecido
tanto como puedo aquí. Entonces, o me relegan a un segundo plano
detrás de ti y Ethan, o me convierto en el centro de atención en otra
pintura. Wyatt, así es como sobrevivimos. En el fondo, no somos más
que animales racionales. Y sé que si me quedo, me enfrentaré a
Ethan porque necesito gobernar en mi propia esfera. Este
matrimonio es la forma en que todos sobreviviremos como familia.

Odiaba lo racional que estaba siendo.

No podía trabajar con ella cuando era racional. No podía pelear.

—No eres el tipo de persona que querría estar atrapada en un


maldito palacio, organizando bailes de caridad y… cualquier otra
297

cosa monótona que hagan las princesas. Te hará desfilar como un


maldito trofeo y te volverás loca de aburrimiento. O loca por todas
Página

las reglas sofocantes que intentaran hacerte seguir.


Apartó la mirada de mí y volvió a mirar su ventilador. —Tu
falta de fe en mí duele, hermanito.

—Bueno. Quédate —dije egoístamente.

Se rio y luego respiró hondo. —Desde que Ethan se casó, no he


dejado de sentir esta opresión en mi pecho y no me he dado cuenta
de lo que era. Ivy está ocupando mi lugar en la familia. Y seguiré
sintiéndome tan... anulada. Me despertaré una mañana
pensando ―Así que esto es lo que se siente morir... Qué doloroso”.

Tragué el nudo en mi garganta. No me estaba dando ningún


espacio aquí. Cualquier espacio para cambiar de opinión. Siguió
cavando mi tumba.

—No he dejado de preguntarme si así es como se sentía


mamá —susurró.

—¿Qué?

—Mamá no era de Chicago. No conocía a papá. Se desarraigó a


sí misma y a todo lo que le resultaba cómodo y se casó por más
poder... así, tal como yo. Nunca pensé en eso. Pero ahora que soy
yo… sigo preguntándome si se sentía así. Segura, de lo que
necesitaba hacer, pero una pequeña parte de ella aún estaba
incierta, triste y asustada. Debe haberlo hecho, ¿verdad? Entonces
eso significa que, cuando eligieron a Gabriel, debió estar segura…
que este momento de tristeza, miedo e incertidumbre valdría la pena
al final. Todo lo que necesito ser es lo suficientemente fuerte para
dar el mismo paso. Confío en mamá, Wyatt. Confío en ella, así que
voy a dar este paso... incluso si me odias por eso. Pero por favor no
me odies.

Había perdido.

Dándome la vuelta, parpadeé para quitarme las lágrimas de los


ojos. Pero vinieron, siguieron viniendo. ¡Maldita sea!

—Gracias —susurró, dándose la vuelta y abrazándome.


298

Apartando la mirada, encontré la fuerza para decir— Mejor que


Página

no dejes que te cambien o que te hablen con desprecio. Tú eres...


eres mejor que ellos. En el momento en que digas la palabra,
podemos destrozar todo el maldito país. Eres una maldita
Callahan. Había una corona en tu cabeza antes de ellos. La que te
darán será visible a simple vista y podrán retirarla, pero nunca
perderás con la que naciste.

Se rio y me abrazó con más fuerza. —En primer lugar, ¿en qué
mundo retorcido dejaría que alguien, de la realeza o no, me
cambiara? En segundo lugar, hermanito, voy a ser feliz, lo prometo.
Así que prométeme que tú también lo serás... y que cuidarás de
Ethan.

—Soy el más joven. Él debería cuidar de mí —murmuré, y me


dio un puñetazo en el costado—. ¡Ah! ¡Dona!

—¡Él cuida de ti!

—¿De qué lado estás? ¡No estabas pensando en matarlo hace


apenas una semana! —La empujé, tratando de levantarme, pero
agarró una almohada y me golpeó en un lado de mi cara.

—¿No tengo ni idea de lo que estás hablando? Siempre he sido


una jugadora de equipo de buen corazón y buen carácter. ¿Cómo
podría disculparme por...?

Tomando una de las otras almohadas, le devolví el golpe.

Me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida... horrorizada


incluso y sonreí diciendo —Una persona de buen corazón y buen
carácter no me devolvería el golpe.

Sus ojos verdes se entrecerraron hacia mí cuando


dijo —¡También dije jugador de equipo y ahora mismo no estás en mi
equipo!

Me golpeó con tanta fuerza que la almohada se rompió y, por


supuesto, las almohadas de Dona eran de plumas de ganso y, por
supuesto, volarían por todas partes. Se sentó sobre sus rodillas para
mirarme por un segundo antes de señalar y reír como una maldita
299

niña de seis años. Tomando otra almohada, la golpeé en un lado de


la cara con tanta fuerza que la almohada se abrió de golpe y su
Página
cabello se agitó. Sonriendo, le señalé—: ¿Debería reírme como un
maníaco o simplemente sonreír tímidamente?

—¡Que te corten la cabeza! —gritó, agarrando una almohada y


corriendo detrás de mí.

ETHAN

Se suponía que este no era mi lugar.

Se suponía que mi padre tendría el honor de dar un gran y


aterrador discurso para quien fuera a casarse con Dona. Ni siquiera
tuve tiempo de que mis tíos lo hicieran. Entonces,
desafortunadamente, cayó sobre mis hombros. Nos paramos en la
sala de estar, junto a la chimenea apagada, bajo el retrato familiar.

—¿Qué vas a tomar? —le pregunté mientras me trasladaba a la


barra de la esquina.

—Es un poco temprano.

—Te vas a casar con mi única hermana, sin previo aviso. Sin
preguntar, después de ser irrespetuoso y deliberadamente
irritante. Sin embargo, aquí estoy, ofreciéndote un trago. ¿Lo estás
rechazando? —le pregunté mientras me servía un brandy.

—El brandy está bien —respondió, tendiéndome la mano. Le


entregué una copa antes de moverme para sentarme en la silla
mientras él ocupaba la otra.

Sentado en silencio, bebí mirando el retrato, dándome cuenta


de que iba a cambiar. No por él... sino por mí. Era solo mi padre, mi
madre y sus hijos en esa imagen. Pronto, tendría que cambiarla a
Ivy, a nuestros hijos y a mí. Y seguiría y seguiría. Nunca lo había
pensado antes. Nunca se me ocurrió que necesitaba cambiar hasta
300

ahora, que la estructura de mi familia cambiaría. Dona se sentaba


aquí a menudo... Me preguntaba si eso era lo que estaba observando.
Página
No estaba seguro de cuánto tiempo estuvimos sentados en
silencio. No me importaba el silencio, pero aparentemente, no podía
soportarlo más.

—A pesar de todo lo demás, me ocuparé de ella —dijo con


severidad, rompiendo mi concentración. Lo miré, algo sorprendido
por su declaración.

—Por supuesto que lo harás —le respondí y pareció


sorprendido por la mía—. No tienes elección. Tu vida, tu país,
cualquier otra cosa que te importe depende de lo bien que la
trates. Pensé que sopesaste todos los riesgos antes de dar a conocer
que querías casarte con la hija y la hermana de la mafia más
poderosa de la historia del mundo.

—La arrogancia parece ser un rasgo familiar. —Se rio


disimuladamente, levantándome su copa antes de beber.

—Uno que su familia también debe compartir. —Miré la


pintura—. De todos los miembros de mi familia, soy el menos
elocuente. No tengo un discurso o sabiduría para compartir
contigo... e incluso si lo tuviera, preferiría no hablar contigo en
absoluto. Verte a ti me molesta. Que te cases con mi hermana me
molesta y eso no tiene nada que ver con quién eres... sino con quién
es mi hermana para mí.

Hice una pausa, bebí y no dijo una palabra, afortunadamente.

—¿Tienes hermanas? —le pregunté.

—Media hermana, pero aparentemente no cuenta. —Sonrió. No


encontré nada gracioso en lo más mínimo.

—Entonces no entiendes lo que estamos sintiendo —hablé en


nombre de Wyatt, también porque sabía que esto lo rompería aún
más.

Sacudió la cabeza. —Honestamente, no. Entiendo que no


estará en la ciudad. Pero no es como si estuviera desapareciendo
301

para siempre. No es que no pueda llamar o chatear por video...


Página
—Ella siempre ha estado aquí —lo interrumpí antes de que
más estupidez viniera de él y me llevara a romper mi copa sobre su
cabeza—. En medio de Wyatt y yo... está Donatella. Siempre ha sido
nuestro árbitro, nuestra juez, nuestro apoyo, en todo lo grande o
pequeño. Para mí ha sido mi mayor amenaza pero también mi
mayor aliada. Porque siempre ha sido fuerte, tuve que ser fuerte. Nos
empuja incluso cuando no queremos que nos empujen... o al menos
lo hizo. Ahora estará en el otro lado del mundo lidiando con
cualquier lío que estoy seguro de que necesitas ayuda para
arreglarlo. Ella no va a estar ahí para nosotros. Pero tú sí. Por
primera vez, estaremos al margen, y el margen no es un lugar
divertido para estar cuando siempre has sido el centro del escenario.

Por eso tiene que irse. Me estaba haciendo lo que Ivy le había
hecho a ella. No lo entendí entonces, pero ahora sí.

Maldición.

—No quiero hablar por mucho más tiempo. Sólo sé que, pase lo
que pase en mi vida, en la vida de Wyatt, siempre dejaremos de
hacer lo que sea para estar a su lado si llama. Hazle daño de
cualquier manera, de cualquier forma o modo... Y ni siquiera yo
sé hasta dónde llegaré y lo depravado que seré cuando te ponga las
manos encima. Lo intenté. Intenté pensar en lo que le haría al
hombre que lastimara a mi hermanita y todo lo que veo es rojo. No
rojo de ira. No rojo sangre. Sino rojo fuego. Como si supiera, en
algún lugar de mi mente, todo lo que haría sería tan horrible, atroz e
indecible que me condenaría al infierno por la eternidad. Todo lo que
puedo ver, cuando pienso en Donatella siendo lastimada por ti de
alguna manera, son esas llamas rojas. —Terminando mi bebida, me
levanté y él se quedó sentado—. Eso es todo lo que quería decirte.

Dándome la vuelta y dirigiéndome hacia la puerta cuando tuvo


las pelotas de decir —No hemos comenzado las negociaciones.

—¿Perdón? —Me volví.

Se levantó de su silla con confianza, no era para nada lo que


302

esperaba y sin embargo no me sorprendió. Estaba tontamente


confiado incluso cuando no tenía la ventaja. Debe haber sido una
Página

condición mental con la que nacían los príncipes.


—Tú fuiste quien dijo que me casaría con la hija y la hermana
de la mafia más poderosa de la historia del mundo, ¿no es
así? —Sonrió, terminando su bebida. No respondí incluso cuando se
paró frente a mí—. Tu hermana se va a casar con el príncipe
heredero de un gigante económico en ascenso; una nación de treinta
y siete millones, que limita con otras cuatro naciones y el mar
Mediterráneo. Has hecho un excelente trabajo siendo el hermano
protector y obediente, ahora me gustaría escuchar al Don de esa
mafia todopoderosa.

—Son uno y el mismo. Así que te sugiero que elijas tus


próximas palabras con cuidado —dije, mirándolo a los ojos—. Yo no
negocio, simplemente tomo.

