Femicidio

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Desde la antigüedad se ha construido un modelo machista dentro de la sociedad, en la

historia se ha registrado como la población femenina fue degradada y pisoteada; un claro


ejemplo es que en el siglo XIX gran parte de las sociedades a escala mundial, aún no habían
reconocido los derechos civiles y políticos de las mujeres. Actualmente, en ciertos países de
medio oriente por temas culturales y religiosos siguen existiendo una vulneración de los
derechos de mujeres lo que ha dificultado el desarrollo de este género dentro de la
sociedad, estableciendo así una cultura de superioridad en determinadas esferas de la
población masculina (Carillo, 2018).

La violencia en contra de la mujer ha sido reconocida como un problema en aumento en la


sociedad actual, con el pasar de los años ha sido oculta y generalmente naturalizada dentro
de las sociedades modernas. Desde mediados del siglo XX, la violencia en contra de la mujer
es un tema que ha tenido un desarrollo teórico, el no haber tratado esta problemática con
anterioridad se debe a la falta de información relacionada con la violencia contra la mujer y
su “silencio” dentro del espacio social público, ya que se consideraba por muchos años
como un asunto que concierne a temas de la “vida privada” (Vera, Loredo, Perea, & Trejo,
2002) .

Es muy común que innumerables medios de comunicación y en redes sociales se registren


casos relacionados con la violencia contra la mujer, siendo los casos más terribles y
mediáticos cuando estos actos conllevan al fin de la vida de la víctima. Con mucha
frecuencia, se plasman estos casos de violencia en los titulares de noticieros y medios
digitales, dentro de los espacios de “crónica roja”, asociándolos con el termino de femicidio.
No obstante, cabe preguntarse ¿Qué es el femicidio? (Gomes, 2013).

El femicidio no resulta un concepto fácil de perfilar, se asocia al asesinato de mujeres por


razones de género, estos actos incurren dentro de cualquier tipo de relación existente entre
víctima y agresor, así como por personas ajenas a la víctima; con episodios de violencia
preexistente. Si bien es cierto hoy en día se han establecido leyes que castigan estos actos y
evitan que queden en la impunidad, no se han realizado investigaciones ni procesos que
permitan solucionar la problemática en sí (Argüello, 2017).
Según la filósofa y psicóloga María Alejandra Morgado Cusati “mediante el empirismo
(corriente filosófica) se enfatiza el rol de la experiencia y evidencia, específicamente de la
percepción sensorial se intenta explicar la formación de ideas y la obtención del
conocimiento”. Por lo cual, es de considerar como una opción viable para el estudio de
casos sobre la violencia contra mujeres, conocer testificaciones y revelaciones de grupos de
mujeres victimas de violencia y de su círculo cercano, al igual que la opinión de organismos
especializados en tema (psicólogos, psiquíatras, sociólogos, entre otros); en la concepción
de alternativas que erradiquen este gran problema que aqueja a nuestra sociedad
(Morgado, 2022).

La Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios en el Ecuador, este 16 de septiembre


del 2022 presentó su ultimo reporte de casos, donde se han registrado cerca de 206
femicidios desde el inicio de año hasta el mes de septiembre, catalogando este 2022 como
el año más violento contra las mujeres desde que se estableció al femicidio como delito
(2014) en la normativa de nuestro país. La tasa de femicidio en el Ecuador es de casi uno
diario, siendo la provincia del Guayas la que presenta el mayor porcentaje de casos (cerca
del 34%). Del total de muertes violentas, más de la mitad de estas son femicidios asociados
a la delincuencia organizada y narcotráfico, gran parte de las activistas señalan que los casos
se han incrementado debido a la falta de recursos que ayuden a prevenir estos actos y
debido a la escasez de políticas que amparen a las víctimas y familiares (EL COMERCIO,
2022).

Durante la década de los años 80, en América Latina y el Caribe movimientos de mujeres y
feministas en base a sus experiencias y por la interacción entre una gran cantidad de grupos
en contra de la violencia de género, generaron acciones que denunciaban los agravios a los
que se sometían las víctimas de violencia y permitieron una mayor visibilidad de los daños y
peligros a los que están expuestas las mujeres. Este pronunciamiento por parte de dichos
movimientos en apoyo a las mujeres, permitió que desde el año 2007 en varios países de
América Latina surjan procesos de criminalización de la violencia contra la mujer en todas
sus formas, dando un mayor hincapié a las muertes violentas de mujeres por razones de
género (Aguilar & Rodríguez, 2017).

Esto ha sido un gran avance para proporcionar un determinado castigo ante estos crímenes,
pero no se han desarrollado ni enfatizado procesos que permitan generar medidas de
acciones temprana, que eviten que más mujeres mueran a causa de estos hechos. Las
investigaciones en torno a la violencia contra las mujeres en América Latina, presentan
varias complicaciones ya que el número de investigaciones es muy bajo por lo cual no se han
podido obtener respuestas sobre las causas y el entorno en el que se desarrolla el problema
(Castro & Riquer, 2003).

