Bragoni (2015)
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de Artigas en la revolución del Río de la Plata (1810-1820)”, en Ana Frega y Ariadna Islas
(coord.), Nuevas miradas en torno al artiguismo, 2001; Ana Frega, “Caudillos y montoneras en
la revolución radical artiguista”, en Andes 13, 2002, pp. 75-110, Fabián Herrero, “Buenos Aires
año 1826. Una tendencia confederativa”, en Boletín Ravignani, núm. 12, 1995, pp. 7-32.
Rosas”, en Boletín Ravignani, núm. 5, 1992, pp. 25-47; “Los crímenes de los paisanos: una
aproximación estadística”, en Anuario IEHS, Tandil, núm. 12, 1997, pp. 91-100; Raúl Fradkin,
“¿Facinerosos contra cajetillas? La conflictividad social rural en Buenos Aires durante la dé-
cada de 1820 y las montoneras federales”, en Illes i Imperi
Imperi, Tardor, núm. 5, 2000; “Represéntations
de la justice dans la campagne de Buenos Aires, 1800-1830”, en Études rurales, enero-junio,
1999, núm. 149-150, pp. 125-146; “La montonera de Cipriano Benítez”, en Anuario IEHS,
Tandil, núm. 18, 2004; “Cultura jurídica y cultura política: la población rural de Buenos Aires
en una época de transición (1780-1830)”, ponencia presentada coloquio internacional, Tandil,
2004; Gabriel Di Meglio, “Soldados de la revolución. Las tropas porteñas en la guerra de
independencia, 1819-1820”, en Anuario IEHS, Tandil, núm. 18, 2004, pp. 39-65; “La milicia
de la ciudad de Buenos Aires y la política entre 1806 y 1820”, en Taller de discusión. Espacio,
redes y poder en el temprano siglo XIX, UNMDP, abril de 2005.
11 Entendiendo que el dinero era clave para la conservación del ejército, San Martín con-
cluía en los siguientes términos: “Como director supremo y como conservador de este ejér-
cito, como padre de unos pueblos que reclaman altamente su protección, y sobre todo como
primer jefe del Estado” para dar seguridad y “salvación de la patria”. “Correspondencia de
San Martín al director supremo, 23 de febrero de 1814”, en Gerónimo Espejo, op. cit., p. 13855.
...era muy rígido observador de la disciplina, así como del aseo del traje de
sus subordinados. Cuando por descuido algún oficial se le presentaba con
un botón desabrochado, sin cortar el hilo de la conversación o diálogo que
entablase, empezaba a darle tironcitos de ese botón o golpecitos con el dedo
índice hasta que el oficial se apercibiera y lo abrochara si no caía en cuenta
con esas indirectas, se lo advertía con claridad.14
por Dorrego cuando puso en duda la autoridad de Belgrano: “Sr. coronel hemos venido aquí
a uniformar las voces de mando”. Para la fractura del entusiasmo revolucionario y patriótico
vigente hacia 1815, véase Tulio Halperin, Revolución y guerra, op. cit., 1979.
17 Oriana Pelagatti, “Conflictos y autoridad en la frontera sur durante la Revolución,
Mendoza 1810-1816”, VII Seminario argentino chileno y I Seminario Cono Sur de Ciencias So-
ciales, Humanas y Relaciones Internacionales. El Cono Sur frente al Bicentenario, Universidad
de Congreso, Mendoza, marzo de 2004.
18 El “gobierno de amigos sólidos” aparecía representado por una red de funcionarios
que incluía al Cabildo de la capital, los comandantes de frontera y de las milicias como
también estaba integrado por los decuriones de ciudad y celadores de la campaña.