—Qué confianza —respondió, la diversión en su rostro


desapareció—, considerando que así es como tomé a tu hermana.

Sentí mi mano temblar. Podía verlo casi en cámara lenta, lo


fácil que sería sacar mi cuchillo y cortarle el cuello. La razón ganó al
instinto, y respondí con palabras, no con sangre, diciendo— Grandes
palabras para un príncipe que hace sólo una hora suplicaba por su
vida.

—Estás equivocado. —Me miró—. No suplico por mi vida. Mi


vida está garantizada. Te lo explicaré, ya que nunca antes has estado
en esta posición.

—¿Cuál es esa posición?

—Debilidad.

Me reí de eso. —Tienes razón, no conozco ese puesto, ni lo


sabré nunca.

—Donatella. —Levantó la mano derecha y luego la izquierda


como si fuera una balanza—. La imagen de tu familia.

Un año. Ese es el tiempo que Donatella iba a aguantar a este


bastardo antes de que un balazo le arrojara el cráneo mientras
303

dormía.
Página
—Como cabeza de la familia Callahan, nuestro matrimonio te
hace parecer aún más fuerte. Por primera vez en tu historia, la gente
no susurrará sobre lo poderoso que eres o cuáles podrían ser tus
conexiones. Sabrán que tu familia se extiende a la realeza. Por
conexión conmigo, todos ahora tienen permanencia en la
historia. Hablarán de todos ustedes como hablan de la familia
Medici.

—¿Tienes algún punto u simplemente deseas ver cuánto tiempo


puedo mantener la compostura? —pregunté.

—Con tal legado, ¿no crees que debería recibir algo a cambio?

—¿Mi hermana no es suficiente? —Ahora nos estaba


insultando.

—Si yo bajo, tu hermana también bajará. —Frunció el


ceño—. Y con ella, también lo hacen los años de influencia y poder
perseverantes e intocables que tu familia ha creado. Con grandes
familias, la imagen lo es todo, ¿no? ¿Qué te parece la imagen de mi
muerte o mi derrota por el trono?

—¿Pensé que tu vida estaba garantizada?

—Todos ustedes son esa garantía. —Sonrió.

Debilidad... Donatella en un lado de la balanza. La imagen de


nuestra familia en la otra. Ahora entendí lo que quería decir. Sin
embargo, no entendía quién era yo.

—Te das cuenta de que aún no está casada contigo. Me he


preparado muy bien para limpiar el desorden. Tu muerte será una
molestia, pero también se puede limpiar. —Me reí porque era
divertido y él solo sonrió.

—Ahora te das cuenta de que ella me ha visto y de lo que


puedo ofrecer, si ella pierde eso, nunca tendrá otra oportunidad de
tener lo que quiere. Al menos no sin volver por tu trono otra vez. Su
ambición es así de peligrosa. Entonces, eres libre de matarme ahora,
304

sabiendo que lo más probable es que lastime a tu preciosa hermana


en el futuro.
Página
¿Un año? ¿Le di un año? Dona va a matar a este hijo de puta
dentro de seis meses, si no menos.

—Lo que quiero es simple, y nada que no quieras hacer de


todos modos —habló de nuevo, con los hombros relajados, al igual
que sus ojos—. Necesito hombres. Necesito que sean de Mónaco. Lo
que sucedió hoy nunca puede volver a suceder, en ningún lugar, por
ningún motivo. Y no me refiero a hombres leales a ti, ni a hombres
que puedan negociar su lealtad al mejor postor. Su primera y única
prioridad siempre deberíamos ser tu hermana y yo.

Por un breve momento me pregunté qué tipo de hombre sería si


hubiera nacido en su vida, y no estaba seguro de si me tranquilizaba
o me inquietaba el hecho de que sería un poco como él. Estaba
pensando y se estaba convirtiendo en el diablo que necesitaba ser...
No, ya tenía el corazón tan oscuro, solo necesitaba que el ejército lo
siguiera. No puedo culparlo por eso. No cuando tenía uno ya listo
cuando llegué al poder.

Le agradecí brevemente a Dios que mi padre no hubiera sido


tan tonto como el suyo, pero, de nuevo, también debería haber
agradecido a mi madre por no ser tan débil como él.

La fuerza de su matrimonio fue lo que me salvó de la caótica e


irracional telenovela que fue su vida.

—Tendrás a tus hombres —respondí, volviéndome cuando me


di cuenta de que tenía un discurso para él—. Gabriel, se supone que
los hombres como tú y yo no somos solo hombres. Somos
líderes. Somos gobernantes en dos esferas diferentes, pero seguimos
siendo gobernantes, no obstante. Las mujeres con las que nos
casemos sentirán dolor y saldrán lastimadas, sí. Pero el dolor del que
estoy hablando, los daños contra los que advierto, no son los
pequeños. No se trata de olvidar un aniversario o incluso pelear
entre nosotros. Los daños contra los que te advierto... son los tipos a
los que los reyes y príncipes parecen tan propensos... Mi hermana
puede y manejará cualquier cosa que le lances, pero si tú, Gabriel, la
conviertes en tu esposa y luego decides que quieres una amante
305

también, te mataré.
Página

—Si permites que se sienta avergonzada o deshonrada, te


mataré. Si termina gravemente herida por el fuego dirigido a ti, te
mataré. Tu vida no está garantizada. Mi hermana no es tu
seguro. No me pruebes a mí y a esta inmensa benevolencia que te
estoy otorgando. Porque si siquiera escucho susurros de que la
tratan como a tu madre… Verás esas llamas de las que estaba
hablando antes. Ahora, discúlpeme, Alteza, tengo que dirigir un
imperio internacional de las drogas.

No dije nada más y no esperé a que dijera nada tampoco, no es


que tuviera que decir algo. Ignorando y pasando junto a los hombres
que sacaban sus cajas, me dirigí hacia mi estudio, esperando que la
paz superara la realidad que me rodeaba. Pero mi mente no se
detenía.

Lo entendí todo.

Por qué se iba a ir.

Por qué quería irse.

Por qué mis padres lo eligieron.

Incluso por qué la necesitaba.

Y sin embargo, a pesar de todo... no podía imaginarme llegar a


casa y no verla. No podía imaginarme Chicago sin Dona… sin mi
hermanita.

No quería pensar en ninguno de las dos opciones, pero iba a


suceder.

—¿Estás bien? —preguntó Ivy cuando entré.

Apoyado contra la puerta, negué con la cabeza. —Dame una


buena razón para evitar que se la lleve.

—Si no pudiste pensar en una, dudo que yo pueda.

Correcto. Ese era el problema. Como sabía y entendía todo, no


tenía ninguna razón para obligar a Dona a quedarse.
306

—Entonces, ¿tengo que aceptar esto? —Aceptar algo que no


quería era un sentimiento extraño...
Página
—Está bien decir que duele perderla —dijo, abrazándome.

Y la miré mientras se aferraba a mí. Sólo entonces me di


cuenta de que la extraña sensación era... dolor. No físico, sino
emocional.

Le devolví el abrazo. Asentí lentamente, admitiéndolo solo ante


ella. —Me duele.

Decir adiós a mi hermana duele.

307
Página
VEINTITRÉS
“Yo, con un instinto más profundo,
escojo un hombre que obligue a mi fuerza,
que me pida enormes exigencias,
que no dude de mi valentía ni de mi tenacidad,
quien no me considere ingenua o inocente,
que tenga el coraje de tratarme como a una mujer”
~ Anaïs Nin ~

DONATELLA

Levantando el delgado frasco de cristal de mi tocador y


rociando perfume detrás de mi oreja y mi muñeca, los froté antes de
volver a colocar el frasco en su lugar. Volví a mirar mi propio reflejo,
arreglando los rizos de mi cabello. Si la belleza era la armadura de
una mujer, tenía más que suficiente para matar a un dragón. Eso es
lo que estaba haciendo. Deslizándome en mis tacones beige antes de
levantarme del banco frente a mi tocador, tocando la piel desnuda
sobre mi pecho, sonreí. No estaba segura de por qué mi corazón latía
tan rápido, sin embargo, podía sentir el zumbido en mi pecho,
haciendo que mí sangre se calentara... en todo mi
cuerpo. Excitación. Era la sensación que tenía cuando estaba
emocionada y, sin embargo, esto no debería haberme excitado tanto
como lo estaba.

Dando un paso atrás y caminando hacia la puerta, el vestido


estilo bata de satén gris que llevaba con aberturas en ambos muslos
y con un escote pronunciado, fluía con cada paso que daba. Eché un
vistazo por encima del hombro a la habitación con las cajas que aún
308

esperaban que se las llevaran antes de cerrar la puerta detrás de


mí. El camino desde mi habitación hasta la de Gabriel no era muy
Página
lejos, y ni siquiera me molesté en tocar, en cambio, entré. Una voz
venia del baño.

—Descansa por ahora, Sebastian, podemos irnos temprano


mañana por la mañana. —Le oí decir; Noté un cuaderno de cuero
destartalado en el tocador más cercano al balcón, caminé hacia
adelante y lo levanté con cuidado—. Está bien. Todavía se está
despidiendo de su familia, prefiero no apurarla. Todavía tenemos
tiempo —continuó, seguido por el sonido del grifo, y no me molesté
en escuchar más que eso. Miré su diario, cautivada por sus dibujos.

El primer set fueron personas al azar en las calles.

Algunas aves y otros animales.

Pero entre eso hay muchos dibujos de una mujer que se


parecía mucho a él. Tenían los mismos ojos y entendí que debía
haber sido su madre. Sus dibujos eran a color, muy detallados. Casi
todas las demás páginas en la primera mitad del libro eran de ella
hasta...

Hasta que llegue a mí.

Nada más, solo yo.

Yo, enojada, riendo, mirando por la ventana, nadando y…


desnuda. Parecía haber pasado mucho tiempo imaginando el tamaño
de mis senos, cintura y caderas, ya que eran ligeramente diferentes
en cada dibujo.

—¿Quién diría que eras un artista? —dije cuando escuché


abrirse la puerta del baño.

—Casi todo el mundo es un artista en Europa... la única


diferencia es si son conocidos o no. —Su voz firme respondió detrás
de mí, no parecía sorprendido o incluso confundido por mi
presencia.

Desde su llegada, eso es todo lo que me había hecho; me había


309

asustado, me había desequilibrado. Me había molestado,


confundido, conflictuado, dudosa y excitado. Como un tornado,
Página

entró y arrancó todo de su lugar, se convirtió en el centro de mi


atención y la de todos los demás. El cambio de poder fue tan rápido
que apenas tuve tiempo de comprenderlo, de entender que estaba
siendo absorbida y no había forma de salvarme porque una parte de
mí quería ser desarraigada.

—Donatella —susurró, de pie directamente detrás de mí ahora,


su voz enviando un escalofrío por mi espalda. Extendió la mano a mí
alrededor y trató de quitarme el cuaderno, pero aparté su
mano. —¿Necesitas algo?

—No podemos irnos esta noche —dije, pasando a otra


página—. Quiero ver la tumba de mis padres con mis hermanos por
la mañana. Vine a decirte eso. Pero parece que tampoco estás listo
para irte todavía.

—Quería darle a Sebastian por lo menos una noche de


descanso antes de volar —respondió.

—Realmente te preocupas por él.

