Administración Pública Federal en El Periodo de 1980

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

Administración Pública Federal en el periodo de 1980 – 2021

INTRODUCCIÓN

La crisis fiscal, que en los años ochenta representó la fase terminal de la época de
desarrollo autocontenido y estatalmente protegido, obligó a reactivar la dinámica
de los mercados libres y abiertos, así como la crisis política del gobierno hizo
impostergable la democratización del régimen. La crisis política y la nueva
dinámica económica cimbraron de pies a cabeza las administraciones
latinoamericanas, su forma de organización, sus patrones directivos y de
operación, sus esquemas de formulación de políticas, su poderío y obviamente su
manera de interpretar la función pública y de autocelebrarse.

La necesidad de introducir perentoriamente políticas restrictivas para sanear las


finanzas públicas quebradas, restablecer su equilibrio y reconstruir la capacidad
operativa del gobierno convirtió al aparato de la Administración Pública en el
blanco fácil e inmediato de las medidas correctivas de la indispensable política del
ajuste con su consigna de modificar las dimensiones del Estado. Era tan grande el
tamaño y número de las organizaciones y empresas públicas; sus programas y
personal; tan ingente su gasto; tan pesada su gestión y, sobre todo, tan
generalizada su mala reputación social, que la Administración Pública resultó el
candidato cortado a la medida para que buena parte de la sociedad hiciera suyo el
argumento de que era imperioso economizar recursos públicos, recortar el aparato
burocrático hipertrofiado y hacer eficiente el desempeño gubernamental a fin de
poder superar la crisis y restablecer la acción del Estado sobre bases financieras y
administrativas nuevas y sanas. La AP del gobierno desarrollador, no podía ocultar
su pobre relación costo-beneficio, costo-eficacia, que en las empresas públicas de
ese entonces encontraba su cúspide de improductividad y quebranto financiero.
En suma, la AP y la privada comparten problemas de organización, dirección,
análisis, normatividad, funciones y procesos, eficiencia y calidad, y en la
administración de negocios existen soluciones para problemas viejos y nuevos de
la Administración Pública.

Cambios importantes en la Administración Pública


La Administración Pública (AP) contemporánea, entendida ésta como estructura y
proceso administrativo de las decisiones de gobierno, como ejercicio profesional y
como disciplina académica, tiene dos tendencias importantes: La primera
tendencia se orienta a reivindicar, recuperar y reconstruir la naturaleza pública de
la AP, mientras que la segunda busca recuperar, reactivar y reconstruir la
capacidad administrativa de la AP. Las dos tendencias tienen puntos de
convergencia y complementariedad, pero también orientaciones, preferencias,
temas y acentos distintos, sin faltar tensiones recíprocas.

Las dos tendencias, la pública y la gerencial, corresponden a las respuestas que


en las dos décadas pasadas dieron los gobiernos y las sociedades, por convicción
o por fuerza, al problema de cómo enfrentar y superar la crisis política y
económica de los Estados sociales, sean asistenciales, de bienestar,
socialdemócratas o, como en nuestro medio, Estados sociales desarrolladores, de
formato “burocrático-autoritario”. Por otra parte corresponden al modo de dar
respuesta a los nuevos retos y riesgos que al Estado y a sus gobiernos plantean
tanto la configuración más autónoma, diferenciada y abierta de las sociedades
contemporáneas como la transformación acelerada de la economía del mundo,
con sus extraordinarias oportunidades y sus ominosos riesgos. Cada tendencia
representa una respuesta a las inconformidades con el pasado gubernamental y
administrativo, al que cuestionan y critican, y cada una brota de las
preocupaciones sobre el futuro social, tratando de anticiparlo y moldearlo.

A través del tiempo la AP y la forma de gobernanza ha tenido cambios importantes


en materia de gestión, de donde se pueden destacar tres tipos: la Nueva Gestión
Pública, la Gestión Estratégica y la Gestión de Calidad.

La Nueva Gestión Pública

La reforma administrativa ha sido la respuesta obligada a los problemas crecientes


de operación del gobierno, al déficit fiscal paralizante de los Estados, a la calidad
incierta de los servicios públicos y a los tristes hechos de políticas económicas
erróneas que postraron el desarrollo de la sociedad y ocasionaron la crisis, como
ocurrió en buena parte de las sociedades latinoamericanas. Las raíces de la
reforma ahondan en la tierra de la ineficiencia y hasta la irresponsabilidad pública
de los gobiernos en numerosos campos de la vida social, por lo que la reforma es
en los hechos una respuesta a la desconfianza de los ciudadanos en la capacidad
y seriedad directiva de sus gobiernos, que en algunos países se combinan con
debilidades institucionales evidentes.