Para obtener grandes avances con respecto a las investigaciones sobre la violencia contra
las mujeres, es necesario realizar nuevas investigaciones respaldadas en testimonios,
experiencias y evidencias de mujeres y de su entorno, que permitan conocer el ambiente,
comportamiento y acciones a los que estaban sujetas las víctimas.

Mediante una investigación empírica, se pueden realizar estudios exploratorios con


familiares cercanos de víctimas de femicidio y profesionales relacionados a este tipo de
sucesos, donde se podrán analizar los antecedentes y circunstancias que cercaban la muerte
de mujeres pretendiendo establecer la violencia previa de las víctimas (Pinos & Ávila, 2012).

Por lo tanto, ante este problema de gran relevancia que aqueja a gran parte de las
sociedades mundiales, deben de contemplarse soluciones basadas en investigaciones
empíricas; ya que, el femicidio es resultado de un proceso de violencia repetitiva, se sugiere
que este tipo de crímenes pueden ser evitados si se desarrollan procedimientos de
protección asequibles y eficientes.

Al determinar un patrón de comportamientos y acciones por parte del agresor y la víctima,


se pueden generar campañas educativas con el fin de informar, sensibilizar e identificar a
personas que guarden similitud con dichas conductas, siendo participes directa o
indirectamente de actos de violencia de género. Es necesario exponer a las mujeres que
este tipo de asesinatos pueden ser prevenidos si se decide no callar en el primer acto de
violencia, no es adecuado permanecer junto a un maltratador y que denunciar a su agresor,
es la acción más certera que puede tomar con el fin de poder evitar eventos que acaben con
la vida de más mujeres.

Además, es necesario generar estrategias de acción rápida que proporcionen una ayuda
inmediata a mujeres que se encuentren en peligro, mediante la creación de planes
nacionales y locales donde se inviertan recursos que brinden servicios jurídicos gratuitos y
se ejecuten de manera correcta leyes que reconozcan las consecuencias físicas, psicologías,
sociales y económicas generadas por la violencia contra la mujer. El invertir en la igualdad
de género y el empoderamiento de las mujeres, mejorará su autonomía económica
permitiéndoles tener una salida; ya que el impedimento laboral es un factor clave para la
permanencia de mujeres en situaciones de explotación, abuso o violencia.

No solo basta con crear campañas de no al machismo, es necesario que tanto en escuelas,
colegios, universidades e inclusivo dentro del núcleo familiar se corrijan o cambien ciertas
actitudes inadecuadas relacionadas con la violencia a la mujer, así se podrá concebir una
sociedad que promueva la equidad, el respeto y el amor que merecemos como seres
humanos.

Es nuestro deber como estudiantes tratar de generar propuestas innovadoras ante esta
lamentable situación, tenemos que exponer ante la sociedad los hechos violentos a los que
han estado sometidas muchas mujeres por largos años y a su vez luchar por una sociedad en
la cual se respete el derecho a la vida, se valore la integridad física, psicológica y moral de
las mujeres; poder sentirnos y ser iguales ante las leyes, creencias, religiones y el mundo
entero.
Referencias
Aguilar, D., & Rodríguez, C. (2017). El femicidio en la prensa ecuatoriana: análisis de
contenido de los diarios El Universo y El Comercio. Ediciones Complutense, 13-17.
Argüello, D. (2017). El femicidio: Una forma de violencia extrema. Resistencia, N°5, 16-19.
Carillo, J. (2018). Incidencia de femicidio en el Ecuador y en la provincia del Guayas.
Universidad y Sociedad vol.10 no.1 Cienfuegos, 1-5.
Castro, R., & Riquer, F. (2003). La investigación sobre violencia contra las mujeres en
América Latina: entre el empirismo ciego y la teoría sin datos. México DF:
Universidad Iberoamericana.
EL COMERCIO. (16 de Septiembre de 2022). Alerta nacional por pico de femicidios en
Ecuador. Alerta nacional por pico de femicidios en Ecuador, págs. 15-16.
Gomes, S. (2013). “Femicidio y feminicidio: Avances para nombrar la expresión letal de la
violencia de género contra las mujeres”. ”. Géneros: Revista de investigación y
divulgación sobre los estudios de género, No. 13, 23-41.
Morgado, M. A. (19 de julio de 2022). Empirismo: qué es, características y ejemplos. AS, pág.
3.
Pinos, G., & Ávila, J. (2012). El femicidio: La manifestación mortal de la violencia contra la
mujer. MASKANA, Vol. 3, No. 2, 2-12.
Vera, M., Loredo, A., Perea, A., & Trejo, J. (2002). “Violencia contra la mujer". Revista de la
Facultad de Medicina 45, No. 6, 248-251.

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