—Es leal. Honro la lealtad. ¿No lo hacemos


todos? —preguntó.

No respondí, simplemente hojeé su libro. Suspiró suavemente y


dio un paso atrás. Fue entonces cuando me di la vuelta y vi los
vendajes en su espalda desnuda y el del brazo. Solo vestía sus
pantalones. No se quejó ni actuó como si estuviera
herido. Simplemente se lo guardó.

—Gabriel —lo llamé y se giró parcialmente, sus ojos


inmediatamente miraron mi cuerpo lentamente.

—No me hagas esto ahora —espetó dando un paso adelante,


inmovilizándome entre él y el escritorio, sus ojos grises llenos de
lujuria—. Me he pasado el día luchando por mi vida. Primero con los
hombres de esta mañana, luego con tu familia. Pelear verbalmente
con tus hermanos es agotador, como ya sabes. No tengo la energía
para fingir que no estoy excitado por ti y esta exhibición de... lo que
sea que estés buscando hacer. Estoy al borde de la cordura,
310

Donatella; no me empujes a menos que estés dispuesta a caer a mi


lado.
Página
Me agaché para desatar el lazo de mi vestido y lo dejé caer
alrededor de mis pies, dije —Tengo una marca de nacimiento en mi
pecho izquierdo y una cicatriz en forma de media luna en mi muslo
derecho, así que la próxima vez que me dibujes hazlo
correctamente... ¡Ah!

Jadeé, mi boca se abrió mientras él, sin vergüenza, ahuecó mi


pecho, sus manos estaban tan frías que me hizo
temblar. Inclinándose, lamió mi pezón. Su lengua recorrió círculos
una y otra vez antes de chuparme. Su mano derecha se sumergió
entre mis muslos, acariciando mi coño. Aturdida, no pude hacer
nada más que dejarlo manosear y chuparme, agarrándole por los
hombros y gimiendo en voz alta mientras deslizaba su dedo medio
dentro de mí… y luego otro.

—¡Ahh! —Ya no podía formar palabras. Simplemente me


balanceé hacia arriba y abajo en su mano. Poniéndose más erguido y
lamiendo sus labios, bombeó más rápido, mirándome como si
quisiera destrozarme de la mejor manera.

—¿Qué pasó con la necesidad de una corona? —Sonrió


mientras mi mirada se movía y me aferré a su brazo. Parecía
demasiado jodidamente presumido.

Metiendo la mano en sus pantalones, agarré su polla, tratando


de ignorar lo grande que era y lo fuerte que palpitaba en mi
mano. Mientras pasaba lentamente mi dedo por la punta, mis dedos
se cubrieron con un poco de su excitación. —Ya tengo una corona en
la cabeza. ¿No puedes verla? No hay vuelta atrás ahora, Gabriel. En
el momento en que entré aquí, en el segundo en que me tocaste,
sellaste tu destino indefinidamente.

Al igual que yo, su boca se abrió mientras trataba de respirar a


través del placer. Inclinándose de nuevo, sus labios estaban sobre
los míos, su lengua en mi boca y la mía en la suya. Nuestras dos
lenguas rozando contra y sobre la del otro. Queriendo más,
inclinándome hacia él, mis pechos rebotando en su pecho desnudo,
monté sus dedos mientras acariciaba la longitud de su
311

polla. —Ahora sé un buen marido y hazme gemir.


Página

Sin un segundo que perder, nos tenía a los dos en el suelo.


—¿Quieres gemir como esposa o puta? —Sacó sus dedos de mí
solo para llevarlos a mis labios. Inclinándome hacia adelante, lamí.

—Ambos —respondí.

Su nariz se ensanchó y la sonrisa se extendió en sus labios


mientras agarraba mis muslos, obligándome a acostarme de
espaldas y tirándome hacia adelante. Levantó mi pierna sobre la
suya, abriéndome ampliamente antes de chuparme.

—¡SI! —grité, agarrando su cabello y balanceándome contra su


boca. Todo mi cuerpo se estremeció cuando su lengua entró en
mí. Mis pezones estaban tan duros, mis pechos rebotaban tanto que
tuve que agarrarlos. Mis ojos se pusieron en blanco mientras
pellizcaba mis duros pezones, el dolor y el placer. Se sentía tan bien
que podía sentir la presión en mi estómago aumentando.

—Córrete para mí. —Lo escuché exigir y quería hacerlo, pero la


forma en que me ordenó me hizo querer luchar.

Aún no.

Sentí como si estuviera a su merced. No quería eso. Quiero que


sienta esto... quería que mi boca lo inmovilizara. Pateando mi otra
pierna sobre su hombro, con toda la fuerza que pude reunir, lo
empujé hacia atrás.

—Urgh... —gimió de dolor, pero solo brevemente mientras me


colocaba encima de él. Mirándolo, sonreí y besé sus labios antes de
darme la vuelta para que mi culo y mi coño estuvieran en su
cara. Saqué mi lengua, lamiendo desde la punta de su polla hasta
sus bolas. Sentirlo gemir contra mí solo me hizo temblar más.

Todo mi cuerpo se sentía como si estuviera siendo


electrificado. Me sentí salvaje, más audaz. Lo anhelaba, lo quería
todo en mi boca.

—¡Mhm! —Lo escuché gemir de nuevo en mi coño.


312

Era música para mis oídos mientras chupaba más fuerte, mi


cabeza subía y bajaba por su polla mientras sus dedos se aceleraban
Página

dentro de mí.
—¡OH! —Lloré sintiendo que los dedos de mis pies se doblaban
cuando me corrí... solo unos segundos antes que Gabriel. Me lo bebí
todo como él lo hizo conmigo.

Rodando sobre mi espalda y cerrando los ojos, limpié la


comisura de mi boca. —No está mal, Su Alteza.

No dijo nada y pensé que podría estar agotado, cuando de


repente sentí sus fuertes manos sobre mí, levantándome del
suelo. Abriendo mis ojos, miré hacia arriba para ver su mandíbula
tensa… un momento después, sentí las suaves sábanas de su cama
debajo de mí.

—¿No está mal? Dices eso como si hubiéramos


terminado —dijo. Se quitó el bóxer, su polla aún estaba dura,
todavía temblando para mí.

Mis cejas se arquearon y con una sonrisa en mi rostro


dije —Perdóname, olvidé que no estaba tratando con un simple
hombre.

—Después de esta noche, princesa, nunca volverás a


olvidar —dijo, subiéndose a la cama.

GABRIEL

Sabía que era peligrosa, pero no pensé que sería tan peligrosa
para mi vida. Había tanto que todavía quería hacer,
no, necesitaba hacer en mi vida. Y sin embargo, en este mismo
momento, mientras empujaba mi dura polla más profundamente en
su coño mojado y escuchaba los ruidos que hacía su cuerpo, sabía
que podía morir feliz así.

—¡Más fuerte! —gritó mientras el sudor rodaba por mi rostro y


goteaba sobre su espalda.
313

—Por favor… por favor… —suplicó y era hermosa. Era...


Página

perfecta. Su cuerpo, su voz, la mirada en sus ojos, todo.


—Córrete conmigo —le dije, encorvándome sobre su cuerpo y
agarrando sus pechos. Rebotaron contra la presión—. Córrete.

—¡Ohh! —gritó y mordió un lado de mi brazo para evitar gritar


más cuando me corrí en su interior. Nos quedamos así unos
segundos antes de que me retirara y colapsara a su lado. Nuestros
pechos subiendo y bajando.

—Jesucristo. —Me reí, extendiendo la mano para frotarme los


ojos. La había follado tan fuerte que estaba viendo manchas. Había
perdido la cuenta de cuántas veces lo habíamos hecho. Y lo que
empeoraba las cosas, todavía la deseaba. Era como si fuera una
droga; cuanto más la tenía, más quería. Si era solo la primera noche,
¿cómo iba a lograrlo?

Se movió para descansar encima de mí, sintiendo sus senos en


mi pecho, quise gritar de frustración, por estar demasiado cansado
para tenerla de nuevo.

—Dame diez minutos —dije, entre respiraciones.

—¿De qué estás hecho? —preguntó, y abrí los ojos para verla
sonriéndome, su cabello oscuro era un hermoso desorden salvaje en
su cabeza, algunos mechones incluso se le pegaban a la
cara—. Ya hemos follado de cuatro maneras diferentes.

Fruncí el ceño. —¿Solo cuatro? Debo estar fuera de forma.

Se rio suavemente y sonreí ante eso, levantando la mano y


apartándole el cabello de la cara.

—¿Por qué estás fuera de forma? ¿No hay suficientes mujeres


en Europa? —preguntó.

—Por respeto a mi futura princesa, he estado fuera de práctica


durante los últimos diez meses —dije.

—No lo he hecho —dijo sin vergüenza.


314

Fruncí el ceño ante eso. —¿Estás tratando de ponerme celoso?

—No, solo te digo la verdad —dijo, tamborileando con los dedos


Página

en mi pecho—. No puedo prometer mucho más que eso.


—¿Qué?

—Te lo dije, soy temperamental, propensa a la violencia y hostil


a la autoridad. —Me sonrió—. Nunca he podido verme como una
esposa para nadie. Nunca me ha gustado nadie hasta ese
punto. Siempre pensé que me casaría por el poder, si es que me
casaba… cuando llegara ese momento, le diría a mi futuro esposo…
a ti, que no esperes demasiado de mí. Soy leal a quienes me son
leales. Te respetaré si me respetas. Y siempre seré honesta si eres
honesto conmigo.

—¿Y si te amo? —pregunté, llevando mi pulgar sobre sus


labios—. Si te amo, ¿me amarías?

Me miró fijamente durante lo que pareció una eternidad, pero


no me importó porque me dio una excusa para mirar
descaradamente sus hermosos ojos verdes.

—Sí.

Me sorprendió que lo hubiera admitido. —¿Si?

—Sí —repitió, sin apartar la mirada de mí—. Si de verdad me


amas, me respetas y me eres leal, con el tiempo, también te amaré.

Realmente era honesta. Tan honesta, que no estaba seguro de


qué decir.

—¿No esperabas esa respuesta? —preguntó, apartándose de mi


pecho y acostándose a mi lado—. Pero amar a la gente es fácil
aunque no lo parezca. Pero si dos personas quedan atrapadas en
una isla y solo pueden confiar la una en la otra, se enamorarán. La
atracción es importante. Pero amor... eso viene de que dos personas
formen un vínculo. Saber que siempre hay otra persona de tu
lado. Siempre estará a tu lado. Luchara contigo. El amor es lo que
sucede cuando eres completa y descaradamente capaz de confiar y
depender de otra persona.

La miré fijamente. No, me quedé mirando sus labios, más allá


315

de asombrado por las palabras que salían de ellos.


Página
—¿Qué? Estás sorprendido, creo. ¿Por qué? —Se rio—. La
mayoría de la gente piensa que porque soy tan...

—¿Perra? —Ofrecí, ya que no parecía encontrar la palabra


correcta.

—Loca de corazón frío —corrigió, pateándome. Me reí—.


Piensan que no creo en el amor ni en amar a la gente.

—No soy una de esas personas —le dije, esta vez moviéndome y
tumbándome encima de su cuerpo—. Eres muchas cosas, Donatella,
pero incapaz de amar no es una de ellas. ¿De qué otra manera
podrías escribir novelas tan apasionadas? Simplemente me
sorprendió que lo admitieras.