El propósito de esta reforma a la AP fue restablecer una rigurosa dirección


financiera que, conforme a los términos de la política de ajuste, procedió de
inmediato a tratar de aumentar los ingresos del Estado y a disminuir drásticamente
sus egresos innecesarios, que distorsionaban además el crecimiento económico.

La Gestión Estratégica

Los estudios contemporáneos relacionados con la estrategia han tenido varios


propósitos, alcances y usos, pero indudablemente la planeación estratégica ha
sido su manifestación más conocida y generalizada a partir de los años sesenta
del siglo XX.

Los pasos u operaciones de la Planeación Estratégica (PE), en el plano


metodológico, son dialécticamente interdependientes, en el sentido de que los
resultados que se obtienen en una operación particular influyen en los resultados
de los demás, obligando a reelaborarlos, con repetidos procesos analíticos de ida
y vuelta de mejora, que hacen que el plan de acción gane progresivamente
precisión, corrección y aceptación, superando los momentos iniciales genéricos,
exploratorios, conjeturales y de consensos parciales o provisionales entre los
participantes en la elaboración del plan. los componentes esenciales
(convencionales) del ejercicio de PE son:

 Definición de la misión y visión de la organización;


 Registro del interno y entorno de la organización;
 Análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas-
adversidades);
 Elaboración de las estrategias;
 Determinación del esquema de dirección estratégica: programación,
presupuestación, seguimiento, acompañamiento, sistema de información y
medición, evaluación, corrección, incentivos, etc.

La Gestión de Calidad

La calidad ha sacudido el arreglo tradicional de las organizaciones y ha inducido


cambios en todas sus dimensiones. Cuatro cambios han sido centrales:

a) El enfoque que privilegia los resultados financieros de las empresas y del


gobierno mismo se ha desplazado hacia la calidad de los productos, que es
el factor que hace posible obtener utilidades duraderas y el que justifica en
el sector público el énfasis en la eficiencia económica de las operaciones y
el equilibrio riguroso de las finanzas públicas;
b) El enfoque en la productividad, con frecuencia hostil o indiferente a la
calidad, ha desplazado su atención de los productos hacia los clientes, con
dos resultados: el producto pasa a ser un componente integrado del
servicio y la productividad se eleva a la dimensión de la competitividad por
la calidad de los productos;
c) El enfoque en las estructuras, sistemas, normas y procedimientos, que
valora la impersonalidad como factor del éxito organizacional, con el efecto
de provocar pasividades y desafecciones, ha desplazado su atención hacia
las personas (empresarios y trabajadores; políticos, empleados públicos y
ciudadanos; proveedores y clientes) y hacia la calidad intelectual, técnica y
moral de las personas;
d) El enfoque introvertido de la administración se ha extrovertido hacia los
usuarios de los bienes y servicios de la organización, poniendo un punto
final a la empresa sin clientes, a la AP sin público y al gobierno sin
ciudadanos.

Calidad y estrategia se conciben hoy como dos criterios de acción y dos


actividades interdependientes de toda organización con la ambición de ser
socialmente significante.
Cambios sociales y económicos
En las décadas posteriores a la Revolución Mexicana, los gobiernos exploraron
rutas de reivindicación social basadas en diferentes estrategias de redistribución
de la riqueza y el poder, particularmente mediante la reforma agraria y el apoyo a
la organización de los trabajadores asalariados, cuyos derechos laborales fueron
puestos bajo la tutela más o menos directa del Estado. Esta vía de reforma
estructural redistributiva hacia abajo llegó a su clímax durante la presidencia de
Lázaro Cárdenas, cuando el reparto de tierras alcanzó su punto máximo y la
organización sindical garantizó el incremento de los salarios y el derecho de
huelga. De esa manera, se delineó una alianza política con los grupos dirigentes
que funcionó como base de la coalición política que articularía el desarrollo
económico y social posterior.

Con las crisis de los 80, las tremendas caídas en el crecimiento y el nivel de
actividad propiciaron una explosión de la informalidad laboral como mecanismo de
compensación de la adversidad ocupacional y las reducciones del salario real, el
panorama social, sobre todo en las ciudades, cambió velozmente: la pobreza se
masificó y se urbanizó. Desde entonces, sin dejar atrás el desequilibrio clásico
entre campo y ciudad, la cuestión social mexicana ha tenido una tendencia que se
refuerza con las transformaciones demográficas que han hecho que México deje
de ser un país de niños para convertirse en una nación de jóvenes adultos.