20 Aunque la profusa literatura sanmartiniana acuerda sobre el giro dado por San Martín
Circular del 17 de octubre de 1815 dirigida al maestro de escuelas con la orden de infun dir
el patriotismo y las virtudes cívicas en los niños que incluían juegos de cañas, y la reunión
semanal prevista para el día jueves en la Plaza Mayor con motivo de entonar las estrofas de
la Canción nacional como correspondía a un “Pueblo liberal y virtuoso”, a diferencia de la
“colonia miserable”. “Libro copiador de la correspondencia del Gobernador Intendente de
Cuyo”, en Anales, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, 1944, p. 548. Hudson evocó esa
excitación de los espíritus en sus recuerdos de infancia, Damian Hudson, op. cit., p. 100. A
ello debe sumarse, una sostenida política dirigida a los curas de ciudad y campaña que san-
cionaba y aprobaba compromisos personales al “sagrado sistema de la libertad”. Véase ese
recorrido durante el curso del año 1815 en “Libro copiador...”, pp. 307-591. Sobre la acción de
los curas en Mendoza durante la Revolución debe verse, Oriana Pelagatti, “ ‘Religiosos deci-
didos y enemigos del sagrado sistema de la libertad’ Los presbíteros Domingo García Lemos
y Lorenzo Guiraldes en la encrucijada de la Revolución”, en VIII Jornadas InterEscuelas
Departamentos de Historia, UNSalta, 2001; una visión que considera las complejas relacio-
nes entre San Martín y el clero pertenece a Edberto O. Acevedo, La revolución en Mendoza.
Investigaciones sobre el periodo 1810-1820, serie II, núm. 4, UNCuyo, 1973.
del siglo XIX. La polémica de 1873”, en Contribuciones para la historia de Mendoza, 1969.
25 La apelación al esfuerzo de Cuyo no parece ser un dispositivo creado por las his-
a un piso mayoritario de $250 representado por perfiles de escasa calificación, el valor as-
cendía a $490 para un tonelero o $450 para un zapatero o alfarero. Véase la variedad en el
valioso apéndice introducido por Masini en su estudio sobre San Luis y San Juan: José Luis
Masini, “La esclavitud negra en San Juan y San Luis. Época independiente”, en Revista de
Historia Americana y Argentina, año IV, núm. 7 y 8, Facultad de Filosofía y Letras-UNCuyo,
1962/3, pp. 177-210.
28 Aunque el censo de 1812 no distingue entre negros libres y esclavos ilustra la repre-
sentación de la “casta” en la composición social de Cuyo antes de la leva. Sobre 8506 negros
registrados en toda la jurisdicción, Mendoza reunía 4456 (33% sobre total de la población),
San Juan 2577 (20%) y San Luis 1473 (9%). En síntesis, Mendoza reunía más de la mitad, San
Juan el 30% y San Luis el 16%. Masini calcula que el total de 4200 esclavos pudo haberse
distribuido del siguiente modo: Mendoza, 2200; San Juan, 1500 y San Luis, 500. Cifras que
le permiten considerar una representación aproximada de 16.5% para la capital, 11.5% para
San Juan y 3.1 % para San Luis. Véase José Luis Masini, op. cit., y La esclavitud en Mendoza.
Época independiente, 1962.
29 Jorge Comadrán Ruiz, op. cit., 1978, p. 596; además, Correspondencia de San Martín
a Tomás Godoy Cruz, Mendoza 12 de junio de 1816, donde expresa antes de la leva su con-
veniencia como la de destinar a “todo esclavo sobre las armas; por otra parte así como los
americanos son lo mejor para la caballería, así es verdad que no son los más aptos para in-
fantería” y Carta del ministro de guerra Terrada a San Martín, Buenos Aires, 18 de noviembre
de 1816, Gerónimo Espejo, op. cit., 14215 y 14228/9.
30 José Teófilo Goyret, “Las campañas libertadoras de San Martín”, en Nueva Historia de
Pesos Reales
Sueldos militares 9 134 4
Sueldos de empleados 729 2½
Pensiones y asignaciones 572
Gastos de guerra 1 100
Gastos de hacienda 830
Total 12 365 6½
31 Aunque el acuerdo de 2300 mensuales sólo alcanzó a $3 590 en 1816, en el que segu-
ramente incidió la tensión mantenida con el gobierno central sobre gravámenes al comercio
de vinos y licores.