—¿Leíste mis novelas? —preguntó con los ojos muy


abiertos. No sabía por qué eso la sorprendió tanto.

—¿Cómo puede alguien no saber que eres Odette


Odile? —pregunté sonriendo. El nombre era perfecto para ella.

—Solo lo sabes por mi abuela, ¿no? —Frunció el ceño—. Ella


realmente es una bala perdida ahora, ¿no es así?

—No seas demasiado dura con tu abuela. Me gusta


bastante —respondí.

—Alguien ya se siente cómodo diciéndome qué hacer.

—Aquí vamos —gruñí. La mayoría de los días era la peligrosa y


seductora cisne negro, pero mientras yacía debajo de mí, desnuda,
tranquila, hablando honestamente de sí misma y del futuro, con la
más pequeña y rara de las sonrisas en su rostro, vi toda la belleza y
la dulzura del cisne blanco. Era ambas—. Eres como una columna
de hielo en llamas —le dije para mantener la calma.

—¿Qué?

Asentí. —Todo lo que escuché de ti antes de venir y todo lo que


316

he visto de ti desde que estoy aquí, me dice que eres


inexplicable. Eres dos cosas opuestas a la vez. Eres... una persona
Página

loca y de corazón frío, pero no lo eres todo el tiempo. A veces eres


dulce y linda. No puedes mostrar esa parte de ti misma por tu
familia, así que lo escribes. Las heroínas de tus libros son todas
versiones diferentes de ti que no puedes mostrar libremente. Disfrute
leyendo tu trabajo…

—Estás siendo muy cursi...

—Todos menos el último libro. Ese fue una mierda —la


interrumpí para terminar y así vi el fuego iluminar sus ojos.

Me apartó y se levantó. —Me voy a duchar, no me sigas.

—Pero el sexo en la ducha es el mejor. —Hice un puchero,


mirando su trasero mientras se levantaba para irse, con una
estúpida sonrisa en mi rostro.

—Una vez que regrese, repasaremos lo que sucede a


continuación —respondió.

—¿Lo que sigue?

—¿Qué pasará cuando lleguemos a Mónaco? ¿Qué has


planeado para tu familia? ¿Cuándo será la boda? ¿Realmente
pensaste que vine aquí sólo para follarte? —preguntó desde la puerta
del baño.

—Sí.

SLAM.

Sonriendo para mí, me recosté y cerré los ojos, tratando de


relajarme, pero en cambio sus palabras se repetían en un bucle en
mi mente.

—El amor es lo que sucede cuando eres completa y


descaradamente capaz de confiar y depender de otra persona.

Cuando le pregunté si sería capaz de amarme si yo la amara,


no esperaba ningún tipo de respuesta seria... Era más bien una
broma suave. Ahora sabía que no podía bromear con ella sobre cosas
317

así. Dije esas palabras sin estar seguro de si alguna vez la amaría.
Lealtad sí, fiel sí, amable y atento a lo que necesitaba, sí. Pero el
amor no era mi fuerte. El sexo podía hacerlo, felizmente, junto con el
Página

coqueteo, sin embargo el amor en la forma en que ella hablaba de


eso... la forma en que debería haberlo pensado, que la intimidad
entre un marido y una mujer no era uno de mis fuertes. Era mucho
más apasionada de lo que me había dado cuenta.

Quería que confiara y dependiera de mí “total y


descaradamente”. No lo haría hasta que yo lo hiciera... pero ¿cómo
podría hacerlo si le seguía mintiendo en la cara?

—¿Gabriel? —Escuché su voz y la cama se movió pero no abrí


los ojos. Estaba jodiendo con mi mente tanto como con mi
cuerpo. Temí que si hablaba algo más, arruinaría todo incluso antes
de empezar.

—Demasiado para ser sobrehumano —murmuró y deseé poder


ver la expresión facial que acompañaba la molestia en su voz.

En su lugar, sentí las sábanas cubrirme, luego el calor de su


cuerpo a mi lado. Esperé unos minutos, sintiéndola relajarse antes
de ponerme de lado, con mi brazo sobre ella.

Solo entonces abrí los ojos, permitiéndome ver un lado de su


rostro… se veía aún más hermosa durmiendo así.

Mierda. Voy a caer duro por ella.

Puede que ya haya caído.

Mirando hacia la cámara en la esquina de la habitación, la


observe, abrazándola con más fuerza, antes de cerrar los ojos de
nuevo. Juré no decirle nunca la verdad de mi pasado, sino decirle
siempre la verdad del presente y del futuro.

Era mi única opción.


318
Página
VEINTICUATRO
“Algunos nacen grandes,
algunos alcanzan la grandeza,
y algunos se les ha impuesto la grandeza”
~ William Shakespeare ~

DONATELLA - 8 AÑOS

—¿Te sientes mejor ahora, súper papá?

—No empieces conmigo, Mel. Estoy haciendo todo lo que puedo


para no...

—¿NO A QUÉ?

Mis ojos se abrieron de golpe y me di la vuelta en mi cama...


¿Mi cama?

—¡Baja la voz, está durmiendo! —gritó papá.

Frotándome los ojos, me senté y miré hacia la cama de Wyatt,


pero él no estaba allí.

—¡Haces esto todo el tiempo, Liam! ¡Siempre me estás


desautorizando!

—Me disculpo por no permitirle encerrar a nuestra hija…

—¡Estaba a una habitación de distancia, Liam!

—¡Estaba llorando!
319

—¿Y QUÉ?
Página

—No te lo diré de nuevo. ¡Baja tu maldita voz, Melody!


—¡NO ME LADRES ÓRDENES!

Caminando hacia su puerta, miré por la pequeña abertura


justo cuando la mano de mi mamá cerraba un puño. Ella se paró al
otro lado de la habitación, su cuerpo entero temblaba.

—Siempre eres dura con ella. Crecerá pensando que la


odias. Peor aún, ¡incluso podría odiarte! Por el amor de Dios, Mel, no
necesita ser...

—¿Fuerte? ¿Independiente? ¿Una Callahan? —preguntó,


mirándolo.

—Sabes a lo que me refiero.

—Sí. Lo hago. Ella es niña. Es tu pequeña princesa. Cuando


llora, rompe tu gran blando corazón. ¡Correcto! No me molestaré con
ella. Puedes mantenerla encerrada, alimentarla con helado y pastel
todo el día. Cuando crezca, será el tipo de mujer que se acostumbra
y luego se desecha; será como Natasha.

—¡Cuida tu lenguaje!

—¿O qué, podría decir demasiado verdades?

—¡Maldita sea, Mel! —Papá levantó las manos y apretó los


puños, pero mamá simplemente se cruzó de brazos como lo hizo
cuando estaba esperando a que nos preparáramos y llegamos
tarde—. Tiene ocho años; ya está en defensa propia, la tienes
nadando antes de que salga el sol, corriendo antes de que se
ponga. ¡Déjala respirar! ¡Déjala disfrutar de algo!

—¡Hay vienes de nuevo! ¡Haciendo parecer que no quiero que


disfrute de nada en la vida! Como si la estuviera torturando por el
gusto de hacerlo. ¡Como si no quisiera a mi propia hija! ¡Vete a la
mierda!

—Cuando la empujas así...


320

—¡Yo era ella! —gritó mamá, empujando a papá cuando se


acercó—. También odiaba a mi padre por empujarme. Era miserable
Página

cuando era niña. Ni siquiera recuerdo haber sido una niña...


—Exactamente. ¿Por qué...?

—¡Porque si no fuera por mi padre, estaría muerta! —gritó—.


Dona nació Callahan y Giovanni. Son dos strikes en su contra. Nació
mujer; ¡Tercer strike! Ya no tiene más, Liam. Eso es todo. Al nacer
nuestro hijo y una hembra, se lleva el extremo corto del palo. Lo sé.
El único regalo que puedo darle es la intrepidez. Así que, no importa
lo que pase, ella sabe que tiene la capacidad de protegerse a sí
misma.

Papá se llevó las manos a la cara y respiró hondo. —Lo


entiendo, cariño, lo entiendo. Pero no puedes convertirla en una
súper chica en un día.

—¡No puedo enseñarle nada sin que alguien se queje!

—¿Qué le enseña encerrarla en una galería de arte?

—¡Uf! —Mamá se movió como si quisiera estrangularlo, pero


también respiró hondo—. ¡Quería enseñarle a pensar más allá de lo
que ve al frente! Le pregunté cuántas personas había en la pintura y
dijo siete. ¡Quería que se diera cuenta de que eran ocho! La persona
que lo hizo. La persona que vio el panorama completo. ¡El creador de
eso! ¡Quería que entendiera que la persona más importante es la que
crea situaciones! ¡Quiero que entienda que puede crear el mundo
que quiere para ella misma y no solo aceptar lo que sea que le hayan
dado! Y antes de que sigas, ¿por qué no le expliqué eso? Lo habría
hecho, pero ella empezó a quejarse, a gritar, a hacer pucheros y a
pisotear como una mocosa malcriada. ¡Luego viniste y la
recompensaste con un maldito helado! Si Ethan o Wyatt hubieran
actuado así, ¿habrías hecho lo mismo?

—Yo…

—¡No, no lo harías!

—¿Puedes dejarme hablar, maldita sea?

—¡No, porque dices estupideces que me molestan cuando abres


321

tu maldita boca irlandesa! Si todo en lo que se convierte es bonita e


inútil, ¡depende de ti, Liam! —Agarró la manija de la puerta y sus
Página

ojos se clavaron en los míos. Quería huir pero no podía


moverme. Estaba atrapada—. Ahí está, ve a comprarle un pony,
súper papá.

ZAS.

—Donatella, ven aquí.

No quería, pero abrí la puerta y entré en su habitación. Se


sentó en el banco frente a su cama, así que camine para llegar a
él. Fue extraño porque no me miró ni una vez, solo siguió mirando la
alfombra.

—¿Papi?

—Siéntate —me dijo y me moví para sentarme a su lado. Me


detuvo y señaló el lugar en el suelo frente a él. Sentada a sus pies en
el suelo, crucé las piernas y lo miré. Me miró fijamente, así que le
devolví la mirada, abriendo mucho los ojos para asegurarme de no
perderme nada.

—¡Oye! —grité cuando fingió arrojarme algo y me hizo


parpadear—. ¡Eso es hacer trampa!

—Así es la vida. —Se rio—. Además, eso es lo que obtienes con


solo mirarme con ojos saltones.

—No estabas diciendo nada.

—Estaba pensando. Ahora, silencio —señaló y me crucé de


brazos pero mantuve la boca cerrada—. Tu mamá dijo que estabas
actuando malcriada.

Abrí la boca para decir algo, pero me dio La Mirada, así que no
lo hice.

—Donatella, ¿sabes por qué amo a tu madre?

Lo observe primero para asegurarme de que podía hablar antes


de decir —¡Siempre cambias la respuesta!
322

—No. —Sonrió. Me encantaba cuando papá sonreía así, sus


ojos parecían reír también—. Simplemente encuentro nuevas razones
Página

cada vez.
Respiré hondo. —¿Cuál es la razón esta vez?

—Debido a que está tan egoístamente enamorada de sí misma,


nunca duda de sus elecciones.

—¿Eh? —Incliné la cabeza hacia un lado para mirarlo y se rio


de mí.