Actualmente estamos en un punto en el que la sociedad ha sufrido los percances


de una crisis sanitaria que ha afectado a los seres humanos en varios aspectos
como son en salud, económicos, empleo, pobreza, etc. Sumado a esto, en
México, se están dando algunos cambios en la gobernanza y en la forma de hacer
política, donde se trata de tener una mayor cercanía con la población ya que la
solidez de una democracia depende del grado de compromiso de sus ciudadanos
con sus principios. Sin embargo, según los datos de las rondas anteriores del
Barómetro de las Américas, la región de América Latina y el Caribe ha
experimentado una disminución en el apoyo ciudadano a la democracia como la
mejor forma de gobierno y en su satisfacción con lo que las democracias están
logrando. La pandemia del COVID-19 ha generado tensiones que han debilitado el
compromiso con la democracia en términos comparativos, acorde con esto los
principales hallazgos del Barómetro son:

 El apoyo a la democracia no ha recuperado los niveles registrados hace


una década.
 Si bien es menos probable que los ciudadanos toleren una toma del poder
por parte de los militares que hace una década, es mucho más probable
que toleren un ejecutivo que gobierne sin el poder legislativo en situaciones
de crisis.
 La satisfacción con la democracia aumentó levemente, pero sigue siendo
menor que hace una década.
 Los ciudadanos de la región están dispuestos a sacrificar las elecciones en
favor de un sistema que garantice ingresos y servicios básicos, pero están
menos dispuestos a sacrificar la libertad de expresión
 Amplias mayorías de la región prefieren la democracia directa a la elección
de representantes.
 Las personas que expresan una preferencia por las elecciones, la libertad
de expresión y los representantes electos tienen más probabilidades de
apoyar la idea de democracia en sentido abstracto.

En el caso de México, la información de la ronda 2021 del Barómetro de las


Américas refleja el problemático proceso de consolidación democrática que
enfrenta, y es que, la incidencia de corrupción no disminuye significativamente, la
inseguridad tampoco, la confianza e imagen de autoridades no es buena y la
principal institución de la democracia, las elecciones, sigue siendo motivo de
disputa.

La democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del


poder al conjunto de la sociedad. Sin embargo, para que el pueblo ejerza
verdaderamente este poder que se le ha otorgado, es necesario que los
ciudadanos tomen parte en las cuestiones públicas o que son del interés de todos,
ya que la participación permite que las opiniones de cada uno de los integrantes
de una nación sean escuchadas.

Ya sea que se tenga una democracia directa, representativa, deliberativa o


participativa; cualquiera de éstas necesita de la participación de la gente. En
efecto, en la primera, para tomar decisiones y llegar a acuerdos; en la segunda,
para formar los órganos de gobierno y elegir a nuestros representantes; en la
democracia deliberativa, porque es la forma en que los ciudadanos se hacen
escuchar en la toma de decisiones públicas; y en la última, para concurrir con el
gobierno en la elaboración y evaluación de políticas públicas. Por tanto, sea el tipo
de democracia que sea, lo cierto es que necesitamos de la participación de los
ciudadanos para que el gobierno tenga razón de ser y se convierta
verdaderamente en el gobierno del pueblo.

CONCLUSIÓN

Haciendo una comparación general de las administraciones de 1980 a la última


administración del 2012 se podría decir que en materia de resultados en temas de
crecimiento económico, disminución de la pobreza, política económica y muchos
otros aspectos en los que se tienen problemas en el país, no se nota un cambio en
esta administración. Sin embargo, si se ha tratado de hacer un cambio radical en
cuanto a la forma de gobernar, en mi perspectiva considero que este gobierno
trata de tener un mayor contacto con los ciudadanos y que la participación
ciudadana sea mayor, así como también se ha hecho un uso mayor de las redes
sociales para tener más cercanía y también se intenta promover austeridad en los
gastos del gobierno, así como nula corrupción.

BLIOGRAFÍA

 Aguilar Villanueva, Luis F. (2006). Gobernanza y gestión pública.

 Cultura política de la democracia en México y en las Américas 2021:


Tomándole el pulso a la democracia.
 Serrano, Azucena (2015). La participación ciudadana en México.

También podría gustarte