32 Se conocen las multas impuestas a Antonio Mont, $3 000; Lorenzo Zorraquín,
Total 9 134
de los que se desprenden los parciales por jefes u oficiales $9 012, y de tropa o regimientos
$87 396.
Juan los soldados Julián Porra y José María Álvarez fueron compensados con 3 pesos cada
uno. “Libro copiador...”, 24/7 1815, p.381.
37 Se trata de delitos previstos por la reglamentación penal-militar, razón por la cual
hace visible la regularidad de este tipo de situaciones al interior de los ejércitos. Las diferen-
ciaciones salariales no parecen haber estado ausentes en las resistencias ofrecidas al bando
realista durante la restauración en Chile que favorecía a militares peninsulares. Según José
Semprúm Bullón el salario o recompensa de un coronel peninsular era de 250 pesos, y el de
un americano de 50; un oficial peninsular 55 y el de un americano, 20. Véase José Semprúm
Bullón, Capitanes y virreyes. El esfuerzo bélico realista en la contienda de emancipación hispano-
americana, 1998, pp. 120-121.
38 Gerónimo Espejo agrega al argumento anterior en torno al salario como mecanismo
de disciplina: “para que cuando llegase el caso de aplicar correcciones o descargar la inflexi-
bilidad de las Leyes no se alegaran excepciones que las más de las veces traban su equilibrio
o amenguan el prestigio de la autoridad”. Op. cit., p. 13853.
...que a todos los oficiales y jefes agregados al Estado Mayor del Ejército, a
los cuerpos de él, en cualquier arma, a los Mayores de Plata, y a todo otro
Departamento militar en los cuales no tengan por Despacho Supremo efec-
tiva colocación solo deberá abonárseles desde esta fecha por las Tesorerías
y comisarías respectivas la mitad del sueldo que según sus clases les corres-
ponden.40
Pesos reales
Qtel. Gral. Sres. Gefes y oficiales agregados 2 680 6
Estado Mayor Sueldo y gratificación 540 2½
Auditor de Guerra 83 2½
Intendente del Exto. 211 5½
Secretario del Exto. 210
Estado Mayor de Medicina 245
Batallón de Artillería 4 885 2½
Batallón núm. 10 de Cazadores 6 033 5½
Batallón núm. 7 4 878
Batallón núm. 8 5 784 6½
Batallón núm. 11 5 045 3 ½
Reg. Granaderos a caballo 7 106 7
Cazadores a Caballo 4 249
Gastos Extraordinarios de Guerra ……..
Total 41 953 7
pp. 269-271. El Presupuesto del Ejército Unido de los Andes y Chile al 30 de noviembre de
1818 estaba calculado en 68 129 6 ½ mensuales. Ibidem, pp. 263/4.
48 Juan de Dios Moya fue acusado de haber matado a un paisano, Segundo Olivares
por deserción y robo, y el trío conformado por José Antonio Castellanos, Manuel Quija-
da y Pascual Silva por robo en la villa de Algué, Santiago 3 de diciembre de 1818, ibidem,
p. 309-310.
49 Ezequiel Abásolo, “La deserción rioplatense durante el virreinato. Precisiones y su-
gerencias”, en Actas del XI Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho
Indiano, t. III, 1997, mecanoescrito, y “La deserción como problema jurídico en los ejércitos
de la época de la independencia”, Instituto de Historia del Derecho, mecanoescrito.
50 Véanse listas de causas de Tribunal militar, DHLGSM, t. IX, p. 145 y 175/6.
...que la votación hecha por el Estado Mayor era irrita [sic] y de ningún valor
por haber mediado en ella dolo, tanto que había habido quien faltando a la fe
y delicadeza de semejante acto, había borrado los nombres de los que habían
sido elegidos, sustituyendo en su lugar a los de su partido: esto lo acredité
ante el Señor General nombrado, y Señor Jefe del Estado Mayor D. Francisco
Calderón.54
55 El sargento mayor del batallón núm. 7 coronel graduado Cirilo Correa, informa al
Jefe del estado mayor Francisco Calderón, el 11 de diciembre, que el oficial de guardia D.