—No entenderás esto hasta que seas mayor —dijo, y me di


cuenta de que hablaba en serio cuando se sentó, inclinándose frente
a mí—. Pero todas las cosas por las que te hace pasar tu madre son
para que tengas un corazón fuerte.

—¿Un corazón fuerte?

Asintió. —El mundo puede odiarte por tus elecciones, la gente


esperará que sientas cosas, pero no te preocupes por eso. Ocúpate
de ti misma y de lo que creas que es correcto. Haz que tu corazón
sea lo suficientemente fuerte, como para que pueda resistir a todos
los que te odian incluso cuando los amas... lo veo Dona... tu corazón
se fortalece día a día.

—¿Pero Nana dice que no seas demasiado fuerte o no me


casaré? —Fruncí el ceño y él también lo hizo, golpeando mi
frente—. ¡Ay! ¡PAPÁ!

—¿Quién dijo que te dejaría casarte? —me gritó.

—¡No puedes detenerme! —Le saqué la lengua y traté de correr,


pero me agarró y me tiró por encima del hombro.

—Tu madre tiene razón ¡Parece que te han echado a perder!

—¡Papi! —Me reí mientras me hacía girar tan rápido como


podía.

—¡Nada de chicos hasta los cuarenta! —me gritó.

—¡PAPÁ!
323

—¡Cincuenta!
Página

—¡MAMÁ, AYUDA!
—¡Uf! —Lo escuché gritar, dejándome caer sobre mis pies. El
mundo dio vueltas y caí sobre mi trasero.

Al levantar la vista, note que me acariciaban el cabello y lo


apartaban de mi cara. La comisura de su boca se convirtió en una
sonrisa. —¿No pudiste enfrentarlo tú sola?

—Ese es tu trabajo —murmuré.

Se rio y asintió. —Tienes razón, es mi trabajo. Cuando quieras


casarte, lo sujetaré y tú saldrás corriendo, está bien.

—¿Podemos dejar toda esta charla sobre el


matrimonio? —refunfuñó Papá, frotándose el cuello.

—¿Quién se va a casar? —preguntó Wyatt, entrando con un


cuenco de helado en la mano.

—¡Nadie! —le gritó Papá—. ¡Y cuántas veces te he dicho que


dejes de caminar mientras comes!

—¡Quiero un poco! ¡Comparte! —Me levanté corriendo hacia él.

—¡Consigue el tuyo, Dona! —Frunció el ceño, levantó su helado


y se alejó. Pero Ethan, como era más alto, tomó el cuenco de sus
manos y me lo dio—. ¡Oye!

—Deberías haberle traído un poco también —le dijo Ethan a


Wyatt.

—¡Sí! Gracias, Ethan. Eres el mejor hermano de todos los


tiempos. —Sonreí, tomando un gran bocado mientras Wyatt me
miraba.

—Espero que engordes —me dijo.

—Espero que te mueras de hambre —le respondí.

—Chicos. —Ethan nos pellizcó a los dos.


324

—¡Ay! —gritamos, pero solo asintió hacia algo detrás de


nosotros.
Página
Cuando nos volvimos, mamá y papá nos estaban mirando.

—¿Están todos peleando entre sí? —nos preguntó mi madre.

—No —dijimos Wyatt y yo rápidamente, y le devolví el helado.

—Se ven como si lo fueran para mí. —Papá puso su mano


sobre el hombro de mamá—. ¿Qué debemos hacer con los tres?

—¿Tres? —Ethan jadeó—. Fueron solo ellos.

—No, los tres. —Wyatt se cruzó de brazos—. Si no le hubieras


dado el helado, no estaríamos peleando.

—¡Se supone que debes negar las peleas! —Le di una patada.

—¡Ay... Urgh! ¡Patéame una vez más, Dona! —me gritó Wyatt.

—Yo digo que los dejemos en algún lugar de la frontera y


veamos si pueden regresar —le dijo papá a mamá.

Sonrió, tocándose la barbilla. —Eso suena divertido.

—¡No, no es así! —Miré a Ethan para ver que estaba sonriendo.

—Puedo encontrar el camino de regreso a la ciudad.

—¿La frontera de la ciudad? Piénsalo, hijo. —Papá ahora


sonreía como mamá.

—¿Del estado? —preguntó Wyatt, lentamente.

Ellos no respondieron.

Di un pequeño paso, me di la vuelta y abrí la puerta antes de


tomar sus manos. —¡CORRE!

Y lo hicimos. Riendo, corrimos lo más rápido posible.


325
Página
DONATELLA - AHORA

—Mamá, papá, tu plan funcionó —dije. La lápida negra tenía


grabada una imagen de ellos abrazados—. Como todos tus planes,
funcionó. Estamos todos en la misma página de nuevo... aunque me
voy de Chicago. Es demasiado pronto para darte las gracias. Todo
esto podría salir terriblemente mal y podría odiarlo mucho...

—No irte también es una opción —murmuró Wyatt detrás de


mí.

—Wyatt ya me extraña mucho, está llorando detrás de mí en


este momento —dije, haciéndolo resoplar—. Y Ethan... —Miré por
encima de mi otro hombro para mirarlo, y me devolvió la mirada sin
emoción—. Básicamente está ayudando a las mucamas a
mudarme… está muy feliz de no tener más competencia. Papá, ha
sido un poco matón conmigo.

Resopló, agachándose a mi lado y empujándome ligeramente


con el hombro. —Para que te enteres Padre, tu hija planeó un golpe
en mi contra.

Fruncí el ceño, empujándolo hacia atrás. —¡Fue un golpe falso!

—Ahora, sólo unos días después, ella está a punto de huir y


casarse con un príncipe —dijo Wyatt, arrodillándose al otro lado de
mí—. Sé que era tu pequeña princesa, pero ¿realmente tenías que
convertirla en una verdadera? Su cabeza ya es lo suficientemente
grande.

—Agradezcamos que sea solo una princesa —agregó Ethan,


colocando un tulipán en la tumba antes de levantarse de
nuevo—. Si se convirtiera en reina, flotaría en la atmósfera y
explotaría.
326

Wyatt se rio. —No pensé en eso, pero tienes razón. Caminaba


fuera de su castillo y su cabeza la elevaría hacia la luna.
Página
—No necesitas agradecerme —dije, ignorándolos mientras
ponía mis tulipanes en la tumba—. Tus hijos han vuelto a estar
juntos porque he impedido que se maten entre ellos a lo largo de los
años. —Hice una pausa, poniendo mi mano sobre su
foto—. Como puedes imaginar, ha sido un trabajo muy
agotador; Ethan finge que no le importa, Wyatt finge que no le
importa. Era como ver a dos idiotas chocar entre sí. Por eso me retiro
y dejo a ustedes dos cuidarlos mientras me pruebo mi corona. No
podré visitar tanto… al menos no en persona. Pero hablaré como si
estuvieras escuchando donde sea que esté, te lo prometo... Oh, y
será mejor que tenga una carta tuya Madre, esperando el día de mi
boda. Y…

—Suficiente, les hablarás como nunca —refunfuñó Wyatt


mientras se levantaba—. Si tienes algo que decirles, llámame. Vendré
aquí y sostendré el teléfono.

—Voy aceptar eso. —No pude evitar reírme cuando me levanté


y me di la vuelta para verlos a ambos observándome, la esquina de
los labios de Ethan se curvó y Wyatt trataba de obligarse a sí mismo
a no parecer molesto. Estiré mis manos y ambos me miraron,
confundidos—. ¿Mis regalos de despedida?

Ambos pusieron los ojos en blanco antes de darse la vuelta y


dejarme. Al verlos irse, miré hacia la lápida de mis padres, colocando
mis manos sobre ella antes de seguirlos. Este no era el final; era solo
el comienzo de una historia completamente nueva.

La prueba de eso era el hombre de pie, vestido con un traje gris


oscuro, frente al auto que los aguardaba, junto a él, Sebastian y...
Amelia du Bellay, de ojos saltones.

—¿Pensé que habías muerto? —le pregunté cuando llegué al


auto.

—No, señora, no estaba en los autos. —Se inclinó levemente


hacia mí.
327

—Sospechoso —dije, mirando entre ella y Sebastian mientras él


abría la puerta para nosotros. Estaba bien en su mayor
parte. Algunos cortes y magulladuras, un yeso en dos de sus dedos.
Página
—¿Debería deshacerme de ellos, Su Alteza ? —me preguntó
Gabriel, con una sonrisa en sus labios.

—Ya veremos —respondí, deslizándome dentro.

Pasaron unos momentos antes de que finalmente empezáramos


a movernos y nadie dijo una palabra. Era como si fuéramos a un
cementerio, no dejando uno. Aunque no me importó. Me dio tiempo
para contemplar el paisaje mientras conducíamos hacia los
aeródromos. En la distancia, podía ver su hotel… el que
supuestamente había construido para mí.

—¿Por qué construiste un hotel aquí? Si es para mí, parece


una pérdida de dinero ya que rara vez volveré.

—Pero volverás —dijo, y aunque no me volví para mirarlo, pude


ver que me miraba en el reflejo del cristal—. Volverás y cuando lo
hagas, tendrás un lugar para que llames solo tuyo, sin tu familia…
Aunque no estoy seguro de que haya sido una buena inversión. Esta
ciudad es bastante violenta. La gente que viene aquí debe estar loca.

—O criminal, o de la realeza, o todo lo anterior —respondí, y


cuando nos detuvimos frente al avión. Lo primero que noté fue que
era un avión comercial y lo segundo fue la librea del avión que
ostentaba la letra D; que solo pude adivinar era por su apellido.

Lo miré, pero antes de que pudiera preguntarle, dijo —Sí, es


comercial. Sebastian y yo pensamos que sería mejor que no
hiciéramos un gran espectáculo y anunciáramos mi regreso. Se verá
como cualquier otro vuelo internacional cuando aterricemos en
Mónaco.

No hablé y Sebastian nos abrió la puerta. Gabriel salió, se


desabrochó la parte superior de la chaqueta de su traje y luego se
estiró hacia mí. No tomé su mano, saliendo por mi cuenta. Había
una docena de hombres vestidos con ropa informal, esperando frente
al avión. Frente a ellos no era otra que Jackal. Una bufanda negra
estaba envuelta alrededor de su cuello, ocultando la única cicatriz
328

que no le gustaba que la gente viera; las cicatrices de su rostro eran


tan claras como el día. Caminó hacia mí, tomó mi bolso y asintió
hacia Gabriel, quien parpadeó lentamente, antes de mirarme.
Página
—¿Tu familia hace entrevistas a las puertas del infierno para
esta gente?

—Jackal conoce a Gabriel. Gabriel, Jackal, mi segunda y


favorita asistente —le dije antes de mirar a Amelia, quien parecía
lista para orinarse.

Toda nuestra atención cambió cuando otros cuatro autos se


acercaron para detenerse justo detrás del nuestro. Ethan, Ivy, Wyatt,
Helen, Nari, Sedric y Darcy salieron. Ninguno de ellos se acercó, así
que caminé solo la corta distancia entre nosotros. Cuando me
acerqué, abrí la boca para hablar, pero no salieron palabras.

Helen aprovechó esa oportunidad para aferrarse a mí.