Agustín Álvarez con qué motivo dejó salir a soldados: “no dejó salir más hombres que ocho
o cinco que pertenecían al núm. 11 y tres de la artillería de Chile. Que los primeros fueron
reclamados por el teniente del mismo cuerpo D. Carlos Formas, y los segundos por una
patrulla de Artilleros”. Ibidem, p. 350.
56 Orden del día del Jefe del Estado Mayor, coronel Francisco Calderón, y proclama de
liderada por el capitán Mariano Mendizábal y los sargentos Corro y Morillo, que tuvo
origen en San Juan el 9 de enero de 1820, y que fuera simultánea a la defección del ejército
del norte en Arequito.
60 El texto continuaba diciendo: “Me atrevo a afirmar que ésta se consolidará no obstante
las críticas circunstancias en que nos hallamos, si conserva [como no dudo] las virtudes que
hasta aquí le han distinguido”. Para conseguir ese “feliz efecto” deberían observarse los
siguientes pasos: el jefe más antiguo reuniría al cuerpo de oficiales y daría lectura al presente
manifiesto, cada uno votaría para general en jefe y depositaría su voto en un recipiente; se
haría un escrutinio con la presencia del jefe principal y el capitán más antiguo del cuerpo en
presencia de todos, se prohibía la discusión para “preparar el ánimo a favor de algún indivi-
duo”, se elaboraría un acta que acreditara al elegido y la firmarían todos los jefes y el oficial
más antiguo. El resultado se daría a conocer por bando. Santiago 26 de marzo de 1820.
61 Al momento de la votación, “tomó la palabra el señor coronel del núm. 8 don Enrique
Martínez, y expuso que no debía procederse a la votación por ser nulo el fundamento;
opinión que reprodujeron los señores coroneles don Mariano Necochea, don Pedro Conde
y don Rudecindo Alvarado”, quienes inclinaron la unanimidad de opinión. Firmaron la
conocida “Acta de Rancagua” oficiales y jefes de los siguientes cuerpos: Batallón de Artillería,
Granaderos a caballo, Batallones (infantería) 7, 8 y 11, Cazadores a caballo y el Estado Mayor
General. Véase Gerónimo Espejo, op. cit., pp. 14140-14141.
Después de nuestro arribo [a] aquellos territorios logramos redimir los pri-
sioneros de nuestros ejércitos que existían en Casas Matas con ese cuadro
de valientes y constantes oficiales y soldados y otros que escogí del estado
mayor, formé por orden del excelentísimo señor capitán general don José de
San Martín, el batallón de cazadores del ejército compuesto de jefes, oficiales,
hombres, de los cuales 2313 pertenecían al “ejército argentino de los Andes”, y 1805 al “de
Chile”.
63 Mendoza 2 de diciembre de 1822. Gerónimo Espejo, op. cit., pp. 14199-14200.
“Yo al recibir el honor de mandar un cuerpo tan distinguido y respetable por la base de que
se había formado, confieso a vuestra señoría que me llené de orgullo, y al contemplar que
aquellas víctimas de la libertad que por siete años habían dado ejemplo de patriotismo y
constancia en las mazmorras de los tiranos eran los que honraban las filas con que habíamos
de consumar la redención del Perú me reía suficientemente premiado, y sólo aspiraba a
llenarlos de laureles para presentárselos algún día a mi gobierno llenos de la vanidad y
gloria de que lo son capaces los hombres libres”. “Memorial del teniente coronel José María
Aguirre (22 de diciembre de 1822)”, en Colección de obras y documentos para la historia argentina.
Guerra de la independencia, t. XVI, primera parte, 1963.
A modo de epílogo
65 Me permito remitir a mis trabajos, Los hijos de la revolución. Familia, negocios y poder