—Una vez que estés instalada y lista para comenzar la


preparación de la boda, será mejor que llames —dijo, abrazándome
con fuerza y besando mis mejillas.

Cuando se soltó, Nari, que generalmente se enorgullecía de no


ser emocional, sollozó y envolvió sus brazos blancos alrededor de mi
cuello.

—Muéstrales cómo es una mujer realmente


poderosa —susurró y rápidamente me soltó, dando un paso atrás.

—He cambiado de opinión. —Frunció el ceño Sedric—. No


deberías irte.

—Concuerdo. ¿Quién va a impedir que Nari y Helen...?


¡Ahh! ¡Ay! —Darcy le enseñó los dientes a su hermana.

—Niños. Niños. Compórtense —les dije a ambos. Refunfuñaron


pero me abrazaron de todos modos.

—Cuídate prima —dijo Darcy.

—Si necesitas ayuda... —Empezó Sedric.


329

—No llamaré a ninguno de los dos —bromeé, dejándolo ir.

—Es tan hiriente. —Sedric puso su mano sobre su corazón


Página

pero me sonrió.
Quedando solo Ethan, Wyatt... e Ivy. Tanto Ethan como Wyatt
parecían estar haciendo todo lo posible para
adormecerse. Cualquiera que observara podría pensar que
simplemente estaban parados allí y mirándome fijamente, pero
estaban mirando a través de mí, no a mí. Podría decir.

Entonces, les di un momento y me concentré en Ivy, quien


sonrió. —La última vez que estuvimos en este aeródromo, nos diste
la bienvenida, y ahora aquí estamos, despidiéndote.

—Así es como funcionan los aeródromos… la gente viene y


se va —le recordé, odiando la sensación de dolor en la parte posterior
de mi garganta—. Cuida de mis hermanos, Ivy o volveré más rápido
de lo que puedes alcanzar un tazón de helado.

—¿Tú puedes irte para ser una princesa y yo ser una barrera
para evitar que estos dos se maten entre sí?

—Exactamente. —Sonreí.

Wyatt resopló y le dijo a Ethan. —Pensarías que somos un par


de brutos por la forma en que hablan de nosotros.

—En todo caso, ella es una de las razones por las que peleamos
tanto —respondió Ethan, mirándome.

Poniendo los ojos en blanco, me moví primero, abrazando a


Ethan, besando su mejilla y susurrándole al oído. —Te amo mucho,
hermano mayor. Hasta la luna y de regreso. Lo siento por siempre
empujarte y lastimarte. Nunca puedo decir lo agradecida que estoy
por todo lo que siempre has hecho por mí... por todos nosotros.

Me aparté rápidamente y tragó saliva lentamente y solo


asintió. —También te amo.

—Bien, entonces en mi boda, serás el padrino de


Gabriel. Empieza a pensar en tu discurso ahora porque no te
ayudaré con ese.
330

—¿Por qué diablos iba a hacer eso? —Frunció el ceño,


completamente descontento con la idea.
Página
Ignorándolo, lo solté y me acerqué para abrazar a Wyatt con
fuerza... luego más fuerte... luego aún más fuerte...

—¡Ahh! ¿Me estás abrazando o me estás


estrangulando? —gritó, golpeando mis brazos.

—Siempre me tendrás. Siempre serás parte de mí. Y siempre te


amaré, incondicionalmente y para siempre. Ninguna distancia o
persona puede interponerse entre nosotros —susurré, besando un
lado de su cara y retrocediendo, riendo mientras agregaba— Te
convertiría en mi dama de honor, pero Helen podría matarme, así
que eso significa que estás atascado acompañándome por el pasillo.

—Claro que lo haré. ¿Planeabas caminar sola? —espetó,


quitándome de encima. Sus ojos brillaron.

Golpeé mi frente contra la suya. —No te pongas triste cuando


me vaya.

—¿Quieres subir ya al maldito avión? ¡Hace calor aquí


afuera! —dijo mientras apretaba mi mano con fuerza y luego... la
soltaba.

Dando un paso atrás, sonreí. —La próxima vez que todos me


vean, se inclinarán.

Ellos gimieron e incluso Ethan puso los ojos en blanco


mientras reía, luchando contra el ardor en mis ojos.

—Celebraremos la boda lo antes posible. —La voz de Gabriel


vino detrás de mí, y cuando me di la vuelta para mirarlo, me di
cuenta de que no quería volverme para mirarlos.

—Au Revoir21 —saludé por encima del hombro y luego caminé


hacia adelante.
331

Au Revoir21 — Adiós en Francés.


Página
Ya no Donatella de Chicago.

Pero Donatella de Mónaco.

332
Página
EPÍLOGO UNO
“Este es el primer verso del génesis. ¡Santo eres tú, desorden,
caos, eternidad, todas las contradicciones de los términos!”
~ Aleister Crowley ~

GABRIEL

—Otra razón por la que construí ese hotel —dije, levantando el


panel para que pudiera mirar por la ventana—. Fue para que
pudieras ver esto.

—Que estás… —Su voz se fue apagando mientras miraba hacia


afuera. Habíamos despegado hace un rato y había estado callada...
demasiado callada. No quería que se lo perdiera—. Todavía puedo
verlo.

—Le indique a los pilotos que volaran lo más bajo que pudieran
hasta que no pudieras verlo más —le dije, mirando también hacia
afuera para ver el Obelisco en la distancia, lo único que aún estaba
tan claro debido a la luz reflejada en el cristal—. En el antiguo
Egipto, el Obelisco representaba el montículo desde el cual un grito
despertó la creación y puso en movimiento la vida y también
simbolizó otro grito, que marcaría el final de ella.

Se rio disimuladamente, apoyándose en el cristal de la ventana


y mirando hasta que estuvimos demasiado lejos para ver algo más y
el avión comenzó a elevarse. Inhaló profundamente, cerrando los
ojos. Cuando los abrió de nuevo, vi una familiar mirada de
determinación.
333

—Amelia, cuéntale todo lo que sabes —le dije, levantándome de


mi silla—. Vuelvo enseguida.
Página
Caminé hasta la parte delantera de nuestra cabina y entré en
la cabina de los guardias. Todos empezaron a ponerse de pie, pero
negué con la cabeza. Noté a dos que no se movieron. Sebastian
estaba en el pasillo junto a ellos.

—¿Nos dieron niños? —Fruncí el ceño. Los dos adolescentes


me eran familiares.

—¿Cuándo crees que nos preguntarán nuestras edades en


lugar de llamarnos niños? —dijo el de la derecha mientras volvía
hacer clic en su videojuego.

—Creo que siempre nos van a llamar niños. —Bostezó el otro,


tirando de su máscara de ojos y encogiéndose de hombros mientras
se relajaba en la silla.

—Eso se va a poner molesto —respondió el segundo y


Sebastian me miró como si tuviera una maldita respuesta de por qué
estaban en mi avión. Lo último que recuerdo, es haberlos visto a
cualquiera de los dos cuando nos llevaban a Donatella y a mí a la
mansión.

Finalmente, el segundo se levantó de su silla y puso su


videojuego en el asiento. Su cabello castaño estaba peinado a los
lados y se mantenía alto en la parte superior. Tenía dos pequeñas
marcas de nacimiento negras, una en el ojo derecho y otra en el labio
izquierdo.

—Soy Gunner, abreviatura de Guthrie, mi nombre completo es


Jerome Guthrie. Puedo disparar y no fallo. Tengo diecisiete. —Miró a
Sebastian—. No soy un niño. No me gusta que me llamen niño. —El
volteó a mirarme—. Detrás de mí está Loïc Landry, lo encontraron en
una zanja en De La Fontaine, así que no sé si ese es su verdadero
nombre, pero puedes llamarlo Loïc o Landry. Si necesita algo o
alguien, él lo encontrará y lo obtendrá. Encantado de conocerlo,
señor... esperamos trabajar para usted.

Dijo la última parte sin emoción, como si estuviera leyendo una


334

tarjeta de referencia.
Página
Fue muy divertido. Puse mis manos en el hombro de Sebastian
mientras lo movía hacia adelante. —Enséñeles las reglas y no los
llame niños... al menos no en la cara.

No escuché nada más que dijeran entre ellos mientras


caminaba hacia la cabina de los pilotos. El mayordomo se inclinó
una vez y se despidió. Golpeé una vez justo sobre el ojo de la
cerradura y la puerta se abrió.

Al entrar, la puerta se cerró detrás de mí mientras me sentaba


en el asiento más cercano a la puerta.

—¿No crees que los dos están siendo bastante


atrevidos? —pregunté, recostándome en la silla.

—Obviamente no nos conoces muy bien, Gabriel —respondió


con frialdad, mirando por encima del hombro para preguntar—
¿Cómo está nuestra princesa?

Miré sus ojos verdes, la viva imagen de ella. —¿Cómo en el


nombre de Dios pueden los dos sentarse aquí tan cómodamente,
sabiendo que su hija pasó la mañana poniendo flores en su tumba?

Se levantó, se quitó el sombrero y se pasó las manos por el


cabello castaño oscuro y gris. Caminó los dos pasos que tomó para
llegar hasta mí, luego se inclinó y golpeó un lado de mi pierna.

—Me siento de la misma manera que tú estás sentado; de la


misma manera que continuará sentado sabiendo muy bien que le ha
estado mintiendo en la cara. Que tu padre no te dio ninguna
carta. No te dijo que fueras a Inglaterra a la escuela. Fuiste exiliado
por tu madrastra. Cuando te encontramos, estabas esperando morir,
no planeando venganza. No has estado hablando con Evelyn sino
con nosotros. Mentira tras mentira tras mentira, ¿y ahora quieres
llevar la supremacía moral con nosotros? Nosotros, que te salvamos
de la desesperanza. Pasamos los últimos diez meses enseñándote
todo lo que necesitabas saber sobre nuestros hijos y salir con
vida. Recogimos esa corona, le quitamos el polvo y la volvimos a
335

poner en tu hermosa cabecita. No hicimos esto por ti. No podría


importarme menos por ti. Hicimos esto por ella. Es su país, su
trono; solo dejamos que lo comparta contigo. ¿Has olvidado?
Página
¿Cómo podría alguien olvidarse de vender su alma?

GABRIEL
HACE DIEZ MESES

—¿Qué piensas? ¿Podría ser el próximo Monet? —le pregunté a


Sebastian, levantando la vista de la pintura y lo observe solo para ver
su viejo rostro moreno frunciendo el ceño—. ¿Qué? ¡Es bueno!

—Es un plato de fruta —afirmó.

—Es una pintura de un cuenco de fruta —corregí, limpiando la


pintura roja de la punta de mi pincel.

—Sí, otra pintura de un cuenco de fruta para agregar a la


colección interminable de cuencos de frutas pintados del mundo.

No dije nada, limpiando suavemente la pintura, lo que hizo que


mis manos parecieran cubiertas de sangre.

—Pero sí, señor, su pintura es bonita.

—No tiene sentido halagarme ahora. —Me reí y lo miré de


nuevo mientras caminaba hacia el fregadero de la cocina—. Dime,
Sebastian, ¿qué se supone que debe hacer un príncipe exiliado con
su tiempo?

Hizo una pausa por un breve momento antes de deslizarse los


guantes en sus manos para lavar los platos. —Una de dos
cosas. Opción uno, olvida que alguna vez fue un príncipe y vive como
viven todos los hombres normales.

—¿Opción dos? —pregunté, levantándome de mi taburete y


moviéndome hacia el fregadero junto a él.
336

—Sé un príncipe, recupera tu primogenitura.


Página
—Dos opciones imposibles, gracias —le dije con amargura,
lavándome las manos antes de tomar el segundo par de guantes,
pero me detuvo.

Su mano morena en mi muñeca. Sus ojos marrones serios


cuando dijo —Solo una de esas cosas es imposible y no es recuperar
tu país. No laves los platos; está debajo de ti.

—También está debajo de ti, y sin embargo, aquí estás.

—Sé que está debajo de mí —respondió, arrebatándome los


guantes de las manos—. Entonces, pensemos en eso como una
inversión.

—¿En qué? —Me di la vuelta para verlo completar la tarea que


pensó que estaba debajo de mí.

—Un día, cuando regreses, cuando seas coronado soberano,


recordarás mis muchos años de sufrimiento junto a ti y me cubrirás
con honores tan altos que incluso mis bisnietos se jactarán.

Me reí de eso. Al menos uno de nosotros seguía


soñando. Poniendo mi mano sobre su hombro, le dije la dura
verdad. —Para que tengas bisnietos... vas a necesitar hijos, y no sé
cómo vas a hacer eso cuando has decidido pasar el resto de tu vida a
mi alrededor.

—Usted debe ser un príncipe, tienes que tener las últimas


palabras sobre todo.

—¡No! —dije, acercándome al refrigerador y tomando una


botella de agua. De repente, un escalofrío recorrió mi espalda.

Levantando mi brazo lentamente, vi como el cabello comenzaba


a subir.

—¿Y ahora qué…? —Sebastian me miró. La expresión de mi


rostro debió haberlo aterrorizado tanto que se olvidó de quitarse los
guantes antes de correr hacia mí.
337

—¡Gabriel! ¡Gabriel!
Página
Traté de hablar pero no pude. Mi garganta ardía más caliente
que el infierno. Era como si alguien estuviera echando lava por mi
garganta. Mis piernas se doblaron... mi cuerpo cayó hacia adelante...
fue como si mi mente se desconectara de mi cuerpo y perdiera el
control completo de mí mismo... —¡Gabriel, espera! ¡Dios mío,
espera! —Podía ver sus labios moverse pero no podía oírlo. Me hizo
rodar a un lado y no sé cuándo logró agarrar su arma o por qué la
necesitaba hasta que los vasos y platos encima de mí se rompieron,
lloviendo fragmentos rotos por todas partes. Solo pude ver sus botas
mientras atacaban.

Duraznos y vinagre, pude olerlo. Venía de mí...

¡MUÉVETE GABRIEL! ¡MALDICIÓN MUÉVETE! Mi mente gritó


por un breve segundo, pero justo cuando lo intenté, el ardor se
intensificó. Un minuto no podía sentir nada y al siguiente, solo podía
sentir el ardor; como si mi carne se estuviera quemando desde mis
huesos.

Por favor, Dios, por favor… rogué cuando vi un par de botas de


combate negras detenerse frente a mí. La bota se levantó y me pateó
a un lado.

No. ¡Soy un maldito príncipe! ¡No rogaré! ¡Nunca


mendigaré! Con toda la fuerza que pude reunir, encontré la voluntad
de decir —Jódete.

Respirando a través del dolor, apenas podía ver nada más que
el objeto delgado en su mano. Inclinándose, trajo su mano al frente y
no aparté la mirada. No iba a ver miedo en mis ojos. Como un
martillo, llevó su mano hacia mi pecho. Lo que sea que me apuñaló,
se esparció como hielo por todo mi cuerpo. Como si estuviera
tomando aire, inhalé con avidez y rodé de lado.

—¿Jódete? Eso no es lo que le dices a la gente que acaba de


salvar tu vida, ¿en serio? —habló una mujer, no un hombre, con
acento estadounidense. Se quitó la máscara negra de la cara,
revelando su cabello negro hasta los hombros y sus ojos marrones.
338

—¿Planeas quedarte ahí todo el día? —Miré más allá de ella


hacia el hombre de cabello castaño y ojos verdes que se acercaba a
Página
nosotros. Metió la mano en la nevera abierta y sacó una
manzana. Su acento era más… ¿Irlandés?

—¿De verdad? —le dijo la mujer.

—¿Qué?

—Vas a comer una manzana de la nevera de un príncipe cuyo


método de asesinato favorito de la malvada madrastra es el veneno.

—¿Qué? No estaba envenenando la comida; era a su pintura.

Eché un vistazo a mi lienzo... luego de nuevo a ellos.

—¿Quiénes... quiénes son ustedes?

—Quiénes somos no es la pregunta que debería hacerme. —El


hombre se agachó frente a mí, tomando un bocado de la
manzana—. Esta es la parte en la que me preguntas qué deberías
estar preguntando.

La mujer a su lado no habló, simplemente puso su codo en su


omóplato... en su mano una pistola plateada. Sonrió, pero no fue
reconfortante.

—¿Me salvaste para matarme?

—Hemos hecho cosas más locas —respondió el hombre,


encogiéndose de hombros antes de tomar otro bocado. Le creí.

—¿Cuál es la pregunta que debería hacer? —pregunté, como


había pedido.

Se puso de pie, ofreciendo su mano a la mujer, que la tomó,


levantándose a su lado. Ella habló por él. —Podemos ayudarte a
matar a tu madrastra y castigar a tus enemigos... podemos hacer
que se inclinen a tus pies... para que puedas cortarles la cabeza.

—¿Puedes? —pregunté.
339

Esta vez, ella fue la que sonrió. —Somos la mafia, podemos


hacer todo.
Página
—¿La mafia? —Me reí—. ¿Ambos saben en qué año están?

—Aparentemente, es el año de los príncipes imbéciles


encerrados en las torres —dijo el hombre, caminando hacia
Sebastian, quien yacía sangrando en el suelo pero aun
respirando. El hombre volvió a sacar su arma y apuntó.

—¡Detente! —Me levanté del suelo, mis piernas aún estaban


tan débiles que casi me caigo. Me obligué a levantarme y lo agarré
del brazo—. Es mi guardia.

—Es un guardia de mierda —respondió.

—Está conmigo. —Solo pude decir eso porque todavía me dolía


la garganta cuando hablaba.

—Cuando estás con nosotros, no necesitas a nadie más —dijo


la mujer y el hombre miró mi mano en su brazo, diciéndome con los
ojos que lo soltara. Solo me agarré más fuerte.

—No dije que estaba contigo.

—Eso no lo salva; simplemente significa que mueres


con él —respondió.

—Y aquí pensé que la mafia honraba la lealtad...

—Solo hasta que vaya en contra de la autoconservación —dijo,


acercándose a nosotros—. Es viejo, lo que tienes que hacer está más
allá de él. Ya no puede protegerte...

—¡Entonces lo protegeré! ¡Es familia! ¡MI FAMILIA! ¡ASÍ QUE


APARTA LA PUTA ARMA!

—Grítale a mi esposa otra vez y te meteré esta pistola en la


garganta —espetó, apuntándome con el cañón de la pistola.

—Adelántese entonces. Son los que han perdido el tiempo. ¿O


la mafia anda salvando príncipes imbéciles de las torres gratis,
340

ahora? —respondí bruscamente.

Solo había silencio.


Página
Se miraron el uno al otro por un momento y cuando el hombre
quitó la mano del gatillo, finalmente lo dejé ir.

—Bien, vivirá. Pero si quieres ganar esta pelea, tendrás que


dejarlo a él, tu moralidad y cualquier tipo de compasión que quede
en ti, atrás —dijo, mirándome a los ojos—. Nunca tomarás el trono
con lo débil que estás ahora. Abandónalo a él y a todo lo demás y
nos aseguraremos de que seas más fuerte de lo que creías posible.

—¿Por qué parece que estoy vendiendo mi alma?

—De qué sirve un alma cuando ni siquiera eres libre de vivir en


un apartamento de mierda en el oeste de Londres —dijo, agitando los
brazos alrededor del infierno que había estado llamando
hogar—. ¿Quieres esto o quieres Mónaco? Si es así, hay un
precio. Así es como su madrastra se lo quitó de las manos de tu
familia para empezar. Solo puedes vencer al mal con un mal
mayor. Entonces, te preguntaré una vez y solo una vez. ¿Quieres
gobernar o quieres morir en este apartamento de mierda?

No tuve que pensar en eso, lo que decía mucho más sobre mí


de lo que estaba dispuesto a admitir en voz alta. —Mi humanidad
nunca me ayudó, de todos modos.

—Entonces presentémonos —dijo el hombre y extendió la


mano. Estiré la mía, pero en lugar de tomarla, apretó su propia
mano en un puño, tiró de ella hacia atrás y me golpeó en la cara con
tanta fuerza que sentí que la sangre se acumulaba en mi boca y
tropecé hacia atrás—. Soy Liam, la hermosa mujer que está detrás
de mí es mi esposa Melody. Puede llamarnos Sr. y Sra. Callahan
hasta que se gane el derecho de llamarnos por nuestro nombre. Es
un objetivo imposible, pero aun así debes esforzarte. Ahora
empaca. Tenemos menos de un año para romperte y rehacerte.

Callahan. Sabía ese nombre. Pero no estaba seguro de dónde...


todo lo que sabía era que le había pedido ayuda a Dios y, en su
lugar, habían entrado dos demonios.
341
Página
GABRIEL - AHORA

—Liam. —La suave voz de Melody habló detrás de mí, pero no


fue tan dura como era normal; ahora era más suave, gentil—. Ya ha
sido interrogado por nuestros hijos. No queremos que la odie en
secreto, ¿verdad?

Frunció el ceño, mostrando las líneas en su frente. —¿Te


mataría dejarme divertirme también?

—Ya estoy muerta, cariño, ¿no oíste? —respondió, lo que hizo


que se riera entre dientes antes de volver a centrarse en mí.

Levantándome de mi silla mientras se levantaba a toda su


altura, no me aleje de él. —No quiero volver a verlos ni a oír de los
dos nunca más. Tu versión de los eventos nunca sucedió. No tienes
ningún poder sobre mí y si crees que puedes usarme para hacer
algo, le diré que ninguno de los dos se está pudriendo en el
cementerio de los Callahan.

—Morirás antes de que puedas siquiera abrir la


boca —respondió y una vez más vi de dónde lo sacó Ethan.

—Tal vez. —Sonreí también… no era el mismo hombre que


habían conocido en ese entonces. Me habían convertido en uno de
ellos. Ahora conocía las reglas de la familia Callahan. Mi favorita era
la Regla # 2: no hacer prisioneros y no arrepentirse de eso. No estaba
de acuerdo. Los prisioneros eran una gran ventaja—. Tal vez me
mates antes de que pueda hacerlo yo... pero me aseguraré de llevar a
tu hija a la tumba conmigo.

La sonrisa en su rostro cayó mientras me miraba. —Cuidado


con lo que dices...

—Mejor aún, ten cuidado tú —le respondí con desprecio—. Hay


342

un dicho… ¿Incluso el diablo ama a sus hijos? Tu hija... tu única


hija... ahora ha invertido toda su vida y ambiciones en mí. Se ha
Página
desarraigado de todo lo que sabe y se preocupa por... Mátame,
destroza eso.

—¿Te escondes detrás de mi hija? —Su mandíbula trono hacia


un lado—. Ella no es tan débil.

—Todavía no… pero, ¿qué pasa si me aseguro de que me ama


tan profundamente, tan locamente, que si muero, también querrá
morir? Afortunadamente, conoce ese tipo de amor al verlo a través de
los dos. Y ambos tenemos algo por lo que unirnos... padres que
dejaron cicatrices. Entonces, adelante, el mejor momento para
apretar el gatillo es ahora... Liam... ¿O debería llamarte papá?

Resopló y luego se rio disimuladamente hasta que se rio como


el loco que estaba, reclinándose en la silla en la que estaba sentada
su esposa. La forma en que sonreía, la forma en que miraba,
avergonzaba a todos sus hijos... el verdadero diablo de los diablos, el
verdadero Sombrerero Loco de Chicago.

—Finalmente, suenas como un yerno que puedo tolerar. Te


aplaudiría, pero de nuevo, hicimos todo el trabajo duro —dijo en un
tono serio antes de agregar peligrosamente—. No te preocupes, no
nos volverás a ver.

—Pero estarás mirando, correcto...

—Liam —habló Melody de nuevo, levantándose de la silla del


piloto e ignorándome por completo mientras le entregaba su
teléfono. Sus cejas se arquearon en confusión por un breve segundo
antes de mirar hacia la pantalla… en el momento en que lo hizo,
todo su cuerpo se puso rígido. Agarró el teléfono con fuerza, con la
nariz ensanchada.

Melody, me miró con frialdad, sus ojos marrones como


dagas. —El tiempo de juego se acabó. Vuelve con ella y no adquieras
el hábito de dejarla sola.

—¿Qué está pasando? —Conocía esa mirada en sus caras. Lo


había visto una vez antes, y solo lo tenían cuando pensaban que uno
343

de sus hijos estaba en peligro.


Página
—Gabriel, nunca serás lo suficientemente bueno para mi
hija. Lo sé, él lo sabe, y lo más importante, Dona lo sabe —dijo con
una voz aún más fría que antes, su mirada aún más dura—. Sin
embargo, te elegí a ti. Te elegí porque eres la única persona que
puede hacer que Dona haga lo que tiene que hacer; centrarse en sí
misma y en lo que quiere y necesita, incluso cuando no se da
cuenta. ¿Lo entiendes?

¿Las palabras que salen de su boca? No. No lo entendí. Pero la


razón por la que hablaba con tanta seriedad, entendí que... Algo, en
algún lugar, había salido terriblemente mal.

No tenía nada que decir, aunque a la vez tenía tanto que


decir… Por suerte o por desgracia, llamaron a la puerta y ambos se
volvieron, agarraron sus sombreros y se acomodaron en los asientos
del piloto.

—Adiós, Gabriel. No nos veremos de nuevo —agregó… y Liam


nunca dijo una palabra, simplemente se sentó como una piedra
esculpida.

—Señor —dijo Sebastian, mirando por encima de mi hombro


con confusión y luego de vuelta a mí—. Tu Donatella está...

—¡Volvamos! —La misma mujer gritó, corriendo por el pasillo,


hacia la cabina y rápidamente cerré la puerta detrás de mí.

—Dona…

—¡Dale la vuelta al avión! —gritó; estaba casi maníaca, tenía


los ojos muy abiertos y le temblaban las manos. En sus manos con
manicura, sujetaba un teléfono celular con la misma furia que su
padre, que estaba justo al otro lado de las puertas, había mostrado
solo unos segundos antes—. ¿Estás jodidamente sordo? ¡MUÉVETE!

Cuando se acercó a mí, la agarré y tiré de ella hacia el pequeño


baño. Trató de alejarse, pero la sujeté con más fuerza. —¡Déjalo
ir! ¡Déjame ir!
344

—¡Cálmate! —grité.
Página
—MI FAMILIA ACABA DE SER ATACADA ¡NO ME DIGAS QUE
ME CALME!

—¿Qué?

Tiró de su brazo, tratando de abrir la puerta pero la bloqueé


una vez más. —Dona, háblame. ¡DETENTE! ¡Solo… joder!
¡DONA! —Manteniéndola quieta y obligándola a mirarme a los ojos,
sus fosas nasales se ensancharon—. ¿Qué pasó?

—¿Necesitas que te pinte un cuadro? —me espetó—. Mi familia


acaba de ser atacada...

—Escuché eso, pero, ¿por quién, cuándo...?

—¡No sé quién! ¡Y ahora! ¡Justo cuando despegamos! Tenemos


que volver, entonces, ¿por qué sigues interponiéndote en mi camino?

Fue sólo ahora, como de costumbre cuando se trata de Melody


Callahan, que entendí sus palabras.

—¿Para hacer qué? —pregunté, soltando mi agarre sobre ella.

Me miró como si estuviera loco. —¿Parece que estoy de humor


para una de tus bromas?

—¿Parece que estoy bromeando? —No lo estaba—. ¿Quieres


volver a casa... para hacer qué?

—Mi familia…

—Fue atacada, escuché eso. Pero, ¿qué puedes hacer?

—¿Perdón?

—Te subiste a este avión porque no tienes el poder de hacer


nada sin tus hermanos. ¿Ahora quieres hacer qué? Volver corriendo
con ellos...

—Sé que tu vida familiar está tan jodida que quizás no te


345

importe una mierda…


Página
—¿Preguntaron por ti? —la interrumpí y se congeló por un
segundo.

Volviendo a orientarse, dijo —Podrían estar heridos.

—Nadie te llamó a casa. Lo que sea que esté sucediendo en


Chicago, está relacionado con la mafia; ahora eres de la realeza, esa
no es tu pelea.

—Mi pelea es la pelea de mi familia.

—¡Soy tu familia! —De nuevo, parecía aturdida y la empujé


más lejos—. Cuando les pase algo malo, y así será, ya que la
violencia es un riesgo laboral de estar en la maldita mafia, ¿volverás
cada vez? Todavía tienes tu apellido pero cuando subiste al avión,
dejaste atrás a la familia Callahan. Tu familia sobrevivirá sin ti.
Tienes a tus hermanos, tíos, primos, la mitad de Irlanda. Lo que sea
que haya pasado, tu familia saldrá adelante... estoy seguro de eso...
pero tú, Donatella, ¿podrás, individualmente, hacer lo mismo si
regresas? Nada. No eres su animadora, eres mi reina.

Se quedó allí mirándome con una mezcla de horror y


conmoción antes de parpadear y respirar profundamente,
mirándome de nuevo. —No estamos casados todavía. Así que todavía
no soy tu reina. Entonces puedes moverte o ser movido. La elección
es tuya, Gabriel.

Finalmente estaba tranquila.

La frialdad de su voz habría avergonzado a Melody. Abriendo la


puerta, la dejé salir primero y cuando lo hizo, miró hacia la
cabina. Una parte de mí, la parte que disfrutaba de un poco de caos,
quería que caminara hacia allá. Pero una parte mucho mayor de mí
estaba agradecido cuando se volvió y miró hacia el pasillo de
nuevo. Casi había regresado a nuestra sección cuando la hija
perdida de Eduardo Manos tijeras, Jackal, se paró frente a
ella. Colocó la mano sobre el pañuelo alrededor de la garganta y
tragó saliva antes de abrir la boca. Las palabras habrían sido
346

inaudibles si no fuera por el silencio absoluto en la cabina, hasta la


última persona ahora frente a ella...
Página

—¿Quién? —exigió Dona.


EPÍLOGO DOS
“La mayoría de las veces es la pérdida lo que nos
enseña el valor de las cosas”
~ Arthur Schopenhauer ~

WYATT
—Yyyyyy... se ha ido... —habló Ivy primero, como si fuera una
locutora de béisbol, lo más probable que era para romper la tensión.
Sin embargo, seguí viendo el avión desvanecerse en la distancia
detrás de las nubes hasta que apenas pude verlo en la distancia.

—No te deprimas... —dijo Ivy, cuando se acercó a mi lado y


unió nuestros brazos—. ¡Después de todo, todavía me tienes a mí!

Sonriendo, sacudí la cabeza. —Cuidado Ivy, si te quedas a mi


lado el tiempo suficiente, te darás cuenta de que soy el mejor
hermano.

Ethan se rio con diversión real como si la mera posibilidad de


eso fuera risible. Antes de que pudiera comentarlo, le extendió la
mano.

Ella se rio para sí misma, soltando mi mano. En ese segundo


derramado, vi un destello por el rabillo del ojo. El tipo de destello que
sólo significaba una cosa...

—ETHAN...

¡BANG!
347

Incapaz de moverme... incapaz de hablar... el calor de la sangre


Página

salpicando mi cara...
!No!

El doctor que hay en mí sabía... sólo sabía... que se había


acabado... nadie podría haber sobrevivido a eso. Y al oír la única voz
que gritó, que estalló en el aire, me dio escalofríos en la columna
vertebral hasta el punto de que me sentí enfermo.

—¡IVY! —Cayendo de rodillas, se aferró a su cuerpo blando, su


cabello rubio empapado en sangre carmesí; la tomo en sus brazos
como una muñeca rota mirándome mientras gritaba— ¡IVY! —Le
golpeó la cara unas cuantas veces—. ¡IVY! ¡DESPIERTA! —Enfadado,
me miró—. ¡WYATT! ¡WYATT! ¿QUÉ CARAJO ESTÁS HACIENDO?
¡AYÚDALA!

Nunca lo había visto así... mi hermano mayor no entraba en


pánico, no perdía la calma, y nunca me pidió que hiciera lo
imposible.

—No puedo ayudar a los muertos —susurré, mi cuerpo seguía


siendo incapaz de moverse hacia adelante o hacia atrás. Me quedé
mirando sus ojos azules sin vida que seguían abiertos, con la sangre
cayendo por su cara. Sentía como si el mundo se hubiera
ralentizado... No, congelado y estaba atascado. Y sin embargo no lo
había hecho y no lo estaba. Nuestros hombres ya estaban a nuestro
alrededor, con sus armas desenfundadas, tratando de encontrar... a
la persona que acababa de empezar lo que iba a ser una guerra muy
sangrienta.

En el fondo de mi mente oí la voz de mi madre. —Hasta la


última persona que matamos es por la familia. Si no los matamos a
ellos, nos matan a nosotros. Así es el mundo. Es defensa propia...

Como siempre, mi madre tenía razón.


348
Página
PRÓXIMAMENTE

El papel de Donatella como princesa de la mafia ha terminado.

Su ascenso al poder como princesa heredera de Mónaco acaba de


empezar.

The Spin-Off
349
Página
SOBRE EL AUTOR

J.J. McAvoy nació en Montreal, Canadá, y se graduó en la


Universidad de Carleton en 2016 con una licenciatura de honor en
Humanidades. Es la mayor de tres hermanos y le encanta escribir
desde hace años. Sus obras se inspiran en todo, desde las tragedias
de Shakespeare hasta la cultura pop moderna. Su primera novela,
Ruthless People, fue un éxito de ventas arrollador. Actualmente viaja
por todo el mundo, escribiendo, buscando inspiración y conociendo a
sus fans. Para ponerse en contacto con ella, puede hacerlo a través
de sus redes sociales, que actualiza regularmente.

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